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Axl

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  1. Axl

    [Alterac] Los Peregrinos

    V. Todos Somos Invitados en esta Tierra Atravesar el Temporal en esta epoca de lluvias era una tarea complicada si no mortal. El gran río que separaba el lado oriental relativamente seguro de las Laderas de Trabalomas de su contraparte occidental y riesgosa aumentaba su tamaño a proporciones enormes con cada lluvia y por eso los antiguos habitantes de Doltdorf, el pueblo cercano, le habían bautizado de esta forma. Al no tener gran cantidad de puentes lo suficientemente resistentes la falta de mantenimiento y otros factores externos que los testigos prefieren evitar contar la única y mejor forma de cruzar es esperando a que el agua del río apacigue en descenso, cosa que podría tardar no solo días si no semanas y razón principal por la que los humanos refugiados en Dun Garok y sus proximidades no desean acercarse a reconstruir su quebrantado hogar... además del temor a un enemigo que recién conocían y no compartía la naturaleza de los no-muertos. Balin se negó a pasar primero, reticente y Modi se negó junto con él. Los enanos podrían ser valientes ante un enfrentamiento contra el más aterrador demonio y la letrina más maloliente, pero nunca estuvieron en buenos terminos con los cuerpos de agua y un furibundo caudal lograba hacer temblar de nerviosismo las piernas del enano más joven de la caravana. Ninguno de los elfos deseaba atravesar támpoco las rápidas aguas, compartiendo más sensatez que temor bruto de los enanos. Odriel sospechaba que realmente no veían la peligrosidad de la tarea y simplemente estaban asustados como alguien que teme saltar un gran descenso pero que al fin y al cabo va a realizarlo. Bodvar frunció el ceño e hinchó el pecho, se desvitió y tomó una soga para lanzarse al agua para la sorpresa de todos. Los músculos del enano se tensaban como cábles y tras una peligrosa pero efectiva natación el enano logró cruzar al otro lado; su cabello y barbas al estar mojados le conferían el aspecto de un sabueso recién bañado. El enano ató la soga a un arbol y la flanqueante caravana empezó a cruzar. Primero fueron los enanos y luego los elfos, uno de los últimos no pudo seguir el ritmo y tras un resbalón se lo llevó el río. Balin nadó a su rescate y Bodvar arrojó la soga hacia ellos, entre gritos literalmente ahogados la mujer fue rescatada por el viejo enano y este fue rescatado por la soga. Bodvar tiró fuertemente con ayuda de todos y el par logró llegar a la orilla entre jadeos, tos y temblores. Bodvar se negaba a detenerse a pesar de el accidentado cruce y ordenó a todos que se secaran, Odriel le lanzó una mirada furtiva pero no pareció darse cuenta, si la caravana se detenía el atardecer les iba a tomar por sorpresa y en ese lado del río la peligrosidad aumentaba a cada paso. Los cazadores de pieles se aferraron a sus filosas herramientas y los comercianes se apretujaron contra los ponis y Berta, que apenas lograron cruzar con la ayuda de las fuertes sogas. Nadie quiso hablar sobre los recursos y suministros que se perdieron con la arriesgada tarea, ni tampoco sobre el hecho de que las provisiones durarían menos tiempo debido a ello. Doltdorf, o lo que quedaba de él, se podía ver desde la distancia por los silenciosos miembros de la caravana. Edificios cuyos tejados parecían haber sido partidos en dos por el golpe de un hacha, otros reducidos a escombros y astillas; Caminos de tierra removidos y encharcados por la llúvia y un molino de una sola aspa en buen estado seguía girando con la fuerza del viento lluvioso. Odriel y compañía procuraban hacer el mayor silencio posible mientras veían los restos del pueblo saqueado, como quien observa un velorio y hace todo lo posible por evitar hacer cualquier tipo de ruído. Desde donde estaban no creían que nada pudiese alcanzarlos o siquiera verlos, y todos se preguntaban si lo que había pasado con sus habitantes era verdad o no. Balin explicó que en su paseo por la fortaleza de Dun Garok rumores habían llegado a sus orejas sobre gigantes que atacaron el sitio no hace poco tiempo, apareciendo del mar y atracando sobre la costa bien defendida aunque débil contra un ataque de dichas proporciones. Los grandes invasores no eran ogros, ettins ni nada que hubiesen visto antes. Y así como llegaron para causar estragos desaparecieron como un vaho en el aliento de un suspiro. Los pequeños objetos de valor que se ocultaron a las enormes manos de sus saqueadores quedaron a merced de los rapiñadores de menor altura. El pueblo en su totalidad había quedado desierto y los sobrevivientes se separaron huyendo a través del Muro de Thoradin y otros bajo la seguridad de la ciudad-fortaleza de los Colina de Hierro. Las observaciones se detuvieron con un aviso de Bodvar sobre el camino a seguir y la caravana se puso en marcha durante unas pocas horas antes del anochecer, cuando montaron un pequeño círculo de tiendas en un pequeño risco que parecía castigar al grupo con una vista lejana de lo que quedaba del asentamiento humano. Los que no secaban sus todavía mojados cuerpos en la hoguera dormían presos de la fátiga del viaje en el interior de sus tiendas también húmedas. Bodvar montó la primera guardia y después llamó a Dvalin, un mercenario de los Barbabronce cuya compañía fue reducida a tres antes de que el grupo se separase. Cuando le encontraron, Balin le ofreció cuidados y se encargó de sanar sus heridas. Su rostro no era agradable de ver, con una oreja mordida, un parche en el ojo y la nariz rota como una remolacha; pero también era de gran útilidad. Como muestra de gratitud juró seguir a Balin y a la caravana en su camino a Alterac, y se separaría del grupo al llegar a Dun Baldar. Odriel pasó horas secando su ropa, libros y pertenencias con los ánimos de quien se levanta de un trasnocho. Antes de dormir sondeó al grupo, todos parecían hacer lo mismo que él y otros habían sido derrotados por el sueño. Bodvar estaba lejos observando la aldea destruída como una estatua y Modi dormía bajo una manta de piel cerca de la fogata. Un mechón de su barba ardía como una vela y una suave pisada de su bota apagó el fuego, el enano murmulló algo frunciendo el ceño y se giró. Un enano se le acercó al aeromante y se presentó como Grundulf, un cazador de pieles que viajaba al valle con su hijo y su hermano. El enano parecía bastante conversador pero sin su voz ser exahustiva como la de Balin y Modi ni su hablar tan hosco y hostíl como el de Bodvar, cosa que le agradó al elfo. Se pasaron una gran parte de la noche hablando sobre como habían llegado a donde estaban, el liderazgo del gruñón Drakkigson y lo que harían al llegar cada quien a su destino. Eventualmente Odriel no pudo terminar de escuchar un relato sobre castores que le contaba Grundulf y su cuerpo cayó con los ojos cerrados sobre su saco de dormir mientras que las palabras del enano se perdían en el espacio. No hubo sueño alguno que la mente de Odriel pudiese ofrecerle de entretenimiento. Solo el sonido distante de la hoguera, los ruidos de los somnolientos animales y de la llovizna cayendo sobre el cesped. VI. Con las huellas en la Nieve Podemos Volver Atrás Modi se levantó de la tienda tras curiosos sueños sobre incendios e incursores trol en el campamento. Sondeó con ojos entrecerrados el sitio todavía a oscuras, el cielo tenía un color azul oscuro signo de que el amanecer llegaría pronto y el jóven enano se alegró al no ser la futura víctima de las sacudidas y patadas de Bodvar. Se levantó tan pronto cómo pudo y observó la silueta del guerrero Drakkigson sentada en una roca. Modi se acercó con cautela y llamó una, dos y tres veces haste que se preocupó y alertado sacudió al enano exclamando su nombre. Bodvar, arrancado de su sueño y encolerizado ladró tan fuerte un regaño al joven Modi que Dvalin; quien se suponía también estaba de guardia, despertó con un brinco y con el hacha en mano. Tras tranquilizarse los tres, terminaron despertando al resto de la caravana. El rostro sonrosado del enano se ocultaba constantemente del resto y solo se giraba para observar a Berta, de quien tiraba sus riendas. En menos de una hora estarían llegando al primer paso montañoso que llevaba al ascenso a través de cordilleras y pasos entre colinas. La nieve empezaba a poblar el suelo y aunque algunos habían pillado un resfriado por el ajetreo del día anterior Modi se hallaba fresco como una lechuga. A pesar de las recientes dificultades el viaje le llenaba de ilusión, la única vez que había viajado tan lejos era para abandonar su hogar en la fortaleza de Karak Baruk para prestar apoyo a las tropas de Brunn Makai en Dör Vall. Aun siendo un jovenzuelo de apenas 40 años el sueño de Modi era conocer nuevos lugares y llegar a la fortaleza con tantas historias como pudiese reunir, cosa que le aseguraría no solo respeto entre los suyos si no un lugar propio para su nombre en el Gran Libro de las Odas de su clan. Como cualquier enano, una de sus ambiciones era hallar fama y gloria para con su gente... al costo que fuese necesario. Modi no solo demostraría al llegar a su hogar que era un adulto si no también que era un audaz aventurero. Aunque ciertamente debía sobrevivir él y asegurar la salvación de su gente para conseguirlo. Es lo que prometió a Brunn y a sí mismo. El clima nevado era algo que no se veía con normalidad en el verde valle de las Tierras del Interior, a menos que se tratara de un invierno ciertamente inclemente, pero el frío era algo a lo que todo enano era capaz de acostumbrarse. Aunque el ritmo de avance que tenían era algo lento, Bodvar se aseguraba de elegir la ruta más segura con ayuda de Grundulf, la experiencia del guerrero sobre viajes competía contra la del cazador de pieles quien no era primerizo en su marcha al valle nevado. Desde el ataque bandido habían adoptado una formación más apretada y protegida, con Bodvar y los cazadores de pieles en la cabeza, Dvalin junto con Balin y Odriel estaban en la parte trasera y él, las bestias de carga y los mercaderes de Dun Garok en el medio. En su camino se presentaban ascensos escarpados y descensos donde el ojo avizor debía estar siempre abierto. Evitaron un par de supuestas guaridas de trols y estaban siempre alerta ante una emboscada. La nieve ya estaba en todas partes y era poco común encontrar otra cosa además de rocas y árboles lejanos; el camino adverso y el clima enlentecía bastante el avance de la caravana además de hacer que se cansara en un tiempo más corto del habitual. Durante el paso de las horas constantes paradas debían realizarse y en la última que habían hecho Balin, Dvalin y los cazadores avanzaron por su cuenta para explorar el camino y asegurarse de que fuera seguro para seguir avanzando durante la noche, pues Bodvar se negaba a descansar en medio de los caminos rocosos y nevados. No pasó mucho tiempo y apenas el grupo pudo hacer nada antes de que llegara Dvalin solo para avisar que había un cruce de caminos, la caravana avanzó solo para descubrir que Balin y Grundulf se habían ido por el camino de la derecha: escarpado y casi intransitable para la caravana en una investigación espontánea. El joven enano exploró los rostros de cada quien con la mirada, Odriel estaba pensativo (aunque eso era siempre), Bodvar estaba enfadado por ello (también pasaba siempre). El resto se hallaba dudoso y la verdad era que todos querían seguir avanzando. Al cabo de unos cuantos minutos el par de enanos volvieron y explicaron que habían visto una columna de humo a unos diez minutos de donde se hallaban. Bodvar se negó rotundamente a investigar y propuso seguir por el camino de la izquierda, angosto pero transitable a comparación del otro más ancho pero cubierto de rocas y demás obstáculos. Debatieron que hacer durante unos cuantos minutos y finalmente decidieron investigar solo Odriel, Grundulf y Balin. Bodvar no se hallaba realmente contento por esta decisión pero... ¿no estaba así siempre que se elegía algo que a él no le parecía? La caravana les aseguró esperarles un tiempo antes de reanudar la marcha, en caso de que ellos volviesen y la Compañía de Bodvar no se encontrara en su sitio solo tendrían que seguir avanzando y eventualmente se encontrarían los unos a los otros. El trío se despidió con la promesa de volver cuanto antes y la caravana se asentó, hallando finalmente un momento para tranquilizarse. Modi aprovechó el momento para acomodarse una bota salida antes de que el guerrero líder de la caravana llegase de repente para ordenar el avance inmediato de la caravana. Todos parecieron quejarse al respecto, incluído Modi y Dvalin quienes se apresuraron a ver que ocurría con el irritante enano. Cuando vieron como se acercaba un grupo de lanzahachas trol de hielo entendieron las razones de Bodvar. Una lanza de piedra afilada se clavó en la nieve, luego otra, Modi tomó su martillo y se preparó para cubrir la retirada. Vió como una flecha volaba por los aires trazado un arco y hallaba alojamiento en su abdomen, el tiempo se hizo lento para el joven Modi quien se giró e intentó correr. Observó a Bodvar gritarle algo que no lograba escuchar y luego a Dvalin cogiéndole en una huída. Sintió una segunda punzada en su espalda, esta vez no oía nada más allá de los latidos de su corazón mientras observaba a la nada absoluta. Luego una visión familiar de su hogar como era cuando su barba aún no crecía se presentó ante él. Solo oscuridad fue lo que se presentó para él a continuación. VII. Poco fué lo que Durmieron La segunda población humana reducida a escombros que veía en su viaje no era más agradable de ver que la anterior. Balin y Grundulf tenían razón, y por lo visto al par támpoco es que le agradase mucho tenerla. La columna de humo había desaparecido cuando el grupo de tres se encaminó hacia ella, cosa que alertó los sentidos del elfo y los enanos. Poco les tomó darse cuenta de que más adelante se hallaban los restos de una aldea independiente de humanos. Bien protegida con una muralla de grandes troncos y un portón con piezas de metal en él. Ambas fortificaciones convertidas en astillas por el trabajo de un ariete que Balin reconoció inmediatamente como uno hecho por ogros. Grundulf sorbió por la nariz desenfundando su hachuela y cuchillo de pieles mientras que Odriel se preguntaba que tan seguro era atravesar las puertas de una aldea en ruinas en el sitio predilecto para el bandidaje y la esporádica aparición de criaturas maliciosas. Salió de su ensimismamiento para ver como ambos enanos se acercaban temerariamente a las puertas. El elfo suspiró, esperando lo peor, antes de seguirles el paso al interior. Sin duda alguna había sido el trabajo de ogros. Pero unos más desorganizados de lo común, pues algunos edificios todavía se hallaban completos y en relativamente buen estado. No habían cadáveres en ningún sitio ni támpoco lobos que acudiesen a terminar el trabajo. Parecía un auténtico pueblo fantasma y eso solo activaba más alarmas en la cabeza de Odriel, quien ntes de seguir avanzando chocó contra algo duro enterrado en la nieve. Avisó al par de enanos quienes se apresuraron para removerla y encontraron el cuerpo de un ogro medio enterrado en la nieve. Con apenas unos rasguños y moratones en el cuerpo. Balin y Grundulf se preguntaban entre sí lo que podría haber pasado en la aldea antes de ser interrumpidos por Odriel, quien había escuchado el sonido de un portazo en lo que parecía ser la casa comunal del sitio. Curiosamente también se hallaba en un estado más o menos decente. Se acercaron a la puerta principal, que además era la única que había. En la parte superior había un agujero del tamaño de un gnomo y Balin juraba escuchar voces y movimiento en el interior. Odriel procuró recordarles que en caso de una emboscada ellos contaban con la inferioridad numérica y una alta posibilidad de ser rodeados entre las ruinas. Balin ignoró el comentario y golpeó la puerta con un hacha, cosa que el hechicero aseguró les convertiría a los tres en los potenciales enemigos de quien sea que viva ahí dentro. El enano derribó la puerta y el grupo entró con cuidado. Odriel avisó que no tenían intenciones hostiles a pesar de haber derribado su puerta con un hacha y antes de que pudieran darse cuenta, un trío de tiradores les apuntaba con ballestas y prometían abrirles agujeros en la frente si movían un dedo. Como si fuera poco, un par de hombres con hachas se aparecieron por la puerta que acababan de derribar; rodeándoles por completo. Grundulf se aferraba a sus armas y maldecía en voz baja, Balin tomaba el hacha con ambas manos y Odriel se preparaba para lo peor pero aún así intentaba parlamentar. Los humanos se hallaban confundidos por la naturaleza exótica del elfo y le invadían con preguntas las cuales se apresuró a responder. Los humanos que aun les apuntaban explicaron que su aldea, Sigisburg, fue atacada por ogros, pero que tras unas extrañas circunstancias estos mismos habían desaparecido de la noche a la mañana. Los sobrevivientes al asedio se ocultaron en aquel edificio y aseguraban escuchar ruidos de batalla en el exterior pero nadie se atrevió a salir. Una vez confirmaron las intenciones del desventurado trío bajaron sus armas y empezaron a discutir entre ellos por lo que acababa de suceder. Para salvar sus cuellos, Odriel les ofreció viajar con la caravana y esperar a que sus caminos se separasen lo más pronto posible. Los humanos debatieron entre sí y les pidieron que esperaran en el sitio antes de desaparecer por una puerta no sin antes presentarse como Godfrey el primero entre los tres ballesteros e hijo del dueño del lugar y Rodrig, leñador y cazador local. Los tres viajeros estaban confundidos, aunque seguros de que no parecían ser malas personas tras no asesinarles en el sitio e incluso pedirles que esperasen. Balin aun escuchaba más voces en el interior de la sala donde habían desaparecido los humanos. Esperaron unos minutos antes de decidir entrar. Al atravesar la puerta y llegar a la sala principal, pudieron contar al menos unas siete familias ahí escondidas en el sitio. Todos se giraron para observar al grupo y se miraban entre sí, Godfrey les dijo que no había nada que temer y Rodrig que saldrían de ahí cuanto antes. Tras unas pocas promesas más de salvación y de un viaje seguro hacia la siguiente parada más cercana, la gente tomó confianza y para examinar al grupo les rodearon. Unos niños observaban con curiosidad a los enanos y tiraban de los mechones de sus barbas, un par de ancianos y adultos se acercaron a Odriel observándolo con asombro en sus ojos, como quien ve un caballo por primera vez o se mira el primer raspón de su vida. El trío de aventureros les aseguraron que el resto de su caravana esperaba más allá del escarpado camino rocoso y que tras unírseles irían juntos hasta el valle de los Picotormenta. Godfrey apresuró a las familias a recoger sus pertenencias y Rodrig les ayudaba. Odriel se sorprendió por la repentina confianza de los humanos, se esperaba un carácter más hostíl de su parte pero tras meditarlo no pudo evitar sentir una punzada en su corazón. Allí a donde iba solo encontraba gente que había perdido su hogar ante enemigos que no podía derrotar. Peligros acechaban en todos lados y bien sabía que la vida tranquila era un lujo que pocos se permitían, pero también reconocía una injusticia cuando la veía. Se había tomado la responsabilidad de guíar a estas gentes a través de un camino seguro así como prometió a Brunn traer la salvación de su clan. Y eso es lo que iba a hacer. Cada quien tomó las pocas pertenencias que le quedaban y al caer la noche abandonaron la aldea en busca del resto de la caravana que para su sorpresa ya había desaparecido. El alma del elfo se le cayó a los pies, Balin masculló una maldición y Grundulf se acercó a los humanos para calmar sus preocupados y desconfiados murmullos. No se habían tardado tanto tiempo y seguramente el condenado Bodvar se había impacientado y ordenó a la caravana que continuase la marcha. Se ocuparía personalmente de abofetear al enano apenas verle por convertir su viaje en una experiencia no agotadora si no tortuosa, pero primero debía alcanzarle. Organizó como pudo a su nueva caravana, contó las provisiones y esperó que el enano no hubiese avanzado demasiado. A pesar de todas sus precauciones bien conocía a Bodvar, y bien sabía una cosa. Poco será lo que dormirán esta noche. Participantes / Habilidades usadas: Odriel Feathersun @ILUSDN // Advertir/Notar - Nadar - Escalar - Buscar Balin de Loch Modan @Bastián // Advertir/Notar - Nadar - Buscar - Escalar Bodvar @Axl // Advertir/Notar - Nadar - Escalar // Trama y trabajos largos en desarrollo, para participar enviar un mensaje directo por foro o Discord // 28/3/19, segunda parte de la sesión con 2:00h de duración
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    [Alterac] Los Peregrinos

    II. De Nuestros Hogares Todos Debemos Huir Odriel había despertado en su tienda tras una serie de pesadillas relacionadas con tormentas y pequeños diablillos que apuñalaban sus pies. Un escozor le cosquilleaba en las piernas por la caminata hasta Pico Nidal, donde de se habían asentado para reunir todos los voluntarios posibles antes de viajar hacia las laderas de Trabalomas. Contando con los fondos que Brunn Makai, el encargado de Dol Värr le había proporcionado a Bodvar estaban seguros de que podrían pagarle a un buen puñado de guerreros dispuestos a emprender tal travesía. Aunque en un principio el hechicero había dudado de que su anuncio fuese a llamar la atención gracias a la diminuta cantidad de información puesto en el mismo. Bodvar aseguraba que de este modo no levantarían muchas sospechas y no llamarían la atención de los Martillosalvaje. Salió de la tienda y no sabía si sorprenderse o no ante la noticia de que nadie había acudido al sitio. Modi acomodaba las correas de Berta y el yak bufaba en respuesta, sacudiendose y siendo regañada por el enano que al ver a Odriel le saludó y le acercó un tazón con gachas para el desayuno. El aeromante preguntó si habían tenido exito con su anuncio y el enano se limitó a encogerse de hombros. Solo estaban en el pequeño campamento el mismo grupo que había salido de Hath'lorien y eso le daba la sensación al elfo de que serían los mismos participantes durante todo el trayecto. Buscó a Bodvar y le encontró haciendo anotaciones en un pequeño diario cerca de un tronco caído, se confirmaron sus sospechas cuando el enano le dijo que nadie se había presentado además de unos granjeros, un gnomo que sorprendentemente apenas sabía leer y un anciano cuya única cualidad especial era tener dos uñas en el dedo gordo del pie; no necesitaba la ayuda de nadie, dijo. Odriel bufó y le dijo que era hora de partir entonces, no iban a esperar por nadie más ni támpoco aceptarían gente que al fin y al cabo les retrasarían... por más dedos extra que pudiesen tener. Prepararon sus alforjas y se dispusieron a levantar las tiendas para retirarse cuando un visitante se acercó al grupo. Se presentó como Balin de Loch Modan y ofreció su hacha y experiencia a la empresa de los Puño Trueno, aunque bastante ignorante al respecto gracias a Bodvar; quien solo se limitó a decirle que iban a hacer entrega de un paquete en Dun Baldar a un comprador anónimo y le prometió una paga justa al finalizar el viaje. Odriel entendía el secretismo del enano, y agradecía que Balin no fuese de los enanos a los que les interesa hacer muchas preguntas. Conocían más bien poco del enano, era de Khaz Modan y sabía manejar el hacha, cosa que parecía suficiente para Bodvar y aunque Odriel desconfiara un poco al principio comprendió que la benevolencia era una cualidad común entre los enanos si obviabas su capacidad para causar problemas y negarse la culpa al respecto. Balin parecía bastante jovial a pesar de su edad, cosa que por experiencia propia Odriel reconocía como el equivalente numerico a su hosquedad. Un enano conversador que pudiese cargar con su propio peso era justo lo que necesitaban para un viaje de tales proporciones. El resto del grupo se había presentado formalmente e iniciaron su viaje sin más demoras, cargaron a Berta con casi todos los suministros y equipo que usarían en el viaje. Bodvar hizo los cálculos y aseguró que tenían suficientes provisiones para tres días de viaje al menos hasta la siguiente parada. Dun Garok sería su punto de abastecimiento antes de partir a las montañas, así que no se dieron a esperar más. La fortaleza de los Colina de Hierro les esperaba. III. Hastiante es el Peso del Sol Un día entero y la mitad de otro les tomó el camino hasta las laderas de trabalomas. Atravesar los túneles subterráneos de los enanos les llevaron hasta Arathi y ciertamente no fue gratis: No es sorpresa que los enanos cobren peajes a cambio de un paso seguro para los forasteros, la fortuna de Bodvar sufrió un pequeño golpe al costearse un camino rápido hacia las tierras altas y para sorpresa de todos esto no hizo enfadar tanto al enano como todos pensarían. Odriel sugirió detenerse en una población cercana para reponer sus suministros pero el autoproclamado líder Bodvar se negó diciendo que si corrían gastos innecesarios puede que no sobrevivieran al viaje a través de Alterac. Por un segundo Odriel había olvidado la tacañería del enano y sus pies fueron los que pagaron por ello. Así pues, la Compañía de Bodvar (Un nombre elegido por el propio enano y por el que nadie quiso discutir al respecto) se aventuró a través de las tierras altas, se acercaron a los majestuosos muros de Stromgarde aunque solo pudieron verlos desde lejos y cruzaron el famoso Muro de Thoradin tras pagar los peajes pertinentes. Las piernas del elfo dolían y estaban nerviosas igual que sus oídos tras escuchar durante horas los chistes del alegre Modi, los regaños de Bodvar y las historias que Balin repetía una y otra vez creyendo que nadie le escuchaba u olvidando que las había relatado en primer lugar. Solo hallando pequeños momentos de tranquilidad en los que callaban los enanos y podía conversar casi libremente con sus compañeros de Hath'lorien hasta ser interrumpido bruscamente por una conversación espontánea que surgio de los encogidos maleducados. La paciencia del hechicero rozaba sus límites y estaba a punto de callar a los parlanchínes viajeros de una vez, pero algo había interrumpido la conversación... un virote de ballesta que se clavaba en el rabo de Berta y la hizo sacudirse del dolor, una emboscada. Por un segundo había olvidado que se hallaban en un territorio bastante accidentado políticamente y que en las laderas de Trabalomas solo podían asegurar tu seguridad los enanos Colina de Hierro, y no es que les importase mucho tu seguridad, así que el que viajase a esos sitios estaba realmente por su cuenta. Los bandidos pululaban por doquier tras la misteriosa destrucción de varias poblacioneshumanas en la región, y ellos lo estaban probando de primera mano. Un grupo de maleantes salieron de entre arbustos y rocas con cimitarras, puñales y cachiporras mientras que otros atacaban desde la distancia con ballestas y flechas. Los enanos rodearon rápidamente a Berta intentando organizarse mientras que Odriel utilizaba sus complejos hechizos para detener el avance de los bandidos, cosa que realmente inspiró sorpresa en ellos y eso lo aprovecharon los enanos para iniciar su contraofensiva. Modi, Bodvar y Balin se lanzaron de cabeza hacia el combate aunque el primero se hallase más atrás del par. Balin trazó un arco con su gran hacha que se clavó en el pecho de uno de los malhechores y Modi le remató con un embate con escudo. Luego el viejo enano movió su hacha rápidamente hacia un costado convirtiéndola en un borrón en el aire y destrozó la rodilla de otro a quien el joven enano también se ocupó de despachar. Bodvar se arrojaba hacia el centro de la refiriega arrojando martillazos a diestra y siniestra, más bloqueando y esquivando ataques que asestandolos. Odriel sabía que el enano no combatía con seriedad en meses y eso había logrado oxidarle, golpes que antes ofrecería sin dnudarlo ahora flanqueaban, estaba distraído y jadeante. Aunque él hechicero pudiese notarlo los bandidos claramente no podían y aunque el enano estuviese claramente por debajo de su antiguo potencial había hechoun buen trabajo defendiendo la caravana, hundiendo la mano de uno de los ladrones dentro de su propia muñeca y rompiéndole las rodillas a otro enemigo cercano. Eventualmente los enemigos se dispersaron gimoteando y quejándose, cosa que les permitió a los viajeros reunir sus cosas y escapar del sitio. Balin reía mientras recogía su mochila y corría con el hacha goteando sangre, Modi iba más atras con una sonrisa nerviosa y arreaba a Berta quien soltaba balidos adoloridos. Bodvar resollaba cansado y tras unos minutos de escapada pudieron tranquilizar el paso. El aeromante también estaba cansado, tras casi dos largos días de caminar sin descanso un ataque de ladrones era lo último que necesitaba para alcanzar el agotamiento. Al detenerse sus piernas le temblaban y sentía el cuerpo empalagoso por el sudor. Miró hacia el cielo y el caluroso sol brillaba con intensidad sobre ellos. Escupió al suelo y se quejó. Les esperaban unas pocas horas para llegar a Dun Garok, donde al menos el descanso estaba asegurado. Se repuso y siguió la marcha, sin dejar de mirar atrás durante el resto del viaje. IV. Muros como Montañas La visión del famoso Gran Mortero de la puerta de Dun Garok trajo recuerdos estremecedores a Odriel del potencial bélico que podían alcanzar los enanos sin el uso de ninguna otra mágia más que la ingeniería. La entrada de la fortaleza de los enanos Colina de Hierro era impenetrable y soportó incontables asedios, refriegas internas y penurias generales. El camino se hallaba constantemente repleto de cráteres chamuscados y escombros rocosos donde el Gran Mortero había escupido sus municiones incendiarias para erradicar a sus enemigos. La fortaleza enana era el sitio más seguro en las Laderas de Trabalomas y el thane hacía un buen trabajo en mantener eso así por un tiempo prolongado. Al atravesar la Compañía de Bodvar la entrada tras una cuidadosa revisión de parte de los guardias se dirigían rápidamente a la taberna más cercana. Agradecido estaba de que fuera así, pues la mayoría se encontraban exahustos y deseosos de dormir la siesta más larga de sus vidas. Poco fue el disfrute que hallaron ahí, pues según Bodvar todavía había mucho trabajo por hacer antes de volver a holgazanear. El grupo se quejó y superaron al enano en cuanto a opiniones, este se retiró con Modi, claramente enfadado a hacer sus quehaceres y los demás quedaron a su suerte en la fortaleza bajo la condición de volver a la taberna para descansar antes del anochecer. Los elfos no sabían muy bien como llevar el paso del tiempo en una fortaleza subterránea así que la mayoría simplemente decidió quedarse a reposar a la espera de los enanos. Bodvar se encomendó la tarea de hallar más viajeros dispuestos a acompañarles en su camino a través de las montañas nevadas. Tras el ataque de los bandidos llegó a la conclusión de que la caravana no podía correr más riesgos. Modi le acompañó tras dejar a la bestia de carga reposando y tras pasarse lo que quedaba del día acordando tratos, rechazando ofertas y también ofreciéndolas llegaron a la conclusión de que no muchos deseaban arriesgar su vida en un viaje a las montañas de Alterac. Tras unos infortunios que el par desconocía la fortaleza se hallaba notablemente más vacía que como la recordaba Bodvar. Aunque Modi se mantenía ignorante ante su drástico cambio. Pasaron unas pocas horas más y solo lograron hacer un acuerdo con unos cazadores de pieles que hacen negocios en el valle nevado de los Picotormenta y unos mercaderes deseosos de ganar oportunidades financieras con el fluctuoso negocio de cantería en Dun Baldar. No era la compañía que esperaba, pero al menos mientras más fuesen el camino se haría más llevadero. Bodvar solo esperaba que los nuevos viajeros pudiesen cargar con su propio peso. Odriel reconocía que estaba mal quedarse de brazos cruzados en una taberna mientras que los demás buscaban oportunidades en la fortaleza, por lo que él decidió ponerse de pie y pasearse por el bastión enano, en dirección al mercado más cercano. Había notado como las provisiones decrecían situacionalmente y sospechaba que un mayor gasto de las mismas se presentaría en un terreno adverso como lo eran las cordilleras nevadas de Alterac. Tomó un poco de la fortuna de Bodvar y rebuscó entre los mercados de la fortaleza. Las provisiones enanas se conformaban en grupos de hongos y champiñones salados que los enanos cultivaban en el interior de sus cavernas, diferentes tipos de cebada que los vendedores aseguraban ser muy nutritiva aunque tras probarla al elfo se le hacían tan pesadas como cemento y diferentes tipos de conservas, frutos secos, carne y pescado. Pasó horas perdiendose entre ofertas, descuentos, regateos y posibles estafas hasta que pudo reunir suficientes provisiones para al menos unos tres días de viaje a través de las montañas. También procuró comprar otros suministros como sogas, odres y herramientas de viaje. Necesitó la ayuda de un enano que llevaba una carretilla para llevarlo todo a sus dependencias en la fortaleza, no sin su debido pago para fastidio del elfo. Regatear con los enanos es quizás la tarea más cataclísmica de todas, pero al menos logró poner de su parte. Con el cuerpo hecho polvo, se acercó a su habitación de las que habían pagado y se dejó caer sobre la cama, que parecía estar hecha de nubes, cerrándo los ojos y perdiéndose en un bien merecido sueño. Balin por su parte se paseó por el salón de la fortaleza como absorto en un constante recuerdo. Visitando los diversos salones, observando las estatuas de marmol con forma de antiguos héroes y leyendo los grabados en los murales de marmol donde se hallaban los nombres de cientos de guerreros caídos. Se dedicaba a saludar a los barbaslargas, viejos enanos curtidos y veteranos, y compartía historias con ellos... y bebidas también. Intercambiando rumores, historias e información se pasó todo el día y parte de la noche. No era sencillo determinar la veracidad de la historia de un enano, ni siquiera para uno de sus congéneres. Y poco fue lo que pudo recaudar de verdadera utilidad además de unos rumores sobre gigantes que acechan las colinas, expediciones mercenarias que se embarcaban al norte y la acusación generalizada a un crímen cometido por los hierronegro. Tras horas de prologanda conversación el exahusto enano volvió a la taberna, listo para dormir la borrachera y despertar fresco para el viaje a Alterac. Para desgracia de todos, Bodvar era madrugador y bastante impaciente. Antes de que el sol pudiera asomarse en el horizonte, las sacudidas e insultos del enano ya estaban despertando a todos. Prepararon su equipo y espabilaron a la bestia de carga antes de salir por los portones de la fortaleza despidiéndose de ella. Recargada y reagrupada, la caravana se preparaba para un viaje lleno de intriga. Participantes / Habilidades usadas: Odriel Feathersun @ILUSDN // Advertir/Notar - Comercio - Tradición/Historia - Reflejos - Aura Elemental Balin de Loch Modan @Bastián // Advertir/Notar - Rumores - Tradición/Historia - Reflejos - Hacha de mano - Defensa Bodvar @Axl // Advertir/Notar - Comercio - Tradición/Historia - Reflejos - Martillo de mano - Defensa // Trama y trabajos largos en desarrollo, para participar enviar un mensaje directo por foro o Discord // 27/3/19, primera parte de la sesión con 2:30h de duración
  3. - Ubicación: Sudeste de Alterac a cuatro días de camino a través de las montañas desde Trabalomas - Nombre: Valle del Cuerno Gris, Puerta del hacha y las Tierras altas rocosas - Características: Región meridional de Alterac donde la nieve es menos espesa y pequeños oceanos de árboles pueblan el suelo. Pequeñas poblaciones humanas han hecho raíces en la zona, bajo el celoso acecho de ogros y la perpetua vigilancia de las pocas fortalezas enanas que sobrevivieron a la segunda guerra. - Historia: El Valle del Cuerno Gris es uno de los pocos sitios en Alterac donde la vida silvestre florece sin muchas dificultades. Densos bosques dan refugio a todo tipo de animales salvajes y la presencia de criaturas maliciosas es relativamente poca. El mayor peligro ahí es adentrarte en el territorio de una manada de lobos o acercarte demasiado a un oso cachorro. Tras la caída del reino de Alterac los exiliados humanos que viajaron lo suficiente a través de los traicioneros pasos montañosos lograron encontrar el bosque templado tras un descenso en las escarpadas colinas con altas rocas que ascendían cuadradas hacia el cielo que apodaron las Tierras altas rocosas. Ahí hicieron sus pequeñas y humildes poblaciones algunas autóctonas y otras al servicio de los fortínes enanos que se hallaban más al norte en un sitio conocido como el Paso del Hacha. Desde los estragos de la segunda guerra los enanos han hecho su mayor esfuerzo en remover todo atisbo de ogro, trol y orco de su pequeño paraíso. Tardando casi veinte años en eliminar a sus enemigos lograron hacer desaparecer por completo las mayores concentraciones de orcos y trols, los ogros se convirtieron en reducidos grupos que huyeron a las montañas y momentaneamente bajan por alimento o por simplemente estar perdidos. Los enanos han creado un orden en el valle donde ellos son los dueños y los humanos no parecen tener muchos problemas con seguir sus leyes. Ellos les proporcionan lo poco que pueden dar y los enanos les brindan protección y apoyo, los que no están a su suerte en el valle aunque realmente no tienen demasiadas dificultades. Los clanes de la Puerta del Hacha resguardan la única entrada hacia el valle nevado del clan Pico Tormenta al norte y se aseguran de cobrar peajes a todos los que se adentran en sus pequeñas pero casi inexpugables ciudades-fortín en busca de oportunidades. - Estado actual: Bajo el dominio de los clanes enanos al servicio de los Pico Tormenta, con poblaciones humanas en las inmediaciones. Una zona relativamente segura si se obvian las incursiones ogras y de trols de hielo que vienen desde las montañas. - St´s recurrentes o relevantes: Hegakin Kazorson, señor actual de la fortaleza de Kazad Drakgard. Que cubre la parte norte de la Puerta del Hacha y rige sobre el Valle del Cuerno Grís Vlad Schneider, señor del poblado de Puerto Negro. Adyacente a Kazad Drakgard. Un sitio de mala muerte donde la ley de los enanos apenas rige y los humanos de baja calaña han creado su pequeño paraíso comercal donde la apuesta, el comercio carnal y lo ilegitimo son el pan de cada día. - Otros datos: En las montañas nevadas de los alrededores es normal que una gran tormenta de extraña naturaleza conocida como La Grande y Ruidosa se aparezca al menos una o dos veces cada dos meses. La tormenta arrasa con todo a su paso, creando derrumbes y avalanchas. Esto causa que el valle quede aislado hasta que las rutas vuelven a acomodarse. Los ogros, por una razón desconocida han empezado a descender de sus túmulos en las montañas y hacen sus refugios en las Tierras altas rocosas. Esto ha causado que los enanos se organicen en bandas cazaogros que sabotean y atacan constantemente sus túmulos. En el valle se rumora que un dragón ha hecho su guarida en alguna montaña con huesos, oro, mithril y gemas.
  4. Axl

    [Alterac] Los Peregrinos

    (Activa la música!) Los Peregrinos Y el destino del clan Puño Trueno ¡Terror en la fortaleza del clan Puño Trueno! Haldrad envía lo que queda de sus tropas quebrantadas por la guerra contra la tribu Pantanoinfecto a sus asentamientos meridionales en un intento desesperado por proteger lo que queda de su clan! Negándose a pedir ayuda una vez más a sus hermanos Martillosalvaje y con los fondos insuficientes para valerse de mercenarios el earl Haldrad se enfrentará a la futura perdición de su gente. Pero a sus espaldas, fieles allegados en vez de acelerar su caída o difundir su desgracia hacen lo posible por mantener a salvo su mandato. Prólogo Brunn Makai, el capitán de las tropas Puño Trueno en el puesto fronterizo de Dol Värr, se preparaba para otro largo día de comandar a sus subordinados contra los recientes ataques de las tribus Cazacabelleras y Hachacieno. Se colocaba sus botas y ajustaba su armadura antes de acercarse a su arma, en su habitación el fuego de un hogar alumbraba la estancia y al lado de este su hacha de guerra descansaba cabeza abajo. Llevaba un tiempo sin usarla y se había tomado el tiempo de limpiarla adecuadamente. Preferiría volver a los días de antes, cuando podía lanzarse de cabeza al campo de batalla y olvidarse del resto del mundo en lo que duraba un combate contra sus enemigos. ¿Qué podía perder, la vida? No era algo que le asustase precisamente, no es que su vida fuese mala, si no que a cada día que pasaba sentía como si estuviese perdiendo las razones para vivirla. Tras la victoria de su primo Haldrad contra la tribu de brujos Pantanoinfecto poco tiempo tuvo el clan para celebrar y menos para recuperarse. La enfermedad se encargaba de consumir a los que habían sobrevivido al enfrentamiento y no eran pocos los que sucumbían tras volver a sus hogares. Algunos caciques trol tomaron iniciativa tras esto y en vez de alejarse de sus rivales Puño Trueno decidieron continuar con la ofensiva en búsqueda de botín, venganza y sacrificios para sus retorcidos dioses. Con ayuda de los ogros de las montañas solo era cuestión de tiempo para que los enanos sucumbiesen y Brunn lo sabía muy bien. Cuando se estableció con su pequeña armada en Dol Värr era un pueblo próspero y ahora era algo parecido a una fortaleza sitiada durante años: muros de roca destruidos en algunos sitios, fosos de pinchos llenos de petróleo crudo, un edificio expropiado y convertido en torre de homenaje y otro reducido a escombros en estado de reconstrucción. Los pocos civiles y mercaderes paseaban apresurada e incómodamente a través de escuadras de soldados y mercenarios. El último ataque había causado considerables bajas, aunque los enanos eran sin duda un hueso duro de roer para sus vecinos saqueadores. Se aseguraban de que cada guerrero se llevase al menos cinco trols antes de perecer y hacían un buen trabajo manteniendo ese ritmo, hasta que el recuento de bajas empezó a parecer significativo y se solicitó un intercambio de tropas en los demás asentamientos del earl Haldrad. Ahí es cuando los números de las bajas empezaron a aumentar y los ataques adquirieron una frecuencia alarmante. Brunn solicitó una cita con su primo el earl de los Puñotrueno donde le rogó que pidiese ayuda a los concejos del clan Martillosalvaje, pero solo fue respondido con negativas de parte de su familiar y líder. Ya habían pedido ayuda una vez para una guerra que apenas pudieron ganar, volver a hacerlo sería visto con malos ojos de parte de los concejos del clan y sobre todo de parte de Falstad el alto Thane de las Tierras del Interior. Temiendo que su poder pudiese ser reducido o incluso revocado por parte de los cabecillas de Pico Nidal el earl Haldrad no tuvo más opción que negarse y trabajar con lo que tenía. Aunque eso pudiese costar muy caro, poco le importaba sabiendo que podría deshonrar a su gente aún más pidiendo ayuda como un lisiado que apenas puede defenderse. Brunn sabía que era un necio, pero en parte, entendía su posición y lo que ella demandaba… pero eso no significaba que debía quedarse de brazos cruzados esperando la exterminación de su clan. El capitán idearía la forma de salvar a su gente aunque su primo no lo permitiese. Con el tiempo y las personas indicadas. Tomó su hacha y se acercó a la salida. Tenía una reunión pendiente con unos viejos compañeros de campo. I. El plan En el territorio elfo de Quel'danil, en avanzadas horas de la noche, una ventana todavía relumbraba con la luz de una vela. Odriel Feathersun había pasado la noche en vela reescribiendo y ordenando los documentos de Hath'lorien. Tener un séquito de personas a tu mando era costoso de forma tanto monetaria como mental, y este solo era uno de sus muchos trabajos pendientes. El hechicero por un segundo se desplomó sobre la mesa víctima del sueño y con el estruendo espabiló. Frotó su frente con la mano y maldijo, pero se serenó al saber que al menos por esta noche habría terminado. Se propuso a colocar todo en su sitio para proseguir al día siguiente (o más bien en unas pocas horas) y tener una merecida siesta en lo que quedaba de noche para él. Se acercó a una biblioteca cercana levantandose de su escritorio y al ir colocando libros, documentos y cartas una en específico cayó al suelo. El elfo la observó y meditó si merecía la pena gastar la energía que le quedaba en agacharse para devolverla a su sitio, cuando vió el sello de un clan enano sobre ella una de sus cejas hizo un arco en su rostro y volvió a su escritorio con la misiva en mano. Tras un rápido vistazo se dio cuenta de que se trataba de un mensaje del clan Puño Trueno, aunque no podía especificar muy bien a que se debía. No volvían a ver a los subordinados del earl Haldrad ni al mismo desde que brindaron su apoyo en la guerra contra la tribu trol de los Pantanoinfecto y detuvieron su extraño ritual. El elfo imaginaba que podría haber en el escrito mientras que rompía el sello para sacarlo. ¿Los enanos necesitaban ayuda otra vez? ¿Se trataba quizá de una compensación monetaria retrasada? ¿O tal vez Bodvar, su propio compañero enano había roto algún artefacto sagrado casi involuntariamente? Por alguna razón, solo se esperaba la primera y última opción. Suspiró y leyó el mensaje con la paciencia que le quedaba. Para Odriel Feathersun y Compañía. Envío este mensaje con caracter de urgencia para ordenaros la visita inmediata del puesto fronterizo de Dol Värr para una reunión con mi persona donde discutiremos sobre asuntos diplomáticos, la situación actual de nuestra relación como aliados en momentos de necesidad y las terribles consecuencias que pueden causar una falta a la lealtad para con el pueblo enano. Es inquisitivo que decidáis acudir con sus allegados de mayor confianza, y que por NINGUNA, ABSOLUTAMENTE NINGUNA RAZÓN informéis de este mensaje a ningúna otra persona en la que no depositéis total y completa confianza. Recibirá más detalles una vez llegue a nuestras inmediaciones. Traicionar los terminos de este mensaje traerá consigo vengativas repercusiones sobre su persona además de vergonzosa desgracia para sus amigos y familiares. Cordiales saludos y buenos deseos. Encargado Brunn Makai de los Puño Trueno Extrañado por la naturaleza del mensaje, que bien no podía saber si tomarselo como una amenaza, una orden o una propuesta, el elfo decidió guardar la carta en un sitio donde la tuviera cerca. En la mañana le preguntaría a Bodvar si podía entender más o menos el criptico lenguaje que los enanos lograban crear incluso cuando usaban el común para la comunicación. Se acercó a la cama y se dejó caer sobre ella como si su cuerpo pesara una tonelada y sus ojos se cerraron dándo la bienvenida a un plácido sueño que en los días venideros extrañaría completamente. Se pasó toda la mañana buscando a Bodvar, quien había hallado una nueva diversión guiando un rebaño de ovejas. No podía describir la capacidad del enano para hallar nuevos y extraños pasatiempos, aunque podía reconocer bien los que adoptaba por puro aburrimiento... no sabía el porque le preocupaba que este no fuese uno de ellos. Desde que robaron ese cordero a una tribu de ogros tiempo atrás el enano fue recolectando de forma misteriosa y posiblemente ilícita un rebaño entero de doce ejemplares que le acompañaban a todos lados por alguna extraña razón. Se había convertido en un pastor y le gustaba estar en las Tierras del Interior. Su espíritu aventurero había entrado en una especie de coma y aunque sufría ataques de violencia cada cierto tiempo ahora era más sereno pero nunca menos gruñón que antes. El elfo le encontró rodeado de su rebaño como de costumbre y tras pedirle ayuda con su carta el enano ahuyentó a sus corderos para leer la carta. Explicó en pocas palabras que bien podría tratarse de una reunión de índole secreta, y que el sello era verdadero y no se trataba de un trampa. Esto aumentó la curiosidad del elfo quien invitó al enano a dedicarle una visita a Brunn Makai, cosa que el enano aceptó sin muchos problemas y tras una pequeña reunión con el resto de los elfos iniciaron su viaje a Dol Värr donde les esperaba el encargado de los Puño Trueno. El puesto fronterizo era un pueblo medio destruído y con signos recientes de ataques. El aeromante se preocupaba al ver el estado de las estructuras y se preguntaba a si mismo que ocurriría si el sitio caía y como reaccionarían los concejos de Pico Nidal. Las calles estaban vacías a excepción de unos pocos vendedores ambulantes, civiles y batallones de soldados enanos que marchaban de una puerta a otra. Parecían en un constante estado de alerta e incluso los habitantes del pueblo mostraban magulladuras, heridas cubiertas de gasa y moratones. En la plaza principal les recibió un joven enano que se presentó como Modi Modisson, intendente del regimiento de enanos que se hallaban ahí asentados. Parecía bastante jovial y esperanzado a pesar de la situación que estaba viviendo, como una antorcha de felicidad en medio de un tunel de pura desdicha. El enano les guó rápidamente al salón principal donde se hallaban más guerreros que reposaban sus heridas y al fondo de la sala se hallaba el sujeto que buscaban, Brunn Makai. El enano saludó formalmente a Bodvar y Odriel antes de que todos compartiesen palabras, bebidas y algo de alimento. Les explayó la situación de la mejor manera que pudo: El clan Puño Trueno estaba acercándose cada vez más a su perdición. Los trols, ogros y otras criaturas terribles parecían confabular para destruir lo que quedaba de ellos desde fuera y dentro de sus propios asentamientos. Brunn explicó que tras la batalla final contra los Pantanoinfecto una terrible enfermedad había sido la encargad de envíar a la mayoría de los guerreros a la cama o a la tumba, dejando demasiado desprotegidas las demás poblaciones de los Puño Trueno, los trols parecían haber comprendido esto casi al instante, y al menos unas tres tribus distintas empezaron a atacar a los enanos con ayuda de ogros monteses, la fortaleza del clan envió a casi todos sus guerreros a los puestos meridionales donde ocurrían los ataques cada vez más recientes y en mayor magnitud. Aunque los enanos procuraban llevarse consigo la mayor cantidad de enemigos posibles (cosa que realmente lograron hasta el momento). Tenían que depender de las provisiones que llegaban accidentadas de la fortaleza principal, Karak Baruk, además de otros suministros para soportar el constante estado de asedio. Brunn reconoció la amenaza de inmediato y le rogó a su primo Haldrad que pidiese ayuda a los demás earl Martillosalvaje, pero el líder Puño Trueno se negó rotundamente a tal cosa alegando que aunque fuese posible, el resultado final sería la anexión de su clan a algún otro de mayor poder y eso causaría el final de su linaje como lider y el de su pueblo. Su primo, Brunn, le insistió muchas veces pero nunca tuvo éxito, así que necesitaba hallar otra alternativa. También era sabedor de que pedir ayuda a los otros clanes a la larga sería contraproducente pero no era un necio que esperaría su muerte por la terquedad de su primo aunque fuese el líder, así que llamó secretamente a todos los personajes relevantes de la Batalla de la Marisma Enferma y les encomendó la tarea de buscar apoyo en forma de guerreros en los demás territorios enanos que estén dispuestos a defender esa tierra por un precio justo. También había llamado a Odriel y Bodvar para esta tarea, aunque su destino quedaría en un sitio que apenas conocía el par, los picos nevados de Alterac. Bodvar rechazó su petición casi a modo de burla, ciertamente estaba cansado de tener que pelear por los demás y más todavía por recompensas tan insignificantes para él como lo eran el dinero que al fin y al cabo siempre se iba a gastar. Pero Odriel veía más allá de eso, reconoció instantaneamente el sentimiento de perdida que se iba creando en su corazón al ver a aquellos enanos al borde del exilio de su propia tierra, cosa que le trajo recuerdos descorazonadores a su mente. Reacio a que una situación parecida volviera a suceder aceptó el encargo de Brunn y eventualmente logró obligar al enano a participar también en esta campaña. Su misión era simple y complicada. Debían viajar a Alterac, más especificamente a los dominios del clan Pico Tormenta y reunir en el camino a la mayor cantidad de guerreros posible para la defensa de Dol Värr y sus poblaciones cercanas. Daba igual que calidad tuviesen, si mercenarios o personas dispuestas a luchar por un nuevo hogar. Mientras más espadas, hachas o martillos pudiesen añadir a su causa mayor era la seguridad de que tendrían éxito. Makai les dió un par de meses para lograrlo, teniendo en cuenta que eso es lo que durarían hasta que las provisiones se acabasen y se vean obligados a retroceder abandonando a su suerte el puesto fronterizo. Parecía un tiempo bastante justo para una empresa de tales magnitudes, pero el hechicero ya estaba decidido a lograrla aunque tuviesen que viajar tan lejos. Bodvar por su parte no estaba tan a gusto por tener que abandonar lo más parecido a un hogar que tenía en años, pero su conocimiento sobre la montañosa región no podía pasarse por alto así que Brunn le ofreció veinte kilos de cobre y plata por su completa dedicación a esta tarea, cosa que a pesar de todos sus principios aceptó. Se estrecharon las manos y se retiraron del salón sin más tiempo que perder. Modi les esperaba afuera, sería su primer compañero de viaje y contaba con la compañía de Berta, una bestia de carga confiable y tan aguerrida como un enano. Lo que no sabía Bodvar es que la condición de su adelantada recompensa era que Modi Modisson la cuidaría para asegurarse de que el enano no se retiraría de la empresa con el botín. No por dudar de su honor, si no por el cuidado de su propia inversión. Esto hizo enojar enormemente a Bodvar, pero su orgullo herido le hizo jurar que le demostraría a Brunn Makai y al clan Puño Trueno que Bodvar Budrikson del clan Drakiggson no deja una promesa sin cumplir. Odriel organizó a los miembros de Hath'lorien que quedaban y les informó de su partida. Unos cuantos elfos se ofreceron para viajar con ellos y el hechicero aceptó. Auric Plumargenta, un talentoso forestal y arquero se había quedado con la delegación del salón elfico hasta el regreso de Odriel y compañía. Se prepararon para el viaje lo mejor que pudieron y al alba, iniciaron su marcha hacia Pico Nidal donde harían todo lo posible por reclutar más guerreros a su causa. Participantes / Habilidades usadas: Odriel Feathersun @ILUSDN Auric Plumargeta @Bastián Bodvar @Axl // Trama y trabajos largos en desarrollo, para participar enviar un mensaje directo por foro o Discord // 25/3/19, 1:30h de duración
  5. Tras su destierro y posterior reagrupación... ¿Cual sería la situación actual de los humanos supervivientes en Alterac? Bien se sabe que algunos han establecido sus aldeas y pueblos en sitios alejados en las montañas pero me gustaría saber más al respecto. Su cultura, avances culturales y tecnológicos antes del parón, etcétera. También quiero saber más sobre la bélica de los reinos humanos como se había dejado anticipado en un post viejo.
  6. Axl

    [Ficha] Reynauld Hudson

    Atributos 8 Físico 6 Destreza 6 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 32 Puntos de vida 18 Mana 8 Iniciativa 10 Ataque CC (Arma pesada, Maza) 9 Ataque CC (Combate desarmado, ofensivo) >8 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo 2 Arma Pesada 1 Arma Pesada Destreza 1 Escalar 2 Defensa 2 Sigilo Inteligencia 1 Comercio 2 Sanación/Hierbas 1 Carpintería 1 Tradición/Historia Percepción 2 Advertir/Notar 1 Buscar 2 Reflejos
  7. Axl

    [Valle de Alterac] Batidores

    ¡Trol, hay un trol en las mazmorras! I. Preparativos La ciudad de Dun Baldar albergaba tantas riquezas como problemas, eso fue una certeza para Bodvar desde que el enano y su grupo arribaron finalmente en la fortaleza enana. Contaba con cientos de edificaciones repletas de enanos que se ocupaban de sus asuntos y atendían sus negocios. Pero ninguno era tan grande como el de la minería. Ahí en los dominios del clan Picotormenta los enanos eran reconocidos por su destreza para las excavaciones y el hecho de que no abandonaban uno de sus puestos mineros hasta que la ultima veta de mineral haya sido extraída del suelo rocoso. Lo que generaba colosales excavaciones mineras no en tamaño si no en profundidad que escarbaban hasta las profundidades de la tierra en búsqueda de todo lo que pueda resultar brillante. La mina de Um-beor era solo otra de estas excavaciones, que contenía al menos un centenar de mineros trabajando en sus corredores de roca y madera. En uno de los puntos más alejados del territorio Picotormenta y cercana al famoso Paso del Hacha. Desconocida totalmente para Bodvar y sus allegados, hasta que finalmente la oportunidad se les presentó. Un anuncio entre los muchos que se hallaban colocados en el centro de Dun Baldar avisaba que requerían enanos capacitados para arreglar un "asunto de plagas" en las minas. Pronto descubrirían los detalles de este mensaje. II. El Skaar Bodvar e Ivar esperaban en una de las muchas postas de la ciudad nevada. Algo característico de Alterac era que a pesar de la fecha, siempre iba a hacer el mismo frío. Por lo que era mejor que un viajero se apresurase en hallar refugio antes de que el sol se ocultase a menos que deseara ir a hacerle una visita a sus ancestros por el frío que era capaz de provocar resfriados a un yeti. El empleador con el que habían contactado podría llegar en cualquier momento y los enanos estaban entusiasmados por su primer trabajo de verdad, ya estaban cansados de remover la nieve y entrenar a solas en sus dependencias. Era hora de un desafío de verdad. Durante su espera, encontraron un personaje bastante peculiar que casualmente había viajado hasta Alterac. Se trataba de Alrik Ulfrsson, un enano del clan Drakkigson que se había dedicado a errar por la tierra en búsqueda de la fortaleza perdida de Karak-Medun. El enano se mostró reacio a responder los saludos de Bodvar e Ivar, quienes se habían sorprendido por la actitud del individuo, pero finalmente accedió a entablar conversación con ellos tras descubrir que en efecto se trataba de parientes de su mismo clan. Los enanos intercambiaron cerveza e historias, y fue durante ese encuentro que Bodvar descubrió la verdadera naturaleza del Drakkigson. Se trataba de un skaar, un nombre que le daban los de su clan a los chamanes, clarividentes y hechiceros. El anciano congratuló la inteligencia del guerrero, y eso aseguró su interés para con el par. Poco después de eso, el empleador de los peregrinos había llegado al lugar. Se trataba de Yori Barbacaliza, el intendente de Um-beor antes de el incidente. Yori le explicó a los enanos que la mina resultaba ser un criadero de trols tras el derretimiento de una de las paredes de hielo en los túneles. Los enanos al parecer no se dieron cuenta de esto hasta que ya era demasiado tarde, pues todo un asentamiento se había erigido en las profundidades cavernosas. Los enanos aceptaron sin dudar el trabajo más por la temeridad de sus espíritus que la recompensa monetaria que les había ofrecido el intendente, y tras un último intercambio de palabras saldaron el trato. Los Drakkigson cazarían a los trols. III. Matatroggs Una larga caminata se realizó la mañana siguiente a la mina de Um-beor, tras los preparativos necesarios los enanos decidieron marchar con un barrilete de la pólvora que Bodvar obtuvo como recompensa en Dun Garok y un par de dinamitas que llevaba Ivar consigo también de la fortaleza de artilleros en Trabalomas. Uno nunca sabía cuando podían resultar útiles. El frío azotaba los rostros de los enanos mientras que el camino asaltado por la nieve se hacía más difícil de transitar a cada paso que daban. Ya se empezaba a hacer claro el por que era tan difícil enviar mensajes desde Um-beor a Dun Baldar, la lejanía del lugar y la dificultad del camino podían hacer que un solo comunicado tardase días en llegar. Finalmente habían llegado a la entrada de la mina, escoltados por un par de valientes trabajadores de Yori quienes les prometieron esperar en la entrada de la mina. Así pues, los enanos se armaron de valor y empezaron a descender metro a metro el complejo de túneles y cuevas que la compañía minera de Yori había construido. Un sistema de rieles, carros de mina y herramientas desperdigadas indicaban que la brecha había sido reciente, y que el lugar todavía seguía bastante estable. La excavación contaba con riscos que, al mirar hacia abajo, solo daban lugar a un imponente pozo de negrura sin fondo alguno, donde las secciones de la ambiciosa excavación eran conectadas por "seguros" puentes de madera. Los Drakkigson estaban preparados para enfrentarse a cualquier desafío, y a eliminar hasta el último de los enemigos que residían en las profundidades. Ni un solo trol logró salir de los túneles esa velada. Ni el más tierno y joven ni el más arrugado anciano. A la atención de Yori Barbacaliza y su compañía minera. Envío este mensaje para dar el aviso de que su problema de trols ha sido resuelto de manera satisfactoria. Hemos dejado unos cuantos de los restos de las criaturas que hemos podido reunir en un carro de minas que nos encontramos adentro. También hemos marcado los antiguos sitios de reunión de los trol por si halláis la necesidad de investigarlos, aunque dudo que encontréis nada ahí más que cadáveres que remover. De cualquier modo, espero poder reunirme personalmente con usted para el cumplimiento de su parte del trato en forma de pago. Usted diga el sitio y acudiré. Espero su respuesta. Participantes: Ivar @Titobryan [Defensa - Reflejos - Rifle de chispa - Advertir/Notar - Nadar] Bodvar @Axl [Defensa - Reflejos - Martillo mano (CC) - Advertir/Notar - Tradición/Historia - Comercio] Alrik @Sauce Blanco [Tradición/Historia]
  8. Axl

    Carta para Odriel Feathersun

    Hey, que tal todo. Abandoné la región durante un corto tiempo para ocuparme de unos cuantos asuntos de crucial importancia. No vayas a buscarme, porque no me encontrarás. Además, no quiero que me busques, ni tú ni nadie. ¿Recuerdas ese asunto del que te hablé antes de irme? Bueno, te resumiré lo más rápido posible. Conozco a un sujeto. ¿Recuerdas al tataranieto del amigo de mi tatarabuelo? ¿El que me dejó dormir en su finca? Bueno, está teniendo unos cuantos problemas. Resulta que su hijo se perdió en unas minas o algo así, una cosa super loca. Era un buscador de oro, pero no me salgo del tema. El sujeto está destrozado, y de saber que necesitaba ayuda hubiese dado marcha atrás desde el momento en el que abandoné Pico Nidal. Bueno, como sea. Ahora la información es tuya, tu verás que haces con eso. Aunque si puedes, intenta hacer algo al respecto. Habla con él, consuelale, es obvio que su hijo está más que muerto, no lo sé. Quizás puedas encontrar el cadaver y a cambio te den un par de gallinas. Eso te vendría bien, los huevos suelen venderse en el mercado. También unas cabras, pero eso ya es fantasear un poco. Quizás os venga bien a ti y a los muchachos, se os ve más escualidos de lo normal. Su nombre es Ingvar. ¡Ya sabes, habla con el! Ingvar Haraldson. Es un sujeto agradable, de esos que solo se preocupan por mantener saludables sus tierras. No muy guerrero, por cierto. Haraldson Ingvar. ¡Ya sabes, habla con él! Bueno, eso, estoy ocupado. No me busques. Si uno de los tuyos me busca; lo mataré. ¿Me entiendes? Bueno, eso. B @ILUSDN
  9. ¿Quizás si en ese sitio se coloca la entrada al canal de discord en vez de que aparezca tan abajo en la sección de foro?
  10. tirada de sigilo para escaparme con el dibujo sin ser visto
  11. Cuanto por la pintura de Donnovan?
  12. Axl

    Hargrim

    Información principal ♦Nombre: Hargrim del clan Filo Ardiente ♦Raza: Orco ♦Sexo: Varón ♦Edad: 41 ♦Altura: 1.96cm ♦Peso: 121kg ♦Lugar de nacimiento: Draenor ♦Ocupación: Vagabundo, Guerrero de Clan ♦Ficha: ♦Historia completa Descripción Física Hargrim es un orco fuerte y resistente, y eso se nota. Pues su cuerpo exhibe tantas marcas de flagelos que es difícil discernir en donde se separa una cicatriz de otra entre la poca piel intacta del orco. Fruto de una juventud de maltratos y abandono. En donde no se halla una cicatriz o una marca de batalla, se encuentra un tatuaje. Diversidad de runas y escritos orcos han sido marcados en su piel a fuego y recubiertos por pinturas y maquillajes. Bien podría tratarse de un tótem andante. Uno de los rasgos más característicos de Hargrim es que su rostro siempre se halla cubierto por una máscara de huesos tallados y decorados, dándole un aspecto salvaje y monstruoso al orco. Su cara ha sido desfigurada al punto de volverla casi irreconocible para el resto de los orcos que alguna vez le han conocido, y la oculta bajo su máscara. Más allá de eso, suele presentar características comunes en cualquier otro de su especie, no llegando a ser el más alto ni tampoco el más corpulento, de hecho, Hargrim presenta un buen equilibrio entre fuerza y destreza. Cosa que ha asegurado su supervivencia en los duros ambientes de Draenor a lo largo de los años. Descripción psicológica Hargrim es un orco prudente, a pesar de todas las cosas que ha vivido siempre destacó por su férrea voluntad y capacidad para dar un paso adelante y afrontar la siguiente adversidad. De hecho, tanto su astucia como su capacidad de adaptación le han asegurado un lugar entre los vivos en un mundo tan hostil como lo ha sido para él Draenor. La vida de paria no es bien aceptada en ningún clan, eso lo sabe todo el mundo. Un orco sin clan a muy pocos ojos sería visto como tal, y eso es lo que ha vivido. Muchos esperarían que esto desarrollase un caracter receloso y apartado en el orco, pero en su caso ha sido todo lo contrario. Sí, dentro de lo que cabe es un orco que encontrarás por lo general apartado, farfullando perdidamente en sus propios pensamientos; pero eso no significa que se muestre reacio a compartir su mesa con otro orco o participar en una charla. De hecho, se ha demostrado que es un gran conversador y un prometedor estratega. Humilde, por encima de todas las cosas. Y con un sentido del honor bien estructurado y marcado en su vida, Hargrim empezó a seguir el arquetipo de orco que le ha ido inculcando su clan desde su abrupto ingreso. Paria El pasado es un fantasma, intangible, estático. Algo a lo que se puede dar la espalda y dejar atrás para siempre. Pero a veces incluso tu pasado puede ser tu perseguidor, hasta el final de tus días. El pasado de Hargrim es un pasado de desdicha, de dolor y de supervivencia. Nacido bajo el seno de un clan débil y moribundo conocido como el clan Garrapétrea, siempre a la merced de los terribles ogros del norte de Draenor, la infancia para el joven orco fue dura, e iba empeorando conforme la adultez se acercaba. El limitado terreno que poseía su clan apenas alcanzaba para mantener a la sometida población bajo un constante estado de presión, cada salida al exterior por alimentos significaba un peligro de muerte, del que luego el mismo clan tardaría en recuperarse. Esto aunado a las amenazas constantes de los ogros, cuyas incursiones aumentaban en número y en peligrosidad conforme seguían multiplicandose. Eventualmente, los orcos no soportarían más a la amenaza de los ogros y en un último intento de luchar por la supervivencia de su clan, alzaron armas y cabalgaron hacia la guarida de los tiranos, en un ataque final contra la fortaleza ogra. Todos los orcos fueron armados ese día, incluso aquellos que apenas tuvieron sus colmillos hace unas pocas lunas. Cuando todo estuvo listo, los Garrapétrea cargaron a la batalla. Hargrim se encontraba entre ellos. Los ogros no se esperaron una ofensiva de parte de un clan apartado y débil, error que lamentaron poco después tras ser alcanzados por la primera oleada. Los orcos lograron adentrarse en su fortaleza y el joven guerrero logró derribar a un ogro con la ayuda de otros jóvenes orcos. Esa noche esos guerreros compartían su primera muerte, y ninguno se arrepentía de compartirla. Los orcos luchaban con avivado espíritu ante la posibilidad de perder su hogar en una derrota, cosa que volvió la batalla a su favor durante los primeros asaltos. No obstante, la fortaleza de los ogros era un bastión de proporciones impresionantes incluso para los orcos. Por cada salón que los ogros perdían, estos aumentaban la fortificación del siguiente. Por cada ogro que caía, otro aparecía para cubrir su lugar. A diferencia de los Garrapétrea, que cada guerrero que fallecía constituía una gran pérdida para el resto. Eventualmente, los ogros tomarían ventaja sobre los orcos y empezarían a recuperar el terreno, obligando a los guerreros de clan a una retirada a sus reservados dominios tras una masacre en los propios salones de la fortaleza. Hargrim huyó junto con el resto de los guerreros, solo para hallarse cara a cara con la desgracia una vez volviese a casa. El alma se le cayó al suelo cuando al volver, observó los hogares de su gente en llamas, las murallas derribadas y los pocos que se habían quedado adornando el suelo con sus cadáveres. Habían salido en busca de libertad, pero solo habrían traído la ruina a su pueblo. El corazón se le llenó de ira, pues los ogros siempre habían tenido la ventaja. Una vez ellos hubieran salido a declararle la guerra a los ogros, estos ya habrían reducido su hogar a escombros para cuando los extenuados guerreros regresaran. La malicia de sus enemigos les ganó un lugar en lo más profundo de su mente a Hargrim. Siempre les recordaría con el más avivado de los odios. Poco duró su descontento y el de todos los demás guerreros que le acompañaban, pues los ogros retomarían la ofensiva casi inmediatamente. Y los orcos, superados por tres a uno, no tardaron en ser subyugados y capturados, al parecer sus enemigos tenían otros planes. Al parecer, la piedad que confería una muerte en combate no se les sería otorgada. Les esperaba un destino peor que la muerte. Los años pasaron, y Hargrim vivió como un esclavo en las minas de escoria de los ogros. Mientras que muchos de sus hermanos de clan habían muerto por las terribles condiciones de trabajo y las extensas jornadas de torturas y maltratos, Hargrim se había lucido por su capacidad de sobrevivir. Su astucia le había permitido salir ileso de palizas y torturas. En secreto, buscaría la manera de escapar de aquel frío infierno costara lo que costara. Incontables veces falló, pero eso no significó que desistiría. Su cuerpo conoció dolores insondables, pero su voluntad de acero le obligó a seguir intentando. Hallaría la forma de escapar aunque tuviese que arrastrarse hacia la salida. Uno de los castigos más terribles fue el de hundir su cabeza en una de las ardientes forjas negras de los ogros, cosa que desfiguró terriblemente el rostro del orco y le hizo padecer una ceguera parcial. Su tormento no halló límites, pero eventualmente lograría su cometido. La libertad era tan extasiante que Hargrim apenas pudo contener su júbilo, pero habría preferido no haberlo hecho. Pues una marea de incertidumbre ahora amenazaba con ahogarle. ¿A dónde iba a ir? ¿Qué iba a hacer? En ningún sitio se apreciaba a un orco sin clan, a un descastado. Su clan había muerto y él debió haberlo hecho junto con él. La visión de una vida de vagabundeo en solitario lo horrorizaba, y más cuando todo lo que conocía le fue arrebatado a manos de unos tiranos. Pero no había luchado durante tanto tiempo y afrontado tanto tormento para nada, había logrado escapar de las minas de escoria. Ahora su mayor desafío será encajar en la sociedad. Y así Hargrim vagó a través de los yermos, las junglas y las colinas. Visitó clanes uno tras otro, y sus estadías siempre fueron efímeras. A pesar de lo mucho que deseaba formar parte de un grupo, siempre le verían como un descastado, un extraño y alguien que no demostraría jamás ser parte del resto. Este pensamiento desesperanzó a Hargrim, quien en uno de sus últimos intentos, viajó hacia la fortaleza del único clan que le aceptaría como un igual si demostraba su valía. El Filo Ardiente. Hargrim ya lo había intentado tantas veces que no tenía muchas esperanzas en su ingreso, pero eso no logró aplacar su ímpetu. Desde un principio, le había probado a los miembros del clan su utilidad y valía en el combate, aunque más de una vez tuvo que comer en solitario, y no tener a nadie con quien hablar, su habilidad para el combate fue convirtiéndole en una promesa a tener en cuenta; aunque no hubiese nacido bajo el manto de los Filo Ardiente, pronto demostraría que podía hacer más que aspirar a pertenecer a dicho clan. La hora de las pruebas había llegado, y Hargrim no fallaría esta vez. El ciclo de tormento acabaría finalmente. Los años fueron pasando y adaptarse al cambio fue duro, pero lo hizo de forma fugaz. Los orcos pronto le veían como uno de los suyos y el disfrutaba de sentirse acompañado por una nueva familia. Los guerreros del clan Filo Ardiente eran temidos en el campo de batalla y protegían la disciplina por encima de todo, Hargrim compartió un sitio con el resto de guerreros en numerosas escaramuzas y batallas. Además de ser un rápido estudiante; aprendió el dominio de los elementos y a como venerarlos y escucharles, pero más temprano que tarde su aprendizaje se vería interrumpido por todos los eventos del Alzamiento de la Horda. Años de derramamiento de sangre asesinaron a su mundo y pronto la única salida sería la que todo orco conoce. La Guerra. Fue de los primeros junto con el resto de su clan en beber la maldita sangre de demonio, y perteneció a las numerosas bandas de guerra que cruzaron el portal oscuro. El mundo del otro lado emanaba vida y oportunidades para su pueblo y para el resto de la Horda, y él contribuiría en su conquista.
  13. Axl

    [Valle de Alterac] Batidores

    Había sido duro, el camino fue inclemente y agotador, pero finalmente habían llegado a su destino. Bodvar había estado teniendo sueños con las nevadas montañas de Alterac desde que su viaje había empezado. Pero lo último que deseaba era admirar el panorama, no, su negocio moría y él tenía que salvarlo. Costase lo que costase. Los materiales se acabaron como él lo había predicho y se negaba rotundamente a cederle ni una sola moneda a los estirados humanos. ¡Le arruinarían antes de siquiera cumplir el primer año! No, no podía permitirlo. Necesitaba un modo de alimentar sus forjas con materiales, y había descubierto el indicado... tal vez. El clan Picotormenta era conocido por sus grandiosas habilidades para la excavación de minas, se dice que tanta ha sido su afición por esa profesión que cada enano de Dun Baldar nace con una pizca de mortero en las venas. Además de que, como cualquier otro clan, tenía sus problemas. Bodvar tenía intenciones de ayudar a los Picotormenta y comerciar con ellos, quien sabe, al fin y al cabo ellos compartían región con los despreciables orcos Lobo Gélido, y la posibilidad de volver a llevarse consigo unas cabezas de pielverde solo era un bonus para las intenciones del enano. Sea como fuere, hallaría un lugar en ese clan y obtendría el suficiente renombre como para hacer un buen trato comercial con ellos y volver a su negocio tranquilamente. ¡Era el plan perfecto! Desde que empezó a marchar en Elwynn los enanos Ivar y el joven Okri le empezaron a seguir, aunque el guerrero Drakkigson fuese un personaje apartado y receloso, siempre había preferido viajar acompañado en algo como esto, y más si eran dos miembros de su propia herrería. Atravesaron las tierras gélidas de Dun Morogh e hicieron pocas paradas en Loch Modan, para empezar a viajar a remo por los inundados Humedales. Si algo caracterizaba a la partida de enanos era su perseverancia, pues nunca se detenían. Apenas le dedicaban unas pocas horas al sueño antes de reanudar la marcha y eso en parte fue lo que aceleró su viaje. Eventualmente reclutarían a Ofülg, un veterano guerrero del clan Yunquemar y antiguo conocido de Bodvar, quien se unió irremediablamente a la partida apenas descubiertas las intenciones del enano. Se quedaron unos días en la fortaleza del clan Colina de Hierro, Dun Garok, donde se pertrecharon y resolvieron unas pocas disputas para el clan. Muchas cosas ocurrieron durante su estadía en la colina de los Colina de Hierro, Ivar y Ofülg tenían que afrontar el hecho de compartir sitio en esta aventura, pues ambos enanos eran distintas caras de una misma moneda que poco más deseaban algo que no fuese arrancarse la cabeza el uno al otro. Por otra parte, Okri iba puliendo sus habilidades a su vez que iba aprendiendo más del mundo. Fascinado por los sitios a los que le había llevado esta aventura y deseoso de continuar el viaje, el espíritu aventurero que latía en el interior del enano más de una vez lograba animar a los enanos en sus penurias. Mientras que Bodvar, invadido por sueños e intrigas, cada vez se volvía más distante y reservado, perdiéndose en sus pensamientos durante largos periodos de tiempo y no hablando con nadie más que consigo mismo. Hierro de Sangre Con el espíritu avivado y las alforjas llenas, los enanos reanudaron su cruzada al norte. Con un mapa que revelaba las zonas más seguras para transitar a través de las montañas y a una distancia peligrosamente cercana a las tierras de nadie norteñas, lograron atravesar el complejo de picos y riscos que hacen de Alterac una región tan peligrosa para los desprevenidos. Solo gracias a los hacedores fue que lograron evitar acabar en la cueva de un ogro furioso o en el corazón del coto de caza de una trulla de bandidos. Pero todas las adversidades se hicieron a un lado cuando los enanos lograron observar las primeras columnas de humo que se alzaban en el cielo, y los tejados de sólida roca de donde aparecían. Estaban por fin en los dominios del clan Picotormenta, tras todo lo que el grupo había tenido que pasar, finalmente lo lograron. Pronto llegarían a su destino. Siguieron marchando pero el clima y el cansancio hizo una mella profunda en los extenuados cuerpos de los enanos, quienes hallaron refugio en una granja apartada en las colinas perteneciente a Modi Mascarrocas y su familia. Gracias a su hospitalidad los enanos pudieron finalmente hallar descanso en una cama cómoda y pasar el tiempo en una habitación caliente. Un lujo que había sido privado de ellos desde hacía muchas noches. Bodvar, no obstante, seguía teniendo sueños con esta antigua fortaleza. Y más de una vez se encontraba observando a las estrellas, somnoliento. Dun Baldar estaba cerca. Su juramento pronto estaría a salvo del incumplimiento. Aunque muy en el fondo, sus ansias de gloria y batallas empezaban a palpitar cada vez con más fuerza en su corazón. Deseoso estaba de los desafíos que le ofrecían estas tierras salvajes. Participantes: Ivar @Titobryan [Defensa - Reflejos - Hachuelas (CC) - Advertir/Notar - Tradición/Historia] Bodvar @Axl [Defensa - Reflejos - Martillo mano (CC) - Advertir/Notar - Tradición/Historia - Comercio] Ofülg @Archibald [Defensa - Reflejos - Hacha de guerra (CC) - Sanación/Hierbas - Tradición/Historia] Okri @Grol [Defensa - Reflejos - Hacha de mano (CC) - Tradición/Historia - Comercio]
  14. Axl

    Hola

    ¡Bienvenido a la comunidad, Nevers!
  15. Quizás sea un poco pesado al recomendar una saga entera pero... Simplemente no puedo evitar el no dejar a la saga de Gotrek y Felix en este post. Sí... es Warhammer, sí, mucho lore y libros por delante... Pero eso para esta saga no es un problema. Si buscas personajes fácilmente entrañables, situaciones interesantes, aventuras por montones y sobre todo mucha, mucha muerte. Entonces esta saga es para ti. Las Aventuras de Gotrek y Felix llevan en activo desde 1980, siendo Matatrolls el primero de sus libros. Seguido de otras once novelas traducidas al castellano, siete escritas por William King, y otras cinco escritas por Nathan Long. Todas y cada una con su respectiva continuidad y un nuevo reto para los protagonistas Gotrek Gurnisson, el peor matador de todos los tiempos, y Felix Jaeger, su compañero poeta que parece estar destinado a acompañarle a los sitios más recónditos y peligrosos del viejo mundo. La primera vez que conocí esta serie de novelas me enamoré casi al instante, pues aunque no tengan una trama realmente compleja o temas filosóficos sobre la importancia del hombre en el mundo u otras cosas que pertenecen a otros libros. No. Y para explicarlos mejor voy a hacer una cita al Geek Furioso de la Literatura. "Gotrek y Felix son como la puta WWE de los libros de Fantasía. Son simples, no tienen lógica, sabes que el libro anterior fue igual y que el siguiente va a ser igual... ¡Y joder si nos gusta! Gotrek Gurnisson es un matador que busca su redención, y sus aventuras se centran en buscar a ese adversario que le de muerte." Eso hace a esta saga tan especial, es una saga con tramas digeribles y simples. Perfecta para pasar el rato y que incluso aquellos que no están muy entendidos en el universo de Games Workshop pueden hallar entretenimiento de sobra e interés acerca del mismo. No tengo mucho más que añadir, he dejado solo unos cuantos (Mis favoritos personales) de los libros que hay. ¡Echadle una ojeada y obtened un pase gratuito a los salones de Grimnir!
  16. Prólogo Ernest había estado escribiendo durante horas. Tanto así que tenía que retirar la mano y sacudirla durante un rato a causa del calambre que le provocaba estar en la misma postura durante un tiempo tan prolongado. Aunque se había alimentado bien a lo largo de la semana no podía evitar sentirse enfermo y débil. Siempre había pensado que las condiciones en las que vivía, el entorno y las personas que le rodeaban eran los principales motivos para sus aflicciones. Lo mismo pensaba su maestro Heironimus, quien a pesar de haber sido una figura digna de respeto y decoro; un estudioso y experimentado cirujano de profesión, también había sido arrastrado al vórtice de miseria en el que ahora ambos se encontraban. No había pasado tanto tiempo desde que perdieron el control sobre su hogar. Unos cuatro o cinco meses, quizás un par más. Le dolía recordarlo, le avergonzaba pensar en lo estúpidos que se veían ahora: reducidos a un grupo de patéticos hombres y mujeres que vivían en chabolas a causa de unos hombres que supieron jugar sus cartas mejor que ellos. ¿Donde estaba la valentía que les impulsó a realzar su hogar? ¿Donde estaban los supuestos emisores de la justicia imperial que les sacaría de este aprieto? La respuesta, como todas las otras ocasiones, hizo que su corazón se le cayera al suelo. Eran ellos, los mismos hombres que se habían adueñado de todo lo que era suyo y de sus conocidos, familiares y amigos. Los que abusaron de su confianza y les respondieron solo con mentiras, y luego con violencia. Eran criminales, asesinos y animales. Había escrito muchas cartas, muchas llamadas de ayuda, pero ninguna fue respondida. Dejó de intentarlo cuando se dio cuenta de que todas eran enviadas a la basura apenas dejarlas para su envío, no habían palomas mensajeras, servicio de correos, nada. Estaban aislados. La frustración se apoderaba del joven aprendiz y de ella había nacido una idea. ¿Y si era él quien entregaba el mensaje? ¡Sí! La idea fue tan buena que tuvo que reprimir un grito para no despertar a su maestro. Si lograba escabullirse y escapar del pueblo solo se interpondrían ante él unos pocos días hacia la ciudad de Villadorada. Pero nadie lo había logrado antes, ya sea por los peligros del bosque o por los propios brutos locales que les daban caza. Pero él era hábil, o al menos lo suficiente; tenía agilidad, era joven y astuto, estaba bien alimentado... sí, definitivamente él lo lograría. Terminó de escribir su última carta y fue a preparar sus pertenencias, ya sea con el consentimiento del doctor Heironimus o no. Cambiaría las cosas de una vez para siempre.
  17. Axl

    Carta para Jared Miller

    Una carta poluta y mal cerrada terminaría por llegar a las manos del escudero. La letra parece haberse trabajado poco y no parece presentar sello o distintivo alguno en el papel. Parece que la carta ha tardado más tiempo del estimado en llegar... A la atención de Jared Miller de Villadorada. Saludos, mi nombre es Ernest Liebkosen. Se que te resultará raro recibir el mensaje de un desconocido pero esto me ha resultado en más dificultades de las que piensas. Soy el orgulloso aprendiz de cirujano del doctor Heironimus Blitzen de Fiol. Y no me equivoco para nada al colocar este nombre, pues te informo que nuestro pueblo natal ha sido reconstruido tras las adversidades sufridas en la Guerra Gnoll, y con el esfuerzo mutuo de nuestra gente hemos logrado devolverle su nombre y orgullo clavo a clavo. Al menos eso hasta hace poco. La verdad es, Jared Miller, que nuestro pueblo sufre dificultades e injusticias desde hace meses; su gobernante original ha sido reemplazado por terribles indeseables y parece que poco futuro le queda a no ser que se haga algo al respecto. He intentado contactar con todos los supervivientes, creedme que no ha sido una tarea corta o sencilla, pero todos se niegan a ayudarme... le suplico, Jared Miller, que no le de la espalda a nuestro pueblo en estos momentos de dificultad. Si desea saber más al respecto, yo me encuentro ahora mismo en la posada El Grajo Ciego, cerca de la plaza del mercado en Villadorada. Esperaré vuestra respuesta con anhelo. Que la Luz guíe vuestra decisión, no queda mucho tiempo. Ernest Liebkosen @Kario
  18. Axl

    Eadic - El Apestado

    Información principal ♦Nombre: Eadic, el Apestado ♦Raza: No muerto ♦Sexo: Varón ♦Edad: Indefinida ♦Altura: 1.91cm ♦Peso: 68kg ♦Lugar de nacimiento: Desconocido ♦Ocupación: Caballero Caído, Siervo ♦Ficha: ♦Historia completa Descripción física Apareció junto con el resto al anochecer, mató a William y no se a cuantos más. A pesar de que todos pertenecían al mismo saco de escoria no muerta, algo había de peculiar en ellos. Iban ataviados con pesadas armaduras y armas... ¡Luz, parecía que estaban formados a base de ellas! — Jefe Oswald † de la Milicia de Tunja. Año 30 - Bosque del Ocaso En vida, habría resultado ser un hombre alto, aunque los había más altos sin dudas, sano y atlético. Fruto de una vida dedicada al trabajo físico. Ahora es un constructo, concebida su mente a este mundo mediante la más maligna de las magias, construido su cuerpo en base a una parodia de lo que representó en el pasado. Un enorme guerrero hecho de hueso, de tejido y de correoso metal cuyas alargadas extremidades están recubiertas por frío acero semioxidado y maltratado por el paso del tiempo. Su rostro cubierto por una visera también perdió las facciones que podían recordar a cualquier cosa que pudiera asemejarse a un hombre. Ahora convertido en un derruido amasijo de tejidos. Carente de ojos, pero obsequiado con un encantamiento que le permitía ver el mundo que lo rodeaba. Sus órganos se han descompuesto y han ido perdiéndose a lo largo de los años. Quedándole unos pocos que, a despecho de la falta de necesidad de su dueño, todavía se aferran a su interior como un pegoste vomitivo. Resultando en un autentico gigante de podredumbre, metal y huesos. Los encantamientos que mantenían sentidos artificiales todavía atados a su cuerpo también se han visto desgastados por el paso de los años o por la falta de potencia a la hora de realzar al no muerto. Resultando así en una notable tara para sus capacidades de acción y reacción. Por lo que es común que a la hora de darle una orden desde la lejanía, o intentar captar su atención, se necesite más de un intento para conseguir hacer que lleve a cabo una orden. Descripción psicológica ¿Cómo diseñar el ejército ideal? Empieza con el guerrero perfecto; un ser frío y calculador que no conozca el miedo, que ni la fatiga o el hambre lleguen a afectarle y que siempre vaya a donde yo le diga. Otorgadme un millar de esos hombres y conquistaré el mundo en menos de diez años. — Director del Colegio Carmesí Adolphus Krieger. Año ¿? - Lordaeron. Acusado de herejía y desaparecido. A pesar de las muchas afirmaciones de que gran parte de los no-muertos a la hora de ser alzados pierden por lo general la capacidad del raciocinio, la memoria o incluso la inteligencia misma, Eadic no forma parte de aquel montón. Además de que parece conservar todas las capacidades intelectuales que tenía cuando vivo, ha demostrado a lo largo de su no-vida un acelerado ritmo de aprendizaje. No le ha sido traumatica para nada su nueva existencia inmortal, ni tampoco le molestan sus nuevos objetivos y razones para continuar en este mundo; ha abrazado lo que es con una facilidad impresionante, convirtiéndole en un efectivo de confianza para aquellos a los que sirve. Es un gran conversador a despecho de su poca necesidad de hablar, o al menos eso han dicho. Siendo considerado una armadura viviente por su frecuente falta de comunicación con aquellos que le rodean, no ha demostrado ser desobediente o insubordinado. No deja de centrarse en un objetivo, aunque las tácticas que tenga que tomar para completarlo sean diferentes a las establecidas. A pesar de su condición, no parece demostrar una aversión verdadera hacia los vivos y su mundo. Más bien es distante a la hora de lidiar con con ellos, más de una vez se le ha escuchado refiriéndose a ellos como al ganado mismo. El Apestado La caída de Villa Oscura y la consecuente perdida del Bosque del Ocaso a manos de las fuerzas de la oscuridad fue el detonante para una saga de infames repercusiones a lo largo y ancho de la boscosa región y el Imperio mismo. A su vez, no son pocos los que sospechan cual ha sido el provocador de estos terribles sucesos; el Nigromante y su grupo de secretos acólitos, sus centenares de sirvientes descerebrados y su selecto grupo de no muertos a quienes dotó de una inteligencia superior y la capacidad del raciocinio. Eadic estaba entre ellos. Algunos dicen que eran doce originalmente, aunque otros afirmaban que llegaban a alcanzar el tamaño de una compañía entera. Los "caídos" eran seres de relativamente bajo poder, aunque cumplían su función sin dudarlo y con una eficiencia terrorífica, algunos actuando como tenientes de las siempre hambrientas hordas de zombis, otros como rastreadores y cazadores con manadas enteras de necrofagos a su disposición. Una cosa era segura; los paladines de muerte que había creado el nigromante eran una realidad terrible y fueron los responsables de innumerables estragos a lo largo de la región. Solo bastaba con una diminuta infusión de su esencia para darles a estos tenebrosos seres el poder que necesitaban. Cada uno servía a un propósito, cada uno fue creado bajo instrucciones específicas; cada uno solo seguía la voluntad de un amo. Eadic se unió a sus hermanos cuando fue alzado en el gigantesco cementerio de Cerro del Cuervo, a pesar de que sus habilidades para el alzamiento de criaturas nigrománticas eran considerablemente inferiores a las del resto de sus compañeros alzados este demostró una capacidad de aprendizaje bastante notable. Esto sumado con sus habilidades para el combate y sus dones para la hechicería oscura le había asegurado un puesto junto con sus hermanos. Entonces empezaron las invasiones. Pueblos y aldeas eran arrasadas, sus habitantes diezmados y devueltos a la vida como siervos del gran maestro. La oscura cruzada del Nigromante no parecía conocer límites o rumbo alguno, pues un radio de muerte se expandía con cada paso que daban sus temibles fuerzas. Poco a poco se había dado a conocer el objetivo real de sus maquinaciones. Mientras tanto, Eadic acompañaba a sus hermanos a donde sea que su amo les enviase. Docenas y docenas de escaramuzas se desarrollaban y si no era suficiente con uno de estos oscuros caballeros caídos, este volvería con la compañía del resto y una modesta cantidad de criaturas de pesadilla siguiéndoles de cerca. Los asentamientos de los hombres eran constantemente sitiados y reducidos a vagos atisbos de la civilización. No conocían la piedad, solo el deber; el suyo era repartir la palabra del nigromante, la desgracia a quienes se oponen y la inmortalidad a quienes le abrazan. Eventualmente, el mandato sobre el Bosque del Ocaso cambiaría de manos y el Nigromante cual espejismo desaparecería nuevamente del mapa, sus sirvientes no muertos parecieron desaparecer junto con él. Se había esfumado como si no hubiese existido en primer lugar, a pesar de la terrible marca que dejó en esa parte del mundo. Pero el servicio que Eadic le debía a su dueño estaba lejos de terminar. Todavía quedaba una tarea más para el caballero caído.
  19. Ecos de Rol (EdR) o (ER) www.ecosderol.org
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