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  1. ILUSDN

    C'llah Dhor

    En un camino en lo profundo del bosque imperaba un silencio atroz. El sendero abarcaba miles de leguas de idas y vueltas, giros y recodos, luces y sombras. Hacía siglos que no se utilizaba y hasta el eco de los murmullos se había extinguido con el tiempo, pero no la magia. C'llah Dhor, es, fue y será el camino predilecto de los elfos del Quel'danil. El camino perdido, la senda oculta en la espesura. Otro más de tantos cuentos de hadas que habían quedado olvidados. Dael completó la lectura y sonrió de oreja a oreja. Si había algo que agradara más que la miel al joven sacerdote eran las historias. Y aquella apuntaba a que sería una buena. Fue a ver a Auric para convencerlo de que sería una excelente idea rastrear aquel camino. En el camino encontró a Lynnete y posteriormente se les sumaron también Liondyl y Agora. El entusiasmo de Daelanor poco a poco se les fue contagiando a los demás hasta el punto de querer desentrañar los misterios alrededor de aquella historia. Todos habían oído narrarla como si se tratase de una simple fábula para niños. En algunas versiones, un par de niños quel'doreis se extraviaba en el bosque y encontraba el camino a casa gracias al sendero oculto, logrando así escapar de un ogro que deseaba comerlos; en otros simplemente se la mencionaba como una ruta segura para cruzar el bosque. Cualquiera sea el caso, los habitantes del Valle lo consideraban una mera leyenda, un cuento o poco más. Los miembros de Hath'lorien estaban dispuestos a hallar la verdad detrás de esas historias y de ser posible, probar lo contrario... Primera Sesión. Participantes y habilidades: @Bastián como Auric @TitoBryan como Lyondil @Zora como Lynn @Akross como Ilaren @Mirela como Agora Habilidades: Tradición/Historia - Rumores - Buscar - Advertir/Notar
  2. Axl

    [Alterac] Los Peregrinos

    (Activa la música!) Los Peregrinos Y el destino del clan Puño Trueno ¡Terror en la fortaleza del clan Puño Trueno! Haldrad envía lo que queda de sus tropas quebrantadas por la guerra contra la tribu Pantanoinfecto a sus asentamientos meridionales en un intento desesperado por proteger lo que queda de su clan! Negándose a pedir ayuda una vez más a sus hermanos Martillosalvaje y con los fondos insuficientes para valerse de mercenarios el earl Haldrad se enfrentará a la futura perdición de su gente. Pero a sus espaldas, fieles allegados en vez de acelerar su caída o difundir su desgracia hacen lo posible por mantener a salvo su mandato. Prólogo Brunn Makai, el capitán de las tropas Puño Trueno en el puesto fronterizo de Dol Värr, se preparaba para otro largo día de comandar a sus subordinados contra los recientes ataques de las tribus Cazacabelleras y Hachacieno. Se colocaba sus botas y ajustaba su armadura antes de acercarse a su arma, en su habitación el fuego de un hogar alumbraba la estancia y al lado de este su hacha de guerra descansaba cabeza abajo. Llevaba un tiempo sin usarla y se había tomado el tiempo de limpiarla adecuadamente. Preferiría volver a los días de antes, cuando podía lanzarse de cabeza al campo de batalla y olvidarse del resto del mundo en lo que duraba un combate contra sus enemigos. ¿Qué podía perder, la vida? No era algo que le asustase precisamente, no es que su vida fuese mala, si no que a cada día que pasaba sentía como si estuviese perdiendo las razones para vivirla. Tras la victoria de su primo Haldrad contra la tribu de brujos Pantanoinfecto poco tiempo tuvo el clan para celebrar y menos para recuperarse. La enfermedad se encargaba de consumir a los que habían sobrevivido al enfrentamiento y no eran pocos los que sucumbían tras volver a sus hogares. Algunos caciques trol tomaron iniciativa tras esto y en vez de alejarse de sus rivales Puño Trueno decidieron continuar con la ofensiva en búsqueda de botín, venganza y sacrificios para sus retorcidos dioses. Con ayuda de los ogros de las montañas solo era cuestión de tiempo para que los enanos sucumbiesen y Brunn lo sabía muy bien. Cuando se estableció con su pequeña armada en Dol Värr era un pueblo próspero y ahora era algo parecido a una fortaleza sitiada durante años: muros de roca destruidos en algunos sitios, fosos de pinchos llenos de petróleo crudo, un edificio expropiado y convertido en torre de homenaje y otro reducido a escombros en estado de reconstrucción. Los pocos civiles y mercaderes paseaban apresurada e incómodamente a través de escuadras de soldados y mercenarios. El último ataque había causado considerables bajas, aunque los enanos eran sin duda un hueso duro de roer para sus vecinos saqueadores. Se aseguraban de que cada guerrero se llevase al menos cinco trols antes de perecer y hacían un buen trabajo manteniendo ese ritmo, hasta que el recuento de bajas empezó a parecer significativo y se solicitó un intercambio de tropas en los demás asentamientos del earl Haldrad. Ahí es cuando los números de las bajas empezaron a aumentar y los ataques adquirieron una frecuencia alarmante. Brunn solicitó una cita con su primo el earl de los Puñotrueno donde le rogó que pidiese ayuda a los concejos del clan Martillosalvaje, pero solo fue respondido con negativas de parte de su familiar y líder. Ya habían pedido ayuda una vez para una guerra que apenas pudieron ganar, volver a hacerlo sería visto con malos ojos de parte de los concejos del clan y sobre todo de parte de Falstad el alto Thane de las Tierras del Interior. Temiendo que su poder pudiese ser reducido o incluso revocado por parte de los cabecillas de Pico Nidal el earl Haldrad no tuvo más opción que negarse y trabajar con lo que tenía. Aunque eso pudiese costar muy caro, poco le importaba sabiendo que podría deshonrar a su gente aún más pidiendo ayuda como un lisiado que apenas puede defenderse. Brunn sabía que era un necio, pero en parte, entendía su posición y lo que ella demandaba… pero eso no significaba que debía quedarse de brazos cruzados esperando la exterminación de su clan. El capitán idearía la forma de salvar a su gente aunque su primo no lo permitiese. Con el tiempo y las personas indicadas. Tomó su hacha y se acercó a la salida. Tenía una reunión pendiente con unos viejos compañeros de campo. I. El plan En el territorio elfo de Quel'danil, en avanzadas horas de la noche, una ventana todavía relumbraba con la luz de una vela. Odriel Feathersun había pasado la noche en vela reescribiendo y ordenando los documentos de Hath'lorien. Tener un séquito de personas a tu mando era costoso de forma tanto monetaria como mental, y este solo era uno de sus muchos trabajos pendientes. El hechicero por un segundo se desplomó sobre la mesa víctima del sueño y con el estruendo espabiló. Frotó su frente con la mano y maldijo, pero se serenó al saber que al menos por esta noche habría terminado. Se propuso a colocar todo en su sitio para proseguir al día siguiente (o más bien en unas pocas horas) y tener una merecida siesta en lo que quedaba de noche para él. Se acercó a una biblioteca cercana levantandose de su escritorio y al ir colocando libros, documentos y cartas una en específico cayó al suelo. El elfo la observó y meditó si merecía la pena gastar la energía que le quedaba en agacharse para devolverla a su sitio, cuando vió el sello de un clan enano sobre ella una de sus cejas hizo un arco en su rostro y volvió a su escritorio con la misiva en mano. Tras un rápido vistazo se dio cuenta de que se trataba de un mensaje del clan Puño Trueno, aunque no podía especificar muy bien a que se debía. No volvían a ver a los subordinados del earl Haldrad ni al mismo desde que brindaron su apoyo en la guerra contra la tribu trol de los Pantanoinfecto y detuvieron su extraño ritual. El elfo imaginaba que podría haber en el escrito mientras que rompía el sello para sacarlo. ¿Los enanos necesitaban ayuda otra vez? ¿Se trataba quizá de una compensación monetaria retrasada? ¿O tal vez Bodvar, su propio compañero enano había roto algún artefacto sagrado casi involuntariamente? Por alguna razón, solo se esperaba la primera y última opción. Suspiró y leyó el mensaje con la paciencia que le quedaba. Para Odriel Feathersun y Compañía. Envío este mensaje con caracter de urgencia para ordenaros la visita inmediata del puesto fronterizo de Dol Värr para una reunión con mi persona donde discutiremos sobre asuntos diplomáticos, la situación actual de nuestra relación como aliados en momentos de necesidad y las terribles consecuencias que pueden causar una falta a la lealtad para con el pueblo enano. Es inquisitivo que decidáis acudir con sus allegados de mayor confianza, y que por NINGUNA, ABSOLUTAMENTE NINGUNA RAZÓN informéis de este mensaje a ningúna otra persona en la que no depositéis total y completa confianza. Recibirá más detalles una vez llegue a nuestras inmediaciones. Traicionar los terminos de este mensaje traerá consigo vengativas repercusiones sobre su persona además de vergonzosa desgracia para sus amigos y familiares. Cordiales saludos y buenos deseos. Encargado Brunn Makai de los Puño Trueno Extrañado por la naturaleza del mensaje, que bien no podía saber si tomarselo como una amenaza, una orden o una propuesta, el elfo decidió guardar la carta en un sitio donde la tuviera cerca. En la mañana le preguntaría a Bodvar si podía entender más o menos el criptico lenguaje que los enanos lograban crear incluso cuando usaban el común para la comunicación. Se acercó a la cama y se dejó caer sobre ella como si su cuerpo pesara una tonelada y sus ojos se cerraron dándo la bienvenida a un plácido sueño que en los días venideros extrañaría completamente. Se pasó toda la mañana buscando a Bodvar, quien había hallado una nueva diversión guiando un rebaño de ovejas. No podía describir la capacidad del enano para hallar nuevos y extraños pasatiempos, aunque podía reconocer bien los que adoptaba por puro aburrimiento... no sabía el porque le preocupaba que este no fuese uno de ellos. Desde que robaron ese cordero a una tribu de ogros tiempo atrás el enano fue recolectando de forma misteriosa y posiblemente ilícita un rebaño entero de doce ejemplares que le acompañaban a todos lados por alguna extraña razón. Se había convertido en un pastor y le gustaba estar en las Tierras del Interior. Su espíritu aventurero había entrado en una especie de coma y aunque sufría ataques de violencia cada cierto tiempo ahora era más sereno pero nunca menos gruñón que antes. El elfo le encontró rodeado de su rebaño como de costumbre y tras pedirle ayuda con su carta el enano ahuyentó a sus corderos para leer la carta. Explicó en pocas palabras que bien podría tratarse de una reunión de índole secreta, y que el sello era verdadero y no se trataba de un trampa. Esto aumentó la curiosidad del elfo quien invitó al enano a dedicarle una visita a Brunn Makai, cosa que el enano aceptó sin muchos problemas y tras una pequeña reunión con el resto de los elfos iniciaron su viaje a Dol Värr donde les esperaba el encargado de los Puño Trueno. El puesto fronterizo era un pueblo medio destruído y con signos recientes de ataques. El aeromante se preocupaba al ver el estado de las estructuras y se preguntaba a si mismo que ocurriría si el sitio caía y como reaccionarían los concejos de Pico Nidal. Las calles estaban vacías a excepción de unos pocos vendedores ambulantes, civiles y batallones de soldados enanos que marchaban de una puerta a otra. Parecían en un constante estado de alerta e incluso los habitantes del pueblo mostraban magulladuras, heridas cubiertas de gasa y moratones. En la plaza principal les recibió un joven enano que se presentó como Modi Modisson, intendente del regimiento de enanos que se hallaban ahí asentados. Parecía bastante jovial y esperanzado a pesar de la situación que estaba viviendo, como una antorcha de felicidad en medio de un tunel de pura desdicha. El enano les guó rápidamente al salón principal donde se hallaban más guerreros que reposaban sus heridas y al fondo de la sala se hallaba el sujeto que buscaban, Brunn Makai. El enano saludó formalmente a Bodvar y Odriel antes de que todos compartiesen palabras, bebidas y algo de alimento. Les explayó la situación de la mejor manera que pudo: El clan Puño Trueno estaba acercándose cada vez más a su perdición. Los trols, ogros y otras criaturas terribles parecían confabular para destruir lo que quedaba de ellos desde fuera y dentro de sus propios asentamientos. Brunn explicó que tras la batalla final contra los Pantanoinfecto una terrible enfermedad había sido la encargad de envíar a la mayoría de los guerreros a la cama o a la tumba, dejando demasiado desprotegidas las demás poblaciones de los Puño Trueno, los trols parecían haber comprendido esto casi al instante, y al menos unas tres tribus distintas empezaron a atacar a los enanos con ayuda de ogros monteses, la fortaleza del clan envió a casi todos sus guerreros a los puestos meridionales donde ocurrían los ataques cada vez más recientes y en mayor magnitud. Aunque los enanos procuraban llevarse consigo la mayor cantidad de enemigos posibles (cosa que realmente lograron hasta el momento). Tenían que depender de las provisiones que llegaban accidentadas de la fortaleza principal, Karak Baruk, además de otros suministros para soportar el constante estado de asedio. Brunn reconoció la amenaza de inmediato y le rogó a su primo Haldrad que pidiese ayuda a los demás earl Martillosalvaje, pero el líder Puño Trueno se negó rotundamente a tal cosa alegando que aunque fuese posible, el resultado final sería la anexión de su clan a algún otro de mayor poder y eso causaría el final de su linaje como lider y el de su pueblo. Su primo, Brunn, le insistió muchas veces pero nunca tuvo éxito, así que necesitaba hallar otra alternativa. También era sabedor de que pedir ayuda a los otros clanes a la larga sería contraproducente pero no era un necio que esperaría su muerte por la terquedad de su primo aunque fuese el líder, así que llamó secretamente a todos los personajes relevantes de la Batalla de la Marisma Enferma y les encomendó la tarea de buscar apoyo en forma de guerreros en los demás territorios enanos que estén dispuestos a defender esa tierra por un precio justo. También había llamado a Odriel y Bodvar para esta tarea, aunque su destino quedaría en un sitio que apenas conocía el par, los picos nevados de Alterac. Bodvar rechazó su petición casi a modo de burla, ciertamente estaba cansado de tener que pelear por los demás y más todavía por recompensas tan insignificantes para él como lo eran el dinero que al fin y al cabo siempre se iba a gastar. Pero Odriel veía más allá de eso, reconoció instantaneamente el sentimiento de perdida que se iba creando en su corazón al ver a aquellos enanos al borde del exilio de su propia tierra, cosa que le trajo recuerdos descorazonadores a su mente. Reacio a que una situación parecida volviera a suceder aceptó el encargo de Brunn y eventualmente logró obligar al enano a participar también en esta campaña. Su misión era simple y complicada. Debían viajar a Alterac, más especificamente a los dominios del clan Pico Tormenta y reunir en el camino a la mayor cantidad de guerreros posible para la defensa de Dol Värr y sus poblaciones cercanas. Daba igual que calidad tuviesen, si mercenarios o personas dispuestas a luchar por un nuevo hogar. Mientras más espadas, hachas o martillos pudiesen añadir a su causa mayor era la seguridad de que tendrían éxito. Makai les dió un par de meses para lograrlo, teniendo en cuenta que eso es lo que durarían hasta que las provisiones se acabasen y se vean obligados a retroceder abandonando a su suerte el puesto fronterizo. Parecía un tiempo bastante justo para una empresa de tales magnitudes, pero el hechicero ya estaba decidido a lograrla aunque tuviesen que viajar tan lejos. Bodvar por su parte no estaba tan a gusto por tener que abandonar lo más parecido a un hogar que tenía en años, pero su conocimiento sobre la montañosa región no podía pasarse por alto así que Brunn le ofreció veinte kilos de cobre y plata por su completa dedicación a esta tarea, cosa que a pesar de todos sus principios aceptó. Se estrecharon las manos y se retiraron del salón sin más tiempo que perder. Modi les esperaba afuera, sería su primer compañero de viaje y contaba con la compañía de Berta, una bestia de carga confiable y tan aguerrida como un enano. Lo que no sabía Bodvar es que la condición de su adelantada recompensa era que Modi Modisson la cuidaría para asegurarse de que el enano no se retiraría de la empresa con el botín. No por dudar de su honor, si no por el cuidado de su propia inversión. Esto hizo enojar enormemente a Bodvar, pero su orgullo herido le hizo jurar que le demostraría a Brunn Makai y al clan Puño Trueno que Bodvar Budrikson del clan Drakiggson no deja una promesa sin cumplir. Odriel organizó a los miembros de Hath'lorien que quedaban y les informó de su partida. Unos cuantos elfos se ofreceron para viajar con ellos y el hechicero aceptó. Auric Plumargenta, un talentoso forestal y arquero se había quedado con la delegación del salón elfico hasta el regreso de Odriel y compañía. Se prepararon para el viaje lo mejor que pudieron y al alba, iniciaron su marcha hacia Pico Nidal donde harían todo lo posible por reclutar más guerreros a su causa. Participantes / Habilidades usadas: Odriel Feathersun @ILUSDN Auric Plumargeta @Bastián Bodvar @Axl // Trama y trabajos largos en desarrollo, para participar enviar un mensaje directo por foro o Discord // 25/3/19, 1:30h de duración
  3. Thala

    Hakim

    Ficha realizada por la maravillosa @Psique
  4. By Gero-8: https://twitter.com/Gero8Sama Nombre del Personaje Darlon Gebb Peso 60 kilogramos Raza Humano Lugar de Nacimiento Villadorada Sexo Hombre Ocupación Alumno de la Academia de las Artes y las Ciencias Arcanas Edad 31 años Creencias La Luz Sagrada Altura 1,75 metros Alineamiento Neutral Bueno (También conocido cómo Panadero Mágico, Señor Gebb y Subversivo) Historia completa Descripción Física Darlon es un hombre adulto-joven, actualmente posee una edad de 31 años, cuerpo en la media atléticamente hablando, aunque delgado, y con una altura de 1,75 metros. Su largo pelo es de color rubio, de ojos azules, acompañados de una barba de igual color, actualmente su barba comienza a notarse frondosa al estar bastantes semanas sin afeitársela. No parece tener ninguna discapacidad física notable, ni externa ni interna, sin destacar en su raza, notándose sus raíces de la familia que posee en Villadorada. Físicamente su cuerpo suele tener diversos pelos rubios por el torso, sin ningún tatuaje ni cicatriz por este, viendose delgaducho, sin llegar a ser débil pero tampoco llegando a ser fuerte. El pelo es largo, normalmente atado por un accesorio o lo que encuentra para formar una coleta. Suelto le llega hasta la zona inferior del cuello, yendo siempre aseado (siempre que pueda, claro). Descripción Psíquica No tiene problemas psíquicos, viéndose "moralmente correcto" según lo que el piensa. Cuando la situación lo necesita, incluso se podría llegar a pensar que no podría llegar a hacer daño ni a una mosca por su tranquilidad, pero cuando la situación se vuelve de un calibre tenso, puede perder los estribos con facilidad. Tiene muchos miedos, quizás demasiados, pero sobretodo a los insectos (más si son de gran tamaño), a los guerreros montados a caballo, a las situaciones dónde está expuesto y sin control... y la lista sigue y sigue. Se siente generalmente -muy- atraído hacia razas que tengan relación de alguna manera con la magia, osease: quel'doreis, kaldoreis (sobretodo altonatos, aunque sea peligroso), draeneis... Y realmente su mayor preferencia, son los hombres, aunque aceptaría a una mujer siempre que tuviese características muy específicas, pero es extremadamente raro... Además de tener una curiosidad casi insaciable por -todo tipo de arte-, sí, incluso los oscuros. Le encanta leer, mucho, muchísimo. Todo lo que sea literatura, sobretodo de historias y leyendas, le encanta desde que era un simple niño. La magia es algo que le atrae mucho, además de querer aprender esta con todas sus ganas. Una de sus pasiones es escribir, uno de sus objetivos llegar a ser leído en todo Azeroth. Actualmente, con la treintena de edad, busca avanzar todo lo posible en su vida, quiere hacer logros, ser recordado, podría decirse que tiene una depresión interna que no canaliza, y seguramente sea verdad. HISTORIA GRIMORIO EVENTOS
  5. Una reunión inusual El rasgido de una pluma era lo único que cortaba el silencio que se extendía por aquella habitación en penumbras. Sobre una mesa de madera oscura y refinada una vela se consumía poco a poco. La luz que proporcionaba a duras penas iluminaba la figura de un quel’dorei de cabellos plateados. El individuo se encontraba inclinado sobre un trozo de pergamino y realizaba continuos trazos con la pluma con cierto nerviosismo. Cuando finalizó su escrito, alzó el pergamino y observo el resultado, de cierta manera, conforme. Días después casi todas las posadas de Villadorada y unas pocas en Ventormenta mostraban carteles en letras thalassianas que llamaban a una reunión en casa de Odriel Feathersun. Cuando el día de la reunión llegó, Odriel no esperaba encontrarse con demasiada gente pero aun así se llevó una sorpresa cuando el número fue incluso menor de lo que había supuesto. Tres elfos llamaron a la puerta aquel día. El primero fue Loresh, un muchacho confiado que delataba a simple vista que se dedicaba a la magia ya que llevaba consigo una moneda que envolvía en llamas cada vez que la arrojaba hacia arriba. Aunque Odriel le permitió entrar en la biblioteca, no se quedó tranquilo hasta que esa moneda hubiese ocupado su lugar apropiado dentro del bolsillo del mago. Después de Loresh llegó Klamendor, un robusto elfo al que Odriel conocía bien y al cual había ayudado en anteriores ocasiones. Por desgracia Klamen padecía de una severa amnesia por lo que no recordaba gran parte de su pasado entre los Quel’doreis y su motivación estaba centrada en recuperar esos recuerdos. Por último llegó Auric el más joven de todos y a quien el bibliotecario conocía desde hacía pocos días cuando le ayudó a colocar los carteles de la reunión. Auric era un muchacho entusiasta y decidido, por lo que al oir la propuesta de Odriel había aceptado con gusto. Ahora al bibliotecario solo le restaba convencer a los otros dos, pero no estaba preocupado ya que confiaba completamente en la causa que defendía. Fue así que les habló sobre libertad e independencia y también habló sobre la oportunidad de ayudar a los suyos. Porque por años habían devuelto el favor a los humanos de haberles permitido acceder a sus territorios, pero todo tenía un límite y la ayuda prestada excedía a ojos del mago lo que podía llamarse un intercambio justo. Odriel creía que ya no eran aquel pueblo debilitado y sin rumbo que se había visto obligado a buscar un nuevo hogar entre los humanos. El exilio les había cambiado, sí, pero también les había dado nuevas herramientas con las que podrían hacer renacer la antigua gloria quel’dorei. Con estas ideas y la intención de forjar un nuevo hogar, donde cada quel’dorei pudiese tener mejores oportunidades que en las ciudades imperiales, fue que el mago les habló de viajar a Quel’danil. Allí intentarían poner el futuro y el destino de la nación de nuevo en sus propias manos
  6. Axl

    [Valle de Alterac] Batidores

    Había sido duro, el camino fue inclemente y agotador, pero finalmente habían llegado a su destino. Bodvar había estado teniendo sueños con las nevadas montañas de Alterac desde que su viaje había empezado. Pero lo último que deseaba era admirar el panorama, no, su negocio moría y él tenía que salvarlo. Costase lo que costase. Los materiales se acabaron como él lo había predicho y se negaba rotundamente a cederle ni una sola moneda a los estirados humanos. ¡Le arruinarían antes de siquiera cumplir el primer año! No, no podía permitirlo. Necesitaba un modo de alimentar sus forjas con materiales, y había descubierto el indicado... tal vez. El clan Picotormenta era conocido por sus grandiosas habilidades para la excavación de minas, se dice que tanta ha sido su afición por esa profesión que cada enano de Dun Baldar nace con una pizca de mortero en las venas. Además de que, como cualquier otro clan, tenía sus problemas. Bodvar tenía intenciones de ayudar a los Picotormenta y comerciar con ellos, quien sabe, al fin y al cabo ellos compartían región con los despreciables orcos Lobo Gélido, y la posibilidad de volver a llevarse consigo unas cabezas de pielverde solo era un bonus para las intenciones del enano. Sea como fuere, hallaría un lugar en ese clan y obtendría el suficiente renombre como para hacer un buen trato comercial con ellos y volver a su negocio tranquilamente. ¡Era el plan perfecto! Desde que empezó a marchar en Elwynn los enanos Ivar y el joven Okri le empezaron a seguir, aunque el guerrero Drakkigson fuese un personaje apartado y receloso, siempre había preferido viajar acompañado en algo como esto, y más si eran dos miembros de su propia herrería. Atravesaron las tierras gélidas de Dun Morogh e hicieron pocas paradas en Loch Modan, para empezar a viajar a remo por los inundados Humedales. Si algo caracterizaba a la partida de enanos era su perseverancia, pues nunca se detenían. Apenas le dedicaban unas pocas horas al sueño antes de reanudar la marcha y eso en parte fue lo que aceleró su viaje. Eventualmente reclutarían a Ofülg, un veterano guerrero del clan Yunquemar y antiguo conocido de Bodvar, quien se unió irremediablamente a la partida apenas descubiertas las intenciones del enano. Se quedaron unos días en la fortaleza del clan Colina de Hierro, Dun Garok, donde se pertrecharon y resolvieron unas pocas disputas para el clan. Muchas cosas ocurrieron durante su estadía en la colina de los Colina de Hierro, Ivar y Ofülg tenían que afrontar el hecho de compartir sitio en esta aventura, pues ambos enanos eran distintas caras de una misma moneda que poco más deseaban algo que no fuese arrancarse la cabeza el uno al otro. Por otra parte, Okri iba puliendo sus habilidades a su vez que iba aprendiendo más del mundo. Fascinado por los sitios a los que le había llevado esta aventura y deseoso de continuar el viaje, el espíritu aventurero que latía en el interior del enano más de una vez lograba animar a los enanos en sus penurias. Mientras que Bodvar, invadido por sueños e intrigas, cada vez se volvía más distante y reservado, perdiéndose en sus pensamientos durante largos periodos de tiempo y no hablando con nadie más que consigo mismo. Hierro de Sangre Con el espíritu avivado y las alforjas llenas, los enanos reanudaron su cruzada al norte. Con un mapa que revelaba las zonas más seguras para transitar a través de las montañas y a una distancia peligrosamente cercana a las tierras de nadie norteñas, lograron atravesar el complejo de picos y riscos que hacen de Alterac una región tan peligrosa para los desprevenidos. Solo gracias a los hacedores fue que lograron evitar acabar en la cueva de un ogro furioso o en el corazón del coto de caza de una trulla de bandidos. Pero todas las adversidades se hicieron a un lado cuando los enanos lograron observar las primeras columnas de humo que se alzaban en el cielo, y los tejados de sólida roca de donde aparecían. Estaban por fin en los dominios del clan Picotormenta, tras todo lo que el grupo había tenido que pasar, finalmente lo lograron. Pronto llegarían a su destino. Siguieron marchando pero el clima y el cansancio hizo una mella profunda en los extenuados cuerpos de los enanos, quienes hallaron refugio en una granja apartada en las colinas perteneciente a Modi Mascarrocas y su familia. Gracias a su hospitalidad los enanos pudieron finalmente hallar descanso en una cama cómoda y pasar el tiempo en una habitación caliente. Un lujo que había sido privado de ellos desde hacía muchas noches. Bodvar, no obstante, seguía teniendo sueños con esta antigua fortaleza. Y más de una vez se encontraba observando a las estrellas, somnoliento. Dun Baldar estaba cerca. Su juramento pronto estaría a salvo del incumplimiento. Aunque muy en el fondo, sus ansias de gloria y batallas empezaban a palpitar cada vez con más fuerza en su corazón. Deseoso estaba de los desafíos que le ofrecían estas tierras salvajes. Participantes: Ivar @Titobryan [Defensa - Reflejos - Hachuelas (CC) - Advertir/Notar - Tradición/Historia] Bodvar @Axl [Defensa - Reflejos - Martillo mano (CC) - Advertir/Notar - Tradición/Historia - Comercio] Ofülg @Archibald [Defensa - Reflejos - Hacha de guerra (CC) - Sanación/Hierbas - Tradición/Historia] Okri @Grol [Defensa - Reflejos - Hacha de mano (CC) - Tradición/Historia - Comercio]
  7. Thala

    Armand Lynch

    Ficha realizada por la maravillosa @Psique
  8. Nuvalia

    Margot Tanner

    (Imagen cortesia de Rokhen, gracias!) Nombre: Margot Tanner Raza: Humano Sexo: Mujer Edad: 25 Altura: 1,70 Peso: 65 Lugar de Nacimiento: Ventormenta Ocupación: Medicina Descripción física: - Pelo rubio. - Ropa sencilla pero limpia, sin pretensiones. - Aspecto esmerado, de quien cuida bastante su higiene personal. - Piel blanca, denota a alguien que no ha tenido que realizar trabajos físicos. Aunque posee piernas fuertes, habituadas a largas caminatas. - Complexión algo rellena sin entrar en obesidad. - Ni tatuajes ni marcas especiales Descripción psíquica: - Cierta religiosidad, fruto de su educación. - Buena amante de los niños. - Poco dispuesta a entablar relaciones amorosas, no son precisamente su prioridad. - Buena memoria. - A primera impresión puede comunicar algo de ingenuidad. - Tendencia a marearse en barco - Algo miedosa, aunque intenta sobrellevarlo - Gran capacidad de empatía - Terriblemente curiosa. - Por fuera denota serenidad, aunque en su interior hierba la inseguridad. Historia - Margot ya tiene doce años! Ya es hora querida! Simon Tanner reflexionaba con su mujer Tabatha acerca del futuro de su hija. Su caro jubón de zorro de Crestagrana desentonaba en aquel maloliente almacén atestado de pieles curtidas en el puerto de Ventormenta. - Querida, nos ha ido bien en el negocio, ese contrato con el ejército nos ha dado más oro del que necesitamos. No quiero que nuestra hija tenga que ensuciarse las manos curtiendo pieles, podemos permitirnos darle una buena educación, debemos mandarla a la abadía de Villanorte, allí será instruida como una paladin o sacerdotisa de la santa luz, eso nos dará prestigio. El oro no es problema. - Oh querido Simon, pero es nuestra única hija, es tan joven y frágil. La voy a echar de menos - Tabatha contemplaba cómo los operarios cargaban el barco con sus pieles curtidas, otro embarque hacia Rasganorte.. Así fué como Margot Tanner, hija de curtidores acaudalados ingresó en la abadía de Villanorte para adquirir una educación acorde con el nuevo estado social de sus progenitores. Paso 4 años aprendiendo historia, gramática, etiqueta y, por supuesto fue iniciada en el camino de la santa luz. Fue a la edad de 16 años cuando recibió la noticia, sus padres habían caído enfermos, un extraño mal parecía haberles atacado simultáneamente. A Margot se le concedió un permiso especial para asistirlos. La imagen que recibió a la joven fue de lo más descorazonadora, sus padres yacían postrados en cama, víctimas de una inexplicable parálisis que se iba apoderando lentamente de sus cuerpos. Ninguno de los bien pagados médicos sabía de dónde les venía el mal. Margot, desesperada fue a tomar la mano de su padre. Fue entonces cuando lo notó, fue una especie de corriente que recorrió su brazo y le hizo brincar el corazón. No sabia que era aquello, pero tuvo la certeza de que sus padres iban a morir. Miró a su alrededor, impotente, implorando a los médicos que hicieran algo, no importaba el precio del tratamiento. Dos días después los padres de Margot eran sepultados en el cementerio de Ventormenta. Aquel hecho hizo que Margot tomará una decisión, no volvería a dejar que la invadiera la impotencia delante de la enfermedad o el sufrimiento de sus semejantes. Decidida a aprender los secretos de la medicina fue tomada como aprendiz del maestro cirujano Grumman Eldher, de quien durante nueve años estuvo aprendiendo el arte de la medicina. Demostró tener ciertas dotes para la cirugía y la herboristería, no en vano había pasado su infancia ayudando a desollar animales en casa de sus padres y utilizado diversas hierbas para curtir sus pieles. Margot ayudaba a Grumman en sus visitas y atenciones a los ciudadanos de Elwynn. Solo en otras dos ocasiones volvió a notar esa especie de corriente que parecía recorrer todo su ser, los pacientes murieron poco después, aquello la aterrorizaba, por eso decidió sobreponerse a tal efecto, creyéndolo algo maligno, guardando el secreto en lo más profundo de su mente. Habiendo ya concluido su aprendizaje básico, busca establecerse como médico al servicio de alguna organización en Elwynn. (*) NOTA: La afección de los padres era intoxicación por mercurio, algo muy común en curtidores que empleaban ese producto como mordiente.
  9. Thala

    Thala'riel Thirys

    Diseño de la ficha realizado por @Psique ( The real Husbando)
  10. Prólogo Ernest había estado escribiendo durante horas. Tanto así que tenía que retirar la mano y sacudirla durante un rato a causa del calambre que le provocaba estar en la misma postura durante un tiempo tan prolongado. Aunque se había alimentado bien a lo largo de la semana no podía evitar sentirse enfermo y débil. Siempre había pensado que las condiciones en las que vivía, el entorno y las personas que le rodeaban eran los principales motivos para sus aflicciones. Lo mismo pensaba su maestro Heironimus, quien a pesar de haber sido una figura digna de respeto y decoro; un estudioso y experimentado cirujano de profesión, también había sido arrastrado al vórtice de miseria en el que ahora ambos se encontraban. No había pasado tanto tiempo desde que perdieron el control sobre su hogar. Unos cuatro o cinco meses, quizás un par más. Le dolía recordarlo, le avergonzaba pensar en lo estúpidos que se veían ahora: reducidos a un grupo de patéticos hombres y mujeres que vivían en chabolas a causa de unos hombres que supieron jugar sus cartas mejor que ellos. ¿Donde estaba la valentía que les impulsó a realzar su hogar? ¿Donde estaban los supuestos emisores de la justicia imperial que les sacaría de este aprieto? La respuesta, como todas las otras ocasiones, hizo que su corazón se le cayera al suelo. Eran ellos, los mismos hombres que se habían adueñado de todo lo que era suyo y de sus conocidos, familiares y amigos. Los que abusaron de su confianza y les respondieron solo con mentiras, y luego con violencia. Eran criminales, asesinos y animales. Había escrito muchas cartas, muchas llamadas de ayuda, pero ninguna fue respondida. Dejó de intentarlo cuando se dio cuenta de que todas eran enviadas a la basura apenas dejarlas para su envío, no habían palomas mensajeras, servicio de correos, nada. Estaban aislados. La frustración se apoderaba del joven aprendiz y de ella había nacido una idea. ¿Y si era él quien entregaba el mensaje? ¡Sí! La idea fue tan buena que tuvo que reprimir un grito para no despertar a su maestro. Si lograba escabullirse y escapar del pueblo solo se interpondrían ante él unos pocos días hacia la ciudad de Villadorada. Pero nadie lo había logrado antes, ya sea por los peligros del bosque o por los propios brutos locales que les daban caza. Pero él era hábil, o al menos lo suficiente; tenía agilidad, era joven y astuto, estaba bien alimentado... sí, definitivamente él lo lograría. Terminó de escribir su última carta y fue a preparar sus pertenencias, ya sea con el consentimiento del doctor Heironimus o no. Cambiaría las cosas de una vez para siempre.
  11. Axl

    Eadic - El Apestado

    Información principal ♦Nombre: Eadic, el Apestado ♦Raza: No muerto ♦Sexo: Varón ♦Edad: Indefinida ♦Altura: 1.91cm ♦Peso: 68kg ♦Lugar de nacimiento: Desconocido ♦Ocupación: Caballero Caído, Siervo ♦Ficha: ♦Historia completa Descripción física Apareció junto con el resto al anochecer, mató a William y no se a cuantos más. A pesar de que todos pertenecían al mismo saco de escoria no muerta, algo había de peculiar en ellos. Iban ataviados con pesadas armaduras y armas... ¡Luz, parecía que estaban formados a base de ellas! — Jefe Oswald † de la Milicia de Tunja. Año 30 - Bosque del Ocaso En vida, habría resultado ser un hombre alto, aunque los había más altos sin dudas, sano y atlético. Fruto de una vida dedicada al trabajo físico. Ahora es un constructo, concebida su mente a este mundo mediante la más maligna de las magias, construido su cuerpo en base a una parodia de lo que representó en el pasado. Un enorme guerrero hecho de hueso, de tejido y de correoso metal cuyas alargadas extremidades están recubiertas por frío acero semioxidado y maltratado por el paso del tiempo. Su rostro cubierto por una visera también perdió las facciones que podían recordar a cualquier cosa que pudiera asemejarse a un hombre. Ahora convertido en un derruido amasijo de tejidos. Carente de ojos, pero obsequiado con un encantamiento que le permitía ver el mundo que lo rodeaba. Sus órganos se han descompuesto y han ido perdiéndose a lo largo de los años. Quedándole unos pocos que, a despecho de la falta de necesidad de su dueño, todavía se aferran a su interior como un pegoste vomitivo. Resultando en un autentico gigante de podredumbre, metal y huesos. Los encantamientos que mantenían sentidos artificiales todavía atados a su cuerpo también se han visto desgastados por el paso de los años o por la falta de potencia a la hora de realzar al no muerto. Resultando así en una notable tara para sus capacidades de acción y reacción. Por lo que es común que a la hora de darle una orden desde la lejanía, o intentar captar su atención, se necesite más de un intento para conseguir hacer que lleve a cabo una orden. Descripción psicológica ¿Cómo diseñar el ejército ideal? Empieza con el guerrero perfecto; un ser frío y calculador que no conozca el miedo, que ni la fatiga o el hambre lleguen a afectarle y que siempre vaya a donde yo le diga. Otorgadme un millar de esos hombres y conquistaré el mundo en menos de diez años. — Director del Colegio Carmesí Adolphus Krieger. Año ¿? - Lordaeron. Acusado de herejía y desaparecido. A pesar de las muchas afirmaciones de que gran parte de los no-muertos a la hora de ser alzados pierden por lo general la capacidad del raciocinio, la memoria o incluso la inteligencia misma, Eadic no forma parte de aquel montón. Además de que parece conservar todas las capacidades intelectuales que tenía cuando vivo, ha demostrado a lo largo de su no-vida un acelerado ritmo de aprendizaje. No le ha sido traumatica para nada su nueva existencia inmortal, ni tampoco le molestan sus nuevos objetivos y razones para continuar en este mundo; ha abrazado lo que es con una facilidad impresionante, convirtiéndole en un efectivo de confianza para aquellos a los que sirve. Es un gran conversador a despecho de su poca necesidad de hablar, o al menos eso han dicho. Siendo considerado una armadura viviente por su frecuente falta de comunicación con aquellos que le rodean, no ha demostrado ser desobediente o insubordinado. No deja de centrarse en un objetivo, aunque las tácticas que tenga que tomar para completarlo sean diferentes a las establecidas. A pesar de su condición, no parece demostrar una aversión verdadera hacia los vivos y su mundo. Más bien es distante a la hora de lidiar con con ellos, más de una vez se le ha escuchado refiriéndose a ellos como al ganado mismo. El Apestado La caída de Villa Oscura y la consecuente perdida del Bosque del Ocaso a manos de las fuerzas de la oscuridad fue el detonante para una saga de infames repercusiones a lo largo y ancho de la boscosa región y el Imperio mismo. A su vez, no son pocos los que sospechan cual ha sido el provocador de estos terribles sucesos; el Nigromante y su grupo de secretos acólitos, sus centenares de sirvientes descerebrados y su selecto grupo de no muertos a quienes dotó de una inteligencia superior y la capacidad del raciocinio. Eadic estaba entre ellos. Algunos dicen que eran doce originalmente, aunque otros afirmaban que llegaban a alcanzar el tamaño de una compañía entera. Los "caídos" eran seres de relativamente bajo poder, aunque cumplían su función sin dudarlo y con una eficiencia terrorífica, algunos actuando como tenientes de las siempre hambrientas hordas de zombis, otros como rastreadores y cazadores con manadas enteras de necrofagos a su disposición. Una cosa era segura; los paladines de muerte que había creado el nigromante eran una realidad terrible y fueron los responsables de innumerables estragos a lo largo de la región. Solo bastaba con una diminuta infusión de su esencia para darles a estos tenebrosos seres el poder que necesitaban. Cada uno servía a un propósito, cada uno fue creado bajo instrucciones específicas; cada uno solo seguía la voluntad de un amo. Eadic se unió a sus hermanos cuando fue alzado en el gigantesco cementerio de Cerro del Cuervo, a pesar de que sus habilidades para el alzamiento de criaturas nigrománticas eran considerablemente inferiores a las del resto de sus compañeros alzados este demostró una capacidad de aprendizaje bastante notable. Esto sumado con sus habilidades para el combate y sus dones para la hechicería oscura le había asegurado un puesto junto con sus hermanos. Entonces empezaron las invasiones. Pueblos y aldeas eran arrasadas, sus habitantes diezmados y devueltos a la vida como siervos del gran maestro. La oscura cruzada del Nigromante no parecía conocer límites o rumbo alguno, pues un radio de muerte se expandía con cada paso que daban sus temibles fuerzas. Poco a poco se había dado a conocer el objetivo real de sus maquinaciones. Mientras tanto, Eadic acompañaba a sus hermanos a donde sea que su amo les enviase. Docenas y docenas de escaramuzas se desarrollaban y si no era suficiente con uno de estos oscuros caballeros caídos, este volvería con la compañía del resto y una modesta cantidad de criaturas de pesadilla siguiéndoles de cerca. Los asentamientos de los hombres eran constantemente sitiados y reducidos a vagos atisbos de la civilización. No conocían la piedad, solo el deber; el suyo era repartir la palabra del nigromante, la desgracia a quienes se oponen y la inmortalidad a quienes le abrazan. Eventualmente, el mandato sobre el Bosque del Ocaso cambiaría de manos y el Nigromante cual espejismo desaparecería nuevamente del mapa, sus sirvientes no muertos parecieron desaparecer junto con él. Se había esfumado como si no hubiese existido en primer lugar, a pesar de la terrible marca que dejó en esa parte del mundo. Pero el servicio que Eadic le debía a su dueño estaba lejos de terminar. Todavía quedaba una tarea más para el caballero caído.
  12. Radz

    Kenway Drake, Corsario.

    Kenway ha perdido recientemente su barco en una tormenta en alta mar, con sus hombres muertos y el malherido consiguió aferrarse a los escombros de madera del barco. Las mareas lo dejaron a la deriva durante 25 días, pescando y comiendo peces crudos y alimentándose del agua de la lluvia y su propio orín. El día 26 divisó tierra, algo que desconocía, remo con las pocas fuerzas que le quedaban hasta que llegó a una isla perdida de la mano de la Luz. Vivió como pudo alimentándose de bayas, fruta y marisco hasta que por fin divisó un barco mercante, creó una hoguera que tenía preparada en la playa, la incendió y tras el barco, darse cuenta de la situación se dirigió a la misma, recogiendo al corsario, de tez difusa debido a la desnutrición y pasando desapercibido hasta llegar a la capital humana, donde empieza su nueva y fatídica aventura para obtener un barco y su tripulación, de la manera que sea.
  13. C0rt3x

    William Frank

    William Frank Información principal Nombre: William Frank Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 25 Altura: 1.82 Peso: 77 Lugar de Nacimiento: Desconocido Ocupación: Soldado del Ejército Imperial Ficha: Enlace a ficha de William Música: Descripción física: William es un muchacho alto, con una buena musculatura, formada a base de callejear y pelear por mendrugos de pan, todo esto en la más absoluta clandestinidad, siempre que se pueda. De tez pálida y pelo castaño casi rojo, con unos ojos claros y una estructura facial tosca. Tiene el pelo corto generalmente, cejas no demasiado pobladas y barba rasurada. Sin cicatrices visibles. Descripción psíquica: William es gentil y medido con sus palabras, fruto de sus compañeros vagabundos, algunos de los cuales eran músicos, o antiguos nobles, que le enseñaron lo que necesitaría para sobrevivir. Positivo y amigable, de buenas formas y buena presencia, no suele guardar rencor ni llevarse mal con nadie. Historia Se puede leer lo siguiente, en un cuaderno viejo, sin portada con una letra casi indescifrable, con unos trazos nerviosos: Yo... Bueno, la verdad, no sabría por dónde empezar... Hace unos años, 10 creo, sí, algo así. Hace 10 años conseguí, o más bien adopté mi nombre actual. A decir verdad, no sé de dónde vengo, ni quién soy realmente, ni cuál es mi nombre de verdad, no recuerdo nada, y nadie de mi alrededor parece recordarlo tampoco, bueno... De mi alrededor por llamarlo de alguna manera... Veo cientos de personas al día, algunos sonríen, otros no tanto, la mayoría giran la cabeza al verme y, bueno, es normal, por aquí a poca gente le gusta ver a una panda de vagabundos... Algunas personas incluso nos escupen, y nos instan a conseguir trabajo, aunque no de las mejores maneras... Y ya, sé que debería trabajar, pero no es tan fácil... Yo... Necesito algo más... Pero bueno, que me lío, por dónde iba yo... Ah, sí, claro, mi nombre. Desconozco cuál es mi nombre realmente, pero adopté William, por un hombre, un vagabundo como yo. Murió, una pena, era un buen hombre, pero la peste pudo con él, enfermó, y murió, como lees, sí, sí, muerto, caput... Una pena... Era un buen hombre. Con él aprendí cosas básicas, sí, muy básicas. Siempre veía esos caballeros de brillante armadura, paseando con sus caballos, sus grandes espadas, y la gente los aclamaba, los quería, los adoraba. Esas armaduras... Luz, eran perfectas, ojalá algún día tuviese alguna, estaría tan feliz... Qué feliz sería... William (mi tutor, claro) me instó a conseguirlo, dijo que él se había codeado con algunos de ellos, pero nadie lo saludaba ya, desde que su apellido cayó en desgracia, no recuerdo muy bien cuál era, lo mencionó un par de veces, o tres, no más, una pena, una pena. Él fue el que me enseñó que la apariencia era muy importante, sino más importante que comer, casi. La apariencia lo es todo, es más que un título, cuando te ven, si a simple vista estás andrajoso, como un vagabundo, como cualquiera de nosotros, ya no te ven, quiero decir, te ven, pero hacen lo imposible por no hacerlo, apartan la mirada, hablan con sus acompañantes, madre mía, madre mía. Lo que hace la gente cuando no te quiere ver, cuando no quiere saber nada de ti... Yo, generalmente no soy tan nervioso, bueno, ahora sí, pero generalmente no, me gustan las cosas claras, claras y concisas, William me lo enseñó, con el tiempo sigo aprendiendo nuevas cosas, ahora solo tengo 15 años, pero pronto, pronto me armaré caballero, sí, siguiendo sus consejos seguro que lo lograré, algún día... Años más tarde... Luz, acabo de recuperar este cuaderno, tras un par de horas intentando descifrar la letra de un joven nervioso de a penas 15 años, hoy, 10 años después, puedo continuar esa historia... Ahora mucho más calmado, y con una mejor letra, espero. Al poco tiempo de escribir eso, conocí a un músico vagabundo, al día conseguiría unas cuantas piezas de cobre, que compartía conmigo con gusto, y mientras cenábamos algo de pan duro y queso (cuando cenábamos) cantaba unas bellas canciones que jamás olvidaré, tenía una voz muy dulce, que incitaba a pensar... A soñar... Me enseñó algunas canciones algo más fácil, que con el tiempo pude interpretar, con algunos desafines, pero pude hacerlo, mejor o peor, pero lo hice. Pero no pienses que solo vivía de la caridad del músico, también yo conseguía algo de dinero, no era fácil, no tenía talentos especiales, pero gracias a William, el viejo William, y a todo lo que me enseñó, por alguna razón conseguí caerle en gracia a algunas personas, que me daban siempre un par de monedas más de las que ellos querrían... Con el tiempo, el músico marchó a otro lugar, a buscar una mejor suerte, y sinceramente, espero que la consiguiese, era un buen tipo, muy bueno, aunque no recuerdo su nombre, ni siquiera recuerdo si algún día llegó a decírmelo... La vida en las calles era dura, uff, ya lo creo que sí, con el pasar de los años, conocí a todo tipo de gente, algunos buenas personas... Otros no tanto... Hará ya unos dos años, empecé a ahorrar. Fue un trabajo muy duro, incluso tuve que pasar algunos días sin comer, pero conocí a un hombre, que al igual que William me había dado un motivo más para seguir... El ejército. Era un soldado retirado, le faltaba una pierna y el ojo izquierdo, pero aún así, me dijo que era lo mejor que le había pasado en la vida, pertenecer a la guardia. Dijo que quizá sería un buen camino para lograr lo que quería, ser caballero, él había conocido a algunos también, incluso tenía compañeros que lo habían conseguido, así que me instó a alistarme, desde entonces ahorro, para comprar alguna ropa, para presentarme decentemente ante los soldados, para alistarme, ya sabemos lo importante que es la presencia ¿verdad? Sea a los ojos de quién sea, una camisa más o menos limpia y unos pantalones sin demasiados remiendos dan una muy buena imagen de la persona, el habla, algo que he aprendido con los años, hará el resto. Me enseñó todo lo que sabía sobre armas, a un nivel teórico, y practicábamos con palos pesados, imitando a los grandes mandobles de los caballeros... Luz, como me gustaba eso... Cada vez estaba más cerca de lograr mi sueño, y eso, eso hacía que cada día fuese mejor que el anterior, calidecía mi alma aún en los días más fríos, y miraba a los caballeros, con sus brillantes armaduras de otras formas. Ya no como dioses, sino como pronto, hermanos. Un día, de repente, desapareció, y hoy, dejo de escribir para comprar algo de ropa, y presentarme en el cuartel, con el fin de convertirme en caballero. Sea quien sea que lea esto, si es que algún día alguien lo llegase a leer, deséame suerte... Firmado: William (Sin apellido)
  14. SwordsMaster

    Lex et ordo

    Lex et ordo Las órdenes habían sido dadas. El sitio: Escogido. La IX compañía de la XIII Legión se había ofrecido voluntaria a hacerlo realidad. En ausencia del Sargento Faler von Falveri, que se preparaba para sus nobles tareas de entrenamiento en la Iglesia de la Luz, el Cabo de Sveri se había ofrecido como voluntario temporal para ayudar con la organización de la operación. Con las órdenes dadas y el sitio escogido, solo quedaba lo más importante: Dar vida al esperado cuartelillo del casco antiguo de Villadorada, cuya noble misión sería llevar la ley y el orden a cada rincón de esas salvajes tierras que, para pesar de muchos, eran consideradas parte de Villaodrada y ensuciaban su noble porte e imagen con crímenes, bandas y toda clase de actividades ilegales. Pero eso podía cambiar, y la IX Compañía se encargaría de crear la transición entre "Puede cambiar" y "Cambió". La operación Lex et ordo había comenzado Offrol:
  15. -Mira, cariño-dijo la mujer del registro-Tienes que sacar un número y hacer la fila en el segundo piso. Allí se validará tu documento y te enviarán aquí para que lo sellen. -Pero...estoy haciendo fila aquí hace tres... -No me interesa. ¡Siguiente! La frustrada elfa tuvo que aguantar 6 horas más de filas. Pero finalmente logró que se le sellara su documento.Los extranjeros solían tener muchos problemas para pasar. Aún cuando ya era su segunda vez pasando. Documento Identificatorio del Alto Hogar 134.200.41 A -Mantener siempre en buenas condiciones -Exigir siempre el sellado al viajar -En caso de extravío, reportarse a la embajada o archivo más cercano Nombre: Alayratiel Alaris Mérianor Amarantis Sura'lessia Apellido: Aureaster Estado Civil: Viuda Padre: Lord Kerys Mérianor Aureaster Madre: Lady Vissalia Alainette Árbol Dorado Edad: 100 Lugar de Nacimiento: Torreón del Molino - Aldea Camino de Plata Ocupación: Estudiante del Conservatorio Real de Lunargenta Descripción Física: Descripción Psíquica:
  16. Kario

    Misterios de Sangre

    Misterios de Sangre I. Investigando sucesos. Joshep estaba al corriente de los extraños asesinatos que había en el barrio pobre, cadáveres sin sangre alguna. Además no lejos de lo que era "su" barrio. Debía ponerse manos a la obra, pues sabía que la Guardia Imperial no tomaría mucho caso en lo sucedido pues se trataba del barrio marginado de Villadorada. Así pues, con la dirección exacta de donde había ocurrido todo, decidió ponerse a investigar. Al llegar al callejón un cartel adornaba la entrada con un "Prohibido el paso". No le hizo mucho caso y con ballesta en mano comenzó a caminar, hasta que escuchó un ruido... ***** Alexandra y su ímpetu de aventura la llevaron también a dicho callejón, también haciéndole caso omiso a dicho cartel se aventuró sola, todo iba bien para la humana, hasta que una bruma comenzó a rodearla..."¿De dónde ha salido esto?" Era de las muchas preguntas que se hacía Alexandra, pero que no tenían respuesta para ella, la muchacha siguió caminando hasta que llegó a una zona dónde el olor a azufre era bastante fuerte. Allí se agachó y tomó unas cuantas muestras del suelo. Fue en ese entonces cuando Joshep apareció detrás de ella, tras una charla algo acalorada ambos pudieron escuchar un sonido metálico a lo lejos del callejón. Mientras discutían sobre que hacer, Alba apareció en la escena también... Mientras hablaban y discutían el sonido se hacía cada vez mayor, hasta que finalmente un Guardia Imperial con un farol se presentó ante ellos. ***** Poco pudieron hacer pues el guardia los echó del lugar rápidamente, el grupo salió de aquél callejón y comenzaron las acusaciones entre ellos mismos. Mientras que discutían, un grito agónico que provenía desde la otra manzana llamó la atención del grupo que inmediatamente tomó silencio y marcharon hacia el lugar. Segunda víctima. Piernas partidas, boca abierta, totalmente pálido, sin un ápice de sangre en el cuerpo y sin ninguna herida notable. Tanto Margot como Albert examinaban el cuerpo del joven fallecido. Mientras que Joshep y los suyos ponían orden en la calle y llevaban a todo el mundo a sus casas. Tras una charla y varias deducciones finalmente decidieron hacer una autopsia al cadáver, pues por la zona del vientre al pasar la mano Joshep había notado algo fuera de lo normal. Llevaron el cadáver a una zona alejada, en una choza medio derruida llena de cucarachas. Tanto las habilidades de Margot, como las de Albert salieron a relucir, consiguieron abrir el cadáver y extraer de su interior una...botella de cristal. ***** El cadáver se hizo añicos, pues la falta de sangre o...por el efecto macabro de algún hechizo el cuerpo estaba más frágil de lo normal, así que cuando la intervención acabó el cuerpo acabó en polvo. Mientras tanto, Joshep examinaba la botella, algo extrañado la abrió y leyó su interior. No podía creerse lo que había escrito en ese papel. "MARGOT" eso es lo que figuraba en el papel, pero, ¿realmente se trataba de la doctora Margot?. La confusión se apoderaba del grupo. ¿Vino o té? Joshep sospechaba de Albert, tenía motivos pues era un anciano muy sospechoso y sin Margot él podría dirigir el dispensario del barrio pobre y quedarse todas las ganancias, no era tan descabellado ese pensamiento en la mente del posadero. Debía de hacer algo al respecto para intentar de proteger a Margot y los suyos. ***** Más tarde comenzaron a aparecer todos los conocidos por la taberna y mientras hablaban e intentaban darle claridad al asunto, apareció Albert con su abultado morral y los sonidos metálicos de este, el grupo mantuvo algo de silencio y fue Margot quien lo rompió saludando al sospechoso hombre. Hablaron de muchos temas, como aplicar magia arcana a la medicina...los sucesos del otro día, todo iba bien. Joshep le preguntó a Albert si quería tomar algo. Este dijo una copa vino, Joshep quería cobrarle muy caro la copa, así pues finalmente Albert se pidió un té. ***** Joshep tenía una corazonada, así que en el té añadió una sustancia que serviría de somnífero y así podría atrapar a Albert. El cirujano comenzó a beber mientras hablaba con Margot, este no notó nada extraño, hasta que la taberna comenzó a darle vueltas, fue en ese entonces cuando quiso marcharse, pero Joshep "ofreció" una cama, para que descansara. Finalmente Albert accedió, pues estaba a punto de desmayarse. ¿Culpable? Registrar las posesiones del cirujano y su abultado morral eran todo un desafío pues había varios botes de líquidos sin etiquetar, instrumental que solo Margot reconocía, un extraño libro y todo con el característico olor a azufre, esto no hizo sino aumentar más las preguntas sin respuestas del grupo. Pecas la empleada de Joshep, se mostraba algo reacia a este asunto incluso a veces con algo de miedo. Albert se encontraba maniatado, con una capucha y amordazado...poco podía hacer el hombre para intentar librarse del secuestro, pero la pregunta era, ¿Realmente era él, quién había cometido esos asesinatos? ***** Cuando terminaron de planear el siguiente movimiento, Margot y Pecas salieron de donde retenían a Albert. Más adelante se volvieron a encontrar nuevas victimas y esta vez, todas tenían la palabra "NECIOS" en la frente de los cadáveres, parece que Albert no estaba tan implicado. Recabando información. Tras todo lo acontecido, Joshep decidió salir en busca información, seguro que algunos de los mendigos a los que daba cobijo habría visto algo y así fue, uno de los mendigos le contó algo y que también había visto una pequeña niña, la hija del panadero. Martha. Aparte de eso, Joshep, descubrió que quién fuera que fuese, no lo hacía solo, tenía a dos secuaces que le ayudaban a retener la victima y además tenía el nombre de uno de ellos o al menos el apodo. Gato Tuerto. ***** Cuando Joshep fue a contarle a Margot sobre la niña del panadero ella ya lo sabía pues su padre había ido a su consulta para pedirle auxilio, sin más ambos fueron a ver a la pequeña y su a padre. Tras llegar, Margot fue a hablar con la pequeña niña, mientras que Joshep hablaba con el padre. Joshep no sacaría gran información, pero Margot sí, la pequeña lo había visto todo y se lo contó a la doctora entre sollozos. Finalmente la pequeña accedió a salir de su habitación y comer algo, Joshep y Margot discutieron sobre que hacer con esta familia, finalmente ambos acordaron de que se mudaran a la taberna, hasta que todo finalizara, solo por precaución. Margot, poco después habló con Jared sobre este tipo de magia y si era posible, el miembro de la Mano de Plata le explicó todo lo que sabía acerca de esta magia de Vacío y Margot lo anotó todo en su mente, preparándose por si llegaba el momento. Buscando a un gato. Joshep tenía la ubicación de Gato Tuerto, en el antiguo barrio de los puños, así que, junto con Alba y Aurora decidieron marchar hacia el lugar. Cuando llegaron Alba reconoció a un viejo amigo, Will el vidente. Ambos comenzaron a hablar, mientras que la joven le ofrecía comida. Joshep se mantenía vigilante y es cuando avistó algo que no le gusto ni lo más mínimo, una extraña y densa niebla al fondo del callejón. ***** Alba iba por los tejados, Aurora se mantenía en sigilo y Joshep avanzaba, hasta que escuchó como un virote venía directo hacia él. Se agachó en el momento justo y consiguió esquivarlo por muy poco. Y decidió adentrarse con sigilo por la niebla y lo consiguió al ver a su objetivo no se lo pensaría dos veces y disparó su virote, impactando en la pierna de este. El cual era Gato Tuerto. El hombre gritó de dolor y al poco tiempo apareció otro más, uno equipado con espada y escudo. Mientras no muy lejos, Joshep podía ver unos destellos rojos que cada vez eran más intensos, con el característico olor a azufre. ***** Alba decidió bajar y acercarse, pues había perdido de vista a su jefe, Aurora igual, decidió acercarse también con cierto sigilo, pero poco duró ese sigilo, pues la bruma había desaparecido y con ella se presentó un hombre con una túnica negra y encapuchado que respondía al nombre de Jamie. El combate se hizo inevitable. Joshep disparó su ballesta hacia Jamie y este respondió con una ráfaga de Vacío que impactó en uno de sus hombros. Tanto Aurora como Alba enfrentaban a los otros dos hombres, por un lado Alba desenfundó uno de sus cuchillos y se lo lanzó con bastante destreza y fuerza al muslo de Gato Tuerto, el cual impactó de lleno y lo dejó en el suelo sollozando hasta que se quedó inconsciente por la falta de sangre. Por otro lado, el hombre de espada y escudo era más diestro y conseguía mantenerse en pie contra Aurora y Joshep. Hasta que el posadero aprovechó el descuido de su rival al dejar la espalda libre y pudo golpearle con cierta violencia en la cabeza con el pomo de su arma, dejándolo inconsciente. Alba corrió tras Jamie al ver que se escapaba e incluso le lanzó un cuchillo el cual impactó en uno de los hombros, fue una gran equivocación, pues Jamie se giró y lanzó un proyectil de Vacío de gran potencia, que provocó que Alba volase varios metros hasta chocar contra algunos barriles quedando muy malherida e inconsciente. Joshep trató de alcanzarle pero fue inútil, mientras que Aurora amordazaba a los dos secuaces de Jamie. Todo había pasado muy rápido aquella noche, ¿Habrá represalias para el grupo? Información Offrol. Participantes. Master -> @Kario @Dut92 Como Joshep -> Advertir/notar, Sanación/hierbas, Callejeo, Espadas, Defensa, Reflejos, Tradición/Historia, Sigilo, Ballesta @Nuvalia Como Margot -> Sanación/hierbas, Cirugía, Religión, Tradición/Historia @OliviaVoldaren Como Alba -> Callejeo, Advertir/notar, Sigilo, Ballesta, Dagas, Reflejos @Blues Como Alexandra @Blues Como Pecas @xecnotron Como Aurora -> Callejeo, Sigilo, Reflejos, Ballesta, Defensa, Dagas @C0rt3x Como Gustavo/Nicholas @Kario Como Albert -> Sanación/hierbas, Cirugía Han sido múltiples sesiones de 3.5h cada una aproximadamente. Si me he dejado a alguien o alguna habilidad, avisadme!
  17. Mataorcos Se sentía agotado. Y sudoroso. Le faltaba el aire y cada bocanada que tomaba le llenaba la garganta con la pestilencia que abundaba en aquel sitio. Sus brazos y piernas comenzaban a agarrotarse pero, una vez más, debía forzar cada fibra de sus músculos para que alzaran el martillo. El choque contra el acero rival le hizo notar la tensión en la espalda y el peso en las rodillas. El orco que tenía en frente lo golpeaba con su fuerza y con su aliento, impregnado del aroma a sangre, pero él respondía con valentía. El iniciado de la mano de plata volvió a repeler a la criatura y, una vez más, sumándola a las incontables ocasiones anteriores, volvía a balancear su pesada arma, intentando darle por fin el golpe de gracia. Pero, ante todo pronóstico, su aguerrido rival de piel verdosa continuaba incorporándose una y otra vez. Jared observó a su derecha y notó como Bodvar estaba siendo superado por dos enemigos. El enano se defendía con fiereza, más no podía contra tanta agresividad con la que respondían sus adversarios. El muchacho alzó la diestra y rezó a la luz. Su mano se iluminó con un halo de extrema claridad, cual si fuese un rayo del alba apuntó al rostro del líder orco. Aquella luz, que dejaba momentáneamente ciego a su objetivo tras haberla recibido directamente, iluminó cada rincón, cada tabla sobre la que pisaban los combatientes y cada escombro de la sala. Los orcos los rodeaban, por ambos flancos. El iniciado observó a sus dos compañeros, luchando como si lo hubiesen hecho un millar de veces. Uno portaba su rostro impasible, aun en aquella situación, el otro, su antítesis, desafiando a la muerte con la tranquilidad de quien conoce que, de alcanzar la misma, solo sería su siguiente aventura. Tras esa fracción de segundo que se hacía eterna, la luz se apagó y volvió a notar como la sangre y el sudor, que manchaban su rostro, volvían a martillarle los ojos y hacerle arder la garganta. En ese momento, Jared no pudo evitar preguntarse… ¿Cómo había dejado que ese par lo arrastran a una situación así… otra vez? ******** Aquella mañana había comenzado sumamente tranquila y rutinaria para el aeromante. Odriel se paseaba por su biblioteca, reordenando los tomos de magia que tanto esmero le había costado ir consiguiendo a lo largo de los años. Un hueco vacío entre dos de los libros más apreciados por el mago le provocó cierta incomodidad. Sabía que tenía aquel tomo, que llenaba el espacio faltante, en el piso superior de su vivienda. No había finalizado su lectura, pero la obsesión por dejar todo en perfecto estado lo obligó a subir por el libro. Se encontraba sumido en esa tarea cuando oyó sonidos en la planta baja. Bajó presuroso, ya que no esperaba la llegada de clientes, y se encontró con que su biblioteca estaba hecha un desastre. Comenzó a recoger sus libros mientras observaba alrededor, solo había alguien que haría algo así: Bodvar. Horas más tarde, alguien más golpeaba a su puerta, esta vez ya estaba preparando. Jared se unía al grupo, tras una larga travesía que lo había llevado, desde paramos, de vuelta a Elwynn. Ninguno de los dos invitados estaba demasiado al tanto de la situación, por lo que Odriel se vió obligado a resumirles las razones por las que necesitaba su ayuda. Les contó sobre el grupo de magos desaparecidos y la petición de la academia de ir por ellos. Fue fácil convencerlos de que era buena idea hacer una travesía hasta las lejanas tierras al este de Elwynn y, sin perder más tiempo del estrictamente necesario, emprendieron la partida. El viaje, plagado de historias y anécdotas que compartieron entre sí, los llevo a través de caminos relativamente seguros hasta una aldea de mediano tamaño en Crestagrana. Allí no demoraron en buscar información del grupo de desaparecidos y, tras recibir algunas advertencias de los peligros de la zona, partieron rumbo a unas ruinas cercanas. Al llegar allí, tras un viaje que les tomó unas pocas horas, se encontraron con un viejo asentamiento en ruinas, vigilado por una torre oscura que parecía a punto de desmoronarse. Allí estaba, tal como les habían indicado, el campamento de los magos, pero al no haber hallado nada, decidieron inspeccionar la torre. Oscuros pasillos, plagados de viejas telarañas y escombros los recibieron en el interior. No tardaron en encontrar una destartalada escalera que los llevó, a través de una puerta trampa, a acceder a un recinto, en lo alto de la torre. Parecía una habitación y pronto el dueño de la misma se hizo presente frente a ellos. Era una figura oscura, de cabellos largos y mirada atemorizante. Embutido en una pesada armadura ornamentada con púas, un ser grotesco, que no era ni hombre ni orco les observaba. ******** Su mirada estaba fija en el horizonte, el viento hacía ondear su larga cabellera al compás de una melodía lúgubre que lo acompañaba en su día a día. Como una estatua, su figura se recortaba contra el firmamento, en lo más alto de aquella torre oscura. Demasiado tiempo había pasado desde que se convirtió en amo y señor de aquellas ruinas, demasiado como para recordar todo lo que había vivido y demasiado que olvidar. Una vez más un reducido grupo se internaba en sus dominios. Los vio desde lo más alto, recorrían el campamento de aquellos que días atrás habían visto castigada su osadía, y supo que pronto ingresarían en su morada. No se preocupaba demasiado, nunca lo hacía, pero en esa ocasión un extraño estremecimiento aquella meditación en la que se sumía antes de un combate. Urguk no era un orco, tampoco era un humano, pero luchaba con la fuerza de unos y la astucia de otros. Así había llegado a ganarse el respeto entre los campamentos de la zona y un grupo de jóvenes orcos que comenzaban a seguirlo. Ellos debían estar de vuelta pronto y no tendrían inconvenientes en lidiar con el enemigo. Escuchó sus pasos sobre el suelo de madera y decidió mostrarse frente a ellos. Tal vez para ganar algo de tiempo, o quizás tan solo por curiosidad. Un grupo que sin lugar a dudas se mostraba variopinto. Un humano, un enano y un elfo. Urguk se preguntó qué harían allí y se dispuso a hablar con ellos, después de todo, había heredado los modales de su padre y sabía tratar con pieles rosas. No venían a buscarle a el, tan solo buscaban a un grupo de personas. Algo sorprendido, pensó que tal vez podría intercambiar información y luego dejarlos ir, pero el enano rugía de rabia y eso encendía la sangre en las venas del medio orco. Sus compañeros estaban allí, listos para dar el golpe. Cuando bajó la máscara de acero, oscura como la pez, que ocultaba y protegía su rostro, supo que no habría vuelta atrás. ******** Bodvar rugía con ira mientras que la sangre manaba de algunas de sus heridas abiertas. Su cuerpo estaba tenso y la boca la tenía seca, aun asi estaba disfrutando, en parte, aquel enfrentamiento. Lo disfrutaría más si aquel pequeño orco no hubiese estada todo el tiempo buscando golpearlo por la espalda mientras que el perseguía a su líder. Y para peor, el semiorco le había ignorado en varias ocasiones, enfureciéndole aún más. Le demostraría que debían ser más cuidadosos en la presencia de un drakkigson. Pero esa no parecía ser su noche. Vio por el rabillo del ojo como el elfo y el humano enfrentaban cada uno a un orco diferente mientras que él tenía que lidiar a medias con el líder y el otro, más pequeño pero insoportable. Finalmente Odriel y Jared lograron deshacerse de sus agresores para prestar ayuda a Bodvar, quien había resistido hasta entonces los embates de ambos orcos. El enano estaba agotado y herido gravemente, pero aun así sintió la misma aversión que siempre cuando el aeromante derribo a tres de los objetivos con sus artes mágicas. Todos los orcos yacían muertos en distintos puntos del habitáculo, machando con sus sangre los débiles tablones de madera. Bodvar, se acercó a cada uno de ellos para coger su recompensa. Notó como el humano y el elfo apartaban la mirada cuando empezó con su labor de arrancar una a una las cabezas, valiéndose únicamente de una larga y afilada daga. Idiotas, pensó el enano; Ninguno de los dos comprendía el significado de aquel rito y seguramente jamás lo harían. Sabiendo esto, el Drakkigson se limitó a hacer su trabajo y una vez terminado colgó las cuatro cabezas de su cinto. Era hora de regresar a la aldea y demostrarle que no solo eran un grupo de habladores como había insinuado el posadero. Ahora también eran mataorcos. // Participantes y habilidades: @Axl como Bodvar [Rumores - Tradición/Historia - Martillo - Defensa - Advertir/Notar - Reflejos] @Kario como Jared [Rumores - Tradición/Historia - Martillo de dos manos - Defensa - Advertir/Notar - Reflejos - Crear Luz] @yo como Odriel [Rumores - Tradición/Historia - Toque de energía - Corte de Viento - Defensa - Reflejos - Proyectil Mágico - Golpe Eléctrico] Si me falta mencionarles alguna skill, avisen que ya ni me acuerdo
  18. Entre el conjunto de restos de anteriores anuncios y carteles, un pequeño papel se encontraba en el tablón de anuncios de Villadorada sin llamar mucho la atención. Solo alguien que se detuviese delante del tablero podría darse cuenta de un mensaje un tanto extraño, un trabajo: La simple mención de "demonio" pondría en alerta a cualquiera que haya tenido la mala suerte de encontrarse con uno de estos seres, aunque despertaría su curiosidad. No es normal que hubiese un demonio en Elwynn, y tampoco era buena señal... Todo apuntaba a un posible contrato para la hermandad, aunque había muy poca información... Tras reunirse en su refugio los restantes miembros de esta organización y de una puesta en común de información varia, Alexander sacó el papel del contrato y se lo mostró a sus compañeros, quienes lo leyeron sin mucha calma. Pocos habían sido los miembros de la hermandad que combatieron contra demonios, y menos son los que pudieron volver para escribirlo en sus códices. Sin saber muy bien cómo abordar el trabajo, o incluso si hacerse cargo de él, Alexander cogió a la recién llegada, Aurora, y se fueron a la residencia del tal Benedict Norton en un intento de conseguir más información, mientras que Darío y Vincent buscaban en los tomos que habían resistido en el tiempo información acerca de demonios en un intento de encontrar alguna información útil. Por suerte —tanto para la hermandad como para las gentes de Elwynn—, no se trataba de un demonio, sino de un alma en pena atada al poblado abandonado de Lindorg, un asentamiento abandonado desde hace veinte años que se encontraba en las alturas. Este fantasma, similar a una mujer, pero recién salida de la tumba, con un vestido sucio y harapiento, y con la piel cayéndole de los huesos, aullaba como si estuviese sufriendo una agonía eterna, ahuyentado a cualquiera que osase acercarse al asentamiento. El pobre Benedict, padre de familia, se le notaba desesperado por ayuda. Nadie había reclamado el trabajo, y la fiebre se estaba llevando la vida de su hija, Mandy, quien necesitaba beber agua limpia y pura según la herborista de la zona, o moriría. Un padre en apuros, como él, estaría dispuesto a darlo todo por su hija, pero alguien de su nivel tiene más bien poco que ofrecer. Las almas en pena son los restos de alguien que ha dejado este mundo asuntos sin zanjar, atadas a este mundo por un objeto de un significado emocional muy intenso. Son capaces de dañar la carne y la mente mientras son atravesadas —sin efecto alguno— por espadas y flechas, pues no dejan de ser espectros, y unos capaces de maldecir la vida por décadas... Debido al nivel de peligro del contrato, ya que Alexander quería ayudar a ese pobre padre en apuros, decidió negociar con él para subir la tarifa de contrato. A fin de cuentas, si realizaban el trabajo, estaba poniendo en riesgo tanto su vida como la de sus hermanos, y eso tiene un precio. Al final, Benedict sacó todo lo que tenía en su casa, ciento ochenta y cinco monedas de cobre. Tras reunirse todos y poner al tanto a Darío y a Vincent, el grupo de cazadores de monstruos decidió cumplir el trabajo. Estaba en su esencia, en su razón de ser, ayudar a la gente como Benedict Norton, así que cogieron sus monturas y cabalgaron hasta Lindorg bajo el manto de la noche y la luz de la luna. Nada más llegar la vieron. Y nada más llegar ella los vió. Un aullido espectral de agonía vino acompañado de la carga del alma en pena. Fue un encuentro extraño. Los gritos del espectro taladraban los tímpanos, y la plata conseguía dañarle, pero el acero y demás materiales la atravesaban como si fuese aire. Al cabo de un rato, el alma en pena se desvaneció, y cuatro copias aparecieron, una al lado de cada uno de los hermanos, succionando la energía vital de estos. Por suerte, un solo golpe era capaz de hacer desaparecer a estas copias, y con su desaparición se creía que volvería el espectro real, pero no fue así, no volvió. Había huido... pero volvería al día siguiente si no hacían nada. Algo la retenía en ese lugar. Muchos eran los escombros, pocos eran los edificios que podían albergar algo de interés. Con un pozo en el centro y tres casas aún en pie, era hora de inspeccionar el terreno y de saber qué ocurrió en ese poblado. Todo apuntaba a que los saqueadores ya habían pasado por allí, o que tal vez fuesen los culpables de lo que ocurrió en ese asentamiento, pero consiguieron algunas cosas que, bien empleadas, tendrían valor. Mientras Vincent montaba guardia y Darío hacía de tripas corazón para no perder los nervios por ver un escenario similar al que él vivió, Alexander y Aurora buscaban pistas, señales... Cualquier cosa que les sirviese. Al final, en la última casa, Vincent vió algunos arañazos en el marco de la puerta, como si alguien hubiese sido arrastrado a la fuerza. Eran de manos pequeñas, de una mujer seguramente... Aurora consiguió encontrar dos cofres. Dentro de ellos había un diario amarillento, envejecido, escrito a mano. La mayor parte de sus páginas eran ilegibles, otras se caían, y otras habían sido arrancadas. Tenía manchas de sangre en las tapas, y esto llamó la atención de Alexander, quien cogió el diario y leyó aquellas pocas páginas legibles de interés: Tras leer el diario, Alexander fue a donde Aurora encontró los cofres, y consiguió hallar un rastro que le llevó hasta el cadáver de un hombre que fue apuñalado con un cuchillo y que tuvo que morir al instante. Los animales se comieron su cuerpo. Dejaron limpio el esqueleto, aunque había más manchas de sangre seca, y no tenían pinta de ser del hombre... Siguiendo un rastro de manchas apenas visibles, y viendo los arañazos en la madera, Alexander supuso que habían arrastrado a alguien a la fuerza, alguien que todavía estaba vivo, o mejor dicho, viva. El rastro llegaba hasta la puerta, donde se podían ver las huellas ensangrentadas de manos pequeñas. No había cuerpo alguno alrededor de la casa, pero sí otras huellas cerca del pozo. La cuerda estaba tensa. El cadáver de una mujer pendía de la soga del cubo, ahorcado por esta. Le faltaba el brazo izquierdo. El grupo sacó el cadáver y llegaron todos a la conclusión de que el brazalete sería ese objeto que ataba al alma en pena al pozo, y que lo llevaría en el brazo izquierdo. El pobre Vincent, tal vez en un acto de valentía, se ofreció para bajar por el pozo y buscar en el agua gélida. Empleaba la misma soga como cuerda para bajar, pero, debido al tiempo y al clima, su soporte se rompió, y cayó al agua, no sin antes golpearse varias veces con las piedras de la caída del pozo. La búsqueda del brazalete se convirtió en una odisea. Malherido, con la espalda dolorida, Vincent consiguió encontrar el brazalete, pero no encontraba manera alguna de salir de la caverna en la que se hallaba. Debido a esto, antes de que entrase en una hipotermina, Aurora y Alexander marcharon a un lago cercano al poblado. Tal vez estuviesen comunicados. El veterano se quitó su armadura, se tomó uno de sus extraños elixires y buceó hasta llegar a una pequeña cavidad que comunicaba la caverna con el lago para ir en el rescate de Vincent. La cosa no fue muy bien, pero ambos consiguieron salir de allí. Llegaba el momento final. Alexander preparó algo de su aceite etéreo para poder combatir al espectro, mientras que Darío terminaba de preparar la pira y Aurora se preocupaba por Vincent. Una vez que todas las armas fueron embadurnadas de aceite, prendieron fuego al cadáver con el brazalete. En cuanto las llamas engulleron el esqueleto de la mujer, se tornaron de colores verdosos, y apareció otra vez el alma en pena. El combate fue feroz. Los ataques físicos, de no ser por el aceite, habrían atravesado al espectro como si nada. Vincent quedó muy mal parado, y Alexander también —aunque no tanto—. Las heridas de Aurora eran solo mentales, y leves. En cambio, Darío estaba en casi perfecto estado. Y con esto el espíritu de Claer desapareció, y así fue eliminada la maldición del pozo. Solo quedaba recuperarse un poco e ir a cobrar la recompensa. Alexander acabó harto de Aurora, así que se subió a Roche y se marchó sin decir a dónde iba. Fue a recoger la recompensa, o más bien a rechazarla. Dado que Benedict no quería que se marchase sin nada, sacó unos tomos que no le servían de nada y se los entregó como pago. El resto del grupo se llevó una sorpresa cuando fueron a cobrar la recompensa. Viendo lo mal que estaba la hija de Benedict, decidieron darle algunas cosas que podrían tener valor para la joven y se marcharon al refugio, donde se encontraron los tomos de recompensa, pero no al que los había traído. Alexander no estaba. Solo Darío intuía dónde podría estar, pero prefirió mantenerse callado. Sesiones realizadas Recompensas Daños
  19. El tablón de anuncios de Villadorada estaba repleto de mensajes y de fragmentos de papeles arrancados. Notas que iban desde alguien preguntando por su perro perdido hasta un parte meteorológico obvio. Pero hubo un anuncio que llamó la atención a Darío y a Alexander, algo similar a un contrato: La hermandad a la que pertenecían Darío y Alexander se disolvió hace años, pero recientemente hubo un nuevo encuentro para rearmarla, y para ello se necesitaba dinero, dinero como el que venía en esa bolsa llena de monedas que mencionaba el mensaje del tablón. No era el contrato clásico que la hermandad aceptaba. Más bien era morralla en comparación a los antiguos trabajos de la época dorada de estos cazadores de monstruos. Pero los tiempos son distintos, y el dinero era necesario para el grupo, así que cualquier trabajo podía ser bienvenido. Darío y Alexander llegaron al refugio de la hermandad. Una vez reunidos allí, se decidió cómo proceder. Tanto Vincent como Silencio dieron su visto bueno al trabajo, así que el muchacho cabalgó junto a Alexander a la Plantación de Calabazas de Brackwell para profundizar en el asunto del trabajo mientras Silencio y Darío aguardaban al otro lado de la Ribera Lóbrega. Poca cosa les pudo decir Odolan, quien parecía el dueño de la plantación, aparte de que solo vio a tres figuras llevándose uno de sus arcones a la frontera con el Bosque de Ocaso. Era poca información, pero algo por lo que empezar. Alexander, viendo que el dueño tenía cierto poder económico, aprovechó la desesperación del hombre por recuperar su arcón y sus documentos robados para exigir un pago por adelantado, y duplicar la recompensa, a lo que Odolan accedió, mas rechistando. Vincent siguió el rastro de lo que parecía ser el cofre siendo arrastrado hasta la orilla del río que hace frontera con Ocaso. Tras cruzarlo, se reunieron con sus otros dos hermanos y los pusieron al tanto de la situación: buscaban a tres bandidos con un pesado arcón y una carpeta de documentos. El Bosque de Ocaso es grande, denso y peligroso, así que el grupo caminó con pies de plomo en dirección sur siguiendo un rastro, pero este se perdió. Ante el desconocimiento de por dónde marchar, decidieron seguir con el mismo rumbo de antes. No muy grata fue su sorpresa cuando un virote de ballesta impactó en el suelo, a los pies de Darío, a modo de señal, acompañado de una advertencia que amenazaba a los hermanos si daban un paso más. Lejos de ser amedrentados por un bandido, con Darío a la cabeza, el grupo cargó hacia delante, hacia una hoguera que divisó Vincent suponiendo que era del campamento de bandidos. Varios virotes volaron, y algunos impactaron —aunque no en los objetivos deseados—, y tras unos instantes el grupo se encontró en una gran desventaja, tanto numérica como de habilidad, bien por el tiempo sin empuñar un arma, por la inexperiencia o por la falta de costumbre. Aprovechando que Vincent se alejó un poco para rodear a los bandidos, el que parecía el jefe de estos galopó a toda velocidad, espada en mano, e intentó llevarse por delante al muchacho, quien fue lo suficientemente hábil como para esquivar la acometida enemiga y derribar al jinete de un virotazo a su montura. Contaron seis bandidos en total teniendo en cuenta al jefe de estos, cuatro delante enfrentando a Alexander y a Darío, el jefe contra Silencio y Vincent, y un último bandido escondido en alguna parte disparando con su ballesta ligera. El enfrentamiento fue duro. Aquel cabecilla de los bandidos consiguió rajar el costado del muchacho, y la sangre empezó a salir sin control. Los otros bandidos plantaban cara a Darío y a Alexander, dos a uno, con el sonido de las espadas tapando el ambiente del bosque. Al final, el jefe de los bandidos consiguió apresar a Vincent, y le colocó su filo en el cuello, ordenando al resto del grupo que soltase las armas si querían que el joven continuara respirando. Silencio y Alexander soltaron sus filos, pero el muchacho consiguió zafarse y tirar al suelo a su agresor. Alexander cogió entonces rápidamente su cuchillo y lo clavó en la cara de uno de los bandidos mientras Silencio empezó a conjurar magia oscura contra el bandido jefe, intentando desviar la atención que había sobre el empapado en sangre de Vincent. La situación cambió rápidamente. Darío mantenía a raya a los otros tres bandidos a golpe de mandoble, Silencio intentaba mantenerse firme contra el jefe de esos bandidos, Vincent sujetaba su dolorido y ensangrentado costado y Alexander corrió en ayuda de sus compañeros. Lanzó su cuchillo contra el bandido jefe, quien cayó al final gracias a la ballesta de Vincent. Gritos agónicos sonaban por donde Darío, aunque no eran de él. El combate había dado un giro de 180º, y la victoria parecía próxima. Tras prestar ayuda a Vincent y Silencio, Alexander agarró la ballesta del muchacho y comenzó a disparar a la copa del árbol en el que se encontraba el último bandido. Darío le intentaba convencer de que bajase (aunque sin éxito), y Silencio llevaba a duras penas al joven a un lugar resguardado. Hizo falta la ilusión de una chispa que amenazaba con incendiar el árbol para que el bandido saltara, y una vez en el suelo, tuvo que vérselas con Darío. No hubo combate, solo preguntas mientras Alexander recuperaba los bienes robados de Odolan. Al final el bandido escapó, quién sabe cómo, pero estando solo y maniatado pocos eran los lugares a los que podría ir en ese bosque oscuro. Vincent fue estabilizado gracias a los conocimientos en sanación de Alexander, Darío consiguió coger al caballo del bandido jefe y el grupo consiguió cumplir su contrato. Vincent malherido, Silencio inconsciente y Darío herido marcharon de vuelta al refugio de la hermandad para curar las heridas y descansar tanto el cuerpo como la mente a la vez que Alexander marchaba a cobrar la recompensa. Con un total de cien monedas de cobre en mano, el que llamaban sus hermanos “el Brujo” se dirigió a Villadorada. Había que hacer unas compras para la hermandad, entre ellas material médico para las heridas, como hierbas y ungüentos, y material médico para la mente, como cerveza y licor. Información de la sesión
  20. neorexx

    [Renegado] Logan Heshef

    Nombre: Logan Heshef Raza: Renegado Sexo: Hombre Edad: 29 Altura: 1,81 Peso: 61 Lugar de Nacimiento: Ventormenta Elwyn Ocupación: Mercenario/Cazarecompenzas(por ahora) Historia completa Descripción física: Posee una mirada que en vida ya dejaba en claro el tipo de hombre que era, centrado y alerta ante todo. Pero que ahora en muerte le da más peso a lo que transmite con un toque letal, de cabellos negros y opacos por la ausencia de vida en su ser, la piel de un tono aún más pálido de lo que ya era deja entender de que es un muerto que camina, dejando ver un par de cicatrices que fue formando durante sus andanzas como mercenario. Su cuerpo sostenido a base de magia oscura aún contiene su forma original, la cual era de un hombre atlético y con buen porte para la batalla, sufrió la perdida de ciertos componentes de su cuerpo pesando ahora 61kg y de estatura un tanto alta midiendo unos 1,81m. Descripción psíquica: Logan en el fondo y aún que no lo demuestre extraña su antigua vida, sus compañeros y camaradas, la brisa en su rostro, el calor de la fogata. Pero nada le devolverá eso, es hora de seguir adelante y marcar un nuevo comienzo para el mercenario, una nueva no-vida… Sus ideales no cambiaron, es un hombre que a poco le teme, sabe encarar los peligros con astucia y con valor, suele meditar bien sus acciones pero si alguien importante para el peligra es capaz de muchas cosas y en ninguna de esas está la cobardía. Camina siempre mirando hacia adelante, centrándose en lo que puede hacer en vez de lo que pudo… pero en el fondo esperando a que su final llegue. Es alguien tranquilo y directo a la hora de hablar, sabe cuándo ser humorista y cuando no, cuando estar serio y enfocado o relajado y de buen humor. Historia Limbo Recuerdo el filo de la espada. Y la hoja tiñéndose con una puñalada. Recuerdo el sol cayendo. Mientras solo uno se está desvaneciendo. A pesar de todo, el deber es el deber. Y aquí acaba el mío con éste atardecer… pero… ¿por qué sigo aquí? La oscuridad que presencié… el sufrimiento que pasé. ¿No es hora de dejar este cruel mundo? Mientras todo se marchita en un segundo ¿No es tiempo de dar el paso final? Hacia el destino que me trajo ese voraz puñal Sabía que este día llegaría… Y solo quiero enfrentarlo sin cobardía. Reflexionaba el difunto Logan mientras perecía, raudos habían sido sus pasos en vida y valientes las decisiones que tomaba en el día a día, un guerrero de fortaleza sin duda, tanto así que en sus últimos momentos nunca soltó la espada. La muerte no iba a recompensarle con el final de sus días, no aun, el mercenario estaría atado a éste mundo por un largo tiempo “el deber es el deber y no acaba hasta que se acaba”. Ánima -Algo me llama… Algo me empuja, ¡demonios! ¿¡Qué es este dolor!? ¡Siento como si me desgarraran por dentro!- Pensaba Logan, de alguna manera volvía a estar consciente. Lo primero que vio al despertar fue la tenebrosa figura de un muerto viviente dotándole de magia profana para atar su alma de nuevo a la tierra, convirtiéndolo en algo que ningún ser quisiera, uno de “ellos”. Los renegados, criaturas más allá de la vida creadas por magia herética, sirvientes de la Dama Oscura y sus dominios, allá donde se extiende lo que antes era tierra de vivos en el norte, los muertos se levantan para tomarla… -Levántate, tu hora aún no ha llegado guerrero- dijo la esquelética criatura con una voz profunda y de un eco desgarrador. -Púdrete- contestó Logan aún agobiado por la resurrección, aquel cielo tormentoso que veía era tan real como el dolor que sentía, sin embargo la lluvia no calmó su sufrimiento…ya que al caer dichas gotas en su rostro, no sentía nada, ni la brisa en el aire y tampoco el cosquilleo de las plantas moviéndose a su alrededor… nada. Otro muerto de aspecto femenino se acercó y le habló al guerrero, pues este se rehusaba a quedarse esperando a que Logan reaccionara. -El que se pudrirá serás tú si no te levantas, puedes quedarte aquí tirado y lamentarte si así lo deseas…o puedes luchar por un nuevo futuro, tú decides- Al escuchar esas palabras lo último que se le pasó por la cabeza fue volver a tirar la toalla, esto era lo que le había tocado y no sería ahora el momento en el que sedería ante las garras de la muerte una vez más, la idea de poder seguir adelante empezaba a agradarle al mercenario sin embargo algo dentro de él ya no desprendía la misma luz de antes. Le habían preguntado por su pasado en un día como cualquier otro, aquellos días en los que comenzaba a hablar con la gente de Sentencia. En vida, eh… pocos conocen mi historia, muchos de ellos aún vivos… mi pasado tan oculto como aquella luna entre las nubes esconde un niño que nació para la guerra, de joven llevaba el orgullo del ejército en mis venas, decían que poseía un talento especial para el combate, que mi padre…me estaba llevando por el camino de la grandeza…pero yo no deseaba eso, fue entonces cuando dejé el ejército y con dos espadas en mis manos me aventuré a la vida del mercenario. Conocí muchas personas, tuve aventuras que jamás imaginé vivir, experimenté la miseria de la humanidad en carne propia… ¿Cómo morí? Esa es historia para otro día. Volviendo a las Raíces A la mañana siguiente Logan dejó el asentamiento atrás y se dirigió a tierras más interesantes, al mismísimo lugar de su niñez…Lordaeron, el antiguo reino humano ahora en manos de la no-muerte, el viaje era largo pero tarde o temprano llegaría a su ansiado destino. Como esperó era una tierra decadente, aquellos claros que le daban una macabra bienvenida a Logan albergaban un sinfín de recuerdos pasados, pero ahora lo único que quedaba era el marchito rastro de la muerte. Después de todo él estaba aquí para mirar adelante y ver que podía hacer por estas tierras, y es lo que haría, pues estaba preparado para seguir su camino a pesar del cruel destino que le esperara. Al llegar pasó por un pueblo renegado que poco tenía de insignificante, le llamaban Remol. Un buen lugar para informarse de lo que sucedía por estos lares pensó el mercenario, y bien hizo en preguntar pues se enteró de ciertas cosas que le servirían para andar por aquí y por allá. Logan con su andar dejaba en claro el hombre que era, una figura de fortaleza y que poco le preocupaba el hecho de estar muerto, algo que no se ve mucho en los recién levantados…pues es un hecho trágico que da lugar al desquicie y la tristeza a la mayoría. Caminante en la noche, y espadas en mano cruzaba el lúgubre camino hacia la en ruinada ciudad el alerta Logan, pues una tierra que daba lugar a peligros de naturaleza desconocida no era un buen sitio para andar tranquilo, en el horizonte podían verse pinceladas de luz que daban a entender, en la noche, que allí estaba la ciudad renegada, Entrañas. -Alto ahí señor, identifíquese- dijo el guardia de desgarradora voz con un farol en mano iluminando al encapuchado mercenario. -¿Yo? Solo un hombre que viene a visitar su antiguo hogar…- contestó éste sin más que explicar. -Debo registrarlo ¿nombre?- preguntó el escriba de aspecto decadente que, sentado en una cabina, le miraba de pies a cabeza con sus hundidos ojos. -Logan, Logan Heshef- -Bien, señor Heshef*escribe* ¿lleva usted pertenencias peligrosas? ¿Armamento quizás?- -A parte de mí, mis espadas…- -Ya veo…- contestó el escriba -Hmm…no cause problemas durante su estadía en Entrañas, ¡gloria a la Dama Oscura!- dijo el firme soldado que, dándole paso libre al mercenario, lo mira con cierta sospecha. -Si si, gloria…- dijo éste al pasar con cierta ironía en sus palabras. Una vez dentro de la gran ciudad subterránea, bajo la decadente Lordaeron, Logan se dispone a caminar por donde le es interesante, como si buscara algo allí en los pasillos de la necrópolis…hasta que ese algo lo halló a él. -Oye tú- dijo una voz masculina un tanto conocida para el mercenario. Éste sin más se giró en dirección al hombre que le llamaba -Déjame ver tu rostro…- dijo el anciano. Logan, por cierto presentimiento, dejó al renegado verle. -Oh por la santa luz…Logan, que te han hecho hijo…- al verle éste lo abraza. -¿Tío? ¿Tío Harold?...- pregunta extrañado. -Así es, ¡Ángela ven a ver a tu primo!- dice el tal Harold. -¿Ehh? ¡Pero si es el pequeño Logan!- dice la chica de aspecto apagado. En ese entonces Logan sentía que a pesar de estar muerto aún tenía una familia, que no estaba solo entre cadáveres repugnantes en un mundo que le odiaba. Éstos le ofrecieron hogar en Remol, pues se encontraban en entrañas para cerrar un trato comercial que tenían, él no tuvo otra opción que aceptar la invitación, pero no se quedaría ahí por mucho. Quiere cruzar su propio camino, a donde le depare el destino, pues la única frontera que conocía era el mundo mismo y éste no le impediría ser la persona que es.
  21. Nombre: Klamendor Daal'inar Raza: Quel'dorei Sexo: Hombre Edad: 84 Altura: 1,83 Peso: 78 Lugar de Nacimiento: Quel'thalas Ocupación: Ninguna de momento Historia completa Descripción física: De cabellos marrones claros, lleva una barba de mentón y cejas alargadas, klamendor es un elfo joven y apuesto aparentando unos 19 años humanos, tiene labios un tanto finos junto con una nariz delgada pero firme, goza de buena salud y físico teniendo una musculatura atlética, tiene un par de cicatrices en la espalda y hombro derecho. Descripción psíquica: Klamendor tiene una actitud un tanto rebelde, no suele dejarse pisotear por nadie, es alguien impulsivo que deja en claro que no se metan con él ni con sus amigos, si le importa alguien aun qué sea un poco lo defiende sin dudar, suele meterse en problemas por su actitud, particularmente con las autoridades, pero sabe cómo cuidar de sí mismo en ciertas situaciones, no siente respeto alguno por nadie a menos que lo merezca, sin embargo sabe callarse cuando es debido. Debido a su falta de memoria se sorprende por lo desconocido y tiende a curiosear bastante, quizas su actitud no sería la misma si tuviera sus recuerdos originales, pero es lo que aprendió a ser y es la actitud que se le acomodó segun las experiencias que tuvo. Historia La luna brillaba de tal manera esa noche en Quel’thalas, la lluvia calma pero duradera no dejaba un alma en las calles de la gloriosa ciudad, excepto un elfo que esperaba en los escalones de su hogar. Aquella noche Alvia estaba dando a luz a su futuro hijo, las horas pasaban y para el amanecer el niño había nacido. La puerta se abrió, recibiendo al hermano de Alvia el cual estaba fuera con sus pensamientos. -Pase señor- decía una quel’dorei que hacia el rol de partera. El joven espabilando se levanta del escalón y se dirige dentro para ver a su sobrino. Alvia cargaba al niño mirándolo con felicidad, al escuchar los pasos de su hermano le dirige la mirada y una sonrisa. -Lauren, ven saluda a Klamendor- el quel’dorei de roja cabellera se inclinaba para darle un vistazo al pequeño. -Klamendor… como nuestro abuelo- sonriendo un poco- bienvenido a la familia pequeño. El niño nacido en la familia Daal’inar, si bien era feliz con su madre, había crecido sin un padre ya que éste había caído en una escaramuza trol. A pesar de eso Lauren, el hermano de Alvia, hizo lo que pudo para darle lo más parecido a un padre, un hermano mayor, sin embargo él debía ocuparse de cosas importantes ya que era miembro de los forestales al igual que el esposo de su hermana, por lo que no tenía mucho tiempo para el pequeño. Lauren recordaba a su abuelo con mucho cariño, éste le contaba historias asombrosas de los misterios del mar y criaturas inimaginables, por lo cual decidió hacer lo mismo con el pequeño, a las noches le leía de un viejo libro de su abuelo. Klamendor era maravillado con esos relatos, él esperaba ansioso la siguiente noche ya que era de los momentos que mejor la pasaba con su “hermano mayor”, sin embargo cada vez se hacía menos frecuente la llegada de Lauren al pasar los años, ya que era de los soldados más valiosos y eficientes teniendo así responsabilidades cada vez más pesadas. El niño asistía a una Academia todos los días, no hacía muchos amigos pero era buen estudiante, durante un buen tiempo mantuvo esa actitud hasta que empezaron los problemas, constantemente era molestado por un grupo de niños, aprendió a ignorarlos hasta cierto punto, pero eso duró poco. Cuando Klamendor perdió la paciencia no supo otra manera de reaccionar más que a puñetazos agarrando al “líder” del grupo, la pelea no duró mucho ya que los separaron, pero a partir de entonces su actitud cambió completamente, cosa que le trajo más problemas. Una tarde volviendo a su casa, fue acorralado en pleno callejón para ser golpeado. -¡¿Y ahora que quieren?!-Les decía Klamendor. -Tu qué crees, darte lo que te mereces Daal’inar-Contestaba uno del grupo -¿Pensabas que no te devolvería el favor?- Contesta el “líder” Klamen aun que tenía miedo enfrentaba firme a los brabucones. -Entonces ven y pelea, no traigas a tu estúpida banda de subnormales- Decía con tono provocante -Jaj, ¡a darle chicos!-Respondía el líder El chico esquivaba y golpeaba como podía, algo había aprendido de su “hermano mayor”, pero no era suficiente, luego de ser golpeado un par de veces se ve tirado en el suelo con esperanza de que paren. -Y.. eh..¿a qué te sabe el suelo?-Decía el líder entre un par de jadeos por la pelea. Y en ese momento Klamen ve entre las piernas del chico a alguien que se acerca, y es entonces cuando ese alguien ya está detrás del “líder”. -Eh?, quie..*paf!*- el chico sale disparado contra una pared de una patada que lo deja en el suelo tratando de asimilar que pasó. Los demás se mueven rápido e intentan levantar a su amigo, mientras que Klamendor en el suelo mira un poco hacia arriba esperando ver el rostro de su “salvador”, siendo obstruido por los rayos del sol. -Quien…ah, quien está ahí?- preguntaba el pobre de Klamen tratando de levantarse. -Descansa, yo me encargo- decía con una voz femenina mientras que se dirigía al grupo. -¡Qué demonios!- decía el líder mientras se levantaba para devolverle el favor al que le golpeó. En ese momento Klamen ve como rápidamente rodean a la elfa de blancos cabellos, pero la chica les hacía frente para defenderlo, un espectáculo de puñetazos bien dados por parte de ella se ve hasta que la logran agarrar. -¡Ya la tenemos!-Exclamaba uno de los brabucones cansado por la pelea. Klamendor sin quedarse atrás se levanta y la ayuda tirando al elfo que la tenía, ahora trabajando en equipo para enfrentarlos. -¡Mierda, venga nos largamos de aquí!- decía el líder con miedo. -¡Imbeciles!- Klamen intentaba perseguirlos, pero es detenido por la chica. -Ya suficiente, les hemos dado una buena- decía ella sonriéndole un poco. -Querras decir tú…¿Quién eres, por qué me ayudaste?-dice él. -Oyee, ¿¿y el gracias por salvarme??- dice la chica cruzándose de brazos. -Yo hubiera podido con ellos…- dice él quitándose el polvo de la ropa. -Claaaro, y por eso estabas en el suelo ¿no?- dice ella con cierta ironía entre risas. -¡Calla, me atacaron entre cuatro no es nada justo!- dice él tratando de excusarse. -Ya ya, *ríe un poco* ¿Cómo te llamas?- Pregunta la chica -Klamendor…Klamendor Daal’inar, gracias supongo.. ya sabes, por venir- Contesta, ya un poco más tranquilo. -No agradezcas*le sonríe y le golpea el hombro amistosamente* Klamendor eh, yo soy Lirya, un gusto- -Igual- Klamendor contesta sonriente. -¿Sabes?, te queda mejor Klamen, te diré así de ahora en adelante- -Claro- concluye él Y asi el joven Klamendor conoció a su primer gran amiga, Lirya era un poco mayor que él, pero se entendían bien. Al cabo de unos años ella ya era instruida para ser forestal, lo cual despertó en Klamen cierta curiosidad, por lo que decidio hablar con Lauren a cerca de eso. Klamendor nunca había mostrado interés alguno por lo militar, ni había tocado una espada o arco en su vida, pero si quería ser parte de los forestales debía ser entrenado pronto, cosa que Lauren facilitó al joven elfo, él dio su firma y recomendación para que entrenara junto con su maestro, cosa que no fue fácil de conseguir, pero era un Daal’inar… ser forestal corría por sus venas, por lo que fue aceptado en poco tiempo. El entrenamiento era duro, pero efectivo . . . pronto el joven indefenso que era Klamendor se convertiría en un fuerte miembro de las filas de Quel’thalas, su destreza con el arco dejaba un poco que desear, no era lo más preciso que había pero con su espada lo compensaba, rápidamente fue ganando una buena maestría en el combate cuerpo a cuerpo, por lo que debía trabajar un poco más en el arco si quería ser aceptado. Cosa que logro con esfuerzo y dedicación, sin embargo Klamendor aún era muy joven, su fortaleza no era tan apreciada en los forestales, por lo que se sentía desanimado. A pesar de eso llegó el día, iría en una misión con Lauren, al fin saldría a la acción verdadera que tanto ansiaba. . . pero lo que encontró allí no fue lo que esperaba. Los cadáveres de sus compatriotas forestales, algunos decapitados, otros cercenados hasta la muerte, poquísimos eran los sobrevivientes y aún más pocos eran los que hablaban, pero el que hablo dijo algo que hizo recorrer un escalofrío por todos los forestales. -E..Es..Una em..emboscada… Ya..vienen- El elfo moribundo y sangrando hablaba entre balbuceos, pero se oía bien lo que dijo. -Forestales! Formación 4 ya!- Se escuchaba la orden del capitán de escuadrón. Lamentablemente ese día eran pocos los del escuadrón, no se esperaban lo que venía. De repente un buen grupo de trols Amani se enfrentaban ferozmente a los elfos que bien organizados se defendían como podían, pero no era suficiente . . . Klamendor en el fervor de la batalla combatía junto a Lauren protegiéndose el uno al otro, ellos dos junto con otros 5 se defendían ante el ataque trol. Lauren se aleja un poco sin notarlo entre que era atacado por tres trols y no es asistido como se debería, Klamendor al notarlo ataca con más furia tratando de alcanzar a su hermano, pero ya era tarde habían atravezado a Lauren con una lanza en el abdomen. -¡¡¡Noooooooooo!!!, ¡!Hermano!!-Grita con furia y tristeza dejándose llevar tratando de alcanzarlo -¡¡Recluta dos no se aleje!!-Ordena el jefe de escuadron. -¡Pero Lauren..!-Contesta Klamen siendo callado. -¡Ya ha muerto!, ¡¡¡Retirada!!!- Por miedo o cobardía el jefe de escuadrón ordena la retirada dejando a 3 de sus hombres atrás junto con Klamendor. -¡Demonios!, ¡Aaaagh!-Carga sin dudar contra los trols que tienen a Lauren matando a 2 en el proceso. Klamendor trata de quitar la lanza del cuerpo de su “hermano” pero éste dice algo antes. -Aaagh, no Klamen ya es tarde para mí, no hagas que tu madre llore por los dos-Contesta como puede a su “hermano menor”. -Hermano, no, ¡no te mueras! ¡te sacaré de aquí como sea!- Desesperado trata de levantar a Lauren -P..por favor, vete- Lauren dice sus últimas palabras intentando salvar el futuro de su sobrino -Lauren…!Lauren!, no.. ¡¡Nooo!!-En un último grito de dolor hace honor a su hermano tratando de matar a sus asesinos, pero un elfo no puede hacer nada contra un grupo de seis trols. Klamendor cae de rodillas al suelo después de un gran tajo en su espalda, el trol que asesta el golpe final se toma su tiempo para tomar a Klamen de la cabellera, pues éste iba a decapitarlo. -Este es el final, asi moriré- Pensaba Klamendor, cuando de repente una flecha atraviesa el cráneo de su captor, desplomándose en el suelo y Klamen cayendo finalmente preguntándose que habrá pasado. -¡¡Klamen!!- se oía una voz familiar, mientras que también se podían escuchar los gritos de dolor de varios trols. -A..Alguien dijo mi nombre…-Pensaba el agotado Klamendor, al oir ese grito abre lentamente los ojos, su vista borrosa no dejaba ver a quien estaba encima suyo ahora pero poco a poco se aclaraba la imagen. -¡Despierta por favor!- Era nada más y nada menos que Lirya, salvándolo una vez más junto con el tercer grupo de reconocimiento. -Li…Lirya… ¿E..Eres tú?- Decía con vos baja y temblorosa, había perdido mucha sangre. -Sí… tranquilo, te curaremos, e… ¡estaras bien Klamen!- Decía la asustada Lirya entre lágrimas. -O..otra vez, me s..salvas. Li…- Dejando escapar un suspiro y cerrando sus ojos, Klamen a simple vista parecía muerto, pero estaba inconsciente. -No, ¡no mueras!, hay tanto que quiero decirte, no… ¡Aaaaagh!-La elfa de blancos cabellos recayendo en el pecho de Klamendor lloraba desesperada por su supuesta muerte. -¡Busquen supervivientes y traiganlos!- Ordenaba el jefe del escuadrón tres. -Lirya levanta, déjame ver su pulso- Decía una quel’dorei con cierta habilidad médica. -Sí, está vivo, llévenselo con los demás- Lirya al escuchar esas palabras lo lleva rápidamente para poder sanarlo, su estado era delicado pero Klamendor pudo salvarse ese día, tuvo un gran golpe de suerte que no olvidaría, pero también sufrió una gran pérdida, tal como su padre Lauren cayó en nombre de Quel’thalas y su muerte, como la de los demás quel’doreis, fue honrada entre los miembros de los forestales. Unos días después Klamendor despierta en cama, lo que fue una simple escaramuza para los demás, fue el infierno para él . . . esa no era la vida que quería vivir, y haría algo al respecto. Luego de vestirse baja las escaleras de su habitación cuidadosamente, y antes de que se diera cuenta ya lo estaban “atacando”. -¡Klamen!- Lirya salta a abrazarlo- Que bien que estés mejor. -No si sigues apretando tanto-dice él entre risas. Ella sin embargo no deja de abrazarlo, esto extrañaba al joven elfo. -Oye, ¿estás bien?- dice Klamendor. -Sentí tanto miedo… tenía miedo de que murieras…tenía miedo…de perderte- Una lagrima cae de su ojo. Klamendor la abraza también- Tranquila, sé que fue duro, pero ya estoy aquí… a tu lado- En ese momento Lirya lo besa dejando en claro sus sentimientos por él. -Y yo nunca me separaré del tuyo- Dice ella en una pausa- Te amo. Ambos terminan besándose, para Klamendor ese momento fue el que despejó sus dudas acerca de lo que sentía por ella, la amaba pero no sabía que hacer ahora, ser forestal era el sueño de Lirya, ¿seguir como forestal para poder protegerse el uno al otro? O dejar eso atrás y esperar cada día por ella hasta que la matasen. . . la respuesta estaba clara, lo haría todo por ella. Pasaron años, todo seguía su curso, la paz que Quel’thalas gozaba era sublime, pero por desgracia todo tiene un final. Aquello que venía a atormentar a los altos elfos era la plaga de no-muertos de Arthas el príncipe traidor, con su gran legión de no-muertos arrasaba todo a su paso, poco podían hacer los quel’doreis que aun aguantaban contra aquella plaga, entre ellos Klamendor y Lirya guíando a los que pudieran para que huyeran seguros. -¡Klamen, allá!- Lirya señalaba a un par de no-muertos que venían a por los demás. -Demonios..!Lirya cúbreme con el arco!- Klamendor en un intento por ayudar a su gente se lanza para mantener a raya a los no-muertos junto con otros quel’doreis. La batalla no iba nada bien, los elfos morían, incluso el líder de los altos elfos ya lo había hecho. Habían perdido toda esperanza de salvar su ciudad, pero ya era tarde para huir… el grupo de Klamendor se veía rodeado de no-muertos, aun asi se mantenían fuertes ante tal amenaza. Sin embargo Lirya corría peligro, una gran abominación logró colarse por una casa alcanzando a la quel’dorei, ella con gran valentía enfrentaba al monstruo tratando de distraerlo del grupo, pero era muy grande para solo un elfo. -Li.. Aaagh*da un tajo mortal a un muerto* ¡Lirya, huye!.. Hgaa*otro espadazo*- Klamendor tratando de advertir a su amada mientras peleaba. Sin embargo Lirya sabía que si hacía eso la abominación iría a por él y los demás, por lo que siguió haciéndole frente por un tiempo, hasta que la derribó. -¡Lirya!-grita entre espadazos tratando de avanzar hacia ella, olvidándose de sus compañeros. -¡¡Aaaagh!!-corta todo los muertos que puede desesperadamente para llegar a ella, pues la abominación está alzando su arma hacia Lirya. En ese momento Klamendor estaba siendo muy lastimado, pero no importaba, si no hacía algo la mataría ese monstruo, por lo que rápidamente salta hacia el mismo. -¡¡Muere engendro!!- Clavando su espada en el cráneo de la abominación-¡Aaaaagh!- separando su cabeza de su cuerpo de un tajo muy forzado. El monstruo cae al suelo dejando un líquido violeta en el suelo. -¡Lirya huyamos, ya no queda nada por lo que pelear!- dice Klamendor extendiendo su mano para levantarla Ella viendo a todos morir y como rápidamente caía la ciudad en la que paso toda su vida y la ciudad que defendió no tuvo otra opción que huir para seguir viva, así como Klamendor. Ambos escaparon por el bosque, con algo de suerte encontraron a otro grupo de sobrevivientes, un día muy oscuro para los altos elfos que caminaban en silencio hacia su incierto destino. Despues de días caminando por las montañas, el grupo llegó a un risco el cual debían cruzar para llegar a la Avanzada Quel’danil, cuidadosamente cruzaron por el estrecho camino que les ofrecía el risco, Klamendor sin embargo estaba algo distraído, sentía culpa por aquellos a los que abandono a su suerte para salvar a Lirya. Quizá por afán del destino, él dio un paso en un punto del risco que era frágil, el pequeño trozo de suelo se desmoronó, tirando a Klamendor por falta de equilibrio, sin embargo él aún se aferraba al risco con su mano derecha. -¡Aagh!- Sentía como los dedos poco a poco le resbalaban, el suelo era un tanto húmedo por lo cual no duraría mucho. -¡Klamen!- gritaba Lirya ofreciéndole su brazo- ¡Toma mi mano!- los demás elfos se ofrecieron a sostener a la joven para evitar que ambos sucumbieran a la caída. Klamendor en un movimiento rápido alcanza a Lirya con su otra mano, pero la mano que sostenía el suelo hizo que también se desmoronara este trozo, poco a poco subían a Klamen, pero sus manos se resbalaban por la lluvia que hace minutos azotaba a la montaña. -Lirya no podré- Klamendor notaba como el suelo que pisaba ella también se iba desmoronando- Sueltame- -¡No!, ¡moriras!- Lirya observaba como se resbalaban sus manos, ya casi sucumbía a la caída- -Tranquila, volveré a por ti, te lo juro- Aunque sabía que no lo haría, tuvo que calmarla de algún modo- Lirya al darse cuenta de la situación con un brazo coge su collar y lo arranca de su cuello, entregándoselo como una promesa de que volverían a estar juntos- Por favor… vuelve- Sus manos finalmente dejan de sostenerse-¡¡Klamen!!-grita su nombre por ultima vez. Klamendor cae viendo a su amada a los ojos y colocándose el collar en el cuello.Cuando finalmente la caída llega a su punto de meta, cae al fondo de un arroyo, en parte el agua amortigua su caída dejándolo consciente por cierto tiempo, pero al ser llevado por la corriente con tal fuerza se golpea la cabeza con una roca de tamaño considerable, dejando su inconsciente cuerpo a merced de la corriente. Parecía que el futuro del joven elfo acabaría allí, en el mar flotando boca arriba cual cadáver . . . pero nuevamente, quizá por afán de la suerte o el destino, no fue así. -¡¡Hombre al agua!!- se oía un hombre de gruesa voz alertando a su tripulación. Pronto al Quel’dorei lo subieron al barco, aunque seguía inconsciente eso no duraría mucho. La Capitán sale de su camarote para revisar que sucede con su tripulación. Ella es una mujer de cabellos rojizos, piel blanca y buen cuerpo con porte fuerte. -¡¿Qué está pasando ahora?!, ¡sigan con su labor hombres!-Imponiendo autoridad entre aquellos que rodean al elfo. -Mi Capitán disculpe la molestia, hemos encontrado a un náufrago proveniente de estribor- decía el segundo al mando. -¡¿Qué?! Un náufrago por estos mares… ¿Y que hay con él?- preguntando intrigada. -¡Es un elfo!- contesta extrañado un hombre que ayudaba a subirlo. -Que estará haciendo un elfo por aquí… ¡Despertadlo!, quiero respuestas- Ordena La Capitán. A Klamendor lo despiertan de manera bruta, como es de esperarse de este tipo de gente. -¡Cof, cof!*tose* ¡Qué demo!.. ¿dónde estoy?-Dice el joven elfo espabilando. -Aquí las preguntas las hago yo extranjero… Bien, empecemos por tu nombre- Se acerca algo intimidante al elfo, mirándolo a sus azules ojos. -¿M..mi nombre?... no lo sé…-Intentando recordar sin éxito, al parecer ese golpe dejó algo más que un dolor de cabeza. -Que no lo sabes… ahá..!Regresadlo al mar!- Indignada por su respuesta La Capitán presiona al elfo. -¡Oye, espera!-Contesta alarmado Klamendor. -Hm, ¿acaso ya recuerdas tu maldito nombre?- Esperando por la respuesta del elfo. -. . . .- él deja un silencio meditando. -Ya veo, entonces no hay nada más que hablar- Le da la espalda. -Kla..-Por alguna razón recuerda un grito- ¡Klamen!.... ¡Klamendor Daal’inar!- Luego recuerda su nombre completo. La Capitán se da vuelta- Ves, no era tan difícil*se acerca* ¿Y bien, nada más?-Esperando respuestas. -No, no recuerdo nada…-Atormentado por sus pensamientos sin sentido mira al suelo sin poder darle respuestas a su captor. -Hmm…- se queda mirándolo un tiempo, notando un fuerte físico por parte del elfo- De algo servirás supongo. Maestre Hansel dadle lo básico para trabajar, y elfo…-Lo mira de nuevo. Klamendor la mira esperando que hable. -No cuestiones mis órdenes y seguirás vivo- se da vuelta y se dirige a su camarote con una sonrisa en su rostro. -Vale, levanta el culo compadre… te queda un largo día de trabajo- Le decía el tal Hansel Y a partir de entonces el joven elfo era parte de la tripulación, si bien era un trabajo duro el que hacía por alguna razón era lo que disfrutaba, el navegar por los mares era posiblemente uno de sus anhelos antes de perder la memoria, tantas cosas había olvidado y tantas pocas pudo recordar, lo más intrigante fue su collar que por algún motivo lo seguía llevando, él sólo sentía que era importante y que debía llevarlo con él. No se llevaba muy bien con los miembros de la tripulación los cuales eran la mayoría ladrones, estafadores, o mercenarios que por algún motivo no lo miraban con buenos ojos, con quien si se llevaba bien era con Hansel el segundo al mando. Los días pasaron, no habían hecho nada de mucha importancia era una embarcación de esas ilegales, hacían contrabando, tráfico de armas, etcétera. Pero nada como el premio gordo del que hablaba Hansel que cada vez se acercaba más. Un día fueron a parar a un puerto por alguna razón… -Chico, ¿ves ese barco de allí?- señalaba Hansel -¿Ese? Si lo he visto un par de veces… ¿Qué tiene de especial?- preguntaba intrigado el elfo. -Bueno, el barco nada en especial, pero lo que contiene… es artesanía de gran calidad, llevamos siguiéndolo por un tiempo, pronto llegará el momento de saquear- miraba con codicia el barco, aquello que le tenían planeado no era nada bueno. -Ya veo supongo que habrá que pelear- dice Klamendor. -¿Sabes usarla?-Han le alcanza una espada. -E..eso creo- dice el elfo inseguro. -Bueno espero que sepas que hacer cuando llegue el momento- después de darle la espalda se retira. -Descuida-Klamendor enfunda la espada y se retira también. Aquella noche fue de las más tensas para él, pensaba en que pasaría y el peligro que afrontaban, pero sobre todo ¿sería capaz de empuñar el espadón que Han le había obsequiado? Mañana lo averiguaría. Despertaron a primera hora de la mañana, todo pasó quizás demasiado rápido y antes de notarlo los demás y Klamendor ya estaban zarpando, tenían que seguirle el paso o tendrían que esperar aún más y esa no era una idea que a la capitana le agradara. El clima no era algo que ayudara del todo, llovía y no poco las nubes tan negras como el carbón y las olas azotaban a ambos barcos, poco a poco la batalla se acercaba. -¡¡Preparaos para abordar!!- Gritaba el segundo al mando siguiendo las órdenes de la capitana. Rápidamente Klamendor se pone en posición de abordaje junto a los demas, esperando así el momento para asaltar. -¡¡Listos… Ya!!- Los barcos casi pegados y aguantando dicha marea, el momento perfecto para abordar. Varios hombres saltan hacia el barco enemigo, preparando sus espadas se enfrentan a la guardia contratada que presentaba el barco, aquella era una escena que Klamendor ya había vivido, de algún modo que no sabe explicar se movía como si siguiera un patrón especifico y efectivo por lo que se veía. -¡Demonios el chico sabe lo que hace!-Exclamaba Hansel hacia su capitán. -Así parece- Contestaba esta con cierta sonrisa. Disparos y espadazos se escuchaban en el fervor de la batalla, ambos bandos estaban parejos sin embargo se veían superados los del barco enemigo, Klamendor seguía con el mismo ritmo parecía tener un porte de esgrima tal que no dejaba tregua a su contrincante. Cuando la batalla dió su punto final varios de los guardias se habían rendido ante la fuerza pirata que los embestía dejando así a la tripulación pase libre al saqueo. ¡Se arrepentirán! ¡Ya nos las veremos de nuevo! ¡Esto no acabará aquí! Varios decían mientras veían como se llevaban dicho botín de su barco. Sin embargo no todo quedo ahí, la capitana quizá se excedió pero decidió llevarse prisioneros, cosa que a Klamendor no le agradó demasiado. -¡Capitán son solo personas con un trabajo y familia! ¿por qué no las dejamos ir?- Exclamaba indignado por la situación ya que no era necesario. A lo que la capitán responde- ¡Así es la vida del pirata elfo, si no estás dispuesto a ensuciarte las manos no la lleves!-Dando por terminada la discusión. -Bien, así será*murmura para sí mismo Klamendor*- Aquella noche mientras todos celebraban con cerveza y disparos, el joven elfo tenía otros planes aquel día de batalla y saqueo sería el último para él en aquella tripulación pirata, sin que nadie se diera cuenta tomó prestado el bote y lo hizo zarpar hacia donde el destino le llevase, esa habrá sido la noche en que más se sintió libre de su olvidada vida. Varios días habían pasado, con la poca provisión que tenía no duraría mucho más, pero nuevamente un golpe de suerte le salvaría la vida aquella embarcación que se veía en el horizonte era ni más ni menos que una embarcación imperial, por suerte para él decidieron llevárselo rescatándolo de su naufragio. -¿Dígame que hacía un elfo como usted en alta mar?- Preguntaba el bucanero curioso. -No mucho, tratando de ir a mejores tierras- Contestaba el joven elfo. -Ya veo, bueno tuvo suerte de acabar aquí, iremos a Ventormenta- Decía el bucanero -Ventormenta eh, tiene buen nombre, ¿y que se supone que es para ustedes humanos?-Decía el intrigado Klamendor. -Vaya, usted estuvo muy alejado de la sociedad elfo, es la capital del imperio humano- Contestaba el bucanero. -Entonces será interesante ir allí- Decía el elfo mirando a su futuro destino. Y así el joven elfo proveniente de la caída Quel’thalas arribó en tierras humanas, su travesía estuvo llena de complicaciones, sin embargo aún le esperan más. Luego de asaltar el barco de artesanías a Klamendor se le repartió su parte de lo ganado, por lo que sus inicios en las tierras humanas no se vieron tan ajetreados, al joven Klamen aún le espera un largo camino y su memoria deberá darle algún indicio de ésta búsqueda por conocerse y desenterrar las partes del rompecabezas.
  22. El nuevo horizonte Ha pasado un par de dias tras llegar a la Mano de Tyr. Cada uno ha ido acomodandose donde han podido, dentro de las grandes murallas. Unos se instalaron en la Embajada de la Iglesia de la Luz, otros en el Bastión Escarlata y otros deambulando por Nueva Avalon buscando cobijo bajo la taberna carmesí de la plaza. El sur ha terminado para muchos de nosotros, pues lo que teniamos que hacer ahi ya estaba hecho, otros asuntos que ahi se acontece era trabajo de la Mano de Plata y de otros eclesiasticos. Habian construido la Oficina de Reclutamiento, acabando de construir la zona escarlata dentro de Villadorada, en su barrio bajo. Es un bien necesario para detener un mal mayor en aquella zona. Costo tiempo y dedicación para hacer de esa zona una segura, por el bienestar de aquellos que no tienen culpabilidad en aquel conflicto, donde se habia criado varios de esos taumaturgos destructivos que hoy en día se encuentran en Ocaso y aquellos que rechazan a las instituciones eclesiasticas además de la propia Luz Sagrada. Desde entonces la capilla no ha sido mancillada de ninguna de las maneras, se habia construido la zona escarlata alrededor de este por su protección y la de sus simpatizantes. Esos blasfemos estaban condenados, atrapados, si se le ocurriesen atacar, el martillo de la rectitud caeria encima de ellos. Era cuestión de tiempo que cayeran en la trampa preparada y aquellos integrantes iban a caer en su propia purgación. Nos centremos en la situación del Norte, pues el Sur ya habia otros que se podian encargar perfectamente en los asuntos heréticos, como lo es la Mano de Plata y agentes de la inquisición que escuchan conversaciones ajenas que no debian. En los ultimos meses, ante la fallida campaña de Ismael, hice una nueva campaña para poner un puesto eclesiastico en la cual tome el papel de mediador para conseguir tal meta. Me reuni con aquellos miembros de la Cruzada Escarlata y de la Mano de Plata para ponerse de acuerdo, montar un campamento eclesiastico en Bosque del Ocaso y asi lo consiguieron. La campaña que yo inicie, habia sido un éxito. No me entrometi en tal campaña, solo fui el pilar causante de su inicio, bajo el techo del Cuartel de la Mano de Plata y desconociendo donde iba a llevar tal campaña. Tras su finalización me informaron y me complacio de tal éxito. Era hora de poner las miradas en el norte, pues ya habia otros cualificados para encargarse en los asuntos del sur. La inquisidora torreardiente iba a conocer las proezas del norte iniciadas por mi, era cuestión de tiempo que algun día callara la boca a unos cuantos sobre mi. Así pues, bajo el techo de la Embajada de la Iglesia de la Luz Sagrada, tome mi pluma y el tintero. Escribi varias misivas, habia que organizarse para ayudarse unos a otros para conseguir el éxito de las misiones ordenadas y planeadas, por el bien de Nueva Avalon, Villa Refugio, la Mano de Tyr y la Capilla de la Esperanza de la Luz. Tomaré el papel de mediador entre las ordenes eclesiasticas como lo hice en la ultima reunión e iniciar el trabajo contra aquellos que desafian a la Luz y sus instituciones. A la atención de los valientes cruzados de la Cruzada Escarlata, de los valerosos templarios del Alba Argenta y los portavoces de la esperanza de la Iglesia de la Luz Sagrada. Yo, el Aprendíz de Inquisidor Bourn, os pide que os reunais bajo el techo de la Abadía de Mano de Tyr para hablar y discutir la situación actual de estás tierras que nos concierne a todos. No es obligatoria su asistencia pero sirve esta reunión para ayudar unos a otros en sus quehaceres por la supervivencia en este lugar y el avance en este. La herejia crece y avanza desde el Oeste hasta el Este, por Renegados o por los residentes de la Plaga. Es hora de unirnos bajo el estandarte de la Luz y que luchemos por recuperar los cielos azules, los arboles verdosos y la tierra donde pisan nuestros pies. El Bien vence cuando nadie se lo impide. Os espero aqui, séd puntuales o no vengais. Aprendiz de Inquisidor Bourn Año 30 - Abadía de Mano de Tyr - Salon de Armas. @IsildurJenkins @Thorch @Llacer @Izuriel
  23. Información principal ♦Nombre: Bodvar Budriksson, del clan Drakkigson ♦Raza: Enano ♦Sexo: Varón ♦Edad: 97 ♦Altura: 1.27cm ♦Peso: 77kg ♦Lugar de nacimiento: Nazsheim, Dun Morogh ♦Ocupación: Guerrero de clan, aventurero, cartógrafo, cazador, entre otras. ♦Ficha: Enlace ♦Historia completa Descripción física A primera instancia parece una especie de animal enorme. Debajo de ese montón de pieles y armaduras no hay algo muy diferente a lo que intenta representar, parece una montaña de cicatrices, tatuajes y músculos. Escudero Jared Miller de la Mano de Plata Posee la contextura física regia y noble de cualquier guerrero de su especie, aunque muchos dirían que esta se ha multiplicado al menos un par de veces. Su cuerpo es un recopilatorio de cicatrices que serpentean junto con los tendones y músculos que se pierden junto con unos pocos tatuajes, sus cabellos de un color pajizo en algunos puntos trenzado y sostenido por coletas se deja combinar perfectamente con su alargada barba la cual le llega hasta la cintura. Una mirada de odio y ferocidad siempre acompaña a su rostro, en ocasiones cambiante a una faceta de burla, sorna y felicidad. Su cara es un mundo de expresiones, muestra unas pocas arrugas fruto de incontables expresiones de enojo y estrés. Sus ojos, no obstante, son los que mas representan pureza en el enano, son de un verde bastante claro, tan claro que lograría a pasar a las tonalidades blanquecinas del mithril, demuestran una extraña belleza en el avatar de ira y guerra que es el enano. Lo no se cuenta acerca de esto es que sus ojos son deficientes, menos potentes que la media. Es muy extraño verle sin sus armaduras o pertenencias en general, las placas que cuelgan de sus vestiduras de mallas están tan desgastadas como su aspecto dentro de las armaduras. El punto más característico en el aspecto del enano es la capucha que corona su cabeza, horrible y extraña; sostiene una expresión de eterno odio plasmada que imita perfectamente a la de su portador, el cual reniega en decir a que criatura horripilante le había pertenecido ese rostro. Descripción psicológica Más adelante luchaba el enano, siempre le sorprendía su capacidad para meterse en problemas con enemigos que podrían diezmar grupos enteros, pero esta era la gota que derramó el vaso, habían limites para su bravura y tenía el presentimiento de que lograba superarlos con cada día que iba pasando... y cada vez iba pasando más de eso a la locura. Extracto de Odriel Feathersun, estudiante de La Academia Si algo caracteriza a Bodvar es su peculiar manera de ver el mundo y actuar, es difícil lograr describir los pensamientos que le pasan por la cabeza, cuando en ocasiones puede parecer un enano apacible e incluso amigable también puede estallar en arrebatos de ira y violencia, no obstante, nadie que le conozca niega el hecho de que este haya sido quizás el Enano mas temperamental que han visto hasta el momento. Es normal confundir su tenacidad con terquedad y su espíritu con obstinación, cuando algo le sale mal no piensa detenerse hasta que las cosas cambien. Cuando las cosas le frustran intenta hallar la manera de no enfadarse y pasar a los golpes, aunque eso es algo muy difícil, y con insultos en el proceso. Suele mostrarse orgulloso hasta el punto de que podrían tachar su orgullo por altanería, aunque la verdad es que aquel enano es humilde y sociable. A pesar de los demás factores que fácilmente podrían convertirle en un ser despreciable Muy enraizado a su cultura y tradición, eso lo convierte en alguien que no se lo piensa dos veces en mofarse y despreciar los métodos de los que no pertenezcan a su raza, si no es que lo hace con ellos primero. No obstante, es uno de los aliados más fieles que tienen sus allegados, dispuesto a darlo todo por uno de sus amigos, y eso incluye también su vida. El éxodo "Cuando el tercer golpe del martillo tronó, los muros de la enorme fortaleza se resquebrajaron, un enorme rugido sacudió la tierra, los alaridos y gritos de furia se escuchaban incluso desde los picos vecinos, la fortaleza había caído, sus héroes habían fallecido. No había futuro para los Drakkigson, solo para aquellos que luchasen por mantener en pie su legado". Cientos de hitos y relatos tienen su inicio en la de antaño orgullosa fortaleza de Karak-Medun, la cual ahora no es más que una ruinosa gruta llena de recuerdos y almas olvidadas, donde la luz del sol jamás volvió a entrar en sus extensos pasillos y enormes galerías, uno de ellos trata sobre el hijo perdido de quien en ese entonces habría pertenecido a uno de los prominentes Panteones Menores. Bodvar, hijo directo de Budrik “Hacha danzante”, un miembro del Panteón menor, el cual destacó entre los suyos por la basta fuerza con la que este luchaba con sus enemigos, y la costumbre de llevar sus armas directo a la forja antes de cada batalla que había despertado la creencia de que sus ataques iban acompañados con una mismísima descarga ígnea sobre sus enemigos. Supersticiones, al fin y al cabo, pues solo su habilidad y voluntad inquebrantables lo hicieron un miembro lleno de honores y admiración entre los suyos. Todo se había tornado oscuro y ruinoso tras la derrota inminente que estaban por sufrir los Drakkigson, su clan natal, ante las olas interminables de orcos. Pero un afamado héroe de entre los suyos había ideado un plan que traería no una victoria, si no una acción irremediable para evitar la decadencia total de sus allegados y su hogar, tras una misión suicida donde miles de corazones nobles no volvieron a sentir la luz del sol sobre sus almas la fortaleza se convirtió en una enorme, sombría y deteriorada masa de escombros apilados sobre incontables cadáveres de honorables guerreros, entre estos "Aquel que su martillo ardía". Sin un líder claro al que seguir, ni un hogar al que regresar, los Drakkigson restantes se vieron obligados a huir hacia los brazos abiertos de sus hermanos que les brindaban apoyo desde demás clanes, algunos se refugiaron bajo la seguridad de la inquebrantable Forjaz, otros optaron por una vida en Pico Nidal con los Martillosalvaje y los que todavía tenían ideas sobre recuperar la vieja gloria de su gente viajaron en solitario, algunas veces sin rumbo, hasta que el destino les llevase con sus allegados. No obstante, la gente de Karak-Medun era fuerte y persistente, y no tardaron mucho en abandonar el refugio que le habían otorgado los clanes mayores, sabían que solo era cuestión de tiempo para que la historia de su clan se perdiera en el olvido. No podían permitirlo. Se reunieron pequeños grupos, luego el número de Drakkigson que arribaban a la recién construida ciudad fortaleza de Nazsheim se encontraba en las docenas, luego veintenas, y luego treintenas, hasta que los enanos prácticamente llegaban en oleadas al interior de los muros del bastión enano. La esperanza de mantener aseguradas las reliquias, tradiciones e historias del clan había tomado más fuerza que nunca, el clan volvía a tener algo, tras haberlo perdido todo. Pero la historia de Bodvar se remontaba a tiempos posteriores al nacimiento del nuevo hogar de los Drakkigson, pocos años después, él nacería para ser enviado a los pozos de crías, donde su destino iba a ser juzgado por los guerreros de clan, donde los dioses iban a probar su fuerza. Los pozos de crías Un joven Bodvar se removió en el suelo con dolor en el cuerpo. Su ultimo recuerdo era el rostro gélido de su madre que veía como era llevado a la fuerza por enanos ataviados en gruesas armaduras, sus rostros eran también inexpresivos debajo de unas viseras de aspecto curioso. El enano luchaba por escapar de sus captores, pero era en vano. Gritaba hacia todas las direcciones e intentaba buscar una forma de escapar, pero veía que él no era el único que sufría esa noche. En todas las casas habían guerreros parecidos a los que le retenian, y todos se llevaban al menos a un niño enano. Algunos tenían que forcejear para arrancárselo de las manos a sus padres pero al final se llevaban lo que querían. Era arrastrado por la nieve y llevado fuera de los muros del clan, donde el frío era tan atronador que podría convertir el sudor en hielo y la mucosidad en estalagmitas. Lo llevaron a un gran pozo, podía escuchar las voces ahogadas de jóvenes enanos como él debajo. Un enano gritó y Bodvar cayó al vacío, cerró sus ojos y cuando pensó que la caída iba a matarle, fue amortiguado por los brazos alzados de al menos una docena y media de niños. Ahora él compartía el mismo infierno que ellos. Los soles pasaban y ellos apenas eran alimentados, ya empezaba a recordar cuanto tiempo tardaban en arrojar las provisiones al interior del foso, él y los demás jóvenes eran propensos a compartir, pero cada vez había menos comida y la desesperación se hacía más grande. Podía escuchar a uno de sus compañeros cautivos decir que iba a lograrlo, que iba a subir. Y señaló a un enano que intentaba escalar su vía de escape de este horrible lugar. El joven enano cayó y fue salvado rápidamente por el resto, aunque los golpes que se ha llevado no eran nada despreocupantes. Bodvar sacudía su cabeza con decepción mientras que la incognita se hacía más y más grande en su cabeza. ¿Por qué estaba ocurriendo esto? ¿Qué habían hecho ellos para merecerse algo así? ¿Por qué todos estos jóvenes que no habían hecho nada malo? Eran preguntas que le hacían hervir la sangre al enano, el necesitaba respuestas y no iba a conseguirlas atrapado en ese agujero, su expresión se tornó ceñuda mientras que la de su camada era una cargada de melancolía y desespero. Se acercó al muro y se aferró fuertemente a él. Y dio la primera zancada hacia arriba. Cayó, muchas veces, tantas que ya no puede ni contarlas, era un desafío increíblemente difícil. Pero no imposible. El frío helaba los huesos y los dedos se encallaban y rompían, las manos se cortaban y los músculos se aporreaban con cada caída, los jóvenes que evitaban que cayese habían dejado de darle palabras de ánimo desde hace un buen tiempo, pero el no iba a rendirse, el iba a salir de ese agujero a como dé lugar. Pasaron las lunas y ya muchos enanos se encontraban en un estado cercano a lo famélico, el hambre era cosa de todos los días y los llantos ahogados empezaban a ir menguando igual que las esperanzas de los enanos, Bodvar estaba sentado apoyado sobre el muro de ladrillos rocosos con la mirada gacha, los sonidos le acompañaban toda la noche. Llantos, quejidos, y luego silencio. Era desesperante. Miró hacia arriba y la luna llena cubría en su totalidad el agujero que conformaba la apertura del pozo, la luz le iluminaba intensamente el rostro ceñudo y casi pudo sentir que le hablaba. Él no iba a quedarse ahí, el iba a ser libre. Se levantó y volvió a aferrarse a los muros, empezó a subir, los enanos se iban despertando uno a uno y miraban como Bodvar ya había logrado escalar la mitad del tramo. Cuando ya había logrado una altura nunca antes vista todos empezaron a arrojarle vítores y palabras de aliento, gritaban su nombre una y otra vez, las manos le ardían, los bíceps se batían en una huelga por descanso, el corazón bombeaba la sangre tan intensamente para hacerla llegar a todas las extremidades que parecía que estaba a punto de explotar, sus ojos se ponían vidriosos al alcanzar cierta altura, el frío le golpeaba el rostro y cuando colocó finalmente la mano en el borde del pozo sus compañeros estallaron en un grito de alegría. Un enorme pie cayó sobre la mano del enano y eso hizo que se soltara, pero la fuerza y el peso de la enorme bota era tan grande que lograba mantenerlo aferrado a esa altura, Bodvar soltó un grito de desesperación mientras que veía al responsable, era un enano cubierto en una coraza marrón con pieles. Le miraba con un único ojo sano y una expresión gélida. El silenció se prolongó durante casi un agónico minuto, pero Bodvar no se soltaba. No iba a hacerlo, colocó la otra mano en su lugar y empezó a subir a pesar de ser retenido por él enano. Finalmente, la luz de la luna había cubierto la totalidad de su cuerpo, y para su sorpresa, el lugar estaba repleto de aquellos enanos con armaduras. Se acercaron a él y al pozo. Algunos palmearon su espalda congratulándole y otros le empezaron a guiar al interior de las murallas. Bodvar miró por encima del hombro al pozo. Preguntándose si su camada compartiría su destino. Pero esa idea se fue desvaneciendo cuando atravesó el arco de entrada a la fortaleza interna de la ciudad, el último bastión del clan Drakkigson. Él fue arrojado al infierno y logró salir con sus manos desnudas. Un guerrero de clan había emergido de los pozos de crías.
  24. Registro de Ciudadanos y Nobles del Imperio de la Humanidad Página 326 del Registro A-82 Sylvaine de la Antigua Casa Faorlen de Lordaeron Hija de Lord Kermond y Lady Serafina (de la Casa,también extinta de los Viridialba) Lema "El gentil filo de la Estrella, que daña a los Crueles y perdona a los Justos" Epígrafe Doncella de 28 años de edad al momento de la escritura de este registro. Nacida un 21 de Diciembre en la localidad perdida de Astardán. Cabello negro.Ojos azules. Estatura media.Soltera. Actualmente sirve en el ejército en la división de exploradores. Sin posibilidad de reclamo alguno. Sin domicilio fijo establecido. Única sobreviviente conocida de su apellido. Fin del registro Apariencia física: Personalidad:
  25. Evan Schreiber "En un mundo de oscuridad donde nuestros pasos son dados a ciegas, tu luz será la ambición que de guía hará en el camino.'' Información principal ♦Nombre: Evan Schreiber, de Edron ♦Raza: Humano ♦Sexo: Varón ♦Edad: 30 ♦Altura: 1.77cm ♦Peso: 63kg ♦Lugar de nacimiento: Isla de Edron, Kul'tiras ♦Ocupación: Erudito, practicante de alquimia, 1º de la Academia de Ciencias y Artes arcanas ♦Ficha: ♦Historia completa Descripción física Evan es un sujeto no tan alto, de cabellos color castaño oscuro y arreglados. Una barba bien cuidada decora su rostro y suele llevar un par de gafas a donde sea que vaya. Aunque usualmente se las quita para las reuniones formales, su cuerpo permanece joven a pesar de su edad y eso le ha resultado una ventaja que no supo aprovechar bien. A pesar de no tener una complexión marcada o destacable, posee un físico que con suerte podría tirar a lo atlético, gracias a una buena alimentación y a la falta de excesos. Usualmente suele llevar atuendos simples y no muy extravagantes, no va a andar en los peores trapos, eso es algo obvio. Pero tampoco intentará ser el centro de atención a donde sea que vaya, le agrada la simplicidad tanto como el buen vestir, y por eso no es raro verle vistiendo varios atuendos según la ocasión. Su tono de piel es bronceado sin mucha coloración, y sus ojos son de un color café. Descripción psicológica Inteligente de nacimiento y carismático por experiencia, Evan es un sujeto que disfruta de la compañía de los demás. A pesar de ser una persona muy centrada en sus estudios y practicas él intentará hallar algo de tiempo libre para salir a disfrutar del día, o la noche, de la ciudad, o el bosque. O incluso pasar el tiempo en su hogar. No es una persona pendenciera y evitará el conflicto directo casi en todo momento, optando más por el dialogo que por la violencia. A pesar de ello, sabe diferenciar bien a los hostiles de los amistosos y no recuerda una sola vez en la que haya flanqueado a la hora de usar sus habilidades para defenderse de un ladrón o salir de algún otro aprieto. Es ambicioso en muchos ámbitos, y eso es lo que asegura su avance en casi todo lo que hace, por lo que se espera mucha insistencia de su parte cuando las cosas no puedan salir bien. Caminos descubiertos Nacido bajo el techo de una familia pudiente, Evan era el hijo de un capitán y una comerciante de alfombras en Kul’tiras, poseían una bien trabajada y vistosa fortuna familiar, pero estaban lejos de pertenecer a la nobleza. Ambos trabajos complementaban bien la vida de la pareja, sus dos hermanos y él. Permitiéndoles los estudios juveniles básicos y las estadías en distintas academias del Imperio. Evan era el hijo del medio, su hermano mayor era un contramaestre que se perdió junto con el resto de la tripulación de su barco en un viaje al continente salvaje, y el menor había heredado el cargo en el negocio de alfombras de la familia, convirtiéndose en un maestro de la gestión económica tan solo con 25 años. No haciendo más que aumentar la tesorería familiar. Evan era un erudito, alguien que optó por el camino del saber más allá de las ambiciones cotidianas, sabía que su vida estaba destinada a la mediocridad, al fin y al cabo no tenía caso luchar por el favor de sus padres tras la repentina desaparición de su hijo más privilegiado y el rápido ascenso de su hermano menor en el negocio familiar. No era algo que le molestaba en lo absoluto, amaba a su familia y estaba agradecido por llevar la vida que tenía, sabiendo que en otros rincones más alejados del Imperio había gente que ni siquiera sabía lo que era la lectura de un libro. Durante su adolescencia, solía llevar buenas relaciones con sus hermanos, practicaban deportes, tiro con arco, juego de espadas e incluso se aventuraban en las calles de la ciudad hasta el punto de que se conocían de memoria hasta el callejón más alejado del corazón portuario del Imperio, al crecer no cambio mucho la cosa, pues no hubo mucha rivalidad entre los hermanos y lo más parecido a ello era la sana competencia. No obstante, su hermano mayor era un habilidoso espadachín y sabía acerca de náutica como si hubiese aprendido a hacerlo antes que hablar. Su hermano menor por otra parte era un genio para los números, capaz de realizar cuentas que le tomarían a él unas decenas de segundos en pocos instantes, además de saber relacionarse bien con las personas adecuadas para llevar adelante sus objetivos… ¿Qué le quedaba a él? Era bastante inteligente, sí. Pero jamás podría igualar la habilidad y pericia de sus hermanos. No era consciente de que su destino era llegar mucho más lejos que ellos dos. No pasó mucho tiempo tras la muerte de su hermano, cuando él tenía veinticinco años, para que se diera a conocer su potencial mágico, esto despertó su curiosidad y la de su familia, quienes maravillados por este increíble suceso decidieron enseñarle el secreto familiar que bien había sido guardado a lo largo de los años. Evan desconocía que pertenecía a una línea de sangre con aptitudes para la magia, siendo el primer usuario de las energías arcanas en su familia su tatarabuelo Nimdok Schreiber, y como último su bisabuelo Max Schreiber. Ahora él era el último con la marca de la magia, y su padre respetaba este hecho como si ante sus ojos tuviese al mismísimo Guardián de Tirisfal. La familia sabía que él no iba a alcanzar su máximo potencial en donde se encontraba, quizás ni siquiera sería capaz de controlar sus poderes si se daba el caso, en Kul’tiras poco espacio había para los magos, reservados en pocas academias no lo suficientemente eficaces para cultivar sus conocimientos en la materia, por lo que él sería enviado al Continente Aliado, al corazón del mismísimo Imperio, Ventormenta. Donde aprendería como perfeccionar sus habilidades y llenar de orgullo, otra generación más al apellido Schreiber. Evan no se negó, tampoco habían muchas opciones a elegir, se negaba a tener una vida demasiado acomodada sin esfuerzo alguno en la casa familiar, y con este nuevo talento en sus manos sentía la necesidad de impresionar a su familia como ninguno de sus hermanos lo había hecho, algo había nacido en el profundo interior de su alma. Había nacido la llama de la ambición. Los siguientes días fueron dedicados a los preparativos para el viaje, le habían dado el dinero suficiente para establecerse durante unos cuantos meses, además de lo necesario para poder costear el ingreso a la Academia de las Ciencias y Artes Arcanas de Elwynn. El único lugar aparte de la mística ciudad flotante de Dalaran que atesoraba los conocimientos suficientes para descubrir y mejorar el potencial mágico de Evan. A la semana ya había zarpado y solo incógnitas volaban en su cabeza durante las noches en su camarote. ¿Cómo sería el continente aliado? Ya había leído mucho acerca de el en los libros, batallas colosales y héroes de leyenda nacían en esas tierras del este, además de que fue la cuna de los primeros magos de la humanidad. ¿Qué haría apenas llegar? Eso era complicado, su padre tenía a un viejo amigo al que le avisó del viaje de su hijo, poseía varias propiedades en su poder y no tenia problemas en venderle una a su padre. No iba a recibir una casa solariega como en Kul’tiras y mucho menos iba a tener las comodidades que ahí tenía… pero por algo debía empezar. Más preguntas fueron volando sobre su cabeza y él en ese punto, a altas horas de la madrugada en su acomodado camarote solo podía pensar en sus antepasados… ¿Por qué estuvieron en secreto durante todos estos años? ¿Lograría ser tan bueno como ellos…? El no sabía nada de sus pasados, su padre no se encargó de informarle mucho, pero se veía que el temía y respetaba a los magos lo suficiente como para evitar tomarse este asunto a la ligera. Evan suspiró y cerró el ventanal que daba la vista a la luna blanca como los picos más altos de Alterac. Se acercó a una mullida cama y dejó que el peso de su cuerpo se desplomara sobre ella. Miró al techo durante varios segundos y luego cerró los ojos, dejando de pensar. Pronto llegaría a su destino
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