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Nevers

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  1. Nevers

    Garren Evergrove (Ficha)

    Nombre: Garren Evergrove Atributos6 Físico6 Destreza7 Inteligencia7 PercepciónValores de combate 24 Puntos de vida 21 Mana 9 Iniciativa 7 Ataque CC Sutil (Cuchillo (Daga) 8 Defensa Habilidades Físico 1 Atletismo Destreza 1 Cuchillo (Daga) 2 Defensa 1 Nadar 1 Sigilo Inteligencia 2 Callejeo 1 Supervivencia/Cazar 1 Leer Runas Percepción 2 Advertir/Notar 1 Bailar 2 Buscar 1 Rastrear 2 Reflejos 2 Rumores Escuelas/Especializaciones
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    Garren Evergrove

    Nombre: Garren Evergrove Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 18 Altura: 1,82 Peso: 78 Lugar de Nacimiento: Aldea de Cedronegro, Montañas Crestagrana. Ocupación: Desempleado Historia completa Descripción física: De estatura media, y con un peso acorde, Garren no destaca para nada frente a otro civil respecto a habilidades físicas. Es un joven flaco y ágil, con facilidad para los juegos de manos y evitar los problemas más que buscarlos o enfrentarlos. Tiene cabello moreno, ondulado y corto. Su rostro, con labios finos, nariz recta y pequeña, y unos ojos ambarinos, transmite una apariencia taciturna, tranquila y curiosa, si se aseara y vistiera adecuadamente, llegaría a ser incluso atractivo. Descripción psíquica: Garren es una persona callada pero amigable, aunque con una habilidad innata para poder salir de los problemas hablando. Es desconfiado y cobarde, no es un luchador ni alguien audaz, pero no dudará en ayudar a la gente en quien confía. Su mayor defecto es su impaciencia y su tendencia a reaccionar sin pensar cuando algo lo pone nervioso. No tiene mucha autoestima, pero se esfuerza en solucionar sus problemas, llegando incluso a anteponer sus problemas y los problemas de aquellos a los que quiere ayudar antes que su propia felicidad. Historia Recordando el camino, en plena noche. ~ *** I *** ~ Era una noche de primavera inusualmente calurosa, y eso le recordaba al verano en su tierra natal. Era una noche clara e iluminada por la luna, una noche perfecta para yacer en bajo un árbol y contar las estrellas. El carromato en el que se encontraba avanzaba a trompicones, no era el vehículo más fiable, pero avanzaba hacia un destino que solo él y el conductor conocían. Estaba solo, pero se sentía seguro así, cada vez más hipnotizado por la noche iluminada por la luna, a la vez que su mente iba recordándole, muy a su pesar, ese verano en el que todo se hizo pedazos. ~ *** II *** ~ La primavera había empezado ese día. Se dirigió tras desayunar había la plaza del pueblo, su madre lo esperaba para realizar unos encargos. Atravesó a toda velocidad los campos de Cedronegro, una población que creció tras el fin de la Segunda Guerra, y en la que muchos veteranos se habían instalado con sus familias acabado el conflicto. Cedronegro crecía, pobremente, entre un frondoso bosque y un riachuelo que proveía a sus habitantes de las dos únicas materias primas con las que comerciaban: madera y pescado, y que a su vez les permitía sobrevivir. “¡Malditos vagos! ¡Hoy en día solo criamos vagos!”, gruñía su anciano abuelo en el porche de la vivienda salía cada mañana. En parte era cierto, pero, por otra parte, el anciano agradecía el no tener un nieto soldado, que arriesgase la vida como su hijo, fallecido en la Tercera Guerra como otros tantos hacía poco menos de una década; agradecía, también, el que el pueblo hubiera resultado poco dañado tras la guerra gnoll, más bien, la suerte de Cedronegro se debía a que no tenía ningún valor incluso para los gnolls: muchos ni siquiera sabían de su existencia. *** Saludó a su madre, la cual lo regañó y al final de la bronca le entregó un paquete encargado por el tabernero Johnson. Eran víveres, algo bastante necesario para un tabernero, pero también algo bastante pesado. Se aventuró por el pueblo en dirección a la taberna, cargando con el pesado paquete, saludando a los vecinos que se dirigían a sus empleos. Llegó a la taberna finalmente cuando el tabernero Johnson servía una pinta a su cliente a la vez que lo observaba entrar sudoroso y agotado por la caminata. -Vaya, si que he pedido bastante, déjame ir en busca del dinero. -dijo el hombre sonriente mientras tomaba el encargo y lo tiraba hacia la trastienda-. Siéntate, muchacho, toma un poco el aire. El joven dejó caer su agotado cuerpo sobre un taburete. La puerta se abrió. Él lo recordaba perfectamente. Su melena rubia y ondulada entró en la taberna a la vez que la puerta se cerraba. Observó la sala, y sus ojos azules se clavaron en los suyos. Se podría decir que en ese mismo momento un fuerte hechizo lo dominó, como una ilusión, empezó a sentirse nervioso y apartó la mirada mientras ella se acercaba hacia el taburete. -Hola. ¿Esta es la taberna del señor Johnson? -preguntó la chica, mientras se acomodaba la rubia melena ondulada y le sonreía-. Acabo de llegar al pueblo y no conozco mucho esto. Soy Elyn. La miró unos segundos, y se puso erguido y tenso sin saber que decir. Se sonrojó y frunció los labios avergonzado. -Garren. -Es un placer, Garren. Si algún día nos vemos, podrías enseñarme Cedronegro, estaría bien conocer mejor mi nuevo hogar. -Claro. Yo… tengo que irme. -respondió con dificultad Garren mientras se dirigía hacia la salida. Una vez fuera recuperó el aire, maldiciendo para sí esa forma tan ridícula de actuar frente a una chica. En ese momento no se había dado cuenta de que marchaba hacia donde se encontraba su madre sin el pago del tabernero, pero tampoco se había dado cuenta, de que se había enamorado como un idiota. ~ *** III *** ~ Esa misma noche, un carromato se detuvo en la entrada de la humilde casa. El interior de la casa estaba iluminado. Una dama salió del carruaje, descendiendo lentamente de este a la vez que su poco equipaje rodaba delicadamente hacia el suelo. Él, que había observado el espectáculo por la ventana, alertó a su madre mientras salía por la puerta a recibir a la mujer. Ella era diferente a todos los del pueblo. Ella era mejor que cualquiera de los que habitaban la comarca. Se alegró, sabía por cartas que le leía a su madre y su abuelo que Iris volvería a Cedronegro por esas fechas, aunque sin un motivo claro. El retorno de su hermana mayor era algo que alegraba mucho a Garren. Iris lo había educado, le había enseñado a leer y había sido su amiga cuando sus pocos amigos se habían marchado de Crestagrana con sus familias. Pero si Iris destacaba, sobre todo, lo hacía en la magia, siendo la primera y única habitante de Cedronegro que marchó a Ventormenta a aprender magia de un mago de renombre. Si bien Iris era indudablemente la más inteligente, Garren hacía gala de una rápida agilidad mental y capacidad de usar sus palabras para escapar de los problemas, aunque él no lo tuviera en mucha estima, muchos reconocían esa labia innata que el joven poseía, además de unos reflejos y agilidad encomiable. -¡Sabía que eras tú, Iris! -dijo el joven mientras se lanzaba sobre la mujer y le daba un cariñoso abrazo-. Bienvenida de vuelta. -Yo también te he echado de menos, cómo has crecido-. respondió sonriente. Se separó de ella y sonrió, feliz, ella también había crecido, su vientre se encontraba bastante más redondo y abultado, y su cuerpo ya no parecía el cuerpo de la hermana mayor que se había marchado a la capital del reino a aprender magia. La miró, sin saber como reaccionar, ni que decir, se limitó a observarla boquiabierto hasta que ella rompió el silencio. -Mamá se pondrá hecha una furia. Ni siquiera he podido traer al padre para que lo conozcáis apropiadamente. Volvió a mirarla, pensando en que decir para tranquilizarla, pero el rostro de Iris se encontraba invadido por lágrimas. ~ *** IV*** ~ -Y esta es la plaza del pueblo -finalizó Garren mientras se detenía para observarla. -¿Solo eso? -preguntó ella incrédula-. Es solamente una plaza, no tiene nada de interesante, me pareció más gracioso el estanque de peces. Sonrió cálidamente mientras miraba la plaza del pueblo. Elyn había tenido la amabilidad de llevarle el pago del tabernero, y con el paso de la semana acordaron una visita guiada para enseñarle el humilde pueblo. El tour concluía en la plaza del pueblo. -No es solo una plaza- Replicó él sonriente-. Al acabar la primavera se hace una gran hoguera y una fiesta a la que vamos la mayoría de los habitantes del pueblo y bailamos y lo pasamos bien. Elyn sonrió, risueña. Era una chica un año más joven que él, con una sonrisa y vitalidad increíbles, y, si por apariencia fuera, aparentaría descender de altos elfos. Era natal de Stromgarde, y decía haber acabado en Cedronegro porque su madre había heredado una parcela de un familiar lejano. -¡Estabas guardándote esa información! -protestó ella. -Eres impaciente. -dijo entre risas-. No solo es una plaza, es un lugar para bailar. -¡Que divertido! Garren sonrió ligeramente, no solía acudir a la fiesta de la hoguera, ya que el hecho de tener una hermana maga le había grajeado una reputación de oveja negra frente a los otros jóvenes. -No pareces muy ilusionado, Garren. -susurró Elyn algo decepcionada. -No acostumbro a ir a la hoguera, no se me da bien bailar. -sonrió haciendo un ademán con la mano para restarle importancia. Elyn, entre risas, lo tomó de la mano. Él sintió como si su sangre se helara y a la vez sintió nervios y miedo, y desconcierto. -Entonces tendré que enseñarte a bailar. ~ *** V *** ~ Llevaban toda la mañana en el porche, parecía que la hora del almuerzo no iba a llegar nunca, y Garren estaba impacientándose. Su única manera de distraerse era saciar su curiosidad con su aburrida profesora -Y… ¿cómo se siente tener a un niño creciendo a tu interior? -Increíblemente incómodo. Pero déjate de preguntas innecesarias, repite conmigo: Fudam. Había pasado un mes desde su llegada, e Iris se había instalado completamente en el pueblo, empezando por implantar su enseñanza a Garren. Le enseñaba palabras sin sentido inscritas en piedrecitas pulidas, a pronunciarlas, a saber leerlas, sin darle una explicación, como siempre acostumbraba su hermana. La reacción del pueblo ante la llegada de Iris fue algo arisca. Un pueblo cerrado casi totalmente al exterior, mantenía sus supersticiones y miedos a la magia. Garren, no veía a Iris de otra forma que, como su hermana, pero para muchos habitantes del pueblo, inclusive su abuelo, la presencia de Iris implicaba malos presagios, era una bruja preñada sin un padre que criase al niño, daba de que hablar. -Llevas tres semanas con esas palabras. Podrías decirme al menos para que me servirá saberlas. Iris suspiró y sacó tres piedrecitas, en una de ellas reconoció la palabra Fudam. A continuación, se alejó del porche y las enseñó. -Como mi terco hermano no tiene cerebro para la magia, ni para nada más, voy a enseñarte al menos a saber pronunciar estas runas. -¿Y de que me va a servir eso? -Fudam. -La runa se iluminó, irradiando un fuerte haz de luz blanca, y Garren creyó quedarse ciego, obligándose también a cubrirse con sus brazos- Esto, es para lo que sirve, te pueden ayudar si sabes usarlas bien, a lo mejor te van mejor que los puños. Garren se levantó del porche una vez notó que los efectos de la runa habían cesado y observó la tonta piedra que parecía más inútil que nunca. -Vas a tener que explicarme que hacen las otras palabras. -respondió, esta vez, con toda la atención del mundo. ~ *** Interludio *** ~ El carromato se detuvo en mitad del camino y el rugido furioso del conductor lo sacó de sus pensamientos. Se giró hacia el hombrecillo gordo y calvo que se dirigía hacia atrás para observar una rueda destrozada y astillada. -¡Esos malditos gnolls! -gruñó molesto-. Incluso más de un año después de la guerra y siguen destrozando caminos. Garren bajó del carromato atraído por los gruñidos del conductor, lo observó cambiar la rueda y le sostuvo el candil del interior para alumbrarle mejor. -Casi no hace falta que te alumbre. La luna se encargaría sola si no fuera por estos árboles. Ya estaban en Elwynn. Pero el carromatero lo observó arqueando una ceja, no intercambiaban palabras desde el momento que Garren le había pagado su plaza de viaje. -Sabes… me estaba preguntando, chico, qué hacía un muchacho tan joven como tú buscando un viaje hacia Ventormenta tan desesperadamente, sin comida, equipaje, ni siquiera un arma. ¿Acaso quieres morir? Garren tragó saliva. No sabía ni siquiera como responder a una pregunta sin sentirse avergonzado y violento. Miró a otro lado y se apartó mientras le temblaban los labios. -Yo… hice una promesa. -respondió con un hilo de voz-. Cuando la cumpla podré volver a casa. El hombre se rio y se encogió de hombros mientras se rascaba la calva. Le dio unas palmadas suaves en la mejilla y volvió al carromato, mientras le indicaba a Garren que subiera y se preparara para volver al camino. -Eres un crío. Al final de la estación probablemente vuelvas a la falda de tu madre una vez recibas tu primera paliza. Pero a diferencia de lo que opinaba el conductor, él estaba decidido a soportar más que eso. ~ *** VI *** ~ Atardecía, y los campesinos se iban congregando en la plaza del pueblo, dejando cada uno de ellos unos trozos de madera recogida cuidadosamente en el linde del bosque para la gran hoguera. La estación había pasado rápidamente y el tiempo que pasaba con Elyn hacía que el tiempo volara incluso más aún. Se habían vuelto amigos muy cercanos, y si bien Garren amaba profundamente a Elyn, ella no parecía corresponderle más que como un amigo, aún así, habían prometido bailar en la fiesta que se celebraría esa noche. Eso le hacía mucha ilusión. Pero a la vez lo aterraba: no quería bailar mal, ni hacerle pasar un mal rato. Estar con Elyn era lo único que le apetecía. -¡Qué haces con este lerdo, Elyn! ¡Ven conmigo! -los sobresaltó una grave voz masculina. De todas las personas más detestables del pueblo, Garren odiaba con todo su ser a única persona: Argyll Stout. Si hubiera sido una buena persona, probablemente Argyll hubiera sido el protagonista de una historia de héroes, princesas y espadas legendarias: era fuerte, apuesto y carismático; siempre se rodeaba con sus amigos y siempre conseguía lo que se proponía. De haber sido de una familia adinerada, quizás hubiera sido el paladín más importante de la región, pero solamente se limitaba a ser un intimidador y un matón. -No entiendo por qué te juntas siempre con el hermano de la bruja. No merece la pena. -pronunció mientras se acercaba y apartaba a Garren. Garren miró a Argyll y luego de reojo a Elyn. Tenía miedo, no quería quedar como un cobarde, pero no era la primera vez que tenía un encontronazo con Argyll y había aprendido dolorosamente que era mejor no meterse en su camino. -Vámonos Garren…-murmuró Elyn en voz baja. -¡Déjalo ya, que se vaya con su hermana folla-gnolls! -se mofó Argyll mientras lo cogía del hombro y se reía-. Porque eso es lo que hizo ella. Se folló a diez gnolls, incluso a Hogger y se quedó preñada de él. Se olvidó por un momento del mundo, de Elyn y de la plaza del pueblo. Solo existían la cara de Argyll y su puño en ese momento. Descargó su furia sobre su mejilla, y Argyll retrocedió tras pegar un grito de dolor. -¡Retira tus palabras, imbécil! -rugió Garren furioso. -¡Estás más que muerto! -respondió Argyll mientras se acercaba y preparaba su puño. Garren se dio cuenta de que había cavado su propia tumba. Su puñetazo apenas le habría hecho cosquillas, pero… los brazos de Argyll eran fuertes y musculosos. Tenía que escapar de ahí, pero el puñetazo venía en camino hacia su rostro. Esquivó el primero, y el segundo, y el tercero, marcando un poco de distancia. Recordaba a su enemigo más rápido en otras ocasiones y pensó por un momento que podía enfrentarlo, incluso vencerlo, pero Argyll consiguió conectar un puñetazo en su estómago antes de que sus amigos lo separaran una vez se percataron del escándalo que estaban formando en la plaza. Se dobló sobre sus rodillas y tosió. Sintió un agudo dolor, pero también una suave caricia. Elyn seguía a su lado. -¿Estás bien? Pero Garren, una vez recuperado, se sintió invadido por una profunda vergüenza. Se levantó y se sacudió el polvo de los pantalones. -Estoy bien. -respondió con dificultad mientras se alejaba de la plaza. *** Tiró una piedra a la charca. Podía escuchar el festejo a sus espaldas, no muy lejos. Se refugió en sus rodillas y apretó los dientes, se sentía humillado, y lo peor: se había ido de la plaza dejando a Elyn sin su baile. Un arbusto que se movía le alertó, preparó una piedra para defenderse. Da igual si fuera un tejón hambriento, o Argyll hambriento de venganza, le atizaría con ella. Pero cualquier amenaza o miedo se esfumó cuando sus dorados bucles salieron de entre la maleza. Se relajó, pero se sorprendió a si mismo pensando como había sido capaz de encontrarlo. Ese escondite era muy escurridizo y nunca nadie había llegado antes a él. -Si que te gusta esconderte… -comentó Elyn quitándose una ramita de la cabeza-. ¿Qué diablos te pasa? -Nada, no quería que me vieras así -respondió sin saber muy bien como excusarse. -Idiota. Argyll me da igual, no es una buena persona. Tú si lo eres, y es lo que importa. Garren apartó la mirada halagado y, de no haber sido por la noche, ella lo hubiera visto sonrojarse. -Gracias. ¿Te… te gustaría bailar? -Me hubiera ofendido si no lo hubieras dicho. -dijo ella mientras le tendía la mano. ~ *** VII *** ~ En pleno verano, el niño vino al mundo. Se sorprendió al ver que su sobrino era una bola arrugada, y que después de tantos gritos de dolor de Iris, su rostro, hinchado y enrojecido por el esfuerzo del parto, era el más feliz que había tenido en mucho tiempo. Iris había dicho que lo llamaría como su padre: Wilheim, y eso fue lo primero y lo último que escuchó Garren sobre el padre del niño. Iris solía guardarse todo lo que había pasado en Ventormenta, no mencionaba nunca ningún detalle sobre el padre del niño, y se ponía nerviosa cada vez que la interrogaban con preguntas sobre el tema. Pero ahora Iris empezaría su vida de nuevo, con su familia, y Garren estaba muy feliz por ella. La primera semana la había pasado ayudando a su madre con el mercado, mientras esta atendía a su hermana. Apenas pasaba tiempo en casa, y aún menos compartía tardes con Elyn. *** La situación siguió normal hasta el inicio de la segunda semana. La jornada terminaba y Garren se dirigía hacia su casa para cenar junto a su familia, pero las calles cada vez más desoladas lo pusieron nervioso y aceleró el camino hacia la casa. La vivienda parecía apagada y vacía. Entró dentro y dejó su capa en un colgador y se dirigió a la cocina. Sangre. La cocina estaba cubierta por una capa de sangre, y a los pies del caldero en el que solían hacerse las comidas, su anciano abuelo yacía muerto. Un olor a quemado le provocó arcadas y se arrodilló en el suelo mientras vomitaba horrorizado. Estaba muerto. Nunca había visto un cadáver, y la idea de que su abuelo hubiera muerto de esa forma empezó a aterrarle y a desconcertarle. Aturdido todavía por la imagen que acababa de presenciar, recordó a su madre y a Iris. Subió tambaleándose por las escaleras, no sin antes coger un cuchillo y blandirlo temblorosamente. -¡Mamá! ¡Iris! -gritó subiendo las escaleras hacia la habitación de su hermana. Su madre estaba en el suelo junto a la puerta, inconsciente. Se percató de que respiraba entrecortadamente, con algunas quemaduras en su rostro. Sintió un alivio enorme, pero un horror tremendo. Al otro lado de la habitación se escucharon cristales rotos y una gran explosión. Abrió la puerta, y vio a su hermana arrastrándose por el suelo. -Garren. Se lo han llevado. -articuló entre lágrimas Iris-. Se lo llevan. Hacia el bosque. Mi pequeño… -El abuelo… mamá… -Garren observó a Iris en el deplorable en el que se encontraba, no podía levantarse, ni hacer nada, aún no se había recuperado del parto. Garren apretó los dientes, a la vez que una furia creciente iba aumentando poco a poco en su pecho. Guardó el cuchillo en su cinturón y se dirigió al baúl en el que Iris guardaba sus artilugios de inscripción, buscó algunas runas y las guardó en su bolsillo. -Aguanta, cuida de mamá. Iré en busca de Will. -sonrió aterrado y bajó como un rayo las escaleras. ~*** VIII ***~ La noche estaba cayendo, ya casi no veía nada puesto que la luna estaba cubierta por un espeso manto de nubes. El bosque era un lugar peligroso en la noche, no solo por los gnolls, sino porque bandidos, o peor, asesinos y secuestradores esta vez, rondaban la zona. Se planteó volver y olvidarse de todo cuando estaba adentrándose en el bosque. Pero había dado su palabra y, además, era el único que podía encontrar al pequeño Wilhem. Mientras avanzaba y rastreaba como podía indicios de paso por el bosque, en mitad de la noche, pensó en su abuelo otra vez. El pobre anciano no merecía una muerte tan cruel, el recuerdo de su cadáver prendió una vez más la mecha de furia que iba apagándose y encendiéndose constantemente mientras seguía avanzando. El llanto de un niño lo alertó, y se dirigió cuidadosamente hacia el origen del sonido. Allí, cubierto por arbustos, podía observar a una pareja de encapuchados, que sostenían al pequeño e intentaban calmarlo. -Usa un hechizo y duérmelo, si vienen gnolls puede ser problemático. -murmuró una voz femenina que intentaba calmar al niño. -No conozco ninguno. Esta inútil se está tardando demasiado. -respondió una voz masculina. Garren observó durante diez minutos la escena. No sabía como actuar, como atacar, eran mayoría, estaba solo, y los encapuchados habían hablado sobre magia. Empezó a formarse una vaga idea de por qué esos encapuchados iban tras su hermana, pero no podía entender que querían del niño. ¿Alguna rencilla? ¿Algún problema entre magos? No tenía sentido que intentaran secuestrar al pequeño Wilhem. Una tercera figura, más pequeña y delicada se acercó, justo cuando la luna salió de entre las nubes. Estaban en un pequeño claro atravesado por un riachuelo. -Si que has tardado. Ahora, vámonos. Se tensó, se le acababan las oportunidades. Si tenía una oportunidad, podía aprovechar y tomar un rehén. No podía fallar esa vez. Asiendo el cuchillo con la mano izquierda, buscó en su bolsillo y sacó la piedra con la runa Fudam, y pronunciando el nombre en silencio, la arrojó frente a los encapuchados mientras saltaba sobre la figura recién llegada y le colocaba el cuchillo en la garganta. -¡Quieto! Garren abrió los ojos y observó un rostro familiar. Arqueó las cejas desconcertado mientras los otros encapuchados se iban recuperando. -Qué haces… tú aquí. -preguntó con un hilo de voz sin entender. Salió volando hacia la charca. De no haber sido por ella, hubiera sido incinerado vivo. “Voy a morir”, pensó, mientras la figura que había derribado se iba levantando y se acercaba al resto de encapuchados. -Creía que era un inútil. Pero no has sabido hacer bien tu maldito trabajo. -dijo la voz masculina. La explosión lo había dejado aturdido. Empezó a creer que la encapuchada solamente se parecía a Elyn, pero era ella. No había duda. -No tendrías que haber venido… Garren. Vete a casa y olvídate de esto. -dijo Elyn con una mezcla de terror e incomodidad en su voz. -Devolvedme… a mi sobrino. -imploró Garren tembloroso y sin fuerzas, con un nudo en la garganta. -Suficiente. -habló la otra mujer-. Ya he tenido suficiente quemando al anciano. Vámonos, Índice nos espera. Elyn miró desconcertada y con la boca entreabierta a la mujer, mientras el hombre se disponía a canalizar un hechizo. Garren se arrastró embarrado y comenzó a aporrear el suelo frustrado. Ella lo observó con pena. -¡Devolvédmelo! ¡AHORA! -rugió. Empezó a sentir un cansancio terrible y mientras se iba quedando dormido, lentamente, los vio desaparecer. Y nunca nadie más volvió a verlos. ~*** IX ***~ El sueño lo despertó en plena noche. Se despertó sobresaltado y sudoroso, y cuando se quiso dar cuenta, pudo ver que estaba quieto y rodeado por una gran oscuridad dentro del carromato. Quiso partir sus nudillos contra la madera del carromato, pero pensó que aquello despertaría al conductor, y no quería ser tachado de loco. Tras ese verano, del año 30. Iris se volvió un alma en pena. El otoño y el invierno se sucedieron rápidos. El anciano Evergrove fue enterrado bajo su árbol favorito, mientras que la madre de Garren se recuperó completamente y siguió atendiendo a su hija, que no se había recuperado de la pérdida de su hijo. Ver a Iris así lo destrozaba, y buscó por todos los pueblos de la comarca en busca de los encapuchados, en busca de Elyn. La traición de Elyn lo había destrozado también. Quería a Elyn como su amiga, pero no entendía que relación tenía con esos encapuchados, ni por qué nunca le había contado nada de esto. Ella había roto su corazón, lo había usado y manipulado y él había confiado en ella como un idiota. Pero en el fondo, Garren lo entendía, era un donnadie, y cuantos más días pasaban, más lejos se sentía de encontrar al pequeño Wilhem. Al final del invierno, y contrario a lo que su madre quería. Garren lo aceptó: no volvería a Cedronegro hasta haber encontrado a Wilhem. Tras media hora escribiendo una nota, en la que explicaba la situación, salió y convenció a un conductor de carromato que se dirigía hacia Ventormenta para que le prestara un hueco en el vehículo. Si bien su objetivo era encontrar a su sobrino, debía indagar más, y la única persona que podría hablar sobre ello seria Wilhem, el padre del pequeño. Con un poco de cecina seca, sus ropas, un cuchillo que guardaba de la vista del conductor, y una bolsa con pocas monedas de plata, se bajó del carromato, que había parado cerca de un pueblo próspero, en las cercanías de Ventormenta. “Un buen lugar para empezar a preguntar sobre el idiota de mi cuñado”, se dijo, y acto seguido se perdió por la aldea que empezaba a despertar rodeada de los cálidos rayos de la mañana primaveral.
  3. En un futuro, quizás. Ahora mismo no estoy muy atraído a rolear belfos, pero no lo descarto
  4. Me gusta empezar siempre con un humano, donde más cómodo me siento, para otear el panorama y también porque estoy bastante inspirado con su historia, la verdad. Pero los trolls tienen su encanto también.
  5. Estoy mirando, aunque creo que ya recuerdo como manejarme en un foro , gracias por la bienvenida
  6. Nevers

    Hola

    Muy buenas. Intentaré presentar una historia decente. Espero que sea entretenido ^^, hace muchos años que no roleo en servidores privados.
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