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IsildurJenkins

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Sobre IsildurJenkins

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  1. ´´«Hay una maldición peor que la no-muerte: la ineptitud» —Sumo Ejecutor Hadrec (Música de ambiente) Si hay algo común en todas las guerras son las misiones de mensajería, encargos de llevar un documento de un lugar a otro evitando al enemigo y asegurándose de que el destinatario sea el único en recibir la información que se traslada. Muchos consideran que este tipo de misiones son de poca importancia o que se deberían dejar únicamente a reclutas molestos para que dejen actuar a los veteranos, pero no hay estrategia capaz de evitar a un enemigo que conoce tu verdadero plan, qué recursos tienes o hacia dónde envías tus tropas. Los boticarios vinculados al frente de guerra con Gilneas llevan desde que comenzó el conflicto experimentando y descubriendo nuevas formas y técnicas para obtener la victoria, desde pruebas con Aterralobos hasta nuevos estándares para los rifles y ballestas, pasando por cómo afecta X compuesto a la cordura humana. Uno de ellos es bastante reconocido por sus compañeros científicos: Nikolau Von Tesla, inventor de los rifles Tesla que tantas escabechinas habían provocado entre hombres y huargens. ¿Por qué resultaba importante este nombre? Porque la carta que se tenía que enviar desde El Sepulcro estaba dirigida a él, y era imperativo que llegase a sus manos directamente. Pero no fue así. La partida de mensajería, liderada por Adanael Brisapura —bajo orden expresa de Danforth, quien consideró que un Sin'dorei experimentado sería capaz de asegurar el éxito de la misión— e integrada por Alfred Shutelmeister, Garreth Labrint, «Reflejo» y Midas Rassler, partió de El Sepulcro con los documentos. Les esperaban dos días de viaje que pudieron haber hecho perfectamente a través de los caminos asegurados por las constantes patrullas del Nuevo Orden, pero decidieron complicarse ellos solos. Dada su incomprensible inquietud por viajar evitando los caminos, acabaron cruzándose —tras algo más de un día de marcha— con un extraño campamento humano. Ya de por sí era sorprendente la situación, pero lo habría sido más de no ser porque varias pistas que encontraron en su trayecto indicaban que algo no estaba bien fuera de los caminos. La curiosidad se cebó con algunos de la partida de mensajería, y les llevó a investigar el campamento y a caer en la trampa que unos milicianos de Gilneas tenían preparada. Llevaban siguiéndolos desde hacía un tiempo, y todo había salido tal y como ellos querían. Los árboles rompieron con humo y pólvora, y de varios rifles proyectiles salieron disparados contra los mensajeros. Tal vez fuera por el estrés, tal vez fuera por ineptitud, pero se quedaron expuestos demasiado tiempo recibiendo disparos. Dos cayeron inconscientes, otros trataron de huir tremendamente heridos. Y solo uno fue capaz de correr como alma que lleva el Diablo para alcanzar Campamento Von Tesla y dar la alarma. Varias horas pasaron cuando «Reflejo» y Midas despertaron de su inconsciencia. Cinco gilneanos trataban de sonsacarles toda la información posible, pero sus métodos no fueron del todo eficaces. Sin embargo, el líder de este grupo fue capaz de advertir cómo «Reflejo» mentía acerca de algunos detalles, lo cual reveló la importancia del mensaje que debían entregar y los ponían en una situación de lo más delicada. Sin embargo, la ayuda estaba de camino. El Sargento Ejecutor Dareth Donnovan galopaba contra aquel campamento, guiado por el discípulo de Danforth y acompañado por dos Guardias de la Muerte veteranos. Cayeron sobre aquel campamento como un trueno de lanzas y magia, pero los milicianos supieron defenderse bastante bien. Aunque finalmente cayeron, no fue sin antes provocar severos daños a los miembros del Nuevo Orden, sobre todo a causa del líder miliciano, quien se inmoló con un explosivo y se llevó la no-vida de Midas con él. La carta al final llegó a su destino, se podría hablar de una victoria. Pero esta era pírrica, si es que se le podía llamar victoria como tal. Un Renegado ha caído en el abrazo de la muerte definitiva, y otros no lo hicieron de milagro.
  2. «Doblega el elemento a tu voluntad» —Hechicero Ejecutor Danforth Harrison (Música de ambiente) Muchos tacharían de inconsciente y de loco a Alfred Shutelmaister, un aspirante de las energías arcanas, aunque no tanto por su comportamiento y falta de cordura como por querer que Danforth Harrison —reconocido criomante demente sin escrúpulos que ya tuvo que ser encerrado y tratado psicológicamente en el pasado— fuese su maestro. Sin embargo, es de los pocos que empezó en lo más bajo y que ya es alguien. No todo el mundo es capaz de pasar de simple escriba a Ejecutor de la Guardia de la Muerte... La competitividad, el estrés, la presión, el castigo y la humillación son los pilares de su enseñanza. «Te romperé para ver de qué estás hecho. Solo así podré comprobar que te mereces un sitio a mi lado» es la frase con la que ha comenzado cada uno de los aspirantes a aprendices de Danforth, de los cuales solo han pasado tres. No obstante, Alfred era especial, era criomante, como él. Apostada la Legión X en El Sepulcro, aquel día tenía el margen suficiente como para la primera prueba de Alfred. Convocado en un muelle Renegado del Lago Lordamere, se encontró con Danforth esperándole. Puso a su disposición todo el agua que les rodeaba, y aprovechó para instruirle en la base más pura: el control y la fuente de poder. Pero antes... antes tenía que demostrar que se merecía escucharlo. El novicio tuvo tres intentos para captar la atención del Hechicero Ejecutor, pero su comienzo fue pobre, predecible y común. Podía haber atacado a su maestro desde el principio y así haber conseguido su respeto, pero fue un golpe de suerte lo que le salvó del rechazo. Un hechizo, un intento de crear un vórtice de agua y hielo, que no habría sido nada notorio de no ser porque influyó en la forma del gólem de agua del conjurador de hielo. Esto se merecía un castigo, como era obvio, y dejó rienda suelta a la invocación para que le demostrase el verdadero poder del plano elemental del agua al futuro aprendiz. Lo agarró, lo zarandeó, lo arrojó al agua, lo atravesó y por poco lo destrozó de no ser porque Danforth intervino, zanjando el asunto para evitar el descontrol. Fue así como se ganó la clase de aquel día, que repasó los fundamentos de las Líneas Ley y el Plano Elemental, sentando bases para muchos desconocidas, pues Harrison ha sido de los pocos que se ha adentrado en la investigación de los planos y que se ha visto obligado a interactuar y colaborar con grandes entes elementales conscientes. No fue casualidad los desastres causados por el viento en Arathi ni la subida de mareas en Los Humedales... Llegó la parte final de aquel día. Alfred tenía que derrotar a un elemental menor de agua. Solo así se ganaría su primera clase de verdad. Y lo consiguió. Que el Vacío vele por la no-vida de Alfred Shitelmaister. Lo necesitará.
  3. (Música de ambiente) Al sur de las tierras del Nuevo Orden, en la frontera entre Gilneas y Bosque de Argénteos, la guerra y el conflicto se gestaban y maduraban lentamente, con Renegados al norte de la muralla, y el Frente de Liberación de Gilneas al sur. Eso no era una escaramuza, tampoco un aguante. Lo que había ahí era un frente de guerra, uno de los puntos más calientes para los no-muertos de Tirisfal. Renegados de todas partes eran enviados paulatinamente a Argénteos para apoyar a la vanguardia. Todo aquel que estuviera «libre» de tarea era enviado como un refuerzo más. El Nuevo Orden no podía ceder ni un solo centímetro y debía mantenerse fresco, atento y preparado, pues cualquier desliz del enemigo debía ser aprovechado. Cada paso de terreno conquistado, cada enemigo eliminado, cada cuerpo levantado y cada grito de pavor ocasionado eran pequeñas victorias. La Legión X del Nuevo Orden fue uno de los grupos enviados al sur. Bajo la dirección de los oficiales Dareth Donnovan y Danforth Harrison, su pequeño séquito de reclutas vería de primera mano lo que era la guerra. Esto no era Trabalomas. Aquí la muerte te caza con garras y dientes, y no hay campamento ni escondite que sirvan para detenerla si fija su frío ojo en ti. Estacionados en El Sepulcro, Danforth tuvo una reunión con el Sumo Ejecutor Hadrec, quien le encomendó la misión al hechicero de reunir una extraña y rara planta con la que se querían realizar algunos experimentos: aterralobos. Como era de esperar, el criomante no iba a ensuciarse las manos teniendo «lacayos» a los que comandar, así que les asignó la tarea a dos mortacechadores novicios y a un guardia novato. Al fin de cuentas, solo era recoger unas plantas. ¿Qué dificultad podría tener eso? Equipados con sus pertrechos más familiares, y con unas runas ígneas del Hechicero Ejecutor, Adams, «Reflejo» y Garreth marcharon hacia el sur, hacia un bosque neblinoso donde podían encontrar tal hierba. Seis muestras eran las que hacían falta. No parecía una tarea muy complicada. Buscaron en cada árbol, en cada rincón, bajo cada tocón. La confusión era grande, y su falta de atención a algunos detalles les llevaron a creer que estaban cogiendo aterralobos cuando se trataba de otras plantas. E incluso cayeron en algunas trampas para alertar a los ferales de la zona. Varias horas estuvieron caminando por el bosque escuchando aullidos en la lejanía, corriendo cuando una de esas trampas hacía entrechocar trozos de metal que alertaban a los lobunos. Y cuando tentaron demasiado a la suerte, un error tras otro, los aullidos se convirtieron en rugidos y las copas de los árboles que había sobre sus cabezas comenzaron a temblar. Perseguidos por huarguens ferales que veían en ellos la presa perfecta, corrieron como alma que lleva el diablo. Parecía que La Olvidada estaba de su parte, pues mucho aguantaron contra aquella pequeña manada antes de darse cuenta de los efectos del fuego: los alejaba. Armados con aquellas runas y con la determinación propia de los Renegados, trataron de escapar de aquella cacería. No era momento de combates, tenían una misión que cumplir, aunque todo se estaba yendo al traste. En una carrera por salvar sus no-vidas, «Reflejo», presa del estrés, arrojó una de esas runas para alejar a los ferales. Mala suerte la suya, pues hizo explotar un residuo químico del Nuevo Orden que se hallaba en el suelo. La explosión, aparte de alejar a los lobunos y de empujar a los Renegados, arruinó todas las muestras de plantas salvo una. Sin embargo, fue el salvoconducto perfecto para escapar. La partida de recolección de plantas volvió junto a su oficial, aunque de mala manera. Dejaron atrás varias runas ígneas cuyo fuego mágico duró días, provocaron una explosión en mitad del bosque, casi perdieron a uno de sus compañeros y llegaron con las manos casi vacías. Tuvieron suerte de que el Sumo Ejecutor Hadrec fue el que se les acercó, quien concluyó que el desastre no aparentaba ser enteramente culpa de los novatos sino de una cadena de consecuencias y casualidades. Sin embargo, esa mancha quedaría en sus nombres. Los bosques son más peligrosos de lo que parecen, aunque sea al norte de la muralla. Ni la no-vida se salva de la muerte de garras y dientes, de la cacería feral.
  4. «Insuficiente...» —Sargento Ejecutor Dareth Donnovan (Música de ambiente) Tirisfal, ese funesto recordatorio de lo que una vez fue Lordaeron y que ahora acoge al Nuevo Orden, tierra donde la Llama Carmesí y los horrores conviven, luchan y se devoran, donde hay más muerte que vida, donde hasta los faros más grandes se apagan, donde la esperanza brilla tenue sobre un océano vacío y oscuro, es esa tierra donde los muertos caminan y erigen su gran sociedad, donde el Nuevo Orden encuentra su capital. Su sociedad, su economía, su «vida»... todo ello es complejo, pero siempre girando en torno a un pilar: la utilidad. En esta tierra marchita, si no sirves para nada, si no aportas nada, no eres más que un cero a la izquierda, eres prescindible; se te elimina de la ecuación. Todos los Renegados pasan por este momento en un punto de su no-vida, normalmente tras su instrucción básica nada más ser alzados. Pero hay excepciones, casualidades, casos extraordinarios, que posponen el examen. Era el caso del guardia Oscar Joshech y de «Reflejo», novata de los Mortacechadores. Sin embargo, su prueba se acercaba. Y el examinador no podría haber sido peor: Danforth. La premisa de su prueba era sencilla. Con palabras despectivas, sin mostrar ni un ápice de aprecio o incluso de neutralidad, el Hechicero Ejecutor les tendió un vial verde. El objetivo era probar con los cultivos de los humanos en Tirisfal este nuevo y desconocido elixir elaborado por la Sociedad de Boticarios, cuyos efectos eran aparentemente desconocidos. El criomante dejó muy claro el propósito de la misión: evaluar la utilidad de los dos no-muertos para probar que se podían llamar Renegados. Debido a la campaña por Trabalomas, este examen nunca se llegó a hacer. Pero ya estaban de vuelta en la capital, ya no había excusa. Tenían que probar que valían. Una granja apartada, de las más alejadas de las haciendas de los escarlatas, donde solo había un par de casas y algunos campos pequeños. Ese era el terreno de pruebas. «Reflejo», siguiendo el modus operandi de los Mortacechadores y el sentido común, decidió acercarse sigilosamente a los terrenos de cultivo para probar el vial. Pero su investigación no fue tan silenciosa como planeó y despertó a los agricultores tras dejar que las herramientas del cobertizo se cayeran al suelo. El choque del metal fue inevitable, así como la mirada juzgadora de Danforth desde el bosque. Por su parte, Oscar estaba de apoyo. Era un peso pesado, «carne de cañón». No iba a funcionar como agente de infiltración, así que estaba atento por si había un encuentro directo con los humanos de los campos. Sin embargo, su utilidad fue nula cuando un solitario granjero se acercó con una antorcha a investigar el ruido. Aunque, más que nula, fue negativa, pues por su paso pesado alertó al humano, quien intentó avisar entre gritos al resto de sus congéneres de la presencia de los muertos. Pero una lanza acuática salida de mitad del bosque le atravesó la sien y, de la misma forma que desapareció el arma ejecutora en la tierra, la vida se le escapó al agricultor. Cada vez estaban haciendo más ruidos. Los dos sujetos de pruebas eran descuidados, torpes y faltos de imaginación. O eso habría pensado cualquier oficial ante el espectáculo. Llamaban la atención y, de no ser por el estruendo que montó Oscar, «Reflejo» no habría podido verter el vial en el pozo de la pequeña hacienda. Pero ¿a qué precio? Armado con un trabuco y un odio acérrimo hacia los Renegados, un hombre comenzó a buscar a los muertos que se habían colado en lo que consideraba su finca, buscando a los susodichos como si de ratas se tratase. No obstante, hubo algo que lo alejó de casi dar con «Reflejo»: un soldado del Nuevo Orden armando escándalo en el cobertizo. Aprovechando la distracción, y usando sus dotes de ilusionista para facilitar la tarea, la aprendiz de los Mortacechadores consiguió llegar hasta el pozo sin que la detectasen y salir. En cambio, Oscar se las vio con el trabuco del granjero en un intento de hacerle una encerrona al humano. Dos disparos y un golpe fueron lo que aguantó el Renegado, quien únicamente logró clavar su espada en el vientre del granjero. Sí, se habría llevado la vida de aquel paleto a pesar de haber caído, pero la intervención de «Reflejo» para intentar ayudar a su compañero fue lo que acabó asesinándolo. Así entonces estaba el panorama: unos humanos alertados y confundidos por los gritos de una Renegada que afirmaba que la misión se había ido a pique, dos cadáveres humanos en los campos, un pozo infectado y una Renegada arrastrando por el suelo hasta el bosque a su compañero huesudo inconsciente. ¿Habían cumplido la misión? Técnicamente sí, pero el resultado no era nada satisfactorio. Victoria pírrica, y a duras penas. La mirada ejecutora de Danforth se posó sobre los muertos ojos de «Reflejo». Habló poco, y se limitó a reanimar al inconsciente Oscar. Pero no se quedó ahí. El Renegado probó ser inútil tras meses de campaña en Trabalomas y esta misión. No había pasado el examen. Ya no quedaban oportunidades. Servía más como piezas inertes que como soldado, y el criomante no dudó un solo instante. Cuando recuperó la consciencia, su primer reflejo fue levantarse, pero la punta del báculo de Danforth se lo impidió. Le estaba clavando la vara con saña en su ojo, y su rostro no mostraba más que sadismo y demencia. La poca calidez del aire se desvaneció. Todo se quedó helado, frío, sin vida. La hierba se escarchó alrededor del guardia, el bastón mágico brilló con fiereza devorando el calor del ambiente, y hasta la muerte pudo sentir cómo el no-muerto bajo la punta de la vara se criogenizó. Todo su cuerpo se volvió cristal, un fino y delicado cristal que el pie del Hechicero Ejecutor reventó. Solo las esquirlas de lo que fue quedaron en el suelo. «Si te he reanimado es solo para que sientas esto». Esas fueron las únicas palabras que pronunció el criomante, y esas fueron las últimas palabras que escuchó Oscar antes de sumirse en el Vacío...
  5. · Nombre · Carandir Verthanas · Sexo · Hombre · Altura · 1.70 m · Lugar de nacimiento · Isla de Quel'Danas · Raza · Quel'Dorei · Edad · 90 años · Peso · 65 kg · Ocupación · Desempleado · Tema del personaje · Con una estatura ligeramente inferior al estándar que su familia gastaba, Carandir se quedó estancado en los 1.70 m de altura cuando llegó a la madurez física. Si bien era cierto que siempre fue bajito, incluso desde niño, sus padres aún tenían el sueño de que fuera tan alto como su hermano mayor. Incluso su físico dejaba que desear cuando era joven, pues su musculatura era casi nula. Sin embargo, la presión de su propia autoestima, junto con la de la opinión general, hicieron que Carandir se centrase en muscularse. No era guapo, no era alto y no tenía un buen portento, así que algo bueno debía hacer con su cuerpo. Se centró más en la agilidad que en la fuerza bruta, así que sus músculos se desarrollaron de acuerdo a este objetivo, el cual siguió con ahínco durante muchos años. Nunca le gustó la melena de su hermano. Siempre lo andaban comparando con él, así que se decidió por un pelo corto. Algunos le miraban raro por eso de que los elfos debían ser guapos y pelilargos, pero a Carandir eso le resbalaba. El pelo corto era más práctico y no molestaba, y ese era motivo suficiente. Punto. No obstante, si no le valía con ser bajito, con mala complexión, pelo corto y no precisamente guapo, tiene una enorme quemadura en el lateral izquierdo de la cara que se hizo jugando con fuego, para ser más «paria» aún. Irónico, pues es un piromante. Menos mal que su madre le quería simplemente por ser su hijo, que si no… Siempre a la sombra de su hermano, siempre en el punto de mira. Que si esperanzas por ahí, que si infravaloraciones por allá, que si «ojalá fueras como no sé quién» por acá… Eso hace mella en un chaval, por mucha familia militar que tenga. Es más, es incluso peor. Carandir no es orgulloso, no es altanero ni nada por el estilo. Es un joven normal, con una personalidad un tanto explosiva, nada comedido y que no se corta cuando hay que decir las cosas. «¿Que la verdad duele? Te jodes». Hay que añadir que también es un poco payaso. Se podría decir que no, que es un bromista, pero eso es un eufemismo. Las cosas como son. Sin embargo, tiene una puntería impresionante para soltar el chiste perfecto en el momento menos indicado. Es… como el humor negro entre minorías étnicas. La piromancia no se lleva bien con la ira. Y si no, que se lo pregunten al rostro de Carandir. O a los que le hacen bromas con su nombre y su cara —algunos tienen una imaginación asombrosa para hacer juegos de palabras con «Cara» y «Carandir»—. Esas cosas no suelen acabar bien. Fue por culpa de esa irascibilidad por la que no triunfó en la academia militar, lo cual provocó que su padre se enfadase con él, su entorno lo menospreciase y fuese más paria aún para la familia. Pero no todo es tan negro como parece. La dedicación y la voluntad de Carandir son sobresalientes. Habiendo sido siempre menospreciado, y sin tener dones ni ventajas innatas, el esfuerzo era lo único que le quedaba. No era fuerte, no era especialmente ágil, no era muy inteligente y no tenía unos sentidos agudos, pero con el esfuerzo de años de trabajo ha sido capaz de sobrepasar a algunos pocos. Pero pocos de elfos normales, tampoco vayamos a pensar que Carandir es gran cosa… Hay más cosas buenas que decir sobre él. Tiene un gran coraje —alias impulsivo—, es simpático y amable, muy empático —aunque a veces no lo parece— y, sobre todo, fiel. Incluso muestra atisbos de lucidez en alguna ocasión, pero eso solo pasa cuando se alinean los astros… «Menuda movida haber nacido. Poco más, y salgo de rebote» fue el primer pensamiento de Carandir en cuanto se vio en el fregado en el que se había metido por haber nacido. Él no le pidió nunca a nadie que lo concibieran. ¿Es que sus padres no supieron estarse quietos? ¿No les valía con Eleandris, el hijo pródigo, el forestal, el guerrero, el modelo? Pues parecía ser que no. Nació en el seno de una familia con una gran tradición militar. Padre, abuelo, bisabuelo, tatarabuelo, tatatarabuelo... ¿Por qué? ¿No podían ser, por ejemplo, jardineros? ¿Tenían que estar todo el día con las armas? Pues parece ser que sí. «Oye, que quiero ser bibliotecario, que ahí no hay que hacer nada» decía Carandir. «Que te calles y vayas a la academia» respondía su padre, acompañando las palabras con una colleja. Infancia de diez. Ser elfo y no ser guapo es una, hablando en plata, putada. Todos tan hermosos, tan perfectos… Había que llamar la atención de alguna manera, así que Carandir optó por el humor. Humor que le llevó a varios castigos, como era de esperar. Pero no fue ningún freno para su comedia. Entrar en detalles de la infancia de un chaval que lo ha pasado mal no está bien, así que es suficiente con resumirlo: un joven payaso al que poca gente le hacía caso, siempre sufriendo comparaciones y siempre teniendo que superar estándares que le eran imposibles porque no daba para más. Era igual que examinar a un pez por su habilidad de escalar árboles. Pasando unos cuantos años, llegó a la madurez. ¿Y qué implicaba eso? Seguir los pasos de su hermano, así que de cabeza a la academia militar. Que oye, lo que le molestaba a Carandir no era su hermano, sino los niveles que había puesto él. Pero no era su culpa. Es más, Eleandris era de los pocos que le prestaban atención. Qué gracia tuvo cuando le echaron de la academia militar por su falta de disciplina. Lo que se rio su padre no estaba escrito. ¿Por qué? Porque no le hizo ni pizca de gracia. Así que le tocó entrenar más duro, aprender piromancia —porque claro, su hermano era piromante y él no podía ser menos— y buscarse la forma de volver a colarse en la academia. Por suerte, el pasado militar familiar le abrió las puertas otra vez. Y la piromancia le gustó al final, lo cual está bien. Siempre le había gustado el fuego a Carandir. Las historias de dragones le apasionaban de pequeño, y soñaba con echar fuego por la boca cuando era un retaco. Se quedó con convocar llamas en los pies y en las manos, pero menos daba una castaña. A menos que la castaña se llamase Eleandris, entonces habría dado más. Al final consiguió volver a la academia, pero le costó sudor y lágrimas. Y una quemadura en la cara, que no se olvide. Es lo que tiene dártelas de listo y pifiar como nadie lo ha hecho. Lo que hace querer destacar para llenar el vacío que uno tiene dentro… ¡Pero —siempre hay «peros»— se libró! En uno de los momentos de mayor suerte de toda su vida, consiguió librarse de la formación militar. Aunque claro, fue por ese exilio autoimpuesto por los problemas que había con los otros elfos. ¡Pero se libró de la academia! Esa era la parte importante. Al igual que muchos conocidos, Carandir y su familia fueron a Theramore a refugiarse. Aunque el fuerte olor a mar y la humedad no le gustaban demasiado al pequeño de los Verthanas. Pero bueno, tampoco le quedaba otra. Sin un objetivo claro en mente, y aprovechando la enorme tristeza de su padre —que había perdido una casa y un hijo «perfecto»—, decidió buscar a su hermano, que ya era hora de que volviera para cenar. Llevaba casi veinte años sin venir y el plato se le había quedado frío. Aunque su misión era noble y buena, su procedimiento no lo fue tanto, tal vez por la procrastinación. El caso era que se había tirado años haciendo el vago con la excusa de estar buscando el paradero de su hermano. Se enteró de que se perdió en el mar, pero no se creía que hubiera muerto. Nunca pensó en eso. Sabiendo que en Ventormenta también había elfos como él, pensó en la posibilidad de que su hermano fuera un refugiado allí. Así que, con una simple mochila y ganas de huir del brazo estrangulador de su padre, se coló en un barco como polizón para llegar hasta la capital del Imperio humano. No estuvo mal el viaje si no tienes en cuenta los mareos, los vómitos, las náuseas y los vaivenes del barco. Y el viaje en sí. Una vez en puerto, comenzó a buscar a su hermano. Casi nadie lo conocía, a excepción de unos humanos con tabardos con una llama carmesí. Y como Carandir tiene menos luces que un carromato —irónico, es piromante—, no se le ocurrió otra cosa que preguntar por Eleandris Verthanas a la Cruzada Escarlata. La buena noticia era que estaba vivo. La mala es que estaba en busca y captura por traición y deserción. ¡Pero eh, estaba vivo! Antes de liarla más, se alejó rápidamente de cualquiera con una llama en el pecho. No fue complicado enterarse del asentamiento de Quel’Danil y de que Eleandris estaba allí junto con otros elfos, así que tocaba seguir andando. Por suerte, había buenas rutas comerciales y, haciendo transbordo, llegó hasta Pico Nidal, donde se subió a un carromato comercial con rumbo a aquel refugio élfico. Poca broma con Pico Nidal. Nunca había visto a un enano, y Carandir no se pudo reprimir las bromas y las preguntas acerca de las largas barbas y las cortas piernas. Antes de que casi le partieran la boca, concluyó con que hasta la hierba les toca los huevos a los enanos, y que son unos bordes. ¡Pero consiguió convencerles de que no le tirasen por un barranco y lo llevasen hasta Quel’Danil! A expensas de unos cuantos moratones, claro está… Justo acaba de llegar, y con una buena sonrisa en la cara. Emocionado por el reencuentro con su hermano, poco tardó en correr en su búsqueda… y tropezarse con parte del cargamento que traían los enanos y arruinar algunas cajas que parecían importantes. Acababa de liarla, sí, y no llevaba ni diez minutos allí. Hasta le cogieron los forestales y no le dejaron moverse. Solo alcanzó a decir que avisaran a Eleandris de que Carandir estaba ahí. Ahora quedaba esperar y que realmente estuviera su hermano, pero que mandaran a alguien a buscarlo ya daba un buen presentimiento…
  6. Atributos 6 Físico 7 Destreza 7 Inteligencia 6 Percepción Habilidades Físico 2 Atletismo Destreza 2 Espada ligera 2 Combate desarmado - Defensivo 2 Escalar 2 Defensa 2 Sigilo Inteligencia 1 Sanación / Hierbas 2 Evocación ígnea 2 Voluntad 2 Golpe ardiente Percepción 2 Advertir / Notar 2 Reflejos Valores de combate 24 Puntos de vida 21 Puntos de maná 8 Iniciativa 9 Ataque CC Sutil (Espada ligera) 9 Ataque CC Sutil (Combate desarmado - Defensivo) 9 Defensa Especialidades Energías arcanas - Evocación (Fuego) Hechizos y habilidades de Carandir Verthanas Evocación (Fuego) Dificultad 12 Evocación ígnea: (Rango, 1 punto de maná) el piromante reclama la energía del plano elemental del fuego para convocarla en su objetivo o para emplear sus propiedades elementales básicas. Si se usa para dañar, inflige 1d6 de daño mágico. Dificultad 14 Golpe ardiente: (Toque, 2 puntos de maná) el hechicero golpea con un fuego abrasador, prendiendo a su objetivo y causando 1d6+3 de daño mágico. Encantamiento Dificultad 12 Voluntad: (Toque, 1 punto de maná) el mago manipula las energías arcanas con el fin de controlar un objeto simple y pequeño a su voluntad para cumplir órdenes sencillas.
  7. Este tema recogerá los distintos eventos pertenecientes a la trama Amigos del pueblo. Amigos del pueblo Sean o no del Barrio Bajo, las personas en Villadorada tienen sus propios problemas. Algunos comerciantes necesitan ayuda en el mercado o con las caravanas, los herreros necesitan probar sus herramientas o que les ayuden con las pesadas cajas de materiales, los agricultores agradecerán una mano con la llegada de la primavera y las cosechas, y los ganaderos siempre andan con problemas con los animales. Ayudar a estas personas, y a otras más, nos granjeará tanto favores como buena reputación y contactos a los que acudir cuando nos haga falta. Porque estaría muy bien que un pastor de ovejas nos regalase algo de lana para el invierno o que un mercader nos trajera materiales de tierras lejanas para los inventos, ¿verdad? Buscando a Morcillitas En una tarde primaveral, un pequeño muchacho que se llamaba a sí mismo «gnomo» llamó a algunos de sus compañeros Escarlatas para hablar con ellos en el hall del hospicio que se encontraba en el Barrio Bajo de Villadorada. De nombre Talflink, este enano había pasado toda la mañana fuera en el centro de la ciudad buscando formas de conseguir recursos para sus proyectos. Por suerte, encontró a un herrero que necesitaba ayuda. Pero la tarea le quedaba grande, así que delegó en sus compañeros reclutas. Con una premisa fácil, la de ir a ayudar en sus labores a un herrero, Gahel y Laris fueron a Metales & Co. buscando a Diego García, un herrero de este local. Fue después de la conversación con el trabajador que fue anunciada la tarea: ayudar a su hermano, Fernando García, en La Huertica, una granja destartalada y pretenciosa en la que criaba cerdos. Sin saber mucho cómo iban a poder ayudar a este Fernando, marcharon hacia allí. A cambio de ayudar al hermano de Diego, el herrero les llevaría todo el metal que no les sirve para que Talflink pudiera reciclarlo, así que el trato era bastante bueno. Sin embargo, casi llegando a La Huertica, un cerdo salió corriendo y, detrás, un granjero apestoso, patán y paleto de nombre Fernando. Con la tarea en mente de ayudarle a reparar la valla y recuperar al cerdo rosado de nombre Morcillitas, Laris marchó detrás del animal mientras que Gahel se quedó a ayudar a Fernando con las reparaciones de los cercos de sus tierras. Sin embargo, Chuletones, otro de los cerdos, también se escapó. No obstante, era tarea de Laris recuperar a Morcillitas. De Chuletones ya se encargarían Fernando y Gahel. Siguiendo como buenamente pudo el rastro del cerdo, el recluta rojiblanco comenzó a internarse entre los árboles y en las matas dando palos de ciego hasta que restos de barro lo dirigieron hacia el Barrio Bajo de Villadorada, donde varias personas disfrutaban de los primeros días primaverales tanto como su pobreza y miseria les permitían. Tras una conversación banal con unos pobres, Laris se acercó a uno que, casualmente, estaba encendiendo un fuego pasada ya la hora de comer, aunque estando alto el sol. No le costó mucho descubrir a Laris que el pobre mentía en sus respuestas acerca de si sabía dónde se encontraba Morcillitas, así que respondió con la fuerza cuando el pobre trató de escapar. Entre gritos de dolor y comentarios que iban en contra de la autoridad de la Cruzada Escarlata, todo un corro de personas se juntaron alrededor del espectáculo en un cuchicheo continuo. Pero la oferta de treinta monedas de cobre hizo que, mágicamente, aquel pobre de nombre Raúl recuperase la compostura. Fue en el interior de la casa donde Laris encontró a Morcillitas encerrada en un armario, a quien agarró en cuanto trató de escapar. Iba a ser la comida de unos pobres, pero ahora sería devuelta a su dueño. El problema vino con el jaleo previo, en el que frases como «¡mirad cómo los de la llama abusan de sus pesadas armaduras mientras los pobres tratamos de sobrevivir! ¡Sed testigos de la opresión de la Cruzada Escarlata!» y «¡después de inutilizar mi única muñeca sana con la que poder trabajar, me intenta obligar a que le abra mi puerta! ¡Sed testigos del egocentrismo Escarlata!» mermaron la reputación de la sacra organización entre los barriobajeros. Al final, Morcillitas fue devuelto a su dueño y su hermano fue informado, quien llevó al final del día una montaña de metal que Talflink vio con ojos luminosos. El renombre de la Cruzada aumentó en la zona central de Villadorada debido a la ayuda ofrecida, pero en el Barrio Bajo se habían despertado rumores en contra. Ojalá y esto no suponga nada...
  8. La oscura noche de luna nueva se veía más cerrada aún a causa de las pequeñas nubes que cubrían las estrellas con negro algodón y con suave cortina de agua. La gente buscaba refugio de la ligera lluvia que, si bien no era suficiente como para calar los huesos de la población, lo era para que la tierra se volviera barro, los charcos se formasen en el pavimentado y las telas se hinchasen de agua. Frente al hospicio de la Cruzada Escarlata, un grupo de mercenarios dirigidos por un miembro de esta sacra orden, Laris Alieskienev, conversaban sobre la misión que esa noche iban a afrontar. Organizados como una partida de investigación y purga, el objetivo era descubrir qué era Goliat y acabar con todo ser herético que se cruzase en su camino para así aliviar la pesada carga del miedo sobre los hombros de los pobres del Barrio Bajo de Villadorada. Aportando algunos detalles de información que Alexander había reunido por su cuenta, el grupo se dispuso a avanzar en la oscura noche siguiendo la tintineante antorcha de «El Brujo» y la sonora armadura de Laris en dirección a «donde el río rodea a la tierra», el Lago del Hito. Tras lo que fue una larga marcha bajo la constante caricia de la lluvia y el saludo del barro, el grupo llegó a su destino sin saber muy bien qué buscaban o qué encontrarían. Internándose en el bosque hasta llegar a la orilla del Lago del Hito, los mercenarios no sabían tampoco muy bien a dónde ir o qué hacer, pues no había rastro que seguir ni forma de llegar al islote donde, según Laris, se debería encontrar lo que llamaban Goliat. Sin embargo, un aullido rompió el silencio de la noche. Esto no sería extraño de no ser porque aquel lobo cesó en su canto nocturno de forma súbita, como si hubiese muerto. Intrigados, el grupo se dirigió hacia el noreste bordeando la ribera con cierto temor por el desconocimiento, sensación que se vio enormemente fortalecida al escuchar como si una casa de madera hubiese sido destrozada en cuestión de un segundo. Esto no era más que aquello a lo que llamaban Goliat cargando contra un árbol y reduciéndolo a astillas. Seguido de un poderoso rugido y varios múrlocs corriendo en dirección opuesta a la fuente de aquel bramido, el grupo de Laris marchó hacia la fuente de este estruendo en postura defensiva y cruzando un claro en el bosque siguiendo al guerrero de color bermellón, encontrando al final una enorme silueta negra y oscura por la falta de luz de la noche: Goliat. En una carga arrolladora que se llevó por delante varios árboles, Goliat arremetió contra el grupo a gran velocidad. Su aspecto era terrorífico, formado por la unión de cadáveres de multitud de animales, y con una enorme y recia cornamenta. Su tamaño era más del doble que el de un caballo de tiro, y el temblor de la tierra a su paso revelaba un gran peso. Por suerte, el grupo fue capaz de esquivar a la putrefacta bestia a tiempo, aunque solo en esa ocasión. Algunos se quedaron helados por el miedo, otros se escondieron y pocos cargaron contra el herético monstruo, pero aquel constructo no discriminaba y no dudaba en arremeter contra cualquiera que le provocaba daño, aunque este fuese mínimo, o de atacar al que más cerca estaba con su cornamenta o sus garras. Nada más al principio, dos ataques de este formidable y amenazador enemigo ya dejaron heridos a varios miembros del grupo, destacando el hechicero Riley y el guerrero Laris, que sufrieron la tremenda arremetida de Goliat contra un recio árbol en una carga que «expulsa las dudas y las falsas creencias de nuestro cuerpo, permitiendo así que nuestro espíritu pueda partir libre», como decía el salmo del cultista Carlos. Furiosos bramidos rasgaban los oídos de los cercanos a Goliat, y su cornamenta rasgaba armaduras y carne como si de mantequilla se tratase. Movido por la brutalidad y por un instinto primitivo, sus cargas, coces y garras no discriminaron a ninguno, dejando al pobre Riley tan malherido que, a pesar de intentar mantenerse en pie, sucumbió al cansancio y al próximo abrazo de la Luz. Aprovechando su ilusión y la proximidad de sus compañeros, Alexander despistó a Goliat para tratar de rescatar a Riley. Pero la vulnerabilidad de Goliat se hizo notable en cuanto se acercó, pues el monstruo destacaba imponente en su combate contra Benedict. Viendo que cargar con Riley tratando de huir de ahí era demasiado arriesgado e invitaba a que el monstruo los matase a ambos, el cazador de monstruos dejó al criomante en el suelo y se coló por debajo de Goliat, rajando su vientre con precisión y furia. La sangre negra y los trozos de carne caían del vientre de una bestia horripilante que bramaba y se enfurecía cada vez más. Viendo el punto débil y las costuras que mantenían entero y protegido a aquel horror, poco a poco sus costuras fueron cortadas y su no-vida mermada. Pero ese mismo bramido que marcó el éxito en un ataque se llevó la vida de Riley, cuyos tímpanos reventaron al igual que sus órganos, dejando un cadáver destrozado y sin vida tendido en el suelo y rodeado de una miríada de astillas provenientes del árbol reventado en la carga. La vida de los presentes pasaba delante de sus ojos a toda velocidad. El estruendo del disparo de Nathalie incitó a una carga de Goliat que también la noqueó en el acto. Al final, todos fueron huyendo: Julia se intentaba llevar a Nathalie fuera de aquella masacre, Doyran se mantuvo escondido hasta que salió a socorrer a Laris y Benedict corrió también para salvar al bermellón, quedando Alexander solo contra una bestia ya malherida por las lanzas, los disparos y los cortes, aunque sanada por la absorción del espíritu de Riley. Se ve que la Luz no quiso llevarse ese día a Alexander pues, en un intento de llamar la atención de Goliat y aprovechar su carga para rajarle el costado, recibió una embestida que casi le cuesta la vida, pues el poderoso Goliat se abalanzó sobre su vendido cuerpo en el barro. Sin embargo, el cazador fue capaz de esquivar el ataque y de terminar de rajar a Goliat, quien cayó desplomado en el suelo al lado del cadáver del hechicero. Aquello fue una victoria en el sentido estricto de la palabra, pues el objetivo había caído. Pero, ¿había merecido la pena? Se perdió a un compañero, dos se encontraban al borde de la muerte y otros estaban gravemente heridos. Siendo las costillas rotas la afección común. Con enorme esfuerzo y ayuda externa, el grupo consiguió llegar a Villadorada donde poder recuperarse. Algunos se fueron por su cuenta, otros se quedaron en el hospicio y uno se marchó ante el cuartel de la guardia en cuanto recobró la consciencia para entregar la cabeza de la mole de Goliat y cobrar una recompensa por la caza. El asombro de la guardia no tenía comparación, pues desconocían la existencia de aquel ser. Al final a todos les tocó una larga recuperación, aunque acelerada. Había un funeral que organizar y una sepultura que dar. La Luz sea contigo, Riley Bluelight.
  9. (Música de ambiente) «El culto de Goliat», o así denominado por el grupo de escarlatas y mercenarios que lleva unas semanas encargándose de esta nueva y reciente secta, es un colectivo que se aprovecha de la precariedad de viajeros indefensos y de habitantes desvalidos del Barrio Bajo de Villadorada que elige a sus objetivos inteligentemente, nunca despertando demasiado el intirés ni la intriga en las fuerzas del orden, pues los desaparecidos son siempre personas que a nadie importan. Salvo a la Cruzada Escarlata. En un intento por granjear la admiración y el respeto para aumentar la influencia de la orden, de la forma que fuese, varios mercenarios han ido cumpliendo objetivos menores relacionados con este culto herético bajo la comandancia de Laris Alieskienev, miembro de la Cruzada Escarlata y uno de los que actúan en el foco de Villadorada bajo el nombre de esta santa orden. Pero «El culto de Goliat» no desaparecerá mientras tengan un falso dios al que adorar, pues, ¿quién es este Goliat? Un interrogatorio realizado a un cultista de esta nueva creencia ha desvelado grandes cosas. Pero determinar cuáles son verdad, cuáles son mentira y cuáles son delirios o exageraciones es cuestión de la Cruzada Escarlata, pues es ella la interesada y es ella quien debe ser la ejecutora. —Tomaos el tiempo que necesitéis —dijo el guardia de los calabozos—. Total, esta escoria no vale nada —añadió escupiendo a la cara del cultista. —Gracias —respondió Alexander—. Después de ti, Laris. —Vamos a enterarnos de una vez quién coño es ese tal Goliat y qué mueve a estas personas —enunció Laris con rabia en sus palabras mientras tomaba posición delante del cultista. Era Alexander el encargado de hacer que hablase, no él. —Hora de hablar —comentó Alexander sacando sus enseres de alquimia. —¡Goliat os condenará a todos! ¡Goliat me salvará! —gritó el cultista mientras se agitaba en aquella silla a la que estaba atado—. «Y sobre las tumbas y la hierba Goliat llegará dejando su pisada y su marca sobre la vida. ¡Pues él es el único que nos puede juzgar! ¡El único que nos puede salvar! Y de la sangre y la carne su manifiesto brotará en un río de almas y condena que a sus infieles perseguirá. ¡Pues es la carne, como nosotros!». Fueron varios los intentos de obtener respuestas claras, pero aquel cultista acabó quebrándose. Laris casi no se ensució las manos, pero ¿avalaría la Luz lo que ocurrió en aquella sala? —«Y su rugido marcará la caída de los infieles, pues es Él el que derribará las falsas creencias, el que apagará las llamas de la Luz para dar paz al Bosque de las Almas» —enunciaba como buenamente podía, tratando de que su fe y sus plegarias lo salvasen. —Último intento, Carlos —dijo Laris con gesto cansado, dando señal a Alexander para que se preparase—. Qué es Goliat y dónde os escondéis. —Es un Dios. Y nuestro escondite no es el asqueroso y falso arbusto tras el que os escondéis los falsos creyentes, sino una capital de la salvación —respondió casi sin fuerzas, pero ver cómo la mano de Alexander se acercaba y amenazaba con repetir todas aquellas sensaciones que había padecido lo rompieron—. ¡Está bien! ¡Hablaré! Pero, por favor, no me hagas eso otra vez. Cualquier cosa menos eso. —Es tu decisión, no la mía. Habla —inquirió Alexander sereno. —Goliat es el dios que veneramos, y Tardins su profeta y su voz, así como su intérprete. Es él quien nos guía movido por los susurros de Goliat, quien se aparece ante nosotros en las noches de luna nueva donde el río rodea a la tierra, cuando el Bosque de las Almas y nuestro mundo se unen en el sagrado vínculo que Goliat mantiene para salvar a nuestros hermanos caídos —su voz y su rostro, aunque reflejando debilidad y falta de aguante por la sesión de tortura, mostraban absoluta devoción por lo que decía, como si aquello fuese una verdad única y absoluta—. Morir por Goliat no es ninguna condena, sino una salvación. Su embestida expulsa las dudas y las falsas creencias de nuestro cuerpo, permitiendo así que nuestro espíritu pueda partir libre. —Ya te dije que no quería escuchar tu propaganda —amenazó Alexander mientras su mano se acercaba a la frente de Carlos. —¡Espera, espera! ¡Os he dicho la verdad! ¡Lo juro! Todos nuestros salmos son reales, todo lo que os he dicho es real. ¡Lo juro por Goli-! —respondió agitado Carlos antes de caer desmayado a causa de Alexander. —Estoy cansado de oír lo mismo—dijo Alexander mirando a Laris, quien estaba cansado y su rostro preocupado. —Mientras siga vivo... —contestó encogiéndose de hombros, indiferente ante el sufrimiento de aquel pagano. Y, haciendo crugir su cuello, se encaminó hacia la salida junto con el mercenario. —Venga, vámonos. El viernes es luna nueva —añadió Alexander mientras abandonaba la estancia. Información offrol Con esta publicación se continúa la trama que se ha comenzado en Elwynn acerca de estos acólitos y su culto, siendo este evento un reto para continuar con esta aventura. Este evento está cerrado y limitado, teniendo que ser los participantes personajes que ya hayan estado en alguna de las sesiones acerca de esta trama, y siendo el cupo máximo de participantes seis personajes sin contar con el narrador, en este caso yo. Aviso de antemano que el evento será peligroso y que requerirá planificación y organización onrol. Están pensados múltiples caminos para su conclusión, y trataré de adaptarme a todo lo que queráis hacer mientras sea lógico y coherente. Obrad mal y vuestros personajes morirán. Es así de simple. Todos aquellos que participen en este evento dan automáticamente su consentimiento expreso de que acepta cualquier clase de afección que sufra su personaje a causa de esta narración. Esto puede ir desde lesiones permanentes hasta muerte definitiva, pasando por toda la escala que hay entre medias. La información contenida en esta publicación podrá ser perfectamente conocida, aun en forma de relato, para los participantes que lo deseen en el momento en el que comience la sesión. Su justificación onrol, tanto de conocimiento como de asistencia, será que Laris está preparando una partida de investigación y caza con este culto como objetivo para así acabar el sufrimiento que los pobres padecen a causa de ellos. Cabe destacar que, a efectos onrol, este grupo casi carece de notoriedad más allá del Barrio Bajo de Villadorada. Podrá haber rumores, sí, pero prácticamente no despertarían el interés de absolutamente nadie, pues no se considera a este grupo sectario lo suficientemente poderoso como para siquiera ser tenido en cuenta. Es motivación única y exclusivamente de los escarlatas que hay en el hospicio de la orden en Villadorada acabar con esta "herejía". El evento comienza a las 22:00 (CET, hora del servidor) el viernes 29 de marzo. Procuraré que termine a las 02:00 como muy tarde. En caso de que se alargue, nos organizaremos en función de cómo haya avanzado. Si por algún casual hay alguien especialmente interesado en participar y no ha formado parte del grupo de rol en las anteriores sesiones, puede hablar conmigo directamente por Discord (IsildurJenkins#1319) y veré si es posible meterlo, lo cual solo ocurrirá en caso de que queden cupos libres o que alguien falle a la hora de asistir a la sesión.
  10. Con la clásica tipografía errática de alguien que piensa más rápido de lo que su mano es capaz de escribir, un papelucho arrugado habría llegado a Mano de Tyr dirigido a los altos mandos de la Cruzada Escarlata que allí se encontraban. No había que ser muy espabilado para saber de quién provenía esa misiva. Ni siquiera fue necesario que se abriera para conocer su autor: el excéntrico y particular gnomo de la Cruzada, Talflink Clickbang. No sé a quién tengo que escribir porque nadie me lo ha dicho, así que esta carta va a quien corresponda. Si quien está leyendo esto no es a quien deba ir dirigida, por favor, ¿podrías dársela? Muchas gracias, majo. O maja. No sé quién eres. Ya sé, "maje". ¿Te gusta? Pues eso, que si podrías dársela a quien corresponda, porfa : ) A día 21 del tercer mes, yo, Talflink Clickbang, quisiera pedir un tiempo de vacaciones. Tierras de la Peste me ha consumido y creo que me lo merezco. He dejado Vigilia de la Luz tras decírselo a Krauser, que si bien es muy serio, en el fondo es majete. Me dijo que no había ningún problema, así que eso, que quisiera un tiempo de vacaciones para poder volver a mi tierra natal. Si no fuese por el reflejo en los metales y en el agua, ¡ya ni me acordaría de cómo somos los gnomos! El caso, que eso, que me tomo un tiempecito para mí. ¡Pero no penséis que os abandono! Nunca haría eso. Además, con mis coleguis gnomos seguro que puedo terminar los proyectos que empecé a desarrollar en Vigilia de la Luz. Seguro que con mis inventos podré mejorar un poco la vida de la gente. Después de este tiempo de descanso, más que volver a Tierras de la Peste, me iré a Elwynn a colaborar con Miguel Cruz, que me ha pedido que baje. No sé para qué, pero no puedo darle la espalda a ningún amigo. Pues eso, que me voy a Dun Morogh de vacaciones y luego me voy a Villadorada a echar un cable y volver a mis responsabilidades. Y no os preocupéis de los inventos y tal, que yo mandaré las cosas cuando estén listas para que podáis distribuirlas. ¡Palabrita! Una supermegadespedida. ¡Y gracias por dejarme descansar un tiempecito! Os lo agradezco muchísimo. Talflink @Malcador // La intención de esta carta es justificar la salida de Talflink del foco de Vigilia de la Luz para ir a Gnomeregan, donde espero rolear un tiempo con otros gnomos y obtener nuevos conocimientos, para luego ir al foco de Elwynn y ayudar a Miguel Cruz en sus proyectos de la Cruzada Escarlata mientras continúo el desarrollo de mi personaje.
  11. Bienvenido Heaven. Veo que ya tienes muy claro qué hacerte, así que no te haré recomendaciones (aunque los Renegados molamos más que los templarios). Si tienes dudas o preguntas, pásate tanto por el Discord como por el Archivium. ¡Nos vemos!
  12. Me parece tan bueno este juego, y tan flipantes sus tráilers, que elegir uno me cuesta. Así que os dejo una compilación de todos ¯\_(ツ)_/¯
  13. (Música de ambiente) Las gentes de Trabalomas comienzan a no sentirse seguras. Los rumores corren como las liebres y llegan a oídos de todos. Son rumores de monstruos que atacan de noche, de espectros que secuestran a la gente, de seres invisibles que no dejan rastro alguno. Los hechos que vienen ocurriendo desde hace casi un año en esta región ya quedan demasiado grandes para bandidos o mercenarios, y el miedo comienza a sentirse entre la población. Muchos son los horrores que se han cometido ya, y su mano ejecutora sigue sin mostrarse ni hacerse notar. Familias enteras han desaparecido, patrullas han sido colgadas y colocadas en los caminos de las formas más grotescas que la mente pueda imaginar, refugios enteros han sido masacrados y borrados del mapa, e incluso una aldea entera se ha convertido en un pueblo fantasma. Ahora, una atalaya arde durante dos días enteros, y no hay ni rastro de los que allí se apostaban. Se sabe que las guardias de la zona han inspeccionado los restos del lugar, calcinado hasta los cimientos. Debido a la intensidad de las llamas y a su duración, hasta una investigación mágica se ha llevado a cabo para solo poder decir, por descarte, que los Renegados han tenido que ser los ejecutores. Esto ha puesto todo Trabalomas en alerta, pues cada vez se está yendo más lejos. Hay rumores de que partidas de guardias se preparan para cuando remitan las nieves y el invierno, además de movimientos de refuerzo de los distintos puestos del ejército y un aumento de la seguridad de la región. Pero son muchos los que piensan que la perdición se cierne sobre ellos y que estos esfuerzos serán inútiles, pues se está intentando retrasar lo inevitable. La duda carcome la conciencia de aquellos que viven en la zona. Nadie se siente seguro; nadie sabe de dónde vienen ni a dónde van, ni siquiera qué pretenden. Y mucho menos si el ejército podrá pararlos. ¿Cuántos son? ¿Quiénes son? ¿Son los autores de todo lo que lleva ocurriendo en Trabalomas desde el pasado año? ¿Fueron ellos aquella misteriosa niebla? ¿Han hecho más de lo que saben? ¿Acaso se le está ocultando información a la población? ¿Es todo una conspiración? ¿O es que la Luz los está abandonando? El incendio de la Atalaya Esperanza Radiante puede haber sido muchas cosas, pero está claro que también ha sido un mensaje. Esperanza, aquel sentimiento cuyo calor mantiene vivos a muchos se ha consumido por las llamas. Irónico.
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