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Malcador

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Todo el contenido de Malcador

  1. Ultima revision 31/08/2022 Habilidades nivel 4
  2. Ultima revisión 02/12/2021 Habilidades nivel 2
  3. Malcador

    [Ficha] Kramal'Gor

    Ultima revision 15/2/2023 Habilidades nivel 4
  4. Ultima revision 27/11/2021 Habilidades nivel 3 https://plumayespada.com/index.php?/forums/topic/8236-evaluación-hab-dut92/
  5. El Invierno hace acto de presencia Cualquiera lo habría podido notar, especialmente aquellos más mayores, siempre atentos al dolor de sus articulaciones. Las bajadas de temperaturas repentinas, cada vez más largas y habituales. El vuelo de los pájaros, que marchando lejos, se iban en grandes grupos para ya no regresar hasta el año venidero, y los campos, cuyas cosechas, recogidas ya en las últimas semanas del otoño, se encontraban ahora vacíos, de tierra desnuda y expuesta. Todos habían hecho acopio, y se preparaban para unos meses que como siempre, eran tan duros como hermosos. Desde Lordaeron hasta Ventormenta, pasando por Gilneas, Kul'tiras , Stromgarde y Khaz'Modan, las tormentas de nieve se hacen cada vez más comunes y los humanos, enanos y elfos libres fuera de su primavera eterna, se arrejuntan en casas y posadas, donde los fuegos y los maderos arderán durante los meses venideros. Es el momento de unirse en familia y comunidad, de disfrutar de un año de duro trabajo, y de prepararse para lo que pueda suceder. En Stromgarde, añeja capital humana, los graneros y las despensas no están tan llenas como otros años. Las llegadas de refugiados de aldeas y villas de Trabalomas en el último año han aumentado las bocas a las que dar de comer, y los conflictos intestinos entre barones y pequeños señores han hecho que muchos campos queden sin arar ni recolectar, sus cosechas marchitas bajo el frío. Épocas peores ha pasado el reino del Águila Blanca, cuyo vuelo ahora reposa, y no se considera, al menos no tan pronto, como una situación crítica. Pero todo el mundo sabe el peligro de un invierno que se alarga varias semanas más de la cuenta. En Gilneas la pesada nieve caía sobre tejados y sobre campos de batalla donde cuerpos yacían, para ya no ser recogidos. Con el descenso de las temperaturas , la fauna salvaje se vuelve temerosa, inactiva, y las bestias de la noche se vuelven más salvajes, hambrientas. Los grandes movimientos militares se detienen, pues ningún ejército marcha en invierno, nisiquiera los de los no-muertos, si no desea encontrar la enfermedad y la muerte o la dificultad logística insalvable del hielo y la nieve, y el conflicto se reducirá a las escaramuzas y los asedios aun en marcha, mientras todos se preparan para pasar la larga noche de piedra. Y como siempre, aquellos que más lo sufrirán son los que se encuentran en las zonas más desprotegidas. Campesinos y marcados por igual, donde el privilegio de una manta y un buen fuego es algo por lo que uno está dispuesto a matar. Y mientras tanto, al otro lado del mundo... No en todos lados el invierno se manifiesta de las mismas maneras. El frío es una constante, más donde los calores abrasadores son común, o los sones mágicos el murmullo del bosque, las cosas son muy distintas. Un verano abrasador, como todos los anteriores, dejaba las zonas del centro de Kalimdor arrasadas y chamuscadas, tras una época de matanza y guerra, mientras distintas tribus y especies se mataban por el agua, la caza y la poca hierba fresca que quedaba. Más todo acaba, y el respiro llega en forma de fuertes tormentas y lluvias, y vientos frescos y fríos, que descargan una furia casi biblica sobre las grandes sabanas y los cañones. Antiguas cuencas resecas durante meses se convertirán en grandes ríos de caudal salvaje que durante los meses siguientes nutrirán a los Baldíos y tierras colindantes, dotándolas de un fuerte esmeralda y verde, trayendo la prosperidad a las razas que sus grandes planicies recorren. Mientras en las lomas del Monte Hyjal y los bosques que las rodean, las magias que palpitan en un bosque vivo no sufrirán el asalto de la nieve, más allá de las grandes cimas y laderas de la montaña. Y sin embargo, un bosque que parece preso en un éstasis natural y mistico también sentirá la llegada del invierno: Los animales siguen sus ciclos, y muchos se retiran a un descanso prolongado, así como las lluvias se vuelven más comunes, para gozo de los elfos de la noche, que bajo ellas tanto sienten el amor de su madre, mientras que las temperaturas descienden. Las hogueras arden en los hogares de los elfos, y los panes y dulces se reparten en festividades locales y comunales de celebración y despedida del año. En sus fronteras, sin embargo, el descanso no llega, pues azotados desde las mareas, aquellos que moran bajo la superficie no descansan por frío y lluvia, aunque si es cierto que más allá, donde el estandarte rojo de los grito de guerra ondea, los movimientos se detienen, pues los guerreros deben de regresar a sus hogares, desde orcos hasta taurens, pues sus tribus, aldeas y pueblos necesitan a sus valerosos combatientes para protegerlos de aquellos que motivados por las dificultades de los meses fríos busquen aprovecharse de ellos. Seguirá la violencia, más será esporádica , recluida. Y esta paz, será sin embargo, temporal.
  6. Ultima revision 16/06/2022 Habilidades nivel 4
  7. Malcador

    Annalena Luxwell

    Ultima revision 29/5/2023 Habilidades nivel 2
  8. ¡Dispersense, ciudadanos! ¡Bajo la Autoridad del Príncipe Fenix! ¡Dispersense o se dará inicio al protocolo de supresión mágica letal! Cuando esa mañana los artistas del Teatro Real de Lunargenta entraron para sus entrenamientos y prácticas, no podrían haberse imaginado lo rápido que un día como otro cualquiera se volvería en uno de los peores días de sus largas vidas. El Teatro Real era un milagro arquitectónico a apenas unas pocas avenidas de la Aguja del Sol, que se había alzado durante milenios, orgulloso. En su inmenso escenario provisto de toda herramienta arcana habida y existente , donde grandes inundaciones se manifestaban para deleite de los espectadores para dar paso a abrasadores desiertos por los cuales sus protagonistas sufrían, en enormes despliegues de ilusionismo y encantamiento mágico, se habían representado desde magnas operas a contemporáneas obras musicales. Había un entendimiento en el pueblo elfo de lo que era el Teatro Real. Nada estaba prohibido dentro de sus muros. Nada era sagrado. Los elfos, amantes culturales del sarcasmo más sardónico, y la ironía más sutil habían visto en sus altos muros la representación de cientos de obras, a cada una más crítica con los asuntos políticos y sociales que golpeaban a un Reino idílico, una utopía mágica. Era un bautismo de fuego, para cualquier gran magister o figura publica de la vida Quel'dorei, el ser representado en alguna obra o interpretación, normalmente como extra, guiño o detalle. Pero los tiempos cambiaban. Y el Teatro Real ya no resultaba cómodo para aquellos que ahora gobernaban, nisiquiera para un Príncipe que se había visto honrado docenas de veces sobre su escenario. Llegaron con órdenes de arresto del director del teatro, el Magister Quallestis, que había estado a la cabeza de la institución desde hacia siglo y medio. ¿El motivo? Alguna crítica inapropiada o representación demasiado benigna de alguna figura considerada non grata en varias obras realizadas bajo su dirección. Se ofreció voluntariamente, pero sus jóvenes y no tan jóvenes artistas no estaban por la labor de tolerar semejante atropello. ¡Injusticia! Gritaron. No serían guerreros ni luchadores, pero eran adeptos de las artes mágicas y rápidamente los caballeros de sangre enviados para proceder con el arrestro hubieron de replegarse. Lo que nisiquiera sospechaba el Magister Quallestis es que la mayor parte de sus subversivos y queridos artistas conformaban parte de una o varias células de opositores, de cultos y estudiosos, filósofos, poetas y artesanos, y pese a su negativa y deseo de ser entregado para proteger la integridad de su institución, no pudo evitar que en apenas unos minutos, algo más de dos centenares de elfos se congregasen frente al Teatro Real. Entonces, llegaron los Caballeros de Sangre. A su mando, un elfo de ojos violetas. Y tras ellos, varios golems de seguridad, menos potentes y más ágiles que los usados para la guerra, pero igualmente temibles. Y los Sin'dorei no se amedrentaron. El primer ataque lo lanzó una joven bailarina, que ni al siglo llegaba. Un encantamiento que pintarrajeó el pecho de uno de los golems de guerra con consignas contra el Príncipe Fenix. Sería la última magia realizada por la joven. Las autoridades no se regodearían del hecho, pero era un error que ya nadie podría solucionar jamás. Cuando todo se acabó, varias docenas de detenciones se habían ejecutado, y cuatro almas elfas se habían marchado, lejos de un mundo cada vez más violento y loco. Entre ellas, el propio Magister Quallestis, interpuesto entre uno de sus jóvenes estudiantes y la magia de un Golem. Una desgracia que pronto se extendería y comentaría por toda la capital, e incluso más allá. Pero de todos los oídos que escucharon estas nuevas, hubo unos, que ya no podían considerarse tal, que no reaccionaron con disgusto, ira o tristeza. No. Solo satisfacción.
  9. Malcador

    [Ficha] Rolf.

    Ultima revision 08/09/2022 Habilidades nivel 6
  10. Ultima revision 20/12/2021 Habilidades nivel 2
  11. Ultima revision 21/01/2022 Habilidades nivel 2
  12. Los pasos resonaron por un pasillo cuyo techo no llegaba a ser visto, siquiera percibido por los ojos mortales. Ni siquiera por aquellos tan duchos como los de un elfo, pues donde el techo debía estar, las imágenes cambiantes de miles de estrellas y docenas de constelaciones se movían a un son parsimonioso de naturaleza mágica. Los pasillos de la Meseta de la Fuente del Sol eran una obra de arte que quitaba el aliento a todos aquellos que los miraban por primera vez. Este complejo de palacios y fortalezas era una perfecta armonía arquitectónica entre un museo que glorificaba toda la historia del pueblo de los Elfos Nobles, y un sistema laberintico donde unos invasores que no conociesen los planos internos se perderían irremediablemente, rematando sus patéticas vidas en docenas de trampas letales. Y sin embargo, todas las veces que el Pozo del Sol, el corazón palpitante del pueblo elfo había sido atacado, había sido de la mano de los propios elfos. Irónico. Los pasos de Mellichar le condujeron poco a poco hacia esa zona central a la cual todo elfo estaba conectado. Nisiquiera con el intenso violáceo de sus ojos y los dones otorgados por el Camino Dorado era capaz de discernir exactamente los encantamientos que poco a poco se congregaban frente a sus ojos. Hilos de increíble potencial arcano. Encantamientos de una magnitud pocas veces antes vista. Y todos ellos llevaban hacia el mismo punto. Cuando llegó a la sala central, tuvo que detenerse y recobrar el aliento. Daba igual cuantas veces lo observase. El Pozo del Sol era una visión hermosa, que hablaba al espíritu de cada elfo con promesas de paz, de poder. Pero ahora era distinto. Ahora palpitaba y susurraba promesas de futuro. Aun apenas si estaba empezando, y sin embargo, podía ver como los primeros haces violáceos empezaban a verse entre el plácido remolino de aguas doradas. "Aun no están listos" - Esa voz distorsionada le hizo ponerse firme en el sitio. Un escalofrío recorrio su espalda, y el Celador Bel'dorei se giró para encarar a Telonicus. Inclinó la cabeza en señal de respeto, pues se encontraba ante la Voluntad de su Príncipe. Nadie como él entendía lo que estaban haciendo aquí. "Mi excelencia , estamos procediendo como fue planeado. Cada vez nuestra voz se escucha más, y los disidentes están siendo elim-" - El titubeo de Mellichar fue suficiente para que el fuego arcano bajo la cobertura metálica del Maestro Ingeniero chisporrotease, haciendole callar. Mellichar, leal servidor de Kael'thas. Celador y Carcelero, encargado de doblegar a las criaturas que en sus viajes habían subyugado, con las cuales habían experimentado. Seres de poder incalculable, de uno y mil mundos. Y sin embargo, se amedrentaba ante la figura de ese elfo... no. De Telonicus. "Se aferran demasiado al pasado. A los vicios de esta existencia." - Los pasos de la mayor de las mentes de los Bel'dorei le dirigieron a la orilla del Pozo del Sol, deteniendose para observar una de las inmensas maquinarias de cristal y acero que chispeaban, sus enormes conductos mágicos hundidos directamente al Pozo del Sol. - "Hay que forzarlos más. Será llevándolos al extremo, como se separará el grano de la paja." "Hágase su Voluntad." Mellichar abandonó la inmensa sala, sin girarse para echar un último vistazo al Pozo del Sol. El Celador era una figura poco visible a los ojos públicos. Pero era su labor una de las más relevantes para el Camino Dorado del Príncipe Fenix. Y la vería cumplida, le costase lo que le costase.
  13. La conexión de los Hijos de las Estrellas con los bosques en los que habitan es prácticamente simbiótica. Respetan y cuidan la vida vegetal, y esta, les cuida a ellos. Más esta conexión se extiende más allá, incluso con la vida animal. Los Kaldorei respetan el ciclo de la vida y de la muerte de la naturaleza. Entienden que para que algo prospere y viva, otras cosas han de morir, y ni lo rechazan ni lo rehuyen. Y sin embargo, a diferencia de muchas otras razas, no doblegan la voluntad de lo salvaje a su presencia, si no que ellos mismos se adaptan a los ciclos naturales para unirse a ellos como una piedra más del lecho del gran río de la vida. Y este favor es devuelto por la propia vida salvaje, que incluso contra los elfos que no siguen sendas druidas, tratarán con el respeto del igual. No es extraño que un elfo se encuentre con sable de la noche o oso en sus viajes por los bosques, y ambos respeten sus distancias, entendiendo el papel que cada uno ocupa en la jerarquía natural. De hecho, es cuando estas criaturas reaccionan y actúan de maneras especialmente agresivas, que los elfos de la noche saben que algo está ocurriendo en sus bosques. Y esto , en tiempos recientes, pasa demasiado a menudo. El Queso Azul Darnassiano es una delicatessen entre los pueblos élficos. De suave sabor pastoso, se derrite en el paladar dejando un regusto fuerte y amargo que tiene muchos detractores, pero también una gran cantidad de seguidores acérrimos de su sabor, sea usado en diversos platos, ensaladas, o incluso para comerlo por si mismo, acompañado de una buena sidra o vino especiado. Los Kaldorei no recurren a la ganadería, ni tienen grandes explotaciones de muros envallados donde los animales permanecen encerrados. No, como sus ciudades, que se funden con los bosques de tal manera que uno puede estar caminando por un sendero vegetal y encontrarse de golpe en mitad de una ciudad kaldorei, su trato con los animales es uno basado en el respeto y el entendimiento. Cerca de las montañas del norte de la gran región de los bosques de Vallefresno, la cuna de la civilización Kaldorei, existen extensas regiones de bosques monteses más bajos y de hojas más finas, entre cuyos troncos oscuros proliferan y viven numerosas manadas de ciervos rojos. Estos ciervos, de pelaje castaño intenso y moteado, son relativamente pequeños comparadas a otras criaturas de lugares más inhospitos, pues la habitual elevación de los bosques donde viven les mantienen alejados de los super depredadores de Kalimdor. En esas montañas, viven numerosas poblaciones élficas que durante siglos han cuidado y protegido a estas poblaciones de ciervos, que como pago, permiten que durante los meses de crianza los elfos de la noche obtengan una nutritiva y rica leche de las manadas que acuden a sus aldeas, en sus pasos migratorios, cruzando por sus calles y entre sus casas como si fuesen una parte más del bosque. Con esa leche se macerarán quesos durante años en cavernas subterráneas de las montañas, donde con recetas especiadas y secretas y variantes de hongos autóctonas se producen los mejores quesos de Kalimdor, conocidos como los Quesos Tale'gios. Pero esta relación , como tantas otras cosas en Kalimdor, no ha logrado sobrevivir a las últimas décadas sin sufrir las consecuencias de las invasiones a sus tierras. Primero, fueron los demonios. Al otro lado de las montañas, los bosques han dejado de cantar con la canción de los espíritus. Los árboles se retuercen, agónicos, y la vida salvaje muta en sus madrigueras por las influencias y miasmas viles desatados durante la guerra. Las pozas lunares, antaño santuarios y sagrarios de la Gran Madre se convirtieron en fosas de sangre vil, de las cuales son vomitadas abominaciones demoníacas sin parar. La guerra acabó, pero no así la batalla. Los pacificos bosques donde los ciervos rojos vivían se convirtieron en zonas de guerra, y las tranquilas aldeas de pastores salvajes vieron como los grupos armados de Celadoras y Centinelas patrullaban a menudo sus tierras, dando caza a grupos de demonios y sátiros que como gotas de veneno goteaban de los colmillos de Frondavil, buscando adentrarse en Vallefresno a través de los pasos montañosos. Y por muchos que pudiesen cazar, siempre había más y más que lograban escaparse de su vigilía, normalmente causando serios destrozos antes de que pudiesen ser abatidos, pues todo elfo sabe que la insidia demoníaca no tiene parangón, y que hasta un pequeño diablillo es capaz de perturbar un sagrario entero si se le deja descontrolado. Pero todo elfo sabe que solo hay algo peor que un demonio. Un Sátiro. Los demonios son criaturas de pura destrucción, inteligentes o no, se mueven por principios claros, e impersonales. Su destrucción es indiscriminada. Más hay algo en el espíritu de los sátiros que les empuja a ser especialmente crueles con todo lo que les rodea y que es preciado por los kaldorei: La envidia. Los sátiros son criaturas rencorosas. La mayoría descienden de aquellos que aceptaron la promesa de poder demoníaco, una manzana envenenada que los convirtió en bestias deformes y odiosas. El fuego demoníaco ardió en sus manos, pero solo acabaron con ceniza en sus bocas, cuando las guerras perdidas les empujaron a sobrevivir malamente en las zonas más profundas de las ruinas de su antigua civilización. La gloria de los Elfos de la Noche debería pertenecer a los sátiros. Sus ciudades. Sus bosques. Sus tesoros. Sus ejércitos. Todo ello debería ser de los sátiros. Pero no lo es, y los sátiros no pueden hacer nada para impedirlo. Y como un niño que no puede obtener lo que quiere, se obsesionan enfermizamente con la destrucción de aquello que no pueden poseer. Corrompen santuarios, deforman a los aliados de los Kaldorei, mucho más indefensos frente a sus artes, y capturan a los elfos de la noche, sometiendolos a indescriptibles torturas físicas y mágicas para alargar su agonía. No hay nada que motive más a un sátiro que el deseo de ver sufrir a los elfos de la noche. Incluso de las formas más mezquinas. Al principio, se habló del estrés causado por los nuevos tiempos. Luego, se llamó a los druidas por preocupación de que alguna enfermedad estuviese azotando a la población de ciervos rojos, pero nada se encontró. Y sin embargo, ninguno dudó del origen del problema. Las manadas de ciervos rojos, cada vez eran menos numerosas, y temían el aproximarse a las poblaciones elfas. La leche dejó de fluir, y las producciones de queso comenzaron a disminuir, para dolor de sus seguidores a lo largo y ancho de las tierras Kaldorei. Pero esto no era lo que importaba a los pastores de las montañas. Que su fuente de sustento estuviese en peligro no era si no una mínima preocupación frente a la idea de que sus hermanos ciervos, que durante siglos habían convivido en paz con ellos, estuviesen sufriendo. Cuando las Celadoras llegaron con la primera cabeza de sátiro, nadie se sorprendió, y sin embargo, un fuego de ira nació en sus corazones. Lo que siguió a continuación fue una batalla de escaramuzas contra una insidiosa secta de sátiros que había puesto su ojo de mira en las poblaciones élficas de las montañas, pero sobre todo, en la vida animal con la que convivían. Sus miasmas oscuros y viles diezmaron la población de los ciervos rojos hasta el punto de que en el año 35, estos estaban prácticamente extintos. Desesperados, los habitantes de las montañas habían dejado sus varas y bastones monteses para blandir hoja y arco, para proteger sus bosques, pero nada parecía ser suficientes. Nada, hasta que apareció el primero de estas bestias repugnantes, en mitad del bosque empalado por media docena de jabalinas. Los druidas las inspeccionaron. Esas armas no eran hechas por ningún elfo, pues no había marca alguna de haber sido talladas. No. Era como si hubiesen nacido de las mismas ramas de un árbol, afiladas, inscritas y letales. Una mañana fría, una mensajera de cuatro patas llegó a la frontera de una de las villas más relevantes de la región, donde los druidas se coordinaban con las centinelas para resolver la crisis en el lugar. La dríade, joven y de larga melena otoñal se aclaró la garganta antes de profesar el siguiente mensaje, que de gran calado resonó por los bosques de Vallefresno y sería enviado a la gran capital de Astranaar, para consternación de los elfos de la noche del lugar. Y como llegó, se marchó, dejando tras de si sorprendidos a druidas y elfos, cuyos intentos por acceder a las tierras de sus antepasados fueron respondidos con flechas y avisos.
  14. Malcador

    [Ficha] Edward

    Ultima revision Habilidades nivel 5 13/4/2023
  15. Malcador

    Harlon Radolf

    Ultima revision Habilidades nivel 2 18/11/2021
  16. Ultima revision 10/5/2023 Habilidades nivel 3
  17. Ultima revision Habilidades nivel 2 18/11/2021
  18. Ultima revision 18/11/2021 Habilidades nivel 2
  19. Ultima revision nivel 4 18/06/2022
  20. Ultima revision Habilidades nivel 2 30/11/2021
  21. Ultima revision Habilidades nivel 2 30/11/2021
  22. Malcador

    [Ficha] Ishnu

    Ultima revision 30/11/2021
  23. Malcador

    [Ficha] Garnak

    Ultima revision 30/11/2021
  24. Ultima revision 30/11/2021
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