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Roleros Destacados


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Showing content with the highest reputation on 14/04/18 en todas las áreas

  1. 2 points
    Con la Luz, Escudero. Seguramente os extrañe que os escriba ahora, después de tanto tiempo y de forma tan repentina, pero me temo que vuestro amigo Bodvar me pidió que lo hiciera. Ayer se presentó en la embajada junto con más compatriotas suyos, explicando la tarea que teníais sobre vuestros hombros. Hablamos durante largo rato y todo acabó en que yo os escribiría y hablaríamos antes de que hayáis partido hacia el antiguo y noble reino de Stromgarde, más si ya habéis partido, ignorad esta carta. En caso de que sigáis por las tierras capitales, os pido que os reunáis conmigo antes de partir, así vuestro amigo quizás esté más tranquilo y podamos charlar con más claridad y comodidad. Os veré en X a las X si queréis reuniros conmigo. Atentamente, Thomas Benet. @Kario
  2. 2 points
    Contribuyo con mi granito de arena. El autocontrol es difícil
  3. 1 point
    Eventos Asistidos: Eventos Mastreados:
  4. 1 point
    La carta llegaría correctamente al Cuartel de la Mano de Plata, pero, reportarían al mensajero que el destinatario de dicha carta se encuentra a muchas leguas de distancia de ahí. Más tarde, Thomas vería de nuevo al mensajero al que mandó llevar a la carta, este le contaría todo lo que le han dicho en el Cuartel de la Mano. Indicándole a dónde tendría que mandar las misivas para contactar con el Escudero de la Mano de Plata. Por supuesto, el mensajero volvería a extender la mano hacia el Escudero Benet en busca de algunas monedas, por el doble trabajo y "esfuerzo" que ha tenido que realizar.
  5. 1 point
  6. 1 point
    En las muertas Tierras de la Peste del Oeste escuchar cómo media docena de hombres salen corriendo de un taller del que salen arcos voltaicos no suele ser lo común, ni suele ser la mejor forma de empezar una tarde. Corría el rumor en Cruce de Corin de que el pequeño gnomo, Talflink Clickbang, había sido capaz de montar un prototipo funcional de Proyecto A.G.U.A., la purificadora que desde hace meses llevaba intentando desarrollar, pero los miembros de la Cruzada Escarlata se mostraban algo escépticos ante el invento. Pocos confiaban en el ingenio del gnomo, a excepción del grupo que siempre le seguía, que fue el que le echó una mano al jefe de ingenieros para montar el prototipo. Los sonidos metálicos y el chisporroteo de la electricidad llamaron la atención del explorador de primera clase Eleandris Verthanas, uno de los pocos que sí confiaba en el gnomo —o eso aparentaba—. Preocupado, lo primero que hizo tras acercarse al pequeño ingeniero fue dudar de la seguridad del prototipo. Parece ser que uno de sus hombres no había seguido algunas instrucciones y por eso se desató aquel arco voltaico que, según afirmaban los otros cinco hombres, podía haberlos freído a todos por igual. Cuando las descargas cesaron por el agotamiento de la batería, el gnomo invitó al resto a entrar. Era hora de demostrar que su invento sí funcionaba —aunque todo apuntaba a que no iba a ser capaz ni de encenderse—. Coordinando a sus hombres, Talflink les ordenó que fuesen moviéndose hacia unos puestos que denominaba "módulos", tal vez por la apariencia modular del prototipo, el cual medía un metro de altura y ocupaba gran parte del taller. Empezaron a colocar cosas. Uno de ellos insertó en lo que parecía el primer módulo una bandeja extraña y gruesa, la cual colocó a media altura. Otro empezó a abrir algunas válvulas que chirriaban, mientras que el resto montaba unas manivelas y calibraba el resto de las partes que formaban el prototipo. Al final, con todo aparentemente montado, Talflink invitó a Eleandris a que girara una manivela, que no era más que una dinamo que cargaba el sistema. El principio parecía que funcionaba. La primera de las cuatro fases, la de filtración, fue un éxito, pero la cosa se complicó en la segunda fase, la de evaporación. El agua no llegaba bien, la manivela estaba demasiado dura y el peligro que acarreaba un fallo en esa parte podría haber reventado el prototipo entero. Talflink, en un intento de salvar su "pequeño" invento, se lanzó dentro de uno de los módulos. Solo se escucharon sonidos metálicos, tornillos y tuercas apretándose y aflojándose y algunas quejas del gnomo, posiblemente por algún calambrazo que sufrió. Pero el ingeniero demostró una habilidad impresionante. Un problema que de seguro era complicado fue capaz de solucionarlo en apenas cinco minutos. Una vez fuera del módulo, Eleandris notó que la manivela estaba mucho más suave, y se escuchaba perfectamente cómo circulaba el agua por las tuberías improvisadas del prototipo. Una voz confirmó lo que Talflink deseaba: la fase dos había sido completada, y a esta la siguió la tercera con otro éxito. El problema vino con la más complicada de todas: la fase de desintoxicación del agua. El empleo de cloro podía ser peligroso, es un gas que puede provocar serios daños si es respirado en grandes concentraciones, y todo el taller comenzó a oler a cloro de manera fuerte. El gnomo, asustado, empezó a hablar con uno de sus hombres. Al final, abriendo unas válvulas de emergencia y un sistema de ventilación que había instalado por si acaso, el agua comenzó a fluir otra vez. Al final, un problema tras otro, y una solución tras otra, unas gotas comenzaron a caer del tramo final del prototipo, el cual se asemejaba a un grifo. La cara de Talflink se fue iluminando hasta estallar en júbilo acompañado de saltos de alegría cuando el chorro de agua comenzó a fluir y a llenar un cubo. Los seis hombres que acompañaban al gnomo se felicitaban, se abrazaban y mostraban sus caras de alegría. Uno de ellos fue a darle la enhorabuena a Talflink, pero no lo tocó —y menos mal, estaba cargado de electricidad estática y aún se seguía descargando—. El prototipo probó que funcionaba, pero ¿lo hizo correctamente? El gnomo intentó calmarse y dio paso a una cata de agua. El cubo, acompañado de un pequeño cazo, fue circulando entre los seis hombres y el gnomo, quienes probaron el agua. Tenía un sabor distinto al agua normal debido a la cloración y desintoxicación del agua, y estaba caliente como una sopa, pero estaba buena y, lo más importante de todo, estaba limpia. Evitando saber el origen del agua que habían empleado —la última vez fue agua de letrinas. A saber qué agua había empleado el pequeño gnomo en esta prueba—, Eleandris probó el agua y, tras sorprenderse ligeramente, dirigió una cara de alegría y de felicitación al gnomo. El primer prototipo ha funcionado. Ya queda menos para que el Proyecto A.G.U.A. esté listo. Solo queda probar el módulo de caldera y hacer una cata de agua que implique a más gente para probar si tiene efectos secundarios. Información sobre la sesión
  7. 1 point
    Por fin en Cruce de Corin todo estaba listo. Las armas afiladas, las flechas en sus carcaj, las armaduras bruñidas... todos estaban mentalizados para la ardua tarea que les aguardaba, pues limpiar un edificio del enemigo, de todas las tropas que lo defiendan no era una tarea que pudiera hacr cualquiera, y sin embargo dos tercios de batallón Ignis Sacris marcharían a la batalla. Eleandris reunió a todos los guerreros que partirían incluso a los voluntarios, explicó el objetivo de la misión y los riesgos que entrañaban pudiendo incluso morir en el transcurso, nadie se echó atrás. A pesar que los voluntarios tenían la oportunidad de simplemente, no participar, no dieron paso atras alguno sino que demostraron interés en la tarea que iban a acometer. Tras la breve conversación y resolución de dudas toda la comitiva marcho dirección Oeste, rumbo a la colina del Muerto de Dos Cabezas donde se hallaba el zigurat. Mélandiel fué la primera en divisar unas sombras acechantes en la espesura del bosque pero fué tan fugaz que apenas pudo deducir la forma de las mismas y por tanto no detuvo a la comitiva. El viento, el crujir de las ramas y algun chillido estridente era toda la compañía que recibía la comitiva. Alcanzaron un antiguo puente sobre el cauce, ahora seco de un río bastante profundo como para no poder cruzar. El puente mostraba zonas ennegrecidas, quizá por el paso del tiempo o quizá producto del fuego pero en cualquier caso no inspiraba demasiada confianza por lo que Talflink fue el encargado de comprobar la estabilidad de la estructura. A primera vista no logró encontrar nada determinante pero con la ayuda de Terenar y Thurimar determino que el puenteera lo suficientemente sólido para aguantarle a el, y mas adelante al poder observar la estructura con detenimiento, pudo confirmar que cruzarlo era seguro. Continuaron avanzando hasta llegar a una antigua torre de vigilancia. Sus pendones ondeaban con los blasones de Lordaeron y La Plaga, como un recordatorio nefasto de lo que allí acaeció o quizá una burla con un extraño sentido del humor. Fuera como fuere aquella torre era un objetivo paraEleandris, quien organizó a la compañía en varios grupos con diferentes funciones dando como resultado la obtención de los ultimos momentos de un miembro de la guardia y la construcción del zigurat que era el objetivo. Nevarye y Terenar sintieron algo atravesarle, como si una presencia hubiese chocado contra ellos pero nada más. talflink pudo encontrar y vigilar a un grupo de necrófagos salvajes que por algún motivo no detectaron a la compañía, Thurimar y Roldán esxploraron la torre sin encontrar ningún enemigo que masacrar...Todo estaba sieldo demasiado facil, no obstante, al no ser Mélandyel la única en avistar las sombras sino ser afirmado por mas miembros del grupo Eleandris dedució de que se trataba: Algo o alguien les estaba vigilando. Apretaron el ritmo hasta un fortín escarlata cercano pues el riesgo de ser atacados aumentaba a cada instante que pasaban lejos de la protección de los muros de los campamentos militares de la zona y fueron recibidos de buen grado puesto que aunque eran mas bocas que alientar, tambien eran mas espadas para luchar. El cruzado Valerian, lider del campamento donde descansarían habló largo y tendio con Eleandris, y a regañadientes con talflink, pues el pequeño gnomo no parecía ser consciente del peligro que la zona conllevaba. HABILIDADES @IsildurJenkins como Talflink: Advertir/Notar, Ingeniería, Ingeniería: Lanzador de ganchos automatizado @Firefly como Nevarye: Advertir/Notar @TitoBryan como Terenar: Advertir/Notar @Archibald como Bourn: Buscar @Imperator como Thurimar: Advertir/Notar @Curly como Mélandyel: Advertir/Notar @Izuriel como Eleandris: Advertir/Notar Roldán como Roldán: Adverit/Notar
  8. 1 point
    El tiempo pasa factura a todo lo que nos rodea, lo transforma o lo destruye. Pero incluso cuando pretendemos alejarnos de aquello que nos hace enfermar, de aquello aislado en recónditos recovecos en nuestra memoria, el pasado nunca nos suelta. Me encuentro frente a la puerta, el frío del pomo me petrifica, y después, la oscuridad de la habitación, ese templo de soledad y lamento silencioso, me golpea con su indiferencia. No es mio ese santuario, y al mismo tiempo, es parte de mi. Parte de mi sangre, de mi herencia paterna. Me da la bienvenida, cede y se resigna, me deja entrar. Mis pasos hacen que la madera se queje y gruña. Veamos qué hace aullar a los perros por la noche, y enderezar las orejas a los gatos después de las doce, me digo intentando vestirme de la frialdad propia de un espectador ajeno a la obra y drama de los personajes. Me aproximo al caballete dispuesto en mitad de la habitación, lo único que parece haberse encontrado en el centro del huracán que terminó alborotando el resto del inmueble ante uno de sus arrebatos de furia desbocada que, con el tiempo, se habían vuelto crónicos. Descubro el lienzo de la tela que lo cubre, y ésta cae inerte sobre el suelo ante mi espanto. ¿Mamá?, me pregunto con miedo al advertir los caóticos trazos, colmados en exceso de pintura al óleo que armaban una atroz e irreal representación de una figura femenina, la única que dejó entrar en su vida voluntariamente para hacer de ella la diana de una ira abstracta y masculina. El amor de un hombre duele, decía ella, pero es voluntad divina la de que seamos sometidos a incontables dificultades a lo largo de nuestras vidas, que la esposa sepa acoger la dicha que le brinda el marido y aprenda a soportar sus desaires. Nos pone a prueba, nos concede nuestros anhelos a cambio de hacernos infinitamente desdichados para que el día en que dejemos este mundo, nuestra virtud pueda ser defendida ante el juicio divino. No llores, hija mía… Aunque mi cuerpo sangre y mis huesos se quejen, tu mera visión me aplaca, mi pequeño ángel, mi gran anhelo. Mi madre era una feligresa redomada y complaciente cuya vida giró en torno a su deseo imperioso de convertirse en una esposa y madre modélica. Una mujer clásica y tradicional, heraldo de la mismísima compasión. Mi padre por el contrario, consagró su vida a las ciencias empíricas en concreto a las referentes a la salud y la enfermedad, con el tiempo, se convirtió en un reputado médico gilneano gracias a un par de patentes de su propia cosecha. Sin embargo, su cinismo y osadía le generaron tantos enemigos que se vio obligado a abandonar el territorio junto con nosotras, cuando yo apenas era un bebé. Sus torpes y erráticos pasos le llevaron hasta Bosque del Ocaso, y allí, no tuvo otra opción que la de aceptar uno de los pocos trabajos ofertados a los forasteros -aunque en un lugar como este, puedan pasar una veintena de años y sus inquietantes residentes te seguirán viendo como un extraño-. Y así, empezó a ejercer el escasamente glorioso cargo de enterrador local. Mi madre siempre sospechó que tener que rendir culto a la muerte en lugar de a la vida como hacía en su antigua ocupación terminó desgajando la cordura de su elevada mente conforme pasaron los años. ¿Y a quién no? El trato con los muertos hace de la persona un ser inestable y tenebroso. Convivir con él se había vuelto un tormento. Durante las noches miraba el techo tumbada en la cama escuchando los gritos de mi padre hacia la oveja servil de mi madre, hasta que al final, se convirtieron en mi canción de cuna habitual. Aún podía escuchar en aquella casa el aullido de ese tempestivo perro desgraciado aunque hubieran pasado horas desde su funeral. Me llevó días macerar todo ese torrente de sensaciones, sentimientos y recuerdos. Registré la casa por entero, revolví cada cajón y levanté cada tablón suelto mientras imaginaba las atrocidades que había podido ejercer en ese apartado a espaldas de todo el mundo. Y encontré lo que buscaba. Acaricio las desgastadas cubiertas de una libreta sin título. Con pulso firme, la abro de par en par y comienzo a leer. Notas médicas. ¿De quién? La fecha insinúa que fueron tomadas hace poco más de un año, cuando... No puede ser. Mujer… Fiebre elevada… Escalofríos… Erupciones cutáneas… Viruela. Carolina Hein. Mamá. Y nunca lo sospeché… Después de tantos años donde había aprendido de él mediante intervenciones de práctica sobre cuerpos inertes… No se me ocurrió pensar que se atreviera a tratarla sin medios, sin instrumental apropiado… que quisiera arriesgarse a sobrepasar el umbral de cuarentena por la elevada capacidad infecciosa de la viruela. Incurable y atroz. Y ella… Guardó silencio. Como siempre. Las páginas están plagadas de pruebas y ensayos. La sometió a tanto tormento… A tanto dolor… Se me caen las lágrimas, sudor frío de impotencia. Y un miedo atroz me consume. La ira es lo que resta tras unos momentos. Antes de darme cuenta, me encuentro frente a ese dichoso cuadro. ¿Es esta tu mofa, perro? ¿La culminación de tu mal interior una vez te diste cuenta de que no podías retener a tu diana personal más tiempo contigo? Arrojo el cuaderno al suelo. Me planteo destruir el cuadro. Su recuerdo no se merece permanecer enturbiado por la visión de un loco. Nunca lo mereció… Nada de todo lo que tuvo que soportar y que de tan buen grado supo perdonarte. Ahí, sin ojos, sin expresión, con el cuerpo retorcido… Como un pedazo de carne muerto y pálido. Un cadáver. Tomo el lienzo entre ambas manos y miro hacia la chimenea encendida. Pero me detengo a un par de pasos. Nunca la amaste verdaderamente. Tus actos lo demuestran. ¿Cómo era posible que la locura y no la lucidez te arrojasen a amarla con tanta desesperación? ¿Por qué cuando ya yacía inerte? No se merece esto. Ella, no lo merece. No merece ser por última vez la víctima de tus barbaridades. Dejo el cuadro donde estaba y me hago con una de las botellas de licor que se encuentran en el cuarto. Me hace falta. Miro ausente el cuadro, sentada en la silla enfrentada a éste… Y me puse a continuar lo que él hizo. No. A rehacer lo que él había roto tan compulsivamente. Una. Y otra. Y otra vez. Fue en una de esas largas noches de arte nocturno que un aporreo en la puerta me hizo soltar los pinceles y la paleta del sobresalto. Una noche lluviosa que auguraba una mañana neblinosa. No hay más médicos en el pueblo salvo yo, y aunque ahora mi oficio también requiera de atender a los muertos por herencia mientras encontraba a alguien lo suficientemente demente como para aceptar el puesto de enterrador, son los vivos quienes suelen despertarme a altas horas de la noche. Por mucho que puedan decir que acudir a un médico que también hace las de enterrador sea igual a poner el brazo frente a un lobo hambriento, no había otra alternativa. Cubro el lienzo con la tela y me encamino a la puerta. Tras ella, un hombre carga con otro al borde del desangramiento. Les invito a pasar amablemente y este, tiende a su compañero sobre la camilla. Están empapados y apestan a lodazal. -Me alegra que hayas venido.-Le interrumpo entonces, cortando en seco el relato sobre fantasmas y espectros de la noche que deambulan por Ocaso, ya cansada de escucharlos. Está sentado en la ventana, muy pálido. Junto a uno de sus brazos arden dos velas casi derretidas que proyectan una enfermiza luz ambarina sobre su nariz larga y su breve mentón. Nathan, el amigo del herido Eloy, es un hombre entrado en años, de mirada cansada y muy malas pulgas. Uno de esos tantos perros sarnosos que moran este pueblucho de mierda. Un perro sarnoso muy duro de matar, todo un reto incluso para los lupinos bípedos del norte. Un cazador, un mercenario o lo que hiciera falta que fuera para sobrevivir en una región donde sólo los fuertes sobreviven. -Quieres decir que te alegra tener trabajo del que lucrarte esta noche.- Es cierto, los cazadores suelen costearme aproximadamente la mitad del mes a cambio de curarles sus rasguños, típicos de las cacerías. Se aproxima a la camilla donde descansa Eloy alejándose del pollete de la ventana sobre el que reposaba de un leve impulso. Va armado, y un hombre armado significa que se cree más de lo que es.-Aun que preferiría que fuera de otro tipo.-Estoy acostumbrada a ese tipo de comentarios. Una mujer adulta, soltera, viviendo sola, nada más lejos de la realidad. Punteo con los dedos cual aguijón la herida abierta que le surcaba el hombro a Eloy que dolía como mil demonios. El hombre dio un respingo y se le arrugó la expresión de un rugido, pero contuvo las ganas de mentar a todos mis difuntos. Me limité a mirar a Nathan una vez me aseguré de que había captado la indirecta “no le toques las cosquillas a un médico.” Lavo mis manos y preparo los útiles necesarios para atender ese desgarro. Parece la mordida de un lobo. Tras administrarle una dosis de anestésico, comienzo a limpiar y coser la herida. Me extrañaba que Nathan guardase silencio durante mucho tiempo. - Me sorprende que un médico sea devoto,-dice mirando los libros sacros entre los infinitos volúmenes de medicina avanzada en la estantería- uno competente me refiero, ¿o a caso es de tu padre? ¿Qué es del viejo sepulturero? Concluyo la sutura valiéndome de un par de giros de muñeca de mi diestra. Lo he hecho tantas veces… El tirón final es de propina. -Teniendo en cuenta que el anterior médico del pueblo creía a ciencia cierta que la pus en una herida es beneficiosa, competente podría serlo cualquiera.-Llevo la vista a las profundas cicatrices que liman el rostro y cuello del hombre, tan mal cosidas y tratadas por el susodicho que me hace hasta gracia. Maldito incompetente. Me incorporo y comenzo a buscar en las estanterías llenas de compuestos alquímicos, docenas de frascos etiquetados de distintos tamaños y colores.-Y mi padre murió hace unos días. Lo poco que la locura no se había llevado de él terminó arrebatándoselo un brote de viruela. No te vi en el funeral. A pocos os vi allí.-Lo interrumpo antes de que me brinde alguna excusa barata.-Era un lobo, ¿verdad Nathan? -Lo era, uno muy grande, de pelo negro. -¿Estaba escondido en alguna cueva? -Eh… Sí, ¿es importante? Como me temía, no encuentro lo que ese pobre diablo necesita, así que tomo el libro sacro y se lo tiendo a Eloy, que me mira con cierto desconcierto. -Mi madre decía que los médicos tenemos el don de darle una segunda oportunidad al enfermo y al herido para que puedan redimirse e intentar hacer llegar la virtud a su vida antes de que irremediablemente deban rendir cuentas ante la Luz por pecadores. -Eloy coge el libro, sintiendo en sus venas el miedo al juicio divino, como sienten todos los malnacidos como él.- Reza, Eloy. Dale motivos para evitarte una muerte lenta y agónica por desangramiento mañana, o de rabia dentro de una semana. Demuestrale que hay dicha en tu alma para que esta no se pierda en el olvido. No puedo tratarte. -¿Rabia? No me jodas. Miro al idiota de Nathan y aproximo un candil prendido a Eloy. Sus pupilas se contraen dolorosamente por la insidiosa jaqueca. Está babeando, tiene fiebre y leves combulsiones en las extremidades. No nota el brazo zurdo. Sensibilidad anómala en la zona mordida. Es rabia. Me incorporo y me encamino hacia la puerta que da al salón. -Puedes dejarle aquí esta noche, pero procura poder pagarme la atención que va a requerir. También puedo ahorrarle sufrimiento. -No es un sucio perro al que sacrificar, matasanos. -Ni yo hago milagros, Nathan. Ten más cuidado ahí fuera, las noticias que llegan estos días parecen sacadas de cuentos de viejas. Da gracias porque vaya a morir por un perro y no por un muerto que camina. Nathan me paga mi parte y se lleva a su amigo con él. Lo veré en cuestión de días pasando por la puerta con los pies por delante. No tardo más de un par de meses en sentir la imperiosa necesidad de huir de mi pasado. He encontrado un hombre dispuesto a ser el guardián de los difuntos, así que ya nada me ata a este lugar. Por dicha divina, mi diligencia sufrió desperfectos en el camino y no llegué a Villa Oscura antes de que las cosas empezasen a enturbiarse. Las sombras se arremolinan en el bosque, los cánticos paganos devoran el silencio en la noche. Los muertos se alzan y reclaman el hogar de los vivos. Ofrezco mis conocimientos médicos a los refugiados y a los heridos. Sus rostros de terror hacen de los cuentos de viejas una noticia local. El nigromante ha abierto sus fauces y arrancado la frágil tranquilidad que tenían los antiguos residentes de los pueblos cercanos. Este bosque se ha convertido en el hogar de los parias, los desterrados y los malditos. A veces, durante las ruidosas noches dudo entre si esta cadena de desdichas no es fruto del mal, si no un castigo divino infligido hacia los impenitentes moradores de Ocaso. Ya ni la tumba es un descanso para nadie.
  9. 1 point
    Me acabo de dar cuenta de que tenia este post y no he actualizado nada. Así que-..ahí va
  10. 1 point
    Descripciones Historia Atuendos
  11. 1 point
    Siempre he sido muy fanático de las versiones en vivo y no de disco.
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