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ElCapitan

Roler@
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  1. Primer Encargo: Por un par de mandrágulas - ¿Seréis capaz de traerme lo que os pido? -Preguntó el anciano. Mientras terminaba de etiquetar uno de sus muchos frascos de cristal. - No conozco esa planta. - Respondió Vannas. - Pero puedo traeros lo que necesitáis si me facilitáis un dibujo. - Ah... Precisamente... - Tobías empezó a rebuscar entre los papeles de la mesa. Hasta que dio con el que buscaba. El dibujo de una mandrágula. - ¿Puede serviros esto? Vannas cogió el dibujo y lo examinó un poco. Era un dibujo bastante basto, y no tenía muchos detalles. Pero a los pies del lienzo había una muy detallada descripción de la planta en cuestión. - Como os comentaba antes, la madrágula suele crecer cerca de las faldas de la montaña. Al norte. Mi aprendiz solía traerlas de allí, al menos. Antes del ataque de los gnolls. - Tobías miró a Vannas de la cabeza a los pies. Examinándolo. - Si me permitís un consejo, yo buscaría a un par de manos más para salir de las murallas. No están muy lejos, pero no me gustaría enviar a un elfo a la muerte. - Descuidad, Tobías. - Continuó Vannas. - Creedme, soy bastante consciente de los peligros que acechan fuera de estas murallas. Por esta villa hay más de una espada ociosa que busca trabajo, seguro que puedo encontrar a alguien. Si el sueldo sigue siendo el mismo. - Por supuesto que sí. - El boticario esbozó una ligera sonrisa. Apoyándose en su mesa. - El sueldo sigue siendo el mismo. Y me urgen bastante. El efecto sedante que produce la madrágula no lo produce ninguna otra planta. - Dadme dos días entonces. - Respondió Vannas. - Dos días, y tendréis esas plantas aquí. [***] Master: Vannas Participantes: Lógan Duración: Hora y media aproximadamente Recompensas y consecuencias: 25 monedas de cobre. +10 Puntos de confianza con Tobías.
  2. Tablón de misiones: Tobías McEnroe 1.- Por un par de mandrágulas
  3. Prometía ser un agradable paseo por la villa. A Vannas le estaban viniendo bastante bien. Poco a poco empezaba a familiarizarse un poco más con sus calles y sus gentes. Aunque seguía sintiéndose un completo extraño en esas tierras. Tras una larga y fructífera charla con Tobías, salió a despejar un poco su mente. Le habían recomendado visitar la capilla de la villa. No es que Vannas fuese un paradigma de la fe, pero tampoco perdía nada visitándola. Las calles estaban bastante transitadas. Fuera, en el patio, algunos iniciados golpeaban muñecos de madera. Mientras que dentro se realizaba la misa de media tarde. Vannas se quedó observando una estatua plantada en la entrada de la capilla. Por mucho que se esforzaba, no conseguía distinguir quién era. Pero por suerte, tras la aparición de Lady Lisandra pudo empezar a barajar un par de opciones más. Ambos elfos charlaron un poco. Ahí. Frente a la capilla. Y cuando iban a retomar el paseo, se les unió a la conversación Odriel y un humano de gran tamaño al que solían llamar Asmodeo. Le habían hablado de él, aunque las cosas que había escuchado de ese hombre no eran precisamente buenas. Pero a Vannas le pareció un humano corriente y moliente. Quizá demasiado atento de lo que se puede esperar de un gigante. Más tarde se dio cuenta de que no tenía muchas luces. Al menos sus conocimientos sobre magia eran bastante nulos. Pero tampoco le dio mucha importancia. Al fin y al cabo no todo el mundo nace sabiendo. Y ese hombre parecía tener orígenes bastante humildes. No fue hasta que Odriel comentó el tema del accidente mágico en la tienda de reparaciones, cuando el grupo volvió a emprender la marcha. Al parecer alguien o algo había sido lo suficientemente estúpido o imprudente como para colocar unas runas trampa en el sótano de una tienda. Y eso se había cobrado con víctimas. Según el capataz, varios de sus empleados salieron con algunos miembros congelados por la explosión. El grupo tuvo a bien investigar el asunto. Si había explotado una vez, podría explotar una segunda. Pero Vannas creyó más prudente ir a visitar a los heridos a la enfermería. Sus conocimientos sobre runas eran más bien vagos e imprecisos, así que poco podía hacer. Charlaría con Odriel más tarde. Ese asunto le interesaba, pero de momento solo podían tirar de cabos muy sueltos.
  4. ElCapitan

    Vannas

    Atributos 6 Físico 6 Destreza 8 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 24 Mana 6 Iniciativa 8 Defensa Habilidades Físico 1 Atletismo Destreza 1 Cabalgar 2 Defensa 1 Nadar Inteligencia 1 Comercio 1 Leyes 1 Tradición/Historia 1 Detectar Energía 1 Evocación Básica 2 Toque de Energía 2 Alteración Arcana 2 Alterar Masa 2 Transmutación Básica 1 Abjuración Básica Percepción 1 Advertir/Notar 1 Buscar Escuelas/Especializaciones Transmutación
  5. Hasta ahora no se había dado cuenta de la infinidad de posibilidades que esa villa podía ofrecerle. Por desgracia, Vannas nunca fue un cazador diestro. Ni siquiera sabía distinguir rastros, y mucho menos seguirlos. El estómago le empezaba a rugir, así que necesitaba una alternativa urgente mientras aguardaba la respuesta de la Academia. Para su fortuna, en la villa había mucha gente necesitada dispuesta a pagar un sueldo por unos cuantos trabajos fáciles. Y mucho más después de la guerra. Por suerte aún conservaba un buen oído, y gracias a ello pudo contactar con un viejo boticario de la villa. Al parecer era un hombre que había perdido gran parte de sus suministros de la tienda en la guerra, cuando los soldados Imperiales cerraron las puertas de la muralla. Y ahora trataba de recuperar todo lo perdido contratando a espadas de alquiler. Ya que él se veía incapaz. Era viejo y enclenque, y su maestría con la espada brillaba por su ausencia. Se hacía llamar Tobías McEnroe. Y fue el primero en ofrecerle un trabajo a Vannas. Le comentó que tenía mucho trabajo que ofrecer. Que todos ellos los pagaría de buena gana si se realizaban bien. Pero también le advirtió que algunos significaban explorar el bosque y arriesgarse a perder la vida en él. Algunas plantas que necesitaba solo se encontraban en los lindes, y todo el mundo sabía que salir solo era peligroso. Vannas, sin embargo, no rehusó. Sabía que de necesitar ayuda la podría conseguir. Un par de manos más bastarían. Quizá más. El botín no sería el mismo, pero de momento apreciaba más su vida. Además, su estadía en Theramore le había enseñado que tener amigos siempre es una buena opción. Ganarse la amistad de ese boticario podría venirle bien en un futuro, así que le pidió que le hiciese una lista con todo lo que necesitaba. Ahora era solo cuestión de tiempo. Sus largas jornadas entre tinta y papel habían atrofiado un poco su mente, pero debía espabilar. O de lo contrario, acabaría rebuscando en la inmundicia como un indigente.
  6. Las calles de la villa gozaban de una tranquilidad absoluta. Salvo por el pequeño grupo de rapaces que le adelantaron a zancadas. Les siguió con la mirada hasta perderlos en uno de los cruces, y cuando alzó la mirada, la vio. El enorme torreón de la Academia de Ciencias y Artes Arcanas de Villadorada. Supo distinguirla por las descripciones que Odriel le había proporcionado. Aunque cualquier mente despierta lo habría intuido con un simple vistazo. Hacía apenas un par de horas que había enviado a ese mensajero solicitando su ingreso, pero creyó conveniente pasearse por las callas para terminar de ubicarla del todo. Y de paso, conocer un poco mejor la villa que le había acogido. Fue al volver de su paseo, cuando se topó con un variopinto grupo en mitad de la plaza central. Charlaban entre ellos. Parecían oriundos de la zona, así que pensó que tal vez alguno de ellos sabría indicarle cómo llegar a la biblioteca de Odriel. Para su sorpresa, el elfo estaba entre ellos. Junto a dos hombres más. Y dos mujeres; una elfa y una joven humana. Estaban debatiendo sobre la actual situación de los bosques. Vannas ya había oído los rumores de la guerra desde Theramore, pero no sabía que había sido tan cruel. Podía imaginarlo. Al fin y al cabo, vivió en sus propias carnes la caída de su ciudad natal. Pero seguía pareciéndole extraño que un grupo de gnolls hubiese causado tantos estragos. En cualquier caso, y tras un cruce leve de palabras que incluyeron algunas presentaciones, gran parte del grupo se dirigió a la biblioteca. Guiados por Odriel. Cuando vio todos aquellos tomos no pudo evitar esbozar una sonrisa muy nimia. Hacía tiempo que no veía tantos libros juntos. La mayoría de sus compañeros de viaje en el barco eran iletrados y francamente idiotas. Y fueron varios meses de viaje. Le sorprendió especialmente la sección a la que el propio Odriel había tachado como su preferida. La sección de tomos arcanos. Cuando repasó los títulos dio con un par que le resultaban familiares. Sobre todo los relacionados con la transmutación. Pensó varias veces en pedirle prestado alguno, pero dónde quedarían sus modales abusando de esa confianza tan temprano. En lugar de eso se calló, y le prometió que cuando tuviese los cuartos necesarios volvería para agenciarse con alguno. Sus años como escribano habían oxidado sus habilidades, y todos esos tomos eran para principiantes. Seguro que podría sacarles provecho, pero aún era demasiado pronto.
  7. Ese viaje en barco le había dejado tieso. En el más estricto sentido de la palabra. Apenas conservaba un puñado de cobres en los bolsillos, así que lo primero que debía hacer antes de cualquier otra cosa era encontrar un oficio. Cuando llegó a Villadorada, le recomendaron una modesta posada ubicada en el barrio pobre de la villa. La llamaban La Capital, y por lo que le dijeron, se acercaba mucho a sus posibilidades. Pensó que allí podría conocer a alguien que ofreciese trabajo. Al fin y al cabo las posadas son un ir y venir constante de personas de todo tipo. De encontrar algo, sería allí. Estaba seguro. Y no estaba del todo equivocado, en realidad. Cuando atravesó el umbral de aquella posada se dio cuenta de que todo lo que le habían dicho era cierto. Era un antro humilde. Quizá demasiado. Fuera, encontró a un par de vagabundos rapiñando en la basura. Y calle abajo vio a otro par de hombres intentando atrapar una rata. El ambiente, a pesar de todo, le sorprendió. El dueño no tuvo ningún reparo en dirigirse a él de forma afable. Pero el semblante del elfo se arrugó cuando le ofreció una habitación compartida por cuatro cobres la noche. Al principio, pensó en negarse en rotundo. Y es lo que habría hecho en otras circunstancias. Pero en aquel momento eran las que eran, y apenas barajaba un par de posibilidades. El dueño le aseguró que sus cosas estarían seguras, pero aún así no podía evitar sentir cierta intranquilidad por sus bártulos. Que aunque no fuesen nada del otro mundo, eran sus cosas al fin y al cabo. Aceptó esa habitación. Y cuando entró en ella el olor a cerrado y a humanidad le hizo arrugar la nariz. Ordenó un poco sus cosas como pudo, y bajó a la barra para tomar su merecido descanso tras el viaje. Y por supuesto, a ver cómo estaba el ambiente esa noche. Que era lo que en realidad más le interesaba. Para su sorpresa, entrando casi en la media noche, pudo escuchar desde su silla una interesante conversación. Un elfo y un enano charlaban sobre magia. Algo inaudito en las tierras donde tantos años había malgastado Vannas. El elfo le sorprendió. Parecía bastante ducho en las lides de la magia arcana. Conocía sus reglas, y la teoría básica que a todos los aprendices les obligan a aprender y sobre todo a comprender. Pensó varias veces en unirse a la conversación, pero lo creyó imprudente. Al menos en ese momento. A la mañana siguiente tuvo una oportunidad más cordial. Vannas apenas había pegado ojo, receloso de que le pudiesen quitar sus cosas, y pese a los ronquidos de sus nuevos compañeros de cámara. El elfo al que escuchó la noche anterior se hacía llamar -Odriel-. Y como Vannas, era también un aprendiz de mago. Pudo charlar con él de forma más cercana. Le explicó que el precio por aprender en la institución de magia era bastante caro. Y que estaba al alcance de muy pocos. Pero que la propia Academia ofrecía ayudas a cambio de trabajos básicos. Eso le alivió, aunque sin lugar a dudas tendría que encontrar otro sustento. Siendo sinceros, a Vannas le sorprendió gratamente la presencia de un igual en esa posada tan modesta. Incluso acordaron hacer un ejercicio de magia en su próximo encuentro. Al menos, tras conocer a su futuro compañero, Vannas dejó de sentirse tan cohibido en ese lugar.
  8. - ¡Despierta, culo fino! - Gritó uno de los marineros. - Estamos llegando. Vannas dió un respingo, aún aturdido. Había sido un viaje muy largo, y desde luego no estaba acostumbrado a travesías tan largas en barco. Se mareaba a menudo. Y se hizo amigo de la baranda de estribor muy rápido. Casi todos los desayunos los vomitaba, y los rudos marineros que le acompañaban, se reían y soltaban bromas. A ninguno le importaba que estuviese delante. Él, de hecho, prefirió dejarlo pasar. No le importaba. O sí. Pero cualquiera se reiría de alguien que se pone verde con dos vaivenes. Cuando por fin pudo ponerse en pie y aferrarse a uno de los cabos, contempló con entusiasmo la gloriosa visión que esos maleducados y malolientes marineros le habían ofrecido. Al son del graznido de las gaviotas, los enormes edificios de la capital humana se erguían en el este. Jamás había pisado esas tierras, y su mente no pudo evitar imaginar infinidad de posibilidades. En cierto modo le recordó a su hogar, pero el hedor a sudor y a vómito le hacían volver a la realidad muy rápido. - ¡Al fin en casa! - Gritaban algunos. Uno de los marineros, el contramaestre, se acercó a Vannas con una podrida y amarillenta sonrisa en la cara. Era calvo, y la genética le había maldecido con una barba irregular y tan tiesa como el alambre. Era el que tenía las uñas más sucias. Y eso ya es decir. - Y dime, mi enigmático amigo. - Dijo. Apoyándose en la baranda. Mirando al elfo. - ¿Qué planes tienes en esta buena tierra? - Tal vez encontrar un oficio. - Respondió Vannas. - O... alguna posibilidad. No lo sé. Todo esto es nuevo para mi. - Te veo muy verde. - Siguió el contramaestre. Y acto seguido soltó una carcajada. - Vas a necesitar algo más que esa cara bonita para conseguir algo en la ciudad. - Me las apañaré. - Vannas desvió la mirada hacia el puerto. Y sonrió una pizca. - Sí. Me las apañaré. Desde luego, no les mencionó nada de su antigua vida en Theramore. Ni se le ocurrió contarles el incidente mágico con su antiguo jefe. Aunque todo ese secretismo le costó casi todos los ahorros que tenía. Pero no importaba. Estaba seguro de que esa ciudad tenía mucho que ofrecerle.
  9. Lista de contactos (PNJ) Nombre: Tobías McEnroe Ocupación: Boticario de Villadorada Nivel de confianza: Nulo (10/100) Descripción: Anciano boticario que ha dedicado gran parte de su vida a la elaboración de pociones con remedios curativos. Ejerce, además, como galeno local. Índice de Progresos: 1.- Llegada a los Reinos del Este 2.- La Capital 3.- Índigo & Ocre 4.- Tobías McEnroe 5.- Runas de Hielo 6.- Mandrágula 7.- La Academia 8.- Un niño sin padre 9.- Luto
  10. ElCapitan

    Vannas (Desaparecido)

    Nombre: Vannas Raza: Quel'dorei Sexo: Hombre Edad: 150 años Altura: 1'80 metros Peso: 70 kilos Lugar de Nacimiento: Quel'thalas Ocupación: Aprendiz de la Academia de Artes Arcanas Clase: Mago Escuela predilecta: Transmutación Apariencia física: A primera vista es un elfo como cualquier otro. De rasgos finos y sin ninguna cicatriz a la vista. Es delgado y de aspecto enclenque. De larga y azulada melena. Acostumbra a viajar con humildes pero útiles sedas. Aunque cuando huele el peligro es bastante fiel a su vieja armadura de cuero. Psicología: Es de corazón noble y compasivo. Aborrece las matanzas y busca siempre una alternativa diplomática. Aunque sabe que a veces no hay otra salida. Es muy meticuloso con sus amistades, aunque agradece una buena charla con cualquier desconocido que se cruce en su camino. Es bastante observador, y le gusta analizar las situaciones antes de tomar una decisión importante. Su pragmatismo a veces puede resultar cruel, aunque intenta disimularlo a menudo. Vannas nace en Quel'thales, cerca del año menos ciento veintiuno antes de la apertura del Portal Oscuro. Crece siendo un niño corriente y moliente entre los suyos. De padres mercaderes, y fieles servidores del Alto Reino. Pero con unos antepasados con cierta afinidad natural a la magia. Pero no es hasta su adolescencia cuando empieza a experimentar con la magia y a sentir curiosidad por esos lazos de sangre. Al descubrirlo, sus padres se esfuerzan en costear su ingreso en la Academia, creyendo egoístamente que podrían utilizarlo para por fin darle a su estirpe el reconocimiento que se merecía. Desde entonces la dureza de su instrucción no hace más que aumentar cada año. Crece siendo un niño explotado. Obligado a entender la infinidad de secretos que esconde la magia. Forzado a avivar la llama de unos predecesores tiempo ha olvidados. Sus padres jamás lo consiguieron. Pero lo intentaron. Y esa ansia les hizo cruzar una fina línea que nunca debieron sobrepasar. En realidad, Vannas nunca recibió el cariño de sus padres. Aunque sí el de sus hermanos. Pero todo dio un giro con la llegada de las primeras legiones de cadáveres que asolaron la ciudad. Para su suerte, él estaba lejos aquel día. Cerca del observatorio. Pero el resto de su familia no compartió la misma suerte, y fue aniquilada por la marea de muertos. O al menos así lo creyó Vannas. Aquel día fue la última vez que contempló su hogar. No tuvo más remedio que huir junto a otro grupo de supervivientes. Al sur, o a donde la guerra no les matase. Pasó varios años viajando de un sitio a otro, hasta que por fin pudo asentarse en Theramore. Allí empezó a ganarse el pan como escribano de un burgués de bajo renombre. Olvidado poco a poco sus orígenes. Pero la vida allí se volvía cada vez más cruel y monótona. El hombre que se suponía que le pagaba el sueldo era un putañero y un trepa. Así que, tras un pequeño accidente que terminó en desgracia, Vannas hizo su petate y se embarcó al Este. Con la esperanza de encontrar por fin su verdadero lugar en el mundo.
  11. Me quiere sonar el nombre de Snorri. Estoy seguro de que lo he escuchado en algún sitio. Pero en cualquier caso, bienvenido a Rol Errante, camarada. ¡Espero poder verte pronto por Azeroth!
  12. Elwynn. Décimo octavo día del primer mes. Año 29. A los ilustres maestros de la Academia de Ciencias y Artes Arcanas, Me pongo en contacto con vosotros para soliciar oficialmente mi ingreso a vuestra reconocida insitución. Albergo la esperanza de poder superar satisfactoriamente las pruebas iniciales, y sobre todo, obtener la sabiduría necesaria que solo podéis ofrecer a los aprendices como yo. Actualmente resido en una humilde posada ubicada en el barrio bajo de la villa llamada La Capital. No tiene pérdida. Recibid un cordial saludo de un modesto aprendiz. Vannas. @Vagabundo
  13. Pues bienvenido a Rol Errante, Liam. Y excelente elección de raza, se echan en falta gnomos haciendo de las suyas por el servidor. ¡Espero verte pronto por Azeroth camarada! Para cualquier duda, aquí estamos.
  14. Bienvenida a Rol Errante, Lissandra. Cualquier duda que tengas, aquí estamos para echarte un cable. ¡Nos vemos por Azeroth!
  15. Bienvenido, Axl. Para cualquier duda, aquí estamos. Espero que vuestra estancia en Rol Errante sea larga y fructífera. ¡Nos vemos dentro!
  16. ¡Pues bienvenidos seáis! A ver si cruzamos algún rol por Azeroth ¡Nos vemos dentro compañero!
  17. Bienvenido a Rol Errante, Zun. Ya te han contestado por aquí arriba, así que nada ¡Nos vemos por Azeroth!
  18. Buenas Thorch, respecto a tus preguntas; Sí. Es posible que tu personaje vaya por ahí con los enseres básicos de supervivencia. Creo que no hay ningún problema con eso. No hace falta rolear la obtención de esas cosas, porque son bastante rudimentarias y simples. En cuanto a lo segundo, creo que tampoco habría problema con ello. Como bien has dicho, has colocado los puntos necesarios para hacer esas cosas, o al menos para que tenga un mínimo de conocimiento en esas tareas. Remendar una pechera de cuero o rolear el mantenimiento del arma puede formar parte de la interpretación de tu personaje perfectamente. Eso sí, para tareas más complejas pero de la misma rama te recomendaría hablar con un GM, sobre todos si tienes planes a futuro. En cuanto a la economía de tu personaje, hay un apartado en el foro llamado Sistema Económico. En él te explican un poco los Rangos de economía con los que puede empezar un personaje. El máximo es el 6, que te lo cito aquí mismo Es decir, también sería factible la idea que tienes en mente. Dudo que haya algún problema en interpretar el arquetipo de cazador y recolector de pieles. Espero haberte ayudado. Y si tienes alguna duda más, pregunta.
  19. La versión del juego que utilizamos es la 3.3.5 en Wotlk. No te preocupes por descargarlo aún, creo recordar que cuando te aceptan la historia y te crean la cuenta puedes acceder al apartado de Descargas y Configuración. Aunque no pierdes nada intentando mirar si ahora mismo puedes o no, porque como te digo no estoy seguro. Para mirarlo solo tienes que pasar el ratón por el apartado de MÁS, que está junto al apartado de FORMULARIOS. Respecto a lo de cuánto tardan en responder, puede variar. Depende de lo liados que estén los jefes. Pero calcula que entre uno y tres dias.
  20. Pues bienvenido a Rol Errante camarada. Cualquier duda que tengas, pregunta sin miedo. ¡Nos vemos por Azeroth!
  21. //En principio me va bien ese día a esa hora
  22. ElCapitan

    Brandon (Desaparecido)

    Un hombre más bajo que alto. De metro setenta y cinco. Claro parecido con su melliza, Madlyn. Pelo castaño. Cortado a navaja y grasiento la mayoría de las ocasiones. Hace años que no se afeita. Así que puede presumir de una barba bastante frondosa y dejada. Tiene alguna que otra cicatriz esculpida en el cuerpo. Pero las sabe cubrir bien con los andrajos que suele llevar encima. Siempre va con su ballesta al hombro y la espada herrumbrosa colgando del cinturón. Es bromista. Le gusta beber, cantar y compartir cama con buenas muchachas. Es amigo de la ironía. Hay muy pocas cosas que se toma en serio, y siempre mira más por su propio pellejo que por el de los demás. Aunque hayan sido sus compañías las que lo han forzado a ello. Ha visto cosas que preferiría no haber visto. Y por ese motivo suele dormir bastante poco. Bajo toda esa coraza de payaso empedernido, oculta con mucha maña al hombre destrozado que es en realidad. Cuya vida ha estado siempre marcada por errores y horribles acciones. ¿Seguro que no llevas nada más encima? - Preguntó Garret. Apoyado en su mandoble. - No es sensato mentirme, anciano. Ya os lo he dado todo. - Respondió el hombre. Con un deje de miedo en sus palabras. - Dejadnos ir, por favor… ¿Y eso…? - Garret se acercó al anciano al ver algo que le llamó la atención. Supo reconocer la esmeralda que pendía de su cuello cuando la palpó. Sonrió. - Vaya… ¿Y esto, viejo? Solo es un símbolo sagrado. Por favor, os suplico que no os lo llevéis. - El hombre tragó saliva. Poco podía hacer, en realidad. Un hombre de fe ¿Eh? - Garret le arrancó el medallón del cuello. Y se lo lanzó a uno de sus hombres. - ¿Y qué hay de las dos preciosidades que te acompañan? ¿Ocultan algo también? No les hagáis daño, por favor. - El anciano osó agarrar de la camisa a Garret. Suplicante. - Haced conmigo lo que queráis, pero no les hagáis daño. Garret alzó una ceja cuando el hombre le tocó. Y no pudo hacer otra cosa que asestarle un soberano golpe en el hocico. Haciéndole caer al suelo con la nariz rota y sollozando de dolor. Luego le escupió. Y desvió la mirada a las dos mujeres. Una rondaría los treinta. La otra no alcanzaría los ocho todavía. La pobre chiquilla se ocultaba tras las faldas de su madre, muerta de pavor. La madre, en cambio, debía aparentar cierta dignidad. Aunque estaba pálida. Y tenía los ojos cristalinos. Quedarían apenas un par de horas de luz. El camino estaba abandonado, salvo por los cuatro hombres y esa desdichada familia que por desgracia había caído en las zarpas de esos carroñeros. El asno que tiraba del carro estaba inquieto. No dejaba de rebuznar y moverse. Tú. - Garret señaló a la mujer. - Venga. Quítate toda la ropa. No tienen nada más, Garret. - Uno de los hombre miró a su cabecilla. Interrumpiéndolo. Mientras apuntaba al hombre con su ballesta. - Dejemos ir a estos pobres desgraciados. ¿Cómo? - Garret se llevó una mano a la oreja. Teatralmente. - Me parece que no te he escuchado bien, hijo ¿Qué dices? Solo digo que es inútil. - Brandon se acercó a Garret. Bajando la ballesta para poder hablarle en un tono más bajo. - Venga, dejémosles aquí tirados y larguémonos ¿Eh? Tendremos más suerte la próxima vez. Cierra el pico y haz lo que te digo, muchacho. - Respondió Garret. Desafiando a Brandon con la mirada. - Ahora que nos han visto la cara y has cometido el error de decir mi nombre, no tenemos alternativa. Brandon frunció un poco el ceño, pero apenas le dió tiempo a pronunciar nada. Cuando lo intentó, Garret ya estaba atravesando el cráneo del anciano con su mandoble. Lo hizo tan brutalmente que los sesos y la sangre salpicaron sus botas. La mujer lanzó un grito de horror, y la chiquilla no pudo hacer otra cosa más que cubrirse con la falda de su madre. Cuando terminó de ensañarse con el hombre, alzó la mirada hacia las mujeres. Con una tétrica sonrisa en el rostro. En realidad, planeaba matarlas de todos modos. No sin antes divertirse primero. No lo hagas, Garret. - Brandon trató de cogerle de la pechera. Mientras le negaba con la cabeza. Para frenarle. - Otra vez no. Quítame las manos de encima, chico. - Garret volvió a fulminar a Brandon con la mirada. - O compartirás destino con el sacerdote. Brandon le mantuvo la mirada un par de segundos. Y luego miró a sus otros dos compañeros. No. No se pondrían de su parte. No con un regalo tan suculento como lo eran esas dos mujeres. No tuvo más remedio que ceder, como llevaba haciendo desde que Garret se hizo con el poder. Esa noche, los gritos se hicieron más insoportables que las veces anteriores. No era la primera vez que ocurría. Pero para él sí que sería la última. Anduvo tanto tiempo que terminó perdiendo la noción del tiempo. Lo único que sabía era que había sacado un par de leguas de ventaja a Garret y sus hombres. Y era lo único que necesitaba saber. Por suerte no era la primera vez que se perdía en los bosques. De pequeño solía ir de caza con sus hermanos y su padre, aunque nunca se alejaban demasiado del Risco. Había tenido la suerte de aprender a despellejar y destripar alimañas, y a interpretar y seguir sus rastros. También sabía filtrar agua, y hacer un buen fuego para pasar las noches de invierno. Aunque no lo habría aprendido de no ser por su padre, Lorren. Durante un tiempo le amó. A él y a su familia, pero cuando le obligaron a vestir el hábito y lo enviaron a la Abadía de Lordaeron todo cambió. Nunca fue un Bolster digno de su apellido. Era un libertino, y se pasó la vida buscando problemas. A menudo amanecía en las porquerizas, hasta el cuello de mierda y barro. Borracho, y con el blasón de su casa pintado en la frente. Era una vergüenza para su querido padre, así que cuando tuvo la oportunidad, se deshizo de él. Creyendo inútilmente que encontraría un camino lleno de Luz. Terminó escapándose de allí a los dieciséis. Y desde entonces fue dando tumbos de un lugar a otro, mezclándose con compañías de dudosa moral y peores metas. Se hizo amigo de las putas, de asesinos y de violadores. Con el único fin de sobrevivir. Y compartir camino con alguien más que él mismo. Tal vez no fueran las mejores. No lo eran en absoluto. Pero eso le mantuvo vivo unos cuantos años más. Nunca le gustaron sus compañías. Cuando hacían algo que no le gustaba, simplemente miraba hacia otro lado. Cerraba la boca, y obedecía. Terminó convenciéndose a sí mismo de que pese a lo horrible que fuese, ese era su lugar. Un despojo entre despojos. Era la vida que le había tocado vivir, y era demasiado cobarde para arriesgar su vida por un par de inocentes a los que no conocía de nada. Eso terminó pudriéndole por dentro. Tuvo que lidiar con pesadillas y remordimientos durante toda su vida, pero aprendió a sobrellevarlo. O al menos a aparentarlo. En cualquier caso, terminó estallando tras el incidente de esas dos mujeres. Y tras varias semanas deambulando por los bosques, terminó encontrando Villadorada. Para su suerte, o para su desgracia, cerrarían las puertas dos días después. Lo que no sabía, era que allí se reencontraría con unos cuantos fantasmas del pasado.
  23. // A mi en principio también me va bien el jueves. El viernes es más difícil.
  24. Nombre del arma: Tizona de cobre pesada ID del arma: 33791 Tipo de arma: Espada de una mano Nombre del arma: Bracamarte ID del arma: 2528 Tipo de arma: Espada de una mano
  25. ElCapitan

    [Ficha] Gaspar Growell

    Atributos 7 Físico 7 Destreza 6 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 28 Puntos de vida 18 Mana 6 Iniciativa 8 Ataque CC (Cuerpo a Cuerpo (Equilibrado)) 9 Ataque CC (Machete) 8 Ataque a Distancia (Ballesta Ligera) 9 Ataque a Distancia (Pistola de Chispa) 9 Defensa Habilidades Físico 1 Atletismo 1 Cuerpo a Cuerpo (Equilibrado) 2 Machete Destreza 1 Ballesta Ligera 2 Pistola de Chispa 1 Cabalgar 1 Escalar 2 Defensa 1 Nadar 1 Robar bolsillos 1 Sigilo 1 Trampas/Cerraduras Inteligencia 1 Callejeo 1 Comercio 1 Supervivencia/Cazar Percepción 1 Advertir/Notar 2 Buscar 1 Rumores
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