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Lex et ordo

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Lex et ordo

 

Las órdenes habían sido dadas.

El sitio: Escogido.

La IX compañía de la XIII Legión se había ofrecido voluntaria a hacerlo realidad. En ausencia del Sargento Faler von Falveri, que se preparaba para sus nobles tareas de entrenamiento en la Iglesia de la Luz, el Cabo de Sveri se había ofrecido como voluntario temporal para ayudar con la organización de la operación.
Con las órdenes dadas y el sitio escogido, solo quedaba lo más importante: Dar vida al esperado cuartelillo del casco antiguo de Villadorada, cuya noble misión sería llevar la ley y el orden a cada rincón de esas salvajes tierras que, para pesar de muchos, eran consideradas parte de Villaodrada y ensuciaban su noble porte e imagen con crímenes, bandas y toda clase de actividades ilegales. Pero eso podía cambiar, y la IX Compañía se encargaría de crear la transición entre "Puede cambiar" y "Cambió".

 

La operación Lex et ordo había comenzado

 

Offrol:

Cita

Esto dará inicio a los roles de la construcción y alzamiento de un cuartelillo en el casco antiguo de Villadorada. @Malcador se encargará de dar más detalles, así como tareas pendientes que de momento me comprometo a mastear y rolear yo mismo. Cuando no pueda y la gente quiera rolear aún así, puedo delegar tareas sin ningún problema.

Ad victoriam, soldados. Por el Imperio, por la Emperatriz.

 

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Prólogo: Lex

 

Santiago se había colocado todo su atuendo de soldado. El tabardo bien alisado, el ligero casco bien acomodado en su cabeza.
Aunque con un brazo entablillado y cojo, se dirigió al centro de Villadorada. Allí, los soldados Law Wyght y Leonardo de la Vega la esperaban como les había indicado, junto a Odriel Feathersun, Jared Miller y Elegost Faler. Sin embargo, los últimos dos tomaron un camino diferente, yéndose a la catedral a estudiar las escrituras de la Luz y meditar. Pero Santiago tenía una misión muy distinta a Elegost ese día, y estaba dispuesto a hacerlo estuviese en condiciones o no; podía hacerlo sin derramar sangre, y en el peor de los casos podía dejar a sus dos compañeros soldados comerse lo peor.

Junto al elfo imperial Odriel Feathersun, quien se ofreció voluntario a dialogar, dispusieron la marcha hacia el casco antiguo de Villadorada. Antes de ingresar al maltrecho barrio, donde las ratas podían verse pululando incluso en la misma entrada, se detuvieron. El día era gris, y el clima alternaba entre nublado y lluvioso. En ese preciso instante: llovía.

Allí, se tomó un segundo a explicar a los dos soldados y el voluntario el plan: Dialogar. El único conocimiento que se tenía era que había media docena de personas asentadas ilegalmente en el cuartelillo que necesitaban retomar, y Santiago tenía claro que dos soldados, un elfo y un tullido poco podrían hacer al respecto. La situación tendría que solucionarse derramando la menor cantidad de sangre posible, pero siendo contundentes, firmes y justos.

Se respondieron a algunas preguntas y luego se procedió. Los miembros imperiales avanzaron por las calles hasta llegar cerca de la capilla rehabilitada por la Cruzada Escarlata. No muy lejos se encontraba el cuartelillo imperial. El estado era penoso: Las paredes era un milagro que se mantuviesen en pie. Varias ventanas tenían los vidrios rotos. En la entrada había un tiradero de basura cerca de la puerta reflejando la naturaleza poco pulcra de sus habitantes. La puerta, antaño sellada por unos tablones de madera, había sido forzada. Los tablones estaban viejos y podridos, habían sido rotos hacía mucho tiempo.

Law y Leonardo se posicionaron frente a la puerta. Trataron de abrirla. La puerta en cuestión tenía el cerrojo roto, por lo que únicamente se mantenía cerrada por el peso que algún objeto ejercía detrás de esta.
Mientras los dos soldados revisaban la puerta y Santiago los miraba desde una distancia prudencial debido a su estado, Odriel llegó a notar a un muchacho encapuchado asomándose por entre una de las ventanas rotas del segundo piso para ver quién demonios había venido a molestar. Pero cuando Odriel trató de hablarle y el muchacho vio de quienes se trataban, rápidamente desapareció detrás de la ventana.

En ese mismo momento había llegado la médica del casco antiguo, conocida y querida por los lugareños: Margot Tanner, quien se aproximó preocupada por en qué líos podrían estarse metiendo los soldados y Odriel.

El soldado Law trató de derribar la puerta con el objeto detrás, pero se vio incapaz de lograrlo. Sin embargo, Leonardo en un arrebato de ira por la inutilidad de su compañero reventó la puerta y e hizo retroceder y caer al objeto de madera que bloqueaba por detrás la puerta. Sin embargo, antes de que siquiera llegasen a entrar uno de los muchachos se asomó por una de las ventanas del segundo piso con una pequeña ballesta. Por un momento solo apuntó a los desconocidos al ver la guarida que habían reclamado como suya amenazada, pero ni siquiera tuvo tiempo a hablar. Leonardo, quien ya llevaba su arma cargada y preparada, había desobedecido la orden de establecer diálogo con los menesterosos y con un certero disparo hizo retroceder al joven, que soltó un alardido de dolor cuando la bala le impactó al hombro.

Por un segundo se hizo un alto al fuego. Margot retrocedió junto al cabo y tomaron cobertura detrás de una de las ruinosas casas del deteriorado barrio.
Finalmente, hubo algo similar al diálogo entre las dos partes. Los matones, por un lado, exigían dinero, trato preferencial y tratamiento para su amigo herido por parte de la doctora Margot, y dejarían el lugar en paz. Los soldados del Imperio, ni cortos ni perezosos, rechazaron semejante oferta de corrupción. Law y Leonardo avanzaron dentro del local, vehementes por cumplir con su deber con y para el mundo de la ley. Feathersun y Tanner fueron diligentes en seguirlos dentro para evitar que se metiesen en más problemas. El cabo permaneció fuera tras cobertura, tratando de evitar meterse en más problemas o verse envuelto en medio de una trifulca en su penoso estado.

Ya dentro se podían oír algunas cosas pesadas arrastrándose arriba. Los jóvenes probablemente estaban utilizando la poca inmobiliaria que quedaba en el sitio para barricar la subida al segundo piso y, efectivamente, lo habían hecho.

Una vez más se trató de dialogar a gritos entre ambos pisos. Los matones seguían exigiendo dinero, protección y tratamiento a la guardia así como el dejarles ir en paz, no tenían planeado simplemente regalar la guarida con la que se habían hecho.

Cuando la discusión parecía estar llegando a un punto muerto, Margot aprovechó la confianza que arduamente se había ganado con el paso del tiempo en la zona para que le permitiesen subir arriba y tratar al muchacho que Leonardo había herido, así como negociar con ellos. Los jóvenes matones aceptaron. Abrieron un hueco en su barricada y, tan pronto la doctora había cruzado, volvieron a cerrarla.

Los jóvenes apenas si estaban armados con un par de ballestas, cuchillos y hachas, al final habían resultado no ser la gran cosa.
Por un largo rato Margot dialogó con los jóvenes mientras daba una atención básica al joven herido, retirando la bala y cerrando la herida, aunque necesitaría más tiempo para recuperarse y un mejor lugar en el que descansar. El diálogo iba y venía entre la doctora de la barriada y los jóvenes delincuentes. Por un largo rato se negaron a absolutamente nada, pero con sutileza y tacto Margot fue logrando que cedieron en su postura, hasta finalmente aceptar que recibirían refugio en la posada del Reino si bajaban desarmados y en son de paz, y además se le darían los tratos médicos pertinentes a su amigo herido, cuyo estado se deterioraba progresivamente debido a la pérdida de sangre.

Para cuando Margot bajó con todos aquellos muchachos detrás, el cabo ya había entrado con sus compañeros bajo techo debido a que había vuelto a llover fuera. Los jóvenes bajaron desarmados y en son de paz. Margot les indicó presentarse, pero antes de que estos siquiera pudieran mencionar palabra Santiago traicionó el trato con la doctora: Ordenó le inmediata detención de los jóvenes delincuentes tan pronto vio como estos bajaban desarmados. Estos se forcejearon, se quejaron y gritaron en frustración mil maldiciones a los soldados, pero ya desarmados detenerlos y esposarlos se trataba de tarea sencilla para Leonardo y Law.

Margot desde luego no estaba feliz con como el cabo había roto su palabra, pero su sentencia había caído como un mazo: Los jóvenes serían llevados a los calabozos aguardando juicio por irrumpir y ocupar ilegalmente propiedad del Imperio y la posterior negación a abandonarlo pacíficamente, la posesión de armas sin permiso amparado por la ley y el haber apuntado a los soldados con las mismas desde la ventana.

Sin embargo, el cabo permitió a Margot llevarse al joven malhechor herido, con la condición de que este fuese trasladado inmediatamente al cuartel luego de su recuperación para ser procesado y metido al calabozo junto a sus compañeros. Aunque Santiago no contaba del todo con que el joven delincuente herido fuese enviado al cuartel tras su recuperación, incluso si quedaba libre funcionaría como un emisario de que la ley y el orden habían llegado a aquel barrio alejado de la mano de la Luz y la Justicia. O, en caso contrario ser enviado el cuartel, podría ser procesado debidamente y se haría justicia, por lo que el futuro del joven herido realmente poco le importó.

Los soldados procedieron a llevar a los malhechores a los calabozos del cuartel general en Villadorada, cuyo futuro sería decidido por los nobles jueces del Imperio; pero el futuro de los mismos se auguraba negro y poco esperanzador.

 

 

Off rol:

Cita

Rol introductorio llevado a cabo para completar el primer punto de la re-inauguración del cuartelillo: Expulsar a los matones que habían arrebatado la propiedad al Imperio.

Duración: 2-3 horas.

Participantes:
@Focus como Law Wyght. Habilidades usadas: Advertir/Notar, Reflejos
@Barbas como Leonardo de la Vega. Habilidades usadas: Advertir/Notar, Reflejos, Rifle de chispa
@ILUSDN como Odriel Feathersun. Habilidades usadas: Advertir/Notar, Reflejos
@Nuvalia como Margot Tanner. Habilidades usadas: Sanación/Hierbas
@SwordsMaster como Santiago de Sveri. Habilidades usadas: Advertir/Notar, Reflejos

 

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El edificio de madera donde se situaba el antiguo cuartelillo del Casco Antiguo de Villadorada era conocido por todos los habitantes del barrio. Humilde, de dos plantas, con una pequeña recepción, un par de celdas de madera, y un piso superior con un despacho y dos habitaciones con camastros para los guardias, llevaba abandonado cinco años, desde que se licenció el último oficial encargado de mantener el orden en la zona.

Tanto el concejo como los mandos militares llevaban desde entonces buscando instalar otro cuerpo de seguridad en la zona, pero hasta ahora, no habían sido capaces de convencer a algun pard... valiente que tomase las riendas del asunto. De hecho, ya era incluso difícil conseguir que los militares o las guardias ciudadanas y milicias cumpliesen sus patrullas cuando estas les tocaban en el Casco Antiguo, muchos de ellos prefiriendo  limitarse a pasear por las calles más seguras del lugar.

Qué sorpresa y alegría para todos fue, cuando uno de los sargentos de la novena compañía de la treceava Legión, acompañado por uno de sus cabos, se ofrecieron voluntarios para tomar la iniciativa de restaurar el cuartelillo y devolver el orden al lugar. Tras un par de días, los mandos consiguieron reclutar a cuatro voluntarios de su propia compañía que estaban dispuestos a acompañarles en tal empresa.

Luz mediante, ¿serán capaces de traer de nuevo la ley y el orden imperial esta zona alejada de la mano de la Luz? Cuentan con cierta ayuda, como la presencia Escarlata en la zona, así como la capilla ya restaurada cuyo sacerdote, conocido por su increíble retórica capaz de mover a las masas, ha arremolinado bajo su figura una gran cantidad de refugiados de Ocaso, que si bien no tienen exactamente los mismos intereses que la guardia, ciertamente ayudarán a su objetivo mucho más que las numerosas bandas criminales o grupos "comerciales" que moran en el barrio bajo.

 

  • Tareas Iniciales:
    • 1º, Recuperar el edificio del Cuartelillo: Situado en el callejón del Mendigo, está separado por dos filas de casas de la avenida principal y la Capilla del casco antiguo. De dos plantas y tamaño reducido, ha visto días mejores. Actualmente un grupo de maleantes, una docena de malechores, se ha apropiado de él tras romper los maderos que la guardia había puesto ante su puerta y ocupar el edificio. Y no parecen tener intenciones de irse.
      • Resultado: Éxito
        • Cinco de los seis delincuentes encerrados y disponibles para ser interrogados. El sexto en recuperación en la posada "La Capital".
    • 2º, Adecentar el Cuartelillo: Los matones han abandonado el edificio, sea por la fuerza, por voluntad propia, o por algún acuerdo. Pero el tiempo y sus habitantes no han sido amables con él. Las puertas metálicas de las celdas estan oxidadas o directamente abolladas y desencajadas. Las puertas astilladas y algunas de ellas rotas, así como las ventanas. En el despacho no queda ni un solo mueble, y los camastros... ay los camastros.
    • 3º, Toma de contacto: La bandera de Ventormenta vuelve a ondear en la entrada del cuartelillo, una muestra de que el orden ha regresado, al menos, a las casas circundantes. Pero solo hay dos cosas que respetan y a las cuales obedecen los habitantes del casco antiguo: La Luz, y la autoridad ganada a base de actos. ¿Como demostrarán los valerosos guardias que han llegado para quedarse? ¿Entrarán a fuego y espada en la guarida de una de las numerosas bandas de matones para llevárselos a palos y que todos los vean? ¿Intentarán congregar a los habitantes del lugar y hacer reclutamientos para la milicia y las patrullas ciudadanas? Elijan lo que elijan, es vital que la primesa impresión sea impactante, si no quieren que las fauces del lobo les devoren antes siquiera de dar sus primeros pasos.
    • Más, a futuro...
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 // Añadido el Prólogo con el primer rol realizado al respecto. Ahora quedan todas las tareas de reparación del cuartelillo. Esta etapa del rol os tomará mucho más, así que id desempolvando las profesiones que toca reparar mucha cosa.

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Segunda tarea: Reconstrucción

 

 

Santiago llegó por la tarde al cuartelillo en el casco antiguo de Villadorada, luego de acabar todo su trabajo administrativo por la mañana en el cuartel principal de Villadorada. Su aspecto aún denotaba un enorme agotamiento y su brazo seguía entablillado, pero parecía extrañamente diligente respecto a aquel proyecto. Y su subordinado y compañero Law no se hacía desear tampoco, que había llegado incluso antes y ya le estaba esperando.

Hicieron un conteo de todo lo que había que reparar en aquel sitio. El conteo de cosas era demasiado grande, por lo que tomarían solo una de las tareas cada uno para completar de momento. Se repartieron justamente las tareas según las cualidades de cada uno: Santiago se dedicaría a cambiar el suelo de madera de la primera planta en el interior del edificio con ayuda de dos de los cuatro soldados que estaban allí ayudándolos. Santiago por sí solo entablillado no podría hacer mucho por sí solo más que colocar algunos tablas, pero con ayuda de dos soldados podía dirigirlos, guiarlos y ayudarlos a hacer un trabajo decente.

Law, por otro lado, acordó armar un pequeño espacio para trabajar el metal fuera con los suministros que había enviado el ejército, pues aunque antes quizás hubiese existido una pequeña fragua allí, hacía tiempo que el lugar había sido saqueado y resaqueado, y poco quedaba. Luego de eso, retirarían las dos puertas metálicas del único par de celdas con las que contaba el cuartelillo. Se lijarían, se repararían las abolladuras y se reforjarían las bisagras.

Law tuvo problemas al comienzo para adecuar el yunque. Necesitaba algo firme y sólido para colocar debajo de este para que no quedase sobre la tierra, pero no lo tenía. Por lo que diligentemente salió a dar una vuelta por el barrio pobre mientras los dos soldados que le ayudaban se quedaban preparando algunos materiales.
No le costó demasiado encontrar una casa abandonada. Luego del asedio gnoll hacía ya año y medio, muchos sitios estaban vacíos y desocupados. Aunque la casa estaba en pésimas condiciones, algo resistía impenetrable ante las inclemencias del tiempo en el lugar: La chimenea. Aunque mohosa y vieja, quizás hacía muchos cientos de años, cuando la barriada era un sitio glorioso y no el barrio pobre, la chimenea fuese parte de una de las casas más sólidas y mejor alzadas de Villadorada. Ahora poco más que una fría sombra quedaba de aquello.
Law volvió con los soldados, teniendo una idea. Tomó un martillo, cincel y carretilla y regresó al sitio abandonado. Allí, puso al soldado con un martillo y cincel a retirar ladrillos de piedra, mientras Law se limitaba a destrozar el suelo de madera en torno a la chimenea misma. De ese modo, dejaron libre la plancha de piedra que estaba colocada como base en la chimenea. Con bastante esfuerzo Law retiró la losa de su sitio, y con ayuda del soldado lo llevaron hasta la puerta. Allí se tomaron un descanso, pues se vieron incapaces de continuar ante el enorme peso del trozo de piedra. Y tras, recobrar el aliento, lo alzaron para colocarlo encima de la carretilla. Con todo listo, regresaron al cuartelillo.

Allí, Law finalmente descendió la losa con ayuda de ambos soldados. La colocaron en un rincón detrás del cuartelillo y debajo de una lona improvisada. Con mucho esfuerzo y tras algunos intentos de coordinación, alzaron el yunque y lo colocaron sobre la plancha de piedra que Law se había rapiñado del barrio pobre, probablemente ahorrándole unas monedas en coste de reparación al Imperio.

Posicionado correctamente el yunque, aún le quedaban dos cosas: La fragua y la piedra de afilar. Law decidió ir armando la fragua, pues de ese modo esta podría ir calentando. No le costó demasiado, y con la ayuda del soldado Alberto rápidamente armó la estructura con piedras debajo de la lona, y con una de las palas colocaron carbón. Law entonces colocó algo de yesca y encendió la fragua, dejándola calentar.

Eso hecho, solo quedaba la piedra de afilar. Montarla no fue difícil, pues todo lo que tuvieron que hacer fue alzar el pesado pedrusco entre dos soldados mientras el tercero armaba, colocaba y acomodaba la estructura de madera y el sistema de pedal de la misma. El soldado Alberto una vez más hizo un buen trabajo, y para cuando Law y el otro soldado soltaron la piedra y probaron el pedal, el mecanismo funcionaba perfectamente y con fluidez.

Con todo armado bajo una lona improvisada en la parte exterior trasera del cuartelillo, Law volvió dentro en busca de las puertas metálicas de las dos celdas. Dentro, Santiago y los otros dos soldados hacían un trabajo decente reemplazando los tablones del suelo en el primer piso. Aunque al comienzo del lado derecho de cara a la entrada las tablas habían quedado colocadas de una manera más regular, estaba claro que pronto habían logrado seguir el ritmo que el cabo les demandaba, pues el resto del suelo estaba colocado de una manera mucho más firme y bien estructurado, resultando en un suelo de calidad en la mitad que llevaban reemplazado.
Law no perdió demasiado el tiempo admirando el trabajo en el suelo, pues su misión era otra. Con dos compañeros soldados detrás, ingresaron a la habitación en donde se encontraban las celdas y retiraron una de las puertas de sus bisagras, llevándola fuera. Y, en un momento, tenían ambas puertas fuera esperando mantenimiento.

Una de las puertas tenía tres abolladuras y algo de óxido superficial que fácilmente saldría lijando, pues más allá de la humedad no había tenido demasiado contacto con factores deteriorantes de la intemperie. La otra puerta estaba en un estado algo peor, con bastantes más abolladuras y una bisagra rota, y una cantidad aproximada de oxidación.
Más pronto que tarde, todos se encontraban lijando las puertas para eliminar la oxidación de las mismas. Pronto llegaron también Alondra y Doyran, quienes decidieron ayudar a lijar las puertas (Aunque más bien fueron mandoneados por Law para hacerlo).

Mientras tanto, Law comenzó a calentar la pequeña fragua más digna de un campamento de campaña que de una ciudad. Para cuando la primera puerta estuvo lijada, pidió ayuda a los soldados para llevar la misma hasta la fragua y calentarla sobre la zona de las abolladuras.
Cuando eso estuvo hecho, solo tuvo que sacarla de la fragua y arreglar las tres abolladuras. Sin embargo, Law solo logró arreglar una de las abolladuras antes de que la puerta se enfriase. Con pesadez tanto suya como de los soldados, volvieron a llevar la pesada puerta hasta la fragua para que se calentase.

Mientras la puerta volvía a calentar y los voluntarios lijaban la puerta restante, un enano de nombre Jäger se acercó a la zona. Se presentó ante Law, y le explicó que era un conocido del cabo. Law y el enano intercambiaron unas pocas palabras mientras la puerta se calentaba en la fragua, pero lo suficiente como para enterarse de que el enano era ingeniero. Law no perdió oportunidad y le explicó que necesitaban crear un cerrojo para la puerta frontal, pues este había sido reventado probablemente hacía meses o años, y ahora mismo no había modo de mantener la puerta de la entrada cerrada. El enano pronto se puso a dibujar algunas ideas para el cerrojo.
Mientras tanto, Law retiró la puerta del fuego y acabó de arreglar las abolladuras con éxito, dejando de nuevo la puerta recta y libre de óxido.

Mientras Law colocaba la segunda puerta a calentarse junto a la fragua, el enano le mostró el cerrojo a Law, explicándole el funcionamiento. Law, desde luego, no entendió nada de la explicación técnica, más allá de que se abría como todo cerrojo: Con una llave, aunque con más vueltas de las usuales.
Law decidió centrarse en lo que se le daba bien. Le explicó al enano lo básico de trabajar con el metal, para que este pudiese dar forma a las piezas él mismo mientras Law reparaba la puerta.
Cuando las explicaciones acabaron hizo eso mismo. Retiró la puerta del fuego mientras el enano seguía las instrucciones y calentaba parte del poco metal con el que contaban en la fragua. Law comenzó a dar golpes a la segunda puerta, mucho más abollada que la primera. Igual que antes, requirió calentar la pesada verja de metal una segunda vez antes de poder acabar el trabajo.

El enano, por otro lado, tuvo que calentar el metal reiteradas veces antes de poder acabar de darle forma a sus piezas, lo cual degradó mucho la calidad final, acabando siendo unos objetos bastante rústicos los cuales luego con ayuda de Law logró pulir de imperfecciones.

Entre todos comenzaron a llevar las puertas dentro, y las volvieron a instalar en su sitio. Aún quedaba pendiente sin embargo reparar la bisagra rota de la segunda puerta.
Santiago, por otro lado, en todo ese tiempo había logrado remover y reemplazar los tablones del suelo por unos en muy mejores condiciones, creando un suelo firme y robusto que probablemente sería capaz de resistir allí un largo tiempo. La puerta frontal, por otro lado, también se le habían reemplazado algunas partes y reforzado otras, aunque la calidad acabó siendo moderada, no mal, pero tampoco excelente. Sin embargo hacía el trabajo, y para cuando el enano acabó de instalar el cerrojo en la puerta, estaba claro que la misma sería capaz de resistir algo más que un par de golpes.
Se habían hecho dos llaves. Una se la quedaría Santiago, y la segunda la portaría el soldado Law Wyght hasta el regreso del sargento.

Al final, muchas horas de trabajo habían pasado y la noche había caído hacía horas. Aunque aún quedaban muchísimas cosas que hacer a lo largo de los días, era innegable que al menos había habido un avance, y eso era más que suficiente para los soldados.

Sin embargo no podían bajar la guardia, pues aún quedaba mucho por delante, y en la barriada nunca se está seguro.

 

 

Off-rol:

Cita

Primer rol de reparación y mejora del cuartelillo del Casco Antiguo de Villadorada.

Duración: 3-4 horas

Participantes:
@Focus como Law Wyght. Habilidades usadas: Herrería, Atletismo, Maza
@Barbas como Jäger. Habilidades usadas: Herrería/Fundición, Ingeniería, Dibujo
@Beretta como Alondra. Habilidades usadas: - (¿Lijar?)
@Akross como Doyran "Capafea" Goldsmith. Habilidades usadas: Encantamiento básico - (Se cansó de lijar cuando el encantamiento falló y se rajó, maldito vago)
@SwordsMaster como Santiago de Sveri. Habilidades usadas: Carpintería.

 

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