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IsildurJenkins

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  1. Entre el conjunto de restos de anteriores anuncios y carteles, un pequeño papel se encontraba en el tablón de anuncios de Villadorada sin llamar mucho la atención. Solo alguien que se detuviese delante del tablero podría darse cuenta de un mensaje un tanto extraño, un trabajo: La simple mención de "demonio" pondría en alerta a cualquiera que haya tenido la mala suerte de encontrarse con uno de estos seres, aunque despertaría su curiosidad. No es normal que hubiese un demonio en Elwynn, y tampoco era buena señal... Todo apuntaba a un posible contrato para la hermandad, aunque había muy poca información... Tras reunirse en su refugio los restantes miembros de esta organización y de una puesta en común de información varia, Alexander sacó el papel del contrato y se lo mostró a sus compañeros, quienes lo leyeron sin mucha calma. Pocos habían sido los miembros de la hermandad que combatieron contra demonios, y menos son los que pudieron volver para escribirlo en sus códices. Sin saber muy bien cómo abordar el trabajo, o incluso si hacerse cargo de él, Alexander cogió a la recién llegada, Aurora, y se fueron a la residencia del tal Benedict Norton en un intento de conseguir más información, mientras que Darío y Vincent buscaban en los tomos que habían resistido en el tiempo información acerca de demonios en un intento de encontrar alguna información útil. Por suerte —tanto para la hermandad como para las gentes de Elwynn—, no se trataba de un demonio, sino de un alma en pena atada al poblado abandonado de Lindorg, un asentamiento abandonado desde hace veinte años que se encontraba en las alturas. Este fantasma, similar a una mujer, pero recién salida de la tumba, con un vestido sucio y harapiento, y con la piel cayéndole de los huesos, aullaba como si estuviese sufriendo una agonía eterna, ahuyentado a cualquiera que osase acercarse al asentamiento. El pobre Benedict, padre de familia, se le notaba desesperado por ayuda. Nadie había reclamado el trabajo, y la fiebre se estaba llevando la vida de su hija, Mandy, quien necesitaba beber agua limpia y pura según la herborista de la zona, o moriría. Un padre en apuros, como él, estaría dispuesto a darlo todo por su hija, pero alguien de su nivel tiene más bien poco que ofrecer. Las almas en pena son los restos de alguien que ha dejado este mundo asuntos sin zanjar, atadas a este mundo por un objeto de un significado emocional muy intenso. Son capaces de dañar la carne y la mente mientras son atravesadas —sin efecto alguno— por espadas y flechas, pues no dejan de ser espectros, y unos capaces de maldecir la vida por décadas... Debido al nivel de peligro del contrato, ya que Alexander quería ayudar a ese pobre padre en apuros, decidió negociar con él para subir la tarifa de contrato. A fin de cuentas, si realizaban el trabajo, estaba poniendo en riesgo tanto su vida como la de sus hermanos, y eso tiene un precio. Al final, Benedict sacó todo lo que tenía en su casa, ciento ochenta y cinco monedas de cobre. Tras reunirse todos y poner al tanto a Darío y a Vincent, el grupo de cazadores de monstruos decidió cumplir el trabajo. Estaba en su esencia, en su razón de ser, ayudar a la gente como Benedict Norton, así que cogieron sus monturas y cabalgaron hasta Lindorg bajo el manto de la noche y la luz de la luna. Nada más llegar la vieron. Y nada más llegar ella los vió. Un aullido espectral de agonía vino acompañado de la carga del alma en pena. Fue un encuentro extraño. Los gritos del espectro taladraban los tímpanos, y la plata conseguía dañarle, pero el acero y demás materiales la atravesaban como si fuese aire. Al cabo de un rato, el alma en pena se desvaneció, y cuatro copias aparecieron, una al lado de cada uno de los hermanos, succionando la energía vital de estos. Por suerte, un solo golpe era capaz de hacer desaparecer a estas copias, y con su desaparición se creía que volvería el espectro real, pero no fue así, no volvió. Había huido... pero volvería al día siguiente si no hacían nada. Algo la retenía en ese lugar. Muchos eran los escombros, pocos eran los edificios que podían albergar algo de interés. Con un pozo en el centro y tres casas aún en pie, era hora de inspeccionar el terreno y de saber qué ocurrió en ese poblado. Todo apuntaba a que los saqueadores ya habían pasado por allí, o que tal vez fuesen los culpables de lo que ocurrió en ese asentamiento, pero consiguieron algunas cosas que, bien empleadas, tendrían valor. Mientras Vincent montaba guardia y Darío hacía de tripas corazón para no perder los nervios por ver un escenario similar al que él vivió, Alexander y Aurora buscaban pistas, señales... Cualquier cosa que les sirviese. Al final, en la última casa, Vincent vió algunos arañazos en el marco de la puerta, como si alguien hubiese sido arrastrado a la fuerza. Eran de manos pequeñas, de una mujer seguramente... Aurora consiguió encontrar dos cofres. Dentro de ellos había un diario amarillento, envejecido, escrito a mano. La mayor parte de sus páginas eran ilegibles, otras se caían, y otras habían sido arrancadas. Tenía manchas de sangre en las tapas, y esto llamó la atención de Alexander, quien cogió el diario y leyó aquellas pocas páginas legibles de interés: Tras leer el diario, Alexander fue a donde Aurora encontró los cofres, y consiguió hallar un rastro que le llevó hasta el cadáver de un hombre que fue apuñalado con un cuchillo y que tuvo que morir al instante. Los animales se comieron su cuerpo. Dejaron limpio el esqueleto, aunque había más manchas de sangre seca, y no tenían pinta de ser del hombre... Siguiendo un rastro de manchas apenas visibles, y viendo los arañazos en la madera, Alexander supuso que habían arrastrado a alguien a la fuerza, alguien que todavía estaba vivo, o mejor dicho, viva. El rastro llegaba hasta la puerta, donde se podían ver las huellas ensangrentadas de manos pequeñas. No había cuerpo alguno alrededor de la casa, pero sí otras huellas cerca del pozo. La cuerda estaba tensa. El cadáver de una mujer pendía de la soga del cubo, ahorcado por esta. Le faltaba el brazo izquierdo. El grupo sacó el cadáver y llegaron todos a la conclusión de que el brazalete sería ese objeto que ataba al alma en pena al pozo, y que lo llevaría en el brazo izquierdo. El pobre Vincent, tal vez en un acto de valentía, se ofreció para bajar por el pozo y buscar en el agua gélida. Empleaba la misma soga como cuerda para bajar, pero, debido al tiempo y al clima, su soporte se rompió, y cayó al agua, no sin antes golpearse varias veces con las piedras de la caída del pozo. La búsqueda del brazalete se convirtió en una odisea. Malherido, con la espalda dolorida, Vincent consiguió encontrar el brazalete, pero no encontraba manera alguna de salir de la caverna en la que se hallaba. Debido a esto, antes de que entrase en una hipotermina, Aurora y Alexander marcharon a un lago cercano al poblado. Tal vez estuviesen comunicados. El veterano se quitó su armadura, se tomó uno de sus extraños elixires y buceó hasta llegar a una pequeña cavidad que comunicaba la caverna con el lago para ir en el rescate de Vincent. La cosa no fue muy bien, pero ambos consiguieron salir de allí. Llegaba el momento final. Alexander preparó algo de su aceite etéreo para poder combatir al espectro, mientras que Darío terminaba de preparar la pira y Aurora se preocupaba por Vincent. Una vez que todas las armas fueron embadurnadas de aceite, prendieron fuego al cadáver con el brazalete. En cuanto las llamas engulleron el esqueleto de la mujer, se tornaron de colores verdosos, y apareció otra vez el alma en pena. El combate fue feroz. Los ataques físicos, de no ser por el aceite, habrían atravesado al espectro como si nada. Vincent quedó muy mal parado, y Alexander también —aunque no tanto—. Las heridas de Aurora eran solo mentales, y leves. En cambio, Darío estaba en casi perfecto estado. Y con esto el espíritu de Claer desapareció, y así fue eliminada la maldición del pozo. Solo quedaba recuperarse un poco e ir a cobrar la recompensa. Alexander acabó harto de Aurora, así que se subió a Roche y se marchó sin decir a dónde iba. Fue a recoger la recompensa, o más bien a rechazarla. Dado que Benedict no quería que se marchase sin nada, sacó unos tomos que no le servían de nada y se los entregó como pago. El resto del grupo se llevó una sorpresa cuando fueron a cobrar la recompensa. Viendo lo mal que estaba la hija de Benedict, decidieron darle algunas cosas que podrían tener valor para la joven y se marcharon al refugio, donde se encontraron los tomos de recompensa, pero no al que los había traído. Alexander no estaba. Solo Darío intuía dónde podría estar, pero prefirió mantenerse callado. Sesiones realizadas Recompensas Daños
  2. ¡Bienvenido! Mi recomendación es que te hagas un personaje que vayas a disfrutar interpretando más que hacértelo por entrar en un foco activo, ya que estos focos van variando con el tiempo y tú siempre puedes crear tu propia trama. En relación a la actividad en el servidor, siempre vas a encontrar a alguien dispuesto a rolear un rato. A nivel de eventos y zonas con actual movimiento tienes a humanos y quel'dorei por un lado, enanos por otro y renegados con elfos de sangre en el bando opuesto. A nivel de lugares, los más activos ahora mismo son Bosque de Elwynn, Páramos de Poniente, Los Humedales y Claros de Tirisfal. Espero haberte servido de ayuda. Nos vemos en Azeroth.
  3. Eventos Narrados Contrato: Los bandidos de la ribera Contrato: El diablo del pozo Eventos Asistidos Contrato: Los bandidos de la ribera Contrato: El diablo del pozo Una caravana un tanto cara Relatos Ninguno
  4. El pequeño gnomo se enteró de varios rumores acerca del poblado Mun'Dok y los problemas que pasaba. Como era normal, su puesto en la Cruzada Escarlata en la Mano de Tyr lo ataba a los trabajos de ingeniería y exploración, pero al ver lo tristes y desanimados que estaban algunos de los enanos que prestaban ayuda a las tareas mecánicas del gnomo, el pequeño Talflink no pudo mirar a otro lado, así que decidió tomar partido. Gracias a sus conocidos en Forjaz, pudo recibir una copia del panfleto que se distribuía por la zona y, tras asegurarse de dejarlo todo listo y en orden como correspondía, solicitó permiso para ir a prestar ayuda a sus primos enanos. Las órdenes de sus superiores eran claras y concisas. Permitieron al gnomo viajar hacia Mun'Dok para prestar ayuda, pero no con el tabardo. Iría como alguien sin más, jurando por la Luz que volvería inmediatamente tras terminar la misión y de que notificaría de manera diaria su estancia en las tierras enanas, especificando el tiempo que estaría allí y su fecha de regreso. Una vez que tenía sus pertenencias listas y preparadas, con su ruta de viaje decidida, y un par de manzanas de más en la mochila, el joven gnomo se colgó sus faltriqueras y su mochila para comenzar su viaje. — Es hora de echar una mano. //Mientras las sesiones no sean de domingo a miércoles, puedes contar conmigo.
  5. El tablón de anuncios de Villadorada estaba repleto de mensajes y de fragmentos de papeles arrancados. Notas que iban desde alguien preguntando por su perro perdido hasta un parte meteorológico obvio. Pero hubo un anuncio que llamó la atención a Darío y a Alexander, algo similar a un contrato: La hermandad a la que pertenecían Darío y Alexander se disolvió hace años, pero recientemente hubo un nuevo encuentro para rearmarla, y para ello se necesitaba dinero, dinero como el que venía en esa bolsa llena de monedas que mencionaba el mensaje del tablón. No era el contrato clásico que la hermandad aceptaba. Más bien era morralla en comparación a los antiguos trabajos de la época dorada de estos cazadores de monstruos. Pero los tiempos son distintos, y el dinero era necesario para el grupo, así que cualquier trabajo podía ser bienvenido. Darío y Alexander llegaron al refugio de la hermandad. Una vez reunidos allí, se decidió cómo proceder. Tanto Vincent como Silencio dieron su visto bueno al trabajo, así que el muchacho cabalgó junto a Alexander a la Plantación de Calabazas de Brackwell para profundizar en el asunto del trabajo mientras Silencio y Darío aguardaban al otro lado de la Ribera Lóbrega. Poca cosa les pudo decir Odolan, quien parecía el dueño de la plantación, aparte de que solo vio a tres figuras llevándose uno de sus arcones a la frontera con el Bosque de Ocaso. Era poca información, pero algo por lo que empezar. Alexander, viendo que el dueño tenía cierto poder económico, aprovechó la desesperación del hombre por recuperar su arcón y sus documentos robados para exigir un pago por adelantado, y duplicar la recompensa, a lo que Odolan accedió, mas rechistando. Vincent siguió el rastro de lo que parecía ser el cofre siendo arrastrado hasta la orilla del río que hace frontera con Ocaso. Tras cruzarlo, se reunieron con sus otros dos hermanos y los pusieron al tanto de la situación: buscaban a tres bandidos con un pesado arcón y una carpeta de documentos. El Bosque de Ocaso es grande, denso y peligroso, así que el grupo caminó con pies de plomo en dirección sur siguiendo un rastro, pero este se perdió. Ante el desconocimiento de por dónde marchar, decidieron seguir con el mismo rumbo de antes. No muy grata fue su sorpresa cuando un virote de ballesta impactó en el suelo, a los pies de Darío, a modo de señal, acompañado de una advertencia que amenazaba a los hermanos si daban un paso más. Lejos de ser amedrentados por un bandido, con Darío a la cabeza, el grupo cargó hacia delante, hacia una hoguera que divisó Vincent suponiendo que era del campamento de bandidos. Varios virotes volaron, y algunos impactaron —aunque no en los objetivos deseados—, y tras unos instantes el grupo se encontró en una gran desventaja, tanto numérica como de habilidad, bien por el tiempo sin empuñar un arma, por la inexperiencia o por la falta de costumbre. Aprovechando que Vincent se alejó un poco para rodear a los bandidos, el que parecía el jefe de estos galopó a toda velocidad, espada en mano, e intentó llevarse por delante al muchacho, quien fue lo suficientemente hábil como para esquivar la acometida enemiga y derribar al jinete de un virotazo a su montura. Contaron seis bandidos en total teniendo en cuenta al jefe de estos, cuatro delante enfrentando a Alexander y a Darío, el jefe contra Silencio y Vincent, y un último bandido escondido en alguna parte disparando con su ballesta ligera. El enfrentamiento fue duro. Aquel cabecilla de los bandidos consiguió rajar el costado del muchacho, y la sangre empezó a salir sin control. Los otros bandidos plantaban cara a Darío y a Alexander, dos a uno, con el sonido de las espadas tapando el ambiente del bosque. Al final, el jefe de los bandidos consiguió apresar a Vincent, y le colocó su filo en el cuello, ordenando al resto del grupo que soltase las armas si querían que el joven continuara respirando. Silencio y Alexander soltaron sus filos, pero el muchacho consiguió zafarse y tirar al suelo a su agresor. Alexander cogió entonces rápidamente su cuchillo y lo clavó en la cara de uno de los bandidos mientras Silencio empezó a conjurar magia oscura contra el bandido jefe, intentando desviar la atención que había sobre el empapado en sangre de Vincent. La situación cambió rápidamente. Darío mantenía a raya a los otros tres bandidos a golpe de mandoble, Silencio intentaba mantenerse firme contra el jefe de esos bandidos, Vincent sujetaba su dolorido y ensangrentado costado y Alexander corrió en ayuda de sus compañeros. Lanzó su cuchillo contra el bandido jefe, quien cayó al final gracias a la ballesta de Vincent. Gritos agónicos sonaban por donde Darío, aunque no eran de él. El combate había dado un giro de 180º, y la victoria parecía próxima. Tras prestar ayuda a Vincent y Silencio, Alexander agarró la ballesta del muchacho y comenzó a disparar a la copa del árbol en el que se encontraba el último bandido. Darío le intentaba convencer de que bajase (aunque sin éxito), y Silencio llevaba a duras penas al joven a un lugar resguardado. Hizo falta la ilusión de una chispa que amenazaba con incendiar el árbol para que el bandido saltara, y una vez en el suelo, tuvo que vérselas con Darío. No hubo combate, solo preguntas mientras Alexander recuperaba los bienes robados de Odolan. Al final el bandido escapó, quién sabe cómo, pero estando solo y maniatado pocos eran los lugares a los que podría ir en ese bosque oscuro. Vincent fue estabilizado gracias a los conocimientos en sanación de Alexander, Darío consiguió coger al caballo del bandido jefe y el grupo consiguió cumplir su contrato. Vincent malherido, Silencio inconsciente y Darío herido marcharon de vuelta al refugio de la hermandad para curar las heridas y descansar tanto el cuerpo como la mente a la vez que Alexander marchaba a cobrar la recompensa. Con un total de cien monedas de cobre en mano, el que llamaban sus hermanos “el Brujo” se dirigió a Villadorada. Había que hacer unas compras para la hermandad, entre ellas material médico para las heridas, como hierbas y ungüentos, y material médico para la mente, como cerveza y licor. Información de la sesión
  6. La fría noche en los Claros de Tirisfal era sentida hasta por los muertos, quienes agradecían en parte las bajas temperaturas. El frío conserva a fin de cuentas. Pero conserva el cuerpo, no la mente. La mente es algo más sensible, más vulnerable y más inestable. Y la de algunos Renegados lo es más que la de otros... Esa noche, el criomante Danforth Harrison se encontraba en el exterior de lo que fue la Hacienda Harrison, al norte de la provincia, practicando con su soldado de hielo, aún algo torpe debido a la inexperiencia del hechicero con su nuevo hechizo. Raeg Lobo Gélido, el chamán que lleva compartiendo vivencias desde el último verano con el Renegado, lo acompañaba en su residencia mientras se escribía el segundo tratado sobre elementales. La redacción de este libro estaba siendo muy lenta. La información contenida en el tomo otorgado al grupo de investigadores por Aquaream hablaba de oscuridad, Vacío, de mundos encontrados bajo el nuestro, de planos que van más allá de la imaginación de un mortal. En definitiva, una información muy confusa que daba lugar a más preguntas que respuestas. Estas preguntas que bombardeaban la inestable mente del mago habían hecho mella en él. Aunque habían tenido sus más y sus menos, el no-muerto nunca se enfrentó abiertamente al orco, nunca lo desafió, pero la falta de respuestas y de soluciones a esas incógnitas lo llevaban por la locura y no le dejaban avanzar. Y menos con los lastres del pasado de Danforth... Exigía una reunión con los chamanes ancianos del clan Lobo Gélido. Dado que los conocimientos sobre elementales no estaban escritos, sino que residían en las mentes de los más ancianos y expertos chamanes, la única posible vía de obtención de respuestas era a través de los mentores y superiores de Raeg. Pero él dudaba de si el Renegado era digno de un encuentro con ellos, y más en el estado del mago. La demencia y la locura hacían mella en la mente y el espíritu de aquel saco de pus que se hacía llamar Danforth Harrison. De alguna manera se podría decir que, para su consuelo, parte de ello era debido a la influencia de los espíritus pasados que había torturado de manera inconsciente por no haberles dado un descanso digno. Los espíritus de sus seres queridos eran una de las fuentes de su tormento. El chamán quiso evaluar cómo de apaciguada estaba la mente del hechicero. Ver que tenía en su sillón, colocado a modo de trono, las calaveras de sus padres, no le transmitía buenas vibraciones. Y la calavera que se encontraba encima de la mesilla, perteneciente a su único amigo en vida, Oswell Bristol, no ayudaba. Y no hablemos del pequeño altar que contenía la calavera de Selana Laendon, su amor en el pasado. Debido a esto, Raeg decidió intentar contactar con estos espíritus, más por sospecha que por conocimiento real, a través de las calaveras, empezando por la del amigo de Danforth. Pero el espíritu era poderoso, tanto que aturdió al chamán y lo dejó inconsciente en el suelo mientras el hechicero tenía que diferenciar entre las ilusiones y las realidades que se le presentaban a sus muertos ojos. No es agradable ver al espíritu de tu mejor amigo, atormentado, cargar contra los de tu alrededor. Y mucho menos lo es para la mente cuando en el pasado tuviste que destruir su cuerpo, manejado como una marioneta, cuando intentaste escapar del yugo de La Plaga con los primeros Renegados. La psique de Danforth peligraba enormemente, pero su egocentrismo y su ambición, por raro que parezcan, le hicieron defender a Raeg de aquel espectro piromante de su antiguo compañero. El chantaje emocional y los embates mágicos fueron protagonistas en un enfrentamiento que, por muy real que le resultase a Danforth, no era más que una mera ilusión, una manifestación de los fantasmas de su pasado. El mago se interpuso entre el espíritu de Oswell y Raeg para evitar que el primero lo atacase con una versión ígnea de los mismos hechizos que controlaba el criomante. ¿Fue esa defensa un acto desinteresado? ¿Fue Danforth motivado por la amistad, el compañerismo? No, fue el más puro de los egocentrismos lo que lo movió. "Si el Chucho Gélido muere, adiós a la reunión con los chamanes", así se podría resumir el pensamiento real del mago, aunque una ligera luz de su ser pasado, de aquel compañero leal, fuera la que movió primero su mano levantando un muro de hielo protector. Tras aquel enfrentamiento, real o no, Danforth se dio cuenta de una cosa: conservar las calaveras de sus seres queridos no hacía otra cosa que atormentar sus espíritus, ya que no podían descansar en paz. ¿Era cierto esto? Quién sabe. Para Danforth lo era. Todo lo ocurrido lo era. Al igual que lo fue el rito funerario que realizó tras el enfrentamiento. Colocó las cuatro calaveras juntas en el exterior de la casa sobre una runa de fuego suya y, tras implorar perdón en lo que habrían sido lágrimas en vida, decidió quemar con el fuego rúnico las calaveras, que se consumieron en unas llamas liberadoras. Y digo liberadoras porque los cuatro espíritus que llevaban casi una década mellando la mente de Danforth quedaron libres de las cadenas del mundo físico. Fue durante este rito cuando Raeg se despertó. Si lo entendía o no era indiferente para el mago. Tenía que superar el pasado, pasar una de las páginas más pesadas de toda su existencia. Las únicas personas que lo quisieron por lo que él fue desaparecieron por completo. El cómo continuará la mente del Renegado es un misterio, al igual que cuándo finalizará el segundo tratado sobre elementales. Los siguientes días fueron extraños. El chamán seguía en la residencia de Danforth, y nunca le faltó nada a pesar de la carencia de necesidades mortales del no-muerto, pero las palabras que se intercambiaban eran las justas y necesarias. El ánimo del mago estaba por los suelos. Pasaba horas sentado en el barranco de detrás de su residencia, La Guarida del Escriba, mirando al horizonte. El futuro es algo incierto. El pasado es inalterable. Es el presente el que tenemos que vivir y aprovechar. Si Danforth ha sido capaz de entender eso o no es otra de las innumerables incógnitas que se hallaban en aquella residencia. Para él, lo único que importaba era encontrar su propósito. ¿Merece la pena dedicar toda una eternidad para conseguir un poder para defender algo ya muerto? Sus antiguas metas se desvanecían ante sus ojos, y no eran sustituidas por nada bueno, pues el vacío es el peor de los remedios para una mente inquieta.
  7. Perdonad mi ignorancia, pero... ¿cómo se abren los .md5 para comprobar el estado de los parches?
  8. Se encontraba terriblemente confuso en el bosque, mientras se mecía en brazos un Múrloc cagado. Tras un solitario Tauren albino se encontraba la muerte del Unicornio Pepe. —¡Que Desdicha! ¡Lagarto! —dijo mientras intentaba tragarse a . -¡Cagüentuagüela! - Ajin te tireh un peoh pa entro y te ajogeh de la pehte!- le contestó el lagarto. Al llegar el nigromante, un yunque parlanchín le miró muy severamente y dijo: - Llegas tarde. Los elfos han dominado el mundo. - La pizza
  9. ¡Bienvenida Selkis! Si ya tienes experiencia de rol, tienes más de la mitad del trabajo hecho, así que no te preocupes. Cualquier duda que tengas tienes el grupo de Discord o el foro de Archivium, además de los que solemos estar conectados por aquí. Ya verás que, por muy abrumador que pueda parecer el lore de World of Warcraft, empiezas a coger la dinámica rápido. Un saludo, nos vemos dentro.
  10. Se encontraba terriblemente confuso en el bosque, mientras se mecía en brazos un Múrloc cagado. Tras un solitario Tauren albino se encontraba la muerte del Unicornio Pepe. —¡Que Desdicha! ¡Lagarto! —dijo mientras intentaba tragarse a . -¡Cagüentuagüela! - Ajin te tireh un peoh pa entro y te ajogeh de la pehte!- le contestó el lagarto. Al llegar el nigromante, un yunque
  11. // No pensarías que te ibas a librar de mí, ¿verdad? Danforth se apunta.
  12. ¡Lok'tar, hermano! Bueno, no merezco saludar así, no tengo ningún orco, pero bueno, bienvenido al servidor. Aquí tenemos un poco de lore propio. A través del enlace que te ha compartido @Shiva podrás ponerte al tanto de la historia. Además, si tienes dudas, preguntas o curiosidad, siempre puedes recurrir al Archivium o al servidor de Discord. Y aquí el enlace de Discord: https://discordapp.com/invite/mKnxgPj Cualquier cosa que necesites siempre anda alguno de nosotros pasando por aquí, así que no te cortes. Un saludo, nos vemos dentro.
  13. IsildurJenkins

    Alexander Gallardo

    · Nombre: Alexander Gallardo · Raza: Humano · Sexo: Hombre · Edad: 30 años · Altura: 1.88 m · Peso: 95 kg · Lugar de Nacimiento: Ciudad de Dalaran · Ocupación: Cazador de monstruos a sueldo, alquimista · Canción de fondo: De alta estatura, aunque los hay por ahí más altos, Alexander mide 1.88 m. Es esbelto y musculoso. Su fuerte espalda simula una pirámide invertida: delgado de cintura, pero ancho de hombros. Además, tiene varias cicatrices en forma de cortes, arañazos, heridas e incluso mordiscos en su torso que demuestran que es un hombre de acción. Sus brazos y piernas se ven bien musculados y tonificados. Siempre va con una armadura de malla que lo protege de las bestias a las que da caza, además de dos mandobles a la espalda, por lo que el mero hecho de cargar con ese peso hace que no haya cabida para la grasa, sino solo para el puro músculo. La expresión correcta sería “de músculos bien definidos”, y pesa unos 95 kg aproximadamente. Su rostro es duro, curtido por el sol, el viento, la lluvia y el combate, con facciones marcadas que, a pesar de denotar un fuerte carácter y una personalidad seria, dejan cabida a gestos de alegría, felicidad y juventud de manera natural. Cabe destacar que su tez no es ni muy pálida ni muy morena, sino de un color típico de piel bañada por el sol. De ojos profundos que expresan una gran seriedad y responsabilidad, Alexander haría vacilar hasta al contratista más osado con su mirada, una mirada que ha visto demasiado horror en este mundo, pero que no duda un solo instante; una mirada que está cansada de ver cómo se repiten las mismas historias. Su pelo castaño oscuro, a modo de melena larga, lo recoge con una coleta a la altura de la nuca que no sobresale mucho. A pesar de llevar el pelo casi siempre recogido, varios mechones le caen a ambos lados de la cara. Además, su barba, arreglada, no corta, pero tampoco larga, poblada, adorna toda la parte inferior de su rostro. Alexander Gallardo es alguien que la mayoría de las veces se muestra como alguien apático, cínico, amenazante. A pesar de la primera impresión que pueda dar de alguien indiferente a sus alrededores y de naturaleza fría, aquellos que lo conocen de verdad señalan sin dudarlo que en su interior se esconde un amigo de verdad, un hombre de muy buen humor y alguien que no es indiferente al sufrimiento de los demás. En algunas ocasiones se muestra como una persona sociable a lo largo de sus viajes por Reinos del Este. Es también muy protector con sus amigos y “ferozmente leal”, destacarían estos. Es alguien que está dispuesto a realizar grandes hazañas por aquellos que le importan, que cuida a los que ama y que puede llegar a ser muy bondadoso a pesar de esa fría máscara que muestra al resto del mundo. No se puede dejar en el tintero el hecho de que Alexander también es conocido por su habilidad para aliviar situaciones intensas si estas lo requieren. Su experiencia en el cruel mundo de Azeroth lo convierte en un hombre que intuye, normalmente de manera acertada, qué hay que hacer en cada situación. Es alguien que no tendría reparos en poner en riesgo su vida para salvar a alguien importante para él y que no dudaría en arriesgar el futuro de Reinos del Este por salvar a quienes ama. De manera esporádica Alexander muestra remordimiento y revelaciones de su vida a lo largo de los viajes más duros. Incluso ha llegado a tener crisis personales, llegando a querer dejar su vida de cazador de monstruos a sueldo, o de “brujo”, mote que sus hermanos le colocaron, como dejó entrever en uno de esos arduos viajes con su hermandad de cazadores. A pesar de todo, es un hombre, y como todo hombre tiene gustos, manías, ideales, fetiches, principios, secretos… En el caso de Alexander no hace falta ser un lince para darse cuenta de que siente una atracción especial por las hechiceras. Un ejemplo de ello es su romance con Lilith Bradley, pero eso es ya otro tema… En definitiva, Alexander se podría definir como una persona de dos rostros: frío, amenazante y serio, pero que cuando se quita su máscara es una gran persona por dentro, alguien con un gran corazón. Sabe cuándo debe ser amable y cuándo no. Es alguien que intenta mantenerse al margen de la política, pero nunca duda en ayudar al que lo necesita de verdad. Y, después de todo, es un hombre, y un hombre al que le encantan las mujeres… El Mal es el Mal. Menor, mayor… es igual. Las proporciones son convenidas y las fronteras, borrosas. No soy un santo ermitaño, no siempre he obrado bien, pero si tengo que elegir entre un mal y otro, prefiero no elegir en absoluto. ¿Y deberíamos someter nuestra vida a la religión, o deberíamos interpretar la religión para que sirva a nuestras vidas en su lugar? Hay tantas escuelas como filósofos, tantas historias como humanos. Yo, por mi parte, puedo jurar con toda certeza que no hay forma de reconciliarlos a todos a la vez, y lo que le agrada a uno provocará bromas y enfurruñamientos en otro, y sin duda causará que un tercero busque su cuchillo. ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo deberíamos vivir? Por qué, cómo nos gusta, cómo lo pide nuestra alma, sin tener en cuenta todos los rebuznos de los filósofos y los especialistas en ética, incluidos los incluidos en estos tomos, ignóralos como lo haríamos con los cuentos de hadas o las leyendas de las viejas esposas. El mundo a nuestro alrededor es asqueroso, pero esa no es razón para que todos nosotros nos volvamos asquerosos. Deja zanjados todos tus asuntos antes de morir. Despídete de todos tus seres queridos. Deja escrita tu voluntad. Discúlpate con aquellos a quienes has perjudicado. De lo contrario, nunca dejarás este mundo. No sabemos mucho del amor. Con el amor es como con la pera. La pera es dulce y tiene forma. Intentad definir la forma de la pera. Fácil es matar con un arco, muchacha. Y también fácil es soltar la cuerda y pensar “no soy yo, no soy yo, es la flecha. En mis manos no hay sangre de ese muchacho. La flecha lo mató, no yo”. Pero la flecha no sueña nada por la noche. Que tú tampoco sueñes nada por la noche, dríada de ojos azules. Hace mucho tiempo, los humanos construyeron ciudades para aislarse de un mundo de monstruos. Pero como los monstruos también vagaban por el interior de las murallas, los miedos de los humanos no se disiparon. Los muros no son ninguna garantía de seguridad. Un lugar en el que te encierras y mantienes fuera a todo lo demás... no es tu hogar. Tu hogar, a veces, está muy lejos y tienes que encontrarlo. A la gente le gusta inventarse monstruos y monstruosidades. Entonces se ven menos monstruosos a sí mismos. Cuando beben como una esponja, engañan, roban, le dan de palos a su mujer, matan de hambre a su vieja abuelilla, golpean con un hacha a la raposa atrapada en el cepo o acribillan a flechazos al último unicornio del mundo, les gusta pensar que, sin embargo, es todavía más monstruosa que ellos la Muaré que entra en las casas a la aurora. Entonces, parece que se les quita un peso de encima y les resulta más fácil vivir. Corría el mismo año de la apertura del Portal Oscuro, hito que supuso un cambio en la manera de contar los días y años que pasaban. Mientras que muchos ignoraban lo sucedido, o preferían mirar a otro lado, otros intentaban continuar sus vidas sin temor. Durante una fría noche de invierno las suaves luces arcanas de la joya de la magia de Azeroth iluminaban los serenos caminos suavemente nevados de la ciudad de Dalaran mientras sus habitantes leían, cenaban y charlaban en el interior de los templados edificios. Pero no todos estaban tranquilos. Una pareja de magos se encontraba nerviosa en una de las casas de la ciudad. Gritos de dolor traspasaban las paredes junto a llantos e insultos variados. Y no, no era una disputa de pareja, sino uno de los fenómenos más bellos, aunque grotescos, de la naturaleza: el nacimiento de una nueva vida. Entre llantos por parte de la criatura y suspiros de alivio por parte de Celina, la madre, ella acurrucaba a su pequeño. Lágrimas de felicidad caían por las mejillas del padre, Tristán, y entre los dos llamaron a su amado niño Alexander. La infancia del joven fue lo que se esperaba del hijo de uno de los bibliotecarios de la ciudad de Dalaran, una infancia entre libros. Por muy interesantes que fuesen algunos de los tomos de la colección personal de su padre, Alexander era aún pequeño, y carecía de la madurez suficiente como para valorar muchos de los libros que sus padres le obligaban a leer. Por suerte, no todo rondaba alrededor de las palabras escritas y de párrafos interminables. Su madre era alquimista de profesión, y una muy buena. En los ratos en que no venían clientes, su madre le entretenía mezclando algunos líquidos para dar lugar a frascos luminiscentes de todos los colores. El tiempo fue pasando, y la sociedad en la que vivía Alexander le obligaba a aprender las artes arcanas por mucho que le disgustase la idea de pasarse horas y horas estudiando y ensayando una y otra vez los mismos conjuros con resultados nulos o, en ocasiones de mucha suerte, mínimos. Él no era un chaval de teorías y repeticiones, a él le gustaba moverse, hacer prácticas de campo, salir de la ciudad con su madre para recoger hierbas, disfrutar de la naturaleza y admirar las bellas criaturas de esta. A pesar de sus intentos de escaquearse de los estudios mágicos, Alexander tuvo la obligación de continuarlos, ya no solo por la tremenda presión de la sociedad, sino porque sus padres también eran magos. No eran hechiceros como los que convocan lluvias de hielo y lanzan bolas de fuego enormes, pero tampoco eran moco de pavo. Su padre, Tristán, era un forofo de la abjuración arcana. Empleaba muchas veces conjuros para que sus libros resistiesen el pasar del tiempo y los líquidos derramados sobre los papeles, casi siempre culpa del pequeño. No era el mejor de los abjuradores, pero conocía unos cuantos trucos interesantes. En cambio, su madre, Celina, manipulaba las artes arcanas de la ilusión. No estaba muy bien visto su empleo con clientes, pero cuando había alguno que se pasaba de la raya en la tienda Celina no dudaba en emplear sus artes mezcladas con suaves palabras que convencían hasta al más terco de los hombres. Aparte de la aplicación en sus respectivas profesiones, Tristán y Celina habían empleado sus hechizos en más de una ocasión por necesidad. La mujer era tremendamente bella, y era el pan de cada día que varios hombres silbasen a su pasar o intentasen coquetear con ella, incluso con Tristán delante, así que la magia de ilusión era una herramienta disuasoria perfecta. En el caso de Tristán, la influencia de su padre, el abuelo de Alexander, fue determinante. Aparte de haber sido un mago con experiencia en combate en su juventud, era muy buen profesor de la escuela de abjuración. Carecía de renombre alguno, pero eso no impedía que los pocos que fueron sus alumnos lo valorasen como uno de los mejores profesores. Tal vez sus métodos no fueran los más ortodoxos, pero sirvieron para hacer de su hijo, Tristán, alguien muy diestro dentro de esta escuela. Así que Alexander aprendió de su madre y de su padre. No tenía mucha facilidad para la magia, pero eso no imposibilitó su aprendizaje en las artes arcanas. Al final acabó siendo capaz de manejar conjuros básicos, siendo su desempeño mucho mejor en las pruebas de abjuración e ilusión. Pero no era aquí donde destacaba Alexander, sino en la alquimia. La curiosidad que despertaba en él ver a su madre elaborar elixires de todos los componentes y efectos habidos y por haber le resultaba fascinante. A saber la de horas que pasó en la trastienda mezclando compuestos varios… El pequeño y joven se convertía ya en un hombre. El tiempo pasa para todo el mundo. Alexander ya tenía dieciséis años y se había convertido en un adolescente apuesto y encantador. Tenía un corazón de oro y no lo ocultaba. Todos a su alrededor lo sabían: era alguien con quien se podía contar. El corazón no era lo único de oro que él tenía. Su labia era excepcional también, y con la adolescencia vienen los primeros amores, y él no fue menos. Tras numerosos intentos por conseguir cautivar a Lilith Bradley, una chica hechicera de un curso por delante que él, consiguió su propósito. Aunque Lilith era la clásica joven responsable, no era capaz de resistirse a los encantos del irresponsable de su novio. Muchas veces se escabullían durante las clases para pasear por los jardines o incluso salir de la ciudad cuando se lo podían permitir para disfrutar de la belleza de la naturaleza. Cuando llevaban ya un año y medio juntos decidieron aprovechar una temporada que iba a haber sin clases para salir juntos de la ciudad de Dalaran. Habían pensado en ir a los pueblos de alrededor para ver cómo era la vida fuera de la magia, y ardían en deseos de ver la gran ciudad de Lordaeron, aunque no sabían si iban a poder llegar. Fue durante este viaje donde Alexander se dio cuenta de los monstruos que habitan más allá del empedrado de su ciudad. Su viaje comenzó alegre, excitante y prometedor. Muchos aldeanos de los que se encontraban eran simpáticos y hablaban con ellos. Les enseñaban cómo era la vida ahí, y la pareja no podía evitar imaginarse a sí mismos juntos viviendo sus vidas de la misma manera. Pero también vieron los temores de algunos. No todas las criaturas eran tan dóciles como los cervatillos a los que estaba acostumbrado Alexander. Algunas eran auténticos monstruos que mataban, destruían y amenazaban a la gente. Y lo peor de todo fue que se dio cuenta de que ese comportamiento monstruoso no era único de las criaturas, sino que había personas que eran incluso peores. Fue en ese momento cuando Lilith y Alexander decidieron volver a Dalaran. Ya no estaban a gusto fuera de la protección que suponía su ciudad y se sentían muy poco seguros. Nada más llegar de su viaje y después de saludar y narrar sus vacaciones en pareja a quienes correspondía, el chico fue directo a su padre y empezó a leer libros de historia y fauna. No quería quedarse de brazos cruzados. No podía. Con el paso de los meses se percató de qué quería hacer durante su vida, de cuál quería que fuese su objetivo: ayudar a la gente. No podía ser que hubiese tanta maldad y tanto monstruo suelto. Él no diferenciaba entre criaturas y humanos malvados. Todos eran monstruos a su juicio. Como era de esperar, él quería prepararse para salir de la ciudad y empezar a cumplir su sueño, su camino autoimpuesto en la vida. Y como era de esperar, sus padres se negaron en rotundo, pero esto no supuso diferencia alguna. Alexander seguía estudiando libros sobre historia y fauna para saber a qué se iba a enfrentar y cómo lo iba a hacer. Fue cuando, sin que su madre se enterase, le compró a un mercader que había pasado por su tienda una espada de prácticas. Y empezó a practicar esgrima. Vaya si lo hizo. Se centró tanto en los libros y en la esgrima que acabó descuidando las clases y a Lilith. Él se excusaba en que era por y para su noble cometido, pero todo tiene un final, y el de la relación con la joven hechicera llegó antes de lo previsto. Para evitar caer en un foso de desesperación, Alexander se centró cada vez más en su entrenamiento. Planeaba cómo salir, hacia dónde ir, cómo sobrevivir… No dejaba pregunta sin responder. Hasta aprendió a hacer varios elixires con vistas a facilitarle su deseo de erradicar a los monstruos que caminan a sus anchas por el mundo. Tristán y Celina veían cómo su hijo no cambiaba de parecer, y cómo se acercaba el momento de una despedida. Así que antes de dejar que su hijo marchase sin la debida protección decidieron juntar todos sus ahorros y comprarle por su decimoctavo cumpleaños una serie de regalos para asegurarse de que su pequeño pudiese ser capaz de volver a casa. Llegó la fecha, y el día era igual que el de su nacimiento. La nieve caía con suavidad, el cielo estaba nublado y las luces arcanas iluminaban el pavimentado de la ciudad. Y con la nieve Alexander recibió los regalos de sus padres y amigos, entre los que se encontraba un precioso mandoble de acero con grabados y detalles de veraplata. Dado que no era tonto se esperó al fin de las nevadas, a la llegada de la primavera, para empezar su viaje, y así lo hizo. Se despidió con abrazos y lágrimas de todos sus seres queridos: amigos, familia… Incluso Lilith fue a la despedida, y no se dijeron “adiós” simplemente... Era demasiado difícil para Alexander resistirse a los vivos labios de la mujer que amó. Y con esto empezó su viaje. Pertrechado hasta arriba, con el conocimiento de los mapas, las plantas y las criaturas en su mente, con el mandoble de sus padres a la espalda y con un medallón que le regaló Lilith que, según ella, avisaba cuando había peligro o magia cerca. Su viaje fue más duro de lo que esperaba. Cuando pasaba por algún pueblo o aldea preguntando a los habitantes por algún peligro del que hacerse cargo casi nadie se fiaba de él. A fin de cuentas, era un extraño con un mandoble a la espalda que aseguraba ser capaz de acabar con cualquier monstruo. Poco a poco se fue ganando la confianza de la ruta de pueblos que se marcó en el mapa. Desde Arathi hasta Lordaeron recorría los puestos humanos buscando contratos con los que pagarse la comida y la compañía femenina del día siguiente. Hay que tener en cuenta que era un joven de casi veinte años muy apuesto, aunque eso no le ayudó demasiado a conseguir los trabajos que ansiaba. Un día escuchó rumores que le aseguraban encontrar cantidad de prometedores contratos más al sur, por la zona del bosque de Elwynn, así que marchó aprovechando las rutas de los mercaderes. Alexander sabía cómo hablar con ellos para que no les molestase su compañía, y sus pequeños hechizos ilusorios ayudaban bastante. Por fin acabó llegando a Elwynn, y tras un merecido descanso por la fatiga del viaje se puso a buscar algún contrato suculento. Tras una larga búsqueda infructuosa, acabó conociendo a un contratista, alguien que vestía finas y delicadas ropas, que ofrecía una generosa recompensa por la caza de una bestia que llevaba unos días destruyendo los cultivos de un pueblo. La descripción del monstruo, a pesar de ser vaga y poco fiable, hacía que este se asemejase a algo similar a un cruce entre ciervo y alce, con dientes de lobo y de un tamaño mayor, pero no hacía parecer a la bestia muy peligrosa, y la bolsa de monedas con su sonido metálico hacía que valiese la pena ese contrato. Qué iluso fue Alexander… Cuando se dispuso a buscar a la bestia ni siquiera preguntó a los locales por ella. Fue directamente a seguir un rastro que se internaba en el bosque. De repente, se encontró con el monstruo del contrato: un oso enorme, con flechas clavadas que hacían de cuernos, enrabiado por el dolor y la infección de las heridas. Pero lo que más le llamó la atención fue la presencia de otro cazador de monstruos como él. El peligro era inminente y no era momento para charlas. Ambos se prepararon para acabar con la criatura. Ya habría tiempo de negociar quién se llevaba qué. El combate fue duro y con sangre —y no solo proveniente de la criatura—, pero consiguieron acabar con su vida. Fue aquí donde Alexander conoció a Erick Farrow, un cazador de monstruos a sueldo igual que él. Resultó ser alguien que había tenido más éxito en la búsqueda de contratos, así que no le importó llevarse una parte menor por la caza. Volvieron juntos al contratista, cobraron la recompensa y se dirigieron a la taberna más cercana a brindar por el éxito. Resultó ser alguien que le cayó muy bien a Alexander, lo suficiente como para continuar juntos como equipo durante un tiempo. Formalizaron un contrato de un año para dividirse las ganancias y los costes, y les salió redondo el negocio. Sí, es cierto, pasaron dificultades, y el joven hijo adoptado de Erick, Vincent, había ocasiones en las que más que ayudar dificultaba las tareas, pero acabó siendo una buena fase en la vida de Alexander. Se dio cuenta de que no era el único con su sueño. La despedida fue dura. Habían estrechado lazos y largas conversaciones de hoguera en las que Erick hablaba sobre monstruos y criaturas legendarias, pero sus caminos se tenían que separar. Alexander siguió por su cuenta en su búsqueda de contratos, y debido a la poca cantidad de trabajos simples para alguien como él, empezó a incluir a hombres en ellos. Tuvo que ser extremadamente cauto con estos contratos, pero las recompensas, tanto morales como económicas, hacían que mereciese la pena. Se acercaba ya su vigésimo segundo cumpleaños y decidió darle una sorpresa a su familia, así que partió a Dalaran para reunirse con todos sus seres queridos. Habían pasado cuatro años desde su adiós, y tenía multitud de historias que contar. No todo le había ido bien en su viaje. Diablos, anda que no hubo días que se quedó sin comer o que se le escapaba un contrato, pero eso ya no viene a cuento. Alexander era consciente de lo tensa que estaba la situación en el norte. El marchar de La Plaga dejaba un sendero de caos y desolación a su paso, pero también podría abrir una puerta a posibles contratos —arriesgados, sí, pero si se las apañaba bien podría conseguir una buena suma de dinero por un riesgo mínimo—. Ojalá todo hubiese salido como Alexander tenía en mente. La situación era muchísimo peor y no pudo hacer otra cosa que derrumbarse al ver su ciudad rodeada de esa barrera mágica. Por un motivo u otro no era capaz de pasarla, y el desconocimiento acerca de lo que había al otro lado de esa pared arcana no mejoraba la situación. Con el peligro a la vuelta de la esquina y sin un refugio cercano, decidió hacer de tripas corazón y marcharse a algún asentamiento para poder dormir bajo un techo. Preguntó a la población nada más llegar acerca de lo sucedido en el norte, y conocer la verdad simplemente provocaba un deseo tremendo de volver atrás en el tiempo para no haberse ido de su ciudad, para no haber dejado atrás su anterior vida. Tardó en recuperar el ánimo, pero el polvo de su bolsa de dinero vacía y su estómago —que andaba casi por el mismo camino que el monedero— le obligaron a retomar sus contratos. Con el tiempo recibió un mensaje, una carta de su amigo Erick. Hacía como un año que no sabía nada de él, así que recibir noticias de una amistad le alegró bastante dada su situación. En la misiva Erick preguntaba a Alexander acerca de cómo le iba y le contaba algunas historias. Le hablaba del entrenamiento del joven Vincent, de gente que había conocido en su viaje. Al final concluía con un proyecto al que Alexander estaba invitado: una hermandad de gente como ellos dos, cazadores de monstruos a sueldo con ideales similares. A Alexander ni le parecía bien ni le parecía mal. Simplemente no tenía nada mejor que hacer, y su ánimo tampoco le permitía sentirse animado respecto a algo. Cogió sus cosas, hizo un par de contratos para tener el suficiente dinero para el viaje y, tal y como hizo en el pasado, aprovechó las rutas de mercaderes para ir al punto de reunión: la casa de Erick en Elwynn. Cuando llegó se encontró con una cálida bienvenida por parte de su compañero. Había más invitados, pero no conocía a ninguno. No importaba, la verdad. Si estaban ahí eran porque valían la pena, porque se habían ganado un asiento en esa mesa en el sótano de la casa de Erick. Y así comenzó la época dorada de Alexander junto a sus hermanos. Sus vínculos eran fuertes y sus ideales los unían más aún. Tuvo oportunidad de retomar en serio la alquimia y, al igual que hacía su madre, él preparaba elixires para venderlos. Fue así, contrato tras contrato, venta tras venta, como consiguió el suficiente dinero como para comprarse a su primer caballo: un joven corcel castaño llamado Roche. Pero esta edad de oro de su vida duró poco. En el año 24 decidió agarrar su montura y marchar nuevamente a Dalaran. Quería ver a sus padres, quería ver a sus antiguos amigos, a toda la gente que conocía de su ciudad. Volver a pasear por el pavimentado bajo las luces arcanas, disfrutar de los jardines, las bibliotecas… Fue un viaje duro, sí, pero tener a Roche le facilitó las cosas, y tener a un compañero al lado le ayudó a superar el tremendo batacazo que sufrió al ver el cráter de la ciudad. Dalaran no estaba, había desaparecido. Sí, se alegró al ver que no estaba la barrera y que podía cruzar, pero no poder ver la ciudad provocó una tremenda confusión en su mente. Empezó a escuchar los rumores y tenía que separarlos unos de otros. Eran demasiados, como era de esperar para la época. Había rumores de todo tipo: sobre los impuestos, sobre infidelidades, sobre la subida o bajada de algún producto en el pueblo de al lado, sobre peligros en las fronteras, sobre unos cazadores de monstruos que iban de asentamiento en asentamiento aceptando contratos... Pero poca información había sobre el paradero de la ciudad de Dalaran. La joya de la magia de Azeroth había desaparecido. Fue aquí donde Alexander tomó una decisión muy importante: envainar las espadas para no volver a usarlas jamás. Se acabó su vida de cazador de monstruos. Se acabaron los viajes y las cazas. Alexander dejó su oficio. Se arrepentía demasiado de sus decisiones del pasado. Así que cogió a Roche y cabalgó hacia Arathi. Allí, alejado de todo, en una diminuta aldea, montó su nueva vida como granjero, una vida lejos de conflictos donde uno come de lo que cultiva, con el mínimo dinero posible de por medio. A sus oídos llegaban rumores de la hermandad de cazadores y del pasado de sus anteriores vidas, pero los ignoraba de la misma manera que ignoraba las cartas de sus antiguos compañeros. Su vida de granjero era pacífica y alegre. Sus vecinos eran simpáticos y amables, incluso le ayudaron a montar su granja. Era querido por la gente del pueblo. Eran todos una pequeña familia, incluyendo a su ecuestre amigo Roche, su única compañía en la aldea. Cultivaba lo que necesitaba, y los niños muchas veces se acercaban a jugar con el caballo. Alexander les enseñaba a montar y les hablaba de historias y cuentos que, a pesar de lo reales que eran algunas, contaba como historias ficticias. No quería que nadie supiese quién fue. Había preguntas, sí, pero no quería responderlas. Los años pasaron y Alexander prácticamente se olvidó de sus anteriores vidas. Él no era Alexander, el “Brujo”, apodo que sus compañeros cazadores le pusieron. Tampoco era Alexander Gallardo, hijo de Tristán y Celina. Tampoco era un alquimista. No. Él era Alexander Gallardo, el granjero, y así fue por más de un lustro. Llegó un momento en que él consideraba que su vida empezó en la aldea, que todo lo anterior fue un sueño o la vida de otra persona. Su identidad estaba con la aldea, y ahí quería que se quedase. Vivía feliz alejado de los monstruos que caminaban por el mundo, lo suficiente como para no verlos: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Pero el mundo no se olvidó de sus anteriores vidas, y un emisario acabó llegando con una carta sellada. Los rumores y cotilleos se despertaron por toda la aldea, y Alexander sospechaba de qué se trataba al ver al jinete con ropa de cuero oscura y la firma de Vincent, el hijo adoptivo de Erick Farrow, en la carta. Sin preguntar, sin llamar la atención, entró en su casa y leyó con detenimiento la carta. Por alguna extraña razón sentía que debía leerla, que esta no debía ser ignorada… y menos mal que la leyó. Erick había muerto, y con él varios miembros de la hermandad, con muchos de los cuales Alexander compartió bando en las cazas. El mensaje terminaba con una sentencia que sorprendió al joven de ya 30 años: la hermandad, tras haberse disuelto en el año 28, volvía a reunirse, esta vez en la mayor de las clandestinidades. Pero la carta no decía nada más, aunque se notaba que ocultaba más información de la que daba. Tras días dándole vueltas a la cabeza, Alexander tomó una decisión, una decisión que hizo vibrar a su colgante guardado en la cómoda, el colgante que le regaló Lilith Bradley en el pasado. Cogió sus dos espadas —la que fue un regalo de sus padres y la que se compró para no llamar la atención con los detalles de veraplata del filo—, se abrochó las correas de su armadura, ensilló a Roche y cabalgó hacia el sur, hacia Ocaso. Y fue en Ocaso donde empezó su nueva historia, donde empezó su nueva vida…
  14. Atributos 7 Físico 6 Destreza 7 Inteligencia 6 Percepción Habilidades Físico 4 Atletismo 4 Espadón pesado 2 Combate desarmado - Equilibrado Destreza 4 Cuchillo 4 Cabalgar 2 Escalar 4 Defensa 2 Nadar Inteligencia 2 Callejeo 2 Comercio 4 Fauna 2 Sanación/Hierbas 2 Supervivencia/Cazar 2 Tradición/Historia 4 Alquimia Elixir de oso débil Elixir de gato débil Poción de golondrina menor Aceite etéreo pobre Elixir de Buho Débil Aceite Marrón Débil 4 Ilusión Básica 2 Abjuración Básica Percepción 2 Advertir/Notar 2 Buscar 2 Rastrear 2 Reflejos 2 Rumores Valores de combate 28 Puntos de vida 21 Puntos de maná 8 Iniciativa 11 Ataque CC (Espadón pesado) 9 Ataque CC (Combate desarmado - Equilibrado) 10 Ataque CC Sutil (Cuchillo) 10 Defensa Especialidades Alquimia (Oficio) Ilusión (Energía arcana) Roche Atributos 8 Físico 6 Destreza 6 Inteligencia 6 Percepción Habilidades Físico 4 Atletismo 1 Coz Destreza 2 Defensa Inteligencia Percepción 4 Advertir/Notar 4 Reflejos Valores de combate 32 Puntos de vida 18 Puntos de maná 10 Iniciativa 8 Defensa Tipo Criatura mayor (Caballo) Hechizos Ilusión (Energía arcana) Dificultad 12 Ilusión Básica (Rango, 1 punto de maná) Esta señal crea una ilusión de sentido único que puede afectar a un individuo o a un grupo. Abjuración (Energía arcana) Dificultad 12 Abjuración Básica (Personal, 1 punto de maná) Esta señal crea un escudo alrededor del conjurador que desaparece tras absorber un golpe. El nivel de este hechizo se podrá sumar también a la defensa mágica (Inteligencia + Abjuración Básica + 1d10). Recetas de alquimia Aprendiz: Elixir de oso débil (Aprendiz: Dif 12) Otorga +1 a las tiradas relacionadas con fuerza a costa de un -2 en las mismas durante el resto del día tras su efecto inicial. Dura tantos turnos como el nivel de alquimia. Elixir de gato débil (Aprendiz: Dif 12) Otorga +1 a las tiradas relacionadas con destreza a costa de un -2 en las mismas durante el resto del día tras su efecto inicial. Dura tantos turnos como el nivel de alquimia. Poción de golondrina menor (Aprendiz: Dif 12) Regenera 1d6 de salud, pero solo puede sanar daño leve (por encima del umbral de "herido"). Aceite etéreo pobre (Aprendiz: Dif 12) Al untarse en un arma, otorga +1 de daño adicional contra criaturas etéreas y permite usar el daño completo del arma para atacar a las mismas. Solo funciona con estos seres. Dura tantos turnos como el nivel de alquimia. Elixir de búho débil (Aprendiz: Dif 12) Otorga +1 a las tiradas relacionadas con inteligencia a costa de un -2 en las mismas durante el resto del día tras su efecto inicial. Dura tantos turnos como el nivel de alquimia. Formado: Aceite Marrón Débil (Dif 16). Las heridas sangrantes provocadas por un arma embadurnada en este aceite hacen que la sangre, más líquida, salga con mayor velocidad por las heridas abiertas. Provoca 2 de daño por turno por sangrado durante 4 turnos. El daño es directo e ignora absorciones. El aceite dura en el filo un máximo de tres ataques con éxito contra objetivos heridos. Una pifia en un ataque, si el portador del arma embadurnada en el Aceite Marrón está en rango de Herido, hace que este se salpique por su propio aceite, afectándose a sí mismo. Cada golpe consecutivo exitoso con el arma embadurnada añade +1 de daño por turno al efecto, más no alarga su duración inicial. Se debe aplicar en un arma de filo. Se requiere que el objetivo tenga la mitad de su salud o menos para encontrar heridas abiertas (Salvo que interpretativamente se hayan roleado heridas abiertas por otros motivos). Se puede arrojar con la habilidad de "Lanzador", con un +2 de Dificultad si el objetivo tiene escudo, salvo que esté de espaldas.
  15. // @Izuriel, @Nathan, @OliviaVoldaren, @SkyeWave y @SwordsMaster: // El evento ha finalizado, y como podéis comprobar acerté con el número de sesiones que os iba a hacer falta. Muchísimas gracias a todos por participar. Como podéis comprobar he escrito ya el apartado de "Datos finales de evento". Ahí podréis encontrar las recompensas entregadas. Si alguien no está de acuerdo con su recompensa, es libre de hablar conmigo para concretar algo. // Agradecería toda clase de críticas y consejos para seguir mejorando como narrador, además de una valoración de vuestra experiencia en el evento. // A lo largo de la próxima semana se establecerán las consecuencias de toda esta segunda parte y publicaré el segundo libro de Danforth. Pondré los enlaces correspondientes en el apartado de "Enlaces de interés" en cuanto estén. // Un saludo, y espero veros a todos en la tercera parte. Nos vemos dentro.
  16. // Yo solo podría estar un rato. Tengo entrenamiento a las 19:00. Aunque el viernes tengo desde las 15:30 hasta las 22:00 libre, así que ya lo que tú veas. Total, tampoco es que Talflink aporte mucho jajajaja
  17. // @Izuriel, @Nathan, @OliviaVoldaren, @SkyeWave y @SwordsMaster: // Añadida la cuarta sesión y los títulos de la banda sonora correspondientes. La quinta sesión será el día 26 de octubre a las 22:00. Un saludo, y nos vemos dentro. // Esta quinta sesión es muy importante. En ella se decidirá si hay Guerra Elemental entre el Aire y el Agua o si se accede a un pacto de no agresión entre ambos elementos, así que es preferible que estéis todos.
  18. // @Izuriel, @Nathan, @OliviaVoldaren, @SkyeWave y @SwordsMaster: // Añadida la tercera sesión y los títulos de la banda sonora correspondientes. La cuarta sesión será el día 20 de octubre a las 22:00. Un saludo, y nos vemos dentro. // Por favor, existen otras vías aparte del combate. Brutos, que sois unos brutos
  19. El pequeño Talflink andaba trasteando con sus cachivaches junto a Eleandris mientras el elfo escribía el cartel. Fue a mitad de la redacción de este cuando el gnomo se acercó a su alto compañero. - Talflink: (tirándole de la manga con dificultad porque no llega bien) Ele, Ele, ¿me das mi cajita? Que no llego... (señala una caja extraña que está en una estantería). - Eleandris: (con actitud y voz casi paternal, mientras se levanta suspirando a alcanzarle al gnomo lo que pedía) Talflink, estoy escribiendo algo importante. No me interrumpas, por favor. - Talflink: (con suma curiosidad, mientras se estira para coger su cajita de cachivaches) Oooooh. ¿Y de qué va? ¿Es un cuento? ¡Oh, ya sé! ¡Una canción! - Eleandris: (retomando su asiento y cogiendo la pluma con una leve sonrisa) Es un anuncio para una misión que voy a dirigir. Necesito voluntarios para que me ayuden en mi empresa. - Talflink: (intentando asomarse por encima de la mesa para ver el manuscrito) Aaaaaaah... Pues yo quiero ir. - Eleandris: (mirando de reojo al gnomo) ¿En serio quieres venir? Si ni siquiera sabes qué pretendo hacer. - Talflink: (sonriente) Quiero ayudar. Y, viniendo de ti, no puede ser algo malo. - Eleandris: (asintiendo y pasándole un papel a Talflink) Bueno, si te empeñas... Toma, escribe en él tus datos. Y así el gnomo cogió el papel, se tumbó en el suelo y se puso a rellenar la ficha que su compañero Eleandris le dictaba. Fue luego, durante la cena, cuando el elfo le explicó a Talflink de qué trataba exactamente la misión y los riesgos que entrañaba, pero nada ponía en duda las ganas del pequeño gnomo de ayudar, aunque no sabía por qué una tumba de un soldado podría ser tan importante... Nombre: Talflink Clickbang Edad: 20 años Ocupación: explorador de primera clase de la Cruzada Escarlata Familiar de contacto: Kelsey Chispacero (madre adoptiva) Recompensa deseada: una navaja gnómica (hecha a mi tamaño), un nuevo set de herramientas, un cachivache nuevo con el que poder jugar, un tren de juguete, un pollito, nuevos materiales para cachivaches, un perrito, manzanas de por vida y por último, y no menos importante, un globo (pero no muy grande que me lleva volando).
  20. // @Izuriel, @Nathan, @OliviaVoldaren, @SkyeWave, @SwordsMaster y @Thorch: // Añadida la segunda sesión y los títulos de la banda sonora correspondientes. La tercera sesión será el día 19 de octubre a las 22:00. Un saludo, y nos vemos dentro.
  21. // @Izuriel, @Nathan, @OliviaVoldaren, @SkyeWave, @SwordsMaster y @Thorch: // Añadida la primera sesión y los títulos de la banda sonora correspondientes. La segunda sesión será el día 13 de octubre a las 22:00. Un saludo, y nos vemos dentro.
  22. // Misiva relacionada con el evento La investigación de los elementos - Parte II. // Todas las cartas serían exactamente iguales, y no muestran los signos típicos que tendría un manuscrito dirigido a alguien en concreto. Es como si el mensaje hubiese escrito de manera artificial, automática, más que por la mano de un escriba. Van dobladas y selladas con el símbolo del Nuevo Orden como garantía de que llegan intactas a sus destinatarios. // Los destinatarios de las cartas son: Leana Downshade (@Blues), Yáriel Itheya (@Curly), Dareth Donnovan (@Focus), Azálea Belore'zaram (@Galas), Raeg Lobo Gélido (@Nathan), Ogor (@OliviaVoldaren), Noreen Anderton (@SkyeWave) y Naguk Filo Ardiente (@Thorch). Saludos, antiguo miembro del grupo de investigación. Yo, Danforth Harrison, hechicero de la Guardia de la Muerte y director de la antigua partida de investigación, te escribo la siguiente carta con motivo del inicio de una segunda partida del grupo para estudiar los recientes fenómenos atmosféricos presentes en las provincias de Las Mil Agujas, Tanaris, Silithus, Tierras Altas de Arathi, Los Humedales, Tierras del Interior y Pantano de las Penas. Estas singularidades apuntan a que los focos son Pantano de las Penas y Tierras Altas de Arathi, siendo el primero el origen de los fenómenos relacionados con anomalías de agua (las mareas y las torrenciales lluvias, por ejemplo), y el segundo, el origen de los de aire (los vendavales y tornados recientes). Tengo razones para sospechar que los primeros se deben a Aquaream, ya que, al recuperar su antiguo templo, es posible que haya ganado poder, desequilibrando así algo que los chamanes llaman "Equilibrio Elemental". Tal vez sea también el motivo de estas anomalías atmosféricas, y que la fuente de ellas sea el similar a Aquaream de los elementales de aire. Sea cual sea el origen hay una cosa de la que no cabe duda, y es que son manifestaciones elementales y merecen ser estudiadas. Por eso me pongo en contacto contigo, antiguo miembro del grupo de voluntarios de la primera investigación, para que vengas a Entrañas, al mismo punto donde fue la primera reunión (Barrio de la Magia en caso de que seas lo suficientemente estúpido como para no ser capaz de recordarlo), el día 12 de este mes a las 22:00. Como es obvio, habrá recompensa. P.D.: Espero una respuesta a este mensaje en forma presencial en el punto acordado de reunión. Firmado: Danforth Harrison
  23. Son muchos los rumores que se escuchan por Reinos del Este: el estado de Bosque del Ocaso, la guerra en Gilneas, el poderío Renegado en Arathi... Pero hay dos que destacan: El primero habla de un tal Oswell Bristol, autor del libro que mostró información, desconocida hasta entonces, sobre el plano elemental del agua y sobre los seres que lo habitan. Parece ser que el mismo grupo de investigación que dirigió se mueve otra vez y que vuelven a estar abiertas las plazas para voluntarios. El problema está en saber dónde encontrar al grupo, pues nadie lo conoce... El segundo rumor habla de unos extraños fenómenos atmosféricos en Tierras del Interior, Tierras Altas de Arathi, Los Humedales y Pantano de las Penas. Una aparición importante de elementales de aire y de agua se está dando en el continente, y estas manifestaciones no vienen solas. Allá donde surgen estos elementales aparecen vendavales, alteraciones en el mar, irregularidades en los ríos, tornados, cambios en las corrientes de aire... Nadie se atreve a confirmar una causa o motivo. La resignación ante estos fenómenos parece ser la protagonista, aunque algunos relacionan la expedición de investigadores de hace meses con las anomalías actuales. Pero son simples especulaciones. Lo que sí se sabe es que hay muchas preguntas y ninguna respuesta en Reinos del Este. Parece que la única manera de conseguir las soluciones a las incógnitas que azotan a la población reside en localizar al grupo de investigadores. // Rumor que circula por Reinos del Este con motivo del evento La investigación de los elementos - Parte II. Sirve como ambientación y como excusa para aquellos jugadores que quieran participar con personajes establecidos en este continente. Todo el mundo está invitado. // Aquellos Sin'Dorei y Renegados enterados sabrían que Danforth Harrison es ese tal Oswell Bristol, y que el libro original era este. Sabrían del cartel de búsqueda de voluntarios, que el hechicero de la Guardia de la Muerte se dispone a reanudar su investigación y que el Nuevo Orden lo apoya en su empresa. Lo que no se sabe es el porqué de esas anomalías en el continente, quién participará en el grupo de investigación y qué consecuencias traerá la curiosidad insaciable del Renegado. // Menciones: @Izuriel, @OliviaVoldaren, @SkyeWave y @SwordsMaster.
  24. No son pocas las voces que mencionan la investigación que se llevó a cabo hace unos meses en Reinos del Este: un estudio de los elementales que dio como resultado el libro de un tal Oswell Bristol. El viento, además de mover los susurros y los rumores acerca de una posible continuación de esa investigación, lleva también noticias del sur del continente. Parece ser que el sur de Kalimdor está sufriendo unos cambios atmosféricos un tanto extraños. Vendavales momentáneos, cambios en las corrientes de aire, tornados y la aparición de elementales del aire, entre otros muchos sucesos similares sin una explicación lógica, golpean las zonas de Silithus, Tanaris y Las Mil Agujas, aunque no parecen ser los focos del fenómeno... No se sabe qué pasa al otro lado del mar, y esto despierta a los curiosos en el continente de Kalimdor. Los chamanes hablan de elementales enfurecidos y de una inestabilidad en el equilibrio de poder, mientras que los druidas atribuyen las razones de estos fenómenos extraordinarios a la Naturaleza. Hace unos meses comenzó el atrevido proyecto de investigar sobre los elementales, y hace poco comenzaron estos fenómenos. No puede ser simple coincidencia. ¿Qué tendrá que ver este supuesto proyecto de investigación de los Planos Elementales con estas anomalías? ¿Son realmente una coincidencia? ¿Quién es este Oswell Bristol y qué hizo para poder reunir la información publicada en ese libro suyo? Solo los que crucen el gran océano en busca del grupo de investigación podrán obtener respuestas... // Rumor que circula por Kalimdor con motivo del evento La investigación de los elementos - Parte II. Sirve como ambientación y como excusa para aquellos jugadores que quieran participar con personajes establecidos en este continente. Todo el mundo está invitado. // Menciones: @Nathan y @Thorch.
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