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Psique

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Todo el contenido de Psique

  1. Alternativas de cara al futuro. - Aun que se ha descubierto el nombre de la casa fundadora que erigió aquel lugar, la funcionalidad de la sala secreta sigue bajo misterio. El Relicario con ayuda de los magos se ocupará de descubrir qué uso tuvo en un pasado. La destrucción de los sagrarios tras el paso de la Plaga ha afectado al funcionamiento de la susodicha sala, rompiendo el cauce rúnico que la alimentaba debido posiblemente a una alteración puntual en las líneas ley. En colaboración con los magister que custodian los santuarios podría repararse su funcionamiento para comprobar su funcionalidad pasada. - El antiguo mapa datado durante las guerras contra el Imperio Amani ha revelado la posición de antiguos asentamientos en la costa, entre ellos, un embarcadero que se encuentra sumido en la ruina y el desgaste del mar, así como de la invasión de una horda de murlocs que lo han convertido en su hogar. Intentar retomar la playa podría procurarse con la colaboración de las huestes renegadas y sin'dorei en colaboración. Algo que allí se encuentra ha atraído la presencia de unos pocos naga, que empiezan a frecuentar el lugar. Esta trama puede retomarse cuando se desee, con cualquiera de ambas alternativas.
  2. Capítulo III La Cala Olvidada Kaelrion se aventuró por libre a desentrañar la incógnita que encerraban aquellos asentamientos del litoral mostrados en el mapa antiquísimo, ya que en la actualidad ya no había constancia de ellos. Las Tierras Fantasma habían sido azotadas por tantos males que, tras ser diezmados, las infames criaturas de los bosques campaban a sus anchas entre ruinas y restos una vez la reconquista concluyó con éxito, purgando de no-muertos la zona casi en su totalidad. Los peligros quedaban lejos del alcance del jinete, que atravesó presto el bosque hasta alcanzar la playa. El hedor a pescado, a bajamar y a podrido no tardó en alertarle de la presencia de los murlocs en la costa, que habían tomado aquella tierra abandonada como suya, construyendo a partir de las ruinas una colonia silenciosa en la que nadie reparaba. Había indicios de que aquel lugar en otra época fue un embarcadero, de los primeros en formalizarse tras la llegada de los elfos desde tierras extranjeras, hace siglos. A día de hoy, tras las guerras trolls y el azote de la plaga, poco quedaba de su explendor salvo rocas con forma antinatural. A lo lejos, se divisaban restos de antiguas embarcaciones hundidas y un islote a un par de kilómetros de la orilla. Kaelrion se aproximó a la orilla guarecido bajo el manto de las sombras y de los pocos árboles que había antes del suave descenso hacia la cala de arena blanca, en la cual un grupo de una veintena de murlocs hacía su vida en base a tan primitiva cultura. Uno pareció escuchar un ruido que provenía de la posición de Kaelrion y se aventuró a investigar, pero pudo ocultarse lo suficiente como para que el vigía volviera a su posición sin detectarle. Permaneció sobre aquel árbol tomando anotaciones de lo advertido, hasta que de la marea, emergieron dos sombras esbeltas y difusas, que dada la distancia no pudo llegar a advertir. Los murlocs se alejaron rápidamente de ellas, de la altura de cinco de ellos juntos y que fácilmente, podrían sacarle una cabeza a Kaelrion. Dado el comportamiento que mostraron, pudo deliberar que tal vez estaba ante la presencia de dos nagas que, rápidamente, se encaminaron a la zona donde se alzaban la mayor parte de las ruinas, desapareciendo de su visión. Tras aquello, el elfo se dispuso a retirarse, pero las sombras se dispersaron prestas de su posición y sin poder evitarlo, atrajo a dos murlocs hacia él. Ante las alternativas posibles, echó a correr hacia su noble montura, confiando en que los torpes murlocs fueran demasiado lentos en tierra como para darle alcance antes de emprender el galope.
  3. //Mapunto con Rael. Estaré cuando digais no tengo problema de horarios.
  4. ¡Añadido Prat! Mi amor perdido. Me encanta ese addon. Lo he incluido a la lista de arriba.
  5. Capítulo II Escalera hacia el descubrimiento La semana pasó lenta, tediosa, entre recuentos de objetos antiguos para ser catalogados. El polvo ya parecía ser parte de sus pulmones así como la oscuridad incisiva del lugar. Mientras Athelas, Isthal y Lilthidel se ocupaban del albarán, Thin'derel y Kaelrion estuvieron dándole vueltas sin parar al enigma de aquella curiosa caja rompecabezas. Finalmente, Thin deliberó que tal vez se trataba de un anagrama y juntos, descubrieron la frase que ocultaba. Era un juego sencillo, tan simple que de caer en manos de un erudito quel'dorei posiblemente se hubiera perdido en los anales de su basto conocimiento cavilando sobre alternativas mucho más trascendentales. "Busca estrella, y di su nombre". Los elfos comenzaron a buscar pistas sobre a qué estrella hacía referencia. Había tantas en el firmamento... Que insertar todos sus nombres para comprobar a cual correspondía era el trabajo de toda una vida, así que descartaron rápidamente esa alternativa. Debía haber algo oculto en la mansión, una estrella, metafórica o literal oculta en todos esos detalles. Y finalmente, la encontraron. Los elementos arquitectónicos formaban una pequeña estrella entre los nervios que sostenían la bóveda de crucería, en la perspectiva que podía apreciarse a través del espejo del descansillo de las escaleras del final. Esa estrella como un marco casual a un elemento del fresco de la bóveda, podía determinar que efectivamente, la estrella se encontraba allí. Fue Kaelrion quien adviritó aquel detalle mientras Thin'derel y Lily se ocupaban de trasladar unos espejos confeccionados en un metal pulido reflectante, clónicos, dispuestos en distintas habitaciones. Éstos, encajaban a la perfección en la grada sobre la cual descansaban los guardianes silenciosos que hacían de columna en el gran salón. Cuando Kaelrion les iluminó con aquel dato, Thin'derel se dispuso a trepar hacia la bóveda, oculta bajo las sombras del oscuro interior, donde era la magia y no la luz natural la que debía iluminarla en otro tiempo. El fresco databa sobre el Éxodo, y allá donde la estrella hacía referencia, una conmitiva de elfos avanzaban encabezados por la figura indudable de Anasterian, quien los guió hacia un próspero futuro, coronado por un sol de visto colores. Pero era la segunda figura aquel astro tan misterioso, su mujer. Lilthidel insertó el nombre de la reina y la caja se abrió haciendo rotar sus ejes, descubriendo en su interior un antiguo medallón en cristalera y una vieja carta lacrada en el fondo. Cuando estos fueron retirados, la caja robó casi la totalidad del maná del menudo cuerpo de la elfa y después, se encaminó en suspensión hacia el amplio salón, donde un rugido del entrechocar de la roca atronó los oidos de los presentes tras un destello. Athelas pudo ocuparse de salvar a Lily de una cruenta muerte, quedan inmersa en un agotado sueño. Tras aquello, se ocuparon de situar el espejo del recibidor en su correspondiente lugar en la peana del guardián restante, y un torrente de luz descendió de uno de los huecos de la bóveda, ahora activado. La luz rebotó en las superficies pulidas hasta enfocarse sobre el artefacto, suspendido sobre la escalera de descenso descubierta en el centro del salón tras el accionamiento de la misma, y un hilo de luz denso se plasmó en descenso en el hueco de la escalera de caracol. Leyeron aquella carta con detenimiento, obteniendo la respuesta a la incógnita de a quién perteneció aquella casa en un inicio. Querido Thadelus Sabía que darías con esta caja, y que descubrirías como abrirla. Se que contigo su secreto estará seguro y que ya no he de temer porque caiga en manos equivocadas. Se avecinan tiempos oscuros para nuestra gente. Los trolls avanzan por el sur y temo que deba abandonar la residencia antes de tiempo. Por favor, ponte a salvo, y llevate el collar contigo. No funcionará sin él. Que nuestro nombre jamás sea olvidado. En tus manos descansa ahora el sino del linaje Shel'readan, siempre eternos. Aquel hijo jamás llegó a dar con la caja, y su legado cayó en el olvido. Una trágica historia, parecida a la suerte que corrieron muchos durante las pasadas guerras contra los Amani por el territorio. Aguardaron al despertar de Lily a la mañana siguiente, y juntos emprendieron el descenso por ese viejo pasadizo que desembocaba a una estrecha puerta que los guiaba por un pasillo hasta una amplia y antigua sala, corroída por el tiempo y las raíces de los árboles. En el centro, un extraño artefacto acogía el torrente de luz en su interior, sin más efecto. En aquellas paredes, se imprimían antiguos grabados y marcas sin sentido aparente, algunas dañadas en profundidad. El colgante encajaba en el orificio superior allí donde la esfera artefacto acogía la luz, y Thin'derel se aventuró a encajarla. Ante ellos se mostró una proyección de luz que junto a las marcas de la pared, parecía plasmar un antiguo mapa del reino datado en el origen de los propios elfos en aquellas tierras. Los sagrarios estaban remarcados y, en el círculo de la sala, junto a la pared, reposaban unas baldosas circulares con runas inscritas, demasiado elaboradas y complejas como para ser entendidas por los aprendices. Tal vez la respuesta se encontraba en aquellos que conocían más profundamente las lineas ley, los magister de los sagrarios, pero, cumplido su cometido, los elfos se dispusieron a dar parte de lo sucedido a sus superiores y abandonar la que en un principio, se mostró como una insulta misión para novatos. El enigma seguía ahí. Los Quel'dorei no hacían trucos con luces y cajas rompecabezas, sino que si de algo presumían eran de ser maestros de la magia. Debía haber alguna finalidad mágica en ello, por el momento, oculta. Continuaron con el albarán de lo que quedaba por registrar, en colaboración mutua, como un equipo de lo más variopinto pero que se complementaba en absoluto. Lilthidel rellenó los papeles pertinentes para la resolución de la expedición, empaquetando con cuidado los objetos que podían cargar hasta la sede del Relicario, entre ellos, el colgante, la caja rompecabezas y la nota. Habían logrado su objetivo, descubrir a quién perteneció aquella casa en su inicio, y quedaron cerca de descubrir qué finalidad tuvo. Hizo un mohín, sabiéndole a poco marcharse sin consultar a los magister, pero tal vez aquel ingenio demostrado y su cooperación como equipo les procurasen el primero de una larga lista de méritos de cara al Relicario.
  6. Texto Feevere esperaba impaciente la llegada de su sujeto predilecto. Cuando Dareth llegó a la sala de evaluación, sus ojos chispearon un breve momento. Deseaba de verdad encontrar en él el ejemplo a seguir con el experimento, pero, al mismo tiempo, su mente inquieta, siempre bajo sospecha insaciable le instaba a pensar que debía haber algo turbio que escondía muy adentro, como los demás, como todos nosotros. Tomaron asiento y se dispuso a seguir el prodecimiento. Dareth presumía de parecer que todo estaba bajo control con él, su mera presencia instaba a otros a comportarse, por algún motivo, y así hizo con la sucesión de pregunta, accediendo a responder a todas ellas, pero siguiendo su propio hilo narrativo. Le habló de su tierra, de su familia, incluso de su yegua. Cuando llegaron al momento de su muerte, dejó notar dispersos silencios, como si de alguna manera intentase ser fiel a lo sucedido, tomándose su tiempo para responder o continuar el relato o tal vez para que su sed de venganza no saliera a flote. Estos detalles parecían demostrar que efectivamente, podría haber algo que perturbase su temple si algún día llegase a actuar bajo circunstancias relacionadas, por lo que fue sumetido a la monitorización onírica. Le brindó el placer de saber a qué sabía la venganza contra aquel que le dignificó con una muerte de lo más injusta, ambicionando las tierras que su familia poseía. Y ni en ese momento dudó en cumplir con su función, ni en aprovechar el cadáver de Blanc para fines renegados. Nada había manchado en esa actitud suya y, cuando salió de la inconsciencia, Feevere le recibió con un sabor agridulce en la boca. //Sesión mastereada por @Psique. Duración de 3h y media. Participante: @Focus como Dareth Donnovan. Tiradas efectuadas: advertir/notar.
  7. Psique

    Ivy -Desaparecida-

    ¿Qué diferencia a dos gotas de agua? Cristalinas, perfectas, iguales. Fría o cálida. Su naturaleza, su esencia, es la misma. Tan endebles, tan volubles, capaces de unirse en una sola forma o dividirse múltiples veces. Lo mismo ocurre con los gemelos. Mismos ojos, mismos rasgos, mismo patrón de pensamiento. Lo que uno razona, el otro también lo hace. Cuando uno llora, llora el otro. Sin entender esa realidad en su naturaleza, a veces, no se conciben como un solo individuo, sino como uno solo cuya extensión ha sobrepasado los límites del cuerpo. ¿Qué las diferencia entonces? Aun que su origen sea el mismo, el trayecto que siguen se ve alterado por tantos factores externos… Llega el momento en el que dos mentes, dos partes de un todo, se disgregan y se separan. Una caerá rápidamente, la otra encontrará qué aminore su descenso. Una se perderá en los relieves de una superficie accidentada, otra, se secará o llegará a tocar el suelo en su caída. Lo que las diferencia entonces, es aquello que escapa de su naturaleza, aquello que desde fuera llega, y las cambia, extendiéndose, infectando su mente como tiñe la sangre el agua, o como el frío del invierno que congela la cascada. Lo que las diferencia es… ¿Cómo concebir el fin de un mundo que durante años había permanecido silencioso, invisible al exterior? ¿Cómo encajar la visión de una gloriosa ciudad cedida ante el envite del caos? De una manera sencilla: negándolo todo. No todo estaba perdido, no todavía. La mano de su hermana tiraba de su brazo, guiándola junto a varios supervivientes hacia la salida de aquel infierno. Los gritos y los derrumbes abotargaban sus oídos, y el hedor de la madera quemada y la sangre nublaban su jucio. No se lo pensó. Sus pasos, prestos y diestros la guiaron hacia el origen de unos difusos gritos que hacían eco en el interior de una vivienda lamida por el fuego. En su interior, un elfo se debatía contra la muerte que por seguro se lo llevaría. Pero rápidamente deshechó ese pensamiento. No todo estaba perdido. Aún no. ¿Qué pensar si no de una sociedad amparada bajo los ideales de grandeza, de perpetuidad absoluta en una tierra que rozaba la similitud con el paraíso? ¿Cómo sentirse derrotado, cuando tu corazón late fuerte y tus músculos aún pueden guiarte hacia una victoria heroica? Corrió hacia él, queriendo brindarse su auxilio, pero el mundo no está hecho de la misma masa que las leyendas y la retórica. Las batallas no eran como las narraban las canciones. Las ciudades son asoladas, sus habitantes devastados, y los muros, por altos y firmes que sean, pueden caer. Y los heroes, son los primeros en morir presa de su temeridad. El derrumbe vino después cuando el fuego hizo que las vigas cedieran. No sintió nada, no al final, tras un golpe seco y un quejido sordo de huesos y tejidos. Despertó tiempo después, rodeada de oscuridad. Sus manos tantearon a ciegas, empujada hacia fuera de una terrible pesadilla. Encontró unas manos firmes que cobijaron las suyas, arrojando algo de calidez a través de las vendas que las cubrían. Notaba su pulso endeble, frágil como el cristal, y el dolor ensordeció su mente. Imploró el nombre de su hermana, como siempre hacía cuando se despertaba tras un terrible sueño, buscando encontrar sus ojos, fríos y firmes. Yurie...Yurie, ¿dónde estás? No puedo verte en esta oscuridad... Los segundos pasaron lentos como milenios, mientras escuchaba una voz difusa perdida en los ecos. No podía darle forma a las palabras que escuchaba, pero finalmente pudo adivinar que aquella voz era la de su hermana, titubeante y afligida, antes de volver a desmayarse. Ambas fueron encontradas horas más tarde, guarecidas en el sótano de una antigua taberna. Yurie había podido defenderlas a ambas, no a cambio de nada. Pero desde luego, el precio que pagó fue mucho menos desolador que el que tuvo que pagar Ivy, quien, a partir de entonces, no conoció nada más que oscuridad. Durante los meses venideros, Ivy se encerró tan dentro de si que perdió el arrojo incluso de hablar. Ni si quiera con Yurie, con quien desde siempre mantenía largas conversaciones, incluso durante el peor de sus enfados o la más incisivas de las tristezas. Dejó de sentirla como la sentía antes, algo se había roto en esa conexión esotérica entre ellas. Ivy se vio sobrepasada por la oscuridad, por la idea de no poder volver a ver la belleza de aquel mundo como lo hizo antaño, quedando a solas, llegando incluso a amar esa misma soledad. Conoció de cerca lo que era sentirse engañada. Los ideales de un pueblo no servían para olvidar las penurias individuales. Se le hacía imposible volver a alzar la vista para dejarse cegar por los valores de una bandera, y así, olvidar los suyos. Cuando sus hermanos regresaron al Alto Reino, con promesas de reinstaurar una nación mejor, más fuerte, renacida de sus cenizas, ella no pudo sino apartar la mirada y caminar lejos. El embauque era el mismo, el mismo discurso en voz de un mismo príncipe que en su desconcierto quiso aceptar medidas intolerables. La desdicha no debía ser alimentada por más desdicha. Tanteó a ciegas su cuarto, por el que había aprendido a desenvolverse. La casa estaba tan vacía... Las voces de sus familiares ya no volverían a escucharse. Eran las únicas supervivientes de una casta noble abocada al exterminio. Y no se quedaría para verlo. Su cuerpo aún resentido, débil, no ayudaba en la tarea. Los objetos se resbalaban de sus manos, y se tropezaba con los muebles. En un trastabillo, notó como las manos de su hermana la sujetaron para que no cayese. -¿Estás bien?-Preguntó Yurie, ya acostumbrada a no escuchar respuesta alguna en sus preguntas. Ivy se había convertido en una acompañante taciturna y melancólica, encerrada en si misma. Sin embargo, con voz ronca y poco audible, Ivy comenzó a hablar. -Lo has visto... Tú has podido ver nuestra desdicha. ¿Por qué volver a dejarse engañar por unos ideales que son como el opio para un pueblo, más grandes de lo que un solo individuo puede llegar a abarcar, los cuales les convencen para que se entreguen a ciegas en pos de un ideal injusto y egoísta? ¿Por qué los reinos insisten en abanderar sus ególatras causas en lugar de aceptar que la compasión, el individuo en si es el único que procura su prosperidad? Si ellos caen... Su reino caerá. Si ellos mueren, no habrá ideales que defender. La Luz nunca nos pediría más de lo que somos capaces de dar. Ni nos daría más de lo que nos merecemos. ¿Por qué culparla? ¿Porque culpar a nuestro propio ego es inaceptable? La Luz no gobierna sobre cenizas. No me quedaré para participar en esto. Yurie la detuvo. Sintió la caricia compasiva de su mano rozándole la mejilla. Y al notar como su calidez la abandonaba, empezó a escuchar como su hermana comenzaba a emitir difusos ruidos, como si estuviera apilando unos libros, o doblando ropa, tal vez la que había desordenado Ivy intentando hacer el equipaje. Al principio creyó que trataba de evitar que se marchara. ¿Cómo iba a hacerlo sin su ayuda? No llegaría lejos sin su vista, y aun que así fuera, ¿cuánto sobreviviría a aquel inclemente mundo? Ivy agachó la cabeza, apretando sus puños con la escasa fuerza que le quedaba. Yurie era ese lazo que la ataba al suelo firme cuando se perdía en sus propias ideas. Tal vez era lo mejor, tal vez aquello era el único camino que recorrer. El único posible. Volver a dejarse cegar... Olvidando las sombras que proyecta tan intensa luz. Se resignó. Por un momento el temple le abandonó y comenzó a sollozar de impotencia, esperando las frías y férreas palabras de su hermana. Somos solo piezas que mueven quienes coronan este mundo. Pero en ellas no encontró una atadura, sino la salida. Emplearon el dinero que quedaba de su familia en largos viajes. Ivy quería comprobar si las penurias eran iguales en todas partes. Cuando se libra una guerra, no es el soldado quien muere de hambre en el frente, sino quienes permanecen tras los muros del reino. Granjeros, profesores, huérfanos, comerciantes... Obligados a soportar el castigo de no partir a la batalla como si su nula destreza fuera un pecado. Una vergüenza que esconder bajo la sombra de una bandera, de una causa mayor en favor a una guerra que solo entienden quienes la provocan. Todas las naciones parecían seguir en la práctica las leyes mortales por encima de las de la Luz, cuando eran estas últimas las únicas y verdaderas. Por eso rehuyeron completamente de la Cruzada Escarlata, y tomaron el Alba como el punto de partida de su nueva vida. Su apellido ya no importaba. Yurie fue sus ojos, quien cada noche le relataban lo que había visto durante el día. E Ivy, en su oscuro mundo, comenzó a tejer un pensamiento que la alejó del dogma eclesiástico, naciendo en ella una postura más filosófica, una corriente humanista que apoyaba la idea de que el mundo físico engañaba a la mente, nos alejaba de la virtud. Obrar de acuerdo a una forma de vida virtuosa era mejor que cometer injusticias y rezar durante horas, confiando en que ese daño sería mitigado a través de la fe. Nos equivocamos al pensar que éramos herramientas, incluso sus hijos. Somos la Luz, y allá donde fuéramos, ella estará.
  8. ¿Qué tal si se añaden las monturas a los vendedores? Así no habria que esperar a un gm para tenerlas.^^
  9. //Sigo bastante ausente como anuncié en Ausencias, pero intentaré estar como sea.
  10. Por motivos personales de gran peso he de ausentarme durante unos cuantos dias o mas. Depende de como vayan las cosas. Nos veremos pronto, en una semana estimo. De lo contrario, al cuarto dia, esperad al alba.
  11. Capítulo I El primer paso hacia la aventura Los elfos de sangre se reunieron a las afueras de Quel'Thalas y cabalgaron hacia la aldea Brisa Pura, donde una corresponsal de la organización los esperaba para concederles las provisiones y los útiles de acampada. Les habló sobre la misión detalladamente, así como sobre la casa. El objetivo era intentar discernir a quien perteneció en su origen, tras haber pasado por tantas manos y permanecer deshabitada durante casi ocho siglos. La elfa parecía ser alguien alegre y enérgico que intentó por todos los medios hacerles pensar que esa insulsa aventura era realmente intrepidante, sin mucho resultado. Una vez llegaron a Tierras Fantasma, tomaron el desvio hacia el oeste, en dirección a Brisaveloz. Sin embargo el camino a seguir hacia su destino, la villa Canto Estival ascendía por una sutil ladera desde la cual podía contemplarse el espectro de lo que antes fue una aldea próspera, cobijada a la sombra de la alta Aguja. Se vieron obligados a atravesar la espesura del bosque, la cual estaba llena de arañas de cristal propias de Tierras Fantasma. Tal dato no les fue dado en ningún momento y, una vez resuelto el pequeño enfrentamiento contra tres crías, donde el zancudo de Isthal huyó despavorido de terror, pudieron salir de la espesura y alcanzar la villa en ruinas. Una vez dentro, comenzaron a explorar la amplísima casa en busca de nuevos enemigos, asegurándose de que no había más arañas o algo peor dentro. Kaelrion se aventuró a investigar las dos salas dispuestas a izquierda y a derecha del transepto. Thinderel se centró en explorar las habitaciones que se situaban al subir la escalera del fondo, a la izquierda. Isthal por su parte, se centró en preparar el campamento en el centro de gran recibidor. Thinderel encontró un viejo cuadro en una de las habitaciones, tras el cual se disponía un grabado rúnico de índole arcana, escrito a correprisas y ligeramente borrado. Lil'thidel se encaminó a por papel y lápiz mientras Thin continuaba explorando las habitaciones contiguas. Abajo, Kaelrion había encontrado una amplia sala con grabados en el suelo que en pasado pudo tratarse de un elegante comedor. Por otra parte, se había visto obligado a derribar la otra puerta al encontrarse atrancada. Allí, se disponía una amplia biblioteca saqueada y derruida, por desgracia, donde solo restaban unos cuantos libros mohosos y deteriorados y dos espadas de acero élfico muy antiguas. Thin'derel encontró en la siguiente habitación una salita. Encendió el fuego de la chimenea con el fin de poder iluminar mejor la sala y ver qué había dentro. Allí se encontró un cadáver apoyado contra la pared, embutido en una vieja armadura élfica con una profunda incisión en el pecho, que posiblemente fue lo que le dio muerte. No quedaba carne en su cuerpo por lo que se trataba de un cadáver bastante antiguo. Thin pudo discernir un hueco en los tableros del suelo que se encontraban bajo la mano diestra del caballero, del cual pudo extraer un extraño objeto, una caja rompecabezas que al toquetear, comenzó a succionar su esencia mágica de manera violenta. Alarmados, Lil'thidel y Kaelrion acudieron en su ayuda, apartando al objeto de él por la fuerza. Lil'Thidel pudo recomponer a Thindirel insuflándole maná para que no muriera a causa de la Sed mágica, quedando finalmente inconsciente, pero estable. Kaelrion por su lado, se centró en el objeto, toqueteándolo tras examinándolo. Gracias a su resguardo sombrío pudo evitar correr la misma suerte que Thin, pero quedó agotado. Lil'Thidel corrió a tomar el objeto, envolviéndolo en el paño donde lo encontró Thin, encantándolo primeramente para que la siguiera una vez rodease el objeto. No quería tocarlo por miedo. Después corrió en busca de Isthal para que la ayudase a cargar con ellos junto a la hoguera de abajo, donde se encontraba el campamento base. Offrol
  12. Información técnica del evento Planos de la casa y datos de interés Una antigua mansión de proporciones nada desdeñables, cuyo elemento principal sobre el cual se alza no es otro que la piedra. Su base forma una cruz latina, invadida por numerosos nervios que sostienen en el centro de la misma una bóveda de crucería, en la cual yacen desgastados y difusos unos preciosos frescos, cuyo conceptos es difícil de apreciar debido a la invasión de las hiedras y el paso del tiempo, que ha apagado sus colores. Al fondo, a la altura del ábside de la base, se alza una amplia escalera que se ramifica en dos distintas, que ascienden a izquierda y derecha, pegadas a la pared, conducen al piso superior. Sobre ella se alza un gran rosetón que parece haber aguantado bastante bien el paso del tiempo. A izquierda y derecha de ese gran recibidor se encuentran dos amplias puertas. La izquierda conduce a una amplia sala que posiblemente tuvo como finalidad la de ser un gran salón. De la pequeña bóveda que se alza en el centro pende una gran lámpara que sostiene innumerables filas de cristales, ya consumidos. Los azulejos del suelo describen unos esquemáticos pero delicados trazos que conforman una estrecha. Sobre ellos, se imprimen unas runas de carácter desconocido por el momento. Alrededor del centro circular se alzan cinco columnas moldeadas para representar a cinco guerreros élficos atabiados en sendas armaduras, sosteniendo entre sus manos unas finas hojas thalassianas cuya punta reposa frente a sus pies. A la derecha se encuentra una amplísima biblioteca que presenta signos de haber sido saqueada. A penas quedan un puñado de libros tirados por el suelo, mohosos e ilegibles. Las sendas estanterías se alzan en cinco pasillos que tienen como radio el centro circular de la sala, donde se encuentra una amplia mesa de piedra. Una vez atravesadas las escaleras que ascienden hasta el piso superior, se presenta un pasillo con cinco puertas a la derecha, y a la izquierda, una barandilla desde la cual puede verse el amplio recibidor cobijado bajo la bóveda. Subiendo la escalera izquierda se encuentran cinco puertas. Primera habitación: una habitación de invitados amueblada escuetamente por una amplia cama de matrimonio, una cómoda, dos estanterías y un sillón. Sobre la cama se alza un cuadro, un retrato de un elfo o elfa muy desgastado. Sobre su pecho reposa lo que parece un medallón de muchos colores que pende de su cuello por una fina cadena. Al retirarlo sobre la pared se encuentran unos grabados de magia rúnica, cuyo efecto es desconocido. Parecen haber sido plasmados por alguien a correprisas. Segunda habitación: salita. Un sillón, muchas estanterías y una chimenea. Al fondo de la misma se encuentra un cadáver desprovisto de carne, restando tan solo huesos y la armadura thalassiana que lo envuelve. En el pecho tiene una perforación que parece haber sido la causa de su muerte. Bajo su mano diestra, en un tablón roto fue hallado un extraño objeto por Thindirel. Consultar descripción del objeto más abajo. Terca habitación: inexplorada. Cuarta habitación: inexplorada. Quinta habitación: inexplorada. La distribución se repite tras subir la escalera derecha. Cinco puertas cerradas. No han sido exploradas. Objetos y pistas encontradas [Caja Rompecabezas] Artefacto Un artefacto de unos 20 centímetros en forma de prisma. Muestra pequeñas muescas a lo largo de su superficie que corresponden al alfabeto del antiguo Thalassiano. Parece que con la combinación adecuada podría abrirse. Se puede introducir una palabra o una frase. Una vez la sucesión de letras dejen de ser añadidas, tras unos segundos, las piezas vuelven a su sitio rotando los ejes del mecanismo interior. Actualización de evento: Una vez la sucesión de letras dejen de ser añadidas, tras unos segundos, las piezas vuelven a su sitio rotando los ejes del mecanismo interior y el objeto comienza a iluminarse levemente en las manos del portador. Cuando un personaje intente abrirla con la combinación equivocada, el objeto comenzará a succionar la esencia mágica que le compone hasta matarlo. Podría tratarse de un mecanismo de defensa inherente en el objeto o puede estar intentando recargarse para desencadenar otro efecto más poderoso de índole mágica. Hay un texto en la base que dice: "Duembis bay sorcets rull nea." En posesión de Lil'thidel. [Espada thalassiana antigua]x2 Arma Una espada antigua con detalles thalassianos, confeccionada con acero noble, de gran calidad. Actualmente no tiene filo y parece haber sufrido seriamente por el paso del tiempo, la humedad y el frío. Tiene hendiduras y muescas en la hoja. [Pergamino inscrito en runas] Anotación Transcripción hecha por Lil'Thidel de los grabados hallados tras el cuadro de la habitación de invitados. Un conjunto de runas de inscripción. [Retrato antiguo] Miscelánea Un viejo retrato de un elfo o elfa, de género indeterminado debido a lo desgastado del oleo sobre el lienzo. Sobre el pecho se encuentra un medallón que pende de una fina cadena, en diversos colores. Mira al frente con expresión perdida. [Armadura antigua thalassiana] Indumentaria Una vieja armadura de acero noble cubierta por detalles thalassianos. El casco cuenta con dos alas grabadas a cada lado de la sien, y los huecos predispuestos para la visión, rodeados por finos detalles en colores dorados. Dentro de ella permanece el esqueleto de quien la portó en vida y murió con ella puesta. Encontrada en la salita por Thin'derel.
  13. Cuando comienzas una senda después de dar el salto hacia ella, los primeros pasos parecen insulsos, vagos e insignificantes, tan grandes como la huella de un hormiga. Tan aburridas eran las tareas de un principiante, que se planteo qué debía hacer para librarse rápidamente de ese título de "aprendiz" que, según ella, estaba totalmente por debajo de su valía. Pero el ingenio habla rápido y cautivador en los oídos de quienes le rinden pleitesia. Sus ojos chispearon mientras consultaba los destinos vacantes a la altura de quienes ocupaban el escalafón más bajo de la organización. Aquel trabajo no era complicado, ni prometía ni mucho menos algo parecido a la aventura, pero tal vez si hacía bien su trabajo, empezase a llamar la atención a sus superiores. Las ruinas de los antiguos alto elfos que arribaron al alto reino hace más de dos mil años eran un recuerdo difuso de quienes les precedieron, que en su exilio, perdieron gran parte del testimonio de quienes eran. Y era cierto que la historia de los sin'dorei, la más lejana al menos, yacía oculta bajo una estela de misterio. Había tanto conocimiento antiguo, tantas maravillas arcanas exiliadas en el tiempo... Debía, tenía que haber algo que hubieran pasado por alto bajo todos aquellos escombros y hiedras. Releyó nuevamente el expediente de la misión. Asentamiento: Finca Canto Estival Localización: Tierras Fantasma, próxima a la frontera con Bosque de Canción Eterna, a cuatro horas a pie de Brisaveloz y a medio día de camino hasta Tranquillien. Situación actual del lugar: Una vieja finca presidida por un antiguo caserón, fundada por una casta noble durante la llegada de los elfos al Alto Reino tras su exilio. A pesar de su leve desarrollo, tomando más peso otras muchas villas que prosperaron más que esta, fue propiedad de una antigua casa que a día de hoy ha caído en el olvido, tras haber cambiado de manos innumerables veces, perdida en los infinitos registros del Alto Reino, sin residente desde hace más de ocho siglos. No fue reclamado derecho alguno sobre sus dominios una vez concluyó el asedio de la Plaga, por lo que a día de hoy, pertenece al Alto Reino, así como todo cuanto allí se encuentra. La organización tiene el paso permitido debido a que a pesar del precario estado de la misma, sometida al abandono y al paso del tiempo, reúne numerosas antigüedades que deben ser catalogadas y estudiadas. Y de ser posible, descubrir a quien perteneció en su inicio. Observaciones: Muestra signos de haber sido sometida a diversas reformas, por lo que es posible que antes de ser residencia, su finalidad fuera diferente. Nivel de peligrosidad: Inexistente. Firmó la solicitud para serle concedido el permiso para ocuparse de ese trabajo de campo. Era de esperar que no iría sola, pero elegir la compañía ya no era cosa suya.
  14. Entre las habladurías en Remol, Entrañas y otros asentamientos renegados en Lordaeron, se escucha sobre un experimento donde el Apothecarium ha empezado a someter a diversos miembros de la sociedad a estudio. Si bien no se habla de una recompensa clara, todo aquel que se encuentre con voluntad de ofrecerse en favor al Nuevo Orden se ha atrevido a ello, en busca del conocimiento que haga con el tiempo fuerte a Lordaeron. En todos esos lugares se advierte la presencia de carteles escuetos y breves en llamamiento a nuevos voluntarios, para que se reporten en las oficinas de la Real Sociedad con la referencia de Feevere Raynould. Gloriosa sea la Dama y eternos los Renegados. //Retomaré esto a lo largo de esta semana. El orden sería Donnovan ( @Focus ), Gretchen (@Elireth) , Skoll ( @Tercio ), Noreen (@SkyeWave )y una breve sesión con Danforth (@IsildurJenkins) para concluir su parte. Aún se aceptan nuevas incorporaciones, invito a participar abiertamente a Cornelius ( @Maw ), Thirius ( @Thala ), Walter ( @doppler ), Vladimir ( @Thorch ) y Magnus ( @Stannis the Mannis ). ¡Buen rol! Ya vamos quedando. A los últimos citados, si os interesa el eventillo dadme un toque por discord y quedamos previamente para que firméis el consentimiento. Dado el comienzo de Bermellón II, haremos las sesiones que den tiempo antes del evento. El resto se harán después de su conclusión.
  15. Psique

    Feevere Raynould

    Historia Cada vez que trataba de recordar los detalles, se le revelaba una insidiosa jaqueca y una negrura inconmensurable que tan solo dejaba ver pequeños faros de luz de lo que parecían recuerdos perdidos en su memoria. No podía pedir más, la nigromancia al fin y al cabo alza a los muertos no los devuelve a la vida, y pelear contra la descomposición de su organismo era peor que luchar con las manos atadas a la espalda. Tal vez esas lagunas se debían a algún traumatismo antiguo, tal vez al mismo que le dio muerte. Fuera como fuera, siempre intentaba unir los recuerdos como si fueran un collage. Era joven cuando murió, eso lo recordaba, y había vagado más tiempo como no-muerta de lo que le había dado tiempo a vivir como humana. Y aquella vida no estuvo llena de virtudes ni de proezas, sino del más insulso anonimato. Era una más de aquellos que con virtud se arrojan a los caminos de la fe, de aquellos jóvenes embelesados con las viejas historias que buscan convertirse en poderosos paladines o influyentes miembros del clero. Y ella lo intentó, aun cuando siquiera estaba preparada para ello. Recordaba aquella indecisión, la torpeza y la incompetencia. La Luz nunca llegó a brillar en sus manos a pesar de las largas horas pasadas entre oraciones, contadas con las cuentas de un viejo rosario ni de su trabajo entregado. Porque hay corazones que se encogen con el miedo y se alejan de la rectitud. Eran tiempos aciagos, donde la muerte recorría las tierras de los hombres como una estela amenazante que se cernía sobre las altas torres de Lordaeron. Y aunque a día de hoy la gloriosa capital yace en silencio sepulcral, era mucho peor en aquel entonces, cuando los vivos se encerraban en sus casas, rezando porque la muerte no los visitase aquella noche. Ella sin embargo, residente tras los muros de piedra del viejo monasterio, a salvo, intentaba hacer lo imposible por cumplir con su supuesto designio divino de convertirse en un hito de la Luz. No recuerda qué fue ese gran pecado o esa grave falta la que la alejó del resto de adeptos y le designó la condena de tratar a aquellos que padecían ya por la incesante plaga que devoraba todo cuanto se encontraba a su paso. Podía ver las pústulas sobre la carne viva y escuchar los gritos ahogados de los que comenzaban a perder hasta la última pizca de humanidad entre agonía. Veía a través de los ojos de la máscara, aquella que usaban porque inocentemente creían que evitaría el contagio, como los días pasaban al ritmo de vidas que concluían al anochecer para alzarse como algo mucho peor. No podía hacer mucho por ellos, salvo aplacar su dolor. A día de hoy, sus conocimientos de alquimia le demostraban que fueron heredados de su vida mortal, al igual que sus principios médicos lo que indica que tuvo un interés significativo por las ciencias médicas más que afanarse en conseguir algo para lo que no estaba predestinada. Pero pocos eran esos casos en los que podía ayudarles. La mayoría de sus memorias al respecto tratan de cómo ayudaba a librarse de los cuerpos decapitados (mutilados por el afán de evitar que volvieran a levantarse) en la cercana aldea de Remol. La purificación llega de la mano del fuego en incesantes montones de cadáveres que emitían su aroma pestilente al ambiente ya encapotado de la región. Y sin embargo aquellos días no eran los peores, pues por pocos es conocido hasta dónde llega la crueldad de manos de aquellos que afirman actuar en nombre de la fe. Nada que no sea esperado ver en un mundo que parecía caerse a pedazos. Cuando su hora quiso llegar, tal era el estado de caos que ni se molestaron en enterrar o quemar su cadáver. O tal vez no lo llegaron a encontrar. Cuando sus ojos se abrieron libres de nuevo, la encontraron vagabundeando por los bosques. Eran tres seres demacrados intentando hallar no-muertos lúcidos para reagruparse. Uno de ellos dio la casualidad de que fue en vida un mago de dudosa reputación, Silas, quien al menos a ella no le explicó el por qué durante una escueta conversación para asegurarse de que su estado no había afectado a sus capacidades cognitivas ni a su razonamiento. -¿Nada nuevo? ¿Eso es todo?-Le inquirió su ya nombrado maestro, quien recurría comúnmente a preguntarle lo mismo una y otra vez, tal vez para asegurarse de que su defectuosa aprendiz no sufría las consecuencias de estar expuesta continuamente a los vapores de sus ambiciosos experimentos de laboratorio.-¿Te ha comido la lengua el gato o es que se te ha caído? Se aproximó a su alumna hasta una distancia que podría ser de alto riesgo debido al nauseabundo olor del aliento de aquel cascado cadáver. Suspiró exasperado al darse cuenta de lo que acontecía. Y es que comúnmente, Feevere quedaba en estado catatónico incluso mientras hablaba o ejercía en su trabajo. Se quedaba rígida, quieta cual estatua. Como ya se dijo, la nigromancia alza a los muertos, pero no los devuelve a la vida. Y comúnmente, con defectos más que evidentes. Este era el suyo. De repente giró la cabeza con un chasquido de hueso y golpeó a su maestro con el “pico” de la máscara de maestre de plaga, mirándolo con ojos huecos, ignorando la cercanía y como si no pasase nada. -¿Se le ha caído la lengua, maestro? -¿Me estabas ignorando entonces? -No…-Dijo con tono jovial.-”Pero siempre usa la misma broma.” Silas bufó y se dio la vuelta. Al principio la trataba con desdén como al resto, pero al final encontró su encanto en su sagaz humor. Además, era una estudiante aplicada y prometedora. Mientras su maestro se ocupaba de labores más exigentes y del trabajo de campo, muchas veces ella permanecía enfrascada en el laboratorio entre suturas y casquería. Y tuvo mucho tiempo para ello cuando la Guerra del Norte estuvo abierta, en su ausencia. Un día, y como premio a sus resultados en el campo académico de la nigromancia, su mentor puso a disposición un sujeto de pruebas de voz temblorosa y ojos vidriosos. Si el fanatismo no les cegaba, los cruzados de bajo rango perdían toda su gloriosa integridad cuando eran llevados a rastras a las profundidades de Entrañas, donde si alguno tenía la suerte de escapar y evadir a los guardias, el complejo laberíntico haría que jamás volvieran a ver la luz del infesto sol que brillaba en Tirisfal. Una vez asegurado el sujeto en la mesa de experimentos entre forcejeos, Feevere le dedicó una mirada al humano, que tenía de cruzado lo mismo que de mozo de cuadras. Pobre desgraciado. Sin embargo algo avivó la luz de sus ojos al mirarla y al reconocer su máscara y a duras penas, la rasgada voz de la renegada. -No es posible… ¡Feevere, eres tu! ¿No me recuerdas?-Dijo jadeante y angustiado. -¿Le conoces?-Preguntó Silas mirándola por encima de las gafas. La máscara encaró al prisionero que se aferraba a su única y remota posibilidad de salvar su pellejo. La jaqueca volvió mientras empezó a rebuscar entre el material quirúrgico.
  16. Psique

    El perfume.

    //xo estaré bro, ya lo sabes^^ si alguien más quiere apuntarse en lo que vuelve Shiva de su estado de ausencia wowera, avisadme y entro con Rael para poneros al tanto por encima. Ya cuando Shiva vuelva a estar le damos!
  17. Al concluir su guardia y una vez prefijados los grupos de guardias y patrullas para las ordenes dadas por el Abanderado, O'Connor se tomó un momento para dejar una breve anotación que después pasaría a ser leida por Ismael. Con la Luz, Abanderado. He de informarle de que los grupos ya han sido prefijados, tanto para las patrullas como para los vigilantes, como ordenasteis. Todo marcha según lo provisto y los soldados, a pesar de ser conscientes de la gravedad de la situación, se disponen con convicción a asegurar que nuestra santa cruzada llegue a buen puerto. He de decir que las medidas tomadas me parecen de lo más sobresalientes, no dudo en absoluto que sabréis como proceder, pero me gustaría hacer mi parte como vuestra segunda y ofreceros unas pautas más con el fin de no dejar huecos en blanco. Son las siguientes: Dada la vulnerabilidad de nuestras rutas de suministros, es muy posible que el primer golpe por parte de los renegados sea romperlas, con el fin de ir mermándonos poco a poco, resultando el hambre y la necesidad una profunda merma en la moral de nuestra gente. Recomiendo: de ahora hasta la conclusión de la guerra, los suministros alimenticios serán racionados y vinculados por cartilla a cada miembro del campamento, teniendo derecho a una ración diaria más que suficiente para los nobles corazones de los cruzados y voluntarios. Este trámite será cubierto por quien se vea capaz de llevar recuento y registro de todo ello. Intentemos ahorrar cuanto podamos, de seguro llegaremos a necesitarlo. El acceso a los suministros será restringido al delegado anteriormente comentado y a sus custodios. Nadie más salvo ellos. Tras cada patrulla/turno de vigilancia, cualquiera de quienes hayan participado en dicha tarea deberán reportar por nimia y normal que sea la jornada lo acontecido. Puedo ocuparme personalmente de registrar tal cosa y proporcionaros toda la información más sintetizada al atardecer de cada día transcurrido. Cualquier miembro que abandone el campamento deberá reportarse tras su venida. Recomiendo establecer pequeños puestos de vigilancia en el camino entre el monasterio y el campamento, donde se encontrará la estructura de una hoguera. Ante cualquier incidencia, serán prendidas y podremos estar al tanto de manera inmediata de cualquier ataque o intrusión del enemigo en el camino. Los cadáveres serán inmediatamente quemados tras su fallecimiento. No debemos permitir que engorden su grueso. Dicho fallecimiento será debidamente informado después de ello. Recomendaría que todo miembro que se encuentre en el campamento lleve consigo en todo momento un pequeño vial de agua bendita. Ante posibles enfermedades o manipulación profana, puede darnos un margen de actuación que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Sin contar con más ocurrencias, concluyo con estas recomendaciones y no robo más de vuestro tiempo. Luz mediante, este lugar será purgado de toda entidad impía. ¡Por Lordaeron! Gabrielle O'Connor. @Thorch
  18. HISTORIA La oscuridad devoraba la habitación cuando despertó, y sólo podía escuchar un constante y pausado goteo haciendo eco en la sala. Luego vino el dolor, y los recuerdos de la noche anterior le golpearon con tanta fuerza como quien le había provocado el desmayo. Se trataba de uno de esos momentos en los que la ironía te golpea tan fuerte que hasta duele. Pero dolía de verdad. -Arg...-Se llevó la mano a la cara y casi pudo escuchar un crujido procedente de ella. Armó una mueca de dolor y después apoyó de nuevo la cabeza contra el frío muro. La resaca era la peor parte acompañada por el frío que calaba hasta los huesos. En aquella mazmorra no llegaba más luz que la que escapaba de debajo del portón de madera, de una pequeña ventana con barrotes y de las lúgubres lámparas distribuidas escasamente a lo largo de la escalera de subida. Trató de ponerse en pie y se aproximó a la puerta de la celda.-¡Eh! ¿Hay alguien ahí? -No va a venir nadie. Miró hacia la celda anexa a la suya donde reposaba un figura cubierta de una ligera pero holgada túnica que impedía que pudiera verle bien. -Tienen que hacerlo. Esto es un maldito error.-Se llevó la mano a la frente, mareado al intentar forzar la vista intentando verle. -Eso es lo que dicen todos los que llegan aquí.-Inclinó la cabeza mirando a Rael, que intentaba ordenar su cabeza.-¿Dolor que cabeza? -No. Es solo que... ¿Quién narices eres tú? Volvió a clamar por la atención de los guardias, de nuevo sin respuesta. Su acompañante tuvo la gentileza de intentar hacerle conversar, seguramente porque llevaba varios días ahí encerrado, pero Rael lo único que quería era silencio. Silencio que al parecer no conseguiría con facilidad. Comenzó a escucharse un intenso barullo fuera, y pronto, los estoques y los espadazos empezaron a marcar el ritmo de lo que parecía una pelea. Al reconocerlo, se puso en pie rápidamente, pegando la cara a los barrotes. -¡Eh! ¡¿Qué ocurre?! ¡Soltadme! Su acompañante guardó silencio y se arrebujó en una esquina, temblando. De repente un rotundo golpe quebró la madera de la salida, y un soldado cayó rodando escaleras abajo con todo el peso de su armadura de placas. Ambos contemplaron la escena incrédulos cuando un ser de apariencia torpe y amplia envergadura descendió por ellas de un salto, cayendo sobre el cuerpo que empezó a desgarrar a dentellada pura y a frenéticos zarpazos. El mastigar de las mandíbulas removieron las entrañas del cautivo encapuchado, que empezó a vomitar sin mayor opción ante la grotesca escena. Rael no lo dudó un instante, y trató de alcanzar el arma que había resbalado por el suelo hasta quedar a unos escasos palmos de los barrotes de su celda. No estaba dispuesto a morir cual rata. Pero fue entonces cuando el no-muerto se fijó en él, alzándose con la carne y la sangre aún caliente resbalando por su cuerpo y se abalanzó contra los barrotes. Rael se lanzó hacia atrás para evitarle, pero éste ignoraba por completo que mientras les separasen aquellos barrotes de acero, no podría probar bocado. Rael no había visto algo así jamás. No era un troll amani contra los que ya se había enfrentado en el pasado, ni tampoco una bestia que pudieran poblar los bosques. Parecía más muerto que el soldado que había encontrado su fin escaleras abajo, y desprendía un hedor infinitamente peor. -¡Eeeeh! ¡Aquí abajo! ¡Soltadme! ¡Se pelear, puedo luchar! Pero sus gritos sólo obtuvieron como respuesta una mayor insistencia por parte del no-muerto, que empejó a lanzar zarpazos al hierro intentando abrir la jaula, en vano. Su corazón, desbocado parecía que fuera a reventar. Estaban en una ratonera, y tal vez salir de ella podría resultar incluso peor. La batalla cesó pocos minutos después. El escueto número de efectivos apostados en el pequeño cuartel de Brisapura no podía hacer frente a la horda de no-muertos que se había abalanzado violentamente contra la aldea, a plena luz del día y sin respuesta posible. Los gritos inundaron el aire hasta concluir. Y después, quedó el silencio y un intenso hedor a sangre y madera quemada. -Es el fin...-Balbuceó el otro prisionero entre temblores nerviosos y la voz rota. Lo único que le daba certeza de que las horas seguían pasando era que la luz que procedía del exterior por el hueco de la puerta o de la escueta ventana iba mermando poco a poco, hasta que cayó la noche y quedaron en silencio salvo por los sonidos quejicosos de aquel ser, que parecía no cesar en su intento de alcanzar a los desdichados prisioneros. Sin embargo su presencia se había vuelto más tolerable, y se había vuelto únicamente ruidosa. -Se han ido todos...-Dijo el otro prisionero, que parecía haber recuperado algo de cordura. -...No creo que haya sobrevivido nadie.-Dijo Rael con la cabeza colgando entre los hombros, postrado contra la pared. ¿Así es como acaba todo? ¿Sin si quiera saber qué ha pasado ahí fuera? ¿Pudriéndome en esta repugnante mazmorra? -Esto no está pasando... No puede... No... No quiero morir aquí. No puedo morir aquí. No... No así... Rael le miró de reojo, afligido por la situación, intentando mantener la entereza por poco esperanzadora que fuera. Apoyó de nuevo la cabeza contra la pared y miró hacia la ventana, ignorando totalmente a aquel ser que no paraba de moverse, lanzar zarpazos y emitir gritos guturales. La luz de la ventana vino y se fue un total de nueve veces. Racionar el agua y la escasa comida que recibe un prisionero al día e intentar estirarlo tanto tiempo era algo que empezaba a ser imposible. La debilidad derivada de ello les estaba consumiendo hasta tal punto que, en algún momento de inconsciencia por parte de Rael, su acompañante decidió acabar con aquella tortura mordiéndose la lengua, dejándolo a solas. No se había movido en días, sentía todo su cuerpo entumecido pero no encontraba motivos por los que moverse. Aquella bestia impedía que pudiera intentar dar alcance a la lanza para acabar con ella e intentar forzar la puerta a modo de palanca. Por cada momento, cada instante que pasaba, veía más próximo su final. Y luego estaba el olor... Ese incisivo hedor a podredumbre. Entonces alzó la mirada, con aquel azul cyan a pocos días de extinguirse y miró al ser a los ojos en un arrebato de temeraria valentía. -¡¿Qué quieres de mi?! ¡¿A qué has venido?! ¿Quieres esto, eh?-dijo arremangándose el brazo y mostrándolo al ser, al alcance de una dentellada-¡¿Lo quieres?! ¡Cógelo!-Cuando el no-muerto quiso alcanzar al fin su bocado, Rael se agazapó con prestreza y por fin pudo tomar la lanza a los pies del monstruo, con el tiempo justo de volver a resguardarse en la jaula, pero no a cambio de nada. El cansancio le pasó factura, y el monstruo llegó a morderle el brazo, sin llegar a atenazarlo. Rael cayó despaldas, agarrándose la herida abierta con espanto. Tuvo que intentarlo, podía conseguirlo, pero falló. Y después, una escena que le acompañaría de por vida en su mente. El elfo asesinado comenzó a moverse entre espasmos y movimientos secos, como si alguien intentase vestirse con su cuerpo hasta que finalmente pudo alzarse entre sonidos sordos de piel desgarrándose y huesos cediendo ante la fuerza que iba recobrando poco a poco. Aguantó la respiración y cerró los ojos, ocultándose en las sombras. De ese modo, tal vez, ese segundo visitante indeseado no reparase en su presencia y simplemente se marchase... Y pareció funcionar. Empezó a considerar que no tenía posibilidades de huida, aún con la lanza en la mano. En el hipotético caso de que pudiera escapar y vencer a uno de esos seres, con dos de ellos sus posibilidades de sobrevivir se reducían a la mitad, sin considerar su merma física por el hambre y las heridas mal curadas de la pelea. Que era lo más irónico de aquello, acabar ahí, encerrado y sin poder hacer nada... Por una estúpida pelea de taberna en el peor momento y en el peor lugar, que no recordaba ni cómo empezó pero que concluyó con mobiliario dañado, alboroto sobreactuado y dos detenidos por alteración del orden. Rael cayó inconsciente fruto del alcohol y del golpe que le habían dado en la sien. Y pensar que en tan solo un par de días iba a acudir a la oficina de reclutamiento para empezar a sacarle provecho y beneficio a su insignificante vida. Sonrió por no llorar ante el sentido del humor del destino. El elfo reanimado emitió un rugido y se abalanzó torpemente escaleras arriba, como si hubiese vislumbrado una presa, cuando un destello iluminó el carmesí del alba, y trajo consigo la brillantez, la calidez. La libertad. El reanimado cayó a peso muerto escaleras abajo, y el estridente ruido de las placas golepando la piedra llamó la atención del otro, que por primera vez en tres días, dejó de mirar al cautivo para alejarse y centrarse en otro objetivo, corriendo la misma suerte que su compañero. Después, se hizo el silencio. Permaneció a la espera de que sucediera algo y aun que tan solo fueron un puñado de segundos, se le antojaron una maldita eternidad. De la puerta emergió una figura cubierta por una oscura túnica. Anonadado y presa de los delirios de la fiebre y el hambre, la contempló como si fuera lo más hermoso que había visto su la vida. La sangre salía a borbotones de su brazo y no tenía cómo pararla. Su vista se nubló hasta que toda figura se convirtió en un amalgama de luces y sombras danzantes. La elfa rebuscó en el cadáver del guardia, dando con las llaves y así pudo abrir la puerta de la celda. Cuando por fin salió apoyándose en ella, miró al cielo, sintiendo por fin el sol en su piel. -Soy definitivamente el peor héroe de Quel'Thalas...-Acertó a decir con sórdida gracia hacia sí mismo. -La Luz te sonríe. Siéntete dichoso. Si no hubieses gritado como un loco jamás hubiera podido encontrarte. ¿Cómo te llamas?-El cielo esta encapotado y había empezado a llover. Las cenizas se mezclaban con el barro y los restos de quienes se quedaron intentando defender la ciudad. Era un panorama terrorífico. Y más allá, al norte, se vislumbraba el fuego, el caos. La guerra. Pero él ya había llegado a su límite, no era su destino pelear en aquella campaña. Se aferró a la lanza del guardia para poder caminar mejor, sintiéndose un poco mejor en su compañía mientras era dirigido con el resto de refugiados. Fuera la esperaban dos soldados custodiando la puerta y aun que se ocuparon de ayudarle a caminar, sólo tenía ojos para ella, ese heraldo, ese ángel. -...Ra-rael. -Yo me llamo Anahel Solestival. La guerra había concluido de la peor forma, pero incluso en los escombros puede volver a brotar la esperanza. Rael permaneció con ella, ayudándola en todo propósito altruista donde participaba. Fue ella quien le mostró el sendero de la Luz y quien le inspiró a continuar, con la certeza de que encontraría su camino en un futuro no muy lejano. Él no provenía de una familia protagonista de grandes hitos, realmente, nunca llegó a conocerles, pues perecieron cuando él era muy joven. Tuvo la dicha de ser acogido como aprendiz de un soldado que peleó contra los trolls en su día, cuando este le vio enfrentarse a unos matones del orfanato palo en mano, protegiendo a la víctima de sus abusos. Tal vez fue su afán por proteger a los débiles, o tal vez esa temeridad descerebrada que muchos confundirían con el valor cuando entre todos ellos, lo tiraron al suelo y lo dejaron delirante, pero lo importante fue que en él vio algo, fuera lo que fuera. Con aquel oficial aprendió a combatir y a tener un fin que perseguir. Sin embargo no volvió a verle tras la invasión. Y Anahel no permaneció mucho tiempo en Quel'Thalas tras el regreso de aquellos que habían huido, pues el nuevo rumbo que tomaba su amada nación no casaba con sus principios y valores. Con el paso de los años, en su ausencia, su Luz se iría apagando, no por no ser digno de ella si no porque el pensamiento recurrente de acudir a ella en sus pensamientos se iría perdiendo hasta quedar como último recurso. Años más tarde, tuvo la segunda oportunidad que necesitaba para redimirse. Quel'Thalas fue atacada de nuevo desde su mismo corazón, plagando las costas de la sagrada isla de Quel'Danas de demonios. Ahí tuvo claro que las grandes contiendas no tenían un significado romántico, ni eran limpias. Tan solo catástrofes tornadas en genocidios. Los demonios no solo poseían un poder indescriptible, algunos de ellos tenían la fuerza de una docena de elfos. Clavó su lanza en su pecho, y este, sin inmutarse, la partió con su enorme mano. Desenfundó entonces su espada, un arma con la que no peleaba con tanta soltura, pero al menos no quedaba desarmado. La lluvia caía solemne, como si guardase la memoria de un ser querido. El sol ya no brillaba, las nubes lo habían envenenado con su aire infesto, traído desde los confines del vacío abisal por un ejército indescriptible. Hacía frío. Y ya no podía sentir su cuerpo. La sangre se mezclaba con el barro, cubriendo su pelo y tiñendo sus ropas. Había sido una pelea interminable contra aquel demonio, que había concluido de la peor forma. El hedor de los cadáveres mutilados a su alrededor tan sólo le recordaba que seguía ahí, seguía vivo, atrapado bajo un gigantesco demonio que, antes de perecer se había cobrado la vida de sus compañeros, de otros cuatro principiantes que se habían arrojado a batallar por la isla sin pensárselo, y sin alternativa posible. Ensimismado y moribundo, contemplaba el reflejo empañado de su ya mellada espada, que se había quebrado poco antes de que su cuerpo también lo hiciera. La escena cobraba un aire todavía más terrorífico plasmado en el frío acero. Alargó el brazo, donde sabía que reposaba él, intentando inútilmente tomar su mano. Aquel elfo, que había sido su hermano de armas desde que entró en funciones había sido el primero en perecer. En sus últimos momentos Rael le había jurado que devolvería su cadáver a sus familiares. Pero no podía moverse más allá de lo que le permitieron sus últimas fuerzas. Sus pupilas se contrajeron cuando una intensa luz comenzó a emerger del corazón de la Meseta, proveniente de la Fuente del Sol. Las calles de la irreconocible Quel'Danas desaparecieron en el furor, después, Reedan, siendo ese, su cuerpo tendido sobre el húmedo suelo como un despojo supurante como último recuerdo. Y después, él se perdió en la luz tras proferir un desgarrador rugido surgido de entre las cenizas y la devastación... Para volver a levantarse.
  19. ¡Bienvenido de nuevo, Manuk! Lamento decir que no nos conocemos, yo ingresé a esta comunidad hace relativamente poco :C pero no es nada que no podamos solucionar con unos buenos ratos de rol! En cuanto al tema de personajes, si bien no puedo darte ideas concretas, sí puedo indicarte los focos de rol actuales y su finalidad: - Elwynn cuenta con un rol relajado, perfecto para el desarrollo de personajes a nivel más intimo. - Bosque del Ocaso ha dejado de estar sometido bajo la voluntad de un poderoso nigromante, pero ahora, continuando maldita y siendo territorio de nadie, será disputada por diversos clanes/aquelarres/grupos de indeseables, parias, brujos y fugitivos. Si te gustan el aire chungarro de los brujos o los nigromantes o de cualquier personaje de moralidad cuestionable, allí encontrarás a un muy variopinto grupo de la mano de Tercio como master. - En la Horda, entre orcos, trolls y taurens acaba de comenzar un evento de mano de Malcador. No es un grupo muy extenso, pero estoy segura de que disfrutarás mucho de un rol más primitivo y honorable mientras preparas tu hacha para honrar a tus ancestros. - Por otro lado, elfos de sangre y Sin'dorei han tenido hace poco tiempo movimiento en el sur de quelthalas, en Tierras Fantasma. De manera individual, en el Alto Reino siempre es bienvenido un nuevo integrante dispuesto a pelear porque su nación prospere, y por parte de los Renegados, la maquinaria no se mueve sola sin buenos engranajes, sin descanso. Por mi parte, me encuentro preparando un evento en relación con el Relicario con el fin de obtener información perdida por los antiguos y ruinosos asentamientos de los otrora Elfos Nobles en esas mismas oscuras tierras. - Si no me equivoco, los draenei también han comenzado a moverse buscando establecer nuevos asentamientos en la Isla Brumazur. - En Arathi, la Cruzada Escarlata con el apoyo del Alba Argenta pelea por asegurar una posición frente a Sentencia, con el fin de ser el primer paso hacia la purga de la invasión de los Renegados que allí moran de la faz de Arathi. Hay varios focos más en distintos sitios, pero me temo no poder proporcionarte dicha información con más detalle. Te animo a preguntar al respecto a través de Discord o de revisar los eventos anunciados en los pertinentes apartados del foro. Nuevamente, se muy bienvenido y espero verte pronto por este mundo inclemente! Pd: no te fíes nunca de un enano, nunca se sabe qué esconde bajo la barba.
  20. Que la Luz del Sol esté con vos, Maestro. Le envío este mensaje en relación a lo acontecido en las Tierras Fantasma durante nuestra intervención, con el fin de dejarle al tanto de lo acontecido, que sirva pues de testimonio de vuestro fiel adepto. Pude incorporarme tras mi llegada al grupo compuesto por el delegado Iniciado Izuriel de la Orden de Sangre, el hechicero de la Guardia de la Muerte Harrison, el asistente de la Real Sociedad Gustaf y el Guardia de la Muerte Donnovan como apoyo renegado, a la Iniciada Arwenn Belblood de los Caballeros de Sangre además de Maed'rhos Sunsetbolt como apoyo por parte de los Errantes, así como de las voluntarias Thalya y Yáriel, en muestra de colaboración ciudadana ejemplar. Me informaron de que, previo a mi llegada, el grupo irrumpió en unas catacumbas troll. La finalidad y conclusión de tal iniciativa no me consta con muchos detalles, sólo puedo deciros que durante la misma algunos aseguran haber escuchado una voz espectral y sagaz. Poco después de mi llegada iniciamos el viaje hacia la Aguja Brisaveloz mientras en la aldea Brisaveloz se desarrollaba una contienda de nuestras fuerzas contra quienes allí se congregaban con oscuros propósitos. Aprovechando dicha distracción, ejercimos una intromisión fortuita en la guja, viéndonos sorprendidos por un grupo de necrófagos que rápidamente pudimos derrotar aunando las dispares destrezas con las que contábamos. A pesar del dudoso estado mental del hechicero de la Guardia de la Muerte, pudo interrumpir el ritual que allí acontecía, recuperando a su vez un viejo libro que hacía su vez de catalizador para cual fuera el fin de dicho ritual. Nos vimos obligados a abandonar el lugar a través de un salto hacia el mar, como medida desesperada ante el regreso anticipado de los cultistas que habían dejado la guja para hacer frente a las tropas de nuestros hermanos en la aldea adyacente, pero todos pudimos regresar triunfantes a Tranquillien. Una vez allí nos reunimos para tratar sobre lo acontecido y decidir el camino a seguir. Harrison intervino para comunicarnos que aquel viejo libro había pertenecido a Dar'khan Drathir, el Traidor. Ante tal afirmación, comenzó el debate, concluido con la decisión de Izuriel de ceder dicho escrito al hechicero de la Guardia de la Muerte. Izuriel desestimó deliberadamente el destinar el estudio de dicho grimorio a la Orden de Sangre como azote de lo impío en el reino, tratándose sin duda alguna de un documento de peso al estar vinculado a una personalidad como es ese herético traidor. Seguidamente deliberamos sobre el camino a seguir, donde el Iniciado nuevamente comenzó a dar propuestas de operaciones arriesgadas, tales como acudir al Paso Thalassiano recorriendo toda tierras Fantasma a ciegas sin reportes recientes sobre el estado del mismo, o ejercer un asalto a Muertehogar, cuya alternativa huelga comentar. Intenté hacerle entender que no era el momento de dejarse llevar por las viejas heridas, que el peligro nos acecha por doquier y que la templanza era necesaria en tal situación, en vano. No seré yo quien ponga en duda la decisión de adjudicarle a él la ofensiva, sin embargo, me veo obligado a informaros sobre su labor como líder de operación. Llegado el amanecer dada la insistencia de Izuriel, él y Maed'rhos partieron hacia el Paso, mientras el resto permanecimos en Tranquillien, donde fuimos sitiados por numerosas hordas de no-muertos. Una vez más, entre todos los que nos encontrabamos allí pudimos repeler el ataque. Tranquillien no cayó entonces, ni lo hará en el futuro, no mientras la convicción nos una y nos guíe hacia un futuro próspero. Tierras Fantasma serán finalmente purgadas sin compasión. Que vuestros pasos sean siempre dignos, maestro. Rael Asthros
  21. Comenzó a recogerse el pelo, mirándose al espejo, con las suaves telas que cubrían su cuerpo teñidas de rojo por el inminente ocaso. Pocas muestras de devoción llegaban tan lejos como la adoración que sentía hacia si misma. Porque sabía lo que provocaba en los demás, sobretodo en aquellos que se dejaban engatusar por una cara bonita y una voz melosa. Una sombra se movió en el reflejo y una mano se dejó iluminar una vez alcanzó el escueto hombro de Lilthidel. Los anillos resplandecían bañados por la suave luz del atardecer, pero no más de lo que brillaban los ojos de su portador, como dos esmeraldas. Le hizo voltear con suavidad, como si su cuerpo fuera porcelana y temiera romperla y acarició su rostro con absoluta adoración fraternal. No era su padre, ni su hermano. Cada vez que lo veía debía hacer un esfuerzo por acordarse de su nombre. Tomó su mano alejándola de su rostro con una sonrisa afable tiró de él para encaminarlo hacia uno de los ostentosos asientos de terciopelo. Describió un suave movimiento de su mano, y la tetera comenzó a servir sola el té. -Siempre me he preguntado... Si no tienes ningún interés perverso en mi, ni tampoco en mis artes escénicas, ¿por qué pagas por un servicio que no necesitas? No serás de esos que pretenden ocultar sus... gustos más dispares, ¿verdad?-Le sonrió cómplice, con la dulzura de una cortesana. -Valoro tu mente, tus conversaciones. Me resulta más estimulante que cualquier otra cosa que puedas ofrecerme. -Qué adulador.-Dijo con una sonrisa, tendiéndole la taza de te.-En tal caso ambos obtenemos un beneficio. Los ojos del elfo emitieron un chisporroteo. Tomó un largo sorbo a la taza y repasó unos papeles que había sobre la mesa. Loudrel era su nombre, y sí tenía intenciones perversas, o las tuvo hace años antes de que sus ojos brillasen con la malicia del estigma, fue un aventurado evocador que indagó más allá de la curiosidad, rasgando esa fina línea y traspasándola, alcanzando la temeridad más pérfida. Pero aquello eran otros tiempos. A día de hoy, se había retirado y sus competencias eran en todos los aspectos los de un arquitecto. -Nunca me has hablado de ti. Creo que tu misticismo empieza a estar fuera de lugar entre dos buenos amigos.-Sus ojos se volvieron hacia ella enmarcados por una sonrisa, pero sin contagiarse de ella con la misma frialdad del invierno. Entonces dirigió su mano hacia las de ella y las tomó, revelando unas viejas quemaduras que afeaban sus manos, motivo por el cual en sus actuaciones siempre portaba guantes.-Estas no son las quemaduras de una cocinera. Lilthidel dejó que las contemplase, apartando la idea de retirarlas con brusquedad al sentirse tan expuesta. -No os equivocáis. Son sólo las heridas que dejan las labores de aprendizaje de una aprendiz demasiado torpe en su juventud. Satisfecho, no se molestó en mostrar más interés. No preguntó por su familia, ni por sus amigos, todos habían perdido algo en época pasada y con el tiempo, preguntarle sobre ello, sin importar quien fuera, se volvía cansado y repetitivo. La actitud de aquel hombre variaba con cada cambio de brilla, como si cómo pretendía mostrarse ante ella y lo que era realmente se encontrasen en eterna disputa, muy mal disimulada. Volvió la vista a esos papeles, encontrando lo que buscaba. -¿Sabríais leer esto?-Lilthidel tomó el pergamino, encontrando en él el lenguaje que le daba de comer de manera rutinaria. Compartir su tiempo con un único individuo no era algo más que un recurso desesperado cuando necesitaba liquidez, y había dado con la gallina de huevos de oro con aquel hombre, que no requería más roce que el de su lengua golpeando el paladar mientras hablaba sin resultar más invasivo que una o dos veces al mes. -Por supuesto. ¿Puedo? -Os lo ruego.-Dijo, enarbolando una sonrisa cómplice, como si encontrase algún tipo de placer admirándola como si fuera una musa. Tal vez era parte del rol que adoptaba cuando disfrutaba de su compañía y por eso la requería tanto. Tal vez había algo horrible bajo su piel, de lo cual necesitaba huir desesperadamente, vestir otra y contar con alguien que hiciera la parte de diosa terrenal. No le importaba. Las notas comenzaron a nacer como melodía entre sus labios, como un susurro lejano traído hasta la bahía por las olas de un mar plácido. Captó la atención de su mirada, deleitándose mientras la escuchaba con un ya cansado parpadeo, disperso y desordenado. Antes de que la melodía concluyera, los ojos del elfo se había cerrado y cuerpo había cedido ante el peso del sueño, derramando el contenido adulterado de la taza del te que Lilthidel había preparado para él. Mantuvo la canción durante un par de compases y se detuvo, borrando esa expresión aniñada para dibujar una sonrisa pícara y ladeada, mientras se ponía en pie. -Lo siento. De otro modo no me lo hubierais permitido, sir.-Dijo el título con tono sarcástico mientras miraba salivante las vastas estanterías repletas de libros y anotaciones. La curiosidad remanente salió a flote, sin tener claro por dónde empezar, enemiga del tiempo. Dirigió una mirada de soslayo hacia el escritorio de aquel elfo, tan invadido por escritos y libros que apenas podía verse una pizca de la superficie. Se encaminó hacia él casi con lascivia y comenzó a examinarlo todo. Planos de arquitectura, libros de historia de ámbito general, incluso algún tomo mágico de magia avanzada que no dudó en tomar prestado entre sus manazas de arpía. Los dejó apilados a un lado y un pequeño pergamino se deslizó hasta caer al suelo. Lo tomó y comenzó a leerlo. Se dirigía hacia aquel magister que dormía abultado contra el asiento de terciopelo. En el tono de la carta casi podía percibir la persistencia y un poco de apuro. El Relicario se había puesto en contacto con él varias veces, intentando afiliarle a sus intereses. Aquella carta databa de esa mañana, y pudo encontrar varias más con distintas fechas. Al parecer, era un erudito de la historia y un intrínseco conocedor del funcionamiento de los mecanismo mágicos de las culturas draenei y sin’dorei. Dejó de mirar las nortas, perdiendo su vista en la nada, imaginándose en el pellejo que él no quería como suyo. Se imaginó perpetrando más allás de las tierras sindorei, llevando a cabo cualquier tipo de acción requerida para la obtención de conocimiento. Un conocimiento que podría saciar su inconmensurable curiosidad. Ella quería sentirse libre, pero aquellos dominios ya empezaban a oprimirle como si fueran una jaula. Y además, cobraría por sus descubrimientos. Se inclinó sobre el elfo en letargo, de expresión relajada y plácida y le besó la comisura de los labios con énfasis, dejando el carmín impreso en su piel. Se sentó en la silla que antes ocupaba, con una sonrisa de oreja a oreja, mirándole mientras ponía los pies sobre la mesa, dispuesta con un libro en el regazo que haría la vez de apoyo, papel y pluma. -Gracias por la idea, cielo… Y por tus libros. Comenzó a escribir la carta a la misma dirección de donde venía las que iban dirigidas a Loudrel: a la sede del Relicario. Firmó al concluir y se marchó, no sin antes tomar la deuda por su tiempo y compañía y un poco más por las molestias.
  22. Texto Feevere no despegaba sus ojos de los de Bélenger, y él parecía no querer lo contrario. Desde que había entrado en la sala de interrogatorios, todo se había resumido en un pulso. La voluntad de un caballero contra la de una científica con aires de grandeza. Cruzó los dedos frente a su rostro, mirándote a través de la máscara. - ¿Qué os lleva a afirmar que vos y yo somos diferentes, sir? - Jamás habrás hecho algo honorable en tu vida y No-vida... Fijaos donde estáis y donde estoy yo...-Bélenger negó repetidas veces para asentir finalmente, dando más peso a sus palabras. Feevere se echó hacia atrás, dando con el respaldo, erguida, como si su orgullo hubiera sido herido de una manera sobreactuada. Le dedicó una risa, riendo de su propia acción y comenzó a tomar notas. Se preguntó a qué se refería con "dónde estoy yo", cuando el caballero, desde la ignoracia ajena, sólo parecía una vieja gloria perdida en sus propias leyendas, ajena a la realidad. Excéntrico. - Decidme pues, ¿qué habéis hecho vos para tener esos honores de los que aseguráis que mi persona carece? - No profano cadáveres.-No pudo evitar sonreír al escucharle. - Remarco el qué habéis hecho, no lo que no hacéis. - ¿Con que finalidad? - Os comprometisteis a hablar con sinceridad sin negativas. Sólo cumplo mi trabajo, cumplid pues vuestra palabra y decidme. - Me comprometí a responder vuestras preguntas, sí. - Y eso hago. En ningún momento dije que respondería lo que vos queríais escuchar. - Cuando alguien inquiere algo sobre vos, señalar las "faltas" ajenas es evitar una pregunta directa, no dar una respuesta. - La respuesta está dada, quizás no logréis concebirla. Porque esperáis algo más directo... - Temo deciros que vos sois un cadáver, y que gracias a mi ocupación, habéis recuperado el oído, así como puedo evitaros que os convirtáis en carnaza de recambios. - Vaya...Quien amenaza es aquel que pierde sus argumentos lógicos y debe usar el miedo para convencer... Un cadáver no se mueve, permanece inmóvil. Carente de alma, de pensamiento. - ¿Qué sois vos pues? - Así que no, no soy un cadáver. Soy un hombre que ha sido alzado y vive más de lo que debería, con un cuerpo podrido... - Jm.-Gruñó Feevere, volviendo a sus notas, dignificándolo con un silencio y una actitud desdeñosa.- Proceded. Drihen ya esperaba su turno a la espalda del caballero, comenzando a tejer su propia creación. - Intentad algo y mi espada se moverá hacia vos. Feevere no tenía honor, y estaba segura de que el renegado se había percado de ello. El honor es la mentira que crean los poderosos para que los que están bajo ellos se sacrifiquen en guerras que no entienden. Eres un peón, pero al fin y al cabo, esa es tu mejor virtud. Una parte de si quería sentir compasión por aquel hombre, pero no pudo hacer otra cosa que no fuera disfrutar imaginando la obra de su propio sadismo, el martirio que estaba a punto de inflingirle para perpetrar en sus recuerdos más vulnerables. No había mente rival para su ingenio, no podía haberla, se dijo. Y la de aquel hombre no iba a serlo. Pronto el sueño abrazó al caballero, y en reflejo, Feevere alzó su voz, dolida de orgullo por la afirmación del caballero, pues aun que no fuera así no podía recordarlo, y jactante por la perfidia de su alma. - Dulces sueños, noble caballero. Le resultaba indecible el hecho de no poder advertir ni un solo cambio, ni uno solo. Su mente era un lago cristalino y de alguna forma, había podido esconder todo resquicio de humanidad, sentimiento o incluso pensamiento adverso. ¿Cómo? Le sostuvo la mirada mientras jugaban a aquel juego, una palabra aparentemente inofensiva que al recibir respuesta, removería el subconsciente que tanto se preocupaba por ocultarle. - Familia.-Dijo entornando los ojos en él, recordando el relato que Drihen la Mortacechadora le había obligado a vivir. Y la templanza del caballero cayó a peso plomo al igual que su mirada, postrada en el suelo. Sabía que esa palabra podría removerle, pero no que dejase que ella lo notase. ¿Fue acaso una acción deliberada? ¿Por qué ahora? ¿Cuándo ganó este pulso? - Sueño...-Dijo apático, perdido en su mente. El resto de palabras daban resultados que ella ya esperaba. Sólo esa era relevante. Advirtió entonces que no se trataba de una división entre consciencia e inconsciencia, si no una muestra de gran voluntad, ayudada por las lagunas de su memoria. Tanteó la pluma en su zarpa de carroñera, deliberando sobre qué perfil psicológico otorgarle. No le correspondía el perfil idílico A, pero tampoco la locura pertinente al tipo C. Comenzó a trazar con lentitud, sin estar del todo segura de ello, esbozando una "B" para declarar que poseía actitudes ideales para un renegado modélico, pero graves defectos a tener en cuenta. Acarició el pico de su máscara mirando la letra, a pesar de la paciencia que había necesitado para tratar con él, le había dado una pista sobre hacia dónde deliberar en su investigación. Tal vez las lagunas mentales, en esta condición, no eran otra cosa que la mejor alternativa para curar traumas o anular resquicios de una personalidad conflictiva en un individuo defectuoso. Feevere no tenía honor, pero eso no la convertía en alguien desagradecido. //Sesión mastereada por @Psique Tiradas: Llamada de lo profano Participante: @Imperator como Bélenger. Tiradas: Ataque CC espadón, defensa, advertir Duración: 6h, 5h 15 min la primera sesión (interrumpida) y 45 min aprox la segunda
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