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    Una posada en el camino, parada obligatoria de viajeros y comerciantes. Puesto de venta para los cazadores de la región. Hace 4 años... El ambiente del bar era espeso, una espesa humareda flotaba por el aire proveniente de varios hombres, cazadores por sus pintas, que fumaban de unas largas pipas. Un joven robusto de rizos negros tocaba su laúd y cantaba con voz melosa una canción sobre mercaderes y sus viajes. La mesera, una mujer ya en sus cuarentas le acercó las bebidas a los cazadores en la mesa y tras recibir su paga se marchó. -Les digo lo que ví….era una ninfa del bosque-decía el más joven del grupo, que apenas tenía los primeros signos de barba castaña en su mentón. -Sí. Como esa ves que viste una sirena y solo era un múrloc gordo, Lareon, ya deja de mentir-le espetó el enano del grupo, Korven -¡En serio! ¡Lo juro por la Luz y por mi madre! Era una ninfa. -¿Y como era?-preguntó una voz suave. Era Mindy, una mujer que en realidad distaba mucho de ser parecida a una. De cabello corto y mandibula cuadrada, parecía más masculina que el joven Lareon. -Pues…hermosa, claro. Tenía el cabello suelto y negro y….unas lindas piernas, y unas eh…bueno unas caderas finas y una espalda torneada y eh un…frente agradable…y bueno, iba con un vestido blanco algo suelto. Estaba juntando bayas. Y cantaba muy dulcemente. Oh y tenia ojos que parecían violetas… -¿Y no te acercaste a hablarle?-espetó, molesto por los titubeos del adolescente, el ultimo miembro del grupo, Carter, un humano alto y escuálido, de nariz larga. -Bueno, claro…lo habría hecho pero apareció la bruja. -Ya, ya. ¿Volviste a comer de esas lechugas endiablas que crecen en verano por estos bosques? -¡Les digo que no! La bruja apareció allí. La Bruja de la Jungla Sombría. Se hizo el silencio en la mesa. Y luego un sinfín de risas. El pobre muchacho se puso colorado y no volvió a hablar del asunto esa noche Pero un joven se le acercó al cazador adolescente -Disculpa…¿de que color dijiste que eran sus ojos?-pregunto un hombre joven, apoyando las manos sobre la mesa. Verano del Año 18, Festival de la Cosecha. Mansión de Campo de la Casa Faorlen Me dolía la comisura de los labios de tanto reír. El hijo de Lord Dalton era más carismático de lo que me habían dicho. Me tapé la boca al soltar la risita. Él me miraba fijamente con sus lindos ojos ámbar. Tan juguetón. Suspiré y me di algo de aire con mi abanico de plumas, fingiendo estar abochornada ante la tórrida tarde de verano. Me había puesto un vestido de satín y muselina, ligeramente transparente en mis mejores lugares, para resaltar mis atributos. No necesitaba rubor, ya que el calor de la tarde me hacía tener colores en las mejillas. Había oído que Tristán, como se llamaba el muchacho, las prefería naturales, así que opté por no maquillarme. Ah, el muchacho era guapo, con su nariz respingona, sus dientes blancos y su cabello castaño. Ademas era muy alto. No es un Alto elfo, pero está bien. Y le encantan los torneos. Era una buena opción de marido para mi. No sé de que estaba hablando, algo de los viñedos de su padre e incursiones orcas. No sé, no me interesa. Solo finjo asombro y algo de temor ante la mención de los orcos o trols, no recuerdo que eran. Al parecer queda encantado con nuestro encuentro y creo que le gusta mi apariencia; lo veo en el reflejo del agua cuando pasa junto a mi. Aunque soy joven, sé de esto. Prácticamente nací para esto. Y soy la más favorecida de mis hermanas. Mis ojos lilas son lo más exótico de mi. Nuestro paseo por los jardines termina cuando yo lo indico, alegando que debo prepararme para los invitados que llegaran esa noche a nuestra residencia veraniega para el Festival de la Cosecha Estival Con todo el jolgorio que ésta época conlleva, hay música, baile y comida. Aunque no es de tan buena calidad. Una de mis hermanas, Olimpia que es la mayor, me explica que es por culpa de la reciente liberación de orcos que hay tanto problema. Ya decía yo que el vino estaba algo aguado y el ciervo brillaba por su ausencia. Luego aprovecha para sermonearme que debo estar al tanto de los sucesos del reino. Siempre tiene el momento justo para meter un sermón. Debería ser sacerdotisa. Es tan pesada cuando quiere. Me marcho a los jardines para no oírla. El aroma de las rosas me embelesa. Y el porte altivo del joven Señor de la Casa Von Ziegler, tan militar, firme y noble, también me embelesa. Sonríe al verme y me acerco fingiendo timidez, con mis manos detrás de mi espalda. Este es mi juego. Cabaña de la Jocelyn "La Montaraz Anciana" o "La Bruja de la Jungla Sombría" Alrededor del Año 21. El rostro de la anciana, surcado por la edad, apenas era iluminado por las escasas brasas que quedaban, dontando a su rostro del aspecto de una máscara anaranjada, solemne y implacable. Sus ojos grises parecían mirar en el fondo de mi ser. -El bosque es gentil. Te da ciervos para que caces, riachuelos para que bebas, bayas dulces para que te reconforten y sombra para que el sol no te queme. Pero no abuses de su gentileza-echó unas hierbas a las brazas, que chisporrotearon y soltaron un humillo-Porque también es implacable. No acepta debilidad; te dejará perderte, albergará a los lobos que te comerán y se mantendrá indolente cuando tus pies descalzos se congelen y partan en el invierno. Las imágenes que mencionaba se tornaban vívidas en mi mente. Fruncí el ceño y me vi sumida en un sueño ligero. Algún punto entre el año 18 y el 19. Castillo del Atardecer, sobre las Colinas Naranjas del poblado de Astardán -Eres una vergüenza para esta familia. ¡Estoy harto de tu actitud! Padre está furioso. Pero más que furioso, parece decepcionado. -¡No haces mas que generar más y más problemas! ¡¿Es que no entiendes que lo que haces nos afecta a todos?!-me observa fijamente. No puedo mirarle. Busco algo de ayuda en la sala, pero nadie me ayuda. Solo Olimpia me observa, pero no puedo descifrar que significa su mirada. -Mañana partirás a la Abadía de Santa Aurora. Quizás allí aprendas modales y como comportarte acorde a tu edad. -¡Padre esto es inaudito! ¡No voy a permitir que.. -¡Vas a hacer lo que te sea ordenado, Sylvaine! No medio más palabras. Me largo de la sala con un taconazo. No me verá llorar de rabia, no le voy a permitir eso. Me encierro en mi cuarto. Quizás me pasé esta vez. La luz de las lunas es agradable. Un golpe en la puerta me saca de mi ensoñación. -¿Quién es? -Soy Olimpia. ¿Puedo pasar? Dudo unos segundos. No quiero oír sermones ni regaños. Pero finalmente le abro la puerta, disimulando mis lágrimas como puedo. En cuanto cierro la puerta detrás de Olimpia mi hermana me abraza, para mi sorpresa. -Está bien, Sylvie…puedes llorar. Entiendo tu frustración. Me quedo pillada un momento. -Lo bueno de que seas la menor, es que tienes más libertad, hermanita. Al ser la mayor padre ya ha arreglado un matrimonio para mi. -¿En serio? ¿Y con quién? -Lord Armand. Solté un gruñido de molestia. -Es muy mayor para ti. -Y tiene fama de golpear mujeres-añade ella-No le gustará para nada que padre me haya permitido entrenarme con sus caballeros. Pero tu tendrás más suerte. Quizás sí podrás elegir. Y tendrás algo de paz, lejos de este infierno mientras estés en la abadía. -¡Pero no quiero irme con un montón de religiosos! ¡Quiero seguir yendo a fiestas y usar ropa diferente cada día! -Ay, Sylvie. No sabes valorar lo que tienes. Nos quedamos en silencio. Luego, de entre sus ropas, sacó una espada. Brillante, aunque los patrones de hiedras y estrellas estaban algo despintados y viejos; su filo parecía aun tan vibrante y noble como recién forjada. -¿Cómo es que te atreviste a huir con Hadau Seren? ¿Qué te llevó a pensar que algo así saldría bien? -Quería probar si lo de la leyenda era cierto. Ya sabes, si es que arrojándola al Lago Lordamere en una noche de lunas llenas aparecería la Dama Élfica que se casó con el fundador de nuestra casa. -Menudas tonterías. ¿Siempre tienes la cabeza llena de historias? Ya tienes edad para dejar de creer en esas cosas. Además de que metiste en problemas a Nathanael al huir con él. Es un mozo de establos, y un inocente. No metas a los demás en tus problemas. -Solo fue algo tonto que quería hacer. ¿Qué nunca hiciste algo estúp…? No, no creo que hayas hecho algo tonto jamás. -No. Siempre tuve que ser el ejemplo para ustedes-rió suavemente y negó-Pero los amo a todos a pese a todo. Cabaña de la "Bruja de la Espesura" Joceyln.Y su aprendiz, "Sylvie" –Con el ciclo de las estaciones aprendes a mantener la calma. Y a recibir las cosas como vienen. A esforzarte por tu trabajo y a valorar cada caza. La anciana me tomó de las manos. Sus manos viejas y callosas, pero fuertes y de dedos largos. -No te frustres por no haber traído nada hoy. Mañana lo conseguirás. Pero no puedes rendirte, porque cuando te rindes es cuando mueres. Serás recompensada por lo que hagas, no por tu inacción. Ahora…te toca hacer la sopa de rábanos ya que no trajiste nada de carne. Suspiré y me reí un poco. Es el segundo año desde que vivo con la anciana Jocelyn. Me enseña lo que sabe muy despacio, a su ritmo y a su manera. A veces creo que simplemente me enseña de a poco para que no me marche. Para que no la deje sola con los recuerdos de sus hijos que partieron, de la patria que abandonó, o del marido que tiene su tumba junto al huerto de las lechugas. Aunque ella no dice sentirse sola. Nadie que habita los bosques y vive en respeto con las leyes del bosque lo está, según ella. -¿Sabes, Sylvie? Aprecio tu compañía. Me recuerdas a una de mis hijas. Se casó con un mercader y ahora vive en Costasur. Niña malagradecida…-refunfuña. -Yo también aprecio su compañía, abuela-le respondo mientras revuelvo la sopa-No se preocupe, me tendrá aquí por mucho tiempo. Si supiera que no tengo otro lugar a donde ir y que la idea me aterra. Nunca me iré de aquí, abuela. Estamos bien las dos aquí. Aunque estaría bien tener algo más de especias para esta insulsa sopa, mmh. Abadía de Santa Aurora. Nuestra Señora de la Disciplina y la Obediencia. También conocido como "Abadía Santa Aurora para Noblecillas Irreverentes" Principios del Año 20 Mordiqueo una de las galletas rellenas de dulce de fresa, con gesto distraído mientras miro el libro que se supone que debo estudiar. La biblioteca de la abadía está casi vacía, salvo por mi y el hermano Rosencroix. Paso un dedo por el manchón de fresa que dejé en una pagina, lo lamo, y paso a la pagina siguiente. Rosencroix me mira fijamente y me espeta. -¿No se supone que no debas comer en la biblioteca? No respondo -¿Y no se supone que esas galletas son para vender en la feria de Rio Bravo esta semana? Pongo los ojos en blanco -¿Y no era esta la semana en la que comenzabas tu penitencia de silencio, Rosencroix? -¡Cierto! Perdón, perdón… -Ya cállate…-digo aguantando la risa al ver que se pone de todos los colores-De todos modos no importa. Mañana no estaré aquí. -¿¡Que?!-se lleva las manos a la boca -Ssssh…esta noche ya no estaré aquí. Tengo las llaves de la Madre Superiora Chandrelle y voy a usarlas para salir por la puerta del sótano. -Pero no puedes irte. -¿Por qué no? Mira…no es mi lugar. Quiero volver a casa. Estoy…estoy cansada de este vestido gris y de organizar libros. He aprendido bastante pero quiero estar con mi familia. ¡Vendieron todos mis vestidos, con el permiso de mi padre, cuando llegué aquí! De no haberme guardado el broche de la insignia de mi familia, ni eso tendría. De debajo de mi delantal, saqué una preciosa insignia de plata; era una espada preciosa, con vainas que crecían por ésta y se alzaban por encima de su pomo, enganchando una gran estrella entre sus brotes y hojas. -Es bonito-dijo algo taciturno Rosencroix. -Sabes que no pertenezco aquí. -Pero no quiero que te vayas. Eres lo más cercano que tengo a una amiga aquí-el muchacho me miró con sus ojos negros. No pensaba que valía tanto para el- Todo será más aburrido una vez te vayas. -Tendrás que conseguirte otra amiga con la cual robar pasteles a medianoche. -¡Exacto! Voy a extrañarte. -Pues huye conmigo entonces. -¡¿Qué DICES?! -SSSSSSH ¿penitencia de silencio no te dice nada a ti? Ven conmigo. Puedes ser mi sirviente. -¿Sirviente? -Claro. Viniste aquí a servirle a Luz. No hay tanta diferencia. -No lo sé. -Decidete antes de esta tarde ¿vale? Me voy. Y salí rápidamente de la biblioteca tratando de disimular mi nerviosismo. Cabaña de Joceyln. Hogar de Jocelyn y Sylvie. Remanso de paz en un mundo en guerra.Hace 4 años Observo el cielo despejado. En la alta colina donde se encuentra la cabaña de Jocelyn se aprecia el bosque y el valle lejano. Algunas luciérnagas revolotean por el aire y las cigarras se quejan del calor. Aplasto un par de mosquitos contra mis piernas. Que a gusto se está por las noches. Jocelyn esta sentada en su silla mecedora Cuiiiiiic, cuiiiiic hace la silla. Disfruto estas noches. Pensar que antes no podría haber considerado vivir así. Ahora solo tengo calma en mi. -Alguien viene-dice la abuela al aire-Alguien que viene algo cargado por el ruido que hace. -Quizás es un mercader. -No lo creo…por si acaso ten tus armas a mano. Me pongo en pie rápidamente y busco el arco y el carcaj, que dejo detrás de una pila de leña, disimulado. Por si acaso prefiero mostrarme con mi hacha. Por el camino que llega a la cabaña oigo el ruido del traquetear de metal ¿quizás es un soldado?. Estoy calmada, solo espero que no sea alguien de mala intención. -¿Hola? Disculpen estoy buscando a… -¿Rosencroix?-el muchacho, embutido en acero levantó la mano a modo de saludo y luego cayó noqueado porque Jocelyn le arrojó un piedrazo. Camino Real. Lordaeron. Año 20. Tercera Guerra -¿A dónde van con esta lluvia, niños?-nos preguntó el vigía del paso hacia el norte. -Vamos a Stratholme, desde allí a alguna caravana hasta Astardán. -¿Niños…no se enteraron? Todo es un caos en Lordaeron. El rey ha sido asesinado y Stratholme es ruinas ardientes. Deberían huir lo antes posible de aquí. Al sur, quizás…si es que hay un lugar a donde huir de los muertos que asolan este país. No era posible. No. Sentí como me mareaba y por suerte Rosencroix me tomó del brazo para que no caiga. -¡No, iremos a Astardán a buscar a mi familia, ahora! -Syl, oíste al guardia, es un infierno allá. No podemos ir. -Está bien, TÚ quédate, yo iré-dije tomando rumbo por el camino embarrado al norte, donde cada vez me empantaba mas y me sentía mas desdichada con cada paso. -Syl, Syl. ¡SYL DETENTE Y ESCUCHAME!-se puso frente a mi-No puedes ir, vas a morir. -¡No me importa, quiero ver a mi familia! ¡Ellos tienen que estar vivos aun! -No lo sabes-lo ignoré y seguí mi camino bajo la lluvia. Un trueno partió el cielo -Por favor Syl, no sigas. Vámonos al sur y planeemos que hacer ahí. -Déjame en paz, Rosencroix. ¿Tú que sabes de familia? Eres un huérfano que fue entregado a la Abadía cuando recién naciste ¡no sabes lo que es una familia! Rosencroix me miró fijamente -¡Pues bien, haz como quieras!-me gritó y comenzó a irse en la dirección contraria -¡Pierdete, remedo de sacerdote! Comencé a sollozar. Para cuando llegué a un puente ya lloraba a viva voz. Iba tan perdida en mi miseria que no reparé en la crecida del río. O lo resbaloso del puente. Lo único que recuerdo es el caer al río, el frío del agua, un golpe y luego nada. Supongo que me lo merecía. No debí decirle eso a Rosencroix. Y no debí haber tratado mal a Olimpia. O a robare las llaves a la Madre Superiora. O haber huido con la espada Hadau Seren…tantas cosas. Quizás lo mejor era morir ahí y ya. Pero por algún motivo desperté en una cabaña. Tapada con una manta de oso. -¿Despertaste al fin? Que bien. -¿Dónde estoy? -En mi casa. Te rompiste una costilla y creo que no tendrás sed por lo que queda de año con todo el agua que tragaste. Pero estarás bien. No intent… Intenté levantarme y una ola de dolor me arrojó devuelta al catre. -…levantarte. Recuestate, descansa y todo estará bien. No deseaba repetir el dolor que casi me dejo inconsciente, por lo que me recosté y me limpié con cuidado las lágrimas por el dolor. -Ahora ¿Qué harás cuando te recuperes, muchacha? -No lo sé. No creo que haya nada a donde volver. -¿Entonces? ¿Te irás al sur? -No lo sé. -¿Cómo no lo sabes? ¿No tienes un fin en tu vida?¿No tienes un sueño que cumplir? -Tengo sueño, sí…creo que mejor voy a dormir otro poco. Pero durante los días siguientes siempre me preguntaba lo mismo. Jocelyn era sumamente pesada. Al tercer día simplemente le dije. -Supongo que sobrevivir no cuenta como un sueño ¿verdad? -Es un sueño válido. Las ardillas sueñan con conseguir nueces y no ser cazada por una lechuza o un halcón. El halcón con atrapar una ardilla o un animal regordete. Todos sueñan con sobrevivir. Es válido. Y no dijo más. Pasaron las semanas y me sané muy bien bajo sus cuidados. Dándome sus olorosas y pastosas medicinas. Su casa era pequeña, pero limpia. Llena de plantas, olía siempre a tierra mojada. En el centro había un pequeño espacio para el fuego. Tenia un gran ventanal que daba luz y una mesa tosca con tocones de madera como asientos. Cuando pude ponerme en pie comencé a ayudar un poco. Barriendo torpemente, cortándome los dedos al intentar pelar patatas o llenándome de astillas al tratar de cortar leña. Eso o recibiendo dolores de cabeza al intentar enceder fuego. -Eres realmente inútil, niña. Pero te puedo enseñar. -Disculpa pero ¿eso significa que puedo vivir aquí? -No, lo siento. Como ves siempre tengo demasiadas visitas y serías una molestia…-luego soltó una risotada-Claro, niña. Siempre vienen bien un par de manos extras. Mas si son tan suavecitas como las tuyas. Venga. Así comenzaron a pasar los años. Me enseñó todo lo que sabía sobre la vida en los bosques. Rastrear animales, guiarse por el bosque usando el sol y las estrellas, el disparar con un arco y cortar con un hacha. Cada día era una lección nueva. Casi nunca estaba quieta y eso me mantenía distraída. Explorar, cazar, recoger hierbas, procesarlas, ir a venderlas, la huerta, el arreglar la cabaña. Los años pasaron volando. De a poco esa vida se volvió parte de mi. Y adquirí algo que necesitaba. Una guía. Algo que me formara y me volviera mejor persona. Estaba en paz. Rosencroix me buscaba hace mucho. Había partido a con Lady Jaina y vivió en Theramore durante mucho tiempo. Regresó al camino de la Luz y ahora, viajando, oyó que hablaron de mi y me buscó por la región. Fue una alegría verle otra vez. -Debo pedirte perdón por esa noche. Bueno, por esa y por todas las cosas malas que te hice. -Descuida, el perdón es algo que se aprende. La Luz lo enseña. -¿Qué no enseña Compasión, Respeto y Determinación? -Tenacidad, en realidad. Pero creo que el perdón es también importante. -Nunca prestaba atención en las enseñanzas del Padre Eric. -Lo sé. Preferías irte a comer o esconderte en el huerto. Me alegró tener de vuelta a Rosencroix. Era mi amigo después de todo. Y aunque quería que volviese con él a Theramore, preferí quedarme. Estaba a gusto allí y era lo más cercano a un hogar. Prometí escribirle y volvió a su camino. Jocelyn y yo seguimos viviendo nuestras vidas, pero eventualmente la suya se extinguió. No hubo mucho más que hacer que cerrar el lugar y marchar a un destino incierto, con todas las enseñanzas que la abuela me dejó. Estuve un tiempo ayudando a unas fuerzas milicianas en un pequeño pueblo. Defendiéndolos de los bandidos. Como eran meros ladrones de poca monta, bastaba con asustarlos un poco. No me agrada demasiado la idea de matar innecesariamente. Luego, el Ejército Imperial llegó al pueblo y perdí mi fuente de trabajo. Pensé en irme a Theramore pero no quería abandonar el lugar donde nací aún…por lo que seguí al sur. El Ejército Imperial contaba con una división de Exploradores, por lo que creí adecuado volverme parte de sus filas. Oí que Costasur necesitaba ayuda debido a varios problemas de inestabilidad en la región. Además, creo que sí sería capaz de matar un renegado. Por lo que voy en camino hacia allá.
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    Registro de Ciudadanos y Nobles del Imperio de la Humanidad Página 326 del Registro A-82 Sylvaine de la Antigua Casa Faorlen de Lordaeron Hija de Lord Kermond y Lady Serafina (de la Casa,también extinta de los Viridialba) Lema "El gentil filo de la Estrella, que daña a los Crueles y perdona a los Justos" Epígrafe Doncella de 28 años de edad al momento de la escritura de este registro. Nacida un 21 de Diciembre en la localidad perdida de Astardán. Cabello negro.Ojos azules. Estatura media.Soltera. Actualmente sirve en el ejército en la división de exploradores. Sin posibilidad de reclamo alguno. Sin domicilio fijo establecido. Única sobreviviente conocida de su apellido. Fin del registro Apariencia física: Personalidad:
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    Nombre Bourn Raza Gnomo Sexo Hombre Edad 40 Lugar de nacimiento Gnomeregan Ocupación Acólito Inquisidor Descripción fisica Pequeño como cualquier hombre de su raza. Es calvo y tiene un bigote largo bien cuidado. En su rostro facial no tiene ningún tipo de cicatriz, aunque se nota sus ojeras. La nariz la tiene puntiaguda y tiene una sonrisa de par en par con su dentadura media-cuidada. Votos Obediencia y Castidad. Ficha Historia Recorría las calles de Ventormenta, buscando a mi padre. Había pasado años des de que decidí embarcarme en el camino de la Luz Sagrada y meterme en la abadía para aprender sobre esta senda. Me envió cartas de que le iba bien el negocio y que mantenía su casa en píe. Cuando llegué a casa de mi padre, no se abría y había un cartel: “Embargado”. Estuve decepcionado con mi padre por esto. Desde aquello no supe más de mi padre, sabía que le iba mal el negocio y por ello decidió por marcharse a Forjaz con los suyos. Es una pena, quería decirle que ya me había vuelto un iniciado de la senda de la Luz, aunque a él no le agradaba la idea, él quería que fuera un Manitas, o sea véase a ser que sea un Ingeniero pero no quise. ¿Por qué? Esto viene desde hace un par de años, desde que nos mudamos a Ventormenta, yo ayudaba a mi padre en algunas partes de su trabajo, sencillo, destornillar o llevarle las herramientas, poca cosa. Éramos una familia feliz. Pensé, pero no. Mi padre por lo visto había comprado el negocio a base de un préstamo con un burgués enano, como no le estaba yendo bien el negocio pues venia un par de matones a hacer ruido. Poco a poco se decidió embarcarse al juego, queriendo que le fuera bien el negocio. Yo intentaba ayudar pero era imposible, cada vez iba a peor. Si estuviera mi difunta madre, otro camino recorrería mi viejo padre. Mi madre murió en Gnomeregan, cuando los troggs aparecieron y le… En fin, mejor no recordar. Cuando el comercio iba mejor y se estaba poblando el Barrio Enano, es cuando el negocio empezó alzarse en viento en popa y se estabilizo. Entonces es cuando al recorrer la ciudad me encontré a un hombre de toga blanca ayudando a un desgraciado, me quede mirando ¿qué hace este loco? Es lo que pensé. Le van a robar hasta los calzoncillos. Volví a pensar pero no, vi como en sus manos salía una especie de luciérnaga amarilla-blanca que pasaba por la herida de aquel desgraciado. Vi como de repente se curaba. Aluciné en colores ¿cómo es posible eso? ¿Qué magia es esa? ¿De dónde sale este tío? Tantas preguntas que me recorría en la cabeza. ¿Por qué? ¿Ilusionismo? ¿Evocación? ¿Qué rama mágica es esta? Tenía un amigo en Gnomeregan que era mago y me enseño las ramas mágicas que existían pero de esta nunca me hablo. Ni los médicos, ni galenos ni cualesquiera que existieran en la vieja Gnomeregan sanaban la herida tan rápida como esta, ni usaban magia. Me acerqué a él, le estire de la toga y le pregunté ¿Qué magia es la que has usado? Se rió y dijo: “No es ninguna magia, es la Luz Sagrada”. Y se marchó. Volví a casa con la duda. ¿Luz Sagrada? ¿Qué es eso? ¿Tiene que ver con el fuego? Mire a la vela que tenía en casa y no se parecía a nada al color que vi de esa magia. Impresionante, me dejo impresionante. Me fui a dormir con la duda. Al día siguiente, me fui a la Catedral de la Luz, impresionante, vaya edificio más enorme, grande y blanco es como si una especie de Deidad hubiera puesto su mano encima de él. No es que sea un gnomo creyente de deidades, siempre me pareció una chorrada, yo creía en la ciencia y la tecnología. Que gran error, que idiota fui pensando eso. Como iba diciendo me acerque a entrar, había personas rezando y estaba en silencio, yo pregunté a un transeúnte que estaba entrando ¿qué era esto?, me pidió silencio y me dijo en voz baja: “Un lugar de culto a la Luz Sagrada”. Observé por un rato ¿rezar? ¿Qué es eso? Estaba perdido pero me interesaba este tipo de magia. Busqué alguna persona de este culto a que me enseñara sobre esta religión, me interesé mucho, quería respuestas. Al entrar, miré por alrededor buscando alguna persona que me ayudara. Vi un hombre con una toga blanca pero no me atrevía hacer la vergüenza de ir y preguntar. Estuve así por lo menos un par de días, entrando en la Catedral, mirando alrededor y después irme. Notaba una sensación de tranquilidad y paz, muy diferente a Gnomeregan que era mucho ruido y dormías a duras penas, era totalmente diferente, el mundo inverso de la gran ciudad. Siempre me encontraba al umbral de la entrada de la Catedral, observando los que rezaban dentro en cuclillas pero aquella vez me vino un hombre de toga blanca me sonrío y me pregunto si venía a rezar. Ahí es cuando le empecé a hacerle preguntas y sonrío sin darme respuesta, me llevo a un lugar a parte, una habitación dentro de la Catedral y me contesto a las preguntas. Luego quise saber más y me permitió leer un libro sobre él dentro de la Catedral. Entonces cada día iba a leer un poco sobre ese libro mientras al lado se sujetaba una vela. Al acabar el libro, decidí embarcarme por este camino y ayudar en lo que podía, pues la Luz era bondad en cierta manera, así que le dije la noticia mi padre, el cual le pareció una chorrada y una tontería pero como yo quería ir por la Luz, fui a la Catedral a convencer a quien fuera necesario para que me aceptaran entre sus adeptos. Tras una charla con el Obispo, quiso hablar con otras personas de alto cargo. Aunque si los enanos pudieron ser paladines y sacerdotes, yo considero que los gnomos también, después de todo somos una raza inteligente. Tras un par de días sin respuesta, aceptaron. Estaría bajo vigilancia e instruido por los sacerdotes de dentro. Ahí es cuando empecé el camino de la Luz Sagrada, el cual parecía que pocos gnomos habían tomado este camino y eran exclusive por el tema de su afán con la tecnología. Dejar uno para tomar otro. En un par de años o quizá meses ya sería un iniciado y podré dar la buena noticia pero le habían embargado. Ahora es cuando empieza mi verdadera instrucción en uno de los caminos de la Luz Sagrada.
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    Ofrenda al Abanderado Ismael Cruz y al Batallón Aguilas de Fuego Se implementa en el Orfanato del Barrio Bajo un cuadro de un aguila de fuego como ofrenda y recordatorio de los caídos en la batalla de la Colina Roja del Batallón de las Aguilas de Fuego. Además se hace conocer la historia del Abanderado Ismael Cruz y sus proezas en la batalla y su historial heroico a los niños como parte de la historia que se le da en las clases, dando ejemplo de la heroicidad y valentia que debe de seguir muchos de ellos para conseguir lo que se propongan, sus metas y objetivos. Así pues se abre una placa metalica debajo del cuadro como ofrenda al difunto héroe Ismael Cruz. Placa Metalica Abanderado Ismael Cruz El Justo "Si debemos morir, que no sea como cerdos cazados y confinados en un sitio de ignominia, mientras a nuestro alrededor ladran los perros hambrientos y rabiosos, haciendo mofa de nuestro destino maldito. Si debemos morir, ah que muramos con nobleza, de modo que nuestra preciosa sangre no se derrame en vano; ¡entonces hasta los monstruos que desafiamos se verán forzados a honrarnos aunque estemos muertos! ¡Oh mis semejantes! ¡Debemos enfrentar nuestro enemigo común! Aunque superados en número mostrémonos valientes, ¡y contra sus mil golpes demos un golpe mortal! ¿Y qué si ante nosotros está abierta la tumba? Como humanos enfrentaremos a la cobarde manada asesina, apretados contra el muro, agonizando, pero resistiendo al combatir" Muerto en la Batalla de las Colinas Rojas - Verano del Año 30 El fuego purifica al alma corrupta; Tenacidad, héroes. Su nombre no caera en el olvido y menos su historia. Puesto en el Hospicio de la Pureza, en los dos establecimientos del Orfanato.
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    Sesion 1 - 21/10/2017 Gnomograbadora DM-432B transcripción verbal con descripción ambiental. Aeropuerto de Forjaz D:21 M:10 A:30 D.P. ------------------------------------------------------------------------------------- [22:00] * Grupo de tres miembros sale del anexo anteriormente destinado a almacenaje de banderas de señales en dirección suroeste. [A.R]: Bueno, ¿lo tenemos todo?, vayámonos de una vez. * Registrados ronquidos [M.B]: Espera, que culofino se ha dormido * Una llave del 13 sale despedida en trayectoria parabólica impactando en frontal de Finnick [F]: ¿EH? - Extrae objeto punzante lanzando infructuosos estoques al aire - ¡Nos atacan! [A.R]: ¡Calma mosquetero!, somos nosotras, debemos ir a buscar la cantera ¿recuerdas? recoge tu equipo [F]: Oh si claro, pero esta Mascatracas me ha lanzado una llave. [A.R]: Esta bien, resolvamos esto de una vez por todas. Un duelo * Duelo realizado según reglas de Morwin Morulatiesa siendo M.B. la vencedora por tijera corta papel. Se ha procedido a la posterior humillación de F. por pedorretas. [22:30] * Grupo ya adentrado en las montañas de Dun Morogh, a unos 4 Km de la base aerea. [A.R]: Bien, segun he visto la cantera estaba al suroeste de la base, pásame el mapa F. [F]: ¿Que mapa? MB, pasale el mapa a AR. [M.B.]: Pero si lo llevabas tu. [F]: Para nada * Estruendo cuyo análisis espectral indica alud de nieve, cerrando el camino de vuelta. [A.R.]: Genial! No tenemos mapa y ahora no podemos volver a la base - Señala hacia montaña de nieve que, 500m atras, corta el paso de vuelta al grupo. [M.B.]: Tenemos memoria fotográfica, podemos hacer una reconstruccion del mapa, y guiarnos por las estrellas * Dia despejado, estrella de Gilneas bien definida en el firmamento. Grupo hace cálculos trigonométricos en base a la posicion relativa del cuerpo estelar. [22:45] * Calculos perfectamente realizados, grupo se encuentra en glaciar lleno de grietas que ceden al mas mínimo descuido. Se mueven con cautela [F][M.B.] Aaaaaaaah! * F y M.B. han caido en una grieta, A.R. va al rescate, al tirarle la cuerda resbala y cae tambien. Deciden hacer un tunel por debajo del hielo dando como resultado el descubrimiento de lo que parece una cueva-taller abandonada [23:00] * Conversaciones anodinas seguidas de ronquidos. Activando modo de ahorro de energía .... Tiempo: 1h Participantes: Finnick: @C0rt3x Mithay:@OliviaVoldaren Alcayatonia: @Nuvalia (Master) Habilidades usadas (todos los participantes): - Advertir/Notar - Desarrollo de mandíbulas por la risa.
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    Las noticias en Villa del lago vuelan. Pese al aviso dado por el Magistrado, las recientes desapariciones de carromatos de suministros y de aquellas personas que van con ellos, solo hacen incrementar los rumores sobre los movimientos de los orcos más allá de la puerta caída y de que es posible que hayan entrado por el paso de las montañas. Las aldeas de los alrededores tienen miedo, y ha provocado pequeñas migraciones de aldeanos que vivían en los extremos de Crestagrana, lejos de la protección del ejército imperial. El Capitán Rendil, oficial de la 1º exploradores y guardianes de la frontera quiere calmar los asuntos, achacando tales desapariciones a posibles ataques Gnoll. Por el momento, ha pedido refuerzos a Villa del Lago para poder explorar las zonas circundantes y dar con la causa de este problema, dando así como consejo, evitar las zonas fronterizas con las estepas ardientes o zonas más alejadas de Villa del Lago. El magistrado, sin embargo, no se ha querido pronunciar esta vez.
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    Nuevos horizontes Evan estaba motivado, apenas había cumplido su segundo año en Elwynn y ya tenía claros sus objetivos... al menos de momento, tenía las libertades de cualquier otro alumno en la Academia y en su pequeño grupo de estudio solía sobresalir gracias a su natal inteligencia y su exhaustiva búsqueda de conocimiento, cosa que había mermado notablemente el desarrollo de sus relaciones sociales. En efecto, se pasaba más tiempo rodeado por una muralla de libros y escritos que disfrutando del sol, y de la compañía de las personas, eso era algo que lo molestaba en parte. Pero dejándolo de lado, estaba feliz con su nueva vida en la Academia y en el sur, no obstante... no era suficiente. Otros alumnos recibían méritos y condecoraciones. A pesar de su poco tiempo para socializar ha logrado reunir suficientes rumores que podrían matarle de la envidia. Hombres y mujeres que se aventuraban a tierras lejanas en campañas y cruzadas, valientes que se enfrentaban al peligro ya sea en forma de numerosos enemigos o criaturas gigantescas y horrendas, aldeas que con la ayuda de sus nuevos salvadores lograban seguir adelante y eliminar sus amenazas y problemas... él también quería hacer algo, diablos que sí quería. Pero él no era ningún hombre de acción, y mucho menos un luchador... sabía defenderse en caso de ser asaltado por unos bandidos, sí. Conocía una variedad de conjuros que podían sacarle de una situación peliaguda, también. Pero no era suficiente, si de verdad quería lograr algo grande, algo que llegase a los oídos de la gente, él tendría que jugar muy bien sus cartas. Pensó durante días las diversas alternativas... ¿Y por qué concentrarse solo en una cosa...? Podía tomarse su tiempo, aventurarse por el mundo adquiriendo nuevos conocimientos, nuevas metas que seguir, nuevos hallazgos que lograr. Solo necesitaba el tiempo suficiente... y las vivencias necesarias. Empezaría con algo sencillo, en parte... si por sencillo se quiere decir realizar cambios en las estructura más básicas de la alquimia moderna, él hallaría la forma. Pero primero tenía que conocer al dueño de un nombre. Jared Miller.
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    I. Aliados Encontrar a Miller no fue una tarea sencilla al principio, había necesitado estudiar sus patrones y movimientos, conocer los sitios que concurría, los horarios en los que visitaba tales lugares, sus compañías... maldición, hasta el tipo de zumo al que está habituado a pedir en la posada en vez de la habitual cerveza. No imaginaba lo extenuante que podía llegar a ser el investigar la vida de una persona tan sencilla como lo era Jared Miller. Y en parte se sentía culpable por ello. Estaba prácticamente acosando a un miembro de la Mano de Plata solo por que estaba interesado en sus cualidades y lo beneficiosas que podían ser para sus propios avances... pero él sabía que en el fondo estaba obrando bien, y por ello sentía que la simpatía que le otorgaba Jared al hablar con él era sincera, sabía que no era una mala persona, que sus acciones eran puras. Era bastante sencilla su meta hasta el momento. Crear una mezcla curativa con el doble de potencia que las pócimas regenerativas y con menos de la mitad de sus efectos secundarios. Con franqueza, no era una tarea para nada fácil, y menos para alguien como él que recién empezaba a dar sus primeros pasos en el mundo de la alquimia. Pero si no empezaba él ahora mismo, otro podría hacerlo quizás mañana, y robarle el crédito. Para empezar con su trabajo necesitaría de tres elementos clave; ingredientes, guiatura y un lugar de trabajo. Había estado investigando durante días acerca de potenciales lugares donde recolectar los ingredientes necesarios para realizar pócimas comunes de regeneración y podía pedir prestado tras una larga insistencia una sala inutilizada de la academia que utilizaría como lugar de trabajo con materiales prestados... por el momento. Así que seguro de si mismo le contó su plan al Iniciado, quien resultó aceptarlo sin muchas dilaciones. Entonces se pusieron en marcha. Su objetivo era conseguir el ingrediente clave para la completación de la pócima de sanación estándar, polvo de veritas. No era un ingrediente muy convencional y fácil de encontrar, además de que para conseguirlo quizás iban a tener que enfrentarse a varios peligros en el camino... cosa que no se molestó Schreiber en contarle a Jared. ¿Pero acaso importaba? Ya había aceptado y con un luchador capacitado como el a su lado era sumamente imposible fallar, así que lleno de confianza, se presentó con el iniciado a la hora acordada y empezaron a marchar hacia la espesura del bosque... donde tras encontrarse con diversos peligros finalmente lograron su cometido y volvieron a la seguridad de Villadorada con los ingredientes y un nuevo lazo que se forjó en esa expedición. Ahora con un nuevo aliado y tras conseguir el resto de ingredientes, las ambiciones de Schreiber no irían si no en aumento. Se encerró en su improvisada sala de trabajo y volvió a inundarse en libros, sería una larga noche. Participantes/Habilidades usadas: Jared @Kario [Crear luz - Purificar agua - Sanación/Hierbas - Buscar - Maza de dos manos (CC) - Defensa - Reflejos] Evan @Axl [Defensa - Reflejos - Evocación básica - Transmutación básica - Alterar masa - Rumores - Comercio - Sanación/hierbas - Alquimia: Poción de salud] //Duración de 2.45-3 horas aprox
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    Nombre: Rudra Drakkigson Raza: Enano Sexo: Mujer Edad: 90 Altura: 1.25 Peso: 75 Lugar de Nacimiento: Forjas Ocupación: Guerrera - Peletera Historia completa Descripción física: Se le puede describir como una bestia compacta, la mayoría de humanos y enanos que han tenido contacto con ella suelen describirla de distintas formas. Para los primeros, una bestia compacta particularmente fea, para los enanos suele ser una bestia que quizá con una buena barba seria digna de matrimonio. Lo cierto es que Rudra roza el umbral de altura para una mujer de su raza, sus brazos son fuertes y anchos como troncos y su espalda podría partir en dos a un oso. Como buena Drakkigson tiene un físico entrenado desde muy joven. El lado izquierdo de su cuerpo está cubierto por una serie de tatuajes tribales de color azul que van desde el hombro hasta la pierna y su rostro en el lado derecho tiene las mismas marcas. Parece que estas cubren una gran multitud de cicatrices y marcas de peleas antiguas, pero no parece preocuparse en absoluto por ocultarlas si no al contrario, las lleva con orgullo. Su cabello es de un pelirrojo zanahoria que lleva corto y con varias trenzas o bien algunas veces suelto del todo y sus ojos de un color azul intenso, su piel por otro lado es blancuzca, algo tostada. Suele mantener una mirada que asustaría a cualquiera, aunque no así con sus conocidos y familiares. Historia En un pozo oscuro, sin ayuda ni soporte, Rudra se aferraba a las pobres salientes de piedra y tierra con las uñas, empujando con sus jóvenes brazos y tirando con sus piernas. A los lados otros jóvenes como ella lo intentaban, empujaban con fuerza, se golpeaban entre si compitiendo por llegar arriba, incluso pasando sobre otros. Rudra no se inmutaba al respecto, estaba demasiado concentrada en llegar arriba, uno de sus primos le empujó para usarla de impulso y con la furia de tal atrevimiento la enana le tomo de la pierna y lo tiró abajo, impulsándose a si misma hasta que finalmente puso la mano en la saliente. Empujó con fuerza, gruñó, su cuerpo estaba golpeado y sucio, lleno de moretones. Sus uñas estaban rotas, sus manos sangraban. Jadeante en el suelo, observó hacia el vacio de donde había venido y sintió una gran satisfacción, observó hacia el frente y su padre le aferro para ponerla en pie. Había pasado su primera prueba, y había demostrado tener madera para ser una guerrera del clan. La joven enana era la hija de Torick Drakkigson y Elsa de los Barbabronce, el primero un guerrero destacado del clan y la segunda una hábil peletera. Tras la tragedia que puso al clan en una situación de cuasi extinción ambos padres decidieron trabajar por mantener los valores y costumbres del clan. Rudra fue tratada con todas las ceremonias de su edad, la prueba del foso, la unión con los guerreros de clan y las pruebas respectivas. Fue una vida dura, llena de violencia, combates y amor. Sí, amor, porque sus padres la amaban y su clan la apreciaba como todos los de la camada. Ya desde joven se destacaba en el combate, peleaba como cualquier otro pero curiosamente aprendía como pocos, y es que su padre se había empeñado en enseñarle sobre la guerra, sobre el combate y sobre la diplomacia. Por aquel entonces le decía que muchas veces se gana más por la pluma que por la espada, por supuesto que para ella por aquel entonces eso no tenía sentido, la habían entrenado para luchar y matar, para traerle glorias al clan, pasarían muchos años, y muchas cicatrices para que comprendiera el verdadero alcance de esas palabras. Su madre por otro lado le daba el amor tierno que solo una madre podía dar y le enseñaba un oficio para su futuro, y para gloria del clan. La peletería se volvió una artesanía en lo que poco a poco se iba haciendo mejor, su madre sabia como enseñarle y le mostraba las bondades de aprender tales cosas. Durante muchos años vivió como una guerrera del clan, entrenando, vigilando y luchando, pero a medida que pasaba el tiempo veía como el clan parecía estancarse. Se preguntaba si quizá algo estaba yendo mal, quizá… las historias sobre aquella montaña que se había perdido fuera la razón de todo ello. Pasó tiempo meditándolo, pero no tenía la respuesta y no la conseguiría viviendo como los demás, debía hacer algo respecto, ganar experiencia y conocimientos tal como su padre le había enseñado. Un día tomo sus bártulos y se preparó para partir, se despidió de su madre y de su padre, luego de los guerreros del clan, algunos algo molestos pero todos dándole las buenas, obsequios y demás cosas que la ayudaran en su viaje, y partió en la búsqueda de ese algo que faltaba. Quizá… algún día podría regresar con la respuesta o quizá moriría por el camino. El futuro era ciertamente incierto. Los años pasaban, y las experiencias de Rudra se hacían mayores. Durante algún tiempo luchó para el ejercito de algunos thanes contra los trols de hielo, otros años más los paso ayudando a una compañía de mercenarios “blancos” humanos, y otros tantos fue por libre. Al final de estas experiencia habia aprendido sobre ciertas cosas, pero no las cosas que necesitaba. Una noche se encontraba sentada sobre una roca en alas frias montañas de Arathi, casualmente tenia una visiónm espectacular de la ciudad de Stromgarde a la distancia. Veia las luces de las gentes que alli se movian, y la nostalgia la atrapaba. Cubierta por una frondosa capa de piel de lobo, fumaba su pipa ornamentada, regalada por su padre mientras dejaba que la belleza del cielo estrellado hiciera de fondo perfecto con la blancura nevada del sitio y las luces titilantes de la ciudad. Pensó que quiza esa era la cuestión, su hogar, su verdadero hogar. Las raices de su clan llamaban con desespero, necesitaban uno verdadero al que acudir. Pero necesitaban conocimiento, más sofisticacion. Los meros guerreros eran buenos, pero no era suficiente para que el clan tuviera futuro. Obsevro hacia las cientos de carpas de aquella compañia mercenaria, y se dió cuenta del orden que tenia, de la disciplina y el honor que destilaban en su intento por hacerse una fuerza de orden entre tantas compañias de mercenarios sin honor. Una empresa bastante dificil para aquellos humanos. Los humanos nunca lograrian impresionarla con su arquitectura o sus artes marciales, pero sin duda se parecian a los enanos en lo cabezotas. Rudra sonrió. Al siguiente día se despidio de sus compañeros de armas y partió hacia el corazon del imperio. Las cartas que habia enviado le remitieron hacia un primo que se encontraba por esas tierras buscando a otros familiares distantes, quiza él habia dado con lo necesario para recuperar aquella vieja fortaleza o quiza habia muerto. Sea como fuere, era el unico que parecia dispuesto a intentar algo, Bodvar se llamaba. Un nombre curioso teniendo en cuenta de quien era hijo. Pero eso no importaba, si habia ganado renombre o no para ser digno hijo de su padre eso ya se veria. Pronto Rudra le haria una visita.
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    Capítulo 5: Rompedestinos La maza, una bola metálica de acero llena de afilados pinchos, se alzó y descendió sobre la cabeza del último bandido. Era un campamento pequeño, cuatro individuos. Él y otros dos mercenarios habían sido contratados para aquella tarea. La mente se mantenía en blanco mientras mataba y cumplía. No le importaba la tarea mientras le distrajese y no le diese tregua a pensar; no se paraba a pensar y recordar en un combate. No tenía tiempo de arrepentirse de nada, de dejar que su corazón, su alma y sus dolores emergiesen. Tenía ya cuarenta y cuatro inviernos cumplidos. Hacía seis años había discutido con Diana, cansada de que Darius no pudiese mantener la mente en tierra y, con cada vez más frecuencia, la confundiese con su pasado. Habían discutido muchas veces por ello, lo sentía en las discusiones, no pensaba, no recordaba. Nunca confundió a nadie mientras discutía con Diana, nunca dio tiempo a su mente para recordar. Cuando Diana dejó caer, tras muchos años soportando aquella situación, que su esposo debía dejar la casa… No pudo soportarlo. No perder todo de nuevo, no vivir aparte de nuevo, no perder otra familia. En un intento de no pensar en ello, de no pensar en nada, se había separado de su familia por completo. Se había aislado, apartando su mente y centrándose en simplemente derramar sangre para subsistir. Los años habían pasado ahora. Cuando la verdad le golpeó la cara, se dio cuenta de cuan inmaduramente había actuado para alguien de su edad. Su contratista le pagó la recompensa por acabar con los bandidos a él y a los otros mercenarios, pero las pequeñas ruedas metálicas de cobre se sentían más vacías que de costumbres. Recientemente se habían oído rumores de una guerra contra criaturas apocalípticas en el norte, bestias de pesadillas. Su hijo estaba allí. Su hijo estaba en el norte cuando ocurrió. Su hijo… Su hijo no iba a volver. El norte caería, y si Piroleña no había caído aún: lo haría también pronto, estaba seguro. En un solo año, a pensar de haberlos abandonado a ambos… Sentía por primera vez que había perdido a sus hijos. Era un sufrimiento que no podría soportar, no podía, jamás podría. ¿Cuántos errores tiene que cometer una persona para sufrir un dolor semejante? ¿Cuántos errores…? Esa misma noche había desesperado, enloquecido, tranquilizado y vuelto a desesperar. No durmió, no esa noche y no las que seguiría. No tenía tampoco ganas de alzar su arma, no de nuevo, nunca podría ahogar un dolor semejante luchando. Por varios días y varias noches, lo único que se llegaba a oír desde la habitación que estaba pagando en Villa del Lago con el dinero que le quedaba eran los llantos, golpes e interrogaciones de desesperación de un hombre roto cuya determinación por seguir adelante se tambaleaba inestablemente. Para cuando lo peor había pasado, tomó sus cosas y se dirigió a los bosques de Elwynn. Buscó el sitio más alto en las montañas, apartado y silencioso que el reino tuviese para ofrecer. Viviría apartado de todo y todos. No quería personas, no quería compañía. Quería soledad, por primera vez pensar en paz. Dejar las memorias fluir libremente hasta que estas acabasen por destruir o reparar su mente de una vez por todas. Epílogo Ciertamente, no estaba seguro de cuantos años habían pasado. Sus memorias, aislado, habían fluido cada día sin descanso. Sus padres, su maestro herrero, Piroleña, Helene, su hija, Diana y su hijo. Los malos, también: ser apaleado por bandidos, el asesinato de un hombre mientras dormía, el abandono de Helene y su hija, su huida al sur, la guerra, las muertes, la sangre derramada, los gritos de dolor de desesperación, de civiles y soldados, las llamas. Ahora sabía que no podía tratar de ver lo bueno que había tenido su vida sin aceptar lo malo y sus errores, ni tampoco ver lo segundo sin ver las buenas memorias que los acompañaron luego o antes. Sin embargo, había una única cosa que no podía hacer, que jamás podría hacer si permanecía allí aislado de todo y todos en el mundo… Perdonar. Podía ver lo bueno y lo malo, pero sus errores seguían siendo suyos, su culpa y su responsabilidad. No había sido la mejor persona, tampoco la más madura a veces. Su mente se había roto, había sido débil y otros habían pagado el precio de sus malas acciones y decisiones. Por eso, un día se asomó a la armadura de mallas que usó en sus tiempos de mercenario, antes de la muerte de su hijo. Se la colocó una vez más. Tomó su escudo, y alzó la maza. Mientras se encaminaba lejos de la cabaña abandonada donde se había refugiado en su aislamiento no miró atrás. En su lugar, observó el horizonte desde aquella zona elevada entre las montañas. Era su hora de redimirse.
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    Evan Schreiber "En un mundo de oscuridad donde nuestros pasos son dados a ciegas, tu luz será la ambición que de guía hará en el camino.'' Información principal ♦Nombre: Evan Schreiber, de Edron ♦Raza: Humano ♦Sexo: Varón ♦Edad: 30 ♦Altura: 1.77cm ♦Peso: 63kg ♦Lugar de nacimiento: Isla de Edron, Kul'tiras ♦Ocupación: Erudito, practicante de alquimia, 1º de la Academia de Ciencias y Artes arcanas ♦Ficha: ♦Historia completa Descripción física Evan es un sujeto no tan alto, de cabellos color castaño oscuro y arreglados. Una barba bien cuidada decora su rostro y suele llevar un par de gafas a donde sea que vaya. Aunque usualmente se las quita para las reuniones formales, su cuerpo permanece joven a pesar de su edad y eso le ha resultado una ventaja que no supo aprovechar bien. A pesar de no tener una complexión marcada o destacable, posee un físico que con suerte podría tirar a lo atlético, gracias a una buena alimentación y a la falta de excesos. Usualmente suele llevar atuendos simples y no muy extravagantes, no va a andar en los peores trapos, eso es algo obvio. Pero tampoco intentará ser el centro de atención a donde sea que vaya, le agrada la simplicidad tanto como el buen vestir, y por eso no es raro verle vistiendo varios atuendos según la ocasión. Su tono de piel es bronceado sin mucha coloración, y sus ojos son de un color café. Descripción psicológica Inteligente de nacimiento y carismático por experiencia, Evan es un sujeto que disfruta de la compañía de los demás. A pesar de ser una persona muy centrada en sus estudios y practicas él intentará hallar algo de tiempo libre para salir a disfrutar del día, o la noche, de la ciudad, o el bosque. O incluso pasar el tiempo en su hogar. No es una persona pendenciera y evitará el conflicto directo casi en todo momento, optando más por el dialogo que por la violencia. A pesar de ello, sabe diferenciar bien a los hostiles de los amistosos y no recuerda una sola vez en la que haya flanqueado a la hora de usar sus habilidades para defenderse de un ladrón o salir de algún otro aprieto. Es ambicioso en muchos ámbitos, y eso es lo que asegura su avance en casi todo lo que hace, por lo que se espera mucha insistencia de su parte cuando las cosas no puedan salir bien. Caminos descubiertos Nacido bajo el techo de una familia pudiente, Evan era el hijo de un capitán y una comerciante de alfombras en Kul’tiras, poseían una bien trabajada y vistosa fortuna familiar, pero estaban lejos de pertenecer a la nobleza. Ambos trabajos complementaban bien la vida de la pareja, sus dos hermanos y él. Permitiéndoles los estudios juveniles básicos y las estadías en distintas academias del Imperio. Evan era el hijo del medio, su hermano mayor era un contramaestre que se perdió junto con el resto de la tripulación de su barco en un viaje al continente salvaje, y el menor había heredado el cargo en el negocio de alfombras de la familia, convirtiéndose en un maestro de la gestión económica tan solo con 25 años. No haciendo más que aumentar la tesorería familiar. Evan era un erudito, alguien que optó por el camino del saber más allá de las ambiciones cotidianas, sabía que su vida estaba destinada a la mediocridad, al fin y al cabo no tenía caso luchar por el favor de sus padres tras la repentina desaparición de su hijo más privilegiado y el rápido ascenso de su hermano menor en el negocio familiar. No era algo que le molestaba en lo absoluto, amaba a su familia y estaba agradecido por llevar la vida que tenía, sabiendo que en otros rincones más alejados del Imperio había gente que ni siquiera sabía lo que era la lectura de un libro. Durante su adolescencia, solía llevar buenas relaciones con sus hermanos, practicaban deportes, tiro con arco, juego de espadas e incluso se aventuraban en las calles de la ciudad hasta el punto de que se conocían de memoria hasta el callejón más alejado del corazón portuario del Imperio, al crecer no cambio mucho la cosa, pues no hubo mucha rivalidad entre los hermanos y lo más parecido a ello era la sana competencia. No obstante, su hermano mayor era un habilidoso espadachín y sabía acerca de náutica como si hubiese aprendido a hacerlo antes que hablar. Su hermano menor por otra parte era un genio para los números, capaz de realizar cuentas que le tomarían a él unas decenas de segundos en pocos instantes, además de saber relacionarse bien con las personas adecuadas para llevar adelante sus objetivos… ¿Qué le quedaba a él? Era bastante inteligente, sí. Pero jamás podría igualar la habilidad y pericia de sus hermanos. No era consciente de que su destino era llegar mucho más lejos que ellos dos. No pasó mucho tiempo tras la muerte de su hermano, cuando él tenía veinticinco años, para que se diera a conocer su potencial mágico, esto despertó su curiosidad y la de su familia, quienes maravillados por este increíble suceso decidieron enseñarle el secreto familiar que bien había sido guardado a lo largo de los años. Evan desconocía que pertenecía a una línea de sangre con aptitudes para la magia, siendo el primer usuario de las energías arcanas en su familia su tatarabuelo Nimdok Schreiber, y como último su bisabuelo Max Schreiber. Ahora él era el último con la marca de la magia, y su padre respetaba este hecho como si ante sus ojos tuviese al mismísimo Guardián de Tirisfal. La familia sabía que él no iba a alcanzar su máximo potencial en donde se encontraba, quizás ni siquiera sería capaz de controlar sus poderes si se daba el caso, en Kul’tiras poco espacio había para los magos, reservados en pocas academias no lo suficientemente eficaces para cultivar sus conocimientos en la materia, por lo que él sería enviado al Continente Aliado, al corazón del mismísimo Imperio, Ventormenta. Donde aprendería como perfeccionar sus habilidades y llenar de orgullo, otra generación más al apellido Schreiber. Evan no se negó, tampoco habían muchas opciones a elegir, se negaba a tener una vida demasiado acomodada sin esfuerzo alguno en la casa familiar, y con este nuevo talento en sus manos sentía la necesidad de impresionar a su familia como ninguno de sus hermanos lo había hecho, algo había nacido en el profundo interior de su alma. Había nacido la llama de la ambición. Los siguientes días fueron dedicados a los preparativos para el viaje, le habían dado el dinero suficiente para establecerse durante unos cuantos meses, además de lo necesario para poder costear el ingreso a la Academia de las Ciencias y Artes Arcanas de Elwynn. El único lugar aparte de la mística ciudad flotante de Dalaran que atesoraba los conocimientos suficientes para descubrir y mejorar el potencial mágico de Evan. A la semana ya había zarpado y solo incógnitas volaban en su cabeza durante las noches en su camarote. ¿Cómo sería el continente aliado? Ya había leído mucho acerca de el en los libros, batallas colosales y héroes de leyenda nacían en esas tierras del este, además de que fue la cuna de los primeros magos de la humanidad. ¿Qué haría apenas llegar? Eso era complicado, su padre tenía a un viejo amigo al que le avisó del viaje de su hijo, poseía varias propiedades en su poder y no tenia problemas en venderle una a su padre. No iba a recibir una casa solariega como en Kul’tiras y mucho menos iba a tener las comodidades que ahí tenía… pero por algo debía empezar. Más preguntas fueron volando sobre su cabeza y él en ese punto, a altas horas de la madrugada en su acomodado camarote solo podía pensar en sus antepasados… ¿Por qué estuvieron en secreto durante todos estos años? ¿Lograría ser tan bueno como ellos…? El no sabía nada de sus pasados, su padre no se encargó de informarle mucho, pero se veía que el temía y respetaba a los magos lo suficiente como para evitar tomarse este asunto a la ligera. Evan suspiró y cerró el ventanal que daba la vista a la luna blanca como los picos más altos de Alterac. Se acercó a una mullida cama y dejó que el peso de su cuerpo se desplomara sobre ella. Miró al techo durante varios segundos y luego cerró los ojos, dejando de pensar. Pronto llegaría a su destino
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    Eventos asistidos: · Evento maestre: Los perros de guerra · Brujeria Hyaenidae · Lux Vult · Clases de Defensa contra las Artes Hereticas · La Compañía de la Luz del Alba (La Campaña del Norte) · El Juicio · Batallón Aguilas de Fuego: La Batalla de la Colina Roja (Participe en recursos y pasivo) · Iniciando la Campaña de Ocaso (Estableciendo un orden, proporción de tareas y consejos para el cumplimiento de dicha campaña; dirigido por Jared y Eleandris.) · Campaña por las Tierras de la Peste del Este · De barcos, caminos y zigurats Eventos creados: · Misión: Tomo Sacro del Padre Stefen · Misión: Capilla del Casco Antiguo de Villadorada · Misión: Capilla del Jardin Sereno - Purgando el Ocaso (Nigromante) · [Evento|Misión] La Plaga de los Grillos · Reunión Eclesiastica: Mano de Tyr · Evento: Investigación de Zigurats - [Trama] Las visiones del profeta
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