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Arnóvd

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Todo el contenido de Arnóvd

  1. ¡Bienvenido! Seguro que en poco ya tienes a tu personaje y sin duda entrarás y harás grandes roles y te divertirás. ¡Un saludín!
  2. ¡Bienvenido a la Comunidad! Espero que lo pases genial y te aseguro que así será, al venir de servidores oficiales, encontrarás un cambio aquí, pero creo que un buen cambio pues podrás ver otros roles con distintas perspectivas ahora que tienes experiencia de haber roleado en los servidores oficiales. ¡Yo también he roleado en servidores oficiales! Y lo recuerdo con bastante nostalgia la verdad... Ummm ya estoy desvariando de nuevo ¡Pásalo genial @Matojo!
  3. La verdad es que nunca he jugado a Neverwinter, pero ya pasé por su foro y me puse a leer (incluso me registré para ir viendo cosas ) Y la verdad es que tiene buena pinta. Nunca supe nada sobre Neverwinter ni algo así, así que creo que es una buena oportunidad para irme informando. ¡Gran trabajo sin duda! @Rhapsode
  4. Yo empecé hace tiempo después de mucho sin rolear, aunque para mi desgracia he tenido que dejarlo, ahora que he vuelto lo que te puedo decir por lo que vi aquí es que probablemente sea el servidor más serio, respetuoso y divertido de todos. Un saludo y a por todas!!
  5. Justo eso, he vuelto. Me fui casi sin despedirme porque asuntos de VITAL importancia requerían mi atención en mi vida, resumiendo; Obras en casa + Problemas en casa + Denuncia al Decanato de la Universidad + Situación sentimental complicada (ya estable gracias a la Luz). En cualquier caso, me pondré al día con todo y espero estar listo en poco, preguntaré dudas y demás y a por todas de nuevo, que ahora si puedo rolear en paz (aunque mi tiempo en la universidad me limite D: ) Posdata: Perdón por no haberme despedido antes, estaba jodidamente agusto aquí. Posdata2: Soy un pesado y no sé que más poner D:
  6. ¡Bonyour! Para cualquier cosa, aquí estamos. ¿Te apetece una Omelette du fromage mon chéri? ¡Si tienes dudas o cualquier cosa, avisa! Un saludo.
  7. Dáin había estado pensativo durante toda aquella jornada, había estado en los entrenamientos de las tropas auxiliares y aun se debatía internamente si había escogido el camino correcto, aunque le quedaban pocas dudas en la cabeza, no dudó en mirar hacia la derecha cuándo, observó de forma muy clara, el tablón de anuncios que colgaba de uno de los tablones del cuartel de la Guardia Imperial, se detuvo unos instantes, mirando uno de estos, con clara atención y un gesto analítico, lo descolgó y guardó en su cinturón, ya tenía una misión que hacer. Con grandes esfuerzos, hemos conseguido juntar un carromato de armas que le son muy necesarias en la Colina del Centinela. Se necesitan hombres que estén dispuestos a escoltarla hasta la base en Páramos de Poniente, dónde podrán ser repartidas. Atentamente; La Guardia Imperial. Marchó entonces con Aldair, su fiel compañero lobo, que ahora portaba en su cuello un pañuelo de la Guardia Imperial, que cubría parte de su lomo, estaba siendo más adiestrado todavía, para ser un compañero de batalla y que sirviese fielmente a la Guardia Imperial, tanto como el elfo iba a servir. Se encaminó hacia el pueblo, con un claro gesto tranquilo, marcando sus pasos, dónde encontraría a su compañero y amigo Cyrus DrachenBlaut y el recién conocido Law Wyght, el que seria también su compañero en aquella misión. Partieron entonces, hasta el cuartel, para dar con el carromato que llevaría las armas. Este, llevaba un buen alijo encima, pero una vieja mula y un carromato defenestrado eran el transporte. Tras realizar el previo inventario e ir hacia el intendente, para que aportase algo que fuera de ayuda, los compañeros marcharon dirección hacia Páramos de Poniente, dónde, les persiguió la lluvia. Las ruedas del malogrado carromato comenzaban a arrastrar más tierra de lo normal y en los caminos, el barro les llegaba hasta los tobillos. Entonces, el conductor del carro, Guy, ese tipo tan sureño y malhablado, indicó que era mejor parar a descansar por esa noche. Craso error, los compañeros se vieron enfrentados contra otro luchador inesperado, Jimeno, otro sureño malhablado que para colmo, era un Defias, como el anterior. Lucharon en clara desventaja, pero atajaron al segundo con férreos movimientos, mientras que el primero, se había rendido y estaba siendo maniatado. Law y Cyrus, estaban heridos, mientras que Dáin permanecía sin algún rasguño. Era momento de montar el campamento improvisado y ver que el carromato estaba en condiciones como para seguir el camino. El elfo, provisionó de algunas trampas el camino hacia la tienda y Aldair, su lobo, se mantuvo expectante toda la noche en busca de enemigos que pudieran acechar. Aquella noche dormirían por turnos, en la siguiente jornada podrían ocurrir sucesos inesperados. //Off Rol: Iniciamos la misión teniendo en cuenta las consecuencias e instrucciones que el GM Errante, nos ha comunicado. Para ello, comenzamos de forma inesperada y posteo yo hoy esta primera parte del evento en cuestión. Hoy con suerte la terminaremos, con un horario nocturno, sobre las 23:00 hora española o algo así comenzaremos a darle al final de este rol, que es el primero que masteo en el servidor. Por ello, sin prisas, acabaremos hoy con el evento. !Gracias por participar ayer y espero que acabemos hoy!
  8. Lo mismo, no veo mis armas ni las de los demás roleros. Un saludo.
  9. Gran idea Abrahel, voy a copiarla con tu permiso. ¡Un saludo!
  10. Una carta lacrada, con un papel simple aunque con una escritura con un ductus bastante firme y seguro, llega a los cuarteles de la Guardia Imperial, el papel no está emborronado y parece que está en buen estado, con disciplina en sus formas, aunque recalcando su origen humilde y simple. Reciban cordiales saludos, Yo, Dáin Ysheltal, me encomiendo como residente en los cálidos pero también ventosos bosques de Elwynn, sirviendo siempre a su pueblo de forma voluntaria y habiendo sido recibido con los brazos abiertos por su pueblo, cuándo el mío se vio asolado por la oscuridad, envío esta presente carta con ningún afán de ruego ni conmutación, sino pidiendo, de forma clara y concisa, la oportunidad de poder pertenecer, aunque sea de forma auxiliar, a la Guardia Imperial. Mis habilidades son certeras, aunque si es necesario, las demostraré llegado el momento; fui entrenado como arquero en mi tierra natal, por lo general, mantengo una estrecha relación con los conocimientos de la fauna, así como la supervivencia, el rastreo y la herboristería, para la supervivencia en los bosques y en los territorios más difíciles de supervivencia. Por ello, escribo esta carta, que quede constancia, como único testigo de su redacción, que yo, Dáin Ysheltal y sin ningún motivo más, he escrito, por duplicado de nuevo, para mostrar mi apego hacia los territorios del Imperio, al que serviré fiel, para mantener a sus ciudadanos, sus fronteras y sus bosques, en la armonía que deba ser necesaria, bajo las estrictas y justas órdenes de mis superiores. No hay mayor honor para alguien, cumplir con su deber, y sobre todo para mí, cuidar del bosque que ha dado la vida y da cobijo, a tantos ciudadanos del Imperio. Así pues, firmo con mi propia mano, la misma que dispara mi arco, atentamente; Dáin Ysheltal. .
  11. Arnóvd

    Arél Grashiel.

    Atributos6 Físico8 Destreza6 Inteligencia6 PercepciónValores de combate24 Puntos de vida18 Mana8 Iniciativa10 Ataque a Distancia (Arma Rango)9 Ataque CC Sutil (Arma Sutil)8 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo Destreza 2 Arma Rango (arco largo) 1 Arma Sutil (espadas ligeras) 1 Cabalgar 1 Escalar 1 Nadar 1 Trampas/Cerraduras Inteligencia 1 Fauna 1 Leyes 2 Supervivencia/Cazar 1 Tradición/Historia Percepción 1 Advertir/Notar 1 Buscar 1 Etiqueta 2 Rastrear 2 Reflejos Escuelas/Especializaciones
  12. Arnóvd

    Arél Grashiel.

    Arél Grashiel. Raza: Sin'dorei. Sexo: Hombre. Edad: 130 años. Lugar de Nacimiento: Ciudad de Lunargenta-Quel'Thalas. Ocupación: Militar. Historia completa Descripción física: Descripción psíquica: Historia La Justicia, el Honor, la Lealtad y el Sacrificio, todo eso por tu gente, te convierte en una persona mejor que cualquier otra, te convierte en un verdadero luchador, en alguien que es capaz de ver más allá, en alguien que es capaz de sacrificarse por su pueblo. Caminaba sin rumbo, por las calles antaño luminosas y llenas de vida, mientras que sus botas, levantaban ligeros gramos de polvo a su paso, sus labios fruncidos, desgastados y sus mejillas ensangrentadas, le hacían tener un aspecto vacío, cansado, a punto de desfallecer, cayó hacia una de las paredes semiderruidas de los callejones, todo estaba cubierto de sangre y polvo, de destrucción. Sus botas, que estaban gastadas en su punta, mostrando un color grisáceo, más que el marrón anterior, casi parecieron caer al suelo, al flexionar sus rodillas. Sus ojos, que no tenían el mismo brillo, fruto de la incansable batalla, miraron al cielo y se preguntó: Por qué. Exhaló con fuerza, tratando de recomponerse, era fuerte, pero también tenía un límite, apoyó ambas manos en las empedradas y polvorientas aceras, viendo la sangre seca, coagulada y marrón que había impregnada en el suelo, apestaba. Se arrastró como buenamente pudo, tratando de mantener el poco porte que tenía en esos momentos, casi tratando que los que le vieran, tuvieran una imagen disciplinada y férrea de él, tratando de transmitir que no tenía miedo, incertidumbre, tristeza o dolor, cuándo era todo lo contrario, estaba podrido por dentro de esos sentimientos, sentía todos y cada uno de ellos, estaba totalmente destruido, al igual que las paredes rotas, las calles llenas de sombras distantes y la gente, que deambulaba como podía, su cuerpo era un estigma más de lo que allí acababa de ocurrir. Ese ataque quebró a su pueblo, pero él tuvo que reponerse, con la pérdida, llegó a volcarse totalmente a sus deberes y obligaciones, más que nunca, estaba totalmente solo. Paseaba por las calles, de la ahora más luminosa Lunargenta, parecía mentira que hacía tiempo, estuviese tan oscura y carente de vida, cuándo actualmente, pareciese que nada habría pasado y todo fuera un mal recuerdo. Marcó determinantes sus pasos con sus botas, negras y relucientes, quizá de un color negro, para marcar el luto que aún vivía, o también para marcar el luto que tenía por todos los que habían muerto hacía años, su cabello se ondeaba a cada paso, con un gesto severo y marcial, curiosa ironía, su cabello era rojo como la sangre derramada. Ladeó su mirada, furtiva hacia uno de los bancos que se encontraban en la plaza, allí, dos jóvenes se miraban a los ojos, como si no hubiese nada más en el mundo que ese instante, sus puños se cerraron, con marcado celo e incluso su nariz se arrugó, tratando de aparentar normalidad, siguió avanzando, perdiéndose entre las calles más luminosas de la Ciudad, dónde había sido la residencia de su noble familia durante tantos años, ahora estaba reconstruida, pero sólo eso, una casa reconstruida, con algunos muebles, pero vacía en gran parte. Le abrieron la puerta, estaba sólo como siempre, ni si quiera sus sirvientes le reconfortaban pues era un vago recuerdo, ya no estaban allí., aunque siempre mantuvo un trato cercano, aunque muy disciplinario con ellos, estos nunca pudieron decir que sus señores les hubiesen tratado mal, pues aunque eran sirvientes, se les trataba como iguales, dentro de la propia casa, siendo ayudantes de la familia, más que siervos al uso. La casa estaba parcialmente decorada aun, con tonos rojizos y dorados, un gran cuadro familiar, con bordes negros y rojos, parecía estar de luto, en este se veía, el rostro de dos elfos, maduros, una mujer y un hombre, probablemente los padres de Arél. Llevó una mirada hacia el cuadro, tratando de no fruncir el ceño más de lo necesario, mientras se retiraba progresivamente los guanteletes ligeros y el atuendo, dejándolos en el expositor, musitó un “gracias”, para sí mismo, avanzando luego hacia el piso superior, hacia su habitación. Cuándo abrió la puerta de la estancia, todo se le vino encima, como siempre, cerró sus ojos y se dejó caer de espaldas hacia la cama, cuando los abrió, observó al fondo la estantería de libros y el armario, como así también un pelele adornado, que sostenía su armadura de diario y su ropa más cómoda. Todo se le hacía grande, aunque no iba a desfallecer, tenía obligaciones que cumplir y por supuesto, las palabras sobraban para él, ahora era la cabeza de la familia y más que la cabeza de la familia, tenía obligaciones que atender como militar. Era curioso, siempre había tenido fe en su pueblo, tratando de implicarla a todo el mundo, recordaba entonces las lecciones con sus superiores familiare, una familia férrea y llena de convicción, por ello, ahora en este momento de necesidad, recordaba cada día las lecciones que la vida le estaba dando. La difícil relación con su pueblo hacia el futuro, le hacían mantenerse más férreo, en lugar de desfallecer, además, las obligaciones que tenía que atender, eran claras. Tenía un fuerte peso sobre sus espaldas, había decidido prestar su voluntad y su cuerpo, decidirse a ayudar al Reino en lo necesario, había decidido entrar como recluta a los Errantes, ya no cuidaría de los bosques como pasatiempo, como independiente, en un futuro, lo haría como Errante, de sus territorios, sabía lo que era la vida más difícil, sabía los peligros que habían ahí afuera, pero en su casa, era como si todo se le viniese encima, irremediablemente, su cabeza daba vueltas, tirado en aquella cama, como si un dolor de cabeza, se posara en su sien, se levantó de esta, mirando de nuevo hacia la puerta, dónde bajaría las escaleras, para ir hacia el salón, pidió por favor un remedio para la cabeza, como si lo necesitara, su vista se volvió borrosa, por el cansancio y la presión. Entonces recordó que un futuro, un Errante no iba a pasar por ello. En el proceso, recordó como había sido su vida antes, quizá demasiado disciplinada, pero también había hueco para el entretenimiento, entonces qué estaba haciendo con su vida ahora, rodeándose de sombras, de recuerdos, notó claramente una epifanía, salir de su cabeza, como si todo lo demás no importase, notó que lo importante ahora, era vivir por y para su gente, que tanta tristeza, dolor y quejas no era el camino. Sabía que su pueblo le necesitaba, que los bosques debían seguir siendo como antaño, incluso más luminosos, más puros, más enérgicos que antes, sabía que su misión estaba clara, lo daría todo por el pueblo. La noche cayó, ya había cumplido con su servicio, llegó a su casa y preparó su arco, como cada noche, el cual colgó en la estantería, así como las espadas, que estaban en perfectísimo estado, su cabeza yacía más templada que de costumbre, así que avanzó hacia afuera de la casa, la noche había caído. Caminó por las calles, hacia una de las tabernas de la Ciudad, una taberna quizá tranquila, dónde tomar un buen vino que no fuera de cosecha propia, dejó caer su espalda en la silla, mirando a la posadera. Extendió su mano, aferrando la copa de vino con calma, dando un trago, tras girarlo para ver su cuerpo, asintió con aprobación y caminó hacia uno de los divanes, tomando asiento con calma. Tratando de disfrutar de ese vino lo máximo que pudo, no tardó en darse cuenta, que una mujer, de un buen porte y buenas facciones, se le acercó, habló con ella toda la noche, tratando de parecer lo más cercano que pudo, aunque claramente, se mostraba disciplinado como siempre, no sabía cómo, pero aquella mujer de rubios cabellos, le estaba haciendo levantar el interés, habló toda la noche con ella, embriagado por el vino, por la poesía, por la música y sobre todo, por la compañía que ya no tenía. Marchó muy tarde de la taberna, dispuesto a dormir unas pocas horas antes de comenzar el nuevo día. A la mañana siguiente, antes de que saliese el sol, ya no estaba en el lecho, volvía a estar en su casa, colocándose el atuendo de diario, tras darse un buen baño, casi pareciese que había sumergido la cabeza dentro, pues quería borrar aquel recuerdo, le gustaba el entretenimiento, pero estaba completamente perdido en cuánto a lo que había hecho. ¿Es que tanto cariño necesitaba? Quizá es que solo quería sentirse querido por un momento, o quizá es que realmente en su vida no fueran todo sombras, cicatrices, dolor, sino que había algo más. Quería quizá, mostrarse más cercano, ser uno más, pero sabía que su vida actualmente no se lo permitía, salió de la bañera, con la mirada perdida. Nada más ajustarse el atuendo, miró su arco, este, que tenía una manufactura claramente thalassiana, tenía detalles en rojo, dorado y negro, sonrió de forma tenue, haciendo un recuento de flechas, antes de salir de nuevo en dirección hacia el cuartel, dónde tendría inicio la rutina diaria, había serenado su mente, así como también, había templado su espíritu por aquel día. No podría permitirse un fallo más, su camino estaba claro, él tenía que seguir siendo un ejemplo. Era alguien que tenía que servir al Reino y lo haría siempre, no por la reputación de su noble familia, sino por la reputación de Quel’Thalas y su gente, no se volvería a quedar de brazos cruzados, había dado el primer paso, ahora trataría de mantener su camino, los grandes, habían empezado siendo reclutas alguna vez.
  13. ¡Oh dios su avatar es Jak de Jak and Daxteeeeer!!!!!! Bienvenido Sanchez, espero que tu estancia aqui sea genial, si tienes dudas, estamos para responderlas, no dudes en mirar las guías del sistema, las normativas y llegado el caso, deleitate con el rol que se lleva aquí, que es muy bueno. ¡Espero que nos veamos pronto ingame!
  14. Buscaré tu tumba, maestro Wei Yu, aunque creo que eso ya lo hizo el Maestro Ezio Auditore en Florencia. ¡Jajajaja! Bienvenido tio, cualquier duda, ya sabes.
  15. ¡Quel'dorei! Es escuchar la palabra y se me ponen los pelos como escarpias @Rupphire ¡A pasarlo bien y nos vemos dentro, cualquier duda no dudes en avisar!
  16. Arnóvd

    Dáin Ysheltal

    II. Una mala pesadilla. Había estado lloviendo durante toda la noche, refugiado en un claro del bosque, improvisadamente, había tendido una manta encima de una de las rocas, dónde Aldair podría dormir, acurrucado contra él como cada noche. Lo único que le calmaba era la respiración del cánido, que dormía plácidamente aunque, siempre con una oreja levantada, por si pudiese pasar algo. Dáin sentía que podría dormir tranquilo una noche más, sabiendo que su amigo y compañero estaba con él, con el único ser con el que se sentía totalmente vulnerable y los recuerdos pesaban en su mente. Parecía como si aquel lobo, fuera su confidente, al que le contaba todo, había una relación de amistad entre ellos y aunque Aldair no respondía y no comprendía del todo a Dáin, el animal mostraba mucho más cariño y apego que muchas personas habían mostrado por Dáin. Escuchando la lluvia y bajo la atenta mirada de la luna, ambos durmieron aquella noche en paz. El día amaneció, completamente soleado para la sorpresa de ambos y Aldair, animado, comenzó a correr por el bosque, sin alejarse de Dáin por motivos de seguridad, el can se sentía libre, aunque apegado a su compañero. Dáin preparó todo el instrumental para la caza, algunas trampas simples para cazar algún roedor pequeño, que colocaría en las madrigueras que encontrase por el camino, con un buen cebo, algunas semillas o plantas silvestres. Mientras que, por otro lado, él analizó su arco y flechas, asintió de forma aprobadora, entonces fue cuándo la caza dio comienzo. Corría por el bosque, saltando entre las rocas y bajando las escarpadas laderas, flexionó sus rodillas y se agazapó contra uno de los arbustos que daba contra un árbol, ahí, pudo observar entrecerrando su mirada y afilando esta, un pequeño ciervo que comía plácidamente, pareciese que la luz del sol le iluminase incluso. Musitó por lo bajo las instrucciones, Aldair estaba a su lado, agazapado y mostrando los colmillos ya, giró su cabeza y señaló hacia otros arbustos, el lobo permaneció quieto, corrió luego hacia los arbustos y el ciervo levantó la cabeza. En cuánto lo hizo, Dáin disparó la flecha con punta, burdamente afilada, que impactó en su cadera izquierda, este, tratando de huir, corrió hacia las profundidades del bosque, pero era tarde. Aldair, que fiel a su compañero había entendido las instrucciones, se lanzó contra el ciervo, mordiendo su cuello de un salto, gruñendo y aullando a partes iguales, la sangre manchó sus colmillos y su blanco pelaje de las fauces. Dáin corrió hacia él y con una caricia en su cabeza, el lobo dejó de hacer fuerza, descolgó de su cinturón un pequeño cuchillo de mano y acabó con la vida del ciervo, para que dejase de sufrir, casi en un acto compasivo y necesario a partes iguales, la sangre manchó sus guantes de cuero, este frunció el ceño y se contrajo para sí mismo, aunque los pensamientos comenzaron a arribar su mente. Con unas cuerdas, amarró las patas del cérvido y lo llevó en brazos hacia el refugio, que estaba lindando con el riachuelo, para abastecerse de agua siempre que fuese necesario. Llevó de nuevo la mirada hacia los guantes ensangrentados, sin poderlo evitar, corrió hacia el río y comenzó a lavarlos, incluso los retiró de sus manos cuarteadas por el trabajo, metió las manos que estaban limpias en el agua, pero él no veía limpieza, veía sangre en sus manos, una y otra vez, las frotó en el agua, las lágrimas salieron de sus ojos conforme no podía dejar de pensar en el pasado, cuando sintió que todo había pasado, de rodillas, tomó aire y exhaló fuerte luego, mirando a Aldair de reojo. Una mala pesadilla, sólo eso.
  17. Arnóvd

    Dáin Ysheltal

    I. Índice. Eventos participados: Eventos creados: Progresos: Entrada a la Guardia Imperial como Recluta de las tropas Auxiliares junto a su compañero Aldair y su reciente amigo Cyrus. Crónicas: II. Una mala pesadilla. -Añadida imagen del personaje al perfil principal. -Cambios a nivel estético realizados.
  18. El lince, de cualquier tipo, es mi animal favorito, así que esta imagen me gustó mucho, tal cual. Representa la tranquilidad pero también el difícil invierno, agazapado el lince cerca de su refugio, quizá pensando en qué cazar o en qué beber, cuándo todo está helado. Permanece frío, como las hojas ya heladas, o los impasibles témpanos que le rodean.
  19. ¡Bienvenido al servidor Raspudin! Si necesitas ayuda, no dudes en preguntar, aquí hay un gran ambiente cercano entre jugadores y GM, además los jugadores estarán dispuestos a ayudarte en lo que necesites, sé de lo que hablo, pues apenas llevo dos días aquí y ya hablo teniendo en cuenta la situación que he vivido y he necesitado ayuda y ellos me la han brindado. ¡Un saludo!
  20. ¡Bienvenido! Yo también soy Newbie ¡A pasarlo bien y a rolear!
  21. Arnóvd

    Dáin Ysheltal

    Nombre: Dáin. Atributos 6 Físico 8 Destreza 6 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 18 Mana 8 Iniciativa 10 Ataque a Distancia (Arco Largo) 9 Ataque CC Sutil (Espadas Cortas) 8 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo Destreza 2 Arma Rango (Arco Largo) 1 Arma Sutil (Espadas cortas) 1 Cabalgar 1 Escalar 1 Nadar 1 Sigilo 2 Trampas/Cerraduras Inteligencia 2 Fauna 1 Sanación/Hierbas 2 Supervivencia/Cazar 1 Tradición/Historia Percepción 1 Música (Ocarina) 2 Reflejos Escuelas/Especializaciones
  22. Arnóvd

    Dáin Ysheltal

    Dáin Ysheltal Raza: Quel'dorei Sexo: Hombre Edad: 80 años. Lugar de Nacimiento: Aldea Brisa Pura-Quel'Thalas. Ocupación: Cazador Errante. Orientación sexual: Heterosexual. Compañero: Aldair. -Lobo- Historia completa Descripción física: Descripción psíquica: Historia "Ten el carcaj bien provisto, el arco en buen estado y la vista sana, nunca sabes qué peligros pueden acecharte al poner un pie en un medio tan afable y tan agresivo como es un bosque" "Arco en la zurda, lo levantas, tensas la cuerda, cierras un ojo, cuentas tres segundos, sueltas el aire y disparas. Luego llevas tu mano de nuevo al carcaj, palpas con la yema de tus dedos la punta trasera de otra flecha y haces lo mismo, como si fuera una parte de ti." Dáin trataba de mentalizarse, estaba metido entre unos matorrales en pleno bosque de Quel’Thalas, aquel bosque que parecía no envejecer nunca, que permanecía siempre soleado, que estaba siempre vivo, vibrante, enérgico, aquel bosque era el mayor de los regalos que la creación podría haberle dado a alguien como él, aunque aún era joven y requería de la ayuda de su padre, Dáin sabía moverse por los bosques, medianamente bien y sin necesitar mucha ayuda más que los severos consejos de su progenitor. Entrecerró la vista para maximizar aquello que podría ver a lo lejos, un objetivo en una diana, perfectamente colocado, la linde en el claro era completamente esquiva, con árboles y arbustos, pero él ya había visto un punto que podría aprovechar para disparar y acertar en la diana, allí estaba su objetivo, un objetivo personal que ya era parte de él, desde joven había dedicado su vida a la arquería y a los bosques y como si fuera un estilo de vida, su padre se encargó bien que su hijo siguiera sus pasos y que no errara nunca en un disparo, era un entrenamiento severo pero que era parte de su vida diaria. -Lo he practicado- Se repitió en la cabeza, una y otra vez, no tardó en palpar la punta trasera de la flecha, que tenía unas plumas de ave para efectuar de contrapeso, un contrapeso creado por él y que le facilitaba aún más la labor, si es que había algo fácil en aquella tarea. Tomó una bocanada de aire en segundos, tensando la cuerda, que resonó al tacto de la grasa animal con la madera de su porte, de su tallo. Soltó el aire conforme aclaró su vista y disparó, la flecha recorrió perfectamente la trayectoria, pero lejos de dar en el centro de la diana, acabó acertando en uno de los puntos inferiores, había alcanzado el objetivo, pero no una muerte certera y rápida. Un elfo de una estatura bastante considerable, con un porte similar al de Dáin, con cabellos azabache, bajó del árbol que estaba justo a la derecha de los matojos dónde Dáin estaba agazapado, su severa y veterana mirada, calaron en Dáin como si fuese más que un padre, un superior, o peor aún, un militar que iba a reprender a su soldado. Estiró su mano hacia la zurda de Dáin, que sostenía el arco y la colocó de una nueva forma, carraspeó, aclarándose la severa y marcial voz, antes de musitar palabra alguna. -Tu mano estaba muy alzada, tu pie derecho estaba muy atrasado. Un error de novato que no voy a aceptarte- Frunció el ceño, mirando a Dáin y casi, pareció fulminarle con la mirada. Lo cierto es que era más exigente de lo que cabría esperar de cualquier instructor, más cuándo se trataba de su hijo. -Daín no pudo hablar, no articuló palabra alguna y bajó la cabeza, con cierta decepción y vergüenza, había errado con fallos de novato, de principiante, eso era inaceptable hasta para él, su orgullo no le permitía aquel disparo, que aunque había acertado en el objetivo, no había conseguido alzarse como un disparo certero- -Aunque… -Keleth, su padre, sonrió de forma imperceptible, rebajando su tono- La trayectoria era buena y si pules esos fallos, estoy seguro que acertarás siempre dónde te lo propongas. –pareció que sus facciones se relajaron, pero su porte no cambió- -Dáin sonrió ligeramente, guardó silencio hasta que meditó unas palabras claras y alejadas de cualquier tipo de nerviosismo- Sí, mi intención era seguir sus instrucciones, padre. Trabaron algunas palabras más antes de marchar de aquel lugar, de la linde del bosque, algo separada de la Aldea en la que vivían, la Aldea Brisa Pura. Tardaron poco más de media hora en llegar, a la casa humilde, aunque espaciosa y bien cuidada de la que disponían, no había muchos lujos, pues Keleth había dedicado toda su vida al bosque y su esposa, a ser ama de casa, pues quedó embarazada joven y tuvo una niña de la que cuidar, en cuánto a Dáin, parecía cuidar siempre de su madre y de su hermana, no obstante, su madre era una persona calma, serena y que parecía siempre qué palabras utilizar, no era una persona inculta, ni mucho menos, le gustaba cultivarse con todo tipo de lecturas y poco tardó en expresar su amor a la música hacia sus hijos. Fueron buenos días en Quel’Thalas, la hermana de Dáin, Elindere, se hacía mayor a cada año y siempre retenía las miradas de todos, sobre todo la de Dáin, que trataba siempre de forma protectora y casi, como un macho alfa a sus crías, como si fuera su propia hija más que su hermana, siempre teniendo recelos a todos los que se le acercaban, al fin y al cabo, durante muchos años, fue su única compañera y amiga de juegos, la única mujer en la que había confiado, era ella. Parecía un espejismo, Dáin jamás encontró a su otra mitad, jamás encontró una mujer que le acompañase y aunque oportunidades no le fallaron, jamás encontró un motivo para atarse de por vida a alguien, para ser el compañero de vida de otra persona, quizá porque era muy meticuloso, o quizá porque “era muy suyo”, jamás encontró una razón para atar su vida ni tampoco para compartir su vida con alguien, o quizá simplemente, es porque aún no estaba preparado. Vio cómo su Reino cayó, perdiendo en el proceso a su familia al completo, sin casi poder hacer nada, tuvo que huir a Ventormenta como muchos de su gente, se encontraba totalmente vulnerable, así que estableció su vida a la caza errante, lo único que se le daba bien era cazar, la música, el rastreo, así que no tardó en vender sus servicios como mercenario a cargo de una compañía de rastreadores y cazadores. Estuvo largo tiempo en ella, hasta que vio cómo su vida daba un rumbo completamente distinto, por primera vez, se sintió acompañado. Estaba en una misión cualquiera, en pleno bosque de Elwynn, allí pudo ver como una manada de lobos, atacaba a un cachorro, muy joven de lobo, este estaba herido y le faltaba un ojo, que estaba infectado por algunas bacterias que habría tenido la mala suerte de coger de algún parásito o carne en mal estado que habría rapiñado. El cachorro era de un tono blanco, como su cabello y casi parecía que habían sido hermanos, pues a pesar de ser lobo y elfo, su cabello era exactamente el mismo, salvando las distancias entre el cánido y el elfo, claro. Había tres lobos rodeando al cachorro, claramente iba a ser la cena para esa noche, llevó una mano al arco y lo descolgó, la zurda. “Arco en la zurda, lo levantas, tensas la cuerda, cierras un ojo, cuentas tres segundos, sueltas el aire y disparas. Luego llevas tu mano de nuevo al carcaj, palpas con la yema de tus dedos la punta trasera de otra flecha y haces lo mismo, como si fuera una parte de ti.” Las palabras de su padre resonaron en su cabeza, viendo al pobre cachorro siendo asediado por tres bestias impasibles, que tenían deseos llenos de necesidad, pero también de bestialidad, como su nombre indicaba, no eran lobos por nada. Un chirrido de dolor salió de las fauces del cachorro, que trató de correr, sin éxito. No lo soportó, quizá porque se vio a sí mismo siendo atacado por la Plaga, o quizá como acto de compasión, Dáin disparó tres flechas sucesivas, haciendo huir a dos lobos, el tercero cayó en el acto, siendo atravesado en el cuello por una de las saetas. El cachorro temblequeó, viendo a Dáin y las flechas y temiéndose lo peor, huyó al bosque de nuevo, magullado y hambriento, quizá a algún riachuelo en el que poder lamer sus heridas y abastecerse. -Gracias. –murmuró para sí Dáin, con cierta ironía, pero en el fondo, se encontraba satisfecho- Pasó toda la tarde en un claro del bosque de Elwynn, sobre una de las rocas que lindaba en uno de los riachuelos, ahí, podía concentrarse para perfilar al completo sus flechas, su punta, sus protectores y engrasar la cuerda de ligamento animal del arco, que tenía una madera claramente impoluta, el arco era parte de su alma. Escuchó un chirrido nuevamente, girando su cabeza hacia atrás. El cachorro estaba junto a las pisadas embarradas de Daín, agachando la cabeza y agazapado, claramente tenía miedo. Dáin conocía bien la mentalidad de los animales, no iba a acercarse, retiró de su bolsa un poco de carne, de algún cérvido menor, en un paquete que hacía que la carne se conservase y lanzó el trozo de cecina hacia atrás. El cachorro tardó poco en abalanzarse sobre el trozo de carne, comiéndolo como el gran manjar que era, como si fuera su última comida. Su ojo izquierdo estaba completamente infectado, el cachorro no duraría mucho sin cuidados. Pero comenzaba a llover de nuevo, los truenos resonaron y el cachorro se agazapó contra las rocas, quizá buscando cariño maternal en el elfo que le había salvado la vida y le había dado de comer. Daín se agazapó contra las rocas, haciendo un refugio provisional, con un paño limpio y algo de agua, pasó por la superficie exterior el paño, limpiando la infección del cachorro, que aún era pronto para dar por “salvado”. Dáin estuvo toda la noche en vela, cuidando de aquel pobre cachorro abandonado, herido y hambriento, pero el cachorro logró conciliar el sueño, al menos por esa noche, tras muchas tantas sin poder hacerlo. El cachorro fue creciendo, dedicando su vida a Dáin, más que una mascota, se convirtió en un compañero, había perdido el ojo izquierdo, pues aunque la infección no avanzó hacia su cerebro causándole la muerte, Dáin logró taparlo y hacer que al cachorro no le doliese, que ahora era un lobo hecho y derecho, un lobo calmo y sereno, pero que sabía ser fiero cuándo tenía que serlo, un reflejo del miedo de antaño, que se había vuelto fiereza y compasión, la compasión que volcó Dáin en él, una compasión que incluso había dado nombre el elfo; Aldair. No tenían mucho para vivir, pues el lobo comprendió que era libre, pero elegía estar junto a su nuevo “hermano”, nunca sabría quién era el macho alfa de aquella manada, pues Dáin no actuaba como un Alfa, sino como un Compañero. Mientras que Dáin aprendió la lección de su vida en un acto tan simple y compasivo como era salvar una vida ajena, prestar una mano amiga al que más lo necesita, aprendió que incluso cuándo crees que lo has visto todo, esta vida te puede enseñar a dar un paso más hacia adelante, un paso más hacia los vínculos. Y que de un cachorro con miedo e indecisión, podría nacer un lobo con fiereza y pasión.
  23. ¡Si llamadme Arno! Si, me refería a un compañero animal, que le ha enseñado los valores de Compasión y Esperanza a mi personaje, que ya está enviada su historia y he cruzado los dedos porque esté todo bien. Espero que nuestros caminos se crucen.
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