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Raspudin

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  1. Raspudin

    Dan Lee

    Información del Personaje Nombre: Apodo: Dan Lee "Canario" Raza: Edad: Humano. 30 Años. Altura: Peso: 1,80 mts. 75 kg. Patria: Ocupación: Kul'Tiras. Ballenero. Sexo: Voz: Masculino. Descripción Física -> Ojos: Azul gris. -> Cabello: Negro, ondulado y largo. -> Piel: Cobriza, tostada por el sol. -> Voz: Voz cantante. Tras su aspecto caribeño, hombre rozagante y amante de los climas más temperados por el meridiano sol, se esconde unos ojos azules, claros y lívidos, despejados tras tumultuosas y densas pestañas, circundándolos en un albor negro. De piel cobriza hecha por las muchas horas en altamar, ha decidido últimamente dejarse crecer una barba entera azabache, cuidada y recortada con el paso de su cuchillo. Como buen marino, hijo de las olas, lleva el cabello largo, ondulándose al son de su adorado mar; siendo atrapados ocasionalmente con una liga de cabello. Su cuerpo conservado y elástico, describe una gran movilidad y potencia radicada en sus brazos y el tórax –por su oficio de remero-. Podrá tener algunas cicatrices de reyertas antiguas; viejas batidas que dejaron sobre su piel la línea blanquecina de su herida. A la altura de su pierna derecha, sin embargo, podría verse de manera clara las cicatrices hundidas de voraces colmillos. Suele vestir con camisas blancas y escotadas, dejándose sobre su cuello un pañuelo rojo indiscretamente perfumado, aludiendo que es la prenda de amor que podría abandonar a la suerte de una doncella en cualquier puerto. Suele llevar enfundado sobre la cintura un viejo sable con empuñadura de marfil, que según cuenta la leyenda inventada por él, lo regurgitó de las entrañas una bestia marina… aunque por lógica, nadie cree tal historia controvertida por los hechos. Descripción psicológica -> Bebedor. -> Jugador. -> Romántico (con el mar). -> Buen conversador. Es, en síntesis, un hombre soñador. Largas horas en la cofa le habrán dotado el corazón de cierta naturaleza poética y romántica, consonante con su llamado antinatural al cielo nocturno y al mar. Disfruta evocando siempre un aura alegre e intrépida que, aunque ufana, no suele ser del todo osada. Lector voraz en aquellas taciturnas noches en altamar, ha logrado consagrar un vocabulario selecto para un marinero, aunque todas las cofradías de palabras las inspira el agua salada. Es un hombre adicto al licor, la buena compañía y los juegos de apuestas, combinación peligrosa que suele tambalear la estabilidad en cualquier cosa que se atreve a emprender. Sin embargo, suele enfrentar las adversidades con un buen temperamento, salvo en las noches, cuando admira a la Luna mayor, su eterna enamorada, y deja en su pecho una estela de melancolía. Historia Su destino fue el mar, desde su temprano nacimiento. Y la pareja de Kul’Tiras dio a luz al niño, aquel que años más tarde sería conocido como Dan Lee, una noche pálida en las literas del barco. Consagrado así a la Dama Blanca y las aguas salinas del Mare Magnum, el joven demostró un prematuro interés por la navegación. Su padre, Ismael Lee, quiso que siguiera el legado de una larga tradición de navieros, así que con entusiasmo le enlistó en las huestes marinas para que aprendiera el oficio. Ismael, primer oficial de un modesto bergantín mercante con pendones Kultirenses, consagró el corazón de su hijo en los indómitos dominios de Neptulón, llevándolo consigo en sus misiones de encomienda. Para el joven mozuelo Dan, el mar era todo lo conocido, pero una noche estival sentiría que, así como el mar es benevolente, su furia eterna puede causar la pérdida más dolorosa. Decidieron pasar unos días en el reino hermano, desconociendo en su funesta ignorancia que aquel barco de transporte, dirigido a las prófugas costas de Lordaeron, enconaría su muerte en el vórtice marino de aguas torrenciales. Ineludible, insondable, el barco zozobró obra de los vientos que agitaban las velas como una hoja arrojada al abismo, y chocando contra los afilados arrecifes, todos sus tripulantes sucumbieron al agua. Cuando Dan recuperó parte de la conciencia, se encontró en costas extranjeras, solitario como la Dama Blanca que iluminaba el camino hecho de sal y arena. Pasó las horas rebuscando con la mirada perdida que el nebuloso mar regurgitara de sus entrañas a sus padres, pero nada pasó. Las horas dieron paso al alba, y los tripulantes que lograron sobrevivir al barco encallado tomaron al niño llevándoselo consigo. Y sin aparecer sus padres jamás, Neptulón se los tragó. El viejo marinero que logró salir indemne del naufragio –salvo por una astilla clavada en su costado-, tomó como hijo adoptivo al pequeño Dan, y entre las llamas del solsticio de verano en la capital de Lordaeron, le juró por los mismos vientos abisales que arrastraron a sus padres, pagar las deudas con el mar en la Bahía de los bucaneros más fieros. En la península de Tuercespina, tras superar las densas selvas meridionales, pudieron hallar Bahía del Botín, donde aquel benévolo hombre apodado el Capitán Fargus Lake le hizo marinero del Pequod, el barco cazador de ballenas. El niño que se hacía mozo puso todo su empeño en conocer las técnicas arteras en el secreto de la caza de ballenas y otros leviatanes marinos. En su entrenamiento como cazador pasaron los años, y las batidas de la Segunda Guerra entre la Horda orca y la Alianza humana la vivió en altamar. Dan, que entonces ya era un joven –buenmozo y parecido, según él- se entrenó en el Pequod, adentrándose en las torrenciales aguas del Mar Adusto, poco visitado por los marineros de bien. Pasando el cabo de la Bahía, las aguas fueron testigos de sus agitaciones únicas. Leyendas marinas cuentan que, en las profundidades de aquel mar zalamero e insondable, se agitan las bestias más poderosas concebidas por el mismísimo Neptulón, guardianas de sus secretos y tesoros. Dan sirvió de vigía, por su naturaleza náutica y aquel arrebol de melancolía dibujado en su mirada triste. Queequeg, un troll de las selvas vírgenes de Tuercespina del que se rumoreaba aún poseía los inocuos deseos caníbales, trabajó como arponero del capitán, ya fuera por su predestinación a olfatear la sangre ajena o por forjar su poderoso arpón "La sentencia de Neptulón". Suhail, un alto elfo con aquella venerable hermosura que provee su raza, aunque voluble a ciertas desviaciones mentales que en ocasiones abrumaban más que el Mar de la Bruma, destacó como arponero del primer oficial. Y Fargus Lake, capitán y máxima autoridad de su navío, exhortó a los vientos y mareas para alzarlo como el Rey del Pequod, cuyo único ser supremo en aguas profundas podía ser Neptulón. El carácter aventurero de la caza dotó al joven Dan, hecho ahora un hombre, de un ánimo saludable y benévolo. En las taciturnas noches contempló, arropado por la aurora de las velas la lectura como dogma, y en los días la esgrima del sable, ante la funesta promesa que alguna vez su vida podría estar al pendiente de una batida de espadas. Entrenando tanto mente como cuerpo, podría haber despuntado un increíble destino frente a sus pies… de no ser por sus graves problemas con la bebida. Una noche donde la juerga y el licor se abrió paso en la taberna insigne, el Grumete Frito, los tres compañeros de andanzas, rebosantes de ron les dio por apostar lo que no era suyo en un duelo de naipes, poniendo al Pequot en juego. El nefasto azar predestinó que perderían partida, en la que ni siquiera la habilidad locuaz de Dan logró revertir su resultado. Despojado de su barco, el capitán Fargus Lake conjuró a las borrascas septentrionales que los actores de su desgracia jamás volverían a pisar puerto ni tampoco volverían a navegar en mar alguno hasta que a sus manos fuera devuelto su amado barco, y de volverlos a ver, sentirían la tablilla de la muerte anunciándose desde la quilla de sus vidas. Los tres amigos, vagabundos, zarparon a pie sobre los caminos serpenteantes que dan a la jungla, pues más vale sería seguir las instrucciones de su capitán antes que enfrentársele en un duelo de espadas y orgullos. Queequeg, el caníbal, aseguró que preferiría volver a su selva virginal a la búsqueda de incautos a los cuales devorar antes de ponerse a buscar el barco maldito, y separándose de los dos amigos restantes, les rezó en su lengua salvaje por un viaje tranquilo. Ahora, prófugos, ambos intentan encontrar en el norte medio alguna esperanza –o dinero- que le permitan recuperar el legendario Pequot, y retomar así el sendero a las aguas salinas; a la desafiante cacería de ballenas.
  2. Raspudin

    Dan Lee

    Dan Lee <Canario> Imagen tomada de AQUÍ. Índice I. Información del personaje II. Relaciones personales III. Pertenencias IV. Trayectoria V. Libro de NPC's VI. Crónicas
  3. Raspudin

    Dan Lee

    Ficha Generada Atributos 6 Físico 7 Destreza 7 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 21 Mana 7 Iniciativa 9 Ataque CC Sutil (Sable) 9 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo Destreza 2 Sable 2 Defensa 2 Nadar 1 Sigilo Inteligencia 2 Navegar 1 Supervivencia/Cazar 1 Tradición/Historia Percepción 1 Advertir/Notar 1 Bailar 1 Disfraz 2 Música (Canto - Acordeón) 1 Reflejos 1 Rumores
  4. ¡Hola, hola a todos! Antes que nada... Permítanme presentarme y decir que es un placer empezar el camino en esta comunidad, espero con anhelo hacer amigos, charlar y sobre todo, claro, escribir, ¡y escribir mucho! Admito que habré tenido algunas experiencias en el rol on-line aunque siguiendo una tendencia amateur por lo que, considero, ¡es momento de tomárselo más profesionalmente! Dentro del rol espero tener un espacio para algún humano por ahí y lo más seguro es que al final me decante por uno, sí, sí, aunque suene un poquito"mainstream". Tengo un talento especial para ser poco talentoso en las presentaciones así que no la alargaré mucho más. Por cierto... ¿alguien tiene planes de ir a Moscú?
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