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SwordsMaster

El olor del deber [Misión a las Alcantarillas de Villadorada]

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El recluta Jefferson se sentó donde siempre durante la hora de la primera comida del día. A su lado, el mismo soldado de siempre, Unlaw Lucki. El primero saludó con un cabeceo al segundo antes de ponerse ambos con su comida.
-¿Hash oído gue han ashignado al pringaho eshe del güerbo de esblogadogues- Jefferson fue interrumpido por una rápida y concisa acotación de su compañero, que parecía al borde de un ataque nervioso silencioso -Traga antes de hablar, por la Luz Jefferson...- El recluta se calló un segundo. Terminó de masticar su comida y tragó, volviendo la vista a Unlaw -Pues que han asignado al recluta pringadillo ese de los exploradores a limpiar las letrinas. Y a todos sus compañeros.- Comentó tranquilamente Jefferson mientras su amigo tomaba aire profundamente para soltar un lento y exasperado suspiro -El mejor tema para mencionarme mientras como, Jefferson-
Y el silencio se hizo de nuevo entre ambos. El recluta observó a su compañero unos segundos más antes de volver la vista al plato y seguir comiendo en silencio. Unlaw estaba a punto de agradecer en sus adentros a la Luz por permitirle comer un día sin oír las paridas de Jefferson, pero segundos antes de eso el recluta volvió a abrir la boca -Puesh deng- -Traga.- Dijo conciso y directo Unlaw. Jefferson agachó la vista y acabó de tragar, antes de volver, para infortunio del soldado, a hablar -Pues que además le han asignado ir a las alcantarillas a- Law infló los mofletes antes de espetar -Jefferson, por la santa gracia de la Luz, ¡que estoy comiendo!- Jefferson enmudeció un segundo y volvió a bajar la mirada. Pero luego la volvió a alzar con la misma energía de antes y Unlaw solo pudo poner los ojos en blanco, negando y siguiendo con su comida -Venga Cki, no te pongas malo- -Que es Lucki- -Eso dije- Dijo seguro el recluta. Se llevó un bocado de comida a la boca nuevamente. Esta vez esperó a tragar -De todos modos el recluta se lo merece, ¿has visto su estado físico?- Jefferson observó al soldado, que no alejaba la vista de su comida. -Jefferson- Dijo una sola vez. -Sabes que tengo razón- Unlaw levantó la vista observando a su compañero, esta vez arrastrando un poco más la palabra -Jefferson...- -Venga Cki, que te pasa. Sue- Un enorme pisotón sonó bajo la mesa. Jefferson soltó un quejido y justo antes de seguir hablando, Santiago tomó su asiento en las mesas de al lado, junto a su compañero, Elegost.
Unlaw observó con recriminación a Jefferson y le dijo en voz baja -La próxima no hables tan alto. Y... Es... Lucki.- Y otro pisotón, totalmente necesario sonó bajo la mesa. El pobre Jefferson ahora le dolían ambos pies.

Más tarde, Santiago se acercó a Villadorada colocando carteles donde pudiese hacerlo sin pagar nada, como buen tacaño. Incluso colgó alguno en el lado de afuera de la posada, aunque sabía que Patosar acabaría por arrancarlo por no darle algún cobre. Ya había pasado además por alcaldía, indicando que se realizaría la misión de desatasco del tablón a la par que el ejército se encargaba del asunto de los gnolls ahí abajo.

 

Se hace saber a todo buen y noble habitante del Imperio y de Villadorada con un alma generosa dispuesta a ayudar a los Bosques de Elwynn en una de sus horas más oscuras.

Como todos cuantos lean el Tablón de Anuncios de Villadorada, sabrán que la alcaldía necesita ayuda de bravos voluntarios para adentrarse en las profundidades del sistema de alcantarillado para encargarse de aquello que esté paralizando y estancando todo allí abajo, generando unos pestilentes olores que llegan a la superficie de Villadorada en general. La alcaldía ofrece una paga de 80 cobres por cabeza y día de trabajo por esta tarea.

Seguido a esto, el ejército necesita voluntarios a una tarea ajena al desatasco de las alcantarillas. Los Gnolls han logrado encontrar una vía al interior de Villadorada desde las profundidades, necesitamos impedir que una situación así de desafortunada vuelva a ocurrir, pues no podemos permitir que circulen gnolls bajo nuestros propios pies, es suficiente con que invadan nuestros bosques, masacren a nuestras esposas y manoseen a nuestro ganado.

Villadorada y el Ejército Imperial agradecerá todo el apoyo que se pueda ofrecer en estas horas oscuras.

¡Por la Luz! ¡Por la Emperatriz! ¡Por el Imperio!
¡Ad Victoriam!

 

// Misión relacionada con el Tablón de Anuncios de Villadorada, de "Atasco en el Sistema de Alcantarillados", y a la vez no.
Esta misión tendrá como objetivo principal el evitar más entradas de los Gnolls por parte del sistema de cloacas que discurre bajo Villadorada, esa parte de la misión va por parte del Ejército Imperial, y si hay recompensa o no por la tarea a los voluntarios, dependerá puramente del mismo.
La otra parte de la misión es el atasco que sucede en las alcantarillas. Esta misión va por parte de la alcaldía y tiene la paga de 80 cobres por cabeza y por día de trabajo. Esta tarea será la que se roleará primero, y tan pronto acabe la misión de desatascar, esta recompensa dejará de contar. Hasta este punto la misión tendrá una dificultad media, no demasiado difícil y no se adentrarán mucho, ni tampoco durará mucho.
Luego de desatascar las cloacas se podrá regresar a Villadorada y cobrar la recompensa los que quieran irse a ese punto. Cuando comience la parte de buscar la entrada de los Gnolls a Villadorada por las cloacas, habrá que adentrarse mucho más y la dificultad de la misión pasará a ser mucho mayor. Además, en esta parte ya no entra recompensa alguna por parte de la alcaldía.

Pensaba rolearlo en un principio luego del evento de Focus, Toma de posiciones frente a los Gnolls.
Mis horarios son amplios, desde las 18 hasta muy tarde, así que dejaré que partiendo de esa hora decidáis los horarios vosotros como mejor os convenga. Solo tened en cuenta que Martes y Jueves no puede pasar la hora máxima de las 00:00, debido a estudios.

Ad Victoriam, compañeros.

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Relato
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// ¡Saludos!

// El Cuervo Rojo seguro que participa, pues esto ya está hablado con ustedes. El horario a partir de las 18:00 (Península) me viene perfecto de lunes a sábados. Los domingos es probable que llegue un poquito más tarde (suele ser día familiar).

// @Belial, @Blues, @Prototaip, @Azirafel, @Distan, @ILUSDN, @Unabrujacualquiera.

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// Por mi parte, de 16.00 a 22.00 estoy disponible. Los fines de semana nunca es seguro que pueda estar, y siempre cabe la posibilidad de que vuelva a conectar a partir de las 12AM hasta máximo 6AM, nunca de manera segura pero ya me encargaría de avisar de algún modo.

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// Pues como Focus me ha dicho que andará liado de tiempo y su evento tardará, iremos tratando de darle a este. En un principio me gustaría hacerlo luego de que se realice la Jura a la Bandera, rol de Errante para el ejército. Así que podéis ir colocando que días os vienen bien.

Un saludo.

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// De lunes a viernes hasta las 10PM estoy. Findes nunca seguro, pero en cualquier caso ya os diría algo a ti o a Stannis, que os tengo fichados por el pajarillo azul.

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// Debido a que prefería esperar hasta luego de la Jura a la Bandera, diría de comenzarlo este Sábado a las 18 horas del servidor. De ese modo se podrá hacer el trabajo ligero de limpiar las alcantarillas y quedará el rol pesado e importante para luego del fin de semana, para que Alherya pueda participar. De otro modo, me quedaba comenzar antes del fin de semana y dejar fuera a Alherya en la parte más importante del evento. Ya me diréis como os viene mejor.

Un saludo

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// Por mi parte cuando os vaya mejor a todos, Swords. No lo retrases por mí porque este sábado es probable que no esté, y hasta el mismo día no sabré nada con seguridad (este mes tengo los findes un poco chungos con las clases). Ya miraría de avisarte tal y como te comenté. Si me pierdo lo importante pues otra vez será, aunque procuraré estar.

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// Paso a avisar que el evento no cambia su fecha. Debido a que los maestres no tendrán la mejor disponibilidad el fin de semana, se procederá a mastear este evento. Se tratará de que no se tarde más de 3 días, a ser posible. Mañana Sábado a las 18 horas, puede demorar unos minutos por factores externos, pero no deberían ser más de 15-20 minutos.

Un saludo

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// Lamentablemente en esta ocasión no puedo participar porque Asmodeo está azotado. Sin embargo espero que algunos del Cuervo vayan.

// Gael creo que está disponible.

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// Posiblemente no esté, y aun así me encuentro en la misma situación que Asmodeo. Las heridas aún no han recuperado lo suficiente como para ir a ninguna parte, y si hubiera combate no podría luchar además por la falta de armas. //

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PARTE I:
Descenso a la locura

 

El cielo de Villadorada, y seguramente del resto de los Bosques de Elwynn, se encontraba repleto de grises y oscuras nubes. Desde arriba descendían cientos de pequeñas gotas de agua que empapaban el entorno. El soldado patoso aguardaba detrás del ayuntamiento del pueblo, bajo un toldo de tonalidad azul, que se sacudía de un lado hacia el otro eventualmente por el paso del feroz pasar del viento, y con los materiales que había proporcionado la alcaldía para el desatascado, más los materiales proporcionados por el Ejército Imperial para la tarea de cortar el paso de los Gnolls al corazón de Villadorada. En conjunto, todo aquello conformaban tres carretillas, varias palas de sencillo hierro para los voluntarios, 6 faroles, 3 frascos de Aceite, un mapa del alcantarillado y los explosivos que el Ejército Imperial le había proporcionado.
Santiago se tomó un momento ordenando todo, las palas, faroles y frascos en una carretilla, los explosivos en otra cubierta por una lona para que no se mojase en la ida por la lluvia, y una tercera carretilla vacía. Elegost y Melissa eventualmente llegaron a ayudarle, mientras esperaban la llegada de más voluntarios. La lluvia cayó por un rato, hasta que estuvo claro que nadie más vendría. "Más gloria para ellos", según Elegost, algo que quizás habría sido acertado de no estar yendo con unas carretillas bajo la lluvia a limpiar la zona más desagradable y apestosa de toda Villadorada.

Los valientes intentos de fontaneros llegaron ante la entrada a las cloacas. Santiago tomó el manojo de llaves y comenzó a abrir los candados, cayendo las pesadas cadenas con sonidos metálicos al suelo, y eventualmente la entrada quedó libre. Elegost se adelantó a pasar, y justo en la entrada, dejó caer su carretilla escaleras abajo, ante el desconcierto de sus compañeros. Primero sonó el golpe de la madera de la carretilla contra el fondo y luego un acogedor, y sin dudas agradable, sonido de cristal roto. Cualquier oportunidad de sigilo sin duda habría muerto ya.
Cuando descendieron, bajo la luz de una vela de Elegost se pudo apreciar 4 faroles rotos y dos de los tres frascos de aceite destrozados, con el oscuro líquido disperso por el suelo y discurriendo lentamente hasta caer al agua de las cloacas. Por suerte para el grupo, un frasco de aceite y dos faroles permanecían aún intactos. Bajo miradas de recriminación, Elegost tomó de nuevo los materiales restantes y comenzaron a andar hacia la izquierda, por mero azar. En la izquierda hallaron rejas metálicas y un pequeño portón del mismo material, abierta hacia atrás y con un candado destrozado a sus pies. Más allá de eso, al fondo, el camino continuaba pero resultaba intransitable por unas enormes barras de hierro que cortaban el paso del complejo sistema de alcantarillados. Había una pasarela, en apariencia insegura de cruzar y fabricada con varias cosas que seguramente habían sido rapiñadas de entre la basura de las cloacas. Nadie quiso probar suerte y cruzar aquello, especialmente sin saber a dónde iban aún.
Tras volver al punto de partida, revisaron el anticuado mapa. Hacia la derecha, el camino que no habían tomado, había una pasarela oficial marcada en el mapa que permitiría cruzar al otro lado de las cloacas, pues justo frente a la entrada y cruzando las sucias aguas de las cloacas se encontraba otro camino que descendía más en las profundidades de Villadorada, sin nada que pareciese estarlo bloqueando aún. Avanzando hacia la derecha se encontraron la susodicha pasarela. Si buen en su tiempo habría sido una firme estructura de piedra segura para cruzar al otro lado, ahora se encontraba lleno de enormes grietas y alguna parte algo suelta, lo cual no hacía dar un aspecto esperanzador para cruzar. El primero en probar su seguridad fue Elegost, quien cruzó sin mayor problema. Las grietas resonaron con fuerza, expandiéndose y algún trozo de la parte inferior cayó al agua, pero parecía resistir de momento. La siguiente en cruzar fue Melissa. Las grietas volvieron a expandirse con brusquedad y trozos cada vez más grandes de piedra caían al agua, pero parecía mantenerse estable y el peso de Melissa y su carretilla vacía no era suficiente para hacer un daño real a la estructura. Finalmente, se adelantó Santiago, con la carretilla cargada de explosivos. Las grietas se expandieron con mayor brusquedad que antes. Trozos enteros de la pasarela se desmoronaban bajo los atemorizados pies del soldado, y cómo cabía esperar, eventualmente una zona donde puso firmemente el pie cedió, cayendo la roca al agua. Santiago fue incapaz de mantener el equilibrio tras el paso en falso, cayendo al agua con mochila y todo. La carretilla cargada de cartuchos de explosivos permaneció en un punto muerto, la mitad aún sobre la roca y la otra mitad amenazando con caer.  Elegost trató de ayudar a Santiago a salir, pero este parecía demasiado histérico por la carretilla a punto de caerse. Y antes de que Elegost pudiese reaccionar, todo el cargamento de explosivos junto con la carretilla perdió el delicado equilibrio que lo mantenía allí, cayendo al completo y con todo su contenido a las sucias y nada agradables aguas del alcantarillado. Para desgracia del soldado patoso, su grupo no le ayudó a salir hasta que buceó por debajo de esas aguas, logrando recuperar cuatro de los cartuchos de explosivos, aunque empapados, por lo cual seguramente no funcionarían por un buen rato hasta secarse.

Santiago acabó de limpiarse como pudo la cara con parte del agua que tenía para beber. Las pertenencias de su mochila se encontraban totalmente mojadas ahora e impregnadas en un desagradable olor. Entre todo aquello se incluían sus canciones, pero lo más importante de todo, el mapa de las cloacas. No había pasado aún ni una hora de trabajo y tan solo les quedaba un par de faroles, un frasco de aceite, las palas y cuatro cartuchos de explosivos húmedos de todo lo que les habían proporcionado. Al menos los Gnolls podían estar tranquilos de que los intentos de fontaneros les estaban haciendo el trabajo de sabotaje, donde fuese que estuviesen. El grupo avanzó ahora por el otro lado de las cloacas ante la zona de la entrada. Ya al otro lado, el camino descendente se abría ante ellos, con todas las posibilidades que aquello suponía ante la falta del mapa, que aunque tenía varios años de antigüedad, al menos habría servido de guía. Sin embargo, antes de iniciar el segundo descenso del día Elegost y Santiago alcanzaron a oír un suave susurro en la lejanía, casi imperceptible, alguien que adoraba a... ¿Akul? La voz resultaba humana, así que sin dudas no era un gnoll ¿es que habían acaso humanos capaces de adorar aquella criatura que les había arrebatado el Campamento Falveri?.
El trío inició la marcha a una zona más profunda de las cloacas, a través de unas escaleras. Elegost pisó una zona en falso de los viejos escalones, cayendo por suerte ya cerca del final, sin hacerse demasiado daño. Debajo volvieron a ver la sucia agua de las cloacas, el camino se extendía hacia delante sin llegar a ver el final entre la oscuridad de las cloacas, y dos caminos discurrían además hacia izquierda y derecha. Sin el mapa, era imposible saber a dónde llevaría cada camino. Así que el grupo tomó la sensata opción de dejar la decisión al azar, continuando hacia delante sin tomar izquierda ni derecha. Para fortuna, aquella había sido la decisión acertada. Y cuando siguieron avanzando entre los enormes pasillos de las cloacas, lograron vislumbrar a lo lejos un enorme altar, alzado principalmente con madera y raíces, pero además algunas barras de hierro, rocas, trozos de las paredes y deshechos humanos. El altar tenía algunos cartones y planchas de madera por los lados para poder andar por sobre ella, y una enorme estatua alzada en la cima, casi rozando el techo de las alcantarillas. Un enorme gnoll fabricado con deshechos orgánicos, raíces, rocas y varias cosas, probablemente todo rapiñado del mismo sistema de alcantarillado. El susurro finalmente fue audible para Melissa, pudiendo oír todos que venía del otro lado de la enorme estatua, oculto a la vista quien quiera que fuese. A la derecha del altar, sobre el empedrado a los lados de las cloacas, había una pequeña tienda armada con una vieja y sucia lona y algunos trozos de madera, con una ardiente hoguera al frente la cual probablemente también había sido armada con materiales rapiñados de entre la basura del alcantarillado.

Elegost ideó un plan para asustar a quien fuese que había alzado aquella locura. Primero arrojaría un cartucho de dinamita, que aunque al estar húmedo seguramente no estallaría, al menos provocaría un buen susto en la persona del susurro, momento de shock que podrían aprovechar a su favor. Santiago y Melissa tomaron sus arcos mientras Elegost se acercaba al altar lo suficiente como para arrojar el explosivo, con la mecha encendida con su habitual sonido. Un anciano con bigote y el cabello totalmente alcanzado por grises canas, con unos tirantes azules y una camisa de color rojo debajo, sucia y en un estado deplorable, salió finalmente. Histérico y gritando frases sin sentido, como que eran unos insensatos y que condenarían Villadorada, se apresuró a tomar el cartucho de dinamita para arrojarlo a Elegost de nuevo. Sin embargo, el pobre anciano resbaló con una de sus propias planchas de madera durante su carrera cayendo al agua con explosivo y todo, el cual se apagó al instante y se perdió en lo profundo del agua. El anciano luchó durante un rato en el agua, pero aparentemente no sabía nadar, y aunque Melissa trató de salvarlo del agua, sin el apoyo de sus compañeros no llegó a hacer mucho antes de que el anciano cediese a una desagradable muerte ahogado en las sucias aguas de las alcantarillas. Melissa revisó la tienda del hombre mientras los otros dos debatían un modo de limpiar aquel montón de madera que tapaba el paso del agua. Allí encontró un saco de dormir que por la suciedad que llevaba pocas ganas daban de acostarse en él. Encima había un papel doblado, que tenía dibujado un enorme Gnoll y escrito "Akul" debajo. Por el resto de esa cara de la hoja habían frases inentendibles de otra lengua, con letras y símbolos que sin duda no eran del común. Y los Gnolls no tenían ninguna lengua escrita conocida. En la parte trasera del papel habían indicaciones de lugares de las cloacas y fechas, pero nada indicaba de qué se trataba.
Los otros dos habían llegado al consenso de quemarlo todo. Sacrificarían el aceite, pero al menos ardería toda esa madera rapiñada y húmeda.

Pasado un rato el lugar era una humareda. Santiago se había retirado para alejarse de allí y esperarles más atrás, ya que sin nada para cubrirse, a diferencia de sus precavidos compañeros, el humo le estaba destrozando por dentro. Solo permanecían algunos trozos de barras de hierro que seguramente antes eran rejas y algunas rocas y trozos de pared que no habían logrado quemarse, pero en su mayoría el escalofriante altar del enloquecido anciano se había reducido a nada y no supondría gran esfuerzo retirar lo poco que quedaba, si no acababa haciéndolo la fuerza misma del agua.
Y cuando Melissa y Elegost estaban por regresar triunfantes...

 

Se oyó un grito detrás.

 

// // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // //
 

Primera parte finalizada
Duración aproximada: 
Poco más de 3 horas
Tiempo transcurrido on rol desde la entrada: 4 horas
Participantes: Melissa F. Emerson (@Daeshagoddess), Elegost Faler (@Stannis the Mannis), Santiago de Sveri
Mastereado por: @SwordsMaster

Continuamos hoy, Domingo, a las 18 horas del servidor
Pospuesto para el día de mañana, Lunes 07

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PARTE II:
Demonios de pelo y garras

 

El eco del grito resonó un par de veces más por las galerías, y por consecuente llegando el sonido a los oídos de Elegost y Melissa. Los dos fontaneros montaraces se voltearon hacia la procedencia del grito, a sus espaldas. Elegost descartó cualquier problema, asegurando que Santiago se habría perdido o caído por las escaleras, y seguido eso comenzaron a andar.
Cerca de las escaleras no encontraron absolutamente nada. A los lados se abrían dos galerías más aún sin explorar, a la izquierda y la derecha consecutivamente. Se dirigieron en primer lugar a la galería de las cloacas a su izquierda. Tras avanzar por el monótono camino, no encontraron nada más al final que enormes rejas metálicas impidiendo el paso. Tras volver sobre sus pasos sin nada, se adentraron nuevamente en los caminos de las cloacas, pero esta vez hacia el lado contrario. El camino se mantuvo por un momento monótono y similar al anterior. Al llegar al fondo, se encontraron una vez más con enormes rejas metálicas impidiendo el paso, sin ningún portón apreciable bajo la iluminación de la vela de Elegost. Cruzando por encima del agua de las cloacas, había otra pasarela improvisada con madera rapiñada y poco estable. Al otro lado se llegaba a ver trozos de la pared retirados, pero poco más. Sin embargo, a sus espaldas encontraron un enorme agujero en la pared. Alguien o algo había retirado partes de la misma recientemente, revelando un túnel que parecía estar allí desde antes incluso de la construcción de las cloacas, por las enormes raíces que dificultaban el paso a través; aunque sin embargo, algo había estado dándoles hachazos para despejar un poco el camino. En la tierra a la entrada del túnel, Elegost logró ver pisadas en apariencia caninas y un par de botas, con bastante separación entre paso y paso. Tras adentrarse un poco en el dificultado paso del túnel, a cierto punto en este poco más allá de la entrada las huellas de las botas desaparecían, siendo sustituidas por el rastro de algo siendo arrastrado, y las pisadas caninas con mucha menos separación entre paso y paso.

Los no muy envalentonados héroes continuaron su dificultado avance hasta arreglárselas para salir del túnel, que giraba, descendía, ascendía y volvía a descender, como si hubiese sido generado de manera totalmente aleatoria por la propia naturaleza del mundo. Al salir se encontraron otra sala del sistema de alcantarillado, sin quedar claro si estaban más profundo o más cerca de la superficie que antes. Mientras Elegost observaba las sólidas barras de hierro que actuaban como reja una vez más a su lado, marcando el final del pasillo del alcantarillado, Melissa logró discernir unos poco sonoros gruñidos provenientes a lo lejos por su derecha, por el único camino que parecían ser capaces de tomar. Y con el rastro de Santiago perdido al pasar del suelo de tierra a la fría piedra de nuevo, no parecían tener otra opción. Avanzaron con cuidado hasta llegar a la salida de aquella sala de las alcantarillas, aún sin tener la mínima idea de dónde estaban situadas en la misma. Al otro lado, proveniente de la otra galería de las cloacas a la que comunicaba la salida, se oían ahora con más fuerza los gruñidos. Elegost se asomó con cuidado, logrando observar una patrulla de dos gnolls sin ser visto. Junto a Melissa, idearon un alocado plan para pasar al otro lado, y la otra mitad a partir de ahí basada en improvisar. Elegost se retiró el improvisado cubo/casco metálico que se había traído y lo arrojó más adentro de la sala en la que estaban, para hacer ruido mientras él y Melissa permanecieron ocultos en las sombras, apagando la vela. El plan funcionó, y aunque los gnolls estuvieron bastante cerca de tenerlos dentro de su rango de visión, continuaron adentrándose por el camino del que acababan de llegar los montaraces buscando la fuente del ruido. Eleogst y Melissa aprovecharon la ocasión para colarse dentro de la siguiente sala, libre de la patrulla del dúo gnoll.

Ya al otro lado, pudieron divisar antorchas y una fogata encendida al final del pasillo de la galería de las cloacas en la que acababan de entrar. Algunos sitios para dormir improvisados con lonas y ramas rapiñadas de las alcantarillas. En torno a la hoguera, cinco gnolls discutían acaloradamente entre gruñidos, con Santiago a un lado, maniatado, amordazado e inconsciente. Alguno se relamía la boca, con claras ganas de comerse al humano. A ese punto, Elegost y Melissa decidieron dejar de lado el sigilo. Elegost encendió la mecha de uno de los cartuchos de la dinamita húmeda y comenzó a cargar hacia los gnolls, arrojando el cartucho con la intensión de atemorizar a las criaturas que tenían a su compañero. La dinamita cayó demasiado cerca de la hoguera para el gusto de cualquier persona mentalmente sana. Tres de los cinco gnolls sucumbieron al plan de Elegost, huyendo en dirección contraria a los humanos y la dinamita, aparentemente por una salida que conducía a otra sala más de las alcantarillas. Dos de los gnolls, sin embargo, permanecieron allí y cargaron contra el humano dinamitero. Uno de los dos hombre hiena se adelantó y encaró a Elegost para bloquearle el paso, pero logró evadir el bloqueo y escurrirse por uno de los lados de su enemigo, que seguido a eso y sin molestarse mucho centró su carrera en Melissa, quien acababa de fallar un disparo con el arco. El segundo gnoll que se había rezagado también se plantó ante el montaraz para impedir su paso, pero este logró diestramente deshacerse y evadir el bloqueo del segundo Gnoll también, continuando con su carrera por llegar a Santiago. En ese momento, la mecha de la dinamita se apagó y la humedad del cartucho parecía haber hecho su función impidiendo la explosión. Sin embargo, habiendo caído tan extremadamente cerca de las llamas de la hoguera, solo sería cuestión de tiempo antes de que hiciese volar todo en torno a ese lugar, por lo cual Elegost retiró la mecha y se guardó el cartucho. Tomó a Santiago sobre su hombro, mientras Melissa parecía meterse en más problemas. Los dos gnolls del improvisado campamento parecían haber llegado hasta ella, y ahora se sumaban los dos gnoll patrulla que habían ido a revisar antes el sonido metálico causado por Elegost. Melissa milagrosamente logró burlar el bloqueo de los hombre hiena frente a ella, y comenzaron una persecución entre gruñidos y aullidos. Elegost logró salir de allí antes, por la misma entrada , ocultándose en un rincón cercano a la entrada, dejando a Santiago en el suelo y cubriéndose a ambos con el oscuro manto, aprovechando la oscuridad. Melissa llegó luego, ocultándose rápidamente tras la entrada a otra de las salas. Los gnolls entraron, observaron, oyeron. Pero tras casi un largo minuto, dieron por sentado que su cena había huido y volvieron a su campamento.

 

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Segunda parte finalizada
Duración aproximada: 
3 horas
Tiempo transcurrido on rol: 2 horas
Tiempo transcurrido on rol desde la entrada: 6 horas
Participantes: Melissa F. Emerson (@Daeshagoddess), Elegost Faler (@Stannis the Mannis), Santiago de Sveri
Mastereado por: @SwordsMaster

Continuamos hoy a las 18 horas del servidor. Habrá sorpresa

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EPÍLOGO:
Dieter

 

Los gnolls se habían retirado de momento. Tras esperar unos largos minutos, Elegost acabó por lograr despertar a Santiago. Pero mientras debatían su siguiente paso a tomar para escapar de aquel sitio, una luz se vio aproximándose por una de las galerías, tras lo cual se asomó un hombre de avanzada edad que se dirigía directamente a la galería de donde acababan de rescatar a Santiago, llena de gnolls, así que se apresuraron a detener su paso y taparle la boca para que no gritase, apagando de paso su antorcha. Tras un momento encendieron una pequeña vela y lograron reconocer que se trataba de Dieter, el vagabundo que a menudo habían alimentado en el Campamento Falveri. Para fortuna del grupo, este conocía las cloacas y sabía donde se encontraba la salida; siendo el único problema que estaban a horas de distancia de Villadorada. Dieter comenzó a guiarles y aseguró que los gnolls no serían un problema, comenzando a andar entre las cloacas y llevándose la mano al pecho de tiempo en tiempo.
Aunque de camino observaron una puerta y oyeron gnolls detrás, e incluso sintieron las enormemente pestilentes energías oscuras que uno de ellos parecía desprender al otro lado, no fueron detectados ni vistos. El camino de vuelta duró varias extenuantes horas de andar en el colosal sistema de alcantarillado hasta que Dieter llegó a una de las salidas que daban al exterior. El anciano vagabundo se despidió de ellos allí, asegurando que no volvería a Villadorada y que esta permanecía cerrada a cal y canto ante un seguro asedio por parte de los hombres hiena.

Los soldados volvieron al exterior, tomando enormes bocanadas de aire. Aunque la misión había ido bien en un comienzo, la segunda parte había acabado siendo un completo fracaso. Tenían buenas noticias para alcaldía y su problema del sistema atascado... Y pésimas noticias para el Capitán Marco.

 

// // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // // //

 

Evento finalizado
-Este no ha sido un mastereo mío como tal, por lo cual no colocaré duración ni reclamaré experiencia por ello-
Tiempo transcurrido on rol desde la entrada hasta la salida: 
Aproximadamente entre 10 y 12 horas

Recompensa: 80 cobres a Melissa, Santiago y Elegost al haber completado el desatascado en un único día
Completado: Desatascado el sistema de alcantarillados de lo que lo obstruía (Misión del Tablón de Anuncios)
No completado: Bloquear la entrada de los Gnolls a través de las cloacas que daban al interior de Villadorada (Misión del Ejército Imperial)

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