Saltar al contenido

SwordsMaster

Roler@
  • Contenido

    563
  • Registrado

  • Days Won

    50

Todo el contenido de SwordsMaster

  1. // Debido a que prefería esperar hasta luego de la Jura a la Bandera, diría de comenzarlo este Sábado a las 18 horas del servidor. De ese modo se podrá hacer el trabajo ligero de limpiar las alcantarillas y quedará el rol pesado e importante para luego del fin de semana, para que Alherya pueda participar. De otro modo, me quedaba comenzar antes del fin de semana y dejar fuera a Alherya en la parte más importante del evento. Ya me diréis como os viene mejor. Un saludo
  2. SwordsMaster

    Garlak [Ficha]

    Atributos 9 Físico 5 Destreza 6 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 36 Puntos de vida 18 Mana 8 Iniciativa 11 Ataque CC (Hachas 2M) 11 Ataque CC (Mazas 2M) 11 Ataque CC (Hachas 1M) 11 Ataque CC (Mazas 1M) 11 Ataque CC (Desarmado, ofensivo) 7 Defensa Habilidades Físico 4 Atletismo 2 Hachas 2M 2 Mazas 2M 2 Hachas 1M 2 Mazas 1M 2 Desarmado (Ofensivo) Destreza 2 Defensa 1 Nadar Inteligencia 1 Navegar 1 Supervivencia 2 Sanación/Hierbas Percepción 2 Advertir/Notar 2 Rastrear 2 Reflejos
  3. SwordsMaster

    Garlak

    Nombre: Garlak Raza: Orco Sexo: Hombre Edad: 37 Lugar de Nacimiento: Draenor Ocupación: Ha mandado al diablo a todos sus empleadores. Descripción física: Garlak es un orco enorme incluso entre los de su raza. Midiendo dos metros veinte y con unos robustos brazos, acompañados de una bastante ancha espalda. Sus piernas y brazos, gruesos y fornidos como robles. Este mismo tamaño descomunal es lo que vuelve a Garlak un orco de movimientos toscos, torpes, directos y ruidosos incluso al caminar. Sin embargo, a pesar de la torpeza natural que supone su tamaño, su gruesa piel y la fuerza que posee en las piernas y brazos, así como su anchura en general le vuelven una fuerza temible si se encuentra cargando de forma directa contra los enemigos de la horda, o sus enemigos en general. Como veterano de guerra se encuentra además con el cuerpo repleto de variadas cicatrices, tanto de batallas como de torturas. Todas ellas apreciables en sus brazos, tórax y espalda, incluso alguna menor en su cara. Su piel es de una tonalidad verde oscura, y su cabello negro permanece principalmente suelto. Descripción psicológica: Garlak es un orco terriblemente alterado por la excesiva temprana edad en la que fue arrastrado a las mareas de la guerra. Su temperamento, agresividad, hostilidad y rebeldía en general le vuelven un individuo difícil de tratar incluso dentro de los de su propia raza.Lleva muchos resentimientos en general por los traumas causados por las atrocidades de la guerra contra los humanos, enanos y elfos, quienes en conjunto y aprovechando la traición del brujo Gul'Dan terminaron por extinguir todo su clan, exceptuando por él mismo. Estos resentimientos se han arrastrado hasta el punto que no ve con buenos ojos los tratos de la horda de clanes orcos con la raza sin'dorei y los renegados, considerándolos a ambos cobardes que han venido suplicando a los orcos luego de que los suyos les dieran la espalda. No olvida que los renegados fueron los mismos Lordaerianos que arrasaron con los orcos y por extensión su clan durante la segunda guerra, viéndose incapaz de perdonarlos. Del mismo modo, la raza sin'dorei fueron los mismos que en su día se aliaron con los humanos para expulsar a los orcos, y no los perdona. Historia | Música | Capítulo primero: La llegada de la Tormenta Era el tercer año tras la gloriosa apertura del Portal Oscuro de Draenor a Azeroth. Una tempestuosa lluvia azotaba el sur de Azeroth, bajo las cabezas de los recién llegados orcos a aquella zona pantanosa. Orcas, junto con los orcos más jóvenes, llegaban tras una larga caminata, primero a través de Draenor, y luego en Azeroth tras cruzar el imponente Portal Oscuro. Aquellos que se habían quedado atrás por alguna razón u otra, mayoritariamente por el cuidado de los jóvenes que habrían estorbado en la guerra, llegaban ahora con la promesa de un nuevo mundo. Estos eran en particular las familias de un clan menor y de poca importancia en la balanza de la guerra, cuyo nombre, Garras Rojas, ha sido olvidado hace ya tiempo en las páginas de la historia. El joven orco había sido entrenado antes de la guerra por su padre, tal y como había hecho su abuelo con su padre antes y su bisabuelo con su abuelo. Las técnicas de cada Garras Rojas se transferían de generación en generación, un clan pequeño pero de corpulentos orcos, lo cual les volvía devastadores y torpes al mismo tiempo, su maldición y su bendición. El lugar al que llegaban, el Pantano de las Penas. El padre de Garlak se rencontró allí con su pareja y su hijo una vez más. El momento fue de regocijo y sería un cálido recuerdo al que tener en mente en los años venideros. Garlak y su madre se instalaron allí. Su padre, Dorkall, fue destinado prontamente al frente de combate de nuevo. Eventualmente, pasaron un par de años y Garlak llegó a los 12 inviernos. El final de lo que a futuro se conocería como la Primera Guerra se encontraba próximo y el asedio a Ventormenta estaba ya venidero y por aquello mismo, la horda quería tropas. Todas sus tropas. Por la noche habían llegado. Más tarde, al alba, Garlak y su madre acababan de pertrecharse con el armamento básico que la Horda les había entregado. Formados para partir junto a todos los demás afortunados para llenar las bajas que la horda hubiese podido sufrir y poder triunfar en el asedio al último gran bastión de los débiles humanos en el sur: la ciudad de Ventormenta. El ambiente se sentía extraño y desconocido para el joven Garlak, y su mente aún inocente no podía llegar a entender aún todos los porvenires de la guerra. La ciudad se mantenía imperiosa delante de la horda de orcos; algunos veteranos de guerra, otros no tanto, otros nada en lo absoluto. Estaba junto a su madre y, desde luego, su padre Dorkall. A sus lados y rodeándole, los no muy numerosos miembros de su propio clan. -Recordarás este día como el día en el que te has vuelto un orco, hijo mío- Dijo con ánimo dibujado en sus ojos Dorkall. Ahora entendía todos aquellos entrenamientos cuando era joven, o aún más joven. Le preparaban para esto. Le preparaban para el campo de batalla. Garlak aferró el hacha que le habían cedido antes de ser llamado a las armas con fuerza, inspirado por las palabras de su padre. Era joven, y lo que vería aquella noche marcaría el final de su juventud, y con el final de la juventud, llega el final de la inocencia. Y entonces, la orden de ataque se oyó. Y el resto, confusión. Las calles humanas, de adoquines, se extendían tras Garlak adornadas de cuerpos de soldados muertos y el resplandor del fuego, fuego proveniente de los pilares de las casas de los humanos ardiendo con fuerza. Muchos otros orcos avanzaban junto a él. La confusión del combate había acabado por separarlos a todos y ahora se encontraba guardándole las espaldas a orcos que no había visto en su vida. Su hacha aún goteaba sangre fresca, sangre que no era de ninguna criatura que hubiese conocido hasta entonces. Sangre de humano. La armadura de ligero cuero que le habían facilitado al ser llamado a luchar ahora se teñía de rojo, entremezclando la sangre de los enemigos de la horda y la suya propia. Un virote fuertemente enterrado en su hombro izquierdo y una leve cojera en la pierna derecha. Incluso aunque había sido entrenado para resistir, aquella era la primera vez que algo realmente se habría paso entre su carne y piel. El dolor se extendía por todo el cuerpo mientras avanzaba para reunirse con el grueso de la horda y ser tratado adecuadamente, pero había sobrevivido. Por primera vez. Y era más de lo que otros orcos que había visto caer bajo las afiladas hojas humanas podían decir. Dorkall se limitó a observarle orgulloso mientras sus heridas eran tratadas. El Reino de Azeroth había caído. La horda se había alzado victoriosa, una de tantas victorias que el destino parecía pregonarles. La primera gran batalla, la primera guerra… La primera victoria. La victoria de la horda. Su victoria… Capítulo segundo: Tempestad de guerra Garlak sudaba. La horda no se había demorado ni un solo día tras la caída de la ciudad humana de Ventormenta para comenzar los preparativos de guerra. Entrenamientos, levantar fortificaciones, saquear los restos de los pueblos y ciudades. No se necesitaba ser un sabio para darse cuenta de que la campaña de los orcos por arrasar a los humanos no había acabado, y que planeaban seguir hasta el norte del continente. Dorkall por su parte había centrado ese reducido tiempo entre la caída de Ventormenta y el inicio de la Segunda Gran Guerra para endurecer y fortalecer a su hijo. Los entrenamientos habían sido cortos por el reducido tiempo antes de ser llamados a luchar de nuevo, pero intensos. La horda se preparaba para una nueva ofensiva. Pasaron los meses. Los orcos volvían a ser llamados y reunidos para marchar al norte. La segunda gran guerra daba sus primeros pasos, y todo en su camino indicaba a Garlak un futuro glorioso para la horda. Con su padre orgulloso, él siendo recibido por su clan como un verdadero orco y gozando de las ventajas de la victoria de la Horda por sobre los humanos. El clan Garras Rojas había sido asignado al asalto marítimo. Garlak y su padre subían en uno de los navíos con los que la horda se había hecho al tomar la ciudad. Pronto y tras una rápida instrucción para que nadie acabase ahogado antes de tiempo, partieron. El navío lleno de orcos de toda clase comenzaba a moverse por mar en dirección al norte. La segunda guerra había comenzado. Los orcos desembarcaron en la isla conocida como Tol Barad. Otros serían enviados a otras islas, pero el navío en el que había sido transportado el joven Garlak, ya de 13 inviernos, y los suyos era aquella y no otra isla. Las fuerzas descendieron. Los humanos apostados allí no se esperaban el ataque y cedieron sin demasiada dificultad. Era la segunda victoria de Garlak junto a su padre. El hacha escurría con roja sangre humana mientras se movía por el fuerte en Tol Barad, observando los cadáveres que habían caído ante la supremacía de la horda. Pero aquello apenas era el comienzo, un leve calentamiento para la guerra que se avecinaba. A Garlak le costaba creer su situación, y aprovechó la relativa calma antes de seguir más al norte para poner en orden sus pensamientos. No era más que un cachorro entre los suyos, puesto allí para llenar las bajas antes del asalto a Ventormenta. Cualquier orco de su edad estaría esforzándose para entrenar y ser aceptado finalmente como un orco maduro entre los suyos. ¿Era aquel su entrenamiento acaso? Su padre se le acercó, viéndolo con la expresión perdida. Le informó que pronto volverían a partir y le guió con los suyos de nuevo. No eran momentos de quedarse pensando. Eran momentos de lucha, de actos. Permitirse pararse a pensar era bajar la guardia, y bajar la guardia era lo que les había costado la derrota a los humanos apostados en Tol Barad. Él no deshonraría a su clan siendo derrotado. Era su prueba de madurez. Los orcos volvieron a desembarcar, esta vez en las orillas de los reinos de los humanos. La Horda les intimidaba y a Garlak le encantaba. Se sentía fuerte, invencible, un orco más, adulto, hecho y derecho. Sentía todo lo que le habían dicho que un orco debía sentir. Se acercaban a un sitio al que los humanos parecían llamar “Tarren” en su lengua. Unos pocos orcos de su clan, junto con su padre y él mismo acompañaron a un grupo más numeroso de la horda. Allí, Garlak descubrió por primera vez otro nuevo tipo de criaturas enemigas, escondidos como cobardes con sus arcos entre los pastizales, los elfos. Criaturas delgadas y de orejas picudas, con los ojos brillosos de energía y escurridizos. La horda los encontró y sin dudarlo fueron arrasados. Las flechas de los elfos volaron tratando de detener a los orcos, muchas de ellas certeras. Garlak no salió ileso y se llevó una dura lección aquel día, y era de no subestimar la precisión de aquellas nuevas criaturas. Por lo que los orcos pudieron averiguar, se encontraban allí para analizar la gravedad de la amenaza que la horda de los orcos suponía, pues estos se habían negado a prestar una ayuda real a los humanos. Garlak solo podía crecerse oyendo eso, sabiendo que era parte del lado ganador de la guerra. Tras acabar allí y acabar de patrullar los alrededores de Tarren, los orcos volvieron con el grueso de la horda. Mientras ellos se enfrentaban a los exploradores de los Altos Elfos, aparentemente otros se habían encargado de la liberación de unas criaturas verosas y altas de enormes colmillos que se hacían llamar trols, y que acababan de aliarse con la horda. Garlak no se fiaba de ninguna criatura que pudiese habitar en Azeroth, pero al parecer estaban enemistados con los humanos y los elfos, y habían proporcionado mapas y rutas de las tierras de Lordaeron, una ayuda que Garlak no iba a rechazar, ni estaba en posición de hacerlo. Su padre por otra parte se fiaba más rápidamente de aquellos trols, una actitud que Garlak concibió como poco sensata, pero lo aceptó. Eventualmente la guerra demanda separaciones, y así fue con Garlak y Dorkall. Mientras que Dorkall fue enviado a luchar en las tierras de los enanos, Garlak fue destinado a permanecer vigilante en las posiciones que los orcos ya controlaban en las zonas cercanas a Lordaeron. Una tarea aburrida y más calmada comparado con las batallas en las que le habían hecho participar, pero estaba claro que la Horda prefería tener a los luchadores experimentados en el frente y no un joven cachorro. Más allá de algún explorador humano acercándose demasiado, no hubo demasiada acción en su misión mientras su padre y parte de su clan luchaban contra las fuerzas enanas. El tiempo pasó, y Garlak fue llamado de nuevo a unirse al grueso de la horda en la ofensiva a Quel’Thalas. Volvió a reunirse con los supervivientes de su clan, que a ese paso podrían llegar a contarse con los dedos de las manos. Varios de los suyos habían caído en la lucha en las tierras enanas, pero aún prevalecían otros tantos. Entre ellos, para su fortuna, se encontraba su padre. Comenzaron la marcha a Quel’Thalas. Los bosques ardían tras su paso y los elfos caían bajo sus hachas. La ofensiva contra el reino élfico de Quel’Thalas había comenzado bien, y nada indicaba que eso fuese a cambiar. Pero cambió. Aparentemente las antes separadas fuerzas de elfos y humanos ahora se unían. Los humanos llegaron a asistir a sus recientes aliados y la horda fue forzada a retroceder su posición. Esta retirada costó bajas y entre ellas se encontraban muchos de los supervivientes de su clan. Para aquel momento, los supervivientes del clan Garras Rojas que participaban en la guerra se podían contar con los dedos de una mano. Garlak a ese punto había visto a los humanos y elfos acabar con la mayor parte de quienes le acompañaron en su infancia. A sus compañeros de clan, sus hermanos de armas. Aún le quedaba su padre, y su madre que se encontraría con las fuerzas permanecidas en el sur. Los orcos acabaron retirándose de Quel’Thalas. A oídos de Garlak llegaron las noticias de que Tol Barad, aquel sitio en el que había derramado sangre en un comienzo por tomar, había vuelto a caer en las sucias manos de los humanos. Sin embargo aún no era el fin, y Garlak mantenía la fe en que la supremacía de la horda lograría alzarse. Era joven, y sus esperanzas no conocían de límites. Después de todo, habían llegado hasta allí, tan lejos. Una derrota en el norte no iba a ser el fin. Primer intermedio: El dolor de una traición Las fuerzas de la devastadora horda de orcos se reunían frente a las murallas de la ciudad de Lordaeron. Garlak observó la ciudad, imponente, recordándole a su primara batalla, el glorioso asedio a la ciudad de Ventormenta. Lo sabía, lo sentía en sus huesos, carne y piel, una gran victoria se avecinaba allí para la horda de los orcos, un mensaje que resultaría claro y conciso para el resto de la humanidad: la horda era superior. Pero no todos pensaban como él. Gul’Dan. La traición de Gul’Dan. Garlak tuvo que ver como un orco era capaz de anteponer sus propias ambiciones antes que la gloria de la horda. Habían quedado a merced de las fuerzas de la Alianza de Lordaeron. Las bajas a su alrededor fueron enormes. Primero eran simples orcos, luego otros que le habían caído bien, luego sus propios compañeros de clan y finalmente, su padre. Su familia y su sangre. Aquella no era la gloriosa batalla que Garlak había visto en sus sueños. ¿Dónde estaban los hogares ardiendo y los cadáveres de soldados en las calles de adoquines? Todo cuanto veía a su alrededor eran los cuerpos de sus camaradas orcos, tras luchar y dar su vida por la horda. Y luego se hizo la oscuridad para él. Capítulo tercero: Cuando una tormenta amaina… Garlak no había muerto, y seguramente pensara que aquel destino habría sido mejor. Como uno de los primeros capturados orcos y sin los campos de internamiento preparados aún, las fuerzas humanas le encerraron. Su tamaño, superior al de cualquier orco de su edad, probablemente había fácilmente hecho pensar a los humanos que Garlak era un orco de mayor edad, y no el simple cachorro con 14 inviernos encima que en realidad era. Algunos días pasaban en relativa tranquilidad, encerrado en las profundidades de las mazmorras. Pero otros, Garlak era tomado por la fuerza y a menudo se veían forzados a maniatarle, amordazarle o dejarle inconsciente para evitar agresiones contra los soldados. Era llevado a salas aún más oscuras. Era torturado, querían información que él no tenía, no podía darles. Observó con impotencia los cobardes métodos de interrogación de los humanos, sin oportunidad de defenderse. Era denigrante. Eventualmente, los campos de internamiento fueron levantados y las fuerzas de la Alianza de Lordaeron dieron por hecho que el orco no poseía ninguna información. Garlak fue uno de los primeros reclusos en aquel sitio tan desesperante. Campos de internamiento, una manera de los humanos de mantenerles encerrados sin que supongan una amenaza. Incluso ahora les temían. Ellos sabían tan bien como Garlak que aquella victoria era para la horda, estaban destinados a triunfar. Pero nada de eso servía ya, los humanos tenían su victoria, que no se habían ganaron por su fuerza si no por la división de la horda, y nada impediría que se sintiesen orgullosos del resultado de aquella guerra. Garlak lo sentía, día tras día, las miradas de los soldados apostados a vigilar el campo de internamiento. Se creían superiores, victoriosos, merecedores de estar allí. El joven orco crecería allí, rodeado de esas miradas y aprendiendo a odiarlas. Las agresiones eran normales al comienzo en el lugar, pero eventualmente con el paso de los meses sus compañeros comenzaban a enfriarse del fulgor de guerra y la rebeldía de Garlak comenzó a dejar de pasar desapercibida. A menudo, el joven orco con una mentalidad hostil y agresiva tras participar en aquella guerra a tan temprana edad terminaba generando disputas, tumultos, discordia y agresiones a lo largo de todo el campo de internamiento. Tras un par de años, con 17 inviernos encima, las fuerzas humanas apostadas allí se encontraban cansadas de Garlak en general. A menudo se veían en la necesidad de recordarle quienes estaban al mando allí y quienes eran los auténticos vencedores de la guerra. Y los recordatorios no eran agradables. Un método efectivo en un comienzo, pero tras pasar meses y adaptarse a las golpizas y aleccionamientos de los humanos, el orco terminó por adaptar los castigos como parte de su estadía y volvió a su estado de rebelde. Con el paso de los años Garlak solo podía sentir que incluso habiendo crecido en edad, cuerpo y mente, había dejado de ser un orco, todos allí habían dejado de serlo. Estaban confinados y encerrados, vigilados por criaturas contra las que solían triunfar con brutal facilidad. Un orco sometido no podía llamarse orco, e incluso con sus ya 20 inviernos encima, se negaba a reconocerse a sí mismo y a sus compañeros como tal. Eventualmente Garlak se dio por vencido en sus intentos, asumiendo su situación y la de todos allí. Una extraña paz se hizo finalmente en el campo de internamiento. Garlak finalmente había perdido su voluntad de enfrentarse y rebelarse al igual que el resto de los suyos, aunque de forma tardía, había cedido. El campo de internamiento permanecería inmutable y en un ensombrecido silencio durante varios largos años más a partir de entonces… Segundo intermedio: …Otra más grande se desata Garlak tenía ya 25 inviernos encima. Llegaban rumores al campo de internamiento y los soldados se veían constantemente agitados y preocupados, yendo de un lado al otro y preparándose. Todo aquello solo podía confirmarle al orco la verdad detrás de todo aquello: la libertad estaba cerca. Y el momento de retomar las armas se encontraba próximo. Una sonrisa de complacencia se dibujó en su rostro cuando se oyó a las fuerzas cargando desde el exterior. Una nueva horda de orcos, liderada por alguien que se hacía llamar Thrall, atacaba el campo de internamiento reduciendo a los soldados y liberando a los orcos cautivos. Fue armado con lo poco que pudo encontrar, una enorme maza arrebatada de las manos de sus opresores humanos, probablemente perteneciente a alguno de los sargentos que a menudo habían gozado ordenando sus aleccionamientos. Garlak se encargaría de destrozar tantas cabezas humanas con un arma elaborada por ellos mismos como fuese posible. Siguieron marchando, unidos ahora a la nueva horda de orcos que marchaban bajo el paso de Thrall. Varios de los orcos cautivos eran demasiado jóvenes como para haber participado en las antiguas guerras, pero otros tantos eran reconocibles para el orco forjado entre las llamas de la batalla desde temprana edad. Liberaron al resto de orcos, campo de internamiento tras campo de internamiento, hasta acabar arrasando el fuerte de Durnholde. Los orcos volvían a ser libres y la horda volvía a alzarse. Ahora Thrall debía demostrar a Garlak y al resto de orcos el fuerte liderazgo de sus antecesores. Ya vería si estaba a la altura… Capítulo cuarto, primera parte: Nuevo comienzo, nuevo mundo Garlak avanzó junto al grueso de la horda. Ahora, despojado de su clan hacía tantos años, luchaba junto a un montón de desconocidos, exceptuando algún compañero de la guerra contra los humanos hacía largo tiempo. Se acercaban a un pueblo humano a orillas del mar, probablemente dedicados a la pesca. Cuando la horda llegó no tuvieron ninguna oportunidad. La maza de Garlak, ya experimentado en la guerra, reventaba la cabeza de los civiles en el pueblo pesquero y algunos de los soldados que defendían la posición. Meramente defendido por los ropajes mugrientos y desdichados que les hacían portar en el campo de internamiento y una maza humana, y ayudado por su descomunal tamaño, el orco logró arreglárselas para salir sin apenas un rasguño de la pequeña batalla desatada allí. Comparado a lo que sus jóvenes huesos habían resistido en la segunda guerra, aquello era un mero entrenamiento para volver a entrar en el ritmo de batalla. La nueva horda de orcos se hizo con algunos botes. Garlak y su mente forjada entre la guerra no entendía el propósito militar de aquello, pero pareció entenderlo un poco mejor cuando se le explicó que llegarían a una nueva tierra libre de humanos donde fortificarse y fundar su propio gran ejército equiparable al de los humanos. El orco pareció estar de acuerdo, y pronto embarcó junto a todos sus compañeros en un rumbo a lo desconocido. Los botes de la horda orca eventualmente se vieron forzados a detenerse en una pequeña isla durante el viaje. Los botes necesitaban reparaciones y mantenimientos tras las tormentas que habían afrontado en mar abierto. Garlak se encargó de vigilar, junto a otros orcos, mientras estaban estacionados en la isla, dejando de ese modo a otros más capacitados las reparaciones del bote. Los orcos terminaron encontrando a algunas criaturas ya familiares para Garlak, los trols, a diferencia de que estos poseían un tono de piel cercano al azul y no el tono verdoso que recordaba de los trols del bosque. Estos parecían en buena voluntad de ayudar. Sin embargo, fue entonces cuando un sonido extraño y desconocido llegó a oídos de Garlak, unos sonidos guturales provenientes de una horda de criaturas acuáticas que conocería como “múrlocs”, liderados por una hechicera escamosa, naga. Los orcos en conjunto con los trols lucharon para rechazar a los múrlocs. Garlak permaneció guardando la posición de los botes junto a varios más hasta que todos estuvieron listos para marcharse, incluidos los trols que no vivirían para ver un día más si permanecían allí. La isla iba a ser arrasada por la erupción de un volcán cercano, algo inaudito pues Garlak jamás había siquiese visto un volcán como tal. Para fortuna, lograron llegar a los botes y zarpar de aquel sitio, dejando la isla atrás. Garlak se limitó a acercarse a la borda observando el volcán en erupción que dejaban atrás, condenando a aquellas nuevas y desconocidas criaturas. Ahora solo quedaba acabar el trayecto que llevaba a la nueva tierra, donde los orcos crecerían y prosperarían. Y tras eso, Garlak sabía en el fondo, que tocaría arrasar a los humanos una vez más. Ellos habían aprendido de las imprudencias y traiciones del pasado y no se los pondrían fácil, y los humanos no cometerían dos veces el error de encerrarlos. La próxima vez que se encontrara con ellos en el campo de batalla, sería un enfrentamiento de verdadera vida o muerte. Pero por ahora, debía seguir el liderazgo del joven Thrall. Un nuevo lugar les esperaba, libre de humanos, enanos y elfos. Un sitio al que llamar… Hogar. Capítulo cuarto, segunda parte: La Nueva Horda Los navíos en los que ahora viajaban orcos y trols tocaron finalmente las costas del nuevo continente, Kalimdor. Muchos sedientos, hambrientos y desesperados descendieron sobre la cruda y ardiente arena, pero allí no había agua o comida en abundancia como Garlak había soñado los últimos días en medio del mar. Metros, kilómetros, decenas de kilómetros se extendían a sus alrededores repletos de ardiente arena. La horda de orcos y trols comenzó a avanzar hasta encontrarse con unas enormes criaturas, fornidas y nobles que se autoproclamaban Taurens. Estaban en una lucha desesperada contra los centauros, y cuando Thrall aceptó asistirlos, Garlak impaciente lo vio como una oportunidad para probar la supremacía de la horda orca en batalla. El ejército ahora compuesto por orcos, trols y taurens avanzó victoria tras victoria contra los beliciosos centauros que habitaban aquellas desérticas tierras. Para cuando habían logrado reducir los números de los centauros y conseguir suficientes victorias, los orcos habían ganado a aquellos imponentes y honorables aliados. Garlak por su parte, aunque respetaba la increíble fuerza de los tauren, consideraba que sus actitudes y modos de vida, tranquilos y calmados, era un desperdicio para toda aquella fuerza en bruto. Pero no escatimaría en aliados, ni estaba en posición de hacerlo. La horda de orcos y los recientemente incorporados trols y taurens avanzó hasta el destino de Thrall, que no resultó ser otro que un sucio campamento humano. ¡Humanos! Se suponía que su tierra estuviese limpia de aquellos despreciables seres sin honor. Garlak aferró con fuerza la maza humana que aún llevaba consigo, conteniendo su sed de venganza como mejor pudo. Nunca llegaría a estar de acuerdo con amistarse con humanos, pero de momento no tenía otra opción. Hordas enteras de criaturas no-muertas, como aquellas que el traidor Gul’Dan había usado en su tiempo, se encontraban dirigiéndose al continente de Kalimdor, donde buscarían arrasar con toda fuente de vida en Azeroth. Y eso, le gustase a Garlak o no, incluía a los orcos. Y sin orcos, no habría horda que llevar a la victoria contra los humanos. A regañadientes, decidió hacer una excepción. Aprovecharía la ocasión para dejar claro a los humanos quienes eran los más grandes guerreros, de Draenor, de Azeroth y de cualquier mundo imaginable derrotando a cualquier abominación que amenazase la oportunidad de un nuevo hogar para la horda. Cuando volvieron, sin embargo, Garlak no se adentró en los bosques para enfrentarse a Grommash y su clan. Permaneció guardando a los trabajadores que establecerían las bases del futuro hogar de la horda, hasta ser llamado de nuevo para la batalla. La gloriosa batalla. Capítulo quinto: La lucha por la supervivencia Varios campamentos se extendían a lo largo y ancho de todo el llamado Monte Hyjal. Fuerzas orcas, élficas, humanas, taurens y trols se encontraban divididas en respectivos campamentos que habían tratado desesperadamente de fortificar ante la inminente llegada de los no-muertos, pero el tiempo era reducido y todo indicaba a que la mayor defensa sería derramar la sangre de la que sus nuevos y temibles enemigos carecían. Garlak permaneció con ansiedad observando como el bosque se extinguía ante el corrupto paso de aquel ejército de no-muertos. Una fuerza tan temible como perfecta. No sangraban, no se cansaban, no se quejaban. En momentos como aquel, el orco solo podía permitirse sentir envidia de las capacidades de su actual enemigo, y el mero pensamiento le atemorizaba. Tomó aire y despejó su mente. El ejército de cadáveres del señor demoníaco finalmente alcanzó la posición de los orcos y la encarnizada lucha dio lugar. Fue una batalla larga y extenuante. Ellos sangraban, sus enemigos no. Ellos se agotaban, sus enemigos no. La moral entre los defensores del Monte Hyjal se sentía baja en general, una lucha desesperada por la supervivencia de toda la vida existente, aliados o enemigos. Garlak acabó superado y rodeado, separado de sus aliados. Pero en aquel mismo instante, un sonido se extendió por todo el aire a su alrededor. Primero decenas, luego cientos, miles de luces se movían a través del cielo. Garlak no estaba seguro de qué era aquello que veía, pero se dirigían al señor demoníaco. Inspirado de una renovada moral y confianza volvió a arremeter contra las fuerzas enemigas que le rodeaban, resistiendo y haciendo tiempo para que un grupo de orcos y trols lograsen llegar con sus hachas y lanzas a asistirle en aquella desolada batalla. Las improvisadas barricadas habían caído y cientos de los suyos, honorables miembros de la horda habían caído en aquella encarnizada batalla. Para cuando todo acabó, el campo de batalla estaba desolado y arrasado en su totalidad. El señor demoníaco había sido derrotado y el precio había sido cobrado en víctimas de miles en todos los bandos. Las fuerzas de la horda se preparaban para replegarse una vez más a las tierras donde fundarían su nuevo hogar. Garlak volvió a echar una mirada atrás al campo de batalla mientras se retiraban, pues no olvidaba todas las muertes de nobles orcos que se habían sucedido frente a sus ojos mientras él sobrevivía, desde su temprana edad hasta ahora. Volvió la vista al frente y se adelantó a andar junto al resto de sus camaradas que habían sobrevivido a aquella cruda batalla. Sin amenazas inmediatas, finalmente podrían levantar un hogar digno de la horda. Tercer intermedio: Las bases de un hogar Garlak seguía en desacuerdo con la delicada paz declarada entre humanos y orcos, pero ahora mismo debía centrarse en la defensa de los peones que levantaban las bases del futuro baluarte más grande del Oeste, la capital de los orcos. La que sería llamada Ogrimmar. Más al sur, aquella hechicera humana llamada Jaina había comenzado a alzar un fuerte humano. Garlak sabía que sería un problema eliminarlo a futuro si no los arrasaban ahora, pero no podía oponerse a las órdenes del jefe de guerra, por mucho que desaprobara sus cuestionables decisiones de paz. Pero por ahora, debía vigilar, asegurándose que la horda tendría un hogar del que estar orgullosos. La era de paz acabaría eventualmente, y Garlak estaría preparado para arrojarse a una nueva era de guerras y batallas. Tarde o temprano. Capítulo sexto: Pasado, presente y futuro Garlak observaba malhumorado el criadero de cerdos en el que había acabado. Vigilarlo, todo el día bajo el abrasador día de Durotar, viéndolos revolcarse como los cerdos que eran en su miseria. Cuando el jefe de Garlak se presentó, le soltó unas poco amigables palabras y se marchó, tras exigir su paga del día. Acababa de renunciar a su décimo tercer intento de trabajar en los últimos cuatro meses. Estaba claro que necesitaba trabajar para vivir, le pagasen en comida o en monedas. Pero ningún trabajo parecía servirle al orco veterano de guerra. Criar cerdos, trabajar en las minas, talar árboles. Lo había intentado todo, pero nada le brindaba esa satisfacción que tantos años de guerra y conflicto le habían llegado a brindar. Ese fuego dentro, ardiente, que llevaba brillando en su interior desde tan increíble temprana edad. Aquel fuego ya había amenazado con apagarse una vez en los campos de internamiento, y no estaba dispuesto a dejar que eso volviese a ocurrir. Recientemente, Garrosh Grito Infernal había asumido el mando de los clanes orcos como Jefe de Guerra. Finalmente sin Thrall al mando, Garlak esperaba que la horda se dirigiese a una nueva frontera de gloriosas batallas y fieras conquistas por sobre las razas de todo Azeroth. En la actualidad, aunque Garlak podía ser fácilmente el último miembro de su pequeño clan, él no se consideraba como tal. Todos sus compañeros de clan habían muerto a manos de los humanos, elfos y enanos de los Reinos del Este, y habían acabado de morir con la traición de Gul’Dan. Para Garlak, él era un simple orco sin clan. Mientras se alejaba de aquella pocilga de cerdos Garlak se paró un momento a pensar, observando aquella vieja maza humana que llevaba colgada en la espalda por un segundo. Su desmesurado tamaño le volvía alguien demasiado torpe como para siquiera plantearse tener un trabajo normal, pero era aquel mismo tamaño lo que le había llevado a sobrevivir a todas aquellas batallas en el pasado. Y con el actual jefe de guerra, era probable que la horda estuviese por enfrentar un cambio al fin a los intentos de paz en los que Thrall se había esforzado tanto. Quizás, su momento estaba llegando de nuevo. El inicio de un nuevo y glorioso capítulo en su vida. Qué sería de su vida, aún estaba por verse. Más pronto de lo que podría imaginar
  4. // Pues como Focus me ha dicho que andará liado de tiempo y su evento tardará, iremos tratando de darle a este. En un principio me gustaría hacerlo luego de que se realice la Jura a la Bandera, rol de Errante para el ejército. Así que podéis ir colocando que días os vienen bien. Un saludo.
  5. Bueno, aprovecharé para usar este tema debido a una duda que me surgió ahora que me he creado un personaje Ingeniero. La duda en cuestión es bastante simple, ya que es un punto que no se menciona o explica en el sistema de oficios. A menudo nos encontramos con habilidades como por ejemplo la de arquería, que por cada dos con arco largo se obtiene uno con arco corto debido a la familiaridad de las habilidades, o que por cada dos puntos con un arma de filo como una espada larga, se obtiene un punto con otras armas de filo. O incluso con la habilidad de música, que por cada dos puntos con un instrumento se obtiene un punto de canto. Y volviendo a las habilidades de combate por ejemplo, dos puntos con trabucos daría un punto a sumar con todas las armas de fuego. Mi duda es simple. Imaginemos que un ingeniero tuviese supongamos 4 puntos en una especialización de Ingeniería como Cachibaches, o defensiva. ¿Esto otorgaría un bonus de 2 puntos a sumar al tratar de por ejemplo reparar tecnologías de otras especializaciones? ¿Incluso tratar de construir una réplica o siguiendo planos? (Ni siquiera hablando de construir de cero), ¿o se necesitaría una habilidad expresamente centrada en ese otro tipo de ingeniería para poder hacer nada? Es que como se podrá entender, Ingeniería es algo más complejo en realidad que cuatro especializaciones y unos cuantos artefactos y muchos tecnologías de distintas ramas siguen muchas veces mismos principios (Sistemas de alimentación, piezas mecánicas, poleas, cilindros, ejes, aceite, etc), y creo que el tipo de ingeniería que de verdad difiere es entre razas, no entre especializaciones. Por eso me gustaría saber si existe algún bonus de familiaridad con la materia con el resto de especializaciones de ingeniería o si sencillamente es necesario colocar puntos en todas las especializaciones para poder saber lo mínimo. Un saludo.
  6. SwordsMaster

    Ferjulk [Ficha]

    Atributos 6 Físico 7 Destreza 7 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 21 Mana 7 Iniciativa 8 Ataque CC (Martillo 1M) 9 Ataque a Distancia (Pistola de Chispa) 9 Ataque a Distancia (Rifle) 8 Defensa Habilidades Físico 1 Atletismo 2 Martillo 1M Destreza 2 Pistola de Chispa 2 Rifle 2 Escalar 2 Defensa Inteligencia 2 Comercio 2 Ingeniería 2 Herrería 1 Carpintería Percepción 2 Advertir/Notar 1 Reflejos
  7. Nombre: Ferjulk Mente de Hierro Raza: Enano Sexo: Hombre Edad: 116 Lugar de Nacimiento: Forjaz Ocupación: Ingeniero y armero Descripción física: Ferjulk es un enano de estatura y pesos promedio, sin destacar en lo absoluto en ningún aspecto. Tiene una melena negra que probablemente se veía mejor en su juventud, sin la enorme calvicie en la cima de su cabeza. Algunas canas le han comenzado a surgir en lo que resta de su poco ordenada melena, que usualmente va recubierta de una sensación grasosa. Pero nada que le preocupe al poco higiénico ingeniero enano. Su tono de piel, aunque más pálido en su juventud, se ha visto tostada tras los tiempos pasados en la forja creando armas y piezas de ingeniería junto a su padre. Sus ojos son de un profundo verde de tono avellana, pero bastante oscuros dentro de lo habitual de alguien con ojos verdes. Tiene una mirada tranquila y analítica a pesar de lo que se suele esperar de un enano, pues los años han amansado la rebeldía de la juventud en él. Su barba no es excesivamente larga y va atada con algunas pequeñas trenzas y coletas, pues una barba excesivamente larga le resultaría incómodo en la forja y a menudo acabaría ardiéndole como le sucedía a menudo a su padre. Descripción psíquica: Ferjulk es un enano bastante calmo y analítico para los estándares de su raza. Los años han alejado la rebeldía que usualmente acarrea la juventud, trayendo consigo una edad de reflexión y calma para Ferjulk. Sin embargo eso no lo vuelve inofensivo, y tiene la madurez suficiente como para saber enfrentarse a los problemas con armas y a los buenos momentos con una buena cerveza, como todo buen enano. Historia Intento Nº 23. He vuelto a forjar y cambiado los tubos por los que se transporta el combustible como los había colocado antes del 22º intento. He optado además por reemplazar esta vez el eje por uno más grueso de acero y no de hierro para evitar el incidente del 16º intento. El sistema de alimentación de energía sigue sin funcionar, por lo que creo que algo está bloqueando la tarea de combustión que debería ejecutarse para que la máquina posea energía. He limpiado toda la recámara donde se aloja el combustible y reemplazado todo el mecanismo encargado de originar la combustión. Este debería de ser el prototipo definitivo. Ferjulk se retiró las gafas un momento. Retiró un paño de su bolsillo y se secó el sudor de la frente. Las piezas habían sido moldeadas hace relativamente poco en la forja y ya habían sido unidas, formadas y aseguradas en complejas formas. Observó sus planos una vez más para asegurarse que todo estaba en orden. Tomó un pequeño frasco con aceite importado a Forjaz por una compañía goblin y lo vertió en la recámara para combustible de la máquina. Observó de nuevo los paneles para asegurarse de que todo estaba en orden, bien configurado y preparado para su correcto funcionamiento. Finalmente, bajó la palanca para encender el mecanismo. El taller en el que se encontraba estaba repleto de cacharros, metálicos y no tan metálicos, todos con el sello de Oghran Mente de Hierro, padre de Ferjulk Mente de Hierro. Hacía años que este había muerto luchando en la segunda guerra contra los bestiales orcos, y desde entonces Ferjulk nunca había tenido las fuerzas para reabrir el taller de su padre, aunque muchos opinasen que tenía el talento para igualar o incluso superar las capacidades de su padre tanto en la forja como en los planos mecánicos. Ferjulk se rascó la cabeza, que aunque con una melena, los años habían cobrado factura y llevaba la parte superior con una calvicie ya avanzada. La máquina, un prototipo versión miniatura de un girocóptero se había, sencillamente, negado a funcionar. Los motores no sonaban, la combustión no sucedía y por ende las hélices del diminuto mecanismo simplemente se negaban a girar. Ferjulk soltó un leve suspiro de resignación observando los paneles con los que tenía planeado controlar remotamente el prototipo de girocóptero miniatura. Para para desarrollar tal cosa, antes necesitaba que el prototipo de máquina se dignase de funcionar de una vez. Soltando un segundo suspiro de resignación de forma inconsciente volvió a bajarse las gafas, pero justo cuando planeaba ponerse a desarmarlo se oyó el mecanismo encenderse seguido de una sonora explosión que ennegreció el rostro del enano, recubierto ahora de hollín y totalmente perplejo. El intento Nº 23 ha sido un completo fracaso. El sistema de combustión ha iniciado esta vez, por lo cual no es una completa derrota, pero algo ha fallado y me decanto porque ha sido un sobrecalentamiento del sistema que generó la explosión. Pensaré en un sistema de enfriado para el 24º intento. Cada vez más cerca, padre...
  8. El recluta Jefferson se sentó donde siempre durante la hora de la primera comida del día. A su lado, el mismo soldado de siempre, Unlaw Lucki. El primero saludó con un cabeceo al segundo antes de ponerse ambos con su comida. -¿Hash oído gue han ashignado al pringaho eshe del güerbo de esblogadogues- Jefferson fue interrumpido por una rápida y concisa acotación de su compañero, que parecía al borde de un ataque nervioso silencioso -Traga antes de hablar, por la Luz Jefferson...- El recluta se calló un segundo. Terminó de masticar su comida y tragó, volviendo la vista a Unlaw -Pues que han asignado al recluta pringadillo ese de los exploradores a limpiar las letrinas. Y a todos sus compañeros.- Comentó tranquilamente Jefferson mientras su amigo tomaba aire profundamente para soltar un lento y exasperado suspiro -El mejor tema para mencionarme mientras como, Jefferson- Y el silencio se hizo de nuevo entre ambos. El recluta observó a su compañero unos segundos más antes de volver la vista al plato y seguir comiendo en silencio. Unlaw estaba a punto de agradecer en sus adentros a la Luz por permitirle comer un día sin oír las paridas de Jefferson, pero segundos antes de eso el recluta volvió a abrir la boca -Puesh deng- -Traga.- Dijo conciso y directo Unlaw. Jefferson agachó la vista y acabó de tragar, antes de volver, para infortunio del soldado, a hablar -Pues que además le han asignado ir a las alcantarillas a- Law infló los mofletes antes de espetar -Jefferson, por la santa gracia de la Luz, ¡que estoy comiendo!- Jefferson enmudeció un segundo y volvió a bajar la mirada. Pero luego la volvió a alzar con la misma energía de antes y Unlaw solo pudo poner los ojos en blanco, negando y siguiendo con su comida -Venga Cki, no te pongas malo- -Que es Lucki- -Eso dije- Dijo seguro el recluta. Se llevó un bocado de comida a la boca nuevamente. Esta vez esperó a tragar -De todos modos el recluta se lo merece, ¿has visto su estado físico?- Jefferson observó al soldado, que no alejaba la vista de su comida. -Jefferson- Dijo una sola vez. -Sabes que tengo razón- Unlaw levantó la vista observando a su compañero, esta vez arrastrando un poco más la palabra -Jefferson...- -Venga Cki, que te pasa. Sue- Un enorme pisotón sonó bajo la mesa. Jefferson soltó un quejido y justo antes de seguir hablando, Santiago tomó su asiento en las mesas de al lado, junto a su compañero, Elegost. Unlaw observó con recriminación a Jefferson y le dijo en voz baja -La próxima no hables tan alto. Y... Es... Lucki.- Y otro pisotón, totalmente necesario sonó bajo la mesa. El pobre Jefferson ahora le dolían ambos pies. Más tarde, Santiago se acercó a Villadorada colocando carteles donde pudiese hacerlo sin pagar nada, como buen tacaño. Incluso colgó alguno en el lado de afuera de la posada, aunque sabía que Patosar acabaría por arrancarlo por no darle algún cobre. Ya había pasado además por alcaldía, indicando que se realizaría la misión de desatasco del tablón a la par que el ejército se encargaba del asunto de los gnolls ahí abajo. Se hace saber a todo buen y noble habitante del Imperio y de Villadorada con un alma generosa dispuesta a ayudar a los Bosques de Elwynn en una de sus horas más oscuras. Como todos cuantos lean el Tablón de Anuncios de Villadorada, sabrán que la alcaldía necesita ayuda de bravos voluntarios para adentrarse en las profundidades del sistema de alcantarillado para encargarse de aquello que esté paralizando y estancando todo allí abajo, generando unos pestilentes olores que llegan a la superficie de Villadorada en general. La alcaldía ofrece una paga de 80 cobres por cabeza y día de trabajo por esta tarea. Seguido a esto, el ejército necesita voluntarios a una tarea ajena al desatasco de las alcantarillas. Los Gnolls han logrado encontrar una vía al interior de Villadorada desde las profundidades, necesitamos impedir que una situación así de desafortunada vuelva a ocurrir, pues no podemos permitir que circulen gnolls bajo nuestros propios pies, es suficiente con que invadan nuestros bosques, masacren a nuestras esposas y manoseen a nuestro ganado. Villadorada y el Ejército Imperial agradecerá todo el apoyo que se pueda ofrecer en estas horas oscuras. ¡Por la Luz! ¡Por la Emperatriz! ¡Por el Imperio! ¡Ad Victoriam! // Misión relacionada con el Tablón de Anuncios de Villadorada, de "Atasco en el Sistema de Alcantarillados", y a la vez no. Esta misión tendrá como objetivo principal el evitar más entradas de los Gnolls por parte del sistema de cloacas que discurre bajo Villadorada, esa parte de la misión va por parte del Ejército Imperial, y si hay recompensa o no por la tarea a los voluntarios, dependerá puramente del mismo. La otra parte de la misión es el atasco que sucede en las alcantarillas. Esta misión va por parte de la alcaldía y tiene la paga de 80 cobres por cabeza y por día de trabajo. Esta tarea será la que se roleará primero, y tan pronto acabe la misión de desatascar, esta recompensa dejará de contar. Hasta este punto la misión tendrá una dificultad media, no demasiado difícil y no se adentrarán mucho, ni tampoco durará mucho. Luego de desatascar las cloacas se podrá regresar a Villadorada y cobrar la recompensa los que quieran irse a ese punto. Cuando comience la parte de buscar la entrada de los Gnolls a Villadorada por las cloacas, habrá que adentrarse mucho más y la dificultad de la misión pasará a ser mucho mayor. Además, en esta parte ya no entra recompensa alguna por parte de la alcaldía. Pensaba rolearlo en un principio luego del evento de Focus, Toma de posiciones frente a los Gnolls. Mis horarios son amplios, desde las 18 hasta muy tarde, así que dejaré que partiendo de esa hora decidáis los horarios vosotros como mejor os convenga. Solo tened en cuenta que Martes y Jueves no puede pasar la hora máxima de las 00:00, debido a estudios. Ad Victoriam, compañeros.
  9. Me apunto para ganar unos cuantos puntos de gloria para la emperatriz esa y tal. Como buen patriota que estoy hecho. A mi me sirve cualquier día, desde unas horas antes de las 22 hasta unas horas después de la 1, así que no veo problema. Exceptuando Martes y jueves, que tendré que irme 15 o 30 minutos antes de las 1 (Siempre hablando en hora servidor), y este sábado que seguramente no esté mucho (Caso único) Por el resto... ¡Gloria a Falv al Imperio!
  10. Con amargura diré que me abstengo de votar. Voto en blanco, voto nulo; como queráis verlo. ¿Los motivos? Es simple. Como muchas veces he alegado, Cornamenta es uno de los maestres con los que más trato había llegado a tener, dentro de lo poco que trato con los maestres de por sí, y es además alguien que no me desagrada a nivel off rol; por lo cual no me considero en condiciones de dar un juicio neutro, tanto como no considero a absolutamente nadie aquí, pues los humanos no somos neutros por naturaleza, sencillamente. Votar, además, considerando el balance de quienes han votado Sí y quienes No, y considerando además también en base al usuario en el que giraron los acontecimientos y los roces que hubieron entre nosotros a pasado (Que no tendré reparos en admitirlo, porque están solucionados, por suerte, gracias a los maestres), me dejaría en una difícil posición de parecer que he dejado un voto de manera arbitraria y subjetiva que trata de avivar viejas rencillas enterradas, cosa que bajo ningún concepto quiero. Pues como se ha señalado arriba, esta situación divide a los usuarios y genera una discordancia de decisiones de lo que no se puede suceder nada bueno. Por tanto no considero sano, productivo ni correcto ningún voto que se presente aquí, sea sí o no. Así que ante todo y con todo expuesto, vuelvo a mencionar que me abstengo totalmente de votar el reingreso o no reingreso del maestre Cornamenta. Tened buena noche.
  11. // Yo como ya sabes de sobra suelo estar de las 18 hora española en adelante. Martes y Jueves con límite hasta las 00:00 (Hora española) por temas de estudio.
  12. El trabajo de un plagi parodiador nunca cesa Soon. Only availeable in Falveri Land.
  13. Yo tengo una duda que nos ha surgido con @Stannis the Mannis ¿Cómo está implementado todo lo relacionado a los chamanes oscuros en este lore? ¿Ya existen, no, cuándo surgen, cómo los ve o verá la sociedad orca? *Toma un banquito y se sienta a esperar su respuesta en la sala de espera*
  14. || VARIOS || Conjuros: -Detectar Energía Arcana: Reclama la presencia de energía arcana pura permitiendo usar sus propiedades básicas y además detectar las energías arcanas del entorno. Conjuro que me permite detectar las energías en el entorno. Detectar hechizos pequeños requiere una concentración notablemente muy superior. He desistido en siquiera seguir intentándolo. -Detectar Energía Vil: El mago manipula la energía arcana para detectar rastros de su antítesis, la energía Vil. Desarrollé este hechizo como respuesta a la incógnita que me surgió cuando en aquel pueblo de caníbales las energías demoníacas destrozaron mi conexión con la magia temporalmente debido a su inestabilidad. Con este hechizo la detección de energía se logra controlar, y puedo permitirme detectarla sin mayor riesgo, siempre y cuando no intente abrir mis sentidos arcanos en medio de una invocación a la Legión Ardiente, en Karazan, o algo así. -Evocación Básica: El mago reclama la energía Arcana, permitiendole moldearla y arrojarla contra un objetivo para inflingir daño mágico. Una última defensa desesperada o una herramienta de última esperanza. Esto no tiene misterio, pero era un hechizo que debía estar en el repertorio de cualquier mago. Incluso yo. -Abjuración Básica: Reclama la energía arcana y permite moldearla de forma defensiva contra otros ataques mágicos, o simplemente escudar la mente y el alma. Investigar este hechizo nació más como una necesidad básica. Al igual que el virote arcano es un hechizo que no puede faltar en el repertorio mágico. Además, me es completamente necesario para sobrevivir contra otros usuarios de la magia. No apartar un tiempo para aprenderlo habría sido un desperdicio con mi talento innato. -Transmutación básica: Permite al mago usar las energías arcanas para manipular la forma de un objeto de tamaño reducido de manera temporal y convertirlo en otra cosa sin variar su composición. Es mi primer embarcamiento en el dominio de algo ajeno a la adivinación. Contra todo pronóstico, logré realizarlo por primera vez bajo los efectos del alcohol, no cuando estaba totalmente lúcido. ¿Quizás el alcohol me ha hecho ver la magia de una manera algo más esotérica y ha ayudado? No lo tengo claro... -Alteración arcana: Altera temporalmente la estructura de un objeto esculpiéndole una nueva forma. Puede usarse para convertir materiales ordinarios de tamaño algo mayor y darles una nueva forma. Consideré oportuno y de ayuda mejorar mis capacidades en la transmutación si voy a ser de ayuda a Jasón. La Torre está llena de gente buscando el poder en los lugares equivocados, cuando en la versatilidad se esconde la fuerza. Con el tiempo les mostraré su ineptitud. Solo Alicaída es útil. -Visión Lejana Arcana: Permite usar las energías y flujos arcanos para ver en un lugar despejado una cantidad de kilómetros dependiente de la habilidad del mago. La mejor magia y amiga del Explorador. ¿Quién necesita catalejos, cuándo tienes un Adivinador? Sirve para espiar las habitaciones de las magas de la academia desde la muralla cuando dejan las ventanas abiertas. Ya no... Podría hacerlo con Alicaída y Catrina por mero ocio, pero ya no es lo mismo. Con el tiempo lograrlo sin cerrar los ojos ha sido fácil, pero aún lo hago a veces si de verdad necesito la concentración. -Visión Nocturna Arcana: El mago manipula la energía arcana para obtener una visión mejorada en ambientes oscuros, permitiéndole ver en la penumbra como si de una criatura mágica se tratase. Compré un pequeño libro detallando este hechizo durante mi estadía en el norte. Creo que fue rescatado de entre las ruinas de Dalaran, por lo que no creo que quede demasiada gente conocedora de tal hechizo. La gente prefiere preservar los hechizos de bolas de fuego. Lo he podido probar muy pocas veces, y tomándome un tiempo para concentrarme y alinear bien los patrones arcanos. No logro que dure demasiado, tengo suerte si llega al minuto. No hay demasiados detalles sobre esto, por lo que tendré que optimizarlo por mi cuenta. Anotaré los progresos. Ya no tiene sentido. -Arcanokinesis: El adivinador emplear la magia arcana para empujar objetos o derribar personas. Aprendí hace mucho sobre este hechizo en algunos tomos que adquirí con la paga del ejército, tras volver del norte. Me causó intriga, así que lo estudié algo más a fondo. Al comienzo lo he usado un par de veces para molestar en la casa de Elegost arrojando manzanas, y me vi forzado a realizarlo una vez más para escapar ante una puerta trancada. Desde entonces le he encontrado todo tipo de usos y ya no requiere invertir una cantidad tan ingente de energía arcana, aunque aún debo pagar el precio de mi inhabilidad si quiero asegurar el éxito durante la canalización. Resulta particularmente útil para empujar gente fuera de sus caballos, o por el borde de los precipicios. Si pudiese dominar este hechizo en su versión superior, habrían circunstancias donde sería inevitable. -Visión Arcana Superior: Mediante el arte de adivinación el taumaturgo puede concentrarse para ver un escenario alejado, utilizando artefactos como el cuenco de visión u orbes puede ver lugares ubicados a miles de kilómetros, siempre que sean zonas despejadas y a cielo abierto,o incluso ver retazos difusos de imágenes de otros planos elementales. Permite dibujar imágenes o mensajes de manera arcana a la misma distancia, si tiene visión del lugar. Jasón estaba particularmente ansioso por mi desarrollo sobre estas capacidades. Con bastante esfuerzo aún, soy capaz de vislumbrar zonas lejanas por medio de orbes de cristal o cuencos con agua limpia, cristalina y en perfecto equilibrio. He intentado observar la Muralla y la Torre un par de veces, pero ni rastro de Elegost. Supongo que es normal que no haya permanecido por allí. Letras y/o Himnos: -Amigos eternos -Vive le Vitam -El Montaraz -Luchad por Falveri -Elegost Faler, la Canción -Un Montaraz haré de tí -El León del Norte
  15. Vengo otra vez a salvaros, no tenéis el criterio necesario para analizar buena música. ¡Gente, esta música transmite y enseña, aprender! De nada.
  16. Santiago se detuvo frente al Cuartel de Villadorada. Uno de los soldados le detuvo el paso antes de proceder, preguntándole si se dirigía a realizar alguna denuncia en particular. Santiago se limitó a retirar el trozo de papel de su mochila y pasárselo al soldado, indicándole que fuese entregado a alguno de sus superiores; pero dejándole claro que no podía ser entregada al Cabo Rob en particular. Tras expresar también la urgencia de la entrega, no se limitó a decir mucho más. Sin más se dio la vuelta y comenzó a andar de nuevo. Finalmente y con las tres cartas entregadas, podía volver a su querido campamento, lejos de la muchedumbre de Villadorada. Al Cuartel de Villadorada 17/09/29 Al noble defensor de Ventormenta a quien corresponda leer esta misiva. Me comunico hoy para solicitar la vigilancia y estudio del Cabo Rob de entre vuestras nobles filas, debido a su participación en guiarnos hasta el pueblo de Emanel donde se ha sucedido una cadena de acontecimientos da la que los sacerdotes y paladines de la Catedral de Ventormenta así como los magos de la Academia de Ciencias y Artes Arcanas han recibido ya misivas con la respectiva información. El susodicho Cabo Rob fue el encargado de guiar al grupo de voluntarios hasta el pueblo de Emanel, pero tan solo en la entrada este se largó sin que el grupo llegase siquiera a notificarlo. Considerando el casi ser devorados por caníbales y la implicación de un ente demoníaco haciéndose pasar por un noble de nombre Emanel, la retirada del Cabo Rob resulta sumamente conveniente y ha levantado mis sospechas. En caso de que el Cabo Rob tuviese órdenes superiores de retirarse en la entrada expreso mis más sinceras disculpas. Dicho esto, procederé a transcribir exactamente los mismos detalles proporcionados a la Catedral de Ventormenta y a la Academia de Ciencias y Artes Arcanas: Recientemente apareció un cartel en el tablón de anuncios de Villadorada llamando a los valientes que estuviesen dispuestos a ayudar al susodicho pueblo contra un aparente ataque de la organización criminal largamente conocida como "Defias", con la promesa de una respectiva paga de dos platas. Llegado el momento, el Cabo Rob del ejército guió a quienes se ofrecieron a ayudar con el trabajo; los civiles Asmodeo, Gael, Melissa y yo mismo. El viaje transcurrió tranquilo y pudimos llegar al pueblo casi en ruinas, con sus habitantes escuálidos y con la piel pálida, lo cual en el momento se asumió que era debido a la hambruna habitual de Páramos de Poniente. Tan pronto llegamos y en silencio, el Cabo Rob quien nos había acompañado se retiró. Fuimos guiados hasta el ayuntamiento del pueblo, donde el supuesto Emanel nos recibió desde detrás de sus puertas, pero sin dejarse ver en ningún momento. Tras ser encomendada la misión de preparar las defensas, nos retiramos y comenzamos a revisar. Lo interesante no se encontró en nada hallado en el pueblo en sí; si no en el sótano de su posada, ya caída la noche. Los habitantes del pueblo de Emanel resultaron ser caníbales; despreciables personas con el poco descaro y la poca ética de comerse a otros de nuestra noble especie. Y estábamos destinados a ser su siguiente cena. En nuestro mejor acto de intentar sobrevivir, comenzamos a escapar del pueblo. Sin embargo, mientras mis compañeros se retrasaban decidí tomar un rumbo distinto, adentrarme en el ayuntamiento y acabar con la cabeza de la serpiente y quien había ordenado a los habitantes aquellas atrocidades; Emanel. Sin embargo, mientras estaba dentro y por si el canibalismo no era suficiente, lo que he llegado a percibir fue nada menos que aberrante y es por aquello que he visto que contacto con la Catedral y la Academia de Ciencias y Artes Arcanas. Las energías que he detectado en el ambiente eran oscuras y corruptas, corruptas hasta el punto de que su simple detección me provocó náuseas en todo el cuerpo. Poco después, escuché unas palabras en un idioma desconocido el cual, tras llegar a ver la naturaleza de la criatura a mis espaldas, pude intuír que se trataba de un idioma demoníaco. El pasillo se torno infinitamente largo y una criatura oscura y enorme se dirigió hacia mí. Aunque logré escapar, antes de conseguirlo pude sentir en mis propias carnes como aquella criatura trataba de tornarme en uno de los suyos, provocándome un hambre voraz. Para mi fortuna, puede escapar y salir de allí antes de la la demoníaca criatura pudiese causar verdaderos estragos en mí. Envío esta misiva de especial importancia tanto a la catedral como a la academia para que los usuarios de La Luz en conjunto con los usuarios de la Magia puedan pensar en una solución para el problema; pues la retorcida y oscura criatura, así como sus caníbales, siguen merodeando aquel desolado pueblo. También advierto no confiarse de las apariencias, pues la criatura que merodea en el ayuntamiento ha demostrado dominar el arte de las ilusiones; llegando a hacerse pasar por el noble Emanel, quien presumiblemente se le dará por muerto y sustituido por aquella entidad demoníaca, mientras que sus habitantes son capaces de mantener un rol más natural durante el día, no así mismo por la noche, momento que aprovechan para saciar su despreciable dieta. Saludos y La Luz os guíe Atentamente: Santiago de Sveri // Supongo que ya sobra decirlo, pero... Bueno. Esta carta fue escrita hoy, pero llegará recién mañana, en cuanto Melissa y Santiago regresen a Villadorada. Aviso además que esta carta está relacionada con el evento "El Festival de la Carne" del Narrador "Vagabundo". Lamento además lo repetitivo de las cartas, pero Santiago literalmente transcribió partes enteras para dar igual cantidad de información a todas las organizaciones.
  17. Santiago llegó ante esa zona de Villadorada llena de torres y bibliotecas. Se le hacía raro encontrarse allí para entregar una sencilla carta y no para sus ambiciosos estudios; pero así lo había querido la vida, y no se arrepentía de encontrarse en el Campamento Falveri junto a Trancos y Melissa. Tras alejar sus pensamientos, Santiago se acercó a las puertas de la Academia apostada en Villadorada, entregando la carta a alguno de los magos con la orden explícita de entregarla a un maestro o alguna otra entidad de alto rango de la Academia de Ciencias y Artes Arcanas. Tras eso comenzó a alejarse, con la última carta en su mochila. Solo le faltaba entregar el respectivo papel en el Cuartel de Villadorada. A la ilustre Academia de Ciencias y Artes Arcanas 17/09/29 La Luz guíe al sabio miembro de la Academia de Ciencias y Artes Arcanas a quien corresponda leer. Una carta similar será enviada a la Catedral y a los nobles soldados de Ventormenta debido a la naturaleza del acontecimiento. Recientemente apareció un cartel en el tablón de anuncios de Villadorada llamando a los valientes que estuviesen dispuestos a ayudar al susodicho pueblo contra un aparente ataque de la organización criminal largamente conocida como "Defias", con la promesa de una respectiva paga de dos platas. Llegado el momento, el Cabo Rob del ejército guió a quienes se ofrecieron a ayudar con el trabajo; los civiles Asmodeo, Gael, Melissa y yo mismo. El viaje transcurrió tranquilo y pudimos llegar al pueblo casi en ruinas, con sus habitantes escuálidos y con la piel pálida, lo cual en el momento se asumió que era debido a la hambruna habitual de Páramos de Poniente. Tan pronto llegamos y en silencio, el Cabo Rob quien nos había acompañado se retiró. Fuimos guiados hasta el ayuntamiento del pueblo, donde el supuesto Emanel nos recibió desde detrás de sus puertas, pero sin dejarse ver en ningún momento. Tras ser encomendada la misión de preparar las defensas, nos retiramos y comenzamos a revisar. Lo interesante no se encontró en nada hallado en el pueblo en sí; si no en el sótano de su posada, ya caída la noche. Los habitantes del pueblo de Emanel resultaron ser caníbales; despreciables personas con el poco descaro y la poca ética de comerse a otros de nuestra noble especie. Y estábamos destinados a ser su siguiente cena. En nuestro mejor acto de intentar sobrevivir, comenzamos a escapar del pueblo. Sin embargo, mientras mis compañeros se retrasaban decidí tomar un rumbo distinto, adentrarme en el ayuntamiento y acabar con la cabeza de la serpiente y quien había ordenado a los habitantes aquellas atrocidades; Emanel. Sin embargo, mientras estaba dentro y por si el canibalismo no era suficiente, lo que he llegado a percibir fue nada menos que aberrante y es por aquello que he visto que contacto con la Catedral y la Academia de Ciencias y Artes Arcanas. Las energías que he detectado en el ambiente eran oscuras y corruptas, corruptas hasta el punto de que su simple detección me provocó náuseas en todo el cuerpo. Poco después, escuché unas palabras en un idioma desconocido el cual, tras llegar a ver la naturaleza de la criatura a mis espaldas, pude intuír que se trataba de un idioma demoníaco. El pasillo se torno infinitamente largo y una criatura oscura y enorme se dirigió hacia mí. Aunque logré escapar, antes de conseguirlo pude sentir en mis propias carnes como aquella criatura trataba de tornarme en uno de los suyos, provocándome un hambre voraz. Para mi fortuna, puede escapar y salir de allí antes de la la demoníaca criatura pudiese causar verdaderos estragos en mí. Envío esta misiva de especial importancia tanto a la catedral como a la academia para que los usuarios de La Luz en conjunto con los usuarios de la Magia puedan pensar en una solución para el problema; pues la retorcida y oscura criatura, así como sus caníbales, siguen merodeando aquel desolado pueblo. También advierto no confiarse de las apariencias, pues la criatura que merodea en el ayuntamiento ha demostrado dominar el arte de las ilusiones; llegando a hacerse pasar por el noble Emanel, quien presumiblemente se le dará por muerto y sustituido por aquella entidad demoníaca, mientras que sus habitantes son capaces de mantener un rol más natural durante el día, no así mismo por la noche, momento que aprovechan para saciar su despreciable dieta. Saludos y La Luz os guíe Atentamente: Santiago de Sveri // Esta carta fue escrita hoy, pero llegará recién mañana, en cuanto Melissa y Santiago regresen a Villadorada. Aviso además que esta carta está relacionada con el evento "El Festival de la Carne" del Narrador "Vagabundo". Lamento además lo repetitivo de las cartas, pero Santiago literalmente transcribió partes enteras para dar igual cantidad de información a todas las organizaciones.
  18. Santiago entregó las pocas monedas de cobre que había logrado obtener de las gentes de Colina del Centinela para el pago de un mensajero a Ventormenta. Por supuesto, la cantidad de monedas no dio para mucho más que un niño desdentado y sucio pero que, mientras estuviese dispuesto a entregar la misiva a los sacerdotes de la Catedral de Ventormenta por él, se daría por satisfecho. Ciertamente, podría simplemente haber mandado la misiva a los puestos en Villadorada como a la Academia y a los soldados, pero consideró el tema en particular demasiado relevante para los usuarios de La Luz en particular como para limitarse a una entrega en Villadorada. A la Sagrada Catedral de Ventormenta 17/09/29 Con la Luz al miembro de la honorable Catedral a quien le corresponda leer. Escribo hoy esta misiva de especial urgencia para dejar constancia de los acontecimientos ocurridos en el pueblo de un supuesto noble llamado Emanel en Páramos de Poniente. Una carta similar será enviada a la Academia de Ciencas y Artes Arcanas y a los nobles soldados de Ventormenta debido a la naturaleza del acontecimiento. Recientemente apareció un cartel en el tablón de anuncios de Villadorada llamando a los valientes que estuviesen dispuestos a ayudar al susodicho pueblo contra un aparente ataque de la organización criminal largamente conocida como "Defias", con la promesa de una respectiva paga de dos platas. Llegado el momento, el Cabo Rob del ejército guió a quienes se ofrecieron a ayudar con el trabajo; los civiles Asmodeo, Gael, Melissa y yo mismo. El viaje transcurrió tranquilo y pudimos llegar al pueblo casi en ruinas, con sus habitantes escuálidos y con la piel pálida, lo cual en el momento se asumió que era debido a la hambruna habitual de Páramos de Poniente. Tan pronto llegamos y en silencio, el Cabo Rob quien nos había acompañado se retiró. Fuimos guiados hasta el ayuntamiento del pueblo, donde el supuesto Emanel nos recibió desde detrás de sus puertas, pero sin dejarse ver en ningún momento. Tras ser encomendada la misión de preparar las defensas, nos retiramos y comenzamos a revisar. Lo interesante no se encontró en nada hallado en el pueblo en sí; si no en el sótano de su posada, ya caída la noche. Los habitantes del pueblo de Emanel resultaron ser caníbales; despreciables personas con el poco descaro y la poca ética de comerse a otros de nuestra noble especie. Y estábamos destinados a ser su siguiente cena. En nuestro mejor acto de intentar sobrevivir, comenzamos a escapar del pueblo. Sin embargo, mientras mis compañeros se retrasaban decidí tomar un rumbo distinto, adentrarme en el ayuntamiento y acabar con la cabeza de la serpiente y quien había ordenado a los habitantes aquellas atrocidades; Emanel. Sin embargo, mientras estaba dentro y por si el canibalismo no era suficiente, lo que he llegado a percibir fue nada menos que aberrante y es por aquello que he visto que contacto con la Catedral y la Academia de Ciencias y Artes Arcanas. Las energías que he detectado en el ambiente eran oscuras y corruptas, corruptas hasta el punto de que su simple detección me provocó náuseas en todo el cuerpo. Poco después, escuché unas palabras en un idioma desconocido el cual, tras llegar a ver la naturaleza de la criatura a mis espaldas, pude intuír que se trataba de un idioma demoníaco. El pasillo se torno infinitamente largo y una criatura oscura y enorme se dirigió hacia mí. Aunque logré escapar, antes de conseguirlo pude sentir en mis propias carnes como aquella criatura trataba de tornarme en uno de los suyos, provocándome un hambre voraz. Para mi fortuna, puede escapar y salir de allí antes de la la demoníaca criatura pudiese causar verdaderos estragos en mí. Envío esta misiva de especial importancia tanto a la catedral como a la academia para que los usuarios de La Luz en conjunto con los usuarios de la Magia puedan pensar en una solución para el problema; pues la retorcida y oscura criatura, así como sus caníbales, siguen merodeando aquel desolado pueblo. También advierto no confiarse de las apariencias, pues la criatura que merodea en el ayuntamiento ha demostrado dominar el arte de las ilusiones; llegando a hacerse pasar por el noble Emanel, quien presumiblemente se le dará por muerto y sustituido por aquella entidad demoníaca, mientras que sus habitantes son capaces de mantener un rol más natural durante el día, no así mismo por la noche, momento que aprovechan para saciar su despreciable dieta. Saludos y La Luz os guíe Atentamente: Santiago de Sveri // Esta carta fue escrita hoy, pero llegará recién mañana, en cuanto Melissa y Santiago regresen a Villadorada. Aviso además que esta carta está relacionada con el evento "El Festival de la Carne" del Narrador "Vagabundo". Lamento además lo repetitivo de las cartas, pero Santiago literalmente transcribió partes enteras para dar igual cantidad de información a todas las organizaciones.
  19. Yo ha sido llegar hasta Mass Effect y me he dado cuenta que sois unos clichés enormes Aprended de música, el bueno de Swords os ayuda con ello.
  20. WR? Por Winter? Esa es buena pero no. Nope. Son iniciales : ) Anda. Un gusto tener una cara familiar por aquí. Espero verte dentro pronto. ¿Será Williams al final? Sea como sea, ya nos veremos in-game para planear aventuras y reclutarte para la gloria del Campamento Falveri. ¡Bienvenido!
  21. Noche 4 Santiago contra el bosque -Relato Corto- Santiago se quedó observando a su compañero largarse, mientras permanecía parado en medio del bosque. Y la noche comenzaba a caerle encima. El Capitán Kenway Drake, alguien a quien recientemente había conocido y que había mostrado interés en el Campamento Falveri, se encontraba presumiblemente muerto. Santiago en su frustración acababa de incriminar al Montaraz del Norte de la situación por no haber aceptado construir un puente antes; el cual podría haber salvado la vida del Capitán. La reacción de Elegost no fue ni corta ni perezosa, y tras tomarle del cuello y dedicarle unas palabras, le dejó allí. Santiago avanzó unos pasos en silencio por el bosque mientras la oscuridad de la noche comenzaba a volverse cada vez más presente, hasta el punto de comenzar a dificultar la vista. El Montaraz Arcano se detuvo un momento para iniciar un leve fuego cerca de un árbol, pues aún seguía mojado y sin un fuego posiblemente no sobreviviría a la noche. El inexperimentado Montaraz permaneció a salvo durante al menos media hora frente al fuego y rodeado solamente por la oscuridad de la noche... Hasta entonces. Un sonido le alertó, proveniente de unos arbustos. Algo se movía allí. Su armamento se limitaba a un cuchillo y una hachuela, pues su arco se encontraba roto, y en ningún sentido se le daba bien la lucha próxima. Tampoco creyó tener el tiempo necesario para ponerse a canalizar energías y anticipar qué saldría de allí, por lo cual el Montaraz Arcano se limitó a darse la vuelta y echar a correr, dejando su fuego atrás; y a buen tiempo, pues pudo llegar a escuchar como algo salía de entre los arbustos. Y le seguía. No tenía tiempo para mirar atrás, no quería hacerlo. Detrás suyo solo se escuchaban varios sonidos sobre el césped, suaves pero veloces sonidos ¡¿podía ser acaso algún tipo de felino en Elwynn?! Santiago llegó a un árbol con buenas ramas y comenzó a trepar por él, hasta llegar a una rama sólida encima donde se sentó. Al fin en paz, pudo ver a su temible persecutor. O persecutores. Al menos cinco o seis conejos se reunían debajo del árbol, comiendo varias bayas... ¿Pero cuándo? Tarde se le ocurrió a Santiago revisar. Parte de la mochila iba abierta, y lo único que tenía para comer acababa de ser desperdigado por el bosque mientras huía de conejos. ¡Conejos!. Se tomó un momento para respirar en paz. Volvió a observar debajo mientras los conejos se volvían a dispersar. No tenía el arco, por lo cual tampoco podía tratar de acertarle a ninguno; probablemente acababa de alimentar a toda una familia de conejos sin recibir nada a cambio. Al menos nadie le podría decir que no había cumplido su buena acción del día. Santiago volvió a bajar del árbol. Ahora estaba aún más perdido, rodeado de oscuridad y tarde a la noche. Aunque su desdicha lejos estaba de terminar allí. No podía encender un fuego, pues los árboles en aquel preciso lugar tenían la madera excesivamente verde. No arderían. Comenzó a avanzar por el bosque, esperando tener más suerte y rencontrar su hoguera o al menos, árboles más apropiados para encender un fuego. Los búhos se oían entre los árboles. Sus cabezas se giraban, observando el paso irregular y agotado de Santiago, quien hacía rato había dejado de sentir grima por la capacidad de gire de sus cuellos. Sin embargo, finalmente sus ojos se iluminaron mientras sus manos comprobaban las ramas de un árbol ¡su madera estaba seca! Y mientras se apresuraba a tomar algo de su madera para iniciar un fuego, un enorme relámpago en el cielo y la lluvia se volvió a desatar; había habido tormenta de día y las nubes no se habían ido, aquello estaba destinado a ocurrir. La madera pronto se humedeció y el fuego se volvió un proyecto imposible. Se rodeó como pudo con el manto de grueso pellejo de oso y se recostó contra un árbol que más o menos le daría algo de cobertura contra la lluvia. Se limitaría a tratar de descansar un poco allí; quizás al otro día... Quizás tuviese más suerte. Santiago caminó por horas con paso irregular por el ahora húmedo bosque, tras las lluvias de la anterior noche. El hambre le podía y tan solo había logrado comer algunas bayas del bosque. El sitio donde había dormido tampoco fue menos para su desdicha, y en su cansancio olvidó revisarlo; habían hierbas que para aumentar su frustración le habían dejado una incesante y terrible comezón en los brazos, la única zona totalmente expuesta de su cuerpo. Finalmente se dejó caer sobre el césped, cercano a unos arbustos. ¿Acaso sería el fin? ¿El hambre le había podido? ¿No volvería a ver la luz del día, no volvería a oír los pájaros cantar o incluso la tediosa voz del Montaraz dándole órde- -La comida está lista- Dijo una voz conocida. Cuando Santiago alzó la vista y vio al campamento con una hermosa sopa de Múrloc esperándole, se limitó a levantarse y acerarse a comer. Si el Montaraz había estado enfadado con él; probablemente ya no lo estaba. Y él ni indagaría sobre ello, ni le volvería a inculpar de manera tan descarada. Los dos mejores Montaraces habían vuelto tras una noche entera; Campamento Falveri aún les necesitaba // Esto es solo un relato; la mayor parte nunca fue roleado y lo he colocado para llenar el vacío de que ha ocurrido la noche en que ambos montaraces se han separado. Por lo cual quiero dejar claro que -no- es un evento de ningún tipo. Ya todo dicho, ¡disfrutad y larga vida al Campamento Falveri! ¡Ad Victoriam!
  22. Santiago fue directo al Tablón de Anuncios de Villadorada en plena noche, mientras el Montaraz del Norte se dirigía a colocar su parte en la posada. El cartel, al igual que el de su compañero, estaba escrito sobre cuero de venado y escrito con sangre de los mismísimos múrlocs. La letra era cuidada, dentro de lo que se podía esperar de una caligrafía plasmada sobre cuero irregular y escrita con aquella morbosa sustancia. El Montaraz afirmaba que en la Posada llamaría más la atención, ¡pero él estaba seguro de que aún había gente que leyese los tablones de anuncios en los pueblos y ciudades! // Disfrutad el Cutre Fotochó. Cortesía mía. (Recomiendo clickear la imágen y verla en tamaño completo, el foro me arruina la letra bajando la resolución!)
  23. Noche 2 - La Defensa de Falveri Ruina Imperii... Y así sucedió. Los valientes campistas comenzaron a levantar defensas para resistir el inminente embate de los múrlocs, cuya motivación era tratar de expulsar a los invasores humanos y el reciente alzamiento de su campamento al norte de sus territorios. Y aunque Santiago de Sveri pudiese prevenir la inminente invasión... Nadie puede predecir el resultado de una batalla. El dúo que habitaba el Campamento Falveri no comenzó con el pie derecho para el alzamiento de defensas. No encontraban los recursos, los intentos de crear algo decente eran torpes y la enorme viga de madera se negó con toda su robustez a ser cortada en dos, por lo que la tuvieron que poner entera para resistir la entrada por tierra al Sur del campamento. Nada estaba saliendo según los planes. Sin embargo, tras un arduo e incesante trabajo en conjunto lograron levantar algunas cosas básicas para resistir el embate; habían colocado y aferrado rocas afiladas a la viga, colocado picas en la entrada por el río que sin duda los múrlocs usarían y varias estacas en la subida por la ladera a las colinas al Norte del campamento y, aunque también trataron de iniciar un gran fuego que intimidase a los múrlocs, fue imposible y todo quedó en una simple hoguera al centro del campamento. No era perfecto, pero con el poco tiempo que tuvieron, aquello sería suficiente. ¿No? El tiempo pasó. El Montaraz del Norte y el recientemente autoproclamado Montaraz Arcano aguardaban en la cima de las colinas al norte del campamento. Santiago se mantuvo concentrado canalizando energía un largo y extenuante rato para permanecer alerta a la llegada de los múrlocs. Ya caída la noche, abrió los ojos y dio la señal a Elegost. Estaban llegando. Sin embargo, el grupo que llegó en un principio era demasiado reducido para lo que esperaban; seis múrlocs. Estaba claro que venían más. Los primeros seis llegaron por el río, y las estacas que Santiago había colocado en la entrada a través del río habían hecho su trabajo, empalando y matando al instante al primer grupo de múrlocs. Sin embargo, las mismas picas de madera no resistieron en pie y la entrada a través del río era ahora una puerta abierta. El segundo grupo de seis múrlocs llegó. Ninguno de ellos parecía un líder, pero tampoco es que los múrlocs sean muy organizados ¿no?. Este segundo grupo, llegado también por el río, no tuvo impedimentos para entrar al campamento. Con lanzas de piedra rudimentarias, comenzaron a rajar las lonas de las tiendas en busca de humanos. Pero no había nada... Hasta que una flecha solitaria rozó y cortó a uno de ellos. Venía del norte, eso lo sabían. Pero fueron incapaces de ver nada al norte salvo colinas. Y finalmente, llegó el tercer grupo por el río, de nuevo teniendo entrada libre al campamento con las picas derribadas por el primer grupo de avanzadilla. Los múrlocs no eran conocidos por su inteligencia, pero aquel múrloc, más grande que el promedio y de escamas de aspecto endurecidas, con una concha de mar a modo de parche en el ojo izquierdo, era algo fuera de lo ordinario en su raza sin duda. El segundo grupo de múrlocs comenzó a emitir sonidos guturales, aparentemente poniendo al día a Grgblus. Aunque los Montaraces eran incapaces de entender que decían, estaba claro de que a Grgblus se le había ocurrido una eficaz idea para hacerles revelar su posición. Ordenó que los múrlocs tratasen de quemar el campamento, quemando palos en la hoguera. Y funcionó. Ambos humanos revelaron su posición en la cima de la colina y comenzaron una descarga de flechas contra los múrlocs antes de que pudiesen llegar a quemar nada de su preciado campamento. Las primeras flechas volaron, fulminando a uno de los múrlocs y dejando a otro herido. Los múrlocs no tardaron en reaccionar. Todos ellos, a excepción de su líder, lanzaron prestos sus lanzas esperando darles a los humanos en la cima de la colina. Pero tan solo una de las lanzas logró darle, a Elegost en particular. Y cuando volvieron a descargar flechas sobre los múrlocs... La cuerda del arco de Sveri cedió, reventándose. Los múrlocs, prestos, aprovecharon la ocasión. Cuatro de ellos se dividieron del grueso principal, seguramente a órdenes de Grgblus, y comenzaron a subir por la ladera. La primera fila de estacas en la misma les hicieron daño, dejándoles graves, aunque no les impidió seguir avanzando mientras los múrlocs de abajo comenzaban a rapiñar (El karma se las devolvió a los montaraces) cosas del campamento para arrojárselas a los humanos arqueros. El líder Grgblus, por su parte, finalmente arrojó su lanza, dándole al Montaraz del Norte quien rápidamente pudo notar que aquel múrloc tenía una fuerza por encima de la del resto de sus matones de agua dulce. Elegost y Santiago optaron por moverse a una posición donde pudiesen ver la ladera, ya que Santiago había perdido su arco. La segunda y última fila de estacas cedió junto a los cuatro múrlocs que trataban de subir por allí, generando cuatro bajas más. Grgblus y los otros 5 múrlocs que aún vivían aprovecharon la ladera ahora despejada para comenzar a subir. Durante el ascenso Elegost descargó un par de flechas sobre los múrlocs. Una logró darle a uno de los múrlocs que subían en el tórax, dejándole grave y retrasando su avance. Pero la segunda fue evitada con eficacia por el líder, dándole más razones al dúo de campistas para temerle. Ya llegados arriba y tras el choque inicial, se desató una lucha brutal y sangrienta cuerpo a cuerpo entre ambos humanos y las fuerzas de los múrlocs, armados con palos y, su líder, con un robusto pedazo de madera que estaba guardado para quemarse en la hoguera. Los vasallos de Grgblus en sí no supusieron un desafío demasiado grande; pero por otro lado su líder sí que era una máquina, o tenía la suerte muy echada a su favor. Sus ataques eran violentos y fuertes. Mientras sus vasallos cedían, decidió realizar una última acción temeraria. Cargó contra Santiago, quien había sido dejado al borde del precipicio en su lucha con los múrlocs y quien estaba en mal estado, embistiéndolo y cayendo ambos ladera abajo. -SANTIAGOOOOOOO- Fue lo último que gritó el Montaraz mientras le perdía de vista cayendo ladera abajo. Tras eso, colérico tras la caída de su compañero (O quizás simplemente por desesperación), Elegost se las arregló para deshacerse de uno de los dos últimos múrlocs que permanecían vivos, huyendo el otro por el río en dirección al lago del norte, sin que Elegost pudiese hacer nada. Tras eso el Montaraz del Norte pudo respirar tranquilo... ¿O no? ¡No! Cuando observó ladera abajo, Grgblus se preparaba para llevarse a Santiago, probablemente como prisionero y dando ya al otro humano por muerto. Pero con un "¡ESTO NO HA ACABADO!" como grito desde la cima, Elegost comenzó a descargar flechas contra el líder Grgblus. Tras un par de devastadores ataques, y dándose cuenta de que no le quedaban aliados, Grgblus huyó por el río hacia el sur, siendo perdido de vista por el humano. Santiago se encontraba en un estado grave por sus heridas y permanecía inconsciente en el suelo. Su compañero no estaba en muy mejor estado, pero al menos se mantenía consciente. A duras penas logró cargar con el Montaraz Arcano hasta la tienda mayor, ahora con las lonas desgarradas y a merced de animales salvajes. Elegost tendría que permanecer de vigila de noche mientras mantenía las heridas de ambos. Era una victoria, pero una victoria amarga. Campamento Falveri se encontraba ahora en ruinas, en contraste del resplandor que hasta hace tan pocas horas relucía. El destino tanto del campamento como el de ambos valientes pendía ahora de un fino y delicado hilo... Y Grgblus probablemente advertiría al resto de múrlocs en la zona de los humanos. Los problemas no cesaban. Continuará en: Día 3 - Gloria Perdida Participantes: Santiago de Sveri - Elegost Faler Masteado por: SwordsMaster
  24. Atributos5 Físico7 Destreza8 Inteligencia6 PercepciónValores de combate20 Puntos de vida24 Mana10 Iniciativa13 Ataque a Distancia (Arco corto) 11 Ataque Cuerpo a Cuerpo (Espada ligera) 9 Ataque Cuerpo a Cuerpo Sutil (Desarmado Defensivo) 9 Ataque Cuerpo a Cuerpo Sutil (Cuchillo)11 Defensa Habilidades: -Físico: 4 Atletismo -Destreza: 6 Arco corto 4 Espada Ligera 4 Defensa 2 Combate desarmado (Defensivo) 2 Cuchillo 4 Nadar 6 Sigilo 2 Cabalgar 4 Escalar 2 Trampas/Cerraduras -Inteligencia: 2 Callejeo 4 Contabilidad 2 Leyes 2 Peletería 2 Sanación/Hierbas 4 Fauna 5 Carpintería 2 Religión 6 Supervivencia 2 Tradición/Historia 2 Arquitectura Humana 2 Cocina 2 Cirugía/Anatomía 2 Evocación Básica 2 Abjuración Básica 3 Detectar Energía Arcana 2 Detectar Energía Vil 4 Visión Lejana Arcana 2 Transmutación Básica 2 Visión Nocturna Arcana 5 ArcanoKinesis 2 Visión Arcana Superior 2 Alteración Arcana -Percepción: 2 Etiqueta 4 Reflejos 4 Música (Canto) 5 Buscar 6 Advertir/Notar 5 Rastrear 2 Comercio 2 Bailar 2 Disfraz Especializaciones: Arcano: Adivinación Transmutación Hechizos: Dificultad 12 Detectar Energía Vil (Rango): El mago manipula la energía arcana para detectar rastros de su antítesis, la energía Vil. Funciona como Detectar Energía Arcana. Dificultad 14Visión Nocturna Arcana (Personal): El mago manipula la energía arcana para obtener una visión mejorada en ambientes oscuros, permitiéndole ver en la penumbra como si de una criatura mágica se tratase. Dura 10 minutos por nivel de habilidad o hasta que se disipe el hechizo. Habilidades: Arquitectura: Conocimiento sobre la correcta estructuración de edificaciones, el estudio de sus puntos más débiles y fuertes y el correcto uso de las leyes de la física para que todo se mantenga en pie sin caerse a pedazos sobre las personas debajo de la estructura, o por lo contrario precisamente para hacer que estas caigan sobre ellas. Puede ser usada para ayudar/dirigir en la creación de estructuras (Contando con los materiales y la mano de obra necesaria dependiendo de la complejidad y dentro de lo coherente para el nivel de habilidad), la reparación y mantenimiento de estructuras o el simple uso del conocimiento para mejorar el liderazgo de asedios.
×
×
  • Crear Nuevo...