Saltar al contenido

Tercio

Roler@
  • Contenido

    90
  • Registrado

  • Days Won

    18

Todo el contenido de Tercio

  1. Tercio

    Llegada a Ourobós

    El viaje había sido largo, semanas de camino entre el bosque del Ocaso y Arathi. Las fronteras de los reinos fueron sucediéndose, primero a pie entre los negros bosques, luego por la llanura amarilla hasta llegar a la costa, y de ahí por el ancho mar hasta arribar a los puertos de Arathi. Cruzando como viajeros Strom, se adentraron en los bordes del país, iniciando la subida por caminos en la montaña que no habían sido pisados en decenas de años. El frío atenazaba, y las formaciones de nieve aumentaron conforme a la altura, tanto que hubo que despejarla. Ante sus ojos se abrió un valle, un bosque nevado. Atravesarlo no fue tarea sencilla, antiguos maleficios, ya algo caducos, hicieron a la compañía perderse en acertijos y tener que pagar un impuesto a un árbol que devoraba a quienes se atrevieran a pasar sin dar el debido impuesto. Con todo, la entrada al Monasterio de Ourobós estaba abierta ¿Qué misterios esconderían sus interiores?
  2. Una habladuría se había ido extendiendo por los barrios bajos de Stromgarde. Lugares donde la gente corriente no se acerca, y los que lo hacen portan malas intenciones. Los objetos malditos se decía que pululaban, dispuestos a la compra por quien tuviese suficiente dinero para pagarlos. Un rumor se fue extendiendo por estos sitios, parecía una convocatoria, hecha para quien la entendiese. Desde luego el asunto no pasó desapercibido por la comunidad creada en aquel lugar, que trató de desentramar el escrito. "Los portadores de la llama han sido convocados por el guardián del umbral en el cruce de los ríos gemelos, en la noche de la última luna menguante esta os enseñará el camino. Tres veces tañaran las campanas a la llegada como tres son sus hijos, tres serán quienes puros de espíritu e inmaculados heredaran el nuevo amanecer. Siete veces despojado y siete serán sus deseos, siete que moldearan el mundo a su imagen y semejanza. Siete se volverán uno, y el uno lo será todo." ¿Qué querría decir este texto críptico?
  3. Tercio

    La hora de la bruja

    Epílogo Con la aldea en llamas y todos sus habitantes muertos, los participantes habían sellado su pacto con las brujas. Unas gotas de sangre propia fueron suficientes para atarlos a las tierras de Drustvar, aunque las consecuencias de esto no podían preverlas. Al volver a embarcar en el puerto de Boralus un viejo libro hecho de piel humana les acompañaba. Parecía palpitarles entre las manos mientras surcaban de nuevo los mares hacia tierras conocidas. Un recuerdo fugaz, quizás, de lo que había costado obtenerlo, donde casi se jugaron la vida. Los que ya no volverían quedaron atados al albur de las brujas. Aquella aldea que les tendió la mano con confianza ahora yacía entre los cascotes de la destrucción. Los cazadores de brujas llegaron a los pocos días, cuando ya no quedaba nada. Albert Frauder, su capitán, se dispuso a dilucidar qué había ocurrido aquí y a perseguir a los causantes ¿Lo conseguiría? El tiempo lo dirá Participantes y habilidades
  4. Tercio

    Garçes de Áquila

    Atributos 8 Físico 6 Destreza 6 Inteligencia 7 Espíritu 6 Percepción Valores de combate 32 Puntos de vida 28 Mana 6 Iniciativa 10 Ataque CC (Espada pesada) 10 Ataque CC (Maza de mano) >10 Ataque CC (Lanza pesada) 7 Ataque a Distancia (Arco largo) 7 Ataque CC Sutil (Daga) 8 Defensa Habilidades Físico 2 Espada pesada 2 Maza de mano 2 Lanza pesada Destreza 1 Daga 1 Bailar 2 Equitación 1 Escalar 2 Defensa 1 Lanzador 1 Nadar 1 Sigilo Inteligencia 1 Leyes (Reinos Humanos) 1 Religión (Luz Sagrada) 1 Sanación/Hierbas 1 Conocimientos/Historia (Reinos Humanos) Espíritu 1 - Voluntad Percepción 1 Arco largo 1 Advertir/Notar 1 Etiqueta 1 Música Escuelas/Especializaciones
  5. Tercio

    Garçes de Áquila

    Raza Humano Sexo Hombre Edad 20 Altura 1.83 Peso 90kg Lugar de Nacimiento Stromgarde Ocupación Caballero errante Descripción Física Joven de 20 años, con un buen físico por el ejercicio que ha llevado a cabo toda su vida. Es alto y apto para la guerra. De cabello castaño, al igual que sus ojos. Suele ir afeitado. Descripción Psíquica Nacido como segundón de una familia hidalga, ha dedicado su vida desde los siete años al servicio de una casa noble superior. Es un hombre de su tiempo, centrado en el orden natural de las cosas, la nobleza y lo que implica. Siente reverencia por la Luz . Es de un caracter reflexivo, simpático, con un humor que se centra más en lo inocente. Ficha Rápida No (600 palabras mínimo) Historia Hoy cumplo 20 años. Un muchacho, ya considerador hombre, se arrodillaba frente a un camastro de paja, entrada ya la noche. Unas ascuas daban los estertores últimos antes de apagarse a su derecha. El suelo de piedra le resultaba frío, pero él se había puesto una alfombra para cubrir sus rodillas. Realizaba sus oraciones en voz baja, pensando alto, intentando elevarse a través de la oscura noche que asomaba en la ventana. Apoyada en la cama se encontraba una espada desnuda. Él la miraba sumido en su murmullo, dejando navegar su mente a través del filo esperando encontrar en ello lo sacro, más se detuvo en varias mellas de las hoja, defectos otrora pasados por alto, pero que en aquel momento lo turbaron profundamente. Con un suspiro se metió en el jergón. Cuando los rallos de Sol alcanzaron la ventana, los jóvenes llevaban ya rato en sus quehaceres. La primera misa, aunque ya en la costumbre, era demoledora. Ahora mismo se encontraban ejercitando en el patio de armas, donde un sargento les hacía repetir una y otra vez distintos movimientos que ardían en sus brazos. Paradas, redobles, saltos, monta, tiro con arco. La mañana pasaba en una sucesión de entrenamientos para endurecerlos, tanto física como mentalmente. Garçes simplemente no estaba allí, por lo menos su cabeza. Repetía todo como un autómata, distraído. Su mente vagaba hacia otros mundos donde las preguntas se le agolpaban ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Cuál era el sentido? La respuesta era muy obvia claro, su vida, decían, mejoraría mucho desde una mejor posición como caballero al servicio de algún noble de más importancia. La lógica decía que ese era mejor camino, pero la realidad de lo que experimentaba se alejaba mucho de lo que decían. Él no hacía más que trabajar, constantemente, con un esfuerzo terrible. Una auténtica tortura para el cuerpo y la mente, siempre en tensión, sin tiempo para detenerse. Las jornadas duraban hasta prácticamente el anochecer donde caía rendido en la cama. Y todo esto para morir en el barro matado por alguna pedrada mal dada de un trol o un ballestazo fortuito en un castillo. Él lo había visto, había acompañado a su señor en alguna escaramuza, ya como escudero. No vio nada de honroso en lo que se presentaba a sus ojos. Hombres agónicos sangrando. Su señor los miraba con mucho respeto y reverencia ¿sería eso? Quizás algo que él no podía observar, un velo que él no era capaz de revelar. ¿Sería acaso la Luz? Los sacerdotes hablaban sobre el orden del mundo, aquello que estamos organizados para hacer. Le costaba creer, él quería creer a fe ciega. ¿Pero cómo se diferencia a los ojos de un mundano la Luz de la simple magia? Encontraba en esa pregunta un abismo insondable. Él sabía la verdad, claro, la Luz creadora, pero no sabía explicarlo, tenia una gran duda. Y con esa duda la existencia se volvía intrascendente ¿para qué esforzarse en todo lo que se le pedía? Cuando todo está tan a la vista es muy difícil discernir que cosas son verdaderas y cuales solo son relleno. Admiraba a sus compañeros, no los veía en las mismas diatribas. Tan encaminados que llegarían al éxito. Pero él no podía hablar estos temas con ellos. Al llegar la noche se encontraba de nuevo arrodillado frente a su cama, pero esta vez no pudo dormir. Se levantó del camastro y anduvo en silencio por los pasillos del castillo, creyó escuchar aún un ruido en el salón. Al llegar vio aún la pira encendida y a un hombre ya entrado en años sentado en un sillón observando el fuego que reconoció al instante. - Lo lamento señor, no sabía que había alguien aquí, no quise molestarle- dijo. El hombre no era más que el señor del castillo Sir Rodrerick, a quien otros llaman “el fuerte”. Ahora mismo se encontraba hundido en sofá, agarrando su espada envainada y con un rosario en la otra. - No puedes dormir, yo tampoco – Lo miró un instante – Acompáñame entonces hasta que el sueño quiera alcanzarnos. – Garçés se acercó, respetuoso. - Hay algo que te aflige – Dijo – Lo he visto en tu cara esta mañana en los ejercicios – Garçés mantuvo el silencio – ¿Se puede saber qué es? – - La Luz no me responde señor, por más que rece no encuentro solución a mis pesares, ni una ayuda al alma que me permita llevarlos. No he sentido nada. – Se acongojó un poco al confesarlo. Tras un breve silencio, el señor contestó. - Y por qué iba la Luz a hacer eso, eso es trabajo tuyo. – Garçés mostró duda en la cara – Cómo dice señor – Rodrerick se incorporó en el sillón, dejando ver la larga barba cana, antaño rojiza, que le llegaba hasta casi la tripa. – Te queda un año para hacer tu juramento hacia mi persona, y aún no sabes lo que es ser caballero. – Hizo una pausa – Es normal, no tanta gente se lo plantea, el año que viene juraré a muchos de los que hoy tengo a mi cargo, más poco serán más que milites, tropas que han costado 14 años entrenar, algo que parece un caballero, pero que si escarbas un poco te das cuenta de que es solo eso, vacío, algo intrascendente. Aún no sabes lo que digo, pero el camino de la Luz es una lucha contra ti mismo, no todos gozamos de la gracia de la misma forma. Benditos sean los ignorantes, pues su fe en esencia vale como la nuestra, pues los que se platean las preguntas están llamados a pasar un camino difícil. - Qué debo hace entonces – La voz quedaba acongojada – Cómo debo proceder – - La decisión es tuya. Puedes vivir como el resto, fingir que nada de esto ha sucedido y la inercia, el pasar del tiempo simplemente borrará el recuerdo de la duda. O puedes iniciar tu búsqueda de lo que significa ser caballero, vestir el manto blanco y el escudo liso, y volver dentro de un año, a responderme tú mismo – A la mañana siguiente con sus armas y un palafrén viejo, cargó la lanza al hombro y salió del castillo con dirección a ninguna parte.
  6. Tercio

    La hora de la bruja

    El amanecer se abre paso en la aldea de Barald. Los débiles rallos de la aurora intentan abrirse paso entre los bancos de niebla salidos del bosque hacia las casas de los lugareños, que se desperezan de sus camastros. Norbert se levanta, recogiendo su hábito, como siempre, de la silla donde lo había dejado al acostarse. Su mujer se ha levantado antes y está preparando algo de tocino para el trabajo del campo, como siempre. Se siente aún cansado, no ha pasado bien la noche atormentado por pesadillas de diversa índole que no recuerda con claridad. Sale a la entrada de la casa, desde dónde observa con ojos legañosos las casas de sus vecinos, que humean por las glorias de las chimeneas inundando de un agradable olor a leña quemada el ambiente, como siempre. Decir ir a la fuente del pueblo a por algo de agua por lo que coge la cuba y se dirige, casi sin saber donde va. La luz aún no ha iluminado del todo la pequeña plaza que forman las casas, por lo que no se ve del todo bien. Pero se ve suficiente para intuir la mole de piedra donde se coloca una cruz de hierro sobre un pedestal de piedra más alto que dos hombres. El agua está congelada, así que mientras el alba rompe Norbert pica el hielo, como siempre. Pero se da cuenta de que hay algo extraño en el reflejo de la cruz cuando se alcanza a ver algo. Alzando la vista lo primero que se le viene a la boca es un "por la luz" mientras cae de espaldas ante el horror que presencia. Un día más en Drustvar, como siempre.
  7. Tercio

    Hernán Saavedra

    Atributos 6 Físico 7 Destreza 7 Inteligencia 6 Espíritu 7 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 28 Mana 8 Iniciativa 9 Ataque a Distancia (Rifle) 9 Ataque a Distancia (Pistola de chispa) 8 Ataque CC Sutil (Espada ligera) 8 Defensa Habilidades Físico 1 Atletismo Destreza 1 Espada ligera 1 Bailar 1 Defensa 1 Nadar 1 Sigilo Inteligencia 1 Leyes (Reinos Humanos) 1 Religión (Luz Sagrada) 1 Sanación/Hierbas 1 Cirugía/Anatomía 1 Supervivencia 1 Conocimientos/Historia (Reinos Humanos) 1 Conocimiento magia oscura 1 Criptografía 1 Historia imperios troll Espíritu 1 Voluntad Percepción 2 Rifle 2 Pistola de chispa 1 Advertir/Notar 1 Buscar 1 Comercio 1 Disfraz 1 Etiqueta 1 Rastrear 1 Reflejos 1 Rumores Escuelas/Especializaciones
  8. Tercio

    Hernán Saavedra

    Descripción Física Un hombre de mediana estatura, andar recto. Tiene el pelo ceniciento y los ojos verdes. Su cara es seria, de rasgos afilados. Presenta alguna cicatriz en la cara. Lleva la barba bien recortada con un bigote cuidado. Pelo corto. Se le ve un hombre entrenado aunque no excesivamente fuerte. Descripción Psíquica Un hombre curioso, habido de conocimiento, leído en diversos temas. Es simpático y vivo, intenta no tener vicios, aunque le puede algo la avaricia. Ficha Rápida No (600 palabras mínimo) Historia Apunte de diario, día 1º de nuestra expedición. Hemos cargado todos los materiales en los bueyes; provisiones, armas, tiendas de campaña, mapas… Todo está listo para partir a las selvas de Tuercespina este mismo día. He estado limpiando los rifles a conciencia, casi obsesivamente. El capitán ha dado todo por correcto y las 50 almas partiremos al unísono. Quizás me hacen falta otro par de botas. Apunte de diario, día 5º de nuestra expedición El viaje ha transcurrido sin más incidentes que la rueda de un carro roto al paso del río al entrar a Páramos de Poniente. Estuvimos ahí unas cuantas horas parados. He encontrado en la expedición varios personajes pintorescos. Un simpático estudioso llamado Tomás, he compartido con él algunas conversaciones de diversa índole, un hombre bien formado en filosofía y otras ciencias como la astronomía y la alquimia. Hay una guardia de bonitos cabellos, llamada Diana. Me rechazó con mucha delicadeza. Apunte de diario, día 14º de nuestra expedición Lewis el cocinero ha muerto. No asaltaron unos bandidos a mitad de camino, antes del cruce de las montañas. Fue fulminante y no le fue doloroso. Lo enterramos a un lado del camino. Apunte de diario, día 23º de nuestra expedición. El cruce por las montañas está siendo más complejo de lo que parecía, la búsqueda de una ruta directa a Tuercespina fuera de los pasos tradicionales se ha saldado con la cuenta de otros tantos despeñados junto a un carro donde iba gran parte de nuestra ropa de recambio. Apunte de diario, día 30º de nuestra expedición. Hemos entrado a la jungla. El golpe de humedad ha sido terrible. Tomás me explicaba los diferentes tipos de plantas, de las que iba recogiendo. Para él esto es como un cambo botánico, tiene de todo. Las noches son apabullantes, el sonido de los cientos de animales que viven en la nocturnidad no te deja pegar ojo. Lo peor son los mósquitos, enormes, amanecemos con los cuerpos llenos de picaduras. Tengo la sensación de que nos vigilan. Debemos darnos prisa para llegar a la ruina troll, de donde volveremos todos ricos. Apunte de diario, día 50º y largos de la expedición. Diana ha muerto. Una serpiente se cobró su parte al caer de un árbol. La enterramos profundo, con los cabellos atados para que no la sacaran las alimañas. No creo que lo vayamos a conseguir pero intentarlo es al menos un consuelo. Tomás farfulla por lo bajo, esta muerte le ha afectado más de lo que se admite a reconocer, para mi viene siendo en estos dos meses ya casi un habitual. Hemos recibido algunos ataques de los trolls nativos, que se intensifican conforme avanzamos hacia la ruina. Apunte de diario, día alrededor del 70 La espesura de la selva se ha vuelto tal que soy incapaz de discernir cuando pasan los días. Empiezo a contarlos a través del sueño, que cada vez es menos habitual por lo que los días son más largos. La lluvia torrencial ha vuelto un lodazal el terreno por lo que hemos tenido que abandonar los carros y cargar con lo que pudimos a la espalda. Quedamos alrededor de 20 almas. Empiezo a vislumbrar una gran cantidad de escombros. Debemos estar cerca de las ruinas. Apunte de diario, vuelta a casa. Escribo ya esto como último apunte, dispuesto a presentar el informe que verán nuestros promotores como único superviviente. La llegada a las ruinas Gurubasi fue un auténtico infierno. Las vimos abriendo un claro, imponentes y vacías. Acampamos esa noche a los límites de la linde. Tomás desapareció esa misma noche, decían que lo habían visto avanzar solo en la penumbra hacia las ruinas. Nunca más vimos el cuerpo, por lo que supongo que ha murió esa misma noche. Su locura se había acrecentado, nombrando a dioses que le hablaban en sueños. A la mañana avanzamos sobre la pirámide… Hernán levantó la pluma un momento del relato y apoyó la espalda contra la silla, mirando el techo de su habitación en una posada de Ventormenta ¿Debería escribir lo que de verdad pasó o una mentira? Mojó en la tinta reiteradas ocasiones, con un escalofrío, disponiéndose a acabar el escrito. … Nos adentramos en sus numerosas catacumbas, todo parecía saqueado, no había nada de valor. Si lo había no nos dio tiempo a juzgarlo tampoco, a las pocas horas fuimos atacados por una gran horda de nativos, las flechas abatieron a la mayoría y los que pudimos huir corrimos campo a través a adentrarnos en la jungla. No sé que sería de los otros, por mi parte pude llegar hacia los carros y de ahí huir hasta el puesto más cercano en Bahía del botín, donde cogí un barco a donde me encuentro. Tras las recomendaciones pertinentes, Hernán cerró el escrito. De mientras acariciaba con la mano un amuleto de oro, que formaba la cabeza de una serpiente.
  9. La noticia se corrió por los puertos traída de la boca de los mercaderes. La costa de Gilneas no era segura. Un barco fantasma atacaba sin previo aviso por las rutas navegables sin que nadie le pudiese hacer frente, dejando más que cascarones vacíos a la zozobra. Los pocos supervivientes que llegaban a costa contaban como les habían atacado desde la nada, dando fuego a los cañones sin previo aviso y sin tan siquiera verlos. Las rutas habían disminuido su tráfico con el consiguiente perjuicio para la guerra. Era por todos sabido que la falta de marineros era una falta acuciante y muchos echaron la culpa a esto mismo de los continuos ataques. Faltaba gente, de todo tipo, desde armadores, veleros, artilleros, incluso mozos para fregar la cubierta. La armada no pasaba por su mejor momento y había abierto las puertas a numerosos corsarios, privados dados al botín y a la guerra, haciendo presa del enemigo del imperio. Si bien alguno llevaba por bandera la defensa y las buenas intenciones otros no eran más que piratas reformados sin mucha estofa contentos de poder robar legalmente. No era el caso de la tripulación de “La fortuna” comandada por el intachable Gayo Silje, capitán conocido y respetado. Por todos los puertos se fue corriendo la voz de que el capitán estaba falto de hombres y que estaba dispuesto a cazar a este supuesto barco fantasma. Pagaría bien a cualquier valiente que pusiese rumbo norte con él.
  10. Tercio

    Svenk Völundr

    Nombre: Svenk Völundr Atributos 8 Físico 7 Destreza 6 Inteligencia 6 Espíritu 6 Percepción Valores de combate 32 Puntos de vida 24 Mana 7 Iniciativa 9 Ataque CC (Espada pesada) 9 Ataque CC (Hacha de mano) >10 Ataque CC (Lanza ligera) 7 Ataque a Distancia (Ballesta pesada) 7 Ataque a Distancia (Rifle ) 8 Ataque CC Sutil (Ballesta pesada) 9 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo 1 Espada pesada 1 Hacha de mano 2 Lanza ligera 2 Martillo ligero 1 Martillo de guerra 1 Combate sin armas equilibrado Destreza 1 Escalar 2 Defensa 1 Lanzador Inteligencia 1 Arquitectura (poliorcética) 1 Leyes (Honor Enano) 1 Supervivencia 1 Conocimientos/Historia (Clanes Enanos) Espíritu 2 Voluntad Percepción 1 Ballesta pesada 1 Rifle 1 Advertir/Notar 1 Buscar 1 Reflejos Escuelas/Especializaciones
  11. Tercio

    Svenk Völundr

    Nombre del Personaje Svenk Völundr Raza Enano Sexo Hombre Edad 87 Altura 145 cm Peso 100 kg Lugar de Nacimiento Dun Garok Ocupación Guerrero de clan Descripción Física Es un enano corpulento sin llegar a ser un gigante, fibroso por el ejercicio. De pelo negro, Está rapado con una barba trenzada, portando abalorios con runas y símbolos familiares. Tiene los ojos de color marrón, con unas cejas caídas que le dan una apariencia más anciana de lo que en verdad es. Descripción Psíquica Es muy meticuloso, obsesionado casi al punto de hacer todas las cosas bien, lo que lo deja un tanto irresolutivo en algunas ocasiones. Tiene un carácter afable y bondadoso, sentado en la realidad de saber con quién se la juega. Su adiestramiento marcial le hace pensar en posibles salidas para todas las cuestiones que se le presenten, intentando adelantarse a ellas, aunque no siempre acierte. Valora la familia por encima de todas las cosas, y el traer honor a ella. Ficha Rápida No (600 palabras mínimo) Historia El escudo reventó sobre la cara del barbilampiño enano, que cayó redondo al suelo con un gemido seco. - Otra vez- Dijo la voz Con resignación y las piernas temblando cogía el hacha de madera, casi el doble de pesada que una normal, y apoyándose en el umbo trataba de levantarse a duras penas con las piernas temblando. - En guardia, tienes que hacer el paso más largo- El enano pisó un círculo marcado en la piedra, cogiendo una posición con el escudo en oblicuo, mostrando levemente el hacha. El otro lo imitó, de piernas más separadas, de hacha más baja. Los golpes se sucedieron a los pocos segundos, el enano mayor dio medio paso al frente provocando que el menor lo atacase de forma descendente. El maestro no se hizo esperar, acabó el paso para colocar el umbo en la muñeca del hacha del aprendiz mientras cambiaba la guardia al pie izquierdo, quedado totalmente a la derecha de su contrincante que poco pudo hacer mientras recibía otro golpe en la espalda y caía al suelo. - Suficiente por hoy, no estás concentrado- Posó las armas El joven, exhausto, exhaló un último suspiro antes de ponerse en pie. Miró a su maestro, un venerable ya entrado en años, con algún tatuaje, aún con el vigor intacto, se movía como un gato por toda la sala. Era un sitio particular, lleno de enanos practicando las armas, decorado profusamente con motivos guerreros. Se entraba por un pasillo estrecho donde se encontraban estatuas de grandes enanos, participantes en guerras, que habían comenzado su andadura en esta misma sala. Todos ellos gloriosos. Tal como quería él. Desde pequeño la obsesión de la guerra había sido su acompañante. El conflicto formaba parte de todos nosotros, era inevitable, estar atento frente a él era una necesidad, enseñar a los demás a moverse en él un gusto y defender a quien no pudiese hacerlo un deber. Recogió sus armas y saludó al maestro poniéndolas frente su cara e inclinándose en una reverencia. Todo tenía su simbología aquí, un respeto para con la muerte que lo impregnaba todo de un halo de importancia. No era solo el aprender a matar sino el guardarte de hacerlo. Convertirse en alguien capaz de ser un monstruo era la primera parte del aprendizaje, el ser capaz de hacer todo el daño posible a otro ser viviente. – Verás – decía el maestro. – Ponte a pensar. Imagina estar en una taberna, altas horas, ya recogiendo para ir a tu casa. Alguien más borracho que tu se te presenta cuando intentas salir por la puerta, comentando lo que sea, no importa, pero con firme intención de hacerte daño- Paró un momento - ¿qué haces? ¿entiendes lo que te quiero decir? ¿cuál es la solución para evitar el conflicto? – Quedó Svenk pensativo leves instantes – Pues podría calmarlo o irme- El maestro sonrió – Ese es tu error, no puedes evitarlo, ambas opciones que has elegido son en base a algo que está existente, la pelea. Si huyes te has rendido, si hablas intentas evitarla. En ambos casos has jugado a lo que te han propuesto, no has hecho desaparecer nada – Svenk respondió – Pero él puede ser más fuerte que yo, puede hacerme más daño- El maestro continuó – En ese caso debes estar preparado para ejercer tanta cantidad de daño o más que quien te ataca. Siempre es en escalada, no hay normas, el que más daño haga se lo lleva. Pero si te ha intentado atacar es porque ha visto que puede, le ha parecido seguro el riesgo, estás atado a él. Lo mejor que puedes hacer es acabarlo rápido. Si, es inteligente a veces huir, pero no tomarlo como la primera opción. Siempre tienes que estar preparado por si él no te deja – Bajo este pensamiento Svenk prosperaba en su forma, física o mental, prepararse para el conflicto y para alcanzar la gloria para su familia.
  12. Tercio

    Harlon Radolf

    Nombre: Harlon Radolf Atributos6 Físico6 Destreza6 Inteligencia8 Espíritu7 PercepciónValores de combate24 Puntos de vida32 Mana7 Iniciativa9 Ataque a Distancia (Rifle)9 Ataque a Distancia (Pistola de chispa)8 Ataque CC Sutil (espada ligera)8 Defensa Habilidades Físico Destreza 2 espada ligera 2 Defensa 2 Nadar 2 Sigilo Inteligencia 2 Navegar 2 Supervivencia 1 Conocimientos/Historia (Reinos humanos) Espíritu 2 Voluntad Percepción 2 Rifle 2 Pistola de chispa 2 Advertir/Notar 2 Buscar 1 Callejeo 2 Comercio Escuelas/Especializaciones
  13. Tercio

    Harlon Radolf

    Nombre del Personaje Harlon Radolf Raza Humano Sexo Hombre Edad 34 Altura 1.77m Peso 75 kg Lugar de Nacimiento Boralus Ocupación Marinero Descripción Física Descripción Harlon es un hombre de campo, un jornalero cualquiera que ha pasado su vida arando los campos cerca de Boralus. Como cualquier kulthiriense que se precie ha tratado con la mar, por lo que su piel está algo gastada por las inclemencias del Sol, haciéndole parecer con una carga de años superior a la que tiene. De ojos verdes, tiene un cuerpo acostumbrado a la carga de trabajo, nada fuera de lo común. Acompaña su cara con una barba frondosa que le cubre en gran parte y el pelo recogido. Descripción Psíquica Es una persona de carácter fuerte, centrado en aquello que se propone hacer, quizás sin mucho escrúpulo. Comprende dentro de una sabiduría pueblerina que el bien no se acerca tanto a lo que pone en los libros morales. Matar a un perro enfermo puede salvar a la camada. De naturaleza curiosa, su pasado como un cualquier le ha impedido tener una educación clara, es por ello que siempre está atento a aprender algo nuevo y aplicarlo en su vida cotidiana. Aquellos que lo observen pueden ver a una persona metódica y cuidada, que se guarda bien de mantener sus prendas en perfecto estado, aunque vista harapos Ficha Rápida No (1000 palabras mínimo) Historia Historia Harlon Radolf encendió la pipa mirando a lo lejos sobre un acantilado las idas y venidas de los barcos que iban a parar a Boralus. El humo le nubló un poco el atardecer que se estaba produciendo, levantando una leve brisa que le acariciaba las barbas desde el mar. Tenía al lado su viejo mosquete de caza, cargado, y un sable envainado, que conforme el cielo iba ensangrentando la mar se colgó al cinto. La oscuridad se cernió al dar el Sol su último estertor y la noche abrió camino. Era luna nueva, por lo que la negrura envolvió toda la zona. A él no le importaba, conocía bien este monte. Golpeó la pipa contra la piedra, esparciendo las cenizas, recogió el fusil y fue descendiendo la cuesta del acantilado, hacia la costa. Conforme avanzaba por el camino, angosto en algún tramo, pequeñas luces rompían el manto que había impuesto el ocaso. Era un pueblo, uno de tantos pequeños pueblos costeros que abastecían a la capital con su pesca y el sudor de su agricultura. Harlon esperó, aún se veía a las madres encerrar a los ojos disponiendo la cena en la mesa, aguardando la llegada del padre que de mañana había partido a la mar. Harlon lo sabía pues había pasado mucho tiempo en aquella zona, compartiendo la mesa con estas personas, a las que ahora observaba de lejos. Tapó las partes metálicas del fusil con algo de barro y se sentó al amparo de la vegetación, comiendo algo de cecina. Al pasar de las horas las luces se fueron apagando, dejando tan solo el rastro de los remanentes de los fuegos, en forma del humo blanco que salía por la chimenea. Pasó de largo del pueblo, sus conocidos no tenían que ver con esto, encaminó hacia las afueras, una casa a lo lejos de un forastero venido de tierras lejanas. Nunca había cruzado una palabra con él, tampoco lo iba a hacer en lo que le quedase de vida. Llegó a la casa conteniendo la respiración, apretando con fuerza su arma, sintiendo la madera. Se escuchaban unos ronquidos, por la ventana de la casa se veía a una persona tirada en la cama con la cobija a medio calzar. No se había molestado ni en cerrarla, por lo que Harlon se coló fácilmente por ella y se puso a los pies de la cama. Observó al hombre. Tenía más menos su edad, quizás, menos gastado y menos trabajado. Dormía plácidamente, inconsciente de lo que le venía encima, inocente. Harlon no se lo pensó en exceso, amartilló su arma con la suficiente paciencia para que no se escuchara y puso el cañón directamente en su cara, y disparó. Un sonido seco salió de la boca del arma acompañado de una leve humareda. Harlon no se quedó al ver el resultado, un simple vistazo le bastó. Salió por donde había venido y se echó el rifle al hombro mientras cargaba la pipa de tabaco. ¿Lo conocía? No ¿Merecía la pena matarlo? Desde luego. Eran razones que llevaba dentro en su pensamiento mientras llegaba al puerto de Boralus. Tenía las horas justas antes de conocer su ausencia. El ajetreo del puerto lo mezcló entre la muchedumbre que descargaba los grandes portazgos de las naves mancas que llegaban. Los gritos, el olor a especias y la mar se juntaban para dar la sensación de una gran colonia de hormigas. Harlon bajaba el puerto, tenía su mirada puesta en el fondo, donde se anclaban los barcos de mar y guerra. Allí estaban los soldados, algunos apostando a las cartas, otros con la mirada puesta en gastar la paga después de meses encerrado en un barco metiéndose en algún burdel para no ver la luz en tres días. Él se quedó puesto frente a una mesa. En la silla regentaba un hombre de aspecto fiero. Fiero en el comer por una panza que sobresalía a una camisa blanca, de la marina, donde los botones dorados no alcanzaban a esconder la buena vida de su dueño. Acompañaban a este hombre una pluma, tintero y papeles, junto a un cartel que ponía “Stromgarde”. - Aquí veo un hombre dispuesto a coger la vida por donde se debe y alcanzar la…- Escanciaba una jarra con furia sin acabar la frase – Bueno ya sabes como va el discurso. La paga es hasta la llegada a Stromgarde, allí ya te apeas o sigues, a tu gusto. Necesitamos marinos que hagan el trabajo sucio ¿no te importará no? La paga es lo que es, pero te damos de comer todos los días- Harlon paseaba sus ojos por la embarcación, un galeón de guerra, a tres veas. Bien dispuesto. Alguna marca de los numerosos viajes que habría realizado, alguna abolladura en la madera de alguna carga gileana. Sabía lo que le esperaba allí ¿estaba dispuesto a jugárselo todo?, volvió de nuevo la mirada hacia su interlocutor expectante – Me vale - Sin mediar más palabra estampó su firma en el documento “Harlon Radolf” y subió el tablón que separaba Boralus de la guerra. Un buen ataúd flotante, pensó apretando los dientes. Los marineros al verlo llegar se apresuraron a presentarse con efusividad. Unos cuantos nombres que intentó recordar para los próximos meses. Le enseñaron las dependencias del barco, paseándolo entre las cañoneras. Allí es donde se colocaban los camastros para la tropa en 3 turnos diarios. Nunca había cogido costumbre de dormir con el arrullo de las olas, más bien un mareo. De todas formas respiraba tranquilo al pensarse ya fuera de allí. Bajó hasta el tercer piso, las bodegas, donde se transportaba en grandes fardos de paja toda la munición que habían podido cargar. Por lo que les habían dicho la guerra seguí igual de cruda por el frente. Los marineros mostraban ya desagrado, algunos habían hecho el viaje en 5 ocasiones. A la mañana siguiente todo parecía en orden en la partida. Los cañones habían sido enfundados y la cubierta estaba limpia. Alguna muchedumbre se aglomeraba para ver salir a los barcos. Llantos y vítores por los jóvenes valientes que partían llegaban hasta las cubiertas, donde los oficiales ordenaban a la tropa. Harlon se mantenía en su puesto con la mirada clavada en su contramaestre, que hacía revista mientras se izaban las velas y se ponía rumbo al este, con la salida del Sol. Boralus se fue empequeñeciendo en el horizonte mientras Harlon, subido ya a las jarcias, pensaba con qué se encontraría.
  14. Dos hombres, bien engalanados y con alabardas, plantaron una mesa y una bandera con el grifo imperial hondeando, y los colores de los 4 reinos. La gente bien sabía a que venían tan gallardos señores soldados. Al poco rato, en la plaza se dio uno de tantos bandos que se habían visto estos últimos tres años Se hace saber que el capitán Bernal Vencejo ha recibido licencia por parte del consejo de guerra y, por tanto, se le comanda a formar una bandera de 200 hombres de compañía, de cualquier tipo, que sirva como mixta en el frente de Gilneas al mando de la XIII legión. La paga es buena y hay disposición de dar armas y paños a quien se le precise, no siendo faltos en esto. A quienes traigan sus propias armas se les dará la primera paga completa ante de ir al reino de Gilneas. ¡La emperatriz os necesita! Los rebeldes gilneanos comandados por el tirano Cingris están ejecutando indiscriminadamente a nuestros hombres, a pesar de las quejas de la población, que nos tiene en alta estima ¡Somos recibidos con comida y cama! Por la hermandad de los humanos, hijos de Arathor yo os llamo a la guerra. Que ningún disidente impida los humanos volver a la comunidad que nos precedió. ¡Los tiranos de gilneas arrancan el pan de las manos de las madres leales al imperio! Que tal perjurio no quede impune, y que todo aquel que tenga valor de dar un paso al frente que lo de conmigo. Juntos iremos a llevar la bandera imperial al mismo castillo del tirano Cingris. Firma, Capitán Bernal Vencejo a día 27 del séptimo mes del año 32 Información offrol
  15. Tercio

    Ricardo Sierra

    Nombre: Ricardo Sierra de Villanueva Atributos7 Físico7 Destreza6 Inteligencia6 PercepciónValores de combate28 Puntos de vida18 Mana7 Iniciativa9 Ataque CC (Espada pesada)9 Ataque CC (Espada Ligera)>8 Ataque CC (Lanza pesada)9 Ataque a Distancia (Pistola de chispa)9 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo 2 Espada pesada 2 Espada Ligera 1 Lanza pesada Destreza 2 Pistola de chispa 1 Cabalgar 2 Defensa Inteligencia 1 Comercio 1 Leyes 1 Supervivencia/Cazar 1 Tradición/Historia Percepción 1 Advertir/Notar 1 Buscar 1 Etiqueta 1 Música 1 Reflejos Escuelas/Especializaciones
  16. Tercio

    Ricardo Sierra

    Nombre: Ricardo Sierra de Villanueva Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 34 Altura: 177cm Peso: 78 Lugar de Nacimiento: Ventormenta Ocupación: Exmercenario Historia completa Descripción física: Ricardo sierra es un hombre al que todavía podemos encuadrar dentro de la juventud a sus 34 años de edad. De apariencia robusta, mide un metro setentaisiete centímetros., ojos marrones claros, con bigote y perilla. Su cara destaca por poseer algunas cicatrices y estar algo delgada, debido al cansancio y a una vida de penurias y carencias. Descripción psíquica: Tiene un carácter muy noble y un gran sentido del honor que le hará mediar en cualquier reyerta que atente contra este. Además posee unos estudios medianamente cuidados y unos grandes conocimientos militares. Historia Me desperté por el calor del Sol sin saber dónde me encontraba, aturdido a más no poder y con un sabor en la boca mezcla del acero, la pólvora y la sangre. El polvo se arremolinaba a mí alrededor causándome una sensación de ahogamiento que se agarraba a mis pulmones, necesitaba aire y a duras penas me levanté. Nada mas hacer el esfuerzo de apoyar mi brazo derecho sentí un dolor atroz que me hizo caer de nuevo al suelo, estrellándome contra la arena. Mi brazo, mi brazo bueno joder, con el que me ganaba el pan estaba en las últimas, totalmente destrozado. Pues nada, había que levantarse y había que hacerlo ya si no quería morir en la tierra, cosa poco honrosa para un capitán de La Compañía Vieja, si hay que morir se muere de pie, y si no, no se muere, hostia. Al final a duras penas acabe levantando un palmo del suelo y poniéndome de rodilla, el panorama era dantesco, cientos de muertos cubrían como espigas la llanura, y lo peor es que los conocía a todos. Un castillo ardiendo finalizaba aquel cuadro tan pintoresco y lleno de colores, parecía que los tenia todos, rojo, amarillo, sobre todo rojo. Me levanté finalmente sobre lo que creía que eran mis dos piernas, pues no las sentía, y pude vislumbrar al lado de mis pies el rubor de un rubí. Era mi vieja espada, con la que compartía más sangre mía que incluso con mi padre. Sonreí y la recogí con mi brazo izquierdo, después la enfundé y decidí caminar por aquel campo de muerte, como quien camina a recoger el pan, vaya. Las caras conocidas poblaban mi camino hacia el castillo, casi todas en un rictus de dolor y algunas incluso no tenían cabeza. Un desastre, un auténtico desastre promovido por un estúpido (incluir cargo alto de la hermandad) que buscaba mas gloria para el que para la supervivencia de todos, no debimos salir a campo abierto… Finalmente llegué a las puertas del castillo -¡Hola!- grité a los cuatro vientos –¡Hay alguien!. Tan solo recibí de respuesta el silencio por respuesta. Entré por la puerta principal, toda llena de muertos. Al parecer aquí se había llevado a cabo la lucha final. El estandarte que coronaba la torre más alta no estaba, había caído junto a aquellos que la defendían. Llegué dentro de la puerta principal y atravesé aquella torre que había sido mi casa tantos año, ahora perdidos en un mar de sangre y pólvora. Años de sacrificio para nada ¿Cómo podía hacer llegado a esto? Recuerdo cuando era solo un muchacho, alejado de los problemas y pensando solo en las correrías que iba a hacer al día siguiente. Mi infancia fue una infancia de bastante trabajo, mi padre, un pequeño terrateniente de un pueblo al norte de Ventormenta, trabajabas unas tierras de tipo agrícola y manejaba una red de comercio que nos daba para vivir bastante holgadamente. Claro está que mi aburridísimo padre me quería endilgar todo aquello para que yo lo trabajara y siguiera con la tradición familiar de explotar aquellas tierras Mi madre era distinta, muy distinta. Me decía que yo no pintaba nada ahí, que me fuera lejos y me buscara la vida para traer fama, gloria y honra a nuestra casa. A los seis años me regaló mi primera espada hecha a mi media. Evidentemente a un niño le atrae más la idea de ser un soldado e imagina la guerra como algo bonito. Quizás me debería haber quedado cuidando tierras. Mi aprendizaje fue muy duro y no paraba quieto en ningún lado: Contabilidad, matemáticas… todo lo necesario para llevar el negocio me lo enseñaba los tutores contratados por mi padre en la mañana, mientras que por la tarde las clases de esgrima nunca faltaban en la lista, acababa siempre reventado y molido a palos por un espadachín, mi profesor, que más parecía un borracho de taberna que un soldado, uno de esos que llevan la botella en una mano y la espada en otra. Pero a mi me gustaba, me encantaba batirme con mi acero y oír el sonido de las dos espadas entrechocando. No me separaba de ella, era para mi como un familiar que había que cuidar con el mayor de los respetos. Claro está que al final empecé a darle más importancia a estas últimas clases que a las primeras, que no llevaba mal tampoco, pero nada en comparación a los conocimientos que aprendí respecto a armas y guerra. Mi padre por supuesto se echaba las manos a la cabeza cuando me veía volver lleno de moratones a casa, pero más se las hecho cuando a mis 16 años le dije que la hacienda se la comía él, que yo me iba a ver mundo. Ni corto ni perezoso hice el petate a la mañana siguiente y me despedí de mis padres, que aunque no lo acababan de aceptar comprendían que yo no estaba hecho para una vida en el campo y que hacía ya muchas generaciones que no se tenía a alguien que trajera honor a la familia, por lo que me dejaron marchar. Esa última idea era la que bullía con más intensidad en mi cabeza por lo que apresuré el paso hacia un pequeño puerto al sur de mi pueblo, a unos dos días de marcha donde tenía de oídas que se iba a montar una expedición contra una especie de bandidos que pululaban allende estas tierras. Entonces no sabía dónde, luego más de mayor supe que me dirigí hacia la vega de Tuercespina. Llegué al pueblo en poco tiempo, no estaba muy lejos, y me dirigí de inmediato al puerto. Me sorprendió en sobremanera la cantidad de olores y vistas que se me ofrecían, así como personas extrañas y ojos rehusores que se unían a mi caminar hacia donde se cogían reclutas para la expedición. Me perdí muchas veces andando por esas calles hasta dar con algo que parecía una taberna. Digo parecía por lo sucia que estaba. Al fondo del humo y del vicio había un soldado con su anteriormente brillante armadura. No se anduvo con preámbulos y preguntó nombre apellidos y si traía algo de equipo, le dije que solo llevaba una espada y me dio el visto bueno para subir al barco que a la mañana siguiente nos llevaría a nuestro destino. Papeles y a andar, muchacho. Con la alegría en la cara me imaginaba gloria y dinero a la mañana siguiente, todo felicidad y divertimiento, me dirigí al susodicho barco, un imponente galeón a mi juventud que de más mayor he pensado como podía mantenerse a flote. Al subir la escalerilla me encontré a ojos que me miraron al pasar -Vaya, tenemos carne fresa en la manada. Tiene la edad justa de cuanto maté a mi primer hombre. Un rubio muy alto, aunque era una maricona, en eso se parecía a ti. Estaba asustado por el tronar de los cañones.- Dijo un veterano desdentado. -No te asustes hijo, ven aquí y siéntate con nosotros- Dijo otro algo más joven. Me senté con estos soldados que llevaban en la cara cicatrices de mil batallas, me contaron que eran mercenarios, que se ganaban la vida peleando por unas monedas. Me contaron historias de asedios y de expediciones magistrales contra razas que nunca había oído hablar. También me contaron que esta expedición era la peor montada de cuantas habían estado. Me fui a acostar con la congoja en el cuerpo y el corazón intranquilo y amanecí más o menos del mismo modo. Formamos en proa y el capitán del barco salió a darnos unas palabras de lo que quiso que fueran ánimos, el cielo despuntaba gris, esto no era tan bonito como me lo había imaginado. Plantamos las espadas en tierras un poco después, al final de es playa cristalina se podía observar un gran bosque, lleno de bruma, en el que no se veía ni un ápice de supuestos enemigos. Avanzamos en un grupo cerrado por ese bosque maldito durante horas, sin saber dónde íbamos o que buscábamos, a veces se oía un murmullo de pájaros o el chapoteo de las botas en las hojas mojadas… aparte de eso no se oía nada, el grupo miraba a todos lados preguntándose donde estaba en supuesto campamento de esos malditos saqueadores, hasta que lo vimos aparecer en un claro. Un pequeño campamento hecho con cabañas de madera aparecía ante nosotros, que avanzábamos intentando vislumbrar algún signo de vida hasta que entramos de lleno en la entrada del campamento, sin restos de movimiento ninguno. Las tiendas estaban vacías, las “murallas de madera” estaban desiertas y los útiles para vivir parecían abandonados. Esto no me gustaba un pelo, me apresuré a juntarme lo mas que podía al grupo, como si ellos me fueran a salvar de una bala perdida. -Esto esta muert…- Un virote atravesó la cabeza del que iba a hablar, y lo siguieron decenas más. -¡Arriba los escudos, arriba los escudo!- el capitán se desgañitaba por imponer orden en las filas. -¡Vamos vamos, avanzar hacia donde sales los virotes, los virotes!- El suelo se abrió ante nuestros ojos dejando ver una turba de salvajes muy bien vestidos y armados corriendo hacia nosotros con un brío mortal, en la primera oleada perdimos casi la mitad de hombres mientras los virotes procedentes de los árboles seguían lloviendo y chapoteando contra nuestra armaduras. Yo andaba más perdido que un ciego en una casa de espejos y meneaba la espada como si fuera un palo intentando dar cortes por todos lados. -¡Retirada!- Se oyó en mi grupo -¡Retirada!- Eso fue bastante para que corriéramos como almas que lleva el diablo hacia donde se supone que estaba la puerta, la maldita puerta que estaba cerrada, nos habían arrinconado como a perros. Eso si que no, si iba a morir vendería cara mi vida. Me dispuse a saltar frente al primer cabrón que viera a tiro cuando un sonido celestial rasco el suelo de la trifulca. Pum, pum, pum, el sonido de 10 cañones barrio la muralla delante nuestra, la contraria a la puerta, de ese hueco surgió una turba de hombres barbados armados con picas y rodelas, soltando maldiciones y cagándose en todo lo cagable de los muertos de esos bandidos. Repentinamente recibí un golpe de cachiporra de uno de los bandidos y caí inconsciente al suelo. Un gran ojo me observaba al despertar, me asusté e intente moverme, pero estaba atado de pies, manos y cabeza, tapándome la boca con un paño húmedo. -Vaya, te has despertado en el peor momento, muchacho- El gran ojo resultó ser una lupa que sujetaba un hombre bigotudo, con un porte elegante y un visturí en la mano. - Ummfff umfff- Me movía como podía intentando escapar de una disección más que probable. -Chaval, tienes el parietal roto, para entendernos, el hueso de la cabeza. Si no te lo quito te dará en el cerebro y morirás, sirviendo para poco mi esfuerzo de traerte hasta aquí. Llevas dos días inconsciente y pronto partiremos de nuevo hacia nuestro castillete, todavía quedan algunos días más de marcha.- se acercaba peligrosamente a mi cabeza. –A ver para que te despiertas- Me clavó el bisturí en la cabeza, sentí un enorme dolor y volví a caer sin sentido. El médico miraba el trozo de hueso roto sacado mientras cogía una moneda preparada, la metía en el hueco hecho y cosía la herida. Se anunciaba el ocaso cuando me desperté en la camilla, tenía la cabeza vendada y estaba echado en un jergón, donde más gente se aglutinaba a mí alrededor en parecidas condiciones. Puse los dos pies en el suelo y con paso lento pero seguro que dirigí hacia la salida de esa nave, hacía buen tiempo fuera. Pequeñas fogatas se arremolinaban en un mar de tiendas donde soldados paseaban como hormigas y miraban mi marcha como la de un fantasma, y en verdad lo parecía tapado con una manta y vendada mi cabeza, El camino se extendía hacia una pequeña muralla de madera que daba fin al campamento, encima de ella una persona con los brazos cruzados a la espalda miraba la muerte de la luz, como pude subí a acompañarle. -Parece que ya has despertado, chaval- Me dijo el extraño, un hombre entrado ya en años con una barba gris y una espada al cinto. Llevaba una banda con la bandera que coronaba el campamento en su pecho. Su mirada solo se dirigía hacia el infinito. -Si- logré balbucear- -Me llamo Mario de Molina, soy el Maestre de Campo de La Compañía Vieja. -¿Compañía Vieja?-¿qué diantres era eso? - La Compañía Vieja es nuestra pequeña hermandad, un pequeño ejercito que protege a todo el mundo que puede, y a todo el que nos pague. Poseemos un pequeño domino aposentado en un castillete, en arati. Somos unos profesionales Silencio por mi parte. - Chaval, vamos mal de soldados y ya que te hemos salvado la vida quizás deberías devolvernos el favor. Ser soldado de la compañía es un vida dura, pero llena de honor y oro. Recordando esto sentado en las piedras del castillo sonreía un poco, la verdad es que oro vi poco, y plata la justa. - Ten podemos enseñar a encararte con la vida, a manejar una espada en condiciones y si eres bueno, incluso a llevar a tus hombres a la victoria. También puede ser que encuentres la muerte en una estocada o un disparo, entonces se dispondrá todo para enterrarte con todos los honores posibles en virtud a tu honra en vida que distes a la compañía, y entraras en los nombres de caídos por la hermandad, mayor virtud que podrás obtener en muerte. La oferta por supuesto que ya estaba aceptada, era lo que iba buscando toda mi azarosa vida, pero me hice un poco el remolón para hacerme el interesante- -Acepto- Salió sin pensar de mis labios. -Pués ves al armero soldado y vístase como es debido, aquí no queremos parias, a partir de ahora me tratareis de comandante ¿Lo has entendido? - Si, mi comandante- - Pues marcha. Con paso ligero corrí hacia la armería, donde un mastodonte con la cara llena de hollín me vió llegar con mi sabana y mi cabeza vendada. - Pero si es el accidentado- Me dijo- ¿ya vienes de ver a tu abuelita?- - Vengo de parte del comandante, quiere que ingrese en la compañía - ¿Tu en la compañía?- Reía- Dudo mucho que llegues a com, pero si es verdad que no vamos sobrados de soldados. Por cierto, aquí tienes tu espada, la he retocado un poco, estaba doblada y mal calibrada. Y coge piezas de ahí, la pica te la dará el carpintero, pero no te recomendaría que tocaras nada hasta que se te cure la cabeza. No me acordaba ni de las heridas ni de la espada. -¿Pica?- - Que quieres ¿entrar de general o algo así? Coge lo que te he dicho y apártate de mí vista. Cogí lo que me dijo, un morrión y una coraza, equipo básico, si quería más me lo tenía que comprar yo. Después fui al carpintero y me dio una pica, enorme lanza de cinco metros y medio, y después a guardar cama. Pasaron dos semanas hasta que el médico consideró que estaba en condiciones para empezar a empuñar armas, cosa que hice con presteza y agilidad propias de mi edad La armadura pesaba lo que no está escrito, y eso que no llevaba parte inferior, o quizás fuera que no estaba acostumbrado a llevarla, da igual. El caso es que me dirigí hacia el lugar indicado, un patio de armas fuera del campamento provisional donde los soldados se dirigían a hacer sus maniobras. Al llegar me mandaron con los noveles de la compañía, al fondo de todo el regimiento. Cogí carrerilla porque veía que el veterano que dirigía la columna ya me estaba mirando de reojo y me coloque al final de la fila. Los siguientes meses fueron de pura instrucción militar, nuestro veterano era un sargento llamado Cristino, encargado de velar por la compañía de un capitán, jefe supremo de esta que solía contar con unos 50 hombres. Además de un capitán solía haber un alférez encargado de portar la bandera de la compañía y de protegerla con su vida. Por debajo del alférez se encontraba el propio sargento y mas debajo de el los cabos de la tropa. La técnica de combate de la Compañía Vieja era simple según lo aprendí. El sistema consistía en bloques muy compactos de infantería de picas rasas, que mantenían al enemigo a raya, unidas a combatientes con espada y rodela, además de arcabuceros que proporcionaban daño a distancia. El sistema era muy útil para acabar con formaciones dispersas de infantería o cargas de caballería. La práctica no fue tan fácil, nos hacían marchar diariamente con todo el equipo a cuestas para después formar en maniobras que duraban hasta la noche, cuando volvíamos al campamento, en donde nos esperaba una tienda que había de compartir con otras diez personas a las que al final acabé queriendo como mis hermanos. La disciplina era esencial, si fallaba algún mecanismo todo el engranaje se venía abajo. También debíamos aprender a manejarnos con soltura en otras armas como pistolas de pedernal y yesca o espada. De esta última yo estaba muy vanagloriado de mi manejo, aunque pronto aprendí que era un simple patán al lado de esta gente que no le costaba nada desarmarme con su espada y una daga que les colgaba detrás del cinto. Ricardo Sierra se levantó de su apoyo en el castillo recordando todo esto, habían ya pasado demasiados años, demasiadas peleas... Bueno, nunca son demasiadas. La vida era feliz entonces, todo parecía marchar sobre ruedas, era un chico capaz que aprendía rápido y con ganas, absorbiendo como una esponja todo lo que observaba. La gente pronto empezó a fijarse en el, pero nunca le dieron ánimos, no vaya a ser que luego la pifie. Recuerdo la primera vez que entré en combate con mi compañía, dirigida por el capitán Hernandez, en campo abierto. Yo había pasado de la pica, era evidente que eso no era lo mio y me había apostatado con una rodela y una espada, la mía El sonido de los pífanos marcaban la marcha de toda la hermandad al combate, llevábamos bastante tiempo siguiendo a un gran número de bandidos que había estado asolando unas cuantas aldeas de un valle y se posicionaban nerviosos a nuestra presencia. Los destacados allí no deberíamos ser mas de trescientos incluidas dos baterías de cañones de unos 16 mm, tiro raso y balas de piedra, el cobre estaba caro. Me movía nervioso desde la tercera linea, esperando a chocar con el enemigo, las picas estaban altas como los ánimos y el día estaba claro anunciando una victoria merecida y fácil, como acabó siendo. El “ejército” enemigo contaría con algo mas de 500 hombres 200 de los cuales eran caballería ligera. El ritmo de los tambores paró, junto a toda la columna. -¡AAAALTOOO!- se oyó al capitán, repetido por algunos cabos y el sargento. -¡COMPAÑÏA, PICAS ABAJO!- el mar de madera se posicionó con las puntas a los cuatro costados como un erizo. En tanto el enemigo no se había quedado quito y avanzaba con rapidez hacia nosotros, unos 800 metros los separaban. -¡MOSQUETEROS!- grito- ¡PASO AL FRENTE!- Una nube de mosqueteros surgío de entre las picas y posicionó los mosquetes en las horquillas, esperando que estuviera el enemigo a tiro, sobre los cuatrocientos metros. -¡ESPERAD!- El trote era ya plausible. -¡ESPERAD!- se vislumbraban los brillos -¡FUEGO!- una nube de niebla producida por la pólvora negra surgió acompañada de un estruendo enorme, no se veía un carajo por ella pero la escena era imaginable. Gente ufana a galope llevándose las manos al pecho preguntándose como narices había llegado a parar ese trozo de plomo allí mientras caballos volaban libres literalmente por el impacto de las balas de cañón. Llegados a este punto el galope de los caballos era atronador y los mosqueteros empezaban a recular para atrás, dejando que los caballos se estrellaran contra las picas. El choque fue espectacular, algunas lanzas se rompieron por al virulencia del ataque, pero la linea aguanto el envite y puso a ralla su carga. Había llegado mi momento. Junto a mis compañeros avanzamos en la linea y nos pusimos a merodear y a bajar caballero que se acercaban demasiado a la formación. Los arcabuceros, cuyas armas tenían menos alcance que los mosquetes, estaban en su salsa disparando a caballos y los mosqueteros subían a una colina cercana para plantarse allí y seguir dando candela El combate duró poco mas y los pocos supervivientes corrían hacia la protección de su infantería, que se veía menos dispuesta a cargarnos y aguantaba como podía el ataque de los mosquetes y la artillería, que se cebaba con ellos. -¡AVANZAD!- se oyó entre la niebla -¡CIERRA, CIERRA!- La orden estaba clara, había que cargar contra la linea de indeseables. La acción fue rápida y brutal, no eran soldados ni tenían formación militar y cayeron como moscas. -¡VICTORIA!- Los recuerdos se cerraron, había llegado al comedor, donde todas las banderas de las compañías adornaban la sala, incluida la suya. Después de esa batalla se sucedieron muchas mas, algunas fáciles, otras difíciles. Siempre salíamos victoriosos de ellas y nos íbamos a los pueblos a gastarnos lo ganado en bebida y mujeres cuando podíamos. Era una vida dura, y vivir un día mas siempre es de agradecer. Trece años transcurrieron desde aquél combate y como sobrevivía me iban ascendiendo poco a poco. Con 20 era cabo, con 25 alférez (como pesaba la banderita), con 27 era sargento de mi compañía y con 29.... Con 29 murió el capitán Hernandez, un salvaje le dejó la sonrisa perpetua de oreja a oreja, mandándolo contento para el otro barrio. Allí mismo frente a su cadáver me nombraron capitán, desde entonces no volvió a ser lo mismo. Tuvimos un año de trabajos fáciles, nada importante. Mis capacidades en la capitanía parecieron notables y contaba entre mis mandos con Salvatierra, un buen soldado. De repente todo se fue al traste. Nos salió un competidor que nos superaba en número de efectivos. Cada vez se hacía más difícil reclutar voluntarios y nuestras fuerzas se iban mermando más y más. Las emboscadas se repetían una y otra vez y las batallas se ganaban por muy pocas bajas, haciendo parecer que éramos nosotros quien habíamos perdido y no ellos. Hasta que al final, pasó. De esto hace una semana. Se nos presentaron en la mismísima puerta de casa, el castillo desde donde se dirigía todo, mismísimamente en Arati, en nuestra llanura, quedábamos pocos, muy pocos. No había nada que hacer. Todas las noches el repiquetear de la artillería chocaba con nuestras almenas y la puerta nos aguantó hasta la tercera noche, después no quedó mas puerta que los escudos rotos y los corazones valerosos. Finalmente se aceptó lo inevitable, pero había una posibilidad de ganar si los pillábamos en campo abierto. Se formó a los que quedaban y salimos por la puerta, lo último que recuerdo es un cañonazo estrellándose contra mi columna. Vuelvo a la realidad, todo se acabó. La hermandad perdida junto a sus valores de honra y honor destrozados por unos viciosos que no respetan nada. Me toco el brazo, sigue sangrando y como puedo tapono la hería, a ver cómo me recupero de esto si ya difícilmente voy a volver a mover la espada como antes, y si lo hago me va a costar a horrores No sé si queda nadie vivo, me dirigiré al sur, hacia Ventormenta, quizás allí pueda rehacer esto de nuevo y vengar la muerte de mis amigos, mis hermanos... La cosa no se va a quedar así.
  17. Tercio

    Misiva para Dieter

    La lluvia caía de forma continua entre los árboles tupidos, de tal forma que estos parecían descargar su pena al sombrero de Dieter, que chorreaba apostado en un saliente montado en un caballo huesudo mientras intentaba leer la carta sin que se mojase. 50 platas por su cabeza, en su vida había visto tal cantidad de dinero junta y no creía valerlas. Guardó la carta con cuidado dentro de las ropas y encaminó el caballo hacia su guarida. Era tiempo de ponerse de nuevo en marcha. La cueva yacía algo abandonada. El esqueleto que hacía la guardia desvencijado. Dieter encendió un fuego y con el calor de las llamas comenzó a escribir misivas para varias personas. Algo escueto que dio a cuervos para que los repartieran. Reuníos conmigo en nuestro sitio, id viniendo sin tiempo fijo D.G. @Archibald @Nathan @Focus @Janorey @Cacik @Thorch
  18. Tercio

    [Evento] Bermellón

    // Por favor personal que me hace focus, el evento queda retrasado hasta mañana a la misma hora. Lamento las molestias causadas por mi parte.
  19. El bosque negro se convirtió en una miasma de descastados en cuanto los resquicios de civilización cayeron. En tierra de nadie, los males que ya habitaban allí se regozijaron de la libertad que ahora poseían, y los nuevos vieron la oportunidade cumplir sus más bajos deseos. La aldea de Brien se convirtió en un punto sobre el que adentrarse en el bosque negro, y allí se congregaron de forma temporal numerosas bandas, gentes débiles, puesto que los fuertes no necesitaban sitio en el común de los mortales al valerse por si mismos. Dispuesto, se llamo a concilio para que cada uno cogiese su parte del botín y no empezar a matarse antes de tiempo. Pocas cosas en el Imperio se habrían visto iguales ¿cuánto duraría la paz entre aquellas gentes? // Serie de roles que voy a hacer con los interesados de ocaso. Iré poniendo los días de las sesiones. No importa mucho el número de asistestes puesto que no es una trama lineal. Voy a ir poniendo la situación de cada sitio y su avance según lo que hagan los implicados de la trama. El concilio: Cuando la luna fue llena, los representantes de cada facción reunida dispusieron sus intereses en medio de una paz tensa, las dagas volaban y entre los susurros salían los tratos que después serían utilizados contra a otros. Con el asesinato de un traidor y un leve conflcito, cada cual tomó su camino y se adentró en el bosque. Nadie sabe a donde fueron cada uno, tan solo se empezaron a conocer sus nombres: La compañía hueca: Una serie de honrados caballeros, si eso les cabe en el nombre, que se presentaron formalmente con un pendón de 3 calaveras en forma de trébol. Su líder, un enorme esqueleto armadurado, se presentó como un superviviente de la primera guerra Gnoll, y dijo servir al rey de aquel entonces. El culto de los malditos: Escisiones del extinto rey exánime, traen la corrupción a esta tierra para traer la ruina a los reinos de los hombres. Su lider Lord Sveri, un nigromante de rango desconocido, dice llevar la voluntad de su gente a traer un mundo mejor en esta decadencia mundial, no parece muy afectado por los hechos que llevaron a la ruina a su organización. La Iglesia del muñeco de paja: De un coro espectral, surgieron unos encapuchados descalzos portando un altar a un muñeco raido, con velas y hojas a modo de ofrenda. El muñeco portaba una extraña presencia que hacia removerse en las entrañas a todo el que le mirara, y eso teniendo en cuenta que no te devolviese la mirada. El cabeza de esta casa se hace llamar padre Johan. Colmillo Sangrante: Una banda de guerreros, si se les puede llamar de alguna forma, semidesnudos, pintados de guerra con escudos viejos, hachas y espadas. Les distinguía un olor característico. Un hombre enjuto los guiaba, al que todos guardaban gran respeto. Círculo de la llama: Una serie de seguidores demoníacos, ataviados de un rojo que insultaba a la vista. Su lider se escondía en grandes capas de tela y caminaba encorvado. Alrededor de todos ellos, se encontraba una especie de mediador, un juez elegido para dirimir conflictos, ajeno a ellos, se llamaba, o hacía llamar Testa de Ciervo. Hombre de apariencia vieja, ataviado con una túnica de pieles, con la cara pintada de negro y una calavera de un ciervo cubriendole la misma, nadie sabe de sus intenciones. Se quedó en una pequeña cabaña, a la vista de todos // Roles de una duración en sesiones de 3 días, 4 horas cada una donde se dirimieron las partes a repartir del bosque entre estos distintos grupos. Participantes: @Nathan, @Psique, @Maw, @Focus, @Beretta, @Archibald, @ILUSDN
  20. En los lugares más sordidos de Villadorada y Ventormenta, un leve rumor corre entre los desposeidos y los malditos. Nuevos y oscuros poderes se retuercen de nuevo en ocaso, una pelea por los restos de lo que dejó atrás el Gran Nigromante. En voz baja se dice que fuerzas se están reuniendo en la antigua aldea, ahora abandonada, de Brien, uno de los emplazamientos antes habitados de ocaso. No era de extrañar que todos los herejes del reino que se preciasen intentasen coger una parte del pastel, y la villa de Brien podía ser buen comienzo.
  21. Aquella cabeza clavada en una pica parecía un trofeo demasiado macabro para ser expuesto en una capilla. Sus ojos sin brillo parecían buscar la luz que les había abandonado mirando al cielo, sus carnes laxas no revelaban relajación, sino miedo, y la lengua fuera no hacia sino empeorar el conjunto. Dieter Greiham lo conocía, por supuesto, era el párroco de la villa. Aquel hombre se había portado decentemente, le había tratado en sus momentos de mayor necesidad y le había ayudado, había sido un trabajador incansable por ayudar a su comunidad a sobrevivir en un entorno tan duro. Y él se lo había pagado cortándole la cabeza. Estaba sentado en uno de los pocos bancos que quedaban sin tirar dentro de aquella iglesia, la luz se filtraba levemente por el rosetón. La imagen en sí de la pica y la cabeza era algo estético en sí mismo, una metáfora extraña. Observaba el crucifijo de Luz que tenía en la mano, no le quemaba ni le producía pesar alguno, y sin embargo sentía algo parecido al dolor. Dolor porque no comprendía como nada de lo que había hecho le importaba lo más mínimo y había disfrutado con el proceso. El se entendía de una parte lógica que todo esto era horrible, horrible en sí mismo, y sin embargo ya no podía para de avanzar sobre ello, le corroía un ansia desconocida para él en toda su vida ¿Y si era el destino? ¿el ser el villano del cuento con el que las madres asustan a sus críos? Estaba ya marcado por un estigma del que no podía escapar ¿Debería aceptarlo? Seguia dándole vueltas con el dedo al crucifijo cuanto la puerta de la iglesia se abrió - Le están esperando, aprendiz- Una adusta figura cadavérica, armada con una malla ya oxidada que caía sin fuerza desde su cabeza a los pies, vestida con el tabardo de una casa ya olvidado, antaño orgullosa y que ahora arrastraba su podredumbre sin voluntad a las órdenes de la perfidia. Dieter sabía que quien habitaba su antigua cascara gritaba de odio y de dolor, pero nada podía hacer para evitarlo, tan grande era la voluntad de aquel que lo mandaba. ¿No eran acaso también así los hombres vivos? Capaces de agachar la cabeza ante un poder que los oprimia, solo por el mero hecho de verse tan débiles como para no contestar, una auténtica parodia. Asintió levemente y comenzó a andar hacia la puerta mientras tiraba una de las antorchas sobre los bancos volcados. El olor a humo empezó a impregnar su olfato mientras descendia la escalinata hacia la salida y al abrir la puerta encontró un mundo en llamas. Toda la aldea de villaoscura ardía por los cuatro costados. Regimientos de muertos perfectamente formados lanzaban a un unísono antinatural solo propio de quienes les manda la misma voz miríadas de antorchas y aceite sobre las casas. Quedaban ya pocas personas peleando contra la marea necromantica que les rodeaba. Decenas de ogros se estaban dando un festín con cabezas de niños, familias enteras que habían arrastrado de sus casas con violencia. Un ogro directamente arrancaba de cuajo los pelos a una mujer para que no le hiciera bola en el estómago. Dieter miró a los ojos la bestialidad pura, eso si le daba asco. Los muertos eran más eficientes, menos sentimentales. Simples decapitaciones o golpes rápidos al corazón, nada de ensañamiento. Tenía una cierta elegancia en su quehacer. ¿Se habrían esperado esto los salvadores de villaoscura? Recordaba todas sus caras henchidas de orgullo en la comida que hace pocos meses estas gentes les habían ofrecido por la muerte del nigromante, felices de su victoria. Sin duda había sido un jaque al pastor desde aquel día que se dirigió al cementerio e hincó la rodilla frente a Morbent Feel en busca de un sentido a lo que desde aquel entonces el llamaba vida, le había prometido un poder superior al resto de los mortales, y él lo aceptó con gusto, solo con una condición “Líbrame de los males que me traigan los vivos” Y así lo hizo. Embarcó para Villadorada con una bolsa de dinero y una intención supina de acometer la voluntad de su nuevo maestro. La tapadera de un mafiosillo de 3 al cuarto le vino como anillo al dedo. Él había sido un factor entre los Gnolls y el nigromante, a quienes ellos llamaban el gran devorador, había conducido a gente fuera de la ciudad asediada, por simple tapadera, con el objetivo presente de debilitar todo lo que pudiera a los intentos que hubiesen de invadir cerro del cuervo. Una guerra entera para la distracción. Había incluso espiado el campamento donde se asentaban para que los gnolls lo tomasen por sorpresa una noche dándoles información sobre sus defensas, pero ni aun así la tenacidad de aquellos a los que impele la moral se había quebrado. Siguiendo al mal tras sus huellas, habían dictaminado que provenían de ocaso y una panda de valientes había arribado a las costas del bosque negro y habían empezado a preguntar cosas que no debían. Rápidamente, Dieter había convenido que lo mejor era unirse al enemigo. Se presentó voluntario para trasportar a todo el mundo por el bosque del ocaso fingiendo ser guía o cazador. Es muy fácil guiar a la gente por caminos que previamente habías hecho. La iglesia lo aceptó como uno de los suyos sin más miramiento, el novicio Bourn había sido ingenuo creyendo que podía detectar la ínfima energía oscura que moraba en el, no practicando la nigromancia solucionó ese problema. Igual habían caído Ismael y todos los voluntarios. Condujo con facilidad al grupo a la iglesia donde intentaban buscar un libro, dio el aviso sobre ello al nigromante que rápidamente lo recuperó. El anillo había sido de mucha utilidad, un comunicador entre maestro y aprendiz directo que se saltaba las barreras del tiempo. Le sorprendía como jamás sospecharon de él, ni por un momento a pesar de sus múltiples errores y versiones. Él fue quien avisó al nigromante para que los espíritus de los guardias muertos engañaran a Bourn diciéndole la información que él mismo había dictado, que había una guerra en el cementerio por un nigromante antaño poderoso, ahora débil, aún oía la risa de Morbent en sus oídos. Ni había guerra ni rebelión, todo un teatro perfectamente montado y que creyeron hasta la coma, los vigilantes a los que Dieter ayudó a poner en posiciones determinadas dictaminaron exactamente esta pantomima. Solo faltó el colofón final, al enterarse de que buscaban a un viejo enterrador, antes de que la iglesia se moviese movió cielo y tierra para encontrarlo, y cuando los muertos del nigromante verdadero lo hicieron, bastó una noche de tortura para meterle almas en el cuerpo y dejarlo sin voluntad, un muñeco al que se le imbuyó poder para fingir que era el nigromante. Funcionó como un reloj y el nigromante “murió” en una emboscada demasiado obvia. Los héroes obtuvieron su recompensa y él el silencio. Solo faltó poner a los ogros de aliados para que el plan fuese cerrado. Volvió de sus ensoñaciones mientras la guerra seguía a su alrededor. El nigromante, Morbent Feel, lo esperaba en la grupa de un caballo esquelético ricamente adornado, vestido en telas negras caras portando un báculo de muerte mientras miraba su obra. A su derecha el siempre obediente caballero de la armadura dorada, quien fue obligado a mentir, guardaba con celo la integridad de su señor. - En qué andabas, aprendiz, no tengo todo el día para que me molestes y me quites tiempo de esta manera- - - Maestro, le ruego mil disculpas, tan solo necesitaba ir a la iglesia- El nigromante soltó una leve risa con la que acabó la discusión y a Dieter le salió media sonrisa mientras montaba a su izquierda un caballo esquelético de menos prestigio. El nigromante levantó su báculo y gritó una orden al cielo - - ¡Adelante! – Dijo en gran altura de voz. - ¡A por karazhan! – Espoleó la grupa de su caballo y el ejército entero de una sola vez formó en fila y los muertos formaron columna hacia tierras que a Dieter le eran desconocidas. Solo podía ver las nubes grises que les acompañaban en el camino a su destino.
  22. Tercio

    Dieter Greiham

    Liber tenebra anima Estudios de nigromancia Mi nombre es Dieter Greiham, mi historia irrelevante para lo aquí escrito. He decidido plasmar el comienzo de mis estudios como una guía sobre lo nuevos que quieran iniciarse en esta arte mágica. Como todo estudio, llamémosle de ciencia, la nigromancia lleva una filosofía implícita que debe servir de base para su profundidad, cual es el pensamiento que nos lleva a ejercerla y estudiarla, ya que la nigromancia desde un punto de vista coherente y formal es una de las mayores estupideces que pueda hacer un ser humano en comunión con su sociedad y su alma. Que sepa el que comienza estos estudios que una vez manchado no hay marcha atrás, todo lo que se le representó desde la cuna hasta su probable tumba estará perdido, es el sacrifico que ha de hacerse por ello. Este gran poder que nos ofrece la muerte se lo cobra con tu vida así como la entiendas, y si la valoras no deberías adentrarte más en estas páginas. Con esta advertencia, comencemos. La nigromancia moderna y de la que directamente estudiamos es la dada por el culto de los malditos, seguidores del príncipe traidor arthas cuya historia es ya bien conocida La cosmovisión implícita dentro de esta primera nigromancia moderna es muy simple, la veneración de una entidad superior, al que conocemos como un dios de la muerte, y la ritualización de esa veneración a través de la práctica nigromántica, el culto a los muertos como una entidad superior sobre la que hay que trabajar para subir escalafones en base a los designios de ese mismo dios. A partir de ahí las visiones de la nigromancia pueden ir por diversas ramas si se Con la derrota de la plaga, la nigromancia en gran parte ha separado su existencia de la veneración a un Dios hacia el culto personal, del cual participa mi pensamiento, pero en distintas formas. - - La nigromancia ascensor social: Esta nigromancia algunas veces practicada por sectores dela población enriquecidos se caracteriza por el uso de ella como factor que le permita acabar fácilmente con los enemigos en su escalada de ascensión social. A mi parecer la más estúpida forma de ejercer nigromancia, puesto que tarde o temprano los factores sociales implican el paso por rituales a energías que son contrarias a la nigromancia y que pondrán al practicante en evidencia, llevándolo a la muerte (y a lo que ello implica que explicaremos más adelante) de forma segura. - - La nigromancia como forma de ayuda: Mayormente pudiera ser ejercido por personas con una fuerte vinculación hacia la vida, como médicos o familiares de alguien fallecido, pero que no son capaces de enfrentarse a la otra parte de ella, que es la muerte. En su intento desesperado por mantener la vida se lanzan hacia estas artes con intención de preservarla, creyendo que sus actos son puros y que su uso les llevará a un bien mayor para aquello que intentan salvar (aquí podrían entrar aquellos enfermos que no se quieren enfrentar con la muerte). Una postura idiota en su término puesto que el uso de la nigromancia conllevará irremediablemente hacia la corrupción, y sus resultados no buscan la salvación sino la dominación. - - La nigromancia como fuerza de destrucción: En esta postura, el usuario realizará la nigromancia con objeto de hacer desaparecer el objetivo que se haya propuesto. Desde a alguien que considere enemigo como el mundo entero. Ligado con la venganza es más practicado por locos que no le importa el final de sus actos o la destrucción de si mismos en el proceso. También llevado a cabo por seres ya no muertos de tal vileza que odian a la vida en si misma, sin comprender que sin ella ellos mismos están condenados a la desaparición. - - La nigromancia como fuente de poder y dominación: Este es uno de los puntos de vista más respetables que se puede tener dentro de su uso. El practicante usa la nigromancia como una forma de obtener más poder por si mismo a cualquier término, conquistar un reino, hacerse con más control sobre la energía… No usa medias tintas, él es lo que és, moralmente reprobable y alejado de la sociedad, por ello quiere imponerse con sus métodos y en su discurso es coherente. No implica la destrucción de su sociedad sino su dominación. En su parte más hedonista adolece de algo, el poder terreno es finito, y una vez muerto tendrá que dar cuenta de sus actos. Si elije la vía de la no muerte sus esfuerzos serán vanos, puesto que una vez en no muerte los placeres vivos se tornan en locura y pierden el sentido. Vistos estos puntos de vista generalistas acerca de la nigromancia es momento de explicar el método que defiendo en este escrito. La existencia tal y como la comprendo, se divide en un círculo de vida y muerte, pero este círculo no es controlado por aquellos que lo sufren, sino que se atan a entidades universales de mucho más poder que concretan el final de su vida a su albedrio. Así, una vez muertos, el alma que todo ser vivo posee será reclamada por alguna de estas entidades o energías según la vida que se haya llevado. Podemos entrar en especulación acerca de qué o donde van las almas de aquellos que han sido pecadores o virtuosos. El resultado de ese debate resulta infructuoso para esta reflexión. Como he podido comprobar por mis estudios, existe un plano inmaterial donde van la mayor parte de las almas, sean lo poderosas que sean. Es el plano del cual el nigromante se abastece de una fuente de energía inagotable. Esto hace que las almas de ese plano sean inseguras ante los designios de entidades particulares que quieren jugar con ellas. Por lo tanto, en la muerte hayamos siempre algún tipo de esclavitud encubierta, no somos dueños de lo que deseamos hacer con ella, estamos atados desde nuestro nacimiento. Incluso los nigromantes que quieren saltarse ese destino no caminan por ellos mismos, puesto que emplean su fuerza en servir a entidades superiores, como el rey exánime. La nigromancia debe ser empleada como una forma de romper esa línea de sufrimiento, de empoderarnos por nuestra cuenta y ser dueños de nuestra existencia. La nigromancia nos permite trascender hacia una entidad superior que está alejada de cualquier creencia o religión. Nos va a permitir ser dueños de nuestra muerte y evitar ser manipulados . Es un camino egoísta, y debemos aceptarlo. Nunca haremos algo que sea por altruismo, seremos seres superiores a la moralidad común y apartados de esta.
  23. Tercio

    Rodrerick Dhearg

    Atributos 7 Físico 6 Destreza 7 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 28 Puntos de vida 21 Mana 7 Iniciativa 9 Ataque cuerpo a cuerpo (Espada larga) 7 Ataque a Distancia (Arco largo) 8 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo 2 Espada larga Destreza 1 Arco largo 1 Cabalgar 2 Defensa 1 Nadar Inteligencia 1 Comercio 2 Leyes 1 Supervivencia/Cazar Percepción 1 Advertir/Notar 2 Buscar 1 Etiqueta 2 Rastrear 1 Reflejos
  24. Tercio

    Rodrerick Dhearg

    Nombre: Rodrerick Dhearg Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 30 Altura: 1,75 Peso: 80 Lugar de Nacimiento: Ventormenta Ocupación: Recluta ejército imperial Historia rápida Descripción física: Hombre alto y corpulento de 30 años de edad. Tiene varias cicatrices por el cuerpo que atestiguan sus años de guerra. Su pelo es pelirrojo fuego, de ojos verdes. Camina a paso firme y seguro. Descripción psíquica: Toma decisiones con pensamiento rápido y contundencia. Suele ser valiente rallando la temeridad. Tiene un gusto innato por aprender. Leal y amigable, persona fácil de tratar mientras no se toquen temas como la unidad del imperio o la luz. Es una persona realista, con una cosmovisión concreta que no se atiene a ideologías. Historia Frío. Hacía un frío de tres pares de cojones. La bandera del imperio hondeaba a duras penas por los numerosos jirones que llevaba tras todo el viaje. Una pequeña hoguera caldeaba un pequeño punto en la enorme planicie que suponía algún lugar entre las montañas de lo que ahora son las tierras de la peste y tierras del interior. Llevaban semanas persiguiendo las reminiscencias del ejército del rey traidor. Eran los pringados que mientras todo el mundo festejaba y tenía reconocimiento estaban perdidos en aquellos montes de mala muerte. Para rodrerick, sin duda estaba siendo lo peor de la campaña. Uno de los nigromantes los había emboscado hace apenas unos días, perdiendo casi todas las mulas y suministros adecuados para pasar semanas en la montaña, y lo que era una cacería se había convertido en una huida precipitada con el frío como único enemigo. De una compañía de 100 quedaban ya 60 y todavía había varios días de viaje para bajar las montañas. No había un maldito árbol en km y el único que podía calentar algo era uno de los magos que traía la compañía, desde esos días el soldado más popular de todos. Rodrerick contaria por aquel entonces por una veintena de años, le sorprendía lo infatigable que parecía aquella persona, no se le escapaba el más mínimo detalle. Un hombre meticuloso que ardía con pasión por todo lo que hacía. No tardaron mucho en bajar de aquel monté y tras un lago camino acabar de nuevo en tierras de ventormenta. Rodrerick se detuvo a pensar en lo acontecido en la guerra, aún no había jurado bandera puesto que había sido reclutando de su granja hace muchos años sin pedírselo por la necesidad del reino. Podría volver a ella a trabajar como labriego, pero eso ya no le atraía, muchos años apartado. Se dio de baja del ejército después de aquella campaña y trabajo de guardaespaldas para juntar algo de dinero con lo que poder comenzar unos estudios, aún con el recuerdo de aquel mago que les salvó la vida. Una vez con ellos, se volvió a alistar, esta vez como recluta, y la luz diría por donde estaría su camino.
×
×
  • Crear Nuevo...