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Stannis the Mannis

Roler@
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Mensajes publicados por Stannis the Mannis


  1. Un cartel hecho de piel de venado curtida y con tinta seca de color rojo oscuro -lo cual no era otra cosa que  sangre Múrloc- habia sido colocado en un tablón de anuncios de la posada Orgullo del León. Al caer la noche y sin llamar mucho la atención. Cualquiera que viera el cartel pensarian que estaban locos pero ... ¿Carteles de piel de animal y tinta de sangre? ¡ESO llamaría la atención!

    O pasarían de largo como de muchas otras notas que seguían colgando del tablón, viejas y destrozadas. Elegost esperaba que no fuera así, o volvería, con otra piel más grande aún. 

    El trozo de cuero era irregular y la letra complicada de ver en la noche. Al menos tenia cierta buena letra, en comparación con las otras notas. 


     

    AD VICTORIAM

     

    ¡ATENCIÓN, ATENCIÓN,CAMARADA! ¡Lee con mucho ojo si buscas cobijo en este gran trecho! 

    ¡El Campamento Falveri  está disponible para cualquiera que le guste la vida silvestres, no tenga techo
    para pasar las noches o busque una gran aventura con recompensa final!

    En el Campamento Falveri vivimos de lo que obtenemos de nuestras propias manos. Cada día es un aventura
    por sobrevivir. ¿Eres escoria y no tienes pan que llevarte a la boca? ¡Se acabó, di basta y ven aquí a luchar 
    por tierras perdidas que reconquistar!

    Así es, Campamento Falveri es la puerta al "Nuevo Mundo" lleno de posibilidades. ¡Los Gnolls  y los Múrlocs 
    os han arrebatado vuestras tierras, es hora de retomarlas! ¡Únete a los Montaraces, reclama lo que es tuyo
    o bien tómalas para formar tu nuevo hogar!

    Sé un libertador, un conquistador, un pionero, un colono ... ¡Levanta hogares sobre las ruinas, alza puentes sobre 
    cascadas, cruza montañas impontes y libera los caminos del peligro. El comercio prosperará y tus cosechas también!

    Te enseñaremos a valerte por ti mismo en el bosque y te ayudaremos a prosperar, a cambio de tu compromiso
    y ayuda para la causa. ¡Defender Elwynn es cuestión de minutos!

     

    Si por el contrario necesitas ayuda, si tus tierras se ven mancilladas por la penumbra y la desesperación.. 
    Los Montaraces estarán ahí ¡PARA TI! Defendemos Elwynn  sin importar el peligro. 

    Nuestro ÚNICO pago, es vuestra AYUDA, granjeros y terratenientes. Formaremos a las milicias populares por ti.

    Unidad y la voluntad para hacer realidad una Elwynn segura. 

    Por otro lado, si eres un soñador granjero que ha perdido todo ¡VEN! Y restablece tus tierras. 

    El Campamento Falveri aguarda tu llegada. ¡La Conquista del Paraíso os está esperando! 



    PRIMO VICTORIA


     


    Atte: El Montaraz del Norte; Trancos. Nos encontrarás al cruzar el puente del Paso Oeste, subiendo por el río al 
            Lago Espejo. O quizás nos puedas encontrar en Villadorada. Déjanos un mensaje si así puedes. 

     

     

     

     

     


    //La cosa va de poner si queréis, las reacciones de vuestros pjs ante esta nota. Y si quieren o no participar. Y si algún NPCs quisiera venirse... Pues que venga. Si, NPCs. Se necesita mano de obra barata también.   Basta decir que todo esto forma parte de la cadena de eventos del Campamento Falveri. Así también para dar pie a otros roles aprovechado las posibilidades de exploración y reclamación de tierras ocupadas por Múrlocs, Gnollos y otras bestias.

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  2. Apéndice.

     

    Eventos -

     

     

     

    Objetos y propiedades.

     

    Tesoro -
    Total: 30Silver.png?version=eabfc9cb8f0ae1e156a41 y 8Copper.png?version=a97d9b5cf676d9c462b29
    Recuento y pagas:

    Spoiler

    6Silver.png?version=eabfc9cb8f0ae1e156a41   (Soldada mensual/Rango Cabo)

    Rango económico: 6

    Casa solariega en Villadorada: 650m2 Dos plantas. Sótano. Un habitante. 

    Equipo -

    Espada larga de Montaraz.

    Faramir-Large.jpg

    De un metro de largo y fina hoja, de acero y simple decoro. Buen acero y en buen estado. Con vaina oscura, sin adornos. Ideal para toda clase de combates y situaciones. 

    Arco corto de caza. De madera de fresno

    92b0c12e665e3cc160adab31bfa0dbce.jpg

     

    Un arco simple y aunque lo intente mantener; ya tiene muestras de bastante uso. No es ideal para el combate, por lo que lo usa para la caza y práctica. Además usa flechas más cortas.
     

    Arco largo de madera de tejo y carcaj

    quiver-bow1.JPG


    Hecho con tejo y la cuerda de intestinos de animales. Aproximadamente de un tamaño de; 1,50cm. Siendo la principal arma de los Montaraces, reparación así cómo la fabricación de flechas es algo que deben de saber si quieren sobrevivir. Tiene la posibilidad de engancharse el arco al carcaj.

     

    Antiguo cuerno de los Montaraces de Lordaeron.

    gondorhorn__89800.1435731224.380.380.jpg

    Gran cuerno de asta de buey salvaje de las Montañas de Alterac, guarnecido de plata y adornado con caracteres antiguos,sujeto a un tahalí.

     

    Broche de los Montaraces del Norte

    jewellry_leafbrooch.jpg

    Para reconocerse, los Montaraces del Norte portan broches en forma de hoja de los árboles que crecen en las tierras de Quel'Thalas, o también broches con forma de estrella blanca. Elegost porta la hoja, que enganchada a la capa entorno al cuello siempre muestra.


    >Equipamiento simple

    -  Capa de sobra para abrigarse (posiblemente de piel para el invierno). Además de una manta fina que hace las veces de almohada."Trancos se contentaba con una capa y estaba  sentado un poco aparte."
    -  Bufanda de punto verde, hecha por las manos de una abuelita a la cual ayudó. Es suave y cálida.
    -  Cuchillo, para despedazar piezas, cortar leña para refugios u hogueras, escarbar buscando raíces, pinchar la comida, arma de último recurso, etc.
    -  Piedra de afilar (y aceite) para mantener la espada afilada y el cuchillo y libres de óxido.
    -  Pedernal y acero para encender fuego: "Unos montaraces han estado aquí últimamente. Son ellos quienes dejaron la leña para el fuego." 
    -  Pellejo o cantimplora; o más de una dependiendo del tipo de terreno y libertad de movimiento.
    -  Aguja de metal e hilo para remendar ropa. Además de parches de cuero y ovillos.
    -  Sedal y anzuelo para pescar.
    -  Cuerda (3m) para trampas y reparaciones.
    -  Sal (esencial para la supervivencia humana).
    -  Como objetos adicionales se pueden incluir los siguientes: Mochila mediana. Zurrón donde guarda plantas y ungüentos. Varias faltriqueras. Ropa de sobra para ponérsela mientras se  seca la ropa mojada o reemplazar las prendas muy dañadas.


  3. Día 2 - Rapiñadores

    ¡Ad Victoriam!

    platypus-bush-camp.jpg

     

     

    Elegost nombró lo que necesitarían para resistir en la zona el tiempo que hiciera falta, a la espera del asalto Múrloc. Lo necesario era lo siguiente...

     

    • Madera. Para la fabricación de estacas, barricadas, hogueras más duraderas y grandes. Además de poder en un futuro, hacer tiendas con esta madera que fueran más resistentes que las actuales de lona.
    • Alimentos. Estando en un bosque como Elwynn, no seria complicado cazar algunas piezas. Desde peces del río, hasta liebres. Pero también frutos silvestres.
    • Plantas. Esencial para curar heridas, hacer infusiones y demás utilidades. 
    • Herramientas. Nada seria posible sin los instrumentos adecuados. ¿Cómo obtener madera de un árbol sin un hacha grande? ¿Cómo juntar tablas, sin clavos y martillos?
    • Pieles. Santiago no tenia mucha ropa y las noches eran frías en el bosque, necesitaban pieles abrigadas para ellos y parches de cuero para reforzar las tiendas o sus propias ropas deterioradas.

     

    A la mañana siguiente de establecerse, Santiago anunció a Elegost, que Gael se había marchado. ¿A dónde habría ido? ¿Era un cobarde? ¿Tenia algo mejor que hacer? ¿O se había perdido? Una lástima que se fuera, lo iban a usar como carne de cañón, cebo, alarma... etc

    Pero eso no desanimó a los pioneros montaraces, que después de un nutritivo desayuno a base de infusión de raíz de tierra con bayas y una pastosa pasta de insectos triturados, se pusieron rumbo norte a las orillas del Lago Espejo. Era el amanecer y los animales, como las personas, necesitaban desayunar y beber. 

    Antes de irse a su destino, observaron el alto del campamento desde la cordillera de la cascada. Idearon dónde pondrían cada cosa, las barricadas entre los árboles, estacas en la pendiente, una hoguera con la que atraer a los Múrlocs al centro del campamento y ellos, entre los árboles pequeños que habían en la colina. El plan era aprovechar que sean muchos para confinarlos en un lugar y descargar sobre ellos una lluvia de flechas. 

    Ya en su destino, sigilosos con más o menor éxito, encontraron un oso pardo. Ni más ni menos que una imponente masa de grasa, pelaje y potentes garras. ¿Qué harían ahora? Si se iban a otro lugar, perderían horas esenciales. Elegost ideó alejar al Oso con carne de Múrloc que les sobró, aunque Santiago no logró arrojar la carne muy lejos y el Oso estaba cada vez más cerca de ellos, hasta que...

    Al parecer en la zona es frecuente encontrar venados en celo, que tan imperiosos echan a cualquier bestia o persona de sus tierras. Quiera la fortuna o no, eso pasó esa mañana. ¡Bravo y directo, con su cornamenta en riste, impactó el noble venado en el oso! 

    La lucha duró durante largos y agonizantes minutos. El Venado parecía tener las de perder pero, para asombro de los dos monteros, el venado logró clavar su ornamente en lo más profundo del pecho del oso. Victorioso pero moribundo, Santiago acabó con la vida del imperioso venado. 

    Pero la suerte estaba de su lado. Tenían un oso y un venado. Carne y pieles de sobra. ¡Y no habían tenido que hacer nada, tan solo mirar como asquerosos bandidos a la espera de su presa débil! 

    Toda la mañana, horas de sangre, sudor y sobre esfuerzo para obtener toda la piel de los animales. No lograron la carne del venado, pero con lo que tenían, era más que suficiente. 

     

    Descansaron hasta la caer la tarde, era la hora de obtener la madera y las herramientas. La lluvia empezó a caer con fuerza y la noche estaba próxima. La tormenta hizo caer algunas grandes ramas, pero necesitaban más madera. La respuesta a sus dudas de qué hacer llegó pronto. Santiago nombró la barriada. 

    Era una suerte todo aquello. La situación del lugar y el clima a su favor. Podrían entrar, rapiñar alguna casa en ruinas y "obtener" las herramientas de la casa en obras que vieron la primera vez que estuvieron.

    Lo primero fue fácil de obtener, pero Santiago perdió el rumbo entre las calles enfangadas y oscuras. Más tempo perdido, pero ... encontraran las herramientas. Solo quedaba llevar todo al campamento.

    Tarea tiránica, arrastrar las vigas de la casa en ruinas. Santiago se lastimó y tuvieron que dejar una. Pero aún tenían la más grande de cuatro menos por lo menos. La suerte de tiempo hizo que nadie andará por las calles y con mucho esfuerzo, llegaron a su refugio sin más reparo. 

    Lo tenían todo. Las pieles, la carne, la madera, las herramientas ... Solo quedaba prepararse. 

    Santiago se preguntaba si esa seria la noche, si los Múrlocs vendrían. Usó de nuevo sus dotes arcanas y con más certeza que la última vez, percibió el peligro, la marea escamosa se acercaba. ¡Tenían que apresurarse! 

     

    Continuará en:  Noche 2 - La Defensa de Falveri. 

     

    Participantes:  Santiago de Sveri - Elegost Faler

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  4. Día 1: La Conquista de Falveri

    El Nuevo Mundo

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    Continuamos la aventura por donde la dejamos. Con la aventura por encontrar tierras seguras donde montar un campamento. Una idea noble aunque complicada de llevar, pero a los dos montaraces no les faltaba entusiasmo -Aunque Santiago era un vago y Gael solo les acompañaba temporalmente-

     

    Elegost intuía que en el flujo del río que nacía del Lago Espejo y terminaba en el río Nazferiti, podría encontrar un buen lugar. Cerca del agua y protegido por las depresiones del terreno. Así que encabezó la marcha esperando encontrar aquel lugar deseado. 

    Hacia tiempo, los niños de Villadorada iban a una cascada no muy lejos del pueblo, donde pasaban los calurosos días, hasta que los Múrlocs del Linde del Bosque hicieron del lugar un peligro potencial. 

    Además había que sumarle que la zona estaba llena de trampas de oso, a lo que se adelantó Elegost, avisando a sus compañeros. La idea seria ir en fila, uno delante con un palo oteando el terreno hasta llegar a la cascada. Claramente, Elegost iría delante. 

    La cosa no empezó nada bien, viejas trampas de oso, oxidadas y olvidadas por a saber quién,  saltaron al paso del imprudente Elegost, que terminó sin el palo y con una herida en la pierna. Gael y Santiago -En especial el último- se asustaron al ver al Montaraz con la trampa cerniendo su pierna, pero gracias a la destreza de Gael, consiguieron liberarle y reanudar el viaje. Con más palos que antes y más prudencia, detectaron y anularon las demás trampas, cosa de la que se ocupó Santiago. 

    Les llevó un buen tiempo y cuando llegaron a la orilla del río, debatieron si el lugar era adecuado. La colina no daba tanta protección, apenas habían árboles cerca... No era el mejor lugar. Pero al otro lado, había el lugar que buscaban. Con protección del viento del norte por las colinas más altas, árboles, rocas, resguardado del clima. Solo deberían dar otro rodeo y más horas de viaje. 

    Siguieron el camino hacia Páramos del Poniente, cruzando el puente del paso Oeste y siguieron río arriba. El viaje estaba siendo demasiado tranquilo, hasta que el atento Gael notó algo en el agua... ¿Peces? No podían ser, eran demasiado grandes e iban contra corriente.

    Elegost no le dio importancia. Habían salmones y junto a Santiago, habían sobrealimentado a muchos peces de la zona. Gael no era de las personas que se confiaban a la primera e insistió en que era algo más grande que un pez. El pensamiento pasó por sus cabezas: Múrlocs.

    Alertados apresuraron el paso, ya estaban cerca... Pero de improvisto, les asaltaron por los juncos del río. ¡VEINTE MÚRLOCS! -Algunos dicen que eran solamente tres, pero los rumores es lo que tienen-

    Gael y Elegost que iban delante, se sorprendieron por el asalto escamoso y tan solo Santiago, fue capaz de actuar con presteza, disparando una flecha que surcó el cielo por encima de sus cabezas y atravesó la de uno de los Múrlocs.

    Los humanóides anfibios se entristecieron por unos segundos. La perdida de un ser querido, otra boca menos que alimentar... ¡Pero no se lo pensaron mucho y fueron a la carga contra Elegost y Gael!

    Aunque a decir verdad, sus patéticas armas rudimentarias y primitivas, nada podían hacerles, por lo que el contraataque recibido fue mayor para los Múrlocs y asustados, heridos y en inferioridad numérica, partieron en retirada. Salvo Santiago, que lanzó una flecha fallida contra uno, nadie más alzó su arma. Seria algo que se lamentarían en un futuro.

    Con la victoria obtenida y un botín más que suficiente; Un múrloc para cenar, llegaron a la zona indicada. 

    Usando los objetos "rapiñados" de la barriada de Villadorada, el campamento se alzó con mayor o menor éxito. Una gran tienda y dos más pequeñas. Santiago tuvo la idea de ponerse en lo más alto, sobre rocas de la colina y su tienda fue la peor montada. La personal de Elegost, algo más cerca del río, era la más estable. Y la grande, se mantendría a menos que cayera una tormenta con fuertes vientos. 

    Santiago cocinaría el Múrloc. Un manjar muy querido en Páramos, pero que lamentablemente el Montaraz Arcano no conocía, aún así les dio para una buena cena y repetir. 

    Establecido el campamento y habiendo cenado, cada uno hizo algo diferente. Mientras Elegost se curaba las heridas de la trampa, Gael iba a dormir y Santiago volvía a comer. La noche no tuvo más percances y el comienzo de una historia se empezaba a forjar.

     

    Ahora ¿Y esos Múrlocs? ¿Vendrían más? Elegost contaba con que sí. Que esos tres eran simples exploradores que iban a echar a los que querían quitarles tierras. Por lo que le contó a Santiago lo que harían mañana; Cazar. Recolectar suministros para fortificarse y prepares para el asalto Múrlocs.

     

     

    Continuará en:  Día 2 - Rapiñadores.

     

    Participantes: Santiago de Sveri - Gael - Elegost

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  5. Prólogo

    Una aventura preparada

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    Si juntas a dos personas necesitadas, con falta de aventuras y dinero, así como de techo ¿Qué obtienes? Muchas ocasiones de perder la vida.

    No es lo que pensaron los dos Montaraces cuando comenzaron esta aventura, ellos pensaban en un rincón de Elwynn donde resguardarse del clima sin pagar, cazar sin ser molestados y dormir sin tener a un vagabundo rabioso al lado. 

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    Como siempre, todo comenzó en una posada. En la del Orgullo del León. Santiago de Sveri y Elegost, habían tenido una mala aventura la noche anterior. Se les había ocurrido ir a "Rapiñar" -Como a Elegost le gustaba decir- objetos varios en la barriada de los muros exteriores de Villadorada. 

    No era mala idea. Habían muerto muchas personas. El lugar estaba casi abandonado y la Guardia Imperial no se mostraba ya muy presente. Seria fácil entrar, ir a unas ruinas y obtener algo de basura. El objetivo eran lonas, con las que montar unas tiendas. Algo fácil, pero no para esos dos que tienen más mala suerte que un Gilneano mirado mal por un Renegado. 

    Los dos recorrieron la barriada en una tarde triste y lluviosa, aprovechando aún más la falta de gente por las calles. Les cayó la noche y dieron con una chabola y lo que parecía ser el inicio de una nueva casa. Aunque la noche les quitó la posibilidad de encontrar nada, salvo las cuerdas que sostenían el techo de lona de la chabola.

    La tarea recaía en Santiago de Sveri. Hizo cálculos: ¿Era posible cortar una cuerda sin que cayera todo? La respuesta se le escapaba, así que probó suerte, y todo se vino abajo.

    La chabola perdió el techo y un viejo salió de malas. A Santiago le dio tiempo a saludar antes de que junto a Elegost, recibieran pólvora y perdigones. 

    Los dos dos rapiñadores a malas consiguieron volver a ponerse en pie y salir del lugar ayudados el uno del otro. Huyeron como buenas ratas que eran y tomaron un descaso. Santiago tenia una mala herida, estaban cerca de la salida y cuando parecía que se iban a salir con la suya, el viejo les pilló. 

    Soltando un feo impropio y Elegost un grito de aviso, volvió a caer contra ellos perdigones. Con los dos saqueadores en el suelo, el viejo se confió e iba directamente a degollaros. Santiago intentó correr, pero no lo logró y Elegost se tuvo que defender. 

    Una puñalada a costa de la vida del viejo, el pobre hombre no tenia oportunidad. Habian matado a un hombre semi-inocente pero .. ¿Qué importaba? La vida era dura y ellos se defendían, ese lugar estaba sembrado de sangre. 

    Antes de que los dos compañeros, destrozados y con más agujeros que un queso se marcharan de ahí, Elegost se acordó de la chabola del viejo que no estaba lejos. Él no lo iba a usar ya, así que tomarían ellos sus cosas.

    Desde una mochila grande vieja, hasta una hachuela. La noche no se les había dado tan mal, quitando las heridas. 

    Aunque dos miserables como ellos, poco dinero tendrían para pagar los servicios de un galeno y en la iglesia podrían pedirles explicaciones. Por lo que Elegost llevó a Santiago a la posada Orgullo del León, pagó con el dinero obtenido en el trabajo del Barón; algo que le ayudara a sanar a su compañero y que no les molestaran.

    Gael se unió a ellos. Aunque desconfiaba mucho del Montaraz de Norte, por lo que intentó buscar ayuda mientras Elegost cuidaba de Santiago. Le hizo un apaño, el cual hubiera quedado mucho mejor pero ... era lo que tenían. Gael apareció al final para ayudar a atender las heridas del Montaraz. Y así, la noche terminó para esos dos, que cayeron en un profundo sueño a causa de la aventura.

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    Y así llegamos a esa mañana con los dos Montaraces teniendo que irse de la Posada al no tener dinero que darle a Brog, se veían con la soga al cuello. La idea de montar un campamento en los bosques cobró más fuerza.

    -Porque es barato. -Espetó Santiago a Gael cuando le preguntó por el motivo de hacer tal cosa. 

    Era barato, y porque quedarse a coger polvo en la posada no era propio de ellos. En ellos era propio moverse, salir de aventuras y aprender. 

    Así fue como Santiago y Elegost -Seguidos por Gael, porque no se fiaba, de nuevo, de ellos- marcharon al oeste del Bosque de Elwynn, buscando un lugar donde asentarse.  

     

    Continuará en: Día 1-La Conquista de Falveri.

     

    Participantes: Santiago de Sveri - Elegost - Gael(Muy al final, pero por no hacerle un feo)

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  6. Ficha

    Atributos
    7 Físico
    6 Destreza
    6 Inteligencia
    7 Percepción

    Valores de combate
    28 Puntos de vida
    18 Mana
    13 Iniciativa
    8 Ataque a Distancia (Arco corto)
    12 Ataque a Distancia (Arco largo)
    13 Ataque CC (Espada pesada)
    10 Ataque CC (Combate desarmado: Ofensivo)
    12 Defensa

    Habilidades

    Físico
    6 Atletismo
    6 Espada pesada

    3 Combate desarmado (Ofensivo)
    Destreza
    2 Arco corto
    6 Arco Largo
    6 Defensa
    6 Sigilo
    2 Cabalgar
    2 Nadar
    4 Escalar
    Inteligencia
    4 Fauna
    4 Sanación/Hierbas
    6 Supervivencia
    4 Tradición/Historia
    2 Carpintería
    2 Peletería
    4 Religión (Iglesia de la Luz)
    2 Estudio contra magia herética (Vacío)
    2 Alquimia
    -Poción de Salud Débil
    -Poción de Ojo de Gato
    -Antiinflamatorio
    -Poticosmo
    2 Bestiarum Arkana (Criaturas Nigrománticas)
    2 Detectar Entes Malvados
    3 Esencia Sagrada
    2 Proteger Esencia
    2 Reprender Esencia
    3 Crear Luz
    Percepción
    6 Advertir/Notar
    6 Buscar
    6 Etiqueta
    6 Rastrear
    6 Reflejos
    4 Baile
    4 Música (Canto)

    Especialización:

    Luz (Sagrado)

     

    • Alquimia:
      • Aprendiz:
        • Antiinflamatorio: Compuesto por Raíz de Tierra principalmente, Hojaplata y algún que otro ingrediente, este compuesto líquido disminuye la inflamación de los tejidos. Su intervalo de acción no es inmediato. 
        • PotiCosmo: Su consumo puede resultar dañino para el estómago, pero a menos que el receptor no permanezco bajo ciertas condiciones, su efecto es nulo. Su ingesta produce delirios lúcidos que pueden durar minutos o menos de cinco horas. (Dura tantos Minutos/Turnos como nivel de Alquimia del creador) 

     

    • Equipo:
      • Nombre del Arma: Artamir (Arco Largo)
        • Descripción: 
          Éste arco compuesto, de manufactura humana, es una copia del estilo tanto de diseño como funcionalidad de los arcos élficos que han llegado a manos de los artesanos del imperio, que aunque hayan querido igualarlo, sólo han logrado unas ciertas mejoras con respecto a los arcos largos habituales. Su peso resulta menor que los otros arcos gracias a las maderas especiales usadas para su creación. Los tendones que componen la cuerda son de plata fina. El barniz aplicado es de un azul intenso, que en la oscuridad resulta gris y bajo el sol es claro como el cielo de verano. Tiene adornos en plata que recuerdan a la escritura Thalassiana -Quizá intencionado, buscando ser una mejor copia- pero son sólo eso; diseños intrigados que le dan un toque elegante y llamativo.
        • Reglas: 
          Artamir 1d6+3(2M) Parábola, Iniciativa -3, Ignora 1 punto de estorbo
        • Apariencia
           
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  7. Historia del Montaraz

     

     

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    "El Árbol Blanco de Lordaeron"

     

     

    Cuando los sueños se rompen y el recuerdo del hogar perdido vuelve a tú memoria, es el momento de pensar en todo lo olvidado y vivido, y creer que todo lo que has hecho, fue por un buen propósito que ha servido para algo.

     

    Spoiler

    "El amanecer es siempre una esperanza para el hombre"

    Eso decía mi padre, eso dijo antes de partir al Portal Oscuro con los demás caballeros de Lordaeron. Todavía recuerdo ese amanecer con los primeros rayos resplandeciendo su armadura … y las agrias lagrimas de mi madre y mi hermano mayor.

    Pero eso fue hace mucho tiempo y ahora algo inimaginable ha acontecido. Escribo a la luz de una vela en una taberna de las Laderas de Trabalomas, con la poca tinta que he podido encontrar, rodeado de refugiados, los pocos que habían sido reunidos, rescatados o habían sobrevivido a la matanza indiscriminada del Azote.

     
    Soy uno de los pocos Montaraces que hemos podido guiar a los supervivientes hasta este enclave, esperando las naves que nos lleven a Ventormenta. Lordaeron ya no es seguro, nada en el norte es seguro ya. Recuerdo con añoranza como recorría los bosques y aprendía sus caminos y las bestias que habitaban, fue por todo eso que quería ser un Montaraz, tuve que luchar duro para conseguirlo, incluso contra mi hermano, el cual quería que me hiciera monje, al ser el menor no herede el título de “Ser” de mi padre, ni sus tierras. Pero le demostré a mi hermano que sabía manejar mejor el arco y saber moverme por el bosque, que escribir libros sobre la Luz y rezar. Pero igualmente eso fue hace tiempo, mi hermano desapareció junto a muchos cuando fue con el principe Arthas hacia Northrend.

    Yo serví como Montaraz desde muy joven y aun sigo siendo joven, inexperto me llaman algunos, pero conseguí traer a esta gente hasta aquí. Antes de luchar contra No-muertos nos habíamos enfrentado a orcos salvajes y bandidos, pero nada como esto, aun así conocíamos caminos secretos, olvidados que nos sirvieron bien para llegar hasta aquí.

    Muchos de mi alrededor rezan a la luz … ¿Para qué rezar a una Luz que se ha apagado?, una luz que deja que la oscuridad nos devore no es digna de mi devoción.

     

    "La oscuridad es la bendición que nos permite no poder ver las crueldades de al nuestro alrededor…”
     


    *Las demás hojas parecen estar manchadas de tinta y algunas quemadas.*
     

     

    "Y así termina su guardia"

     

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    - La vela esta apunto de apagarse… ni velas tenemos.- Miro por la ventana a la gran oscuridad que hay fuera, cuando una niña me tira de la manga del jubón.

    - Señor… tengo frió, miedo, hambre … y quiero irme a casa.- La miro con ojos cansados y abatido. Le doy mi estofado de pescado y salgo a fuera de la posada con mi manto verde y mi capucha cubriéndome del frió.

    - No podemos quedarnos más aquí, tendremos que seguir cambiando, los Muertos caerán sobre nosotros como enanos a la cerveza.- El que me hablaba era un compañero Montaraz llamado Jelinder, uno de los veteranos que habían conseguido llegar y el más negativo de todos.

    - No podemos viajar a pie, ahora mismo lo mas seguro es el mar, solo habrá que esperar un poco mas …- Jelinder siguió con su pesimismo hasta que un grito que cayó como un rayo le hizo parar, el grito era inhumano eso estaba claro y más claro fue cuando decenas de ojos aparecieron de entre los árboles.

    Los exploradores corrieron hacia nosotros al grito de retirarnos al puerto. Pero los barcos seguían sin hacer acto de presencia y la posada estaba llena de personas. Había que actuar de inmediato.


    - ¡Empezar a sacar a la gente mientras contenemos a los muertos!.- Grito nuestro capitán mientras unos hombres con antorchas prendían fuego al bosque, pero tardaría en hacer efecto, así que entre rápido a la taberna y empezamos a sacar gente mientras montaban una barricada a la entrada de la posada.

    Cuando llegamos con la mayoría de las personas al pequeño puerto Jelinder empezó de nuevo


    -¡Te lo dije! Los barcos no van a venir, ahora estamos atrapados entre el mar y los no-muertos. ¡Moriremos devorados como carnaza!- La gente empezó a soltar algún grito y sollozos, Jelinder seguía soltando bravuconadas así que tuve que propinarle un puñetazo en la mandíbula, algún que otro diente salió volando.
     


    - Eres un Montaraz ¡Compórtate como tal, estas gentes cuentas con nosotros! O mostramos coraje hoy, o morimos como esclavos de la muerte y el miedo.- Jelinder asintió y poco a poco recupero la compostura. Empezamos a subir a las mujeres y los niños a los botes de pescaderos, los niños lloraban asustados, y las mujeres se despedían entre llantos de sus maridos, Jelinder se subió a uno y los llevo lejos de la orilla portando antorchas a la espera de los barcos.

    Decidí volver la vista a la posada y al bosque, el fuego empezaba a arder, pero los muertos ya se habían acercado a la barricada, las flechas silbaban por el cielo y los gritos espantosos de los muertos congelaban la sangre, pero había que permanecer firmes, marche con unos hombres hasta la barricada esperando alguna nueva …

    -¡Maldita sea Elegost! no eres lo suficientemente viejo ni estúpido como para morir en una batalla perdida. ¡¿Por qué no estás en los botes, y donde está Jelinder?!.-

    El capitán se había apartado del frente principal mientras las llamas ardían los primeros bosques, estaba sudando y cubierto de sangre, tenia que ser la de otro porque el no tenia ninguna herida.

    -Jelinder subió a los botes, la mayoría está ya en el mar.- Tuve que parar para tomar aire a causa del humo y los nervios. – Y yo no me iba a ir sin luchar, mi capitán.-


    El capitán iba a decir algo cuando en ese momento una Abominación no-muerto de casi cuatro metros destrozo la barricada y lanzo a tres soldados un par de metros. Los lanceros le clavaron las lanzas en su tripa putrefacta, sacándole parte de los intestinos, el olor era espantoso y alguno incluso vomito en el acto.

    -Faler no lo voy a repetir, largo de aquí, la batalla esta perdida, reza a la luz para que los barcos lleguen hasta que los no muertos nos pasen. ¡AHORA VETE!-  El capitán me cogió del jubón y me lanzo lejos del campo de batalla, me sentía impotente, no quería abandonarlos… pero el miedo era mayor, corrí al embarcadero sin mirar atrás, los botes ya estaban lejos de la costa y solo quedaba esperar.

    El bosque ya ardía intensamente cuando de repente mas gritos desgarradores sonaron tras la colina de la derecha de la taberna, la cual estaba próxima a la orilla y a los botes.


    Salieron varias catapultas que dispararon con frenesí sobre los botes, las antorchas servían para guiar los disparos y consiguieron hundir más de una. No nos podíamos quedar de brazos cruzados así que los que quedábamos fuimos directos a la colina. Dispare unas cuantas flechas para derribar al artillero pero era inútil, las catapultas seguían disparando y mas botes se hundían. Uno de mis hermano hundió la espada en el pecho de un muerto, solo para morir de una mordida en la yugular por el mismo muerto.
     

     

    Eran imparable, estábamos perdidos, todo cuanto habíamos logrado .. para nada, pero entonces, con las primeras luces del amanecer acompañados por el rugido de los cañones de los barcos de Ventormenta, nuestra moral aumento, rechazamos a unos pocos y retrocedimos mientras los cañones destrozaban las catapultas.

    Desde la colina veía la taberna y el bosque ardiendo, solo quedaban un puñado y el propio capitán, rodeado por las hordas de no-muertos. Pero ya nada se podía hacer, lo que parecía ser un jinete negro clavo su espada por la espalda del capitán, atravesándolo, y su vida de un suspiro fue segada. Había que retirarse de inmediato, me trague el dolor y baje de la colina, hasta la costa para subirnos a los botes que nos recogían.

    Y ya en el barco, con casi todos los supervivientes y los pocos hermanos que me quedaban ... Observé el amanecer dorado y recordé las palabras de mi padre antes de partir hacia la guerra.


    "El amanecer es siempre una esperanza para el hombre"

     

     

     

    "El Viaje del Montaraz al Sur"

     

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    Al llegar a la ciudad de Ventormenta no pude no sentir una punzada de dolor por la angustia y melancolía que provocaba el dolor al recordar la vieja Lordaeron. La esperanza en mí corazón había dejado paso a la angustia y el tormento. Pero en la historia de la propia Ventormenta había algo que reanudaba mí viaje, y mis esperanzas. Había sido arrasada muchas veces, pero aún así se mantenía fuerte. Vigilante, un escudo para las naciones humanas caídas en desgracia. 

     

    Los supervivientes fueron desperdigándose por el reino sureño. Los compañeros Montaraces del norte los seguían, otros se unían a compañías libres mercenarias, pero también algunos colgaban el arco para asentarse al final. Pero yo era joven, mí honor, juramente y la falta de una familia hicieron que permanecería cómo una sombra solitaria en una sala llena de velas. Oculta ante los ojos de los que protegía, viviendo de la caza, de las ayudas de la gente a la cual defendía o la recompensa por el criminal apresado... o abatido

     

    Era una vida dura, digna del linaje de los Montaraces del Norte. Una vida solitaria con pocas recompensas, defensores de un reino olvidado. Menguados y exiliados, mirados por algunos con mal ojo al tomarnos a veces cómo mercenarios sin ética o parásitos.  Pero al cabo de un tiempo, después de viajar por las tierras del Reino de Ventormenta me topé con los que antaño fueron los grandes aliados de los hombres; Los Altos Elfos. Aquellos al igual que las gentes del Norte, habían sido despojadas de su hogar, su historia y de sus antiguas vidas.

     

    Yo compartí comida, hogar, conocimiento y risas con ellos. Al igual que ellos habían hecho conmigo. Antaño cuando Lordaeron y Quel'Thalas eran aliados fuera de la gloriosa "Alianza" las cuales los elfos dejaron cuando las grandes guerras. Pero aún así, las fronteras eran grandes y los elfos se dejaban ver poco por ahí, salvo para algunos únicos suertudos, cómo nosotros: Los Montaraces del Norte. 

     

    Se decía que los primeros Montaraces de Lordaeron habían sido enseñados por los Forestales. Sus artes con el arco, así como el saber de las cosas que uno tiene que saber para vivir en el bosque cómo un ser más, y no cómo un merodeador. 

     

    También en mayor parte, los Montaraces del Norte actuales se basaban en gran medida en los "Montaraces de las Montañas" de los Enanos. Pero fueron más los elfos los que nos enseñaron y guiaron. Y yo tuve suerte al conocer a algunos Forestales. Pasando largas jornadas por las fronteras de los dos reinos. Aprendiendo unos de otros. Cómo un viejo acuerdo o amistad que no se rompía pese a que las naciones ya no se escucharan las unas a las otras. 

     

    Junto a los Altos Elfos exiliados me uní en la pena y desdicha. Aprendiendo más sobre ellos y ayudándoles en las tierras desconocidas del sur. Me enteré de la caída de algunos de sus hermanos los llamados: Sin'Doreis.  Y fue entonces cuando juré delante de muchos de nobles Altos Elfos, que siempre daría mis fuerzas a ellos, a los verdaderos Altos Elfos y señores de Quel'Thalas. 

     

    Errante por el mundo marché, conociendo de él, aprendiendo de las gentes nuevas. Poco a poco los demás Montaraces del Norte iban desapareciendo. Al final solo un puñado quedamos ya en las tierras del sur. En los pueblos lejos de las guarniciones y milicias éramos necesitados. En lugares peligrosos y olvidados éramos llamados. 

     

     

    "El Crepúsculo y el Amanecer"

     

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    Mis pasos me guiaron hasta Crestagrana, al oeste del Bosque de Elwynn. Las noticias de asaltantes orcos Blackrock que arrasaban pequeños asentamientos al norte del lugar, era un aliciente para que yo fuera allí.

    El rastro de los orcos era fácil de seguir y rápidamente supe cual sería la próxima aldea en ser atacada. Al llegar al poblado me tope con gentes inusualmente tranquilas. Armadas con herramientas y utensilios que usaban cómo armas. Barricadas y casas tapiadas. No parecían que fueran a marcharse cómo muchos otros. Me dispuse a preguntar cuál era el estado y en que necesitaban ayuda. Pero la respuesta que me dieron fue algo sorprendente.

     

    -No necesitamos ayuda, arquero. Tenemos a una elfa, uno de esos Forestales con nosotros. Con ella aquí, no debemos temer a nada.

     

    Yo no suelo confiarme fácilmente de las situaciones peliagudas. Pero la Forestal me llamaba la atención. Que una Alta Elfa se hubiera asentado en estas tierras salvajes y alejadas de sus congéneres me parecían extraño. Así pues llegué hasta una pequeña casa y me la encontré en la parte trasera practicando con el arco con gentes del poblado.

     

    -Extraño es, encontrar a Altos Elfos Forestales por estas tierras lejanas. Más extraño es encontrara a una sola.

     

    La mujer elfa era hermosa, cómo todas las de su raza. Pero con rasgos diferentes. Pelo oscuro, ojos claros pero no con el aura tan intensa. Casi a vista de un ojo experto, podría ser llamada Medio-Elfo. Me miró a los ojos y replicó.

    -¿Y vos? ¿Mercenario o saqueador? Aún estamos todos vivos, es pronto para quitarnos lo poco que poseemos.  –Su mirada era fiera, y un arco corto portaba, además de espada  y armadura de cuero.

    -No soy ni lo uno ni lo otro. Soy un Montaraz del Norte. Mi nombre es Elegost. –La saludé con el típico saludo de Lordaeron. El puño cerrado sobre el pecho y una inclinación de cabeza.

    -Creía que todos habían perecido en la caída del reino del norte.  Conocí a unos pocos de los tuyos.  –Me analizó durante unos segundos con el semblante serio y señorial, pese a no parecerlo en apariencia, pero eran Altos Elfos y en el fondo todos se sentían así.

    -Pocos quedan para proteger las tierras de nuestros aliados. Más a mí me ata un juramento y rindo ahora cumplimiento. Estoy aquí para ayudaros.

    La elfa sonrió casi con arrogancia. Y sin más me dio las órdenes que tenía que llevar a cabo. Para los aldeanos ella era su única defensa firme. Un soldado veterano, valeroso y leal. No hubo mucho tiempo para preguntarnos sobre nuestras vidas, de todas formas eso no es lo que tenía que hacer allí.

    Ayudé en las labores de crear empalizadas, instruir rápidamente a los lugareños y algunos diversos trabajos. Al caer la noche pudimos conversar más tranquilamente los dos. La elfa, cuyo nombre era:  Brethil Mae.

    Me contó cómo había terminado allí. Había escapado de su hogar junto a otros elfos, que habían errado cómo yo. Ella terminó perdiendo a muchos amigos por el camino, hasta terminar sola y desorientada cerca de Crestagrana. Al final fue atacada por alimañas y casi al borde de la muerte, encontrada por los lugareños del poblado, que la cuidaron y alimentaron. Ella entonces prometió defenderles de cualquier mal que se cerniera sobre ellos.

    Conocerla me animó los días de aparenta calma. Hablábamos del pasado, de nuestros hogares, practicábamos lo que había aprendido de Thalassiano y en alguna ocasión partimos a los bosques circundantes a cazar alimentos. Pero al final, llegó el motivo de mi viaje; Los orcos Blackrock habían llegado.

    El poblado no tenia murallas y solo unas improvisadas empalizadas y plataformas alrededor de la aldea había. Desde allí abatimos a muchos incursores que intentaron pasar las defensas. Los orcos se habían confiado. Retrocedieron y esperaron. A la noche otro ataque, salvaje, pero algo más dedicado. Pero de nuevo fue repelido. Y así, día tras día hasta terminar casi una semana.

    Las gentes del lugar no eran soldados, había mujeres y niños, y el asedio no duraría mucho. Al final los orcos en un embate de furia lograron derribar una de las empalizadas. Fuego y flechas llovían por la zona. El sol daba paso a la noche en un atardecer rojo.

     

    -¡Brethil, ve a la plaza principal, yo iré en la defensa de la empalizada. Si todo sale mal huir a los bosques, los orcos no pueden llegar más lejos!

    -¡Ve, hijo de Lordaeron, toda esta gente confía en ti! –Ella ordenó a los demás que la siguieran mientras yo avanzaba hasta la brecha. Flechas arrojé, hasta llegar a la espada.

     

    Orcos caían en las trampas que se habían fabricado. Pero aldeanos también morían fácilmente por las armas igual de brutales que sus portadores. El choque del acero retumbaba entre gritos y las llamas. Nos vimos abrumados por las oleadas salvajes de orcos. Yo portaba el Cuerno de Lordaeron, que muchos Montaraces llevaban consigo. Lo llevé a mis labios y soplé, cómo un rayo en mitad de la noche el sonido se dispersó. Era la señal de la retirada.

    Pero el cuerno de Lordaeron tuvo respuesta, en las colinas cercanas llegó el sonido de los cuernos de guerra de Ventormenta. Y jinetes portando lanzas y espadas cabalgaron por la ladera de la colina. Al grito de:  ¡Muerteeeee. Por Lordaeron, por Ventormenta, por la Alianza!

     

    El choque de los jinetes fue cómo el golpe del martillo al hierro candente. Los orcos se vieron abrumados. Dispersados y arrasados por la sorpresa de la carga nocturna. Algunos intentaron huir a los bosques, pero fueron cazados por la Forestal Brethil y los demás cazadores de la aldea.

    El poblado se había salvado. Nuestros aliados habían llegado a tiempo. Y la esperanza de un nuevo amanecer ganado por el esfuerzo y la sangre, alegró nuestros corazones. Pero muchos habían caído. Y esa noche no hubo celebración. Los supervivientes fueron escoltados a Villa del Lago.

     

     

    La Senda del Montaraz

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    Me quedé con Brethil, un largo tiempo. Vivimos juntos no muy lejos de Villa del Lago. Cómo amigo y viejos compañeros. Aprendí mucho más de los Quel’Doreis, pero cuanto más días pasaba con ella y me narraba sus historias, más fascinantes y misteriosos me parecían.

    Cazábamos y criábamos a unos caballos. Una amistad distante pero fuerte nos unía...  Hasta que un día, partió a su antigua patria.

    -Di esperanzas a los hombres, más no conservo ninguna para mí. –Brethil se sentía más abatida pasados los años. Alguna vez comentó que era una elfa con varios años a sus espaldas. Que su linaje era muy antiguo, de un amor entre Quel’Doreis y los hombres, pero sus padres eran elfos. Y su corazón siempre estaría en Quel’Thalas.

    -Que las estrellas brillen para ti hasta el final del camino. –Le respondí yo, sintiéndome algo recaído por su marcha.

    -Recuerda, Elegost. No todo lo que es oro reluce, ni toda la gente errante anda perdida. Encontrarás tú camino y tu destino. –Giro a su caballo y espoleó al corcel, y sin mirar atrás se marchó.

     

    Pero este no era el fin. Ni la pena me inundaba tal para recaer. Mí camino seguiría, soy un Montaraz del Norte. Y hasta mí muerte, mí guardia no tendrá fin. Hijo de Lordaeron, del antiguo reino caído. Errante por el mundo va, pero no perdido.

     

    “Es muy peligro, cruzar tú puerta. Vas hacia el Camino,  y si no cuidas bien tus pasos, no sabes hacia donde te llevarán.”


     


  8. Nombre: Elegost Friederich Faler von FalverisCCWjQ3.jpg

    Títulos: Sargento Imperial - Comandante Electo de Falveri - Conquistador del Falveri- Sargento Fraile
    El León del Norte - Cabeza de Hierro - Trancos - Mediaflota - von Falveri - Sub Campeón de Ojo del Halcón/Año 31



    Lugar de nacimiento: Andorhal - Reino de Lordaeron

    Edad: 28 años (Nacido el 19 de Marzo)

    Altura: 1.78cm
    Peso: 70kg

    Afiliación: Imperio de la Humanidad
    Ocupación: Novicio de la Iglesia (Ruta Capellán
    )
     

    Primo Victoria. Por Lordaeron~

     

     

    Descripción física

    Elegost es un hombre de estatura media (1,78m), de constitución atlética, siempre erguido y con expresión solidificado. Barba bien cuidada que le cubre la barbilla, perilla y bigote. Caballera dorado bronce, largo y algo rizado que le cae sobre los hombros. Ojos azul intenso, de mirada orgullosa y seria. De piernas largas y tonificadas, suele caminar a largos y seguros pasos. Sus manos firmes y ágiles.
     

     

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    Descripción psicológica

    Lee en el corazón de los hombres con tanta penetración como su padre, y lo que en ellos lee le mueve piedad antes que el desprecio. Es de porte gentil, y un amante de la música y por encima de todo, de la naturaleza. Por lo que muchos juzgaban su coraje menor que el de su hermano. Pero no era así, salvo en que no busca la gloria en el peligro sin propósito. Es un hombre de honor, valor y deber, poniéndolo antes que su propia vida. Amable, servil y siempre caballeroso.

     

    Esarus thar no'Darador
    (Por sangre y honor servimos)

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     Thanagor Verum rhas A'gathor.
    (La voluntad del Rey. Pureza de luz)


  9. Lo de "Amor" es un decir.

    Soy VernonRoche Stannis the Mannis y vamos a partirnos el culo. Ya veremos que si. 

    Como vosotros, soy un "Errante" de aquí para allá. Y ahora toca pasar por aquí. ¿Cuánto tiempo será mi estancia? Ni yo lo sé, nunca me quedo en el mismo lugar mucho tiempo. El estancamiento, la comunidad.. siempre hay algo. 

    Veamos de qué materia está hecha este server. Si de sueños y esperanzas que se convierten en nada, o si se mantiene a flote. 

     

    Y como esto me ha quedado muy simple, daré para ligar. En 7 segundos. Te acercas y le dices: Perdona.. ¿A ti también te parece que este pañuelo huelo a cloroformo? 

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