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SwordsMaster

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  1. El mago y el bárbaro: Parte 2 El día de trabajo había comenzado con Midir recibiendo regalos de su intrépido amigo aventurero; una imponente hacha de acero y hueso pulido arrancada de entre los dedos muertos de un bersérker trol, que Midir seguro encontraría de sumo interés. Además, Santiago le había enseñado sus bocetos sobre la arquitectura trol y todo lo que había acontecido allí, así como todo lo que había visto, sacando sus propias hipótesis. Más tarde, cuando al fin los otros estudiantes de clases superiores liberaron el artefacto intensificador de hechizos, el dúo de magos tomó sus libros desde su mesita y se acercaron a realizar sus propias prácticas. Habilidades entrenadas: @SwordsMaster como Santiago: Conocimiento/Historia (Trol), Conocimiento/Historia (Arcano), Evocación básica, Conjuración básica, Detectar energía vil, Telepatía básica @Focus como Midir: Conocimiento/Historia (Trol), Arquitectura (Trol), Conocimiento/Historia (Arcano), Escudo de energía, Nova mágica, Abjuración superior, Contrahechizo
  2. El mago y el bárbaro: Parte 1 La pizarra de un salón apartado yacía ahora llena de fórmulas bajo una luz anaranjada del atardecer que entraba por la ventana. Escritos, repasos y desvaríos varios de dos usuarios arcanos novatos; el mago de las gafas y el montaraz arcano, una pareja dispar pero perfecta a su propio modo. Habían repasado los fundamentos de sus ramas, los componentes de varios hechizos y Midir había tenido que explicar una o dos cosas sobre las líneas ley al asalvajado arcano de su compañero, pero al final del día, eran un poco más listos. O eso creían. Probablemente. Habilidades entrenadas: @SwordsMaster como Santiago: Conocimiento/Historia (Arcano), Evocación básica, Conjuración básica, Detectar energía vil, Telepatía básica @Focus como Midir: Conocimiento/Historia (Arcano), Escudo de energía, Nova mágica, Abjuración superior, Contrahechizo @yune134 como Annalena: Conocimiento/Historia (Arcano)
  3. Atributos 8 Físico 6 Destreza 8 Inteligencia 6 Espíritu 5 Percepción Valores de combate 32 Puntos de vida 32 Mana 6 Iniciativa 10 Ataque CC (Espada pesada) 8 Defensa Físico 1 Atletismo 2 Espada pesada Destreza 1 Equitación 2 Defensa Inteligencia 1 Fauna (Fauna Acuática) 1 Leyes (Ley de Lordaeron) 1 Navegar 1 Pesca 1 Tortura 1 Conocimientos/Historia (Brujería Vil) 1 Conocimientos/Historia (Magia Oscura) 2 Barrera vil 1 Toque vil 2 Entropía inversa 2 Imbuición vil 1 Piedra de salud 1 Dominio del alma Espíritu 2 Voluntad Percepción 1 Comercio 1 Reflejos Escuelas/Especializaciones Destrucción Aptitudes físicas -Golpe temerario -Provocar
  4. SwordsMaster

    Folke Fischer

    Nombre: Folke Fischer Raza: Renegado Edad: 23 (Edad de muerte) Altura: Normal Complexión: Robusto Lugar de Nacimiento: Lüneburg, Lordaeron Ocupación: Defensor de Lordaeron Descripción Física: Es igual a su hermano gemelo Markus. O era. Él aún mantiene muchos de sus rasgos en vida, su nariz sigue ahí, tiene todos sus dientes y sus cabellos han retenido pálidamente parte de su coloración original. Su único ojo azul funcional tras su imperfecta resurrección ahora apenas se percibe el iris, quedando rojo con el fulgor que denota su maldición. Su otro ojo ni tiene iris ni brilla. Es robusto. Del tipo de hombre que habría resistido una buena paliza de parte de una tormenta en altamar mientras pescaba un tiburón. Descripción Psíquica: Está desgastado por la vida, difícilmente viendo el lado bueno de las cosas, viendo pasar el día como si fuera el último. Pero en el fondo, sigue adelante en su estado actual porque no le queda otra, mejor seguir existiendo que ir al Vacío imperecedero y el tormento eterno. Así que se aferra a la tierra y lucha como ninguno por los colores de la única nación que lo acepta y protege a pesar de lo que es; ahora y siempre. Un diario personal Escribo esto para dejar un legado cuando ya no esté, para que quede algo que recuerde nuestra encarnizada lucha por la supervivencia, por el derecho a existir, por permanecer en este mundo. Aunque a veces, uno debe morder antes de ser mordido. Soy Folke Fischer. Aunque aquí en el frente no importan los nombres, pero de algún modo uno debe distinguir quién ha caído en la guerra y quién todavía no. Esta es una realidad que de un modo u otro a todos nos pasa factura, cada uno afrontándolo a su propio modo, incluso a mi hermano Markus. Mi hermano y yo somos soldados de Lordaeron, de la nueva y de la vieja a la vez. Aunque él fue soldado antes que yo, allí en vida ya contaba con el espíritu para luchar por su nación. Pero en aquel entonces no necesitábamos luchar ni matar ni arrasar para justificar nuestra existencia. Mi hermano era un patriota; yo era yo. Pero ahora sí necesitamos luchar y matar y arrasar. Necesitamos luchar, siempre. Los tiempos de paz solo significan que nuestros enemigos, incontables en números e infinitos en mezquindad, pueden prepararse para atacar y destruirnos, uno por uno, hasta el último de nosotros. Así es como llegamos a Gilneas. Mordemos, antes de que nos muerdan a nosotros. Hace poco volvieron a aparecer, los hombres huargo que de pronto los hipócritas gilneanos parecen adorar a la vez que los escupen. Cuatro compañeros cayeron. Ni uno de sus huesos sobrevivió intacto, ni un trozo de carne recuperable. Tengo sus nombres gravados junto a los del resto detrás de la tapa de cuero de este diario. Serán vengados. Ahora regresamos. Veo a mi hermano escribir también en el otro rincón. Pasan los días. Aún llevo la cuenta de ellos, alguien debe hacerlo. Son más de los que deberían haber sido. El lugar... No es nada como Lüneberg, nuestra ciudad natal en las costas norteñas de la antigua Lordaeron. Siempre me gustó el mar como pasatiempo, y los libros, y la buena vida. Ahora ya no puedo disfrutar de nada de eso... Pero al menos mi hermano aún encuentra consuelo en sus actividades. Jamás se lo diría, pero su calma de espíritu es mi única ancla en este mar. Pero ahí vuelve la tormenta. Toca atravesar Lodonegro para llegar a Lunaris, o lo que queda de ello. Esas son las órdenes, y eso es exactamente lo que haremos. Noto sus miradas, mientras cruzamos las ciénagas. Saben del poder que he sometido, no confían en mi. Los mandos me mantienen atado en corto. Jamás progresaré y soy consciente de ello, pero tampoco lo busco. Este es el poder que debo someter para defender la existencia no mía, si no de todos nosotros. La desconfianza es el menor de los precios a pagar. Dos emboscadas la primera semana. Cinco la segunda. Ocho la tercera. Los grupos de campesinos no son un problema, arden entre llamas, ácido alquímico y rayos como si fuesen moscas. Es cuando aparecen los malditos perros que todo se complica. Incluso gaseándolos no caen con facilidad. Les hacemos un favor acabando con sus vidas. Es casi deprimente como le tratan en su propio pueblo. Los escupen y los encierran, pero están más que dispuestos en mandarlos al combate a defender su nación. Un arma. Son peligrosos, sus justificaciones. Me pregunto si nuestra vida sería así, a manos de hipócritas con poder, si no luchásemos, o si de verdad tendrían la piedad de darnos una muerte rápida. Pero no dejaré de luchar para averiguarlo. Pero les traten como les traten, nosotros estamos aquí y ellos con nuestros enemigos. Cómo matarles es lo único que importa, y no es fácil. Al menos cuento con mi hermano para reducirlos con rapidez, pues dudo que yo fuese capaz de resistir demasiados embates de estas bestias. Una vez, con armadura y todo, casi pierdo el brazo entero. Habría tenido que esperar hasta el siguiente combate para encontrar uno nuevo. ¿Un día? Aparecieron diez. Éramos cincuenta. Cualquiera que no conociera de primera mano a estos seres especularía erróneamente el resultado. Solo 13 continuamos en pie al acabar, sin contar a quien mandaron en pedazos a la capital esperando poder restaurarlo. Dudo que sobreviviese el viaje. El mando envía cada vez mejores suministros. No sé si eso es bueno o malo. Probablemente malo, significa que quedamos menos en pie cada día. Es sin lugar a dudas una situación peor a cuando solo atacábamos aldeas. Entonces caían rápidamente bajo nuestra superioridad tecnológica y militar, y cada combate acababa con una cantidad de bajas de nuestro lado más o menos aceptable. Al menos, menos descorazonador que la cantidad de bajas actuales. Ahora la guerra es cruel, dura para nosotros. Con enemigos escondiéndose detrás de cada árbol, listo para arrebatarnos a un hermano que jamás recuperaremos. Y nuestros números... No se reponen tan fácilmente. Ojalá barrer todo con el poder del fuego sometido bajo mi puño. Pero mi hermano jamás me lo perdonaría, parece haberse encariñado con estos paisajes. Hermanos y hermanas mueren por la ventaja que da estos bosques a nuestros enemigos... Pero si desatase un poder tal, me ejecutarían. Y muerto de nuevo no puedo ayudar a nadie. No puedo mantener a Markus en este mundo. No puedo proteger a nadie. Recuerdo el primer mes de Markus como recluta, allí en aquellos tiempos, en la capital. Un día había vuelto, rabia y tristeza en sus ojos, diciendo que iba a dejarlo. Que el ejército no era lo suyo. Indagué. Resultó que los otros reclutas se habían ensañado con él. Durante una semana estuve siguiéndolos, uno a uno, en sus horarios de descanso. Un momento a solas era todo lo que hacía falta, y ensangrentados en el suelo uno a uno juraron jamás volver a meterse con él. Rogaban que les creyera... La carrera de Markus en el ejército mejoró, se convenció de que había conseguido inspirar algo en sus compañeros y comenzó a creer en sí mismo. Es una historia que jamás supo y jamás sabrá, pero ilustra a mi hermano; él habla. Yo me aseguro que escuchen. Tengo que dejar de escribir. Los oteadores han visto algo, Markus insiste en ir. Será mejor que vaya también. Actualizaré el número de bajas cuando regrese.
  5. Cuando Santiago al fin se sentó al final de su día, con su churro en la mano y la carta en la otra, se puso a leer. La carta se veía sumamente aburrida así que comenzó por la canción. Miró detrás por si se suponía que tuviese el ritmo marcado pero no lo encontró, así que lo improvisó sobre la mesa. ¿Honestamente? Una obra maestra. Luego se pasaría por el cuartel a decírselo en persona. Bueno, al menos hasta que leyó la otra carta. Se quedó pensando un momento. Dio un sorbo al café. Y al igual que a Ethan en su día, tampoco le respondió. Era caro, yampoco le había dicho a qué parte de Kul'Tiras, ¿Se suponía que mandase a una escuadra de exploradores imperiales a rastrear el reino marítimo en su búsqueda para responderle?. Ya le mandaría una carta... Dentro de un par de meses, para asegurarse que vivía. Terminó su churro y salió fuera, al frío de la ciudad que se acercaba al invierno. Observó la torre y el cuartel. -Pues al menos aún están Alfred y Midir- Dijo en voz alta mientras se alejaba, y un par de magos le miraban raro por hablar solo, pero ya acostumbrados a su excentricidad.
  6. Un tabernero cansado de la vida reparaba una grieta en la pared de su taberna. Unas señoras y señoros al servicio público de Stromgarde limpiaban las calles del barrio de los magos de manchas secas de sangre y vómitos. Otro miraba preocupado la fuente, pensando en cómo limpiaría eso, y un guardia con ojeras contaba agotado a su compañero como había pasado toda la noche persiguiendo un corcel. Más lejos, un jardinero desesperadamente intentaba quitarle los olores profanos y corruptos a la querida carretilla que su abuelo le había dejado antes de morir. Y, oh Luz, a qué olía la pala de su padre era imposible describirlo... Corrían varias versiones de lo ocurrido aquella noche por las calles. Desde las más mundanas menciones de un par de ebrios armando jaleo, hasta disparatados cuentos de un grupo de ebrios con la fuerza de un toro y la voluntad de un férreo paladín cargando y derribando a un corcel no-muerto montado por un mago. ¿La verdad? Quién sabía la verdad. De los ebrios no había quedado ni rastro. Bueno, rastro había quedado, un rastro de olor a alcohol y profano en dirección a la majestuosa sede de la Luz en Stromgarde. // Consecuencias: -El barrio de los magos ya no olerá igual por un par de días
  7. Agregar manguales a dos manos para llenar el hueco en el sistema. Aunque no tengan modelo. Total los modelos de mangual a 1 mano son horribles así que es como si no tuviesen. Y las alabardas. si no ponia sugerencia me pegaba la abstinencia
  8. Atributos 7 Físico 6 Destreza 7 Inteligencia 6 Espíritu 7 Percepción Valores de combate 21 Puntos de vida 28 Mana 8 Iniciativa 9 Ataque CC (Porra eléctrica) 9 Ataque a Distancia (Rifle de remaches) 8 Defensa Físico 2 Atletismo 2 Porra eléctrica Destreza 1 Escalar 2 Defensa 1 Lanzador 1 Sigilo Inteligencia 1 Fauna (Mamíferos) 1 Leyes (Sistema Gnómico de Justicia) 2 Sanación/Hierbas 2 Cirugía/Anatomía 1 Conocimientos/Historia (Magia Arcana) 2 Alquimia Aprendiz: Poción de salud menor Poción de ojo de gato 1 Biología Espíritu 2 Voluntad Percepción 2 Rifle de remaches 1 Advertir/Notar 1 Callejeo 1 Reflejos 1 Música (Teclado) Escuelas/Especializaciones Aptitudes Diestras: -Escurridizo
  9. Nombre del Personaje: Frisk Diabéteks Raza: Gnomo Edad: 30 Lugar de Nacimiento: La gloriosa y avanzada capital de la República de Gnomeregan Ocupación: Voluntario, alquimista, biólogo y médico de combate Descripción Física: Frisk es un gnomo adulto de cabello negro corto bien cuidado y se mantiene bien afeitado siempre que puede y tiene acceso a una buena navaja y crema. Físicamente no destaca demasiado en altura, pero tiene un cuerpo ligeramente entrenado y una buena salud física, digna de un médico que se precie y valore los consejos que da a sus propios pacientes. Descripción Psíquica: Frisk es un gnomo diligente y honrado ante todo, y un fiel patriota leal a la República de Gnomeregan que le vio crecer. Su estilo de vida cumplidor e incansable acarrea consigo bastante estrés, por lo cual mantiene una sana cantidad de ejercicios diarios y una dieta balanceada siempre que puede, en un intento de combatir los efectos negativos del estrés sobre su mente y su cuerpo. La Gloria de Gnomeregan Era un día relativamente frío fuera de Gnomeregan, dentro de lo helado que solían ser las colinas de Dun Morogh de por sí, pero eso no importaba dentro de la avanzada ciudad de Gnomeregan, con sus grandes avances y su ventilación climatizada en cada sala de la ciudad que se preciase como tal. Había bastante movimiento en la sección residencial 4-B de la sala 11-E del distrito 1-A del nivel S3 de la ciudad de Gnomeregan, pues era en aquella sección que habitaba Frisk, hijo del ingeniero de autómatas Delban Autopliegue, que cumplía 15 años en aquel mismo día. Mientras todos celebraban su cumpleaños en la sala principal, Frisk parecía divertirse con sus amigos con el MK Jeeves que su padre le había regalado para su cumpleaños, con un módulo de voz integrado y un primordial par de manos para ayudarle con sus tareas en la Academia de Medicina del distrito 1-A. -¡Es increíble, Frisk! ¡Con esto serás la envidia de toda la academia!- -¿Envidia? ¡La mitad destruiríamos la ciudad en busca de uno de estos!- Los jóvenes gnomos rieron. -Se ha detectado una amenaza.- La voz del pequeño aparato sonó, y de pronto todos los jóvenes se quedaron callados, ante la inesperada respuesta del aparato, solo para que segundos luego este se acercara levitando al muchacho que había bromeado sobre Gnomeregan, colocara la mano metálica de forma horizontal y le diese dos toques sobre la cabeza con la palma. -Ea. Ea. Ahora eres mejor persona.- Pronto el color volvió a la cara de los gnomos y volvieron a reir y hacer bromas, continuando con la celebración de Frisk hasta que los relojes marcaron que el día había acabado. Ocho días más tarde -Vamos, Mosquito, a estudiar- Frisk se colgó su mochila con sus cosas y se despidió de su padre, para comenzar su camino habitual hacia la Academia junto a su nuevo compañero mecánico, a quien ya se había acostumbrado. Saliendo de la sección residencial 4-B y habiendo recogido ya a un par de amigos durante el camino las salas principales de la sala 11-E se abrieron en todo su esplendor ante los jóvenes, como todos los días. Por todos lados se podían ver ingenieros cumpliendo sus rutinas diarias de mantenimiento y control de maquinaria, algunas automatizadas y otras no, mientras pesados brazos mecánicos y bandas giratorias se encargaban de todo el trabajo pesado que se llevaba a cabo en el distrito. Se podían ver las salas privadas de estudio o de investigación en donde se llevaban a cabo experimentos de toda clase e índole, desde avances teóricos en matemáticas hasta los descubrimientos más prácticos de la ingeniería, pasando por el estudio de toda clase de ciencias: Biología, geología, astronomía y muchas otras. La sala 11-E era, a fin de cuentas, una sala fuertemente especializada en la investigación y la innovación dentro de lo que era Gnomeregan. Tras una caminata y cruzar varios ascensores y pasillos más, al fin llegaron ante la Academia de Medicina. El día pasó con normalidad, como cualquier otro. Las primeras horas del día de Frisk se fueron en la academia como era usual, y acabadas sus horas se volvió a colgar su mochila con sus cosas a espaldas y se separó de sus amigos, los cuales ya volvían a su hogar. Él sin embargo, debería de dirigirse junto a Mosquito aún a otro sitio, a su sesión de clases de defensa mágica que tenía mensualmente, y en las que su padre había puesto tanto esmero en inscribir a su hijo en pos de velar por su seguridad, hacía ya un año. La pérdida de Gnomeregan El camino por los largos pasillos de Gnomeregan comenzó como siempre para Frisk, pero pronto el camino se fue tornando más silencioso mientras descendía por los ascensores correspondientes para llegar a sus clases de defensa mágica. Entonces llegó un punto en el que, al bajar a una de las salas en uno de los ascensores, ya no vio a nadie. La sala estaba completamente vacía. Avanzó unos pasos antes de oír ruidos venir desde el final del pasillo, podía ver las puertas metálicas a todas las salas cerradas completamente. Podía oír un ruido estático, una transmisión a través de un altavoz en el pasillo que luchaba por escupir palabras con sentido alguno, como si algo o alguien en alguna planta inferior hubiese... La sangre se le heló al joven gnomo ante la idea mientras lograba sacar sentido a las palrbas entrecortadas que el altavoz escupía. -¡Máx -pzzz- rid -pzzz- oggs -pzzz- veles infe -pzzz- cuación in -pzzz- la 11 -pzzz-. Como si algo o alguien debajo hubiese dañado el cableado del sistema de comunicación... Oyó un fuerte estruendo. Entonces otro. Y luego otro. Luego los golpes contra la enorme puerta metálica al final del pasillo eran sencillamente una cantidad abrumadora, como si una horda de bestias estuviera al otro lado intentando derribarla. Frisk se congeló en aquel mismo momento, en aquel mismo lugar, un muchacho que vio su vida pasar por ante sus ojos cuando un estallido de alguna clase al otro lado de la puerta la derribó, dejando un manto de cadáveres de troggs calcinados al otro lado pero también una horda de Troggs que se arrojaron dentro del pasillo mientras el joven se daba la vuelta para volver al ascensor cuanto antes. Pudo oír a Mosquito pronunciando alguna broma sobre amenazas a través de su módulo de voz, pero no estaba en condiciones de prestarle atención. Cuando alcanzó el ascensor golpeó el botón para subir de nuevo, y cuando se dio la vuelta pudo ver a los troggs listos para arrojarse contra la puerta del ascensor antes de que esta llegase a cerrarse. Frisk se cubrió la cara y cerró los ojos, esperando el final. En su lugar, abriendo un ojo pudo ver con sorpresa al MK Jeeves, mosquito, lanzando una enorme descarga eléctrica que paralizó a los troggs justo antes de que llegasen al ascensor, y dando tiempo a que las puertas se cerraran y Frisk pudiese alejarse de allí. Cuando el ascensor acabó de subir pudo ver los pasillos principales de la Sala 11-E en un estado total de caos, los altavoces con estática y disfuncionales mientras una sirena fuerte penetraba sus oídos. No tuvo mucho tiempo a pensar mientras corría lejos del ascensor. No tenía ni idea de que acababa de ocurrir, solo sabía que el aparato de su padre acababa de salvarle la vida. Intentó correr para llegar a su hogar, pero fue interceptado por dos tiradores de Gnomeregan que se encontraban evacuando gente, que bloqueaban la pasada y le indicaron que no era seguro. ¡Que no era seguro, pero era su padre quien estaba ahí! Pero tampoco tuvo tiempo a quejarse cuando más Troggs aparecieron por el pasillo detrás de los tiradores. Uno de ellos se quedó detrás reteniéndolos mientras el otro tomó del brazo al joven y comenzó a guiarlo a la salida de la sala. Lo arrojó dentro del ascensor junto a otros gnomos, un ascensor lleno de gnomos, y presionó un botón. Las puertas se cerraron, dejando al tirador que acababa de salvarle debajo también, conteniendo a los Troggs. El ascensor comenzó a subir. Intentó observar por entre encima de las cabezas de los gnomos y gnomas, adultos, jóvenes y ancianos. Pero no pudo ver a su padre entre ninguno de ellos. Ninguno era de los amigos que hasta hace apenas unas horas le habían acompañado a estudiar. Mosquito, su MK Jeeves, tampoco se encontraba allí. Estaba solo. Había quedado solo en cuestión de minutos... Llegaron al nivel superior de la ciudad, con varias sacudidas en el ascensor de camino a la cima en los que parecieron que en cualquier momento caería de nuevo hacia abajo, matándolos a todos. Pero no ocurrió, y las puertas se abrieron dando lugar al lugar superior de la ciudad en un estado de caos, repleto de aquellos gnomos afortunados que habían logrado escapar del repentino ataque de los Troggs contra los niveles inferiores de Gnomeregan. En toda su vida, aquella era la primera vez que Frisk salía del nivel S3, pero si de algo estaba seguro era de que hubiera preferido que fuese de otro modo. Poco tiempo después, muchos habían huído en éxodo hacia Forjaz. Gnomeregan estaba destinada a caer. La gloria (pasada) de Gnomeregan El joven médico se secó el sudor de la frente. Aunque la ciudad de Forjaz no era mala, no era lo mismo que Gnomeregan. Grandes corredores inmensos repletos de nada más que metal y roca, enormes conductos con metales ardientes en el centro de la ciudad y posadas con cerveza enana en cada rincón. No era su sitio favorito para vivir, pero no tenía otro. Acababa de colocar en su sitio el brazo de un enano que se había enfrascado en una pelea de taberna tras beber demasiado, que se había negado a reconocer que se encontraba ebrio y aceptar los consejos médicos de Frisk y encima se había largado de su consultorio dando un portazo. Irresponsables, sucios y brutos, aunque debía mucho a los enanos no eran su clase de gente favorita, y cada día le era imposible no pensar en cuan mejor era Gnomeregan y sus habitantes, los valores que había aprendido de su padre, las largas tardes de estudio con los sonidos de maquinaria de fondo... Para la ciudad enana se traducía en valores relacionados con la brutalidad, la tozudez y el combate, y el sonido del martilleo de herreros y gritos en las tabernas sustituyendo la maquinaria. Nop. Definitivamente no había nada mejor. Hacía ya tiempo que había asumido sin embargo el destino de su nación natal y todo lo ocurrido luego de la guerra perdida contra los Troggs, incluyendo la traición de Termochufe a Mekkatorque y toda la República de Gnomeregan, pero agradecía la justicia poética de que Termochufe recibiera de su propia medicina, aunque no compensara por todo el daño. O, al menos, creía haberlo asumido cuando ese día cerró su consultorio y se preparaba para dirigirse a la casucha maloliente donde se hospedaba en Forjaz, cuando oyó a un gnomo haciendo un llamado a los "patriotas y buenas gentes" de Gnomeregan a ayudar de cualquier forma posible... Pues la reconquista de Gnomeregan se acercaba. Frisk no actuó en ese mismo momento, pero en los días posteriores se planteó la situación con seriedad. Sus conocimientos médicos podrían ser de enorme ayuda en un frente de batalla por la liberación de Gnomeregan, y los pregoneros de su raza no dejaban de avisar en su distrito de la inminente batalla. Debía tomar una decisión, y por supuesto tomó la única que cualquier gnomo orgulloso de su ciudad podría haber tomado: Se dirigió a ofrecer su apoyo como voluntario a los especialistas que se preparaban para retomar la ciudad. Su ciudad. No era un guerrero, pero si había algo que pudiese hacer por aquella ciudad a la que debía tanto, en la que había crecido y en la cual había perdido tanto, en la cual HABÍAN perdido tanto, tenía que intentarlo. Era lo menos que debía a la memoria de su padre y amigos. Tiempo después indefinido... (Pero que se sintieron como años) Los disparos de las armas con reparaciones improvisadas se oían de fondo mientras Frisk arrastraba a un tirador gnomo fuera de la zona de combate. Un corte en la pierna, no era demasiado profundo, pero la situación hacía que apremiara. Tomó agua y alcohol y comenzó a limpiar la zona de la herida mientras se mantenía detrás de la cobertura. Mientras comenzaba a coser la herida pudo oír un grito de uno de sus compañeros más adelante, avisándole del peligro. Estiró la mano hasta el rifle y se asomó por entre la cobertura, disparando a la pierna del Trogg que había logrado pasar el bloqueo más adelante, pues no habían suficientes tiradores para retenerlos a todos. El disparo en la pierna le daría más tiempo. Volvió a cobertura y continuó cosiendo la herida del gnomo inconsciente, tras lo cual limpió vendas nuevas con agua y alcohol y procedió a cubrirle la pierna con ellas. Para cuando acabó pudo ver al Trogg asomándose por un lado de la cobertura mientras se arrastraba, el cual intentó atacar desesperadamente con sus garras al herido, pero su brazo fue interceptado por Frisk quien aferró el brazo el tiempo suficiente para que uno de los tiradores de más adelante lograra volarle la cabeza. Eran demasiados, y cuando el ingeniero logró plantar los explosivos finalmente se llamó a la retirada. Frisk se cargó al gnomo herido a espaldas y comenzaron a huir, cerrando una de las puertas metálicas a sus espaldas. Se pudo oír una fuerte explosión y el pasillo caer en pedazos. La prioridad máxima era ante todo mantener la ciudad intacta, pero cerrar algunos de los pasillos era la única forma de aislar por fin el nivel superior de los niveles inferiores y mantenerlo a salvo. Con eso habían cumplido la misión, y al fin estaban en paz. El silencio se hizo mientras los tres tiradores, el ingeniero y Frisk se dejaron caer de espaldas contra la pared metálica del pasillo, iluminado a duras penas por un foco de luz que pestañeaba de a momentos por falta de energía. -Entonces, lo hemos logrado- Comentó uno de los tiradores, respirando profundamente y mirando a la nada. -Si el resto de escuadras han cumplido sus misiones con éxito, esto debería de hacer que los niveles inferiores vuelvan a ser seguros.- Afirmó el ingeniero, que se encontraba aún igual o más conmocionado que el resto. -Fueron demasiadas bajas para una sola misión.- Comentó Frisk recostado a la pared junto a dos tiradores, mientras revisaba las heridas del gnomo inconsciente que había rescatado de entre las fauces del mismo infierno. -Que esperabas, no dan las misiones fáciles a un par de voluntarios novatos. Nos han arrojado en masa a morir- Continuó la conversación uno de los tiradores. -Serán recordados. Lo importante es lo que hemos hecho hoy por Gnomeregan.- Mencionó el ingeniero, mientras todos finalmente se iban colocando en pie de nuevo. Frisk solo asintió en silencio, compadeciendo las palabras, y nadie más aportó nada durante el camino de vuelta. Al volver todo fue celebraciones y alegría de un grupo de militantes, expertos, voluntarios, novatos y veteranos, pero todos unidos por la gran victoria que acababan de lograr. El nivel superior había sido tomado de nuevo. Resurgir de la República Había pasado ya un tiempo desde que habían logrado retomar los niveles superiores de Gnomeregan, tiempo que Frisk había decidido usar para permanecer en la ciudad ayudando en lo que pudiese, y aportando sus conocimientos y sus habilidades para ayudar a aquellos que defendían la ciudad y planeaban el resto de su recuperación, pues la batalla estaba aún lejos de haber acabado, y en aquel tiempo ayudando a retomar la ciudad pudo comprender por qué luchaban: Los valores, científicos y puros de su nación, y todo aquello que la volvía más avanzada que los primitivos reinos estratificados y empobrecidos de las civilizaciones allí afuera. Había entendido por qué era tan importante asegurar la perseverancia de Gnomeregan, y no estaba dispuesto a dejar que cayera ta bajo como alguna vez había caído, no de nuevo. Aportaría su grano de arena, pero a partir de este momento, todo es incierto. ¿Quien sabe a donde le llevarán sua aventuras? ¿Qué grandes peligros aguardan en las profundidades de su amada ciudad, que se hayan gestado durante estos años escondidos de los ojos de los gnomos? ¿Sobreviviría acaso? ¿Acabaría abandonado sus valores, o sus aventuras solo servirían para endurecerlos? El destino... Incierto.
  10. SwordsMaster

    Zertus Signor

    Nombre: Zertus Signor Edad: 26 Altura: Normal Complexión: Robusto y atlético Lugar de Nacimiento: Kezan Ocupación: Matón Galán Descripción Física: De cabello negro bien peinado y un muy bien cuidado bigotito, con una nariz, unas orejas y un mentón hechos todos para destacar, sobre todo en tamaño. No es el goblin más atractivo, pero se encarga de actuar como si lo fuese, ¿y no es eso todo lo que importa? No destaca en altura, pero tampoco le hizo nunca falta. De complexión atlética y fornida, es una auténtica máquina de partir caras comparado al cuerpo habitual de un goblin. Descripción Psíquica: Ser una máquina de ablandar carne a puñetazos nunca ha sido impedimento para no poder vestir elegante o llevar unas buenas gafas tintadas. Sus aspiraciones nunca fueron intelectuales; quizás ni podrían haberlo sido incluso si así lo hubiese querido. ¿Los números, la invención, todos esos conocimientos teóricos y aburridos sobre ciencia, política, historia y demás sandeces? Todo eso se podía obtener sin esforzarse si uno tenía dinero, pagando a otras personas para hacer el esfuerzo mental. Conseguir dinero, por otra parte, es sumamente fácil si uno sabe qué arbustos sacudir. E instinto puro y burdo era algo que le sobraba casi tanto como músculos. Le gustan las cosas brillantes y las goblins, cuanto más grandes mejor. ¿Cuál de las dos? Sí. ¿Cuánto de grandes? Sí.
  11. SwordsMaster

    Zertus Signor

    Atributos 8 Físico 6 Destreza 5 Inteligencia 6 Espíritu 8 Percepción Valores de combate 32 Puntos de vida 24 Mana 9 Iniciativa 10 Ataque CC (Desarmado [Equilibrado]) 9 Ataque a Distancia (Pistola) 8 Defensa Físico 2 Atletismo 2 Desarmado [Equilibrado] -Golpe temerario -Golpe de oportunidad Destreza 1 Bailar 1 Equitación 2 Defensa Inteligencia 1 Leyes (Entramado Goblin) Espíritu 1 Voluntad Percepción 1 Pistola 1 Advertir/Notar 1 Buscar 1 Callejeo 1 Comercio 1 Disfraz 2 Etiqueta 1 Reflejos 1 Rumores Escuelas/Especializaciones -Aptitudes Físicas -Aptitudes Diestras
  12. Hola. Nada especial es que estaba aburrido pensando en los nombres de las armaduras. Actualmente hacen referencia a armaduras muy específicas con nombres específicos, pero muchas veces (La mayoría incluso, sobre todo cuanto más ligeras) se han roleado todo tipo de cosas, y además ha dado lugar a confusión en gente nueva, pensando que toda pieza de cuero significa llevar 2 absorción 1 estorbo, o toda pieza de mallas 3 de absorción, o que llevar 1 de absorción implica solamente poder llevar cosas de tela. Es una sugerencia de cambio de nombre en el sistema ahora que hubo reborn y aprovechando que el tiempo es joven, nada más. Algo así: Ropa acolchada -> Protección escasa Ropa de cuero -> Protección ligera Cota de mallas -> Protección media Malla reforzada -> Protección pesada Placas -> Protección completa Con nombres más abstractos y quizás añadir unos pocos ejemplos para dar pie a entender los rangos de estorbo. Algo así: Protección escasa: Ropajes o toga acolchados, jubón de cuero liviano, ropa cotidiana con refuerzos improvisados, toga tribal ceremonial, etc Protección ligera: Armadura de cuero, camisa de mallas por debajo de la ropa, ropa o toga acolchada con refuerzos de cuero, armadura tribal con partes expuestas, etc Protección media: Cota de mallas, armadura de cuero con refuerzos de metal, ropajes acolchados con peto de metal, armadura de guerrero tribal, etc Protección pesada: Cota de mallas reforzada, armadura de placas incompleta, armadura tribal con refuerzos de metal o materiales pesados, etc Protección completa: Armadura metálica o de otros materiales duros y pesados que cubra gran o total parte del cuerpo Eso era todo, no quiero destruir nada hoy. Me levanté generoso
  13. La carta llegó a manos del antiguo soldado, en intento de reforma como mago. Sin leerla estuvo hasta que sus agotadores deberes del día estuvieron completados; estudiar, recolectar las tareas que le hacía Dracus, entregarlas, salir, servir café, preparar churros... Recién cuando todo estuvo acabado, pudo al final del día darse el lujo de abrir la carta y leerla. La leyó una vez, dos veces. Una tercera mientras terminaba de meditarlo. Iba a costarle algo de esfuerzo prepararse para hacerle el favor al joven novicio; tenía que conseguir al menos tres días de descanso en la Academia y en el Café y Churrería juntos y de forma consecutiva, conseguir a un par de aliados de confianza pero no demasiados para poder volver con dinero en los bolsillos y reducir el riesgo de que alguien le hiciera "La de la carreta". Finalmente, debía rapiñar algo mejor que ropa cotidiana. La última vez que había arreglado los problemas en una mina había acabado con kóbolds, arañas y un puñado de explosiones enormes de por medio. Mejor asegurarse. Sin embargo, Ethan no recibió respuesta. Los envíos por mar son caros y no sabía su localización exacta, quizás incluso estaba muerto. Los paladines tenían esa tendencia de llevar armadura hasta al nadar. Quizás se había ahogado. Muerto o no, Ethan le había pedido que hiciera el trabajo y había dinero de por medio. Solo quedaba ir. Uno de estos días.
  14. Relatos, tragedias, victorias y lecciones ---Desventuras presenciadas--- Canción de Fuego y Carretillas Atletismo, Hachuela, Sigilo, Sanación/Hierbas, Conocimientos/Historia (Reinos humanos), Buscar, Reflejos Cimientos Fuertes Atletismo, Hachuela, Ataque desarmado, Defensa, Sigilo, Sanación/Hierbas, Detectar energía arcana, Arco corto, Reflejos Asunto de Libros Buscar, Conocimiento/Historia (Magia arcana), Advertir/notar Una mañana de viejas historias y magia Conocimientos/Historia (Reinos humanos), Detectar energía arcana, Advertir/Notar Préstamos Caóticos Atletismo, Advertir/notar, Callejeo, Comercio Churros y Venganzas Atletismo, Hachuela, Combate desarmado, Defensa, Sanación/Hierbas, Arco corto, Advertir/Notar, Buscar, Reflejos ¿Dónde está mi mojo? Atletismo, Escalar, Sigilo, Sanación/Hierbas, Supervivencia, Abjuración básica, Detectar energía arcana, Visión nocturna arcana, Voluntad, Arco corto, Advertir/Notar, Buscar, Reflejos Mina Okupada Atletismo, Sigilo, Supervivencia, Visión Nocturna Arcana, Advertir/Notar, Reflejos Un secreto oscuro Escalar, Carpintería, Visión nocturna arcana, Advertir/Notar, Buscar Un regalo para mi hija Atletismo, Hachuela, Defensa, Trampas/Cerraduras, Arquitectura (Troll), Religión (Loa Trol), Conocimiento/Historia (Trol), Detectar energía arcana, Visión lejana arcana, Visión nocturna arcana, Arco corto, Advertir/Notar, Buscar, Rastrear, Reflejos Sin rastro (Interludio: Una cama vacía) Advertir/Notar, Buscar, Atletismo, Rumores, Carpintería Sin rastro (Parte 3) Callejeo, Rumores, advertir/notar, Hachuela, defensa, lanzar, sanación/hierbas, visión nocturna arcana, comercio, reflejos Los Loa piden sangre (Parte 1) Atletismo, Sigilo, Reflejos, Etiqueta, Conocimiento/Historia (Trol) Los Loa piden sangre (Parte 2) Atletismo, Visión lejana arcana, Voluntad, Arco corto, Reflejos, Carpintería, Arquitectura (Humana), Etiqueta, Conocimiento/Historia (Trol) Los Loa piden sangre (Parte 3) Atletismo, Desarmado, Hachuela, Defensa, Abjuración básica, Visión nocturna arcana, Voluntad, Arco corto, Advertir/Notar, Buscar, Reflejos, Etiqueta, Conocimiento/Historia (Trol) Entre pociones y cartas Sigilo, Conjuración básica, Visión nocturna arcana, Buscar, Reflejos La semilla del mal Atletismo, Defensa, Sigilo, Voluntad, Arco corto, Advertir/Notar, Buscar, Etiqueta, Reflejos, Rumores Sin rastro (Última parte) Atletismo, Hachuela, Defensa, Sigilo, Abjuración básica, Conjuración básica, Visión lejana arcana, Visión nocturna arcana, Arco corto, Advertir/Notar, Buscar, Reflejos Alta cocina Visión Nocturna Arcana, Voluntad, Advertir/Notar De nuestros huesos, las colinas Atletismo, Conocimientos/Historia (Reinos Humenos), Telepatía básica, Detectar energía arcana, Arcanokinesis, Voluntad Esperanza para los sepultados Escalar, Nadar, Sigilo, Trampas/Cerraduras, Sanación/Hierbas, Carpintería, Visión nocturna arcana, Arcanokinesis, Arco corto, Pistola de chispa, Advertir/Notar, Buscar, Reflejos ---Desventuras presagiadas--- Competencia Desleal -Sin participación- ---Innovaciones volubles--- La más lujosa (Parte 2) Lanzar, Conocimientos/Historia (Magia arcana), Advertir/Notar, Detectar energía arcana, Defensa Two explorers one dwarf gangbang Atletismo, Supervivencia, Hachuela, Sanación/Hierbas, Buscar El mago y el bárbaro (Parte 1) Conocimiento/Historia (Magia arcana), Evocación básica, Conjuración básica, Detectar energía vil, Telepatía básica El mago y el bárbaro (Parte 2) Conocimiento/Historia (Trol), Conocimiento/Historia (Magia arcana), Evocación básica, Conjuración básica, Detectar energía vil, Telepatía básica El mago y el bárbaro (Parte 3) Conocimiento/Historia (Magia arcana), Evocación básica, Conjuración básica, Detectar energía vil, Telepatía básica La novicia y el bárbaro (Parte 1) Cocina, Advertir/Notar La novicia y el bárbaro (Parte 2) Fauna (Mamíferos), Religión (Chamanismo), Conocimiento/Historia (Reinos humanos), Visión nocturna arcana, Arco corto, Rastrear, Advertir/Notar Las Tres Ordenes Equitación Sopa de Múrloc Bendita! Hachuela, Supervivencia, Cocina, Voluntad, Advertir/Notar, Reflejos El mago, el bárbaro y el soldado Conocimientos/Historia (Magia arcana), Detectar energía vil, Voluntad, Advertir/Notar Arcanokinesis Los cazadores y la gran ciudad Leyes (Reinos humanos), Supervivencia, Carpintería, Arco corto, Dibujar Callejeo, Apuntado Diestro (Aptitud) Entrenamiento de levas/milicias Defensa, Espada Ligera, Hachuela, Reflejos Voluntad, Golpe de oportunidad (Aptitud) Clases en la Real Academia Arcana de Stromgarde Conocimientos/Historia (Magia Arcana), Reflejos Conocimientos/Historia (Magia Arcana)
  15. Al comienzo, Santiago había acabado huyendo solo por un camino distinto al resto, apurado y con un compañero herido a cuestas. Aunque vivos los dos, eso no iba a durar demasiado si era verdad que una partida de exploración había desaparecido en los bosques. Y, ahora sin montura, no contaba con el factor de la velocidad a su favor. Durante un largo rato recorrió el bosque sin detenerse, buscando la salida. Los hombros le ardían como el fuego de diez forjas por el esfuerzo, pero no podía detenerse con Kit herido en medio de un sitio peligroso. Cayó de rodillas eventualmente, solo para encontrar a uno de los exploradores que habían desaparecido. No podía quedarse mucho, así que el saqueo estaba fuera de discusión. Pero sí dejó a Kit, descansó unos segundos los brazos y luego tomó los vendajes y medicinas de la mochila del explorador. Trató las heridas de su compañero herido y, con esfuerzo, continuó su viaje. No estaba con el grueso del grupo y Kit eventualmente habría despertado, por lo que lo habría guiado, evitando a un par de los aterradores asesinos de camino, a la salida del bosque. Cuando vieron una aldea en el horizonte, sabían que todo había acabado. Santiago llevó a Kit allí, solo para encontrar a otras personas heridas, sucias y aterradas que habían vuelto del torneo y presenciado lo ocurrido. Algunas de esas personas no eran de allí y aún debían volver a sus hogares, por lo que el viaje de vuelta no se hizo tan solitario como quizás esperaba. Pero una cosa, un detalle, quedó claro mientras todos se alejaban de las tierras de deWood: Nadie hablaría de lo ocurrido en todo el viaje. // Más que nada para dejar constancia de participación y que Kit @Dorito sepa que fue de su personaje tras el escape. Y dejo esto pal ficho: Habilidades usadas: Atletismo, Hachuela, Ataque desarmado, Defensa, Sigilo, Sanación/Hierbas, Detectar energía arcana, Arco corto, Reflejos
  16. Un mensajero con ropajes sucios (¿y con manchas de sangre seca y hollín? que al menos había intentado limpiar antes de ir) atravesó todo el barrio medio de Stromgarde en un apuro en dirección a la enorme torre de la Academia de Magia, tanto que algunos llegaron a pensar que quizás había ocurrido algo serio. No se equivocaban, solo que ese algo no tenía nada que ver con la carta o con los magos, el mensajero no era un mensajero si no aquel que había escrito la carta y su objetivo distaba mucho de el de dar ninguna clase de noticia a la Academia, aunque honestamente, ¿no son las noticias relativas? ¿No era aquel espectáculo, y carta, una noticia en sí misma? Ya en la Academia todos los magos se giraron al sentir el auténtico aroma de la naturaleza cruzar el umbral de la torre. El hombre preguntó por el director y, obviamente cuando estaban por echarle, dejó una carta "Para la Academia" y se marchó, diciendo donde podían encontrarle. Su dirección de contacto era una posada. Su dirección de contacto alternativa era un establo.
  17. Tras volver a Stromgarde con el aspecto de quien ha sobrevivido algo peor a un apocalipsis zombie (Dos días seguidos), con solo ropa llena de sangre seca tanto nueva como vieja, observó la catedral a lo lejos desde las zona baja de la ciudad. Necesitaba rapiñar un nuevo burro. Y un carro. Y ropa. Y un trabuco para Kit. Y conocía el trabajo ideal del gnomo ideal. Quizás. Si le quedaba energía. Y si el gnomo no le echaba. Ya vería. O quizás no. Tenía que darse un gran, gran baño.
  18. Y con un destello en el cielo, las Sugerencias habían vuelto a Pluma y Espada. Pero esta vez vengo como un paladín al servicio de las fuerzas del bien, del concilio y de Malcador (Estoy obligado por contrato a declarar que no he sido obligado ni cohesionado de ninguna forma al respecto). Este tema no es una sugerencia habitual; no es el plan yo sugerir algo ni incorporar nada nuevo al sistema, si no un trabajo en comunidad para intentar rellenar algunos huecos en el sistema que deje a todos a gusto, y quizás de más posibilidades de desarrollo/creación de personajes. El Sistema de Aptitudes físicas es usable en su estado actual, pero quizás se haya notado que carece de cierta variedad de habilidades ahora mismo, y aunque todas las armas y estilos de combate llegan a tener habilidades de donde aprender, faltan muchas habilidades únicas para muchos tipos de armas/estilos/armamentos o incluso habilidades. Es por eso que tras hablarlo con Malcador me ha dado permiso para colocar este post, y que la comunidad pueda dar sus propias sugerencias de habilidades que pudiesen ser añadidas a las aptitudes. El derecho de qué incorporar y qué no se lo reservará el maestre y no todo tendrá por qué acabar en el sistema de aptitudes, pero tal es la naturaleza del post; una lluvia de ideas comunal. Las ideas para sugerir habilidades pueden ser cualquier cosa, desde una habilidad bien detallada, con un rango, descripción, daños, efectos, etc como si fuese una habilidad ya en el sistema (Mientras se sea consciente de que varios de los datos que se pasen, ya sea dificultad/efectos/lo que sea puede ser cambiado), o una simple idea general de algo que quizás se pueda convertir en una aptitud; todo vale y todo es bienvenido, para algo es una lluvia de ideas. Solo pondré algunas reglas básicas en el post que pido que, de ser posible, se cumplan (No tengo realmente forma de moderarlo, tened piedad): -Aunque es bienvenido el debate sobre X sugerencias sobre otros usuarios, intentaremos ser cortos y concisos si hace falta remarcar algo a alguien más e intentaremos no acabar convirtiendo el post en un lugar donde se debate en bucle una única sugerencia, ya que no es muy cómodo leer ideas si solo hay una por cada 5 mensajes de gente debatiendo una idea anterior. -Esto es un post solo de ideas para las aptitudes de combate. Por favor, evitar debates sobre equilibrio o ponerse a hablar de otros sistemas que no sean el de aptitudes (Os conozco que este subforo fue mi segundo hogar) -Y realmente no tengo más puntos solo quería hacerlo sentir más formal para ver si sois formales en las respuestas también, es un experimento social secundario Yo, personalmente, no tengo nada que aportar ahora mismo al sistema de aptitudes físicas, no en la actualidad. Pero ser bienvenidos de comenzar la lluvia de ideas cuando queráis, le harías un favor a Malcador y le quitaríais algo de trabajo de los hombros (Que se nota que el concilio ha puesto esfuerzo en levantar esto otra vez) Venga besos, divertiros inventando cosas rotas
  19. SwordsMaster

    [Historia] Grol'Korok

    Nombre del Personaje: Grol'Korok Raza: Orco Sexo: Hombre Edad: 30 Altura: 2'1 Lugar de Nacimiento: En algún lugar en medio de alguna guerra Ocupación: Chamán oscuro y emisario de la superioridad de los métodos Rocanegra Descripción Física: Un orco corpulento y atlético, pero nada especialmente destacado. De piel oscura y ennegrecida, como el resto de su clan, y un porte orgulloso, decidido y digno. Una mirada de ojos oscuros cargada de una voluntad férrea, un cabello pelirrojo que deja caer sobre sus hombros. Porta una armadura con algunas piezas metálicas dignas de un auténtico Rocanegra en los hombros, piernas y pies, pero deja al descubierto el pecho con solo un arnés, porque no tiene nada que temer. Descripción Psíquica: Decidido, recto y serio. El futuro de los orcos es algo a ser tomado en serio, algo que precede a su vida y le precederá tras su muerte, aquella que dicta e impulsa su vida. Orgulloso de su clan, sus métodos y su modo de vida, y más que dispuesto a explicarle los motivos a los orcos de Kalimdor, debilitados en espíritu y voluntad por tradiciones preferidas por el antiguo jefe de guerra, pero inadecuadas para el nuevo mundo y los tiempos actuales. No se deja someter, por nada ni nadie, o lo intenta. Ya le sometieron bastante los humanos cuando era un crío idiota, y ahora que es fuerte jamás dejaría que vuelva a ocurrir. Aunque su carácter de a entender una predisposición agresiva, en realidad por el contrario, mantiene la cabeza fría y el corazón envuelto en pragmatismo. La horda no necesita sentimientos, necesita resultados. El único momento donde parece demostrar verdadero placer, es cuando está en la forja. Historia Hace ya muchos años, los botes cruzaron el mar cargados de orcos en un éxodo, y estos orcos se asentaron en los desiertos y savanas de Kalimdor, iniciando una nueva vida lejos de las crueles razas de los reinos del este, la promesa de un nuevo inicio, una nueva vida y un retorno a las viejas tradiciones. Pero otros, otros se quedaron atrás luego de liberarse de la opresión de los humanos. Otros se quedaron, a continuar la lucha, decididos en encontrar un modo de llevar retribución, dispuestos a cambiar y adaptarse a las necesidades bélicas y de supervivencia de su nuevo mundo. Esos valientes y resilientes orcos, fueron los Rocanegra. En una posada de Ogrimmar, llena de distintos olores y humos, a principios del año 36, dos orcos hablaban cerca de la entrada, lo que parecían ser un Lobo gélido y un exiliado Rocanegra. Tras un quejido sonando más como un gruñido, el viejo orco Rocanegra siguió hablando -Las cosas estaban mejor con el anterior jefe de guerra.- Asintiendo lentamente, el Lobo gélido continuó la conversación -Los espíritus están descontentos con el nuevo jefe de guerra, eso decía mi padre, y era un buen chamán. Las sequías, las devastadoras tormentas, inundaciones. No tengo dudas de que ha hecho enfadara los ancestros con sus pasos hacia la oscuridad- -Chamanes, espíritus, no es lo que me preocupa. Rehuí de mi propio clan, arriesgándome a una vida sin clan, todo por rechazar métodos que ahora han llegado a esta nueva horda. Si las cosas siguen así...- -Por eso necesitamos un nuevo jefe de guerra. Un Lobo gélido, que respete las tradiciones y siga los pasos de Thrall- En ese preciso instante, un imponente Tauren acompañado de un trol Lanzanegra ingresaban a la posada, inhalando profundamente el trol los humos y aromas del lugar. El tauren, atento a la conversación desde que comenzaron a acercarse al umbral de la posada, dirigió una mirada a ambos orcos. -He olí'o humos máh fuertes- El tauren ignoró al trol, y el trol se dio cuenta que le ignoraba, y de pronto también había centrado su atención en la charla que ocurría cercana a la entrada. El tauren avanzó un par de pasos, inclinando ligeramente la cabeza. -Saludos, caminantes- Profesó con una voz profunda el tauren. El lobo gélido dirigió una mirada rápida, inclinando la cabeza. -Saludos, honorable aliado- -No pude evitar oir la conversación. Mi clan fue desplazado recientemente por una sequía, pocos animales. Son tiempos terribles- -Loh loa 'tan enfada'o colega- El lobo gélido y el rocanegra exiliado asintieron en silencio, y pronto la conversación siguió su rumbo. Las preocupaciones y quejas sobre el estado actual fluyeron con más fuerza que la sangre en las venas de un orco dominado por la furia, dicha furia intensificada por un factor nacido del despecho y la envidia; el descontento con el jefe de guerra Garrosh. Desde un rincón de la de pronto no tan vacía y pacífica posada orca, se levantó una figura que se había mantenido al margen. Las pesadas piezas metálicas, que recubrían sus hombros, piernas y pies más no su torso o brazos, sonaron con pesadez con el sonido del metal tocando el metal, y más sonó a medida que con pasos lentos, pero firmes y seguros se dirigió a los cuatro malolientes subversivos cercanos al umbral de la entrada. Cuando se acercó y la luz del día entrada del exterior comenzó a iluminarle, se reveló la piel oscura de los Rocanegra y un cabello de un tono rojo como el fuego. -Pusilánimes- Profesó una voz profunda, que era acompañada de una mirada firme como el acero, ardiente como los fuegos de una forja y contundente como un buen martillo. El Lobo gélido tardó unos segundos en reaccionar, sin comprender muy bien de dónde había salido aquel orco. -¿Y tú quién puñetas eres?- El anciano exiliado rocanegra al lado del Lobo gélido hizo una mueca de desaprobación y negó al Lobo gélido. -Este viene del Este, de la falsa Horda- El tauren y el trol, por el momento, parecían perdidos con el nuevo rumbo de la conversación. El orco de la pesada armadura, Grol'Korok, le devolvió la misma mueca al exiliado. -¿Falsa? No la llames falsa solo porque te ha incomodado el precio de asegurar el futuro orco, pues es más auténtica que tu condición como orco... Sin Clan- -Deberías regresar a tus tierras entonces, dejar de corromper a nuestro Jefe de guerra, a nuestra Horda. Tenemos nuestros métodos aquí, Rocanegra, los de nuestros ancestros. Tus técnicas corruptas no son bienvenidas.- Espetó el Lobo gélido. -Nuestra Horda ya es fuerte, y el actual Jefe de guerra de este lado del mar se ha mostrado interesado en acercar relaciones, es un líder inteligente. En su generosidad mi clan me ha enviado aquí, para demostrar a las almas perdidas y cansadas de nuestros hermanos orcos los beneficios y ventajas de los progresos que se han hecho allí donde aún luchamos con garras y dientes, en donde la guerra y las tierras duras han dejado de ser un problema, sometidas para beneficio de los Rocanegra. Y podremos ayudar a vuestros pueblos a alcanzar el mismo futuro glorioso, solo- El Tauren bufó, irrumpiendo en la conversación. -Es bien sabido sobre los modos de los Rocanegra. La madre tierra- El orco de la armadura irrumpió la frase del tauren, del mismo modo que él hizo -La madre tierra debería proteger a sus habitantes, ¿y qué hace en su lugar? Nos ataca. A todos los orcos, a tu pueblo. Y cuando somos atacados, solo queda devolver el golpe con la misma contundencia si se quiere sobrevivir. Nuevos tiempos y un nuevo mundo llaman a nuevas medidas. Aquellos que no se adapten...- De pronto, los cuatro malolientes subversivos comenzaron a vociferar en voz alta, cada uno dando su propia versión uno por encima de la voz del otro sobre todos los "errores" en la lógica del Rocanegra. Viendo el caos, y oyendo ni uno solo de los "argumentos" de aquellas pobres almas perdidas, se dirigió al rincón, tomando sus herramientas y armas, y sin decir adiós se dirigió a la salida, poniéndose en marcha. El siguiente objetivo de su viaje: El Cruce. Un orco, con pesadas piezas metálicas, sus herramientas, suministros, una pesada maza y algunas reliquias elementales, comenzó su largo camino bajo el duro sol de Durotar. Pero no iba a detener su viaje, ni tampoco se iba a dejar someter por su ardiente calor. Y así fue, por muchos años. Aquellos orcos que permanecieron en tierras conflictivas, progresando y avanzando, y aquellos que habían ido en busca de una nueva vida, una vida ideal, una vida menos bélica y más tradicional. Pero la tradición y la falta de conflictos son conocidos por estancar el progreso, y cuando los desastres comenzaron a golpear a los orcos de las nuevas tierras, no supieron que hacer. Hasta que un jefe de guerra, listo y decidido, decidió recurrir al progreso que sus hermanos duramente habían cosechado del conflicto y las dificultades más allá del mar. Y sus hermanos, más allá del mar, reconocieron a sus hermanos perdidos y su necesidad de ayuda, y decidieron compartir sus progresos. Pero aquella nueva sociedad, debilitada de espíritu, no estaba lista para el progreso, que atentaba contra sus costumbres tradicionales. Pero, si querían sobrevivir, deberían aprender a aceptarlo. Pues donde la naturaleza falla, el orco interviene.
  20. SwordsMaster

    [Ficha] Grol'Korok

    Atributos 7 Físico 6 Destreza 6 Inteligencia 8 Espíritu 6 Percepción Valores de combate 28 Puntos de vida 32 Mana 8 Iniciativa 9 Ataque CC (Maza de mano) 9 Ataque CC (Desarmado (Equilibrado)) 8 Defensa Físico 2 Atletismo 2 Maza de mano 2 Desarmado (Equilibrado) Destreza 2 Defensa 1 Nadar Inteligencia 1 Leyes (Honor Orco) 2 Religión (Chamanismo) 1 Sanación/Hierbas 1 Tortura 1 Supervivencia 1 Conocimientos/Historia (Clanes Orcos) 2 Herrería 1 Conocimiento/Historia (Magia oscura) 1 Conocimiento/Historia (Brujería vil) 1 Conocimiento/Historia (Imperio Goriano) Espíritu 2 Voluntad 1 Someter Elemental 1 Barrera Elemental 1 Invocación Curativa 1 Toque Degenerador (Tierra) 1 Purga Elemental Percepción 2 Reflejos Escuelas/Especializaciones Elemental/Mejora/OscuroEdgy/Quien sabe, chamán de schrodinger
  21. Atributos6 Físico6 Destreza7 Inteligencia7 Espíritu7 PercepciónValores de Combate24 Puntos de vida28 Mana9 Iniciativa9 Ataque a Distancia (Trabuco)8 Ataque a Distancia (Honda)7 Ataque CC Sutil (Daga)8 Defensa Físico2 Atletismo Destreza1 Daga1 Equitación2 Defensa2 Lanzador1 Nadar2 Sigilo1 Trampas/Cerraduras Inteligencia1 Leyes (Reinos Humanos)1 Religión (Luz Sagrada)2 Sanación/Hierbas1 Supervivencia1 Conocimientos/Historia (Reinos Humanos) 2 Alquimia Aprendiz: Poción de Salud Menor Aceite Espiritual 2 Conocimiento/Historia (Magia oscura)2 Conocimiento/Historia (Nigromancia)1 Conocimiento/Historia (Folklore Gilnea) Espíritu2 Voluntad1 Corromper agua2 Guardar esencia2 Maldición de agonía1 Esencia vital 1 Salvar Esencia 2 Detectar Almas 2 Descarga Espiritual 2 Invocar Espectro Menor Percepción2 Trabuco1 Honda2 Advertir/Notar2 Callejeo2 Comercio2 Etiqueta2 Reflejos1 Rumores Escuelas/Especializaciones Nigromancia Oscura Nombre: Espectro menor de Anthony Lewison Atributos 5 Físico 4 Destreza 2 Inteligencia 4 Espíritu 2 Percepción Valores de combate 15 Puntos de Vida 12 Puntos de Maná 2 Iniciativa 8 Ataque CC 6 Defensa física 6 Defensa mágica Físico 3 Ataque 1 Atletismo Destreza 2 Defensa 1 Sigilo Inteligencia Espíritu 3 Defensa espectral Percepción 1 Música (Tarareo) Escuelas/Especializaciones
  22. SwordsMaster

    Anthony Lewison

    Nombre del Personaje: Anthony Lewison Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 39 Lugar de Nacimiento: Hacienda Lewison, sur de Gilneas Ocupación: Comerciante, la guerra no pudo detenerle Descripción Física: Anthony es un hombre de tez oscura y un cabello igual de oscuro. Se ha dejado la barba por debajo de su nariz y por encima de la boca, en lo que comunmente se conoce como "bigote", acompañado de un cabello bien recortado y prolijo. Su altura no destaca demasiado ni tampoco su peso, pero al menos parece resistir bien el esfuerzo físico ante años de largos viajes, tanto a pie como montado, a lo largo de Gilneas. Descripción Psíquica: Anthony es un hombre serio y educado, pero honesto y contundente al cual no le suele temblar el pulso a la hora de decir la verdad que todos saben pero nadie quiere oir. Jovial e incluso algo temerario en su juventud, los años han templado su temperamento hasta convertirle en un hombre arrojado, emprendedor y curioso, pero astuto y cuidadoso que sabe en donde debe pisar en donde no. Capítulo 1: El joven emprendedor El sol se colaba con cierta calidez por entre los ventanales de la hacienda de la familia Lewison; nobles en poco más que el nombre que poseían una minúscula cantidad de tierras en las zonas más montañosas al sur del territorio gilneano. Habían estado allí durante generaciones, aunque nadie parecía saber a ciencia cierta exactamente cuantos siglos. Con un total de tan solo 50 hombres ligeramente armados, suficiente para vigilar la hacienda y a un par de criadores de ovejas cercanos de cuyos impuestos suponían la totalidad de los ingresos de la casa noble. Era el año 15 luego de la apertura del Portal Oscuro. La nación gilneana acababa de quedar aislada al resto de Azeroth, y con los jefes de la revuelta bajo prisión parecía que esta estaba condenada a morir. En la hacienda construída con la oscura y gruesa madera de los pinos gilneanos, a un par de kilómetros de cualquier gran foco de civilización, se respiraba un aire calmo y una leve fragancia de inciensos, del gusto de la Señora a cargo de la hacienda, inundaba el aire. Allí residían junto a Lady Mia Lewison su esposo, Lord Edric Rooswelt con quien había contraído un matrimonio matrilineal bajo la bendición de las leyes Gilneanas y de la Iglesia de Gilneas. Bajo el techo residían además un cocinero, una limpiadora, un mayordomo, encargado de las finanzas y de cobrar las tazas a los criadores de ovejas cercanos, un comandante encargado de asegurarse que el puñado de hombres mal armados supiesen por donde sujetar una pica y un iniciado de la Iglesia de Gilneas que había solicitado voluntariamente para actuar como capellán de la familia luego de que falleciese el último sujetándose el corazón, del cual entre sus nuevas tareas se encontraba aconsejar a la Señora en temas espirituales y educar a sus hijos en la doctrina de la Luz. Y finalmente, desde luego, no podían faltar los hijos de Lady Lewison: Siendo la mayor y heredera de la casa Aliane Lewison y su hermano 6 años menor, Anthony Lewison, que en aquel entonces había cumplido ya los 18 años. -No puedo creer que de verdad estés pensando hacerlo- Comentó Aliane a su hermano desde la puerta de su habitación, mientras dentro de esta se encontraba el propio Anthony preparando una mochila de viaje. -No tengo nada mejor que hacer. Si me quedo aquí simplemente acabaré siendo tu mayordomo y tendré que dedicar el resto de mi vida a cobrar tazas a un puñado de criadores de ovejas- El joven tenía en aquel momento una pequeña melena que alcanzaba a cubrirle la nuca, y mantenía la cara bien afeitada. Se colgó la mochila de viaje a espaldas y se dirigió a la salida de la habitación, mientras su hermana se apartaba para dejarle salir. -Madre no está satisfecha, sabes. Esperaba que te quedases- Anthony sabía perfectamente a que se refería su hermana. Desde pequeño había sido educado en matemáticas, invención y toda clase de ciencias, aunque la única que realmente le había calado había sido la alquimia, de la cual le fascinaba especialmente la teoría de la Panacea Universal de Rodrick Kyle, postulada hacía más de un siglo pero que nunca pudo ser desarrollada. Quizás su interés por un compuesto capaz de sanarlo todo había sido cultivado, en parte, debido a la enfermedad terminal con la que su madre cargaba desde hacía ya varios años, y de la cual era poco probable que le quedasen más que unos meses por delante. Pero viendo la relación de rebeldía que Anthony poseía ante su madre, cualquier podría haber deshechado la idea como una locura. -Bueno, es mi decisión, Ali- Comentó el joven, ya habiendo llegado fuera de la hacienda donde el comandante había preparado su caballo personal, "Señor Pepino". La verdad, se lo habían regalado a sus 14 años, cuando el caballo aún era una cría, y su madre esperaba que le colocase un nombre serio y a la altura de un noble, pero su hijo en su infinita rebeldía simplemente había optado por... Señor Pepino. Cuatro años más tarde se arrepentía un poco al pensar en lo ridículo que sonaba el nombre, pero se aseguraba de no hacérselo saber a nadie. -¿Ni siquiera te quedarías por mí?- Preguntó finalmente su hermana, mientras Anthony se subía encima de Señor Pepino, que poseía un pelaje marrón especialmente oscuro. La pregunta de su hermana no le atrapaba con la guardia baja, pero incluso así le había costado varios segundos responder. -Ni siquiera así. Es algo que debo hacer- -Pero han alzado una muralla enorme, Anthony. ¿Cómo se supone que piensas comerciar?- Mientras su hermana formulaba la pregunta Anthony dirigía una mirada rápida a la entrada de la hacienda, cada vez haciéndose más claro que ni su madre ni su padre saldrían a despedirse de él, pero bueno... Al menos el comandante y su hermana estaban allí. -Encontraré un modo. El reino seguirá nacesitando que alguien mueva los bienes de un lado al otro- Respondió Anthony aferrando las riendas, y claramente preparándose para partir -Eso es trabajo de campesinos- Respondió su hermana frunciendo el ceño, pero comprendía que no iba a cambiar el parecer de su hermano, el cual no le dio una respuesta. Ya se habían despedido antes, por lo que no hubo muchas vueltas que darle cuando Anthony finalmente puso al animal en marcha, alejándose lentamente por el camino que descendía por entre las colinas, alejándose de la hacienda Lewison y adentrándose en los bosques a los pies de las colinas -¡Ven a visitarme a veces!... ¡¿Me oyes?!- Gritó Aliane, pero o bien su hermano ya estaba demasiado lejos para oirle o sencillamente se había negado a mirar atrás. El caballo siguió su camino, hasta que finalmente había desaparecido en el bosque a lo lejos. Y aunque compartirían varias cartas a lo largo de los años venideros, aquella sería la última vez que Aliane vería en carne y hueso a su hermano menor... Capítulo 2: El negocio del dolor Los años no habían sido amables con el joven comerciante, que se había embarcado en una misión de riqueza determinado a forjar su propio destino lejos de los beneficios y, especialmente, deberes que su sangre acarreaba en medio del peor panorama que Gilneas enfrentaría probablemente jamás en su historia. Los primeros años habían sido caóticos y difíciles por sí solos, con las gigantescas tazas aplicadas al comercio y a la gente de a pie pesándole en su espalda como un segundo equipaje, y con el tiempo Anthony fue dándose cuenta de cuan difícil era realmente la vida para aquellos sin los beneficios de haber nacido con su sangre más azul que la del resto, pues lejos de su familia y autoexiliado el joven no poseía más derechos que el ciudadano medio, pero las cosas recién habían comenzado. Apenas 5 años luego de haberse marchado de su hacienda la guerra civil había estallado con fuerza en Gilneas, y pronto el joven comerciante había acabado atrapado al otro lado de Gilneas solo acompañado de Señor Pepino e incapaz de comuniscarse de alguna forma con su hermana, pues toda carta que intentaba enviar nunca era respondida, lo cual le dejaba claro que los mensajeros eran interceptados regularmente por ambos bandos intentando obtener migajas de información el uno del otro. Anthony, dentro de lo que cabía, había sido afortunado; no ligado a un juramento hacia ningún noble pudo evitar durante los más de 2 años que duraría la guerra civil el ser reclutado por un bando ni el otro, pero a menudo huyendo de patrullas tanto de uno como de otro. Fue en ese tiempo de caos, y en donde el comercio prácticamente estaba dado por muerto, que Anthony se había visto obligado a hacerse con un arma de fuego en condiciones para defenderse en los caminos de la ingente cantidad de bandidos que habían aparecido de la noche a la mañana con el despertar de la guerra civil. Intentaba vender sus productos entre los distintos pueblos, pero a menudo los soldados y levas hacían su tarea imposible y, cuando lograba obtener permisos para vender algo, los precios a los que debía vender sus artículos eran desorbitados si quería sacar ganancia. No era algo, sin embargo, que el comerciante estuviese dispuesto a hacer y muchas habían sido las noches que había dormido en un callejón y sin nada que comer por haber acabado vendiendo sus artículos a un precio menor en un intento de no destripar a los habitantes con precios inflados por la guerra. Afortunadamente, pasados dos años se había firmado un alto al fuego y Anthony creyó, en su ignorancia, que finalmente podría volver al negocio. Compró varios bienes a los productores locales de unas granjas a varios kilómetros de la capital gilneana y se encaminó a la gran ciudad, dispuesto a vender los artículos. Aunque la capital no era el mejor sitio para obtener grandes ganancias, era siempre dinero seguro y luego de que la guerra civil vaciase sus bolsillos no podía permitirse inversiones arriesgadas. Señor Pepino cargaba con varios sacos a sus costados y encima de su lomo, acostumbrado y familiarizado ya con su jinete, con el que había vivido toda clase de persecuciones de bandidos durante la guerra civil. O, al menos, a Anthony le gustaba creer que se trataban de bandidos, y no levas nobles. Sin embargo, al llegar a la capital Anthony se chocó con la terrible verdad; aquello que basado en rumores creía no era más que una plaga poco más molesta que los grupos de bandidos ocasionales resultaba que era tomado, por la gente de la propia capital, como una auténtica crisis. Hasta donde sabía, era un milagro que hubiese logrado llegar siquiera a la capital sin ser asaltado y degollado en el camino, o algo peor. Fue entonces, en ese momento, que Anthony supo que no iba a poder salir de allí a comerciar nada en ningún momento pronto. Con todo hombre y mujer en una fiebre de caza de aquellas ciraturas, saliendo y entrando constantemente de la capital, pocas opciones le quedaban. Se encaminó a la Iglesia de la Luz más cercana y allí pidió asilo, donde al menos podrían darle algo de sopa todas las noches mientras el comercio estuviese en ruinas. A cambio por la generosidad de la Iglesia, se había ofrecido a limpiar diariamente algún sector de la enorme catedral. Otro largo tiempo había pasado desde el momento que había decidido asistir voluntariamente a la Iglesia, movido en parte por un espíritu voluntarioso y en parte por pura necesidad de supervivencia. Pasados unos meses uno de los sacerdotes se había enterado de los conocimientos en la alquimia, las matemáticas, la historia y otros conocimientos en los que Anthony había sido educado, y tras correrse la voz antes de que se pudiese dar cuenta la Iglesia le había otorgado acceso a su biblioteca ante la promesa de intentar ayudar en la incansable búsqueda de una cura para la maldición. La biblioteca de la Iglesia era un constante ir y venir de toda clase de sacerdotes, voluntarios y alquimistas de la Iglesia a los que se les había concedido acceso de emergencia a la biblioteca. Anthony sabía que no podía hacer mucho más que nadie allí, pero no echaría a la basura la confianza de la Iglesia sin al menos haberlo intentado, y pronto comenzó a revisar cada libro y tomo de la biblioteca. Al comienzo eran libros de teología y religión, luego fueron libros de tradiciones y costumbres actuales y antiguas, historia, mapas de toda clase, luego entraron todos los libros de conocimientos más esotéricos que guardaba la Iglesia en la biblioteca. A medida que más leía, más polvo tenían los libros que escogía y más se acercaba a los rincones sin uso de la biblioteca, hasta que finalmente llegó al tomo que marcaría un punto de inflexión en su alma: Todo un tomo destinado a explicar a los distintos sacerdotes como detectar rituales oscuros, como diferenciarlos de los rituales paganos de los brujos de las cosechas, los usos y significados de simbología usada en rituales paganos y rituales oscuros junto con detalles de toda clase explicando sus diferencias, para comprender cuales eran los símbolos malévolos y cuales los paganos e inofensivos. Anthony tuvo una epifanía en aquel momento, y casi con seguridad tuvo el presentimiento de que la maldición podía estar relacionada con algo en aquel tomo. Pero debía tomar una decisión primordial, debía aclararse y decidir si considerar a la maldición un producto de la magia pagana, o un producto de la magia oscura, pues solo podría profundizar en uno de los dos conocimientos. La elección estaba clara, ninguna clase de criatura tan horrible podía ser producto de la inofensiva magia pagana de los brujos de la cosecha. Tenía que ser un producto oscuro. Tenía que ser malévolo. Anthony se alejó de la biblioteca aquella tarde completamente decidido en que tenía la clave para acabar con la maldición, necesitaba profundizar en los temas del alma y el vacío en profundidad, debía ir allí donde ningún fiel de la Luz se había atrevido a ir. Era el único modo, ¿cómo si no se explicaba que, tras casi un año y medio de intenso trabajo de investigación, ningún estudioso sacerdote o alquimista hubiese llegado a una cura o solución? La solución tenía que estar en un sitio en donde nadie estuviese mirando. Con eso en mente Anthony comenzó a reunirse con una serie de contactos en la capital, solo los de mayor confianza y dispuestos a adentrarse en búsquedas por fuera de la ley por algo de dinero. Un mes luego, tras una reunión en un callejón por la noche, Anthony finalmente se había hecho con los tomos necesarios para continuar su investigación, pero lo hizo lejos de la Iglesia, en una de las posadas de los barrios pobres de la ciudad. Luego de todo lo que había pagado para hacerse con los libros, tampoco se habría podido permitir otra cosa. Con el paso de los meses el joven comerciante profundizó sus conocimientos sobre oscuras magias olvidadas, o bien ignoradas tras la primera guerra, pero cuando creyó que su investigación había llegado a un punto muerto, el gran anuncio se hizo en toda la ciudad de Gilneas: Una cura había sido finalmente encontrada por nada más ni nada menos que el mismísimo Krennan Aranas, mayor alquimista de su generación. Con una cura finalmente encontrada supo que era mejor detener su investigación, pues no había razón para continuarla. Pero Anthony nunca se deshizo de los libros que tanto le había costado obtener, ni nunca había parecido arrpentirse de haber ahondado en aquellos temas. Y, una parte de él, quizás sabía que aquellos que se adentran en la oscuridad nunca salen realmente de ella, y lo cierto es que sabía que su alma quedaría a partir de ese momento marcada hasta su muerte por haberse atrevido a experimentar con aquellas artes. El tiempo continuó pasando, lento y agónico, en la capital de Gilneas. Era ya el año 26, llevaba 4 años encerrado en aquella ciudad y sobreviviendo de la caridad de la Iglesia de Gilneas, y el panorama no parecía mejorar ni indicar que aquello fuese a cambiar pronto. Siendo un solo hombre, con poca más defensa que un trabuco y un caballo que, aunque aún un adulto resistente entre su especie, los años comenzaban a pasarle factura. Salir a comerciar por un reino en crisis y repleto de criaturas que podrían convertirle en una de ellas no era una opción, incluso con una cura. No tenía ninguna intención de acabar junto a los Marcados, confinado entre cuatro murallas como si se tratase de un animal. Tampoco había tenido aún noticias de su familia, específicamente del destino de su hermana, que era aquello que más le preocupaba. No llegaban noticias. No tenía nada. O, durante un tiempo, eso creyó. Durante el año 27, llevando ya 5 años encerrado en la capital, Anthony solía mantener los ojos atentos a todo Marcado que hacían entrar a la capital, con la esperanza de... Quizás, algún día, ver a su hermana. Lo que le dejó la sangre petrificada, sin embargo, fue lo que nunca esperó ver, incluso aunque era el motivo por el que estaba allí: Encadenada junto a otros varios, marcada, sucia... La reconocería en cualquier sitio... Era Aliane. Inconsciente y apelotonada en una jaula junto a otros tantos. Intentó correr hacia el carromato, pero fue sujetado rápidamente por varios milicianos que lo alejaron. No había sido el único, y de hecho sabía que esas cosas sucedían siempre que traían Marcados a la capital. ¿Pero sucederle a él? ¿Cómo podía Aliane...? ¿Por qué?. Durante un segundo, mientras los milicianos le sujetaban y el carromato se alejaba en dirección a la barriada el mundo se desmoronó a su alrededor. Entendió que, incluso si aquellas bestias no eran un producto del Vacío como inicialmente había teorizado, su maldad había quedado probada ante sus propios ojos. En los meses siguientes Anthony se había convertido en otro de los tantos ciudadanos dando sermones por las calles, explicando una postura u otra. En el caso de Anthony, lo tenía claro: Todos los Marcados debían ser erradicados. Le pesaba en su alma cada palabra de aquellos discursos que pronunciaba mientras su hermana tenía la Luz sabía qué vida detrás de las murallas de la barriada, pero sabía que el único modo de asegurar que nadie tuviese que vivir la desgarradora imagen de ver a un familiar siendo arrastrado como un animal, de verlo CONVERTIDO en un animal, era la completa erradicación. Eran criaturas infecciosas, que transmitían una condición increíblmente difícil de controlar. Cuando un año más tarde se corrió la noticia de que había aparecido una flota de un "Imperio humano" de más allá de Gilneas, solicitando la inmediata anexión de Gilneas, Anthony se dedicó también a correr la voz sutilmente en pos de la anexión al Imperio, siempre atento a no acabar ejecutado por traición y midiendo sus palabras. La Muralla de Cringris no había traído más que sufrimiento, había destrozado su vida, les había llevado a todos a la ruina. Y, cuando el doble asedio a Gilneas comenzó, no estuvo sorprendido. Siguió alegando sutilmente y lejos de los oídos de los milicianos por la anexión al Imperio y contra la tiranía de Cringris, así como la erradicación de aquellas criaturas que habían desgarrado el reino. Capítulo 3: La caperuza bermellón y el lobo feroz Había pasado un año. Era el año 31. Tenía 34 años. Su nombre era Anthony Lewison, ex-comerciante arruinado por la guerra y el mal liderazgo del reino del Rey Genn Cringris, quien en su arrogancia había aislado Gilneas y permitido que sus propios problemas fracturasen y destrozaran el reino. Alegaba por la erradicación completa de los huargen, como se había arraigado el nombre ya entre los habitantes, pues su condición era demasiado peligrosa, inestable y dada a la propagación como para correr el riesgo de tenerlos vivos. Si alguna vez había compartido puntos de vista en común con la Iglesia de Gilneas, eso se encontraba en el pasado: Eran blandos y en su arrogante búsqueda de la amabilidad suprema, solo habían logrado debilitar una y otra vez un reino necesitado, desesperado de medidas contundentes. Su apellido noble, aunque con algún peso en algunos círculos, ya no valía nada. No tenía noticias de la hacienda Lewison, y sabiendo que quien probablemente era su señora se encontraba ahora encerrada a varios metros tras una muralla, tenía la certeza de que su pequeña dinastía se encontraba poco más que extinta. Aunque en los últimos dos años había descuidado su aspecto, creciéndole una larga barba y melenas que denotaban una completa dejadez en su vida, en los últimos días había decidido volver a cortarse el cabello, la barba... Se dejó su antiguo bigote, el que usaba cuando aún era un comerciante. Acarició el hocico de Señor Pepino, su fiel caballo ya envejecido por los años, pero que aún se aferraba a la vida. Ya comenzaba a ser difícil costearle comida, agua y alojamiento en un establo, pero no podía abandonarlo, incluso si a veces suponía pasar hambre él. Era su compañero. Era lo que le quedaba. A su espalda, recientemente, había comenzado a cargar una vez más el viejo trabuco que había comprado al estallar la guerra civil gilneana. Capítulo 4: Grandes ojos, Dientes afilados Uno. Dos. Tres. Cuatro años. Más años. ¿Cuánto tiempo iba a durar aquella guerra a dos bandos? La capital cada vez se cargaba más de refugiados, y cada día que pasaba le quedaba más claro que, gracias a la incompetencia del "Rey" Cringris, la caída de la nación era cuestión de tiempo. ¿Las tierras de su hermana? Hacía ya mucho bajo control militar, probablemente ocupada por un administrador competente del ejército imperial, más de lo que jamás iba a serlo la familia Lewison. El tiempo había suavizado sus opiniones sobre los llamados marcados, solo lo suficiente para no desear su erradicación, pues estaba claro que sus pares habían decidido optar esa visión y con el tiempo comenzaba a quedarse solo. Hasta elpunto de que ya solo abogaba por ponerles 5 marcas más, encadenarlos y olvidarse de ellos en una mazmorra. ¿Pero erradicarlos? Demasiado radical. Con la lluvia cayendo sobre la gris ciudad de Gilneas, aferró las riendas del pobre, envejecido y ya casi sin ganas de vivir Señor Pepino, y con el trabuco colgado a espaldas y la navaja bien escondida, se encaminó a la posada donde había citado a los integrantes de la Compañía BlackWison, lo cual venía siendo a su único asociado, Sebestian. Debían planificar su próxima incursión a esa tierra prohibida, llena de pestes peores que la muerte, subversivos, menesterosos y miseria; el Gueto.
  23. SwordsMaster

    Santiago de Sveri

    Nombre: Santiago de Sveri Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 28 Cumpleaños: Otoño (Octubre) Lugar de Nacimiento: Villa Sveri, Bosques de Elwynn, Reinos del Este Ocupación: Recluta del Ejército Imperial de Kul'Tiras Descripción Física: Santiago es un humano joven ya avanzado en la veintena, rondando los 27-28. Cabello negro, corto, quebradizo y no siempre bien peinado, con una sensación grasa al tacto. De ojos verdes en un tono avellana y piel de un tono claro ligeramente tostado. Aunque una persona alta, de 1'80 metros, no es sin embargo particularmente robusta. Por el contrario, es una complexión algo delgada y flexible. Normalmente se puede ver en su brazo izquierdo una especie de banda de tela azul, con el símbolo desgastado de una división militar, pero sin ningún otro distintivo que denote que sea un miembro activo del ejército Descripción Psíquica: Egoísta, avaro, engañoso y arbitrario, con algunas noblezas existentes pero ocultas. Roto por ser un cobarde, roto por las incesantes batallas y guerras y roto por sus propios crímenes, las razones por las que abandonó el ejército para volver a una vida pacífica por casi media década son solo suyas. De algún modo, le ha servido para volver un poco más estable y centrado. Solo un poco y lo necesario. Una vida sin elección Esta es la historia de un chico corriente, un chico mundano; Santiago, nacido en Villa Sveri, en los Bosques de Elwynn, hace 27 años. El día de su nacimiento; un día tormentoso de otoño, tal y como lo serían la mayoría de sus cumpleaños de entonces hacia adelante. Sus primeros años de vida pasaron sin pena ni gloria. Sus padres mantenían un buen nivel económico y se permitieron sin problemas el lujo de mantenerlos a él y a su hermano menor, nacido cuatro años después que él. Aunque sus padres parecían tener ciertos conflictos de tiempo en tiempo, en un principio nunca fueron suficientes para derribar a la familia. Con el dinero que ganaba su padre como comerciante pudieron costearles una educación en condiciones a ambos, aunque el precio a pagar era ver a su padre una vez a la semana si tenían suerte; siempre viajando de un sitio al otro. Los años pasaron para Santiago y su hermano. El segundo comenzaba a perder interés en los estudios, comenzando a centrarse en aprender trabajos más manuales; la carpintería y construcción fueron sus prioridades. Sin embargo el fervor del primero por los conocimientos del mundo que le rodeaba jamás cesó. Incluso cuando su educación se vio forzosamente cortada. Sus padres ya no gozaban de aquella cierta estabilidad emocional que mantenía a la familia unida. Los conflictos entre ambos padres comenzaron a asentarse cada vez más en su familia; las discusiones y los gritos se volvieron algo con lo que lidiar día a día, causándoles terribles problemas de estrés a ambos hermanos a una temprana edad. Las discusiones llegaron a su punto de tensión más alto poco después del 13º cumpleaños de Santiago. Sus padre se separaron y, con ingeniosas movidas en el mundo de la ley, su madre logró quedarse con todo; incluidos sus hijos. Su hermano era menor y fue capaz de asumir la situación más rápidamente, pero Santiago tuvo que observar con impotencia a su padre tras haberlo perdido todo. En un estado de depresión y con suerte encontrando un sitio en el que dormir a veces; mientras que en su hogar sobraban camas. Sin embargo, las cosas estaban lejos de acabar allí. Con su hermano aprendiendo de otros carpinteros y constructores en la villa y él encerrado en sus libros; la única fuente de conocimiento que le quedó tras el primer cataclismo en su vida y el corte de sus estudios (pues sin los ingresos de su padre no se podían permitir lujos que antes sí), la paz se acabó una vez más para ambos hermanos luego de casi un año de relativa paz; y esta vez traería consecuencias nefastas. Su madre se había encaprichado con otro hombre, otro comerciante. Otra víctima, a los ojos de su hijo mayor; opiniones que nunca llegó a dar, pues conocía el arte de callarse y asentir. Su madre, en su cabezonería caprichosa (Un tipo de personalidad que Santiago aprendería a odiar y detestar con el tiempo) tomó la sabia decisión de dejarlo todo atrás por aquel hombre… Sus hijos incluidos. Por un largo tiempo los hermanos no supieron nada de ella o su decisión, y hasta donde sabían podía estar muerta. En aquel tiempo su padre tuvo que dejar de lado su depresión para tratar de hacerse cargo de sus hijos. Sin embargo reanudar su trabajo tras tanto tiempo le resultaba poco más que imposible; por lo que tuvo que conformarse con trabajos temporales y mal pagados, pero trabajos a fin de cuentas. Les traía el dinero suficiente para comer, pero no para un sitio decente donde vivir. Los hermanos y su padre terminaron habitando una casa en un estado terrible en los peores barrios de Villa Sveri. El tiempo que pasaron en aquellas calles fue incontable y desesperante para Santiago, aunque su hermano parecía capaz adaptarse más rápido a entornos extraños y difíciles. A menudo ir a comprar una simple barra de pan era un desafío en el que podía terminar muerto y apuñalado en el camino de vuelta, por lo que terminó aprendiéndose por las malas a moverse entre los callejones sin llamar la atención de matones y ladrones. Como reconocerlos y evitarlos y, en el peor de los casos e incluso un par de veces, huir de ellos. Aunque su astucia para moverse por aquellos barrios, la robustez de su hermano para soportar el entorno y los ingresos de su padre fueron suficientes por al menos un año para sobrevivir, habían terribles problemas sucediendo en la política, economía y los soldados de Villa Sveri; lo que tendría un impacto terrible para la calidad de vida de sus habitantes. Varios funcionarios importantes de la alcaldía acusados de brujería; otros tantos soldados de corrupción y encubrimiento de los mismos y varios de los principales comerciantes e incluso algún noble local menor acusados de promover toda aquella corrupción. Los impuestos y los precios de los bienes se dispararon en Villa Sveri y la familia de Santiago fue fuertemente impactada. Las oportunidades de trabajo comenzaban a escasear y ya no cualquiera podía permitirse obtener uno. Su padre no era de los afortunados. Sin un ingreso estable, ambos hermanos y su padre se vieron forzados a poner en la mira otro método para obtener comida. Con la pésima economía y la guardia desestabilizada en la región, varios desesperados pusieron sus ojos en la caza furtiva, y su familia no fue la excepción. Usualmente ambos hermanos iban juntos por el bosque; su hermano tenía un don innato para moverse por el bosque y rastrear presas, su estado físico tras tanto trabajar entre carpinteros y constructores era óptimo y parecía centrarse mejor; sin embargo su hermano mayor padecía las consecuencias de su vida sedentaria leyendo libros, con un estado físico penosos y la mente dispersa, volviéndole distraído y torpe en el bosque. En lo único que superaba a su hermano era a la hora de acechar a la presa y lanzar la flecha, por lo que usualmente tras rastrear al animal, la primera flecha quedaba a manos de Santiago. Por un par de años la vida para ambos hermanos, y por ende su padre, fueron difíciles. La cantidad de gente que había puesto sus ojos en la caza ocasionaba que a menudo la caza fuese pobre y la comida escaseara. Santiago ya rozaba los 16 otoños. Había asumido que aquella sería su vida de ahora en más; evadiendo matones en los callejones y dedicándose a violar las leyes sobre la caza para poder alimentarse. Sin embargo, cuando comenzaba a asumir su situación, el ángel de la salvación de la familia llegó. Su padre había entrado en un amorío con una reputada maga y abogada en Villa Sveri, con una situación económica lo suficiente estable como para mantenerlos a los cuatro. Tras unos pocos meses, llegó el casamiento. Todos volvían a respirar paz de nuevo, y con el encarcelamiento de varios comerciantes Villa Sveri estaba necesitada de estos, y su padre incluso se planteó comenzar algunas inversiones para tratar de recuperar algo de su antiguo trabajo. Su hermano seguía tan interesado como siempre en los trabajos manuales. Santiago aún seguía practicando su arquería eventualmente para no perder el tino, pues aunque su situación fuese estable ahora, sus vivencias le habían vuelto un tipo de persona, aunque no en exceso, pesimista, por lo cual no se fiaba de que la situación pudiese durar así por siempre. Eventualmente la economía de la familia volvía a asentarse de forma estable. Santiago llevaba su sed de conocimientos a un nuevo nivel, y tras aprender las bases de la magia por parte de su madrastra y mostrarse enormemente interesado por aquel mundo, se tomó la libertad de pedir varios tomos de magia para el cumplimiento de su 17º otoño. Sin embargo, tan solo poco después de su cumpleaños le llegaron noticias de que su hermano había logrado ponerse en contacto con su madre de nuevo y que esta, tras ser traicionada con infidelidad por el hombre por el que había dejado a sus hijos, planeaba moverse de nuevo a Villa Sveri para ver a sus hijos. Como aún faltaba tiempo para aquello, Santiago no le dio mucha importancia. Su vida siguió aquel tiempo, aunque su suerte derribadora nunca dejó de acecharle. Durante todo el año ejerció fuerza extra sobre sus estudios, centrado en tratar de impresionar a la más hermosa aprendiza de maga que había conocido jamás. Y aunque lo logró en un principio, no tardó en arrepentirse. Aquella persona comenzó a mostrar la misma personalidad que su madre; cabezonería y caprichosa. Sus pensamientos comenzaron a cruzarse e inestabilizarse rápidamente con el paso del año. Y con la llegada de su madre en su 18º otoño todo dentro de él estalló. Todo dentro suyo comenzaba a enfriarse tras los repetidos estallidos de ira. Solo podía ver estupefacto los estragos que había causado. Todo el resentimiento guardado a lo largo de los años; todo el odio. Aún tenía todas aquellas imágenes pegadas como un cáncer en su cabeza. Aquella joven maga mirándole con los ojos abiertos como platos, su madre comenzando a derramar lágrimas tras el brusco rechazo de su hijo a su vuelta, merecido o no. Su hermano interponiéndose entre su hermano y su madre impidiendo que las cosas fueran a más… Aquella misma noche, Santiago decidió que no quedaba nada para él en aquel pueblo más que el resentimiento y el dolor que se habían marcado en su alma como plagas tras todo lo vivido en allí durante su vida. Fue aquella misma noche que decidió empacar las pocas cosas que necesitaría. Tomó el arco, las flechas que le quedaban, algo de comida de la reserva de su casa, y algo de dinero. Aunque en un principio se mostró dudoso, reconocía que había hecho cosas peores que robar algo de dinero a su familia; y esperaba que esta decisión fuese para mejor de todos. Tras equiparse con todo, se puso en marcha. Nunca volvió a ser visto por su familia, y su nombre poco a poco se enfrió en Villa Sveri hasta ser conocido apenas tan solo por su familia. 19 tormentosos años habían pasado ya. Santiago se llevó la mano al estómago. Había ido a parar a uno de los principales núcleos económicos de los Bosques de Elwynn hacía varios meses tras abandonar Villa Sveri; Villadorada. Había estado sobreviviendo como podía en aquel pueblo. Hacía de mensajero, cuidaba los establos, o ayudaba en la cocina de alguna posada; lo que sea que le diese unas monedas para comer en el día. Pero iba siendo hora de buscar algo más estable, algo con lo que poder mantenerse y costearse algún estudio mágico a tiempos iguales; y con su habilidad con el arco sus ojos comenzaban a posarse sobre el ejército. Su vida comenzaba a cambiar de nuevo, y no estaba seguro si su nefasta suerte le habría acompañado hasta fuera de su hogar natal… Pero debía intentarlo. Tanto si es un futuro brillante u oscuro; le aguardaba. ------------------------------------- 8 Años más tarde ------------------------------------- Una vida Elegida Villa Sveri ardía envuelta en llamas. La gente gritaba alrededor de una solitaria figura parada en medio, de pie, intacta, sana y viva. Las bestias corrían de un lado al otro, tomando prisioneros, rematando a quienes no les servían de nada, mordisqueando los restos de algún pobre miserable. Las bestias gritaban al cielo de forma desgarradora como un grito de triunfo en mitad de la noche. La figura solitaria, humana, solo podía mirar. Mirar, intacto, sano y vivo. Desde la seguridad. No estaba allí, no le podían hacer daño... Y aún así, le hacían. Le desgarraban, no la carne, pero algo más. Algunos escapaban. Algunos se desangraban en el suelo, o en mitad del bosque, tras haberlo intentado. Algunos, les arrancaban su rostro aún estando vivos. ¿Él? La figura solitaria estaba a salvo. En su tienda, seguro, abrazado por la noche... Pero conectado a esa noche. Seguro, en su tienda, pero en medio del caos. Acampado, pero en medio de la guerra. A salvo, pero en medio de las muertes. El cobarde que se fue para jamás regresar cuando lo tenía todo. El cobarde que jamás regresó, tras perderlo todo. El cobrde... Los rayos de la mañana entraron por la ventana, sobre el rostro de aquel que, aún incapaz de recordar sus sueños, sabía que le atormentaban. Bajó las escaleras, a prepararse su café. Afortunadamente su hermano le esperaba debajo, con un café para cada uno ya preparado. Vivo y a salvo. El hermano joven, le tendió el café al hermano mayor. -Gracias- El menor asintió, mientras el otro tomaba entre sus manos la delicada taza y daba un sorbo. -De nuevo a trabajar temprano, asumo. Haz ayudado mucho a Nueva Sveri en estos años, pero quizás deberías...- -Descansar- El mayor asintió tras pronunciar esa única palabra -El alcalde ha estado rascando el fondo del barril para darme trabajos. Ayer terminé el último- El más joven sonrió ligeramente -Entonces te tomarás un descanso- ... Tras unos segundos de silencio, el mayor solamente dio un trago al café. -... ¿No?- -Nueva Sveri ya no me necesita. El comercio en Elwynn está comenzando a recuperarse, las cosechas cercanas están volviendo a ser sustentables, el bosque vuelve a tener animales...- -No creo que siga a dónde quieres llega- -Creo que haré un viaje. Largo- El silencio cayó en la casa que los dos hermanos habían compartido durante casi media década. Un minuto, dos minutos, hasta que el café de sus tazas se acabó. -Creía que odiabas esa vida. Cuando llegaste aquí, estabas...- -No es tan fácil- El hermano mayor desvió la mirada a un lado, dejando la taza vacía de café sobre la mesa. -Te llama. Esa vida. Creo que nunca puedes dejarla del todo. Pero tendré más cuidado que la última vez, solo quiero viajar. Ver como está el resto del mundo. El que dejé atrás- El hermano menor cerró los ojos durante un momento, asintiendo. Una semana más tarde, un burro cargado con unos pocos bienes personales, poco más que un saco de dormir y algo de comida, permanecía en la salida de Nueva Sveri sostenido por sus riendas. -Entonces esto es adiós- Santiago sonrió. Dio un estrecho abrazo a su hermano, el cual devolvió. -Es un hasta luego- El menor se alejó unos pasos. Asintió mientras el ex-soldado subía encima del pobre burro, el cual comenzó a avanzar, alejándose del pueblo que había acogido a su nuevo dueño durante años, un reflejo del pueblo que aún más años atrás había sido su hogar. Un nuevo pueblo en el que él había dejado su marca. Una buena marca. Para variar -Hasta luego, Santiago...-
  24. Atributos6 Físico7 Destreza8 Inteligencia5 Espíritu7 PercepciónValores de combate24 Puntos de vida32 Mana11 Iniciativa11 Ataque a Distancia (Arco corto)8 Ataque a Distancia (Ballesta ligera)11 Ataque CC Sutil (Hachuela)8 Ataque CC Sutil (Lanza ligera)9 Defensa Físico2 Atletismo Destreza4 Hachuela1 Lanza ligera1 Equitación1 Escalar2 Defensa2 Nadar2 Sigilo2 Trampas/Cerraduras Inteligencia1 Arquitectura (Humana)1 Fauna (Mamíferos) 2 Fauna (Anfibios)2 Leyes (Reinos Humanos)2 Sanación/Hierbas2 Supervivencia1 Conocimientos/Historia (Reinos Humanos) 2 Conocimientos/Historia (Magia Arcana)2 Carpintería1 Abjuración básica 1 Evocación Básica 1 Conjuración Básica 1 Detectar Energía Vil 1 Telepatía Básica1 Detectar energía arcana2 Visión lejana arcana4 Visión nocturna arcana 2 Arcanokinesis Espíritu Percepción4 Arco corto1 Ballesta ligera2 Advertir/Notar2 Buscar2 Comercio1 Etiqueta1 Rastrear4 Reflejos1 Música (Canto) Escuelas/Especializaciones Adivinación Aptitudes de combate Aptitudes diestras: Aprendiz: Apuntado Diestro Golpe de Oportunidad
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