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doppler

Roler@
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Todo el contenido de doppler

  1. ¡Buenas a tod@s! Hace una temporada roleaba por aquí con un gnomo bastante pendenciero y amante de las monedas llamado Varric Chispacorta y por motivos de la odiosa vida real tuve que dejar el rol bastante apartado. Ahora que las aguas se calman y mi kokoro rolero me pide acción no me apetece otra cosa mas que volver por estos lares y desempolvar a mi gnomo para seguir dando guerra. Saludos a todos y buen rol.
  2. //Por fin un evento al que puedo confirmar al 100% que iré con Varric tras unas semanas malas.
  3. //Intentaré estar lo que pueda, que yo madrugo y como mucho podría estar hasta las 0:30
  4. doppler

    Walter Crowler

    Atributos7 Físico6 Destreza7 Inteligencia6 PercepciónValores de combate28 Puntos de vida21 Mana7 Iniciativa9 Ataque CC (Hacha 2 manos)8 Ataque CC Sutil (Dagas)8 Defensa Físico 1 Atletismo 2 Hacha 2 manos Destreza 2 Dagas 1 Cabalgar 1 Escalar 2 Defensa 1 Nadar 1 Sigilo Inteligencia 1 Callejeo 1 Leyes 1 Religión 1 Supervivencia/Cazar 1 Toque de vacio 1 Salvar esencia 2 Imbuir arma Percepción 1 Buscar 1 Reflejos 1 Rumores Escuelas/Especializaciones Condena
  5. doppler

    Walter Crowler

    No había pasado ni dos horas desde que saliese el sol por los Claros de Tirisfal y ya los mortacechadores habían logrado dar caza a un pequeño grupo de humanos seguidores de la luz que se habían desviado de la ruta de su peregrinaje hacia la tumba de Uther junto al Alba Argenta. Sin duda aquella mañana la luz había abandonado completamente a su suerte a aquellos pobres devotos. Según contaban los participantes en la contienda que habían acudido al Apothecarium para ser reparados, habían logrado pillar completamente por sorpresa a los humanos y apenas ofrecieron resistencia… salvo uno que no soltó su arma en todo momento hasta que lograron acabar con su patética existencia causando algunos problemas al comando mortacechador. - Los mortacechadores han traído carne fresca boticario Gunt. Va a ser un día entretenido. – Comentó un renegado en bastante buen estado que parecía ser el ayudante del boticario con el que hablaba ya que no dejaba de asistir en todo el trabajo que estaba llevando a cabo. - Espero que podamos rescatar algo de valor entre esa pila de cadáveres. Últimamente solo traen sujetos en tan mal estado que solo sirven para recambios o como componentes de una abominación. – Respondió con un tono frio y seco. El boticario se encontraba en lo que parecía ser un pequeño habitáculo personal asignado por el Apothecarium para poder trabajar junto a su ayudante de laboratorio donde únicamente había un par de frías camillas y un par de estanterías donde almacenaba botes con diversos órganos en formol, viales vacíos relucientes y algunas plantas y raíces secas listas para ser utilizadas en algún potingue alquímico de extrañas propiedades. Ayudado por uno de los mortacechadores que acababa de ser remendado, el ayudante de laboratorio logró entrar un par de cadáveres al habitáculo de trabajo del boticario y tumbarlos en las camillas para que este pudiese estudiar el estado de los cuerpos y ver que se podía salvar de aquella carnicería matutina. - Espero que utilicen las tripas del malnacido al que le falta un brazo para hacer una abominación o usar sus partes como recambios… el vivo dio muchos problemas antes de sucumbir a nuestro filo. – Refunfuñó de mala gana el mortacechador mirando fijamente al boticario nada más soltar los restos de Walter Crowler en la última camilla que quedaba libre. - Puede marcharse soldado, usted ya ha cumplido con las tareas que se le han asignado. – Respondió sin dejar acabar al soldado su frase mientras le invitaba con la mano a ir hacia la puerta para poder trabajar tranquilo. No soportaba que nadie le dijera lo que tenía que hacer en sus dominios… y menos un mero soldado. El breve relato de un mísero soldado había hecho ver que aquél cuerpo sin vida al que le faltaba un brazo tenía el potencial de ser un gran servidor de la dama Sylvanas. Era el momento de moldear los restos de un antiguo fiel seguidor de la luz en un pozo de oscuridad fiel a los intereses a los nuevos habitantes del reino de Lordaeron. ******** Casi un año había pasado desde que aquél grupo de mortacechadores llevase los restos de la emboscada y los miembros del Apothecarium decidiera regalar el preciado don de la no vida al antaño seguidor de la luz Walter Crowler. Por algún motivo propio del mas caprichoso azar, el cuerpo del renegado no había conseguido mantener un aspecto similar al que tenía antes de morir. Todo su cuerpo se encontraba en un estado leve de descomposición y mucha de su piel simplemente había sido comida por gusanos y podían verse sus huesos en ciertas partes de su cuerpo, aunque esto jamás fuera algo que le preocupase en demasía. Al contrario que muchos otros levantados por la orden de boticarios de Entrañas, Walter no lograba recordar nada de su antigua vida. Quizás eso fuera uno de los motivos por los que jamás titubeara ni un mísero segundo al cumplir los encargos que iba recibiendo para asaltar y eliminar a otros humanos fieles seguidores de la luz sagrada. Desde su segundo nacimiento, Walter tan solo se había propuesto una única meta en su no vida: Acabar con la mayor cantidad de humanos posibles para que fueran reutilizados como recambios para los suyos o pudiesen ser levantados una segunda vez si se podían reutilizar sus cuerpos… cosa que casi nunca sucedía tras recibir las heridas que recibían en el combate previo a antes de morir ante sus frías y pútridas manos. Sin embargo, no todo en su no vida era simplemente despedazar a todo humano incauto que se atreviese a cruzar por los Claros de Tirisfal o se adentrase entre los tenebrosos Bosques de Argenteos buscando claramente una muerte sin piedad. Pocos días después de haber recibido el don de la no vida, Walter había comenzado a sentir un gran placer al comenzar a conocer las virtudes que el vacío podía ofrecer a las pobres almas atormentadas como la suya. Era completamente irónico, sin duda alguna, como alguien que antaño profesaba una gran admiración y un gran fervor por las escrituras de la luz sagrada no tuviese ningún tipo de reparo por admirar la idea completamente opuesta y a la que se enfrentó en su antigua vida. Su admiración era tal que llegó incluso a ser capaz de manipular ligeramente estas heréticas energías a su gusto para causar más sufrimiento si cabe a sus presas y debilitar su alma antes que abandonase su cuerpo. En la actualidad, algunos renegados que han decidido viajar por pequeños caminos secundarios afirman haber visto a Walter agazapado entre los árboles podridos y flora apestosa. Encorsetado en una antigua y oxidada armadura y únicamente pertrechado con su antigua hacha de combate afilada y un puñal algo desgastado, Walter espera acechante escondido entre el tétrico paraje que dispone a su disposición. Tarde o temprano algún vivo volviera a caer en los mismos errores que sus predecesores y decida adentrarse en los dominios de la dama de la muerte. Solo debe esperar pacientemente… y tiene una no vida entera para hacerlo.
  6. doppler

    Walter Crowler

    Nombre: Walter Crowler Raza: Renegado Sexo: Hombre Edad: 30 Altura: 175cm Peso: 60 Lugar de Nacimiento: Desconocido Ocupación: Cazador de hombres Historia completa Descripción física Todo su cuerpo se mantiene en bastante mal estado y prácticamente se le puede ver más hueso que carne cuando no va hacinado en su armadura negra y oxidada. Su rostro es bastante desagradable de ver a la vista para todo aquél que no sea un renegado. Apenas tiene el típico brillo de ojos de los suyos, sino que más bien parece estar medio apagados y la nariz la tiene medio destrozada. En su cabeza no hay ni un pelo. Siempre trata de mantener un porte firme y recto que imponga respeto y temor a sus adversarios pese a su lamentable estado de salud. Descripción psíquica Walter es una criatura parca en palabras y gestos. Suele tomar un papel secundario en las conversaciones y en todas las cosas que ocurren por las tierras de la dama oscura ya que no le interesa demasiado socializar con otros de su misma raza ni con los aliados de esta. Si tiene que discutir algo con alguien lo hará portando sus armas sin dudarlo. Suele ayudar con mucho gusto en todo lo que suponga un beneficio para la dama Sylvanas. Irónicamente ahora es un seguidor del vacío pese a que cuando estaba vivo era un devoto miembro de la iglesia. No recuerda demasiado acerca su anterior vida, aunque tampoco le importa.
  7. Bienvenido Antoni, lo pasarás bien.
  8. //Por desgracia el sábado no estoy hasta la noche. Pasadlo bien sin mi gnomo pd: Si usais la herramienta de minería modificada como arma haced mención a mi gnomo molón.
  9. // Por desgracia este sábado no podré estar. ¡Buen rol!
  10. Bienvenido al servidor, te lo vas a pasar en grande.
  11. // Ahí estaré con Varric al pie del cañón.
  12. doppler

    Sueños de paz

    //Evidentemente Varric estará por allí si no me ocurre nada.
  13. doppler

    Carta a la Mano de Plata

    Una carta llega a los encargados de la mano de Plata de recibir correspondencia. Buen día. Mi nombre es Griflet Kenhew y desde muy pequeño he sido un humilde y fiel servidor de la luz sagrada. Me pongo en contacto con ustedes con el deseo de unirme a vuestra sagrada organización y tratar de defender a los indefensos así como predicar las bondades de la luz. Se despide su humilde siervo Griflet Kenhew. Que la luz esté con vosotros.
  14. doppler

    Griflet Kenhew

    Atributos 7 Físico 6 Destreza 7 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 28 Puntos de vida 21 Mana 7 Iniciativa 9 Ataque CC (Martillo Guerra) 8 Defensa Habilidades Físico 1 Atletismo 2 Martillo Guerra Destreza 1 Cabalgar 2 Defensa 1 Nadar Inteligencia 1 Leyes 1 Religión 1 Supervivencia/Cazar 2 Tradición/Historia 2 Sanación de toque 1 Reprender esencia 1 Crear luz 1 Proteger esencia 1 Purificar agua Percepción 1 Advertir/Notar 1 Buscar 1 Reflejos 1 Rumores Escuelas/Especializaciones Sagrado
  15. doppler

    Griflet Kenhew

    Era la época de la cosecha y pese al pobre estado de las tierras de labranza de Páramos de Poniente la luz había querido otorgar a los habitantes de aquella región tan maltratada durante tantos largos años una abundante cosecha a modo de compensación a sus penurias. Debido a esta situación, una pequeña flota de carros contratados por los comerciantes más pudientes del pueblo habían planeado viajar desde la colina del centinela hasta las prósperas tierras de Elwynn, en el corazón del Imperio humano, para vender sus productos frescos y así obtener una considerable cantidad de monedas de plata con las que poder invertir en la región y así intentar mejorar un poco la situación en la que llevaban inmersos desde tanto tiempo. Entre tanto carro yendo y viniendo por los caminos tan bien protegidos por la brigada de la región para evitar que ninguno de ellos fuera asaltado por algún miembro de la hermandad Defias, uno de ellos se encontraba parado a las puertas de una pequeña granja donde un joven muchacho que cargaba un pequeño petate a su espalda estaba parado frente a la puerta del edificio conversando con una señora bastante más mayor que sujetaba con ambas manos lo que parecía ser un arma envuelta por trozos de cuero ajado y desgastado. - No puedo aceptarla madre, es lo poco que le queda de padre en vida. No podría dormir por las noches pensando que la he arrebatado uno de los pocos recuerdos que conserva de él. – Refunfuñó en un tono triste Griflet a su madre, parado frente a la puerta de su casa mientras su viejo tío Edmund no podía evitar contemplar la escena sentado en su carro a la espera de que el muchacho subiera junto a él para poder partir. - A tu padre le hubiera gustado que la llevases contigo cuando te marchases de aquí. Además… no necesito una vieja espada para recordar a tu padre, le llevo en el corazón y sabes que siempre que voy a la iglesia rezo por su alma. – Respondió su madre tratando de aguantar las lágrimas, en parte porque era verdad que la apenaba desprenderse de la espada de su difunto marido y en parte porque la resultaba bastante duro ver marchar a su hijo para que este hiciese su propia vida. Con el corazón entristecido, el joven aceptó el presente que le estaba otorgando su madre y tras despedirse de ella con un fuerte y largo abrazo subió a la parte posterior del carro junto a su tío y comenzaron a moverse una vez espolearon levemente a los caballos que tiraban del vehículo hasta que abandonaron la Colina del Centinela y se adentraron en los caminos de la región. *************** La luz parecía proteger cada metro que recorría aquel humilde carro repleto de productos agrícolas listos para el comercio, ya que ninguna bestia o bandido había intentado asaltarles durante todo el tiempo que estuvieron marchando por los peligrosos caminos de Poniente. Poco a poco el sol se iba escondiendo tras las montañas y el carro estaba llegando en ese preciso instante al puente que conectaba con Elwynn y que indicaba que estaban llegando a la mitad del camino que les separaba de Villadorada. Al contrario que muchos de los otros carros que habían partido hacia el corazón del Imperio humano, el carro en el que viajaba Griflet era mucho más pequeño y antiguo y tan solo necesitaba de un caballo para ser impulsado. El carro era propiedad de Edmund, un humano de alrededor de sesenta años al que le faltaba una pierna y siempre solía llevar como camisa un antiguo y roído jirón militar del reino de Ventormenta. El anciano en realidad no llevaba la misma sangre que el joven que le acompañaba ni de la madre que se había quedado en la granja, era el mejor amigo del padre del muchacho y este se comprometió a cuidar de su hijo cuando murió al final de la Primera Guerra. Por suerte o por desgracia esto no le costó demasiado llevarlo a cabo ya que debido a perder una de sus piernas se vio obligado a retirarse del ejército y se estableció en Paramos de Poniente una vez todo el reino fue reconstruido tras la invasión de los orcos. - ¿Sabes que yo conocí a tu padre desde que era un mozo imberbe? Fue un gran amigo y compañero de batalla muchacho, debes sentirte orgulloso por lo que hizo por el reino de Ventormenta antes de que fuera el Imperio que ahora conocemos. - Comentaba con tono jovial y amable Edmund, ya que llevaban unas cuantas horas de viaje desde que salieron del pueblo y apenas habían hablado él y Griflet un par de palabras en todo el trayecto que habían recorrido. - Lo sé tío Edmund, lo sé. No hacías más que contarme esas historias cuando tenía doce años… y te lo agradezco. Gracias por contarme como era mi padre. – Respondió el joven con un tono que intentaba ser amable y jovial. Desde que habían abandonado la granja no había parado de darle vueltas a la cabeza si era una buena idea dejar sola a su madre para seguir su sueño de visitar la abadía de Villanorte para tratar de seguir con sus estudios sobre la sagrada luz. - Escucha muchacho. Sé que tienes dudas, sé que son las mismas dudas que tuvimos tu padre y yo cuando nos alistamos siendo unos niñatos al ejército para defender nuestros hogares. Nosotros también dejamos a nuestras familias atrás… e incluso las perdimos cuando los pieles verdes arrasaron el reino. No debes tener miedo por vivir tu vida y perseguir tus sueños. – Volvió a responder Edmund. – Desde muy joven demostraste ser una persona bastante sensitiva a la luz pese a ser un humilde muchacho que se dedicaba a cuidar junto a su madre la granja familiar, el Imperio te necesita. Si fuiste capaz de obtener algunos dones de la luz yendo a una pequeña iglesia de un poblucho de mala muerte imagina lo que podrás aprender en el mismísimo centro del Imperio. – Tras un rato de conversación el carro paró a un lado del camino empedrado de Elwynn un breve instante. Edmund estaba cansado y le cambió el sitio al joven que le acompañaba para que este tomase las riendas hasta llegar a Villadorada y así el poder echarse una pequeña cabezadita. *************** El sol volvió a salir. Gracias a la luz el carro logró atravesar los bosques de Elwynn sin sufrir ningún tipo de percance y tanto Edmund como Griflet habían llegado sanos y salvos a Villadorada con los primeros rayos de luz de la mañana. Griflet no podía evitar sentir dentro de sí sentimientos encontrados. Por una parte estaba fascinado por la inmensidad de aquella villa y la diversidad de gentes y razas que allí vivían en aparente armonía bajo la protección del ejército y la iglesia, pero por otra no podía evitar sentirse muy pequeño y vulgar al ser un humilde granjero de un pueblo de las regiones más exteriores y que por ello quizás nunca se fijaran en él a la hora de querer entrar en la mano de Plata. - Ten chico, has ayudado bien a este pobre cojo. – Dijo Edmund apoyando una mano de forma cordial en el hombro del muchacho mientras que con la otra sostenía una pequeña bolsa con algunas monedas. - No puedo aceptarlo tío, es lo mínimo que podía hacer por ti tras haberme traido contigo para que llegase a estas tierras. – Replíco Griflet. Con tal de evitar una pequeña y por otra parte innecesaria discusión, Griflet aceptó las monedas ya que en el fondo sabía que las iba a necesitar para encontrar algún lugar donde poder dormir mientras trataba de entrar en la mano de Plata. A media tarde, el viejo Edmund volvió a subirse en su carro para volver a la granja y Griflet se quedó completamente solo en medio de aquél lugar que apenas conocía. Ahora dependía de sí mismo y de su determinación para tratar de lograr todo aquello que deseaba: Unirse a la mano de plata para ayudar al indefenso y predicar las bondades de la luz. Con la luz de su parte nada podía salir mal.
  16. doppler

    Griflet Kenhew

    Nombre: Griflet Kenhew Sexo: Hombre Edad: 20 Altura: 175cm Peso: 70 Lugar de Nacimiento: Paramos de Poniente Ocupación: Sirviente de la luz. Historia completa Descripción física Humano de tamaño medio de complexión atlética y musculosa gracias a haber trabajado en el campo durante toda su vida. Posee un tono de piel moreno debido a las circunstancias climáticas de Páramos de Poniente. Las facciones de su rostro están algo más envejecidas de las que tendría una persona propia de su edad tras tanto trabajar y a causa de ello puede aparentar ser más mayor de lo que en realidad es. Desde muy joven siempre ha dejado su cabello pelirrojo largo y libre sin llevarlo recogido de ninguna forma. Al contrario que su melena que apenas parece cuidada ni arreglada, lleva una barba cerrada bastante trabajada para tratarse un campesino. Sus ojos de color avellana hacen que junto al resto de sus rostro, pese a estar levemente asilvestrado, den la sensación al resto de personas que se trata de un ser sin maldad alguna. Descripción psíquica Griflet es una persona de carácter llano, amable y simpático. Siempre le ha gustado ayudar a todo aquél que lo necesitase sin pedir nada a cambio ya que sentía la necesidad de ayudar a quien no pudiera valerse por sí mismo. Por todo esto le encanta conocer gente nueva. A muy temprana edad caló en él la sagrada fe de la luz al acudir junto a su madre a la capilla de la Colina del Centinela a rezar y jugar con los otros niños que iban a pasar sus ratos libres cerca de ella bajo la atenta mirada de la milicia del lugar que protegía a los habitantes del saqueo de la hermandad Defias. Suele pasarlo mal cuando viaja a poblaciones más grandes que donde él vivía, ya que no puede evitar sentirse como alguien inferior al resto de los habitantes por ser un simple campesino.
  17. Eventos asistidos La caravana de la esperanza Un nuevo comienzo. Sueños de paz. RÉQUIEM. Eventos creados
  18. // Si no tenéis inconveniente que un gnomo bocazas mercenario os preste ayuda a mi me gustaría asistir. ¡Saludos!
  19. doppler

    Varric Chispacorta

    Atributos6 Físico8 Destreza6 Inteligencia6 PercepciónValores de combate 24 Puntos de vida18 Mana7 Iniciativa10 Ataque a Distancia (Pistolas de chispa)10 Ataque a Distancia (Rifles de chispa)9 Ataque CC Sutil (Estoque)10 Defensa Habilidades Físico2 AtletismoDestreza2 Pistolas de chispa2 Rifles de chispa1 Estoque1 Cabalgar1 Escalar2 Defensa1 Nadar1 Sigilo1 Trampas/CerradurasInteligencia1 Callejeo1 Comercio1 Leyes1 Supervivencia/Cazar1 IngenieríaPercepción1 Buscar1 Rastrear1 Reflejos
  20. Caida de Gnomeregan El olor a sangre, sudor y muerte inundaba al completo la galería de túneles del sector trece de Gnomeregan. Desde hacía apenas una mísera semana toda la población civil había sido obligada a abandonar el sector al ser declarado zona de guerra... y por mucho que el ejército desplegado en la zona intentaba poner freno al avance de aquellas criaturas a las que se les denominó Trogg, no podían hacer otra cosa que no fuera morir e ir perder terreno poco a poco a pasos agigantados. La plaza del Manitas, la que antaño fuera una gran plaza repleta de vida con un flujo sin fin de ciudadanos que pasaban por allí para ir a trabajar, descansaran en una de las múltiples terrazas donde se servían comidas y bebidas a todas horas o simplemente pasearan por allí para despejar sus ajetreadas mentes, se había convertido en un auténtico campo de batalla. Una pequeña escuadra del ejercito de Gnomeregan había sido mandada desde la tranquilidad del sector nueve a rescatar los restos de un grupo de soldados heridos que habían avisado por radio de su mal estado de salud y la aparente tranquilidad del lugar. Varric se sentía un poco nervioso ya que solo había estado practicando un par de semanas con los rifles de chispa desde que dejó el taller de sus padres para ayudar al ejercito a enfrentarse a los trogg, pero en cierta parte se sentía seguro al tener superioridad tecnológica frente a unos seres que por lo que había escuchado en las zonas de reclutamiento tenían un raciocinio muy limitado y que actuaban prácticamente sin pensar. Quien iba a sospechar que unas criaturas sin apenas raciocinio supieran preparar emboscadas tan bien planeadas usando la tecnología de un enemigo a priori mentalmente superior. La escuadra llegó al lugar. En aquella plaza no encontraron mas que una radio dentro de un restaurante medio derruido y una ingente cantidad de troggs agazapados esperando sin prisa a dar caza a una incauta patrulla de rescate. En un abrir y cerrar de ojos comenzó una completa campaña campal. Usando los restos de los edificios que todavía se mantenían en pie, el ejercito gnomo consiguió hacer frente a la amenaza trogg a duras penas tras varias horas de batalla. Aquel terrible combate que sirvió como bautismo de fuego para el joven Varric, también le sirvió para poder aprender una muy valiosa lección de cara a su futuro como mercenario: Nunca menosprecies a tu rival, sea del tipo que sea, ya que increíblemente te sorprenderá de la forma que menos esperarías. Las semanas fueron pasando con cierta rapidez. Cada día que pasaba suponía el ir retrocediendo poco a poco terreno frente a las criaturas que invadían la ciudad subterránea. Varric podía intuir que tarde o temprano tendrían que abandonar la ciudad. Tras tantas batallas en tan poco tiempo contra aquellos seres pudo comprobar aterrado que daba igual cuantas cabezas agujerearas o cuellos degollaras con la sierra del lancer gnomo con la misma compasión con la que ellos despedazaban a los gnomos que por desgracia acababan cayendo en sus garras pese a llevar armaduras hechas con metales pesados. Aquellos extraños seres nunca dejarían de mandar mas y mas oleadas de los suyos contra las cada vez mas maltrechas defensas de la ciudad.. era como pretender parar el mar levantando una pequeña muralla de arena con tan solo una pala de juguete. Por cada enemigo al que quitabas la vida causaba que salieran de las grietas de la ciudad cinco nuevos troggs apestosos repletos de pústulas. En uno de los combates en los que la escuadra de Varric se veía inmersa prácticamente cada día, el joven gnomo fue gravemente herido y tuvo que ser trasladado a los hospitales de campaña ubicados fuera de Gnomeregan donde no pudo moverse durante semanas por su estado de salud tan crítico. Lo que el gnomo no sabía es que gracias a esas heridas provocadas por el enemigo, había logrado sobrevivir a las altas dosis de radiación que fueron soltadas en la ciudad días mas tarde que tantas vidas de camaradas había quitado y que habían dejado a la ciudad completamente contaminada y sin posibilidad de volver a asentarse en ella durante una gran cantidad de tiempo. Que ironía. Nueva vida Si algo había aprendido Varric durante su paso por el ejército de Gnomeregan durante el asedio Trogg es que una persona con carácter firme no debe aceptar donaciones de nadie por pena o compasión, lo que supuso que el gnomo rehusara a vivir en Forjaz como un simple refugiado en un ghetto con el resto de los supervivientes a la catástrofe de la radiación. Gracias a la experiencia que ganó en los campos de batallas de su tierra, Varric se alistó como miliciano en el ejército de Forjaz para seguir ganándose la vida en el fragor de la batalla arrimando el hombro con el resto de razas de la Alianza. Su puntería certera y su diminuto tamaño le labró una buena reputación como tirador e ingeniero de guerra viajando por toda Azeroth durante varios años conociendo los mas increíbles y recónditos lugares del globo ya fuera combatiendo a la Horda o contra las interminables huestes del Rey Exánime. Tras varios años de viajar de conflicto a conflicto, Varric se enteró de que al fin se iba a reconquistar Gnomeregan tras haber esperado que el nivel de la radiación de su interior no fuera letal para la vida. Como no podía ser de otra manera, Varric viajó hasta Forjaz tras tantos años alejado de lo que antaño fue su hogar y se alistó para colaborar en todo lo que estuviera en su mano para conseguir retomar la antigua joya de la corona del reino gnomo. Buena parte de la ciudad fue retomada, y aunque el gnomo fue invitado a vivir en el pueblo que había surgido en la ladera de la montaña de Gnomegan no pudo evitar rechazar la amable invitación. Después de tantos años viajando de un lugar para otro con su petate y su fusil a la espalda siguiendo a los ejércitos de la Alianza se sentía incapaz de asentarse en un lugar y echar raíces. Sabiendo de que su pueblo había logrado levantarse del barro y volver a ser dueños de algo a lo que llamar hogar, Varric se colocó una vez mas su petate en la espalda y se marchó sin despedirse de nadie. Es tiempo de buscar una nueva aventura.
  21. Nombre: Varric Chispacorta Raza: Gnomo Sexo: Hombre Edad: 60 Altura: 95 cm Peso: 20 Lugar de Nacimiento: Gnomeregan Ocupación: Soldado de fortuna Historia completa Descripción física Varric tiene un porte atlético y levemente fibrado, pero para nada musculado. Su pelo ya está levemente blanquecino, pero lo lleva arreglado con una cresta que enlaza con una enorme barba con patillas y bigotes de pelo también blanco que le dan un aspecto rudo pese a ser una persona tan bajita. Sus ojos son como el carbón, aunque suele ocultarlos tras unas gafas de sol oscuras. Si te fijas en su ropa, se puede apreciar a simple vista que sus ropajes de cuero están remendados con múltiples parches tras tantos años de trotes por los campos de batalla de Azeroth. De su espalda cuelga un pequeño petate donde lleva víveres y unas cuantas herramientas de ingeniería básicas junto a un rifle de chispa tamaño gnomo. En la parte delantera de sus ropaje cuelgan dos pistolas de chispa junto a unos cuantos perdigones para recargarlas. Por último, de su cinturón cuelga un pequeño estoque algo desgastado y una llave de trabajo gnoma. Descripción psíquica Deslenguado, maleducado, vulgar, rudo... todos estos adjetivos son perfectos para definir a este gnomo. No le gusta hacer el mal a nadie si está en su mano poder evitarlo aunque aparentemente pueda parecer que es una mala persona por sus formas. Le gusta estar rodeado de personas aunque finja ser un tipo duro ya que no soporta la soledad. No cree en ningún tipo de religión, aunque tolera la luz para evitar tener problemas en las zonas de la Alianza. Como todo buen gnomo le encanta la ingeniería, sobretodo lo relevante a explosivos, aunque no le obsesiona tanto como a muchos de sus compañeros que solo viven en su taller.
  22. Bienvenido compañero, ya verás como lo pasarás genial por aquí.
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