Nombre: Robert Prescott
Raza: Humano
Sexo: Hombre
Edad: 20
Altura: 1,78
Peso: 80
Lugar de Nacimiento: Villadorada
Ocupación: Recluta de la Guardia Imperial
Historia completa
Descripción física:
Robert tiene el pelo corto y moreno y tendría una poblada barba si no fuese porque se afeita a menudo, lo que le da un aspecto aún más joven, y de por si ya lo es. Sus ojos son verdes como los de su madre y de un tamaño similar, siendo medianos. Su piel es de una tonalidad levemente morena. Su rostro tiene unos rasgos algo marcados y posee una nariz pequeña y respingada. A pesar de su aspecto serio normalente, se puede ver en él un gesto de simpatía y bondad, unido a su joven aspecto ya comentado. Físicamente posee un cuerpo atlético, con músculos marcados pero sin ser muy delgado, al contrario, tiene una buena anchura de hombros y espalda. Esto es gracias a que ha heredado el cuerpo de su padre, pues haga lo que haga su cuerpo se mantiene en forma, aunque con entrenamiento podría estar mucho mejor.
Descripción psíquica:
Robert es una persona con una carácter fuerte y enfadadizo, aunque no lo aparenta pues suele esconder sus sentimientos a los demás, más aún cuando está enfadado o triste. En todo momento se muestra respetuoso y caballeroso, como debe ser según dice él mismo, y se nota que es un hombre disciplinado. Es notable que no es el más simpático de todos, quizás parezca borde al principio, pero eso se debe en gran parte a su timidez inicial. Cuando toma confianza es un gran compañero con el que hablar, reir y pasar un buen rato. Es una persona honrada y ante todo intenta mostrarse humilde, da igual que tenga algo de qué presumir o no. Es una persona con un gran afán por ayudar a los demás, pero ante todo busca defenderlos. Con los sucesos recientes de los Gnolls ha aumentado su sentimiento de protección sobre los demás. Volviendo al tema de ser enfadadizo, Robert es capaz de sentirse molesto por cualquier tontería, dependiendo a veces de la situación y del humor que tenga. No dirá que lo está, pero podrás ver en su rostro un gesto de desprecio o asco que da a entender que algo no le gusta o le enfada. Esto le hace ser algo rencoroso si alguien le hace algo malo. Pero al final acabará perdonando a esa persona, aunque nunca olvidará lo que le hizo.
Historia
Robert nació y se crió en su hogar en las afueras de Villadorada. Su madre se ocupaba de él todo el tiempo, mientras que su padre no solía estar presente pues tenía una obligación como soldado del ejército. Aún así, él siempre cuidaba y educaba a su hijo en todo momento que podía estar con él. Tal es así que su padre era un héroe para Robert, y era el ejemplo a seguir por su bondad, honor, valentía y dedicación a servir y proteger a su pueblo, como un buen soldado. Durante su infancia y adolescencia Robert vivió una etapa de completa paz. Él no conoció la guerra, solo sabía lo que oía de otras personas. Todas las historias y todo aquello que pudiesen enseñarle en el colegio, a modo de aprender la historia. Para él todo eso era muy interesante, aunque claro está, nunca deseó vivir esa situación. Su interés por los temas bélicos también eran fruto de la influencia de su padre, pues desde el primer momento Robert sintió como su pasión por servir en el ejército iba aumentando. También le gustaban las armas y armaduras y se quedaba embobado si veía a algún soldado de servicio, pues para él era todo un ejemplo a seguir.
Su infancia transcurrió de esta forma: iba al colegio, volvía a casa, ayudaba a su madre en todo lo posible, cuando estaba su padre en casa jugaban e incluso entrenaban con espadas de madera. Una infancia normal, así de simple. Mas de una vez acompañó a su padre al cuartel, siempre que se lo permitían, al menos para echar una ojeada. De hecho otros soldados ya conocían al pequeño Robert, ese niño curioso y nervioso que no podía dejar de hacer preguntas respecto al oficio de ser soldado. Aparte de ser gracioso y entrañable, los demás soldados veían en él un futuro recluta, así que contestaban con gusto a las preguntas, aunque al final fuese un pesado. Ahora bien, algo que le impactó y rompió con la paz con la que vivía fue la Tercera Guerra, al norte. Robert solo escuchaba rumores e historias y vio como venía gente a resguardarse al sur. Supo de la caída de Lordaeron y los sucesos posteriores, como la muerte de Varian y la creación del Imperio Humano. La guerra no se produjo allí mismo, así que Robert no presenció la guerra. Pero todos los sucesos y los cambios le afectaron tanto a él como su familia. Claro está, luego de la consternación de todo el mundo, Robert pudo volver a hacer su vida normal. Ahora bien, su padre pasó a formar parte de la Guardia Imperial, algo que llenaba de orgullo a su hijo, y ahora todos conocían que estaban bajo el mandato de la nueva Emperatriz. Estos cambios, aunque no traumaron a Robert, supuso un cambio en si mismo y una forma de madurar al escuchar las consecuencias de la guerra.
Los años pasaron y tras el descontrol inicial, las cosas volvieron a la calma. Ahora las cosas habían cambiado a su alrededor por la guerra, la situación sociopolítica era diferente. Ahora eran parte del Imperio Humano y las personas lo defendían con orgullo. Ahora eran una gran nación y su padre estaba ahí, sirviendo como soldado. A pesar de estos cambios, Robert continuaba con su vida habitual. Había cambiado, sin duda, ya no era tan niño y empezó a preocuparse por lo que pasaba a su alrededor. Su padre vio su cambio, vio como su hijo crecía y estaba dispuesto a luchar y defender a la gente del reino. No le quedó mas remedio que empezar a instruirle, más o menos, como un futuro recluta. ¿Por qué? Bueno, era lógico que su hijo querría seguir sus pasos y formar parte del ejército. Así que debía prepararlo para que luego no chocase con la cruda realidad. A pesar de los entrenamientos, un día su padre fue sincero y le dijo la verdad: "la verdad era que él no quería que siguiese sus pasos. Él se sentiría orgulloso si formase parte del Guardia Imperial, pero tenía miedo. Tenía miedo a perderlo, tenía miedo a que luchase, tenía miedo a que se viese envuelto en una guerra. Para él siempre sería su hijo, su pequeño. Y por eso mismo él luchaba, para defenderlo, para que no tuviese que enfrentarse a todo eso." Estas palabras sorprendieron a Robert, pues aunque conocía a su padre nunca vio esa faceta en él. Sentía miedo y eso lo hacía humano, luchaba para defenderlo pues esa era la razón para despertarse cada día. Robert sintió mas admiración y orgullo por su padre y sin saber que decir, lo abrazó. Fue un momento muy emotivo en su vida, pero que le hizo dar un paso atrás en su meta de formar parte de la Guardia. Desde aquel momento, su sueño quedaba en segundo plano y empezó a pensar en otra forma de ganarse la vida.
Robert fue creciendo y optó como oficio la herrería, pues desde pequeño le encantaban las armas y armaduras. Si su camino no era portarlas y usarlas, al menos podría forjarlas. Su padre se puso en contacto con un herrero que trabajaba con la Guardia para forjar todo el equipo y para repararlo y ponerlo a punto. Así pues, Robert no sería miembro de la Guardia pero los ayudaría mediante su trabajo. Así fue como Robert empezó a trabajar en la herrería, como un mero aprendiz. Era un trabajo duro, pero gratificante, y pudo aprender muchísimo de ese oficio. Eso sí, cada vez que observaba una armadura se imaginaba con ella puesta sirviendo como soldado, pero rápidamente ese pensamiento se esfumaba de su cabeza y seguía con su trabajo. Así fue durante un tiempo al menos. Después de un tiempo donde se acostumbró al trabajo y ya tenía ciertos conocimientos muy básicos, sucedió la Segunda Guerra Gnoll. Ahí fue la primera vez donde Robert vivió una guerra de cerca. Él, que en un principio infravaloraba a los Gnolls, se dio cuenta de que eran un enemigo a temer. Conforme la guerra avanzaba, la preocupación de Robert iba en aumento. Apenas veía a su padre, pues estaba luchando sin descanso, mientras que él y su madre se refugiaron en Villadorada. Poco después los Gnolls llegaron allí y asediaron la zona, pero fueron expulsados. Robert lo presenció todo y el miedo se apoderó de él, se quedó paralizado. Pero su padre consiguió alejarlo del peligro y que huyese con su padre. Tras estos sucesos y el fin de la guerra, Robert se sentía decepcionado con su actuación. No solo por no luchar, si no porque el miedo lo invadió y no pudo hacer nada, podría haber muerto de no ser su padre. Una vez volvió a su tarea normal como aprendiz de herrero, con mas trabajo que nunca por los destrozos, observó una espada que tenía en sus manos. En un instante lo había decidido, sabía lo que debía hacer. No dejaría que el miedo se apoderase de él una vez más, debía afrontar aquello con lo que soñó desde pequeño. Su padre no lo aceptaría pues su preocupación era demasiado grande. Pero ya era un adulto y ese era el camino que debía seguir: ser miembro de la Guardia Imperial. Así que, con las cosas claras, informó a sus padres y a su maestro herrero y se dispuso a alistarse al ejército.
