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  1. 3 points
    NOMBRE: Viktor Kruber EDAD: 35 Raza: Humano Sexo:Varón Altura: 1.83m Peso: 82kg Lugar de nacimiento: Una granja apartada a un par de días al norte de Andorhal. Ocupación: Actualmente desempleado. Anteriormente cazarrecompensas. DESCRIPCIÓN FÍSICA Se trata de un hombre alto alrededor de la treintena, alto y delgado. Se encuentra en buena forma, ya que nunca ha llevado una vida sedentaria. Es un hombre de tez pálida, de pelo largo negro suelto hasta los hombres o recogido en una coleta, mostacho y de habitual barba de varios días. Sus ojos son de un intenso color azul, con una mirada intensa, aunque marcada por ojeras que demuestran no dormir demasiado bién. De cara alargada y rasgos afilados, con una nariz curva y de puente prominente. Tiene una cicatriz de un corte en la mejilla, entre otras que se pueden encontrar a lo largo de su cuerpo. Acostumbra a vestir ropajes oscuros, sencillos y practicos, aunque parecen haber visto días mejores. De su cinto pende una espada de punta y corte con guarda de lazo, con la empuñadura llena de arañazos pero con la hoja afilada y bien cuidada, ademas de un puñal y dos pistolas de chispa que parecen llevar unos cuantos años a sus espaldas. De su cuello cuelga un simbolo de la Luz tallado en madera y un par de alianzas de boda en una cadena. DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA Viktor es un hombre humilde, de escasas aspiraciones materiales mas allá de las necesarias, aunque siente una especial debilidad por el dulce y es propenso a ahogar las penas en vino. Tiende a afrontar los conflictos de manera fria, pero cuando se trata de asuntos de fe o convicciones, las cosas pueden llegar a calentarse sobremanera. Su actitud es socarrona y desenfadada, aunque mas templada respecto al descaro de su juventud. A pesar de su actitud cortes y amigable, no le gusta hablar de asuntos personales y utiliza su actitud picara para evadirse y tiene muy mal pronto. Es un absoluto intransigente en lo que respecta a las personas. No soporta la blasfemia ni esta dispuesto a perder el tiempo con aquellos a los que no considera merecedores de ello. Le cuesta establecer relaciones de autentica confianza con las personas si no llega a conocerlas de verdad. Es una persona de extrema religiosidad y de codigo moral es sencillo. Existe el bien y existe el mal. El segundo debe ser erradicado a toda costa, sea cual sea el precio. Se considera a si mismo juez, jurado y verdugo y carece de remordimientos por ello. HISTORIA: La mayor parte de la vida de Viktor dista de haber sido una sencilla, sin embargo, de haber actuado de otra manera cuando era joven es probable que aun fuera un granjero. Nació y se crió en una granja de Lordaeron, a un par de dias de viaje de Andorhal. Hijo de inmigrantes de Ventormenta, gente sencilla, en un lugar sencillo y con una vida sencilla, o monótona, como habría dicho él por aquel entonces. Su familia provenía de los Paramos de Poniente, pero el apenas era un crió cuando la llegada de los orcos los obligo a abandonar aquello. Creció para ser un joven descarado e impertinente, al que sin duda aquella vida no satisfacía. Quería ver mundo, encontrar algo mejor en la vida, así que tarde o temprano decidió que aquella no era vida para él. Al pensarlo en retrospectiva, desearía haber dejado las cosas mejor de lo que lo hizo, pero el fervor de la juventud nunca es el mejor consejero que uno puede desear...Apenas contaba con quince inviernos cuando decidió, tras una acalorada discusión con su estricto padre, huir de aquello. En cuanto puso los pies en el camino, con lo poco que llevaba encima, se puso en marcha hacia la ciudad de Andorhal ¿Que mejor lugar que la ciudad para labrarse un futuro para un hombre talentoso como él? La gran diferencia, es que no era más que un muchacho idiota con delirios de grandeza. No duraría ni un año de trabajo honrado mal pagado antes de empezar a obtener el sustento de maneras más ilícitas. Todo empezaría con algunos tratos sucios a costa de su empleador que le llevarían a acabar de nuevo en la calle, seguido de algunos robos y asaltos en el camino para finalmente acabar conociendo a "las personas adecuadas".Poco más que una banda de rufianes y maleantes, a decir verdad. A partir de ahí, todo iría cuesta abajo y sin frenos. No habría sido tan terrible si la cosa no hubiera pasado de ahí, pero su vida no volvería a ser la misma el día que mató a su primer hombre. No había nada especial en él, solo un tipo corriente que debía dinero a otros tipos no tan corrientes. No fue algo fácil de afrontar y llegó a plantearse muchas cosas tras aquello, pero después del primero, llego un segundo. Y después un tercero. Antes de que se hubiera dado cuenta, apenas parpadeaba al hacerlo. Era trabajo, y uno no mal pagado. Y lo peor de todo, es que se le daba muy bien. Pero tarde o temprano, las cosas se torcieron. Un trabajo salió mal y, teniendo a la justicia pisándole los talones, decidió poner tierra de por medio y poner rumbo al sur. A Ventormenta. No sería hasta un tiempo después de haber llegado a su destino que comprendería lo afortunado que había sido. Se había librado por apenas unos meses de verse atrapado en Lordaeron durante la caída del reino en manos de los no muertos. Pensó en que habría sido de familia, de sus padres y sus hermanas, pero hacía tantos años que no los veía que ya hacía mucho que había renunciado a ellos. No obstante, nunca dejaría de preguntarse si habían sobrevivido. Una vez establecido, siguió con su vida donde la había dejado. Dada su propensión a la violencia, entro en el negocio de cazarrecompensas por cuenta propia y mercenario junto a otros. Vivía cada día como si fuera el último, gastando cuanto conseguía en beber y putañear. No sabía hacer otra cosa, por lo cual no es que tuviera mucha opción. O eso le gustaba decirse a si mismo. Pero tarde o temprano todo el mundo encuentra la horma de su zapato. El que a hierro mata, a hierro muere, como se suele decir. Fue el día que dio con la recompensa que no pudo cazar. El día que todo salió mal. Se vio a si mismo emboscado y abandonado en el camino, dado por muerto. El día que cambió su vida. Fue encontrado por el padre Samwell, el párroco de una aldea del bosque de Elwynn llamada Vientopresto. Lo encontró en el camino y le salvó la vida. Pasaría meses en la casa de aquel hombre, recuperándose y replanteándose su vida. Aunque nunca había sido un hombre beato, encontró cierto consuelo y motivo en las conversaciones que tenía día a día con el padre Samwell. Llegó el día en que sus heridas estaban sanadas y podía marcharse, pero no lo hizo. Se quedo con el párroco, ayudándole en cuanto podía. Quería pagar la deuda que había establecido con aquel hombre, pero había algo más. Quería aprender a vivir como él. Quería algo de la paz con la que parecía afrontar ese hombre cada día de su vida. Y así lo hizo. Un año había pasado tras su experiencia al borde de la muerte y ya no era el mismo que el párroco encontró desangrándose en el camino. Había encontrado motivo y propósito en las enseñanzas de aquel hombre. Las enseñanzas de la Luz Sagrada. No obstante, sentía que tenía muchos pecados que purgar para lavar su alma. Tomó entonces la decisión de tomar un voto de no violencia. Jamás volvería a matar ni a hacer daño a otro. Fue entonces cuando, con la bendición del párroco, volvió a echarse al camino, con una misión muy distinta en mente esta vez. Pasaría los siguientes años peregrinando por los caminos, ayudando al necesitado siempre que podía y siempre con su voto en mente. No fue fácil, sobretodo al principio. Los instintos de un hombre son algo difícil de ignorar, pero finalmente logró hacerlos callar. Fue en Villaoscura, en aquellas tierras dejadas de la mano de la Luz, donde finalmente encontraría una razón para dejar de vagabundear. Allí conoció a la que se convertiría en su esposa y motivo de ser. Marianne. Muchos años habían pasado, muchas millas andadas desde el día que decidiera abandonar a su familia para buscar fortuna y, sin embargo, lo que tanto tiempo atrás había dejado era lo que anhelaba su alma. Una familia. Un hogar. Allí es donde pasaría los últimos años y donde esperaba morir, pero el destino es una perra cruel y las cosas nunca salen como uno hubiera querido. Allí estaba él, el día que Villaoscura cayó. Cuando la marea de no muertos inundó las calles. Intentó salir de allí con su esposa encinta, pero fracasó. Los muertos la alcanzaron, y Viktor no pudo hacer nada para salvarla. Los últimos años le habían vuelto manso. Blando. Débil. Y aun contra todo pronostico, logro salir de allí con vida. Quiza la Luz estaba de su parte aquel día, pero de haber sido así habría tenido la cortesía de salvar a Marianne. Sin un solo lugar al que ir y con el corazón hecho pedazos, regresó al único lugar que conocía, la aldea de Vientopresto. El padre Samwell lo acogió y trato de consolar a Viktor como pudo, aunque este solo parecía querer aislarse del mundo. Y eso es lo que hizo, al menos al principio. Pues la pena que amenazaba que lo inundaba no fue capaz de apagar una nueva llama que empezaba a arder dentro de él. Una llama alimentada por la ira y el rencor, pero era una que demandaba justicia. ¿Se había estado engañando todos estos años? ¿ Era la paz y la tranquilidad un sueño ingenuo? ¿ Como vivir en paz en un mundo repleto de tanta maldad? Quedarse encerrado lamentándose de su propia miseria no iba a servir de nada. Algo tenía que hacer. Su corazón ardía con una nueva, aunque transformada, fe. Siempre había tenido un talento natural para la violencia, pero eso no era el problema. Ahora lo veía claro. El problema era que había estado poniendo ese talento durante muchos años en pos de sus deseos egoístas y mundanos. Era un talento que podía usar para dar caza a aquellos que verdaderamente lo merecen. Los malvados, los herejes y aquellos que infectan el mundo con las artes oscuras. Era momento de poner sus talentos en manos de las únicas causas que merecían la pena. La Luz y la justa retribución que a todo malvado le debe llegar. Pero Viktor era solo un hombre, y no sabía nada del verdadero enemigo. No estaba preparado. Pero sabía que había otros que pensaban como él y que sabían como librar aquella guerra. Finalmente, partió una vez más de Vientopresto. Esta vez, con la desaprobación del padre Samwell, que le aconsejaba tomarse tiempo para el duelo, pero ya poco le importaba. ¿ Como iba él a entender como se sentía? No podía quedarse de manos cruzadas. Ya nunca mas podría. Una vez mas, como tantas otras a lo largo de su vida, echaba los pies al camino, ahora con rumbo a la capital, Ventormenta, con la intención de unirse a las filas de la fe...
  2. 1 point
    Había sido duro, el camino fue inclemente y agotador, pero finalmente habían llegado a su destino. Bodvar había estado teniendo sueños con las nevadas montañas de Alterac desde que su viaje había empezado. Pero lo último que deseaba era admirar el panorama, no, su negocio moría y él tenía que salvarlo. Costase lo que costase. Los materiales se acabaron como él lo había predicho y se negaba rotundamente a cederle ni una sola moneda a los estirados humanos. ¡Le arruinarían antes de siquiera cumplir el primer año! No, no podía permitirlo. Necesitaba un modo de alimentar sus forjas con materiales, y había descubierto el indicado... tal vez. El clan Picotormenta era conocido por sus grandiosas habilidades para la excavación de minas, se dice que tanta ha sido su afición por esa profesión que cada enano de Dun Baldar nace con una pizca de mortero en las venas. Además de que, como cualquier otro clan, tenía sus problemas. Bodvar tenía intenciones de ayudar a los Picotormenta y comerciar con ellos, quien sabe, al fin y al cabo ellos compartían región con los despreciables orcos Lobo Gélido, y la posibilidad de volver a llevarse consigo unas cabezas de pielverde solo era un bonus para las intenciones del enano. Sea como fuere, hallaría un lugar en ese clan y obtendría el suficiente renombre como para hacer un buen trato comercial con ellos y volver a su negocio tranquilamente. ¡Era el plan perfecto! Desde que empezó a marchar en Elwynn los enanos Ivar y el joven Okri le empezaron a seguir, aunque el guerrero Drakkigson fuese un personaje apartado y receloso, siempre había preferido viajar acompañado en algo como esto, y más si eran dos miembros de su propia herrería. Atravesaron las tierras gélidas de Dun Morogh e hicieron pocas paradas en Loch Modan, para empezar a viajar a remo por los inundados Humedales. Si algo caracterizaba a la partida de enanos era su perseverancia, pues nunca se detenían. Apenas le dedicaban unas pocas horas al sueño antes de reanudar la marcha y eso en parte fue lo que aceleró su viaje. Eventualmente reclutarían a Ofülg, un veterano guerrero del clan Yunquemar y antiguo conocido de Bodvar, quien se unió irremediablamente a la partida apenas descubiertas las intenciones del enano. Se quedaron unos días en la fortaleza del clan Colina de Hierro, Dun Garok, donde se pertrecharon y resolvieron unas pocas disputas para el clan. Muchas cosas ocurrieron durante su estadía en la colina de los Colina de Hierro, Ivar y Ofülg tenían que afrontar el hecho de compartir sitio en esta aventura, pues ambos enanos eran distintas caras de una misma moneda que poco más deseaban algo que no fuese arrancarse la cabeza el uno al otro. Por otra parte, Okri iba puliendo sus habilidades a su vez que iba aprendiendo más del mundo. Fascinado por los sitios a los que le había llevado esta aventura y deseoso de continuar el viaje, el espíritu aventurero que latía en el interior del enano más de una vez lograba animar a los enanos en sus penurias. Mientras que Bodvar, invadido por sueños e intrigas, cada vez se volvía más distante y reservado, perdiéndose en sus pensamientos durante largos periodos de tiempo y no hablando con nadie más que consigo mismo. Hierro de Sangre Con el espíritu avivado y las alforjas llenas, los enanos reanudaron su cruzada al norte. Con un mapa que revelaba las zonas más seguras para transitar a través de las montañas y a una distancia peligrosamente cercana a las tierras de nadie norteñas, lograron atravesar el complejo de picos y riscos que hacen de Alterac una región tan peligrosa para los desprevenidos. Solo gracias a los hacedores fue que lograron evitar acabar en la cueva de un ogro furioso o en el corazón del coto de caza de una trulla de bandidos. Pero todas las adversidades se hicieron a un lado cuando los enanos lograron observar las primeras columnas de humo que se alzaban en el cielo, y los tejados de sólida roca de donde aparecían. Estaban por fin en los dominios del clan Picotormenta, tras todo lo que el grupo había tenido que pasar, finalmente lo lograron. Pronto llegarían a su destino. Siguieron marchando pero el clima y el cansancio hizo una mella profunda en los extenuados cuerpos de los enanos, quienes hallaron refugio en una granja apartada en las colinas perteneciente a Modi Mascarrocas y su familia. Gracias a su hospitalidad los enanos pudieron finalmente hallar descanso en una cama cómoda y pasar el tiempo en una habitación caliente. Un lujo que había sido privado de ellos desde hacía muchas noches. Bodvar, no obstante, seguía teniendo sueños con esta antigua fortaleza. Y más de una vez se encontraba observando a las estrellas, somnoliento. Dun Baldar estaba cerca. Su juramento pronto estaría a salvo del incumplimiento. Aunque muy en el fondo, sus ansias de gloria y batallas empezaban a palpitar cada vez con más fuerza en su corazón. Deseoso estaba de los desafíos que le ofrecían estas tierras salvajes. Participantes: Ivar @Titobryan [Defensa - Reflejos - Hachuelas (CC) - Advertir/Notar - Tradición/Historia] Bodvar @Axl [Defensa - Reflejos - Martillo mano (CC) - Advertir/Notar - Tradición/Historia - Comercio] Ofülg @Archibald [Defensa - Reflejos - Hacha de guerra (CC) - Sanación/Hierbas - Tradición/Historia] Okri @Grol [Defensa - Reflejos - Hacha de mano (CC) - Tradición/Historia - Comercio]
  3. 1 point
    Información principal ♦Nombre: Hargrim del clan Filo Ardiente ♦Raza: Orco ♦Sexo: Varón ♦Edad: 41 ♦Altura: 1.96cm ♦Peso: 121kg ♦Lugar de nacimiento: Draenor ♦Ocupación: Vagabundo, Guerrero de Clan ♦Ficha: ♦Historia completa Descripción Física Hargrim es un orco fuerte y resistente, y eso se nota. Pues su cuerpo exhibe tantas marcas de flagelos que es difícil discernir en donde se separa una cicatriz de otra entre la poca piel intacta del orco. Fruto de una juventud de maltratos y abandono. En donde no se halla una cicatriz o una marca de batalla, se encuentra un tatuaje. Diversidad de runas y escritos orcos han sido marcados en su piel a fuego y recubiertos por pinturas y maquillajes. Bien podría tratarse de un tótem andante. Uno de los rasgos más característicos de Hargrim es que su rostro siempre se halla cubierto por una máscara de huesos tallados y decorados, dándole un aspecto salvaje y monstruoso al orco. Su cara ha sido desfigurada al punto de volverla casi irreconocible para el resto de los orcos que alguna vez le han conocido, y la oculta bajo su máscara. Más allá de eso, suele presentar características comunes en cualquier otro de su especie, no llegando a ser el más alto ni tampoco el más corpulento, de hecho, Hargrim presenta un buen equilibrio entre fuerza y destreza. Cosa que ha asegurado su supervivencia en los duros ambientes de Draenor a lo largo de los años. Descripción psicológica Hargrim es un orco prudente, a pesar de todas las cosas que ha vivido siempre destacó por su férrea voluntad y capacidad para dar un paso adelante y afrontar la siguiente adversidad. De hecho, tanto su astucia como su capacidad de adaptación le han asegurado un lugar entre los vivos en un mundo tan hostil como lo ha sido para él Draenor. La vida de paria no es bien aceptada en ningún clan, eso lo sabe todo el mundo. Un orco sin clan a muy pocos ojos sería visto como tal, y eso es lo que ha vivido. Muchos esperarían que esto desarrollase un caracter receloso y apartado en el orco, pero en su caso ha sido todo lo contrario. Sí, dentro de lo que cabe es un orco que encontrarás por lo general apartado, farfullando perdidamente en sus propios pensamientos; pero eso no significa que se muestre reacio a compartir su mesa con otro orco o participar en una charla. De hecho, se ha demostrado que es un gran conversador y un prometedor estratega. Humilde, por encima de todas las cosas. Y con un sentido del honor bien estructurado y marcado en su vida, Hargrim empezó a seguir el arquetipo de orco que le ha ido inculcando su clan desde su abrupto ingreso. Paria El pasado es un fantasma, intangible, estático. Algo a lo que se puede dar la espalda y dejar atrás para siempre. Pero a veces incluso tu pasado puede ser tu perseguidor, hasta el final de tus días. El pasado de Hargrim es un pasado de desdicha, de dolor y de supervivencia. Nacido bajo el seno de un clan débil y moribundo conocido como el clan Garrapétrea, siempre a la merced de los terribles ogros del norte de Draenor, la infancia para el joven orco fue dura, e iba empeorando conforme la adultez se acercaba. El limitado terreno que poseía su clan apenas alcanzaba para mantener a la sometida población bajo un constante estado de presión, cada salida al exterior por alimentos significaba un peligro de muerte, del que luego el mismo clan tardaría en recuperarse. Esto aunado a las amenazas constantes de los ogros, cuyas incursiones aumentaban en número y en peligrosidad conforme seguían multiplicandose. Eventualmente, los orcos no soportarían más a la amenaza de los ogros y en un último intento de luchar por la supervivencia de su clan, alzaron armas y cabalgaron hacia la guarida de los tiranos, en un ataque final contra la fortaleza ogra. Todos los orcos fueron armados ese día, incluso aquellos que apenas tuvieron sus colmillos hace unas pocas lunas. Cuando todo estuvo listo, los Garrapétrea cargaron a la batalla. Hargrim se encontraba entre ellos. Los ogros no se esperaron una ofensiva de parte de un clan apartado y débil, error que lamentaron poco después tras ser alcanzados por la primera oleada. Los orcos lograron adentrarse en su fortaleza y el joven guerrero logró derribar a un ogro con la ayuda de otros jóvenes orcos. Esa noche esos guerreros compartían su primera muerte, y ninguno se arrepentía de compartirla. Los orcos luchaban con avivado espíritu ante la posibilidad de perder su hogar en una derrota, cosa que volvió la batalla a su favor durante los primeros asaltos. No obstante, la fortaleza de los ogros era un bastión de proporciones impresionantes incluso para los orcos. Por cada salón que los ogros perdían, estos aumentaban la fortificación del siguiente. Por cada ogro que caía, otro aparecía para cubrir su lugar. A diferencia de los Garrapétrea, que cada guerrero que fallecía constituía una gran pérdida para el resto. Eventualmente, los ogros tomarían ventaja sobre los orcos y empezarían a recuperar el terreno, obligando a los guerreros de clan a una retirada a sus reservados dominios tras una masacre en los propios salones de la fortaleza. Hargrim huyó junto con el resto de los guerreros, solo para hallarse cara a cara con la desgracia una vez volviese a casa. El alma se le cayó al suelo cuando al volver, observó los hogares de su gente en llamas, las murallas derribadas y los pocos que se habían quedado adornando el suelo con sus cadáveres. Habían salido en busca de libertad, pero solo habrían traído la ruina a su pueblo. El corazón se le llenó de ira, pues los ogros siempre habían tenido la ventaja. Una vez ellos hubieran salido a declararle la guerra a los ogros, estos ya habrían reducido su hogar a escombros para cuando los extenuados guerreros regresaran. La malicia de sus enemigos les ganó un lugar en lo más profundo de su mente a Hargrim. Siempre les recordaría con el más avivado de los odios. Poco duró su descontento y el de todos los demás guerreros que le acompañaban, pues los ogros retomarían la ofensiva casi inmediatamente. Y los orcos, superados por tres a uno, no tardaron en ser subyugados y capturados, al parecer sus enemigos tenían otros planes. Al parecer, la piedad que confería una muerte en combate no se les sería otorgada. Les esperaba un destino peor que la muerte. Los años pasaron, y Hargrim vivió como un esclavo en las minas de escoria de los ogros. Mientras que muchos de sus hermanos de clan habían muerto por las terribles condiciones de trabajo y las extensas jornadas de torturas y maltratos, Hargrim se había lucido por su capacidad de sobrevivir. Su astucia le había permitido salir ileso de palizas y torturas. En secreto, buscaría la manera de escapar de aquel frío infierno costara lo que costara. Incontables veces falló, pero eso no significó que desistiría. Su cuerpo conoció dolores insondables, pero su voluntad de acero le obligó a seguir intentando. Hallaría la forma de escapar aunque tuviese que arrastrarse hacia la salida. Uno de los castigos más terribles fue el de hundir su cabeza en una de las ardientes forjas negras de los ogros, cosa que desfiguró terriblemente el rostro del orco y le hizo padecer una ceguera parcial. Su tormento no halló límites, pero eventualmente lograría su cometido. La libertad era tan extasiante que Hargrim apenas pudo contener su júbilo, pero habría preferido no haberlo hecho. Pues una marea de incertidumbre ahora amenazaba con ahogarle. ¿A dónde iba a ir? ¿Qué iba a hacer? En ningún sitio se apreciaba a un orco sin clan, a un descastado. Su clan había muerto y él debió haberlo hecho junto con él. La visión de una vida de vagabundeo en solitario lo horrorizaba, y más cuando todo lo que conocía le fue arrebatado a manos de unos tiranos. Pero no había luchado durante tanto tiempo y afrontado tanto tormento para nada, había logrado escapar de las minas de escoria. Ahora su mayor desafío será encajar en la sociedad. Y así Hargrim vagó a través de los yermos, las junglas y las colinas. Visitó clanes uno tras otro, y sus estadías siempre fueron efímeras. A pesar de lo mucho que deseaba formar parte de un grupo, siempre le verían como un descastado, un extraño y alguien que no demostraría jamás ser parte del resto. Este pensamiento desesperanzó a Hargrim, quien en uno de sus últimos intentos, viajó hacia la fortaleza del único clan que le aceptaría como un igual si demostraba su valía. El Filo Ardiente. Hargrim ya lo había intentado tantas veces que no tenía muchas esperanzas en su ingreso, pero eso no logró aplacar su ímpetu. Desde un principio, le había probado a los miembros del clan su utilidad y valía en el combate, aunque más de una vez tuvo que comer en solitario, y no tener a nadie con quien hablar, su habilidad para el combate fue convirtiéndole en una promesa a tener en cuenta; aunque no hubiese nacido bajo el manto de los Filo Ardiente, pronto demostraría que podía hacer más que aspirar a pertenecer a dicho clan. La hora de las pruebas había llegado, y Hargrim no fallaría esta vez. El ciclo de tormento acabaría finalmente. Los años fueron pasando y adaptarse al cambio fue duro, pero lo hizo de forma fugaz. Los orcos pronto le veían como uno de los suyos y el disfrutaba de sentirse acompañado por una nueva familia. Los guerreros del clan Filo Ardiente eran temidos en el campo de batalla y protegían la disciplina por encima de todo, Hargrim compartió un sitio con el resto de guerreros en numerosas escaramuzas y batallas. Además de ser un rápido estudiante; aprendió el dominio de los elementos y a como venerarlos y escucharles, pero más temprano que tarde su aprendizaje se vería interrumpido por todos los eventos del Alzamiento de la Horda. Años de derramamiento de sangre asesinaron a su mundo y pronto la única salida sería la que todo orco conoce. La Guerra. Fue de los primeros junto con el resto de su clan en beber la maldita sangre de demonio, y perteneció a las numerosas bandas de guerra que cruzaron el portal oscuro. El mundo del otro lado emanaba vida y oportunidades para su pueblo y para el resto de la Horda, y él contribuiría en su conquista.
  4. 1 point
    En nombre de la Emperatriz Prólogo: Culpables Cada minuto pasaba lento. Como una era. Ya no le quedaban uñas ni nada con lo que intentar desviar sus pensamientos. No había podido pegar ojo desde que recibió la primera amenaza. Si no hubiese sentenciado a esos hombres, nada habría ocurrido. Él no había sido el verdugo, pero sí el que dictó la sentencia. Sabía que todo aquello podía traerle desgracias, pero tuvo que elegir; el deber o el miedo. Eran hombres poderosos. Hombres con influencia. Lo único que consiguió tras condenarlos fue la ira de toda la jauría. Lo que leyó en esas amenazas le retorcieron el estómago. Eran unas líneas tan atroces que a veces ni siquiera podía terminar de leerlas. Se había abierto la veda, los leales a los malditos clamaban venganza. Querían sangre. Los cuervos ya habían volado. Sus hijos debían volver a casa, a resguardo entre las murallas imperiales. Resumen: - Habéis repelido a un grupo de bandoleros que ha intentado asaltar la caravana que transportaba a la hija pequeña del juez. Por suerte, ha llegado a la villa sana y salva. Consecuencias: - Dos soldados imperiales han caído en la refriega. - Janos vuelve a casa con unas cuantas heridas que tardarán unos días en cicatrizar del todo. Habilidades: Alondra @Beretta: Advertir - Pistola de chispa Runa: Advertir - Ataque CC Janos: Defensa - Misiles Arcanos - Toque de energía
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  6. 1 point
    Dia 148 Viernes 27 de Abril a las 00: 49 AM Nada interesante... Todo esta muy calmado desde que apalizamos a los del granero, que por cierto. Ganamos. Obviamente, estaba yo repartiendo tiros a diestra y siniestra, era imposible no ganar. Eso si, hoy he conocido a una pedazo de moza mujer muy hermosa. Habla alto común, como yo. El arrabal ha apagado mi lenguaje alto... Ayer casi muero tratando de recordar las pronunciaciónes y palabras adecuadas para darle sentido a la frase... El caso, es una chica bastante hermosa a decir verdad. No resalta en nada y eso me gusta, eso si... Me he enamorado de sus ojos y ese guiño... Madre mia ¡Y encima es mi superior a cargo! Por fin una jefa que este buena sea bonita. Tratare de dormir un poco y a ver que me depara en mañana. *Habría un dibujo al final de la letra, más que un dibujo, un esbozo leve de una rosa*
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