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  1. vigon

    Ficha rick blackplain

    Atributos 8 Físico 6 Destreza 6 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 32 Puntos de vida 18 Mana 8 Iniciativa 10 Ataque CC (Arma Pesada (Espadon ligero)) 9 Ataque CC (Arma Pesada(lanza ligera)) >8 Defensa Habilidades Físico 2 Arma Pesada (Espadon ligero) 1 Arma Pesada(lanza ligera) Destreza 2 Defensa Inteligencia 1 Fauna 2 Leyes 2 Supervivencia Percepción 2 Buscar 2 Rastrear 2 Reflejos 2 Rumores Escuelas/Especializaciones
  2. vigon

    Ficha rick blackplain

    Atributos 8 Físico 6 Destreza 6 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 32 Puntos de vida 18 Mana 8 Iniciativa 10 Ataque CC (Espadon ligero) 9 Ataque CC (Lanza ligera) 10 Ataque CC (Espada Pesada) >8 Defensa Habilidades Físico 2 Espadon ligero 2 Espada Pesada 1 Lanza ligera 2 Atletismo Destreza 2 Defensa Inteligencia 2 Fauna 2 Leyes 2 Supervivencia Percepción 2 Buscar 2 Advertir/Notar 2 Rastrear 2 Reflejos 2 Rumores Escuelas/Especializaciones
  3. Nombre del Personaje Alphonse Benedikt Van Dunkelheit Raza Humano Sexo Hombre Edad 28 Altura 1.75 mts Peso 80 kg Lugar de Nacimiento Norte de Gilneas Ocupación Soldado profesional Descripción Física Ojos claros y profundo con mirada encantadora, sonrisa alargada y coqueta, cabello largo hasta la nuca con barba arreglada en un bigote de alas y perilla. Su complexión es algo delgada pero se mantiene en forma. Descripción Psíquica Un cuervo inteligente y de mente zagas, suele mostrar una actitud cortes y amistosa la mayoría del tiempo aunque en su mente es un cínico quien no confía de lleno en nadie y busca su propio beneficio sobre los demás. Ficha Rápida No (1000 palabras mínimo) Historia Los perpetuos nubarrones en el cielo eran el paisaje habitual en el bosque de pinos. el viento se encargó de moldear con el tiempo la alargada forma de los árboles que se chocaban unos con otros en su vaivén, el sonido del viento silbando entre ellos y las ramas crujiendo cuando se enredaban entre si hacían del lugar un espeluznante pasaje que pocos se atrevían a surcar. En el suelo las protuberantes raíces creaban una pista de obstáculos para el pequeño niño que huía despavorido con el rostro pálido y lleno de sudor, pronto encontró un tronco lo bastante grande para cubrirle y de un solo salto se puso a espaldas de este. Postro su vista en el cielo aun agazapado entre la maleza y el tronco, buscaba a su perseguidor; alto en el cielo donde las ramas filtraban la luz en pequeños halos, las enormes alas negras ensombrecían todo a su paso perturbando las hojas de los pinos hasta que se desprendieran. El pequeño humano se mantenía inmóvil en su escondite esperando haber perdido a la enorme ave negra, surco el cielo una vez más ahuyentando a los venados con sus estruendosos graznidos, aunque su mirada permanecía alerta, el chico se encontraba maravillado con la sensación sobrecogedora que generaba su presencia. -¡Benedikt! – la enorme mano llena de callos y arrugas tomo al chico por el cuello del saco alzándole hasta la altura del enorme hombre - ¿En dónde diablos te habías metido?- Sostenido en el aire por su padre señalaba al cielo- ¡Allí, allí! – No pudo su evitar el hombre girar en la dirección que señalaba su hijo en el cielo – Es el cuervo gigante, lo he visto, venia tras de mi, pero lo he perdido en el bosque. – Aun cuando el viejo intento seguir las indicaciones del joven solo pudo dibujar una sonrisa algo nostálgica. Dejo libre al niño sobre el suelo al tiempo que el se arrodillaba para estar a su altura – Benedikt, hijo- puso ambas manos sobre sus hombros asegurándose de que le mirara fijamente – No existe un cuervo gigante acechando el bosque del cubil- -Tal vez se esconde en el cielo, más allá de nuestra vista...- - …Entre espesas nubes, dentro de altas montañas donde reina como príncipe de los cuervos. - Suspiro el tosco hombre – La abuela también me contaba esa historia antes de dormir. Tienes que olvidarla, chico. – - ¿Cómo tú la olvidaste? “entre espesas nubes, a través de vientos helados, dentro de altas…” – la enorme mano bajo con fuerza sobre la cabeza del chico en un trastazo que le sacudió el cabello e interrumpió las insolencias del joven. – Anda ya con el resto, no nos has ayudado en nada hoy, así nunca aprenderás a cazar. – Benedikt recordaba los días que pasaba en el cubil del cuervo mientras partía a bordo de la carroza en dirección a la capital, Su padre el hidalgo Oswald Mertzert Van Dunkelheit dueño de esas tierras cumplía con las tradiciones militares de su familia, entregando a su primogénito a la mesnada profesional de la Corona para ser educado en el viejo arte de la guerra. Dejo atrás la vieja mansión que coronaba el bosque de pinos cercenado súbitamente por el gran acantilado, aun cuando se alejaba de su hogar sentía que la gran sombra del cuervo le perseguía a donde sea que se dirigiera. Sus hermanos menores, Vincent Alexai y Veronica, también tomarían sus propios caminos. Vincent, poco tiempo después de que Benedikt partiera del hogar, tomo su rumbo a la ciudad-estado de Dalaran, donde se educaría en la magia. Los cuervos dejaban el nido mucho más rápido de lo que el señor Dunkelheit esperaba, parecía que el futuro de la familia Van Dunkelheit estaba asegurado una generación más. Alphonse Benedikt mantuvo en alto la reputación de los Dunkelheit sirviendo de la forma mas disciplinada al ejército del rey Genn Cringris. Adquirió destreza con la espada, así como en la lucha desarmada, aun así, el mayor conocimiento que cultivaba dentro de las filas de soldados fue el antiguo oficio de artillero que alguna vez tuvo su abuelo en el reinado de Archibald Cringris, pasaba horas enteras leyendo acerca de los usos de la pólvora y las utilidades del vapor, sentía una afición casi sentimental hacia sus creaciones, además de practicar su puntería con las mismas armas de fuego. Con el tiempo recibió noticias del destino que su hermano tomo alejándose también del ceno del hogar y el rápido crecimiento de su hermana menor, el cuervo graznaba en su ventana esperando volver a su hogar con las buenas nuevas de Alphonse, sin embargo, no haya palabras para describir las horas tortuosas que se vivían en la capital, las incertidumbre política y diplomática aumentaba en lo que desencadenaría los sucesos futuros. Se limito a dar descripción de sus estudios sin profundizar mucho en el titubeo que rodeaba su vida. Las decisiones del rey Genn llevaron a la construcción del inmenso muro que separo grandes extensiones del reino y en especial sus oriundas tierras del cubil de cuervos. Cuando se entero del decreto real sintió la necesidad de contactar inmediatamente con su padre, sin embargo, este ya había enviado un cuervo con un escrito amarrado a su pata. Alphonse Benedikt leía detenidamente las palabras de su padre quien pedía la mayor firmeza frente a los sosegados días que acechaban no solo a su familia sino al pueblo gilneano. Benedikt ya sabia de ante mano los proyectos que se fraguaban en el consejo de noble, sin embargo, dudo en avisar a su padre inmediatamente pues las enormes alas negras volvieron a posarse sobre su mente, se encontraba dividido entre su espada regular de soldado apoyada en el escritorio y los graznidos del córvido posado en el marco de su ventana. Mientras en la capital el conflicto se tornaba en debates políticos, el norte tomaba acciones sobre las decisiones del rey, muchos de los nobles inconformes con el muro que ahora separaba la península del resto de reinos humanos decidieron organizarse y levantarse en armas contra los lealistas de la corona. El hidalgo Van Dunkelheit junto a su familia se estableció en el poblado de Hammerfall donde no estaban exentos de los rumores de conspiración y traición, incluían entre el chismorreo palabras agrias sobre el cuervo y su familia aun mas sobre su hijo quien aun permanecía con el ejército del rey. Van Dunkelheit se mantenía aislado de todo el conflicto, aun se sentía afligido por la perdida de su hogar y aunque pudiera conservar algunos emblemas familiares no se comparaba a la inmensidad del bosque donde creció y vio crecer a sus hijos, sabia que las generaciones venideras nunca más podrían volver a ver el cubil de los cuervos. El regreso de su hijo menor dio algo de luz a sus oscuros pensamientos, había pasado tanto tiempo desde la ultima ves que lo vio que ahora regresaba al nido con las plumas largas y las garras fuertes. Sabian ambos que las ultimas decisiones del rey no eran las correctas y se habían visto demasiado afectados por las mismas, por ello ambos deciden partir a la capital esperando poder tener audiencia con el consejo de nobles apelando por las costumbres antes que a las armas como los demás. Los días pasaban agitados en la capital donde los disturbios y redadas a edificios por sospechas de traición eran el pan de cada día. Benedikt había fortalecido sus lazos para con el ejercito y no dudaba en reaccionar contra los rebeldes, era mas severo de lo que pudo ser nunca. A pesar de ello no pudo evitar mostrarse nostálgico al ver a su padre y hermano cruzar las calles del distrito militar, cálida fue la bienvenida que dio a su familia. Una ves estuvieron instalados en alguna posada los tres cuervos reposaron las garras sobre la mesa del bar para conversar asiduamente de los sucesos acontecidos hasta ahora. -No recuerdo la ultima ves que mas de dos Dunkelheit estuvieran en esta ciudad – Mostro la media sonrisa que arrugaba la enorme cicatriz en su rostro – Debió ser cuando el abuelo trajo a toda la familia al funeral del rey Archibald, aun recuerdo sus palabras en medio de la ceremonia: “Ahí yace el ultimo buen rey que tendrá esta tierra” – Benedikt clavo la vista en su padre quien devolvió la mirada inmutable esperando la reacción de su hijo. - Con los tiempos que corren, podrías perder la cabeza por tus palabras – Devuelve la sonrisa al viejo- Has tenido suerte de que tus hijos sean testigos de tus palabras y no cualquier soplón – -¡Así es! – Da un golpe a la mesa que hace girar a algunos borrachos de las mesas aledañas, sin embargo, sus hijos no se inmutaban ante la actitud del viejo – Los Dunkelheit no somos soplones, somo leales; leales a la familia, Familia y patria. – – Pareces ocupado Ben, pero las cosas se han puesto tensas en Hammerfall, algunos rebeldes envían sus misivas buscando nuestro apoyo a su causa, como es evidente los ignoramos a todos, pero parece no ser suficiente para los lealistas, aun estando tú en el ejército del rey, sospechan de nuestra afiliación - Dijo su hermano menor desde un costado de la mesa con aquel rostro colérico tan característico de él. Benedikt paso la mano por su bigote enroscando la punta derecha del mismo, luego alzo la vista a su padre manteniendo el juego de miradas – Por eso estoy aquí ¿No es así? Para demostrar en que lado del rio estamos. – - ¡Pues no parece suficiente Ben! - El tono de su hermano parecía mas un reproche esta vez, pero su padre levanto aquella gruesa mano haciéndolo callar. Luego no pudo evitar apoyarse mas en la mesa para hablarle mas de cerca a su hijo – Los cuervos no toman bando en las guerras, hijo. Solo cruzamos el campo de batalla buscando la forma de sobrevivir. No planeamos interferir con vuestros votos pero si pudieras garantizar la seguridad de tu familia entonces todos podríamos seguir con nuestras vidas. – El viejo volvió a su puesto para terminar su trago, mientras Alphonse Benedikt permanecía viéndole sabiendo que había perdido una ves mas contra su padre. Había obtenido su respuesta, los Dunkelheit no tomaban partido en esta guerra civil y pertenecer al ejército solo exponía a la familia, pero renunciar al ejército daría una impresión totalmente contraria a la que esperaría. Era el camino que había elegido siguiendo los pasos de sus antepasados y no podía retractarse en los tiempos álgidos que corrían en Gilneas. El tener a su familia cerca le daba un aire de satisfacción, no tenia que preocuparse de las decisiones que pudieran tomar a sus espaldas, si debían ser arrastrados a la guerra esperaba que al menos estuvieran del bando ganador. Aun cuando las maquinaciones del joven Alphonse parecían una estrategia consensuada, los hilos del destino no parecían ser tensados en su favor. Una ves termino su ronda habitual por el sector suroeste de la ciudad se disponía a regresar a casa, antes de salir por la puerta del cuartel vio entre la bruma a otro soldado que esperaba con la espalda apoyada sobre el adoquín de la pared. No le reconocía muy bien talvez lo hubiese visto en algún momento, aunque no era de sus compañeros más cercanos. No parecía algo porque alertarse, sin embargo, echo la vaina de su daga para adelante demostrando que estaba armado. -Que me parto un rayo si me toca patrulla de noche estos días – Dijo Alphonse en voz alta esperando avistar su presencia a cualquier otro soldado que estuviera cerca - ¿Has oído esos rumores, perros mordiendo la mano que los alimenta? Este mundo se está yendo por la tubería. - El Soldado se mantenía imperturbable ante las palabras de Alphonse, solo hizo un leve gesto, frunciendo el entrecejo con la vista en el suelo – No lo conozco señor Dunkelheit y usted tampoco me conoce. Es mejor para los dos. - Benedikt paso la vista rápida entre el cinto del hombre en busca de algún arma y el rostro del soldado que ahora lo miraba directamente. -Juzgue la información que le daré como usted quiera, pero lo más importante será las acciones que tome frente a esto porque no falta mucho tiempo para que nada se pueda salvar. - Alphonse pensaba interrumpirle, pero el soldado hizo un ademan con su mano para que guardara silencio ante el guardia montado que cruzaba la calle con algo de prisa ante la inminente lluvia que se aproximaba. Un saludo militar después, prosiguió el misterioso hombre – Su familia esta en peligro, señor. No es tarde para ahuyentar a los causantes que quieren arrastrarlos dentro de este conflicto. - El hombre se interrumpe ante el graznido de un cuervo quien cruza la calle mas bajo de lo usual, Benedikt en cambio mantenía su mirada estoica en el tipo frente a él. – Debe correr, señor Dunkelheit, no obstante, no crea que todos se salvaran esta noche. – Benedikt se acerco con ira encarnada en sus ojos tomando al tipo por el cuello, pero fue mas fuerte su raciocinio pensando en las palabras del hombre, sabia que su familia estaba en peligro y no podía abandonarlos ahora. Salió con pasos alargados del cuartel donde la lluvia ya empezaba a cubrir todo de agua, el sonido de la tormenta acelero sus temores apresurando el paso a la posada donde su padre y hermano se encontraban hospedados. Su mente divagaba con el horrible final que podría tener su padre de no llegar a tiempo, era el golpe perfecto, un madero que avivaría mucho mas este conflicto de lealistas y rebeldes. Abrió la puerta de un solo golpe y entro apresurado. El lugar tenía el aire fúnebre que esperaba no hallar cuando llegara, los ayudantes del hidalgo amontonados con otros entrometidos en una turba alrededor de una sola lampara. - ¡Padre! - grito instintivamente, Aparto a cuanto pudo abriéndose paso hasta el origen de sus intereses, sin embargo, no encontró el escenario que mas temía, Su padre seguía en pie con la mano apoyada en la mesa y la otra sosteniendo una arrugada nota apeñuscada entre su puño. -Atacaron nuestro hogar…- No puso su habitual vista en su hijo, sino que cruzo derecho saliendo del tumulto para recibir sus objetos personales los cuales, Vincent ya había alistado. – No, Espera… Algo está mal en todo esto. – -Claro que lo está Benedikt, tu madre murió y tu hermana está desaparecida, pero esto pudo haberse evitado si hubieses respondido antes, si el ejercito hubiese respondido antes. – Salió a la calle donde la lluvia era más intensa que antes. – No has hecho nada para proteger a tu familia. – - Esto no es mi culpa, ni del ejército. – Benedikt gritaba para que pudiera escucharle con el ruido de la lluvia, así mismo lo hacia su padre quien ya estaba sobre su caballo con la capa empapada. - ¿Y crees que es un hecho aislado Ben?, ¿De verdad piensas que no tiene nada que ver contigo? - Vincent lo observaba con aquella mirada amarga y brutal con la que solía mirar a todos cuando era niño. - No, ha sido nuestra por haber pensado que podíamos confiar en ti muchacho. - Oswald jalo las riendas del caballo quien se giró inmediatamente ante las ordenes de su amo. Las perpetuas nubes que se arremolinaban en el cubil de los cuervos parecían extenderse por toda la península cubriendo el cielo con la paleta de colores grises. Los presentes se extrañaban de la postura del hidalgo quien mantenía la vista en los nubarrones mas que el ataúd frente a él, allí en la caja de madera reposaba su esposa adornada entre flores y las finas telas blancas que componían el vestido. Los hijos de Mertzert permanecían estoicos con los brazos cruzados viendo el ataúd que ya empezaba a descender al agujero en la tierra, Un par de hombres soltaban lentamente las sogas que sostenían el cajón a medida que este caía en la tierra. Cuando el viejo cuervo decidió bajar la vista del cielo su rostro estaba cubierto de lágrimas que corrían por sus mejillas, sin embargo, su expresión se negaba a mostrar tristeza o debilidad, el entrecejo fruncido y los labios apretados, mostraban la severidad con la que Oswald Mertzert afrontaba su perdida. Las personas fueron retirándose de apoco hasta que solo los tres cuervos estuvieron frente al túmulo de tierra, antes de dar la ultima palada, el duque saco de su bolsillo el peine de plata que ambos hijos identificaron inmediatamente, saco un poco mas de tierra con su mano antes de dejar el peine de su amada esposa enterrado junto con ella. -No quedara ninguno en pie. – pronuncio el hidalgo mientras se erguía de nuevo girándose para irse del lugar. - No si yo los encuentro antes. – Dijo Benedikt aun con la vista en la tumba. Oswald se giro inmediatamente para ver al insolente de su hijo – ¿Aun piensas que voy a confiar en el rey y sus instituciones para vengar a tu madre? - -Estas cegado, padre. - Alzo la vista al fin viendo la encarnación del odio en el rostro del viejo – Es justo lo que esperan que hagas, verte envuelto en este conflicto. – -No estoy tomando partido en esta ridícula guerra, estoy velando por los míos. Si alguien tuvo la osadía de matar a tu madre, debe tener el coraje para recibir mi venganza, sin importar a quién diablos sirva. Tu, en cambio, pareces tener tus intereses bien arraigados. – Benedikt suspira intentando apaciguar sus pensamientos antes de hablar. – Una semana, dame una semana para buscar a los culpables, El consejo se encargará de darnos la justicia que merecemos. - -No, hijo. – Antes de terminar de hablar, Oswald mastica sus palabras viendo el rostro de su hijo, El perfil delgado que tanto le recordaba a su esposa. – Tienes solo tres días antes de que acabe con todos ellos. Entonces podrás buscar a los culpables colgando de los arboles.- El hidalgo del norte se gira para continuar con su camino dejando a Benedikt y Vincent atrás. – Le estoy mintiendo, nada podrá devolver a mamá a la vida. No hay forma justa de apaciguar su dolor. – Pasa la vista a Vincent quien aun mantiene la vista en la tierra. – Debí volver en cuanto se desato este infierno, no debí aislarme de la familia. - - No has protegido a tu familia, pero aún puedes vengarlos Ben. ¿Que eres entonces hermano, Cuervo o sabueso? – -Tengo tres días para descubrirlo. – El día y la noche no importaban para los cuervos quienes empezaron a agitar la tierra bajo el agua en busca de nombres. Oswald y su hijo Vincent empezaron su cacería sin ningún tipo de pudor, bajo las narices de Alphonse Benedikt quien buscaba entre sus contactos en la ciudad respuestas sobre el asalto al poblado Hammerfall, nadie parecía oponerse a sus propios intereses dentro del caso. Mientras su familia se acercaba mucho más rápido a los asaltantes, Bendikt desvió su investigación al encontrar incongruencias en los hechos, pues los guardias del pueblo no parecían estar en sus rondas habituales el día del asalto, no era de esperarse una reacción diferente ante los rumores que se tenían acerca de los Dunkelheit, sin embargo, la extraña actitud de los guardias parecía responder a algo más. Debía existir una razón de mayor peso para que los guardias dejaran pasar a los asaltantes, tal ves fueron sobornados por los culpables o estaban confabulados con ellos, eso solo conducía a que era un ataque planeado como predicaba su hermano, un ataque dirigido intencionalmente contra la familia Van Dunkelheit. - ¡Los hallaron, Alphonse! - Grito su compañero entrando al cuarto de Benedikt. - ¿Los asaltantes? ¿Dónde se encuentran? - El soldado negó mientras se acercaba a Benedikt – En Hammerfall, amigo. Pero no pudieron ser capturados- - ¿De qué hablas? No puedes ser que hallan huido. - -Los encontraron empalados, Benedikt. Atravesados del culo hasta la boca. – Se había agotado el tiempo, los Dunkelheit eran famosos por empalar a sus enemigos después de arrancar sus ojos y ofrecerlos a los cuervos. Sin embargo, los asaltantes no eran cualquier comida para aves, si eran o no los ladrones ostentaban también el cargo de soldados en las filas de la corona y ahora adornaban la plaza de Hammerfall. Era una declaración de guerra con una firma inequívoca, fuera o no la intención de Oswald Mertzert, ninguna palabra suya o de sus hijos podría cambiar la apariencia que daba tal acto. Seria juzgado y desvalido de sus títulos nobiliarios, la familia Dunkelheit dejaría de existir más que como otro ducado rebelde a la corona; quien quiera que estuviera interesado en destruirlos lo había logrado. Oswald Mertzert es condenado al encierro junto con otros rebeldes de la puerta norte, Sin embargo, ante la brutalidad de las muertes Vincent decide cargar con toda la culpa para librar a su padre de la magna condena de la horca. El pueblo de Hammerfall se arremolinaba cerca de la plaza central viendo la gran tarima de madera donde las sogas se alistaban para la condena pública. Vincent ya tenia la soga al cuello cuando los aullidos se escucharon a las afueras del pueblo, las horribles bestias de las que corrían rumores hoy se presentaban en carne y hueso para asolar a todos los habitantes allí presentes. Mientras la multitud corría despavorida, Benedikt hizo sonar su rifle que rompió la cuerda que amenazaba la vida de su hermano, nadie se percato de su presencia en medio de la histeria entre tanto los hermanos Van Dunkelheit escapaban lejos del pueblo. No pudo ver atrás cuando se separo de su hermano pues la bestia lupida seguía encima suyo intentando alcanzarle, corría con tal destreza recordando sus días en el bosque familiar huyendo de las garras del príncipe cuervo. Cuando al fin alcanzo una saliente en la tierra salto sin pensarlo dos veces dejando pasar al huargen sobre él, esta se giro inmediatamente al caer buscando a su presa la cual ya había recargado el rifle y lo levantaba directo al cráneo de la bestia. Pasaron los días en la ciudad capital, Benedikt aun se preguntaba que pudo haber ocurrido con su hermano, las noticias sobre Hammerfall llegaron directamente de su mano por lo que nadie sospecho de su traición, sin embargo aún le afligía la pérdida de su familia. Fue entonces cuando vio a uno de los primeros carromatos cargados de las bestias entrar al recién acomodado barrio huargen, en su interior vio los ojos ámbar que le miraban desde la oscuridad supo entonces quien era y lo corroboro con el gutural grito de la bestia - ¡BEN! -
  4. Nombre: Alphonse Benedikt Van Dunkelheit Atributos6 Físico7 Destreza7 Inteligencia6 PercepciónValores de combate24 Puntos de vida21 Mana6 Iniciativa9 Ataque a Distancia (Rifle de chispa)9 Ataque a Distancia (Espada Ligera)8 Ataque CC Sutil (daga)8 Defensa Habilidades Físico Destreza 2 rifle de chispa 2 Espada Ligera 1 Daga 2 Cabalgar 1 Escalar 1 Defensa 1 Sigilo 1 Trampas/Cerraduras Inteligencia 1 Callejeo 1 Comercio 1 Leyes 1 Tradición/Historia 1 Artilleria 2 ingeniería gilneana 2 granada de contusion leve Percepción 1 Advertir/Notar 1 Etiqueta 1 Rastrear 1 Rumores Escuelas/Especializaciones
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    William Frank

    William Frank Información principal Nombre: William Frank Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 25 Altura: 1.82 Peso: 77 Lugar de Nacimiento: Desconocido Ocupación: Soldado del Ejército Imperial Ficha: Enlace a ficha de William Música: Descripción física: William es un muchacho alto, con una buena musculatura, formada a base de callejear y pelear por mendrugos de pan, todo esto en la más absoluta clandestinidad, siempre que se pueda. De tez pálida y pelo castaño casi rojo, con unos ojos claros y una estructura facial tosca. Tiene el pelo corto generalmente, cejas no demasiado pobladas y barba rasurada. Sin cicatrices visibles. Descripción psíquica: William es gentil y medido con sus palabras, fruto de sus compañeros vagabundos, algunos de los cuales eran músicos, o antiguos nobles, que le enseñaron lo que necesitaría para sobrevivir. Positivo y amigable, de buenas formas y buena presencia, no suele guardar rencor ni llevarse mal con nadie. Historia Se puede leer lo siguiente, en un cuaderno viejo, sin portada con una letra casi indescifrable, con unos trazos nerviosos: Yo... Bueno, la verdad, no sabría por dónde empezar... Hace unos años, 10 creo, sí, algo así. Hace 10 años conseguí, o más bien adopté mi nombre actual. A decir verdad, no sé de dónde vengo, ni quién soy realmente, ni cuál es mi nombre de verdad, no recuerdo nada, y nadie de mi alrededor parece recordarlo tampoco, bueno... De mi alrededor por llamarlo de alguna manera... Veo cientos de personas al día, algunos sonríen, otros no tanto, la mayoría giran la cabeza al verme y, bueno, es normal, por aquí a poca gente le gusta ver a una panda de vagabundos... Algunas personas incluso nos escupen, y nos instan a conseguir trabajo, aunque no de las mejores maneras... Y ya, sé que debería trabajar, pero no es tan fácil... Yo... Necesito algo más... Pero bueno, que me lío, por dónde iba yo... Ah, sí, claro, mi nombre. Desconozco cuál es mi nombre realmente, pero adopté William, por un hombre, un vagabundo como yo. Murió, una pena, era un buen hombre, pero la peste pudo con él, enfermó, y murió, como lees, sí, sí, muerto, caput... Una pena... Era un buen hombre. Con él aprendí cosas básicas, sí, muy básicas. Siempre veía esos caballeros de brillante armadura, paseando con sus caballos, sus grandes espadas, y la gente los aclamaba, los quería, los adoraba. Esas armaduras... Luz, eran perfectas, ojalá algún día tuviese alguna, estaría tan feliz... Qué feliz sería... William (mi tutor, claro) me instó a conseguirlo, dijo que él se había codeado con algunos de ellos, pero nadie lo saludaba ya, desde que su apellido cayó en desgracia, no recuerdo muy bien cuál era, lo mencionó un par de veces, o tres, no más, una pena, una pena. Él fue el que me enseñó que la apariencia era muy importante, sino más importante que comer, casi. La apariencia lo es todo, es más que un título, cuando te ven, si a simple vista estás andrajoso, como un vagabundo, como cualquiera de nosotros, ya no te ven, quiero decir, te ven, pero hacen lo imposible por no hacerlo, apartan la mirada, hablan con sus acompañantes, madre mía, madre mía. Lo que hace la gente cuando no te quiere ver, cuando no quiere saber nada de ti... Yo, generalmente no soy tan nervioso, bueno, ahora sí, pero generalmente no, me gustan las cosas claras, claras y concisas, William me lo enseñó, con el tiempo sigo aprendiendo nuevas cosas, ahora solo tengo 15 años, pero pronto, pronto me armaré caballero, sí, siguiendo sus consejos seguro que lo lograré, algún día... Años más tarde... Luz, acabo de recuperar este cuaderno, tras un par de horas intentando descifrar la letra de un joven nervioso de a penas 15 años, hoy, 10 años después, puedo continuar esa historia... Ahora mucho más calmado, y con una mejor letra, espero. Al poco tiempo de escribir eso, conocí a un músico vagabundo, al día conseguiría unas cuantas piezas de cobre, que compartía conmigo con gusto, y mientras cenábamos algo de pan duro y queso (cuando cenábamos) cantaba unas bellas canciones que jamás olvidaré, tenía una voz muy dulce, que incitaba a pensar... A soñar... Me enseñó algunas canciones algo más fácil, que con el tiempo pude interpretar, con algunos desafines, pero pude hacerlo, mejor o peor, pero lo hice. Pero no pienses que solo vivía de la caridad del músico, también yo conseguía algo de dinero, no era fácil, no tenía talentos especiales, pero gracias a William, el viejo William, y a todo lo que me enseñó, por alguna razón conseguí caerle en gracia a algunas personas, que me daban siempre un par de monedas más de las que ellos querrían... Con el tiempo, el músico marchó a otro lugar, a buscar una mejor suerte, y sinceramente, espero que la consiguiese, era un buen tipo, muy bueno, aunque no recuerdo su nombre, ni siquiera recuerdo si algún día llegó a decírmelo... La vida en las calles era dura, uff, ya lo creo que sí, con el pasar de los años, conocí a todo tipo de gente, algunos buenas personas... Otros no tanto... Hará ya unos dos años, empecé a ahorrar. Fue un trabajo muy duro, incluso tuve que pasar algunos días sin comer, pero conocí a un hombre, que al igual que William me había dado un motivo más para seguir... El ejército. Era un soldado retirado, le faltaba una pierna y el ojo izquierdo, pero aún así, me dijo que era lo mejor que le había pasado en la vida, pertenecer a la guardia. Dijo que quizá sería un buen camino para lograr lo que quería, ser caballero, él había conocido a algunos también, incluso tenía compañeros que lo habían conseguido, así que me instó a alistarme, desde entonces ahorro, para comprar alguna ropa, para presentarme decentemente ante los soldados, para alistarme, ya sabemos lo importante que es la presencia ¿verdad? Sea a los ojos de quién sea, una camisa más o menos limpia y unos pantalones sin demasiados remiendos dan una muy buena imagen de la persona, el habla, algo que he aprendido con los años, hará el resto. Me enseñó todo lo que sabía sobre armas, a un nivel teórico, y practicábamos con palos pesados, imitando a los grandes mandobles de los caballeros... Luz, como me gustaba eso... Cada vez estaba más cerca de lograr mi sueño, y eso, eso hacía que cada día fuese mejor que el anterior, calidecía mi alma aún en los días más fríos, y miraba a los caballeros, con sus brillantes armaduras de otras formas. Ya no como dioses, sino como pronto, hermanos. Un día, de repente, desapareció, y hoy, dejo de escribir para comprar algo de ropa, y presentarme en el cuartel, con el fin de convertirme en caballero. Sea quien sea que lea esto, si es que algún día alguien lo llegase a leer, deséame suerte... Firmado: William (Sin apellido)
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