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  1. "Los ecos del pasado, atrapados en esta tierra, nos amenazan con el fracaso y el olvido Solamente la luz nos hace fuertes" Prólogo _______________________________________________________________________________________ Un leve goteo de sangre comenzó a caer sobre el marchito suelo de la intendencia. Pasos apresurados acompañaban a la comitiva de hermanos argentas, el ruido de un centenar de pasos comenzó a conglomerarse en la periferia del herido. ¿Su condición? Lamentable, por decirlo de una manera amable. El Quel'dorei de cabellos plateados, sucios y manchados con su propia sangre respiraba apenas, cada movimiento de su pecho era una sutil campanada que anunciaba la llegada de la señora y reina de las tierras de la peste; Sus hermanos cruzados, se apresuraron para retrasar, e incluso frenar a la infame invitada. Esta vida aún no le pertenecía a ella. Alguien retiró pergaminos, mapas y papeles de una vieja mesa de roble; Otro, le ayudo a llevarla al centro, todos, acostaron al doliente sobre la superficie, retirando rápidamente cualquier rastro de corroída armadura que obstruyera su pecho e hiciera imposible la respiración. El Quel'dorei sintió sus brazos levitar, perdió la sensación de gravidez en su espalda y su pecho, había dejado de presionar hacia adentro con cada dolorosa respiración. Escuchó algunas voces, llamaban su nombre. Creyó haber escuchado una voz femenina cerca de él, y su tono le transportó de regreso a los campos de lirios rojos de su tierra natal, donde pudo ser libre tiempo atrás. El recuerdo se hizo intenso, casi pudo saborear el perfume de una mujer de cabellos castaños que le llamaba al portón de una gran casa, dándole la bienvenida. Sharinee, el explorador argenta, de pronto se vio libre de su tabardo. Su cuerpo se sentía ligero, un agradable calor le hacía sentir seguro y una bocanada de aire fresco lleno de vigor sus pulmones. Y entonces caminó hacia la mujer, Una voz en su cabeza resonaba con la distancia de una vida pasada, llamando su nombre. Enseguida pensó que algo no andaba bien, un evento terrible pasaba a su alrededor. Una brisa violenta sopló desde el este. La mujer de cabellos castaños extendió su mano hacía el, solamente para ser convertida en polvo y esencia. Sharinee miró a su alrededor, su mundo, comenzó a fracturarse. Los campos de lirios rojos ya no lo eran más, la tierra se había vuelto roja, agrietada, supuraba sangre y tenia la consistencia de una esponja; El cielo se torno amarillo y tóxico. Sin previo aviso se vio rodeado de un bosque gris y sombrío con olor a putrefacción. Se vio así mismo trepado en la copa de uno de estos árboles, observando mientras permanecía oculto un camino olvidado de piedra. Recordó un aroma, un hedor espantoso que le trajo arqueadas de asco. Sintió un leve picor en su espalda y de pronto, un dolor profundo en el ojo izquierdo de su cara. Malestar así jamás lo había sentido antes. Sintió que algo perforaba su costado derecho, su pecho se infló nuevamente, con tanta fuerza que creyó que se le partiría el corazón contra el esternón, los recuerdos comenzaron a llegar, como una cascada terrible de los acontecimientos que había presenciado. La información le abrumó tanto que se sintió apresado, no sabía a qué o a donde, pero su cuerpo le pedía libertad en cara poro de su piel. Pero tuvo que negarse, reunió cada fibra de voluntad que aún quedaba dentro de él para tomar una nueva bocanada de aire y poder decir lo que tenía que anunciarse. -¡Es un monstruo!- Gritó con toda la fuerza que le permitió su agotado cuerpo, para la sorpresa de sus hermanos argentas que trataban de salvar su vida. -¡Es...Un...monstro!- Repitió, con más esfuerzo en su advertencia. -Una...¡Abominación!-
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