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  1. Los meses pueden pasar, traer con ellos el paso del tiempo; Las brisas frías del invierno que luego son remplazadas por las tibias lluvias de la primavera. Un hombre fornido de barba rojiza, con las marcas de la edad en su rostro miraba sentado sobre una banca de piedra el fruto del esfuerzo conjunto de un grupo que no gozaba de la confianza del resto del mundo. Quizá esta capilla cambie las cosas un poco. Con un suspiro, el hombre se levantó y alisó las arrugas de su tabardo negro con bordes plateados. Sintió una punzada en su espalda y encorvó su cuerpo hacia adelante, ya estaba viejo para cargar con una loriga de mallas encima. El hombre comenzó a caminar, pesando que quizá ya era hora de retirarse. Ya había construido muchas cosas en este lugar, él en persona supervisó la construcción de las fosas y los muros en la vigilia, también diseñó la nueva taberna; Sin olvidar que ayudó con las barracas, las nuevas camas que trajo el escudero Miller desde la tumba necesitaron de mejoras en los interiores. Sonrió pensando que ese había sido un buen cambio, todo el mundo en la vigilia lo agradecía con fervor. Pero de entre todas las cosas que él ha construido en la Vigilia, la capilla era su orgullo especial, la niña de sus ojos, el símbolo de la lucha y la consolidación de la misión sagrada en aquel lugar. El hombre se detuvo a metros de la gran puerta de madera que cerraba el interior de la capilla. Pensó que con el tiempo, podrían traer a un artesano experto para que decore la puerta como es debido, quizá, aquel artesano tendría un amigo escultor que decore la fachada con las estatuas de los santos más importantes de la luz. Y si la vida le permitiera vivir para verlo, un maestro pintor para que decore el interior de la capilla con la representación de la victoria final contra la no-muerte. Pero por ahora, solo podía soñar con ello. Más no se sintió deprimido por eso, pues el edificio era humilde; sus paredes eran de ladrillo de arcilla, el revestimiento de piedra blanca aún tendría que esperar; y los espacios para los vidriales sacros estaban ocupados con humildes cortinas blancas por afuera, y puertas de madera por el interior para cerrar los espacios; El techo tenía tejas de color rojo, feas y puestas de manera apresurada, pero al menos había un techo sobre la cabeza de los fieles. El iniciado de la barba roja empujó la puerta de madera, dejando que la luz de la tarde entrase sobre el suelo de tierra de la capilla. El viento soplaba levemente, por lo que las cortinas se mecían hacia adentro, pues los espacios para los vidriales estaban abiertos, para dejar secar el mortero por adentro. El hombre caminó por el pasillo principal, siendo escoltado por los laterales por las filas de bancas de madera que pronto van a sostener la primera misa de la vigilia con una capilla en condiciones. Sus manos enguantadas acariciaron el respaldo de cada una de esas bancas hasta que llegó al altar principal. ¿Que cosas dirá el protector cuando dé la primera ceremonia en la capilla? ¿Vendrá la luz a iluminarlos a todos al recibir las reliquias sagradas?. Con un poco de suerte, todo eso pasaría, y otras cosas más. Finalmente tomó asiento dentro, observando el altar desde la primera banca a la izquierda. Estiró sus brazos y se sentó como si aquello fuera el sofá más cómodo del mundo. Su espalda le decía que eso no era cierto, pero su corazón no pudo evitar sentir lo contrario; Con un suspiro, el hombre miró a su izquierda, al vacío de aquella banca. -Lo hicimos-Dijo, tan tranquilo como el mecer de una hoja sobre la brisa de primavera. -La novicia Alfhild al final si fue de ayuda. ¿sabes?. Debiste verla hace unos días-Dijo con una sonrisa en su cara. -Tiro y tiró de la cuerda una y otra vez para subir los materiales para el campanario. Dudabas de ella pero, al final, levantó el techo con otros novicios.- El hombre hizo una pausa y el silencio regresó a su casa. -También nos ayudó la elfa de la cruzada. Eso me sorprendió...creeí que ellos se quedarían al margen, pero los pocos que hubo ayudaron en lo que pudieron.-prosiguió, mirando hacia el techo de la capilla, las vigas de madera sostenían la estructura, casi que pudo ver como una elfa de nombre extraño se abrazaba a las vigas, llevando materiales y herramientas a los constructores. Todos eran como sombras, los recuerdos de la construcción. Recordó la cara de los iniciados de las tres órdenes que trabajaron arduamente por terminar el edificio como una sorpresa para el protector, que se encontraba ausente, costó mucho esfuerzo, una odisea que tomó varios meses, pues la construcción siempre tuvo un obstáculo que impedía su realización. Desde falta de materiales hasta invasiones enemigas; Incluso, el arquitecto de la misma casi perdió la vida en la ultima batalla por el aserradero, fue un golpe de sacrificio el cual salvó su vida. Trago una bocanada de aire al recordar esa escena. -El protector hizo bien encargando la construcción en ti-Dijo con una voz más baja -Espero que puedas verla terminada tú también.- El hombre se levantó tras dar una palmada al respaldo de la banca; Después, se giró para salir del edificio cuando encontró a un novicio en el marco de la puerta, el joven pelirrojo que compartía la nariz chata de su padre y el color de su barba trataba de recuperar el aire para hablar. El hombre más viejo sonrió y esperó a que el joven se recobrara el aliento. -El...el protector-jadeó el joven-¡El protector ha vuelto!.- Se hizo la tensión entre los dos, aunque rápidamente se quebró con la risa cansada del constructor. El hombre caminó, estiró su mano y despeinó los cabellos rojizos de su hijo, sin mediar una palabra, salió rumbo al despacho del protector. Él tenía buenas noticias que contarle a Thomas, y si la luz lo quería, Thomas tendría buenas noticias para todos en la vigilia.
  2. "Los ecos del pasado, atrapados en esta tierra, nos amenazan con el fracaso y el olvido Solamente la luz nos hace fuertes" Prólogo _______________________________________________________________________________________ Un leve goteo de sangre comenzó a caer sobre el marchito suelo de la intendencia. Pasos apresurados acompañaban a la comitiva de hermanos argentas, el ruido de un centenar de pasos comenzó a conglomerarse en la periferia del herido. ¿Su condición? Lamentable, por decirlo de una manera amable. El Quel'dorei de cabellos plateados, sucios y manchados con su propia sangre respiraba apenas, cada movimiento de su pecho era una sutil campanada que anunciaba la llegada de la señora y reina de las tierras de la peste; Sus hermanos cruzados, se apresuraron para retrasar, e incluso frenar a la infame invitada. Esta vida aún no le pertenecía a ella. Alguien retiró pergaminos, mapas y papeles de una vieja mesa de roble; Otro, le ayudo a llevarla al centro, todos, acostaron al doliente sobre la superficie, retirando rápidamente cualquier rastro de corroída armadura que obstruyera su pecho e hiciera imposible la respiración. El Quel'dorei sintió sus brazos levitar, perdió la sensación de gravidez en su espalda y su pecho, había dejado de presionar hacia adentro con cada dolorosa respiración. Escuchó algunas voces, llamaban su nombre. Creyó haber escuchado una voz femenina cerca de él, y su tono le transportó de regreso a los campos de lirios rojos de su tierra natal, donde pudo ser libre tiempo atrás. El recuerdo se hizo intenso, casi pudo saborear el perfume de una mujer de cabellos castaños que le llamaba al portón de una gran casa, dándole la bienvenida. Sharinee, el explorador argenta, de pronto se vio libre de su tabardo. Su cuerpo se sentía ligero, un agradable calor le hacía sentir seguro y una bocanada de aire fresco lleno de vigor sus pulmones. Y entonces caminó hacia la mujer, Una voz en su cabeza resonaba con la distancia de una vida pasada, llamando su nombre. Enseguida pensó que algo no andaba bien, un evento terrible pasaba a su alrededor. Una brisa violenta sopló desde el este. La mujer de cabellos castaños extendió su mano hacía el, solamente para ser convertida en polvo y esencia. Sharinee miró a su alrededor, su mundo, comenzó a fracturarse. Los campos de lirios rojos ya no lo eran más, la tierra se había vuelto roja, agrietada, supuraba sangre y tenia la consistencia de una esponja; El cielo se torno amarillo y tóxico. Sin previo aviso se vio rodeado de un bosque gris y sombrío con olor a putrefacción. Se vio así mismo trepado en la copa de uno de estos árboles, observando mientras permanecía oculto un camino olvidado de piedra. Recordó un aroma, un hedor espantoso que le trajo arqueadas de asco. Sintió un leve picor en su espalda y de pronto, un dolor profundo en el ojo izquierdo de su cara. Malestar así jamás lo había sentido antes. Sintió que algo perforaba su costado derecho, su pecho se infló nuevamente, con tanta fuerza que creyó que se le partiría el corazón contra el esternón, los recuerdos comenzaron a llegar, como una cascada terrible de los acontecimientos que había presenciado. La información le abrumó tanto que se sintió apresado, no sabía a qué o a donde, pero su cuerpo le pedía libertad en cara poro de su piel. Pero tuvo que negarse, reunió cada fibra de voluntad que aún quedaba dentro de él para tomar una nueva bocanada de aire y poder decir lo que tenía que anunciarse. -¡Es un monstruo!- Gritó con toda la fuerza que le permitió su agotado cuerpo, para la sorpresa de sus hermanos argentas que trataban de salvar su vida. -¡Es...Un...monstro!- Repitió, con más esfuerzo en su advertencia. -Una...¡Abominación!-
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