Saltar al contenido

Manuk

Roler@
  • Contenido

    35
  • Registrado

  • Última Visita

  • Days Won

    2

Todo el contenido de Manuk

  1. Muchas gracias por los saludos a todos, un gusto volver. @Psique Muy útil tu mensaje genia! Ya veré que me hago pero por ahora me parece que un renegado @Stannis the Mannis Al doc lo tengo ahí en el freezer, por ahora siendo mi único personaje alianza lo seguiré usando por un rato. Cuán regularmente o por cuanto tiempo habrá que ver jajaja...
  2. Saludos nuevamente, parroquianos. Después de una larga ausencia lamentablemente imprevista por temas de estudio, finalmente puedo hallar un momento de tranquilidad y voluntad para tramitar mi regreso a la comunidad. En fin, espero que este renovador momento de disponibilidad y entusiasmo, con cambio de imagen incluido de la mano del gran Alan Watts, sea suficiente para poder quedarme un buen rato más. Al respecto quería mencionar que ando un poco corto de ideas en materia personajil así que si alguien tiene una idea de algo que le ande faltando a su rol o a la comunidad, me agradaría poder concertar alguna unión creativa por así decirlo. Pero bue, sin más que decir, un saludazo y ya nos veremos por ahí.
  3. Mi yo interno afrolatino se siente a gusto con esta banda sonora
  4. // Suena a algo que a Everett le interesaría bastante, por lo que si no hay problema me apunto también. Estos días ando a puro estudio pero el miércoles me desocupo así que me viene bien la fecha.
  5. Hoy en "Temas que valen un Nobel", lo más brillante del buen Elston Gunn.
  6. Una nota de papel blanquecino con perfecta ortografía y pobre caligrafía, como escrita con notorio apremio, busca llegar a manos del capitán Marco Valerio por intermedio de uno de sus subordinados. Al capitán Marco Valerio. Solicito su colaboración para agenciar un grupo de reclutas en pos de asistir a los esfuerzos de reconstrucción de la ciudad, más específicamente la exploración de los alrededores de la Villa para comprobar daños provocados por la guerra. Contamos con el apoyo de la organización paramilitar "El Cuervo Rojo", y unos cuantos civiles nos acompañarán en la travesía asimismo. Si algún asunto surge, puede encontrarme en el pabellón médico del cuartel, o por las cercanías de la ciudad, colaborando con los afectados por el asedio. Everett Caulfield, cuerpo médico del Ejército Imperial, XII Legión.
  7. Por bandas como esta me pregunto como puede haber gente que cree que el jazz está muerto
  8. Manuk

    Kartogg Bladehound

    Nombre: Kartogg Bladehound Raza: Orco Sexo: Hombre Edad: 30 Altura: 2.05 Peso: 124 Lugar de Nacimiento: Draenor Ocupación: Herrero/Guerrero Historia completa Descripción física: De porte y movimientos algo toscos, figura magra y postura algo encorvada, sombría e intimidante. Su rostro avispado lleva el porte de unos cuantos años mal vividos encima. Su mirada incisiva no conoce cortesía, esbozando la marca del escepticismo, la desconfianza y un atisbo de paranoia. Las renegridas greñas recorren el anverso de su cabeza hasta recaer a sus espaldas y hombros, y una descuidada sombra de barba recorre su mandíbula oscureciendo su contorno. Rara vez denota emociones fuertes salvo el desdén y la frustración, su expresión neutral pareciera rozar los límites entre el enfado y la solemnidad. Su vozarrón potente rara vez suele levantar, prefiriendo los tonos bajos y oscuros que hace resonar entre dientes. Sus ojos parecen algo esclarecidos por la enfermedad que lo aqueja, dañando lentamente su vista. Descripción psíquica: Sombrío, osco y malhumorado pero suele mantenerse para sí mismo. Cínico y nihilista; presta poca atención a la justificación de sus actos, guiándose puramente por sus instintos y su propia brújula moral, algo desviada. Honra su pasado como Frostwolf a pesar de verse en un perpetuo estado de desencanto para con el mundo, y así el honor y el respeto por las tradiciones aún ocupan un lugar de relevancia en su parecer. Imponente, juicioso, grave y severo; tras su hastío nihilista se oculta el alma de un moralista implacable, capaz de actuar con igual convencimiento tanto por convicción como por instinto, sin mostrar ningún tipo de piedad ante aquellos que se muestran indignos, desviados o simplemente como enemigos u obstáculos, así también posee una profunda contracara sensible y atormentada, atrapada en un doloroso pasado recurrente. Disfruta de una buena pelea y sabe apreciar a un contrincante digno, siempre ofreciendo la oportunidad de un combate justo y aceptando la derrota con humildad ante lo innegable de los hechos. La batalla no lo asusta en lo más mínimo, mas teme que la enfermedad que lentamente va consumiendo su visión lo deje inválido o cobre su vida sin haber dejado una marca en el mundo. Historia Cuando tenía seis años, creía que el mundo se terminaba más allá de los nevados desfiladeros. Que todo había sido arrasado por la guerra y solo mi clan había tenido la sabiduría como para escuchar a los ancestros, salvándose de la catástrofe. Cuando tuve diez años, creía que honor significaba nunca rehusar una pelea, y si eran más mejor. A los quince, ella derrumbó la primera de mis creencias; la segunda tomaría más tiempo desarraigar. Quien hubiese visto un cuerpo más perfecto, una voluntad más fuerte y un vigor semejante, todos ellos evidentes desde el primer vistazo... Aún lo recuerdo, venía sobre los hombros de uno de los cazadores de la aldea, subiendo la ladera de la montaña hacia la aldea. Aún en aquel terrible momento, abatida como estaba, se veía inquebrantable, dispuesta a caminar por su propia cuenta aunque las piernas no le respondiesen. El jefe la recibió y yo por supuesto corrí detrás para escabullirme y oír la conversación. Makhra, la sobreviviente, la forastera, la vagabunda. Entre nosotros encontró un hogar y un lugar en el mundo, aquel hogar que la guerra le había negado. Nunca conoció clan ni familia, y solo la suerte de cachorro herido la llevó hasta nuestros brazos, a través de los nevados de Alterac. Desde nuestro primer momento nos unimos como dos tallos desviados, entrelazándose en busca de un soporte. Bajo el amparo de la noche recorrimos los valles y los picos, escabulliéndonos a espaldas de los vigías para atestiguar la belleza de la que era mi tierra, y que tanto quería que fuese suya también. Quería con tantas ansias que fuese una de los nuestros, para que jamás se fuese de mi lado. Cometí con mis osadías errores estúpidos, algunos más graves que otros, pero también conocí la gloria y la dicha de vivirla junto a los míos. Un atardecer de cacería, aún lo recuerdo claro como el día, como si hubiese sido ayer... La nevada enterraba nuestras pisadas antes de que diésemos el siguiente paso, y tuve que alzar en hombros a mi huargo para que la nieve no lo cubriera por entero. La manada que habíamos estado persiguiendo había desparecido tras la ventisca y apenas logramos encontrar refugio en una gruta húmeda y oscura, al pie de un enorme muro de nieve que más se asemejaba a una enorme bestia blanquecina y durmiente que a una montaña. El viento rugía a la entrada de la caverna y frustró todo intento de encender una fogata. La helada de aquella noche fue lo más terrible que sentí... El viento abrasaba como el aliento de un dragón sobre la piel. La nieve se acumulaba en la entrada de la gruta, amenazando con enterrarnos en vida, y si no conseguíamos encender el fuego la muerte vendría a por nosotros antes que el calor del amanecer. Mientras yo intentaba desesperado encender la poca leña que nos quedaba, Makhra observaba la pared a oscuras con la mirada extraviada, fuera de sí. Al intentar despertarla de su estupor, vi en sus ojos lo que había visto en los sabios de la tribu. Esa paz, esa serenidad que ni el más sabio de los mortales puede conjurar; solo los espíritus, cuando comparten algo de su vigor con aquellos a quienes eligen, son capaces de tal fortalecer así al espíritu frente a la calamidad. Aquella noche, la andrajosa exiliada sin hogar, oyó el llamado de los más altos, para convertirse en Makhra la visionaria, taumaturga de los ancestros. Los espíritus del fuego nos confirieron su favor para sobrevivir aquella noche, y en aquel momento supe que había sido testigo de algo único, algo que si valía la pena luchar y morir para protegerlo, algo que me hacía sentir orgulloso de formar parte. Al regresar al poblado, los ancianos no tardaron en enterarse de lo ocurrido y apartaron a Makhra de mí, para guiarla en el camino de los espíritus junto al hijo del jefe y otros jóvenes espiritualistas que de repente parecían salir de debajo de las piedras. Por mi parte, sabía bien en aquel momento que era lo propio que estuviese con los suyos, pero eso no impidió que me metiese en unos cuantos problemas más intentando ganarme su favor y atención. Al mismo tiempo, ciertos rastreros que no vieron nada de valor en ella comenzaron a mostrar otras actitudes en cuanto se enteraron de su don. Tuve que repartir unos cuantos golpes, pero los mantuve a raya y con los años aprendieron a dejarnos en paz. Errabunda como fue siempre su naturaleza, Makhra fue una de las primeras en dar el paso al frente cuando el hijo de Durotan comenzó a buscar apoyo para su causa libertadora. Yo estaba dispuesto también, y no solo por ella; si aquel visionario orco estaba dispuesto a abrir un camino hacia más allá de las montañas, yo estaría dispuesto a seguirlo. Los primeros años de gloria que siguieron a aquellos días hoy parecen los más lejanos de mi vida, pero a la vez siempre cercanos y vívidos en la memoria. La causa de Thrall y Makhra se convirtió en la mía, y a ellos consagré mi hacha y mi vida para poder vivir los frutos de nuestro arduo esfuerzo. Ni siquiera cuando los humanos me arrojaron desbaratado a pudrirme en un calabozo cruzó por mi mente la idea del abandono. Ya la habían abandonado una vez; no habría soportado ser quien lo hiciese por vez segunda. Ni aún cuando los cuerpos hedían y los cielos se resquebrajaban en aullidos de fuego llegué a pensar mal de ella. A veces me pregunto si es posible reparar tantos años de errores... Años después, aquel condenado, rastrero extraño aparecería en nuestro tranquilo hogar en Durotar, haciéndose pasar por aliado, como un amigo más. Cuando dijo conocer a Makhra de su antiguo clan, vi los ojos de mi mujer cobrar un brillo que jamás había visto. Creí que había encontrado un hogar con nosotros... Conmigo. Creí que todo lo que le di había sido suficiente, pero no fue así. Cuando la dejé ir, sabía que regresaría cambiada, distinta, pero estaba convencido de que volveríamos a vernos, aún así. Por años, seguí aferrándome a esa patética ilusión, esperando aunque fuera un último adiós de su parte. Luego, nada. Tuve que abandonar la granja de cerdos que una vez tuvimos, y encontrar trabajo como herrero en la ciudad. Largos años viví amargado, trabajando día y noche para evitar estar solo con los fantasmas del pasado. Durante todo este tiempo he estado acumulando ese resentimiento, moldeándolo a mi gusto como una coraza, como un escudo que bloqueaba toda mi visión, dando la espalda al sanguinario campo de batalla de la vida. Ya tuve suficiente de eso; me he regodeado de mi cobardía por demasiado tiempo. Es tiempo de darle una nueva forma, convertir el odio que me apresó en el arma capaz de ejecutar mi venganza contra el mundo, y traer el cambio que Makhra siempre quiso...
  9. Se agradece la respuesta esclarecedora a las dudas que teníamos con Siumat de la sociedad orca, pero me temo que aún así me quedan unas cuantas cuestiones que no me terminan de cerrar respecto a cómo podría operar funcionalmente tal organización en tiempos actuales del lore, en los que los clanes han sido desarraigados de su tierra y en los que hay tanta convivencia entre los distintos clanes y con orcos sin clan. Para empezar, entiendo que cada clan tenga su tierra pero si cada uno tiene sus leyes y su independencia política ¿Quién gobierna y administra la justicia en los asentamientos comunes, compartidos por todos los clanes, vease Orgrimmar? Y segundo, si cada orco debe lealtad a su clan y ha de responder al llamado ¿A quién responden todos los orcos sin clan? ¿Qué lugar vendrían a ocupar esos orcos en una sociedad tan estrictamente articulada en torno a estas unidades autónomas federadas que vendrían a ser los clanes?
  10. Mucho parloteo acá de voces poderosas pero poco respaldo me parece.
  11. Tanta genialidad junta puede causar mindblow. Escúchese bajo su propio riesgo.
  12. ....En tiempos de revolución siempre retorna la ineludible figura de su querida presencia, comandante
  13. A mi me viene joya casi cualquier día después de mañana (hoy), que me desocupo de exámenes por un tiempo.
  14. *Algunos carteles pueden divisarse en la plaza principal y algunos puntos claves de tránsito en Villadorada, clavados con un sello del ejército al fondo de la página* ¿Deseoso de colaborar con la defensa de nuestra querida Villadorada sin arriesgar inútilmente la vida en el frente? ¡El cuerpo médico tiene un lugar para ti! Para los valientes y dispuestos voluntarios y para la defensa del hogar, el cuerpo médico está dispuesto a instruir en cuidados básicos de primeros auxilios a la población. El uso apropiado de tales técnicas puede salvar vidas en situaciones de extrema urgencia y se insta a quienes deseen colaborar con el esfuerzo de guerra contra los terribles gnolls a asistir al cuerpo médico en la batalla - siempre desde una distancia segura - Así también estamos llevando una colecta popular para quienes deseen entregar en calidad de donación cualquier tipo de medicinas, brebajes, pociones, vendajes, ungüentos y demás suministros para el cuerpo médico. Toda excedencia será entregada al hospital de la iglesia de la Luz. La colaboración y el voluntariado salvan vidas. Para mayor información, contactar a Everett Caulfield, en el puesto de donaciones de la plaza principal de la Villa.
  15. Manuk

    Everett Caulfield

    Una colecta popular Día tres de mi participación de la guerra. La situación no parece mejorar desde la caída del campamento y los gnolls acechan a la vuelta de cada esquina, marchando rampantes por los bosques sin nadie que se les oponga. Mientras tanto, nos atrincheramos en la ciudad y aguardamos lo peor. La infantería va de un lado al otro reforzando las defensas, y los altos cargos asinan a quien pueda encordar un arco a una constante guardia en las murallas, atentos a cualquier movimiento de las salvajes hienas. Los oficiales no dan abasto y se quedan difónicos de tanto gritar órdenes, mientras en el pabellón médico... Haciamos el quinto inventario del día. El ocio me carcomía por dentro, y no pude contener las ganas de hacer algo al respecto hasta que mi mente me proveyó de una salida en forma de una idea muy tentadora. Le presenté al alba al capitán mi propuesta y al ver el visto bueno me encaminé hacia la plaza con un par de reclutas para armar el puesto de donaciones. Si la capital no enviaría los suministros, los conseguiría yo mismo. Pero más importante quizás, la colecta me serviría de excusa para interactuar un poco con la gente y mejorar un poco las pobres relaciones (Alguien tenía que hacerlo) entre el pueblo y el ejército; y más importante aún, me serviría para hacer algo. La Luz sabrá que me vuelvo loco ante la inutilidad. Hasta hora el asunto va marchando sobre ruedas. Las donaciones son más que suficientes, y hasta ahora he conseguido reclutar un poco de ayuda de por aquí y por allá para seguir ampliando el proyecto. Si todo sale bien, para cuando las indecisas bestias se dignen a atacar, por lo menos el cuerpo médico estará bien preparado para hacerles frente.
  16. Buenas y santas queridísimo. Te hiciste de rogar para la presentación, maldito sodomita. Ahora te quiero ver con un pj horda a ver si armamos algo en este lugar que ya voltea la baranda a Alianza.
  17. Manuk

    Everett Caulfield

    Nuevo día, nuevo trabajo Esta mañana llegó la respuesta del ejército. El golpear del cartero a la puerta me despertó. Mientras tomaba el desayuno me dispuse a abrir el sobre y leer el contenido. Algo acerca de la hora pactada parecía hacer algo de ruido en mi mente, y sentí la extraña pulsión de echarle un vistazo al reloj de Vincent (No es como si fuese la primera vez). Al ver la hora, pude comprobar que efectivamente disponía de menos de una hora para comparecer frente al capitán en el cuartel. Otra vez la inoperancia del servicio postal, mi peor enemigo... Me vestí a la velocidad del viento dando sorbos al te y emergí de mi hogar hacia el destacamento. Los párpados me pesaban al momento en el que recordé que había olvidado lavarme la cara; debía de parecer un energúmeno o un borracho. La noche anterior se había extendido en una intensa investigación, un último esfuerzo por descifrar aquel maldito manuscrito, pero como siempre fue infructífero. Aquel símbolo aún permanecía grabado a fuego en mi mente, asomándose por donde quiera que observase como un elusivo espejismo. Asumiendo un simple delirio del sueño como es frecuente en mí, me froté con fuerza los ojos y traté de distraerme. Ya no había tiempo para volver a casa y arreglarme un poco, así que me limité a apurar el paso. Llegué al cuartel un minuto pasada la hora, mas para mi grata sorpresa el capitán se encontraba atendiendo otra cita. Por esta vez, la impuntualidad no me molestó mucho, no sé bien porqué. Aguardé unos minutos fuera hasta que pude pasar. El capitán se me antojó como un hombre sensato, simple y directo más o menos como yo, por lo cual creo que nos llevaremos bien. La Luz sabrá lo importante que es para mí el no tener a alguien constantemente tocándome las gónadas mientras trabajo, excusando la expresión. Charlamos por unos momentos y luego me escoltó hacia el exterior, donde pude encontrarme con los colegas: Santiago, un joven batidor de físico esmirriado, cabello largo y sonrisa fácil, buen amigo de Elegost, explorador melenudo (Presumo un patrón, pero estoy hipotetizando) e igualmente dicharachero y vivaz; Melissa, otra joven exploradora de cabellos oscuros y buena disposición quien tuvo la amabilidad de mostrarme todo el lugar, y Jack, recluta de infantería bastante resuelto y algo abrasivo, pero amigable. En fin, un grupo heterogéneo y vivaz que me hizo ver por unos momentos un fin a la soledad a la que venía acostumbrado. Cantando canciones se nos fue la noche y tras estrenar el uniforme (Con el cual me tomé unas cuantas libertades, ya que el capitán no está viendo esto) salimos a hacer acto de presencia en la ciudad y atrapar unos cuantos maleantes. Por supuesto que lo segundo no sucedió, muy para mi pesar, pero tuve la oportunidad de ponerme al tanto sobre la situación del reino y la guerra contra los gnolls, empapándome de todo el conocimiento prohibido para los civiles. Tras de eso regresamos al cuartel y pude ponerme al tanto de la (Pobre) situación del pabellón médico. La falta de suministros es alarmante, mas en el camino de ahí hasta los barracones se me ocurrieron por lo menos dos posibles soluciones, las cuales comentaré al capitán a la brevedad. De ser posible, espero contar con el equipo necesario antes de que los gnolls se dispongan a alzar el asedio sobre la villa.
  18. Manuk

    Everett Caulfield

    Índice Eventos: - Los perros de la guerra [Evento Maestre] Progresos: - Nuevo día, nuevo trabajo - Una colecta popular
  19. Que le va hace' chamigo, es el séquito que uno arrastra cuando es tan canchero. @LoaP Guarda con el petiso este que al primer descuido te tantea el tobul.
  20. Loco ¿Era mucho pedir una presentación que de un poquito menos de asco? ¿Qué se supone que va a pensar de mi la gente cuando te vea conmigo? Pero bueno, qué se le va a hacer... Bienvenido gordis
  21. Una carta arriba a la oficina de uno de los reclutadores del ejército imperial, en un humilde sobre de papel resistente y rugoso. La caligrafía pareciera ser casi inentendible, de trazo rápido como escrita con notorio apremio, pero con intachable ortografía. Al correspondiente oficial de reclutamiento del ejército imperial... Le escribo con la intención de encomendar mis servicios a la guardia en pos de desempeñar la debida labor para la cual mi instrucción médica y escolástica me habilitan, como cirujano y fisiólogo de trayectoria en busca de adquirir experiencia y servir a la nación en estos tiempos atribulados en los que nos vemos inmersos. Creo firmemente que el cuerpo médico del ejército puede dar el mejor uso posible a mis habilidades y conocimientos y estoy dispuesto a demostrarlo si así lo requiriese vuestro juicio, pues entiendo que en vuestra labor recaen tareas de selección y filtración tanto como de enrolamiento. Sin deseos de extender más de lo necesario el contenido de esta carta ni desperdiciar más de vuestro tiempo, y esperando una respuesta favorable, me despido atentamente. Everett Caulfield
  22. Manuk

    [Ficha] Everett Caulfield

    Atributos 6 Físico 6 Destreza 7 Inteligencia 7 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 21 Mana 8 Iniciativa 7 Ataque a Distancia (Armas de fuego) 7 Ataque CC Sutil (Estoque) 8 Defensa Habilidades Físico 1 Atletismo Destreza 1 Armas de fuego 1 Estoque 1 Cabalgar 2 Defensa 1 Sigilo Inteligencia 1 Fauna 2 Sanación/Hierbas 1 Supervivencia/Cazar 2 Tradición/Historia Percepción 2 Advertir/Notar 2 Buscar 1 Disfraz 1 Etiqueta 1 Música 1 Reflejos
  23. Manuk

    Everett Caulfield

    Nombre: Everett Caulfield Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 26 Lugar de Nacimiento: Villadorada Ocupación: Médico, quirurgo y fisiólogo Descripción física: No destaca demasiado según su constitución y tamaño, con su fisonomía más bien lánguida corregida por una buena postura muy deliberada. Suele llevar su rojizo cabello corto, acompañado de una barba enmarañada y algo descuidada. Su rostro anguloso y afilado denota casi constantes ojeras por falta de sueño, y sus ojos tienen el hábito de escudriñar atentamente todo lo que cruza su mirar, siempre perceptivos y analíticos. Su rango de expresiones oscila entre los extremos de la indiferencia y neutralidad y las emociones fuertes, siendo el enfado una de las más suscitadas; suele fruncir el ceño y extraviar la mirada, como constantemente preocupado por algo. Sus manos suelen temblar levemente en estado de quietud, sin saber exactamente donde posicionarse; sin embargo los temblores pueden cesar a voluntad cuando la situación lo amerita. Descripción psíquica: Diligente, perseverante y trabajador, de carácter precavido y recatado. Posee grandes capacidades de observación, que son su mejor herramienta como médico. Siente un gran respeto por la vida humana y toma muy en serio su oficio, y a pesar de su mente analítica y racional siempre tiene presente el fin último que es el bienestar de la gente. Gentil y acérrimo defensor de los suyos, a veces en extremo y rozando la condescendencia. Algo excéntrico y acomplejado, trata siempre que los líos de su mente no afecten la claridad de su pensamiento y su labor. De su naturaleza sensible y moralista surge muchas veces la capacidad de ser la voz de la conciencia en los momentos más caóticos, lo cual se origina más por una apasionada vocación protectora que por algún respeto por las leyes o las normas establecidas. Historia: Nacido en el seno de una influyente familia burguesa de la ciudad de Ventormenta. Su padre comerciaba en especias de ultramar; un hombre callado y observador, que sabía cómo y cuándo interceder para mantener todo bajo su control en todo momento. Su madre fue concertista y compositora de música, perteneciendo a un importante linaje aristocrático que fue forzada a abandonar al contraer matrimonio. Durante la mayor parte de su infancia, tuvo en Vincent, su hermano mellizo, su único amigo y mejor compañía. Él era extrovertido y lanzado, descarado y despierto, a diferencia de Everett quien iba siempre detrás, granjeando los beneficios tanto como las reprimendas. Fueron felices años los que transcurrieron para ambos jóvenes en Villadorada, robando manzanas y huyendo de los tutores y las comadronas. Vincent, quien siempre había demostrado talento para meterse y salir de problemas, demostró desde joven una pasión por proteger al débil y al indefenso y pronto se hizo con la meta de convertirse en un gran soldado. Su padre, siempre cauto y alejado de toda noción de excesivo altruismo, hizo todo lo posible por evitarlo, forzándolo a marcharse del hogar tan pronto como tuvo edad para enrolarse al ejército. Everett, sin deseos de tomar parte en contra de nadie, fue un testigo pasivo de la separación, y sería el principal contacto entre la familia y el hijo exiliado con su correspondencia. Pasaron los años y Everett se vio aprendiendo el oficio de su padre, para dominar el arte de administrar e invertir el dinero. Pasaba los días supervisando a los trabajadores y haciendo inventarios. Vincent, por su parte, se alejó cada vez más de la familia, viajando de guerra en guerra por todo el continente. Una noche de invierno sin luna, en la penumbra de los callejones portuarios, Everett se vio cumpliendo una vieja promesa. Se abrió paso por entre los burdeles y los jolgorios hasta una taberna al final de la callejuela, tenuemente iluminada por una única farola a la entrada. Al pasar rebuscó los alrededores con la mirada y dio con su hermano, sentado en una mesa esquinada. Habían pasado tantos años... Ambos habían tomado caminos completamente distintos y el ajetreo de sus vidas los había absorbido y distanciado el uno del otro; su correspondencia se había tornado cada vez más ocasional y escueta, y lo último que Everett había oído de su hermano fue su heroica participación en la campaña de Alterac. Se reconocieron de inmediato a pesar de los años. Los horrores de la guerra sin duda habían cambiado a Vincent, pero se le veía sin embargo feliz por el reencuentro. Se abrazaron con firmeza y tomaron asiento. Las rondas de cerveza prosiguieron indiscriminadamente, fluyendo con la conversación de ambos hermanos que se extendió por largo rato rememorando viejos tiempos más felices. Volver a verlo después de tanto tiempo significaba todo para Everett en aquellos tiempos grises en los que no podía evitar sentirse perdido. Vincent siempre sabía exactamente qué decir y hacer, y siempre había sido su guía. Eventualmente el jolgorio se sobrepuso a la tranquilidad con un poco de ayuda del alcohol; la música y los cánticos de taberna se apoderaron del ambiente y al final de la noche, los dos hermanos se vieron las caras totalmente desaforados por la cerveza, de vuelta en su mesa. Vincent juntó los brazos y dejó caer su cabeza contra la mesa, demasiado ebrio para mantenerse erguido. Everett rió a carcajadas e hizo lo que pudo para ponerse de pie y acercarse a su hermano, tratando de despertarlo; lo sacudió con fuerza sin obtener respuesta alguna. Luego posó su mano sobre su cuello y el frío hizo que se alejara de un sobresalto, horrorizado. Juntó coraje para hacerlo nuevamente y tomar el pulso de su hermano. Estaba muerto... Las campanadas de la catedral lo despertaron empapado en su propio sudor; la tarde caía en la soleada Ventormenta, enrojeciendo los tejados del distrito de los comerciantes, visibles desde la ventana del altillo donde el joven estudiante observaba frenéticamente en todas direcciones afianzándose a la realidad, oculto bajo montañas de libros y manuscritos a medio escribir. Un sueño distinto, esta vez. Llevaba tiempo siendo presa de aquellas pesadillas en las que era testigo de la muerte de su hermano de mil maneras distintas; quizás el hecho de nunca haber conocido la verdadera haya tenido algo que ver. Vincent había servido con gran heroismo en Alterac, según sus superiores, entregando su vida para hacer frente a los traidores de la humanidad. Su cuerpo jamás fue encontrado por lo cual el único legado de su vida quedaba en manos de Everett, quien tenía en su posesión un viejo reloj de bolsillo que una vez le perteneció a Vincent. El pensar en él de repente inspiró en Everett un deseo de observarlo como siempre solía hacer, por lo que estiró su brazo hacia la mesa de noche y tomó el reloj en su mano, observándolo meditabundo y aún algo adormecido. Aquel fatídico día en el que el oficial visitó su morada con las malas noticias, algo cambió en Everett de manera irreversible. Abandonó el negocio familiar y juró seguir el ejemplo de su hermano, para que nadie más tuviese que perder la vida mientras él pudiese evitarlo; y si no podía protegerlos, los salvaría. Se avocó al estudio de la medicina instruyéndose como quirurgo bajo la tutela de prominentes educadores. Juró jamás volver a dejarse llevar por el dinero y las ambiciones que su padre instigó siempre en él y dejó en manos de su progenitor la administración del negocio. Destacó en la práctica como cirujano y demostró gran tesón y aptitud para el estudio teórico, memorizando tomos y tomos de los grandes maestros de la anatomía y la fisiología. Recorrió el mundo cultivándose con los conocimientos de otros pueblos y actualmente continúa haciéndolo, residiendo en Ventormenta con ocasionales viajes a Dun Morogh y Kul Tiras. Se levantó de la cama y se alistó para salir a la calle. Necesitaba caminar para despejar la mente. Hacía tiempo que aquella voz en el fondo de su cabeza le hacía ruido; el tiempo para el estudio se había cumplido, necesitaba pasar a la acción si quería lograr un cambio de verdad. Solo necesitaba los medios para lograrlo...
×
×
  • Crear Nuevo...