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Stannis the Mannis

Elegost Faler

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Nombre completo: Elegost Friederich Faler von Falveri

Raza: Hombre de Lordaeron

Lugar de nacimiento: Andorhal - Reino de Lordaeron

Edad: 44 años (Nacimiento 19 de marzo)

Altura: 1.78cm

Peso: 74kg

Ocupación actual: Cabo Imperial
del cuerpo de exploradores








Descripción física:

De largas extremidades, hombros y espalda ancha, al igual que ancha tiene la mandíbula o la nariz que sobresale en su faz al ser denotable en un tamaño peculiar. De rostro serio o más bien tirando a una belleza "burda" pues si no fuera por llevar barba recortada parecería un salvaje de las montañas de Alterac.

En general se le podría considerar como una persona mundana o alguien del campo si no fuese por la tez blanca-rosada y los cabellos dorados que suele llevar largos hasta pasados unos centímetros los anchos hombros.

De penetrantes ojos azul celeste que se podría considerar lo más atractivo del hombre; y éstos son siempre altivos, quedándose con todo a su alrededor como la vista de un águila. 
 
Sus facciones toscas le confieren un aire vulgar y rural, pero cuando la situación lo requiera puede lograr cierto porte señorial. Quizá fruto de la herencia cultural de su extinta nación, quizá por propia fachada o quizá porque las cosas no son siempre como aparentan.


 

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Descripción moral y psíquica:

Aunque de apariencia fría, seria, distante y huraña, puede demostrar la simpatía, camaradería y bulla del mejor de los anfitriones. Pero raro es que el hombre de primeras muestre como es en verdad, reservándose para la mejor situación o la persona ideal. Pero realmente es bastante confiado con las personas, no siendo juicioso con ellas aunque se muestre desconfiado, pero como todo en éste hombre... Es pura apariencia

Se podría decir que es justo, o más bien él se declarará justo, pero en si es lo que él cree que es justo, justificando toda acción con su propia tabla moral siendo ésta mejor que las de los demás. Mintiendo sin mentir, alegando que lo que cuenta es una verdad a medias, pero defendiendo que nunca mentiría ni a un orco. 

Como tal su moralidad y legalidad para muchos podría ser cuestionable, pero para él... para él es una legalidad neutral, sirviéndose en valores de honor y situación, más que en las premisas de opinión de la gente. 

 

 

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 ~Recuerda Falveri~

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De entre tiempos pasados y futuros·



Su historia:

 

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El alba rompía el muro de oscuridad, abriéndose el astro entre las nubes oscuras e iluminando los elevados muros de madera del fortín que se alzaba entre las bajas colinas verdes que con la naranja luz del amanecer creaban una hermosa estampa, en contraste con la oscura madera de los muros y el gris apagado de las rocas que servían como base de las murallas que iban de colina en colina. 

Las bajas colinas servían como propios muros naturales para los edificios interiores: tiendas, casetas austeras, un foso donde muñecos y demás utilería de entrenamiento marcial se disponía a los habitantes del lugar, unos establos, un pequeño botánico, un edificio pequeño semi enterrado de piedra que hacía de armería y lo más importante que era la torre y fortificación más resistente del lugar; La torre del Montaraz.

La torre otrora viejo puesto de Lordaeron que servía para vigilar el paso de la zona en las cercanías de un campo de internamiento orco. Luego en desudo hasta la ruina, hasta que un grupo de rufianes se apoderó de ella. Aunque apoderarse sería una palabra muy grande, más bien es como  el cangrejo ermitaño que se hace su casa en una concha. La cuestión es que en esta torre habitaban muchos cangrejos, pero uno de ellos era el más grande, el jefe, el señor de la torre, y no sólo de la torre sino de las colinas circundantes, y no sólo las colinas sino las tierras que el sol estaba bañando... Y más.

Los rayos iluminaban bien toda la torre, desde las banderas negras con las estrellas de plata en su atalaya, como las pequeñas ranuras que actuaban de vistas defensivas, así como la única entrada; una puerta doble de madera oscura como las murallas del fortín. El interior yacía en silencio aunque hombres ataviados de marrón pardo, verde y gris deambulaban de arriba abajo, pero todos sin entablar conversación, sin emitir una palabra o un quejido. Pero todos se paraban y se golpeaban el pecho cuando veían a un hombre de anchos hombros con capa de piel de oso -pues el frío del otoño y el amanecer era bastante notable- espesa barba rubia así como largos cabellos dorados sin brillo se les pasaba cerca. 

Era éste hombre el que los rufianes que habitaban en ese fortín trataban como su señor, ese hombre de mirada altiva pero rostro desazonado que llevaba años siendo el amo de unas tierras desiertas, al que unas gentes más allá de sus hombres armados veían como protector, un hombre cansado no sólo por la edad, sino cansado de la vida. 

El viento frío no afectó al hombre, que parecía estar acostumbrado, ni la cálida luz mejoró su aspecto, pero aún así mantenía su caminar de largos pasos dejando atrás a los que le saludaban y decían en voz baja: Comandante Electo. 

Subido sobre el corcel que su sumiller le tenía preparado, dejó el hombre escapar un largo suspiro, su faz desazonada quedó atrás y un brillo de juvenil brío surgió en él. Cerró los ojos y dejó que el caballo fuese al trote, seguido por sus hombres... Una aldea bajo su protección había sido atacada por las hordas de los No-Muertos, y otra vez, habría que hacerles frente.


En otro tiempo, en otro lugar...

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 -- Ah. Al fin has despertado -Dijo una voz, una jovial voz alegre en una oscuridad profundad. -Poco a poco, no hay prisa. La Luz ha querido velar por ti, no esperaba... 

La voz se materializó poco a poco de la oscuridad a la penumbra, de la penumbra a la bruma y al final a la claridad de un joven humano de rostro blanquecido, ojos verdes, cabellos oscuros y sonrisa amable que sentado en una silla al lado de la cama donde reposaba el hombre al que se refería daba a él la bienvenida del nuevo día

-- Un sueño... todo un sueño. -Murmuró con cierta angustia y confusión el hombre recostado. Un hombre demacrado, más blanco que el joven, pálido como si toda la energía se le hubiera drenado, más esqueleto que carne y con mechones dorados descoloridos pegados a la sudorosa frente

-- ¿Sueño? Ha tenido que soñar mucho, lleva mucho tiempo durmiendo. Que milagro de la Luz que despertara. ¿Recuerda algo? No del sueño, si no... algo anterior a ello. -Preguntó con presura pero calma, se notaba que el joven tenía mucha curiosidad y preocupación, más el otro hombre no era capaz de pronunciar palabras con sentido. Por lo que el joven le dio tiempo, dejándolo a solas en esa pequeña habitación.

El sol ya debería llevar unas horas alzado, pero aún era pronto, de alguna forma el hombre lastimoso lo sabía. Pero lo que no sabía era lo más importante ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía allí? Y lo más importante... ¿Quién era? No recordaba quién era, o qué pasaba y por qué se sentía tan débil y herido pese a que no tenía ninguna venda o herida en su cuerpo.

-- Estás en el Muro de Thoradin. Hace unos meses, cerca de aquí hubo una gran batalla. En los despojos de la batalla te encontraron, al borde de la Oscuridad... Pero, vivo. ¿En serio no recuerdas nada? Algo dejaron los carroñeros, un anillo con un nombre grabado ¿Te dice algo?

Insistía el joven preguntando lo mismo día tras día. Pero el desconocido negaba sin emitir muchas palabras. Ni siquiera cuando miraba ese anillo y veía el nombre y la fecha grabados le decían algo ¿Era su nombre? Si lo llevaba sería por eso. Pero él no tenía memoria. -- Quizás el aire puro y conocer a los demás te devuelva los recuerdos que ahora yacen escondidos. Pero no temas, verás que más tarde como pronto vuestra merced recordará todo. - Y con ayuda del joven salió al exterior, a la imponente pero maltrecha y semi abandonada muralla de Thoradin. 

Recorrió y miró cuanto quiso el desconocido hombre, observando los bosques aledaños al oeste, y las praderas y colinas al este. ¿Las recordaba? Él de nuevo para pena del joven no decía nada, sólo observaba con rostro apenado y ojos cansados. Y esa fue la costumbre durante semanas.

Al final el desconocido hombre pudo valerse por su cuenta y recorrer limitadas zonas de la muralla, observando a los ojos los entrenamientos marciales de los guardias del reino de Stromgarde. Practicando tiro al arco, luchando con las manos desnudas o montados a caballo yendo y viniendo por los caminos... eran hombres de virtud castrense y eso no sabía por qué pero el hombre desconocido lo apreciaba, como si viese algo que le diera cierta calidez ¿Un recuerdo? Si, podía recordarse haciendo eso... ¿Pero era realmente él? ¿O era un reflejo de suposición de su imagen a un suceso? Como el que intenta recordar un sueño pero a más lo piensa más olvidable queda y ya sólo lo puede imaginar.

Imaginar, suponer y soñar es lo que el hombre desconocido podía hacer. El joven se refería a él por el nombre que vio en el anillo que encontraron en su dedo; Elegost Faler. Elegost Faler esto, Elegost Faler aquello, el joven le hablaba y hablaba de sucesos, historias, de aquello y lo otro intentando que eso despertara familiaridad con su nombre y situación, pero no parecía funcionar.

Para pena del joven, tenía pronto que partir. Era un novicio del sacerdocio y su maestra; una altiva y refinada Alta Elfa, pedía que marcharan pronto, pues ya habían hecho todo lo que debía hacerse.

El joven y el desconocido se despidieron a las puertas de la inmensa muralla. Y esa fue la primera y última vez que el desconocido vio a la elfa, y la última a la que vio al joven. Pero fue la elfa, en la que de algún modo llamó su atención y sus recuerdos...

-- De mundos totalmente diferentes... -Se dijo mientras la elfa ni parecía percatarse de él, pese a ser una sacerdotisa el orgullo de su raza le era más. Y el hombre no apartaba mirada de esa mujer mientras se marchaba, preguntándose ¿No lo habría visto antes? Le era increíblemente familiar. Del mismo modo que el joven se le había hecho familiar, pero no en un sentido de acostumbrarse, si no de haber visto antes alguien parecido, otro joven alto, escuálido, pensativo y curioso. Ahora con esta criatura resultaba lo mismo

¿Elfas? Pero cómo era posible... Elfas, elfos, el Alto Reino. ¿No había leído de ellos? ¿No los había visto? ¿No había reído, soñado, luchado y comido con ellos? Sí, sí, recordaba historias, historias de viejos libros en una gran biblioteca cuando era un niño. Historias de su eterno rey, de su reino mágico. Increíblemente recordar eso le confería alegría y paz. Pero le crecía la duda pues ¿Qué elfos había conocido? ¿No había visto e incluso bailado con una hermosa y orgullosa elfa. O acaso no eran todas hermosas y orgullosas. Y todos los elfos machos eran magos, nobles y refinados. De pelos blancos, o rubios, e incluso azules. Sí, eso no se podía olvidar.

El desconocido hombre leyó lo que pudo leer, pocos libros habían en una fortaleza. Ahora era poco menos que una mascota, un ermitaño que ayudaba en lo que podía mientras le dejasen. Los libros que encontraba o le prestaban le traían recuerdos. Incluso los libros más complejos como las listas de leyes o reyes de éste y otro reino. ¿Acaso no había él repasado esas mismas leyes? ¿O jurado en nombre de alguno de esos reyes? Sí, eso no se podía olvidar.

Y mientras ayudaba de aquí para allá en el transcurso de los días, se topó con un hombre que le llamaba, claro que lo hacía en un nombre que él no recordaba, y si no fuese por la férrea mano del hombre tosco y grande, él se hubiera marchado.

-- Pater ¿Pero no se acuerda de mi? No le veo herido de ojos y oídos, no puede estar ciego y sordo. -Le espetó el hombre grandullón, que por su parte si estaba herido, con una muleta y la pierna desnuda salvo por las apretadas vendas. 

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-- Por muy absurdo que parezca, ni de vos ni de mi mismo me acuerdo. Ni de cómo llegué aquí o cómo estoy en esta situación. He aquí de mi infortunio, sólo soy poco menos que un espectro de carne y hueso. -Le respondió el desconocido, con humor, aunque su tono no lo aparentaba. Y el otro hombre se sintió tan apenado que tuvo que negar y aflojar la mano aferrada a él

-- No diga eso, un hombre como vos, de la Luz. ¿Pero de veras que no recuerda nada? Yo le vi antes de mi golpe fatal. Creo saber qué le pasó, sí. Fue aquella abominación, aquel oscuro brujo no-muerto, le señaló y le fulminó en un instante. Usted abrió la marcha pero aquel ser... -El hombre paró, apesumbrado, incluso atemorizado podría decirse. -- Usted nos ayudó a escapar de Costasur, cuando ellos vinieron ¿No lo recuerda?. -El hombre insistía e insistía. Si, eso no se podía olvidar.

-- Costasur... creo... recuerdo, creo que podría decir que recuerdo el nombre y haber estado. Pero. - Mucho le costaba reconocer al desconocido. Era lo máximo que podía decir, por lo que sólo escuchaba. Escuchó la narración del tosco hombre, desde cual era el nombre de él como del desconocido, cómo hacía referencia al anillo, cómo llegó a reunirse a ellos y dirigir a los más capaces a la gran batalla que se iba a librar. Si, eso no se podía olvidar. Pero él lo olvidó todo, incluso su nombre.

La charla duró mucho, tanto que la noche les alcanzó. Hablaron de mucho, pero el tosco hombre no pudo responder a preguntas más allá de tiempo atrás a aquella batalla. Pero fue lo suficiente como para que el desconocido hombre se pasara toda la noche en vela dándole vueltas a todo eso. Sí era ese tal Elegost Faler, si de verdad era como según le dijo el hombre, un servidor de la Luz ni más ni menos... ¿Cómo es que estaba en esa situación? Lo encontraron sin nada de valor salvo ese anillo, nada de lo que el hombre narró que llevara lo tenía ahora. ¿De verdad era ese tal Elegost? ¿Ese Elegost era el mismo joven que leía libros sobre los Elfos Nobles? ¿O sobre la historia de Lordaeron? ¿De sus leyes, de sus reyes, de sus batallas? ¿Era el mismo que veía marchar a aquel otro joven con tristeza hacía un barco que zarpaba al norte? ¿Era el mismo Elegost que luchaba contra criaturas de terror? ¿O seres anfibios? 

¿Era el mismo que esgrimiendo una simple pala, expulsaba arañas gigantescas? ¿O remaba en un lago de muertos y fuego? ¿El que reía y cantaba en tabernas con rostro que ya no recuerda? ¿Que se revolvía por los bosques que ahora contemplaba con extrañes a orillas de la muralla? Pero también habían otras cosas que recordaba de ese Elegost; Muerte, sangre, dolor, pérdida. Amigos que morían delante suya, de cómo un hombre de bigote, fuerte como un tauren caía hacía un abismo de fuego, de cómo un anciano en armadura era embestido una y otra vez por flechas negras, de cómo un hermano caía sobre el lodo pidiendo ayuda, de cómo mujeres que amaba se perdían en mares de bruma y sufrimiento... 

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¿Todo eso era su vida? ¿En un torbellino de tristeza y guerra, con ciertos momentos de paz? Elegost había perecido en esa batalla contra el enemigo antítesis. Elegost había caído en la oscuridad del olvido tanto para si mismo como para los demás. Era un nota a pie de página con el nombre de "aquellos caídos por la gloria de la Luz". Sí, eso no se podía olvidar, y no lo olvidó. Nada olvidó. Sólo había escondido todo aquello. El cómo abandonó Falveri, cómo huyó a refugiarse en un ejército que también abandonó por un capricho personal, en cómo nada había terminado y todo quedaba sin terminar, en todos esos que había dejado atrás. Normal que dijera que no lo recordaba, pues no quería recordarlo.

A la mañana siguiente en la celda que habitaba ya no quedaba nada que demostrara que antes fue habitada por alguien, sólo un detalle; un anillo con una fecha, una cruz de la Iglesia de la Luz y el nombre grabado de Elegost Faler.

El alba rompía el muro de oscuridad, abriéndose el astro entre las nubes oscuras e iluminando los elevados muros de la inmensa muralla. Y pensar que ahí había estado tanto tiempo, no ahora, si no tiempo atrás... era casi una segunda casa, tantos sitios eran una segunda casa para él. Pero ahora, otra casa que dejaba atrás.

-- ¿A dónde irás? Stromgarde es un reino grande, demasiado para una persona tan desvalida, llena de peligros. Es mejor que esperes a una caravana... Además ¿A qué sitio vas a marchar? No has dicho de dónde venias ¿Acaso vuelves a casa?. -El guardia embutido en mallas con telas blancas y rojas le preguntaba con confianza, ya se había familiarizado con el hombre, extrañamente para no ser un soldado o milicia parecía estar acostumbrado a ese sitio. O eso pensaba el guardia.

Elegost contempló el largo camino, el horizonte bañándose de la luz del oriente. Allá a lo lejos estaría la capital del reino... Más allá ogros, trols, bandidos y la fauna salvaje hostil. 

-- Iré a donde me lleve el camino. Volver a empezar. Quizás ésta vez sea diferente. 

Y con la perplejidad del guardia y las enigmáticas palabras en el aire, el hombre se marchó hasta que llegado un punto desapareció en el horizonte. 

-- Se lo van a comer con patatas. -Se dijo el guardia stromgardiano. 

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Vivencias, aventuras,desventuras e historias
 

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Eventos asistidos

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Solo un trabajo imperial más - Detective Faler - 1 sesión

(Atletismo, Buscar, Religión (Luz Sagrada), Conocimientos/Historia (Reinos Humanos), Advertir/Notar)

Solo un trabajo imperial más - El burro y la dama - 2 sesión

(Conocimientos/Historia (Reinos humanos), Leyes (Reinos humanos), Advertir/Notar, Etiqueta, Música (Canto))

 

De Nuestros Huesos las Colinas. VII. El Túmulo de Okran

 (Defensa - Reflejos - Espada Larga - Atletismo- advertir- sigilo - Supervivencia - Sanación/Hierbas)

 

[Tierras del Interior] La Sociedad de los Buscadores - I. El Viaje

(Buscar - Atletismo - Advertir/Notar - Canto - Nadar - Conocimiento/Historia (Reinos Humanos) - Religión (Iglesia de la Luz) - Fauna (Mamíferos) - Supervivencia - Sanación/Hierbas - Conocimiento/Historia (Magia Arcana) -Conocimientos/Historia (El Alto Reino Élfico)- Sigilo - Rumores - Voluntad - Escalar - Defensa - Combate desarmado (equilibrado). - Arco Largo)

II. La Tumba de Urk'kek

(Atletismo - Defensa - Fauna (Mamíferos) - Sanación/Hierbas - Reflejos - Sigilo - Buscar - Voluntad  - Buscar - Advertir/Notar - Trampas/Cerraduras - Arco Largo - Supervivencia - Defensa - Nadar - Escalar)

 

Los Suministros Perdidos: Sir Godfrey

(Adv/Notar, Sigilo, Rastrear, Trampas/Cerraduras, Escalar, Combate Desarmado (Equilibrado), Conocimiento/Historia (Reinos Humanos), Atletismo, Supervivencia, Reflejos, Voluntad)

 

[Ruinas de Rosgith] La guerra no cambia nunca

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El regreso de Tristán

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Ronda dos: Operación Reiger. Fase de reunión de operativos

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Entrenamientos

Ranas y espadas

((Leyes (Reinos Humanos) - Reflejos - Fauna (Aves) - Advertir/Notar - Sigilo - Arco Largo - Atletismo))

La sierra perdida

(Carpintería)
 

Entrenamiento Imperial Doble-Élite

(Atletismo,  Baile, Música (Canto), Voluntad. Entrenado: Provocar - Lanzar)
 

Dos sementales y una sacerdotisa

Equitación - Defensa - Atletismo - Reflejos - Fauna (Mamíferos) - Desarmado (Equilibrado) 
Entrenado: Aptitud diestra: Escurridizo 


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Eventos dirigidos

Una mañana de viejas historias y magia

Entre pociones y cartas

La semilla del mal

¿Qué diferencia hace si vivo o muero?

Siguiendo las migajas de pan - Día I Las setas estaban ricas/Sesión 1
[Atletismo-Buscar-Advertir/Notar-Leyes (Reinos Humanos) - Supervivencia]
Siguiendo las migajas de pan - Día II Con armaduras y a lo loco/Sesión 2
[Leyes (Reinos Humanos) - Etiqueta - Reflejos -Advertir/Notar]
Siguiendo las migajas de pan - Día II -Mediodía- ¿Te sientes ya un héroe?/Sesión 3

Siguiendo las migajas de pan - Día II -Noche- Nos marchamos/Sesión 4
[Defensa]


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Un poema

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"Yo soy el pobre soldado
Que vuelve de la campaña,
Sin un amor que me espere,
Ni una sola esperanza,
Sin una insignia que diga:
Te queda tu padre, el Imperio
Yo soy el pobre soldado
Que vuelve de la campaña,
Y mis hermanos ya han muerto
Tanto el listo como el tuerto,
Y también encuentro muerta
En mi corazón a la patria."

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Este poema escrito por Elegost, fue encontrado entre sus cosas en el cuartel, posteriormente leído por un superior que declaró lo siguiente en un informe para la comandancia:
 

Este soldado es un hombre que ha experimentado una gran pérdida en la guerra. Ha regresado a su hogar sin el amor de una esperanza, y siente que su vida es vacía. Ha perdido a sus compañeros de armas, incluyendo a aquellos que amaba, fuera o dentro de la institución armada, También siente que ha perdido su amor por su patria, por el Imperio, o cualquier forma política y nacional, y que su futuro yace muerto.

Este soldado es probablemente un hombre solitario y aislado, que ha sido impactado emocionalmente por la guerra. Es posible que tenga trastornos de estrés postraumático y depresión debido a las difíciles experiencias que ha vivido. Es un hombre que probablemente ha perdido su sentido de identidad y propósito, y está buscando una forma de reconstruir su vida o, Luz no lo quiera, de buscar perderla para poner fin a todo su trauma y dolor.
 

 

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Census Militaris
Regnum Stromgarde
Stromgarde Kuningrīhhi

 

Nombre: Elegost Friederich Faler von Falver

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Lugar de nacimiento: Andorhal-Reino de Lordaeron
Fecha de nacimiento: 16 - 3 - 6 a.p.o (antes de la apertura del Portal Oscuro)
Fecha de alistamiento: 3-11-34
Lugar de acuartelamiento: Stromgarde capital

Rango: Cabo
Cuerpo: Exploradores
Legión asignada: XIII
División asignada: IX

Anotaciones oficiales: Ascendido en persona por el Capitán Leontus Konstantin por sus esfuerzos en la campaña de Rosgith y por recomendación del Justicar de la Mano de Plata Jared Miller

 

 

 

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