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Elireth

Zahra Bastet Naeem Sagira

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  • Nombre: Zahra Bastet Naeem Sagira
  • Raza: Humano
  • Sexo: Mujer
  • Edad: 20
  • Lugar de Nacimiento: Ventormenta
  • Ocupación: Aventurera
  • Historia completa

 

Descripción física:

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Alta, rostro severo pero juvenil, ojos marrones y piel oscura como el chocolate con leche. Su cabello se mantiene corto, con algunos adornos plateados o dorados según la ocasión que cuelgan de mechones. Su cuerpo está moldeado y entrenado, notándose una figura ligeramente musculada y en forma. No es del norte, pero tampoco enteramente del sur, su familia parece venir de algún lugar en el extranjero, aunque ya llevan algunas generaciones en Ventormenta. Esto le da rasgos en sus ojos ligeramente achinados.


Adornos en el cabello que fueron otorgados por su madre. Son dorados y tienen inscripciones en ellos. Su tomo de la luz sagrada que siempre lleva consigo ya sea en su bolsa o colgando con una pequeña cadena plateada.

 

 

 

Historia

 

Ira.

 

El  día se presentaba húmedo y nublado, cosa común en villadorada donde los días lluviosos eran comunes. Las gentes se apresuraban a llegar a sus destinos, los cargamentos pasaban por aquí y por allá como en cualquier ajetreada villa, pero el doble si consideramos que es la villa más cercana a la capital del imperio. Entre sus angostas calles y callejuelas, los ruidos y el tránsito eran comunes, pero en aquel callejón aquel día no sucedía algo tan común. Al menos no para las ocupadas gentes de esa localidad - ¡ Y sigue intentando, será tonta ! - los chapoteos y sonidos contundentes producían ecos que se transmitían por todo el callejón, encajonando y reverberando constantemente. Las voces eran de jóvenes, todos ellos excitados por lo que acontecia. Una pelea. - ¡ Sara no tienes que hacer esto, vámonos a casa. No tiene caso ! - gritaba uno de los jóvenes, que por la sangre que recorría su rostro, no la había pasado bien. Algunos niños soltaban carcajadas por las palabras de aquel pequeño golpeado, pero la joven a la que él gritaba “Sara” no parecía tomar en cuenta sus palabras. Arrodillada en el suelo, sobaba su rostro que había recibido un fuerte golpe y se estaba hinchando su pómulo derecho. Frente a ella el matón del barrio, y su grupo, que como no podía ser diferente eran los más grandes y fuertes de su edad. El muchacho, confiado, soltaba risotadas y se burlaba de la joven de piel oscura que tenía al frente. Le había robado uno de sus adornos dorados para el cabello y se regodeaba de aquello - ¿Que vas hacer?, ¿llamar a tu mami la guardia?, ¡ no puede entrar aquí ! - decía con toda la malicia y los muchachos, más temerosos que de acuerdo, le seguían el juego. Pero Sara no era como el resto de niños, no dejaría que le robaran aquello que tanto apreciaba. Se levantó, disimulando la rendición mientras una lágrima brotaba. El grandullón confiado, inflo el pecho victorioso desviando la mirada al resto de niños. Sara actuó, un movimiento rápido y un placaje con todo el peso de su cuerpo lanzaron al gordinflón muchacho al suelo y ahora con Sara sobre él y la gravedad a su favor, no tenía escapatoria. Sus puños cerrados golpeaban el rostro del matón una y otra vez con fuerza, al principio los muchachos estaban sorprendidos, luego vitoreaban pero al final todos guardaron silencio. Estaba yendo demasiado lejos. El muchacho por cara ahora tenía una masa sanguinolenta e hinchada. Alguien la tomo  y la empujó a un lado - Suficiente… ¡ Suficiente ! - Sara se detuvo, agitada, mirando sus manos adoloridas y llenas de sangre. Abrió los ojos de par en par, aterrada, todo su cuerpo temblaba - ¿Qué he hecho?... ¿Qué… - había quedado en shock. Kyra, su compañero, había tomado aquel adorno para el cabello y  luego tirando de la mano de Sara comenzaron a correr a toda velocidad. Ella solo se dejo llevar - L-lo.. ¿lo he matado? - dijo con absoluto temor, su rostro estaba pálido. Sus ojos marrones, grandes y expresivos estaban apagados - No… - respondió Kyra mientras cruzaban una esquina - Pero… ha quedado muy mal - dice tras pensarlo un momento mientras continúa la carrera. Las calles eran estrechas pero las conocían de pie a cabeza, cruzaron otra esquina a la derecha, luego al a izquierda y finalmente pasaron por detrás de la plaza en dirección a la capital. Tardaron un tiempo en llegar, cuando el sol se estaba poniendo y la lluvia arreciaba. Finalmente en casa, Sara corrió buscando agua para limpiarse, se miró en el espejo y vio su rostro hinchado, sus manos estaban rotas y adoloridas - Mi madre… mi padre… me mataran - resoplo preocupada. Ya no había nada que hacer, caminó a su cuarto y se dejó caer en la cama. Solo quedaba esperar el castigo.

 

Las horas pasaron y el agotamiento por la pelea había hecho que se quedara dormida. Toda la situación causaron que se olvidara incluso del adorno de cabello que dejó en la mesita de noche esperando. Tanta ira desplegada por nada y allí estaba. Su madre entró en la habitación, se acercó con cautela para besar su frente y notó que la prenda faltaba. Vió a un lado, notó el adorno en la mesa de noche y entonces volvió rápidamente la mirada a ella, hacia sus nudillos vendados torpemente y sangrantes. Su rostro que tapados por la almohada apenas dejaban notar lo hinchado que estaba el pómulo derecho. Negó con lentitud - ¿Que ha pasado?... - dijo con suavidad desviando la mirada. Sara reaccionó, quizá ya llevaba un tiempo despierta - Nada… - respondió con desgano sin mirar a su madre - la nada no causa esto - dijo su madre ahora con más autoridad - hubo silencio sepulcral entre ambas durante un largo minuto - Yo… lo golpee.. pero él, golpeó a Kyra y … y me robo tu regalo. ¡ Debía hacer algo ! - su voz comenzó a perder fuerza y rompió en llanto, su madre la abrazó con fuerza entonces besando su frente - Tu corazón es puro, tus intenciones jamás han sido malas y se que lo has hecho por proteger a Kyra. Mi niña, he fallado en darte la vida que mereces. Vivimos en este terrible pueblo y debes enfrentar el dia a dia sola mientras tu padre y yo trabajamos. Yo… siento tanto que- - Sara reaccionó abrazando a su madre bruscamente aun en llanto - ¡ No, no… no digas eso ! yo… estoy agradecida. Has hecho tanto por mi. No es tu culpa… - ambas comenzaron a llorar y así se quedaron, abrazadas durante largos minutos, comunicándose como solo una madre y su hija pueden - Zahra, he hablado con tu padre y queremos que te prepares. Se que te gusta leer y qué pides a tu padre cuentos sobre grandes paladines. ¿Por qué no estudias sobre la luz?, eso te alejará de este barrio de mala muerte… ¿que dices? - La joven parpadeó varias veces tratando de comprender aquello, sus ojos hinchados por el llanto apenas lograban abrir del todo. Bajó la mirada pensativa. Su madre colocó un tomo de la luz en la cama - Piensalo cariño - se puso en pie y salió fuera, Zahra no dijo nada más.


 

Un sueño.

 

¡ Más arriba Zahra ! - Plonc, otro golpe metálico retumbó contra las placas de práctica de su padre. Llevaba ya horas entrenando el arte de la maza. Zahra tomó de nuevo con fuerza el arma, apretando con ambas manos movimio la pierna al frente flexionando un poco la rodilla y giró el torso dejando que el peso del arma y la inercia hicieran el resto. El golpe retumbó de nuevo. Esta vez incluso aunque su padre se cubrió con el escudo no pudo evitar caer sentado en el suelo, impresionado por la fuerza del impacto - ¡ Así es, impresionante ! - su padre era un tipo grande y de piel oscura como ella. Ambos compartían el cabello negro y los ojos marrones. Como buen herrero, era un tipo fornido y ancho, el hecho de que una joven de apenas veinte años pudiera tirarlo de esa manera era digno de celebrar - ¡ Te dije que podías hacer esto ! . Tienes gran fuerza hija mía, todo está en el movimiento. Debes dejar que el arma fluya y el resto sucederá por sí solo - Zahra sonrió, estaba realmente emocionada por aquello. Aun con aquella pesada armadura se mantenía en pie, pero estaba muy agotada - ¿Continuaremos? - dijo ella entre jadeos sudando bajo el casco, ya eran las cinco de la tarde pero el calor acumulado la estaba cocinando viva - No, no… es suficiente por hoy, regresamos a casa - ella asintió retirando el casco. Había crecido, se le notaba más madura, ya era una mujer y su cuerpo había sido moldeado por el entrenamiento que su madre y padre le daban constantemente. Ahora mostraba una figura atlética y definida, brazos capaces de soportar una maza y de golpear con verdadera contundencia. Tras quitarse el aparatoso traje de entrenamiento con lastre y darse un baño decidió subir al techo de su pequeña vivienda. Llevaba consigo aquel tomo de la luz que de niña marcó su camino a seguir. Desde entonces le llamaban “come libros” pues siempre estaba leyendo y estudiando, no solo sobre la luz si no sobre el mundo en general. Ahora relajada y bajo la luz de la luna junto aquella pequeña vela, se disponía a repasar el libro sagrado en busca de nueva sabiduría. O al menos eso pretendía. Su amigo Kyra no estaba muy lejos y le tomó apenas unos minutos terminar de subir al techo con ella, sentándose a su lado.

 

Aquí estas, de nuevo con ese libro. Debes saberte cada línea de memoria ya - dijo con cierto aire de sarcasmo. Ella sonrió desviando la mirada para dedicarle su atención - Eso intento… - su voz era suave, amable y tranquilo. Estaba relajada - ¿Que haces aqui?, pensé que estabas recogiendo los fardos con tu padre - el chico se recostó mirando a la luna, suspirando - Sí, bueno… ya he terminado y quería ver lo que hacías. Ahora entrenas mucho tiempo y a penas nos vemos como antes - ella retiró la mirada elevandola al cielo también - Las cosas han cambiado, estoy preparándome para un viaje - Kyra rápidamente le observa alzándose ligeramente con rostro confundido - ¿Un viaje?, ¿donde?, ¿por qué? - ella suspiró levemente bajando la mirada al libro - he estado preparándome para tratar de ingresar a la iglesia de la luz. Para… intentar convertirme en una paladín algún día. Así que debo viajar a la capital - finalizó. Kyra guardó silencio un momento - entonces ya no te veré de nuevo, ¿verdad? - ella le miró sin saber que decirle - quizá sí, algún día, cuando seas una destacada guerrera de la luz - ambos sonrieron - ¿qué piensas hacer de aquí en más Kyra? - él le miró en silencio - supongo que me dedicaré a la granja y heredaré el negocio familiar. ¿Cuándo partirás? - ella tragó grueso, cerrando el libro y sin mirarle respondió - mañana - Kyra abrió los ojos sorprendido - ¿No pensabas decirmelo? - ella negó lentamente - así habría sido más fácil… lo siento - el nego notablemente enfadado pero rapidamente elimino esos pensamientos de su cabeza, no valía la pena, era su vida y él no tenía derecho. Se acercó a ella tomándola de la barbilla - se que lograras lo que te propones - acercó los labios, ambos cerraron los ojos y dejaron que un tierno beso surgiera cargado de sentimientos. Esta era la última vez que se verían y la última oportunidad que tendrían de demostrar aquello. Cuando el beso acabó ambos se abrazaron. Kyra se puso en pie y le mostró una sonrisa - todo acabará bien y nos volveremos a ver algún día, ya lo verás - y como si lo hiciera para que aquello no fuera más difícil, se marchó tan rápido como pudo, sin escuchar los llamados de Zahra a la distancia. Ella se quedó allí, mirando a la luna durante un largo rato hasta que decidió volver a su cuarto. Debía descansar para el viaje.

 

Eran ya las seis de la mañana, Zahra llevaba ya dos horas despierta preparandolo todo. Su ropa, sus mochilas y su burro. Tenía comida y la maza que su padre forjó para ella. La despedida fue corta, pero emocional. La despedida de sus padres era un golpe duro pero el ave debía dejar el nido. Mientras el burro echaba andar no pudo evitar verlos una vez más, incluso su madre, tan fuerte y seria no paraba de llorar y su padre la abrazaba con fuerza para darle esperanza. No pudo evitar que una lágrima cayera por su mejilla, pero debía seguir adelante aun cuando su mente no paraba de decirle que regresara. Ese no era su destino, ahora estaba en camino a Villadorada desde los  campos de siembra más al sur. EL viaje le tomaría un día si todo iba bien.

 

La aventura de su vida le esperaba.

Editado por Elireth

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01 de septiembre del año 29
Finales de verano, principios de otoño.
Inicio de la primera siembra.

 

Hoy debió iniciar la primera siembra de la estación, seguramente mi padre debe haber dejado apunto las herramientas para los granjeros. Mi madre debe haber sido asignada de nuevo a patruyar los limites del pueblo para salvaguardar el ganado que será trasladado a los mataderos en una semana. Es extraño que algo que odiaba de niña ahora me traiga añoranzas y solo llevo un día de haberme ido. La experiencia al llegar fue más impactante de lo que esperaba, Villadorada ha crecido exponencialmente desde la ultima vez que estuve aqui hace diez años y practicamente no logro reconocer ninguna calle. La gente se ha vuelto mucho más distante que antaño, parece que la ciudad genera ese efecto en las personas, quiza. El bullicio de los comerciantes es intenso ahora y los carromatos se mueven constantemente de un sitio a otro. Fue inevitable encontrar gente muy pobre en las calles siendo rechazada abiertamente por otros mejor acomodados. El egoismo se ha vuelto el día a día de esa sociedad en desarrollo, me temo.

Actualmente me resguardo en la posada orgullo de leon en la calle principal de Villadorada. Estuve a punto de ir a otro lugar, era demasiado costoso, pero un buen hombre soldado del imperio logró que me dieran un pequeño descuento. No es el mejor lugar donde haya dormido alguna vez pero es mejor que la calle, donde llueve a cantaros cabe destacar. Comienzo a creer que ese mito del sacerdote y la lluvia es cierto. En cualquier caso he enviado una carta a la santa iglesia solicitando una oportunidad para ingresar, espero que la luz me conseda claridad y coraje para enfrentar las pruebas que vendrán. No será facil, pero confio en que podré hacerlo y mi familia podrá estar orgullosa.

No tengo mucho más que escribir hoy, ademas de destacar a Logan, Gael y el sujeto de verde. Olvide su nombre y habia prometido orar por él, pero confio en que la luz sabrá a quien me refiero en aquellas oraciones. Todos ellos parecen buenas personas, pero todos parecen llevar vidas duras y tristes. La luz los ha puesto en mi camino por un motivo y espero cumplir con sus designios sean cuales sean.

Estoy algo nerviosa por lo de mañana, anexaré la carta aqui y su respuesta. Que la luz me ayude.

Firma de Zahra.

 

Anexos:

 

 

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02 de septiembre del año 29
Finales de verano, principios de otoño.

Finalmente ha sucedido, soy novicia de la mano de plata. Tantos años estudiando, preparándome y soñando hasta que finalmente la luz me ha llevado por el camino indicado hasta aquí. Apenas es el inicio de mi senda, queda mucho camino por recorrer pero me siento realmente emocionada con todo esto. Mis padres se volverán locos cuando sepan la noticia sin duda.

Lord Klauss me puso a prueba y no fue nada sencilla. Estuve en la abadía donde lo conocí, un hombre ya mayor pero igualmente imponente y sabio, me habló sobre alguno de los bustos y estatuas del lugar. Descubrí rápidamente que no le gustan los protocolos, mi madre se va a reír cuando sepa esto. Tras una pequeña charla, salimos fuera y me llevó a los cuarteles del ejercito donde nos dirigimos hacia las cárceles de la ciudad. Un lugar aterrador, agobiante y lleno de agonía, lo odie desde que entré, y pensar que estas cosas deben existir por el bien de las gentes humildes. Continuamos por los estrechos pasillos y bajamos por unas escaleras hasta las celdas inferiores donde el Lord me pidió que entrara a una celda con él. Al principio no negaré que estaba asustada, jamas había estado en un lugar como aquel. Frente a mi estaba un hombre mayor que se notaba llevaba días sin comer bien o bañarse. Yo aun no entendía lo que estaba pasando.

Tras un momento Lord Klauss comenzó a relatarme la historia de aquel hombre, había robado algunas cosas, madera o comida. Algo que relacioné rápidamente con una absoluta necesidad. Aparentemente las personas robadas reclamaban justicia y la ley pensaba latigarle pues nadie deseaba que el ladrón trabajar para pagar por sus crímenes. Decidí que necesitaba saber más, así que indague en la vida de aquel pobre hombre y descubrí que hacia todo aquello por su familia. Habían perdido todo los Gnolls y no le daban trabajo en ningún lugar. Me sentí realmente apenada por su historia.

La desicion no era simple, la ley de los hombres es clara y el debía ser castigado. Sin embargo, hacer esto condenaria a su familia que no tendría sustento alguno, la luz jamas permitiría que inocentes sufrieran por los pecados de otros. Las almas nobles no merecen tal castigo. Me negué rotundamente cuando el Lord me ofreció latigarle yo misma por sus fechorías. En vez de eso me ofrecí a conseguirle un trabajo si era necesario, y que se le permitiera pagar por lo robado, yo estaba realmente dispuesta hacer mucho más por aquel hombre y su familia pero el Lord pensó que había sido suficiente y nos retiramos. No sin antes recibir una muestra del hombre al que había salvado de un castigo injusto. Cuando salimos de aquel lugar se me dijo que era una prueba y que la había pasado con éxito. Aquel hombre ya había sido asignado incluso antes de que yo llegara a los viñedos y trabajaría para la abadía. Me sentí muy aliviada y contenta cuando se me dijo que oficialmente era una novicia de la mano de plata.

Habrá más pruebas, hoy he firmado los papeles que oficializan mi ingreso y ahora vivo en la abadía. Este lugar es hermoso, estoy muy emocionada con lo que seguirá a continuación. He subido al primer escalón.

Firma de Zahira

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