Sudoroso y nervioso, Cormac se acercó a las ruinas del viejo cuartel, donde se encontraban todos esos "pañuelos grises", como estaba acostumbrados a llamarlos. No le hacía especialmente ilusión unirse a ellos, no todos los que había conocido eran trigo limpio, pero tal y como estaba la situación en el gueto...
Al llegar a la zona de carpas se dirigió a una de las mesas de reclutamiento, donde había ya unos cuantos presentándose. "Quizás este sitio no está tan mal" Pensó Cormac después de ver lo que habían hecho con simples carpas de tela y algunos recursos. Con cierto temblor en el pulso, firmó su nombre en la lista.