Saltar al contenido

Buscar en La Comunidad

Mostrando resultados para etiquetas 'mortacechador'.

  • Buscar por Etiquetas

    Añade etiquetas separándolas con comas.
  • Buscar por Autor

Tipo de Contenido


Foros

  • Noticias y Normas
    • Novedades
  • Azeroth
    • Kalimdor
    • Reinos del Este
    • Rasganorte
    • Pandaria
    • Mensajería
    • Comercio
  • Archivo
    • Fichas
    • Historias
    • Guías
  • Parlamento
    • Sugerencias
  • Varios
    • Cajón de juguetes
    • Presentaciones y Despedidas
    • Arte y Novelas
    • Multiverso
    • Afiliados
  • Histórico
    • Noticias y Normas
    • Azeroth
    • Archivo
    • Parlamento
    • Varios

Buscar resultados en...

Buscar resultados que...


Fecha de Creación

  • Comienzo

    Fin


Última Actualización

  • Comienzo

    Fin


Filtrar por número de...

Registrado

  • Comienzo

    Fin


Grupo


About Me

Encontramos 1 resultado

  1. Taendris

    Midas Rassler

    Nombre del Personaje Midas Rassler Raza Renegado Sexo Hombre Edad 43 Altura 174cm Peso 54kg Lugar de Nacimiento Crestagrana Ocupación Mortacechador Descripción Física El abrazo de la muerte le ha consumido y su aspecto muestra esa cruel realidad: su larga cabellera rubia que mantuvo en vida no es más que una desdichada melena de un color grisáceo tan apagada como su mirada carente de sentimiento pero con unos ojos brillantes por la magia que le ha alzado. Su muerte fue catastrófica y su rostro lo recordará por siempre, pues donde antes había una nariz, ahora no hay más que un oscuro agujero. Además de eso, su mandíbula quedó levemente desviada y no ha querido repararsela. Se mantiene fiel a lo poco que recuerda de su vida pasada, por lo que decidió llevar sus ropajes de cuero oscuro de marinero, junto a su pata de palo en el pie izquierdo y su garfio encajado en el muñón, donde antes tenía la mano izquierda. Descripción Psíquica Su característico sarcasmo y malhumor se ha mantenido junto a él en la no-muerte. Sus respuestas tienden a ser desagradables y este es uno de los motivos por los que no suele hacer buenas amistades, sin tener en cuenta a alguna excepción. Sin embargo sabe cuando mantenerse serio y evitar cualquier tipo de insulto o broma de mal gusto. Siempre ha sido un mártir, se tiene poco aprecio a si mismo y el miedo a ser abandonado le ha acompañado a lo largo de su vida y su no-vida. Por esto puede llegar a hacer locuras que cualquier otra persona no haría. Ficha Rápida No Historia (La historia en principio está pensada para alargarla más, pero son detalles sin importancia —Ah... al fin despiertas... —Un horripilante no-muerto me miraba con indiferencia desde una silla en lo que parecía una sala de operaciones bastante oscura. Mesas con trozos de carne, miembros, herramientas afiladas u otras cosas de historias de terror. Mi memoria era borrosa, acababa de despertar en una habitación extraña junto a lo que parece ser un renegado y la confusión se apoderó de mi. —Qui- Quién... qué hago... aquí... —Cero recuerdos. Sentí un mareo, pero no uno como antes había sentido... era extraño. —¿Quién eres...? ¿Qué me has hecho...? —Mi nombre es Kornelius Nebula, y acabamos de resucitarte. Tómate tu tiempo para... adaptarte... —Se acercó a mi lentamente, con una calma que ciertamente me tranquilizaba, pero ese sentimiento desaparece cuando comprendo realmente lo que acaba de decir. ¿Resucitarme? —¿R-Resucitarme...? —Me miré a las manos, pero en donde debería haber una mano izquierda había un garfio, mientras que en mi pierna derecha había una rígida pata de palo haciendo la función de un pie, el resto de lo que conseguí ver en aquel momento fue un cuerpo desnudo, mi cuerpo, lleno de cicatrices y aparentemente sin vida de la palidez que mostraba. Abarrotado de costuras, remiendos sujetos por hilos que parecen ser resistentes, pero el miedo a moverme por si alguno se sueltaba se apoderó de mi. El silencio abordaba el lugar durante minutos que parecieron hacerse eternos y la única palabra que pudo brotar de mi fue: —¿He muerto...? —Sí, así es. Encontramos tu cuerpo en un barco encallado en la costa del sur. Tienes... tus pertenencias en esa mesa de ahí. —Kornelius señaló una mesa con ropa, una brújula más un conjunto de armas: un estoque y una pistola de chispa que parecen haber sido usados bastante tiempo. Me acerqué inseguro a la mesa para comprobar todo lo que supuestamente era de mi propiedad, pero siquiera podía confirmar si el nombre grabado en aquella brújula era el mío. "Midas Rassler". Empecé a vestirme con lo que disponía: una harapiento conjunto de cuero oscuro bastante ligero y un camisón descolorido por el tiempo, enfundé mis supuestas armas y me dí la vuelta hacía el boticario. —¿Y... ahora qué hago...? —Puedes decidir qué hacer, no te obligaremos a unirte a los Renegados, pero si lo haces, estarás un tiempo en un campo de acondicionamiento durante un tiempo, hasta que te hayas acostumbrado a esta nueva vida. En caso contrario podrías irte por tu cuenta. —¿Podría esperar un tiempo antes de decidir? Quisiera ver ese barco... —Quizá la única opción de recordar mi vida pasada estaba en ese barco Kornelius suspiró levemente mientras pensaba una respuesta, aunque terminó asintiendo con la cabeza. —Pediré a alguien que te acompañe. Espero que esto aclare tus ideas. —Su último gesto fue una sonrisa mínima, posiblemente como un intento de convencerme para quedarme, pero eso lo decidiría al averiguar más sobre mi vida. Desde ese momento hasta la tarde del siguiente día anduve por la zona tratando de no caerme con cada paso que daba o trataba de agarrar cosas con la única mano que tenía aunque muchas veces la fuerza me fallaba. Me resucitaron en una zona cercana a las costas del claro de Tirisfal, donde encontraron mi cuerpo junto al barco que iba a ver acompañado de un guardia de la muerte. Al llegar otros renegados estaban entrando y saliendo del barco, parecían estar desmantelando el navío aunque podía decirse que nisiquiera habían empezado a vaciarlo. —Aquí estamos. —El guardia de la muerte Basil me acercó a la entrada que habían hecho quitando gran parte de la pared para facilitar la entrada y la salida. —Esperaré aquí mientras pregunto a los obreros si han encontrado más cosas a tu nombre, ¿Midas, no? —Sí, ese es mi nombre. —Me giré para contemplar la entrada y me adentré en el barco. El interior estaba levemente inclinado hacía el suelo y me costaba andar solamente con un pie, pero no me quejé en ningún momento, simplemente pasee por el barco durante media hora buscando encontrar algunos recuerdos del lugar. Nada. Entre los camarotes pude distinguir el del capitán, una puerta doble en el centro del pasillo, rodeado por el resto de puertas que llevaban a camarotes de otros tripulantes importantes. Me adentré en la habitación, estaba en una situación desastrosa pero si hubiese estado en cualquier otro momento parecería un lugar acogedor. Habían muchos libros tirados por el suelo, algunos estropeados e ilegibles, pero entre todos los papeles encontré un pequeño libro que estaba cerrado con un pequeño candado que llamó mi atención, en la cubierta de la libreta estaba escrito mi nombre. Tan pronto como la cogí la guardé en una pequeña bolsa que me dieron al salir con Basil y salí del barco. En el camino de vuelta para encontrarnos con Kornelius empecé a hablar con Basil sobre qué me recomendaba hacer ya que mis ideas seguían siendo confusas y no tenía un camino claro con el que decidir quedarme. —Yo también pensé en marcharme al principio, Midas. ¿Pero a dónde me iría? En mi viejo hogar me colgarían, mis familiares me tendrían miedo, incluso mi hija... Podría haberme ido para montar mi propio grupo de no-muertos, pero sería una tontería teniendo ya todo esto ¿No crees? —Yo solo asentí —No es que te vaya a obligar, pero yo creo que quedarte es lo mejor que puedes hacer. —Sí, puedo quedarme, ¿pero entonces qué hago? No sé qué gano o puedo ganar quedandome. —Él se giró para mirarme con detenimiento de arriba a abajo con una leve sonrisa similar a la del boticario. —Nosotros los renegados no podemos producirnos por medios... naturales, como comprenderas nuestra única forma de seguir creciendo como comunidad es resucitando a los cuerpos que consigamos, sea matando o... encontrándolos como el tuyo. Realmente todo esto lleva más pasos por delante, pero te lo resumiré: aquí puedes elegir a matar para defender a nuestra raza o investigar para el crecimiento de los nuestros. —Realmente su convicción al hablar le hacía parecer saber de lo que estaba tratando. —Ninguno de nosotros ha elegido esta nueva vida, pero lo mejor será no desaprovecharla y darle algo mejor a los próximos que sean como nosotros. No dijo nada más, no hacía falta. Al volver con Kornelius ya tenía tomada la decisión de quedarme con los renegados, unirme a una causa importante para mi nuevo hogar. Estuve durante un tiempo en Camposanto, tratando de adaptarme a mi nueva vida, a lo que este nuevo cuerpo conllevaba. De vez en cuando veía a Kornelius y a Basil en sus pequeños tiempos libres para contarles cómo iba mi adaptación al igual que ellos me contaban cómo habían estado pasándolo, aunque con el tiempo parecía ser siempre lo mismo. Aunque todavía no me había alistado, Basil me entrenaba extra-oficialmente con mis armas para tener una oportunidad al ser un recluta ya que me contó la dificultad de los entrenamientos reales y lo dificil que serían. Aprendí a pelear, a manejarme mejor con la pata de palo y el gancho que tenía por mano pero no era fácil, muchas veces acababa malherido y Kornelius tenía que sanarme una y otra vez, gracias a él conseguí aprender algunos hechizos que él ya conocía para sanarme en ocasiones de necesidad. Mi cuerpo era débil y lo sabía. Un año más tarde me aliste habiendo acabado en Camposanto todo lo que tenía que hacer en aquel lugar que parecía haberse convertido en mi casa. La etapa de recluta fue costosa pero no imposible en parte gracias a las ayudas que recibí con anterioridad, conseguí pasar las pruebas necesarias para alcanzar mi nuevo fin, uno que me llevaría a luchar contra los que antes eran como yo, humanos.
×
×
  • Crear Nuevo...