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Encontramos 3 resultados

  1. Taendris

    Benedict Garthside

    Benedict Garthside Luce el aspecto de una persona decaída. Su descuidado peinado de color pardo negruzco empieza a mostrar las canas, puede que debido a su edad o al estrés que parece sufrir a menudo. Su rostro ha comenzando a mostrar arrugas en la piel, acompañadas de unas profundas ojeras ennegrecidas producidas por la falta de sueño. Mantiene una mirada normalmente pérdida en la nada, oscurecida por el intenso color marrón de su iris. Las facciones de su barbilla están cubiertas por una desaliñada barba que se está poblando poco a poco, ya que antes no cubría toda la zona de la mandíbula, pero por encima de esta, destacan sus marcados pómulos, teniendo en el derecho una larga cicatriz horizontal, aunque no es la única que hay en su cuerpo. Cuenta con un cuerpo esbelto y musculado, pero lo esconde con los harapientos ropajes de cuero que usa para protegerse. Quitando su ropa, tiene numerosas cicatrices recorriendo su cuerpo, pero las más destacables son una larga línea vertical que tiene en la parte inferior izquierda de su espalda, al igual que en la parte inferior izquierda de su abdomen, teniendo también otras más pequeñas pero continúas en su pierna izquierda, que parecen ser la mordida de una enorme bestia. Las personas que han mantenido relación con este hombre dudan sobre si es realmente una persona estable o no, a veces parece tener momentos de lucidez en los que habla con cordura, pero otras veces se le puede encontrar hablando solo, murmurando cosas incomprensibles o con la mirada pérdida en algún lugar de la nada. Cuando duerme, frecuentemente sufre pesadillas horripilantes que le privan de un buen descanso en incontables ocasiones. Esto le provoca a menudo comportarse de forma irritable, pero últimamente ha estado intentando ser más amable con sus compañeros, cosa que parece conseguir con facilidad, aunque luego reprima toda esa tensión en sus enemigos, cometiendo atrocidades. Historia del personaje (Completa) Eventos intervenidos
  2. Blazerunner

    [FICHA] MATTHEW

    Nombre: Matthew Atributos 6 Físico 7 Destreza 7 Inteligencia 6 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 21 Mana 7 Iniciativa 9 Ataque a Distancia (Arco largo) 8 Ataque CC Sutil (hachuela ) 9 Ataque CC Sutil (espada ligera) 8 Defensa Habilidades Físico 1 Atletismo Destreza 2 Arco largo 1 hachuela 2 espada ligera 1 Cabalgar 1 Escalar 1 Defensa 1 Robar bolsillos 1 Sigilo Inteligencia 1 Callejeo 1 Comercio 1 Tradición/Historia 2 Evocar fuego 2 barrera de fuego Percepción 1 Advertir/Notar 1 Buscar 1 Rastrear 1 Reflejos Escuelas/Especializaciones Destrucción
  3. Blazerunner

    Matthew

    MATTHEW Nombre: Matthew Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 30 Altura: 1,90 Peso: 70 Lugar de Nacimiento: Stromgarde Ocupación: novato de la hechiceria y Mercenario Historia completa Descripción física: Un hombre de altura notable llegando a medir 1,90 metros, de complexión delgada y de postura encorvada aunque no la mantiene todo el tiempo siendo en realidad una postura de descanso. Su rostro tiene líneas de expresión bastante notables para su edad de 30 años, un mentón alargado acompañado de una nariz aguileña con una curva prolongada hacia abajo rematando en punta, sus ojos se adornan con ojeras que manchan la piel de los pómulos, lo que resulta en una mirada algo cansada y despreocupada. Esta mirada se contrasta con la parte inferior de su rostro la cual es más flexible, las líneas de expresión de las comisuras son más alargadas terminando en sus labios los cuales a diferencia de su mirada se ven amistosos y de fácil movilidad debió talvez a sus risas involuntarias por sus “tics” nerviosos. El rostro se ve cubierto la mayoría de veces por el largo pelo negro que llega hasta sus hombros y que no parece ser muy cuidado el cual ha estado creciendo desde que dejo el orfanato por lo tanto no tiene ninguna estética o forma definida. Descripción psíquica: Su actitud ha sido un carrusel de acontecimientos que fueron moldeando su personalidad, desde muy pequeño creció siendo un niño calmado y algo amigable con los demás, en ese entonces aun convivía con sus sueños los cuales maravillaban a niños y adultos, pero cuando empezaron a tornarse siniestras y oscuras las personas empezaron a ignorarlo por lo cual siempre busco recobrar la atención de las personas cometiendo robos o simple vandalismo lo cual empeoro con el tiempo hasta su adultez. Su personalidad tendiente a lo caótico evita que compagine con muchas personas más que para buscar un beneficio propio y llegando a extremos como actos involuntarios con la simple razón de crear algo de discordia o caos entre las personas. También se suma su gusto por los objetos quemándose debido a sus sueños los cuales lo perturbaban pero que ahora acepta como su propia interpretación de la realidad, aun así siempre busca los daños a gran escala más que simples acontecimientos sin trascendencia. Aunque pareciera el perfil de un sociópata, tiene momentos de lucidez por lo cual puede comportarse como una persona normal la mayor parte del tiempo aunque siempre esté pensando en alguna forma de propagar sus deseos más siniestros. Posee además algunos rasgos menores: siempre emboza una sonrisa o carcajada alegre cuando siente algo de nervios o ansiedad convirtiéndose en una respuesta inmediata ante tales situaciones aun cuando ni él mismo piense que la situación amerite una risa. Los únicos momentos en que en realidad parece tener algo de estabilidad emocional es cuando usa su arco o lee algún libro acerca de sus estudios de hechicería. Historia La noche se mantiene oscura mientras la dama y la niña dan su ronda nocturna en el cielo seguidas de pequeñas estrellas que decoran sus trayectos hasta que llegue el alba. Su tradicional color azul y blanco se ven perturbados por las rojizas brasas del fuego y el negro humo que se eleva sobre la ciudad de Stromgarde nublando todo el horizonte. Las llamas en el interior de las casas pronto revientan los vidrios en una explosión ahogada seguida de una llamarada, los cultivos de maíz pierden su apariencia mientras el fuego los consume por completo, la gente corre despavorida a buscar refugio del incendio que se propaga sin encontrar impedimento alguno. Desde una torre aun en pie sobre los escombros de la muralla, un hombre se mantiene sentado en cuclillas al borde del fuego y el caos unos metros más abajo de su posición. Su complexión delgada y estatura alta, combinados con su nariz aguileña y pelo largo azabache a juego con su ropa hacen confundir su silueta con la de un cuervo esperando algo de carroña al final del encuentro. Sus característicos ojos azules se ven tinturados por el reflejo del fuego en un rojo claro reposando en su rostro que mantiene una expresión asombrada y fascinada con la anarquía que provoca las llamas en la civilización decadente de Strom. Después de una sonrisa de satisfacción, el hombre pierde su posición agazapada para ponerse de pie estirando sus brazos como si abrazara el calor de las llamas en el aire, adelanta la pierna derecha dando un paso al abismo frente a él dejándose caer al infierno de fuego que le espera más abajo. -No puedo creer que sigas acostado – La señorita Emereth, de brazos fuertes y mirada intransigente, levanta la colcha donde Matthew soñaba con el caos de la ciudad haciendo que este despertara de inmediato. Las ojeras parece ser lo único que decora ahora sus ojos azules mientras pasa sus manos por los mismos para limpiarlos, al tiempo su boca se abre de forma desproporcionada en un gran bostezo. – No voy a permitir que sigas durmiendo aquí sino pagas por tu hospedaje- La señorita Emereth reacomoda la colcha y tiende las cobijas aun con el ceño fruncido pronunciado los alegatos en contra del hombre que ahora reside en el suelo. Matthew se acomoda las botas mientras mete su camisa dentro del pantalón ajustándolo finalmente con el cinturón, toma los mechones que le estorban en la cara y los recoge tras sus orejas y finalmente se pone su capa negra que lo cubre casi todo por completo. Antes de salir por la puerta de la habitación se gira y tira una moneda de cobre que agarra la señorita Emereth en el aire, la mira por un instante antes de volver a apretar el gesto y mirar al flacuchento hombre -¿Crees que esto es paga suficiente por todo el tiempo que has estado aquí? Esto no es ni un cuarto de lo que me debes maldito perro callejero. ¡Nunca más quiero volver a ver tu rostro por aquí…! - Matthew cierra la puerta tras de sí antes de que Emereth termine su sermón. La posada “la bota de oro” no era la más famosa en la ciudad de Stromgarde, se encontraba cerca al puerto en el sur de la ciudadela y era propiedad de la señorita Emereth desde que su esposo falleció, no resultaba ser el lugar más agradable para pasar la noche, siempre era frecuentado por ladrones, prostitutas y vagabundos, aunque el estirado hombre siempre se encargó de que nadie se sobrepasara con la Señorita Emereth y su posada, talvez por la larga amistad que tenían o por simple juego de Matthew. Salió a la calle entre cerrando los ojos ante la luz del día, se puso en marcha antes de que pudiera ver claramente manteniéndose cabizbajo. El Distrito sur de la ciudad era su hogar, desde su infancia como huérfano hasta ahora, cada calle y cada rumor él los conocía. Habia crecido en la parte mas pobre de la ciudad viendo el crimen y la anarquía como algo habitual. Matthew alzo la mirada solo un momento para revisar su alrededor antes de que su vista fuera nublada por el saco negro que tenía ahora en su cabeza, acto seguido sintió el fuerte golpe en el rostro que lo dejo inconsciente. Cuando quitaron el saco de su cabeza pudo reconocer el sitio, la vieja plaza abandonada era el lugar donde ahora estaba. A medida que recuperaba la conciencia las siluetas frente a él se aclararon y vio a los hombres con pañoletas rojas como distintivo de su grupo. Delante, los cinco hombres le miraban fijamente mientras uno más estaba en su espalda sosteniendo una daga contra su cuerpo de forma amenazante -No te ves tan amenazante como habíamos pensado- dijo uno de los hombres mientras levanta una silla de los escombros que aún se mantenía en buen estado para luego tomar asiento, - pareces más un vagabundo… – el hombre bajó la pañoleta roja que cubría la mitad de su rostro para llevarse a la boca un puro que tenía previamente armado. Matthew mantenía la mirada tranquila aun en su sitio con la persona a sus espaldas aun sosteniendo la daga que amenaza su vida – No sabía que era una reunión de nobles, hubiera traído mis mejores vestidos y joyas- Una fuerte carcajada sonó en el lugar dejando una sonrisa larga y curva en el afilado rostro de Matthew. Los hombres se sentían extrañados viendo al escuálido sujeto pues además de su actitud, no era la persona que esperaban y para la que se tomaron tantas molestias. Los sujetos de pañoleta roja habían venido del sur, allá en la capital principal del Imperio humano, Ventormenta, los seis hombres que pertenecieron en algún momento a los Defias hoy eran desertores de la causa que acogía el gremio criminal pues sus planes solo eran buscar algo de riqueza para sí mismos y huir de la ciudad. Ya habían conseguido una nave por cuenta de su capitán quien no se opuso ante las amenazas de chantaje por sus nexos con los Defias, su siguiente blanco era conseguir alguien con la suficiente inteligencia o la simple valentía para intentar un ataque en la ciudad sureña, su primer pensamiento fue el brujo Nar-gurth quien asolo varios pueblos alejados de la capital donde los defias también operaban, hasta que desapareció sin dejar ningún aviso, tanto era su odio que declaraba abiertamente su guerra contra la corona de Ventormenta por lo que gano la admiración de Harathir quien lideraba este peculiar grupo de desertores. Aunque lograron seguir su rastro entre rumores y chismes para lograr encontrar su paradero en Stromgarde no muy grata fue su sorpresa al enterarse que el viejo brujo había muerto de forma extraña dejando un único discípulo en la ciudad el cual había huido de la casa del anciano. Después de una ardua investigación los cabos pudieron unirse y supieron la historia del huérfano Matthew. __________________________________________________________________ Matthew tenía el hilo de la realidad bastante difuso, desde temprana edad las sacerdotisas del orfanato decían que vivía entre sueños lucidos o que su imaginación era infinita, Siempre hablaba de tierras distantes llenas de valles y colinas o ciudades las cuales describía con extensos detalles pero que no coincidían con ninguna ciudad real. En un principio era catalogado como un niño visionario pero cuando sus sueños se tornaron opacos y llenos de malos prefacios como bosques incendiados o ciudades sucumbidas en lagos de magma ardiente fue aislado por el resto de personas pensando que había perdido el juicio entre tantas visiones y había sucumbido en la locura; y talvez fue así, pues los sueños y visiones empezaron a atormentarlo más de seguido afectando su vida cotidiana. En su adolescencia su rostro ya había tomado una apariencia adulta y marcada como aquel soldado que ha visto miles de muertes en muchas batallas, con el tiempo aprendió a convivir con los sueños oscuros sin aceptarlos en su totalidad, solo hasta que el anciano Bëor lo acogiera y educara, Matthew empezó a adquirir un gusto peculiar por sus visiones. Los días en la casa del anciano Bëor fueron la única ocasión en que Matthew tuvo una vida digna, aprendió a leer y escribir a una gran velocidad para su ya avanzada adolescencia; y pronto impuso sus propias lecturas sobre los temas que más le interesaban, aprendió además a manejar la espada y el arco, su puntería era excepcional y hasta el día de hoy sigue siendo igual de formidable, - cada vez que fijo un blanco aíslo cualquier otro pensamiento de mi cabeza para concentrarme en mantener el blanco fijo y es en ese momento en el que en realidad tengo paz – describía el mismo la sensación cada vez que usaba el arco. El anciano Bëor siempre inculco sus saberes sobre magia y taumaturgia en el joven huérfano pero este nunca lograba armonizar sus pensamientos algo que parecía disgustar mucho al viejo hombre quien lo reprendía con fuerte golpes de su baston que dejaban inconsciente al chico para luego retirarse a sus aposentos, solo antes de la muerte del anciano, Matthew pudo entender la frustración que siempre le invadía. Días antes del fallecimiento, Matthew había estado leyendo en secreto uno de los libros personales de Bëor que había robado de su cuarto. El libro a diferencia de toda la biblioteca no contenía textos académicos sobre magia, este trataba sobre la hechicería y el control del fuego vil, el joven huérfano parecía haber encontrado un diario detallado de todos los sentimientos que le invadían en sus sueños, pero el libro se diferenciaba por el trato técnico y preciso que daba a tales sensaciones y de sus posibles usos; El libro se encontraba firmado por “nar-gurth” quien lo había escrito en una tinta diferente y en letra más grande. Matthew no entendía porque Bëor quería ocultar semejante texto que parecía ser la senda que en verdad le ayudaría con sus atormentados pensamientos. Cuando tuvo el valor de confrontar al anciano este se encontraba en su cuarto como en los últimos días, Matthew sospechaba que su repentino aislamiento se debía a que había descubierto el robo de su biblioteca personal, aun así no pensaba ocultarlo más. Cuando entro en su habitación vio al anciano sentado en el suelo de espaldas con varios brebajes en frascos de diferentes tamaños, uno de ellos regado por el suelo. Matthew se acercó a Bëor tomándolo por el hombro a lo que el anciano giro inmediatamente viendo desde el suelo al escuálido hombre frente a él, la mirada de Matthew se tornaba algo pasiva para los oscuros pensamientos que cruzaban su cabeza. Bëor se giró por completo aun arrodillado en el suelo, - Supe que encontrarías ese libro algún día – El anciano sonrió nostálgico talvez recodando cuando vio a Matthew por primera vez – Solo quiero que sepas que el camino que... – Antes que el anciano terminara su discurso Matthew tomo con ambas manos su cabeza para luego, desde sus palmas, empezar una combustión rápida que creo un pequeño fuego abrasador el cual consumió la carne por completo dejando únicamente el cráneo ennegrecido por el carbón y las cenizas de la piel, el cuerpo se desplomo a un costado cayendo sin ningún rastro de vida en él. Matthew ahora con una mirada bastante espantada, con la euforia y nervios recorriendo su cuerpo solo logro, de forma involuntaria, embozar una sonrisa que se convirtió inmediatamente en una fuerte carcajada. A través del humo que aun despedía el anciano vio un pedazo de hoja en el suelo reconociendo inmediatamente la misma letra del libro, fue por ella saltando el cuerpo de Bëor, se sentó y guardo silencio para leer detenidamente su contenido “Yo soy Nar-gurth, la muerte roja, el brujo de la destrucción, asesino y luego maestro, por cuanto me he arrepentido de la senda vil que seguía para en mis últimos días, poder enseñar magia arcana a un joven aprendiz, pero en el trascurso de su aprendizaje he aprendido una última lección por la cual hoy estoy muerto: Todo lo que nazca libre y puro debe preservarse así y no será coaccionado para seguir una u otra senda, su propia naturaleza dictara las directrices que quiera seguir en su vida sin que nadie pueda restringir su paso con ideologías ajenas a las suyas. Por esto me proclamo maestro pues he dado implementos para que un ser libre y puro siga su propio camino.” Matthew solo pudo dar a cambio una risa estruendosa de las cuales no había podido dar nunca a nadie hasta ese momento, esto no solo en honor a las palabras del viejo Bëor sino también como aceptación de su propio ser que ahora no luchaba contra sí mismo y aceptaba sus sueños como lo que fueron en un principio: visiones de sus más oscuros deseos. ______________________________________________________________ El encapuchado mantenía el cuchillo recto cerca a la espalda del hombre alto frente a él sin llegar a aplicar mucha fuerza para no clavarla en el cuerpo pero si amenazar con su presencia, sin embargo mientras la conversación avanzaba el encapuchado perdía la confianza ante las palabras del hombre, - … Así que no encuentro razón por la que deba acompañarlos más que el chico a mi espalda con el cuchillo, el cual espero este preparado para cuando me gire y tome su mano junto con el cuchillo y haga que ambas cosas ardan a tanta temperatura que dejara de sentir calor para sentir una sensación de frio como reflejo al inmenso dolor que sentirá su cuerpo cuando queme toda la carne y huesos de su mano – Mientras terminaba de hablar, Matthew se giró rápidamente para tomar al hombre en su espalda mientras una pequeña llama se creaba en su mano pero que se desvaneció inmediatamente al recibir un golpe con el mango de la daga en el rostro, se tambaleo unos metros hacia un lado cayendo de rodillas. Harathir mantenía una mirada pensativo viendo a Matthew. Este discípulo de Bëor no era nada de lo que ellos buscaban, sin embargo Harathir tomo una decisión en el momento que se levantó de la silla y mando a sus hombres levantar a Matthew del suelo. Aunque este hombre no tenía ni un cuarto de la habilidad de su maestro podrían serle de utilidad para sus planes en el sur, además de darle la oportunidad de seguir el camino que Matthew había escogido, todo esto en honor al brujo que Harathir admiraba. El líder de los desertores conto su plan con mayor detalle enfocándose en las ganancias que podrían llegar a tener al final, pero Matthew lo interrumpió con una nueva carcajada – Me has convencido solo con describirme esa ciudad de dónde vienes – Matthew cambio la mirada dejando la expresión bufona – Puedes quedarte con todas las piezas de oro que quieras, yo solo quiero algo de caos por las calles ¿puedes darme eso? – Así fue como Matthew abandono la ciudad de Stromgarde acompañado de los desertores defias rumbo a la ciudad sureña de Ventormenta, mirando con nostalgia “la bota de oro” donde horas antes Matthew se despedía de la señorita Emereth. – Debo marchar ahora, lejos de mi cuna – Matthew pasaba su mano por el rostro de mujer la cual no pronunciaba palabra – Cuando vuelva, espero sigas igual a como te dejo ahora – La señorita Emereth estaba sentada en el oscuro sótano con los ojos secos e inmóvil, su habitual delantal ahora estaba manchado por la sangre que escurría de su cuello cercenado, Matthew dio un beso en los palidos labios seguido de su típica sonrisa burlona – Hasta la siguiente vida, Señorita Emereth-
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