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Lady Soup

Héroe Caído
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Todo el contenido de Lady Soup

  1. Tras la preocupante misiva escrita por el Paladín Stalvan Escudo Férreo, el protector Thomas Benet se encargó personalmente de asignar a la Agente Inquisitorial Amberly Torchwood la tarea de organizar una pequeño grupo valiente para interceptar al cultista que se dirigía a Scholomance. El grupo, conformado por hombres, mujeres —y puede que elfos— de la Vigilia, tendría la difícil tarea de viajar rápido y sigiloso por las temidas tierras de la peste, evitando cualquier peligro o distracción para completar esa clase de tarea. ¿Quién sabe qué secretos se habría llevado el espía de la Tumba de Uther? ¿Que podría desatar eso sobre sobre la frágil situación de la Iglesia de la luz en el lugar? Una cosa era segura: Ese hombre no llegaría a su objetivo. Fallar no era aceptable.
  2. Lady Soup

    [Ficha] Alfhild Ventalia

    Atributos 8 Físico 6 Destreza 6 Inteligencia 6 Percepción Habilidades Físico 3 Atletismo 2 Maza de Guerra 2 Combate Desarmado: Equilibrado Destreza 1 Cabalgar 1 Escalar 2 Defensa 1 Nadar Inteligencia 2 Fauna 2 Leyes 2 Religión 2 Supervivencia 2 Tradición/Historia 2 Herrería 2 Sastrería 2 Sanación/Hierbas 2 Detectar Entes Malvados 3 Proteger esencia 2 Crear Luz 2 Reprender Esencia 2 Purificar agua 2 Detectar malestar 3 Sanación de toque 2 Resguardo contra el Miedo Percepción 2 Advertir/Notar 1 Buscar 1 Callejeo 1 Etiqueta 2 Música: Voz 2 Rastrear 2 Reflejos 1 Rumores Valores de combate 32 Puntos de vida 18 Mana 8 Iniciativa 10 Ataque CC (Maza de Guerra) 10 Ataque CC (C.D. Equilibrado) 8 Defensa Escuelas/Especializaciones Luz Sagrado
  3. Atributos 6 Físico 6 Destreza 7 Inteligencia 7 Percepción Habilidades Físico 2 Atletismo Destreza 2 Cuchillo 2 Cabalgar 2 Escalar 2 Defensa 2 Nadar 2 Robar bolsillos 2 Sigilo Inteligencia 2 Leyes 2 Religión 2 Tradición/Historia Percepción 2 Advertir/Notar 2 Bailar 2 Buscar 2 Callejeo 2 Disfraz 2 Etiqueta 2 Música: Arpa 2 Música: Laúd 2 Música: Voz 2 Comercio 2 Poesía 2 Reflejos 2 Rumores 2 Dibujo 2 Arte Literario Valores de combate 24 Puntos de vida 21 Mana 9 Iniciativa 8 Ataque CC Sutil (Cuchillo) 8 Defensa Escuelas/Especializaciones N/a
  4. DATOS BÁSICOS Nombre del Personaje: Alfhild Ventalia Raza: Humana Sexo: Mujer Edad: 21 años Altura: 1'93 m Peso: 89 kg Lugar de Nacimiento: Ventormenta Ocupación: Novicia de la Mano de Plata DESCRIPCIÓN FÍSICA Su piel es oscura, sus ojos de un brillante azul. Lleva una melena larga y negra, usualmente suelta. Mide varios centímetros por encima del metro setenta y cinco y su peso es acorde a su altura. Impone, vaya, ya sea con su mirada, estatura, presencia o una combinación arbitraria de esas características. Es un armario de chica, vaya. DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA La actitud de Alfhild frente a la vida es sumamente optimista. Es una chica alegre, confiada y decidida. Alguien que valora a los suyos con sumo aprecio y se sacrificaría sin dudarlo por ellos. A todos los efectos parece una réplica de su padre, Reinhardt, salvo por el físico. Su actitud, afable y extrovertida, suele calar mucho en la gente, ya sea para bien o para mal. Encantada de estar siempre en primera línea para todo, beber más que nadie en la taberna y, principalmente, charlar, es alguien que, por encima de todo, adora estar con gente. HISTORIA Nativa de la capital humana, Ventormenta, Alfhild siempre fue una chica bastante viva y despierta. Alguien que jugaba con todo el mundo y tenía una vida feliz y tranquila de la que hacer orgullosos a sus padres. No sufrió tragedia alguna en ningún punto de su vida. Al contrario, creció como alguien normal, con mucha gente que la apoyaba y sin mayor preocupación que que iba a hacer la siguiente tarde. Incluso encontró el amor y perdió la virginidad antes de los quince años, más idílica —para los estándares económicos de su familia— su vida no pudo ser. Quizás, lo más destacable en su infancia fue la fuerte admiración por su padre y la tarea que realizaba para el reino —y, en la actualidad, el Imperio—. Una carrera en que decidió seguirle ingresando como novicia en el cuerpo armado de la Iglesia conocido como la Mano de Plata. No es que antes de eso fuera muy religiosa, cumplía con sus deberes y ya, pero en cierto modo sintió la llamada de la Luz después de que el azote atacara las tierras humanas. Sí, eso pasó hará ya unos años, pero como es evidente la muchacha no pudo alistarse de buenas a primeras. Primero sirvió por un tiempo en el ejército de la Emperatriz y, tras eso, se puso un poco al día de todo el tema religioso con el que iba bastante atrasada —incluso ya de novicia, en la actualidad, casi que sigue un poco igual—. Por ende, no fue hasta el pasado reciente —apenas unos meses atrás— cuando empezó su carrera en la Mano de Plata. Sirvió por un tiempo en el monasterio de Yorkshire, donde aprendió y estudió más a fondo los caminos de la luz. Tras eso, fue destinada temporalmente a la Tumba de Uther, como guarda, antes de ser trasladada a la Vigilia de la Luz. La vida en el frente del norte no es que le agrade, pero trata de sobrellevarla con optimismo. No es que sea la novicia con más luces, tampoco la más avispada o reglamentada, pero sí, quizás, la más dedicada. No solo a sus ideales, que le importan, si no sus compañeros. Esa hermandad en la que se ha terminado metiendo y que tanto le agrada. La siguiente carta, escrita en una pulcra y directa caligrafía propia de todos los miembros de la Iglesia de la Luz con la debida educación eclesiástica. Su remitente, como indica la cubierta del sobre, es el Paladín Francisco Espósito, estacionado en la tumba de Uther y, dirigiéndose en esta carta, al Escudero Jared Miller, segundo al mando de la Vigilia de la Luz. Al escudero Jared Miller, Le escribo esta carta para informarle —como ya es protocolo— de los suministros y refuerzos que partirán la próxima quincena. En su mano queda informar al Protector Thomas Benet, del Alba Argenta, con la mayor premura posible para que planifique el progreso del puesto acorde a lo que les podamos entregar: Una corta lista de datos vagamente precisos precede a la siguiente sección del texto. Se tratan de detalles clasificados que no deben ser vistos por ojos indiscretos por lo que, evidentemente, se omiten de esta transcripción. En caso de que tengan una petición en concreto, por favor, mandenla por escrito lo antes posible por uso de mensajero con tal de que, en la medida de lo posible, tratemos de incluirla en el envío. Sin embargo, no se confunda. Asegurar la llegada de dicho material es algo que me resulta imposible, ya sea por preparación o, directamente indisponibilidad del material. Entrando en lo que deseaba comunicarle: Como habrá podido observar, una iniciada de nuestra más sacra orden se incluye en el viaje. Su nombre, dado que no ha sido citado en la lista, es el de Alfhild Ventalia. Una prometedora miembro que acudió a los brazos de la Luz hará ya unos años. Huelga decir que la conozco personalmente, tanto a ella como a su padre —siempre buenos amigos de mi familia—, y he supervisado las etapas finales de su educación en nuestros caminos. Ya le aviso, es un hueso duro de roer. Si bien la muchacha es una firme seguidora de nuestros caminos, cantando incluso en la parroquia de Santa Ignacia en Ventormenta, me veo en la obligación en señalar que se toma las virtudes quizás demasiado a la ligera. Un hecho que espero que corrija en su estancia con usted. En lo referente a la segunda no tiene nada de lo que preocuparse. Pocas novicias he visto más entregadas a la causa a lo largo de mis años al servicio de la Mano. Sin embargo, en la Compasión ocasionalmente flaquea y, en el Respeto, se tropieza constantemente. Prepárese, Escudero, pues suele realizar bromas que no vienen a cuento, comentarios directos y poco sensibles y, en ocasiones, hablar, ignorando los protocolos de la conversación, causando más de un lío del que la he tenido que sacar. Sin embargo persista y cuente con ella para lo que requiera. No tiene problemas en cumplir las órdenes —fruto de su servicio en el ejército, expediente que le adjunto— y posee unas dotes sanatorias que rozan lo milagroso. Hará un buen trabajo, si se la deja, en la enfermería de la Vigilia, aunque ella, sin dudas, le dirá que prefiere ir al frente. Trate de fomentar eso, le ayudará a mejorar en su segunda virtud. No le costará mucho distinguirla dada la ya entregada explicación, sin embargo procederé, por si las moscas, en caso de que usted no pueda recibirla en el lugar —hecho que, aunque comprendo, me entristeceria—. Se trata de una mujer alta. Mucho más de lo que suele verse, se lo aseguro. Sus ojos son azules y su piel oscura. Gasta una figura sorprendentemente cargada, de brazos fuertes y aspecto intimidante. No tema, no haría daño a una mosca pese a portar una descomunal maza. Le deseo fuerzas, pues, y mucha fortuna en la tarea que tiene por delante. Tanto en el servicio que presta para todos nosotros en el frente como en el hacerse cargo de esa muchacha. Los necesitará. Que la Luz le acompañe. Atte, Paladín Francisco Espósito.
  5. DATOS BÁSICOS Nombre del Personaje: Caidalanis Buscaluna Raza: Sin'dorei Sexo: Hombre Edad: 130 años Altura: 1'74 m Peso: 62 kg Lugar de Nacimiento: Quel'thalas Ocupación: Trobador DESCRIPCIÓN FÍSICA De cabello rojo, corto y puntiagudo, contando con una piel inusualmente blanca y el habitual brillo verde en los ojos de su pueblo, Caidalanis, más allá de presentar una apariencia delgada y alta —se le podría describir como “un palillo” en cuanto a estructura corporal—, no es que destaque en cuanto a facciones. Nariz puntiaguda y pequeña, orejas y cejas largas, una lengua bastante larga y unos labios carnosos. También tiene dos tatuajes —una gota y una estrella— debajo de cada ojo. Su ropa, flamboyante y colorida, es lo que cabría esperar de un elfo. Si eso, cabe destacar, que sus zapatos terminan en una curvada de punta ascendiente y, ocasionalmente, tienen tacones. DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA Caidalanis es, ante todo, alguien que le gusta divertirse. Errar las tierras de un lado a otro, disfrutar de los placeres de la vida y, ya que está, hacer disfrutar a otros. Bastante inteligente aunque en ocasiones se haga el estúpido. Un elfo extrovertido, curioso, entrometido y, ante todo, muy kinky. Alguien que busca tener una vida plena tanto en lo material como en lo espiritual, tratando de encontrar inspiración para sus versos en todos los aspectos de la vida. Un artista dedicado a su trabajo, vaya. Se trata de un Sin'dorei siempre sonriente y atento. Lo cual es gracioso, pues también tiene un sentido del humor muy negro y un lado considerablemente sádico. HISTORIA De todas las palabras con las que se podría describir a Caidalanis, decepción, quizás, sería la que usarían sus acaudalados padres. Proveniente de una familia aristócrata de la capital, Lunargenta, con buenas conexiones en Alto Reino, sus padres esperaban para este chico que ingresara en el Ejército del Sol o en alguna Academia Mágica llegada la edad. Un hecho que, más pronto que tarde, vieron frustrado. Sin la nobleza para lo primero y la disciplina para lo segundo, Caidalanis simplemente renegó de esa vida. Siguiendo sus instintos y pasiones se limitó a vagar de un lugar a otro de los reinos del este, un camino que siguió durante años y con el que se terminó haciendo una idea del mundo mucho más amplia que la del elfo gente común y corriente. La inspiración llegó a él en muchos lugares y a muchos niveles. Académicos, historiadores y, por lo general, otros artistas, fueron la compañía de su preferencia por esos años. Cuando el azote llegó y eso provocó el cisma de su pueblo, podríamos decir que su visión pragmática de la vida hizo que no tuviera reparos en hacer lo necesario para sobrevivir una vez la fuente solar fue atacada. Elegir, pues, aprender esa técnica de succión arcana fue lo lógico a sus ojos. Tampoco es que se arrepienta de ello, de hecho, hasta vió en ese evento el modo de librarse de su familia, así que no hay mal que por bien no venga, solo que al revés —tranquilos, no los mató, se fueron a Quel’danil—. En los años posteriores no es que se dedicara a hacer nada relevante. Enfrascado en su arte, sus versos y sus musas —y musos, o como se diga— simplemente ha seguido con su vida, como si nada hubiera pasado. No es que le importara en primer lugar. Cabría destacar que, recientemente, terminó en cierto modo enrolado en el culto de la Sombra. No es que su creencia en la fé verdadera sea la más ferviente de todas, pero tampoco es lo que se clasificaría como un jodido hereje. Cree en la dicotomía de luz y sombra, así como su poder, eso está claro.
  6. Con unos alocados dos días a sus espaldas y una pausa indefinida a su tarea personal en Bahía del Botín, Jenny, bajo las instrucciones de Jaelle, se dirige al mercado del puerto para investigar acerca de su vía de escape del lugar, una azucarera que atraca a intervalos irregulares que, obviamente, planean robar. Al llegar al mercado, entrando por la salida —como no— un tahúr Goblin la distrae con promesas de que es una elegida. La pelirroja no cae precisamente en la artimaña pero le sigue el juego. Eventualmente este se harta y la manda a cagar. Sin embargo Jenny no se da por vencida con el bichejo y, tras espiar un intento de timo fructífero, emerge de un lado para hacerse pasar por una lacaya de un capo local. La cosa, tras un tira y daca, parece colar. Así que, siguiendo el juego, le va sacando poco a poco información sobre el puerto y los del azúcar hasta que, finalmente, empieza a sospechar. Zafándose de la conversación entre silbidos, pronto se dió cuenta de que dos tipos la seguían. Dos tipos que, pronto, se multiplicaron hasta casi media docena. Haciendo un uso magistral de las artes del robo y el disimulo, logró agenciarse suficientes pañuelos como para ocultar su identidad ¿La pega? Que no fue tan buena con el disfrazarse y terminó dando el cante más. Así pues, con esas gentes cada vez cercándola más, poco pudo hacer más que escabullirse de la zona. Había mucha gente, y soltar tanto pañuelo en el suelo seguro que fue una buena distracción, no por nada, logró su objetivo. Finalmente llegando a la zona más cercana a la entrada, un olor a azúcar, tenue y dulce, llegó a su nariz. La azucarería estaba cerca, la gente salia contentísima del lugar cargando sacos de olor a dulce. Era su objetivo, y sin nadie siguiéndola, es donde decidió meterse. Dentro encontró una mujer de traje rosa tras el mostrador, así como una clientela mucho más ilustre que su persona. Tras una breve charla con la dependienta y el hacer una debida cola, compra uno de esos panes dulces y hace algunas preguntas sobre el comercio. Se marcha del lugar mientras la dependienta la mira con seriedad y eventualmente llega a la base de operaciones encontrándosela con la puerta abierta. Eso es raro pero no parece haber nada inusual, así que —tan pancha— se va a dormir.
  7. Atributos 8 Físico 7 Destreza 6 Inteligencia 5 Percepción Habilidades Físico 3 Atletismo 3 Espadón Pesado Destreza 1 Cabalgar 3 Escalar 3 Defensa 2 Nadar 3 Sigilo 1 Trampas/Cerraduras Inteligencia 2 Fauna 2 Leyes 2 Sanación/Hierbas 2 Supervivencia 2 Tradición/Historia 2 Ilusión Básica 3 Abjuración Básica 2 Conjuración Básica 2 Encantamiento Básico 3 Encantar arma (Arcano) Percepción 2 Advertir/Notar 2 Buscar 1 Callejeo 2 Comercio 2 Etiqueta 2 Rastrear 3 Reflejos Valores de combate 32 Puntos de vida 18 Mana 8 Iniciativa 11 Ataque CC (Espadón Pesado) 10 Defensa Escuelas/Especializaciones Magia Arcana Arcano Encantamiento
  8. DATOS BÁSICOS Nombre del Personaje: Melne Solardiente Raza: Quel'dorei Sexo: Mujer Edad: 88 años Altura: 1'61 m Peso: 63 kg Lugar de Nacimiento: Quel'thalas Ocupación: Aprendiz de Rompehechizos DESCRIPCIÓN FÍSICA Melne es una chica menuda. Apenas pasa el metro sesenta y su peso, a todos los efectos, está un poco por encima de lo debido. Su piel es blanca y su cabello aún más blanco, corto además. Como no, los ojos le brillan en un tono azul vagamente turquesa. Tiene una peca sobre el labio superior, en el costado derecho. Viste ropas negras y ajustadas. Cómodas y flexibles. Lo que le permite, a su entrenado cuerpo, moverse como si no llevara nada. Por último, no es raro verla con una especie de venda negra sobre los ojos. Esta no es enteramente opaca, aunque tampoco transparente. Su uso, más que nada, es reducir un poco el caos que representa su vista, normalmente más sensible que la del resto debido a un accidente mágico. Eso la centra y la ha enseñado a no confiar en sus sentidos y regirse por su instinto. DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA Esta Quel’dorei es, a todos los efectos, lo que se podría describir como una chica “fría”. Su trabajo, o bueno, el camino que ha elegido llevar en esta vida, lo es todo para ella. Es su forma de ser, lo que la define y, por supuesto, su pasión. Ha dedicado su vida a ello, no tiene memoria de un momento en el que no se ha estado preparando para la tarea. Podría decirse que es su pilar, más allá de eso no hay más que lealtad y deber —valores por los que se rige—. Ni más ni menos. HISTORIA Nacida en la inmortal tierra de Quel'thalas, Melne Solardiente disfrutó de una infancia normal y corriente durante muchos años. Proviniendo de una familia con una larga tradición en el orgulloso cuerpo de Rompehechizos de Quel'thalas. Siguiendo con la tradición familiar, no fue raro que deseara ingresar en el cuerpo desde bien pequeña. Un deseo que,con el gran cisma, se vio fracturado por completo. Sin embargo nos estamos adelantando en la historia, pues ese punto está en las cercanías del final, y a Melne, durante casi todo un siglo, le pasaron muchas cosas que la terminaron moldeando a lo que es hoy. Algo de lo que, pese a todo, siente orgullo. El mayor pasatiempo mientras creía era entrenar con su madre. Esa mujer, de la cual estuvo muy orgullosa, le enseñó todo sobre cómo blandir una espada; y su padre, maestro de las artes arcanas, la instruyó en la materia —hecho no especialmente fructífero—. La tragedia de su historia radica pues en el pasado reciente, cuando el azote arrasó con su Imperio y su pueblo, en la desesperación, hizo todo lo posible para sobrevivir. Mientras unos —sus padres y familiares— llegaron a hacer lo necesario para salir adelante, sacrificando su integridad y entregándose a poco más que un vil vampirismo, ella no pudo tras el primer bocado. Su vista, dañada en el proceso —hecho por el cual carga con cierta vergüenza—, le sirve de recordatorio. Exiliada de por vida de su hogar, vagó durante años por los reinos del este. Malviviendo como buenamente pudo pero manteniéndose firme a sus principios. Trabajó como mercenaria, guardaespaldas y esa clase de cosas hasta que oyó que su pueblo, el de verdad, se reagrupaba en tierras enanas con un noble propósito. Motivada por la idea, viajó en una caravana de suministros a Quel'Danil con la intención de ayudar a su pueblo. Como un fénix desde las cenizas, vida y muerte de Melne Solardiente. Capítulo III. Ha sido un viaje pesado, no voy a mentir. Nunca he estado muy acostumbrada al norte, a subir los picos ariscos y nevados de las tierras enanas. No es que no me guste, no lo hace, pero si que me resulta incómodo. Bajo mi capucha y capa gris me he mantenido más o menos caliente por las noches. Sin el sol el terreno se vuelve bastante menos acogedor. He oido animales cerca, cada noche mientras tratábamos de dormir en el carromato. No se acercaban. Quienes me han acompañado han resultado ser gente agradable, de bien. Un varón y dos mujeres, una de ellas la hija de los otros dos. Su nombre, o bueno, el de su casa, es el de Doblehoja. Dicen ser comerciantes, gentes dedicadas a abastecer a Quel'Danil durante estos aciagos tiempos. Me lo creo. Su aura, su presencia, lo deja claro. Son buenas gentes, me preocupa que les pasara algo pese al poco tiempo que he estado con ellos. Desinteresados, nobles hasta un punto que no me esperaría de unos enanos. Me han hecho ver que, quizás, debo expandir mi visión del mundo. He pasado toda mi vida entre mi pueblo, aislada entre las gentes de Quel’Thalas, gente que ha traicionado todo lo que creyeron. Mi familia lo hizo, prefirieron entregarse a ese mal, ese modo de vida. Yo no pude ¿Soy peor que ellos? ¿Mejor? Es un tema en el que prefiero no pensar, pero sigue acudiendo a mi cabeza. Para mantenerme ocupada les ayudó con lo que puedo. Se poco más que blandir mi espada, pero me las he arreglado para ser de utilidad. Cazar, recolectar leña… Son todo cosas que he realizado este tiempo con ellos. Ha estado bien la experiencia, nunca me había rebajado a ello pero resultó… Gratificante ver la sonrisa de la muchacha mientras la ayudaba. Tenía la sensación de que le caía bien. Desgraciadamente eso no duró para siempre, de hecho, tampoco para el último trecho del camino. En contra de lo que alguien pudiera esperarse, no nos atacaron los bandidos. De haber sido esa eventualidad podría haber hecho algo, combatido con ellos y haber dado mi vida por la familia. No fue el caso, un accidente se la llevó. Una tontería que escapaba al control de todos. No se cayó por un precipicio ni nada similar, no fue algo que se podría haber evitado. Resultó que el propio viaje la mató, el clima de la zona causó dificultades en su respiración y, tras enfermar, fue perdiendo la vida poco a poco. Pude ver como su esencia se escapaba. Su mirada, tras pocos segundos de sus últimas palabras, estaba vacía. Ella ya no estaba ahí. Me recordó a cómo me sentí en mi hogar, cuando el cisma. No fue un buen recuerdo, pero sí uno necesario, especialmente tan cerca de mi propósito. Lo necesitaba. ¿Significa eso que su muerte fue necesaria? Quizás, pero he aprendido con el tiempo que mi yo no importa tanto. Ella no se merecía ese final, sus padres tampoco. Pero la vida no da finales felices, ni siquiera a una joven enana llena de ilusión. A mi parecer, yo y Quel’Danil les debe mucho a esa pareja, ya solo por el sacrificio. La enterramos en la cima, lloré. Sus padres estaban destrozados, yo también aunque no lo mostrara mucho. El descenso al puesto se sintió mal, como que todo no era lo mismo. No se habló, no se cantó, simplemente se siguió adelante. Era lo que debía hacerse, lo sé, pero… Bueno, hizo que pensara en mis cosas, en la vida y en la muerte. Como, en ocasiones, vivir tanto podía suponer un problema. Aún era joven, lo sé, seguro que en el lugar a donde me dirigía iba a encontrar gente con experiencias similares, quizás incluso peores. Dudé, me entraron ganas de volver atrás, pero entonces su sacrificio sería en vano. Debía seguir adelante. Eventualmente llegamos a nuestro destino. Me despedí de ambos regalándoles algo mío. No era necesario, sabía que no remplazaría su dolor, seguramente tampoco lo atenuaría. Era por mi, para consolar mi dolor. No los volví a ver.
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