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Galas

Roler@
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  1. Eventos masteados: Diplomacia Ogra Espadas y Sandalias Eventos asistidos: La Horda Unida Jamás será vencida (Dorito) Un truenagarto yació con una zhebra en los Baldíos, y así, nacieron los centauros
  2. VROK TENÍA UN OBJETIVO NADIE EN SU CLAN LE DARIA MÁS INFORMACIÓN SOBRE EL PASADO OGRO ASI QUE VIAJÓ Y VIAJÓ Y A BALDÍOS LLEGÓ Y ALLÍ ENCONTRÓ GENTE QUE LE SIGUIESE EN SU ALOCADA EMPRESA OBJETIVO: GANAR AUDIENCIA CON EL OGRO MÁS GRANDE Y VIEJO DE LOS BALDÍOS RECOMPENSA: NADIE PODÍA INTUIRLO
  3. Galas

    [Ficha] Monik Faler

    Nombre: Monik Faler Atributos 6 Físico 6 Destreza 9 Inteligencia 6 Espíritu 6 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 36 Mana 8 Iniciativa 8 Defensa Habilidades Físico Destreza 2 Equitación 2 Escalar 2 Defensa Inteligencia 2 Fauna (Dragonantes) 2 Religión (Luz Sagrada) 2 Tortura 2 Cirugía/Anatomía 2 Supervivencia Hechizos: Dif 12: 2 Abjuración Básica (Piromancia) 1 Evocación Básica (Piromancia) Dif 14: 2 Toque de Energía (Piromancia) 2 Misiles Arcanos (Piromancia) Espíritu Percepción 2 Advertir/Notar 2 Dibujar 2 Disfraz 2 Reflejos Escuelas/Especializaciones Magia Arcana: Piromancia: Evocación
  4. Nunca tuvo una oportunidad. Y no por ello ha de dar pena, pues la mácula la acompañó de nacimiento más allá de los pecados de sus ancestros. Era un pueblo alteraci, pequeño y en las montañas, poco más que un cantón compuesto por una docena de cabañas y la hacienda del señor, que de señor tenía ínfulas más no educación o buen hacer. Nacida de campesina preñada en establo y fuera de alcurnia legítima, origen rumoreado más nunca confirmado. La muchacha escuchó a sus ancianos y mayores hablar de épocas mejores, pero tampoco mucho mejores, no fuéremos a creernos que Alterac ha sido nunca algo más que tierra dura, de gentes duras, donde los fuertes se alzan como las cumbres, y los débiles, conforman los huesos que nutren sus raíces. Pero sin embargo ella solo conocía la pobreza bajo el liderazgo de un barón ladrón, bandido de obligación y espíritu. ¿Qué virtuosismo conoce la que de la nada sale, y la nada se le enseña? Alguno, pues otros en su situación, mejores que ella supieron ser. Pero no ella. En la adultez encontró refugio de crimen perseguido, cometido en juventud, en el amparo de la Luz. Más la Luz solo responde a aquellos que en ella creen, y en si mismos creen, y en su virtuosa convicción se amparan. Ella no era ni uno, ni otro, ni último. Pero en la llama apasionada siempre encontró sosiego, tal vez, a ojos de muchos demasiado. Incluso, disfrute. Otra mácula más, a un alma de por sí pendenciera e indigna. La magia arcana para muchos, es cuasi antítesis de la Luz Sagrada. ¿Por qué? Ambas son aquellas que rigen el mundo, y en los magos no hay mayor mal que en el guerrero que con espada defiende su hogar. Pero las leyes físicas, puestas ahí por la Luz, son quebradas constantemente por endeudores, por maguferos, por feticheros y arcanistas. Hacen de algo puro, algo turbio, y retuercen y retuercen y retuercen y retuercen. Pero Monik supo ver algo más. Era una herramienta. Una herramienta donde incluso una pecadora como ella, podría ayudar al gran plan, a la voluntad de la Luz como fuere predicha por sus señores y superiores. Al estigma del Inquisidor le seguía el fulo del cruzado, y el fuego de la pira, del corrupto capturado. ¿Acaso no podía ser directamente las llamas, que llevasen a los corruptos al juicio de la Luz? Bajo guías de sus superiores e Inquisidores, pues ella carecía del juicio santo apropiado para separar a pecador de redentor, por supuesto. Cometía errores, como todos, y en el castigo encontraba consuelo, pues la carne es falible y uno ha de aceptarlo. El arrepentimiento genuino es suficiente para todo mal, aunque frente a algún mal, el único arrepentimiento sea abandonar la carcasa de la carne. Enviada a Stromgarde, Monik aceptó la voluntad de su orden, que en tiempos tumultuosos buscaba fervorosos y jóvenes que se uniesen a sus filas. Ella, como siempre, se conformó con poder ejecutar la voluntad de aquellos mejores que ella. Era una tierra antigua, vetusta, de muros bajos y gruesos, como su gente. También lucía el rojo como su color, pero a diferencia del intenso y puro Escarlata, este era un Bermellón más apagado, prácticamente granate, de estandartes deshilachados y descoloridos. No eran bonitos. Y a Monik le recordaron a su tierra, por mucho que su pueblo, y el de estas tierras altas se odiasen desde siempre. Irónico, tal vez, pues en la igualdad es que nace la rencilla de ver reflejado en lo ajeno aquello que de nosotros mismos despreciamos. Los altos muros de la embajada tapaban la Luz, y convertían un edificio que debió ser bello en prácticamente una prisión de celdas prietas. Así le gustaba. Le ayudaba a no aspirar. A no soñar con lo terrenal. Su celda era una prisión de su cuerpo, como su cuerpo lo era de su alma. Esto era una oportunidad. Una oportunidad para ejecutar el porqué la Luz había tenido en buena cuenta traerla a este mundo. Y tal vez, encontrar la redención. Para si misma. Y para otros.
  5. Monik "Balalaika" Faler Nombre: Monik Faler Raza: Alteraci Sexo: Femenino Edad: 25 años Lugar de nacimiento: Duestchland, Alterac Ocupación: Arcanista Escarlata Índice: Eventos masteados: ¡Reza, Saluda, Mata! Eventos asistidos: Misivas: Descripción física: Monik es una mujer alta, esbelta, de ojos ligeramente rasgados y piel neutra, con una tonalidad de piel neutra, de dificil broncear. Su rostro, afilado, se dibuja en una mandíbula enmarcada por unos ojos habitualmente maquillados y ahumados y una expresión adusta, recubierta por una larga melena, sin mechón fuera de su lugar, peinada y repeinada, que cae hasta la mitad de su espalda. Sus ojos de un profundo color ámbar se iluminan con luz y fuego propio en sus momentos de mayor intensidad emocional, o eso dicen aquellos que han estado ahí para verlo. Su piel, libre de toda marca, le da una apariencia eólica en su caminar, de largas y anchas togas finas que acompañan sus pasos de manera etérea, siempre luciendo los colores bermellones y escarlatas de su orden. Al hablar , lo hace con un fuerte acento, marcado de las montañas, que le impide ocultar su origen como una alteraci.
  6. Galas

    [Ficha] Aelfswip

    Nombre: Aelfswip Atributos 7 Físico 7 Destreza 6 Inteligencia 5 Espíritu 8 Percepción Valores de combate 28 Puntos de vida 24 Mana 10 Iniciativa 9 Ataque CC (Alabarda) 9 Ataque CC Sutil (Espada Ligera) 10 Ataque a Distancia (Rifle de Chispa) 10 Ataque a Distancia (Trabuco de Chispa) 9 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo 2 Alabarda Destreza 2 Espada Ligera 1 Bailar 1 Escalar 2 Defensa 1 Lanzador 2 Nadar 2 Sigilo 1 Trampas/Cerraduras Inteligencia 1 Artillería (Cañones) 1 Leyes (Reinos Humanos) 1 Navegar 1 Tortura Espíritu Percepción 2 Rifle de Chispa 2 Trabuco de Chispa 2 Advertir/Notar 2 Buscar 2 Callejeo 1 Comercio 2 Reflejos 2 Rumores Escuelas/Especializaciones Aptitudes de combate: Aptitudes diestras: Aprendiz: Apuntado Diestro Escurridizo
  7. ¿Puede una mera misiva hundir el navío que es una vida? Una carta no es más que un medio de transmisión. La pólvora, el proyectil, capaz de quebrar el mástil más fuerte y recio, es el contenido que aguarda en su interior. Podría llorar mi mala suerte, lamentar lo que es vivir bajo la sombra de un padre ausente, el recuerdo de un hermano no conocido, y bajo los cuidados de una madre, si bien amada , que no era más que poco más que autómata mecánico: Un cuerpo vacío de alma que solo funciona por el impulso de darle a lo que le queda en esta vida una oportunidad. Otros lo tuvieron peor que yo. No me faltó comida. Tampoco estudios. ¿Cuántos huérfanos de la guerra no tuvieron la fortuna de que sus padres hubiesen alcanzado relevancia , perdiéndose sin embargos como marineros sin nombre a cientos bajo el fuego de dragón y proyectil de catapulta? No me porté mal, puedo asegurarlo. Desde niña aprendí a ser discreta con mis escapadas , mis gamberradas y los problemas en los que me metía. ¿Conflictiva? Cómo no serlo. Pero nunca jamás dí quebradero de cabeza a mi madre. Nunca fui una hija modelo, pero le ofrecí a mi madre una crianza tranquila. Era lo mínimo que podía hacer por ella, pobre mujer. Cuando la perdí no lloré por ella, si no por la idea que nunca fue: El sueño de una vida que pudo ser nuestra, de abrazos nunca sentidos, de canciones enmudecidas injustamente. De cariño, amor y hospitalidad. Pero joder. Cómo dolía. Dicen que los sueños nunca nacidos duelen más que la añoranza por aquello que sí que fue: En nuestras mentes, nuestros espíritus divagan, liberados de la puerca realidad, y todo es perfecto e ideal. Pronto aprendí que el que no sueña, no se lamenta cuando despierta. Lo terrenal era poco emocionante. Pero era seguro. Era firme. Era algo en lo que podías confiar. En ti misma, siempre podías confiar. ¿Qué es la mar, si no una promesa? Hacia arriba. Hacia abajo, desde popa y desde proa, todo es infinito, y nada se interpone. El mar es donde los marineros acuden a soñar. Pero entonces el sueño se acaba, y entienden que lo que eran infinitas posibilidades se convierte en una prisión de muerte irremediable. Si estuviésemos hechos para navegar y nadar, la Luz nos habría dado aletas, como a los múrlocs. Eso no me impidió enrolarme, claro. Sentía que se lo debía. Já. De nuevo, sueños e imposibles que nos atenazan y dirigen. Aunque, en honor a la verdad, las alternativas tampoco me entusiasmaban. Recuerdo cuando juré a la bandera. No pude evitar pensarlo. Joder. ¿Cómo no iba a hacerlo? Pero aquello que quería que de mi estuviese orgulloso no era más que hueso y humedad. Alga carcomida , alimento de arrastralodos. ¿Esto fue lo que sentisteis? Se sintió bién. Cálido. Una sensación agradable en el pecho. De pertenencia a algo mayor. ¿Sentiais esto mismo mientras os consumía el fuego de los dragones? Y así se va el sueño, roto por la firmeza de la realidad. Ideas oscuras. Apagadas con el dolor futuro de una noche nadando entre whisky y ron.
  8. Aelfswip Harth Nombre: Aelfswip Harth Raza: Humana de Kul'tiras Sexo: Femenino Edad: 29 años Lugar de nacimiento: Boralus, Kul'tiras Ocupación: Guardia de Boralus Índice: Eventos masteados: Eventos asistidos: Misivas: Descripción física: Una mujer alta y enjuta de extremidades ceñidas en músculo y piel. La fuerza de la juventud quebrada late en el pecho henchido de orgullo viejo de esta tirasiana de ciudad. Su piel, impropiamente bronceada denosta su descenso de un linaje de tierras más cálidas. Pese a una musculatura marcada por alguna que otra cicatriz, es una mujer delgada, con una pose de hombros ligeramente caídos y expresividad alicaída. Su rostro, anguloso, muestra una expresión fuerte de cejas nutridas, un lago helado coronado por dos corazones esmeralda y aguamarina. Sus ojos, profundos y claros, destacan por unas largas pestañas en las cuales más de un marinero ha visto su mente hundirse. Y sin embargo, esa belleza se muestra apagada por una falta de fuego interno: Una carencia de espíritu exiguo, depresiva imagen en tan joven ejemplar. Su melena, larga, luce de un color negro corváceo, azabache y brillante bajo la apropiada luz con tintes marinos y profundos, y esta cae libre sobre sus hombros y media espalda, recogida a veces en trenzas o coletas cuando el deber así le impele. Alzandose a 1,72m del suelo, pesa sobre unos 67 Kg, dándole una figura imponente para lo que una mujer suele representar entre las filas de las guardias y marinos tirasianos. Descripción Psiquica: Aelfswip luce como barnizado tocador de dama noble flotando sobre la marea tras naufragio de barco de paseo. Inapropiadamente hermoso en un contexto desesperante, difuso , que transmite sentimientos de pena y morriña por algo que fue, y que de ahora solo quedan sus restos. Mujer tirasiana hasta la médula: De médula sorbida y reseca por tiburón y bandido. Harth es una joven ya adulta que lucha y valora unos ideales que ni siente ni cree: Honor, lealtad, camaradería. La campana dorada de una iglesia vista desde los callejones embarrados de una barriada. Adorados si, pero nisiquiera entendidos, apenas ni comprendidos. La mujer tiene un humor cínico, sombrío y gris, y la empatía justa para llevarla día a día. No es desconocida de la amistad, del amor y del aprecio, pero entiende su insignificancia en un mundo de héroes, de dragones y de tiranos, y no lucha contra ella, si no que la acepta con los brazos abiertos. La violencia y la mediocridad de la civilización no le afectan en demasía, o más bien es capaz de mentirse y engañarse incluso a si misma, y sin embargo, precavida y prejuiciosa, se muestra respetuosa de aquello que va más allá de los muros de la ciudad donde siempre ha vivido: Lo místico no la aterra, pero lo desconoce, y porque lo desconoce lo teme, y porque lo teme, lo respeta.
  9. Refugiados. El escalafón más bajo de la sociedad. ¿De cual? De todas las sociedades, por supuesto. Un mendigo o pobretón tendrá al menos el conocimiento del lugar. Sus costumbres, sus nombres, donde ir y a donde no ir, frente a la puerta de qué capilla dan más limosna, y qué posaderos son más generosos a la hora de "tirar" a la basura sacos llenos de mondas de patata. De las gordas, de las que se llevan con la piel medio tubérculo, de las que hervidas dan de comer a una familia entera. ¿Qué tiene un refugiado? Nada. Expulsados de sus tierras, con una mano delante y otra detrás. Un bulto en brazos que no es oro ni arma si no otra boca que alimentar, que llora y llora y no sabe que sus padres están llorando lo mismo que él, pero lo hacen en silencio, cuando nadie puede verles, en frías noches de pies descalzos y gorro húmedo. Es fácil ignorar la semilla del mal que lleva a uno ser refugiado. Cuando es uno, es fácil achacarlo a su mal vivir, malas decisiones, o fortuna bien puta, de la que te agarra del escroto y retuerce mientras te ve sufrir. ¿Pero qué pasa cuando son muchos? Es que algo peor ocurre, pero las mentes, simple su visión del mundo, son incapaces de concebir la noción de que aunque en sus tierras las cosas estén bien, en otras, aldeas, ciudades enteras son arrasadas por las llamas de la guerra. ¿Si yo estoy bien, porqué debería sacrificarme por un refugiado? ¿Acaso no pueden hacer como yo, vivir honradamente? La Luz nos enseña qu- "¡Oye tú! ¿Que hace' ahí plantao'? ¡Lleva' hora' sentao mirando mi casa!" P-pero que demonios... ¡Y a ti que te importa! Estoy pensando. ¿Vale? ¿Acaso te molesto? "¡Que si me importa! ¡Que si me importa! ¡A ti te tengo visto yo, siempre ahi! ¡Te cree que no se que tas esperando a mi hija palurdo! ¡Que te tengo calao, ven aquí que te haga otra cara subnormundo!" ¡Ey ey no hace falta que lleguemos a las man-! Que leches. ¡Ven pacá gilipollas, te voy a enseñar a meterte con un Bergmann! // Si puedo iré.
  10. "Ojalá alguien nos hubiese dicho que esos serían los buenos tiempos" Comission por @RedSinistra
  11. Nombre: Azálea Atributos 8 Físico 6 Destreza 6 Inteligencia 7 Espíritu 6 Percepción Valores de combate 32 Puntos de vida 28 Mana 8 Iniciativa 10 Ataque CC (Espada Pesada) 10 Ataque CC (Lanza Pesada) 8 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo 2 Espada Pesada 2 Lanza Pesada Destreza 2 Bailar 2 Equitación 2 Defensa 2 Nadar Inteligencia 2 Leyes (Justicia Thalassiana) 2 Religión (Luz Sagrada) 2 Conocimientos/Historia (El Alto Reino Élfico) Espíritu 2 Voluntad Hechizos: Dificultad 12: 2 Reprender Esencia 2 Proteger Esencia Dificultad 14: 2 Toque de Luz 3 Imbuir Arma Percepción 2 Advertir/Notar 2 Disfraz 2 Etiqueta 2 Reflejos 2 Música (Clavicembalo) Escuelas/Especializaciones Luz Sagrada: Reprensión
  12. Historia Las botas metálicas resonaban por las calles de Quel'thalas. Azálea caminaba prestamente hacia la mansión familiar. Por el camino, pudo ver como una pareja se besaba en un banco a la sombra de los bellos árboles de la ciudad. Todos corruptos, libertinos. Hacia muchos años que el humor de Azálea había ido volviéndose más arisco. Hija mayor de una poderosa familia noble, había sido criada con todo tipo de lujos y atenciones a su alrededor. Por desgracia para sus padres, su pequeña hija había rechazado los vestidos y enseñanzas sobre música y danza, y se había interesado mucho más en el culto de la fe en la Luz y las artes de la guerra. En el camino a su hogar, Azálea era consciente de la corrupción que la rodeaba. Inconscientemente, acarició con suavidad el pesado libro de gruesas hojas que apretaba contra su peto. Un libro sobre la filosofía de la Luz. Llegó a su hogar, ubicado en una de las antaño calles más respetuosas de Quel'thalas, ahora casi abandonada. El ataque de la Plaga había acabado con la vida de la mayoría de los que habitaban esas casas. Las bellas fachadas, pese a estar en buen estado, puesto que el gobierno de Quel'thalas se encargaba de que así fuera, estaban abandonadas. Hacía años que no se escuchaban las risas de los nobles en sus habituales cenas por sus salones, ni la música de los delicados instrumentos en las clases que recibían las hijas nobles. La fachada de su casa no era distinta a las demás. De mármol de buena calidad, dos finos balcones con barandas de complico diseño se encontraban a cierta altura, sobre la pesada puerta de roble, adornada con finas siluetas de bellas danzarinas. Tras un ligero suspiro, como la mayoría de las veces que observaba la gloria de lo que había sido, entró. Por dentro, la apariencia no podía ser más distinta. El recibidor, con la amplia escalera que se dividía en dos hacia el piso superior, estaba en penumbra. Telarañas crecían sobre las paredes,y el polvo se acumulaba en muebles recubiertos de sábanas blancas y el suelo. La Sin'dorei caminó lentamente, mientras los recuerdos acudían a su memoria. De pequeña, había sido una chica hermosa, pero silenciosa, que prefería estar rezando, o leyendo sobre diversos temas, que yendo a jugar por los jardines, o coqueteando con otros chicos de su edad. Su futuro era casarse con un joven y apuesto noble, de familia adinerada, y así traer la gloria a su familia, o eso repetía siempre su madre, Ardhoniel, una Sin'dorei de carácter severo, que amaba sus hijos por encima de todo. Ella inculcó la fuerte doctrina de la Luz en ellos, enseñándoles la compasión, el perdón y la tenacidad. La fe se hizo fuerte, ahí donde todo lo demás se desmoronaba. Sus padres habían muerto, así como la mayoría de sus conocidos en el ataque de la Plaga. Tras dejar el códice en su cuarto, la única parte de la casa que daba la sensación de estar habitada, sin contar la de su hermano,Heim'doriel, fue a las cocinas. Los hornos y fogones estaban negruzcos por el uso. Sus padres criticaban el uso de la magia para cosas tan mundanas como la limpieza o la cocina, y para evitarlas, habían tenido en los buenos tiempos, una marea de sirvientes que se encargaban de todo. Azálea había aprendido a cocinar de una de estas sirvientas, una elfa anciana de carácter amable. Su madre se enfadó al enterarse, pero Azálea, como joven a la que le gustaba aprender, sobretodo cosas útiles como esas, y que amaba el movimiento y las tareas físicas, había insistido. Nunca había sido su fuerte, pero la reconfortaba, y le permitía distraerse de preocupaciones más acuciantes, como la corrupción que asolaba su amado país. La comida que preparó era humilde, como todas las que había hecho desde la aciaga invasión. Pese a su porte noble, y su esplendoroso hogar, hacia mucho que el dinero era un bien escaso en la familia Belore'zaram. Antaño linaje poderoso, se había visto reducido a solo dos miembros. Azálea, la jefa de casa como hija mayor, y Heim'doriel, su hermano menor. Llevó la ennegrecida cacerola hacia el pequeño estudio que usaban para comer ella y su hermano. Hacia mucho que habían dejado de hacerlo en el inmenso comedor de la casa, pues este, al igual que el barrio entero, transmitía un sentimiento de nostalgia y un pasado mejor insoportable. Como otras tantas noches, habló con su hermano sobre sus preocupaciones mientras tomaban la humilde comida. La corrupción continuaba asolando Quel'thalas. Magia usada de manera irresponsable, energía vil flotando en el ambiente. Hacia bastante tiempo que Azálea se había propuesto cambiar todo eso, pero seria un trabajo arduo y complicado. Sus únicas armas: Su fe inquebrantable en la Luz, y su tenacidad. Tras la cena, llegó el momento que más odiaba. Subió a su habitación, y comenzó el ritual de quitarse la armadura, regalo de su padre muchos años atrás. Este, pensando que había sido un capricho, le compró una bonita armadura de gala, que la propia Sin'dorei se encargó de modificar, y pintar de colores negro y rojo, cuando la nación habia caído. Azálea se quedó con el camisón y pantalones de lino, única ropa que llevaba bajo la armadura, y como siempre que se quitaba la coraza, se sintió desprotegida. Sabia que no corría peligro en su propia habitación, pero la armadura de metal representaba la propia coraza que ella misma había formado a su alrededor, como método de protección para con el mundo exterior. Un mundo que la aterrorizaba, pues no lograba comprenderlo. Se metió en su cama, dejando las ascuas encendidas, y una vez sola y en la oscuridad, los amargos recuerdos volvieron. ****** -Mira Azálea, te presento a Thereon Sunedhore. Su padre es un buen amigo mio, un noble importante, ¿Por qué no le enseñas como tocas el arpa? - Su padre presentaba a los jóvenes. Azálea tenia por aquel entonces 64 años. Un apuesto y bien vestido Quel'dorei sonreía a Azálea. Tenia el pelo del color del fuego, al igual que su padre, un elfo con una ligera papada que se encontraba tras él. Azálea los conocía a los dos. Su padre y su madre no habían parado de hablarle de lo inteligente que era Thereon, de lo simpático que era Thereon, e incluso de lo bien que bailaba Thereon. Ella no comprendía a que venia tanto interés repentino por que ella se llevara bien con ese jóven elfo, hasta que su hermano menor, Heim'doriel , le había abierto los ojos. Se encontraban en uno de los jardines de Quel'thalas cuando se lo dijo. -Padref y Madfre quieren que te cafef con efe chico.- Heim se estaba comiendo unos pastelillos de los que habían llevado para merendar mientras se lo había comentado. -Lof he oído hablaf y dicen que ef hijo de un noble poderofo... que fera bueno para nueftra cafa... Azálea se había quedado pálida como el hielo, incluso más de lo que ya era de por sí. La furia había comenzado a invadirla en ese instante. -¿Y no les importa que no me pueda gustar ese chico? ¿Y... y si no lo quiero a él? -Su jóven hermano se había encogido de hombros, mientras jugueteaba con par de hebras de césped. Esa noche, Azálea había pataleado, gritado, llorado y luego, en su habitación, rezado hasta haberse quedado dormida. Por suerte para la jóven, resultó ser que ese tal Thereon no era hijo legítimo, y tras muchas peleas, y una casa noble quedarse sin heredero, la boda había sido anulada. En ese momento, la fe de Azálea se fortaleció. ****** Las eternamente verdes hojas se mecían suavemente con la brisa del atardecer, bañando con su fresca sombra a una pareja de elfos sentados en un banco. El hombre, de pelo color azabache, hablaba con tono teatral y empalagoso a una joven elfa. -Eres especial, paloma mía, mi amor por ti es tan alto como la más alta montaña- Azálea se encontraba en un banco. A su lado, el apuesto Gilthas Kithirion, un joven y apuesto criomante, y en su tiempo libre, poeta. La elfa tenia unos escasos 72 años por aquel entonces, y había caído en las redes del apuesto Gilthas. Él le había prometido que se comprometerian, que se encargaría de todo. Y Azálea, con su ingenuidad de una joven mujer que ha pasado la mayoria de su tiempo rezando, estudiando o entrenando, lo había creído. Desde que lo conoció, no podía evitar oír murmullos y sonrisas a su paso, pero el amor le había hecho ignorarlas. Una de sus “amigas” incluso le había insinuado que Gilthas era un Don Juan, y que solo la quería para lo que la quería, pero ella, aduciendo que ni siquiera se habían besado, la había ignorado. Como otras tantas veces, había sido Heim'doriel , el que le había abierto los ojos. Era de noche, cuando él la había despertado apresuradamente. -Vamos hermana, levanta, quiero que veas la verdad.- Azálea se desperezó, y se extrañó de que su hermano estuviera vestido, pero su confianza en él era tan grande como su fe en la Luz, y no titubeó en seguirlo. Corría apresuradamente por las callejuelas tras su hermano. Él no respondía a sus insistentes preguntas, y se limitaba a decir que “Ya lo verás con tus propios ojos”. Y lo vió. Sí que lo vió, aun que en el fondo de su alma, desearía no haberlo visto. En un banco, debajo de un árbol, se encontraba Gilthas. Y no estaba solo. Con él, otra elfa, que a diferencia de Azálea, si había decidido entregarse a Gilthas. En ese momento, Azálea se quedó sin respiración. Había corrido como no lo había hecho nunca. Se derrumbó en su cama, y lloró como nunca antes lo había hecho. Había abierto su corazón al mundo por primera vez, y lo habían apuñalado y vaciado, saqueándolo por completo. A la mañana siguiente, su madre no pudo evitar preguntarse qué había ocurrido, para que su inocente aun que alegre hija, se hubiera vuelto una fría losa de mármol. ****** El asalto de Quel'thalas por la Plaga también vino a su mente esa noche, como la mayoría, pero estos recuerdos eran más confusos, empañados por el horror y el pánico que había sentido. Había suplicado que la dejaran luchar, que se había estado entrenando todos esos años para algo como aquello, pero su padre la había ignorado. Cuando se preparaban para partir, la Plaga atacó. El caos, la muerte y el horror la rodeaban. Vió morir a su alrededor a muchos de sus seres queridos, entre ellos a sus propios padres, pero para su suerte, cuando su propia fortaleza había fallado, la estoicidad de su hermano menor, había salvado su vida. Había sentido la sed de magia, como toda su gente, pero su fe y su autocontrol, le permitieron superarla. Había notado como la luz la abandonaba cuando sus hermanos de raza se sumían más y más en la corrupción, pero por su amor hacia su gente y su familia, se prometió que purgaría el reino, y volvería a ser bendecida por la luz. Su fe se vió incrementada, y con la restauración de la fuente, no hizo más que reafirmarla. ****** Como siempre, la noche terminó, el sol salió, Azálea meditó, rezó y volvió a vestir su armadura. La metálica y la personal. Una que la protegía de los ataques físicos, y la otra, de unos más abstractos, pero no por ello menos dolorosos. Tenia una misión que cumplir. Una misión que pondría a prueba su fe, y su propia cordura, pero que llevaría a cabo, o sucumbiría como la mayoría de su gente en el intento.
  13. Lady Azálea Belore'zaram Nombre: Lady Azálea Belore'zaram Raza: Hija de la Sangre Sexo: Tras el matrimonio. Edad: 150 años Altura: 1,81 metros Peso: 74 Kg Lugar de nacimiento: Lunargenta capital. Ocupación: Caballero de Sangre Indice: Eventos asistidos: Con el Pie Izquierdo (Psique) Disturbios en Lunargenta (Psique) Las Voces Libres (Psique) [Entrenamiento] Regresando al punto de partida Eventos masteados: Mensajería: Descripción física Metro ochenta y uno y setenta y cinco Kilogramos de peso componen el cuerpo de esta elfa, antiguamente dada a la vida del estudio, ahora entrenada en las artes de la guerra para luchar por su gente y su pueblo. Su físico es atlético, y destaca su espalda ancha para la media de las féminas elfas, así como largos brazos y muslos torneados. Su piel, naturalmente pálida, permanece marcada por algunas cicatrices menores fruto de sus batallas por las Tierras Fantasma y las Tierras de la Peste. De rostro anguloso y maduro, reflejando que ya no es una niña, porta siempre un gesto inexpresivo, aun que leves arrugas de seriedad en el ceño marcan la tendencia a gesticular de esa manera. Grandes ojos verdosos, como todo Sin'dorei, que destacan por su tendencia a siempre buscar el contacto visual incluso llegando al punto de la incomodidad. Su pelo es de un rubio pálido, descolorido, y lo mantiene siempre corto en una media melena de frente y laterales cortados de manera recta. Descripción psicológica De carácter recto y de corte protocolaria y hasta cierto punto militarista, su vida se ha visto marcada por dos pilares: La nobleza y la Fe. Pese al gran bache respecto a la Luz Sagrada del pueblo Sin'dorei, Azálea siempre ha mantenido una fe indudable en la Luz Sagrada, y como tal lucha por inculcarla de nuevo en su propio pueblo. Sin compartir el ego y la prepotencia de otros miembros de la sociedad Sin'dorei por aquellos elfos que han optado por una vida más humilde, siempre ha mantenido el ideal de que el deber de todo elfo es luchar por el bien del conjunto, y eso se realiza independientemente de la posición social de nacimiento. Con dificultades empáticas con el resto de sus allegados, así como una nula expresividad propia ya sea por gestos o tono de voz, prefiere un tono respetuoso y distante con la gente, evitando el uso de formulas como sarcasmos o retóricas, las cuales le cuesta horrores identificar en otras personas y aun más usarlas ella misma.
  14. Nombre: Julie Chloé Rapière D'Angoulême Atributos 6 Físico 8 Destreza 6 Inteligencia 6 Espíritu 7 Percepción Valores de combate 24 Puntos de vida 24 Mana 9 Iniciativa 9 Ataque a Distancia (Rifle de Chispa) 9 Ataque a Distancia (Pistola de Chispa) 10 Ataque CC Sutil (Estoque) 10 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo Destreza 2 Estoque 2 Bailar 2 Equitación 2 Defensa 2 Nadar 2 Sigilo Inteligencia 1 Artillería (Cañones) 1 Leyes (Reinos Humanos) 2 Tortura 2 Supervivencia 1 Conocimientos/Historia (Reinos Humanos) Espíritu Percepción 2 Rifle de Chispa 2 Pistola de Chispa 2 Advertir/Notar 2 Etiqueta 2 Reflejos 2 Música (Guitarra Gilneana) Escuelas/Especializaciones Aptitudes de Combate: Diestras: Aprendiz: Golpe de oportunidad Recuperación rápida
  15. Historia Poco hay que contar sobre las tierras de Angoulême. Algunos lo llamaban el Valle del Centeno Dorado por las grandes campiñas donde estos cereales crecían para luego ser transformados por sus artesanos en toda clase de pasteles y bollerías, algunos afamados , relativamente hablando, en algunas de las ciudades de las regiones del interior del reino. Prácticamente dos semanas de viaje en carromato , sin embargo, separaban el pueblo costero de la gran ciudad central de Gilneas, por lo tanto, todo lo que allí se comentaba solía pasar desapercibido para todos salvo para los grandes señores de la región. La joven Julie nació entre estos campos dorados de centeno, corriendo entre las espigas cálidas, evitando los furibundos agricultores con sus duras varas que buscaban azotar su trasero cuando ella y su hermano menor Jules traspasaban las vallas que delimitaban los campos, buscando hacer alguna de sus trastadas. Las tardes pasadas en los ríos, cazando ranas que luego llevar a casa para la cena, bañándose bajo el cálido sol del verano . Las duras pero satisfactorias madrugadas acompañando a su padre en su barca al lago, pescando en lo que se mostraba como una tarea aparentemente aburrida pero que siempre se animaba por el jovial carácter de los mellizos, y de su propio padre, que a diferencia de muchos otros adultos Gilneanos, nunca había olvidado el significado de la palabra sonrisa. Estos y otros tantos son los mejores recuerdos que Julie siempre llevará con ella, especialmente desde que su vida quedó trastocada con la muerte de sus padres durante la época de la Gran Noche, cuando las bestias salvajes y bípedas descendieron de las montañas del norte, y toda Gilneas se vio lapidada bajo una pesada noche pétrea de muerte y dolor. Muchos sufrieron durante esta época, y ni Julie ni su hermano Claudes fueron una excepción. La noche de las Bestias, como se la llamaba, cayó sobre su pueblo, y como muchos otros, sus padres encontraron la muerte en las fauces de estas criaturas. No Julie, sin embargo. Tampoco su hermano mellizo menor, que aunque solo estuviese separado en su estancia en Azeroth por apenas un minuto, siempre había mantenido una actitud apropiada para aquel que es el segundo. Ellos encontraron un destino tal vez peor que la muerte, incluso. Es difícil siquiera recordar como ocurrió. No eran precisamente niños, al revés, eran ya adultos cuando las fauces mordieron su carne y sellaron su destino. ¿Era en un bosque, acaso? ¿Estaban huyendo, o ayudando a otros a huir? La verdad es que los mellizos pelirrojos, tan afamados en su pueblo, no eran de los que huyen de los problemas. Al revés, para desgracia de sus progenitores, es los que van de cabeza a ellos, con ideas alocadas e idealistas de lo que debe ser el orden correcto de las cosas. Las palizas y peleas con otros muchachos eran constantes, a veces porque se burlaban de la hermana mayor, que debería estar jugando con muñecas de trapo, en vez de luchar a ser Caballeros del Rey con su hermano mayor, armados con palos, matando dragones y conquistando fortines de madera. Otras, por que algunos maleantes tiraban piedras a un perro indefenso. Muchas veces sin embargo, sus causas no eran tan nobles, y simplemente usaban de excusa una mirada inocente de refilón para imaginar una afrenta al honor y retar a "duelo" a aquellos que tenían la mala suerte de cruzarseles en su camino. Ah, bendita infancia. Y adolescencia. Siempre está bien recordar esos momentos, especialmente cuando tu vida se convierte en un infierno de furia, oscuridad, y dolor. Cierto es que Chloé, siendo la mayor y de carácter más templado, aunque cuasi tan jovial como el de su hermano menor, llegó a quebrarse en esas épocas oscuras, pero como siempre hacen los hermanos, ahí estuvo Valdamir para sujetarla. Aquellos que carecen de la conexión espiritual que se tiene con uno con el que compartes sangre y vivencias, una parte de ti tan indispensable como tu propio corazón, que no es ni comparable al amor pasional que dos amantes destinados sienten el uno por el otro. Simplemente, no entenderán esta profundidad emocional. Los huesos de ambos mellizos no tardaron en encontrarse en las Barriadas de los Marcados, como muchos las llamaban. ¿Qué era lo peor de todo eso? No era la falta de alimento, no era el frio, la enfermedad, el dolor, la peste, las palizas, las alimañas, los bandidos, la muerte. No. Lo peor es que, habiendo sido las provincias del norte las más devastadas por la Plaga Huarguen, la mayor parte de los que habían sido marcados y estaban actualmente encerrados eran simpatizantes del Mil Veces Maldito Crowley. ¡Darius, el Traidor del Norte, aquel por el cual toda la situación de Gilneas estaba como estaba! Cierto es que Julie, al menos en su juventud, había sido más reticente que su hermano, pero el entusiasmo de este combinado con el temor subyacente de la separación llevaría a que la pelirroja muchacha abrazase con tanto fervor como el mismo el deseo de convertirse , a punta de estoque y fuego de mosquete, en valerosos luchadores del Reino, y tal vez, si la Luz así lo disponía, ayudada por supuesto por su propia habilidad, alcanzar a ser Guardias Reales del Rey. ¡Servir en Palacio, que gran sueño sería tal! Con armaduras de acero engalanado en plata y pan de oro. Donde las grandes damas y los nobles señores deciden los destinos de todos los hijos de bien del Rey y de la Luz. Proteger la sangre más noble que pudiese encontrarse en Gilneas de aquellos que buscasen destruir la estructura jerárquica que durante más de mil quinientos años había asegurado la supervivencia de los Gilneanos. ¡De hecho, Julie podría jurar, y si hermano así lo afirmaba, que si uno guiñaba el ojo derecho y se subía al tejado de la tercera chabola de la calle del Degollador, en la Barriada, uno podía llegar a ver la punta de la torre más alta del palacio! Algún día, tal vez, más cercano de lo que podría jamás imaginar, estaría en esa misma torre, mirando hacia el agujero donde ahora estaba encerrada. Y entonces, podría cumplir la promesa que hacía ya una buena cantidad de años había realizado a sus padres, antes de que las bestias bípedas se los llevasen al seno de la Luz antes de tiempo. Hermano y hermano lo tenían claro, daba igual donde estuvieran, da igual lo que les pasara, su objetivo estaba claro y siempre irian a ese rumbo, defendiendo con brío y valor la causa justa, la causa de Gilneas, la causa real, la causa del pueblo honesto. Uno para todos, y todos para el Rey.
  16. Julie Chloé Rapière D'Angoulême Nombre: Julie Chloé Rapière D'Angoulême Raza: Huarguen Sexo: Siempre en forma Humana Edad: 28 Años (Nacida en el 8 D.d.P) Altura: 1,71 metros Humana ( 1,87 metros Huarguen) Peso: 52 Kg Humana ( 91 Kg Huarguen) Lugar de Nacimiento: Angoulême, Gilneas Ocupación: MOSQUEHUARGUEN Índice: Eventos Masteados: Eventos Asistidos: Descripción Física Julie es una mujer joven, de estatura relativamente elevada para la media femenina, más no en relación al género masculino. Su rostro es redondeado, de rasgos suaves y claros ojos verdes. Su cabellera, normalmente en una media melena, es de un intenso color fuego que comparte con su hermano mellizo, aunque la tez de su rostro , a diferencia de muchos otros que comparten tal característica, no es pálida ni pecosa. Su complexión es ligera, fina, de piernas estiradas y estilizadas y brazos finos, pero fibrados por años y años de práctica con el estoque. Descripción Psicológica La joven mujer conocida como Chloé tiene un carácter jovial, alegre, atrevido y algo conflictivo. Donde otros ven bravuconearía ella ve valentía. Donde otros piensan que no se trata de más que una irrespetuosa, ella solo ve la salud del desafío a aquellos que se creen demasiado subidos a su corcel como para ser cuestionados. Pocas cosas odia más Chloé que la autocompasión, la falta de voluntad, y la autocomplacencia. Aquellos que echan la culpa de su estado a todos, pero son demasiado cobardes, débiles o betas para hacer algo al respecto. ¡Jamás criticaría a aquel que toma el acero por el mango y desafía a aquellos que le avasallan, la Luz la parta en dos si tal día llega! ¿Pero vagabundos, mendigos, gentes humildes que acaban sus jornadas de trabajo y remojan sus gaznates en alcoholes baratos mientras critican a aquellos que les otorgan seguridad , tierras que arar, ciudades donde vivir? ¡Ay! Si Archibald Cringris levantara cabeza, demasiados gandules verían sus espaldas vareadas y ensangrentadas para ponerlas firmes de nuevo. La joven mujer siempre ha sido una apasionada de la esgrima , como su hermano, pero donde este vivía por y para el combate, ella a veces por gusto personal y otras por obligación nacido de las expectativas de aquella que más pronto que tarde tiene que empezar a regurgitar de sus partes más pudientes la siguiente generación de humildes siervos de la Luz, su radio de conocimiento se amplió a otras artes que aunque al principio le disgustaban, acabaron por apasionarla, siendo la más relevantes de esta la música. Normalmente, donde lleve su estoque, llevará (O llevaría, antaño) su guitarra, que más de una vez sirvió a ambos hermanos para ganar unas monedas y pagarse una comida caliente en sus habituales escapadas del hogar familiar. En resumen, Julie es una mujer independiente, capaz y que tiene poco tiempo para llorar o lamentarse de sus problemas. Esto no la vuelve inmune a la flaqueza, al miedo, y como ser de carne y hueso, tiene una debilidad intrinseca y un punto donde incluso, como el acero más fuerte, puede romperse. ¡Pero ah, si se va a quedar sentada esperando que esto llegue! Crédito de edición de imagen a: @Psique la chica de los cuervos y dibujo de @mimbrari
  17. Historia La pequeña polilla revoloteaba pacíficamente. Sus alas recubiertas de pelusa plateada brillaban en contraste con la tenue luz lunar que se filtraba por las vidrieras opacadas por el paso de los milenios y el polvo acumulado en ellas. El insecto, ajeno del lugar donde se encontraba, se daba leves golpes contra el desgastado cristal, buscando ,no , ansiando, una libertad que le había sido privada sin razón. Ni siquiera había visto lo que la esperaba fuera, pues como todo lo que moraba entre esos muros, había nacido en la oscuridad, entre el polvo y la sombra, ajena al exterior. Pero el insecto, ignorante de la futilidad de su esfuerzo, luchaba heroicamente para atravesar el cristal. Valiente cruzado, tenaz en una batalla que no podía ganar. ¿Y para qué? ¿Porqué ansiaba con tanto ahínco como para dañarse a si mismo el salir al exterior, un lugar que no conocía? ¿Que no comprendía? ¿Que ni siquiera sabía si existía? ¿Acaso sentía en su pecho ese mismo ardor? ¿El ansía por conocer, el ansia por extender? ¿Por dar un paso más, por liberarse de los yugos y las cadenas impuestos sin motivos, solo por el mero hecho de limitar su potencial? Un golpe. Otro golpe. Uno tercero, pero nunca llegó el cuarto. Las alas de dibujos sinuosos de la polilla se encendieron en un brillo violáceo y se consumieron en un ápice de segundo. Donde antes revoloteaba el pequeño insecto, solo quedaron unas motas arcanas que desaparecieron en breves. La joven elfa parpadeó, sorprendida y saliendo de su ensimismamiento. Tragando saliva, giró el rostro, incorporándose en la pequeña mesa ante la cual estaba sentada, para observar el gesto severo y adusto de la elfa de la noche de rostro maduro e irritado que se plantaba ante ella, delante de una gran pizarra de color oscuro como la noche sobre la cual resplandecían numerosas runas de colores que bailaban del blanco al violeta pasando por azul y rojo. Las pequeñas velas arcanas que flotaban en la sala fueron intensificando su brillo, según la furia se iba acentuando en la altonato adulta. Su larga sombra se extendió, mientras su figura parecía crecer por segundos mientras la de la joven sentada frente a ella se encogía sobre si misma, rezando a lo arcano adquirir la capacidad que había leído en los libros que tenían ciertos reptiles con caparazón, escondiéndose en si mismos para huir de la furia de su progenitora. Cuando habló, no hubo gritos, ni salidas de tonos. Ni siquiera el gesto adusto y gélido de finos rasgos élficos de su madre se rasgó más allá de la fina linea dibujada por sus delicados labios violáceos. Su tono, frío y cortante, hizo desear a Sharinay que se hubiese puesto a gritar y a balbucear. -Es la quinta vez esta semana, Sharinay, que te distraes en nuestras prácticas y repasos de la conjuración abjuracional teórica al antiguo estilo Suramaritano. ¿Es que acaso he de asumir por tus constantes pérdidas de atención, que no te interesan los temas que estamos dando? ¿O acaso es que soy mala instructora? -¡N-no madre! Solo... solo estaba mirando a una polilla y me... distraje... -Balbuceó la joven elfa, cuyo pelo turquesa descendia en una coleta por su espalda, agachando la cara hacia adelante con una inclinación de sus largas y violetas pálidas, casi grisáceas orejas, en una pose de sumisión absoluta. -¿Te distrajiste? Ya veo. Los pasos de su madre resonaron con el ruido de sus estilizados zapatos mientras esta se acercaba a la vidriera opaca donde hace un minuto estaba la atención de su hija centrada. Posando sus delicados dedos de largas uñas sobre el cristal que impedía ver el exterior de Eldre'thalas, comenzó a bajarlos lentamente, haciendo un ruido extremadamente agudo que causó que Sharinay se encogiese sobre si misma con expresión de dolor. -¿Crees que no lo he visto, hija mía? ¿Crees que no lo he notado? ¿Tus miradas hacia los largos pasillos protegidos que conducen al exterior? ¿A la muerte? ¿Tu también quieres irte? ¿Tu también quieres morir ahí fuera, donde solo existen demonios, donde solo espera tu final? -¡No madre, no es eso! ¡Pero... no puede estar todo tan mal como dec...! - No acabó su frase, pues su madre se apartó del ventanal con un golpe de toga y capa de larga seda púrpura, mientras se encaminaba hacia la puerta. -¡Harás como tu padre, su sangre maldita corre por tus venas, siempre lo ha hecho y siempre lo hará! ¡Saldrás al exterior y morirás, dejándome sola! ¡Cuanta deshonra ha de afrontar Aishara de la Casa Crestargenta antes de que los pecados de mis antepasados queden saldados! ¡Azshara me dea paciencia y un saco para llev...! - Los barboteos de la elfa madura se cortaron de golpe cuando la puerta de madera crujió con un seco portazo al salir airada de la polvorienta sala de estudio. El golpe de la puerta fue seguido con el apagón de todas las velas que mágicamente iluminaban tenuemente la sala. En la penumbra, Sharinay desvió la vista hacia los leves rayos de luz que apenas conseguían filtrarse por las polvorientas cristaleras. Levantándose en silencio, apoyó las suaves yemas de sus dedos sobre los vidrios de colores opacos y deslizó los dedos con lentitud dejando sendos surcos donde su piel apartaba la espesa capa de polvo que los había recubierto. Aun así, el exterior permanecía oculto tras una barrera de grueso cristal colorido. No podía romperlo, lo había intentado ya hacía décadas, su madre se había encargado de evitar posibles fugas, traumatizada en secreto por la marcha de su progenitor antes siquiera de nacer ella. Apoyó la frente contra el frío cristal, cerrando los ojos. En su mente, vislumbró a una pequeña polilla, de alas brillantes y violetas, alzándose hacia el infinito cielo nocturno, lejos, lejos de esa prisión de polvo, roca, y libros. ***** Bajo la plateada luz de la gran Dama Blanca, cuya presencia iluminaba el firmamento y los corazones de los hijos de las Estrellas que hacían sus tareas bajo su protectora vigilia, una joven elfa caminaba con aires animados y embobados, observando su entorno con fascinación absoluta. Alguna mirada se desviaba hacia ella, los ojos más suspicaces percatándose realmente de su herencia y mostrando sendas expresiones de desagrado, pero gracias al bien pensado acierto de adquirir una toga más humilde de manufactura Kaldorei, Sharinay pasaba desapercibida bajo la apariencia de una elfa joven, pues un rostro impoluto libre de marcas y un rostro y rasgos más suaves e infantiles que lo normal para elfas de su edad ayudaban a atenuar su contraste. Observaba los ríos, observaba los lagos, observaba los canales que como venas recorrían la verde ciudad llenándola de frescor, llenándola de vida, llenándola incluso de curiosos seres que vivían en el liquido elemento, respirando agua como ella respiraba aire. Escurridizos y asustadizos, se movían en su terreno con suma agilidad y velocidad. Las casas y edificaciones que en armonía abrazaban en espiral los árboles sobre los que se asentaba rezumaban vida. Estandartes de vivaces colores, violetas, azulados, plateados, verdosos, ondeaban bajo el fresco viento que silbaba entre los altos edificios. En ellos los elfos reían, los elfos cantaban, elfos que traian las artesanías hechas con sus propias manos para ser cambiadas por otros bienes útiles, eran elfos felices, elfos vivos. Eran elfos libres. Sin quererlo, los pasos la condujeron por encima de los pétreos puentes que se alzaban sobre el frescor de las aguas que bañaban la capital y se fusionaban como nacidas del mismo suelo verdoso que recubría todo. Al fondo observaba un inmenso edificio, de belleza plateada. No sabía porqué había superado el miedo, el temor de acercarse a tal lugar, pues su impresionante estructura encogía el corazón con solo mirarlo, pero en el fondo de su alma, una breve llama iluminaba, instándola a avanzar, a acercarse. A posteriori sabría que se trataba de el Templo de la Luna, pero ignorante de a donde se dirigía, no podía más que maravillarse según se alzaba en todo su tamaño ante ella. Donde el mármol y la roca de Eldre'thalas era opaco, era gris, polvoriento, era el olvido, era la muerte, la pálida y plateada roca del templo brillaba, pura, hermosa, instándola a acercarse, instándola a entrar. Un conglomerado de Kaldorei de todo tipo iban acercándose al edificio, con calma y manteniendo un silencio ceremonioso bajo la atenta mirada de las disciplinadas guardianas Kaldorei. Por un momento, el miedo de mezclarse con semejante numero de Kaldorei atenazó su corazón ,pero esta presión fue rápidamente sustituida. Desde el fondo de su corazón, unas alas golpeaban contra una vidriera, instando a su cerebro a avanzar, a seguir hacia adelante. Con paso acelerado, con cuidado de no chocar con nadie, avanzó lentamente entrando en el inmenso edificio. Según entraba, deslizándose entre elfos y elfas, el ruido calmo empezó a sonar en sus largas orejas. Era una voz, pura, que inflamaba el alma, henchía el corazón. La escuchaba baja al principio, pero cuando asomó por bajo el brazo de un corpulento macho, pudo ver una belleza que opacaba todas las maravillas que había experimentado desde su salida de la ciudad perdida de Feralas. Una gran poza, de blancas aguas que emanaban una energía que hasta ella notaba, y en el medio, con el agua blanquecina hasta las rodillas, una figura femenina. Bella y solitaria, con nada más que una vaporosa toga blanca recubriendo su cuerpo. Una larga melena de color azulado se deslizaba por su espalda, sin ningun adorno, sin ninguna fruslería. Y aun ante la carencia de joyerías y cualquier tipo de adorno u orfebrería, era más bella, más digna, más imponente, que su madre aun engalanándose en sus mejores ropajes. Su voz, potente como una cascada brava, sedosa y suave como la brisa del viento que mece las hojas bajo el son de la mañana, se alzaba primero leve, como una marea de emociones que asciende y se intensifica, para ser acompañada luego ,paulatinamente, poco a poco, como escenificando un alba, por medio centenar de sacerdotisas que sentadas, en ropajes tan hermosos y a la vez tan simples como los de la Suma Sacerdotisa , rodeaban en semicírculos la poza lunar donde Tyrande cantaba en un idioma cuyo significado se escapaba para Sharinay. Bajo la intensa luz de Elune que se deslizaba a través de los cristales de la inmensa vidriera en el centro de la bóveda de mármol blanco, cientos de kaldorei escuchaban en silencio respetuoso y ceremonial, el hermoso canto de la suma sacerdotisa. Y entre toda la muchedumbre, entre toda esa maravilla y magnificencia, una joven altonato lloraba, con sendos goterones descendiendo por sus impolutas mejillas, incapaz de entender como tal belleza podía existir en el mundo.
  18. Sharinay de la casa Crestargenta Nombre: Sharinay de la Casa Crestargenta Raza: Kaldorei Sexo: Femenino Edad: 141 años Lugar de nacimiento: Eldre'thalas, Feralas Ocupación: Restaurar el legado de su pueblo. Índice: Eventos masteados: El Claro Grell Eventos asistidos: Misivas: Misiva con lazo de terciopelo (Respuesta Silandris) Descripción física: Joven elfa que recientemente ha alcanzado la madurez física. Su ascendencia altonato se caracteriza en un físico menos corpulento y asalvajado que sus coetaneos. Su rostro, de rasgos suaves, no solo destacaba por mantenerse impoluto libre de toda marca facial, si no por mantener una permanente apariencia ligeramente aniñada impropia de una kaldorei de su edad y madurez física. Antaño recogido y trenzado en una melena, ahora luce un cabello cortado, recto y pragmático, de un intenso color rosado que desciende por su espalda, la cual si bien fina, comienza a demostrar los esfuerzos físicos a los que se somete Sharinay desde su salida de Eldre'thalas. Siguiendo el ideal físico que persiguen las Centinelas, para disgusto tanto de los otros Shen'dralar como de aquellos kaldorei a los que intenta imitar, su cuerpo delicado ha ido abandonando la fragilidad propia de su gente para, en su sutileza, acercarse más a la corriente Kaldorei tradicional. Sus manos, antaño suaves, han reflejado el entrenamiento por el que pasa la Altonato en busca de mantener un físico apto. Sin llegar a las callosas manos de un artesano que lleva siglos trabajando su arte, cada vez sus dedos reflejan menos a la Shen'drelar y más a la guerrera que busca ser. Sus ojos de un intenso brillo plateado y levemente rasgados, reflejan siempre una viveza en su movimiento para captar todos los detalles del entorno. Sendas cejas pobladas como cualquier otro kaldorei que comparten el color de su melena enmarcan sus ojos adornados con largas pestañas curvas en sus extremos. Pese a todo, con un peso estándar, mantiene una estatura baja para lo que sería un Kaldorei, alzándose de la verde hierba a escasos 2,03m del suelo. Descripción Psiquica: Siempre curiosa, siempre haciendo preguntas que no venia respondidas en los libros de Eldre'thalas. De carácter respetuoso, ama con una profundidad sin igual a su madre, a sus compañeros Shen'dralar y al legado de los Altonato. Los verdaderos, aquellos que lucharon junto al pueblo Kaldorei por proteger el mundo y el arte arcana pura, no la mal versión demoníaca que tanto mal ha causado a su pueblo. En su carácter abierto, en contraste con la cerradez de su progenitora, la apertura del mundo real para ella ha supuesto un mazazo a todas sus concepciones del mundo. En Elune ha encontrado una figura que ha opacado totalmente a lo Arcano como objeto de veneración. Sus Sacerdotisas, las Centinelas, incluso los Druidas, todos representan una pureza existencial y de ideales que aun a día de hoy fascina a la joven Altonato. Introspectiva, mantiene una barrera forjada en base al respeto y la inseguridad por lo desconocido en su trato con los demás. La une un lazo de profundo afecto con sus hermanos Shen'dralar, pero la presión que genera el buscar la aprobación de otros Kaldorei, consciente de los prejuicios existentes hacia ella, tienden a generar una ansiedad que camufla con un protocolo estricto. Desconoce lo que es odiar algo o incluso amar algo, pero ha leido mucho en libro sobre todas esas cosas. Aun así, en su pecho late un corazón idealista y bondadoso que solo busca el bien para sus semejantes y los demás, si estos son capaces de demostrar la misma pasión por una causa noble y justa. En su ignorancia, con la humildad de conocerse como una ignorante en un mundo de titanes, desea desde el interior de su ser poder unir las concepciones del pueblo Kaldorei.
  19. Nombre: Sharinay Crestargenta Atributos 7 Físico 7 Destreza 7 Inteligencia 6 Espíritu 6 Percepción Valores de combate 28 Puntos de vida 28 Mana 8 Iniciativa 9 Ataque CC (Lanza Ligera) 9 Ataque CC Sutil (Espada Ligera) 8 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo 2 Lanza Ligera Destreza 2 Espada Ligera 1 Bailar 2 Defensa 1 Nadar 2 Sigilo Inteligencia 1 Arquitectura 1 Religión (Culto de Elune) 1 Conocimientos/Historia (Elfos de la Noche) Hechizos: Dif 12: 1 Encantamiento Básico (Arcano) 1 Rastrear Energía Arcana 2 Conjuración Básica Dif 14: 2 Alterar Tenacidad 2 Alteración Gravitacional Leve Espíritu 2 Voluntad Percepción 2 Advertir/Notar 1 Dibujar 1 Disfraz 2 Etiqueta 2 Reflejos 1 Música (Flauta) Escuelas/Especializaciones Magia Arcana: Arcano: Transmutación
  20. Galas

    [Ficha] Hoggart Bergmann

    Nombre: Hoggart Bergmann Atributos 8 Físico 6 Destreza 6 Inteligencia 6 Espíritu 7 Percepción Valores de combate 32 Puntos de vida 24 Mana 9 Iniciativa 10 Ataque CC (Martillo de Mano) 9 Ataque a Distancia (Ballesta Pesada) 9 Ataque a Distancia (Ballesta Ligera) 8 Defensa Habilidades Físico 2 Atletismo 2 Martillo de Mano Destreza 2 Equitación 2 Escalar 2 Defensa 1 Lanzador 1 Nadar 2 Sigilo 1 Trampas/Cerraduras Inteligencia 1 Fauna (Mamíferos) 2 Leyes (Reinos Humanos) 1 Navegar 1 Supervivencia Espíritu Percepción 2 Ballesta Pesada 2 Ballesta Ligera 2 Advertir/Notar 2 Buscar 2 Callejeo 2 Comercio 2 Reflejos 2 Rumores 2 Música (Triángulo) Escuelas/Especializaciones
  21. Historia: ¡Joder! - Fue lo último que Flintch llegó a decir. Un virote , grueso y corto acababa de chocar con un ruido sonoro y seco entre sus piernas, justo debajo del asiendo del carro que manejaba, seguido al instante de otro que resonó con el gorgoteo de la sangre y la vida consumida, antes de desplomarse del carro con el cuello perforado. Todo empezó como un día cualquiera. Al salir el sol los hombres se prepararon, se levantaron, recogieron el campamento, colocaron las retrancas a los caballos de tiro y los sujetaron a las barras. No era una gran comitiva, apenas once hombres, cuatro carros, y cinco corceles. Viajaban desde Costasur hasta una villa al este, a apenas cuatro días de viaje, a medio camino entre la última gran ciudad libre de Lordaeron (O así les gustaba llamarse, ignorando a los bastiones escarlatas del norte) y el inmenso muro de Thoradin, ahora semi abandonado por un reino que carecía de los medios para protegerlo en toda su extensión. Como muchas otras veces, Hoggart había realizado su ritual mañanero: Tomar una gran jarra de cerveza negra de desayuno, marchar detrás de un árbol a vaciar las tripas, y vestirse empezando por los pies, como cualquier buen hombre hace. Esta vez no le tocaba conducir uno de los carromatos, pues había perdido la partida de dados que realizaban antes de partir con cada envío. Ser conductor era una bendición y maldición. Bendición, puesto que viajaban sentados y cómodos durante el largo trayecto, y puesto que en caso de emboscada, monstruos o bandidos, estaban en la mejor posición para azotar los pencos y huir en los carromatos. Pero también tenía un riesgo notable, y es que cualquier bandido que tuviese idea de su oficio y no se metiese el pulgar en el ano para desayunar, los mataría de los primeros. Por tanto, como mozo de caminata, encargado tanto de actuar de fuerza disuasoria aparente (Puesto que realmente la mayoría lucían ropas de viaje. No eran soldados ni guardias, y el dueño del envío no había considerado necesario contratar seguridad, o como muchas otras veces, simplemente había sido una rata traicionera y ávara) , como de ayudar en caso de que el carro se atascase, una rueda se quebrase, etc... marchaba con las botas de cuero, altas y desgastadas, detrás del segundo carro, hablando con Von William, un hombre bastante más mayor que él, que peinaria canas de no estar jodidamente calvo. Las charlas en el camino variaban en su naturaleza. Todos los hombres allí reunidos, realizando un trabajo honesto pero desagradecido, vulnerable, tenían sus propias ideas, pensamientos y aspiraciones, que vivían enterrados bajo la dura losa de la monotonía y la mediocridad. Von William estaba hablando de su nieta, que al parecer vivía en un pueblo a una jornada al norte de la ciudad de Strom, y que tras este encargo marcharía con lo ahorrado a hacerles una visita y llevarles un par de regalos. Hoggart no era un hombre de familia, má y pá habían muerto en la tercera guerra cuando su aldea fue arrasada por los no-muertos, y por aquel entonces su retoño, ya más que adulto, se encontraba trabajando en Stromgarde. Tal vez otra clase de persona hubiese acudido, corriendo, al hogar familiar, buscando pruebas desesperadas del destino de sus progenitores, con una vana esperanza ténue de que estos siguiesen vivos. Pero ese no es nuestro Bergmann. En el momento que escuchó las noticias (Pues durante semanas llevaba escuchando rumores, cada uno más exagerado que el anterior), con las hordas de refugiados que comenzaron a llegar al reino más antiguo de la humanidad, simplemente asumió la realidad de lo que le había pasado a sus padres. No se podría decir que Hoggart lloró, más esa noche, unas lágrimas de frustración discurrieron por sus ajadas y curtidas mejillas. Más cuando el sol salio al alba, procedió a vestirse como siempre había hecho desde zagal. Primero una bota, y luego otra. La vida eran dos días, y solo los que no tenían que trabajar para vivir podían permitirse el lujo de quedarse apabullados por la desgracia. Recordaba perfectamente de lo que hablaba Von William, porque había sido hacia apenas una semana. Su conversación se cortó tras el primer virote, y cuando el segundo derribó a Flintch, no quedó margen para charlar. Entre gritos, una docena de bandidos luciendo bandas ocres de suciedad atadas a brazos algunos, piernas otros, saltaron de entre detrás de unos vallados altos que ocultaban tras ellos amplios campos abandonados de altas hierbas verdosas. Y los que habría, armados con arcos y ballestas, aun escondidos. A la mitad de los hombres que trabajaban en la caravana los masacraron en los primeros veinte segundos. Los otros seis, entre los que se incluía Hoggart, no tardaron en intentar huir. Hoggart y Von William se montaron en el carro más adelantado justo cuando su compañero John tiraba de las riendas, cagando prisas y sin ansias de esperar a nadie. Von William sin embargo, puso una cara arrugada, como cuando comes un limón pasado, antes de desplomarse en el camino, soltando la mano con la que Hoggart le estaba ayudando a subir al carromato en marcha, con un virote de ballesta clavado en plena espalda. Maldición entre los cortados labios, Bergmann intentó cubrirse entre los barriles y sacos del carromato, más no sirvió de demasiado, pues como todo el mundo sabe los buenos bandidos no se juegan todo a una carta, y estos sabían lo que se traían, y unos treinta metros más adelante, otro par de tiradores asomaron de entre los campos, dejando al pobre John más clavado a su asiento que un enano a una jarra de cerveza dorada. Con el corazón latiendo con violencia en su pecho, Hoggart se agazapó entre las cajas como podía, rezando a la santísima que los bandidos no le hubiesen visto, mientras estos, charlando entre ellos se aproximaban, totalmente henchidos del cargamento que acababan de robar. Mira que lo sabía, en los últimos años transportar caravanas en Trabalomas se había vuelto un riesgo demasiado alto. Revivientes, bandidos, wendigos de las montañas... ¡Y lo peor, es que estabas tú que pagaban más! Pero claro, uno es hombre de costumbres. Y por las costumbres que le iban a meter sendo virote por el culo. Me cago en la puta. No. Ese no sería su destino, y esperó, espero segundos que para él parecieron milenios, cada parpadeo era largo como edad en el mundo de los hombres. En cuanto dos de los bandidos asomaron tras el carromato, actuó. Les tiró una de las cajas encima, saltando tras ella antes de darles tiempo a reaccionar, pateandoa uno y empujando al otro, antes de correr hacia el vallado que bordeaba el camino. Varios virotes volaron por encima de su cabeza, o chocaron contra la valla de madera, antes de perderse en el amplio campo de altas hierbas en las cuales los propios bandidos se habían ocultado. Estos no le siguieron, para qué. ¿A quién iba a avisar? ¿Quién iba a ir tras ellos? No merecía el esfuerzo, eran bandidos, no asesinos que buscasen ocultar su identidad. Su trabajo ya estaba hecho. Pero no el de Hoggart, que corrió como descosido hasta que no pudo más, y cuando no pudo más, siguió corriendo, aunque tras tomarse unos minutos para intentar ubicarse. Sudoroso y agotado, no tardó en encaminarse hacia el este, pues más cerca le quedaba el reino de Strom, que intentar regresar a Costasur. El viaje de ida fue desesperante, agotado, sin nada más encima que su morral con un par de trozos de cecina y apenas unos cobres, su apariencia de hombre hecho y derecho fue degenerando según tuvo que ir vendiendo, o cambiando en trueque, todo lo que él era para poder pagarse alojamiento aunque fuese en un establo, comida o refugio. Cuando los altos muros,antiguamente majestuosos, nostálgicos ahora, de la ciudad de Strom se aparecieron ante él en la lejanía, no pudo si no gemir de alivio. No era nada ya. Ni hombre era. Sus botas, vendidas y cambiadas por unos zapatos de arpillera desgastada, su peto de cuero, hasta su maza y su ballesta, todo ello dejado atrás para vivir un día más. Con un camisón de lino sucio y grasiento, y un grueso palo en la cuerda que ahora usaba de cinto, para por lo menos aparentar fiereza frente a matones y lobos salvajes que buscasen deleitarse con su carne en los bosques, caminó hacia la ciudad, pues aun varias horas de caminata le quedaba para llegar hasta ella. Hoggart Bergmann había tocado fondo, pero si algo le había inculcado bien su padre, es que lo único definitivo es la muerte. ¿Todo lo demás? Baches a superar. Pero para ello uno ha de tener la voluntad de seguir hacia adelante.
  22. Hoggart Bergmann Nombre: Hoggart Bergmann Raza: Humano Edad: 35 años Altura: 1,82m Peso: 90 Kg Lugar de Nacimiento: Sttutgart, Sur de Lordaeron Ocupación: Ex-caravanero, Mercenario Índice: Eventos masteados: Eventos asistidos: Canción de Fuego y Carretillas (Imperator) Misivas: Descripción física: Hoggart es un hombre alto, corpulento más no masivo, de complexión ancha y sólida, acostumbrado a una vida en los caminos, cargando cajas y con un esfuerzo y desgaste físico constante, que no le han otorgado un físico apto para la guerra como caballero entrenado, si no una fisionomía curtida, de músculos más densos que hinchados. Su rostro es de complexión dura, con una mandíbula prominente y un mentón marcado, anguloso y firme. Un rostro para recibir puñetazos, y lo más importante, aguantarlos. Sus ojos, de un color pistacho, son verdes, normalmente marcados por las arrugas de la vida y el esfuerzo, en una expresión tranquila y afable. De cabello rubio pajizo, suele llevarlo corto, en pequeños bucles, con una barba, notable, pero no demasiado larga. En general, transmite una apariencia afable, de hombre simple y humilde. Su piel, de por si neutra, tiene un color más oscuro, tostado, por una vida entera pasada bajo el sol, trabajando en los caminos. Descripción Psicológica: Bergmann es un hombre humilde, terrenal, que disfruta de las cosas de la buena vida: Una jarra de cerveza negra bajo el sol de la mañana, mirar a las buenas mozas ir al mercado, y charlar con sus compañeros. Algo hastiado de la vida donde el sudor es lo único que abunda, un resignado seguidor de la Luz y sus preceptos pero doblegado por la realidad de la dura vida de aquel que nace sin privilegio alguno y ha de ganarse su pan por sus propios medios. Desde niño fue educado en que el trabajo es lo más importante, y sea el que sea, uno ha de esforzarse por hacerlo lo mejor posible. A su vez, también le educaron para no dejarse avasallar ni pisar, y mucho menos mendigar o suplicar. Puede que lo que tenga sea poco, pero será lo que se haya ganado con el sudor de su frente. No es de rápido enfadar, y aunque cuasi iletrado (Pues conoce lo mínimo de la escritura y lectura, necesario en su vida de conductor de carromatos y transportista), suele gustar de usar las vias diplomáticas. Hablando se entiende la gente, y derramar sangre inútilmente es un desperdicio de todas las partes implicadas. Esto no significa, sin embargo, que no tenga una frialdad profesional cuando las cosas se tuerce y uno ha de hacer lo que ha de hacer. No lo disfruta, pero tampoco le carcome la consciencia. La vida es dura, y aquellos que buscan la vía fácil suelen hacerlo a base de poner piedras en el camino de los demás, humildes trabajadores y seguidores de la Sagrada, una de las pocas cosas que puede llegar a enervar a Bergmann. Siente un especial desprecio por ladrones y bandidos, simple y llanamente por sus experiencias como trabajador de carromatos. A estas alturas de su vida, ha visto que décadas de trabajo honrado le han dejado con una mano delante y otra detrás, aceptando y renegando de que su futuro sea ser oveja de la que los lobos se aprovechan. Ya habiendo pasado sus mejores años, comienza a plantearse su época de retiro, y el ganar dinero ha pasado a cobrar un papel mucho más prioritario en su vida.
  23. "Mi familia, la Casa de Drusus, es amada por los dioses. ¡Un alarde soberbio, y sin embargo cierto!" ¿Qué es un pueblo, salvo su historia? El poder de aprender, de no repetir los errores pasados. Una sucesión de mil vidas vividas, y mil vidas acabadas, sublimadas. Una manifestación superior del psique colectivo de todo un pueblo. Un estadio superior, donde los que vendrán construyen sobre los cimientos que los que están alzan sobre los huesos de los que les precedieron. Un pueblo sin historia es poco más que una manada de animales salvajes, subyugados a la voluntad de aquel más fuerte, hasta que este deja de serlo, y aparece otro ejemplar más fuerte. Y así una, y otra, y otra, y otra vez. ¿Es mejor no haber tenido nunca historia, o haberla tenido, y haberla perdido? ************ Unas gotas caían, tímidas, de las hojarascas enmohecidas del árbol lloroso. Había llovido recientemente. Aunque. ¿Cuándo no llovía, en este pantano de lodazales negros y huesos blancos? Tal vez fuese simplemente la condensación en el ambiente, una sensación pegajosa que recubre la piel, da igual cuantas veces uno llegue a limpiarse, que tapona las fosas nasales, y que vuelve respirar en un esfuerzo pesado, agotador. El olor... el olor era otra cosa. Uno espera de la naturaleza un olor fresco, un olor irreverentemente salvaje. Más o menos agradable, discutible. Pero siempre libre. ¿En el Marjal? En el Marjal nada era libre. Nunca. Atrapada, fauna, vegetación, y aquellos incautos que lo moraban, una tierra alejada de la mano de cualquier dios, espíritu, o criatura superior que tuviese algún papel en el ordenamiento del mundo. ¿Cuánto tiempo llevaban aquí? Antes que los orcos. O eso habían dicho algunos de los que tenían las suficientes décadas sobre sus lomos para recordar incluso su hogar antes de cruzar el gran portal. ¿Y qué tenían para demostrarlo? Un montón de rocas, sobre una pila de hez y basura. Una mierda, por la cual, peleaban y se mataban, derramaban sangre y construían tronos de hueso y granito, como si un déspota del Marjal tuviese más autoridad que un caimán que aguarda a la vera a que alguien se resbale en el traicionero suelo embarrado. Patético. -¿Qué haces? - La voz seca del joven ogro rompió el silencio. Hizo que una libélula que volase cerca se alejase aterrada por la profundidad de una voz nacida de un tronco grueso como monolito. -Construyo un fortín. - Con un tono emocionado, de tintes infantiles, el cíclope de piel oscura, casi violeta, chapoteaba sentado sobre sus enormes cuatros traseros. Entre sus piernas, gruesas como troncos, una montaña de barro a la cual daba forma torpemente con esas manazas de dedos gruesos y torpes. El mayor bufó, rodando los ojos , sus codos apoyados en sus dos rodillas, quejándose bajo su peso el tocón cortado de árbol sobre el que estaba sentado. ¿Qué sentido tenía todo esto? Sí. Sabía la respuesta directa a pregunta tan simple, y es la que le habría respondido Ö de haberle preguntado. "Tenemos que espantar a los hombres pez para que no rompan nuestras redes". Pero, realmente. ¿Qué sentido tenía todo ello? ¿Cuántos días llevaban de aquí para allá, haciendo aquesto, vigilando lo otro, cumpliendo los caprichos de un ogro más grande y más fuerte? Y para qué. Vrok entendía el orden en el que vivía. Pero no entendía porqué existía ese orden, y no otro. - Dicen que arriba arriba hay guerra. He oido hablar a los grandes. ¿Crees que nos mandarán a esa guerra? - Ö era joven, poco más que un adolescente, y para su desgracia había nacido con un solo ojo, lo cual no contribuía precisamente a dotarlo de una mente despierta y capacitada. Pero dentro de lo que cabe, era honesto. Contento con la simpleza de la vida. Vrok miró al corpulento cíclope, y centró su vista en el cuerno de su frente. Partido hacía un año y medio, cuando alguien le dijo que una roca era más dura que su cabeza, ya había prácticamente crecido del todo. - No lo sé. ¿Importa? Marchan. Guerrean. Vuelven, y vuelven a marchar. Presumen de victorias... - Hundió su manaza, observando el barro que extraía de la tierra húmeda al alzarla, repleto de gusanos y otros bichos, que se retorcían, roto el orden de su existencia por una criatura que para ellos debía ser poco menos que un titán. - ... pero al final, todos seguimos en el barro. El ogro de piel violácea se rio con un par de carcajadas y negó con la cabeza. Vrok no era especialmente popular en el Marjal. Hablaba demasiado, y siempre estaba obsesionado con ese trozo de metal oxidado que guardaba en un paño mugriento, como si fuese un tesoro. Y no era ni un arma, ni un jamón de zebra asado, si no un trozo deforme que perjuraba, era un antiguo casco. Eso a Ö le hacia gracia. Él era considerado demasiado simple. Y Vrok, demasiado profundo. - Me voy - Vrok se levantó, y el tocón se alzó varios centímetros del barro semi hundido, respirando de alivio. - ¿A donde te vas, Vrok? No podemos irnos hasta que la luz del cielo se apague. - Señalo con su dedazo. Era cierto, apenas ni había empezado la tarde. Los pies sucios del guerrero ogro no se detuvieron pese al recuerdo obvio del deber que tenía que cumplir. Y no se dirigieron hacia el Túmulo de su Clan, si no directamente a la espesura, al pantano. Un ogro era un enemigo formidable, pero todo ogro aprendía de pequeño que adentrarse en solitario en el pantano era prácticamente una sentencia de muerte, incluso para el guerrero más prodigioso, por gordas que fuesen sus tetas. Ö siguió llamando por su amigo, incorporándose y pisoteando su fortín de barro sin darse ni cuenta. Siguió llamando a Vrok hasta que su envergadura ya no era visible entre los ramajes bajos y los arbustos nutridos. Cuando el sol se apagó, volvió en solitario al túmulo. A nadie le importó.
  24. Nombre: Vrok'tus Drusus Atributos 8 Físico 5 Destreza 6 Inteligencia 6 Espíritu 6 Percepción Valores de combate 48 Puntos de vida 24 Mana 0 Iniciativa 12 Ataque CC (Hacha de Guerra) 10 Ataque CC (Espada Pesada) 11 Ataque CC (Combate Des. Eq.) 8 Ataque a Distancia (Honda) 7 Ataque a Distancia (Trabuco) 9 Defensa Habilidades Físico 3 Atletismo 4 Hacha de Guerra 2 Espada Pesada 3 Combate Desarmado Eq Destreza 2 Escalar 4 Defensa 2 Lanzador 2 Nadar Inteligencia 2 Supervivencia 2 Conocimientos/Historia (Imperio Goriano) +1 Navegar (Racial) Espíritu 3 Voluntad Percepción 1 Trabuco 2 Honda 2 Advertir/Notar 2 Comercio 2 Rastrear 2 Música (Banjo) Escuelas/Especializaciones Aptitudes de Combate: Físicas: Aprendiz: Golpe Temerario Nombre: Porcus (mascota vrok) Atributos 5 Físico 2 Destreza 3 Inteligencia 4 Espíritu 3 Percepción Valores de combate 20 Puntos de vida 16 Mana 3 Iniciativa 9 Ataque CC (Ataque) 6 Defensa Habilidades Físico 3 Atletismo 4 Ataque Destreza 4 Defensa Inteligencia Espíritu 2 Voluntad Percepción Escuelas/Especializaciones
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