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Axl

[Alterac] Los Peregrinos

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Los Peregrinos

Y el destino del clan Puño Trueno

¡Terror en la fortaleza del clan Puño Trueno! Haldrad envía lo que queda de sus tropas quebrantadas por la guerra contra la tribu Pantanoinfecto a sus asentamientos meridionales en un intento desesperado por proteger lo que queda de su clan! Negándose a pedir ayuda una vez más a sus hermanos Martillosalvaje y con los fondos insuficientes para valerse de mercenarios el earl Haldrad se enfrentará a la futura perdición de su gente.

Pero a sus espaldas, fieles allegados en vez de acelerar su caída o difundir su desgracia hacen lo posible por mantener a salvo su mandato.

 

Prólogo

Brunn Makai, el capitán de las tropas Puño Trueno en el puesto fronterizo de Dol Värr, se preparaba para otro largo día de comandar a sus subordinados contra los recientes ataques de las tribus Cazacabelleras y Hachacieno. Se colocaba sus botas y ajustaba su armadura antes de acercarse a su arma, en su habitación el fuego de un hogar alumbraba la estancia y al lado de este su hacha de guerra descansaba cabeza abajo. Llevaba un tiempo sin usarla y se había tomado el tiempo de limpiarla adecuadamente. Preferiría volver a los días de antes, cuando podía lanzarse de cabeza al campo de batalla y olvidarse del resto del mundo en lo que duraba un combate contra sus enemigos. ¿Qué podía perder, la vida? No era algo que le asustase precisamente, no es que su vida fuese mala, si no que a cada día que pasaba sentía como si estuviese perdiendo las razones para vivirla.

Tras la victoria de su primo Haldrad contra la tribu de brujos Pantanoinfecto poco tiempo tuvo el clan para celebrar y menos para recuperarse. La enfermedad se encargaba de consumir a los que habían sobrevivido al enfrentamiento y no eran pocos los que sucumbían tras volver a sus hogares. Algunos caciques trol tomaron iniciativa tras esto y en vez de alejarse de sus rivales Puño Trueno decidieron continuar con la ofensiva en búsqueda de botín, venganza y sacrificios para sus retorcidos dioses. Con ayuda de los ogros de las montañas solo era cuestión de tiempo para que los enanos sucumbiesen y Brunn lo sabía muy bien. Cuando se estableció con su pequeña armada en Dol Värr era un pueblo próspero y ahora era algo parecido a una fortaleza sitiada durante años: muros de roca destruidos en algunos sitios, fosos de pinchos llenos de petróleo crudo, un edificio expropiado y convertido en torre de homenaje y otro reducido a escombros en estado de reconstrucción. Los pocos civiles y mercaderes paseaban apresurada e incómodamente a través de escuadras de soldados y mercenarios.

El último ataque había causado considerables bajas, aunque los enanos eran sin duda un hueso duro de roer para sus vecinos saqueadores. Se aseguraban de que cada guerrero se llevase al menos cinco trols antes de perecer y hacían un buen trabajo manteniendo ese ritmo, hasta que el recuento de bajas empezó a parecer significativo y se solicitó un intercambio de tropas en los demás asentamientos del earl Haldrad. Ahí es cuando los números de las bajas empezaron a aumentar y los ataques adquirieron una frecuencia alarmante. Brunn solicitó una cita con su primo el earl de los Puñotrueno donde le rogó que pidiese ayuda a los concejos del clan Martillosalvaje, pero solo fue respondido con negativas de parte de su familiar y líder.

Ya habían pedido ayuda una vez para una guerra que apenas pudieron ganar, volver a hacerlo sería visto con malos ojos de parte de los concejos del clan y sobre todo de parte de Falstad el alto Thane de las Tierras del Interior. Temiendo que su poder pudiese ser reducido o incluso revocado por parte de los cabecillas de Pico Nidal el earl Haldrad no tuvo más opción que negarse y trabajar con lo que tenía. Aunque eso pudiese costar muy caro, poco le importaba sabiendo que podría deshonrar a su gente aún más pidiendo ayuda como un lisiado que apenas puede defenderse. Brunn sabía que era un necio, pero en parte, entendía su posición y lo que ella demandaba… pero eso no significaba que debía quedarse de brazos cruzados esperando la exterminación de su clan. El capitán idearía la forma de salvar a su gente aunque su primo no lo permitiese. Con el tiempo y las personas indicadas.

Tomó su hacha y se acercó a la salida. Tenía una reunión pendiente con unos viejos compañeros de campo.

 

I. El plan

En el territorio elfo de Quel'danil, en avanzadas horas de la noche, una ventana todavía relumbraba con la luz de una vela. Odriel Feathersun había pasado la noche en vela reescribiendo y ordenando los documentos de Hath'lorien. Tener un séquito de personas a tu mando era costoso de forma tanto monetaria como mental, y este solo era uno de sus muchos trabajos pendientes. El hechicero por un segundo se desplomó sobre la mesa víctima del sueño y con el estruendo espabiló. Frotó su frente con la mano y maldijo, pero se serenó al saber que al menos por esta noche habría terminado. Se propuso a colocar todo en su sitio para proseguir al día siguiente (o más bien en unas pocas horas) y tener una merecida siesta en lo que quedaba de noche para él. Se acercó a una biblioteca cercana levantandose de su escritorio y al ir colocando libros, documentos y cartas una en específico cayó al suelo. El elfo la observó y meditó si merecía la pena gastar la energía que le quedaba en agacharse para devolverla a su sitio, cuando vió el sello de  un clan enano sobre ella una de sus cejas hizo un arco en su rostro y volvió a su escritorio con la misiva en mano.

Tras un rápido vistazo se dio cuenta de que se trataba de un mensaje del clan Puño Trueno, aunque no podía especificar muy bien a que se debía. No volvían a ver a los subordinados del earl Haldrad ni al mismo desde que brindaron su apoyo en la guerra contra la tribu trol de los Pantanoinfecto y detuvieron su extraño ritual. El elfo imaginaba que podría haber en el escrito mientras que rompía el sello para sacarlo. ¿Los enanos necesitaban ayuda otra vez? ¿Se trataba quizá de una compensación monetaria retrasada? ¿O tal vez Bodvar, su propio compañero enano había roto algún artefacto sagrado casi involuntariamente? Por alguna razón, solo se esperaba la primera y última opción. Suspiró y leyó el mensaje con la paciencia que le quedaba.

Para Odriel Feathersun y Compañía.

Envío este mensaje con caracter de urgencia para ordenaros la visita inmediata del puesto

fronterizo de Dol Värr para una reunión con mi persona donde discutiremos sobre asuntos

diplomáticos, la situación actual de nuestra relación como aliados en momentos de necesidad

y las terribles consecuencias que pueden causar una falta a la lealtad para con el pueblo enano.

 

Es inquisitivo que decidáis acudir con sus allegados de mayor confianza, y que por NINGUNA,

ABSOLUTAMENTE NINGUNA RAZÓN informéis de este mensaje a ningúna otra persona en la

que no depositéis total y completa confianza. Recibirá más detalles una vez llegue a nuestras

inmediaciones. Traicionar los terminos de este mensaje traerá consigo vengativas repercusiones 

sobre su persona además de vergonzosa desgracia para sus amigos y familiares.

Cordiales saludos y buenos deseos.

Encargado Brunn Makai de los Puño Trueno

 

Extrañado por la naturaleza del mensaje, que bien no podía saber si tomarselo como una amenaza, una orden o una propuesta, el elfo decidió guardar la carta en un sitio donde la tuviera cerca. En la mañana le preguntaría a Bodvar si podía entender más o menos el criptico lenguaje que los enanos lograban crear incluso cuando usaban el común para la comunicación. Se acercó a la cama y se dejó caer sobre ella como si su cuerpo pesara una tonelada y sus ojos se cerraron dándo la bienvenida a un plácido sueño que en los días venideros extrañaría completamente.

Se pasó toda la mañana buscando a Bodvar, quien había hallado una nueva diversión guiando un rebaño de ovejas. No podía describir la capacidad del enano para hallar nuevos y extraños pasatiempos, aunque podía reconocer bien los que adoptaba por puro aburrimiento... no sabía el porque le preocupaba que este no fuese uno de ellos. Desde que robaron ese cordero a una tribu de ogros tiempo atrás el enano fue recolectando de forma misteriosa y posiblemente ilícita un rebaño entero de doce ejemplares que le acompañaban a todos lados por alguna extraña razón. Se había convertido en un pastor y le gustaba estar en las Tierras del Interior. Su espíritu aventurero había entrado en una especie de coma y aunque sufría ataques de violencia cada cierto tiempo ahora era más sereno pero nunca menos gruñón que antes. El elfo le encontró rodeado de su rebaño como de costumbre y tras pedirle ayuda con su carta el enano ahuyentó a sus corderos para leer la carta. Explicó en pocas palabras que bien podría tratarse de una reunión de índole secreta, y que el sello era verdadero y no se trataba de un trampa. Esto aumentó la curiosidad del elfo quien invitó al enano a dedicarle una visita a Brunn Makai, cosa que el enano aceptó sin muchos problemas y tras una pequeña reunión con el resto de los elfos iniciaron su viaje a Dol Värr donde les esperaba el encargado de los Puño Trueno.

El puesto fronterizo era un pueblo medio destruído y con signos recientes de ataques. El aeromante se preocupaba al ver el estado de las estructuras y se preguntaba a si mismo que ocurriría si el sitio caía y como reaccionarían los concejos de Pico Nidal. Las calles estaban vacías a excepción de unos pocos vendedores ambulantes, civiles y batallones de soldados enanos que marchaban de una puerta a otra. Parecían en un constante estado de alerta e incluso los habitantes del pueblo mostraban magulladuras, heridas cubiertas de gasa y moratones. En la plaza principal les recibió un joven enano que se presentó como Modi Modisson, intendente del regimiento de enanos que se hallaban ahí asentados. Parecía bastante jovial y esperanzado a pesar de la situación que estaba viviendo, como una antorcha de felicidad en medio de un tunel de pura desdicha. El enano les guó rápidamente al salón principal donde se hallaban más guerreros que reposaban sus heridas y al fondo de la sala se hallaba el sujeto que buscaban, Brunn Makai.

El enano saludó formalmente a Bodvar y Odriel antes de que todos compartiesen palabras, bebidas y algo de alimento. Les explayó la situación de la mejor manera que pudo: El clan Puño Trueno estaba acercándose cada vez más a su perdición. Los trols, ogros y otras criaturas terribles parecían confabular para destruir lo que quedaba de ellos desde fuera y dentro de sus propios asentamientos. Brunn explicó que tras la batalla final contra los Pantanoinfecto una terrible enfermedad había sido la encargad de envíar a la mayoría de los guerreros a la cama o a la tumba, dejando demasiado desprotegidas las demás poblaciones de los Puño Trueno, los trols parecían haber comprendido esto casi al instante, y al menos unas tres tribus distintas empezaron a atacar a los enanos con ayuda de ogros monteses, la fortaleza del clan envió a casi todos sus guerreros a los puestos meridionales donde ocurrían los ataques cada vez más recientes y en mayor magnitud. Aunque los enanos procuraban llevarse consigo la mayor cantidad de enemigos posibles (cosa que realmente lograron hasta el momento). Tenían que depender de las provisiones que llegaban accidentadas de la fortaleza principal, Karak Baruk, además de otros suministros para soportar el constante estado de asedio. Brunn reconoció la amenaza de inmediato y le rogó a su primo Haldrad que pidiese ayuda a los demás earl Martillosalvaje, pero el líder Puño Trueno se negó rotundamente a tal cosa alegando que aunque fuese posible, el resultado final sería la anexión de su clan a algún otro de mayor poder y eso causaría el final de su linaje como lider y el de su pueblo. Su primo, Brunn, le insistió muchas veces pero nunca tuvo éxito, así que necesitaba hallar otra alternativa. También era sabedor de que pedir ayuda a los otros clanes a la larga sería contraproducente pero no era un necio que esperaría su muerte por la terquedad de su primo aunque fuese el líder, así que llamó secretamente a todos los personajes relevantes de la Batalla de la Marisma Enferma y les encomendó la tarea de buscar apoyo en forma de guerreros en los demás territorios enanos que estén dispuestos a defender esa tierra por un precio justo. También había llamado a Odriel y Bodvar para esta tarea, aunque su destino quedaría en un sitio que apenas conocía el par, los picos nevados de Alterac.

Bodvar rechazó su petición casi a modo de burla, ciertamente estaba cansado de tener que pelear por los demás y más todavía por recompensas tan insignificantes para él como lo eran el dinero que al fin y al cabo siempre se iba a gastar. Pero Odriel veía más allá de eso, reconoció instantaneamente el sentimiento de perdida que se iba creando en su corazón al ver a aquellos enanos al borde del exilio de su propia tierra, cosa que le trajo recuerdos descorazonadores a su mente. Reacio a que una situación parecida volviera a suceder aceptó el encargo de Brunn y eventualmente logró obligar al enano a participar también en esta campaña. Su misión era simple y complicada. Debían viajar a Alterac, más especificamente a los dominios del clan Pico Tormenta y reunir en el camino a la mayor cantidad de guerreros posible para la defensa de Dol Värr y sus poblaciones cercanas. Daba igual que calidad tuviesen, si mercenarios o personas dispuestas a luchar por un nuevo hogar. Mientras más espadas, hachas o martillos pudiesen añadir a su causa mayor era la seguridad de que tendrían éxito. Makai les dió un par de meses para lograrlo, teniendo en cuenta que eso es lo que durarían hasta que las provisiones se acabasen y se vean obligados a retroceder abandonando a su suerte el puesto fronterizo. Parecía un tiempo bastante justo para una empresa de tales magnitudes, pero el hechicero ya estaba decidido a lograrla aunque tuviesen que viajar tan lejos. Bodvar por su parte no estaba tan a gusto por tener que abandonar lo más parecido a un hogar que tenía en años, pero su conocimiento sobre la montañosa región no podía pasarse por alto así que Brunn le ofreció veinte kilos de cobre y plata por su completa dedicación a esta tarea, cosa que a pesar de todos sus principios aceptó. Se estrecharon las manos y se retiraron del salón sin más tiempo que perder. Modi les esperaba afuera, sería su primer compañero de viaje y contaba con la compañía de Berta, una bestia de carga confiable y tan aguerrida como un enano. Lo que no sabía Bodvar es que la condición de su adelantada recompensa era que Modi Modisson la cuidaría para asegurarse de que el enano no se retiraría de la empresa con el botín. No por dudar de su honor, si no por el cuidado de su propia inversión. Esto hizo enojar enormemente a Bodvar, pero su orgullo herido le hizo jurar que le demostraría a Brunn Makai y al clan Puño Trueno que Bodvar Budrikson del clan Drakiggson no deja una promesa sin cumplir.

Odriel organizó a los miembros de Hath'lorien que quedaban y les informó de su partida. Unos cuantos elfos se ofreceron para viajar con ellos y el hechicero aceptó. Auric Plumargenta, un talentoso forestal y arquero se había quedado con la delegación del salón elfico hasta el regreso de Odriel y compañía. Se prepararon para el viaje lo mejor que pudieron y al alba, iniciaron su marcha hacia Pico Nidal donde harían todo lo posible por reclutar más guerreros a su causa.

 


Participantes / Habilidades usadas:

Odriel Feathersun @ILUSDN 

Auric Plumargeta @Bastián

Bodvar @Axl

// Trama y trabajos largos en desarrollo, para participar enviar un mensaje directo por foro o Discord

// 25/3/19, 1:30h de duración

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II. De Nuestros Hogares Todos Debemos Huir

Odriel había despertado en su tienda tras una serie de pesadillas relacionadas con tormentas y pequeños diablillos que apuñalaban sus pies. Un escozor le cosquilleaba en las piernas por la caminata hasta Pico Nidal, donde de se habían asentado para reunir todos los voluntarios posibles antes de viajar hacia las laderas de Trabalomas. Contando con los fondos que Brunn Makai, el encargado de Dol Värr le había proporcionado a Bodvar estaban seguros de que podrían pagarle a un buen puñado de guerreros dispuestos a emprender tal travesía. Aunque en un principio el hechicero había dudado de que su anuncio fuese a llamar la atención gracias a la diminuta cantidad de información puesto en el mismo. Bodvar aseguraba que de este modo no levantarían muchas sospechas y no llamarían la atención de los Martillosalvaje.

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Salió de la tienda y no sabía si sorprenderse o no ante la noticia de que nadie había acudido al sitio. Modi acomodaba las correas de Berta y el yak bufaba en respuesta, sacudiendose y siendo regañada por el enano que al ver a Odriel le saludó y le acercó un tazón con gachas para el desayuno. El aeromante preguntó si habían tenido exito con su anuncio y el enano se limitó a encogerse de hombros. Solo estaban en el pequeño campamento el mismo grupo que había salido de Hath'lorien y eso le daba la sensación al elfo de que serían los mismos participantes durante todo el trayecto. Buscó a Bodvar y le encontró haciendo anotaciones en un pequeño diario cerca de un tronco caído, se confirmaron sus sospechas cuando el enano le dijo que nadie se había presentado además de unos granjeros, un gnomo que sorprendentemente apenas sabía leer y un anciano cuya única cualidad especial era tener dos uñas en el dedo gordo del pie; no necesitaba la ayuda de nadie, dijo. Odriel bufó y le dijo que era hora de partir entonces, no iban a esperar por nadie más ni támpoco aceptarían gente que al fin y al cabo les retrasarían... por más dedos extra que pudiesen tener.

Prepararon sus alforjas y se dispusieron a levantar las tiendas para retirarse cuando un visitante se acercó al grupo. Se presentó como Balin de Loch Modan y ofreció su hacha y experiencia a la empresa de los Puño Trueno, aunque bastante ignorante al respecto gracias a Bodvar; quien solo se limitó a decirle que iban a hacer entrega de un paquete en Dun Baldar a un comprador anónimo y le prometió una paga justa al finalizar el viaje. Odriel entendía el secretismo del enano, y agradecía que Balin no fuese de los enanos a los que les interesa hacer muchas preguntas. Conocían más bien poco del enano, era de Khaz Modan y sabía manejar el hacha, cosa que parecía suficiente para Bodvar y aunque Odriel desconfiara un poco al principio comprendió que la benevolencia era una cualidad común entre los enanos si obviabas su capacidad para causar problemas y negarse la culpa al respecto. Balin parecía bastante jovial a pesar de su edad, cosa que por experiencia propia Odriel reconocía como el equivalente numerico a su hosquedad. Un enano conversador que pudiese cargar con su propio peso era justo lo que necesitaban para un viaje de tales proporciones.

El resto del grupo se había presentado formalmente e iniciaron su viaje sin más demoras, cargaron a Berta con casi todos los suministros y equipo que usarían en el viaje. Bodvar hizo los cálculos y aseguró que tenían suficientes provisiones para tres días de viaje al menos hasta la siguiente parada. Dun Garok sería su punto de abastecimiento antes de partir a las montañas, así que no se dieron a esperar más. La fortaleza de los Colina de Hierro les esperaba.

 

III. Hastiante es el Peso del Sol

Un día entero y la mitad de otro les tomó el camino hasta las laderas de trabalomas. Atravesar los túneles subterráneos de los enanos les llevaron hasta Arathi y ciertamente no fue gratis: No es sorpresa que los enanos cobren peajes a cambio de un paso seguro para los forasteros, la fortuna de Bodvar sufrió un pequeño golpe al costearse un camino rápido hacia las tierras altas y para sorpresa de todos esto no hizo enfadar tanto al enano como todos pensarían. Odriel sugirió detenerse en una población cercana para reponer sus suministros pero el autoproclamado líder Bodvar se negó diciendo que si corrían gastos innecesarios puede que no sobrevivieran al viaje a través de Alterac. Por un segundo Odriel había olvidado la tacañería del enano y sus pies fueron los que pagaron por ello.

Así pues, la Compañía de Bodvar (Un nombre elegido por el propio enano y por el que nadie quiso discutir al respecto) se aventuró a través de las tierras altas, se acercaron a los majestuosos muros de Stromgarde aunque solo pudieron verlos desde lejos y cruzaron el famoso Muro de Thoradin tras pagar los peajes pertinentes. Las piernas del elfo dolían y estaban nerviosas igual que sus oídos tras escuchar durante horas los chistes del alegre Modi, los regaños de Bodvar y las historias que Balin repetía una y otra vez creyendo que nadie le escuchaba u olvidando que las había relatado en primer lugar. Solo hallando pequeños momentos de tranquilidad en los que callaban los enanos y podía conversar casi libremente con sus compañeros de Hath'lorien hasta ser interrumpido bruscamente por una conversación espontánea que surgio de los encogidos maleducados. La paciencia del hechicero rozaba sus límites y estaba a punto de callar a los parlanchínes viajeros de una vez, pero algo había interrumpido la conversación... un virote de ballesta que se clavaba en el rabo de Berta y la hizo sacudirse del dolor, una emboscada.

Por un segundo había olvidado que se hallaban en un territorio bastante accidentado políticamente y que en las laderas de Trabalomas solo podían asegurar tu seguridad los enanos Colina de Hierro, y no es que les importase mucho tu seguridad, así que el que viajase a esos sitios estaba realmente por su cuenta. Los bandidos pululaban por doquier tras la misteriosa destrucción de varias poblacioneshumanas en la región, y ellos lo estaban probando de primera mano. Un grupo de maleantes salieron de entre arbustos y rocas con cimitarras, puñales y cachiporras mientras que otros atacaban desde la distancia con ballestas y flechas. Los enanos rodearon rápidamente a Berta intentando organizarse mientras que Odriel utilizaba sus complejos hechizos para detener el avance de los bandidos, cosa que realmente inspiró sorpresa en ellos y eso lo aprovecharon los enanos para iniciar su contraofensiva. Modi, Bodvar y Balin se lanzaron de cabeza hacia el combate aunque el primero se hallase más atrás del par. Balin trazó un arco con su gran hacha que se clavó en el pecho de uno de los malhechores y Modi le remató con un embate con escudo. Luego el viejo enano movió su hacha rápidamente hacia un costado convirtiéndola en un borrón en el aire y destrozó la rodilla de otro a quien el joven enano también se ocupó de despachar. Bodvar se arrojaba hacia el centro de la refiriega arrojando martillazos a diestra y siniestra, más bloqueando y esquivando ataques que asestandolos. Odriel sabía que el enano no combatía con seriedad en meses y eso había logrado oxidarle, golpes que antes ofrecería sin dnudarlo ahora flanqueaban, estaba distraído y jadeante. Aunque él hechicero pudiese notarlo los bandidos claramente no podían y aunque el enano estuviese claramente por debajo de su antiguo potencial había hechoun buen trabajo defendiendo la caravana, hundiendo la mano de uno de los ladrones dentro de su propia muñeca y rompiéndole las rodillas a otro enemigo cercano. Eventualmente los enemigos se dispersaron gimoteando y quejándose, cosa que les permitió a los viajeros reunir sus cosas y escapar del sitio. Balin reía mientras recogía su mochila y corría con el hacha goteando sangre, Modi iba más atras con una sonrisa nerviosa y arreaba a Berta quien soltaba balidos adoloridos. Bodvar resollaba cansado y tras unos minutos de escapada pudieron tranquilizar el paso.

El aeromante también estaba cansado, tras casi dos largos días de caminar sin descanso un ataque de ladrones era lo último que necesitaba para alcanzar el agotamiento. Al detenerse sus piernas le temblaban y sentía el cuerpo empalagoso por el sudor. Miró  hacia el cielo y el caluroso sol brillaba con intensidad sobre ellos. Escupió al suelo y se quejó. Les esperaban unas pocas horas para llegar a Dun Garok, donde al menos el descanso estaba asegurado. Se repuso y siguió la marcha, sin dejar de mirar atrás durante el resto del viaje.

IV. Muros como Montañas

La visión del famoso Gran Mortero de la puerta de Dun Garok trajo recuerdos estremecedores a Odriel del potencial bélico que podían alcanzar los enanos sin el uso de ninguna otra mágia más que la ingeniería. La entrada de la fortaleza de los enanos Colina de Hierro era impenetrable y soportó incontables asedios, refriegas internas y penurias generales. El camino se hallaba constantemente repleto de cráteres chamuscados y escombros rocosos donde el Gran Mortero había escupido sus municiones incendiarias para erradicar a sus enemigos. La fortaleza enana era el sitio más seguro en las Laderas de Trabalomas y el thane hacía un buen trabajo en mantener eso así por un tiempo prolongado.

maxresdefault.jpgAl atravesar la Compañía de Bodvar la entrada tras una cuidadosa revisión de parte de los guardias se dirigían rápidamente a la taberna más cercana. Agradecido estaba de que fuera así, pues la mayoría se encontraban exahustos y deseosos de dormir la siesta más larga de sus vidas. Poco fue el disfrute que hallaron ahí, pues según Bodvar todavía había mucho trabajo por hacer antes de volver a holgazanear. El grupo se quejó y superaron al enano en cuanto a opiniones, este se retiró con Modi, claramente enfadado a hacer sus quehaceres y los demás quedaron a su suerte en la fortaleza bajo la condición de volver a la taberna para descansar antes del anochecer. Los elfos no sabían muy bien como llevar el paso del tiempo en una fortaleza subterránea así que la mayoría simplemente decidió quedarse a reposar a la espera de los enanos.

Bodvar se encomendó la tarea de hallar más viajeros dispuestos a acompañarles en su camino a través de las montañas nevadas. Tras el ataque de los bandidos llegó a la conclusión de que la caravana no podía correr más riesgos. Modi le acompañó tras dejar a la bestia de carga reposando y tras pasarse lo que quedaba del día acordando tratos, rechazando ofertas y también ofreciéndolas llegaron a la conclusión de que no muchos deseaban arriesgar su vida en un viaje a las montañas de Alterac. Tras unos infortunios que el par desconocía la fortaleza se hallaba notablemente más vacía que como la recordaba Bodvar. Aunque Modi se mantenía ignorante ante su drástico cambio. Pasaron unas pocas horas más y solo lograron hacer un acuerdo con unos cazadores de pieles que hacen negocios en el valle nevado de los Picotormenta y unos mercaderes deseosos de ganar oportunidades financieras con el fluctuoso negocio de cantería en Dun Baldar. No era la compañía que esperaba, pero al menos mientras más fuesen el camino se haría más llevadero. Bodvar solo esperaba que los nuevos viajeros pudiesen cargar con su propio peso.

Odriel reconocía que estaba mal quedarse de brazos cruzados en una taberna mientras que los demás buscaban oportunidades en la fortaleza, por lo que él decidió ponerse de pie y pasearse por el bastión enano, en dirección al mercado más cercano. Había notado como las provisiones decrecían situacionalmente y sospechaba que un mayor gasto de las mismas se presentaría en un terreno adverso como lo eran las cordilleras nevadas de Alterac. Tomó un poco de la fortuna de Bodvar y rebuscó entre los mercados de la fortaleza. Las provisiones enanas se conformaban en grupos de hongos y champiñones salados que los enanos cultivaban en el interior de sus cavernas, diferentes tipos de cebada que los vendedores aseguraban ser muy nutritiva aunque tras probarla al elfo se le hacían tan pesadas como cemento y diferentes tipos de conservas, frutos secos, carne y pescado. Pasó horas perdiendose entre ofertas, descuentos, regateos y posibles estafas hasta que pudo reunir suficientes provisiones para al menos unos tres días de viaje a través de las montañas. También procuró comprar otros suministros como sogas, odres y herramientas de viaje. Necesitó la ayuda de un enano que llevaba una carretilla para llevarlo todo a sus dependencias en la fortaleza, no sin su debido pago para fastidio del elfo. Regatear con los enanos es quizás la tarea más cataclísmica de todas, pero al menos logró poner de su parte. Con el cuerpo hecho polvo, se acercó a su habitación de las que habían pagado y se dejó caer sobre la cama, que parecía estar hecha de nubes, cerrándo los ojos y perdiéndose en un bien merecido sueño.

Balin por su parte se paseó por el salón de la fortaleza como absorto en un constante recuerdo. Visitando los diversos salones, observando las estatuas de marmol con forma de antiguos héroes y leyendo los grabados en los murales de marmol donde se hallaban los nombres de cientos de guerreros caídos. Se dedicaba a saludar a los barbaslargas, viejos enanos curtidos y veteranos, y compartía historias con ellos... y bebidas también. Intercambiando rumores, historias e información se pasó todo el día y parte de la noche. No era sencillo determinar la veracidad de la historia de un enano, ni siquiera para uno de sus congéneres. Y poco fue lo que pudo recaudar de verdadera utilidad además de unos rumores sobre gigantes que acechan las colinas, expediciones mercenarias que se embarcaban al norte y la acusación generalizada a un crímen cometido por los hierronegro. Tras horas de prologanda conversación el exahusto enano volvió a la taberna, listo para dormir la borrachera y despertar fresco para el viaje a Alterac.

Para desgracia de todos, Bodvar era madrugador y bastante impaciente. Antes de que el sol pudiera asomarse en el horizonte, las sacudidas e insultos del enano ya estaban despertando a todos. Prepararon su equipo y espabilaron a la bestia de carga antes de salir por los portones de la fortaleza despidiéndose de ella. Recargada y reagrupada, la caravana se preparaba para un viaje lleno de intriga.

 

 


Participantes / Habilidades usadas:

Odriel Feathersun @ILUSDN // Advertir/Notar - Comercio - Tradición/Historia - Reflejos - Aura Elemental

Balin de Loch Modan @Bastián //  Advertir/Notar - Rumores - Tradición/Historia - Reflejos - Hacha de mano - Defensa

Bodvar @Axl // Advertir/Notar - Comercio - Tradición/Historia - Reflejos - Martillo de mano - Defensa

// Trama y trabajos largos en desarrollo, para participar enviar un mensaje directo por foro o Discord

// 27/3/19, primera parte de la sesión con 2:30h de duración

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V. Todos Somos Invitados en esta Tierra

Atravesar el Temporal en esta epoca de lluvias era una tarea complicada si no mortal. El gran río que separaba el lado oriental relativamente seguro de las Laderas de Trabalomas de su contraparte occidental y riesgosa aumentaba su tamaño a proporciones enormes con cada lluvia y por eso los antiguos habitantes de Doltdorf, el pueblo cercano, le habían bautizado de esta forma. Al no tener gran cantidad de puentes lo suficientemente resistentes la falta de mantenimiento y otros factores externos que los testigos prefieren evitar contar la única y mejor forma de cruzar es esperando a que el agua del río apacigue en descenso, cosa que podría tardar no solo días si no semanas y razón principal por la que los humanos refugiados en Dun Garok y sus proximidades no desean acercarse a reconstruir su quebrantado hogar... además del temor a un enemigo que recién conocían y no compartía la naturaleza de los no-muertos.

Balin se negó a pasar primero, reticente y Modi se negó junto con él. Los enanos podrían ser valientes ante un enfrentamiento contra el más aterrador demonio y la letrina más maloliente, pero nunca estuvieron en buenos terminos con los cuerpos de agua y un furibundo caudal lograba hacer temblar de nerviosismo las piernas del enano más joven de la caravana. Ninguno de los elfos deseaba atravesar támpoco las rápidas aguas, compartiendo más sensatez que temor bruto de los enanos. Odriel sospechaba que realmente no veían la peligrosidad de la tarea y simplemente estaban asustados como alguien que teme saltar un gran descenso pero que al fin y al cabo va a realizarlo. Bodvar frunció el ceño e hinchó el pecho, se desvitió y tomó una soga para lanzarse al agua para la sorpresa de todos. Los músculos del enano se tensaban como cábles y tras una peligrosa pero efectiva natación el enano logró cruzar al otro lado; su cabello y barbas al estar mojados le conferían el aspecto de un sabueso recién bañado. El enano ató la soga a un arbol y la flanqueante caravana empezó a cruzar. Primero fueron los enanos y luego los elfos, uno de los últimos no pudo seguir el ritmo y tras un resbalón se lo llevó el río. Balin nadó a su rescate y Bodvar arrojó la soga hacia ellos, entre gritos literalmente ahogados la mujer fue rescatada por el viejo enano y este fue rescatado por la soga. Bodvar tiró fuertemente con ayuda de todos y el par logró llegar a la orilla entre jadeos, tos y temblores.

Bodvar se negaba a detenerse a pesar de el accidentado cruce y ordenó a todos que se secaran, Odriel le lanzó una mirada furtiva pero no pareció darse cuenta, si la caravana se detenía el atardecer les iba a tomar por sorpresa y en ese lado del río la peligrosidad aumentaba a cada paso. Los cazadores de pieles se aferraron a sus filosas herramientas y los comercianes se apretujaron contra los ponis y Berta, que apenas lograron cruzar con la ayuda de las fuertes sogas. Nadie quiso hablar sobre los recursos y suministros que se perdieron con la arriesgada tarea, ni tampoco sobre el hecho de que las provisiones durarían menos tiempo debido a ello. 

andrei-pervukhin-l-03-final-02.jpgDoltdorf, o lo que quedaba de él, se podía ver desde la distancia por los silenciosos miembros de la caravana. Edificios cuyos tejados parecían haber sido partidos en dos por el golpe de un hacha, otros reducidos a escombros y astillas; Caminos de tierra removidos y encharcados por la llúvia y un molino de una sola aspa en buen estado seguía girando con la fuerza del viento lluvioso. Odriel y compañía procuraban hacer el mayor silencio posible mientras veían los restos del pueblo saqueado, como quien observa un velorio y hace todo lo posible por evitar hacer cualquier tipo de ruído. Desde donde estaban no creían que nada pudiese alcanzarlos o siquiera verlos, y todos se preguntaban si lo que había pasado con sus habitantes era verdad o no.

Balin explicó que en su paseo por la fortaleza de Dun Garok rumores  habían llegado a sus orejas sobre gigantes que atacaron el sitio no hace poco tiempo, apareciendo del mar y atracando sobre la costa bien defendida aunque débil contra un ataque de dichas proporciones. Los grandes invasores no eran ogros, ettins ni nada que hubiesen visto antes. Y así como llegaron para causar estragos desaparecieron como un vaho en el aliento de un suspiro. Los pequeños objetos de valor que se ocultaron a las enormes manos de sus saqueadores quedaron a merced de los rapiñadores de menor altura. El pueblo en su totalidad había quedado desierto y los sobrevivientes se separaron huyendo a través del Muro de Thoradin y otros bajo la seguridad de la ciudad-fortaleza de los Colina de Hierro. Las observaciones se detuvieron con un aviso de Bodvar sobre el camino a seguir y la caravana se puso en marcha durante unas pocas horas antes del anochecer, cuando montaron un pequeño círculo de tiendas en un pequeño risco que parecía castigar al grupo con una vista lejana de lo que quedaba del asentamiento humano. Los que no secaban sus todavía mojados cuerpos en la hoguera dormían presos de la fátiga del viaje en el interior de sus tiendas también húmedas. Bodvar montó la primera guardia y después llamó a Dvalin, un mercenario de los Barbabronce cuya compañía fue reducida a tres antes de que el grupo se separase. Cuando le encontraron, Balin le ofreció cuidados y se encargó de sanar sus heridas. Su rostro no era agradable de ver, con una oreja mordida, un parche en el ojo y la nariz rota como una remolacha; pero también era de gran útilidad. Como muestra de gratitud juró seguir a Balin y a la caravana en su camino a Alterac, y se separaría del grupo al llegar a Dun Baldar.

Odriel pasó horas secando su ropa, libros y pertenencias con los ánimos de quien se levanta de un trasnocho. Antes de dormir sondeó al grupo, todos parecían hacer lo mismo que él y otros habían sido derrotados por el sueño. Bodvar estaba lejos observando la aldea destruída como una estatua y Modi dormía bajo una manta de piel cerca de la fogata. Un mechón de su barba ardía como una vela y una suave pisada de su bota apagó el fuego, el enano murmulló algo frunciendo el ceño y se giró. Un enano se le acercó al aeromante y se presentó como Grundulf, un cazador de pieles que viajaba al valle con su hijo y su hermano. El enano parecía bastante conversador pero sin su voz ser exahustiva como la de Balin y Modi ni su hablar tan hosco y hostíl como el de Bodvar, cosa que le agradó al elfo. Se pasaron una gran parte de la noche hablando sobre como habían llegado a donde estaban, el liderazgo del gruñón Drakkigson y lo que harían al llegar cada quien a su destino. Eventualmente Odriel no pudo terminar de escuchar un relato sobre castores que le contaba Grundulf y su cuerpo cayó con los ojos cerrados sobre su saco de dormir mientras que las palabras del enano se perdían en el espacio.

No hubo sueño alguno que la mente de Odriel pudiese ofrecerle de entretenimiento. Solo el sonido distante de la hoguera, los ruidos de los somnolientos animales y de la llovizna cayendo sobre el cesped.

 

VI. Con las huellas en la Nieve Podemos Volver Atrás

Modi se levantó de la tienda tras curiosos sueños sobre incendios e incursores trol en el campamento. Sondeó con ojos entrecerrados el sitio todavía a oscuras, el cielo tenía un color azul oscuro signo de que el amanecer llegaría pronto y el jóven enano se alegró al no ser la futura víctima de las sacudidas y patadas de Bodvar. Se levantó tan pronto cómo pudo y observó la silueta del guerrero Drakkigson sentada en una roca. Modi se acercó con cautela y llamó una, dos y tres veces haste que se preocupó y alertado sacudió al enano exclamando su nombre. Bodvar, arrancado de su sueño y encolerizado ladró tan fuerte un regaño al joven Modi que Dvalin; quien se suponía también estaba de guardia, despertó con un brinco y con el hacha en mano. Tras tranquilizarse los tres, terminaron despertando al resto de la caravana. El rostro sonrosado del enano se ocultaba constantemente del resto y solo se giraba para observar a Berta, de quien tiraba sus riendas.

En menos de una hora estarían llegando al primer paso montañoso que llevaba al ascenso a través de cordilleras y pasos entre colinas. La nieve empezaba a poblar el suelo y aunque algunos habían pillado un resfriado por el ajetreo del día anterior Modi se hallaba fresco como una lechuga. A pesar de las recientes dificultades el viaje le llenaba de ilusión, la única vez que había viajado tan lejos era para abandonar su hogar en la fortaleza de Karak Baruk para prestar apoyo a las tropas de Brunn Makai en Dör Vall. Aun siendo un jovenzuelo de apenas 40 años el sueño de Modi era conocer nuevos lugares y llegar a la fortaleza con tantas historias como pudiese reunir, cosa que le aseguraría no solo respeto entre los suyos si no un lugar propio para su nombre en el Gran Libro de las Odas de su clan. Como cualquier enano, una de sus ambiciones era hallar fama y gloria para con su gente... al costo que fuese necesario. Modi no solo demostraría al llegar a su hogar que era un adulto si no también que era un audaz aventurero. Aunque ciertamente debía sobrevivir él y asegurar la salvación de su gente para conseguirlo. Es lo que prometió a Brunn y a sí mismo.

El clima nevado era algo que no se veía con normalidad en el verde valle de las Tierras del Interior, a menos que se tratara de un invierno ciertamente inclemente, pero el frío era algo a lo que todo enano era capaz de acostumbrarse. Aunque el ritmo de avance que tenían era algo lento, Bodvar se aseguraba de elegir la ruta más segura con ayuda de Grundulf, la experiencia del guerrero sobre viajes competía contra la del cazador de pieles quien no era primerizo en su marcha al valle nevado. Desde el ataque bandido habían adoptado una formación más apretada y protegida, con Bodvar y los cazadores de pieles en la cabeza, Dvalin junto con Balin y Odriel estaban en la parte trasera y él, las bestias de carga y los mercaderes de Dun Garok en el medio. En su camino se presentaban ascensos escarpados y descensos donde el ojo avizor debía estar siempre abierto. Evitaron un par de supuestas guaridas de trols y estaban siempre alerta ante una emboscada. La nieve ya estaba en todas partes y era poco común encontrar otra cosa además de rocas y árboles lejanos; el camino adverso y el clima enlentecía bastante el avance de la caravana además de hacer que se cansara en un tiempo más corto del habitual. Durante el paso de las horas constantes paradas debían realizarse y en la última que habían hecho Balin, Dvalin y los cazadores avanzaron por su cuenta para explorar el camino y asegurarse de que fuera seguro para seguir avanzando durante la noche, pues Bodvar se negaba a descansar en medio de los caminos rocosos y nevados. No pasó mucho tiempo y apenas el grupo pudo hacer nada antes de que llegara Dvalin solo para avisar que había un cruce de caminos, la caravana avanzó solo para descubrir que Balin y Grundulf se habían ido por el camino de la derecha: escarpado y casi intransitable para la caravana en una investigación espontánea. El joven enano exploró los rostros de cada quien con la mirada, Odriel estaba pensativo (aunque eso era siempre), Bodvar estaba enfadado por ello (también pasaba siempre). El resto se hallaba dudoso y la verdad era que todos querían seguir avanzando. Al cabo de unos cuantos minutos el par de enanos volvieron y explicaron que habían visto una columna de humo a unos diez minutos de donde se hallaban. Bodvar se negó rotundamente a investigar y propuso seguir por el camino de la izquierda, angosto pero transitable a comparación del otro más ancho pero cubierto de rocas y demás obstáculos. Debatieron que hacer durante unos cuantos minutos y finalmente decidieron investigar solo Odriel, Grundulf y Balin. Bodvar no se hallaba realmente contento por esta decisión pero... ¿no estaba así siempre que se elegía algo que a él no le parecía?

La caravana les aseguró esperarles un tiempo antes de reanudar la marcha, en caso de que ellos volviesen y la Compañía de Bodvar no se encontrara en su sitio solo tendrían que seguir avanzando y eventualmente se encontrarían los unos a los otros. El trío se despidió con la promesa de volver cuanto antes y la caravana se asentó, hallando finalmente un momento para tranquilizarse. Modi aprovechó el momento para acomodarse una bota salida antes de que el guerrero líder de la caravana llegase de repente para ordenar el avance inmediato de la caravana. Todos parecieron quejarse al respecto, incluído Modi y Dvalin quienes se apresuraron a ver que ocurría con el irritante enano. Cuando vieron como se acercaba un grupo de lanzahachas trol de hielo entendieron las razones de Bodvar.

Una lanza de piedra afilada se clavó en la nieve, luego otra, Modi tomó su martillo y se preparó para cubrir la retirada. Vió como una flecha volaba por los aires trazado un arco y hallaba alojamiento en su abdomen, el tiempo se hizo lento para el joven Modi quien se giró e intentó correr. Observó a Bodvar gritarle algo que no lograba escuchar y luego a Dvalin cogiéndole en una huída. Sintió una segunda punzada en su espalda, esta vez no oía nada más allá de los latidos de su corazón mientras observaba a la nada absoluta. Luego una visión familiar de su hogar como era cuando su barba aún no crecía se presentó ante él.

Solo oscuridad fue lo que se presentó para él a continuación.

 

VII. Poco fué lo que Durmieron

La segunda población humana reducida a escombros que veía en su viaje no era más agradable de ver que la anterior. Balin y Grundulf tenían razón, y por lo visto al par támpoco es que le agradase mucho tenerla. La columna de humo había desaparecido cuando el grupo de tres se encaminó hacia ella, cosa que alertó los sentidos del elfo y los enanos. Poco les tomó darse cuenta de que más adelante se hallaban los restos de una aldea independiente de humanos. Bien protegida con una muralla de grandes troncos y un portón con piezas de metal en él. Ambas fortificaciones convertidas en astillas por el trabajo de un ariete que Balin reconoció inmediatamente como uno hecho por ogros. Grundulf sorbió por la nariz desenfundando su hachuela y cuchillo de pieles mientras que Odriel se preguntaba que tan seguro era atravesar las puertas de una aldea en ruinas en el sitio predilecto para el bandidaje y la esporádica aparición de criaturas maliciosas.

Salió de su ensimismamiento para ver como ambos enanos se acercaban temerariamente a las puertas. El elfo suspiró, esperando lo peor, antes de seguirles el paso al interior.

587ce578937f766e220b7c11f34ece10.jpgSin duda alguna había sido el trabajo de ogros. Pero unos más desorganizados de lo común, pues algunos edificios todavía se hallaban completos y en relativamente buen estado. No habían cadáveres en ningún sitio ni támpoco lobos que acudiesen a terminar el trabajo.

Parecía un auténtico pueblo fantasma y eso solo activaba más alarmas en la cabeza de Odriel, quien ntes de seguir avanzando chocó contra algo duro enterrado en la nieve. Avisó al par de enanos quienes se apresuraron para removerla y encontraron el cuerpo de un ogro medio enterrado en la nieve. Con apenas unos rasguños y moratones en el cuerpo. Balin y Grundulf se preguntaban entre sí lo que podría haber pasado en la aldea antes de ser interrumpidos por Odriel, quien había escuchado el sonido de un portazo en lo que parecía ser la casa comunal del sitio. Curiosamente también se hallaba en un estado más o menos decente.

Se acercaron a la puerta principal, que además era la única que había. En la parte superior había un agujero del tamaño de un gnomo y Balin juraba escuchar voces y movimiento en el interior. Odriel procuró recordarles que en caso de una emboscada ellos contaban con la inferioridad numérica y una alta posibilidad de ser rodeados entre las ruinas. Balin ignoró el comentario y golpeó la puerta con un hacha, cosa que el hechicero aseguró les convertiría a los tres en los potenciales enemigos de quien sea que viva ahí dentro. El enano derribó la puerta y el grupo entró con cuidado. Odriel avisó que no tenían intenciones hostiles a pesar de haber derribado su puerta con un hacha y antes de que pudieran darse cuenta, un trío de tiradores les apuntaba con ballestas y prometían abrirles agujeros en la frente si movían un dedo. Como si fuera poco, un par de hombres con hachas se aparecieron por la puerta que acababan de derribar; rodeándoles por completo. Grundulf se aferraba a sus armas y maldecía en voz baja, Balin tomaba el hacha con ambas manos y Odriel se preparaba para lo peor pero aún así intentaba parlamentar. Los humanos se hallaban confundidos por la naturaleza exótica del elfo y le invadían con preguntas las cuales se apresuró a responder. Los humanos que aun les apuntaban explicaron que su aldea, Sigisburg, fue atacada por ogros, pero que tras unas extrañas circunstancias estos mismos habían desaparecido de la noche a la mañana. Los sobrevivientes al asedio se ocultaron en aquel edificio y aseguraban escuchar ruidos de batalla en el exterior pero nadie se atrevió a salir. Una vez confirmaron las intenciones del desventurado trío bajaron sus armas y empezaron a discutir entre ellos por lo que acababa de suceder.

Para salvar sus cuellos, Odriel les ofreció viajar con la caravana y esperar a que sus caminos se separasen lo más pronto posible. Los humanos debatieron entre sí y les pidieron que esperaran en el sitio antes de desaparecer por una puerta no sin antes presentarse como Godfrey el primero entre los tres ballesteros e hijo del dueño del lugar y Rodrig, leñador y cazador local. Los tres viajeros estaban confundidos, aunque seguros de que no parecían ser malas personas tras no asesinarles en el sitio e incluso pedirles que esperasen. Balin aun escuchaba más voces en el interior de la sala donde habían desaparecido los humanos. Esperaron unos minutos antes de decidir entrar.

Al atravesar la puerta y llegar a la sala principal, pudieron contar al menos unas siete familias ahí escondidas en el sitio. Todos se giraron para observar al grupo y se miraban entre sí, Godfrey les dijo que no había nada que temer y Rodrig que saldrían de ahí cuanto antes. Tras unas pocas promesas más de salvación y de un viaje seguro hacia la siguiente parada más cercana, la gente tomó confianza y  para examinar al grupo les rodearon. Unos niños observaban con curiosidad a los enanos y tiraban de los mechones de sus barbas, un par de ancianos y adultos se acercaron a Odriel observándolo con asombro en sus ojos, como quien ve un caballo por primera vez o se mira el primer raspón de su vida.

El trío de aventureros les aseguraron que el resto de su caravana esperaba más allá del escarpado camino rocoso y que tras unírseles irían juntos hasta el valle de los Picotormenta. Godfrey apresuró a las familias a recoger sus pertenencias y Rodrig les ayudaba. Odriel se sorprendió por la repentina confianza de los humanos, se esperaba un carácter más hostíl de su parte pero tras meditarlo no pudo evitar sentir una punzada en su corazón. Allí a donde iba solo encontraba gente que había perdido su hogar ante enemigos que no podía derrotar. Peligros acechaban en todos lados y bien sabía que la vida tranquila era un lujo que pocos se permitían, pero también reconocía una injusticia cuando la veía. Se había tomado la responsabilidad de guíar a estas gentes a través de un camino seguro así como prometió a Brunn traer la salvación de su clan. Y eso es lo que iba a hacer.

Cada quien tomó las pocas pertenencias que le quedaban y al caer la noche abandonaron la aldea en busca del resto de la caravana que para su sorpresa ya había desaparecido. El alma del elfo se le cayó a los pies, Balin masculló una maldición y Grundulf se acercó a los humanos para calmar sus preocupados y desconfiados murmullos. No se habían tardado tanto tiempo y seguramente el condenado Bodvar se había impacientado y ordenó a la caravana que continuase la marcha. Se ocuparía personalmente de abofetear al enano apenas verle por convertir su viaje en una experiencia no agotadora si no tortuosa, pero primero debía alcanzarle.

Organizó como pudo a su nueva caravana, contó las provisiones y esperó que el enano no hubiese avanzado demasiado. A pesar de todas sus precauciones bien conocía a Bodvar, y bien sabía una cosa.

Poco será lo que dormirán esta noche.

 

 


Participantes / Habilidades usadas:

Odriel Feathersun @ILUSDN // Advertir/Notar - Nadar - Escalar - Buscar

Balin de Loch Modan @Bastián //  Advertir/Notar - Nadar - Buscar - Escalar

Bodvar @Axl // Advertir/Notar - Nadar - Escalar

// Trama y trabajos largos en desarrollo, para participar enviar un mensaje directo por foro o Discord

// 28/3/19, segunda parte de la sesión con 2:00h de duración

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VIII. Nuestros Pasos, a la Noche

Mantener un paso acelerado en la nieve consumía enormemente las energías de Balin, quien a pesar de poseer la resistencia natural de los enanos empezaba a agotarse por el acelerado viaje a través del estrecho paso montañoso. Desde que la otra mitad de la Compañía de Bodvar se separase de improvisto Odriel había tomado el mando de la caravana y procuraba mantener un avance rápido para encontrar al resto del grupo cuanto antes. La fría nieve agotaba las piernas del enano, el viento gélido golpeaba su rostro como un flagelo a cada paso que daba y sus pulmones parecían estar repletos de arena caliente por la persecución. El rugido de una lejana tormenta solo era superado por el constante resollar de Grundulf quien parecía un fuelle adante detrás de él.

No solo era un problema el abandono repentino de Bodvar, si no que la gente de Sigisburg parecía nerviosa al creer que el elfo les había engañado a todos con promesas de un viaje seguro en medio de la ventisca. Murmullos asustados se escuchaban cada tanto al saber que en vez de eso tenían que avanzar apresuradamente siguiendo huellas desorganizadas antes de que el viento se ocupara de cubrirlas y la noche cayese sobre el paso montañoso imposibilitando así la visión. A pesar de su constante estado alerta y temeroso, Odriel bien sabía que aquellos humanos sabían defenderse en un abiente tan adverso como lo eran las Montañas de Alterac. La mayoría de los supervivientes de Sigisburg tenían un arma en la mano y un objeto afilado en el cinturón, las botas o quien sabe en que otro lugar. El pensamiento de que el nerviosismo de los aldeanos detonase en una batalla que no podían ganar atosigaba la mente de Odriel como una mosca.

Odriel quien iba a la cabeza de la caravana ordenó a un alto y tanto él junto con Grundulf como los representantes del grupo de humanos Rodrig y Godfrey fueron a investigar. La sorpresa que encontraron no fue agradable. Habían cadáveres de trol desperdigados en el suelo. La nieve a su alrededor estaba teñida de rojo y miraban a la nada con una expresión de furia mientras que todavía sus manos se aferraban a las toscas armas y herramientas de caza que emplearon en vida. Balin se fijó en el sitio al que miraban y su rostro adquirió una expresión ceñuda al darse cuenta de que estaban bajo un desfiladero de roca oscura. Los trols habrían usado la altura y el elemento sorpresa para haber emboscado a la caravana y quien sabe si esta habría escapado. El elfo casi inmediatamente ordenó el avance a pesar del peligro con la esperanza de encontrar al resto del grupo. Siguieron las huellas durante un rato hasta llegar a un despredimiento de rocas que bloqueaba el paso, una trampa tosca y arriesgada pero efectiva. Bajo una de las enormes rocas se asomaba el corto y ancho brazo de un enano que reconocieron como uno de los mercaderes de la caravana. El corazón de Balin se le subió hasta la garganta y propusieron explorar por su cuenta mientras que el resto de la caravana se dedicaba a remover las rocas. No les tomó demasiado esfuerzo cruzar al otro lado escalando, pero tenía su riesgo y prefirieron ir por lo seguro. Balin y Odriel pasaron solos y se encontraron una carnicería.

Cuerpos de trols y enanos yacían en el suelo, al menos los segundos eran solo unos pocos que reconocieron como el hermano de Grundulf y uno de los vendedores de mercancías. Se apresuraron a inspeccionar el estado de sus heridas pero era en vano, ambos habían muerto hace un largo rato. Antes de que pudieran seguir investigando el sitio, un enorme problema se acercaba dando tumbos.

Mor se presentó primero, diciendo una estupidez y Hork le contestó con una negativa. La cabeza lista y de un ojo tuerto se mostraba especialmente enojada por el fallo de su emboscada aunque la cabeza ciclópea de menor intelecto solo estuviese hambrienta. El ogro bípedo avanzaba con lentitud, al menos una docena de heridas sangrantes decoraban su cuerpo y los moratones estaban por doquier. Balin no dudaba que los guerreros de la compañía le habían dado pelea al ogro antes de escapar... eso esperaba. El ogro se dió cuenta de su presencia y Balin escuchó un rugido proveniente de su hinchado estómago, el enano tragó saliva y se aferró a su hacha mientras que Odriel empezaba a alejarse a una distancia razonable. Iba a ser una pelea dura.

El ogro, sin embargo, avanzaba como conversando consigo mismo. Literalmente. Acerca de como los enanos se les habían escapado y como su grupo escapó cobardemente por las colinas tras fracasar, abandonándoles a su suerte. Mor se entristeció, pero Hork le consoló con la noticia de que tras acabar con el enano y el humano delgado un festín les esperaba detrás de las rocas.

Balin cargó hacia el ogro y Odriel empezó a canalizar un hechizo. El enano logró rodear a la enorme criatura y soltó un fuerte tajo en uno de sus talones. La cabeza ciclópea de Mor chilló y arrojó un puñetazo que mandó a volar al enano y a su hacha también. Odriel aprovechó la oportunidad para arrojarle una serie de tajos de viento afilado que parecían causar poco más que rasguños en la piel del asaltante de las montañas, quien acortó distancias con el elfo y arrojó un poderoso puñetazo a la nieve el cual apenas logró esquivar. Esquirlas de roca y nieve salieron volando por los aires con el fuerte golpe y estas impactaron en el cuerpo de Odriel quien rodó por el suelo para evitar ser aplastado. Al parecer su cortante hechizo logró hender la carne en el ojo derecho de Hork, pero pareció afectarle más bien poco. Una cuenca vacía se hallaba ahí y estaba seguro de que un golpe como tal podría haberle dejado tuerto de no ser porque no había nada ahí. El elfo se preguntó si ocurría lo mismo con el cerebro de la cabeza más risueña y distraída.

Balin corría con su hacha recuparada y su espíritu lleno de vígor. Atacaba sin clemencia las piernas del ogro, que le arrojaba puñetazos que el enano apenas podía evitar. Un golpe de revés de su hacha mordió la enorme mano del ogro y logró cercenarle un par de dedos. La criatura rugió, furiosa, y arrojó una gran serie de puñetazos que bien podrían haber convertido en pulpa al enano de no ser por sus rápidas piernas. Odriel apenas pudo darse cuenta de lo que ocurría cuando Mor'Hork ya estaba sobre él, para su suerte la paliza que estaba recibiendo su compañero enano le dio suficiente tiempo para canalizar una poderosa explosión mágica que descargó sobre el ogro, que se tambaleó buscando equilibrio. El ogro tropezó contra una roca y cayó sobre un tronco caído. Mor sollozó y balbuceó un sinsentido antes de quedar inconsciente, cosa que dejó al agradecido Hork por fín al mando del cuerpo. El ogro tomó el medio arbol como si se tratase de una enorme cachiporra y arrojaba golpes al aire mientras reía maliciosamente. Odriel miró desesperado a Balin quien yacía inconsciente en el suelo victima de la imparable fuerza del ogro. Intentó parlamentar varias veces con Hork, pero el ogro (O al menos ese lado del ogro) no era estúpido. A pesar de ello, lograba darle suficente tiempo para arrojarle un rayo de energía que hizo retroceder al ogro un poco, pero más bien terminó de detonar su ira. Decidido a aplastar al elfo arrojó todo el peso del tronco sobre él. El elfo rodó de nuevo con las pocas energías que le quedaban y quedó en el suelo, exahusto y esperando una muerte y digestión rápida. Hork se acercó listo para terminar el trabajo cuando una serie de saetas impactaron en su duro cráneo y pecho. Las gentes de Sigisburg habían terminado de remover las rocas y corrían decididas si no rabiosas para asesinar al ogro. Hork se defendió como pudo, pero una veintena de hachas, horcas y espadas atravesaban sus puntos blandos y las flechas le hacían perder el equilibrio y ponerse nervioso. Logró patear a un par pero la multitud no era de granjeros inexpertos, estos le empujaron hasta la punta del risco y con sus armas le obligaron a caer. El ogro apenas pudo dar un furioso manotazo al aire antes de que la gravedad hiciera su trabajo y desapareciera bajo la niebla. En caída libre hacia una muerte segura.

Balin parpadeó, sin fuerzas para poder mover un músculo. ¿Habían ganado? No tenía ni idea. Escuchaba el ruido de la batalla pero apenas podía ver algo más allá de su propia nariz, solo esperaba que Odriel y la caravana estuviese bien. La luz que veían sus ojos empezaba a oscurecerse y la idea de poder dormir un poco antes de continuar su búsqueda empezaba a hacerse más atractiva a cada instante.

 

IX. Enséñanos Suerte

Sin sueño alguno que consolara al hechicero durante su inconsciencia. Los ojos de Odriel se abrieron tímidos y con lentitud en el interior de una rudimentaria tienda de campaña. Con el torso desnudo, recubierto de moratones y cortes bajo una manta de piel. Sus extremidades estaban acalambradas y el dolor corría en cada centímetro de su cuerpo conforme los segundos iban pasando. El aeromante se levantó, cosa que le tomó algo de trabajo, mientras recapitulaba lo ocurrido. Recuerdos de la batalla fracasada contra el ogro invadieron su mente, y curiosamente sus cardenales dolieron todavía más. Su armadura no estaba en algúnu lado pero... ¿Le serviría de algo? Fácilmente uno de los ataques del ogro podría haber estropeado su equipo y quizá una de sus costillas. En la tienda había un saco pequeño que abrió para retirar del mismo una piel de oso que se puso para protegerse del frío. El pelaje del manto picaba intensamente en el cuerpo del elfo, quien pensaba que en cualquier momento su piel sería hogar de ácaros y parásitos. Se preguntaba como Bodvar podía llevar una de estas debajo de su armadura y sobre su cabeza. Al recordar al enano su humor se enardeció un poco y no dudó en arrojarle un par de maldiciones en sus pensamientos por todas las penurias que le había hecho pasar durante este viaje y todos los anteriores.

Se asomó con cautela a través de la apertura de la tienda para saber donde había acabado y la visión de un pequeño campamento le trajo tranquilidad. Rodrig se acercaba a una hoguera que alimentó con ramas secas, alrededor de la misma descansaban los exahustos miembros de la caravana que observaban el fuego con rostros largos y ojos somnolientos. Otros hombres llevaban consigo los pocos suministros que tenían a otra tienda y un bebé lloraba en alguna más pequeña. No había rastro de Balin ni de Grundulf en ningún sitio, por lo que Odriel se apresuró a hablar con el leñador. Quien le comentó que Balin todavía descansaba y se recuperaba de sus heridas mientras que Godfrey y sus muchachos buscaban algo para llevarse a la boca. Grundulf por su parte había adquirido un semblante más ensombrecido desde que se enteró de la muerte de su hermano y no había dejado de avanzar ni un momento. Ni siquiera cuando la cansada caravana decidió detenerse para descansar el enano se detuvo; solo para merendar algo y seguir avanzando con la esperanza de hallar un camino más seguro a través de las colinas. Ya el atardecer estaba sobre ellos y Rodrig le explicó a Odriel que habían caminado un día y medio desde que tuvieron el encontronazo con el ogro. No sabían ni a cuantos pies de altura se hallaban ahora mismo, pero el frío ya podía roer los huesos y los oídos se tapaban por la presión en aquel alto trecho de la montaña. Las provisiones que tenían solo alcanzaban para unos dos o tres días con celosa repartición y ciertamente los ánimos estaban por los suelos.

mountainsofangmar.pngOdriel se abrazó a si mismo bajo la piel de oso, calculándo que tan preocupante era la situación. No sabían donde estaba Bodvar o el camino seguro. Ni squiera sabían donde estaban ellos realmente, habían ascendido por las montañas durante días y el descenso estaba todavía lejos. El elfo se preguntaba si más allá de las montañas solo hallaría un océano de nieve y picos rocosos sin nada más que enemigos como los que les acosaban. El rugido de una tormenta le sacó de su ensimismamiento, al igual que el de todos los demás que se voltearon a observar un punto en el cielo. Odriel hizo lo mismo, y se quedó cautivado por la escena.

Un oscuro torbellino de furiosas nubes negras coronaba los picos de las montañas más altas al este, cubriendo el horizonte casi en su totalidad. Relámpagos castigaban las puntas de roca oscura de las montañas antes de que la enormidad del fenómeno las engullera por completo. Durante instantes, pequeñas explosiones de luz aparecen y desaparecen en el vientre de la tormenta como si una guerra de elementales se llevase a cabo en el interior de la vorágine.

La colosal tormenta parecía avanzar poco a poco asomando su grandiosidad entre las montañas, el aeromante no había visto nada parecido en ninguna región de Azeroth que el había visitado y aunque se interesó por saber más acerca de la naturaleza de la misma, cada estruendoso trueno que escuchaba le hacía replantearse la idea.

Intranquilo por la visión del indetenible avance de la tormenta, Odriel sugirió al grupo desperezarse y seguir en la busqueda de Bodvar. Antes de que pudiera decir o hacer otra cosa, un furioso Godfrey había llegado al lugar buscando problemas. Claramente estaba irritado por la situación a la que el elfo les había llevado, cosa que el hechicero intentó mediar con palabras y tras un corto intercambio de amenazas el hombre le arrojó un severo puñetazo que bien le sobraba tras todo lo que había sufrido en su viaje. Rodrig y los demás se acercaron y detuvieron la pelea como pudieron, pero el aeromante estaba cansado de los abusos que había sufrido. Sus ojos estaban encendidos en luz arcana y de sus manos empezaron a formarse trazos eléctricos que se convirtieron en una potente descarga en dirección al pecho de Godfrey. El hombre salió disparado un par de metros y todos se alarmaron por lo sucedido y con razón. No habían visto un elfo en sus vidas y ahora descubrían que también podía MogHork.pngarrojar relámpagos de las manos. Las gentes de Sigisburg estaban alarmadas y algunos le gritaban amenazas a Odriel. Rodrig, claramente nervioso, llamó a la calma para todo el mundo. Parecía que todos se preparaban para trocear al elfo en el sitio y Odriel no tenía problemas en devolverles el favor. Antes de que las cosas pudieran pasar a mayores, Grundulf apareció en la entrada del campamento.

¡Había hallado el rastro! Fue lo que dijo. Y la atención pasó del elfo al cazador de pieles en un instante. No había parado ni un segundo desde que partió y tardó en regresar, pero había recuperado el rastro de los enanos, no solo eso, había hallado el camino a un valle verde como el pasto; donde las chimeneas de una gran ciudad podían apreciarse a lo lejos. Todo el mundo recobró un aspecto esperanzado por estas noticias. Y Rodrig aprovechó la oportunidad para ordenar a la caravana que tomasen sus pertenencias, apagaran el fuego y se preparasen para partir de inmediato. Levantó a Godfrey con una mano y le regañó sin pensarselo dos veces no sin antes disculparse con el elfo. Godfrey se retiró sin decir nada y Odriel se alejó, enojado, a por sus cosas mientras que un confundido Grundulf se le acercó para preguntar que había pasado. No quería hablar en estos momentos, la mandíbula le dolía junto con los huesos. Señales de un resfríado amenazaban su nariz y la amenaza de una tormenta acercándose a su dirección cada instante que ocurría solo formaba otra adición a su creciente lista de adversidades a tomar en cuenta. Tras recoger sus pertenencias, se aseguraron despertar a Balin, quien tenía claramente un peor aspecto que el elfo y al poco rato la caravana se puso nuevamente en marcha con los ánimos renovados, pero los nervios a niveles alarmantes.

Odriel se quejó por un fuerte dolor en su espalda tras levantar su saco. Maldijo en lo bajo, pero al menos debía admitir que la fortuna le sonreía a todos por el hallazgo de Grundulf. Con un poco de suerte hallarían a Bodvar en poco tiempo y podría tomarse su tiempo para estrangularle mientras dormía.

Solo esperaba que en el camino nadie decidiera crearle más problemas de los que ya tenía encima.

 

 


Participantes / Habilidades usadas:

Odriel Feathersun @ILUSDN // Reflejos - Defensa - Golpe eléctrico - Explosión mágica - Proyectíl mágico

Balin de Loch Modan @Bastián //  Reflejos - Defensa - Hacha de mano - Supervivencia

Bodvar @Axl // Supervivencia - Escalar

// Trama y trabajos largos en desarrollo, para participar enviar un mensaje directo por foro o Discord

// 2/4/19,3:50h de duración

 

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X. Aquí Fuimos Reyes Alguna Vez

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El viaje no había resultado apacible durante los siguientes días para la caravana. Recorrían las montañas guiados por la memoria de Grundulf, liderados por la voluntad de Odriel Feathersun y solo consolados por los cabecillas humanos Rodrig y Godfrey. Atravesaban caminos estrechos y luchaban para evitar ser tragados por la nieve, se encontraban cadáveres de la Compañía de Bodvar en el camino y cada vez eran menos, semienterrados en una tumba de nieve que pronto acabaría por sepultarlos. Luchaban contra ventiscas y se arriesgaban en peligrosos descensos por barrancos y desfiladeros. La promesa de una tierra verde mantenía los espíritus lo suficientemente avivados como para continuar con esta pesadilla. Al fin y al cabo, ya se habían metido de cabeza en ello.

Era la primera vez que se alejaban tanto de sus ya destrozadas murallas. Era la primera vez que caminaban sin un rumbo en específico. Solo guiados por la necesidad de encontrar un nuevo hogar o morir en el intento. Era una existencia miserable, para gente miserable. Algo extrañamente normal solo en sitios como este. Las familias se mantenían siempre con la frente en alto, no obstante. Al fin y al cabo viajaban en su tierra y lo hacían con una facilidad natural. Estaban acostumbrados a vivir de esta forma. En el camino conocieron muchos lugares de curioso origen, el enano y algún hombre o mujer lo suficientemente viejo para recordar daban explicaciones y contaban historias de sitios como La Caída de Grokk, el barranco donde un earl enano acabó con la vida de un jefe de guerra orco. O la Piedra Tallada de Heimzbrindal, una roca gigante y repleta de escritos, símbolos y pinturas que representaban el trabajo de Heimzbrindal el Escultor de Cuentos. Un famoso centro de peregrinaje.

Finalmente habían iniciado el descenso entre las montañas, Grundulf decía que estaban a menos de un par de días de entrar al boscoso valle si seguían al ritmo que iban, la exhausta caravana no podía seguirle los pies a los incansables enanos, ni elfos ni humanos tenían más energías para continuar el viaje. La petición de descanso fue aceptada rápidamente, y los que se negaban fueron rápidamente callados con miradas furtivas.

Godfrey se arropaba entre las pieles intentando dormir, se habían hallado un sitio en una cueva bajo la nevisca y por suerte todos cabían dentro algo apretujados pero cálidos al menos. Ahí, solo alumbrado por las tímidas llamas de una hoguera pequeña Godfrey guardaba un fuerte resentimiento hacia el hechicero quien para él solo presagiaba la muerte de todos. ¿Por qué debían seguirlos después de todo lo que les habían hecho pasar? Esa pregunta revoloteaba sobre la cabeza del humano todas las noches antes de dormir. Dormir bajo el arrullo de vientos fuertes y relámpagos feroces.

Su abuelo había guiado a su gente a un sitio seguro en las montañas, los organizó y los convirtió en una comunidad que podía valerse por sí misma en los despiadados picos nevados. Los alteraci eran fuertes gracias a su vida austera, de eso no había duda, pero igual que fuertes habían muchos que eran débiles. Esos que la nieve enterraba fácilmente con el tiempo. Su padre era uno de ellos, y aunque Godfrey no lo odiase por eso ciertamente odiaba lo que hacia pensar a la gente de él. Que era débil al igual que aquel fracaso.

Con el fallecimiento de su abuelo Sigis el mando recayó sobre él, y la gente de Sigisburg le seguía a él ahora. La última promesa que le dio a su abuelo era la de cuidar de todos ellos como si fuesen su familia. Y en parte, lo eran. Aquellas personas eran todo lo que tenía, todo lo que aspiraba a tener y por lo que valía la pena luchar. Su vida se basaba en mantener a salvo las vidas del resto... Aprendió desde muy joven a ser el líder que su abuelo necesitaba para el futuro pero cuyas expectativas nadie alcanzó, ni siquiera el propio Godfrey se podía comparar a Sigis. Sería un insulto en sí mismo el hacerlo. Pero ahí estaba, intentando dar lo mejor por su promesa, para él eso era lo más importante. Debía asegurarse de que esa gente sobreviviese.

Rodrig resultó ser un aliado útil en esto último, el experimentado cazador tenía el contacto que a el le faltaba con las familias de Sigisburg, y su conocimiento para sobrevivir les aseguró muchos días de vida a todos sus compañeros. En parte eso le dio una posición de liderazgo entre todos ahí, y aunque el solitario cazador prefiriese mantenerse alejado, siempre volvía para atender las necesidades de su gente. Se convirtió en su compañero indispensable a la hora de preparar a la gente para repeler un ataque, esconderse en los caminos y sobrevivir en la intemperie. Además de un amigo cercano. Muchas noches pasaron contando historias de tiempos pasados. Tiempos que todos esperaban con añoranza pero sabían que nunca volverían. Tiempos mejores que estos, reales o no, sin ninguna duda. Una frase se repetía en su mente cada vez que los recuerdos de aquellas historias regresaban: "Aquí fuimos reyes alguna vez."

Con la llegada del elfo y su caravana solo desgracias y muerte habían llegado a sus vidas; no siendo suficiente con el ataque de los orcos aquel desgraciado había venido para ir rematándolos a todos uno a uno con su viaje suicida. El orden que tanto se había preocupado en proteger había sido resquebrajado en cuestión de días, y pronto no quedaría nada para ellos. No pensaba permitirlo. Una vez este viaje terminara, retomaría el mando de su gente como debe ser. Aunque sea cortando la garganta del maldito demonio de orejas picudas.

Su gente viviría, y el sueño de su abuelo viviría a través de ellos.

 

XI. "Kaunan"

 

e50187229d27a180e2cc5582aca79774.jpgCon cada paso que daba Balin, la tierra se hacía menos blanca. Eso era un alivio, significaba que estaban cerca del valle. Habían dejado de colgar de sogas y por fin usaban sus pies para descender por un paso entre las colinas. El rastro de la Compañía de Bodvar se había perdido con la desaparición de la nieve, pero la esperanza de conseguir el refugio prometido ahora era palpable. La caravana tenía ánimos renovados y estaban dispuestos a continuar. Ni siquiera querían pararse a descansar pasadas unas horas de descenso, parecía una escalinata hecha para gigantes por la que se bajaba en forma de Z, llegando a una punta y bajando hasta la otra, y a lo lejos se podía ver un océano de árboles. Esto, por alguna extraña razón fue tan bien recibido por los humanos que se habían puesto a cantar y reír. Balin se alegraba por aquello, en parte. No tenía idea de cuantas penurias habían pasado aquellas familias hasta este primer momento de felicidad en todo el viaje. La tierra verde ya no era una promesa, si no una realidad. Estaba frente a ellos esperando a que la visitasen por fin.

Grundulf no paraba de hablar acerca de la ciudad-fortaleza de los enanos que habitaban el valle, una mirada aprobatoria de Odriel le confesó a Balin que por fin encontrarían a Bodvar y al resto de la compañía. El enano apostaba todo a que el guerrero Drakkigson les esperaba en la ciudad-fortín con un buen número de guerreros contratados. El sol brillaba fuertemente en aquel momento, después de días descendiendo con dificultad y noches heladas bajo el acoso de la gran tormenta finalmente las cosas parecían tornarse a favor de la caravana.

Tras unas cuantas horas de descenso tranquilo, la caravana llegó a uno de los riscos de la colina donde una cascada y un lago rodeados de grandes rócas repletas de musgo sirvieron como el punto de descanso perfecto para los aun entusiasmados miembros de la caravana. Las familias aunque estaban cansadas todavía deseaban continuar descendiendo. Balin se sorprendía cada vez más con el espíritu de los humanos. Al final decidieron montar un pequeño campamento ahí, pues las altas rocas les brindaban escondite contra cualquier visita no deseada y el agua estaba limpia con algún que otro pez paseando en ella. Ahí pasarían la noche, y mientras la caravana descansaba Odriel, Grundulf, Rodrig y Balin decidieron ponerse a explorar los alrededores en busca de algún enemigo.

En el trayecto, el grupo se encontró con unas extrañas ruinas al aire libre en un punto alto de la colina. El suelo estaba hecho de piedra cubierta de musgo y habían dos pilares invadidos por la vegetación. La cual era abundante en el lugar. Se podía ver el atardecer a lo lejos, y un mar de altos árboles. De hecho, se tenía una hermosa vista de toda la región desde donde estaban; una gran cordillera con rocas tan altas como casas, un enorme río y a lo lejos una ciudad que tenía el tamaño de un guijarro desde donde ellos estaban. Pero fue suficiente para llenarlos de expectativas. ¡Ahí estaba la ciudad de los enanos que tanto habían estado buscando! Pronto Grundulf y Balin reconocieron este sitio como uno erigido por su raza, pero no estaban seguros de su naturaleza. Rodrig y Odriel investigaban por su lado, pero no podían descubrir cosas al ritmo de los curiosos enanos. Pasado un rato Rodrig descubrió que había algo detrás de las enredaderas y sábanas de hojas que cubrían el pilar completo. Runas enanas estaban escritas en la superficie rocosa, cubriendo hasta el último centímetro de la estructura. Grundulf reconoció estas runas como unas muy antiguas que carecían de poder en específico, pero servían para dar un mensaje.

 "Aquí descansan los restos de Dran Vagrison el Humilde, que su espíritu ronde tan libremente como su cuerpo lo hizo en vida, que este sea su punto de encuentro en el más allá hasta el fin de nuestra historia"

El mensaje grabado dejó en claro que aquel sitio era una tumba, pero además de ese se hallaba uno más pequeño escrito en el suelo. Tanto Rodrig como Odriel sugirieron retirarse del lugar, ya que no había nada de interés ahí. Pero los curiosos enanos lograron encontrar algo más en aquel sitio de reposo.

"¿Qué es cómo un enano pero con el tamaño de una montaña?"

El misterioso mensaje se hallaba en una baldosa cubierta de enredaderas y musgo, causando gran consternación en el grupo de exploradores. Estaba acompañado por una runa que Grundulf reconoció por pura superstición como mágica. La runa de la invisibilidad y la suerte, Kaunan. Algo más había en aquel sitio que ellos no veían todavía. Era normal que los enanos crearan mensajes ocultos en las edificaciones para algún uso en específico, como desorientar al enemigo o enseñar las instrucciones para operar mecanismos ocultos. Este sin dudas se trataba de un acertijo el cual los aventureros tardaron unas cuantas horas en descubrir, de no ser por una maldición que soltó Rodrig por casualidad, no lo habrían adivinado jamás. Repentinamente, unas rocas empezaron a caer bajo un suelo hueco, y al acercarse al agujero el grupo descubrió que en el interior se hallaba un sarcófago cerrado con un casco encima de él. Los enanos se miraron y luego observaron el casco, en aquel sitio era obvio que corrían energías mágicas y Odriel lo había mencionado. Quizás la opción más sabia era dejar la tumba así como estaba, pero si aquel sitio estaba ahí era para ser descubierto y seguramente tenía algo que ver con aquel casco que en la cresta tenía grabada la runa de la suerte. Balin tomó el casco y el nombre de la runa salió solo de sus labios. El grupo finalmente se retiró, pues ya el ocaso se había convertido en anochecer y seguramente el campamento ya estaría montado.

Balin observaba el casco de Dran mientras caminaba, al final del grupo. Y se volteó para mirar por encima del hombro la tumba una última vez. Para su sorpresa, el sitio había vuelto a como estaba antes: Las enredaderas habían vuelto a cubrir los pilares y la vegetación apareció en lugares donde ellos la habían removido. La tumba estaba a salvo de saqueadores y oculta al ojo impreciso una vez más. El rostro sorprendido del enano se convirtió en uno alegre. Con una media sonrisa el enano se volteó por completo y saludó a Dran Vagrison el Humilde una última vez antes de retirarse.

Estaba seguro de que su espíritu le acompañaría a partir de ahora. Solo esperaba que tuviera algo de sabiduría que compartir con el viejo enano.

 

 


Participantes / Habilidades usadas:

Odriel Feathersun @ILUSDN // Advertir/Notar - Tradición/Historia - Supervivencia - Escalar

Balin de Loch Modan @Bastián //  Advertir/Notar - Tradición/Historia - Hacha de mano - Supervivencia - Escalar

Bodvar @Axl // Reflejos - Martillo de mano - Supervivencia

// Trama y trabajos largos en desarrollo, para participar enviar un mensaje directo por foro o Discord

// 4/4/19,4:00h de duración

//¡Estamos de vuelta!

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