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SpetznazsGandalf

Aschen Gray

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Nombre del personaje: Aschen Gray

Raza: Humano

Sexo: Hombre

Edad: 24

Altura: 1'76 metros

Peso: 68 kilogramos

Lugar de nacimiento: Villadorada, Bosque de Elwynn

Ocupación: Pirata.

 

Escribe aquí el texto.

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Historia

Aschen Gray, hijo de Elden Gray y Tamara Breeden. Ambos vivían en el Casco Antiguo de Villadorada, su padre se dedicaba a la escultura en madera, sus obras eran normalmente compradas por gente mundana, cabe destacar que el padre de Aschen tendía a hablar de sus esculturas como si fueran las mejores de todo el Imperio, y cualquier maestro del oficio las calificaría de mierda. Su madre era ama de casa y de ascendencia campesina, la granja de la familia Breeden ardió cuando los orcos, aquellas viles y asquerosas bestias arrasaron con Elwynn.

Elden Gray, borracho y pendenciero lo primero que hacía cuando llegaba a su casa era arrasar con todas las existencias de alcohol que hubieran allí, lo segundo, apalear a su mujer hasta que le dolían los nudillos. El joven Aschen sabía lo que sucedía todas las noches en el dormitorio de sus padres, pero jamás se atrevió a hacer nada al respecto…puede que por miedo, o por cariño a su padre, aun siendo un cretino y un alcohólico era su padre. El niño fue creciendo mientras su padre le enseñaba el oficio, o lo intentaba. Aschen solía tirarse la tarde explorando aquel pueblo, le gustaba contemplar las escenas cotidianas, el amor de dos inmaduros adolescentes que iban todas las noche al pajar de detrás de la herrería a hacer el amor…El sudoroso herrero moldeando una hoja a golpe de martillo, el ruido que producía la herramienta al chocar contra el metal candente, y por último la nobleza con sus exóticas y costosas prendas, pavoneándose en los lugares más prestigiosos del lugar con sus extraños bigotes o sus galantes armaduras, simplemente repugnante, le producía un tremendo asco que esos pinchaúvas ostentaran los altos cargos.

Cuando Aschen había cumplido los 15 dejaron de oírse las tremendas palizas en mitad de la noche, tal vez se había concienciado, o tal vez estaba demasiado viejo para seguir pegándole a su mujer. Una tarde como otra más el curioso muchacho caminaba por las calles del pueblo, de repente escuchó un grito ahogado proveniente de un callejón y fue sigiloso en aquella dirección. Se asomó ligeramente y pudo vislumbrar claramente como un gordo de aproximadamente unos 160 centímetros y perfectamente 100 kilogramos intentaba meter a una pecosa y pelirroja niña en un saco de arpillera, Aschen no pudo evitar soltar una carcajada debido a lo cómico de la situación, lo segundo que hizo fue coger una piedra y soltar un fuerte silbido, aquel gordo se dio media vuelta extrañado ante el ruido, fue entonces cuando Aschen aprovechó y le lanzó la piedra con tan buena suerte de darle en los huevos. Aquel obeso cayó de boca al suelo con una mano sujetándose la entrepierna y soltando aullidos de dolor. El joven corrió pisoteando la espalda del aturdido pedófilo y liberó a la niña del saco, esta se fue corriendo sin si quiera mirar a Aschen, el volvió a pisar el cuerpo del gordo procediendo a marcharse por donde había venido. Siguió con su habitual paseo por calles y callejones de Villadorada hasta que empezaba a oscurecer, eso significaba que tenía que volver a casa cuanto antes o recibiría un buen castigo. Emprendió el camino de vuelta a casa a un ritmo medianamente acelerado, atajando por callejuelas. Llegó a su casa cerca de las 10 de la noche y abrió la puerta, se encontró algo que nadie se esperaría.

Su madre y su padre se encontraban dialogando como un matrimonio normal a la lumbre de la chimenea. Recibieron a Aschen con una sonrisa y Tamara marchó a preparar la cena y la mesa, cuando todo estaba listo cenaron, y a mitad de la velada llamaron a la puerta, la expresión de Elden se tornó pálida y Tamara le miraba con cierta preocupación, Aschen no entendía nada. Al cabo de unos segundos Elden se levantó y fue en dirección a la puerta, se veía el miedo reflejado en sus ojos. Abrió la puerta y salió estrepitosamente hacia fuera, por lo que pudo oír Aschen había 4 tíos además de su padre discutiendo acaloradamente en la puerta de su casa, al cabo de un cuarto de hora Elden entró de nuevo a su hogar con la frente chorreante de sudor, se limpió con el antebrazo y se sentó, procediendo a cenar a un ritmo acelerado antes de marcharse a la taberna, lugar del que jamás regresaría.

Tras la repentina desaparición de Endel, Tamara y Aschen tuvieron que empezar a trabajar para salir adelante. Aschen empezó a trabajar como ayudante de forja, terminó despedido a los 3 meses por la misteriosa desaparición de una espada ropera bastante ornamentada. El despido fue justificado ya que Aschen había robado esa espada, la que jamás fue hallada pese a las exhaustivas búsquedas por parte del herrero en la casa de la familia Gray.

Su madre cayó enferma de graves fiebres, haciéndosele imposible salir de la cama, Aschen trató de encontrar un nuevo trabajo en el pueblo, cosa que se le hizo imposible debido a la reputación de ladrón que había obtenido recientemente. Su madre murió a los meses de contraer aquellas fiebres, tuvo un entierro modesto en el que únicamente estuvo presente Aschen. Días después terminó de llorar la muerte de su madre y preparó un único petate, gastándose lo poco que le quedaba en los suministros y el equipamiento pertinente para sobrevivir altas temporadas en mitad de la nada, quién sabe que le depararía el sur.

Partió la mañana siguiente con los primeros rayos del sol, caminando a buen paso llegó hasta una granja que parecía abandonada, así que fue al granero y lo usó para pasar la noche. Ya estaba cerca de la frontera con Páramos, empezó a llover con fuerza y se escuchó la puerta abrirse lentamente, se oyó sobre las demás la voz de un niño, apenas tendría uno 8 años, enseguida se escuchó como le mandaban callar…Al ver que se trataba de una familia normal y corriente Aschen salió de su escondrijo y les recibió con una sonrisa cordial, ellos recelaron al principio pero conforme fueron hablando cogían más confianza, Aschen se sentía cómodo hablando con ellos…eran gente normal, del pueblo, como lo era él. Volvían a su granja en los Páramos después de subastar algo de ganado en Villadorada, tras unos diez minutos un joven de cerca de 20 años entró al granero guiando a dos caballos, a los cuales encerró en las cuadras, ese muchacho de espalda ancha y desarrollados músculos resultó ser el mayor de los 2 hijos de aquellos granjeros, también era un buen chico, aunque algo brusco a la hora de expresarse.

Aschen y los granjeros compartieron una cena frugal mientras mantenían una agradable conversación repleta de anécdotas de toda índole, el chiquillo de 8 años se durmió el primero, en los brazos de su madre. Al terminar de cenar atrancaron la puerta y fueron todos a dormir, acordaron viajar juntos lo que quedaba de camino.

Cerca del mediodía estaban todos listos para salir, así que eso hicieron. El viaje se volvió mucho más entretenido en compañía de aquellos amables y simpáticos granjeros, de hecho no parecían ser originarios de Páramos, su tez no era demasiado morena y tenían el cabello rubio y rizado casi todos los componentes de la familia.

Llegaron a la granja cuando empezaba a atardecer, era un lugar modesto, con una pequeña casa, un granero y un  molino de viento. Enseguida Sara, que así se llamaba la esposa del granjero Tulio marchó a hacer la cena, clásico estofado de los Páramos. Se sentaron en torno a una rectangular mesa capaz de albergar a unas 10 personas. Aquel estofado a Aschen le resultó vomitivo sin embargo los granjeros  lo degustaban como si fuera un manjar, cosa que dejó bastante descolocado a Aschen. Al acabar de cenar le mostraron su habitación, había una pequeña cómoda, un armario de tamaño medio y un estante con libros bien encuadernados aunque repletos de polvo, esos libros llamaron la atención del joven, en cuanto se quedó a solas cogió uno de los libro al azar “Las aventuras del increíble e inigualable capitán Reginald Borch” el título lo único que hizo fue incrementar su curiosidad, así que empezó a leer al ritmo más acelerado que pudo. Aquel libro resultó ser la biografía de un pirata menor que se dedicaba a asaltar cargamentos en las zonas de los Mares del Sur. Aquel libro había encandilado a Aschen, de hecho empezó a practicar con su robado estoque debido a la bravura y audacia del tal Reginald, quería ser como él, un hombre libre unido a sus ideales, grabar su nombre en la historia…sí, esos eran sus objetivos.

Se quedó a vivir unos meses con aquella familia humilde, sus habilidades de esgrima incrementaron debido a las continuadas tardes de entrenamiento, al igual que su ahora atlético y bronceado cuerpo, curtido al abrasador sol de los Páramos. Pero eso no era lo único que había cambiado, gracias al capitán Reginald y a otros maleantes menores que había conocido en novelas, su forma de expresarse y gesticular además de su carácter eran totalmente diferentes a las anteriores, un muchacho nuevo era ahora Aschen. La familia recibió la noticia de su marcha con pesar, más le dejaron ir, de hecho le ofrecieron uno de sus caballos y algo de dinero, Aschen aceptó de buena gana ambos regalos.

Puso rumbo a la costa, donde pensaba hacerse con un pequeño barco pesquero y marchar rumbo a Bahía del Botín, lugar donde se estrenaría como bucanero. Después de 5 horas cabalgando llegó a un acantilado desde el que se contemplaba prácticamente toda la costa parameña, a los pies del mismo acantilado había un pequeño asentamiento con un embarcadero y 3 naves, una de ellas sería suya sin dudarlo.

Llegó hasta las puertas del asentamiento y le dio tres cobrizas al chico de los establos para que le proporcionase los cuidados pertinentes a su caballo, tras eso fue a la taberna, donde compartió una jarra con gente que llevaba allí casi toda su vida, se enteró de que el asentamiento lo llevaba un pescador aburguesado llamado Tacitus Bradov, este hombre había hecho de la antigua hacienda de su familia una pequeña aldea hace más de dos décadas, se despidió de aquellos hombres y fue a explorar el sitio. Paseó por las calles de aquel lugar vigilando los alrededores y pendiente de cualquier detalle fuera de lo normal, aquellas novelas habían hecho estragos en su mente.

Llegó a la “plaza” de aquel pueblucho alejado de la mano de la Luz, había un par de tenderetes dedicados a la venta de bagatelas y otra de vegetales y frutas, comparados con los de Villadorada daban pena. Volvió al muelle a buscar refugio en la peor taberna de la ciudad, no pensaba dejarse una cantidad de dinero razonable en un camastro repleto de chinches. Encontró el sitio perfecto, en pleno puerto había un tugurio llamado El Botijo Piojoso, abrió la puerta y marchó en dirección a la barra ignorando las fijas miradas que ponían los pueblerinos sobre él. El tabernero era un hombre llamado William Silva, apodado el Cerdo, esto se debe a que su nariz recordaba a la de un cerdo, al igual que su risa. Era alguien simpático, aunque duro regateando, al final acordaron 5 cobrizas por noche en la taberna. Pidió algo de pan con mantequilla y una sopa de fideos, cenó y se marchó a su habitación, le fue fácil conciliar el sueño.

Se despertó a la mañana siguiente con el cantar de los gallos y fue a un rincón alejado del pueblo a practicar la esgrima durante un par de horas, al regresar fue directo a la plaza del mercado para comprarse el almuerzo, resultó ser una manzana de amarillos colores la cual le costó una cobriza, estaba repugnante, pero no tenía otra cosa que llevarse a la boca y ya la había pagado, así que se la acabó. Tuvo la genial idea de ir a visitar al gobernante de aquel lugar, pero aquellos mercenarios que hacían la función de guardias le prohibieron la entrada, se paseó alrededor de la mansión y pudo observar una bella joven que estaba sentada en el porche de la casa, la chica iba bien vestida así que Aschen supuso que era la hija del gobernador. Tomó dirección a los muelles con la intención de investigarlos a profundidad, sin dejar escapar el más mínimo detalle, y eso hizo. De los 3 barcos que habían allí ahora solo quedaban dos, Aschen le preguntó a uno de los pescadores que circulaba por allí cargado de redes, este dijo que ese barco estaba en alta mar y volvería pasado mañana a la tarde, o eso habían dicho los tripulantes antes de marchar. Fue al Botijo Piojoso y le dio las 5 cobrizas a William, no quería quedarse sin alojamiento, no esta noche por lo menos.

Estuvo vagando hasta que cayó la noche por aquel asentamiento que resultó llamarse Villamar, un nombre poco original pero le venía como anillo al dedo, puso rumbo al pequeño puerto que allí tenían, había un único hombre armado únicamente con un sable patrullando, era de complexión delgada y menuda, protegido por un lamentable capacete de cuero con demasiados parches y costuras como para contarlos. Se fue a la taberna con una sonrisilla pícara, ya tenía un plan ideado. Al entrar a la taberna se fue directo a su habitación, esa noche no le fue fácil conciliar el sueño…estaba un paso más cerca de Bahía del Botín.

Ese día se quedó haciendo los preparativos necesarios para llevar a cabo la operación, limpió su estoque y compró una seda negra en la plaza, esta haría de máscara. Contrató a las únicas 3 meretrices del pueblo y rellenó su viejo petate. Acordó reunirse con ellas en el muelle a media noche. Tras eso volvió a la taberna y repasó mentalmente el plan durante horas, buscando la forma de mejorarlo, pero no lo había. Se reunió con las fulanas en la entrada del muelle y les contó lo que debían de hacer, distraer al vigía y llevárselo todo lo lejos que pudieran del muelle, al principio no parecía funcionar, pero las experimentadas señoritas de compañía hicieron gala del poderoso arsenal de convicción que poseían, al cabo de un cuarto de hora ya se habían llevado al guardia de allí, todo iba como la seda. Aschen se montó en la más pequeña de las dos naves, como mucho podría albergar a 5 personas y no tenía bodega, como un bote pero más larga y con velamen. Aschen cogió los remos y desató el cabo, empezó a remar con todas sus fuerzas y eso hizo durante horas, siguiendo la costa en dirección sur…todo iba como él lo había imaginado. Esa noche no pudo conciliar el sueño, los nervios le podían, pensaba que en cualquier momento aparecerían aquellos mercenarios de Villamar montados en la otra barca, buscándole, pero eso jamás sucedió y Aschen terminó durmiéndose en plena madrugada.

Los primeros rayos de sol despertaron al muchacho, gracias a la Luz no había desplegado aquel pequeño velamen, por lo que no se alejó apenas de la costa. El viento hoy jugaba en su favor así que desplegó aquella vela y empezó a recorrerse la cubierta de aquella barcucha, había soportes para colocar las cañas, cañas de pescar y una pequeña red, había tenido suerte. Abrió su petate y sacó un trozo de pan que enganchó al anzuelo, puso la caña en el soporte y se relajó en el asiento, por fin lo había logrado…el viento meciendo suavemente su aceitosa cabellera y el olor a salitre, era aún mejor a como él se lo imaginó leyendo aquellos libros, el sería superior a Reginald Borch y esos patanes, pues claro que lo sería. Otra vez se durmió sin quererlo, la falta de sueño se notaba.

Le despertó la fuerte lluvia que caía sobre su cara, asustado abrió los ojos de sopetón y se quedó contemplando el cielo…lluvia. En cuestión de horas la cosa empeoró fatalmente, hacía un terrible viento, las olas eran cada vez y cada vez más grandes…se avecinaba lo que todo marinero en su sano juicio teme, una tormenta. La barcucha empezaba a tambalearse, moviéndose a cada vez más velocidad, Aschen se aferró con fuerza al mástil para no caerse de la embarcación, se sentía inútil, era incapaz de hacer nada frente al clima. Al final aquella barca se fue a pique con Aschen en ella.

Se despertó con el morro metido en tierra, no, en tierra no en…arena, aunque jamás hubiera pisado la arena sin zapatos sabía que eso que tenía en la cara era arena mojada,  supuso que era arena mojada por su consistencia, además de obviamente estar húmeda. Sacó la cabeza de la arena y se limpió como pudo con el antebrazo, había naufragado en algún lugar tropical que desconocía por completo, rezó a la Luz aunque no creyera en ella para que fuera Tuercespina. Pudo ver no demasiado lejos lo poco que quedaba de la barca, cogió su estoque del suelo y trató de salvar algo de las provisiones que llevaba encima antes de aquella maldita tormenta. Pudo salvar su cantimplora y la mitad de los alimentos, siguió la costa en dirección sur, fue una jugada temeraria pero poco más podía hacer…le daba miedo internarse en la selva, las historias que contaban de los trolls Gurubashi eran terribles.

Cuando llevaba horas caminando el cansancio cada vez se hacía notar más, dormir en la arena mojada y al alcance de la vista de cualquiera no era buena idea, así que con un nudo en la garganta se internó en las profundidades de la selva, cayendo rendido sobre el tronco de una palmera y durmiénose al instante. Al despertarse la mañana siguiente fue en línea recta, internándose cada vez más en la selva. Pudo ver un transitado camino con huellas de caballos y carros después de un par de horas caminando, lo siguió ya que el agua empezaba a escasearle, con algo de suerte le llevaría a algún asentamiento cercano. Siguió aquel camino a buen ritmo hasta llegar a un pasadizo bastante peculiar, se trataba de la cabeza de un enorme tiburón…en ese momento sintió verdadera felicidad, por fin había llegado a Bahía del Botín.

Entró a aquel puerto de mala muerte con una sonrisa, el ajetreo era tal y como los libros lo describían, marineros borrachos acompañados de fulanas yendo de acá hacia allá…mendigos, gente jugando a los dados en mitad de la calle, peleas a puño desnudo en las peores zonas del lugar. El paraíso.

Se dirigió a la primera taberna que vio, sabía que era una taberna porque se oían las carcajadas y el griterío típico de aquellos escenarios. Entró mirando a todas partes y después fue en dirección a la barra, pregunto al tabernero acerca de los barcos que había atracados en puerto, reclutando nuevos tripulantes, aquel barbudo individuo señaló a 3 personas que destacaban entre los demás por su aspecto de veteranía o sus peculiares ropas. Habló con los 3 individuos y se quedó con el que mejor capitán le parecía, este era un partícular personaje…vestía caras ropas y lucía un extravagante bigote, todo un cuadro. Aquel individuo llamado Byrne Ogden le aceptó en su tripulación y le dio instrucciones de prepararse, esta sería la última noche en puerto hasta dentro de mucho.

Se presentó en el barco del capitán Ogden a primera hora del día, estaban haciendo los preparativos necesarios para zarpar, Byrne le dio instrucciones a Aschen de ayudar a sus nuevos compañeros a cargar los variados suministros. Cuando todo y todos estuvieron en el barco emprendieron rumbo al este, con la intención de asaltar un pequeño cargamento de una plantación tabaquera goblin. Pudieron alcanzar al barco en cuestión de horas, el movimiento se hizo presente en cubierta. Marineros preparando cañones y su respectiva munición, preparando sus armas y cuerdas para poder abordar el barco, Aschen no hizo menos pese a ser un manojo de nervios.

La primera andanada fue disparada cuando ambos barcos estuvieron borda con borda, los goblin estaban claramente en desventaja, no poseían más que un barco mercante con 3 cañones por borda, frente a los 5 cañones por borda del capitán Ogden. El timonel en una vertiginosa y temeraria maniobra acercó el Concordia al barco de los goblin lo suficiente para poder ser abordado, los goblin habían contratado a unos cuantos mercenarios…ahora se probaría su valía. Los ganchos volaron, enganchándose al mercante goblin, los marineros bajo las órdenes de Byrne saltaron raudos al otro barco valiéndose de las cuerdas que previamente habían lanzado, Aschen se lanzó al ataque con ellos, nada más caer se topó con uno de aquellos mercenarios de baja calidad que habían contratado los dueños de la plantación, este lanzó un burdo tajo al pecho de Aschen, este lo esquivó sorprendido de sus habilidades y lanzó una estocada a las costillas del goblin, este soltó un alarido de dolor después de recibirla, tras eso Aschen le dio una ágil patada en la nariz y le atravesó la garganta con el estoque, mató a otros dos por la espalda en el fragor del combate. Al cabo de unos diez minutos de lucha se pudo oír como una chillona voz dijo “¡Nos rendimos!” todos los goblins tiraron las armas al suelo y los marineros vitorearon victoriosos.

 

 

Cargaron las mercancías y los materiales de reparación que llevaban los goblins en el Concordia tras eso volvieron a su nave y derribaron el mástil de aquel mercante goblin, con suerte morirían en mitad de la nada. Emprendieron el rumbo de vuelta a Bahía del Botín con alegría, sólo había un herido de gravedad. En cuanto volvieron a aquel puerto vendieron las mercancías saqueadas a unos contrabandistas de tres al cuarto, se sacaron unas cuantas perras y se repartieron el botín, la mayoría de la tripulación arrasó con la mitad del mismo en cuestión de horas.

Estuvo sirviendo al capitán Byrne Ogden con lealtad durante años, en aquella época le dio por aprender algo de arte, culturizarse. Terminó cantando para los miembros de su tripulación, estos convencieron a Aschen de que se le daba bastante bien así que poco tiempo después empezó a componer sus propias salomas y barcarolas.

Todo fue perfecto hasta que el capitán Ogden apareció muerto en su camarote, no había signos de lucha ni de estrangulamiento, tampoco había consumido nada peligroso…que ellos supieran. Hubo mucha controversia y diferentes teorías, cada una más disparatada que la anterior. Aquella antaño sólida y leal tripulación acabó disolviéndose en cuestión de semanas…

Actualmente Aschen vaga por Bahía del Botín, buscando la forma de ganarse la vida al margen de la justicia. Cree haber encontrado un buen capitán en un viejo amigo que hizo en sus épocas de recién llegado a la Bahía.

 

 

 

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