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SwordsMaster

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  1. SwordsMaster

    [DESCANONIZADO]

    Nombre: Santiago de Sveri Raza: Humano Sexo: Hombre Años desde su nacimiento: 22 Cumpleaños: Otoño (Octubre) Lugar de Nacimiento: Villa Sveri, Bosques de Elwynn, Reinos del Este Ocupación: ??? Descripción Física: Santiago de Sveri es un muchacho delgado y alto, de 1'85 metros de altura y 65 kilogramos de peso. Su cabello es negro, algo largo, alborotado y mal peinado. Sus ojos son de un color verde avellana y su tono de piel es apenas algo moreno, pero no demasiado. Tiene una constitución delicada, por lo cual se agota fácilmente tras esfuerzos físicos y no resiste demasiado bien el dolor, siendo el tipo de persona que evita los conflictos en primera línea. Descripción Psíquica: La situación psicológica de Santiago es delicada. Es una persona sumamente dócil y calma la mayor parte del tiempo, capaz de adaptarse fácilmente al habla y comportamiento de varios rangos sociales; sabe como hablar elaboradamente y comportarse ante personas importantes y a su vez como manejarse con lenguajes y comportamientos de personas más simples. Es alguien que no disfruta de llamar demasiado la atención cuando aún no ha entrado en confianza, pero es bastante abierto una vez conocida a la o las personas. Por otro lado, su vida no le ha vuelto alguien excesivamente leal; y aunque nunca traicionaría a alguien por dinero o bienes mundanos, en una situación de extrema necesidad, como vida o muerte, no lo pensaría demasiado. Por último, a pesar de ser alguien sumamente dócil la mayor parte del tiempo, suele tener serios problemas de ira, especialmente durante situaciones en las que el estrés es demasiado elevado. Historia Una vida sin elección Esta es la historia de un chico corriente, un chico mundano; Santiago, nacido en Villa Sveri, en los Bosques de Elwynn, hace 19 años. El día de su nacimiento; un día tormentoso de otoño, tal y como lo serían la mayoría de sus cumpleaños de entonces hacia adelante. Sus primeros años de vida pasaron sin pena ni gloria. Sus padres mantenían un buen nivel económico y se permitieron sin problemas el lujo de mantenerlos a él y a su hermano menor, nacido cuatro años después que él. Aunque sus padres parecían tener ciertos conflictos de tiempo en tiempo, en un principio nunca fueron suficientes para derribar a la familia. Con el dinero que ganaba su padre como comerciante pudieron costearles una educación en condiciones a ambos, aunque el precio a pagar era ver a su padre una vez a la semana si tenían suerte; siempre viajando de un sitio al otro. Los años pasaron para Santiago y su hermano. El segundo comenzaba a perder interés en los estudios, comenzando a centrarse en aprender trabajos más manuales; la carpintería y construcción fueron sus prioridades. Sin embargo el fervor del primero por los conocimientos del mundo que le rodeaba jamás cesó. Incluso cuando su educación se vio forzosamente cortada. Sus padres ya no gozaban de aquella cierta estabilidad emocional que mantenía a la familia unida. Los conflictos entre ambos padres comenzaron a asentarse cada vez más en su familia; las discusiones y los gritos se volvieron algo con lo que lidiar día a día, causándoles terribles problemas de estrés a ambos hermanos a una temprana edad. Las discusiones llegaron a su punto de tensión más alto poco después del 13º cumpleaños de Santiago. Sus padre se separaron y, con ingeniosas movidas en el mundo de la ley, su madre logró quedarse con todo; incluidos sus hijos. Su hermano era menor y fue capaz de asumir la situación más rápidamente, pero Santiago tuvo que observar con impotencia a su padre tras haberlo perdido todo. En un estado de depresión y con suerte encontrando un sitio en el que dormir a veces; mientras que en su hogar sobraban camas. Sin embargo, las cosas estaban lejos de acabar allí. Con su hermano aprendiendo de otros carpinteros y constructores en la villa y él encerrado en sus libros; la única fuente de conocimiento que le quedó tras el primer cataclismo en su vida y el corte de sus estudios (pues sin los ingresos de su padre no se podían permitir lujos que antes sí), la paz se acabó una vez más para ambos hermanos luego de casi un año de relativa paz; y esta vez traería consecuencias nefastas. Su madre se había encaprichado con otro hombre, otro comerciante. Otra víctima, a los ojos de su hijo mayor; opiniones que nunca llegó a dar, pues conocía el arte de callarse y asentir. Su madre, en su cabezonería caprichosa (Un tipo de personalidad que Santiago aprendería a odiar y detestar con el tiempo) tomó la sabia decisión de dejarlo todo atrás por aquel hombre… Sus hijos incluidos. Por un largo tiempo los hermanos no supieron nada de ella o su decisión, y hasta donde sabían podía estar muerta. En aquel tiempo su padre tuvo que dejar de lado su depresión para tratar de hacerse cargo de sus hijos. Sin embargo reanudar su trabajo tras tanto tiempo le resultaba poco más que imposible; por lo que tuvo que conformarse con trabajos temporales y mal pagados, pero trabajos a fin de cuentas. Les traía el dinero suficiente para comer, pero no para un sitio decente donde vivir. Los hermanos y su padre terminaron habitando una casa en un estado terrible en los peores barrios de Villa Sveri. El tiempo que pasaron en aquellas calles fue incontable y desesperante para Santiago, aunque su hermano parecía capaz adaptarse más rápido a entornos extraños y difíciles. A menudo ir a comprar una simple barra de pan era un desafío en el que podía terminar muerto y apuñalado en el camino de vuelta, por lo que terminó aprendiéndose por las malas a moverse entre los callejones sin llamar la atención de matones y ladrones. Como reconocerlos y evitarlos y, en el peor de los casos e incluso un par de veces, huir de ellos. Aunque su astucia para moverse por aquellos barrios, la robustez de su hermano para soportar el entorno y los ingresos de su padre fueron suficientes por al menos un año para sobrevivir, habían terribles problemas sucediendo en la política, economía y los soldados de Villa Sveri; lo que tendría un impacto terrible para la calidad de vida de sus habitantes. Varios funcionarios importantes de la alcaldía acusados de brujería; otros tantos soldados de corrupción y encubrimiento de los mismos y varios de los principales comerciantes e incluso algún noble local menor acusados de promover toda aquella corrupción. Los impuestos y los precios de los bienes se dispararon en Villa Sveri y la familia de Santiago fue fuertemente impactada. Las oportunidades de trabajo comenzaban a escasear y ya no cualquiera podía permitirse obtener uno. Su padre no era de los afortunados. Sin un ingreso estable, ambos hermanos y su padre se vieron forzados a poner en la mira otro método para obtener comida. Con la pésima economía y la guardia desestabilizada en la región, varios desesperados pusieron sus ojos en la caza furtiva, y su familia no fue la excepción. Usualmente ambos hermanos iban juntos por el bosque; su hermano tenía un don innato para moverse por el bosque y rastrear presas, su estado físico tras tanto trabajar entre carpinteros y constructores era óptimo y parecía centrarse mejor; sin embargo su hermano mayor padecía las consecuencias de su vida sedentaria leyendo libros, con un estado físico penosos y la mente dispersa, volviéndole distraído y torpe en el bosque. En lo único que superaba a su hermano era a la hora de acechar a la presa y lanzar la flecha, por lo que usualmente tras rastrear al animal, la primera flecha quedaba a manos de Santiago. Por un par de años la vida para ambos hermanos, y por ende su padre, fueron difíciles. La cantidad de gente que había puesto sus ojos en la caza ocasionaba que a menudo la caza fuese pobre y la comida escaseara. Santiago ya rozaba los 16 otoños. Había asumido que aquella sería su vida de ahora en más; evadiendo matones en los callejones y dedicándose a violar las leyes sobre la caza para poder alimentarse. Sin embargo, cuando comenzaba a asumir su situación, el ángel de la salvación de la familia llegó. Su padre había entrado en un amorío con una reputada maga y abogada en Villa Sveri, con una situación económica lo suficiente estable como para mantenerlos a los cuatro. Tras unos pocos meses, llegó el casamiento. Todos volvían a respirar paz de nuevo, y con el encarcelamiento de varios comerciantes Villa Sveri estaba necesitada de estos, y su padre incluso se planteó comenzar algunas inversiones para tratar de recuperar algo de su antiguo trabajo. Su hermano seguía tan interesado como siempre en los trabajos manuales. Santiago aún seguía practicando su arquería eventualmente para no perder el tino, pues aunque su situación fuese estable ahora, sus vivencias le habían vuelto un tipo de persona, aunque no en exceso, pesimista, por lo cual no se fiaba de que la situación pudiese durar así por siempre. Eventualmente la economía de la familia volvía a asentarse de forma estable. Santiago llevaba su sed de conocimientos a un nuevo nivel, y tras aprender las bases de la magia por parte de su madrastra y mostrarse enormemente interesado por aquel mundo, se tomó la libertad de pedir varios tomos de magia para el cumplimiento de su 17º otoño. Sin embargo, tan solo poco después de su cumpleaños le llegaron noticias de que su hermano había logrado ponerse en contacto con su madre de nuevo y que esta, tras ser traicionada con infidelidad por el hombre por el que había dejado a sus hijos, planeaba moverse de nuevo a Villa Sveri para ver a sus hijos. Como aún faltaba tiempo para aquello, Santiago no le dio mucha importancia. Su vida siguió aquel tiempo, aunque su suerte derribadora nunca dejó de acecharle. Durante todo el año ejerció fuerza extra sobre sus estudios, centrado en tratar de impresionar a la más hermosa aprendiza de maga que había conocido jamás. Y aunque lo logró en un principio, no tardó en arrepentirse. Aquella persona comenzó a mostrar la misma personalidad que su madre; cabezonería y caprichosa. Sus pensamientos comenzaron a cruzarse e inestabilizarse rápidamente con el paso del año. Y con la llegada de su madre en su 18º otoño todo dentro de él estalló. Todo dentro suyo comenzaba a enfriarse tras los repetidos estallidos de ira. Solo podía ver estupefacto los estragos que había causado. Todo el resentimiento guardado a lo largo de los años; todo el odio. Aún tenía todas aquellas imágenes pegadas como un cáncer en su cabeza. Aquella joven maga mirándole con los ojos abiertos como platos, su madre comenzando a derramar lágrimas tras el brusco rechazo de su hijo a su vuelta, merecido o no. Su hermano interponiéndose entre su hermano y su madre impidiendo que las cosas fueran a más… Aquella misma noche, Santiago decidió que no quedaba nada para él en aquel pueblo más que el resentimiento y el dolor que se habían marcado en su alma como plagas tras todo lo vivido en allí durante su vida. Fue aquella misma noche que decidió empacar las pocas cosas que necesitaría. Tomó el arco, las flechas que le quedaban, algo de comida de la reserva de su casa, y algo de dinero. Aunque en un principio se mostró dudoso, reconocía que había hecho cosas peores que robar algo de dinero a su familia; y esperaba que esta decisión fuese para mejor de todos. Tras equiparse con todo, se puso en marcha. Nunca volvió a ser visto por su familia, y su nombre poco a poco se enfrió en Villa Sveri hasta ser conocido apenas tan solo por su familia. 19 tormentosos años habían pasado ya. Santiago se llevó la mano al estómago. Había ido a parar a uno de los principales núcleos económicos de los Bosques de Elwynn hacía varios meses tras abandonar Villa Sveri; Villadorada. Había estado sobreviviendo como podía en aquel pueblo. Hacía de mensajero, cuidaba los establos, o ayudaba en la cocina de alguna posada; lo que sea que le diese unas monedas para comer en el día. Pero iba siendo hora de buscar algo más estable, algo con lo que poder mantenerse y costearse algún estudio mágico a tiempos iguales; y con su habilidad con el arco sus ojos comenzaban a posarse sobre el ejército. Su vida comenzaba a cambiar de nuevo, y no estaba seguro si su nefasta suerte le habría acompañado hasta fuera de su hogar natal… Pero debía intentarlo. Tanto si es un futuro brillante u oscuro; le aguardaba.
  2. No me caes bien. Solo pasaba a decírtelo. Con hamor.

    1. Stannis the Mannis

      Stannis the Mannis

      El sentimiento es mutuo. Asqueroso.

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