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Gflower

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    [Ficha] Ellie Pebblet

    Nombre Ellie Pebblet Atributos y Valores de Combate Atributos6 Físico6 Destreza6 Inteligencia7 Espíritu8 PercepciónValores de combate24 Puntos de vida28 Mana8 Iniciativa10 Ataque a Distancia (Arco corto)7 Ataque CC Sutil (Daga)7 Defensa Habilidades Habilidades Físico 1 Atletismo Destreza 1 Daga 1 Escalar 1 Defensa 2 Nadar 2 Sigilo Inteligencia 1 Leyes (Reinos Humanos) 1 Navegar 1 Religión (Chamanismo) 1 Supervivencia Espíritu 2 Voluntad * Percepción 2 Arco corto 1 Advertir/Notar 2 Buscar 1 Rumores * Por agregar > Hechizos de chamanismo. Escuela o Especialización Inicial Restauración Elemental
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    [Historia] Ellie Pebblet

    Nombre del Personaje Ellie Pebblet Raza Humano Sexo Mujer Edad 21 Altura 1,68 Peso 60 Lugar de Nacimiento Brennadan Ocupación Sabiomar Descripción Física De estatura media, piel pálida, una nariz recta ligeramente achatada y labios carnosos. No hay nada demasiado destacable en sus rasgos a excepción de sus ojos. Grandes y ligeramente atigrados, Ellie nació con heterocromía. Un ojo gris y otro marrón, rasgo que la hace destacar en según que sitios. Para su suerte, no ha cometido ninguna fechoría, al menos no de manera pública y, como iniciada sabiomar, suele cubrir su cabeza y gran parte de su rostro con un sudario. Cuando no lo lleva su cabello castaño cae sobre sus hombros, ligeramente ondulado en las puntas por la humedad de Kul Tiras. Su cuerpo no destaca demasiado, su pecho no es muy prominente y los pantalones de montar que suele llevar hacen gala de que tampoco destaca demasiado en su cintura. De brazos delgados y piernas ligeramente más entrenadas, Ellie podría pasar por cualquier joven de alta cuna con la ropa y peinado adecuados. Descripción Psíquica Ellie es una persona tranquila y hasta cierto punto cautelosa. Suele estar atenta a aquello que le rodea y siempre se ha fiado de sus instintos. Tiene una voz que invita a la calma, mas según en qué situaciones, también al nerviosismo y a la inseguridad, por lo que prefiere mantener el silencio y ordenar sus ideas ante una situación que requiera una mente fría. Hablar, entonces, tan solo incita a una actuación nerviosa por su parte. Estudiosa y calculadora, es una persona capaz de tomar decisiones rápidas y actuar de manera ágil, mas no cuando otros tengan que depender de ella. Esto ha hecho que Ellie escoja sus amistades con cuidado y hasta algo de recelo, aunque intente no demostrar dicha cara frente a otras personas. Su instrucción como sabiomar no ha hecho sino acentuar estas características. Y aunque no lo diga en alto, no termina de confiar en aquellos que cubren su rostro, como ella - sabiomar -, bajo un sudario, pues bien sabe que una mirada puede decir mucho más que mil palabras. Ficha Rápida No (1000 palabras mínimo) Historia A pesar de que era una noche tranquila, los truenos rugían en la distancia, por lo que, junto con otros archivistas, la iniciada había ido al piso superior de los Archivos en el monasterio y, tras algunas quejas y tirones, los habían cubierto con la gruesa lona para proteger del agua los escritos. El espacio estaba iluminado por varias decenas de velas y, al pasar las horas, el calor de tantos cuerpos humanos juntos se había ido disipando a medida que iban abandonando uno a uno el lugar, dejando hueco para que el aire corriera y se colase tras los remiendos de su túnica. Ellie apartó el cálamo y estiró sus brazos, desentumeciendo los músculos de sus hombros que, tras haber estado varias horas encorvados, se habían engarrotado ligeramente. Acercó los dedos a una de las velas y agradeció el calor en las yemas de los mismos con un silencioso suspiro. Llevaba cerca de un año allí, pues había aprendido rápido en el valle y se habían perdido muchos tomos el invierno pasado por culpa de un descuido; el Archivo se había inundado una noche de nieve. Los más ancianos habían decidido que los alumnos aventajados podrían ayudar mientras otros iniciaban su instrucción. Y así, había pasado todos esos meses reponiendo y transcribiendo para que los nuevos estudiantes tuvieran material al que poder acceder junto con algunos archivistas y alumnos aventajados como ella. Había terminado por cogerle el gusto al lugar y al trabajo. Era tranquilo, la transcripción de textos ya estudiados le ayudaba a mantenerlos frescos en su mente y, además, había podido participar en algunos rituales. Por lo que, aunque de manera pausada, su instrucción parecía continuar por el momento. Arrugó la nariz y arrastró la silla con su propio peso hacia atrás. Ésta se encajó en un borde y se inclinó peligrosamente hacia atrás, mas algo la retuvo. La joven se giró y sonrió al iniciado que sostenía la silla por el respaldo para evitar que cayese. Raziel tenía el rostro al descubierto, y sus ojos azules observaban a la joven coronados por sus gruesas cejas arqueadas. — Me levanto a buscar algo de beber y ya estás intentando matarte, gorrión. La joven se mordió el labio inferior y se levantó, quitándose la capucha con ambas manos.— O quizás alguien está muy atento a lo que hago. Afiló su mirada dispar y le dio un suave golpecito en el hombro mientras colocaba la silla en su sitio. Retiró el sudario que cubría su cabeza con sendas manos y la agitó con suavidad, liberando su cabello castaño, cuyos mechones emitían destellos cobrizos a la tenue luz de las velas. Raziel y Ellie se habían conocido hacía varios años. Sus padres eran de Drustvar y, mientras que la madre de Ellie era de Canto Tormenta, él nunca había conocido a la suya, pero por lo que su padre les había dicho había sido una sabiomar también. Por aquella razón seguía sus pasos y había estudiado junto a Ellie. Sin embargo sus días más prematuros distaban mucho de aquel camino. De jóvenes se habían adentrado en los bosques de la tierra de las brujas para cazar y, aunque los primeros años a Ellie le costaba seguirle el paso, pronto comenzó a comprender mejor su entorno y el comportamiento de todo lo que la rodeaba. A sus trece años, era capaz de acertarle a un gorrión por el movimiento de las ramas de un árbol lejano. Todo aquello terminaba con el final del verano, cuando ella debía regresar a Canto Tormenta bajo la instrucción de su madre. Los ojos azules de su amigo habían observado incontables veces aquella puntería con asombro, sin llegar a comprender como le había superado en tan poco tiempo. Sin embargo, lo bien que apuntaba desde las sombras lo compensaba con una habilidad en combate que dejaba bastante que desear en comparación. A Ellie nunca le había sentado bien ser el centro de atención, y bien lo sabía Raziel. Suplía sus carencias y, compenetrados casi habían llegado a formar un dúo aventurero, de no ser porque alcanzaron los quince años y partieron hacia Canto Tormenta para ser instruidos como sabiomar. Ellie había practicado desde su infancia debido al puesto de su madre y, como tal, les habían dispuesto en lugares de instrucción distintos, mas Raziel poco tardó en alcanzarla y, para cuando los archivos se habían inundado, les habían enviado juntos allí. — Es posible, — mantuvo sus cejas en alto con un gesto sugerente, que fue sustituido por una sonrisa ladina cuando Ellie blanqueó los ojos— ¿ya has terminado? Asintió y cubrió el tomo con un paño de lino que guardaba en el pequeño cajón para protegerlo de la humedad. Apagó las velas de su escritorio y la sala quedó a oscuras. Tan solo se atisbaban las escaleras con claridad por la antorcha que las iluminaba. El resto eran siluetas a la luz de la luna, filtrándose bajo la gruesa lona que cubría los archivos. Un relámpago iluminó la estancia y ambos se cubrieron de nuevo para salir de allí. Aquellos días tranquilos se le hacían ya lejanos, y aunque alguna vez había vuelto a cazar con Raziel, lo cierto es que los bosques eran cada vez más peligrosos y no parecía muy animada con la idea de adentrarse en ellos más de lo necesario. Pero no era lo único. Hacía semanas que no recibía correspondencia de su madre, y los rumores sobre la deficiencia en Fuerte Sabio no se los había llevado el viento, sino que había formado un círculo vicioso en torno al monasterio y todo lo que rodeaba a los sabiomar. Estaba intranquila y, por lo pronto, parecía agradecer que no la hubiesen llamado para regresar aún. Boralus era una urbe mucho más interesante de lo que había imaginado mientras hacía las maletas para mudarse allí. Se había sorprendido en sus primeras semanas cuando, vistiendo el hábito religioso había paseado por las calles y alguna gente le había dedicado miradas casi de reverencia. Para su tercera salida se había hecho con una larga capa de cuero para cubrir su hábito y evitaba cualquier simbolismo que la asociara con los sabiomar, aunque los remiendos y colores que se adivinaban bajo la misma en días de viento volvían a delatarla. La gente les respetaba. Durante generaciones habían bendecido los campos, los mares y la gran flota de Kul Tiras. Ella también admiraba el trabajo de los sabiomar y, sobre todo, la capacidad de manipular el viento y las aguas incluso para sanar. Los ojos de Ellie se habrían perdido durante horas en su niñez mirando a aquellos hombres y mujeres guiar el viento a su voluntad y moldear el agua entre sus manos sin tocarla directamente. Supo pronto que ella también quería eso. Pero Raziel le había enseñado otro lado más salvaje. Sus pasos se perdieron entre las calles de Boralus, ambos sosteniendo la mano del otro mientras el frío viento nocturno azotaba sus capas. Y cuando una ráfaga de aire le quitó la capucha a Ellie, sintió algo en su pecho. Algo nuevo se avecinaba. No sabía si era bueno o malo, pero los tiempos para ella estaban a punto de cambiar. Apretó la mano de su amigo con más fuerza, súbitamente presa de una excitación y un miedo a lo desconocido.
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