Saltar al contenido
Conéctate para seguir esto  
Nathan

Raeg Lobo Gélido

Recommended Posts

orc_shaman_by_emacamu.jpg?token=eyJ0eXAi   Nombre del Personaje Raeg

   Edad 39

   Altura 2.1

   Peso140

   Lugar de Nacimiento En algún lugar de Reinos del Este

   Ocupación chamán iniciado del clan Lobo Gélido, herbólogo, sanador

 

   Descripción Física

 Tiene rostro adulto con ojos oscuros finos, casi cerrados, envueltos en ojeras amplias juntos a unos  pómulos marcados, una mandíbula poco prominente de la que cuelga una barba desarreglada y colmillos bastante sobresalientes. La nariz es algo ancha y aguileña sin llegar a la exageración. Su pelo es de un oscuro azabache acabado en una cómoda trenza. Resalta el pico de su oreja derecha, el cual ha desaparecido dejando una cicatriz. La curvatura de su espalda no está tan marcada en comparación con el resto de su raza y sumado a su musculatura poco desarrollada por el combate le da un aspecto más estilizado y fibroso que el del prototípico macho orco.

 

   Descripción Psíquica

 Leal al clan y las tradiciones. Pragmático, amigable, generoso  y difícil de provocar. Dado al entendimiento pero sin miedo a tomar la iniciativa ante el conflicto. Contemplativo hasta el aburrimiento, pero gusta de retozar y ser risueño en buena compañía. Soberbio y burlón si cree estar en lo cierto.

 

 

 

Historia

Una nube de alas grises descendían al festín de un carromato de refugiados orcos. Páramo de  lanzas partidas, donde la sangre  se confundía entre las amapolas y un sin cesar de pisadas de acero embarradas coronaban un sendero no muy lejano a las nevadas cumbres de Alterac; donde habría de esperar refugio y paz hallaron los dichosos orcos la muerte o algo peor para algunos: los campos de concentración. Una hueste de exploradores Lobo Gélido descendió cauta guiándose por las aves carroñeras que bailaban en círculo sobre orcos y humanos, aunque en menor número estos últimos.  No encontraron nada cerca del carromato pero el alboroto de dos buitres tras unos matorrales próximos a una escarpada ladera llamó su atención. Las rapaces peleaban por la carne de un niño malherido y desnutrido que a sus ojos de animal  destilaba muerte. A su lado y entre famélicos movimientos en un intento de salvar al pequeño estaba una niña joven, su hermana mayor. 

******
Raeg fue criado como hijo del clan Lobo Gelido, fiel a las tradiciones orcas e inmáculos  de la sangre de demonio. Todo el tiempo que estuvo malnutrido y herido por la batalla afecto su desarrollo, siendo visto como alguien débil y como tal capaz de contagiar su mismo estigma al resto del clan, pero la compasión que reputan los Lobo Gélido amparó su difícil condición. Con consciencia temprana de ello y agradecido al clan por una gran deuda honor se esforzó por integrarse, ser útil en tiempos difíciles para los orcos.  Entre tensiones fronterizas con los humanos tras la Segunda Guerra se volcó al clan y sus tradiciones.

Le gustaba de contemplar como los picos montañosos cambiaban de manto con las estaciones, como las nubes las envolvían y rompían como un barco contra el arrecife, estos eran sus momentos para sí mientras que su hermana Throrgha, que le superaba en todo cuando esperarían de un guerrero, se mantenía próxima sin dejar de golpear al aire con su arma en un improvisado combate contra la imagen de todo aquel que atentara contra su clan y en rechazo a la actitud de su hermano menor. En uno de estos claros en el trabajo del clan Raeg fue asaltado por un lobo huargo salvaje, muy amenazador para alguien en su estado de salud y de no ser por su hermana hoy la historia habría acabado. Para recordarle su debilidad, Throrgha le regaló un puño hecho con los colmillos afilados y después reforzados de aquel huargo. La reconciliación duró hasta el año 20, cuando ante los rumores de la partida de Thrall y la liberación de su gente de los campos se separaron: Throrgha tenía una visión de conquista de su pueblo y esperanza de reencontrarse con sus padres, Raeg dudaba  de la imagen del futuro de su hermana y como un lobezno asustado prefirió la calidez de la madriguera.

Conforme crecía, ya separado de su hermana, empezaba a seguir a los recolectores por las inmediateces de su hogar de Alterac en busca de hierbas con las que hacer ungüentos útiles, aprendiendo a diferenciarlas entre si y su usos. No solo hierbas medicinales, sino espirituales y tradicionales, para usarla en los ritos del clan o para los más chamanes de su tribu. Fue en estos contactos, una vez ya pasada su adolescencia orca, donde sintió el llamar de sus ancestros para que en el futuro ocupara un puente entre ellos y el porvenir de su pueblo. Aprendió de las tradiciones chamanísticas tan bien salvaguardadas por los Lobo Gélido, las referentes al trato con los ancestros y al equilibrio elemental, en busca de clarividencia pero aún era demasiado joven. Sabía lo que estaba por venir: el Om´riggor. Las expectativas de muchos guerreros del clan eran nulas y lo aceptaba, de nada le servía dedicarse a la cultura del clan si no era capaz de comulgar con ellas. Se preparó para ello durante dos años, haciendo su cuerpo a aquello que aspiraba, inspirándose en las historias de sus antepasados a un lado y a otro del Portal Oscuro.

******
 Los copos que caían entre guerrero y presa se derretían en el vaho de sus acelerados pechos. El suelo empieza a tiznarse de bermellón a los pies de la lupina bestia que saca los colmillos ante un joven desprovisto solo de un puño que extiende ante la amenaza del huargo. Un salto inesperado fruto del instinto de supervivencia más profundo sorprende a Raeg quien se deja caer sobre la nieve. El peso del  huargo hunde los colmillos de su propia raza en su costillar melenudo y denso que se desinfla seguido de un alarido. La sangre emana como de un manantial y cubre todo. Raeg permanece debajo del huargo unos instantes, en un trance que le embarga. El calor del animal le protege de la tempestad que arrecia pero sabe que si se mantiene ahí no volverá a levantarse y no se ganará un sitio entre los suyos ni aquí ni en el más allá.

Quien clavó sobre su pecho a la muerte se ha levantado ahora en su sangre como adulto que pronto se topó con su primera responsabilidad. Aullidos, no lejos del cuerpo de la asombrosa huargo, gemidos pequeños que parecían más graves de lo que eran dentro de la roca de la nevada ladera. Una cría en su nido, al resguardo de la intemperie pero sin el calor de una madre. Los débiles no tenían lugar en el mundo, pero Raeg le había arrebatado a aquel cachorro  la oportunidad que la naturaleza otorgaba a todos para demostrar su valor: la familia, el clan. Él fue un día aquel cachorro, herido, solitario y débil, pero ahora era un Lobo Gélido más y por tanto debía de cuidar del resto, empezando por el pequeño huargo. Raeg tomó a la cría en su embozo y rellenó un cuenco ceremonial con la sangre de su difunta madre, a quien desde la altura de los brazos de Raeg olisqueaba y aún lamentaba.

La chamana que le guiaba en su Om´riggor quedó satisfecha con el sabor de la sangre. Ahora que es un adulto reconocido en el clan  Raeg decide viajar al otro lado del Mar para ver el destino que ha cumplido su gente y a él mismo le aguarda.

 

*****
 

- ¿Hueles eso Kossar? ¿lo sientes? - Raeg apoyó su brazo en la crin del huargo, la cual descansaba en la barandilla de la cubierta, y levantó la cabeza desde la escotilla para mirar las nubes que el zeppelin goblin partía en su descenso y dejarse embargar por el aroma del aire adusto que traía el recuerdo de la tierra seca, el sol a sus espaldas y los cuentos en las hogueras de los Filo Ardientes durante el Agaka-Than.

El orco sintió una grave tensión en su cuerpo que le trajo al presente. La primera vez, mucho más joven e ingenuo, sintió en su espíritu una bienvenida mucho más acogedora. Él era un huésped en Kalimdor al igual que lo eran los orcos que buscaron un nuevo hogar al otro lado del mar siguiendo a Thrall. Ahora sin embargo sentía un fuerte rechazo, una violencia que no se podía gobernar y aumentaba con el descenso del zeppelin.

Dejando atrás las nubes, el sol refulgió sobre el metal de la proa y su brillo colisionaba con la imagen de Orgrimmar desde las alturas. Cuanto había cambiado la ciudad, y con ella los orcos que la habitaban. Aquel clan de clanes sin pasado ni ancestros. Donde el  futuro ya no se indagaba en el fuego sagrado:  se forjaba en los hornos y serrerías de guerra, en los circulas de combate, en los mercados llenos de vida y trasiego, en callejones donde tanto viejos como nuevas amenazas conjuraban en idiomas que solo sirven para adular con promesas engañosas.

 Orgrimmar y sus hijos tenían espíritu y forma de ser propia como cada clan. Y cuando algo tiene espíritu hay que acompañarlo, nunca enfrentarlo. Con el silencio de los elementos y la voz de los espíritus ancestrales extraviada la guerra era la única salida. En el momento adecuado, bajo el mando del Jefe de Guerra Orco apropiado, habían surgido como sombras del pasado aquellos que quebraban la voluntad de los elementos para su beneficio. Orgrimmar tenía sed y el cuerno del que le ofrecían beber era apetecible. ¿Cuánto deberían de pagar esta vez por beber de él?

Sus viajes con la compañía del mago Danforth le habían mostrado lo profundo y antiguo que era el débil equilibrio elemental. Como poderes que se le espaciaban a la comprensión pretendían alterarlo, desde dentro y  fuera de los planos. Temió silencio y la turbación elemental que experimentó en aquellos momentos se volvieran permanentes para todos ellos. Hostigado por todo esto y fuera de sí Raeg  trató de traer las viejas tradiciones y cambiar desde fuera a sus hermanos del otro lado del mar. Desafió el consejo de los sabios que estaban de su lado, enfrentó y se expuso a las cábalas, mortificaba de más a los orcos de a pie. Hizo más enemigos a su causa de la que debiera, faltó para con los chamanes, expuso a sus últimos amigos al escarnio público y la vergüenza cuando estos dieron la cara por él. En sus sueños el propio rostro de Kossar le seguía observando desde lo alto de un poste erguido para exponerlo no lejos del Cruce.

Cuando el zeppelin empezó a maniobrar para ajustarse a la plataforma de aterrizaje Raeg tomó el embozo de huargo plateado que había colocado en la barandilla para que observará su vuelta a Kalimdor junto a él. Observó los ojos vacíos, antes llenos de inteligencia y audaces,  de quien fuera su compañero del alma. - Estamos de vuelta

Editado por Nathan
  • Like 5

Compartir este post


Enlace al mensaje

Join the conversation

You can post now and register later. If you have an account, sign in now to post with your account.

Guest
Responder en este tema...

×   Pasted as rich text.   Paste as plain text instead

  Only 75 emoji are allowed.

×   Your link has been automatically embedded.   Display as a link instead

×   Your previous content has been restored.   Clear editor

×   You cannot paste images directly. Upload or insert images from URL.

Conéctate para seguir esto  

×
×
  • Crear Nuevo...