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Sanguine

[Historia] Shawn A. Stonecrow

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Ilustración de Bobkehl

Nombre: Shawn A. Stonecrow Altura: 1,84m
Raza: Humano Peso: 75-90kg
Sexo: Hombre Lugar de Nacimiento: Costa sureña de Páramos de Poniente
Edad: 36 Ocupación  Aventurero, comerciante / Iniciado Defias


Descripción Física

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Tiene el cuerpo propio de una persona acostumbrada al esfuerzo físico y la vida en el campo. Ligeramente alto, de complexión esbelta y musculosa, sin llegar a la corpulencia. Posee el cabello largo, oscuro en apariencia y castaño a la luz del sol; ojos verdes claros y afilados, enmarcados por unas cejas prominentes y ligeramente arqueadas, mirada oscurecida pero de gesto habitualmente sereno; tono de piel oliva suave, acostumbrado al sol. Salvo por la morfología propia de su rostro, generalmente no destaca por unos rasgos concretos llamativos, sino corrientes en las tierras del sur. Desprende un olor propio ligero y agradable, lo que indica que se asea regularmente y que procura dormir en un lugar libre de humedad, a no ser que alguna situación se lo impida. Como todo parameño normalmente suele llevar el perfume de la tierra y los campos de trigo, pero a menudo suele llevar sobre sus ropas la fragancia propia de altamar. Su tono de voz es acorde a su físico, firme, moderadamente grave y cálido, de dicción melosa cuando adquiere un tono suave y susurra, o por el contrario pudiendo endurecerse ampliamente cuando alza la voz. 

Salvo por algunas cicatrices poco relevantes, la única marca digna de mención es el tatuaje de su mano derecha: Un engranaje; símbolo que acostumbra a llevar oculto bajo las ropas o empleando guantes de piel o cuero. Eventualmente lo hace también mediante vendas de pugilista. 

Su habitual vestimenta suele ser rudimentaria en colores poco llamativos, envolviendose de una camisa holgada de lino y cuello acordonado, pantalones de la misma confección sencilla, y para rematar unas botas de cuero grueso de caña alta. Ya en mayor grado de vestiduras, intercambia sus pantalones por unos acolchados con refuerzos de cuero suave y se acompaña de una casaca de marinero. Si lo estima oportuno, se cubre de un paño de lino grueso al cuello, con el que normalmente se resguarda del frío, el viento o las miradas incómodas. 

En cuanto a otros enseres, entre sus armas cuenta con un alfanje de hoja ancha y un basto cuchillo de caza (de confección orca). Luego porta otro tipo de objetos tales como una brújula rudimentaria y un grimorio donde archiva los documentos y registros de sus asuntos comerciales en general.

Descripción Psicológica

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Caótico - Neutral (Bueno) 


Escéptico, propenso a la rebeldía, astuto… y por ende, peligroso. Si bien estas son algunas palabras que lo describen, tan sólo rascan la superficie de su personalidad. Shawn es un hombre cuya vida le ha dado pocas oportunidades de ser verdaderamente feliz o gozar de la tranquilidad de una vida sencilla. A pesar de ello, se muestra optimista, osado y pocas veces su voluntad desfallece. Cuando ocurre, que suele ser por puro agotamiento emocional o psicológico, ya tarde más o tarde menos, con el tiempo procura levantar cabeza y seguir adelante con fuerzas renovadas. 

Su pasado y sus ideales le han convertido en una persona que no se conforma con su propio bienestar, sino que se guía por el propósito de luchar por la libertad y lo que considera justo, aunque ello signifique realizar actividades ilícitas o de dudosa moral. Es un idealista de mentalidad anárquica y carácter insumiso, que rechaza por encima de todo el sometimiento al poder sobre quienes no lo tienen. 

Vive valiéndose de una brújula moral alimentada por el sentido ético y autocrítico, aunque a veces también por el odio. Del mismo modo ve la carencia de caridad como una absoluta falta de respeto, y son principalmente aquellas personas avariciosas u opulentas quienes son fácilmente puestas en su punto de mira. Asimismo ha hecho de las actividades criminales su forma de vida, tratando de sobrevivir y combatir la miseria tomándose a menudo la justicia por su mano. Aun así, no por ello ha dejado de desenvolverse en los entornos “civilizados” y no tan civilizados de la sociedad, aunque los considere como ambientes potenciales de vicio y decadencia. En su lugar suele preferir las regiones rurales o la satisfactoria visión del mar abierto.

No es una lumbrera académica, pero ha sabido aprovechar y desarrollar su intelecto cultivando gran variedad de disciplinas desde su temprana juventud, sobretodo gracias a su educación como cadete de marina y sus posteriores experiencias en tierras lejanas. De aquellos años pese a sus reconocibles calificaciones y méritos, algunas personas podrían recordarle como alguien difícil de meter en vereda, prestando atención sólo a lo que le interesa o en lo que se concentra. Aunque puede pecar de ser algo problemático, en general lo compensa siendo taimado y tenaz, que en la suma de su conducta particular puede dar lugar a una figura detestable especialmente para aquellos que representan alguna autoridad. Para otros, con pretensiones o intereses más dilatados, puede incluso llegar a ser un verdadero dolor de muelas a medianoche, tanto si le conocen personalmente como si solo son testigos de los hechos que provoca. Sin embargo, procura mostrarse como alguien diligente y disciplinado manteniendo con discreción sus inclinaciones e ideales.

Tales son sus principios que no dudará en robar e incluso matar si es necesario, o al menos siempre que exista una causa que lo justifique. Como por ejemplo, si se ve potencialmente amenazado, tratará de acabar con la vida de quien se haya propuesto poner en peligro la suya, ya sea incluso un protector de la ley o un imbécil con delirios de hacer el bien. Desde su punto de vista, a menudo no son sino ignorantes perros al servicio del poder. Desde joven reconoció la verdadera cara del Imperio, además de entender desde algún tiempo que no se puede dialogar con mentes cerradas. Así, del mismo modo no siempre se puede salvar a alguien que se ahoga y que ello solo conseguiría arrastrar a uno hasta el fondo del agua. Se podría decir que no es propenso a discutir en dichos términos y que tiene muy claro lo que sabe.

Por muy drásticos o radicales que se puedan considerar sus métodos o acciones, es alguien capaz de sentir compasión, si puede permitirse tal cosa, así como fallarle en algún momento la voluntad dependiendo de la situación. Es por ello que pese a su frialdad, detesta el sufrimiento gratuito y procurará evitarlo siempre que sea posible. A veces incluso demuestra creer en las segundas oportunidades. La conjunción de estos y otros aspectos hacen de él un hombre de contrastes, complicado a primera vista, de un tono gris inconstante cuyos actos pueden difuminarse entre una neblina de sombrías tinieblas así como alumbrar brillantes momentos. 

En una situación propicia gusta gozar de la buena compañía, el buen yantar, y la camaradería. No es persona que callaría sus pensamientos más básicos a la hora de decir la verdad, que, aunque esto podría ser una virtud a la que otorga gran valor, no olvida el coste que ello puede tener. Quizá por eso emplea cierto grado de sarcasmos, o sencillamente se mantiene en silencio describiendo algún gesto. 

Por lo general es alguien serio, tranquilo y de una sana predilección por la privacidad. Siempre actúa dando valor a la discreción y la intimidad de su vida, lo que hace que su confianza sea de difícil acceso y para él suponga de los bienes más preciados que puedan existir. Del mismo modo trata de no herir la confianza de quien le conoce y le ha otorgado la suya, no siendo compatible con los casos en que ejerce sus artimañas. Más allá de esos muros, es alguien capaz de mostrarse sumamente cálido, fraternal y afectuoso. Dichos aspectos internos protege con gran recelo, pues entiende que también podrían ser utilizados para herirle como ha podido ocurrir en el pasado. Es así, pues, cuando ha entrado alguien en su vida con tal proximidad, que es capaz de hacer todo por cuidar y defender a esa persona sin importarle su propia integridad o seguridad, pudiendo situarlo como alguien pasional e incluso vengativo. 

Algunos sólo podrán decir que no es más un caso perdido, un pobre diablo o un canalla. Pero si en el corazón de Shawn hay espacio para albergar algo más que aquello que aparenta, el tiempo lo dirá y sólo unos pocos sabrán descubrirlo.

Phalcor

Es una pequeña e inteligente ave, propia de Kalimdor, que fue encontrada por Shawn siendo tan solo un polluelo durante sus años en las yermas planicies y costas de Los Baldíos. Con él guarda un vínculo cercano y cariñoso, considerándolo uno de sus seres más queridos. Tanto más que su acompañante es su plumífero amigo, gracias a el cual ha podido prevenir a tiempo algún escollo cuando le advierte del peligro con sus graznidos, o, cuando le da por chapurrear ciertas palabras. “Besito” y “Galleta” son algunas de las más habituales. 

 

Historia 

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Nace en el seno de una familia sencilla cuyo hogar tenía lugar en los viejos Páramos de Poniente, tal y como eran conocidos antes de la primera guerra. Por aquellos años su abuelo aún vivía, aunque tuvo la fortuna de dejar el mundo en su vejez poco antes de los horrores que traería consigo la aparición del Portal Oscuro, así como las terribles criaturas que lo iban a cruzar. Su padre era un humilde capataz constructor, quien en su juventud había comenzado a trabajar en prospecciones mineras, pudiendo arreglárselas él mismo para levantar su propia casa con el paso de los años.  Su proyecto: Un hogar en el que su esposa, mujer de origen Kul'Tirense, y su recién nacido primogénito, pudieran vivir en paz y prosperidad. Sin embargo aquella calma no iba a durar sino unos pocos años, casi como una pequeña muestra de piedad por parte del destino.

Todo comenzó cuando empezaron a escucharse historias escalofriantes. Rumores que hablaban de extrañas y brutales criaturas recorriendo los pantanos del Este. Fantasías, quizá… pero que con el paso de los meses hacía que las dudas y el temor se hicieran cada vez más difíciles de contener. Gregor, por sus contactos y amigos, recibía noticias de que algo más serio estaba ocurriendo, poniendo en verdadero peligro la seguridad de todos, y la del reino mismo. Poco tenían aquellas historias de mentira o fantasía.

Viendo cómo sus temores se hacían realidad, finalmente se admitió lo que todos sospechaban. La amenaza era real, la guerra contra la llamada Horda había estallado. No había región que no sufriera los estragos de algún grupo de orcos haciendo escaramuzas mientras saqueaba y arrasaba las aldeas o granjas que encontraban a su paso. Cuando no mataban sin piedad a cualquier lugareño, se lo llevaban prisionero para no volver jamás. Se decía incluso que era mejor morir a ser usado para sus oscuros propósitos. 

Gregor confiaba en que su pequeña finca pudiera pasar desapercibida gracias a su localización, entre la costa y las montañas del Sur de Poniente, lugar idóneo para la reservada vida que siempre había soñado. Pese a todo, en Arroyo de la Luna todos temían por la llegada de aquellas criaturas en cualquier momento, y el pueblo no estaba demasiado lejos. Ya algunos incluso habían empezado a preparar defensas, iniciativa en la que se implicó. De cualquier modo, la violencia de aquellos orcos no tenían rival frente a unos simples campesinos, cosa que irritaba mucho las esperanzas de los pueblerinos. El Rey Llane, sin embargo, se mantenía convencido de que no había nada que temer y que el reino prevaleceria. Nada más lejos de la realidad.

Muchos habrían querido que las palabras del monarca y su seguridad bastaran para aplacar la amenaza de la Horda, pero, mientras aguardaba en la capital, las aldeas continuaban ardiendo una tras otra. Así hasta que el humo comenzó a llegar a las puertas de la ciudad. 

El padre de Shawn sabía que quedarse quietos en la región sería lo mismo que aguardar a la muerte. Tal como lo pensaba, prueba de ello fue cómo no pasó demasiado tiempo en saberse del asesinato del rey por obra de infiltrados orcos. Para entonces, más de medio reino era pasto de la destrucción y el fuego. Durante mucho tiempo recordaría las enormes columnas de humo elevarse más allá del bosque de Elwynn. Fue entonces cuando fue declarado el gran éxodo. 

Shawn tenía apenas siete años. Desde entonces un día normal era ver como a su primo de quince años lo sacaban a rastras de la cama y lo hacían desaparecer en mitad de la noche. Su tío Jensen nunca se recuperó de aquel trauma. Él tampoco lo olvidaría. 

Durante meses, casi un año, viajaron hacia el norte seguidos por la despiadada amenaza de la Horda, sintiendo a los feroces orcos tras la pista de cada refugiado que trataba de escapar. Shawn tuvo que acostumbrarse a crecer durante años muy convulsos y confusos, haciendo que su joven mente se defendiera de todos aquellos horrores evadiendose de la realidad o creando una amnesia selectiva de aquel tiempo. De los años en Trabalomas solo sabe, o quiere admitir, que su padre trabajó a menudo en preparar defensas e instalaciones para las fuerzas de la Alianza y que su tío se había alistado en un barco con la firme intención de cobrarse venganza contra los orcos. 

Para él, salvo los vagos recuerdos de su infancia, las primeras memorias datan del fin de la segunda guerra, en torno a su regreso al sur y el tiempo en que su padre pasó a trabajar en en el proyecto de construcción del castillo de Nethergarde junto al Gremio de Albañiles. Gregor se había unido luego de demostrar sus habilidades durante el conflicto, ganándose un lugar entre los demás artesanos y trabajadores. 

Por otra parte, Jensen había enloquecido luego de haber estado en un buque de guerra durante los enfrentamientos en altamar. Las historias de su tío todavía consiguen helar la sangre de las venas. Hoy día sigue describiendo una imagen medio ida, siempre con su mano izquierda temblorosa desde entonces. Shawn recuerda unas fuertes pesadillas tras una ocasión que le escuchó hablar de unas monstruosas tortugas marinas. De cómo sus colosales cuerpos emergian de los mares, y que al abrir sus grotescas mandíbulas proyectaban el pútrido aliento de la muerte mientras destrozaban los cuerpos de quienes caían por la borda. Jensen, dijo, que al cerrar los ojos aún podía escuchar los gritos desesperados de sus camaradas a través de la tormenta. Siempre conseguía crear un silencio incómodo y perturbador después de cada palabra, el resto del tiempo parecía tranquilo mientras se agarraba de la botella.

En cuanto a su madre, Gregor simplemente le dijo que se había marchado de regreso a Kul'Tiras. Rara vez la volvió a mencionar.

Regresar a casa fue extraño y no menos siniestro. Su hogar, al igual que la mayoría, eran sólo un copioso cúmulo de remanentes y ruinas. Páramos de Poniente era muy diferente a como lo recordaba, o quizá era su impresión, pero había un espíritu común de hermanamiento y esperanza por volver a levantar aquellas tierras. Con eso bastaba.

Sin embargo Gregor sabía que, pese al fin de las hostilidades, aguardaban tiempos difíciles para todos. Los Stonecrow tendrían que apoyarse y prepararse para soportar años de escasez y verter mucho sudor hasta que los campos volvieran a dar alimento y el reino pudiera recuperar su normalidad. Afortunadamente, se daría un gran plan de trabajo por parte del Gremio de Albañiles: La Casa de Nobles de Ventormenta les había contratado para realizar la reconstrucción de la ciudad capital. Un proyecto masivo, pero que devolvería la prosperidad a tantos que habían perdido todo. 

Por aquel entonces Shawn ya tenía sobre once o casi doce años. Era una época complicada, de fatigas y mucho esfuerzo, pero pese a la victoria sobre la Horda y la calma general era difícil asegurar que todo estuviera garantizado. Aún existía la amenaza del Portal Oscuro, allende las Tierras Devastadas, como también se sabía que aún  merodeaban orcos en alguna parte del reino, especialmente en las zonas más escarpadas remotas de Crestagrana. Gregor, al igual que muchos otros, comprendía que el mundo tal y como lo conocían había cambiado mucho. Existían cosas más allá de su entendimiento, más grandes y poderosas, de las que nunca imaginó posible. Orcos, brujería, demonios…

Gregor temía que Shawn corriera tarde o temprano la misma suerte que su hermano Jensen, perturbado de por vida. Ya de por sí demostró ser un niño con dotes, saludable, pero había enfrentado a muchos traumas en muy poco tiempo y aquello le había afectado. Cuando no le costaba dormir, luego dormía demasiadas horas, como si en los sueños encontrara una vía de escape a una realidad demasiado dura para una mente tan joven. Luego, los libros eran su pasatiempo más habitual, y pese a que luego también disfrutaba salir a jugar en aquellos inmensos campos con las imaginarias espadas de madera o caña, pareciera que todo hubiera sido no más que pesadillas. Su padre sabía que algo había hecho mella en él, y, si esperaba verle feliz algún día, afrontar los desafíos que muy probablemente estuvieran aguardando… primero debía de hacerle fuerte. 

Siempre detestó aquel argumentario de su propio padre, el abuelo de Shawn. Decía siempre “la letra con sangre, entra”, recordando la mano dura con la que fue educado hasta que pudo valerse por sí mismo y vivir su propia vida. No negaba que el trabajo y el esfuerzo hacían camino a la madurez, pero esos derroteros que solía despachar el abuelo Stonecrow no eran sino conceptos muy rancios y propios de gente demasiado simple. Shawn era un muchacho inteligente, por lo que solo bastó enseñarle el camino.

Gregor se sorprendió de ver la predisposición de Shawn cuando le sugirió unirse como cadete a una academia militar de la marina. De ese modo no pasaría demasiado tiempo lejos el uno del otro, sino que podrían permanecer en la misma ciudad mientras ésta era reconstruida. Jensen, pese a que amaba a su hermano, no era precisamente la mejor de las tutelas mientras trabajaba junto al gremio. 

Solo desde entonces la familia Stonecrow pudo disfrutar de un ambiente de verdadera paz, pese a los problemas habituales que surgían de vez en cuando. En cierto modo Gregor era más optimista de lo que consideraba. No pocas veces llegaron incluso a pasar hambre y penurias. A fin de cuentas… lo habían perdido todo. Dormían en chozas improvisadas y la comida había que conseguirla, cosa que no siempre era deseable que Jensen se ocupara de ello. Mientras tanto, Gregor volvía de trabajar con las manos peladas y la espalda torcida, al menos con unas monedas para la manutención de los obreros y poder sobrevivir hasta que llegaran tiempos mejores. Vivieron años con la promesa y la esperanza de que aquellos momentos difíciles terminarían pasando. Él no lo decía, al igual que poco se hablaba, pero a veces aquel trabajo tan duro e interminable se cobraba más de una vida cuando ocurría un accidente. Sin duda, nadie debía atreverse a decir que la ciudad se levantara solo con el sudor de sus gentes, sino también con su sangre.

La academia mientras tanto permitió que Shawn pudiera cultivar una amplia variedad de disciplinas, a pesar de que era de los cadetes con más remiendos. También aprendió a sobrevivir en las calles, buscando a menudo su propia comida cuando golpeaba el hambre. Era un pequeño rufián, pero no carecía de buen corazón. 

Mientras se esforzaba y trabajaba en la academia, ya fuera haciendo tareas portuarias y aprendiendo el oficio de marinero cual aspirante a grumete, el tiempo libre lo dedicaba a compartirlo con sus propios amigos. Dentro de la academia muy pocos, pero fuera de ella, en los barrios y callejuelas donde otros muchachos tenían todavía menos suerte, allí estaba. Shawn siempre supo cuál era su sitio, incapaz de reconocerse junto a los otros cadetes que eran mayormente hijos e hijas de oficiales o gente pudiente. De hecho, Shawn solía discutir con su padre sobre por qué unos sí podían dormir en casas de piedra bajo la lluvia, mientras ellos todavía tenían que apañarse con tiendas y cabañas. Gregor a veces se preguntaba por qué su hijo era tan sagaz. Pero le entendía perfectamente. Sólo podía consolar los ánimos recordando que su hogar aún estaba en Poniente, y que allí aguardaba hasta que pudieran regresar y volver a levantarlo, que merecía la pena todo aquel esfuerzo. Y era verdad. 

O una verdad a medias, ya que a medida que pasaban los años, cada vez más cerca de completar la tarea de reconstrucción… las cosas no parecían prometer un final feliz. Ya era cada vez más habitual la tensión que crecía en torno a la resolución del proyecto. Había muchos rumores y poco alentadores en torno a la retribución del trabajo. Sí, los costos eran altos como cabría esperar de un proyecto así, pero pareciere que la Casa de Nobles estuviera reticente a cumplir con su parte. 

Shawn ya era un adulto. Había pasado los últimos años, luego de que dejara la academia por… “conducta desobediente”, como intendente de un pequeño barco que mercadeaba con pieles y mercancías varias entre Ventormenta y el puerto de Menethil. No le iba mal, se independizó joven y demostró valerse por sí mismo, pero el sueño de los Stonecrow parecía desmoronarse a medida que las protestas empezaron a tener su razón de ser. Y así fue.

Había pasado alrededor de una década, años de interminable trabajo y dedicación, únicamente alentado por limosnas para su desarrollo y la esperanza de una recompensa justa cuando el reino volviera a levantarse. El momento llegaba, pero las promesas parecían disolverse y retorcerse en una maraña de excusas y falsas prórrogas.

Durante el tiempo restante, Ventormenta ya no era el escenario de la armonía y la fraternidad que habían unido a sus gentes en el propósito de construir un futuro digno y próspero para todos. No, sólo era próspero para una parte, sobretodo para la burguesía que disponía de las grandes casas y estructuras como si hubieran sido suyas desde tiempos remotos. La abundancia era boyante pero solo entre aquellos cuyas manos permanecían suaves, únicamente pulidas por el contacto de las monedas. El resto, recorría las calles protestando y reclamando lo que les correspondía por derecho.

Tanto Shawn como su padre recordó las miradas de espanto y rechazo de los nuevos ciudadanos de la capital, como si hubieran olvidado quienes habían arrimado el hombro para levantar cada piedra de aquellas calles. Como si fuera totalmente inadecuado reclamar el fruto justo de tantos años de trabajo. En el mejor de los casos, sólo recibían insultos.

La pugna llegó a durar años, tiempo en que las reclamaciones acabaron dando paso a las protestas activas cuando ya la Casa de Nobles no podía excusarse más. Debía cumplir con lo prometido, sin olvidar los intereses por demora, y pagar al Gremio de Albañiles lo que se le debía. La respuesta de los nobles: disolver el gremio.

La orden de artesanos y trabajadores fue deslegitimada por decreto, obligando a su completa desarticulación y cese de sus actividades. Pese a que no todos en la ciudad estaban de acuerdo con la decisión, esto no evitó que terminaran surgiendo violentos disturbios en las calles y barrios de la ciudad. Lo peor fue cuando una piedra firmó la sentencia de aquella disputa sobre la frente de la reina Tiffin.

Shawn había regresado a la ciudad tras su último viaje en el ‘Newgates’, donde trabajaba, comprobando la aparente quietud de la ciudad. Obviamente, pese a la tranquilidad era notable que algo había ocurrido mientras estaba ausente. Podía temer lo peor, pues sabía de su padre que la situación estaba alcanzando un punto crítico. Supo entonces de la muerte de la consorte del rey Varian Wrynn, quien en su depresión había dictado luto real y endurecido las ordenes de seguridad de la ciudad y las regiones. Sin duda en las calles aún se mostraban los desperfectos de los disturbios, manteniendo muchos muros llenos de pintadas y los locales cerrados por reformas… Así en todo. La ciudad incluso parecía más vacía. Pero más vacío era como encontró la habitacion de su padre y tío, cuando regresó a la posada donde se habían empezado a hospedar, así como su pecho fue invadido por el dolor y el miedo.

Solo había un solo lugar posible al que ir, la ciudad ya no era segura para él. Pese a su aparente normalidad, era evidente que había un esfuerzo común para tratar de ignorar los últimos sucesos. Shawn pensó que se pretendía enterrar mucho más, aparte del cuerpo de la reina Tiffin.

Antes de emprender la marcha al sur, hacia su viejo hogar en Páramos de Poniente, un impulso le motivó a ir en dirección de la prisión. Sabía que suponía un riesgo tentar a la autoridad a que le encerraran a él por estar emparentado con algún agitador, y no se equivocarían, pero necesitaba averiguar si los nombres o apellidos de sus familiares figuraban en algún registro de detenciones.

Shawn llegó a la desértica plaza a mediodía, con el fuerte sol iluminando las calles. Algo en los muros llamó su atención…

“La máquinaria no funcionará si las piezas reniegan”

A pesar de que la pintura había sido emborronada, tratando de retirarla, aún quedaban marcas legibles. De igual modo, se distinguía un gran dibujo de un engranaje. 

Mientras Shawn escudriñaba el significado de aquellas palabras, alguien lo sorprendió colocando una mano sobre su hombro. Al principio creyó que era un guardia urbano, pero nada más lejos de la realidad. Era su tío Jensen.

Su encuentro fue un alivio final al cúmulo de agonías que estaba experimentando desde su llegada. Se abrazaron, dando gracias, pero Shawn no podía esperar por saber de su padre. No estaba con él.

Jensen describió en su rostro el gesto que menos deseaba ver su sobrino en aquel momento. Un suspiro amargo se escapó, poco antes de que pudiera continuar. Sin embargo, Shawn necesitaba urgentemente saber qué había pasado. 

La respuesta: desaparecido.

Su tío decía que había intentado averiguar si estaba en la prisión, pero no obtuvo más que una violenta invitación a que saliera. Cierto era, cuando se dio cuenta, que Jensen presentaba varias heridas y contusiones por el cuerpo, incluyendo la cara. Si Gregor no estaba allí dentro, era probable que estuviera muerto. 

Volver a Páramos de Poniente, a la vieja finca, era la idea que sugirió Shawn. Buscarle, encontrar pistas. Conocía bien a su padre y sabía que no se iba a desvanecer como un fantasma sin dejar antes alguna nota. Era un hombre lo bastante inteligente…

Jensen por el contrario se opuso. Hacía años que la vieja casa permanecía abandonada. El viaje hasta el sur, aparte de peligroso y costoso, sería en vano. Pronto aquellas excusas arrancaron una discusión entre los dos. 

Shawn quiso pegarle, pero tampoco hubiera sido justo. Jensen sabía de sobra todo cuanto había pasado en aquella ciudad mientras él no estaba. Debía concederle eso y más. Ambos marcharon hacia el puerto. Al parecer, Jensen tenía un plan. 

Aquel plan consistió en tomar un barco, pese al pánico que tenía Jensen al mar, y poner rumbo norte. Era necesario alejarse un tiempo del reino de Ventormenta, al menos hasta que las cosas se calmaran. De regreso a Trabalomas, una vez más, Shawn se sorprendió de encontrarse de nuevo en aquellas tierras aunque sin poder recordar nada con exactitud. Lo que más le llamó la atención, fueron los campos de internamiento orcos.

Al principio volver a contemplar a aquellos seres le revolvió el estómago durante un tiempo, aunque fue invadido por un sentimiento mucho más inusual y pesado del que podía imaginarse. Era lástima. 

Siempre tuvo el recuerdo de unas criaturas monstruosas y brutalmente sanguinarias, nada que ver con lo que contemplaron una vez allí. Había orcos varones, mujeres, ancianos e incluso niños y niñas. Pero…

Aquel pero se repetía constantemente en su cabeza. Chocando repetidamente contra la idea que se había formado en su cabeza. Los horrores de su pasado seguían allí en su recuerdo, pero lo que tenía ante sus ojos era muy diferente. Estaba mal, incluso. Estaba realmente mal. No era capaz de admitirlo con palabras, mucho menos delante de nadie allí, y ni por asomo delante de su tío. Pero… no encontraba diferencia entre ellos. Si, sus colmillos eran mucho más grandes, su piel y su corpulencia no pasaban desapercibidas…

Pero respiraban, reían, se abrazaban…

Así como jadeaban, gruñían y se enfrentaban, cuando los celadores les hostigaban obligándoles a marchar o trabajar en alguna tarea. Eran esclavos, cuanto menos.

Shawn se preguntó si su padre, de estar vivo o en aquella prisión, no estuviera recibiendo la misma hospitalidad. Algunos humanos eran particularmente hábiles en ejercer la crueldad cuando se trataba de alguien diferente…

Por aquel entonces, se produjo la segunda gran discusión entre él y su tío. Fue breve y bastó para darse cuenta de que Jensen aún guardaba el recelo de la venganza en su interior. No quiso saber más del tema. Shawn tampoco.

Cuando llegó el momento de abandonar Trabalomas los hechos les habían cogido de imprevisto, como si volviera a repetirse la misma historia. Comenzó con siniestros rumores, que luego con los meses cobraban cada vez más fuerza. Cuando emergió el Azote de Lordaeron, así como la tercera guerra, Jensen y Shawn fueron de aquellos que se sumaron inmediatamente a la iniciativa de dejar las Tierras del Este. Con alrededor de veinticinco años, Shawn se embarcó junto a su tío rumbo al continente desconocido; Kalimdor.

Aquellas salvajes tierras podrían haber marcado a Shawn, haciéndole ver que hay cosas mucho más grandes y poderosas más allá de los confines de su entendimiento y que, pese a quien le pese, los orcos eran el menor de los problemas. En parte así fue, pero a medida que crecía y maduraba, no olvidó el lugar de donde venía. Desde los muelles de Theramore, cuando fue fundada, pudo ver el horizonte mientras el sol desaparecía tras el océano, vislumbrando en su recuerdo la tierra que le vio nacer y todo cuanto había quedado allí. No importaba cuantos años podían pasar. Shawn nunca olvidó, ni perdonó. En cierto modo podía experimentar cierto alivio, como si allí pese a la naturaleza indómita de aquella tierra pudiera disponer de un nuevo comienzo. Pero de qué servía, si con ello daba la espalda a todo en lo que creía. Shawn sentía el peso de los remordimientos. Probablemente su padre languidecía de soledad, pena e incertidumbre en las oscuras mazmorras que él y sus compañeros ayudaron a levantar. Jensen parecía satisfecho en Theramore, lidiando con la Horda siempre que las circunstancias se lo permitían. Ahora tenía más problemas con los mandos que con la bebida. 

Shawn, a diferencia de su tío, prefirió ser independiente y ganarse su sustento únicamente colaborando en las necesidades del bastión u ocupándose de sus propios asuntos. Fue así como empezó a fomentar los puertos libres. 

Llegó un momento en que Shawn bien podría haberse acabado convirtiendo en algo parecido a un pirata. En cualquier caso, se abrió a un mundo diferente del que había conocido hasta ahora, descubriendo multitud de individuos de toda clase de razas. Algunas más amistosas que otras. Aprendió a cazar y comerciar pieles exóticas con las razas tribales de la región a cambio de bienes varios que eran más fáciles de obtener a través de los mercados y almacenes de la Alianza, y viceversa, prueba de ello es un collar de colmillos de jabaespin y un basto cuchillo para desollar que guarda consigo desde su primer encuentro con unos orcos. Ninguna de sus actividades congeniaba con las ideas de Jensen, ni con las de muchos otros en el bastión humano. A pesar de que estuviera aceptado por la relativa paz entre ambas facciones, Shawn aprendió a mantener sus asuntos con toda discreción. 

Era difícil conciliar el sueño, pese a su nueva forma de vida. Cada noche recordaba una pregunta que se había estado repitiendo en su cabeza desde el momento que llegó: ¿Hasta cuándo? 

Una noche, a su encuentro con Jensen en el camarote donde se hospedaban (si, pese a que Theramore no era precisamente pequeña, en la ciudad portuaria era más sencillo aprovechar los barcos para dormir), Shawn enfrentó directamente a su tío en busca de una respuesta. Igualmente era un adulto y podía tomar sus propias decisiones. ¿Pero acaso ya nunca iban a regresar a su verdadero hogar? ¿Acaso permitirían que Gregor se pudriera en una celda, o que aceptaran su desaparición sin más? ¿Iban a olvidar, como todos en Ventormenta, la traición que se había hecho sobre su propia gente? 

Jensen quedó mudo por unos largos segundos. No tenía una respuesta clara que ofrecer, salvo tomar la botella al otro lado de la mesa. Shawn, pese a que por norma era alguien tranquilo y apacible, arrojó el cristal contra una de las paredes del camarote de un manotazo. Tenía su temperamento, y además era fuerte. Su tío comprobó que los ojos de su sobrino habían dejado de ser los de un muchacho confuso y asustado, que en lugar de amargarse como los suyos habían escogido enfrentarse a sus temores. 

Era un cobarde, estaba muy cansado de batallar y perder… Una bocanada de hastío escapó de entre sus labios, su mano temblaba como de costumbre. La mirada del viejo lobo de mar yacía apuntando hacia los maderos del suelo, hasta que levantó la mirada de nuevo hacia su sobrino. Entonces Shawn lo supo. Jensen le había estado mintiendo, ninguna de aquellas preguntas tenían una respuesta clara, porque no la había. 

Antes de que pudiera reaccionar, Jensen le detuvo. Alzó la mano y se dispuso a explicarle la verdad. Una verdad que era difícil de entender, difícil de soportar.

Tras los fuertes disturbios, Gregor hizo prometer a Jensen que lo protegería y le alejaría de Ventormenta el tiempo suficiente hasta que la situación pudiera normalizarse. Una promesa que era imposible de cumplir porque las cosas en el reino no iban a cambiar.

Estaban condenados, despojados de todo derecho. Gregor seguía vivo, pero se había visto obligado a tomar un camino por el que un padre sentía imposible arrastrar con él a su familia. Shawn se sentía descompuesto, la razón era sencilla: Su padre se había convertido en enemigo del reino.

Todo vínculo con Gregor pondría en riesgo la vida de ambos, por tratar de protegerse unos a otros. Por el impacto que provoca la interferencia de los sentimientos en el ejercicio del cometido que ahora perseguiría, la venganza, la retribución… la justicia. Shawn lo comprendió como si la respuesta hubiera estado presente, diáfana, pero había sido incapaz de reconocerlo. Quizá porque no podía o no quería. Aquello significaba muchas cosas, quizá una de ellas, es que tal vez su padre sacrificaría su propia vida por aquello en lo que creía. Y por eso, posiblemente lo mejor era desaparecer.

Shawn tenía treinta años prácticamente. Había pasado demasiado tiempo creyendo que todo se había perdido, conviviendo con la derrota y la incertidumbre a diario. Su padre tenía su misma edad cuando se abrió el Portal Oscuro por primera vez, ahora le tocaba tomar una decisión a él. Sin embargo, aún debía descubrir qué significaba todo aquello. 

Para colmo, la quietud y relativa tregua en Kalimdor tocaría a su fin. Esta vez la nación de Kul’Tiras, con quien compartía lazos sanguíneos por línea materna, había llegado a las costas con el propósito de acabar con la Horda. 

Shawn había crecido rodeado por la amenaza de aquellos seres, pero el tiempo y las circunstancias le permitieron ver las cosas de manera diferente. A ojos de Jensen los orcos iban a seguir siendo enemigos naturales, y quizá estuvieran destinados a enfrentarse para toda la eternidad, pero Shawn ya había dejado atrás esas ideas. Él miraba mucho más allá, veía más profundamente la naturaleza de los conflictos, tuvieran el origen que tuvieran. Para él, era mucho más grave la hipocresía y la traición perpetrada por su propia gente. Ahora estos mismos hombres amenazaban la frágil paz que se había logrado construir. Nuevamente los mismos errores, y la armonía hecha pedazos.

Tanto Shawn como su tío tenían instinto para prever los problemas que se avecinaban, pero era muy tarde para huir. El bloqueo y súbito control de Theramor por parte del gran almirante Proudmoore hacía imposible evitar la contienda…

Estaban entre la espada y la pared, entre la Horda que se congregaba para iniciar el asalto a la ciudadela, y el látigo de la Alianza para combatirla. Todo el que rehusara acatar las órdenes, era arrojado a las mazmorras.

Para Jensen fue fácil tomar la espada. Para Shawn, era diferente: Fue llevado a las celdas de los cuarteles junto con otros tantos indecisos, “para que pudiera reflexionar hasta que pudiera ser juzgado debidamente por desacato y traición”. 

Cuando todo acabó, la Horda abandonó Theramore sin verter ni una gota de sangre más de la requerida. El gobierno de la ciudad portuaria recuperó su legítimo orden, pese a quienes habían caído por la tiranía de unos pocos. Aquel capítulo de la historia enseñaría valiosas lecciones a Shawn, cuyas decisiones estaban por tomar.

Jensen estuvo a punto de morir. Sus ansias de venganza ciega le llevaron a enfrentarse a cualquiera que tuviera la piel verde, sin cuestionarse la profundidad de aquella situación, pero una segunda oportunidad le permitió también aprender a tomar mejores decisiones. En su lecho, mientras se recuperaba de las heridas, hizo que Shawn le trajera su cuaderno personal. Una bitácora propia, que hacía las veces de diario.

Bajo la tela de una de las solapas, mediante las indicaciones de su tío, Shawn extrajo un viejo papel de uno de los pliegues. Había permanecido allí guardado durante años. Aquel trozo de pergamino, que pertenecía a una de las muchas hojas de un grimorio de tamaño medio, llevaba un escrito hecho por el puño y letra de Gregor...

Spoiler

Las promesas de paz y prosperidad de los Wrynn han caído en el olvido, dejando tras ellas una estela de sufrimiento e infortunios. Las mentiras urdidas por la Casa de Nobles han mancillado el honor del pueblo de Ventormenta. 

Entre los gremios existe un descontento generalizado debido a los engaños perpetrados por los nobles, suponiendo el desamparo de civiles, el sometimiento de los menos afortunados al hambre y la miseria, el encarcelamiento constante de aquellos que protestan…

Mi labor como artesano ya no consiste en construir un lugar mejor, sino en procurar un futuro justo y digno para todos nosotros. Para mí hijo. 

No encuentro ni un sólo hombre o mujer en situación de hacer frente a esta situación, que tenga el valor suficiente para hacerlo. Estoy rodeado de quienes no pueden o no quieren enfrentarse a la verdad. Wrynn y la Casa de Nobles no son solo un puñado de infames tiranos con poder, también son quienes por desgracia siguen controlando estas tierras y a todas sus gentes. 

Es necesario rebelarse. 

Soy un hombre de honor, sirvo a mi patria. Pero esta ya no es mi patria. Estuve allí cuando estalló la primera guerra contra la Horda oscura, cuando salvé todo cuanto pude y huí con mi familia al norte. Cuando se declaró la segunda, estuve allí en las costas de Trabalomas en campaña contra los orcos, levantando muros y cavando trincheras. Y al regresar a casa, un peñasco calcinado de lo que algún día fue, estuve allí cuando nos arrebataron el futuro después de levantar sus castillos y altos hogares.

Me encontraba allí tirado sangrando cuando los soldados nos apalearon y expulsaron, sabiendo que si íbamos a permitirlo no dejaríamos a nuestros hijos más que vergüenza y miseria. Ahora sé que sólo hay un modo de hacer justicia. Al hacerlo me convertiré en traidor, pero lo acepto. 

× × ×
G. E. S.
× × ×

Luego de que pudiera leer esas palabras, Jensen le confesó que si quería saber más debía buscar a alguien llamado Barlow, quien con toda seguridad estaría aún en las celdas. La única advertencia era: si estaba determinado a seguir ese camino, debía comprender que ya no habría vuelta atrás.

Jensen le dijo que aún debía hacer una cosa más: Esperar a la medianoche y aguardar al cambio de turno; además, llevar consigo dos odres con vino. Shawn titubeó, no creía que fuera a ser tan sencillo como sobornar a los guardias con alcohol, pero Jensen insistió.

Cuando Shawn entró a los cuarteles todo parecía normal, salvo por la considerable magnitud de residentes en las enfermerias. Había un ambiente sosegado propio de las horas tardías y, para su sorpresa, no hubo reticencia en que accediera a las celdas. Ya había estado allí, de hecho. Tan pronto le detuvieron de seguir avanzando, Shawn únicamente mencionó que pasaba a visitar a un amigo. Ante el silencio, decidió sacar uno de los odres como muestra. 

Los dos guardias tomaron el odre y volvieron a sentarse, dejando que Shawn continuara hacia la galería de celdas. Se sorprendió de la facilidad con la que la seguridad podía ser burlada, pero no era momento para hacerse preguntas al respecto, tenía que ver a alguien. Aunque no sabía muy bien a quién…

No había sino unos pocos presos, mayormente con estado de embriaguez y durmiendo la mona. En la penúltima celda se detuvo, pronto algo llamó su atención.

Sus ojos ya habían visto aquel dibujo en los muros de Ventormenta. Estaba convencido de que el engranaje de su mano era una pista, luego el hombre que se sujetaba la cabeza alzó la mirada. A los pocos segundos de silencio, con gesto severo le preguntó quién era.

Shawn se sentía extraño ante la forma tan fluida en que se desarrollaban las cosas, aunque pronto intuyó que Jensen sabía lo que se hacía y que aparentaba ser más ignorante de lo que realmente era. No saber bien dónde estaba, o por qué, solía incomodar bastante a alguien como él dado que siempre evitaba sentirse a la deriva. Tanto literal como figuradamente.

“Un amigo”, dijo finalmente Shawn, después de preguntarse si era necesario decir su nombre. Evidentemente, no se conocían. Cuando Barlow alzó una ceja y volvió a hablar, no fue necesario que terminara la frase: “Un amigo traería vi…”. Shawn había sacado el odre.

El hombre se levantó y caminó sin prisa hacia los barrotes, más pendiente de Shawn que del propio vino que le extendía. Era evidente que éste solo era una excusa, o una invitación a parlamentar.

Barlow sujetó los barrotes con su mano derecha, la cual lucía el tatuaje del engranaje. Shawn también pudo observar el dorado anillo de su dedo índice tras un gesto de soslayo, antes de que la otra mano tomara el vino. Nuevamente, Barlow describió un brillo inquisitivo en sus ojos azules. En cambio los de Shawn parecían llenarse de nuevas preguntas, había algo que no le cuadraba.

El hombre frente a él lucía varios detalles inconexos. Aparentemente, viéndole en pie y a la luz, lucía una vestimenta propia de la flota de Kul’Tiras que poco tenía que ver con el hecho de que llevara tatuado el engranaje en su mano. Poco podía ser una coincidencia, su instinto se lo decía.

Shawn hizo la pregunta más obvia, “la cuestión es, quién eres tú”. Barlow, si así se llamaba, esbozó una sonrisa jubilosa. Aún así mantenía un gesto afilado y adusto, pero a través de sus labios se escapaba una tenue risa. Parecía complacido, cosa que intrigaba aún más a Shawn.

“Un amigo”, Barlow asintió. Alzó el vino y dio varios tragos antes de devolverle el odre a Shawn, invitando a compartirlo. Luego le sujetó la mano derecha un instante, sin forzarla, preguntándole a él dónde llevaba la marca. 

Pareciera que Shawn estuviera hecho para conocer todas las respuestas. Quizá cuando dos mentes piensan igual, las palabras surgen por sí solas. Respiró profunda y suavemente, dejándose llevar por la reflexión de aquel momento durante unos breves segundos.

“Aquí…”, respondió, llevándose una mano al pecho.

Barlow volvió a recuperar la seriedad, asintiendo quedamente. Sin duda le comprendía más allá de lo que imaginaba. Ya poco les faltaba para comerse la boca el uno al otro. 

De repente, comenzaron a darse cuenta de la situación. Tan pronto empezaron a mirarse raro mutuamente, ambos estallaron en carcajadas durante un rato. Shawn tuvo que secarse una lagrimilla, incapaz de contener el humor, Barlow mantuvo la sonrisa unos instantes y luego retomaron la conversación. 

En ese momento Shawn le dijo que había venido a verle por indicación de Jensen. Sin embargo, antes de que pudiera acabar la frase, Barlow le detuvo. Su gesto se había descompuesto, desbaratando su ceño para dar lugar a una melancólica y sorprendida mueca.

“Tu eres el hijo de Gregor”, musitó. Su aliento parecía agitarse, sin apartar la vista de Shawn. Como si le conociera de toda la vida, atravesó los barrotes con sus brazos y se abrazó de él tanto como pudo.

Aquel instante tomó a Shawn por sorpresa, haciéndole sentir más vulnerable que cualquiera de las situaciones que había vivido hasta el momento. Curiosamente no sabía si por el tiempo que extrañaba un gesto así, temblaba por dentro sin saber qué pasaba. Permanecía sediento por descubrir quién era ese hombre y qué podía saber se su padre. Llevaba demasiado tiempo esperando respuestas.

Entonces Barlow le soltó y llevó su mano derecha a un lateral del rostro de Shawn, sujetándolo con firmeza. “Realmente eres la viva imagen de tu viejo”, dijo, luego entonó una suave risa.

Obviamente Shawn, pese a que sentía una agradable y prematura confianza hacia Barlow, seguía confuso hasta que éste apaciguó sus dudas. Para empezar su nombre era James, quien además era un cercano amigo de su padre. Prometió que las respuestas llegarían pronto, lo importante era saber que Gregor estaba bien, que volverían a reunirse cuando fuera el momento adecuado. De momento tocaba esperar solo un poco más, hasta poder reunirse en un entorno más apropiado. 

Dos días más tarde liberaron a Barlow de su detención, las causas habían sido motivadas por una reyerta sin importancia. Shawn dedujo por qué, pues solo así pudo haber dicho Jensen que seguramente continuaría en las celdas, por tanto mucho tenía que ver que detrás de ello hubiera una significativa y acalorada discusión entre ambos. Probablemente el vino hubiera sido una manera de hacer las paces. Barlow lo confirmó, admitiendo que se parecía a Gregor más de lo que imaginaba.

Del mismo modo, Barlow puso al día de cómo habían ido las cosas en los reinos del Este. La situación pintaba mal en Ventormenta, para poco variar, entre otras cosas. Fue entonces cuando Shawn supo que tanto Barlow como su padre estaban involucrados en algo más que una mera oposición contra el gobierno de Ventormenta. 

Obviamente Barlow pretendía no entrar tan pronto en un tema tan delicado, pero ya era tarde para aquellas sutilezas tratándose de Shawn. Aún poseía el manifiesto. Esta información era de absoluto secreto y exigía la máxima discreción de su parte, por una cuestión vital y de interés para la causa, así que Barlow le instó a quemarla de inmediato. Shawn conocía ya las palabras de memoria, después de leerlo repetidas veces, una y otra vez, y aunque fue reticente al principio finalmente hizo lo más sensato. Quizá tras haber podido conocerlas ya su propósito estaba suficientemente satisfecho. 

Deshacerse de la única posesión que le acercaba a Gregor de alguna forma le permitió comprender que las cosas materiales carecen de valor real. A menudo no son sino un lastre físico y espiritual. Sin embargo, para Barlow aquello sirvió como muestra del compromiso que era capaz de hacer. Sólo entonces le habló de la Hermandad Defias, que ya empezaba a conocerse en las regiones. Shawn apenas había escuchado rumores hasta entonces, pero lejos de las historias que buscaban criminalizar y demonizar sus acciones, aprendió la verdadera naturaleza que había detrás. No era de extrañar que sintiera su propósito ligado al de esta causa, la de hacer justicia y vengar los ultrajes cometidos contra el pueblo. Y, personalmente, contra él y su familia. 

Lejos del romanticismo de la rebeldía Barlow no esperaba menos del hijo de Gregor, pero aún era muy pronto para él. Independientemente de lo que pensara, Shawn le hablaba muy en serio. Sus ojos denotaban un profundo recelo que no se había desvanecido con el paso de los años. Por fuera su apariencia podía describir a un hombre disciplinado y afable, cualidades que no tenían por qué ser ajenas a él; sin embargo Barlow distinguió algunos rasgos más tras la mirada de Shawn. Entre otros, la paciencia.

Eso sí era algo con lo que podía contar. Barlow era incapaz de situar a Shawn en las operaciones de la hermandad ni mucho menos, ni era un honor que se pudiera ganar o merecer por cuestión de voluntad. La verdad, tratándose de ser hijo de quien era, fue todo cuanto esperaba ofrecerle. Sin embargo Barlow ya sospechaba con que aquello no bastaría.

La determinación de Shawn a seguir aquel camino desde que estallaron las protestas, tal como le ocurrió a todos aquellos que soportaron el peso de las grebas sobre sus cabezas, era algo innegable e incuestionable. Únicamente su momento se había postergado indefinidamente hasta aquel instante, y ni él ni nadie le iba a cambiar. La ira de un hombre paciente es todavía más peligrosa que su espada.

Barlow podía hacer dos cosas, observar a partir de ese momento, o… guiarle.

Quizá Jensen sabía que desde el instante en que su sobrino supiera del destino de su padre, no habría quien pudiera detenerlo o desalentarlo a seguir sus pasos. Aunque estos le pudieran llevar a la muerte. Probablemente había esperado lograr en Theramore lo que no pudo en Páramos de Poniente con su propio hijo, Hanse. Jensen sólo trataba de protegerlo.

Cuando Shawn fue a despedirse, su tío le recordó que hay muchas más cosas por las que vivir que la venganza. La respuesta de su sobrino, aunque entendía aquello que le decía, arrancó una lagrima de sus cansados ojos: rendirse ante la injusticia, olvidar a quienes la padecieron y permitir que se perpetúe, eso es morir en vida. 

Shawn salió de los cuarteles de Theramore sintiendo que algo en su interior había cambiado. O quizá no. Sencillamente parecía que un gran peso había desaparecido por fin, y que el vacío de su interior se había llenado por la claridad y el hecho de saber quién era. Antes de continuar, apenas dando unos pasos, algo llamó su atención… La noche cubría el cielo con infinitas estrellas, pero bajo este a un lado del camino una pequeña criatura sollozaba: Un polluelo indefenso que apenas podía alzar el vuelo. 

Sin pensarlo dos veces, instintivamente Shawn lo recogió del suelo y se lo llevó al bolsillo de pecho de su casaca. Aquel encuentro lo consideró una señal tras la conversación que más tarde tendría con Barlow. Antes de alzar el vuelo, primero iba a tener que aprender.

Varios años han transcurrido desde aquella noche. 

En la fecha presente, un barco atraca en los muelles de la gran ciudad de Ventormenta con un pasajero muy diferente a como la recordaba. Shawn había alcanzado los treinta y seis otoños, empleando los últimos años en prepararse para su nueva etapa de regreso en su tierra natal. Su historia comienza ahora. 

 

Editado por Sanguine
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