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Thala

[Historia] Kinsgley Throne

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  • Nombre de Personaje

          Kingsley Throne 

  • Raza
    Humano
  • Sexo
    Hombre
  • Edad
    30
  • Altura
    1,83
  • Peso
    74
  • Lugar de Nacimiento
    Mano de Tyr
  • Ocupación
    Sacerdote Novicio de la Cruzada Escarlata

 

 

  • Descripción Física

    Es un hombre de mandibula ancha, una barba rala y ojos almendrados. Suele llevar el pelo corto, tratando de mantener un aspecto pulcro y ordenado. Luce una pequeña cicatriz sobre el labio fruto de un accidente de cocina años atrás. Alto, de más de metro ochenta, su físico no es nada cuando se compara con el de los soldados entrenados que llevan duras vidas de combate, sin embargo trata de cuidarse y mantenerse lo mejor que puede.

  • Descripción Psíquica

    Despistado, algo atolondrado a veces. Kingsley es un hombre que disfruta de los pequeños placeres, aficionado a la cocina, el canto y el baile. Siempre ha soñado con participar en una de esas famosas fiestas en las que los nobles contratan orquestas y bailan con trajes maravillosos y mascaras. No puede evitar pensar que la cruzada podría ser mejor de que hoy en dia es. Y le preocupan los novicios y novatos que tratan de ingresar en ella en busca de simple sed de venganza, y por ello, siempre esta dispuesto a tratar de dialogar y tratar de hacer ver a todo hombre, su objetivo desde una perspectiva mas sacra.

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  • Una vida tranquila

     

    La familia Thorne siempre ha vivido a las afueras de Mano de Tyr, una vida tranquila, una vida de civiles. La familia se dedicaba a la confección de telas, vestidos, camisas y bordados, mientras otra parte se dedicaba a la ganadera, en especial de ovejas y vacas. Era el negocio familiar, que durante más de 5 generaciones se había mantenido de padres a hijos. Desde luego algunos, los más valientes y competentes habían servido en el ejército de Lordaeron, o incluso se habían unido a la Iglesia de la Luz, sin embargo estos eran casos raros y contados en la familia Thorne, acostumbrados desde siempre a vivir como lo habían hecho sus padres y sus abuelos, con tranquilidad y humildad, una vida pacífica lejos de los horrores de la guerra y las armas.

     

    Kingsley, por supuesto, no fue una excepción, pasó su juventud correteando entre hierbas, jugando con su hermana mayor y los hijos de los vecinos, con los que los Thorne llevaban comerciando y ofreciéndose ayuda mutuamente desde...siempre. Fue toda una sorpresa para él cuando enviaron a su mejor amigo, Rob, a Ventormenta, al parecer el muchacho iba a entrar en algún tipo de academia mágica, Rob, mago? Todo un disparate a ojos del joven Kingsley, cuando Rob era incapaz de jugar sin arañarse o caerse una docena de veces mínimo.

     

    Por supuesto, la caida de Lordaeron ante la plaga fue todo un duro golpe para su familia, pero después de todo en Tyr pudieron seguir viviendo, más o menos como siempre lo habían echos. Tal vez podría ser que un niño viera extraño crecer en un entorno tan militarizado y vigilado como es el corazón de la Cruzada Escarlata, más cuando no has conocido otra cosa, ni si quiera puedes imaginar otra forma de vivir.

     

    Los años pasaban, y Kingley crecía, aprendiendo de su padre como tejer, cómo usar telares, como obtener el hilo y que clase de tejidos eran mejor para cada tipo de ropa, pues aunque muchos lo ignoren, fabricar una camisa que va a llevar un humilde granjero bajo el sol todo el dia, no tiene nada que ver con conseguir la belleza, suavidad y elegancia que pertoca a un vestido para una gala, o incluso prendas para nobles si la Luz estaba de su lado ese mes!


     

    La muerte de Dyane

     

    Kingsley tenía ya 20 años, su hermana mayor, Dyane, estaba apunto de cumplir los 24.

    Su padre, antes de jubilarse y dejar a sus hijos al frente de su pequeño y humilde negocio, quería conseguirles algo mejor, darles algo, una oportunidad con la que volar libre y, quien sabe, tal vez empezar lo que sería la familia de sastreros mas grandes de todo el Imperio, pero todos los comienzos resultan siempre humildes, y este no iba a ser menos. Un amigo le había escrito desde un lugar alejado.. Kingsley ni si quiera recuerda ya el nombre, Tal vez fuese Nuevo Avalon, al parecer tenía un conocido muy interesado en el trabajo de su familia, y le instaba a viajar hasta allí, llevando con el un cajon entero de sus mejores prendas, de todo tipo, para mostrar su mercancía, y así, firmar un contrato comercial demasiado suculento como para simplemente ignorarlo.

     

    Sin embargo su padre estaba ya muy anciano, y un viaje de tal magnitud estaba completamente fuera de sus posibilidades, y Dyane no dudó en querer ir en su lugar. Por que no? Ella iba a heredar el negocio, y siempre había sido una mujer intrepida, resuelta y de mente agil, sabría defender los intereses de su familia mejor que Kinsgley, que siempre había sido algo mas despistado y ensoñado que su hermana . Así, acompañando a un pequeño destacamento de la Cruzada que viajaba hacia el mismo lugar, empacaron sus cosas, cargaron el carro con sus mejores prendas y comenzaron el viaje.

     

    Pero las Tierras de la Peste es un infierno viviente, hasta un viaje ligero puede resultar peligroso sin la escolta adecuada, y aquel, no era un viaje nimio. No sabe en qué punto fue exactamente, ni si quiere tiene claro si fue culpa de los remanantes de la Plaga o fueron los Renegados, lo unico que tiene claro, es que ese fue el dia en que hermana murió, y no quedó nada de ella que pudiera si quiera llorar.



     

    Una nueva vida

     

    La muerte de Dyane devastó a su familia, su padre, ya anciano, no pudo soportar el dolor y la pena, y un dia, al amanecer, se encontró su cadaver sobre su lecho. En cuestión de dos semanas había perdido absolutamente todo, y Kingsley se vió solo con el negocio y todas las responsabilidades, más no estaba preparado para ellas..  Desatendió todas sus obligaciones, hasta que la visión de perder el negocio que su familia habia construido y mantenido con el sudor de varias generaciones le obligó a actuar.. y simplemente cedió el negocio a un primo, para que al menos, todo el trabajo de la vida de su padre no se perdiera en los anales de la historia.

     

    Desesperado y sin esperanza alguna, se dedicó a gastar todo el dinero que le quedaba durante meses de taberna en taberna, nada tenía ya valor para el, por que iba a tenerlo en dinero? Sin embargo, un día, mientras caminaba por las calles de Tyr en busca de otra taberna, vió como un batallon de la Cruzaba regresaba triunfante de una batalla. Muchos de sus hombres estaban heridos, algunos de maneras horribles, muchos ni si quiera eran capaces de caminar con sus propios pies y tenían que ser llevados en camillas, sin embargo, sus semblantes, hasta los desfigurados por las heridas, estaban sonrientes, volvian de una victoria, una victoria de la Luz sobre las fuerza del Mal, y no parecía que los muertos ni las heridas que habían sufrido les pareciera un precio elevado ante la hazaña.

     

    Se quedó observandolos desfilar, sorprendido y maravillado a partes iguales, y no tardó en comenzar a escuchar una voz poderosa y grabe que se alzaba sobre el murmullo del gentio, uno de los sacerdotes había comenzado a dar un discurso, sobre la Luz, sobre la Tenacidad, sobre los grandes deberes de la Cruzada y su importancia, y Kingsley no pudo más que maravillarse. Cuando tono terminó, lo tenía claro, quería tener esa seguridad al hablar, quería formar parte de ello, quería tener ese poder magico que aquel hombre parecía esbozar con sus simples palabras, alejar las dudas, el miedo y la agonia con unas simples palabras y la ayuda de la sacra luz.

     

    Así, ingresó en la Cruzada, como novicio de la rama eclesiastica. No fue un aprendizaje facil, ni agradable. Kingsley era despistado, y tendía a olvidarse los libros, las togas y todos los neceseres en sus habitaciones, o realmente en cualquier lugar. La disciplina jamás fue un fuerte en el, pero aprendió a respetarla a golpe de varazos y latigazos, más no hay prueba suficiente dura para un hombre que por fin ha encontrado un objetivo que seguir.

 
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