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Blues

Kandriel Phoenixlux (Muerta)

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Descripción física

Ficha rápida:

Altura: 1.74 mts

Peso: 60kg

Complexión: Delgada/esbelta.

Edad: 94

Descripción:

De rostro ligeramente alargado, con facciones rectas y una barbilla alargada; como de diamante.. Sus ojos estan ligeramente hundidos y su frente es algo prominente, con unas cejas largas que siguen la curvatura de sus ojos. sus mejillas son delgadas, no muy expresivas. Lo mismo puede decirse de sus labios delgados y frágiles, que gustan cortejar con la ironía. Suele llevar su cabello rapado del lado izquierdo de la cabeza, el resto le cae como un flequillo largo, con mechones desiguales y delgados que cubren la mitad de su rostro, el pelo es de color rubio, pero tan pálido que roza perfectamente el color blanco. Tambien porta los mechones desarreglados y asimetiricos, resaltando algunos por detras de la cabeza.  La complexión de su cuerpo es delgada, atlética. Su armadura es ligera y apenas lleva la suficiente para proteger las partes más vitales. porta además un cinturon con bolsas pequeñas para llevar pequeños objetos y un brazalete de arquería, no lleva muchas cosas consigo más que sus flechas, un cuchillo de desuello, la punta y parte del mango de una lanza rota y un pequeño morral con lo más vital.

Descripción psicológica:

Descripción:

Suele tardar en confiar en las personas, es capaz de trabajar en grupo sin problemas aunque siempre conserva esa actitud individualista, prefiere seguir las cosa sa su manera si su juicio se lo permite de esa forma. Prefier eno conocer mucho a las personas, por tomarles cariño, si no le ve utilidad a conocer esa información no la preguntara. Cuando se le pregunta de su pasado suele dar respuestas esquivas y le da la vuelta al tema. Es desordenada en los ambientes urbanos, se estresa facilemente cuando tiene que pasar periodos prolongados (de mas de un par de semanas) en los centros urbanos.

Toma la cacería como algo muy serio, cuando se encuentra en su ambiente cambia radicalmente su actitud, se vuelve mas calculadora, callada y concentrada. Tiene una visión bastante amplia del mundo por los lugares que ha visitado y procura aprender un poco de todo.  Cuando entabla una relacion de confianza (lo cual tarda severamente) suele ser más abierta con sus pensamientos y experiencias; No obstante prefiere desviar la atención de su persona lo más que pueda.

Su rasgo mejor guardado es la melancolía que siente, por los lugares que ha visto, las experienciaas que ha vivido y por lo que le falta ver, tocar y sentir. Suele recordar mucho su vida pasada, pero lo hace en silencio y siempre consigo misma. Intenta ser cordíal dentro de sus limites, con un poco más de confianza hasta se da la libertad de hacer comentarios sarcásticos o ligeramente pedantes, pero no ocurre de manera muy frecuente.

Suele ser paciente, comprensiva y no le gusta abrir la boca a menos que tenga algo bueno que decir, los chismes le improtan poco y tambien las palabras de la gente, prefiere ver los actos y dejar que hablen por si solos. Tiene un nivel de tolerancia muy alto con la gente, intentando siempre conservar la actitud calmada. No obstante cuando se ofende por algo no lo deja ir facilmente, le cuesta perdonar o si quiera considerar el perdón despues de, lo que ella considera, una falta grave.

Es segura de si misma y de sus habilidades, aunque quizás se atribuye a veces capacidades superiores a las que en realidad tiene. Lo que la alegra es una buena historia, una buena tarde en los bosques o con gente que sea de su confianza y los platillos exóticos. Lo que la disgusta es la pasividad, la hipocresía y la traición, jamás estará en paz en un ambiente con esas características.

En general, suele ser una parseona bastante callada al principio, no descortéz ni tímida, simplemente callada. Pero cuando obtiene confianza suele abrirse un poco más y mostrar su faceta alegre y cooperativa, pero disfruta de su soledad cuando la necesita, además de los recuerdos y las buenas historias.

Historia:

Capítulo 1: Venganza.

Spoiler

 

Estábamos yo, el viejo lerdo y su oloroso hermano de frente arrugada Baeldram en una de las mesas más apartadas del lío principal en la concurrida taberna “Fondo de bota”. Nombre bastante apropiado para un lugar ambientado con un olor a cuero viejo y asados de cordero desde la cocina. Yo me encontraba encerrada entre los dos hermanos, sus barbas me rodeaban y me sentía como una inútil pared, innecesaria pero totalmente requerida en ese momento. Los dos hermanos tenían la fama de ser unos roñosos, revoltosos y aficionados al placer hedónico de la bebida, y la torpe y vulgar danza de la borrachera, financiada por las excursiones al bosque cercano, de las cuales yo era participante activa.

Me encontraba yo viendo a la chimenea del otro lado, era una noche cruda y soplaba un frío muy maldito que te llegaba desde la piel hasta los huesos, me recordó la crudeza de la intemperie y me sentí agradecida por tener un fuego que mirar y un calor que sentir. Frente a mi estaba un estofado a medio picar, no me sentía con mucha hambre y de todas maneras el hambre que siento no se puede llenar con simple, inmundo y vulgar cordero, digerible al menos, pero dolorosamente insuficiente.

-¿Y ahora qué pasa eh?-

Uno de los hermanos a mis laterales comenzó a reir, yo estaba confundida, no había dicho nada en un solemne tiempo, y estaba segura que no estaba segura de haber escuchado algo gracioso de los labios roñosos del curtido y viejo lerdo. Yo sentía un asco profundo debajo de mi estómago y mis manos apretaban y tensaban un pedazo de tela blanco, y me preocupaba mucho esa sensación pues no faltaba mucho para que de verdad fuese insoportable y mi cabeza diera vuelta tras vuelta como en el reloj viejo e inservible del ayuntamiento. Mi mente hacía Tic-tac tic tac tic tac cuando el sudor talló, con malvada frialdad, el lomo de mi nariz, y deje salir un pequeño jadeo, toda avergonzada.

-Mejor nos vamos moviendo...los otros no van a esperar tanto.- Dijo con bebida en la barba el viejo Lerdo, cuyos dientes se colorearon como la bebida de maíz fermentado, todo muy vulgar e incivilizado. Pero yo asentí en mi ruidoso silencio y me levanté, no sin limpiar lo mejor que pude las motas de polvo invisible que sentía sobre la piel de mis brazos y debajo de mis guantes de cuero, y me sentí muy mal, con un picor de fuera de este lugar, pero tragué saliva y aguante lo mejor que pude, pero afuera, el reloj solamente hacia su viejo crepitar. Y mi cabeza empezaba a hacer Tic-tac Tic-tac…

No lo supe, mi mente estaba lejos, alma a lado de mi cuerpo pues yo había huido lejos, lejos de las palpitaciones asquerosas de mis entrañas, residuos de una insana adicción y que mi cuerpo, al igual que el de toda mi gente, resiente y castíga con dolorosas patadas de conciencia. Fuimos muy tontos...muy ingenuos. Pero no era el momento de pensar en el permanente malestar; por lo que, cuando recupere la conciencia de mis actos hice una lista rápida de todos mis objetos, y que probarían ser tremendamente útiles y críticos después.

Conté las flechas en mi carcaj, y cuando terminé volví a tocar mis proyectiles con la yema de mis dedos, sintiendo el malestar en mi estómago pues ya había descubierto hace tiempo que tener la cabeza ocupada ayudaba enormemente cuando los dolores comenzaban. Así que respire, y respire otra vez con más profundidad. Mi arco estaba listo en mi mano izquierda, las correas que sujetaban mi cinturón con las bolsas necesarias para llevar pequeños objetos como ganchos o alfileres estaban bien aseguradas; Lo más importante es que contaba con lo más indispensable para tratar algunas heridas, y mis compañeros cazadores cargaban con las demás cosas, igualmente importantes.

Yo cargaba con lo crítico para salvar una herida en el bosque, además de regalitos para improvisar trampas o ganchos. El lerdo tenía un trabuco enorme, advertencia segura para las cosas peligrosas y maravillosas que nos aguardaban. Y el hermano del viejo lerdo tenía su lanza en la espalda, grande y de aspecto peligroso, bastante intimidante. Y detrás de ellos había dos humanos. Uno de melena negra y ondulada, en su mano derecha, las correas negras de dos mastines que rastreaban olores y sabores en el suelo, criaturas formidables sin duda. Y el otro, el segundo de los hombres, parecía sencillo, como yo portaba un arco a su espalda, también varias bolsas pequeñas a lo largo de sus piernas y en su cinturón. A este, rubio y con un arco, lo conocí como Eliseo. Su compañero, de melena color noche, respondía al nombre de Thodin.

Estábamos yo, los dos humanos y los enanos hermanos, nuevamente me perdí descuidadamente en mis recuerdos, secretos y temibles que guardaba muy dentro de mi corazón, pero salían cada vez que el hambre arcana hacía Tic-tac en mi cabeza…

Lo que me sacó de mi trance fue el hermano mayor de los enanos, El viejo lerdo, el cual iba frente al grupo con su trabuco en el hombro, bien relajado pero peligroso. Preguntó por mi nombre, el cual le di con una sonrisa, no por gusto sino por ser educada, y todo el grupo sonrío un poco al comprobar que tenía el regalo del habla.

Y así fue el resto del viaje hacia los adentros del bosque, estábamos yo, los otros cuatro y mis recuerdos. Los cuales yo intentaba empujar fuera de mi mente, para tener los ojos bien puestos en el lenguaje del bosque...Pero también tenía una doble misión, pues buscaba en las sombras por los susurros de las plantas, la brisa que sacudía las ramas y los confusos olores del bosque profundo…

-Quiero que esten todos atentos, caballeros y madame.- Habló el viejo lerdo. -. La bestia que estamos buscando ha devorado al menos a dos partidas más grandes que la nuestra...se ha vuelto un peligro para todos en el pueblo.- Musitó en nerviosismo. Yo guarde silencio, como había hecho desde hace horas. El lerdo no podía decirme algo que yo no supiera ya, la bestia era una leyenda reciente. Algunos dicen que es un oso sobrenatural, como un espíritu enfadado del bosque. Otros comentaban en voz baja por las tabernas que era en realidad un demonio disfrazado de eso, y que por eso tenía el tamaño de dos hombres del norte, y su pelaje negro era indetectable en la noche.

Y yo ya sabía todo eso, ya me lo habían contado. No más bien no me habían dicho nada, yo lo había visto con mis ojos, yo vi la imagen de la bestia enorme reflejada en los ojos de un joven cazador...Uno al que conocía muy bien, uno, que vivía como espina en el corazón, y era peor que las patadas del estómago y dolía más que los recuerdos.

 

Alarith, hermano mío...He venido por tu última paz en este increíble y torcido mundo.

Capitulo 2: El rey de la montaña.

Spoiler

Pasamos dïas completos vagando sin rumbo en los bosques, teníamos que cazar para nosotros y para los perros del hombre. De toda la partida, me lleve mejor con los hermosos ejemplares que habían traído. Mi humor no se encontraba muy decaído, la caza constante mantenía mi mente ocupada y afilada, lejos de las patadas y el tic-tac de mi cabeza; Pero no era suficiente, y nada lo será nunca más.

Me mantuve silenciosa lo más que pude, esquivando las preguntas sobre mi procedencia, ni siquiera hablé sobre el fatídico destino de mi hermano a manos de la bestia. Lo hice así para no alarmar al grupo, y para no cobrarle un precio alto a mi moral en general. Pero cuando me encontraba relativamente sola, buscando rastros o frutos salvajes, me distraía de vez en cuando con mi hogar, perdido hace muchos soles. Los humanos dicen que no vale la pena llorar sobre la leche derramada, yo discrepo, discrepo muchas veces. No me pongo a llorar, pero no es tan fácil dejarlo ir simplemente.

Así pasé más horas incontables, buscando el letal territorio de la bestia, tratando de sobrevivir con la ayuda de los habladores. Debo admitir, que conforme pasaban los momentos de silencio en mi mente, les empecé a tomar confianza lentamente. Manteniendo mi distancia, claro está, pero de vez en cuando respondía sus preguntas con respuestas cortas, en vez de un simple “tal vez” o un sí o no. Ellos dibujaban una sonrisa ligera cuando accedía a satisfacer sus inquietudes. Yo, por mi parte, sentía que ayudaba de alguna forma haciendo eso.

Pero no duró mucho tiempo. A medida que nos adentramos más y más en el bosque, cerca de las faldas de las montañas que en esa temporada castigaban la flora local con una capa blanca de frío condenado, comenzamos a notar marcas muy altas en los árboles, además de la ausencia de presas más grandes por la cercanía. y yo despedí a lo recuerdos vagos que vienen con la subida de adrenalina, el extraño placer del miedo…

Y nos miramos cada uno en un silencio complaciente, hubo un acuerdo sin palabras, solamente miradas y nos dijimos sin pronunciar una vacía frase un silencioso adiós pues era muy cierta la despedida de uno, o todos nosotros. Así es la cacería…

Nos adentramos casi sobre nuestros talones, el suelo del bosque servía como una especie de colchón para nuestros pasos, la luz se estaba haciendo mucho más escasa  y todo tmo el color del suave ámbar cuando lo tomas en tu mano, es maravillosamente suave y la luz que pasa sobre su color se torna naranja...y al mismo tiempo rosado, como el sol sobre cada superficie del bosque.

Hermoso ciertamente, y peligrosamente alarmante pues el color ámbar indica que es la puesta del sol, y nos estábamos adentrando en el feudo de un tirano, mitad bestia y mitad leyenda. Obviamente no estábamos en ventaja, el rey conoce bien sus territorios. Así que sugerí quedarnos a las faldas de la montaña, cerca de la capa de nieve, para esperar a cuando el sol saliera otra vez...Y así, al menos inclinar un poco la balanza, groso error pero yo no podía saberlo.

Capítulo 3: La muerte negra.

Spoiler

Estaba yo con el lerdo y su hermano, sentada con mi espalda sobre una roca de forma curiosa, lisa por arriba y por los lados, a pesar de ser una roca era extrañamente acogedora, me sorprendió lo cansada que debía estar para que me pasara de esa forma. Tenía hambre y mientras comía un poco de las últimas piezas de carne seca que llevaba conmigo le dedique una mirada a las estrellas, aquí y en el eterno bosque donde crecí se ven de a misma forma, pero yo las miraba diferente ahora, con un toque de nostalgia y amargura porque mi inocencia se había ido para alguna constelación de arriba, y desde una estrella me gritaba, haciendo burlas y bromas por todo lo alto.

Reflexioné un poco sobre aquello. Nuevamente me encontré no en un frío bosque con un cuarteto de cazadores, si no en una noche tranquila, algo cálida y al mismo tiempo fresca, encerrada como los secretos ahora profanados de mi tierra. Pero ahí estaba yo después de haber tenido un día dedicado al arte del hedonismo. Jamás, ni en mis más disparatadas pesadillas hubiera podido encontrarme a mi misma, frente a una fogata en una tierra extraña, con un hambre que la comida no podía satisfacer y con la permanente amenaza de sucumbir ante la sed maldita

Ahora que lo pensaba detenidamente...Ciertamente tenía una muy buena vida, no la gran vida pero si bastante cómoda. Mientras yo me ocupaba de salir, de correr y de ser indisciplinada mi hermano se preparaba para ser un forestal, uno mediocre eso sí, pero con la suficiente suerte para salvarme a mí, una carga pesada, y a él mismo. De nuevo volví a pensar en él ya que había salido el tema de mi hermano, viajar en el pasado me ayudaba a no pensar en el horrendo tic-tac de mi cabeza y ciertamente era un amargo placer el estar atrapada en las cadenas de la melancolía…

Entonces, recordé por qué yo estaba en ese lugar, rodeada de cazadores y escapando a la gravedad de autocompadecer mi amargo destino. Yo, estaba ahí para vengar su muerte, pues sentía que había quedado una brecha sin saldar entre él y yo, pues me dio todo lo que soy, lo que sé e incluso más, me dio una razón para mirar esa maldita y hermosa estrella de donde, seguramente y conociendo su personalidad, se estaba burlando de mi junto con la maldita inocencia que perdí cuando él me salvó la vida.

Maldita, Oh maldita calumnia…La verdad era que sin él, me sentía más sola que la estrella más alejada, aquella que apenas logra verse, y es insignificante por el brillo de las demás.

Pero no pasó mucho tiempo así, pronto y como un ataque sorpresa se escucharon los ladridos de los canes que nos acompañaban. El lerdo estaba contando una historia sobre su tierra en la montaña a los humanos y su hermano balbuceaba acerca de un estofado con miel; cuando los canes ladraron el lerdo casi se cayó de la roca y eso me hizo reaccionar de mi trance.

Y fue cuando lo vi...Era negro, negro como la sombra entre los árboles; Era feo, feo como un recuerdo roto, de esos que no te dejan dormir tranquila por el temor de revivirlos; Era monumental, su tamaño ya era icónica pero los rumores no te preparan para pasmarte helada y pensar que ese el el fin de todo y vas a abrir las escaleras hacia las estrellas.

Sobretodo, era letal, pues en el momento en que apareció de los arbustos se lanzó contra uno de los canes y con sus poderosas fauces lo tomó de su lomo agitándolo violentamente, el pobre animal intentaba liberarse con sus patas, tratando de jalar el aire como si pudiera ayudarlo y después se escuchó un crujido y más llantos del Animal, antes de que el monstruoso oso negro lo dejara con dos pasos hacia el otro mundo

Los humanos chillaron por la violencia contra uno de sus canes, Thodin, el de la melena negra tenía los ojos inyectados en depresiva furia, Así que tomó sus armas mientras el enorme animal se abalanzaba sobre él. Yo escuche al Lerdo decir algo sobre un fuego y después hubo un ruido ensordecedor, y vi por el rabillo de mi ojo que había una pequeña chispa saliendo del cañón del pesado artefacto de muerte. El oso rugió adolorido cuando el proyectil impactó a su costado, sé que lo hizo porque inmediatamente atrajo su atención hacia el lerdo. Yo, por mi parte, ya había cargado una flecha en el arco y sin pensarlo mucho le disparé y fui recompensada con un alarido de agonía en una de sus patas.

Pero la bestia era magnífica y peligrosa, Decidió atacarnos sobre sus dos patas y debo decir que por varios segundos me vi a mi misma otra vez en Quel’thalas, en el trágico día cuando los cielos se volvieron ceniza negra y la tierra quedó herida con una cicatriz pútrida por siempre…

Pero antes de que lograra poner una garra sobre mi y el lerdo se vio atacado por encima de la roca por el otro de los hermanos enanos, armado con una lanza pesada y de aspecto temible, nuestro héroe había realizado un salto, usando la roca como plataforma y eso le dio el impulso necesario para acertar una buena herida en el pelaje de la sombra negra sobre nosotros.

El oso retrocedió nuevamente, Se acurrucó un poco y ahora tenía una mirada distinta, mucho más peligrosa, y yo estaba completamente asustada...Fue cuando por atrás los humanos decidieron atacar. Uno con otra flecha en la pierna que yo ya había herido previamente y el otro con su espada plateada, y la ayuda de su perro de caza.

Y fue cuando cometimos un grave error pues ya nos sentíamos en la ventaja e ignoramos que el oso había sobrevivido a partidas de caza mejores y más grandes que la nuestra. Justo cuando más estaba segura que lograría la venganza el animal rugió y se lanzó sobre el hermano del lerdo, tomando su cabeza mientras estaba desprevenido y de una mordida logró aplastarlo, y la noche se había acabado para él.

El lerdo gritó desconsolado, la bestia había sido muy rápida y yo estaba aturdida. Los humanos comenzaron a maldecirlo y todo era un caos de gritos y sombras, y llantos y rugidos y todo me recordaba a mi vieja tierra, a mi tranquilo hogar, ahora transparente, casi fantasmal como el hermano del lerdo.

Yo escuchaba como el Lerdo luchaba para recargar su arma mientras el oso terminaba de rematar, o más bien jugar con la esfera craneal de su hermano, los humanos picoteaban, lanzaban flechas y yo retrocedía, dejando solo al lerdo y rodé el campamento , situandome en la periferia, cerca de los humanos.

La bestia pronto centró su atención en ellos, se colocó nuevamente en dos patas y con dos zarpazos intentó destruir el cuerpo del de melena negra, pero él era mucho más ágil y logró salvarse por los pelos, en ese momento aproveche para seguir castigando la lastimada articulación del oso, lo cual atrajo la atención hacia mi persona.

Tenía temblores en todo mi cuerpo ahora mismo, comencé a respirar y la subida de energía comenzó a recorrer todo mi ser, de manera automática tomé otra flecha, la posé contra la madera del arco y tensé la cuerda y voló recta cerca del ojo izquierdo del animal. El oso chilló y gracias a su grueso pelaje logró sobrevivir sin daño aparente...fue cuando entendí que yo iba a seguir a mi hermano en ese instante, pero gracias a la luz divina volví a escuchar el cañón del lerdo.

El oso volvió a rugir enojado, nuevamente se giró hacia el segundo enano y el lerdo estaba ocupado con su arma, se dio cuenta muy tarde, y con su espalda contra la roca no había ningún escape…

Escuchamos por varios segundos los gritos del lerdo, el sonido de sus golpes intentando luchar con el oso, desesperado por salvar su Vida, por vengar la de su hermano. Yo seguí disparando lo más que pude, comprando los preciosos momentos de tranquilidad donde podía tensar el arco tan rápidamente como mi brazo me lo permitiera. Pero no duró mucho, el Lerdo termino de pelear después de varios zarpazos furiosos contra el animal, yo estaba aterrada, estaba segura que todos íbamos a morir en ese momento y cuando el lerdo cayó al suelo, con su cara toda ensangrentada, me vi a mi misma en su misma situación.

Y comencé a correr, Le ordene a mis piernas que se dirigieran al bosque lo más pronto posible y así lo hicieron. Solamente miré hacia atrás una vez, y lo que vi fueron a los humanos siguiendo la misma estrategia que yó, cada quien por su lado, con un sálvese quien pueda

Me di asco en ese instante, quizás si me hubiera quedado ellos no habrían huído, o quizás habrían huído y yo estaría contra la roca y las garras del animal. Yo me desligue de esos pensamientos...Antes había escapado, antes había echado a correr, ya estaba acostumbrada a huír cargando con las culpas después. Luego habría tiempo para culparse, culparse  por ser una cobarde...pero tenía que sobrevivir ahora.

 

A cualquier precio.

Capítulo 4: Serendipia.

Spoiler

Era de dia y yo estaba inclinada junto a la rivera de un arroyo tan débil que los renacuajos habían establecido su pequeño paraíso entre las charcas cerradas por pequeña rocas en las orillas de esa fuente de agua. Estaba contaminada y tomarla habría sido una decisión estúpida, pero yo la quería para intentar limpiar mi cara de la mejor manera, por lo que aguante mis ganas de arrancarme la piel y con mi mano mojé mi rostro de manera generosa, agradecí después con una mirada al sentir mis penas y estrés diluirse entre las perlas líquidas que acariciaban mis mejillas.

Habían pasado ya seis soles desde la fatídica noche cuando el lerdo y su hermano volvieron a ver la cara de sus ancestros. Yo me encontraba muy corta de municiones ahora, por lo que me vi obligada a improvisar una débil lanza de madera, usando mi cuchillo de desuello para tallar una punta, y en ese extremo cónico yo no podía olvidar cuando el lerdo y su hermano abandonaron el mundo, en una nada placentera escena; yo debía procurar no seguir ese cruel destino, pero en el bosque era una tarea titánicamente difícil.

Durante ese día yo me había dedicado a deslizarme entre los matorrales del bosque, recolectando bayas aquí y allá; por ahí del mediodía encontré una fuente limpia de agua fresca, sin pensarlo comencé a beber de ella y su neutro sabor, era como el más dulce de los vinos bajando por mi seca garganta. Después recordé que había puesto alguna trampas de gancho y cuerda por la zona, me sentía agradecida que haber sido yo la que tenía las provisiones médicas y las pequeñas herramientas, ciertamente el sol velaba por mi. Y ahí me encontraba yo, agachada, y el dia estaba a punto de acabar, me pase la gran parte de la tarde buscando entre las trampas, por si había sido bendecida con una miserable ardilla. Pero nada, todas estaban vacías; lo preocupante era que se habían activado la mayoría de ellas, pero no había ninguna presa. Yo no pude evitar pensar en mi mala, pésima suerte.

Pero al final del día, cerca del lugar donde había encontrado el agua, logré escuchar un leve quejido del bosque. Yo tensé mi arco de manera preventiva, y nuevamente escuché el llanto de esa criatura en la espesura infinitamente hermosa y aterradora del bosque. Por un momento quise no ir, pero mi estómago me obligó a verificar. Si se trataba de una presa herida, yo saltaría de alegría. La apuesta me pareció atractiva ciertamente; decidí arriesgarme en ese momento.

No tuve que caminar mucho, pronto encontré la fuente de los llantos dolorosos. Se trataba de una pequeña criatura, y era blanca como la nieve en las faldas de la montaña. Tenía el tamaño de un cachorro, y una de sus patas estaba lastimada con un feo gancho atravesando su diminutas patas, y el cachorro lloraba de dolor, echado en el suelo y aullando por una salvación que no iba a llegar.

Baje mi arco ligeramente y me acerqué al cachorro de lobo, él se percató de mi presencia y yo caminaba en su periferia, como si fuera un baile, uno que yo solamente conocía pero el cachorro quizás podía intuir de qué se trataba. Y cuando me acerqué intentó ponerse pie para enfrentarme, pero él era muy muy pequeño además de herido. Pero se las arregló para girarse y verme a los ojos, y yo lo que yo vi en las pupilas negras de aquel animal herido era la misma mirada que había visto hace años, cuando mártires de mi pueblo cerraron sus ojos para siempre. Y yo estaba ahí, como una fuerza indetenible, la enemiga más fuerte, la que tenía la vida y la muerte sobre su arco, con hambre en el estómago y en sentimiento egoísta de la supervivencia porque así es la vida de cruel y fría, así de egoísta y terca. Yo no pude hacerlo después de haber visto esos ojos, no podía disparar aunque mi instinto me gritaba, me decía a voz alta que lo hiciera y después, me comiera su carne herida y cruda…

Tenía hambre, tenía sed, mis flechas se agotaban como mis esperanzas y se ahogan lentamente con el atardecer. Pero en el acto más estúpido y valiente que he hecho en mi vida, tire mi arco e inspeccione al pequeño lobo que suplicaba al principio, y se resistía a mis cuidados, pero cedió al final. Un poco estúpido si me lo preguntan ahora, pero yo también estaba actuando como una idiota en ese momento. A partir de ese día me quede con el cachorro lo más que podía, nos refugiamos cerca de la fuente de agua, lo dejaba solo por largas horas porque así tenía que hacerse, ahora tenía que buscar para los dos. En una de mis caminatas de regreso un pensamiento me atravesó los recuerdos como una bala, pues yo vi al cachorro, herido e inútil y me vi a mi, con una ardilla en la mano y comprendí algo que no había entendido del todo hasta ese momento.

Estaba muy sola

Lastimosamente sola y aislada, no me había puesto a pensar en ello desde la muerte de mi hermano a manos del oso, tampoco me di cuenta de lo sola que estaba hasta que me vi a mi misma como el inválido animal que había decidido cuidar, y ahora yo hacía el papel de mis padres, el papel de mi hermano y el papel de mi gente. Yo, la solitaria, estaba cuidando a un ser, un ser que respira y duerme y llora y sufre, que no puede hablar pero que se alegra, y se que se alegra por la forma en que mueve su cola al verme. Al principio me tuvo miedo y ahora, con el atardecer repetitivo del bosque, confiaba en mí, esperaba por mí, y si yo muriera o desapareciera, seguramente él no podría saberlo. ¿Cómo iba a saberlo? La muerte vendría alada por él, nadie le protegería en ese mundo. Estaba solo, más o menos en la misma medida que la cazadora que lo rescató.

Y yo lloré con él en ese momento, me acerque como si regresara a casa, abrí mis brazos y sostuve una sonrisa en la cara. El me miró, con unos cansados y jóvenes pupilas. Sentí, que me estaba abrazando a mi misma, hace años, atrás en mis recuerdos. Estaba abrazando a esa que perdió todo, todo menos al cazador que la salvó por cariño, por piedad, por bondad...y entendí que mi inocencia no se había ido hacia las estrellas, ni se burlaba de mi. Todo estaba recto, encajaba perfectamente y el tic-tac tic-tac dejó de importarme por varios segundos, que fueron décadas sin ninguna diferencia. ¡Me sentía tan redimida en ese momento!

Con nueva motivación salía a buscar ahora, sabiendo que había alguien, algo que me necesitaba, que sin mí moriría y yo, moriría de soledad sin él.  Nada puede ser más dependiente que eso, nada puede ser más fuerte que eso. Y así pasaron los atardeceres, nos movíamos cuando las presas eran más difíciles de encontrar, yo estaba preocupada ciertamente, mi conteo de flechas escaseaba y aunque procuraba usar otras formas como trampas o mi cuchillo de de desuello, me veía obligada con mucha frecuencia a tener que utilizar mis preciosas flechas, llegue al punto de solamente dejarme usar una por día, si tenía suerte y no la rompía me permitía usarla nuevamente, pero apenas y tenía la divina gracia de no romperlas. De esa manera Noatak y yo, (Decidí llamarle de esa forma, le tome cariño cuando por fin pudo caminar cojeando) vagamos por las veredas verdes, yo solía contarle en voz baja acerca de mi tierra, y como era mejor comparada con esta, pero intentaba que no lo notara, quizás se ofendería y saldría...cojeando, porque correr aún no podía.

Hubo lluvia, si hubo mucha lluvia, también neblina, yo me sentía particularmente pequeña cuando caía la capa de nubes hacia el suelo, no me dejaba ver el rastro muy bien y además, era fácil perder al pequeño Noatak cuando estaba cubierto de neblina, pero es lo que había en el bosque, es como se tenía que vivir. Sinceramente, mi mente recordaba mis suaves alfombras, la casa acomodada de mi padre, sin muchos lujos eso sí, apenas los suficientes que se puede dar un joyero y una sastre, pero vivía bien con mis padres, y mi hermano en la milicia. Yo era muy perezosa, muy ingenua, como noatak, y solía pensar que la fruta sale de las tiendas y la carne no tiene sangre. Que ingenua, pobre pobre inútil que era yo.

Pero era todo totalmente necesario, si me preguntas ahora, te diría que no hubiera cambiado ni un poco. Mi experiencia entre la neblina, entre la nieve y entre los roñosos árboles engañosos me abrió los ojos a la realidad; la realidad es que era frágil, todos lo somos, y todos tenemos un oso negro que nos persigue, que quiere cobrarnos la vida. El mío era el tic-tac del hambre, el de noatak su juventud temprana, y el de mi hermano era yo, su responsabilidad conmigo. Su acto de bondad, yo no lo entendí cuando pensaba en ellos antes, no lo entendía...Pudo haberse salvado sólo que habilidades no le faltaban, pero procuro enseñarme, procuró enseñarme y prepararme para hacerlo yo sola, cuando no tenía que hacerlo, era su hermana sí, pero era una inútil y una carga.

Ya lo entiendo ahora, lo que hizo lo hizo por bondad, no por piedad, por bondad, una bondad que no entendí hasta que vi que Noatak podía caminar sin mucho dolor, él lo hizo por la misma razón que decidí sanarlo y cuidarlo. Mi hermano, estaba solo, estaba solo y yo era su mundo. todo lo que tenía...todo lo que existía, quería protegerme, quería enseñarme. Y lo hizo muy bien, ahora Noatak era otro ser en mi mundo, tan real como las pesadillas y como las estrellas en el cielo.

Entendí en ese momento, cuando el cachorro blanco jugaba a perseguir una flor quieta e indefensa, lo que te lleva a hacer actos de verdadera bondad, lo hace el sacrificio, y el sacrificio solamente era posible después de un acto de amor, sí amor, amor que no entendí hasta que vi la muerte en los ojos de la bestia negra. había amor en el sacrificio, había amor en mi y en Noatak, y en mi hermano...No pude evitar sonreír un rato. Fue la lección más importante que pudo enseñarme ese bosque, que pudo enseñarme mi querido, difunto hermano

Capítulo 5: Bondad.

Spoiler

El final de mi aventura se aproximaba, como una sombra magna e inexorable que se asomó por el horizonte, bordeando las montañas nevadas y trayendo a la vida los fantasmas, rencorosos y roñosos, de mis compañeros a mis pesadillas. Estaba yo, ya no sola como una hoja de otoño, tenía a mi lado al tierno Noatak, y aunque no podía ayudarme realmente, su compañía me daba los ánimos que el corazón me exigía. Pues mi mente gritaba suicidio y era verdad, quizás quería despedirme de la manera fácil y espectacular, pero por otra parte era mejor irme de esa forma que morir lentamente por falta de municiones y habilidad para cazar.

Y es que, sin las cartas de los astros que cargaba consigo el lerdo, ni la brújula de su hermano, iba a poder encontrar el camino de regreso a mi relativo hogar, y ya había vagado muchos días en el bosque, ayudando al débil Noatak y encontrando las sombras de mis fantasmas en las copas de los árboles. Cierto, pude haber regresado por mi cuenta, pero también tenía la posibilidad de perderme y no iba a apostar por hacerlo. No, estas son las consecuencias de dejarse guiar y no saber cómo guiarse. Yo estaba cansada, magullada y sin mis valiosas flechas, apenas me quedaba una docena, doce tiros para doce días más…¿y luego que?, ¿usare piedras o viviré de frutos que vienen como dulces de vez en cuando? No, además Noatak dependía de que yo, pudiera volver a cazar, al menos hasta que ambos nos encontraremos detrás de los muros de la civilización incivilizada. Menuda ironía…

Así que por el atardecer, si justamente por el atardecer, hice mi camino de regreso al campamento, sabía dónde estaba ubicado pues jamás, jamás olvidaré la cara desfigurada del lerdo, ni las marcas en los troncos, hechas con malicia y autoridad por el único e indiscutible rey de los crueles. Me acerqué en el ocaso, pues a esa hora no falta mucho para que las estrellas iluminen, y si la luz así lo quiere, podría utilizar las cartas para guiarme de regreso. O al menos, intentar hacerlo. Alarih me había mostrado vagamente cómo utilizar las formaciones para encontrar mi camino en la noche, pero yo, como siempre distraída y boba, apenas pude memorizar la forma de tres constelaciones, y ninguna estaba en el cielo. Yo, necesitaba esas cartas más que unas flechas, lo cual era el otro asunto, pues dudo que el segundo humano hubiera dejado su arma al momento que decidió huir, yo solamente esperaba por un golpe de suerte a ese punto.

No hubo nada destacable en mi camino hacia el abandonado asentamiento, habrán pasado ya varios amaneceres desde la fatídica noche, y efectivamente el tiempo se había adueñado del lugar, inundando de fétida presencia el ambiente. Yo me acerque temblorosa, como si fuese a un templo, y bastante callada, como cuando mi madre soltaba sus regaños y frustraciones con mi conducta. De verdad que era una idiota…

El lerdo seguía ahí, haciendo vigilia, o más bien su carcasa era la que hacía la vigilia. Pude ver los pequeños animales asquerosos que se comían su carne, su barba era quebradiza como la hierba seca y sus ojos se habrán ido, seguramente se los habrán llevado para alimentar a un ser del bosque. Su hermano no corría con mejor suerte. Los mire y no pude evitar pensar en los cuerpos de mi gente, siendo arrojados contra la ciudad, el olor a pus en las calles y el fuego en las casas...que en paz descanse el oloroso lerdo y su hermano. Aquí, en paz, sin más cacerías ni ritos de casa

Casa...en su tierra seguramente los van a extrañar. Ojalá hubiera prestado más atención...pues ahora se me antojaba mucho esa invitación que hizo sobre el estofado con miel. Sus familias, pobres familias.

Sus cuerpos no eran la única cosa corrupta y fuera de lugar, yo miré a mi izquierda y vi la mochila del lerdo abierta de par en par, como si fuese una vaca, y habían tomado varias cosas de ella. Yo maldije por lo bajo pues seguramente habían sido los humanos y se habían llevado las cartas, fijo que sí. Pero no fue de esa forma, Si abrieron la maleta de los enanos pero no se llevaron las cartas, ni se llevaron los retratos ni los frascos, ellos se llevaron las monedas, las cosas brillantes, la pólvora y munición de el lerdo. Y yo sentí mucha rabia, mucha mucha rabia, pero un alivio de igual manera, mi salvación y posiblemente la de Noatak, estaba ahora al alcance.

Muy contenta tome las cartas, algunos suministros de emergencia, lo poco se molestaron en  dejar los saqueadores por cierto, también rompí el retrato de una mujer de aspecto...raro, seguramente era la madre de los hermanos. Quizás con una faceta tan...peculiar, lograría dar con ella e informarle lo que había pasado. No existían muchas posibilidades pero yo pregunto. ¿Cuántas había para que yo sobreviviera siquiera?

No debí preguntar, no debí pensar ni debí respirar en ese momento. Noatak comenzó a gruñir, igual que los perros esa noche inolvidable, y yo no podía evitar revivir ese horrible horrible recuerdo y sabía que mi amigo no se había puesto nervioso por nada. Yo, toda helada y con el muerto sobre mis hombros, me di media vuelta...solamente para volver a encarar a mi enemigo, el de mi tierra, el que siempre me había acosado en cada sombra

El miedo; y esta vez se manifestó en la forma de un oso, un oso negro y horrible como un monstruo del averno. Y tenía cicatrices en su piel negra, un montón de ellas, y yo pude ver que cojeaba en una de sus patas, justamente la que había castigado con mis flechas en aquella escena negra cuando me vi frente a la muerte. Pero ahí estaba otra vez, grande y majestuoso como un ángel, un ángel de ébano que venía a cobrarsela de todas por todas. Decir que tenía miedo es una bobería, yo estaba aterrada, un nivel encima del miedo donde ni la adrenalina me bajaba las ansías, yo no podía correr, en terreno llano me encontraría y terminaría igual o peor que los hermanos enanos, y noatak...no quería pensar en su suerte de acabar la mía en las fauces del oso.

Así empecé la pelea con la bestia...Nos miramos a los ojos y yo retrocedía lentamente y por cada paso que daba él se acercaba, siguiendo mi ritmo, preparándose para correr cuando yo lo hiciera, pero nunca pude hacer que mis piernas tuvieran reacción alguna para huír. Ciertamente era el final del camino, el final de mi cuento. Pronto volvería a ver las estrellas, pero no desde abajo como una mera mota solitaria, sino como una igual, eterna en las alturas...y completamente aburrida y arrepentida. Pero noatak no pensaba lo mismo, el cachorro había encontrado la pericia del coraje, él se encontraba quieto, mostrando sus colmillos frente a la criatura negra. Y yo me le quedé viendo, impresionada y asustada, pues me recordaba la infinita pequeñez de mis esfuerzos contra un mundo, un atardecer que se sentía más frío y cruel como el abrazo de la muerte sobre mi cuerpo, y a pesar de eso el pequeño lobo se mantenía orgulloso, fiero y dispuesto hasta el final, quizás ignoraba sus posibilidades reales.

Decidí seguir su ejemplo, así que no retrocedí ni un paso más. El sol estaba a mi espalda y proyectaba la sombra de mi cuerpo sobre el mensajero del averno. Me veía grande y poderosa, abarcaba casi la totalidad del cuerpo del oso con mi cuerpo invisible y negro. La grandeza es solamente una cuestión de perspectivas. entonces tomé mi arma y disparé contra la criatura, que seguramente esperaba mi retirada cobarde pero mi flecha voló recta y sincera hasta clavarse cerca del centro de su espalda. El oso rugió con dolor y cargó contra mí, con sus enormes y poderosas patas, pero cojeaba de una en particular y yo sabía, que esa era mi carta del triunfo.

Solamente necesitaba pegar en ese punto. repetidas veces si era necesario. Tenía que hacerlo y rápidamente, porque estaba jugándome la vida y la del cachorro que había decidido cuidar. Mis sentidos despertaron con la jugosa sensación de la batalla, la verdadera, donde se pelea por la vida y no por un ideal, cuando solamente existe la supervivencia cruda y egoísta. Todo se volvió más lento, podía escuchar el viento en mis orejas y sentir la tierra llorando por la fuerza del oso contra su cuerpo. Podía ver su carrera desenfrenada contra mi persona. Noatak se había hecho a un lado, lo cual agradecí porque el oso era mi verdadera preocupación.

Le disparé rápidamente, la distancia que tenía que recorrer para alcanzarme me lo permitía. Juro que pasaron días en esa carrera pero seguramente apenas pasaron  unos segundos. Mi flecha voló directa a su muslo herido, por encima de su rodilla y se clavó con malicia. El oso rugió de dolor y se inclinó hacia su lado contrario, sufriendo la herida y dándome tiempo para que saltara fuera de su trayectoria y después rodará en el suelo para levantarme, toda llena de polvo y emociones, con un nuevo proyectil para el indeseable. Mi brazo temblaba un poco y la mano que tensaba la cuerda obedecía por sí sola. Mi flecha no tuvo mucha suerte esta vez, apenas rozó el pelaje del animal y se perdió entre los matorrales, le dio tiempo al oso para recuperarse y giró en mi contra, la distancia entre ambos se había acortado enormemente y un sentimiento pesado como una piedra bajo desde mi garganta hasta mi estómago cuando lo vi correr hacia mi. Juraba que era mi fin pero entonces…

Escuché un aullido, uno fuerte y glorioso entre los bosques. Noatak reaccionó al llamado y comenzó a aullar en concordancia y a él, se le unieron más voces aullantes en los bosques y el oso parecía temerles, pero no lo suficiente para desistir de nuestro encuentro., volvió a correr para lastimarme y yo me agaché con otra flecha lista, ya no podía huir pero al menos el bastardo se comería mi último disparo, pero antes de que la apoapsis de la tarde cultiminára en la serendipia de la violencia en muerte y carne ví como sobre mí volaba un pelaje blanco y hermoso, era fino como las fibras de seda y volaba con gracia sobre mi cabeza. Yo me tiré al suelo y cuando alze la mirada pude ver un huargo blanco, magnífico y enorme que se había lanzado contra la solemne sombra del oso negro.y trepó en él, comenzó a morderle y ambos animales peleaban, rodaban y mordían sus pieles y yo solamente pude observar esperanzada, confundida y enojada el espectáculo de dientes y sombras frente a mi. Corrí nuevamente hacia el campamento, por un momento pensé en huir nuevamente pero ya no podía, ya no podía correr y esperar salvar mi vida nuevamente. no después del sacrificio, así que busqué por las rocas, por el suelo desesperadamente. Necesitaba más flechas, necesitaba una solución, buscaba entre las raíces muertas por una redención oculta entre la maleza. Y a lo lejos, escuchaba la rabiosa pelea de las dos fuerzas de la naturaleza. Aullidos se acercaron del bosque y con ellos nuevos huargos blancos y grises y todos rodeaban a la sombra de muerte, el oso era muy grande y difícil de enfrentar, uno a uno se lanzaron para terminarle y uno a uno se sacudía la bestia para quitarse a la manada, El oso daba zarpazos violentos y la sangre de lobos corrió por la tierra, tierra que nunca se cansa de beber sangre y entre todos los animales, había uno que era enorme, grande y blanco como el reflejo del invierno.

Yo seguía buscando y moviendo rocas y moviendo hormigas e insectos sobre carne putrefacta. Debía encontrar algo que me ayudara y cuando lo encontré, casi lloré de la alegría. Frente a mi y debajo de una pesada roca se encontraba la lanza del hermano del lerdo, rota por la mitad pero con la punta relativamente intacta. Yo me arrastre sobre el suelo desesperada a tomarla y tambaleante me puse de pie nuevamente. Los lobos estaban en desventaja, el maldito animal negro era listo y usaba su tamaño como ventaja, pero ya estaba herido y agotado, no sin haberse cobrado la vida de tres colmillos blancos. Yo mire la lanza en mi mano derecha, luego mi arco en la izquierda, todavía tenía los suficientes tiros para intentar matar a la bestia desde esa distancia. pero también podía herir alguno de los lobos blancos.

Así que ahí estaba yo, con dos opciones y dos caminos. En uno, me acercaba peligrosamente a la muerte, y en otro, tenía la seguridad de la distancia, y la posibilidad de herir a quien no quiero. Una difícil situación para mi, pues yo veía a noatak en todos y cada uno de ellos, y no podría abandonarlos para salvarme, ya no creía en la supervivencia a cualquier costo, el pequeño lobo vino y cambió todo eso y ahora, estaba nuevamente en mi hogar, en las praderas de la primavera eterna de mi tierra, estaba encima de una colina y no podía moverme, pero tenía miedo, mucho miedo y miraba las hordas de monstruosidades debajo de mi, marchando sobre mi gente. Y yo no podía gritar para ayudarles, yo no podía hacer nad ay no tenía ni arco ni lanza ni nada...Y después me transporte al bosque, y me vi como una niña con una pierna rota en el suelo, y mis ojos estaban cristalizados e hinchados, estaba llorando y había sombras entre los árboles; Luego, estaba yo otra vez en en el campamento, pero ya no más sola, ahora de verdad tenía las estrellas a mi lado, y una lanza en mi hombro derecho y un lobo blanco, enorme que dormía a mi lado.

Mi viaje duró varios días, noches y ciclos. Pero cuando regrese apenas habían pasado unos instantes. Tenía la lanza rota en mi mano derecha y deje mi arco en el suelo. Después corrí campamento abajo hacia mi enemigo, negro como el velo de la muerte y  yo solamente estaba armada con miedo en el corazón, y rabia en los ojos. El oso viró su mirada hacia mí, pues no me hice la silenciosa, yo gritaba con rabia ciega y orgullo en los pulmones, pero cuando intentaba encarararme los lobos se le arrojaban con sus fauces y lo tenían bien ocupado. Y ahí estaba yo, cargando casi a mano limpia, con un arma que apenas conocía, y estaba fatigada, magullada y roñosa, pero jamás me sentí tan limpia y tan viva.

Así que salte antes de llegar con el oso, los lobos se apartaron antes de mi caída y empujada por el impulso de mi carrera ataque con toda mi fuerza hacia el cuello mordido del oso, la lanza entró limpia y directa, no se clavo completamente pero la herida ya era mortal. la muerte chillo e intentó pelear y se sacudió en un rugido que levantaría a los fantasmas del lerdo, y al recuerdo de mi hermano. Yo solté la lanza cuando el tinte añil salió del cuello peludo del oso. Me deje caer y retrocedí gateando mientras miraba los rayos del amanecer, y la caída de un tirano. Fue una muerte dolorosa, hasta en su último momento todavía tuvo ganas de pelear. Pasó un rato y se quedó quieto, como una piedra se puso tenso. Yo me quedé petrificada varios minutos, estaba segura que se levantaría y nos mataría a todos pero no fue así...no pasó nada más. Sus ojos negros ya no tenían más vida en ellos.

No se fue solo, no. Los tiranos no se van solos, cuando me sentí segura de respirar otra vez miré a mi alrededor, los lobos me tenían rodeada, me observaban y yo les miraba con la misma forma, conversamos un poco, yo levanté mi mentón y luego les asentí ligeramente. Ellos tenían la mirada fría, pero no gruñian ante mi persona, y yo no les tenía miedo. Fue cuando sentí una ligera presión subiendo por mi pantorrilla hasta mi muslo, era el joven Noatak que cojeaba aún pero me miraba con la lengua de fuera, yo le sonreí ligeramente y los lobos se pusieron a la defensiva. Me sentí muy triste entonces, pues había acabado. Se había terminado. Vine por venganza y la conseguí, pero al final saldría con nada. Era mejor así.

Los lobos se dieron la media vuelta, y comenzaron a rodear a uno en especial, yo lo reconocí de inmediato por ser el más grande de todos, estaba herido y en el suelo, respirando y jadeando con fuerza, su costado estaba rasgado, se veía tremendamente dañado y poco podía hacer por su vida. Pero aún asi me miró fijamente, y cuando lo hizo yo comencé a llorar, me incline ante tan majestuoso animal y noatak comenzó a llorar conmigo, se acercaba al lobo herido e intentaba levantarle con su cabeza, torpemente claro pero así lo intentaba, como intentó defender a mi persona del oso, y como intentó ponerse de pie cuando lo encontré herido

Y llegó la noche, y antes de que saliera la primera estrella ya me encontraba buscando los ojos del animal en el cielo estrellado, estaba segura que debía estar ahí, en alguna lejana luz del firmamento. Apenas lo admire unos segundos, unos momentos, pero lo dio todo y sus compañeros lo dieron todo por él, y yo le mire con melancolía Estaba todo tieso en el suelo, y los lobos ya se habían ido. Todos

Menos uno.

Cerré sus ojos con mis manos, me incliné sobre su pelaje y le di un beso en la frente, y era como cuando vi a mis padres por última vez, yo me sentía abrumada, lastimada. Me hubiera encantado haberle regalado un beso en sus frentes para decirles adiós, pero era muy tonta, muy muy ingenua. Cuidaré bien de él...cuida tú de nosotros donde vayas.- Le dije antes de levantarme, a mi lado estaba el pequeño Noatak, que ladeaba su cabeza a mi lado. La noche le daba un brillo fantasmal al lobo que nos había salvado, y al pelaje de mi hermanito menor.

Vámonos a casa.- Dije. Y mi corazón, se sintió curado.

Epílogo:

Estaba yo en la mitad de una taberna bastante guapa, frente a mí había una bolsita de monedas que me había ganado después de haber vendido algunas pieles y un conejo completo a un mercader molesto, hablaba demasiado pero ofrecía un buen precio.

 

Yo estaba ahí, en un lugar que llamaban villadorada, bastante jocoso en verdad pero no de mi agrado. Había encontrado a la naturaleza como un hogar desde hace algunos años, cuando sufrí la experiencia que me marcó hasta ahora. Noatak tuvo que quedarse en las afueras, un animal de su tamaño alarma por su presencia, y aunque es el ser más adorable y tranquilo, no pude traerlo a la ciudad. Lo que me daba una excusa para acabar mis negocios de manera rápida.

 

Había recorrido un largo camino en estos años, ví muchas tierras y probé muchos platillos, de las pocas cosas que me agradan ahora de la civilización. Incluso probé ese estofado con miel de los hermanos enanos, los cuales recordaba con cariño cada vez que usaba la mitad de la lanza rota. Decidí conservarla así, como una especie de conexión con esa noche, y lo que había aprendido por los días que vinieron después. Pero ahí estaba yo, con los pies sobre la mesa a pesar de los gritos de un pelón molesto. Esperando por una junta, una especie de entrevista con la promesa de despertar mi interés.

Esperé unos minutos más, y se volvieron horas y decidí comer algo, y comprarle un poco a Noatak para cuando lo viera, cuando termine de tomar mi jugo y estofado seco decidí levantarme y partir de regreso a mi camino errante.

 

Pero ya no pude hacerlo, porque lo que vi por la puerta fue la imagen de una mujer...joven, supongo, las humanas son siempre engañosas mientras más te acercas al sur. Ella tenía un arco y las miradas de los hombres y alze una ceja, volviendo a mi asiento, con el ceño bien fruncido en mi frente. Dijo que se llamaba Eva, y que tenía una junta de cazadores, un gremio o algo así. Fue corta, directa y bastante poderosa en su voz y porte. Yo la mira a los ojos mientras me sonreía con confianza, le regrese la sonrisa y le pregunté:
Dónde, cuándo, cómo y quién.

 

 

 

Editado por Blues

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