Krobert Roggisson

[SpetznazsGandalf 47]

• Nombre del Personaje
  Krobet Roggison de los Barbabronce
• Raza
  Enano
• Sexo
  Hombre
• Edad
  70
• Altura
  1'25 metros.
• Peso
  73 kilogramos.
• Lugar de Nacimiento
  Forjaz.
• Ocupación
  Viajero, mercenario.
• Descripción Física

• Krobert, enano de pelirroja cabellera que cuenta con varias trenzas adornadas a base de pequeñas cuentas de torio y bronce. Su rostro, de espeso cejo, celestes ojos, enorme nariz y sonrosadas mejillas es casi siempre acentuado por una expresión seria, particularmente sustituida por una media sonrisa o en su defecto un ceño fruncido. Como buen hijo de la montaña luce una espesa y proliferante barba también adornada con cuentas de diversos metales. Su cuerpo presenta una complexión robusta y musculada, cubierta en zonas puntuales por cicatrices de toda índole, desde mordiscos hasta cortes y arañazos pasando por quemaduras. 

• Viste cómodas ropas de viaje, portando gruesos cueros por encima de una cota de malla Cubriendo su enorme cabeza hay una barbuta de metal. Lo que más destaca entre las pertenencias del enano es la cantidad de armas que carga, convirtiéndose casi en un arsenal portátil. Siempre a mano, su hacha de guerra forjada en las profundidades de Forjaz. En el lado izquierdo del cinto que mantiene bien sujetos los pantalones a su portador, se deja ver un pequeño carcaj repleto de virotes. Al otro lado hay una hachuela, y en el centro un cuchillo de caza más ancho de lo normal. A la espalda, carga además de su petate un saco de dormir fabricado con pieles y una ballesta pesada.

• Descripción Psíquica

  Krobert, a pesar de carecer completamente de pelos en la lengua muestra una conducta amigable y sociable comparada con la de muchos de sus congéneres. Posee un gran sentido de la camaradería y un buen humor que destaca entre los de su raza, siendo un huracán en la posada y un amigo incansable junto a la fogata. Como buen enano muestra una gran valentía, que a menudo suele ser confundida con locura y una terquedad que sobrepasa los estándares. Entre sus virtudes también destaca el honor en el campo de batalla, planteando siempre primeramente el frente a frente, considera atacar por la espalda a sus enemigos como un acto ruin y despreciable. No muestra ningún racismo exceptuando a los elfos y a los Hierro Negro, a los primeros por las habladurías en cuanto su forma de vida que han llegado hasta las orejas del enano, y a los segundos por afrentas entre clanes de las que ya hace centurias, pero que aún así no caen en el olvido.

• Ficha Rápida
  No (1000 palabras mínimo)
• Historia

  Gracias a la Luz, aquel niño aún sin nombre llegó al año de vida y pudo ser bautizado en la iglesia de su fortaleza natal, la capital enana Barbabronce, Forjaz. Sus padres terminaron por nombrarle Bilgurd a primera instancia, cuatro años más tarde ya crecida la criatura decretaron el nombre final. Krobert. Tuvo una infancia feliz, su padre trabajaba como armero, ese era el oficio de Bori, padre de Krobert. El yunque y el martillo, la precisión del golpe, el calor de la fragua.  Pocas cosas había que aquel enano disfrutara más que su propio oficio.

  Ya hacía tiempo que había empezado a crecer su barba, un par de años no más. Debido a eso comenzó a ser tomado medianamente enserio en las reuniones familiares, llevadas a cabo en la casa del Earl de los Rogisson, Hrutalf Buchebarrica. Era el más anciano de la familia, y por tanto el más sabio. Su opinión siempre tenía mucho más peso que la de los otros parientes de Krobert. 

  Pasó realmente poco tiempo hasta que aquellos invasores verdes llegaron a las frías estepas de Dun Morogh, montando enormes bestias y cubiertos por pieles. Aquellas enormes criaturas llegadas de vete a saber dónde supusieron realmente un problema para los enanos allí asentados, una ola de fuego y destrucción precedía sus pasos. Se hizo el llamado, las fraguas comenzaron a trabajar sin descanso. Aquellos de cada familia escogidos por el Earl pertinente tendrán la suerte de poder traer honor y gloria a su clan mediante el acero y la sangre. A pesar de la insistencia de Krobert, Hrutalf se negó rotundamente a mandarle al campo de batalla, objetando que todavía no había llegado a la adultez.

  Erig, Bori, Cloin, Jorgald y Goreld fueron los afortunados que marcharían en una apresurada defensa contra las hordas orcas, o igual no tan afortunados, por los rumores que llegaban aquellos eran feroces luchadores. Hrutalf pese a la edad aún mantenía una complexión medianamente musculada, así que enseñó a sus nietos a empuñar un hacha en condiciones. Al principio los nueve muchachos se mostraban torpes y desganados, por lo que el viejo Buchebarrica no dudó en disciplinarles a punta de vara. Fue entonces cuando todo cambió, los nueve gañanes comenzaron a prestar atención a su maestro. Los adeptos fueron perfeccionando sus habilidades en el manejo de las armas, ganando además de nuevas habilidades la aprobación de Hrutalf, que se puso bastante feliz al descubrir que sus nietos no eran una panda de inútiles como el pensaba hasta hace bien poco.

  A los meses de haberse marchado, volvieron a casa aquellos valerosos enanos convertidos en una panda de tullidos. a Erig le faltaba un pie, a Bori la mano derecha, a Jorgald medio brazo y a Goreld tuvieron que amputarle ambas piernas debido a una infección, pero por lo menos habían vuelto todos. Se los recibió con una mezcla de felicidad y pesar, esto último debido a su nueva condición. Krobert pudo hacerse cargo de la herrería gracias a las directrices que le impartió Bori cuando aún era un zagal. Forjó su propia hacha, adornada con grabados en torio.

  Pudo mantener a flote a sus padres y hermano, pero de pronto comenzó a interesarse por las cosas que sucedían fuera de la fortaleza de los Barbabronce, sus ansias de ver mundo se incrementaban a cada día que pasaba, comenzó a abandonar la forja poco a poco, ganando la desaprobación de su padre. Fue relegado por su hermano en el arte de la herrería, pudiendo dedicarse así a amplificar sus escasos conocimientos en el uso de la ballesta.

  En una de sus ocasionales visitas a Kharanos, se hizo amigo de un cazador llamado Leif. Se ofertaba una gran suma por acabar con una bestia que hostigaba a los habitantes de aquel asentamiento enano. Aquel cazador llamado Leif supo desde el primer momento que él solo no podría acabar con tal animal, así que le ofreció a Krobert cooperar, el enano accedió sin dudar.

  Partieron a la mañana siguiente armados hasta los dientes y con provisiones para un regimiento, a saber cuanto tiempo estarían vagabundeando, pero hubo una serie de problemas, el primero de ellos fue una ventisca que los obligó a ocultarse en una gruta durante dos días y una noche. Encontraron el rastro de aquella bestia, había manchas de sangre por la zona y a pocos metros encontraron la pierna, la pierna de un gnomo, ¿Qué cojones hacía un gnomo en mitad de la nada? A saber, los únicos capaces de entender a los gnomos son ellos mismos, como suele repetir Krobert. Ayudados por el rastro de sangre encontraron a aquel enorme animal después de dos jornadas caminando casi sin descanso. Leif disparó su rifle en cuanto tuvo a tiro al animal, por otra parte Krobert cargó en un acto suicida contra aquella monstruosidad, fue derribado más bien pronto y si no fuera porque otro disparo de Leif hizo a la bestia retroceder, nuestro protagonista habría manchado la nieve con su sangre, se levantó aferrando su hacha y empezó el combate. Un cuarto de hora fue lo que tardaron los dos enanos en abatirla, Leif ya no tenía munición y Krobet había salido malherido.

  Regresaron a Kharanos con la cabeza del animal y recibieron el justo pago, una plateada y media por barba.

   

  Gracias a este tipo de trabajos Krobert pudo mantenerse mientras cumplía su sueño de recorrer las tierras enanas, pero le llegaron rumores de que los orcos escapaban de sus prisiones, así que no lo dudó y marchó dispuesto a ayudar a la guardia local. Para cuando llegó los orcos ya habían puesto océano de por medio, tardó algo más de una semana en finalizar el trayecto por diversas pausas a lo largo del camino, normalmente por puro ocio, olvidando temporalmente su cometido. Decidió volver a la montaña madre a visitar a su familia.
  
  Forjaz, tan esplendorosa como siempre.

   

  Su pequeño hermano Hagrad, ya no tan pequeño, seguía ganándose el jornal como herrero, en la vieja fragua de su padre. El ya anciano Bori recibió a su hijo con los brazos abiertos, organizó a los Rogisson para montar todo una verbena en la casa del retirado herrero. Se entonaron cánticos, se contaron chanzas y anécdotas, se vaciaron los barriles y las despensas aquella noche de regocijo para todos.

  Pasó varios años ejerciendo aquel oficio del que tanto disfrutaba, pero esta vez cerca de su hogar.

  Los tambores de guerra volvieron a sonar en cuanto la marea de muertos apareció en el norte, esta vez Krobert fue el primero de los elegidos de Hrutalf, cosa que le colmó de orgullo. Marchó al norte junto con su hermano y tres de sus primos, era el más mayor de aquella comitiva.

   

  La batalla final, en el Lago Lordamere. Todo parecía perdido, el señor de Ventormenta caído en batalla, sus tropas huyendo en desbandada...fue el coraje que insuflaron los enanos lo único que les mantuvo en el campo de batalla. Por cada no-muerto al que matabas aparecía otro, era imposible acabar con tamañas fuerzas, pero de repente todo cambió, el ejército invasor entró en descontrol, muchos se quedaron quietos mientras otros tantos se mataban entre ellos o huían como animales del campo de batalla, eso sirvió para que las fuerzas de enanos, hombres y elfos acabaran con los restos del ejército del paladín caído, Arthas Menethil.

   

  No hay nada más destacable en la vida de Krobert, se ha dedicado a viajar por todo el continente costeando sus periplos a costa de la sangre de aquellos que quebrantan la ley.

Editado April 9, 2019 por SpetznazsGandalf