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[Historia] Sieweasn

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Sieweasn

 

DATOS BÁSICOS

Nombre del Personaje: Sieweasn
Raza: Draenei
Sexo: Mujer
Edad: 487 años
Altura: 2'10 m
Peso: 98 kg
Lugar de Nacimiento: El Genedar
Ocupación: Rangari de la Mano de Argus


DESCRIPCIÓN FÍSICA

Tratándose, a primera vista, de una Draenei de estatura y complexiones promedio, podríamos decir que Sieweasn —o Siwi, como la llaman algunos— no goza de facciones o atributos que merecería la pena destacar.

Su tono de piel es oscuro, su rostro redondeado y, si eso, con una apariencia algo andrógina —para los estándares, claro, draenei—. Una figura esbelta con una ligera apariencia de músculo. Lo que tiene la vida militar, vaya.

 

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Sieweasn es alguien simple. De gustos sencillos y placeres mundanos. Una soldado del brazo armado de su pueblo con un gran sentido del orden y el deber. Alguien que respeta la cadena de mando sin dudarlo y, ante todo, cumple sus objetivos.

No es que cuente con especial seriedad en el frente, y en la vida personal pasaría por alguien tremendamente casual, casi despreocupada. Quizás eso pueda chocar un poco con su pasado y el de su pueblo, la vida de huida que ha vivido desde que nació. Pero no lo hace.

Ante todo es alguien que, en pos de la venganza, encuentra cierto placer en “salir a matar unos orcos”.

 

HISTORIA

Nacida en el gran viaje que llevó a su pueblo a un nuevo hogar, Sieweasn no conoció tierra firme hasta bien entrada en su adultez. Habituada ya a la vida en la nave espacial, tardó varias décadas —tras el aterrizaje— en poner las pezuñas en tierra firme y explorar aquel nuevo mundo al que su pueblo llamó Draenor.

Conoció a orcos antes de que entraran en guerra e hizo amistad con unos cuantos que, eventualmente, encontró muertos en el campo de batalla.

Siendo de las primeras en unirse al cuerpo de Rangari, defendió a su pueblo por siglos junto a la exarca Naielle, explorando y recopilando inteligencia para el asentamiento de nuevas colonias y ciudades. Batalló ogros junto a la mano de Argus y, ante todo, vio florecer, con ilusión una nueva civilización.

Cuando el enemigo del pasado acudió para atormentarles de nuevo, defendió —derrota tras derrota— hasta la última ciudad de su pueblo, el cual, arrinconado, malsobrevivió por años hasta que los orcos, al fin, abandonaron la desolada tierra. Aunque, por unas décadas, tuvieron tiempo para relajarse, una nueva raza los atacó y con ellos, ella volvió de nuevo al trabajo.

Eventualmente la situación en Terrallende se hizo insostenible y, con ello, abandonar aquella sombra de lo que una vez fue su hogar se convirtió en una prioridad, vivió en sus carnes el aterrizaje en las islas de Kalimdor. No fue bonito y, como resulta evidente, salió herida.

No contándose entre el personal prioritario, permaneció en éxtasis hasta poder ser despertada. Para cuando abrió de nuevo los ojos, un hecho que sucedió recientemente, ya estaba plenamente curada, sin signos de traumatismo, lista para ser asignada de nuevo a las fuerzas activas.

 

Informe del Vindicador Thrawn para la Exploradora Sieweasn, entregado el quinto año tras la llegada a Azeroth.

Bueno exploradora, a decir verdad todo de lo que le voy a informar en este comunicado le va a resultar, cuanto menos, chocante.

Primero, y por resolver la primera pregunta que acude a la mente de la mayoría tras despertarse: Sí, estamos a salvo.

Debe saber que esta tierra —a la que los nativos llaman «Azeroth»— es muy similar al hogar de antaño. Con el cambio, hay que señalar, de que la población autóctona es considerablemente más diversa y civilizada que la que encontró nuestro pueblo antaño.

Numerosas especies —entre las que se incluyen nuestros enemigos— pueblan los parajes de este lugar agrupadas en —hasta donde podemos saber— dos continentes. En el que nos encontramos es conocido como «Kalimdor», aunque, técnicamente, el terreno en el que nos hayamos es llamado por los autóctonos como «Isla Bruma Azur».

Lamentablemente en nuestro aterrizaje forzoso —en el cual el Exodar se vio severamente dañado— la fauna y flora de la zona se vio contaminada por las piezas y fluidos que saltaron de la nave. Algunos de los nuestros murieron, pero le agradará saber —dentro de lo que cabe— que la mayoría sobrevivimos.

Con el tiempo nos hemos ido asentando en el lugar. Tratando de limpiar el desastre que causó nuestra llegada y, poco a poco, formando una comunidad. El Exodar, donde aún se encuentra, se ha convertido en nuestra capital. El centro de mando y desde donde organizamos y gobernamos.

Aún nos queda mucho para gozar de la gloria de antaño, de resurgir como pueblo y especie. Sin embargo, en vistas de que nuestro único medio de escape se encuentra dañado en severidad, sin posibilidad alguna de reparación —por el momento, al menos—, así que deberemos asentarnos, mantener y formar alianzas y, por ende, llamar a este mundo «Hogar».

La situación, y es a lo que quería llegar, es que nos hemos visto asistidos durante este tiempo en el que nos hemos ido estableciendo en la isla por una raza nativa. Unos tales «Kaldorei» —aparentemente parientes lejanos del enemigo que nos atacó en Terrallende— que combaten la amenaza orca recientemente llegada a su territorio.

Debo, por ende, comentarle que, aunque tenemos el enemigo prácticamente a las puertas del Exodar, no es el único de los males que reptan por estas tierras. Aunque los exiliados apenas se han adentrado más allá del territorio de nuestros aliados, debe saber que un imperio siervo de la Luz de los Naaru se alza al este en una lucha perpetua contra las fuerzas demoníacas y del vacío.

La nigromancia ha alzado dos facciones —usualmente enfrentadas— de no muertos. Varias alianzas han sido formadas y debe saber que una de ellas se encuentra en pacto permanente con los elfos de sangre —y, muy lejanamente, los orcos—. No son el enemigo que luchará, no por el momento, pero debe tener en cuenta que, en cierto modo, esta es una tierra, cuanto menos, convulsa.

Nuestra tarea —y su misión, de decidir aceptarla— será la de adentrarse en territorio Kaldorei junto a una unidad de la Mano de Argus para asistir a nuestros aliados en su guerra contra el ya mentado enemigo. Prepárese, pues este, como podrá suponer, cuenta con el apoyo de diversas criaturas de la zona, junto con varios efectivos que, sin dudarlo, habrán enviado el resto de intereses con los que cuenta el planeta.

Sé que ha pasado un tiempo desde que batalló a los orcos, así que tiene cerca de un mes para prepararse para ello, conocer al resto de operativos y aprender los básicos de la lengua Kaldorei. No espero que la hable en tan poco tiempo, descuide, pero debería ser capaz de comprenderla al menos. En caso de no ser posible, una lengua primitiva y común está extendida por todo el planeta. La mayoría tardan apenas unos días en captar los básicos, así que no le resultará especialmente difícil.

Confío en que esté a la altura de defender a los exiliados una vez más.

Que la luz de los Naaru guíe su camino.

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