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Stannis the Mannis

[Historia] Uliánov Vissariónovich Bronstein - ¡Gnomos proletarios del mundo, uníos!

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Edad: 42 añosUU3sx70.jpg
Altura:  80 cm
Peso: 35kg
Lugar de nacimiento: Gnomeregan
Ocupación: ingeniero-Superviviente rata de túnel

 

Descripción física:

Gnomo común. Flacucho y de aspecto descuidado, no le preocupa su apariencia por lo que suele dejarse crecer las patillas y la perilla hasta cuatro dedos de longitud. Su vello es de color caoba y sus ojos de un verde oscuro. Siempre está sonriente, aunque es una sonrisa un tanto perturbadora.

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Descripción psicológica:

No es una persona que quizás inspire mucha confianza o empatía. Su humor es algo complejo y no siempre sale en los mejores momentos. Es avaricioso, orgulloso, algo lunático incluso, y vendería a su madre y a ti también, con tal de conseguir lo que quiere. Vamos que no es nada leal, ni justo. Tampoco es humilde, ni amable, pero sí es paciente, porque una rata como él debe ser paciente en lo referente a esperar a que sus compañeros mueran para robarles todo lo de valor que lleven. Además es un cínico y un engañoso, pero es alegre, la vida le parece estupenda.

 

 

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Introducción

Nuestra historia comienza … con la rutina. La rutina, sí, una miserable y repetida rutina en la que nuestro protagonista un gnomo simple, sin ninguna peculiaridad concreta, repetía una y otra vez. Esta rutina consistía en levantarse de su fría cama, ingerir su pasta dietética y poner rumbo al nivel 3 de Gnomeregan donde trabajaba en una fábrica, una fábrica ya olvidada de una compañía sin importancia. ¿Su trabajo en la fábrica? La comprobación de calidad de los productos creados.

Nuestro protagonista por aquel tiempo era un frío, serio, soso y algo desdichado gnomo, no tenía sonrisa, no hacía bromas y mucho menos era como esos gnomos de la superficie con vocecitas y bromitas a los cuales los humanos o le encantaban o los detestaban.

Su nombre, una recopilación de abreviaturas de antepasados, era una forma que tenía su familia de heredarle o encauzarle a conseguir un prestigio y renombre para futuro, pero no fue así, no logró nada, ni siquiera poniendo el nombre de “Bronstein” que ni era gnomo, era un nombre humano que un antepasado tomó para así porque le gustaba, y su familia, pues pensó que eso le habría una puerta al mercado humano si un día se aventuraba a hacer negocios en las tierras de los “Altos corpulentos”

Uno pensaría, que probar cachivaches gnomos resultaría la mar de interesante, que si rifles de rayos, que si campos de invisibilidad, cascos psíquicos capaces de mover cosas con el pensamiento… Cosas así, tan absurdas que sólo puede ser producto de la ingeniería gnoma.

Querido lector, no es así, no había nada interesante. Nuestro gnomo sólo comprobaba cosas como: La cuchara centrífuga de congestión ancha, la cual servía para batir cosas sin necesidad de fuerza, ni siquiera de personas, todo funcionaba solo. Otros artilugios eran: La botellamixel 2040, la cual era una botella con pantas e imanes que iba directo a tu boca. El mejor invento de la compañía era: Tostamix Patronum, la que servía como una tostadora, sandwichera y calienta lo que sea, pero con la cualidad de ser autónoma e ir a donde fuera.

 

 

Cualidades de una vida bajo tierra

 

La verdad es que nuestro pequeño protagonista no tenía sueños o ilusiones, se había acostumbrado a la monotonía. Al final terminó pareciendo una máquina más de la fábrica, lo único que hacía indicar que tuviera una conciencia o pensamiento creativo era: La música.

Oh la música, como le gustaba al pequeño gnomo el tocar ese raro instrumento llamado acordeón. Hasta cantaba y todo. Aunque, no para nadie, era un antisocial, demasiado recluido en si mismo y sus pensamientos.

Saben, aunque no lo sepan, algunos inventos increíbles, fueron invención de nuestro protagonista, pero claro, las patentes no eran suyas, porque trabajaba para otros y… ¡Malditos todos, me robaron mis ideas!
 

A lo que voy, es que nuestro amigo empezó también a estudiar un poco de leyes, aunque claro, alguien tan carente de la chispa de la vida, pues no fue a nada, no terminó ni el libro, siempre que empezaba lo dejaba y volvía a empezar y así con todo.

Una mente con un potencial creativo fue desnutrida por la pereza, la comodidad de la repetición y la falta de motivación.

 

 

La avaricia es una buena iniciativa

 

Cuando uno se es tan poco motivado, se siente atraído por la gente que sí muestra iniciativa, la cual agrupa a toda esa gente con personalidad nula como un Enano, ya sabéis, una voz fuerte, una idea llamativa… Luego claro, es todo mentira y es propia avaricia, pero ¿No se logran los mayores avances, con algo de avaricia personal? ¿No se crean grandes inventos por el logro personal, la fama eterna, la satisfacción del deber cumplido con tu comunidad la cual te alabará? Exacto, la respuesta es SÍ.

Por todo esto nuestro compañero canijo se sintió asombrado cuando Termochufe se presentó para las elecciones de Gnomeregan. ¡Pero qué voz, qué ideas! ¡Hacer de Gnomeregan una grande y libre nación! ¡Con adelantos y capacidad para eclipsar a todas las demás! Incluso un simple, soso y cutre gnomo, se alzaba del asiento y aplaudía cuando escuchaba eso.

Aunque siempre los hay que niegan la grandeza… Sí, los hay, los limitados que prefieren ir paso a paso en vez de dar un salto. Y peor, los hay que son bestias incivilzadas, como los Troggs.

Os diré y que esto no caiga en malas manos, que nuestro protagonista sabe bien, que Termochufe es inocente, sí, lo es. ¿No es un tanto sospechoso que uno de los que decían de usar la radiación contra los troggs sea además afectado por estos y que luego le culpen? Sospechoso, si de verdad fuera malvado, estaría a salvo, como por ejemplo Mekkatorque. Dejo que lo penséis queridos lectores, pero nuestro protagonista sospecha y con razón de que todo era una conspiración para desaparecer a Termochufe del panorama político porque Mekkatorque es un cobarde.

Para acabar, os diré que fue Termochufe el que impulsó un cambio en nuestro protagonista, el que le inspiró, se veía reflejado en él, no en su persona, si no en sus ideas de mejorar, de arriesgarse por la victoria, de vencer la simplicidad… Porque vamos, Mekkatorque qué hizo ¿Inventar el Mecazancudo? ¿Pero habéis visto qué cosa más fea? Pudiendo haber inventado algo como el Mecaoso, o el Mecalalechedegrandedevoradordeciudadesescupefuego.

 

 

La rata de los túneles

 

Quizá os preguntaréis como vivió la caída de Gnomeregan nuestro pequeño amigo, porque siendo como era, quizá se quedaría a morir o atrapado entre el gas, el descontrol o un trogg le haría su esclavo… Pero no, nada de eso pasó.

Cuando los troggs empezaron a parecer en los niveles inferiores, nuestro protagonista sabía que tenía los días contados, sabía que la ciudad iba a irse a la porra ¿Por qué pensaría eso? Pues porque cuando alguien está tan acomodado en la rutina, cualquier cambio en ella, hace sentirle como que toda su vida se terminará.

Y por Erbag que su vida como la conocía iba a terminar.

El pequeño gnomo tomó sus cosas, en especial su acordeón, rapiñó algunas cosas de la fábrica y pensó en su huida antes de que las cosas se pusieran peor.

Mientras iba subiendo por los niveles, desde el 3 hasta la salida, fue rapiñando todo lo que podía en medio del caos. El antes simple, serio y soso gnomo se había vuelto un desesperado superviviente atemorizado, el cual ignoraba todo llamado de auxilio o pudor en recoger lo que fuera y no estuviera anclado.

Y allá en la superficie, donde el sol y el frío golpeaban a la pequeña criatura, fue cuando aceptó su suerte, o mejor dicho su nueva vida. Comprendió que el astuto supera al valiente, el atrevido gana al paciente.

El pequeño gnomo rió como nunca, estaba alegre, alegre de vivir, de vivir ya no en un ciclo sin fin de repetición, si no de algo nuevo, de superar una tragedia que había hecho hundir su civilización. ¡Pero era ahora cuando veía una gran oportunidad, donde antes era sólo uno más del montón, ahora sería ALGUIEN!

Así empezaba su nueva vida, como un rapiñador, un supervivente que buscaría su beneficio personal y luego ya el de los demás, porque para él, su beneficio era el de todos.

 

Una historia de Uliánov Vissariónovich Bronstein. Ingeniero supervivente.

 

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