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Maw

Julius Augustus Nepos

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En el estercolero, o morías enterrado en la inmundicia, o vivías lo suficiente como para hacerte una posición en la base de la gran pila, ya que aunque te esforzaras toda tu vida, nunca nadie era capaz de alcanzar la cima, la cima de un montón de heces, pero la cima de algo al fin y al cabo. Y no era por que los requisitos para llegar a tal meta fuesen una cuestión heroica, lo único que había de heroico en el estercolero, era tener la voluntad de seguir viviendo. Me crié en aquel barrio inundado de miseria, aguas estancadas y cañerías rotas. Estaba situado en la zona Noreste, en la mismísima Lordaeron, bajo la sombra de los palacios de los nobles cuyas aguas residuales que salían de sus hogares se juntaban con las nuestras hasta desembocar en las apestosas cequias que cruzaban de lado a lado el barrio. Aquel fue mi primer trabajo, el de mierdero. Recogiamos los desperdicios de todo el mundo para alimentar los fuegos que mantenian a raya el frio en el invierno. Crecí junto a una madre cuyo oficio era complacer a los hombres que iban en busca de alivio, y a pesar de lo que uno pueda pensar, fue una madre estupenda que dedicaba especial atención a que yo, un insensato rufián, tuviera unos estudios y unos conocimientos básicos para poder desenvolverme en el mundo y lo que era mas importante, fuera de aquel lugar. Nunca luché por hacerme un hueco alli, pues supe desde el principio que no habia nada por lo que hacerlo. Acudía a una escuela publica llamada El Sueño de Zela, donde podia sacar de provecho los estudios que allí se impartían. Los días eran sencillos, pero duros, algo soportable si se tiene la voluntad suficiente como para levantar la cabeza todas las mañanas y mi vida habria ido medianamente bien, si las cosas no se hubiesen torcido de la noche a la mañana.
 

El giro del destino que me encontraría al llegar a casa, fue la chispa que en el futuro encendería mi llama.
 

Se llamaba Victor, Victor Relos Fonader. Cuando llegue a casa lo vi saliendo por la puerta, con un rostro congestionado. Cuando entre dentro de la habitacion y vi a mi madre con la mirada perdida, tirada sobre el colchon de paja, cubierta con las sabanas, sin respirar, con las marcas rojizas alrededor de su cuello por la presión de unos insidiosos dedos que le habian arrebatado el aliento y la vida, supe, que el estercolero iba a devorarme y a escupir mis restos en las cequias para ser posteriormente olvidado como un desecho mas. Ni la guardia hizo nada, ni se esmeraron por saber quien habia asesinado a una prostituta en aquel barrio de mala muerte, pero mi salvación fue un hombre de la mismísima guardia, Porter Beyea, un viejo soldado alcoholico que me adoptó por pena jurandome falsamente que atraparía al asesino de mi madre una busqueda que le costó 16 años cumplir.


 

Entre aquella promesa inicial, y su cumplimiento, dedique aquellos años a formarme como persona, adquiriendo los conocimientos basicos para poder sobrevivir en el mundo de fuera, aquella chispa nacida del odio y de la frustración fue cambiando, tomando forma, convirtiendose en algo distinto. El estercolero no habia podido acabar conmigo como habia hecho con muchos otros, y mientras me habia arrebatado la mitad de mi vida yo mismo luche por reforjarla pero no supe darle un significado hasta pasado un tiempo. Porter no era un mal hombre, y dejó de pegarme con sus arrebatos de ira cuando le devolví el golpe. Me enseño todo lo que tenia que saber sobre el ejercito y la guardia en la que inevitablemente me dirigí ansioso por cumplir un deber que no todos eran capaces de cumplir. Nunca me considere un caballero, o un soldado modelo, era un pobre desgraciado que habia conseguido superar las pruebas, le habían dado una espada y una chapa identificatoria que le señalaba como guardia de la ciudad, y tras un discurso hueco, jure defender el reino de toda amenaza, y aquellas palabras al menos para mi si tuvieron peso. Sabia que la realidad era mucho mas amarga, mucho mas insípida, y la justicia no era del todo efectiva. Por ello, sabia desde un principio que debia de ser yo quien la impartiera. Eso me llevo a una cruzada personal en pos de Victor Relos, el asesino de mi madre. Pero el viejo loco de Porter tenia una ultima cosa que enseñarme sobre el mundo y su justicia. Atrapamos a Victor, lo llevamos a juicio, pero habían pasado tantos años de aquella muerte que haba sido olvidada, junto a muchas de sus fechorías respaldadas, pagadas con dinero y con sangre, mentiras, engaños y extorsiones. Tras que el juicio quedara como nulo, y porsupuesto que aquel hombre con poder buscó nuestro silencio y nuestra muerte, ansioso por acabar con aquellos que se habian atrevido a llevarlo ante unos jueces que le habían costado mucho dinero convencer, pero no conto con la locura de Porter, el cual se ofrecio como un suculento cerdo listo para ser sacrificado. Siempre creí que estaba cansado de vivir, y lo único que lo mantuvo con los pies en la tierra fui yo, tal vez para enmendar sus errores o dejarme el legado que el no habia podido cumplir nunca.


 

Victor, mato a Porter, y aquella fue la excusa que necesite para clavarle la espada y atravesarle los intestinos. No hubo jueces, ni mentiras,fue limpio, sincero y justo. Las aguas de la cequia del estercolero no hicieron distinción arrastrandolos al fondo.

Aquella fue una historia, muy distinta a la que estaba por venir. Una que iba a poner a prueba el juramento que hice a la ciudad y al pueblo de Lordaeron. Los rumores crecieron con los años pero nadie esperó la tragedia que se sucedió en el trono del Rey Therenas, nadie podía imaginar realmente la magnitud del cataclismo que se cernió sobre nosotros.
 

Pero incluso en aquellas circustancias, mientras el horror nauseabundo de la no muerte asediaba las calles, mientras los gritos de desesperacion resonaban en la ciudad, ahi me mantuve, como un baluarte. ¿ Que era un guardia si en aquellos momentos quebrantaba su juramento?. Huir, no era una opción, aunque muchos de mis congéneres lo hicieron para acabar de la misma forma.


 

Muertos


 

Y yo, no esperaba menos.


 

Y tras aquello pude descansar, o eso creia, pero entre las brumas me desperte, en un lugar muy distinto al que recordaba, aun con mi armadura de vigilante en un cuerpo decadente, sumido en la no muerte. No tiene mucha mas importancia hablar de lo que ocurrio despues, no tenia sentido negar lo ocurido, pues me aferre con determinacion a lo unico que retumbaba en mi mente.

Mi juramento seguia vigente, era mi justicia, era mi guardia, mi ciudad, mi pueblo, mi sangre y mi carne. Y vivo o muerto iba a cumplir la promesa que hice sobre el reino.

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