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[Historia] Ydalkrad

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DATOS BÁSICOS

Nombre del Personaje: Ydalkrad
Raza: Renegado
Sexo: Mujer
Edad: 28 años
Altura: 1'72 m
Peso: 48 kg
Lugar de Nacimiento: Lordaeron
Ocupación: Ingeniera del Nuevo Orden
 

DESCRIPCIÓN FÍSICA

La apariencia de Ydalkrad no es que sea muy particular. Obviando las obvias marcas de la putridez, falta de líquido, palidez, escasez de músculo y un ojo de cada color —uno rojo y otro azul—, su apariencia se asemeja bastante a la que tuvo antaño: La de una mujer joven, pelirroja y de cabello corto.

Le gusta vestir ropas elegantes, no especialmente propias de los suyos. Quizás por eso algunos la miran extraño, pero no es algo que le importe.
 

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Bajo una actitud sarcástica y jovial se oculta una de las mentes más brillantes —y quizás retorcidas— de su era. Una persona, si es que la no-vida que ostenta permite usar ese adjetivo, que carece por completo de moral o principios, retirados poco a poco por una vida que, a sus ojos, tan solo la ha castigado.

Siendo alguien tan ansiosa de conocimientos, no es de extrañar que la curiosidad y la perspicacia sean las características que más la definen. Alguien que ve patrones donde otros ven ruido y que ve la genialidad donde otros ven la locura.

Una mujer de cultura, al fin y al cabo, con gustos bastante exquisitos debido a su pasado. Disfruta de las artes tanto como de las ciencias, y aunque su condición no le permite gozar de ellas tanto como le gustaría, se ha asegurado de encontrar sustitutos adecuados.
 

HISTORIA

Esta no-muerta nació hace aproximadamente veintiocho años dentro de una familia bien posicionada de Lordaeron. El nombre de dicho casa, así como su lugar de poder, han caído olvidados en el tiempo tanto como el apellido de su última hija, Carolina.

Su vida —en sus primeros años— fue normal y corriente para alguien de su posición. Mañanas tranquilas de estudio, tardes apasionantes a caballo y noches emocionantes de curiosidad y exploración. Ella disfrutó de aquellos tiempos mientras duraron, y aunque ahora no los recuerda —o no quiere recordarlos— son algo que aún la define.

Sin embargo, una vida idílica no es una que dure mucho. Siempre hay problemas, complicaciones e individuos que afloran para torcer un estatus quo que, para los que lo viven, resulta la única vida que conocen.

Dicha alteración en la vida de Carolina llegó en forma de una mujer, María, una prometida para su hermano que captó la atención de la, por entonces, joven muchacha. Compartieron horas de charla, tratando temas de filosofía, religión, historia e ingeniería. Era una mujer de cultura, como ella, y eso las hizo cercanas, amantes.

Era una chica de cabello castaño, ojos azules y origen noble. Su figura era esbelta y vestía las más exquisitas ropas que podían encontrarse en la ciudad. Su familia, una de sangre noble, disponía de unos terrenos a los que su padre —el de Carolina— les había echado un ojo y, por los que, evidentemente, había concertado aquella unión.

Aquella disrupción fue lo que derrumbó todo y arrastró su vida colina abajo pues su padre, en pos de mantener aquella importante alianza que había concertado entre su primogénito y María y no enfurecer a la familia de esta en el proceso, se vio obligado a descastar a su hija más pequeña. Mandandola bien lejos con tan solo un poco de ropa, algunos libros y un saco de monedas la hizo sentir sola, aislada y, poco a poco, llena de odio y furia. Un sentimiento primigenio e incalculable que caló hasta el fondo en su ser.

Fue de aldea en aldea, ciudad en ciudad y villa en villa. Viviendo como pudo, trabajando en lo que encontró y durmiendo donde le dejaban. No había conocido la pobreza hasta ese punto, y cuando la miró a los ojos esta la devoró al completo, sin piedad ni compasión. Tuvo que aprender a sobrevivir, valerse por si misma y, aún más importante, desconfiar de la gente que no conocía. Más de una vez trataron de aprovecharse de ella, quizás abusarla. Pero sobrevivió y, gracias a ello, se hizo más fuerte.

Aquel viaje, que la llevó a varios lugares de las tierras de la humanidad, la terminó arrastrando, ya fuera por la providencia o la casualidad, a la ciudad en la que nació: Lordaeron. Lugar en el que fue contagiada con la plaga, aquella misteriosa enfermedad que azotó a sus habitantes que, pese al intento de purga, se vieron arrastrados a una no-vida.

Renacida como Ydalkrad, esclava del Rey Exánime, cumplió sus designios, masacres y horrores sin dudar. No es que tuviera elección, claro, pero tampoco es que después, una vez descubrió sus actos, se arrepintiera de ello. Casi que lo vió como una venganza al mundo que la había traicionado sin motivo ni advertencia. Algo, que casi ansió recordar.

Una huída junto a hermanos no-muertos hacía una nueva vida al mando de Sylvanas fue lo que hizo a continuación. Una en la que poder hacer algo y ser útil de nuevo, aprender de los mejores y, quizás sacar algo de provecho de su nueva situación.

Como era de esperar, postró su servicio a la Gran Reina del Alma en Pena. El arte de la guerra no era su especialidad. Tampoco, por otro lado, las artes mágicas, en las que si mostró interés en el pasado. Ella era una erudita, una pensadora, y, en cierto modo, una creadora. La Real Sociedad de Boticarios terminó, por ende, siendo su destino.

Ahí desarrolló investigaciones menores, nada importante, tan solo lo justo para irse habituando a esa nueva vida e ir practicando. También colaboró con algunos alquimistas en proyectos algo más grandes, de los que aprendió ciertas técnicas y metodologías para usarlas en el futuro.

De esos proyectos cabría destacar que participó en varios estudios sobre la combinación de las artes arcanas y del vacío para el desarrollo de constructos de la ingeniería renegada. Mostró interés en esas artes y empezó a estudiarlas, pero, por el momento, todavía no ha despertado sus aptitudes mágicas.

Fue por esas fechas que un individuo llamó su atención. Danforth Harrison era su nombre, hechicero e inscriptor de profesión. Un miembro de la Guardia de la Muerte, Ejecutor Hechicero para ser exactos, al que llevaban ahí a “prepararlo” para unas sesiones de “psiquiatría”. Mostró interés por el no-muerto, quizás sobretodo por aquella extraña preparación al que lo sometían para lo que parecía una simple práctica psicológicas a sus ojos. Por esas fechas le pareció alguien vagamente inestable.

Le siguió algo de cerca, e investigó en medidas de lo posible su pasado y trayectoria. Ahí descubrió pequeñas piezas de su historia, nada importante y relevante pero si lo necesario para alzar su interés, más por el hombre y lo que podría sacar de el y su grupo, que por su vida e historia.

Pidiéndole cierta ayuda en los temas rúnicos para acercarse a él y ganarse en cierto modo su confianza, eventualmente le ofreció sus únicos y particulares servicios como Ingeniera para su grupo, y este, aún con ligera duda, supo ver su potencial y la aceptó en sus filas.

En la actualidad se dedica a asistir al hechicero en sus particulares cometidos, construyendo máquinas para este y puliendo su técnica en las artes del desarrollo. Tiene ciertos planes a futuro, grandes proyectos en mente, pero no es algo que se vaya a revelar aquí, desde luego. Quizás el futuro los revele. O quizás su viaje termine antes de lo previsto.

¿Quien sabe?

Editado por Lady Soup
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