Saltar al contenido
Conéctate para seguir esto  
Imperator

Aedan Howland

Recommended Posts

  • Nombre del Personaje
    Aedan Howland
  • Raza
    Humano
  • Sexo
    Hombre
  • Edad
    33
  • Altura
    1,90
  • Peso
    96 kilos
  • Lugar de Nacimiento
    Gilneas
  • Ocupación
    Mercenario
  • Descripción Física

    Aedan es un hombre grande, fornido y de gesto tosco. Su cuerpo está marcado por antiguos tatuajes que marcan una vida precaria y conflictiva, al igual que la cicatriz que marca su rostro. De pelo negro y largo, desaliñado, acompañando así su aspecto, porta una frondosa barba descuidada. Sus ojos marrones mantienen una furia interna incapaz de retenerse en su interior, más nada destaca de este hombre salvo la desconfianza que causa al poner un pie en cualquier poblado.

  • Descripción Psíquica

    Aedan es un hombre de pocas palabras, desconfiando de la mayoría de personas, más sabe cual es su lugar y mantiene la compostura con quien sabe que debe mantenerla. Pese a su aspecto, es una persona que mantiene su temple, más su furia contra los enemigos es casi incontrolable. Carece de cualquier empatía para con sus enemigos, asesinando sin piedad aquellos que se le ordena o cree que deben merecerlo.

  • Ficha Rápida
    Si (300 palabras mínimo)
  • Historia

    Era una noche lluviosa y fría en la vieja tierra de Gilneas. La Luna iluminaba la pequeña granja de la familia Harton, la cual todavía mantenía una luz tenue de las brasas del interior de la casa principal. Los cerdos se mostraron neutrales a la llegada del hombre, dejando cada huella en la tierra embarrada por la lluvia. Se retiró la capucha y se consagró ante la Luz por lo que debía hacer aquella noche, más no se detuvo hasta que los ladridos del viejo perro grisáceo advirtieron de su llegada a los dueños del lugar. 

    No tardaron los susurros en invadir la casa principal, más el silencio siguió a estos, solo interrumpidos por los ladridos constantes del perro. De repente la puerta de madera se abrió, seguida una luz artificial, proveniente de aquel farol que sostenía la mujer que permanecía detrás del tosco hombre, cubierto de suciedad con sus ropajes de cuero marrón que servían para los duros trabajos de campo. 

    Las entradas habían llegado hasta la coronilla de aquel hombre, sin embargo, en la parte inferior un frondoso pelo negro lucía sucio, casi como todo su cuerpo. Una ligera curva recorría su vientre, más sus espaldas y brazos eran fornidos, era mejor evitar el combate desarmado con aquel tipo. La mujer compartía la similitud de los kilos de más, aunque gracias a la Luz tenía más pelo que su marido. Esta se mantenía cubierta detrás del hombre, con el farol por delante y temblorosa, bien decía el dicho que los viajeros nocturnos jamás traían buenas noticias.

    El protector de aquella granja alzó el rifle, presa de los nervios y el miedo, más debía mantener la compostura, dando una seguridad falsa a la mujer que se encontraba en su retaguardia. Alzó la voz, esperando con ello intimidar al viajero de oscuras prendas...

    -Sr. Halton: "¡No aceptamos forasteros en mi granja, me temo que debéis marcharos o me veré o-obligado a disparar"

    Esbocé una media sonrisa, dirigiendo mi zurda lentamente a la frondosa barba que cubría gran parte de mi rostro, y lo que esta no podía cubrir, lo hacía la vieja capucha que me servía de protección contra aquella horrenda lluvia. Tras unos segundos, en los cual me mostré dubitativo, alcé ambos brazos. Tenía un plan, y estaba convencido de que picarían.

    -Aedan: "¡Más no tengo intención de quedarme, Sr.Halton. Sabéis porque he venido, más tras acabar agradeceré algunos restos de cena para mi viaje de vuelta, no deseo abusar de vuestra hospitalidad!" *Mantuve aquella sonrisa provocadora, sabía que cometería el error*

    El pobre Sr. Halton se puso blanco, casi como la Luna que iluminaba aquella noche con claridad. Su rostro se mostró incrédulo más después dio paso a una ira descontrolada. Movió el rifle de forma frenética y abrió la boca como fuera a devorarme, escupiendo palabras. Esta vez no intentaba intimidarme, la ira se había apoderado de él. 

    -Sr. Halton: "¡Escoria, hideputa que las sombras os maldigan eternamente! ¡Venís a mi hogar, a insultarme y mofaros cual bufón de la corte! ¡Pero esto no quedará así, maldito cerdo! *Presionó aquel gatillo, provocando un estallido lumínico de fuego y pólvora. El sonido no fue amortiguado siquiera por el sonido de la intensa lluvia, los ladridos del perro y el incesante llanto de la mujer*

    La fortuna y quizás la ira descontrolada de aquel hombre, le impidió dar un tiro certero. Sólo tenía una oportunidad, un tiro para abatirme, más como si unos dados trucados hubieran provocado la mayor pifia en el tablero de una taberna, la bala se estrelló contra la valla de madera, provocando una explosión de cientos de astillas. Los animales se volvieron locos y el perro salió corriendo directo hacia mí. Desenvainé el espadón de hierro que permanecía protegido en una funda de cuero mal hecha negra, sin detalles más allá de la costura que la unía. Con un simple movimiento partí aquel animal casi en dos, bañando la espada de sangre por primera vez en aquella noche, más eso no me detuvo...

    Corrí directo hacia el hombre medio calvo, ensartando con mi espada su torso y arrastrando su gordo y muerto cadáver hasta el interior de su hogar. Lo dejé allí, tumbado con los ojos en blanco, ensartado cual pincho de carne. Algunas tripas salían de su estómago, más todo su torso se llenó de sangre en pocos segundos. La ira y la furia se habían vuelto apoderar de mí, no era necesario acabar con él, más nada me indicaba lo contrario. 

    Me di la vuelta, pateando el rifle hacia fuera y después dirigí mi mirada  a la mujer sollozante ante el cadáver de su  marido. Sus manos y ropas se habían llenado de sangre, no parecía estar en sus cabales tras haber presenciado tal acto, más no tenía tiempo para la compasión, tal cosa era menester de los sacerdotes. De una patada, tiré a la mujer contra el suelo, la cual se retorcía de dolor. Coloqué mi pie sobre su pecho y fijé mis ojos en los suyos, rojizos y llenos de lágrimas.

    Aquella mujer no superaría la veintena. Era mucho más joven que su marido, de pelo negro y recogido, vestía ropas sencillas y había sido presa de una vida más cómoda debido al comercio de carne que mantenía, no era especialmente bella, más tampoco era fea. Mantuve un rostro neutro antes de realizar la pregunta, sabía que ella no dudaría en responder, aunque fuera para defender con su vida aquello que más amaba. 

    -Aedan: "No lo repetiré una tercera vez, me temo. Sra. Halton...¿dónde se encuentra? La perdonaré su vida, encontrará un marido quizás mas joven y con el paso del tiempo, quizás pueda olvidar lo que ha ocurrido esta noche, incluso estoy dispuesto a enterrar a su marido, no tendrá que hacerlo usted."

    La mujer sollozaba intensamente de nuevo, intentando liberarse de la pierna del asesino de su amado. Vociferaba palabras incoherentes, vocalizando tan poco que casi parecía un gnoll en celo. Tenía poca paciencia aquella noche, así que la callé de un revés con la diestra, la agarre del cuello y la estampé contra la pared la casa. Decidí golpearla unas cuantas veces más, quizás eso la ayudaría a tranquilizarse.

    La mujer con el labio partido y casi sin respiración, cesó su llanto por unos instantes. Para pronunciar unas leves palabras, esta vez si había aprendido a vocalizar. 

    -Sra. Halton: "P-porf..avor...Os d-daré lo..q-queráis...Per...o por la L-luz...N-no la hagáis da..ño" *Acarició con un valor que casi admiraba mi entrepierna, ofreciendo su cuerpo por aquello que intentaba proteger, más negué lentamente, acariciando su rostro y retirando aquellas lágrimas que invadían sus rojizas y sangrantes mejillas*

    -Aedan: "Oh, Sra. Halton. Ni todos los placeres que podéis ofrecerme en el lecho podrían pagar el valor de aquello que he venido a buscar, lo siento" *Desenvainé la daga de mi cinto y atravesé su cráneo por la zona inferior, donde se encontraba la mandíbula. La daga no salió por la otra parte, más el sonido ahogado y el cese de sus esfuerzos por liberarse había cesado, por fin todo estaba tranquilo*

    Tiré el cadáver de la mujer hacia un lado, sin dar demasiada importancia a ello. Removí la casa y todos sus muebles durante largos minutos, destrozando cada trozo de madera que formaba un mueble, más después de casi darse por vencido, tras unas pieles descubrí la trampilla que llevaba a lo que sería un sótano. Abrí aquella trampilla, no sin antes recoger el farol de la fallecida Sra. Halton y descendí por aquellas escaleras que crujían por cada paso que daba. 

    En el final, alcancé aquello que la familia Halton protegió con su vida hasta el final. Una hermosa niña, la cual había nacido con una noble melena rubia, diferente por supuesto a los padres que se encontraban muertos arriba. La niña permanecía vestida con un vestido cosido a mano de color azul y sus brazos estaban atadas por una cadenas de hierro a las vigas que sostenían aquel lugar.

    Esta permanecía durmiente, inconsciente por algún brebaje. Examiné su cuerpo, buscando el origen de su encierro y lo hallé sin demasiada dificultad. En su antebrazo, una marca de mordisco cubría casi todo su brazo. Este mordisco pintaba feo, incluso pelos de color blanco comenzaban a florecer alrededor de la mordedura. Faltaba poco para que cediera ante la maldición huargen. 

    -Aedan: "Pobre Sr. Halton...Te defendió hasta el final cuando sabían que tu vida llegaba a su fin. Yo enmendaré los errores de tu progenitor" 

    Desenfundé la pistola de chispa que ocultaba en mi cinto, retirando el seguro de hierro que impedía que se disparase con facilidad. Apunté a la cabeza de aquella niña que rondaría los 11 años de edad, más mis dedos se quedaron inmóviles. Era incapaz de disparar aquella niña a sangre fría. Negué lentamente y guardé mi pistola. Me incliné de nuevo y acaricié aquella niña por última vez.

    Abrí el farol, rociando el aceite sobre esta. Más cuando estuvo preparada tiré el farol contra el suelo, propagando un fuego que tarde o temprano llegaría hasta ella. Decidí marcharme de aquella casa, recogiendo ambas armas que aún permanecían clavadas en los cadáveres. Me alejé de aquella hacienda, mientras los fuegos consumían cada trozo de madera. La lluvia había cesado, permitiendo que el fuego invadiese todo el lugar...Era lo mejor, sí.

    Decidí volver sobre mis pasos, debía cobrar por la justicia que había llevado a cabo esa noche. 

 

20647c6fdc2448b8b6e6b28e983fe037.jpg

 

Editado por Imperator

Compartir este post


Enlace al mensaje

Join the conversation

You can post now and register later. If you have an account, sign in now to post with your account.

Guest
Responder en este tema...

×   Pasted as rich text.   Paste as plain text instead

  Only 75 emoji are allowed.

×   Your link has been automatically embedded.   Display as a link instead

×   Your previous content has been restored.   Clear editor

×   You cannot paste images directly. Upload or insert images from URL.

Conéctate para seguir esto  

×
×
  • Crear Nuevo...