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Akross

Ann'Marie / Takhiara Sinnore

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  • Raza: Quel'dorei
  • Sexo: Mujer
  • Edad: 70 (aproximadamente)
  • Altura: 1,73
  • Peso: 58
  • Lugar de Nacimiento: Quel'Lithien
  • Ocupación: Novicia de la Cruzada Escarlata

 

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Descripción física:

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Cabello largo, lacio,  de color rubio bastante claro, suele  llevarlo suelto en su vida cotidiana o sujeto  en una coleta cuando marcha a un entrenamiento o enfrentamiento.

Su cuerpo es atlético y firme como muestra de que ha sido entrenada durante varios años, no solo por la cruzada escarlata, aparentemente su entrenamiento va desde mucho mas atrás de que perdiera su memoria, es también delgada como se espera de su raza y puede que en el promedio regular de altura, lleva marcas de cicatrices en la espalda, brazo izquierdo, costado del abdomen y una mas en la cabeza que oculta con el abundante cabello. Suele vestir ropas de tela mientras está en el monasterio, o llevar cuero reforzado y malla cuando se encuentra en entrenamiento.

Su rostro es fino y pulido como lo es en el resto de su raza, de sonrisa fácil, piel blanca, lisa y firme.

 

 

Descripción psíquica:

 

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Es una mujer dulce, alegre y despreocupada que trata de contrastar en un ambiente tenso y melancólico, es amable, comprensiva y trata siempre de ayudar en lo posible, a veces suele ser algo ingenua o imprudente lo que demuestra su probable juventud pero también es obediente y leal lo que la convierte en una aliada  confiable y una subordinada extraordinaria, por lo mismo, no suele ser de iniciativas ni de liderazgos, aunque suele dar su opinión terminaría por hacer lo que la mayoría o la figura de autoridad presente decida.

En la intimidad es analítica, melancólica, trata de empatar los pequeños recuerdos recurrentes de una vida pasada con los de su nueva vida y equilibrarlos como mejor puede, en el fondo entiende que sin importar quien haya podido ser en el pasado, ahora es una persona nueva entregada a los designios de la luz, por lo que no tiene reparos en buscar recuperar todos sus recuerdos e incluso motivarse en ver de nuevo su verdadero hogar, algo que anhela con todo su corazón.

 

 

 

Historia

 

Mis recuerdos son escasos y parecen difuminarse cada vez mas en lugar de regresar, mis ancestros, mi familia, mi hogar, lo que se supone que debe ser perdurable, lo importante e irremplazable ha sido todo relegado a un recoveco insondable de mi memoria, a veces, menos veces de las que me gustaría admitir logro darle un poco de claridad a mis recuerdos, mi propio nombre que parecía perdido, ha llegado a mi cuando menos lo esperaba, habían sido varios años, muchos ciclos  y demasiados días desde que comenzara a vivir en tierras humanas y hasta este momento siento que recién comienzo a adaptarme al acelerado modo de vida de la raza humana, pero sabía que yo no era como ellos, mi apariencia, mi naturaleza, incluso el modo en el que me trataban, todo en mi era similar pero muy distinto a la vez, era una elfa del norte, de Quel’Thalas, Raegard me lo explicó todo, de cuando me encontró herida y casi muerta en un costado del lago del bosque negro, cuando todavía la naturaleza estaba viva y verde.

 

El viejo paladín me cuenta que cuando me encontró estaba apenas viva, solo llevaba una cota de malla rota y un escudo ajustado al brazo, se acercó a buscar algo que pudiera usar para comer o para protegerse, no vio esperanza en mi y pretendió usar el escudo para protegerse y no puedo culparlo, la situación era desesperada, aun así, algo lo hizo detenerse, pese a mi lamentable estado tenía que tener una esperanza, la bondad de la luz lo espetaba a intentarlo, a salvarme la vida con todo lo que tuviera y así lo hizo, el azote arrasó con mi pueblo, se llevó toda mi vida, incluso mi memoria para recordar la tierra que nunca recuperaré, pero la luz me dio una nueva vida.

 

Raegard usó la luz para cerrar las peores heridas y trató como pudo las mas pequeñas, cociendo algunos cortes con hilillos finos hechos de intestinos de oveja y desinfectándolas luego con whiskey viejo de Andorhal, al principio pensó que no lo lograría, me confesó que en muchas ocasiones dudo de si debía darse por vencido, le agradezco que no lo hiciera, me transportó hacia las montañas para resguardarme, al final encontró una torre aparentemente abandonada por la alianza pero había algo de comida y provisiones aun en buen estado,  sangre por doquiera pero ningún cadáver, nos refugiamos allí, mas bien él me refugió en la torre, yo recién recuperé por completo el conocimiento un día mas tarde tras ser capaz de beber algo y comer.

 

Aún recuerdo mi sensación aquel día, sentía dolor, pero era un extraño dolor, ignoraba el miedo que pudiera sentir, de hecho, ignoraba todo, el viejo paladín me hablaba pero yo no le entendía, no entendía nada, ni las formas, ni los colores, ni siquiera reconocía el propio dolor que me acongojaba como si estuviese en un cuerpo ajeno al mío, es una sensación difícil de explicar, basta decir que a veces las personas damos por sentado las cosas hasta que dejamos de verlas, como la punta de tu nariz, subconscientemente la ignoras pero cuando reparas en ella, te das cuenta de que está allí, de que siempre estuvo allí frente a tus ojos, es la misma forma en que yo misma me sentí, me dolían lugares que ni siquiera estaba consciente de que tuviera dentro de mi, podía ver mis manos, mi nariz, mover mis pies y aun así sentía que no me pertenecían, completamente ajenos a mí. Mejoré poco a poco, mas lento de lo deseado, mucho mejor de lo esperado, el solo hecho de que estuviera viva parecía casi un milagro, las palabras dejaron de sonar extrañas con los días, podía entenderlas, pero había olvidado como pronunciarlas, como si hubiese pasado una vida sin pronunciar ninguna, el idioma ajeno al materno hacía todavía más difícil asimilarlo.

 

Agotamos la mayoría de los suministros que teníamos y yo misma podía caminar con mis propias fuerzas por lo que Raegard decidió que era momento de aventurarnos al sur, tratar de huir de la plaga que el príncipe maldito había desatado en todo Lordaeron, en ese momento no lo sabía pero marchaba en dirección completamente contraria a la nación que probablemente llamé hogar alguna vez, el golpe en mi cabeza había hecho mella en mis palabras y recuerdos pero por alguna razón sentía nostalgia, ardía en mi pecho como un mal presentimiento, pese a todo, continúe, aferrándome al viejo paladín como si de un padre se tratara y de alguna manera, incluso hoy en día, es la única figura paternal que tengo, me han dicho que probablemente tenga muchos mas años que los que Raegard pueda tener y lo he notado con los años, en su sonrisa cansada, en sus pasos suavizados, en aquellas pequeñas acciones que se han tornado torpes y que antes hacía sin siquiera ver, también lo he visto en la blancura nívea que se ha ido extendiendo por sus cabellos y me doy cuenta de que lo perderé en algún momento, ya sea por la espada o la lenta acción del tiempo, aquel hombre que me trataba como si fuese una mas de los suyos, mas que eso, solo nos teníamos el uno al otro como un padre y una hija.

 

Luego de unas semanas de sobrevivir a las infestadas tierras que en otra época fuera Lordaeron, nos unimos a un grupo de sobrevivientes y emprendimos una nueva ruta hasta el reino de Stromgarden, todos estaban afligidos y apesadumbrados pero solo yo sentía el punzante dolor en mi pecho y aquella intensa sed que amenazaba con enloquecerme en cada momento, encontrando solo amparo en la luz, que me cubría con su bondad y tranquilizaba mis sentidos; solo hasta años mas tarde me enteré de que la razón de aquel dolor era la fuente del sol, corrompida por el azote, allí tan en el norte del continente como se podía ir, la fuente brindaba energía a toda mi raza y tras corromperla es como si nos cortaran una parte vital en nuestras vidas.



En la ciudad portuaria de Strom nos quedamos en la casa de uno de los familiares de Raegard, una mujer llamada Magda que era también su hermana, algo mas gruñona y seria que el propio Raegard, con mirada áspera que indicaba visiblemente que yo no era de agrado para ella, pese a ello, al final me deja quedarme en su casa, quizás por las virtudes de la luz o por interferencia de paladín, suficiente para recuperar algunas de mis memorias, mis recuerdos sobre los idiomas, algunos sobre mi vida, como mi propio nombre, Thassiara, pues hasta ese momento, Raegard me había llamado como a su abuela, Ann’Marie.


Casi un año mas tarde nos unimos a la cruzada escarlata, Raegard al haber sido un veterano de la mano de plata es nombrado paladín de la cruzada y enviado a mano de Tyr para ponerse en labores, yo por mi parte, fui enviada a la iglesia para instruir mi espíritu en los caminos de la sagrada luz y mi cuerpo con la disciplina de la orden, para hacerme fuerte en combate y útil a la causa de mi querido paladín y de nuestras razas, curiosamente, comprobé que si bien mi memoria estaba fragmentada, mi cuerpo parecía recordar, mostrando una gran facilidad para aprender las artes del combate que se me enseñaban y una resistencia física por encima de lo normal lo cual me hace preguntarme que clase de persona fui en aquellos años que me fueron robados, pero tengo la esperanza de recuperarlos algún día, quizás, cuando pueda finalmente volver a las tierras que me fueron arrebatadas, a mi verdadero hogar.

Editado por Akross

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