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Blazerunner

Arthur Render

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Spoiler

La lluvia inundaba el camino convirtiendo la tierra aria en un fango denso que se aferraba a cada pisada que daba el hombre con gran esfuerzo aunque su rostro no expresaba cansancio, mantenía el mentón alto dejando que el agua se escurriera por su rostro lo cual ayudaba a limpiar el polvo y la sangre que lo cubrían, al final solo quedaron las heridas abiertas ahora más evidentes. Aunque su travesía había sido larga no llevaba mayor cosa más de lo que tuviera puesto, su ropa maltrecha y desgastada presentaba grandes manchas de sudor y rotos hechos por la cortada de algún arma filosa. Llevaba consigo un mandoble el cual se encontraba cuidadosamente guardado en su vaina el cual clavaba con fuerza en el fango a medida que avanzaba, su mirada bajo solo un momento viendo como la tierra mojada y fértil se abría sin mayor dificultad cada vez que clavaba la punta de la vaina en ella, pronto su mente divago con recuerdos de la azada que alzaba y dejaba caer con gran fuerza extendiendo el camino sobre la tierra donde pronto serian plantadas las primeras cosechas de la primavera, trabajaba con mucho empeño hasta que Helena su esposa, lo llamaba desde el otro lado del terreno para que volviera - ¡Arthur!-

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Arthur Render nació entre las gelidas montañas alterac donde no vivió mucho pues a su corta edad de 5 años huyo junto con su familia del lugar dirigiéndose a las tierras de Stromgarde. Una vez allí, su padre pudo hacerse con una granja donde viviría hasta su muerte. Arthur aprendió al tiempo que su padre todo lo necesario para el cultivo y cuidado de la tierra donde trabajo la mayor parte de su tiempo hasta tener la mayoría de edad.

Sir Robert Deyle, señor de las tierras donde ahora residía la familia de Arthur, tomo al joven chico para que se uniera a su ejército personal, idea que horrorizaba a sus padres pues repudiaban completamente la idea de la guerra y aún más que su hijo participara en alguna de ellas, sin embargo, su palabra no significaba nada para los deseos de su señor. Arthur no volvió a ver su hogar por mucho tiempo, sirvió a Sir Robert por 7 años llegando a ser uno de los abanderados del noble antes de poder ver la granja de nuevo.

Su vida con la espada no fue la más reconfortante y a medida que los años pasaron su mirada se curtió y la vieja ilusión de la juventud se fue apagando hasta que solo quedo el fuego de la ira y supervivencia. Después de su regreso del frente de batalla y de haber vivido en carne propia toda la crueldad que la guerra traía, Arthur se encontró con un panorama aún más desesperanzador en la tierra que protegía, pues la traición y el engaño ponían en tensión a todos los nobles que componían en el reino, viéndose de frente con disputas políticas en la que su espada no eran tan útil como allá afuera. Fue así como Robert junto con sus hombres decidió alejarse de la ciudad y confinarse en sus tierras apartado de toda disputa interna.

El feudo de Sir Robert se encontraba en el Noreste de Arathi compuesto por  cuatro granjas principales más los campos y caminos conexos entre las mismas. La más grande de ellas albergaba un viñedo que se mezclaba con el gran jardín que antecedía la mansión Deyle, una casona entre las colinas construida varias generaciones atrás la cual albergaba toda la familia del noble y sus sirvientes, allí Arthur practico mucho tiempo en su juventud antes de partir a las fronteras del oeste. Cuando Robert llego seguido de sus soldados, se encontró con sus tierras invadidas por los feudos aledaños que habían reclamado gran terreno del Sir Deyle aprovechando su ausencia, Entre el terreno descontado se hallaba la vieja granja del padre de Arthur quien había muerto en manos de los matones de los usurpadores. El mancillado soldado rompió en cólera y pidió permiso a su señor para recuperar las tierras arrebatadas, una tarea que se llevó más vidas de las necesarias y dejo la moral de Arthur devastada viendo la casa paterna destruida.

Tras la costosa victoria, Sir Robert concedió un único favor al soldado, Arthur pidió dejar el servicio militar para poder cultivar la tierra de sus padres pues no estaba interesado en volver a alzar una espada contra la vida de otro. Fue así como Arthur guardo su espada para empuñar la azada.

Los años pasaron sin mayor altercado en su vida, se casó con la hermosa Helena de Costa sur quien decidió quedarse definitivamente en la granja para posteriormente dar a luz a su primogénita Elaris. Otras personas también vivían en la granja o permanecían allí la mayor parte del tiempo, uno de ellos era Royer, un anciano el cual se sentaba cerca al cultivo mientras Arthur trabajaba contando historias de su infancia y chismes que escuchaba en los cruces de camino, siempre venía con la excusa de comerciar hierbas que cultivaba en su casa, aun así Helena siempre le brindaba un banquito y le daba las tres comidas antes de que partiera de nuevo a su hogar. Por la casa también rondaba la señora Molly quien vivía en la granja más cercana, su familia fue de las primeras en repoblar la tierra que fue usurpada antaño por lo cual sentía agradecimiento a Arthur y ayudaba de vez en cuando con alguna tarea a Helena, con el tiempo ambas se hicieron buenas amigas. Otra persona que permanecía en la granja era el joven Derick, un huerfano de al menos 15 años quien llego a la granja una noche amenazando a Arthur con una navaja para robar cualquier cosa que pudiera llenarle el estómago, sin embargo Arthur no se opuso y brindo comida al joven, con el tiempo el chico siguió volviendo pero nunca volvió armado más que con un rastrillo para ayudar a cultivar la tierra, con el pasar de los inviernos, Arthur organizo un cuarto en el granero para que el joven tuviera donde dormir.

Sir Robert visitaba a menudo la granja pues aun añoraba las conversaciones con su antiguo abanderado. En una de esas recurrentes visitas, el noble se veía preocupado y distante, Arthur no pudo evitar interrogarlo para encontrar las razones de la pesada mirada que se mantenía fija en las montañas más al norte de la granja las cuales se veían por la ventana de la sala donde ambos conversaban. Robert contestaba cortante a cada pregunta de Arthur hasta que finalemente rompió la fría conversación levantándose de la silla y dando la espalda a su compañía – Me han informado de algo terrible- Miro de soslayo a su antiguo soldado prosiguiendo con sus palabras – Las fuerzas renegadas acechan tan cerca de mis tierras que siento su horrible olor putrefacto cada noche. –

Los renegados apostados en la antigua empalizada orca se mantenían impasibles recordando la amenaza que suponía al imperio humano, recientemente varios cruzados planeaban atacar dicho puesto extinguiendo cualquier amenaza renegada en la gran planicie de Arathi. Robert fue contactado al igual que otros nobles con feudos aledaños, su respuesta no había sido dada aun pues no aclaraba su mente sobre lo que supondría enviar sus hombres en dicha misión mas que involucrarse en una nueva rencilla con sus vecinos quienes en el pasado intentaron mancillar sus tierras en su propio favor. Después de explicar la situación al granjero que se mantenía en la mesa con ambas manos sobre el vaso de té sin mirar directamente al noble pronuncio palabra al fin –No. Mi respuesta desde ahora es no.-  ambos sabían que si Sir Robert volvía a un campo de batalla lo haría con sus hombres más leales sin embargo eso implicaría que Arthur rompiera su voto. El noble pensó entonces en obligarlo sin embargo aún tenía un profundo afecto por Arthur y su decisión era casi una inspiración para él, sin su abanderado y mucho menos sin el apoyo de los pocos que alguna vez pudo considerar amigo tomo su decisión de guardar silencio a la solicitud de ayuda en la próxima lucha.

 Arthur alzaba en brazos a la pequeña Elaris para que pudiera ver a los hombres marchar sobre la colina hacia su destino. A la mañana siguiente todos tomaban su lugar en la granja para empezar sus oficios, Royer ya se avistaba por el camino con su cargamento de hierbas mientras Elaris corría a él para saludarlo antes que ninguno, Derick ayudaba a Arthur a crear los surcos para la cosecha venidera mientras Helena y Molly encendían el horno en la cocina, ambas mujeres mantenían sus usuales conversaciones hasta que fueron interrumpidas por el súbito ruido del plato cayendo al suelo. Helena había quedado estática frente a la ventana mientras veía como se cubría de negro el horizonte bañado por las oxidadas y ruidosas armaduras que cubrían los cuerpos putrefactos de varios renegados caminando a paso lento hacia la granja.

 -¡Arthur! – Grito Helena desde el pórtico para llamar a su esposo, este se giró hacia la casa y vio los muertos vivientes bajar por la colina con premura en dirección a ellos. Tiro la azada a un lado y corrió atravesando el campo de cultivo, una vez en la casa pidió entre gritos a Helena que abandonara la casa mientras seguía su camino hacia el ático sin escuchar los reproches de la mujer. Una vez allí tiro varios trastos guardados hasta dar con la vieja espada la cual tomo con firmeza para luego bajar las escaleras. Sin embargo una vez llego al pórtico las bestias sin alma ya habían cortado la cabeza a la señorita Molly dejando su cuerpo tendido en el camino, otros no muertos perseguían a Derick por el cultivo mientras este se defendía con el rastrillo, su esposa e hija no se veían por ninguna parte, por lo tanto decidió ayudar al chico antes de que fuera asesinado.

La espada volvió a mancharse de sangre como no lo había hecho antes, aunque el líquido que desprendían los cuerpos poco o nada llegaba a tener la textura de la sangre. Arthur ayudo a levantar al joven huérfano, mientras veía en el horizonte como Robert y sus hombres chocaban contra la avanzada renegada, pese a la ayuda su atención se mantenía en buscar su familia la cual había desaparecido. Luego de avanzar entre los pocos hombres que empezaban a menguar pudo ver en el techo del granero como un renegado batía como estandarte el cuerpo de su esposa empalado y con la punta sangrante de la alabarda recorriendo todo su cuerpo hasta salir por su boca. Las lágrimas corrieron por el rostro de Arthur quien intento colarse entre los hombres para llegar hasta el cuerpo sin vida, sin embargo solo recibió un corte en el hombro seguido de un golpe en el rostro, siendo finalmente arrastrado por los hombres hasta atrás de la fila.

La refriega duro poco y la granja se perdió nuevamente pero esta vez cayó en manos de los renegados. Arthur y Derick marchaban junto a los pocos hombres que pudieron escapar, en el cruce de caminos mientras se dirigían a la mansión Deyle, El viejo soldado se separó del camino en dirección a Stromgarde, Robert intento persuadirlo para que volviera con él pero Arthur poseía una mirada que parecía ya extinta por los buenos tiempos con su familia, y es que el soldado ahora tenía más marcado el viejo fuego de la ira y la supervivencia pero ahora este se avivaba por el ferviente deseo de venganza. Negó la ayuda del noble y proclamo ante todos los supervivientes en mitad del campo señalando al sol – En nombre de la luz que no se extingue aun con la perdida mas dolorosa, juro que acabare con cualquier ser sin alma que intente acabar con las tierras que hombres, mujeres e hijos han cultivado con tanto esfuerzo, cuando vuelva aquí quemare cada cuerpo sin vida hasta que no quede nada más que polvo y miseria…- muchas otras palabras proclamo Arthur antes de partir con Derick a su espalda siguiéndole, los hombres mantenían la mirada en el suelo pues aunque hablaba con determinación muchos habían sido heridos en su orgullo y no podían sanar con rapidez, y aún menos Arthur quien ahora se lamentaba de no haber ayudado a la cruzada escarlata en su cometido.

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Cuando las nubes se dispersaron Arthur salió de sus pensamientos alzando la vista a las grandes murallas que se veían a lo lejos. Stromgarde se alzaba frente a ellos como un rayo de esperanza para poder reclamar la venganza que ahora le carcomía el alma, el primer lugar al que se dirigiría seria la gran catedral donde rogaría para poder unirse a las fuerzas de la cruzada escarlata así como el joven Derick quien también sentía los mismos deseos por los que él consideraba su familia.

 

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