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Archibald

[Desaparecido] Ofülg Rompeacero

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Ofülg Rompeacero

  • Nombre
Ofülg
  • Raza
Enano
  • Sexo
Hombre
  • Edad
110 Inviernos
  • Lugar de Nacimiento
Dun Morogh - Yunquemar
  • Ocupación
Guerrero - Mercenario

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Los duros combates y batallas, le ha hecho mella en su rocosa piel, la cual lleva cicatrices pero son tapadas con un par de tatuajes rúnico en idioma de los Enanos. Su frondosa barba le llega hasta la barriga cervecera que tiene. El color de su cabello y barba es negro.

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Ganar la confianza de un enano es difícil, cuando lo consigues, es uno de los mejores compañeros que puedes tener. Le gusta la buena cerveza, serio y a veces malhablado. Se rige por su propio código de honor: Lo que está bien, lo considera bien. Lo que está mal, lo considerara mal.

 

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Cita

      - ¡Brindo por Yunquemar! ¡A tú salud, Ofülg!

          - ¡A vuestra salud, camaradas!

Bajo la capa de nieve que se encontraba nuestra tienda de campaña, celebrábamos la buena cacería de Troggs, fue una buena caza aquella noche. Buenas historias y carcajadas tuvimos esa noche, por desgracia las noticias de este lugar acaba volando.

Me había llegado de mis camaradas de guerra de que Hrüin había muerto por los no-muerto del Norte. Me cabree mucho, incluso para coger mi petate y marchar al Norte, buscar aliados y reunir a un ejército de honorables enanos para marchar contra esos malnacidos, pero mis compañeros de caza me tranquilizaron. No solo era un camarada, si no un hermano de armas.

 

 

Aquella noche, bajo las defecaciones de los Titanes que brillan en el cielo, la cual los culofinos le llaman estrellas, nos encontrábamos en el bosque de altos pinos, tras las Altas Montañas. Habíamos tenido una cacería contra los malditos Trols que se reproducen como cucarachas pero de diferentes colores. Contábamos cuantos Trols habíamos abatido cada uno.

- ¡Tres!

- ¡Cuatro!

- ¡Treinta!

El maldito idiota de Bolf estaba tan borracho que contaba por cinco a sus abatidos, le llamaban Bolf Suertudo, el camarada tenía la mayor de las suertes, esquivaba los ataques de los enemigos como si de hojas de árboles se trataba, no caía al vacío ni aunque le empujaran, jamás había visto un suertudo como él. Acabo caído al suelo, durmiendo la mona pero de pronto aquella noche apareció un enano martillo salvaje, Hrüin, era un estúpido, tuvimos muchas broncas y discusiones pero acabó siendo como un hermano, como fue Gonhirrim.

Llegamos a unirnos todos bajo el mismo grupo de cazadores, viajábamos y cazabamos hasta que llegamos a la cueva aquella, que nos hizo hecho mierda y el viaje se fue muriendo camaradas. Acabamos por separarnos cada uno por su lado. En ese caso yo llegué a Bosque de Elwynn, a buscar trabajo de mercenario. Habia estado en el Sur por un tiempo, en Elwynn, ayudando a granjeros humanos por pan, agua y un techo a acabar con algun par de gnolls o de animales que se acercaban a sus cosechas pero no me agradaba las actitudes de los humanos en algunas ocasiones, además echaba de menos mi hogar, decidi tomar el petate y tomar el primer tranvia hacia la Gran Montaña, allí dirigirme a Yunquemar, mi hogar, frío hogar

Volvi a mi viejo hogar, Yunquemar. La cual por el deshonor de mi padre, me retire el apellido para que no me afectara a mí y me puse: RompeAcero, como apellido. Llegue a esos salones enormes del edificio de Yunquemar, había convencido en su día a Hrüin de la necesidad de volver a la época de Yunquemar, un reino enorme que extendía todos los territorios de Khaz’Modan bajo el mismo estandarte. Él deseaba por un momento dejar a los Martillo Salvaje para unirse a los Yunquemar, ya que no tuvo familia y les acogió los Martillo Salvaje pero lo pensó en frio y no quiso serlo, no podía deshonrar a aquellos que le acogieron en su clan y le adiestraron, no sería de buen enano.

Dejando el tema de lado, Hrüin me había enviado una carta, hacia años que no le veía pero me encontraba al servicio de las familias de Yunquemar, asi que no le conteste, dando entender que estaba muerto. Algunos de las familias de Yunquemar, solo se dedicaban a hacer vajillas con arcilla u otros materiales con la marca de Yunquemar, muy famosas por los extensos poblados enanos de Khaz'Modan. Es cierto que pocos peligros tenian pero algunas veces se acercaban Troggs o incluso algunos Trols jovenes que iban a demostrar a su Tribu que ya eran adultos, aún así se enfrentaban a los arcabuceros de Yunquemar y con el filo de mi hacha, que caía sobre sus hombros. Me ofrecian lo mismo que al resto de mercenarios, dinero y gastarlo en mi manutención, en gastar el dinero en cervezas y en alguna enana que me sacaba hasta los cobres de mis bolsillos. Era una buena temporada de diversos trabajos. Incluso colabore con el regimiento Yunquemar en algunas escaramuzas, buenos barbudos se encuentran en esos salones y en esas filas, estaria orgulloso Modimus Yunquemar de ellos y espero que de mi, esperemos que algun día volvamos a los tiempos del pasado.

Tras tanto tiempo haciendo trabajos sencillos, alcance lo que todo enano debe de hacer, esposarse. Esa guerrera enana era de las mejores que habia visto combatiendo en las tierras de Yunquemar, así que tras un par de escaramuzas luchando a su lado, acabamos por esposarnos y queriamos hacer un par de retoños pero ese día nunca llego. Mi preciada mujer, Helma Corazón de Diamante, era mi tesoro y la gema de mi vida, fue abatida por varios Trols adultos que se encontraba en las profundidades de sus cavernas y emboscaron a mi mujer. No pude vengarme, pues otros barbudos enanos me quitaron mis presas. Llegué a hacerle una ceremonia funeraria bajo la tradición de nuestro clan, su padre me culpaba a mi y deje mi hogar por segunda vez, recorriendo las extensas montañas de Khaz'Modan. Pensé en buscar a Hrüin y a Gonhirrim que me habian dicho que habian hecho una Compañía, no iba a perder tal oportunidad, asi que tras largas travesias, un par de enemigos y algun idiota que se le encasquillaba la rueda de su carromato, alcancé el Reino de Stromgarde, allí encontré a Hrüin, uniendome a la Compañía de Golganneth y buscando unos objetivos comunes para nuestro pueblo. Hrüin le habia visto cambiado, hacia años que no le veía y le vi diferente, pues tenia los ideales tradicionales de su clan pero también creía que los Enanos podíamos hacer lo mismo que los Humanos: Un extenso Reino con su Rey de Reyes, como fue Modimus Yunquemar pero quería buscar aliados para tal objetivo, estaba loco, una idea descabellada pero la seguía firmemente. Mientras él iba a cumplir con un trato que habia hecho con los humanos del fuego sagrado, yo me había hecho un par de trabajos por el Reino de Stromgarde, que también habia Trols, así que colaboré con algunos comerciantes de la zona para hacer escoltas a sus caravanas a Trabalomas y al Puente Thandol, la cual no hubo problemas con los Hierro Negro, menos por los "impuestos".

Como la Campaña de Arathi iba a tardar mucho tiempo y me habia llegado una carta del padre de mi difunta esposa, decidi volver a Yunquemar. Tras otros largos de travesia, esta vez por barco, alcance el hogar de los Corazón de Diamante. Se estaba muriendo y por respeto, decidi quedarme con él para que no muriese solo hasta hacerle el mismo entierro funerario. Avisé a Hrüin y a Gonhirrim que me quedaría por aqui por este asunto, así ellos acababan ese trato con los humanos del fuego sagrado. Hasta que me entere sobre su muerte...

 

Editado por Archibald

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Libro: Los Pilares de la Guerra - Estrategia, Politica y Honor

Escrito por Thane Höulf Montaña Helada

Un libro de sus parientes pasados que se trataba de un libro de estrategia militar y de politica enana de la época pasada. Contiene un par de leyes y de las antiguas tradiciones.
Pipa de madera

Tallado a mano por los enanos de hierro del norte, entregado a Ofülg como un regalo más de un comerciante de la zona por ayudar a poner en función un carromato.

Cuerno de Ofülg Un cuerno tallado a base de un carnero, utilizado para dar avisos y toque con un sonido grave y largo.
Hacha de Guerra Entregado por su padre cuando este pertenecia a la Infanteria Pesada del Clan Anvilmar hace un par de decadas pasadas.
Frase celebre Enana "Las montañas no se funden, ni se doblegan, se mantienen rígidos y fuertes. Así son los Enanos, luchan incluso después de ser heridos." - Ofülg Rompeacero

 

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