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Dicen, que en una pequeña aldea, durante una fuerte tormenta una pareja tuvo a su primer hijo. Desde los primeros años de vida el chico demostró cierta afinidad a la magia, algo que en esa pequeña isla, Égalur, nunca se había contemplado. Con frecuencia las rabietas del chico acababan en un pequeño incendio o un aguacero momentáneo.

 

Conforme los años pasaron el joven humano desarrolló de forma natural su poder, vinculándose con las esencias de fuego, tierra, agua, electricidad y viento, hasta que finalmente el duque Delinard, regente de la isla conoció la existencia del muchacho y pidió su tutela con la intención de instruirle el el uso de la magia.

 

Asi fue como el joven viajó hasta la ciudad de Bawic y comenzó su instrucción básica en la magia. Devoraba los libros durante horas y escuchaba atentamente las historias de los guerreros veteranos y los cortesanos, fascinándose cada vez más con el mundo que existía más allá de Égalur.

 

Cuando alcanzó los catorce años al joven se le planteó la senda del mago, o la del guerrero evocador. Hasta la fecha había demostrado una gran habilidad de con las armas pero la magia latía en el tan fuerte que acabó escogiendo la senda del mago. Delinard cada vez se encontraba mas orgulloso de su protegido, pues en pocos años había logrado un progreso grandioso.

 

El recientemente aprendiz de mago comenzó a estudiar bajo la tutela directa de Delinard. Le acompañaba a todas partes, cumplía sus encargos y además realizaba las prácticas de magia. El duque siempre presumía de su aprendiz y del grandioso mago que tendría su corte en un futuro. Pero no todo transcurre según lo planeado.

 

Ocurrió que una noche, durante el banquete por la Fiesta de los Juramentos, el chico fue invitado a participar, sentándose en la misma mesa que Delinard y su corte. En aquella mesa, además de los cortesanos se hallaban la esposa de Delinard y su hija Zaria. Como es tradición al banquete le suceden las danzas típicas de Égalur hasta el alba.

 

El protegido de Delinard nunca fue una persona demasiado sociable por lo que al principio permaneció en su sitio, observando como los nobles bailaban junto a las cortesanas entre trago y trago de vino. Zaria tampoco se encontraba bailando ya que, aunque le había concedido un baile a su padre, rechazó cualquier otra propuesta del resto de nobles cercanos a su edad, en su lugar se sentó junto al aprendiz e inició una conversación banal, según creyó el chaval.

 

Zaria era una chica de cabellos rojos como los pétalos de una rosa le caían ondulados hasta un poco más abajo del pecho y sus ojos, de un tono acaramelado, formaban una combinación perfecta con su pequeña nariz y finos labios carmesíes. Por el contrario en chico poseía un pelo de un castaño suave, más cercano al rubio, y le caía totalmente lacio hasta la base del cuello, la nariz chata y los labios un tanto pálidos además de una tez más curtida, lo que más destacaba eran sus ojos púrpuras.

 

Poco después de la media noche el propio duque se acercó a ambos y los instó a bailar, Zaria de momento dejo su asiento pero el aprendiz se negó al principio, pero acabó aceptando debido a la insistencia del duque. Según pasaba el tiempo se sentía cada vez más a gusto con Zaria hasta que el amanecer dio fin a los bailes y ambos tuvieron que separarse de camino a sus aposentos.

 

Algo había cambiado, en el pecho del aprendiz la llama ardía de una forma diferente, más fuerte de lo habitual, y esa sensación se acrecentaba cada vez que veía a Zaria, aunque fuese desde lejos. Con el tiempo el aprendiz acabó siendo nombrado mago. Al fin sus estudios habían concluido y pasó a formar parte del séquito oficial de Delinard, lo que le permitio vestirse con túnicas de seda, joyas de oro y rubíes…además de viajar junto al duque a diferentes lugares de ultramar.

 

En consecuencia de su posición en la corte comenzó a coincidir en más actos publicos al igual que Zaria, por no decir todas las veces que se cruzaba con ella en los pasillos de palacio. El joven mago pasaba largas tardes encerrado en la biblioteca escudriñando viejos libros en su afán por dominar cada vez mejor la magia del fuego, pero nunca era capaz de concentrarse del todo, pues la imagen de Zaria siempre acababa por distraerle.

 

Entonces se decidió. Conocía su origen humilde pero sabía que había demostrado su valía con creces, con tan solo diecinueve años había sido nombrado como el sucesor del actual mago de la corte así que, ¿Qué podía salir mal? Cerró los libros que estaba estudiando y se dirigió a hablar con el conde. A este le pidió la mano de Zaria, a lo que el conde tras un momento, acabó contestando afirmativamente, y raudo fue a pedirle matrimonio a ella.

 

Ambos se confesaron su amor y la explosión de felicidad que sintió el mago se acabó 

materializando en una pequeña deflagración que chamuscó unos matorrales cercanos. Días después la noticia se había propagado velozmente a todo lo largo y ancho de la isla. Se conocía que Zaria tenía varios pretendientes dentro de la corte, y el origen plebeyo del chico no se sintió más que con odio hacia él.

 

Una noche cercana a la boda sucedió algo terrible, el duque fue asesinado y Bawic fue asaltada por los ejércitos del marqués Trustio. El mago tomó del brazo a Zaria y se abrío camino a través de palacio hasta los jardines traseros, consiguiendo escapar hasta la playa. Alli tomaron el bote de un pescador, pero cuando se disponían a hacerse a la mar una de las flechas alcanzó el costado de Zaria.

 

El joven mago se deshizo de sus perseguidores y dejo a Zaria en una cueva relativamente oculta con unos vendajes que hizo con los jirones de la manga arrancada de su túnica, y aguardaron a que todo aquello cesara rezando a los dioses que no los encontrasen. Cuando llegó la mañana los ojos enrojecidos y los surcos de las lágrimas en el rostro indicaban que Zaria ya no estaba entre los vivos.

 

Viajo al puesto comercial del norte. A medida que pasaba por los pueblos y aldeas los campesinos le iban reconociendo, pero el mago había cambiado. Antaño habría charlado con los lugareños y les habría ayudado de camino, pero esa persona había muerto junto a Zaria, en su lugar se había vuelto un ser frío y distante, muy callado y fácilmente irascible además de sádico, los pocos bandidos que se atrevieron a asaltarle lo pagaron con una muerte muy lenta y dolorosa entre abrasadoras llamas.

 

El odio le había consumido. Todos los soldado del ahora duque Trustio fueron cruelmente masacrados, pero la presión del duque le perseguía allá por dónde andaba hasta que, cuando al fin alcanzó el puesto comercial del norte, con el dinero que consiguió de sus joyas compró un pase para viajar al continente, jurando volver un día y vengar la muerte de su amada.

 

-Conoceis muy bien esa historia forastero. ¿Quién sois vos?

-Capitán, ya no necesitais saberlo

 

 

La sombra y la llama lo consumió todo.

 

Editado por Izuriel
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